Fiestas

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir sobre el tema “fiestas”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 2 de julio! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, NO SE GANA NADA.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

 

CORONADO SMITH

Por fin se encendió la hoguera,

el equinoccio comenzó,

era la fiesta de la esperanza,

el día de la regeneración.

Bellas muchachas danzaban,

y alguna poco agraciada, también,

en honor a la madre tierra,

y como ofrenda a Astarté.

Diosa de la naturaleza,

de la fertilidad y el amor.

Convertida en símbolo de la guerra,

por algún profanador.

La noche era estrellada,

con Venus en su esplendor.

Baco reinaba en las copas,

y el asado expandía su olor.

Los espíritus fueron invocados,

el ritual en orgía derivó,

satisfecha quedó la madre tierra,

el sacrifico la calmó.

La sangre fue derramada,

del pérfido nigromante,

hacedor de maledicencias,

adalid de malas artes.

Respiro para el planeta,

hasta nueva amenaza,

de algún nuevo iluminado,

y de su macabra danza.


MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

La fiesta se celebra en la calle, dando comienzo en la plaza del Charco,hora 17.
La fiesta del carnaval de este año, había unido a un grupo de personas en en local previsto de material necesario para poder realizar el escogido disfraz.
Convivir cierto tiempo juntos la gente es complicado, o aceptas el mando de otros, o por el contrario si te a través a ser líder de la operación ya sabes lo que te toca dirigir el trabajo con miras a ganar.
El tema para este año era vestirse de emoticonos. Hacer un disfraz de emoticono no es difícil, pero escoger la carita que vas a mostrar y mantenerla durante horas en el desfile es otra casa. ¡Ay! Tantas caritas, unas alegre, otras triste, con un ojo tapado o los dos y no ver por donde caminas es complicado.
Pero sucedió que entre tanta gente a participar apareció una joven la cual por sentirse tan fea ni salía de su casa temiendo la viesen otras personas, así pues con la fiesta del disfraz y su ocurrencia iba a disfrutar de lo lindo. Ella escogió el emoticono de carita tapada con tela de saco. Más mira por donde apareció el guapo y fuerte galán que viéndo a la carita de saco moverse en el desfile con elegancia soltura atrayente y otras miras se acerca a ella y en un momento de amor le quita de la cara la tela de saco y la ve tan bonitisima que de su lado no se aparta hasta hacerla suya.


BENEDICTO PALACIOS SÁNCHEZ

COHETES Y JAQUECAS
A Gaspar le encantaban dos cosas: que Elena le quisiera en primer lugar, pues había sido su amor desde muy joven, y montar los cohetes y la pólvora la víspera de San Juan. Con Elena, por tenerla muy cerca, salvo en los días de reclusión por el virus, se veía a diario. No le sucedía lo mismo con el ruido de los cohetes y la pólvora, de lo que tan solo podía disfrutar en la fecha señalada. Él gozaba con el olor de la pólvora y el ruido y se divertía prendiendo la mecha, ella por contra lo repudiaba.
Como Gaspar se había pasado los tres meses del estado de alarma trabajando de reponedor en un supermercado, Elena no tuvo más remedio que aceptar un puesto de honor en la tribuna que montó el ayuntamiento, a instancias de aquel. Había que celebrar la suerte de los vivos y recordar a los amigos muertos en los días de pandemia.
A las 12 de la noche del día 23 se encendieron las hogueras y se lanzaron los cohetes. El ruido duró poco más de diez minutos, pero se dispararon al aire no menos de cincuenta cohetes y cientos de tracas. La gente enloquecía de satisfacción y contento. Fue un espectáculo.
Cuando sonaron en el reloj de la plaza las dos de la madrugada, se apagaron las hogueras y Gaspar se dirigió a la tribuna en busca de Elena. Subiendo las escaleras recibió felicitaciones. Todo había resultado perfecto.
—¿Alguien ha visto a Elena?
—Hace rato que se despidió.
La llamó a su móvil. Estaba apagado.
Cuando abandonaba la plaza, un muchacho le entregó una nota.
«Ya sé que has disfrutado lo tuyo, pero me resulta imposible soportar el ruido y los gritos de la chiquillería. ¡Tengo jaqueca! Adiós.»
Gaspar había guardado un cohete de muchos colores. El más lujoso, el mejor. Se acercó a la casa de Elena y llamó. No hubo respuesta. Como vivía en un piso bajo, sujetó el cohete en las rejas de una ventana. Lo prendió. Y también dejó escrita esta nota.
«Los cohetes suben hasta las estrellas. El que acabo de encender a tu puerta llevaba tu nombre. Lo he borrado no vayan a confundirlo allá arriba con una jaqueca.»


SERGIO SANTIAGO MONREAL

Las mejores fiestas son las que he vivido a tu lado.
Las mejores fiestas que me quedan por vivir son las que viviré a tu lado.
¿Fiestas?
Sin ti no las quiero.
Sólo quiero fiestas para dicirte que:
«Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero y te quiero».
Te quiero decir que quiero fiestas, pero solo contigo, pues sino es contigo las fiestas; no tendrían sentido.


RAQUEL LÓPEZ

En el claro del dia
de fiesta se visten los campos,
con azaleas, amapolas
con romero y margaritas.
De fiesta los vendimiadores
entornan sus melodías,
mientras los niños juegan
con su fuerte algarabía.
Con aroma de lavandas
la tierra esta perfumada,
los árboles hablan al cielo
mientras se visten de gala.
Es la fiesta de los campos,
de las gentes de los pueblos
el sentir de la alegría,
la quimera de los sueños.
La gente al caer la noche,
encienden las luminarias,
la fiesta aún continúa
llena de luz y de magia…


MARÍA VEGA

Soy los ojos de la juventud.
El dolor de pies de algún anciano,
El motivo de un niño correr con estrellas en la mano.

