Donde menos te lo esperas

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir sobre el tema “donde menos te lo esperas”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 25 de junio! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, NO SE GANA NADA.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

 

CORONADO SMITH

Donde menos te lo esperas,

salta la liebre.

Vienen prestos agoreros,

a vaticinar la muerte.

Ratas perfiladas,

en pos de unas consignas,

desde niños inyectadas,

desde infectas doctrinas.

Y yo en mi soledad,

solitaria existencia,

hundido en mis sombras,

ante tanta maledicencia.

Me pregunto y contesto,

a mí mismo, siempre,

¡Cuánta putrefacción!

¿De donde sale tanta liendre?

El Eón de mis ancestros,

se repite en mi mente,

apresada en su caverna,

deshechada por la suerte.

Vienen prestos agoreros,

a vaticinar la muerte,

donde menos te lo esperas,

salta la liebre.


MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO

Cuando menos te lo esperas surge en la cabeza una idea dos o tres, las cuales te hacen dar un giro en la vida.
Fue un giro de volante el que me conduzco al estado en que vivo en estos momentos.
Que verdad es que cuando menos te lo esperas pasas de caminar sin valorar la grandeza de poder andar, a ir sentado en una silla de ruedas y seguir viviendo esperando la ayuda de otros para que te empujen en ese rodar por el es falto de la vida de la cual todos queremos seguir disfrutando, no importa la situación en que te halles.
Cuando menos te lo esperas surge en la cabeza ideas pero en estos momentos de mi incapacidad en mis piernas penmanente, sólo me queda advertir a todo autónomo que tenga cuidado con los giros al conducir, pues cuando menos te lo esperas…


LORENA MARTÍ

Me contó todos sus problemas y escuché paciente y comprensiva. Pero me pilló desprevenida y posó su pena sobre mí, donde menos lo esperaba.


BENEDICTO PALACIOS SÁNCHEZ

Como mi madre era la pequeña de diez hermanos, todos los primos eran mayores que yo, menos Bernardo que solo me lleva un año. Nos criamos juntos y siempre nos defendíamos. Coincidimos además en el instituto, aunque no en las aulas, pero aprovechábamos los recreos para vernos. Jamás venía solo. Ángela, Andrea, Reme, Toñi y un largo etcétera le acompañaban siempre. Las enamoraba y a mí me entraba una envidia…
Estudió medicina y nada más poner los pies en la facultad se enamoró perdidamente de Susi. Era una rubia guapísima. Ella estudiaba ciencias. Terminó la carrera y empezó a dar clase en el mismo instituto donde habíamos estudiado Bernardo y yo. Bernardo acabó medicina y recorrió media España de pueblo en pueblo. Cuando logró una plaza, Susi se había hartado de tanto esperar.
Pasaron los años. Tomando un día café, Susi me contó que el día 14 de abril Bernardo estaba de guardia en un centro de salud. Él había perdido el rastro de Susi, ella por el contrario estaba al corriente. Solicitó consulta y llamó a la puerta número 7, la de Bernardo.
—Buenos días, señora. La escucho. ¿Qué le sucede?
—Quería que usted me auscultara, tengo un soplo en el corazón.
—Entonces la enviaré al cardiólogo.
—¿Es que no tiene fonendo?
Se desabrochó la blusa. Susi tenía un lunar entre un pecho y el hombro.
—¿Me quito el sujetador?
—No es necesario. Y tranquilícese.
Cuando, para auscultarla, Bernardo retiró una tira del sujetador, se quedó lívido. Susi se dio cuenta de que estaba a punto de desmayarse.
—¿Quiere beber un poco de agua? Tiene mala cara. ¿Qué le ocurre?
—Susi, por favor, avisa a mi colega de al lado, el soplo lo tengo yo.


TALI ROSU

Mi fortaleza

Eché a caminar y me encontré con mi pueblo, un espacio acogedor y cómodo que yo misma había construido con los cimientos bien puestos —o eso creía yo—.

De repente, en medio de la plaza mayor, mirando al ayuntamiento que había regulado mis normas, mis ordenanzas, y los pasos de mi vida, el edificio principal se empezó a desmoronar.

Aquella sorpresa me dio una fuerte sacudida que me desequilibró. Yo continué erguida con hábil coordinación mientras el suelo entero temblaba a mi alrededor. No me caí, me mantuve entera.

Después, la casa de piedra que se podía ver al fondo enmarcada por la montaña, fue tragada por la tierra sin contemplación ni pena. Entonces una rodilla tocó el suelo que se movía; no pude evitar que me fallaran las piernas. Caí.

Me levanté justo a tiempo para ver caer la torre de mi casita del centro. Vomité al instante, no lo pude remediar.

El pueblo entero se desmoronó, se fue cayendo a pedazos en un infierno de oscuridad y sombras. A mi alrededor no quedaba nada; ni un pequeño monte, ni escombros ni pinceladas de color turquesa, solo un vacío inmenso que me devoró las fuerzas.

Pero tuve la valentía de volver a construir, empecé por el paisaje con colores otoñales y luego fui a buscar las piedras para levantar mi honor.

Luego volvió a temblar y tuve miedo de caer antes de levantarme, por que cuando menos te lo esperas, la tierra tiembla. Pero dónde menos te lo esperas, encuentras raíces para erguir tu fortaleza.

Mi miedo se cumplió y volví a caer, lo hice una y otra vez… hoy me levanté para ir a buscar más piedras.


