Las personas (no) cambian

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos en los que se viera la evolución (o el estancamiento) de sus personajes. Este ha sido el relato ganador:

TALI ROSU

Yo también he cambiado

Cuando me llamó por teléfono me dijo que tenía que hablar conmigo, que algo en él había cambiado y que nuestra relación tenía que dar un giro importante. Me aseguró que sus emociones eran fuertes, sinceras e incontrolables, que ya no podía seguir reteniendo ese deseo que, aunque era una sensación nueva y desconocida para él, al mismo tiempo era algo inquietante que no podía dejar de lado. Cuando escuché sus palabras le pedí que no siguiera, que lo habláramos en persona, después de todo, yo también había sentido ciertos cambios en mis propias carnes y creía que podíamos estar llegando juntos a ese punto en la vida en la que dos personas tienen que tomar una decisión importante.

Aquella noche,cuando llegué a su casa, me esperaba una suculenta cena dispuesta en una elegante mesa decorada con mimo y dedicación. Me pidió que me sentara, sujetó mis manos entre las suyas, las acercó a sus labios mientras me miraba a los ojos fijamente y, sin besarlas, tan solo dejó que su aliento caliente me sedujera muy despacio. Besó mis labios con calma y me acercó a él arrastrando la silla con brusquedad. No habíamos probado bocado, tampoco habíamos mencionado una sola palabra en relación a nuestras inquietudes. Simplemente me sujetó por la cintura, y mordió mi cuello ligeramente provocando que se me escapara un pequeño gemido que se confundía entre placer y dolor.

‒¿De qué querías hablarme?‒ le pregunté mientras el dejaba que su mano dibujara mi silueta acariciándome por debajo de la blusa, desde mi cintura hasta mi pecho. No contestó, siguió besándome por todos lados y explorando cada rincón de mi ya empapado cuerpo ‒¿Qué es eso en lo que sientes que has cambiado?‒ insistí.

Para mi era importante hablar del tema en aquel momento, sabía con certeza que estaba ovulando y no podía desperdiciar la oportunidad practicando la marcha atrás. Estaba convencida de que ambos queríamos lo mismo, yo estaba deseando ser madre pero no me había atrevido a mencionarlo, ahora era diferente, estaba convencida de que él también había notado el ronroneo del reloj biológico.

No pude decirle nada porque él me tapó la boca con una mano mientras, con la otra, me inmovilizaba ambos brazos que, estirados sobre mi cabeza, el no tenía ninguna dificultad en sujetarme por las muñecas. Se sentó sobre mis piernas y acercó su lengua a mi pecho lamiéndolo con urgencia. ‒Me excitas mucho‒ me susurró al oído, ‒Y te quiero, te juro que te quiero‒ continuó sin permitirme ni moverme ni hablar. ‒Pero como te dije, algo en mi ha cambiado y, aunque llevo semanas intentando olvidarlo, cada vez que miro tu cuello escucho a mi alma enloquecer, me habla, me dice que tengo que hacerlo para no volverme loco‒.

Su juego me excitaba, estaba deseando que dejara de hablar, que me soltara y que tuviéramos el mejor sexo frenético que había imaginado. Por un momento me olvidé de mis ganas de ser madre y simplemente deseaba que sus dedos, que nunca se equivocan de camino, hicieran su magia y me obligaran a retorcerme de placer. Y sucedió, sin duda sucedió. Me llevó al mejor orgasmo que he tenido en mi vida y, mientras gritaba retorciendo los dedos de los pies, él cogió una navaja de la mesilla de noche y me rajó el pecho sin miramientos. Sólo pude oír su gemido mientras mi cuerpo se debilitaba. ‒Ahora necesito tu sangre para poder excitarme‒ susurró otra vez muy cerca de mi oído mientras dejaba que todo su peso cayera sobre mí.

Jamás imaginé que sería capaz de comprender un cambio como aquel, pero aquí estoy, con el cuerpo lleno de cicatrices que representan lo mejor de nuestro clímax pasional. Lo de ser madre ya se verá en otro momento, ahora estoy ocupada descubriendo los matices de esta nueva etapa.