Muchos veo felices, otros deciden recordar
Pero el que celebra sabe
Que la fiesta no va a parar.

Llego diciembre, y olor de pernil y pasteles
Por las calles se disuelve,
Muchos por tradicion componen villancicos,
Pero como soy boricua la bomba y plena yo dedico.

El eco de la noche desaparece
El bullicio estremese, la casa de algun vecino
Los señores del barrio sacan su mesa y domino
Y juntos celebran la Fiesta que se formó .

Jovenes, anciano y niños , bailando todos al ritmo
Que quiero decir con esto
Que todas las edades son bienvenidos
Así que unete a la fiesta
Celebra de corazón y quizás yo aprenda un poco de tu tradición.


OMAR ALBOR

Bullicio

Me encontré con un viejo amigo que venía del funeral de un amigo que había muerto después de una noche alocada lo encontraron en su auto chocado contra un palo de luminaria, en el auto lo encontraron con dos chicas, mucho alcohol, mucho canabis y la radio encendida a todo volumen, dicen que fue una muerte sin sufrimiento dado que fue un golpe mortal, mi amigo supo entender la partida y yo también porque lo conocía y si hay que partir será así, en un gran golpe mortal, si hay que celebrar olvídate, lo importante es celebrar el momento la obsesión por festejar.
Y así tiene que ser en una fiesta será.
Ponele la dirección que quieras, ahí estaré.


GONZALO HAYA

Llevas tiempo esperando esta noche. Te han contado muchas batallitas, muchas historias, casi todas difíciles de creer, algunas puede que sen solo pura fantasía . A la gente le gusta mucho fardar. La festividad nada tiene que ver con el desmadre de esta noche. ¿Que diría el Santo si viese el vicio que se forma en su honor? Casi mejor no pensarlo que se te pasan las ganas. Vas tranquilo, la noche es larga, algo ligero, algo suave, fresco, que te mantenga en orden así que te decides por una birra. Preguntas por donde y alguien dice «en la nevera azul» ¡Todas las neveras son azules! Tus amigos van llegando y empiezas a conocer gente, no dejas de conocer gente, todos van llegando acompañados de más gente y más botellas. La playa está a tope, no cabe nadie más. Hay familias enteras, barbacoas encendidas hogueras y hasta tiendas de campaña. Suerte que hoy es luna llena y la visibilidad es buena.
Alternas bebida y comida, hay que mantener el control, pasarlo bien pero sin desmadrarse. Lo intentas durante un rato pero pronto empiezas a estar un poco pedo. Habláis sin parar, risas, voces, un frenesí invisible os envuelve. Hace calor, alguien sugiere darse un baño y parece buena idea pero en realidad no es tan buena. Vuelves mojado, ahora hace frío y no hay toalla (nadie lleva una toalla a una fiesta). Poco a poco todo se encauza, el salitre de tu pelo es el único vestigio que queda del baño. Apuestas fuerte, alguien te ofrece un cubata y aceptas sin dudarlo. Lo estás dando todo, notas de nuevo esa sensación, ese frenesí en el ambiente mientras apuras la copa. Suena música, algo con ritmo para animar la fiesta, y bailas, solo así eres consciente de que tu equilibrio no es el mismo, estás al límite, la lengua se te traba cuando preguntas donde está el hielo.

Te despierta el ruido de una motocicleta, es un taladro en tu cabeza, insoportable. La ventana está abierta y el sol ya te está pegando en la espalda. Hace un calor horrible y tienes la boca seca, más seca que la mojama. Necesitas agua urgente, estas deshidratado. El whisky barato que bebiste ayer te ha dejado la cabeza como un bombo. Estas para el arrastre, no recuerdas cómo ni cuando llegaste a casa. Abres los ojos, espera, esta no es tu casa ni esta tu cama, menudas sábanas horteras… ¿Qué es eso? Te sobresaltas, hay un cigarrillo encendido sobre un cenicero en la mesita de noche. Asqueado por el calor, el humo y la resaca te levantas, escuchas ruido en la habitación de al lado, parece que es un baño, alguien habla por teléfono. «está dormido, ayer lo pasamos en grande» crees escuchar. Buscas tus cosas, te falta una cancela, debajo de la cama hay de todo menos la chancla, apagas el dichoso cigarro. Suena una cisterna y antes de que la puerta del baño se abra ya estás bajando escaleras, de tres en tres, llegas al portal y tropiezas con el ultino escalón, caes de bruces al suelo, está batallita no se la va a creer nadie…


ROCÍO ROMERO GARCÍA

RAMÉ.

