La vejez

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir con el tema “La vejez”. Estos son los relatos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves día 31! (Solo un voto por persona).

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección.

OMAR ALBOR

No quiero ser
No se si llegare
Vos más tarde
Quizás mañana
En la bandera estaré
Siempre me sentaré
En la ultima fila, aun en el bus
Mis pensamientos
Se fueron transformando
Y la copa cambio de color y aroma
Mis labios se arrugaron
Y parte de mi pelo se cayo
En realidad hay varias teorías
con el paso del tiempo
Creo yo, tener la mejor
Vive cada día, como si fuese
el último, disfruta absolutamente
de todo, lo que esté a tú alcance
no desperdicies nada, próximamente
el verano llegara y otro año más
cumpliré, y no me quiero perder ver crecer a mis hijos.
Ese es el mejor premio a la vejez.


INMA PULIDO

Llegó el momento.
—————————–
Teresa miró a través de la ventana.
-Parece que el mal tiempo se aleja, gracias a Dios, menuda racha.
Cogió su silla preferida, gastada, con la pintura a ramalazos por el paso del tiempo, con las cuerdas que formaban el asiento, raidas, con los clavos flojitos de soportar el peso y el cambio constante de lugar.
Pero, a fin de cuentas, su silla.
Su preferida, cerró la puerta de la casa y se sentó en el porche a mirar como amanecía.
La serenidad era su fiel compañera.
Metió la mano en el bolsillo de su delantal de puntillas blancas y tonos azul claro, para sacar su adorado reloj de arena.. ¡Le encantaba, tanto como la silla!
Un largo y suave suspiro le hizo recordar.
Eran recién casados, llenos de juventud, fuerza, vitalidad, cariño, y una adoración extrema de, el uno por el otro.
-Fernando, ¿Te queda mucho? me tienes es ascuas, todo el día dando golpes y haciendo ruido, y no me dejas ver que haces.
-Tranquila mi niña, es algo que seguramente te gustará mucho, y además le darás muy buen rendimiento.
Ah, y por supuesto, será exclusivamente para ti.
-Pero, es que llevas cuatro días ahí encerrado, y yo, aquí de los nervios.
-Anda y anda, no seas exagerada, esta noche lo tendrás.
-Teresa se quedó callada y con una media sonrisa acompañada de un saltito entró en la casa.
Serían las nueve de la noche cuándo Fernando cerraba la puerta de su taller y entraba en casa.
Teresa ya tenía preparada la mesa y la cena.
-Niña, ¿ dónde estás? la llamó impaciente, mira lo que te traigo.
Teresa salió de la cocina con una gran fuente de pollo en salsa (a los dos les encantaba) lo puso en la mesa y dando palmas le preguntó, ¿ya lo has terminado? madre mía, estoy nerviosisima.
Fernando mirándola con cariño le dijo : calmate, si, aquí lo tienes, ¿cenamos primero?.
-Noooo, como quieres que cene ahora, no, no, venga no me hagas esperar más.
Fernando coloco el paquete en el suelo y sonríendole le ayudó a abrirlo.
Los ojos de Teresa se agrandaron y llenaron de emoción.
Delante de ella , un silla de mediana altura, de un tono verde menta, con flores de un rojo vivo, talladas en el respaldo, la dejaban muda de emoción.
-¡Es la cosa más bonita que he visto en mi vida!
Se abalanzó sobre su niño, y se lo comía a besos.
-¡Cuánto te quiero!
Pues, hay una cosita más, le dijo él, metiendo la mano en su bolsillo, sacó un precioso reloj de arena.
-Esto, es para que valores el tiempo, de espera, de compañía, de relajarte, con este pequeño juguete que es en realidad lo que quiero que sea para ti, tu impaciencia desaparecerá.
Le acarició los hombros, y se pusieron a cenar, solo necesitaron de sus miradas para llenarse de amor.

Un fuerte golpe devolvió a Teresa a su realidad.
Un gato, corria despavorido después de romper una de sus macetas de anaranjados geranios.
-Animalito, que susto se ha llevado, y con tranquilidad miraba al horizonte.
Sin darse cuenta hablaba en voz alta.
Habían pasado muchos años desde que Fernando se fue.
-¡Que bonitos momentos viví a tu lado mi amor, cuantas horas compartidas!
Voy a dormir un ratito aquí, mirando el amanecer, están por llegar mi hermana y cuñado, estoy tranquila, todo está dispuesto según mis deseos.
Ahora, quiero descansar, mirando tu regalo voy a cerrar mis ojos y mi impaciencia desaparecerá, cuanta razón tenías, y cuanto me ha ayudado, estoy preparada, por qué no se cuándo, pero sin duda… Llegó el momento.


ÁNGELA FLORES

Me acabo de dar cuenta de que no me había parado a pensar en ella, en la mía, hasta ahora.
Nunca me había detenido a crear una imagen mental de mi misma de aquí a unos años.

Quizás porque mi cerebro, inteligente como pocos, prefería no torturarse.

Ahora que lo he forzado a imaginarme ya no puedo recuperar la tranquilidad del no saber.

Ahí estoy yo. La vieja más odiosa y odiada del vecindario. Esa que riñe a los niños y adolescentes y a la que por el mismo motivo siempre le fastidian la siesta y la novela tocando el timbre y huyendo. La que sobra en las fiestas de barrio, y la que nadie echa de menos si no acude.

La que presume de guisos y sofritos, pero nadie se sienta a su mesa.

Y en un ataque de necesidad de saber el por qué me doy cuenta que es precisamente la soledad la que me arrastra a convertirme en orco.

No la acepto. Me rebelo contra ella.
En vez de intentar revertirla lucho contra un vacío que cada vez es más grande. Pesa. Me gana. Pierdo. Me pierdo.

Y lloro. Lloro de impotencia.

Sé que muchas veces me repito y parece que viva en recuerdos perpétuos, pero es allí donde me sentía válida y de vez en cuando me apetece que sepáis que un día fui importante para algo o para alguien.

Sé que estoy fuera de órbita, que no me adapto a modernidades, pero es el miedo a la frustración a que no me salgan las cosas el que me impide entrar en este mundo. No es que tiempos pasados fueran mejores, es miedo a no encajar en el presente.