 

OMAR ALBOR

En la mano derecha
se esconde aquel
lápiz que escribió
La frase más vieja del mundo
La gente no cambia, se modifica
Es cierto, si quieres.
Podemos llegar a ser, lo que tú quieras
Podemos llegar a robar para comer
En la vida tienes lo que realmente quieres
Lo que no quieres lo desechas
sin duda alguna hay momentos buenos y momentos malos, que no modifican tu proceder, tú esencia es y será la misma si eres una mierda, lo seguirás siendo siempre porque las miserias si no las limpias bien, quedan sucias por siempre.
Lo que tienes no te hace ser más, sino que te deja vivir mejor, todo lo material es algo que rodea tu estatus, podemos ser felices con tan poco, solo depende de nosotros querer serlo.


MANZANITA PINK

No cambiaremos nunca

Recuerdo cuando el y yo nos conocimos: el era tan atractivo y alto, y yo tan bajita medio pasada de peso. Todo empezo cuando ambos laborabamos en un edificio, yo estaba en un piso y el en otro, hasta que el se me acerco para preguntarme mi nombre y si queria aceptar una invitacion a comer con el, yo en un principio lo rechaze, incluso varias veces lo hice sin darme cuenta, hasta que porfin acepte solo por cortesia.
Recuerdo fuimos a un restaurante de comida rapida, y mientras yo miraba el menu para pedir mis alimentos, en eso el me robo un beso, al cual yo correspondi por diversion.
Despues hice como si nada hubiese pasado y segui comiendo hasta que me retire primero. Horas despues gracias a una amiga me di cuenta de que desde lejos el solo me miraba. Luego me fui un buen tiempo y volvimos a toparnos. El me sonreia pero yo jamas le tome en cuenta. De nuevo me desapareci y nuevamente nos topamos y esta vez el se me declaro. Yo lo rechaze y me segui como si nada hasta que al ano siguiente porfin le di el si y ya comenzamos a estar juntos. Todo iba muy bien hasta que me di cuenta de sus defectos: era flojo y muy irresponsable. Yo por logica le adverti que si no cambiaba su actitud lo dejaria y en efecto, jamas lo hizo y lo mejor que pude hacer, aunque me dolia en el alma era dejarlo, hasta que llegue a una conclusion: las personas por muchas virtudes o defectos que tengan, jamas van a cambiar. Ahora lo se. Yo tampoco lo hare nunca y seguire siendo la misma mujer de apariencia bajita y quiza no muy esbelta, agria y loca de siempre.


RAQUEL LÓPEZ

Te prometo que cambiaré, va a ser diferente…. Cuantas veces oí esta frase tuya, creyendote, sin saber la indiferencia que mostrabas mientras me lo juraba una y otra vez. Tus palabras me lo decían, pero tus ojos demostraban que volvías a mentir una vez más.. Ya ni me mirabas a la cara cuando hablábamos, era pura monotonía.
No se como, pero acabé abriendo los ojos, dándome cuenta de la persona que creía conocer y que no era como la había imaginado durante todo este tiempo. Cambiaste de una manera absoluta.
Mis empeños en querer que cambiaras algunas veces funcionaban y otras se quedaban en el intento…
No existe fórmula mágica que haga que las personas cambien, pero si es cierto que nos cambian las circunstancias, las experiencias vividas, todos disponemos de una esencia, nuestra personalidad, que suelen ser constantes en el tiempo y si es cierto que si se lo proponen, pueden cambiar… Pero no esperes que lo hagan por ti….
Las promesas incumplidas caen en vacío, dispersando cualquier acercamiento a la verdad, te creí tanto que las esperanzas de volver a confiar… Se esfumaron, cayendo en saco roto.. Quizás en otra ocasión… Pueda volver a creer en una ilusión, en una quimera de confianza, porque ya sabéis que el amor lo puede todo…