Nueva York deslumbraba bajo las luces artificiales y frías provenientes de las farolas, renacida y desnuda ante un nuevo año marcado como 1950. Las calles estaban más vivas que nunca, las voces se fracturaban y llenaban cada callejón oscuro.
Los deseos y las expectativas de un nuevo año lleno de promesas nublaban la vista. La llegada de un nuevo año, la oportunidad de reescribir los errores y las sonrisas, de enterrar el dolor y lo innombrable bajo la nieve y olvidar. Por un minuto esa inocencia tan irreal parecía mágica y posible.
Todos los pisos estaban iluminados, la música se escapaba por las ventanas, tumultos de mujeres con sus mejores galas, de hombres arreglados riendo y bebiendo mientras sostenían un cigarrillo entre sus dedos.
En el inmerso universo que esos pisos conformoban brillando como estrellas se encontraba Chloe.
Chloe, con su melena castaña marcada por debajo de la barbilla y sus ojos claros de cervatillo; con una de sus sinceras sonrisas rojas dibujada en el rostro y su vestido tan negro como el cielo nocturno.
Sus manos sostenían una copa de vino, sus mejillas empezaban a enrojecerse por el furor del alcohol.
Sin poder evitarlo, sin quererlo, desvió su mirada a un rincón de la sala.
Fue un movimiento rápido producto de una distracción que duró más de lo permitido.
En aquel rincón con la mirada perdida en la Luna se encontraba la mujer más peculiar que Chloe jamás había visto.
Su cabello era igual de corto que el de Chloe, aunque este se teñía de un color granate.
La blusa blanca y vaporosa que lucía caía despreocupadamente por sus hombros.
Sus pantalones negros definían mejor sus caderas que cualquier vestido que pudiese llevar, y sus botas de tacón daban sensación de seguridad y poder.
Sus dedos sin pintar, delgados y alargados sostenían un cigarrillo.
Sus labios rojos inspiraban el humo y lo exhalaban formando pequeñas nubes alrededor de su cabeza. Fumaba con la elegancia y la clase con la que un hombre lo hacía. Aunque de forma más sensual y femenina, más personal y definida.
Era una ente un millón. Era única en aquella sala… Y su nombre también lo era.
Exótico y extravagante, el nombre de Nina estaba grabado en su comportamiento como un tatuaje.
Chloe se encontraba ensimismada mirándola, admirándola como si de una criatura mística se tratase.
El vinilo ya no producía sonido, las estrellas y la Luna habían comenzado a precipitarse y el Universos había dejado de expandirse.
Sus ojos se dilataban más en cada pestañeo y sus mejillas comenzaban a arder como aquel cigarrillo que se consumía en los labios de Nina.
Su sangre hervía y el corazón le quemaba, su cuerpo empezaba a paralizarse y sus huesos temblaban.
Chloe era inteligente, sabía que en esos escasos minutos algo dentro de ella estaba cambiando. Algo dentro de ella había despertado y eso le provocaba incertidumbre y curiosidad… Pero sobretodo miedo.
Sabía lo que significaba sentir aquello, lo que supondría mirar a una mujer desde los ojos de un hombre.
Su garganta se redujo a un nudo que quería estallar en tormenta.
Bebió algo de vino y respiró como si todo el oxígeno del mundo fuese a terminar.
Sí, no cabía duda. A Chloe le gustaba Nina.
«Quizá no estoy pensado con claridad» se dijo a sí misma para calmarse.
«Eres demasiado inocente para su tiempo y ella demasiado adelantada para el tuyo» se volvió a decir. Necesitaba una excusa para ahuyentar aquellos sentimientos.
Pero su mirada siempre volvía a ella y su corazón volvía a arder. Quería ser aquel cigarrillo, consumirse en sus labios y descubrir las carreteras infinitas que formaban sus lunares.
«¿Por qué yo?» «¿Por qué a mí?» se preguntaba una y otra vez.
Terminando su copa de vino se despidió de sus amistades tras la excusa de que estaba cansanda. Debía dormir, dejar de pensar, convencer a la almohada de que aquello no era lo correcto.
Antes de salir y sin poder evitarlo, queriendo, dirigió su mirada hacia ella.
Para su sorpresa Nina también tenía sus ojos posados en ella. Sin apartar la mirada la una de la otra Nina termina lo poco que queda del cigarrillo y sin deshacer aquella pícara sonrisa libera el humo.
Chloe sonrió, involuntariamente, rindiéndose. Entonces algo dentro de ella floreció, algo completamente nuevo y diferente: la sensación de que algo hermoso y caótico al mismo tiempo había nacido en su interior.


NEUS SINTES

El Baile de las Máscaras.

La vi entrar, era una silueta femenina entre una gran multitud. Sabía que era ella. Detrás de una hermosa máscara azul metalizada se escondía el rostro de una hermosa mujer que mucho tiempo atrás nuestros cuerpos se sintieron atraídos.

Entró con la misma naturalidad y elegancia que le atribuía su exuberante vestido del mismo color de su máscara. Detrás de esa máscara se escondían sus hermosos ojos negros. Sus labios pintados de un color rojo intenso empezaron a hacer efecto en mí. Intenté acercarme, con sigilo, no quería que me viera. Mi intención era observarla, verla de nuevo supuso un montón de visiones revividas antaño. Gloriosa e exuberante. Con su naturalidad de siempre. Envuelta bajo ese manto de prenda metalizada.

Llevaba un vestido con un corpiño, dejando entrever un elegante y largo cuello, deseoso de poder volver a besar. Se encontraba en el centro de la pista de baile, había venido junto con una amiga. Me fundí entre la masa de gente. Mi máscara era de color negro a juego con mi indumentaria. Lo único que me podían delatar eran mis ojos verdes, que ella tan bien conocía.

Mi Ámbar, amada Ámbar. Sin duda alguna era ella. La mujer que nunca había podido olvidar. La vi contornear sus caderas al son de la música. Los focos iluminaban su figura. Su cabellera castaña se movía al ritmo de sus movimientos.

Saqué mi coraje y me adentré en la pista para aunque solo fuera una sola vez más, tenerla a mi lado. Sentir su presencia, sentir el palpitar de mi corazón de nuevo, aunque éste encuentro fuese breve. Dudaba de mi mismo, incluso. De creer en un futuro juntos.

Me sumergí sin dar mas rodeos a mi mente y haciendo caso a mi corazón que latía con ímpetu. Cuando estuve lo más cerca de lo que puede estar un corazón que no ha podido olvidar a alguien como Ámbar, era doloroso, incluso me sentía impotente, con la necesidad de aferrarla por la cintura, de dejarme llevar y que fuese lo que Dios quisiera.

Sin más, mis manos empezaron a rodear la cintura de forma que al darse la vuelta ella quedó observando un rostro; el mio. Sus ojos se agrandaron, sus labios quedaron boquiabiertos, intentando decirme algo, sin atreverse. Hasta que sus ojos repararon en los míos y me delataron. Supe inmediatamente que sabía quien era.

-Denis.. – tartamudeo. ¡Cuánto tiempo!

-Ámbar. – ¿verdad que eres tú? – le pregunté.

-Sí, la misma. – afirmó.