EMILIANO HEREDIA JURADO

SITUACIONES «CUANDO MENOSTELOESPERASANTES»

Queridos amigos:
¿Os habéis preguntado, cuántas situaciones en la vida, os suceden de improviso, cuando menos os lo esperáis?.
A continuación, os voy a describir algunas de éstas situaciones que, aunque alguno lo niegue, le ha ha ocurrido, seguro, seguro.
Doce de la noche, más o menos, tampoco hay que ser muy preciso. Tienes el cuerpo en estado de alarma. Los niños: duermen. Tu mujer, ronca… perfecto.
Vía libre.
Sacas leeeentamente la mitad de tu pierna izquierda, bueno, en tu caso la derecha, según el lado de la cama que te haya dejado tu mujer.
Sigamos, tienes ya media pierna sacada…¡que sí, pesao, la derecha también sirve, el brazo izquierdo lo sacas….¡o el derecho, te he pillado!.
Con esta rara postura en la que pareces una figura egipcia, de esas que salen en los documentales de la dos, sacas el resto del cuerpo y te deslizas como un ninja por el suelo de la habitación, ! moqueta también vale, tarima, terrazo, joer yá, seguridad, echen al pesao ese! A lo que iba, sales de la habitación, fase uno completada. Fase dos: el salón: un mundo lleno de obstáculos que todos tienen un imán para atraer a tu dedo meñique (¡joooderrr, puta silla…!).
Fase dos, completada.
Llegas a tu objetivo: la cocina.
Abres con el congelador con el mismo sigilo que un chori de la casa de papel entra en el Banco de España.
¡Ahí está el objetivo! . El ultimo cucurucho de turrón. Con su chocolate, sus almendritas…
Lo desenvuelves como si fuera una chocolatina de Willy Wonka y… cuando, relamiėndote, tus labios tocan el borde del cucurucho….¡Zas!, cuando menos te lo esperas, una mano sale de la nada y te dice:
-¡Aaaay, cari!, ¿te lo vas a comer?.
¡Hala!, todo el plan a tomar por culpa.
Otra situación:
Mes de Marzo:
Tu mujer te dice:
-Cariii,¿Te acordaste de mirar la papeleta de Navidad del Bar Manolo?, recuerda que caduca pasado mañana.
Joderrrrr, !hala!, coges el coche, te vas a la otra punta de la ciudad, para ver si la puta papeleta que ha aparecido en el bolsillo de una chaqueta en la operación «ya es primavera en tu casa», está premiada o no. Es lo que tienen las papeletas, son como los votos en las elecciones, no tienes ninguna gana de cogerlo, pero….¿y si toca?, ¿y si no sale el candidato que quiero? ..
Entras, pides una cerveza y con el mismo pudor con la que entregabas las notas a tus padres, le entregas la papeleta al camarero.
¡Hostias!, 200 eurazos, ! esto me lo voy a callar como el Bárcenas lo de la tarjeta black.
Coges el dinerito, lo guardas en la cartera y mientras te la guardas en el bolsillo, ¡Zas!, cuando menos te lo esperas, alguien te da una palmada en el hombro:
-¡Cuñaaaaao!,
¡Hostias!, Mi cuñado!.
-¿Qué?, has venido a por los 200 pavazos, ¿No?, he llamado a Manoli, y Marisa, ya baja, ¡Manolo!, ¿Ya tienes la mesa lista para cuatro?.
¡Hala!, adiós al disco de Enrique y Ana de edición limitada edición de lujo.
Y, para acabar, estás tan tranquilo, con el follón de los deberes de los niños, la reunión con los amigos en el Skype, dar el paseo dentro del horario, enviar unos Whatsapp graciosos de la pandemia , o del cocodrilo de Valladolid, te vas a la compra y, cuando menos te lo esperas, ¡Zas!, Una editora de Cáceres, te propone un tema sobre el que escribir, y nó, con éste estrés, no se puede.
Lo bueno es, que el relato, te sale cuando menos te lo esperas.


NEUS SINTES

La Parada.

Marcos era un conductor de autobús, aburrido de todo. No le gustaba su trabajo, se ganaba la vida conduciendo, ya que no tenía otro cosa. Pero con el tiempo llegó a cansarse. Cada día realizando las mismas paradas se decía a sí mismo. Llevando a una multitud de gente, que hasta el olor a sudor quedaba impregnado en el vehículo y las voces de la gente entremezclándose entre una conversación y otra, produciendo dolor de cabeza. Era irritante. Ni con el tiempo llegó a a acostumbrarse.

Otro día más. De nuevo, uno tras otro subieron como de costumbre bastantes personas para que un sofocante calor invadiera el vehículo. En la siguiente parada, un chico de unos doce años aproximadamente subió. Pagó en efectivo. De tez tostada y ojos oscuros; siniestros. Se dirigió al final del autobús. Se sentó en uno de los asientos, mirando hacia la ventanilla.

Marcos pocas veces se prestaba atención a los pasajeros que subían, pero algo diferente a los demás se reflejaba en ese chico. Tal vez fuera su mirada o simplemente la apariencia…

Durante todo el trayecto la gente fue bajando y otras subiendo y así sucesivamente, como cada día. Se aproximaba a su última parada. Todos los pasajeros habían bajado. Menos uno.

Al final del autobús todavía permanecía el chico, el mismo de tez tostada y ojos oscuros. Un escalofrío recorrió a Marcos cuando éste miró a través del retrovisor y le miró a los ojos. Ambas miradas se cruzaron por milésimas de segundos.

Marcos paró en la última parada. Era de noche cerrada y con ganas de regresar y echarse en el sofá de su casa. El chico se levantó, recorriendo el autobús hasta llegar donde se encontraba la presencia de Marcos. Las puertas estaban abiertas para que el chico pudiera bajar.