ROSA MARÍA JIMÉNEZ MARZAL

Ya me lo dijeron….las personas no cambian y tú siempre fuiste impaciente, jamás te dejaste llevar ni permitiste que otros te conocieran. Había en tí una ardua lucha interior, como un torbellino,no resuelto, de sentimientos alborotados y fuera de control.
Quise acercarme como reclamo de sensatez, como apertura indolora que sangrara tu tristeza… Pero las personas no cambian .. y tú seguías con esa ironía tan tuya que tan pocos amigos resistían. Porque si te soy sincera, nunca te abriste lo suficiente para poder confiar en tí,ni permitiste que hubiera más criterio que el tuyo.
Ya me advirtieron…las personas no cambian …y tú arrastrabas emociones ingobernables de una infancia sin amor,demasiadas carencias de atención como para reparar en mis intentos por alcanzarte y llegar a ti.Hube de dejarte, envuelto en esa falsa modestia que te obligaba a sonreír con extraordinaria timidez y te alejaba del apego y simpatía de los demás.
Ya me advirtieron…las personas no cambian… Y tú siempre absorviste las decepciones con sereno entusiasmo y jamás reparaste en mí.


ANNETTE HAN

Las personas no cambian?
Yo creo que sí y bastante.
Yo misma era una chica que ya pasados sus veinte años dependía siempre de los padres, tenía miedo a todo, vergüenza a todo.
A los treinta años conocí a un chico, algo tarde pero quiso estar conmigo y allí empecé a vivir la vida de manera muy diferente, tengo ciertos problemas de movilidad y aprendí a pedir ayuda a gente desconocida a muchas cosas.
Pasaron los años y este chico se fue aunque me ayudó a ser mucho más independiente, ya no tenía miedo a casi nada.
Volvieron a pasar los años, cuando menos lo esperaba apareció el segundo chico y el si me está haciendo cambiar aún más, aprendo, hago, compruebo y quiero seguir adelante.
Mis padres son los más miedosos pero sigo adelante.
Las situaciones de la vida nos hacen aprender y cambiar a todos.


FRANK TAPIA

Las personas no cambian
Tan solo fingen hacerlo
Tu me juraste amor
Y solo engaños recibí
Me mentiste una vez
Y en mi ingenuidad te perdone
Juraste que cambiarías
Y tu palabra acepte
Pero una segunda vez
La traición llego a mi casa
Cuando convencido estaba
Que con mentiras tus labios ya no se manchaban

Pensé que yo era el problema
Pero se que no es así
Es solo que las personas no cambian
Solo aprenden a fingir
Hasta que un día su naturaleza los alcanza
Y ya no importa si se quieren esconder
Las personas no cambian
Aunque eso quise creer.