Queríamos decirnos de todo, preguntarnos el qué había sido de nuestras vidas. Pero no hubo momentos para preguntas ni respuestas. La única respuesta que recibimos fue el caluroso beso en el que nos fusionamos. Yo agarrado a su cintura, ella sin dejar de soltarse de mi cuello. Mirándome con deseo y esa pasión inconfundible que impregnaba su fragancia, su ser.

-No vuelvas a dejarme, nunca – fueron sus palabras que me pudo decirme tras cada beso.

-Ámbar, no volveré a dejarte jamás. Aunque tengamos obstáculos en el camino, no los quiero combatir solo. Quiero que juntos los venzamos. Solo tu y yo.

-Te quiero Denis.


PATRICIA JT

Sin novios.

Las dos acabamos saliendo ese día. Nos arreglamos, nos fuimos de bares y juramos no volver a echarnos novios. Después de una copa en el pub de la esquina, vimos pasar un súper bus que paraba frente a nosotras. Nos quedamos allí paradas mirándonos. Al cabo de un rato vimos como subía gente sin más… Pudimos comprobar que era una boda. Ponía «próxima parada el karaoke». Nos miramos, nos empezamos a reír, y nos montamos. Parecía que todo el mundo llevaba horas bebiendo. Había corbatas dobladas, trajes pisados y mucha guasa. En el bus había unas cañitas en el techo con unos botones donde podías elegir la bebida, menuda pasada! Nos sentamos de las últimas, para no dar mucho el cante, y empezamos a probar eso de las cañitas.
Tardamos unos 20 minutos en llegar. Íbamos sin destino, viviendo cada momento como si nada. Cuando bajamos, había millones de luces de colores en el camino hacia el gran karaoke. Dudamos en entrar, no íbamos con trajes de boda y podíamos llamar la anteción. Pero la gente estaba muy pedo, así que decidimos entrar y probar.


MARÍA VEGA

Soy los ojos de la juventud.
El dolor de pies de algún anciano,
El motivo de un niño correr con estrellas en la mano.

Muchos veo felices, otros deciden recordar
Pero el que celebra sabe
Que la fiesta no va a parar.

Llego diciembre, y olor de pernil y pasteles
Por las calles se disuelve,
Muchos por tradicion componen villancicos,
Pero como soy boricua la bomba y plena yo dedico.

El eco de la noche desaparece
El bullicio estremese, la casa de algun vecino
Los señores del barrio sacan su mesa y domino
Y juntos celebran la Fiesta que se formó .

Jovenes, anciano y niños , bailando todos al ritmo
Que quiero decir con esto
Que todas las edades son bienvenidos
Así que unete a la fiesta
Celebra de corazón y quizás yo aprenda un poco de tu tradición.


LOLY MORENO BARNES

LA GRAN FIESTA

—¿Mamá ? ¿Cuando es la fiesta ?
—Aún no está decidido, pero te aseguro que valdrá la pena esperar el día y mientras tanto, debes prepararte para la ocasión.
—¿Pero… ¿Podré ir yo?…¿O es sólo para mayores?
—Claro que puedes y debes asistir , pues serás uno de los protagonistas.
—Entonces … ¡Deberás comprarme un vestido nuevo para el evento!
—No importa como te vistas, aunque si quieres…¡Tendrás tu vestido nuevo!
Es una fiesta de gala muy especial donde todos pondrán sus miradas en tu corazón, bondad y en todo lo que lleves aprendido para lucir acorde al acontecimiento.
—Ufff… ¿Parece complicado?
—¡Siempre parece complicado, desconocido o una “ Nueva Normalidad”
Para superarlo debemos aprender también a equivocarnos y a rectificar .
—Mamá ¡No quiero ir! ¡ Me quedó en casa !
—Pues “ Me quedo en casa “ es la primera lección para estar preparado para la gran fiesta .
Luego te vestirás de todo lo aprendido y asistirás .
¡Será tan hermosa que llegará a todos los rincones del mundo!
¡Tan espectacular que todos bailaremos al vaivén de la mejor canción, con un idioma único y al unísono .
Entonces…¡Toda la humanidad festejará el triunfo!


JESÚS ARENAS

Ya desde que nuestros padres nos dejaban salir solos, la fiesta nos ha acompañado siempre. Al principio eran fiestas más inocentes, simplemente quedábamos y pasábamos unos buenos ratos entre risas y, si caía algún beso con alguna de las chicas, pues mejor que mejor.
Según fuimos creciendo nuestra vida se iba alocando un poco, o estábamos en el instituto o estábamos bebiendo y fumando una marihuana muy buena, que traía un primo mío que hacia la mili en Algeciras.
Sergio, Pedro y yo entramos en una vorágine de fiestas que empapaban nuestras jóvenes vidas de todo tipo de drogas, sexo, alcohol y peleas. Todo esto nos ahogaba, hasta el punto de perder el control de nosotros mismos, aunque tampoco hacíamos nada por evitarlo, al contrario, lo buscábamos a diario..
El trio calavera nos llamaban. Salíamos de casa y no regresábamos hasta pasados varios días, siempre evitando que estuviesen nuestros padres. Nos cambiamos de ropa, les robábamos algo de dinero y nos volvíamos a ir. Algunas veces, al hacerlo veía a mi madre llorando por mi culpa, en mi cabeza, hasta que descubrí que con la primera raya de coca, esa tristeza se me iba. Así que cuanta más tristeza, más coca nos metíamos todos.
La verdad es que no éramos unos hijos ejemplares, pero no nos importaba. Siempre pensamos en que las vidas tristes de nuestros padres no las queríamos para nosotros, intentamos disfrutar la vida al máximo, siempre al límite y, siempre juntos. No nos hacía falta nadie más.
A día de hoy, pasados ya casi 40 años seguimos igual. De fiesta desde que sale el sol hasta que se pone, en los mismos garitos de siempre. Pero ya pasamos inadvertidos, no hablamos con nadie, solo entre nosotros, ya no hay sexo, ya no hay diversión. Creo que todo cambió con 25 años, aquella noche, en aquella curva donde nos dejamos la vida los tres. Aunque bueno, la vida ya había dejado de ser nuestra años atrás.