-¿Es aquí donde vives? – preguntó Marcos – Estupefacto ante la visión que sus ojos vieron por primera vez.

El chico asintió – mientras las bajaba las escaleras, sin rozar apenas el suelo. Cuando estuvo afuera, la sombra del chico se convirtió en una sombra, desprovista de cuerpo. Entraba en la casa abandonada que antaño fue quemada y todos los que vivían dentro fueron calcinados. En las calles solo pudo distinguir una fina figura de vapor oscuro que entraba en la casa.

Marcos empezó a temblar. Por primera vez pudo ver un alma. El alma de aquel chico que supuestamente vivió en esa casa y que por vez primera vez permaneció en su trayecto en autobús durante el día.

Tal vez el chico, hubiera querido saber que dentro de la casa abandonada aún permanecía habitado por el alma del chico. ¿el por qué? – no se sabe. Desde ese día Marcos no fue el mismo, su vida cambió a raíz de ese acontecimiento. Muchas eran las noches en las que permanecía parado en la última parada para poder ver si veía al chico. Lo único que pudo visualizar fueron sus ojos oscuros a través de la ventana.

En esta vida existen y habitan muchos misterios que no han sido descubiertos por el ser humano y quien ha sido el afortunado de poder experimentar algo parecido, debe considerarse especial.

Las almas o almas errantes que vagan por el mundo no suelen ser vistas muy a menudo. Muchas veces se esconden o son invisibles a nuestros ojos. Tal vez estén mas cerca de lo que creemos. Tal vez ahora mismo puedan estar a nuestro lado o pasar por él.


JESÚS ARENAS

No habían hecho más que despuntar los primeros rayos de sol y Fernando ya estaba despierto. Apenas había podido pegar ojo en toda la noche, solo el pensar que podía perder la vida y todos aquellos sueños que pretendía para ella, le causaban verdadero pavor. Con tan solo 15 años aún no estaba preparado para morir.
La verdad es que nunca la suerte le había sonreído, y aunque tampoco la esperaba para este momento, se repetía a si mismo que no se amilanaria.
Hoy era el día señalado para el duelo.
Unos días atrás Manuel había sorprendido a Fernando hablando con su hija María. Manuel enfurecido comenzó a golpear a ambos entre insultos y gritos. Algunos vecinos ante los ruidos acudieron a la casa y a éste no le quedó más remedio que retar en duelo al pequeño mequetrefe, aludiendo a la honra de su hija y a su honor como padre.
Manuel, roído por los celos, no podía permitir bajo ningún concepto que nadie se la arrebatase, nadie más que él podría rozar siquiera la suave y tersa piel de su hija, nadie más que él podría yacer con ella.
Manuel, era un hombre recio y corpulento, maleducado, fanfarrón, amante del vino y de forzar jovencitas, motivos que le habían llevado a innumerables enfrentamientos de los que siempre salió airoso, dado que era un consumado espadachín.
Sin embargo Fernando era bueno, el único hombre que trataba bien a Maria, quería cuidarla, protegerla de aquel hombre, no se merecía es vida atormentada, sencillamente la amaba. Era chiquillo de campo, de familia humilde, de cuerpo espigado y enjuto, destacaba entre las gentes por su ingenio, su audacia, y ahora también por no haber empuñado una espada en sus 15 años de vida.
Camino de la Pradera de San Juan donde tendria lugar
el duelo, los padres de Fernando intentaban disuadirle, no querían perder al único hijo que les quedaba.
-Huye hijo. Le decía su madre entre lágrimas.
-Eres un hombre bueno, muy joven y podrás encontrar otras mujeres que te quieran y con las que formar una familia.
Sabía que su hijo no tendría nada que hacer contra aquel odioso hombre, pero Fernando quería a Maria y ella, tras años resaviada de los hombres al final también le quería a él. No estaba dispuesto a tener una vida lejos de su lado, aunque esto le supusiese encontrar la muerte.
Al llegar a la pradera aguardaba ya Manuel entre risas y carcajadas, compartiendo una jarra de vino con otros dos hombres. Al lado estaba su hija, cabizbaja sentada en una roca.
Al ver a Fernando se levantó y caminó apresurado hacia él para amedrantarle, arrastrabando de la mano a María.
-preparado para ver salir tus tripas? Le dijo amenazante.
El hedor que desprendían tanto su boca como sus palabras hizo que a Fernando le hiciera retorcer un nudo en el estómago, le temblaron las piernas, incluso notó como una de ellas se mojaba.
-Míralo María. Que espectáculo! Ya se mean incluso antes de morir. Gritaba entre carcajadas Manuel, mientras se alejaba arrastrado de nuevo a su hija María que no paraba de sollozar.

Fernando aún de pié, con las calzas mojadas y una vieja y mellada espada que le habían dejado, empezó a pensar en las palabras de su madre, iban cogiendo cada vez más fuerza en su cabeza, tenía ganas de huir despavorido, pero le paralizaba el miedo y el ver a su amada con aquella bestia.
Manuel terminó la jarra de vino de un trago, blandió su espada y su daga, levantó la vista y salió corriendo hacia Fernando, que aún inmóvil veía pasar su corta vida ante él.
Apenas quedaban dos o tres metros entre ellos, Manuel levantó la espada sobre su cabeza para partir la cabeza del chiquillo en dos, cuando Fernando empezó a correr despavorido. Fué tal la furia con la que Manuel asestó el golpe con su espada, que al no alcanzar a Fernando, está se quedó clavada en el suelo haciéndolo tropezar. Al rodar por el suelo, la daga que llevaba en la otra mano le alcanzó el cuello haciendo que la sangre brotase a borbotones mientras le borraba la sonrisa de la cara al sentirse herido de muerte.
Fernando y María corrieron para fundirse en un abrazo, entre lágrimas, entre risas, entre besos, para fundirse en un abrazo de amor que duraría toda la vida.
Mientras pensaban que tras años dándoles la espalda, hoy la suerte si les había mostrado su sonrisa, había aparecido donde menos la esperaban y cuando más la necesitaban.