GLORIA ACO COYOTL

Ese incomparable aroma a café inundando mi sentido del olfato una vez más, escuchando el canto del jilguero por la mañana, mientras observo a la mayor de mis hijas ofrecerle una rebanada más de panque a mi esposa, que se encuentra sentada al lado mío, la admiro un momento y en ella me encuentro a mí, cuantos años han pasado ya, desde que la conocí, su cabello esta bañado en motas blancas, cada una de ellas contada como una experiencia de vida, la primera que apareció fue cuando nació nuestra pequeña Elisa, aun la recuerdo parada frente aquel espejo, tratando de cubrirlas para no sentirse tan mayor, su rostro ahora cuenta con un par de arrugas, cada una tiene su historia, aun la veo despierta de madrugada, admirando el rostro de nuestros hijos, cociendo el vestido de graduación de la más pequeña que ahora tiene veintidós, tomo sus manos y puedo sentir en ellas, los pequeños bultos en sus palmas causadas por el arduo trabajo que durante años realizo, después me vuelvo hacia sus ojos, y puedo encontrar ahí a la dulce Amelia de dieciséis años a la que conocí en aquel parque, de pronto sus manos se vuelven tan suaves como la primera vez que las roce, su cabello se tiñe de negro, su rostro tan joven, y encuentro algo que jamás olvidare, sus ojos, en ellos habitan la niña ingenua e inmadura, la joven inexperta, soñadora y ansiosa por aprender, la esposa comprensiva y paciente, la madre amorosa y asustadiza, pero sobre todo aquello esta la mujer de la que me enamore, fuimos niños juntos, y aprendimos a crecer, maduramos con la experiencia, hubo veces que peleamos claro, la vida no es perfecta ni fácil, en la vida ay dolor y buenos momentos, cosas que van y que vienen, y aprendes que adaptarse al cambio constante es de lo que se trata la vida, sueña cuando seas niño, madura cuando seas joven, comprométete contigo mimo cuando seas adulto, ama cuando sea el momento, llora cuando sea necesario, ríe cuando seas feliz, recuerda que el tiempo se hizo para avanzar, fluye con él, cambia sin dejar de ser tú mismo, porque el cambio no altera quién eres, hay quienes confunden el cambio con el ser, en el mundo hay millones de personas cada una con su personalidad, defectos y virtudes, no hay sobre la tierra un ser igual a otro, existen aquellos que hacen daño, y aquellos que procuran el bien, el ser lo forja uno mismo en la vida con cada decisión, el cambio nos llega a todos con el tiempo al final solo te enseña las diferentes versiones de ti, el hijo, el hermano, el amigo, el esposo, el padre, no importa en qué momento de la vida te encuentres, sigues siendo tú, solo te encuentras en una etapa diferente, con más experiencia, y detrás del hombre adulto que eres ahora, se encuentra aún el niño que soñó, el joven que aprendió, y tal vez un día te convertirás en el anciano que mire a su esposa e hijos, y te encontraras pensando cómo pasa la vida, como cambias y sigues siendo el mismo aun así.


INMA PULIDO

Su mirada (Reto)
—————–
Sofía sintió un escalofrío, abrió los ojos y pudo comprobar como su cuerpo estaba empapado en sudor, y la ventana abierta helaba sus brazos, sus manos aferradas al esbozo de la sabana estaban doloridas.
Otra vez ese terrorífico sueño.
Se levantó y cogiendo una toalla de baño del cajón de su cómoda, se fue a ducharse.
Incluso bajo el agua templada seguía teniendo escalofríos, no podía dejar de pensar en el tiempo que soñaba con la misma escena.
Para que analizar nada, total no se que significado puede tener, son años padeciendo esta pesadilla y yo soy espectadora.
Aunque tengo que reconocer que me causa más temor la mirada cruel de ese lobo, que el terror que causa en la niña de mi sueño.
Se preparo el desayuno y se dispuso a salir a dar un largo paseo, no le resultaba fácil olvidar el momento en el que despertaba, empapada en sudor y totalmente afectada, ¿por qué, ese sueño tan repetidas veces? bueno, lo llevaré como hasta ahora, con tranquilidad, se dijo.
A dos calles de su casa había un enorme parque, todo el mundo llevaba a sus perros allí, a ella le gustaban grandes y fuertes, pensaba que así podían proteger más a sus dueños.
Se sentó en un banco cercano a la fuente que adornaba parte del parque y se mojo la nuca, sentía agobio, no podía dejar de pensar en el sueño, siempre igual, no tenía respuestas.
Mirando absorta a un hombre alto y fuerte que entraba al parque se quedó paralizada al ver a su acompañante.
Un perro que a su parecer tenía más de lobo que de perro, era magnífico, grande, gris, se le erizó la piel.
Caminaba al lado de su dueño con tranquilidad, majestuoso, sin alterarse por los ruidos estrepitosos de la concurrencia de personas en el parque.
Sofía estaba como hipnotizada.
Se puso de pie, sus manos estaban frias.
Él hombre cubría sus ojos con unas oscuras gafas de sol, y sus rasgos eran muy marcados, agresivos, (pensó Sofía).
Cuándo estuvo a su altura se paro en seco, se puso frente a ella y ordenó al perro que se sentase.
-Hola, ¿me conoces? preguntó a Sofía, me miras como si así fuese.
-No, no, disculpe, solo es que me llamo la atención su perro, es magnífico, yo diría que hasta bello.
-Si, yo también lo creo, lleva muchos años a mi lado, es fiel y leal, además de ser descendiente de lobo, por parte materna.
Sofía sintió miedo, parecía como si ya lo supiese.
-Y dígame¿ por qué sus ojos son tan transparentes? diría que casi cristalinos.
-Es algo congénito, son especiales, casi tanto como los míos… Jajajaja.
Sofía sonrió y se disculpo, estaba oscureciendo, se quería ir a casa.
-Y digame señorita,¿ por que le impresiona tanto mi perro? , note su miedo al acercarme.
-Ah, no, no es nada, es solo que me hizo recordar un sueño, en el que un lobo me aterrorizaba siendo yo una niña.
Cosas inexplicables, un sueño que me persigue hace años.
-Pues dicen que a veces los sueños se cumplen, jajaja.
Debo marcharme, encantado.
Se alejo sin mirar atrás.
Sofía conmocionada por lo que le había pasado, llegó a casa se preparo algo de cena se iría pronto a dormir, estaba cansada y el extraño encuentro la dejó confundida.
Se metió en la cama, era temprano pero necesitaba relajarse.
Un resplandor en la habitación la despertó bruscamente, se sentó en la cama y el terror impedía que gritase.
En la puerta el hombre alto y su perro la miraban fijamente.
¿Pero que hace usted aquí? ¿Cómo ha entrado?
-No lo he hecho, siempre he estado aquí, a tu lado, en tus sueños, ¿no me reconoces?
-¿Pero quién es usted? ¿De qué me habla? No sé quién es no lo conozco.
-¿Estas segura? con un chasquido de dedos hizo qué el perro desapareciese, y , acercándose hasta ella se sentó a su lado y le dijo : a veces los sueños se cumplen Sofía.
Quitándose sus gafas oscuras dejó al descubierto su mirada.
Sofía ahogo su grito de terror en aquellos ojos de lobo, los mismos que en sueños la aterrorizaban.