Y sé que no os apetece escucharme, que téneis vuestras vidas, que vivís a otro ritmo…
Y me encantaría seguiros, y entrar en vuestras vidas, pero eso no depende de mí… no puedo hacer nada…

¿De verdad no se puede hacer nada? ¿No puedo hacer nada para que esa imagen se rompa y no sea profética?

No quiero ser esa vieja.
No quiero esa vejez para mí.
Y no quiero esa vejez para nadie.

Y si acaso no puedo saber cómo serán esos años de mi vida, y si podré hacer algo para cambiarlos si no me gustan, quizás sí que pueda hacer algo aquí y ahora.

Quizás puedo llenar algún vacío y romper la fotografía de otro.

Creo que vale la pena intentarlo.


LA XICUELA DE CORRIOL

La vida es larga o corta según los ojos con los que se mira. Y la vejez también se mide según los ojos y la vida del susodicho.
Puedes tener 90 años y un alma joven. Con espíritu y actitud. O tener 50 con un espíritu que correspondería a alguien mucho mayor, teóricamente. La vejez no son las arrugas de nuestro cuerpo, sino las de nuestra alma. Nunca llegues a viejo en este sentido y nadie te tratará como a tal. La vejez no son los años cumplidos, ni las cosas hechas o por hacer. La vejez es sabiduría, saber estar, medir nuestras acciones y nuestros silencios. La vejez es toda una vida contada con la medida del tiempo.


MARÍA RUBIO

LA SEÑORA
El pelo canoso y más escaso, surcos que hablan solos. La aceptación serena, las ganas de compartir con la sonrisa puesta, la mirada limpia y sincera. Ganas de abrazar, escuchar, besar. Su casa es la habitación de una Residencia, con un cuarto de baño, un armario, unos pocos recuerdos, un álbum de fotos y un pequeño escritorio donde reposa un cuaderno. Con sus gafas de mucho aumento, piensa y siente, con la luz de la ilusión se hace arquitecta de sus palabras y las coloca en su cuaderno. Cuando baja al jardín y contempla belleza piensa que viejo puede ser el cuerpo pero no el alma. El día que tiene visita se le llenan los ojos cansados de sueños y añoranza.


REBECA FS

Los abuel@s
Me encantan los abuelos, hayan o no hayan tenido nietos.
Me encanta saludarles con un «buenos días», costumbre que se va perdiendo. Ellos siempre contestan. Dicen «Buenos, buenos», con una sonrisa.
Me encanta su caminar lento, ayudado a veces de su bastón o andador. Sus sillas de ruedas. Sus sombreros o boinas. Sus pañuelos en la cabeza. Su búsqueda de la luz del sol cuando por fin se sientan.
Y si ya te preguntan…» Y tú, ¿de quién eres?»
… Eso ya me chifla.
» Aaaaaahhh, eres del goloso y la valdeconchera, los que vivían en la cuesta del calvario…»
Quizá te cuenten algo que sepas o quizá no quieran contártelo.
Me gusta el aprovechamiento de los cinco, cuatro o tres sentidos que les queda para seguir oyendo, viendo o saboreando la comida. El olfato y el tacto los desarrollo yo, cuando me acerco a ellos…y sí, me gusta olerlos y darles la mano.
¡ Qué bonitos son los abuelos, hayan o no hayan tenido nietos!


FLAVIO MURACA

DEMOHIPOCRESIA

Soñe con un lugar distante, un lugar lejano el cual no conocemos. Este era un sitio de ensoñacion con aguas calmas y vientos silvestres.
La paz reinaba y todo era armonia, por un momento creí que era el paraiso y que había muerto.
Es que todo estaba tan perfectamente diagramado, allí los pajaros cantaban con alegria lejos del enclaustro que los asechaban dia trás dia, las hojas se mecian en una maravillosa sincronia; las frutas miraban en vasta sintonía.
No es muy dificil de creer, no es imposible de suceder.
Del cielo brotaban gotas de miel que alimentaban a los campos y a los rios.
No habian armas, no habian bombas cayendo por la mano impía del ser humano.
No existía ni la codicia ni la avaricia y todo lo que era de uno a su vez era de todos y compartido.
Claro, era un mundo raro, distopico.
Los politicos eran buenas personas; amables y caritativos y no esos seres oscuros y ambiciosos.
Donde la democracia como tal existia en total plenitud y todos teniamos la oportunidad de participar.
Era una sociedad donde se priorizaba a los viejos y niños, donde todos comian dos veces al dia y nadie vivia en la calle.
No habia pobreza, ¡No habria porque haber!.
La comida abundaba tanto que las personas se cansaban de comer.
Nadie era bruto ni tonto ni marginal.
No existian los malandras ni los ladrones de guantes blanco.
Aquellos que equivocaban el camino eran puestos en un centro de re-educacion,esas eran sus carceles.
Eran humanos pero habian evolucionado mucho mas que nosotros. Tenian diferentes colores pero la discriminacion era algo obsoleto y carente de sentido.
El conocimiento habia borrado toda huella de salvajismo y desidia.
De todo, por lo que más senti curiosidad, fue por la falta de hipocresia,quienes gobernaban carecian de ese defecto y no necesitaron valerse de eso para llegar a donde estaban.
La demohipocresia no existía, al menos en este lugar.
¡Cuantas ganas de quedarme allí tenia!
Cuantas ganas de vivir una vida diferente y saborear lo inexplicable.
¿Como haria para transcribir lo que veia?
Dificilmente creia que alguien llegara a entenderme, pués las utopias no existen
-Pensé-.
El simbronaso del despertador quebró la magia que habia en aquel lugar despertandome de mi letargo nocturno.
En fin- dije-; solo fue un puto sueño, entre tanto mientras que me desperezaba, mi mente comenzo a enarbolar interrogantes.
¿Quien va a poder cambiar las cosas?
¿Una persona sola?.
Claramente no -intuí-
¡Hoy va a ser un gran dia!- Grite exaltado-
Era el dia en que recibiria las dadivas por la licitación de los trenes.
Y me quede mirando las tapas de los diarios que se desparramaban en la mesa mientras desayunaba, todavía no me acostumbraba a esa idea de ver mi rostro en sus portadas.
Por unos segundos se me cruzo la imagen de mi sueño, solo unos segundos duro.
Tal vez- dije-; tal vez haya sido una pesadilla y me fui a duchar pensando en el dinero.