MANUEL SIERRA

NOSTALGIA

A lo que vamos allí no es que cada uno no lo pueda hacer desde casa. O quizás se ha vuelto más difícil ahora que hemos crecido, que somos gente adulta, con sus preocupaciones y sus obligaciones. Que si los niños, que si el trabajo, que si la familia que vive lejos, los padres que están enfermos. De súbito resulta que todos concordamos en una fecha. Y si sucedía en el pasado de jóvenes despreocupados que cada fin de semana se montaba una barbacoa o una merendola, ahora esta supone la única ocasión de nuestro verano. Recién iniciada la semana de vacaciones, los críos con los abuelos, o con la canguro, el proyecto que teníamos que presentar el lunes ya terminado. El lugar la casa de campo del cuñado, con piscina, con habitaciones suficientes para dormir la mona. Los coches que se amontonan en la entrada. La comida que cada cual aporta que en la cocina se apoltrona. ¿Quién cocina? El de siempre, el menos indicado. Hay quien quiere innovar, quien pretende mostrar sus ideas felices culinarias. Quien vuelve al hipermercado a por productos atípicos. Quien con la carne picada se dispone a confeccionar hamburguesas gourmet, combinadas con rúcula o con cilantro, quien prefiere la panceta en exceso hecha y requemada. Y de aderezar tras el almuerzo unas cuantas copas. No falla. No falta quien quiere bañarse justo después de almorzar, la persona consecuente que recuerda que hay que guardar la digestión, y a la que se responde que eso era de pequeños, con las madres sobresaltadas y temerosas. Sin embargo, se hace caso. Al mediodía reservarse. Bajo la canícula ardiente al resguardo a la sombra. Conversaciones somnolientas, con un gin-tonic en la mano, un vodka con naranja, un ron con cola. Se proponen juegos de cartas, o más complicados y largos de mesa. Pero cuando el sol empieza a descender en lontananza de vuelta a la piscina, y el minipartido de fútbol en el escaso césped junto a la alberca. Al oscurecer de regreso a la pitanza. Un rebujo de lo que ha sobrado. Patatas fritas, paté, bocadillos variados, más hamburguesas. Más copas al término, pero conversaciones más profundas y misteriosas. La noche provoca esos desvelos, esas ocurrencias. Siempre hay quien le da por introducir el tema de fantasmas, de los sobrenatural y los espíritus. De común se da en cada grupo quien jura y perjura que ha contado con experiencias al estilo, así como el escéptico que no se cree nada y aplica la razón y la ciencia. No pasa nada. Se elucubra sobre todo. Hay quien se inventa la física. De repente el cero absoluto no es la temperatura más baja que se pueda alcanzar. De pronto existen realidades espirituales paralelas que se pueden constatar con lo empírico. A lo lejos suenan estallidos de cohetes. Es la fanfarria de las fiestas de la localidad. Nadie se propone ir a verlo. Se está muy bien en el fresco de la madrugada. Poco a poco los invitados se comienzan a marchar, y lo hacen con una promesa: “El año que viene repetimos”. En el pasado hubiéramos dicho: “El fin de semana próximo”. Pero es lo que tiene la edad. Las amistades se mantienen más en la distancia que en la presencia, con el recuerdo y la nostalgia que hacen que perduren vivas.


VALERIA MICHOU

De un lado de la habitación, la gula y la lujuria tenían sexo intenso sobre el enorme pastel, mientras la pereza miraba con hastío.
En el pasillo, la ira y la soberbia peleaban con verborragia redundante e insultos, mientras la envidia emborrachada intentaba robarle a la avaricia.


GASTÓN MOMEÑO

TE INVITO A MI FIESTA

Esta historia está basada en hechos reales. Una fiesta, una mega fiesta hecha por y para la gente. En esta fiesta te ensordece la música pero no busques a ningún DJ, ni parlantes, ni bandas musicales. Somos nosotros cantando a todo pulmón esperando a nuestro amado equipo: River Plate. Las luces son nuestras. Y el decorado, también. Contarles lo que se siente el minuto previo antes de la salida de tu equipo, donde cantamos cada vez mas fuerte, se encienden mas luces y comenzamos con saltos y agites de brazos. No hay palabras para tal nivel de pasión y amor. Sale el equipo a la cancha y vuelan pepeles, globos y algunas lágrimas de emoción. Para nuestro equipo esto es como hacer una fiesta privada en su hogar. Para los rivales, los gritos de guerra de setenta mil personas le hacen temblar las piernas.
Bienvenidos al Estadio Monumental. Donde el cielo de uno, es el infierno de otros.


FRANCISCO PEDROL MARTÍNEZ

«La fiesta mayor había comenzado, como cada 24 de junio.
Así lo hacía saber aquel desfile de gigantes y cabezudos, para disfrute de los niños y niñas. Y la música en vivo, que hacía bailar a adolescentes y adultos.
Para Juan no era simplemente una fiesta mayor. Toda su vida había girado, siempre, alrededor del 24 de junio. Había nacido aquel día, se casó también en aquella jornada y, casualidades de la vida, su hija pequeña también había nacido un 24 de junio.
Aquel día se encontraba mal; o mejor dicho, peor que de costumbre. Pero sacó fuerzas de la flaqueza y bajó a la calle, para respirar aquel ambiente festivo que le entusiasmaba.
Allí se encontraban sus amigos de toda la vida, aquellos que le acompañaron durante décadas, y que le invitaron a jugar a las cartas; él aceptó a regañadientes, pues sabía que era el perdedor de aquel grupo y que las cartas y naipes no eran lo suyo. Pero aceptó porque, al fin y al cabo, aquel era un día de fiesta. Le gustaba ver aquellas calles en las que siempre había vivido, llenas de música y animación.
Igual que le gustaba ver a los niños correr arriba y abajo, llenos de energía y fuerza.
Cuando llegó la noche, Juan admiró el castillo de fuegos artificiales y, aún con la música sonando, subió a su vivienda…se encontraba mal, pero feliz de haber visto una nueva fiesta mayor de su pueblo en el día de su nacimiento.
Se estiró en su cama y, dibujando una enorme sonrisa en sus labios, sus ojos se cerraron para siempre…».