LA XICUELA DE CORRIOL

Hoy le vuelvo a ver. Está sonriente y no sé porqué. Quizás una palabra amable o un simple gesto han hecho aparecer en él una gran sonrisa. Se ve su piel morena, quemada por el soy, y sus arrugas marcadas, con el pliegue blanco donde no le da el sol. Hoy se le ve feliz. Como siempre digo, más feliz de lo que estamos los demás, con más «cosas».
Su sonrisa me contagia. Y es que las personas no cambian. Con su vida echada al traste, continúa siendo aquel hombre optimista y sonriente que siempre fue.


LAURA MERCEDES

Las personas no cambian,
su esencia permanece intacta.

Algunos evolucionan y otros no.

Los que lo hacen
saben apreciar la belleza
y engrandecen todo
a su alrededor.

Los que no,
deben continuar el camino
como puedan.


REBECA FS

La vida, cambia a las personas que quieren cambiar.
Las personas pueden cambiar, pero son solo ellas las que pueden hacerlo.
Y como conclusión; RESPETO.

Ale, ya he acabado de… ¿escribir?.


GABRIELA MOTTA

La roca y el fuego.

En una tribu lejana mujeres y hombres se reunían en torno al fuego para cantar, reír y reconciliarse con su ser interior. No se trata de ningún rito, no compartían ninguna religión, no hablaban de política mucho menos de compasión.

Solo se unían como seres vivos en busca de un poco de calor. Entre ellos no existía jerarquías impuestas por un ser superior, ellos reconocían el paso del tiempo como única forma de evolución.

Cierto día un miembro del grupo al fuego una roca le agrego todos quedaron mirando, pero ninguno puso objeción.

La roca que era inmensa a los que se encontraban frente a ella sombra les ocasionó, algunos se quedaron quietos aceptando esa imposición, otros se corrieron un poco hasta sentir de nuevo el calor.