LOLA ALCÁZAR

Era tu forma de caminar, tu pelo canoso, tu americana de pana, tu cuello vuelto. Te miraba con la tranquilidad que me daba verte tan ocupado. Un día te vi mirarme y pensé: estamos descompasados; en edad, situación y momento. Nunca llegamos hablar, ni tan siquiera del tiempo.
Pasados muchos años, al regresar a la ciudad, el mismo día, te encontré en el Café del Norte, leyendo. Me senté en la mesa de al lado. Estabas viejo, pero eras un viejo atractivo. Me dijiste hola, cerraste tu libro y te sentaste en mi mesa, con una elegancia natural que provocó en mí, la ausencia de tu vejez.
Nunca quedábamos, por si moríamos mañana, pero desde aquel encuentro nos veíamos todas las tardes en el Café. Hablábamos de todo. Me contaba tantas cosas
Interesantes. Era divertido, ocurrente y tenía una sensibilidad contagiosa.
Bebía té, por el Sintrom, y envidiaba mi verdejo.
La última tarde que charlamos, me confesó que se sentía atrapado en su cuerpo. Cuando me miro en el espejo, no me veo, veo a un viejo. Y pensé: tú no eres viejo.
No te lo dije. Tampoco te dije las veces que comparé algunos de mis amigos contigo, que siendo mucho más jovenes que tú, eran ya unos viejos.
Tú no eres viejo.


CARMEN LÓPEZ

SE ACABA EL TIEMPO
El tic- tac del tiempo no para, no me deja descansar. A veces los días corren tanto que parecen segundos.
Dónde quedaron aquellos minutos infinitos que no parecían pasar. Como si el tic-tac del tiempo se hubiera detenido. Cuando parecía que todo tardaba en llegar.
No soy consciente de si es martes o sábado, domingo o jueves, verano o invierno. ¿Lo próximo es Navidad o carnaval?
El tic-tac del tiempo vuela más que corre.
Hoy he leído en algún lugar que habían fotografiado a un feto excavando un túnel en el útero de su madre para salir cuanto antes. Ya hasta los fetos tienen prisas.
Prisas en devorar los segundos, las horas, los días, los meses, los años, como si fuera un coche de carreras que solo quiere ver el final.
Los años se me mezclan, ayer era tan sólo una niña y hoy creo que ya soy mayor.
Tengo la sensación de no haberme parado a sentir la vida. Sólo me limité a vivirla.
A veces, y solo a veces, los problemas me paran el tiempo por un momento.
Tic-tac, dame un ratito más, sin miedos, sin prisas, con amor, sin rencor sin prejuicios, sin maldad. Dame un ratito más. Que pueda disfrutar de mis niñas, de mis amigos, de mis padres, de mis hermanos. No me quites el tiempo antes de que haya limpiado bien mi alma. Entrégame un ratito más para llegarme a conocer.
Qué pronto se pasa todo, y yo sin darme cuenta.
A ver si un día de estos me siento tranquilamente a ver pasar el tiempo, pero sin prisas.


KAREN ROSADO

Notas mentales
(La vejez)

-Continuemos
-No entiendo que es lo que falla en mi 
(Primera anotación)
-Tengo lo principal que necesita un artista…
-Talento ?
-No, adicciónes.
Con una sonrisa torcida hacía la segunda anotación.
-Y si no basta con eso,sumemos la depresión,la ansiedad e incluso las alergias.
Cree que el problema entonces es la gente ? (Tercera anotación)
-Solo basta con un poco de sentido de apreciación,solo un poco.No es que sea paranoico,no,no,no, simplemente que…entabló conversaciones vacías con gente más vacía aún y así es imposible transmitir arte.
-Usted considera que en esta sala hay alguna persona vacía ?
-Porsupuesto!
Se incorporó del tumbado y me observó fijamente mientras decía lo siguiente:
-Digame doctor,quien es mas vacío ? Yo un viejo de 71 años,por venir hasta aquí, diez cuadras abajo! caminando y observando la basura del que nos rodea,los colores tan enfermos,esa gente irritada con trabajos que detestan y ropa adecuada para la aceptación social!.
Esbozando una sonrisa y convenciendo a medio mundo con ella de que la vida a esta edad es perfecta,pues ellos no saben que viví desperdiciando los mejores años de mi vida,escondiendo mi arte,mordiéndome los huesos y dejando la mejor parte para «después»
-Es un proceso que debe…..
-sh sh sh , acaso usted es mas vacío?…Ahora entiende?,no entiende nada! …espero que no sea un estúpido y piense que los treintas durarán para siempre y se quede aquí encerrado entre estas paredes cual objetivo no es quitar la depresión definitivamente.
-Vamos a calmarnos un poco…
– Vestido tan extrañamente,los corbatines ya no se usan, lo hacen lucir como un nerd y es todo lo que diré por hoy,ahorre su aburrido protocolo de despedida,nos vemos la siguiente semana.
-Hasta entonces…
Tras azotar la puerta yo no dejaba de pensar que era increíble la plática con mi paciente y una sesión superaba a la otra aunque no se lo podía hacer notar,todas las semanas esperaba está terapia..ojalá se hubiera enterado que me hizo retomar mi pasión,»la escritura» y que está vez escribo un poco sobre el…en su memoria.

*cierra la laptop*


ROBERTO MORENO CALVO

La Vejez es esa golfa que te cambia sabiduría por tiempo. Nos acecha dulcemente, sin pausa. Poco a poco nos acuna en su voz melancólica. – No pasa nada. No temas. Esto es paz y más paz llegará.-

La Vejez nos quita visión cuando ya tenemos las cosas claras. Con la mirada al frente no cesamos de mirar atrás. Yo confieso que me gusta hacerlo de reojo pero reconozco que estoy a mitad de camino.

La Vejez nos dice hola cuando empezamos a decir adiós. Adiós amigo, adiós gente. Adiós a lo temores, adiós a las prisas.

La Vejez es, muy a nuestro pesar, quien nos hace emocionarnos con un simple beso, una inocente mirada, una leve sonrisa. Un «te quiero», un «te veo mañana» o un «cuánto sabes» fortalecen el alma. Un alma que cada vez es más pura.

La Vejez es una golfa con la que pasar el tiempo.


GABRIELA MOTTA

Mirta y Juan.

Mirta y Juan llevaban toda una vida juntos, 40 años de casados, tenían dos hijos y un nieto. Pero comenzaban a incursionar en una edad difícil de aceptar para ellos. Les costaba reconocerse con esas arrugas en el rostro, el cabello teñido de gris y sus cuerpos que estrenaban achaques que no les permitían obviar el paso del tiempo.