SERGIO SANTIAGO MONREAL

Donde menos te lo esperas aparecen esas ojeras…
Te invade el frio y te pones unas orejeras.
Tu vida cambia, tu pensamiento no es el musmo, priorizas otras cosas.
Tras cuatro meses de nupcias te dan la gran noticia que te ilusiona y al mismo tiempo te agarrota dejandote casi sin aliento, te invade ese sentimiento protector…
El predictor no miente.
Tiene dos rayas.
No puede ser son de color diferente.
Los felices nupciados van juntos de la mano, ilusionados y al mismo tiempo acongojados…
El facultativo coteja el resultado pisitivo.
Ya no es una hipótesis.
Cuando menos te lo esperas, recibes la noticia que te cambia la vida:
«Estáis embarazados. Enhorabuena«.


VALERIA MICHOU

No quiero hablar de amor
Pero una vez hace quince años
Justo antes de caer a la realidad
Jugando a orillas del precipicio de la madrugada
Después de resignarme a no encontrar a quien buscaba
Te ví


RAQUEL LÓPEZ

Donde menos te lo esperas
nace un amor,
una ilusión, que enciende una estrella.
Donde menos te lo esperas
te invade la soledad
sin esperanzas, sin tregua.
Donde menos te lo esperas,
la vida no te esperará,
te dolerá y quebrantara.
Donde menos te lo esperas
aparecerá un poema,
mil páginas resurgiran
con versos de amor de un poeta.
Donde menos te lo esperas,
morirá esa ilusión,
el amor desaparecerá
y se apagará esa estrella.
Sentada, aquí me hallo
recordando mi vida,
pasan los meses, los años
y donde menos te lo esperas
quizás llegue algún dia
en que dolor y llanto
que crean esta agonía,
desaparezca como humo,
llenando de paz mi vida…..


GONZALO HAYA

Un día, por casualidad, alguien me habló de un juego, un juego virtual. Era un juego basado en un mundo abierto, donde uno podía ser el personaje que quisiera ser. La idea original del proyecto/programa/juego era vivir una segunda vida y os aseguro que muchas, o más bien muchísimas personas, así lo hacían. Tenían su vida fuera, vida rutinaria a veces, o estaban casados, con hijos, etc, pero dentro tenían otras cosas…incluso a otras personas con las que compartían esa segunda vida. Podías configurar tu cuerpo de mil maneras, sin límites prácticamente, o tener la casa de tus sueños, viajar a cualquier lugar de ese mundo…un mundo con otras normas. Hay quien hizo auténticas fortunas reales (hasta intervino el FBI pero esa es otra historia)
Todo comenzó como un juego, entras de vez en cuando, vas probando y conociendo gente de cualquier lugar del mundo… No hay fronteras, el idioma es la única barrera. Le vas cogiendo el gusto, es algo divertido. Al final empiezas a conocer mejor a las personas que están detrás de los avatares, coincides a menudo, hacéis fiestas e incluso se plantea una quedada en la “RL“ o «real life» (vida real) – también controlas el argot propio del juego-. Pones cara y voz a muchos, gente muy distinta, de diversas edades, gente normal, algunos auténticos obsesos con la vida virtual… Aunque buenas personas en general.
Así continuas un tiempo, sigues probando, es un juego, puro entretenimiento…hasta que un día se cruza alguien, alguien distinto, que te llama mucho la atención enormemente y sigues jugando, conociendo, aunque ya hay otros motivos distintos al entretenimiento. Poco a poco el juego va quedando en un segundo plano, y al final cae en el olvido, ya carece de sentido porque el personaje ya no importa, importa la persona que está detrás así que continuas hablando, conociendo… Y empiezan a llegar, de forma increíble, los sentimientos, te das cuenta de que empiezas a querer – difícil eh?- a pesar de no conocer ya estas queriendo – no es tan raro, solo complicado de explicar a quien no ha pasado por eso-. Es así, lo asumes y no se puede controlar, ¡no quieres controlarlo! Te dejas llevar y la cosa va en aumento y ya necesitas ver, hablar no es suficiente y decidís que es el momento, hay que dar el siguiente paso, es el momento de verse. Hay miedo, claro, pero solo un poco, somos personas adultas y seguras y aunque el miedo siempre consigue colarse por cualquier grieta al final lo controlas y ponéis fecha. Dejas en casa los nervios y por fin la ves, esa primera sonrisa la vas a recordar durante mucho tiempo.
Aunque era la primera noche la sensación fue la de dos buenos amigos que se vuelven a ver con la salvedad de que nunca más se iban a separar… Y aquí seguimos 12 años después, recordando esa primera sonrisa como si fuese ayer.