Solo uno de ellos vio en la roca la posibilidad de cambiar para mejor, así que en los días de lluvia la usaba como protección, en las noches de verano se colocaba en su sombra para evitar el calor y durante el invierno la alejaba un poco del fuego y la usa como calentador.

Esto lo hacía delante de todos sin generar en los demás ninguna reacción, por lo que siguieron padeciendo de frío y en verano de calor, mojándose en las noches de lluvia por no tener protección. Para muchos de ellos el cambio nunca fue una opción, así nacieron, así eran felices, no había necesidad de andar girando en torno al calor.


JOSÉ MANUEL PORRAS ESCOBAR

Con este libro, te conocí. Abracé tu estilo, tu fina prosa, tu profunda y constante visión de la vida. Me sumergí en un escenario que hasta el momento no me había planteado en absoluto. Y, sobre todo, entendí a qué demonios se refería la gente cuando empleaban el adjetivo “kafkiano”: esa angustia vital incontrolable; esos obstáculos invisibles que hacen que nuestro día a día se convierta en un infierno incomparable.

Con esta obra, tuve el inestimable placer de conocer a uno de tus personajes más importantes en tu carrera como escritor y en mi corta vida literaria: Gregorio Samsa. Un personaje que te marca desde la primera palabra narrada hasta el último punto y final de la página ciento setenta y seis. Un personaje tan especial y complejo que se me hace realmente difícil describir y saber todo saber lo que encierra la figura del mismo.

Así, con estas líneas, quiero dejar patente el profundo remanente que Gregorio Samsa y todo su universo metafórico causó en mi vida. Porque, al final, eres lo que sientes. Porque tu vida puede cambiar irremediablemente de la noche a la mañana. Porque, a veces, la vida es injusta por circunstancias que escapan a tus dominios. Reflexiones crueles; reflexiones dignas de ser planteadas en cada momento de tu vida.

Sí, la vida es una sucesión interminable de cambios. “Todo fluye, nada permanece” era el eterno mantra del icónico filósofo de la Antigua Grecia, Heráclito. Y nosotros, como no podía ser de otra manera, cambiamos con ella. Y así lo plasmas en esta obra maestra de la literatura clásica, aportando un necesario nuevo enfoque sobre lo que supone el cambio.

Y es que normalmente concebimos que la evolución siempre va a generar una versión mejorada de nosotros mismos. Normalmente, creemos que todo progreso va a solucionar los problemas que sufrimos actualmente. Pero no siempre es así. La evolución o la metamorfosis es sólo un cambio. Un cambio que puede ser para mejor o peor.

Quizás, hoy en día es el momento en el que esta reflexión cobra una mayor importancia. Quizás hoy, que vivimos tan sumamente enfocados por producir todo tipo de objetos, gadgets e innovaciones para el futuro, sin mesura alguna, sea el momento idóneo en el que recordar esa vital enseñanza que, con tu sabiduría característica, constatas en esta obra.

Porque debemos dudar siempre; porque nada es lo que parece. Por eso debemos tener un juicio crítico para entender y discernir lo que está pasando en nuestro alrededor verdaderamente. Sin duda, esta es otra de las magníficas enseñanzas que se promueven de forma efectiva a lo largo de tu brillante obra en su totalidad.

Por todas estas reflexiones que tan necesarias son en nuestra vida, te doy las gracias, Kafka. Por iluminarnos con tu clarividencia, por guiarnos en nuestra travesía como lectores, por inspirar a tantos escritores de talla mundial.

Gracias, Kafka. Donde quieras que estés, tienes que saber que tu legado seguirá entre nosotros por mucho tiempo. Donde quieras que te encuentres, te hago saber que tu influencia seguirá perdurando por los siglos de los siglos en el futuro. Porque has sido, eres y serás tan necesario que no tengas duda que tus libros seguirán creando escuela.