Juan muy a menudo utilizaba el humor como herramienta para digerir esta nueva etapa de su vida:
__Vieja __ le decía__, te diste cuenta que ya entramos al grupo de la tercera edad. Y se reía a carcajadas, era su forma de sacar sus preocupaciones hacia afuera.
__ Bueno, nos denominan de la tercera edad, para no decirnos viejos de mierda__ Así remataba invariablemente su comentario.
Mirta siempre tenía la misma respuesta:
__ viejos son los trapos __ se daba vuelta y seguía con lo que estaba haciendo.

Cierto día recibieron una invitación para participar del baile de jubilados del pueblo, dudaron si debían concurrir, pero después de mucho debate decidieron ir. Se vistieron con sus mejores prendas y por algunas horas olvidaron su edad biológica dejándose llevar por el entusiasmo que les generaba la idea de salir a divertirse juntos en la noche, cómo hacía años no lo hacían.

__ Vieja, podríamos empezar a salir más seguido.__ Comentó Juan animado, el baile le había renovado el ánimo y las ganas de sentirse vivo sin pensar en la edad.
__ No te confundas Juan, a nuestra edad este no es un lujo que podamos darnos siempre, disfrutemos la noche.__ Le contestó bruscamente y en seco Mirta, haciéndolo aterrizar de la nube en la que estaba sumergido.
Se tomaron de la mano y salieron en dirección al coche, Mirta suspiró preocupada, pero en los ojos de Juan se podía ver el brillo de aquella juventud olvidada, brillo que ahora se veía embellecido con la experiencia de los años.

Bailaron, bebieron, volvieron a bailar, se encontraron con conocidos del pueblo y ya pasada la media noche decidieron comenzar el viaje de regreso a casa, a sus rutinas y a su estado anímico anterior.
Se subieron al coche y la alegría que horas antes irradiaban sus ojos ya no estaba, un silencio los acompaño durante el recorrido de vuelta a casa.

__ Vieja, que cantidad de viejos juntos que habían ese baile.
__Viste Juan, yo noté lo mismo y no quise decir nada.
__ Vieja, seamos realista, era un baile para jubilados, ¿Qué esperábamos?
__ Sí, si, ya lo sé, pero es solo que … (se mira fijo al espejo) Él interrumpe su silencio.
__ Si es sólo que … como decirlo … cuando estamos solos tú y yo no somos conscientes del paso del tiempo, pero en ese ambiente rodeados de tantos ancianos, me he sentido más viejo.
__ Juan a mí me ha pasado igual, creo que no fue una buena idea la del baile.
__ Vieja, será mejor que busquemos otra actividad.

Juan se le aproxima, la abraza fuerte por la espalda y se quedan mirando en silencio el reflejo que les devuelve el espejo, el reflejo de una imagen nueva y conocida a la vez, ese reflejo que paradójicamente les hace saber que a pesar de los años aún siguen vivos.


EMILIANO HEREDIA JURADO

-Abuelo….

-Dime hijo…
-¿me quieres?
-Cómo no te voy a querer, si no te quisiera, no te estaría dando un abrazo como éste…
-Abuelo…
-dime hijo…..
-Tengo miedo de que no me quieras más…
-Levanta la cabeza, y no te pongas cabizbajo, mírame a los ojos, ¿por qué piensas que no te voy a querer nunca más?
-Tengo miedo, de que te pase lo mismo que al abuelo de María….
-No te pongas triste, que hoy, no es día de ponerse tristes, a ver, ¿Qué es lo que le pasa al abuelo de tu amiga María?
-Verás….a la salida del colegio, ayer, escuché a su mamá, decirle, bajito, a las demás mamás, que hoy, aunque era un día muy feliz para toda su familia, también era muy triste, porque su padre, es decir, el abuelo de María, estaba malo, y hoy no podía venir, creo que es porque estaba muy despistado, y que se olvidaba del nombre de su nieta, o algo así, dijo una palabra muy rara, jamer, zemer…no sé, pero, no le digas a nadie que escuché la conversación de los mayores, ¿eh?, que soy pequeño, pero tengo un oído….¿porqué tienes esa cara de preocupación abuelo?
-Verás, hijo….lo que tiene el abuelo de tu amiguita María, se llama Alzeimer…
-¡Eso!, que no me acordaba de la palabra…
-Veras, a ver cómo te lo explico…..
-¿te he hecho un promiso abuelo?, como te pasas la mano por el pelo…
-No, hijo, nó, y se dice compromiso…verás, esa enfermedad, hace que se te olvide todo, todo, todos tus recuerdos, se van borrando, como si una enorme goma de borrar, te borrara el cerebro, es, para que lo entiendas, como si a tu álbum de cromos de la liga, se le fueran despegando uno a uno, poco a poco, todos los cromos, y tu no fueras capaz de recordar los nombres de los jugadores, ni donde iban colocados…
-Pero….eso es muy malo, abuelo, yo no quiero que se me pierdan los cromos, ¡con lo que me ha costado juntarlos todos!, sobre todo, conseguir el cromo de Ronaldo…