JUAN MANUEL RODRÍGUEZ ELIZONDO

Estaban Luis y Mónica en un rancho en el municipio de Arteaga, descansando de fin de semana, cuando Luis voltea ver la montaña que está detrás de la cabaña en donde estaban instalados, le dice a Mónica, vamos a subir la montaña al cabo se ve que está bajita, ella voltea a ver y le dice que es buena tu idea, para que se pase el día, entra a la cabaña toma su celular y un termo con agua, brinca frente a Luis diciéndole estoy lista.
Empezaron a subir poco a poco eran las 10 de la mañana, la vegetación de la región es bosque, puedes encontrarte con pinos piñoneros , musgo, algunas flores y magueyes, pocas espinas realmente , lo difícil para avanzar era que estaba muy empinada la subida, además que había muchas agujas tiradas que vienen siendo las hojas de los pinos, que hacían muy resbaloso el paso para los botines y otra cosa, que estaban también a 3000 metros sobre el nivel del mar, esto les hacía perder el aliento fácilmente, a pesar de ser jóvenes y tener buena condición física, pero la altura es la altura y afecta muy fuerte, disminuye la cantidad de oxigeno con forme vas subiendo. El clima no era factor porque la temperatura estaba templada, ni frio ni calor.
Ellos iban platicando y deteniéndose para tomar aliento, sin prisa, la altura de la montaña que se veía que no era tan alta, había sido engañosa, porque por más que avanzaban se seguía viendo que les faltaba mucho para alcanzar la cima. Mónica dice se me hace que mejor nos regresamos, ya no aguanto las piernas, capaz y mañana no voy a poder moverme del dolor. Se sentaron en un tronco de árbol para descansar. Luis le dice oye ¿supiste lo de Félix, mi amigo de la preparatoria? No, ¿que le paso? Es que en el grupo de whatsapp subió una foto como presumiendo a la nueva novia que trae pero nadie comentó nada, él se sentía muy orgulloso de tener esa novia según el muy bonita, ¿ya te acuerdas de él? No es muy bien parecido, más bien tirándole a feón. Si ya me acorde de él, pero ¿que tiene de raro que haya subido la foto? En donde nunca lo pensemos,es que al parecer la novia es hombre o parece, como travesti, pero cada quien hace lo que quiere con su vida, si pero ya sabes cómo somos aquí, otros decían ¿y sabrá que es hombre? Claro que si es hombre, él ya sabe. ¿Seguimos subiendo o mejor ya bajamos?, vamos a quedarnos un rato aquí platicando y disfrutando del paisaje.
Mira aquella parte de la sierra, como se ve después del incendio, sí se ve muy feo todavía, a pesar que ya pasaron 20 o 25 años de que fue el incendio, no me acuerdo exactamente, la pobre sierra no se ha podido recuperar ni tantito, todavía se ve muy triste ese pedazo. Oye hay un documental en Netflix de un pueblo de California que se llama Paradise, el incendio arrasó con todo y en 1 hora desapareció el paraíso. Se ha de sentir muy feo que de la noche a la mañana te quedes sin casa y por un incendio, ha de ser una experiencia muy fuerte vivir esa tragedia.
Mónica y Luis están sentados espalda con espalda en el tronco, cuando Luis con voz baja le advierte a Mónica, no te muevas no te muevas, no me asustes Luis, no te muevas hay un oso negro como a 300 metros, voltea ella despacio y él le señala en donde está el animal, ella dice mira qué bonito está y trae un osito, le voy a tomar una foto con el celular a ver si se alcanza a ver, mira la foto sí se alcanzan a ver, está bien grande mejor vámonos, sí porque si tiene hambre nos va a atacar, vámonos despacio para abajo ojala no nos siga, Luis le dice, vete adelante.
Cuando iban bajando se movió una piedra y en el lugar en donde menos te lo esperas, estaba un cartera color café, Luis la recogió y siguieron bajando a la cabaña, cuando estaban adentro, Luis empezó a revisar la cartera, Mónica se asomó por la ventana a ver si veía a los osos, Luis afirma era de un licenciado porque aquí trae tarjetas de presentación, ¿quien será? , Mónica ya no se ven los osos, a ver déjame ver las tarjetas, no pues quien sabe, Luis dijo: mira traía 2000 pesos en este compartimento, que buena suerte tuvimos, vamos a buscar en internet con el nombre a ver que nos dice, no mejor ya hay que quemar la cartera y nos quedamos con el dinero, ¿pero si es uno de tantos desaparecidos que dicen? Sería una esperanza para la familia, porque se ha de sentir muy feo que de algún familia tuyo no vuelvas a saber nada de él, no sabes si está vivo, si anda como indigente por algún golpe que recibió, si está muerto, es una situación que no se la deseas ni a tu peor enemigo, si pero para que nos metemos en problemas, hay que quemarla y asunto terminado. Luis se queda pensativo, ¿si le decimos a la policía? Es de tenerle miedo, si avisamos de la cartera, capaz y nos involucran a nosotros en algo malo o uno de los malitos al saber que nosotros dijimos algo, nos vayan a perseguir. Abrió la puerta del calentador de leña y la aventó hacia adentro la cartera. Es triste esta situación pero no podemos confiar en la policía que no va a meternos en un problema o que le digan a un pariente de este licenciado y nos tome represarías, no lo que hicimos, es lo mejor desgraciadamente.
Se me antojó un vodka oso negro con jugo de naranja, dijo Luis, vamos a la tienda del rancho a ver si venden, para celebrar nuestra buena suerte de encontrarnos este dinerito en el donde menos pensamos. Salen para subirse a la camioneta y se quedaron congelados, hablando con monosílabas se regresaron caminando para atrás, se le acabo la buena suerte… Se les apareció el muerto.