Con todo el afecto que te puedo tener como lector y escritor aficionado, te doy las gracias. Porque, pese a que normalmente se diga que las personas no cambian, tú has formado una parte esencial de mi metamorfosis personal que me ha hecho ser la persona que soy hoy. Porque tú has hecho que la lectura sea un hábito común que, desde el momento que te conocí, tendría cada noche entre mis brazos.


FRANCISCO BALLESTER

Hay vidas que se repiten como un bucle.
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Mamá…, que según papá fue una pécora, nos abandonó de la noche a la mañana para largarse con un fulano cuando tenía yo ocho años y no sabía lo que era una pécora,
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El tipo al fin resultó no ser más que un calavera y su amorosa aventura le duró un suspiro a la «pécora» de mi Mamá, pero aún así, debió quedar muy harta de nosotros porque jamás regreso con mi padre ni se interesó por mí.
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Aquella desnaturalizada, no quería saber nada de nosotros y tuvo que ser mi abuela la que se hizo cargo de mí, su única nieta, porque mi padre jamás pudo recuperarse de aquel desengaño y no pudo poner su corazón roto en manos de nadie en el resto de su vida.
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Bernarda, mi abuela, era un ser maravilloso de buen carácter y generosa con todo el mundo y cuya profesión de modista le permitió sacarnos adelante a mí y a mi padre que alcoholizado, no pudo trabajar nunca más como contable.
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Es curioso, pero lo que más amaba la abuela Bernarda aparte de su familia, era un precioso juego chino de té de porcelana azul que le había traído su padre de Manila cuando regresó de la guerra de Filipinas milagrosamente vivo.
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Cada tarde, como si celebrara una misa social, Doña Bernarda preparaba y tomaba el té siguiendo un extraño rito al igual que hacen los japoneses, pero con suaves movimientos propios desarrollados durante años.
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Todas las tardes invitaba a merendar hacia las seis de la tarde a las clientas a las que probaba la ropa, a sus amigas, a proveedoras, incluso arreglaba así sus desavenencias cuando las había con su sonrisa bondadosa y eterna…y así.. té a té, yo me fui educando en sus maneras y el modo gentil de ver la vida y tratar a los demás.
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Aun recuerdo como en alguna de estas sesiones la ruin y afamada «pécora» de mi madre, se presentaba secretamente hasta su misteriosa y temprana muerte.
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Yo lograba atisbar desde una rendijita que dejaba en la puerta de mi cuarto, como mi abuela Bernarda pagaba con disimulo un chantaje para que no me reclamara.
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También recuerdo lo bien que trataba al difunto de nuestro casero al que ella manejaba con buenas maneras a pesar de que cuando estaba vivo, claro, era una especie de ogro maleducado, un autentico psicópata que amenazaba a cada momento con tirarnos del local sin piedad si no le pagábamos cada vez más.
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También gustaba mi abuela Bernarda con su buen corazón, de acoger en sus salones a las viudas, que solitarias enfermas y sin familia, vivían en ignoradas por los demás. Ella les brindaba apoyo en su duelo, empatía, y amistad incondicional y tanto era así, que ellas agradecidas, jamás la olvidaban en sus testamentos y donaciones e incluso algunas de ellas le dejaban todas sus propiedades al morir…
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Cuando acabé mis estudios de corte y confección, seguí sus pasos sin vacilación y fui aprendiendo de ella todo lo que sabía hasta superarla profesionalmente aportando al negocio savia nueva.
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Introduje en los talleres nuevas tendencias y materiales modernos, diseños vanguardistas con patronajes inspirados de las mejores publicaciones de Moda de París y Londres y sistemas de contabilidad, gestión y marketing y poco a poco, con el tiempo, fui cogiendo las riendas de nuestra casa de costura.
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Aliviada del trabajo mas físico, en lo social, mi abuela Bernarda continuó incluso con mayor dedicación a sus sesiones de té vespertino, que había convertido en una especie de reunión social de lo más granado, rico e influyente de la sociedad.
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Mi abuela vivió muchos años, si… pero al fin amigas, la edad hizo mella en sus huesos y su cabeza y postrada en su sillón orejero, la demencia senil hizo presa en sus neuronas convirtiéndola en el ser más tiránico, irritable y desagradable que se pudiera imaginar.
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La casa se convirtió en un infierno y a la servidumbre y a mí no nos dejaba un minuto en paz sin parar de insultarnos y humillarnos.
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La pista, me la dio mi abuela cuando hablaba demonios de alguien y comentaba que se merecía «un poco de frasco azul…»
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! Claro!…al principio no le hice mucho caso, pero cada vez lo repetía mas y más, dado lo que se iba irritando con todo el mundo y hasta con su propia sombra, aun no sé porqué, un día tuve un pálpito, una intuición, una sospecha y… miré en el viejo estuche dorado donde vino el juego de Té desde oriente. El un doble fondo disimulado por el terciopelo granate, reposaban media docena de frascos azules del mismo color que el juego de té y alguno de ellos ya estaba vacío
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No lo dudé, amigas, debía tratarse de un veneno poco conocido e indetectable de origen selvático cuya acción a largo plazo alejaba al autor de toda sospecha y que mi agradable abuela Bernarda había usado con sabiduría toda su vida para facilitar nuestra existencia…
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!No!, no llamé a la policía…si mi abuela me había enseñado todo…esto también.
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Bastaron dos gotas para terminar con su sufrimiento y el mío de paso, y ahora, recién enterrada, he preparado un té para los conocidos que enlutados y susurrantes pululan por mis salones…
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Por cierto…, que para Juanita, esa desagradecida que después de enseñarle el oficio se ha atrevido a poner una boutique delante de nuestra casa, ese té será especial…
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Porque amigas….Hay vidas que se repiten como un bucle…