-Cariño…esa es una enfermedad, que te viene como un resfriado, y se cura, con unas simples pastilas….
-¿tienes miedo de morirte, abuelo?
-Hijo, me estás haciendo unas preguntas un poco extrañas y tristes para el día que es, deberías estar feliz, contento, radiante, como el sol que luce hoy en día en lo alto de éste espléndido cielo azul…
-Abu….por favor….
-¡ay!….
-¡y no protestes, ni pongas esa cara de resoplido que se te pone!, me prometiste ayer, que hoy era mi día, y me ibas a conceder todo…
-Bueno, una promesa es una promesa…
-Gracias abuelo, me hace gracia, cuando abres los brazos, y te golpeas con las manos los muslos, es gracioso
-Veras, miedo, lo que se dice miedo…no, preocupación por lo que venga después…sí….
-¿Abuelo, cuando te mueres, a donde vas?, ¡jolín!, no me señales con el dedo, que ya sabes que no me gusta…
-Hijo, estás muy preguntón hoy…a ver, estás en…tercero de primaria…¿no?…
-Sí, abu….
– yo nací cuando empezó a gobernar un señor muy malo, que se llamaba Francisco Franco, con lo cual, te llevo muchísimos años de diferencia, y por lógica, yo me iré antes que tú. Verás, tú, recién estás en la primavera de tu vida, y yo recién estoy finalizando mi otoño, para empezar mi invierno. Hay personas, que no llegan al verano, al otoño, o al invierno…
-No te enrolles, abuelo, va, jopeta, dime dónde vas cuando te mueres…
-Está bien, voy aquí…
-¿porqué me señalas abuelo?
-Aquí, donde te toco ahora, iré a tu corazón, y los corazones de toda la gente que me ha querido
-Eres muy gracioso abuelo…
-Hijo, tu eres, una de las cosas que más quiero en este mundo…
-¿y a la abuela?…
-Hijo, lo de abuela conmigo, es como si nuestro comic se hubiera acabado…
-¿entonces a la abuela ya no la quieres?…
-No pongas esa cara tan triste…..las personas no estamos obligados a querernos para siempre…a la abuela, simplemente, la tengo cariño, porque es la madre de tu madre y de tu tío…
-Abuelo, ¿porqué no te has ido nunca al pueblo ese del que hablabas siempre a vivir, cuando te despidieran de tu trabajo?…
-¡Ay hijo!, no me despidieron, me jubilaron, como muchos de los abuelos de tus amiguitos…además, aquí tengo mi vida, yo ya no tengo edad, ni ganas, para haberme ido a empezar de nuevo, a conocer a nueva gente, aquí os tengo a vosotros, no podría abandonar las calles ni los lugares donde he crecido….la Plaza de Cervantes…La Magistral….La calle mayor…La universidad…en fin, toda esta ciudad, es mi casa, y me moriría de pena, si la abandonase….
-Abuelo, ¿falta mucho para que empiece ya….?
-No hijo, no, unos diez minutos, más o menos, según mi reloj, mira, ya están llegando los amiguitos tuyos con sus papás y su familia, dime una cosa, ¿eres feliz?
-Sí abuelo, mucho, y no te estoy mintiendo, porque te estoy mirando, para que veas que no te miento, ¿eh?
-Adelante, campeón, vete con tus compañeros, que ya os están llamando la catequista y el sacerdote, para empezar la ceremonia, yo estaré dos filas detrás de ti, sé igual de feliz y disfruta de Jesús como yo en su día lo hice en el día de mi primera comunión…
-Adiós abuelo, un beso….
-Adiós hijo mío….te quiero….


FUEN CALDERÓN ROMEO

Y de repente te miras al espejo y ves una cana en tu pelo. Y pones cara de horror y la arrancas como si con ello pudieras frenar el paso del tiempo a pesar de aquella leyenda que dice que si te arrancas una cana te salen siete. No llegas a los treinta años y piensas: ¡Uff, no importa!, hasta que llegue a los cincuenta y pico o los sesenta queda…
Y llega ese día y echas la vista atrás y te das cuenta de que el tiempo ha pasado inexorablemente. Te miras de nuevo al espejo y no hay canas (los milagros del tinte), tienes alguna arruga casi imperceptible (cuestión de genética), ojeras más oscuras y profundas pero, por encima de todo, una sabiduría que sólo te pueden otorgar la experiencia, las vivencias y el camino recorrido. Te paras a pensar si tu vida ha sido como esperabas. ¡Ni por asomo!. Recuerdas tus sueños, los que has podido cumplir, unos pocos, los que te quedan pendientes, muchos. Y el SUEÑO, así con mayúsculas, de ver una Aurora Boreal , ese que siempre dices algún día…Pero eres consciente de que ya no eres la misma mujer, han cambiado en ti muchas cosas. Llevas a tus espaldas muchas experiencias buenas y otras no tan buenas. Has dejado gente en el camino pero otros llevan a tu lado casi toda tu vida. Te han hecho daño y te han decepcionado personas que jamás pensaste que lo harían y otras, de las que no esperabas nada, te han sorprendido estando a tu lado en los momentos más difíciles. Has hecho cosas que jurarías que no harías jamás y has dejado otras que pensaste que jamás dejarías de hacer. Eres selectiva en tus batallas y aprendes a priorizar lo que realmente es importante por encima de otras cosas que, con el tiempo, aprendiste que no tenían ninguna importancia. Sabes que la vida no es cuestión de grandes gestos sino de pequeñas cosas.
Con todo ello te das cuenta de que la vejez no es sólo un estado físico. También es una cuestión de actitud. Y a pesar de mi estado físico y mis achaques tengo unas ganas locas de vivir. De mirarme al espejo y sólo ver canas y arrugas, de reunirme con los amigos y, después de hablar de los achaques de cada uno, seguir planeando salir, quedar, conocer. De hablar con mi gente de nuestros recuerdos, de los pasados y de aquellos que debemos forjar en el futuro y de reírnos de esos chistes absurdos que tanto nos gustan hasta decir basta, hasta que se nos caigan los dientes o tengamos que salir a bailar con el andador. Seguir disfrutando de una puesta de sol, seguir teniendo ganas de cometer locuras , de repente montarme en un columpio y volar y disfrutar por conocer sitios nuevos y viajar y nuestras partidas de mus…Ganas de vivir, de exprimir la vida hasta la última gota. Aunque físicamente no aguantes tanto como antes y llegues a casa agotada, te descalces, te quites el sujetador y pienses:” Estoy en la gloria, no necesito más”. Porque realmente no necesitas más. Un techo sobre tu cabeza, comida en la mesa, algún capricho de vez en cuando, tu familia y buenos amigos. No necesitas vivir en una mansión, ni joyas ni coches porque tu mayor riqueza sabes que se encuentra en las personas que te rodean. Y a pesar de los achaques, de las pastillas, si tienes las ganas de seguir viviendo podrá envejecer tu cuerpo pero nunca lo hará tu corazón. He conocido viejos de veinte años y jóvenes de 80. Si decides ocupar tu tiempo libre en cosas productivas que te gusten como leer, escuchar música, escribir, ayudar, si tienes ganas de ver crecer y madurar a tus hijos te dices a ti misma: “no puedo envejecer, no tengo tiempo. Seguiré cumpliendo años y feliz. Porque cumplir años es un privilegio negado a muchos”. Para mí cada nuevo año que cumplo es un regalo que acepto encantada con humildad y gratitud. Un año más. ¿Los próximos? Cincuenta y cuatro. ¡Chin, chin!.