SA JASSÓ

»Sucede que después de tanto tiempo acostumbrado a las noches solo,

nadando en la cama tan inmensa solo para uno mismo…

Amaneciendo con tan solo el reflejo del espejo,

hablando con nuestra conciencia…

Llega, donde menos te lo esperas, esa mirada,

ese cruce de palabras que marcan indudablemente una diferencia

y la sentencia de el dolor que se aproxima

Alguna vez, algún día… Donde menos lo esperarías.

Pero importa poco por aquella sonrisa, por aquella luz pequeñita

que va dándole brillo al existir, entonces… comienzas a descubrir

que te hacía falta eso y ni lo sabías.

Besos apasionados, un tanto asquerosos pero bien dados…

Un par de brazos que te regeneran en alma y te hacen querer continuar

Y ver lo que nos va a deparar el destino…

Y como si no supiéramos el tan deprimente cliché: ‘’todo llega a su final’’

Avanzamos con una sonrisa enorme que no cabe en el rostro ni en el corazón

Y comienzan los planes, los sueños, las ganas y la incredulidad de que eso se vuelva eterno.

Se escupen te amos a diestra y siniestra, en la cocina, en la cena, en una simple ida a comprar despensa, en forma de notitas cursis en la alacena

Y se nos llena el corazón pero se vacía la razón, donde menos uno espera

Y nos sentimos invencibles, gigantescos, tan expertos… que olvidamos ser más atentos, ser mas humanos venerando desperfectos.

Y la cosa se complica, no nos entendemos, no sabemos, sin querer o hasta a veces queriendo, nos fallamos y comienzan los daños… Algunos reversibles pero otros… no tanto.

Entonces… ¿qué hago? ¿se está preparado? Le hablo a la almohada ya mojada de tanto, de morderla fuerte cuando pienso en todo lo que va saliendo mal después de tanta felicidad…

Aprieto los dientes y no sé como avanzar… el corazón se hace arrugadito de solo pensar lo que cuando menos te los esperas… indudablemente pasará.

Los halagos se convierten en reclamos, la risa en ansiedad, las ilusiones en solo chillar… Se cae el vaso y oh, sorpresa, no era plástico indestructible, es de un vidrio susceptible… que además de hacerse pedazos, lastiman esos cachos, cortan en lo más profundo… No se puede remediar.

Allí, donde menos te lo esperas, te miro de lejos y ya no te conozco, nos alejamos de poco en poco de la casita que queríamos construir juntos, de los hijos que ya no existieron, de los días que ya no pasaron por nosotros 2, de los obstáculos que ya no afrontamos, de las lagrimas que no nos secamos y las risas que no nos provocamos…

¿Cómo algo tan fuerte termina en nada? En dolorosos recuerdos que toca guardar si se quiere continuar… ¿se puede continuar?

En donde menos te lo esperas, un día lo sabré, un día lo sabrás… »


ZUMACHI T-POCHTLI

La piel estaba roja por la exposición prolongada al sol, le ardía el contorno de los ojos. Le gustaba la música clásica, era creyente, todos los domingos daba su diezmo. Un par de moscas revoloteaban sobre su cabeza, como cachorros jugando. Se había cansado de sacudir los brazos para alejarlas.

– no pasa nada – eran las últimas palabras de Emilio su amigo pero ahora su cuerpo estaba pudriéndose en algún lugar del desierto.

Siguió tumbado mirando al cielo susurrando la letra de una canción

– people stranger when You are stranger faces looks ugly when… – había dejado su tierra natal por buscar la felicidad, el sol seguro había secado cada gota de sangre en sus venas por eso no podía moverse, por ello al mirar las nubes el aire parecía ondularse. Sus labios estaban cuarteados y en la garganta sentía arena.

– dónde está la felicidad Dios, por qué no es para mí, por qué te niegas a déjame ser feliz.

Cerró los ojos e inmediatamente los abrió asustado. Estaba al centro de cuatro monolitos uno con forma de serpiente, otro con cabeza de perro, uno más parecía un pez y el último era un colibrí.

– dónde estoy.

Dos voces parecían mezclarse y hablar al unisono.

– este es el ahora, el sitio, es aquí donde te será revelada la verdad que todo ser humano niega, la felicidad siempre estuvo dentro de ti, dónde menos los esperan.


ALBERTINA GALIANO

Sube ese cubo, niña, lleno de agua.

Recoge tus greñas, estira tu falda y sé buena. Obedece.

Donde menos lo esperas aparece el peligro, el desastre, la calamidad.

No te hagas de miel, que te comen las moscas.

Mira que te lo he dicho veces.

No te fíes de cualquiera.

El hombre es un lobo para el hombre.

Y Caperucita cree que sabe de la vida.

Recógete el pelo, nena, no te lo digo más.

Y estate en silencio, que llegará el tiempo en que dejes de escucharme, y salgas del miedo.

Entonces lo que sucederá es que, sin darte siquiera cuenta, empezarás a hablar exactamente como yo. Y eso, criatura, eso sí que duele en la moral.

Será señal inequívoca de que habrás dejado de perseguir fantasmas, y estarás en la etapa de darlo todo a cambio de un… “donde menos lo esperas”.


FLAVIO MURACA

Alicia

Alicia era una niña muy perspicaz a la que le gustaba jugar en el patio trasero de su casa con sus peluches y muñecos. Generalmente, los solía poner en ronda y charlaba con ellos. Su naturaleza pizpireta no pretendía fácilmente a las ilusiones pero su curiosidad muchas veces evasiva esta vez le fue esquiva. Ella se levantó, desplegando toda su estatura- que no era mucha- y con paso curiosamente torpe se dirigió hacia la medianera.