IRANTZU ARGANDOÑA

Este año no habrá Sanfermines. Eso es lo que dicen todos los titulares en las noticias. Aunque el reloj de la Estafeta siga marcando la cuenta atrás, ajeno a los últimos meses, en realidad, los Sanfermines 2020 se han suspendido.
La Fiesta.
Nuestra Fiesta.
LA fiesta por antonomasia.
Va a ser tan extraño…
Se oyen rumores de que la policía cerrará los accesos al Casco Viejo el día 6 para evitar las aglomeraciones, pero cualquiera sabe. Por si acaso a nosotros un amigo ya nos ha invitado a dormir en su piso del centro para poder estar dentro desde el día 5. Hay que estar preparados.
Y es que no es tan fácil resistir la tentación. No celebrar los Sanfermines es renunciar a nuestra mayor alegría: la gente. Es como quitarnos un pedacito del corazón.
Nos preguntamos qué se verá este año en la Plaza del Ayuntamiento. La imagen espectacular de esa marea rojiblanca asfixiante y acalorada, pero extasiada y palpitante por la emoción es poco probable. No existirá el acto oficial del Chupinazo, pero… ¿podremos oír el sonido alguna gaita?¿habrá pancartas, habrá ikurriñas?¿habrá alguna persona en esa plaza evidenciando lo pequeña que es cuando está vacía?
Sabemos a ciencia cierta que no habrá corridas ni encierros con toros. Este año los de la PETA pueden estar tranquilos. Pero no me cabe duda de que habrá cánticos al santo todos los días a las 8 de la mañana. Y se correrán los 848 metros del recorrido aunque sea de forma simbólica, con toricos de ruedas y una cerveza en la mano, sólo porque nos lo pide el alma.
Volveremos a echar de menos el Riau-Riau, con todo lo que nos costó recuperarlo. Ya nadie irá a entorpecer la marcha de la corporación hacia la iglesia cantando y bailando el Vals de Astráin. Se acabó el cachondeo, una vez más. Eso sí, el año que viene pelearemos para que siga estando en el programa de fiestas.
Tampoco iremos a la procesión (aunque muchos, en realidad, no hemos ido nunca). No habrá cabezudos que asusten a los niños ni gigantes que los reconforten. No iremos a ver la salida de las peñas, esas cuadrillas de borrachos felices que desfilan detrás de las txarangas desde la plaza de toros hasta sus respectivas sedes.
No habrá grandes actuaciones en Antoniutti, ni en Los Fueros, ni en la Plaza del Castillo, no habrá verbenas ni nada parecido. Este año la música saldrá de los balcones, de los bares que aún resistan abiertos, de los músicos espontáneos, de las cuadrillas que se atrevan a festejar.
Porque a pesar de todo, habrá Sanfermines, ya lo creo que sí. Tal vez los menos turísticos y rentables de su historia reciente, pero quizás los más familiares y con más esencia propia que se vivirán en muchos años.
Se harán en la calle los almuercicos de huevos con txistorra, magras con tomate, caldico, tortilla de patatas, queso, vino tinto, cerveza y sidra. Habrá familia. Habrá amigos. Habrá reuniones en casa, de blanco y con el pañuelico al cuello. Habrá bailoteos, risas y buen ambiente. Lo de siempre, vaya. Porque los Sanfermines se viven en la calle, sí, pero también en el sentimiento de estar junto a la gente que queremos. Así que ánimo, Ya falta menos.

GABRIELA MOTTA

Todo comenzó y terminó en aquella fiesta. Celebraban los ochenta años de su abuelo y me dijo que en su familia los nuevos integrantes debían ser bendecidos por los más viejos. No me resultó extraño, aunque me pareció un poco anticuada la idea traté de buscarle el lado positivo, conocería a toda su gente en una sola fiesta ¡que mejor! Sin embargo, cuando llegué me vi sorprendida por la celebración. Resulta que hacía veinte años que el susodicho había muerto, y estaban todos ahí reunidos alrededor de un altar, celebrando su aniversario. Confieso que me costó un rato salirme del asombro y lo extraño de la situación, en mi familia no celebramos a los muertos, si los recordamos, pero no les festejamos los cumpleaños. Para ellos en cambio era algo muy normal. Y ya preparaban ansiosos la fiesta del cumpleaños de la tía Francisca que sería el mes próximo. En determinado momento de la conmemoración, comenzaron a retirar los vasos, los manteles y nos invitaron a pasar a la habitación contigua, fuimos todos expectantes, nos tenían preparado una sorpresa. «Otra más» —pensé. De todos modos, ya habían superado todas las extravagancias con la fiesta del muerto que más me podía sorprender. Pero, me equivoqué, aún faltaba lo mejor. En medio de la habitación desplazaron una mesa redonda y encendieron unas velas, entró una mujer vestida de negro y nos informó que el abuelo Nelson quería agradecer tan emotiva fiesta. Me salí de la habitación, el salió tras de mí.

—Me voy —le dije.

—Pero cómo ¿No vas a saludar al abuelo?

—¡NO! Es un momento íntimo para la familia, yo mejor me voy.

—Pero quería que te conociera y te diera la bienvenida.

—Me tengo que ir —repetí.