PEZ DE PECERA

«HACERSE VIEJO ES UNA PUTADA»

Una vez alguien me dijo una verdad “hacerse viejo es una putada”.

Fueron sólo cinco palabras a las cuales no presté mucha atención pero las almacené en mi memoria sin darme cuenta de lo que realmente significaban.

En mi juventud disfruté como cualquier persona puede disfrutar, sin pensar en el futuro, sin prestar atención a los pequeños detalles que importan de verdad. Me dejaba llevar por el momento y la improvisación que marcaron esos días. Pues si la gente dice que el tiempo da sabiduría y serenidad, yo digo que el tiempo lo que da es monotonía.

Pasados los años, formé una familia y mis momentos de improvisación pasaron a planificaciones meticulosamente cuadradas. El paso del tiempo se hizo más secuencial con los trabajos de otoño para la guardería de los niños, la navidad con sus representaciones, la pascua, ver como podíamos organizarnos en verano y pasar otra vez al otoño para recoger de nuevo las hojas del suelo que debíamos llevar colegio. Así un año tras otro. Esa era mi rutina, mi monotonía, mi tranquilidad. Todo parecía igual pero mis hijos dejaban poco a poco de ser pequeños. Yo intentaba aprovechar hasta el mínimo detalle; una caricia, un “mami no sabes cómo te quiero”. Quería abrazar, quería como una ilusa atrapar el tiempo entre mis manos.

Llegó un momento en el que mis hijos dejaron de recoger las hojas del suelo. Un momento en el que las canas se añadieron a mi rutina junto al osteópata y mi desconocido suelo pélvico que me impedía correr en un semáforo rojo sin evitar el desastre. Un momento en el que con 40 años me plantee la posibilidad de haber pasado el ecuador de mi vida. Las primeras generaciones desaparecieron y pasaron el testigo a la generación de mis padres. La enfermedad y la muerte empezó a merodear al mi alrededor. A veces lo hacía de manera lógica y secuencial. Y otras, simplemente sorprendía. Sentía estar en una isla, afortunada. Empecé a tener miedo de que un día me pudiera llegar a mi o a los míos ese momento que, irremediablemente, tenía que llegar. Empecé, de manera extraña, a ser consciente cuando realmente la muerte siempre había estado allí. Curioso tener que verme en esa situación para ello pues si uno lee un poco en retrospectiva puede ver a autores como Séneca o Virgilio que nos gritan eso. Que el tiempo pasa y debemos aprovechar el momento. Pero nosotros estamos sordos.

Nos quedamos solos de nuevo mi marido y yo en casa. Mis hijos se marcharon. Yo orgullosa de su independencia no supe, en un primer momento, que hacer con el tiempo que de repente me sobraba. Y esas palabras “hacerse viejo es una putada” surgieron de mi subconsciente. No me quise doblegar. Iba aprovechar que todavía al levantarme por las mañanas no me dolía nada.

Un día me llegó el testigo de la primera generación y lloré como la niña que aún conservo dentro de mí, lloré por quién me dejaba y como me dejaba. La jubilación, el acto oficial en el que uno deja ser útil para esta sociedad, me sorprendió por lo rápido que pasa el tiempo. Poco a poco mis decisiones, mis opiniones pasaron a segundo plano hasta llegar a un punto que no pude decidir más en mi propia vida. Me quedé sola en casa y el miedo se hizo serenidad. Ya sólo era una espera. Mi día a día no podía dar más sentido a la palabra monotonía. Levantarme y tomar las pastilllas, paseo matutino, comer y de nuevo las pastillas, siesta, un rato de televisión en el sofá, de nuevo las pastillas y otra vez a la cama hasta un nuevo despertar. Según pasaban los días cada vez tomaba más pastillas y podía hacer menos cosas convirtiendo esa monotonía cada vez en más monótona. Por la tarde en el sofá, mientras paseaba entre mis recuerdos, dando gracias de lo que había vivido, no podía evitar pensar en esas cinco palabras “hacerse viejo es una putada”.


LUCIDECES ROMUALDO RAMÍREZ

¿QUÉ TE PASA ALFREDITO?

– Voy ahora mismo. – cuelgo el teléfono.

Me cago en todo. Llevo toda la puta semana currando, llevo toda la puta semana esperando mi puto día libre de mierda, sí, solo tengo uno y ahora esto.

¿Querías pasar un día tranquilito? Pues jódete Alfredito. Me cago en el abuelo. No ha podido elegir otro día. No, ha tenido que ser hoy. Justamente hoy cuando se le vaya la pinza. Me cago en todo. Me cago en su puta madre.

Me miro al espejo. Me fijo en mis ojos y en mi nariz. Bueno, es lo que hay.

Salgo de casa dando un portazo. Seguro que los cabrones de mis gatos se han asustado. Que se jodan. Ellos no curran… yo sí. Tengo una amiga que le gustaría ser vaca, pues a mí me gustaría ser gato doméstico. No te jode.

Me pongo el casco. Arrancó la moto. Salgo derrapando. Toca abrir gas y frenar lo más tarde posible. Eso es lo único que hay que hacer si no quieres perder ni una sola pizca de tiempo.

Me agobio. Pienso que llegaré tarde. El abuelo una vez me dijo que mientras montas una moto no es bueno ir pensando en cualquier otra cosa que no sea la carretera.

Intento concentrarme. Pero no me resulta fácil. Por un momento recuerdo el día que me regaló su moto, la misma que ahora voy conduciendo.

Llego a su casa. Veo que las puertas están abiertas.

Entro dentro. Se oye gritar a mi abuelo en la planta de arriba.

Rápidamente subo por las escaleras. Me dirijo a su dormitorio.

En la puerta está mí primo Marcos con la cara blanca.

Dentro veo a mi hermano Antonio con una cara de susto que no puede con ella.

Y por último el abuelo subido a una silla al lado de la ventana.