La lluvia correteaba por todos lados, no era fuerte pero caía en abundancia.

Ante sus ojos, el lugar aparecía mojado como si una gran inundación hubiese barrido todo de repente. Seis años tenía, seis años con los que cuestionaba todo con indignación, quería escapar de ese mundo hostil al que era sometida por sus hermanastras.

Al oír aquel nombre-su nombre-, asomando inesperadamente en ese enojoso momento de lluvia, la hizo desechar bruscamente toda vaga sugerencia de permanecer allí. Sus compañeros de juego la aguardaban expectantes. Ella tomó las flores del olvido y volvió corriendo con una sonrisa triunfante.
Era la hora del té y junto con todos sus bártulos fue hacia la casita del árbol.

El agua hirvió, y ahora esa grata sensación de confort la envolvió y luego fue sustituida por una especie determinada de narcolepsia. El te de floripondio había surgido efecto, Alicia estaba nuevamente en el país de las maravillas.


RAQUEL SÁNCHEZ

DECRETO CELESTIAL

Más allá de los confines de la lógica y la razón, unas manos rabiosas arrancan con impotencia un cartel en la puerta de su hogar. Bajo la luz de una tenue vela, se dispone a leer su contenido. Lo más llamativo de su mensaje se resume en una simple frase: “Por motivos de fuerza mayor, nos vemos obligados a decretar el cierre de las instalaciones en el paraíso, y para seguir gozando de sus privilegios deberá abonar la suma de medio millón de almas en concepto de rescate”.

Alá, en su infinita indignación, se dispone entonces a mandar un bizum al cerebro de aquella macabra operación. Y es que, a pesar de sus excelentes referencias, nunca debió poner sus negocios en manos del abogado del diablo, que siempre te la cuela donde menos te lo esperas.


OMAR ALBOR

Si en la tierra
de noche duerme
la idea más ingeniosa, de saber
cuánta agua hay en el océano Atlantico.
Cuenta la leyenda
que antiguamente
los prestigiosos científicos
pasaban horas pensando
y calculando, como hacer dicho
calculo y saber feacientemente
cómo desterrar este mito, pasaron los años, pasaron
los científicos y la verdadera noticia
nunca llegaba, un día en medio
una gran discusión de estos sabios, se cruzó un hombre el cuál solo realizaba limpieza en el lugar donde hacían está reunión, el hombre los miro pidió perdón por dicha intromisión y les dijo, hace un rato largo los escucho pelear y discutir sacar sus miserias, los veo desde lejos y solamente les voy a decir algo , cuánta agua hay en el océano Atlántico no se, le pondría un número delante y muchos millones atrás y seguramente conformaría a quien quiere saber dicha incógnita, les consulto y disculpen la molestia, y entre los científicos sus miradas fueron elocuentes, con un tono bajo y sorprendidos le dijeron que si, y el hombre les pregunto quieren un café porque seguramente lo necesiten para terminar este día.
Una gran idea.


LOLY MORENO BARNES

CUANDO MENOS TE LO ESPERAS.

Desear algo y que ocurra, es una posibilidad entre mil, pero que ocurra sin que esperes, son las novecientos noventa y nueve restantes…
Quizás, las estadísticas, ni las perspectivas sean exactas para cada persona.
Y las hay, quienes solo tengan que mirar al cielo para alcanzar una estrella y otras que tienen que cavar la tierra, apartando todas las piedras de una montaña en su vida para encontrar una pequeña veta de oro que les haga sonreír.
Esperar es “ESPERANZA” …
…Y MENOS ESPERANZA, ES MENOS FE…
¡No es que las cosas pasen cuando menos te lo esperas, sino que ya no esperas que ocurran!
__ No voy a estudiar, porque perderé el tiempo y fracasaré…
__ No me presentaré a estas oposiciones, porque seguro hay miles candidatos con más posibilidades…
__No me enamoraré , porque me romperán el corazón…
Pero… si cambias de actitud, y el MENOS, ES MÁS , te vuelves más empático, más receptivo, más humano…
Y un día te encuentras , con que… : Lo que esperabas llega, y lo que no, también.
Lo que llega bueno te enriquece y lo que llega malo te refuerza.
Y al final del camino, CUANDO MENOS TE LO ESPERAS, llega el último atardecer de tu invierno y, ya no duele, porque nunca te perdiste los hermosos amaneceres de tus primaveras.


ISABEL ROMERO GÓMEZ

Donde menos te lo esperas…

Si a Sara le hubiesen contado todo lo que la vida le tenía preparado, no se lo hubiese creído…
Mayo’11-Junio’11: Sara empieza las prácticas de su segundo curso de enfermería. Aterriza en un hospital de un humilde pueblo de la provincia de Tarragona. Durante el viaje se va enamorando poco a poco de las maravillosas tierras que la envuelven, su majestuoso río Ebro….

Junio’13: Por fin, termina la carrera. Ahora ya es enfermera. Esta un poco desconcertada… Ahora ya es «adulta» y sus preocupaciones empiezan a ser mayores….
Siendo breves, Sara fue diagnosticada de un trastorno bipolar en 2014…
Le costó mucho, muchísimo, aceptar su nueva condición y aprender a vivir con su trastorno, el cual es para siempre…
Pero por fin, en Diciembre’15 llegó la suerte a su vida i Sara emprendió viaje a la mayor de las aventuras que la vida le regaló….
Volvió a aquel pueblito de Tarragona para trabajar como enfermera en aquel hospital donde aprendió que la enfermería es mucho más que las técnicas, allí aprecio el verdadero valor de la palabra cuidar…
Sara se enamoró de un compañero de trabajo, con el cual un año más tarde tuvo a su hija, la pieza clave de su vida, el gran motor que la impulsa hacia delante y sobretodo la mantiene estable en su enfermedad.