EMILY RUIZ

Mi hijo no cambia

Tu hijo hace rabieta,
le duele la garganta y la barriga,
y tienes que cambiarle el pañal.

Entre desbordes y disfuerzos
tratas de darle razones
para que se quede quieto.

Él grita que le duele,
que su poesía es caprichosa,
sin comas y con cebollas;

se basa en una película de tortas
Que se basa en un libro de queques
donde actúa David Bowie.

Fragmentos de cubismo,
excremento abstracto,
granos de arroz y fideos.

Y el daño ya está hecho:
Las sábanas, las manos y el pijama
salpicados con sus versos.


LUCIDECES ROMUALDO RAMÍREZ

Echar cuentas

Nada cambia hasta 
que un día cambia.
Lo mismo pasa con las personas.
Sin embargo algunas
cambian tanto,
que un día,
sin pretenderlo,
se ven reflejadas en el espejo
y no se reconocen.
Es difícil entonces
echar las cuentas
de cuanto tiempo
llevas sin detenerte
ni un segundo
a mirarte a la cara.
¿Qué has estado haciendo?
¿Realmente ha valido la pena?
Miras a tu alrededor.
Hayas tu respuesta.

 

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11 comentarios en «Las personas (no) cambian»

  1. Quizá resulte muy duro, pero he visto faltas de ortografía en varios de los relatos, lo cual para mí, es sumamente importante, y resta valor, y por tanto puntuación a los autores. Por eso, entre otras cosas, además de por la riqueza de léxico que destila su escrirto, mi voto es para: José Manuel Porras Escobar.

    Responder
    • No es duro; es sincero y, si realmente te irritan las faltas de ortografía has hecho muy bien en decirlo tan claro. Somos conscientes y de hecho solemos poner un aviso arriba del todo (que se nos ha pasado esta semana) indicando que los relatos no se corrigen, que se suben aquí tal cual.
      El grupo de escritura está pensado para fomentar la creatividad y animar a escribir, por eso allí no censuramos las faltas de ortografía, al contrario, queremos que cada autor se sienta libre para crear. Pero por supuesto, una vez están abiertas las votaciones, eso es algo que el público puede tener en cuenta, como has hecho tú.

      Bienvenida. 🙂

      Responder

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