– A ver si os enteráis de una vez, que yo ya no valgo para nada, vuestra abuela lleva muerta dos años, coño, pero qué suerte tiene mi querida amada que no tiene que aguantaros…

– Abuelo… – intento interrumpirle…

– Ni abuelo ni leches, te callas y escuchas o si lo prefieres te largas Alfredito… que yo sepa no te he llamado, que yo sepa no he llamado a nadie, pesados, que sois muy pesados…

– Llevas razón, pero bájate de la silla y así te escuchamos todos tranquilamente…

– Que no me voy a bajar de la silla, que nadie me puede obligar a seguir viviendo, que no quiero que llegue el día que os tengáis que turnar para limpiarme el culo o bañarme como si fuera un niño…

– ¿Qué dices? pero si estás perfecto…

– ¿Perfecto? pero si ya no puedo montar en moto y me duelen todos los huesos, que no quiero, que no quiero ser un lastre para vosotros… Os quiero, os quiero mucho, daré un beso a la abuela de vuestra parte… ¡Adiós muchachos!

– ¡Abuelo no!

Pero el abuelo sin vacilar se lanza tras la ventana.

Su nieto Marcos se lleva las manos a la cabeza y me mira fijamente con los ojos como platos.

Su nieto Antonio se vuelve y se tapa los ojos con las manos.

Yo les miro y miro la ventana. Miro la ventana y les miro.

– ¿Qué hacemos? – termina preguntando Marcos.

– Yo no quiero verlo…. – responde rápidamente Antonio.

– Habrá que llamar a casa… – propone mi primo.

– Y a la policía… – añade mi hermano.

Sin decir nada, salgo de la habitación. Empiezo a bajar las escaleras lentamente.

Creo que estoy en shock.

La hostia puta. ¿Qué puta mierda es ésta?

Eso sí, con dos cojones y un palito. Sí señor. Qué huevos más grandes tenía el abuelo.

Me doy cuenta que utilizo el pasado por primera vez al pensar en él.

¿Pero tan pronto? Pero si estaba perfecto.

Me entran ganas de llorar de repente. Me cuesta respirar. Siento que me ahogo. La vista se me humedece. Siento por fin como una lágrima logra deslizarse por mi mejilla…

Pero sigo descendiendo los peldaños sin querer llegar nunca al patio y descubrir a mi abuelo reventado en el suelo.

Pero los peldaños se agotan.

Me dirijo hacía la puerta y entonces me detengo en seco.

– ¿Qué te pasa Alfredito? Parece que acabas de ver a un muerto. Tienes que probar la colchoneta elástica que me han regalado tu primo y tu hermano. Seguro que es más divertido que meterte en casa solo tantas rayas. Por cierto, esto te pasa por no querer pasar tu día libre con nosotros.

Mi abuelo se acerca y me da una palmadita en el hombro.

De repente estallan risas y carcajadas a mi alrededor a miles de decibelios.

Empiezo a sentir dentro de mí unas ganas terribles de reventar cráneos.

Pero solo logró pronunciar:

– No tiene gracia, era mi día libre, os voy a matar a todos. No soy un puto cocainómano.

– Claro, claro… – dice mi primo.

– Por eso ahora el abuelo se tiene que tirar por la ventana para que el señorito venga a verle… – añade mi hermano.

– ¿Qué te pasa Alfredito? deja que te ayudemos hombre, siempre hemos sido un equipo. – suplica mi abuelo.


LUISA VÁZQUEZ

«Memoria de cristal»

Que pesada es mi hija. Me ha repetido como 20 veces las mismas cosas antes de irse.
Se ha levantado antes para llevar al colegio a ese niño que recogió de la calle el otro día y que se empeña en llamarme abuelo.
Apareció con él de la mano, todavía llevaba colgada la mochila con los libros. Cuando le pregunté quien era me dijo que mi nieto. ¡Se cree que soy tonto!. Yo no tengo nietos, soy joven hasta para ser su padre.
Quizá Julia también la recogió a ella y me dijo luego que era nuestra hija. La verdad es que, a veces, su cara me es totalmente desconocida pero bueno, si todo el mundo está convencido de que lo es, será verdad.
Por cierto que hace unos días que no veo a Julia. Esta mujer se va a visitar a su hermana y tiene la mala costumbre de no avisarme. Ya me lo decía mi madre: “no te cases con ella que es muy desordenada “.
Se va y me deja con esta chica, que dice que es mi hija y que no para de darme ordenes. Hace un rato mismamente: “te he dejado la ropa encima de la cama. Ponte el jersey, hace frío. Parece que va a nevar”.
Se cree que me va a engañar. Yo sé perfectamente en que mes estamos y sé que es verano. Lo que pretende es que me muera de calor. Tengo que decirle a Julia que, si realmente es quien dice ser, la está educando muy mal. No puede faltar al respeto así a su padre.
Julia, ¿dónde estará Julia?. ¡Ah, bueno! Se habrá ido a la compra.
Por supuesto no le hice ni caso a esa chica. ¡Un jersey y en agosto, vaya idea!.
Me voy a poner aquella camisa de cuadros y manga corta que Julia me regaló para mi cumpleaños y que es tan fresquita
Julia…¿dónde estará Julia?. ¡Ah, ya me acuerdo! Dijo que iba a visitar a su amiga Pilar.
No me gusta Pilar. Se ha divorciado hace poco y le mete ideas raras a mi Julia en la cabeza.
“Papá, te dejo el almuerzo preparado en la cocina”, me dice la chica. Pero no hay naranjas. Mira que le he dicho veces a su madre que son buenas para prevenir los catarros. Pues nada, ¡Ni caso!.
Me voy ha acercar al mercado a comprarlas. Ahora que recuerdo Julia me dijo que se iba ha hacer la compra. La buscaré por allí.
¡Coño, como es el ayuntamiento! Se pasan la vida de obras. Ya han vuelto a cambiar la calle. Te pasas dos días sin salir y, cuando lo haces, ya no reconoces ni el lugar donde vives!.
Que raro, la chica de la frutería me ha llamado Don Pablo, como si yo fuera un viejo. ¡Tan poco hay que llevar la educación a esos extremos!.
Primero me trata como a un viejo y luego como a un niño. Que si se donde voy, que si voy muy desabrigado, que si mi hija sabe que he salido solo… ¡Vamos, peor que mi Santa madre!.
La he despachado diciendo que me había enviado ella porque no quedaban naranjas pero luego, se ha sorprendido cuando sólo he comprado dos. Me ha pillado la mentira pero me da igual.
Ahora, su cara sí se ha convertido en un poema cuando le he preguntado si había pasado Julia por allí. Me ha dicho que no pero se le notaba que mentía. Tengo que hablar seriamente con esta mujer. Ya veo que yo tenía razón en sospechar de ese trato de favor que le daba el carnicero.
En fin, que cuando he salido del mercado con mis dos naranjas no recordaba si había ido al del Norte o al del Sur.
Deambulo buscando alguna calle conocida que me ayude a encontrar el camino a casa. ¡¡Pero no me suenan ni los nombres!! Seguro que me he despistado en alguna esquina. ¡Si es que no se puede ir pensando en otra cosa cuando buscas una dirección, pero Julia, a veces, me altera los nervios!.
Después de una hora andando tengo que reconocer que me he perdido. Es raro que nunca haya visitado esta parte de la ciudad. Debe ser nueva porque los edificios son muy modernos.
Resígnate Pablo, vas a tener que preguntar a alguien.
¡Dios mio, la educación se está perdiendo! ¡¡Pues no que le pregunto a un tipo por mi dirección y me mira como si hubiera enloquecido!!.
«Bajando recto, al final, a la derecha», y me tengo que creer que está tan cerca cuando llevo horas dando vueltas. Yo creo que si sigo en línea recta la encuentro seguro.
Vaya, se está haciendo de noche. No se como es posible que no haya encontrado mi casa todavía, la ciudad no es tan grande. Además, me duele pero tengo que darle la razón a la chica, debería haber traído una chaqueta, ¡tengo mucho frío!.
Hace rato que los edificios han desaparecido y solo estoy rodeado de árboles. Tengo hambre y estoy muy cansado. Creo que me sentaré en esta piedra, me comeré las naranjas y esperaré a que se haga de día. Aunque, creo que si me tumbo un rato en ese lecho de hojas tan apetecibles tan poco va a pasar nada, tengo sueño, mucho sueño.
¡Mira mamá, está lloviendo algodón de azúcar!. ¡Muchas gracias por traerme a esta feria tan fantástica!. ¡Claro que te doy la mano!. Hoy me voy a portar muy bien y voy a ir contigo donde me mandes sin protestar. Te quiero mucho mamá y ¡como te echaba de menos!.