JOSMARY PIRATEQUE

Nunca podría renunciar a ti, porque mi mundo se iluminó cuando te encontré…


GERARDO BOLAÑOS GÓMEZ

Solo así sin darme cuenta, empecé a tocar su cuerpo con amor y pasión por igual.
Empecé a ver a través de sus ojos y a sentir a través de su piel, a vivir restando sus horas, a dormir besando su boca, a morir a destiempo por necesitar su presencia.
Ahí donde menos te lo esperas, encuentras la boca que te llevará al cielo o al infierno, depende de dónde quieras estar.


SOLEDAD ROSA

Y de repente, todo se paró. El contador se puso a cero y en la calle no se respiraba aire, sino miedo. Las vidrieras mostraban rostros sonrientes que se refugiaban tras las ventanas y las puertas, cerradas, a modo de escudo preparado para la batalla.

Comenzamos añorar la brisa de la mañana que se colaba dentro del coche camino al trabajo, las conversaciones entre estantes de supermercados, los paseos para despejar, y un largo etcétera de pequeños detalles pero que, de repente, comenzaron a tener más valor.

Estábamos en mitad de una lucha en la que las luces consiguieron vencer a las sombras. Quizás solo se trataba de una cita para volver a encontrarnos con nosotros mismos. Un casete pausado que nos obligaba a detenernos, mirarnos y ponerles nombres a las figuras que se reflejaban cada día en los espejos. Como si durante un tiempo estuviéramos encantados.

De conocernos.


GASTÓN MOMEÑO

SI, ACEPTO.

(Tema de la semana)

En una de las tantas mañanas heladas

me encontraba en un penoso hospital de campaña.

Tenía la pierna izquierda destrozada

pero no se comparaba con el dolor

que sentía en el alma.

Hasta que ese día…

me revivió un ángel.

Un ángel de cabello dorado,

ojos de miel

y una mirada dulce y reluciente.

Que vestía de blanco y estaba salpicada

por manchas principalmente de color rojo.

Esa mañana mi ángel,

no solo curó mis heridas,

sino que también sanó

lo mas destrozado que tenía…

y eso era el corazón.

Y en medio de la penuria de una guerra

cuando menos me lo esperaba

encontré al amor de mi vida.

Esa misma noche no dudé

y le pedí su mano.

El sacerdote que rezaba por las víctimas

giró unos segundos hacia los vivos

y en una breve ceremonia

entre llantos y aplausos

nos declaró marido y mujer.


FÉLIX LONDOÑO

Cuando menos lo esperas resulta alguien con una idea retrograda. Hasta a los más progresistas se les ocurren las propuestas más reaccionarias. Ahí te esperan, a la vuelta de la esquina, las sombras inesperadas, las más fantasmagóricas, de la naturaleza humana.


ARIEL PACTON

Un departamento al fondo de una casa chorizo

macetas con plantas enormes en una galería sin flores

no tenía abrigo, ni llevaba saquito

¿Siete años?¿Ocho? ¿Seis?

sin matemáticas que lo asegure

solo sabemos que la sacaron del pueblo

y de sus esteros.

Tía María, la que tuvo un novio aviador

que se estrelló en el aire y nunca más se casó

la trajo a Buenos Aires para vivir con ella y

con la tía Manuela, la viuda,

casada en segundas nupcias

con un austríaco que llegó antes de la guera

para no ir a la guerra, Celestino Los.

Sin tiempo al susto

nueva familia, nuevos olores

el mismo idioma:

“¿Llovió mucho?

Zoncera no má (s)”.

“¿Qué tal la fiesta?

Bien de má (s)” .

Y uno nuevo, el de la ópera.

Celestino, adoraba escuchar ópera y cantarla

ella lo disfrutaba tanto que durante muchos años

juró y perjuró que la ópera era

tan correntina como el chamamé.

Mucha mateada, de leche para ella, por las mañanas

mientras le enseñaban a hacer la cama, hacer mandados

reír a gritos.

Todo en la casa era a lo largo

un cuarto y otro, baño y cocina

y había un patio, con una pequeña ventana

abierta a la galería

donde tía Manuela cultivaba rosas blancas

acampanadas de los arbustos

miniaturas frágiles de enredadera

erectas, rastreras, trepadoras

todas con sus filosos aguijones.

En las horas de la siestas, más correntinas que yacaré

era ese patio de su dominio

disfrazada con vestidos viejos

y tacones altos ella armaba historias

cortando, pegando

las figuritas de pájaros que Celestino

le regalaba, una por día, a veces dos.

En una siesta particular

estaba caminando como princesa

entre las fragantísimas rosas del jardín

cuando la cara de una señora desconocida

apareció en la ventana.

Asustada como con vaina de facón

apretó una rosa blanca,

la estrujó tan fuerte que sangró su mano

descalza corrió a esconderse a la pieza

y con su agite las tías se despertaron.

Entonces, las llevó afuera señalando

con el dedo herido a la extraña de la ventana

mientras el frío de las baldosas le entraba al cuerpo,

tía María abrió la puerta y dijo:

— ¡Esa es tu madre!

Miró a la rosa, ya no era blanca

sangre divina, era bermeja.


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13 comentarios en «Donde menos te lo esperas»

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