—Te llamo mañana y coordinamos para venir juntos a la fiesta de la tía Francisca. Sonreí, mientras me alejaba y pensaba que con certeza nunca más me volvería a ver la cara, no en esta vida.


FELIX LONDOÑO G

Cuentan los cronistas de las galaxias que la fiesta comenzó con una gran explosión. Desde entonces danzan en el espacio sideral distanciándose unas de otras, igual que las parejas que dejan de buscarse cuando la materia se torna oscura. Las premoniciones auguran que el final del jaleo se sellará con un orgasmo cósmico.


JUAN MANUEL RODRÍGUEZ ELIZONDO

Se celebraba un boda muy elegante en el casino de la ciudad, los músicos estaban ensayando e instalando todos sus aparatos para estar listos al momento de que los novios hicieran su arribo al salón, los novios son 2 jóvenes que convencieron a sus papás para que aventaran la casa por la ventana, y ellos haciéndoles caso, no escatimaron en nada, el salón estaba muy bien decorado con jarrones llenos de flores blancas y listones, contrataron al grupo más famoso del momento en la ciudad, en el salón es grande caben hasta 1200 invitados sentados cómodamente, la fiesta obvio, fue organizada por un profesional de bodas reconocido… y caro, el banquete había sido seleccionado entre los más costosos, con langosta y quesos raros.
Entre los músicos había dos integrantes que eran jovencitas, quienes entre canción y canción no perdían oportunidad para externar sus opiniones sobre la boda, al estar sentadas una a lado de la otra, una se llamaba Valentina que era una guapa joven muy blanca y de buen cuerpo, y la otra, la violinista se llama Bárbara que era una hermosa joven morena clara con una nariz muy respingada, tirándole a larga, pero que le va muy bien con su tipo de cara. En una de esas Valentina le pregunta a Bárbara, oye ¿a ti te gustaría hacer una boda tan grande como esta, si pudieras cuando te casaras? La verdad si, por supuesto es una ilusión que tengo, hacer una boda muy grande en donde pueda invitar todos mis amigos y parientes, vistiendo un vestido blanco muy bonito con muchos holanes y bordados, siendo yo la protagonista del cuento, aunque sería difícil porque no soy de familia de mucho dinero, pero bueno, soñar no cuesta nada. Valentina comenta yo la verdad no se me antoja hacer una boda tan grande, porque siento que es mucho estrés y siempre quedas mal con alguien, mejor algo pequeño, que sea más íntimo y familiar, no me gusta ser muy protagonista. Bárbara le contesta: pero no batalles, puedes contratar a gente que te organice toda la fiesta para no causarte tanto estrés, eso sí quien sabe cuánto cobren o si solo se lleven un porcentaje de lo que cueste hacerlo. Pudieras conseguir a un organizador para que él te consiga buenos precios, por estar relacionados con los proveedores, no es lo mismo saber cuánto cuestan realmente las cosas cuando estas familiarizado, que cuando lo haces por única vez, pero ¿para que pensar en eso ni novios tenemos?, que risa.
Le dijo una a la otra: Bueno ya hay que empezar a tocar la siguiente canción, nos está volteando a ver feo Víctor, el director del grupo. Pero a la siguiente oportunidad, Bárbara la violinista de nariz larga le dice a Valentina, oye me dio hambre, o será que con la nariz que tengo puedo oler hasta la cocina en donde están preparando el banquete, y eso me despertó el hambre, Valentina respondió sí, yo también tengo mucha hambre y más porque los platillos de las bodas son muy ricos, deja te platico algo, un tío en una ocasión que estábamos platicando me dijo debería de existir un restaurant que haga platillos de boda, a nadie se le ha ocurrido, sería un éxito, porque son muy ricos, pero solamente los podemos deleitar en este tipo de fiestas y muchas veces tenemos antojo de comer esos tipo de platillos tan sofisticados, oye pues no está tan mal la idea, los fines de semana estaría muy bien ir con amigos a comer algo rico a ese lugar y sentir que vas a una boda. Si te ha pasado que dices ya tengo ganas que se case alguien para poder comer sabroso y bailar, bueno eso de bailar no se me da tanto, como que tengo 2 pies izquierdos.
Oye, le dice Valentina a Bárbara ¿no te ha pasado que en tiempo de invierno al poner la cara en la barbada del violín que está bien fría se siente muy incómodo? Sí, me ha pasado y luego pienso a ver si no se me enchueca la cara con lo frio, deberían de ponerle un material más térmico para no nos haga sufrir esto tan feo. Valentina le dice: El aire acondicionado esta prendido al máximo, será que para el momento que todos los invitados bailen se compense la temperatura y no se ponga bochornoso el salón, pues si tiene lógica, lo han de ver planeado así. Bárbara sigue platicando, fíjate una vez en pleno invierno cuando se casó una prima, la temperatura estaba a 10 bajo cero, que no es normal aquí, todo estaba congelado, hasta creíamos que se iba a suspender la boda, un tío que es muy bailarín, se dejó abajo del traje el pantalón de la pijama para no pasar frío y que empieza a bailar moviéndose mucho, no aguantaba el calor, se le estaban cociendo los aquellos que te platiqué, se tuvo que ir al baño del salón a quitar la pijama, me dio mucha risa, que salió con su pijama muy dobladita en la mano.
Sigue Bárbara observando alrededor y le dice a Valentina, hay muchos chavos muy guapos, deberíamos de echarle el ojo a uno para ver si en el intermedio cuando estén sirviendo la comida se nos acercan, se ve que son de buena clase, le contesta Valentina: pues sería buena idea, pero tú crees que con solo quedarnos viendo a un hombre se va a interesar en venir a sacarnos platica, yo dijo que está difícil, bueno hagamos el intento a ver si pega. Ambas violinistas iban muy bien vestidas con su atuendo que les habían asignado en el grupo musical, vestidos negros de encaje de buena calidad, con el largo a la mitad de los muslos.
Cuando llegaron los novios todos se pararon a aplaudirles y dieron la vuelta a toda la pista, empezaron a bailar la canción Perfect, que le pidieron al grupo que se aprendiera, es una canción de la película “Antes de ti”, que la canta un inglés pelirrojo que se llama Ed Sheeran, por cierto muy romántica, difícil de tocar para las pobres violinistas, pero bueno era un nuevo reto. Cuando acabaron la tocar, Valentina le dijo a Bárbara ya tengo un prospecto, el hermano de la novia, voy a ver si funciona la técnica de la observación para que se interese en mí, Bárbara yo también tengo una víctima en la mira de mi nariz, es el mejor amigo del novio, las 2 violinistas se concentraron en poner bien los anzuelos.
Al detenerse la música en el intermedio, se fueron a la mesa que el organizador había asignado para que los músicos cenaran ¿y que creen? Estaban rondando los dos prospectos en los cuales habían fijado su interés, quizás también el atractivo de las jóvenes violistas o la admiración de como tocaban sus instrumentos que se les hicieron interesantes. Lo más raro fue que se acercaron pero de manera cruzada, el que le había gustado a una se fue a sacarle plática a la otra y el otro a la otra. El amor no es entendible, de eso no cabe duda, pero lo que si es que los hombres somos muy fáciles de conquistar.
Fue una fiesta en donde les cambió el destino a seis personas, quizás a más, pero de estas estamos seguros, y de que si fue para bien o para mejor, tampoco, pero esperamos que sí.


ALBERTINA GALIANO

LA BODA

Martes santo, año 1959

Unos días antes fueron a la iglesia con dos testigos, según lo reglamentado. Uno de ellos en el último momento no se presentó, y tuvieron que pedirle el favor a un viandante cualquiera.

La noche antes, juntos, se ocuparon de comprar la cena. Ella se quedó preparándola y él se fue a recoger a su madre y sus hermanos a la estación.
Cuando llegaron a la casa cenaron todos.

Se acomodaron como pudieron en las camas: dos cuartos, y 8 adultos… encaje de bolillos.

Ella no tenía dónde dormir.
Se quedó planchando el vestido que había cosido con sus propias manos, guardado hasta entonces en casa de la vecina.
Antes de amanecer se bañó en el barreño en la cocina. No se acostó.

Ya vestida de novia, su madre le hizo ver que no tenían agua suficiente para todos.
Quien en un par de horas pasaría a ser su cuñado, se ocupó de pagar a un aguador.

Él madrugó para ir a Embajadores, a ducharse en unos baños públicos, y luego a casa de unos familiares, de donde debía salir para la iglesia.
Como estaba nervioso, se tomó dos copas de alguna bebida fuerte… el cura se lo afeó en el gesto.

Después de la ceremonia y el posado de rigor fueron al salón de fiestas a desayunar. Quinientas pesetas pagadas por el hermano de ella.

Comieron en casa todos, arroz hecho por la madre de él.

Luego de tapas, y a la noche a acompañar a los que se despedían ya.
Para hacer tiempo los novios se metieron en un cine, dando lugar a que en casa se acostaran los que en ella quedaban.

Vivienda de construcción propia en el Cerro del Tío Pío, que compartían aún ya antes de casarse, con el beneplácito de la matriarca, bien atenta a la suficiente distancia carnal entre los dos.

El miércoles los recién casados viajaron a la Villa de origen de ambos, en un tren repleto hasta arriba.

Ella se sentó en lo alto de una pila de maletas, dentro del cuarto de baño. Él en el suelo.

Volaban las mentes, tanto tiempo ocupadas en soñar en un futuro, que hoy ya es pasado.

¿Cuánto de lo soñado se acercó siquiera a la realidad?


ARIEL PACTON

La vistieron con enagua de zaraza por primera vez

pegada al cuerpo, blanca, lisa sin adornos

las chinas de pies descalzos

con camisas de géneros azules para la ocasión

le pusieron una blusa de tela fina en color marfil

escotada en la espalda y algo menos por delante

donde se lucía el bordado en colores pálidos

y el rosario con pasadores y el cristo en oro

con dos farfalas, una de tafetán y otra alechugada

rodeando el brial de seda

ciñeron ligeramente su cintura.

Ella, coqueta y presumida

no llevaba guantes ni pintalabios

aseada y pulcra

como detalle, un pañuelo abierto

también marfil

anudado por las dos puntas a la garganta

y flotando sobre la nuca

las piernas cubiertas con medias blancas

zapatos de tacón asegurados al tobillo con una hebilla.

La sociedad imponía maneras y actitudes

pulsera de oro sin pedrería

aros adosados a las orejas

pero, hase visto que dislate

tanto insistió la niña gurrumina y menudita

que le permitieron usar cloché

sombrero de simple copa hundido hasta las cejas

del que salían las orgullosas trenzas por detrás.

Desde el balcón, en la fila junto a sus amigas

miraba de reojo a la otra fila,

de los varones

padres, tutores y familiares todos sentados

en el gran salón.

Muy lentamente fueron bajando y

llegó al centro, oyó su nombre

sus diecisiete la emocionaron

al sonar los compases del vals

ejecutado por la orquesta en vivo

del club social.

Se acercó Julio, su enamorado

extendió el brazo, le dió la mano

y con la otra, el pequeño ramo de flores

como de novia pero más pequeñito se apoyó

en el hombro del bienamado.

Dejando libre el centro de la pista

las parejas comenzaron a bailar,

dando vueltas al salón en elipse

los debutantes abrieron el baile

marcando el comienzo de la fiesta

segundo tema, los invitados se sumaron a la pista

mientras las chinas espiaban por las ventanas

la dulce niña en sus diecisiete

bailó toda la noche, con uno y con otro

solo dos veces con su enamorado le permitieron

porque ya no era cualquier cosa

ella era dama de la Sociedad.


 

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9 comentarios en «Fiestas»

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