LOLY BÁRCENA HUMANES

Subo corriendo las escaleras de la hoy a la fuerza es tu casa esperando anhelando, con la ilusión de un niño, que estés ahí para mi, para regalarme tu sopa de pollo» para que entones tu cuerpo , que los de Madrid la necesitáis», pero no estas donde siempre, y en tu ventana solo se puede ver el mar, ya no hay sopa. Te fuiste lejos, pero estas a mi lado. Te hablo pero mis palabras son solo susurros,no consiguen hacerte llegar mi deseo. Te amo pero mis caricias se pierden en una piel que no me recuerda. Te doy mil besos por si mañana no despertaras sabiendo que no sabes quien te los da. Te llamo desde mi alma para que me oiga el vacío que hoy ya es la tuya. Me niego a rendirme aun sabiendo que ya no estás.


DAVID DURA MARÍN

La vejez , es eso que uno sabe pero no dice ,
es un sabor olvidado .
Una piedra al final de un camino, apartada evitando un tropiezo.
Es un cuento un día enfermo
Un vestido pasado de tiempo
con colores de nueva moda.
La vejez es una barba rascada por sabiduría
Carrera de medias , cosido de una vida
un columpio que empuja
guiando nuestras vidas…..


EMILY RUIZ

Calidad de vida

Ya ancianos, con una síntesis extraña
entre lo rápido que envejecieron
y lo lento que siguen envejeciendo,
tropiezan, cargan una concha
que amenaza con la ruina
de todo lo que creen que significan
y machaca sus intentos de seguir andando;
en ese momento delicado, el estado,
a través de su tentáculo, el seguro,
da un servicio justo a cambio del dinero
que la familia ofrenda a sus sabios:

El médico, amistoso y humanitario,
visita a los pacientes cada semana
en compañía de una enfermera
comprensiva que estira con caricias
los pellejos arrugados y musita:
No le va doler, respire hondo.
Aguantan en confianza, quietos,
largos minutos de amor fraterno,
la aventura de la vena que se escapa
de la aguja que se hunde,
hasta que conectan y se funden
en el lazo de lo obvio con lo secreto:
La enfermedad avanza.
En pago al afecto de los hijos,
en premio a la ausencia de gritos,
los peina, los acicala y los besa.
Mientras, el médico hojeó el resumen
técnico de sus vidas: El apetito modesto
en una mesa de ocho sillas,
si fueron puntuales con las pastillas,
si ensartaron con fe las vitaminas,
los antidepresivos y los antihipertensivos;
si se portaron bien o mal cambia la dosis.

Mamá opina que eso es calidad de vida,
medicina, progreso y economía de valores;
en vez de derrocharlos entre la familia,
prefiere que se concentre, se haga intenso
y termine en uno y para siempre.
Su hijo responde, clarividente,
con una estaca por espada,
que calidad de vida tuvo el abuelo
porque murió tranquilo en su casa.
Mamá se angustia como una niña
que ve a Gepeto siendo engullido
por un monstruo marino gigantesco.
Su hijo le saca el corazón a golpes
de preguntas retóricas y manifiestos:
¿Por qué lloras? ¿Por qué ahora
te conmueve más que cuando vivía?
Y mamá nada convencida
hacia un abrazo, al enigma
de dar vida a quien nos mata.


OLGA LUJÁN

PECADOS CAPITALES
¿Por qué tanto miedo os tuvimos? Temerosos nos alejábamos de vuestro lado bajo la amenaza del fuego eterno. Ahora sé que no es así.
Aquellos ignorantes pensaron que entre vosotros hallaríamos la perdición. Utilizaban en su discurso la veteranía que proporciona la edad, sin embargo la vejez nos trajo algo más. Sabiduría y experiencia. Pero no a todos, solamente a quienes probamos de aquellas mieles. Así supimos que cantidad debíamos tomar de cada uno.
De niños fuimos perezosos para más tarde aprender a madrugar.
La soberbia adolescente nos enseñó la humildad madura.
Aquel joven iracundo que exigía derechos sin cumplir sus deberes, dejó paso a la templanza del sosiego.
Pasaban los años y cuando, a veces, la conciencia se quedaba dormida, aparecían la envidia y la lujuria. Solían venir acompañadas de la gula, pero si alguno de ellos despertaba al entendimiento, desaparecían al instante.
¿Quieres saber cómo me siento ahora? ¿A mis años? No soy viejo. Soy sabio.


MARTA TORRES

Aun que su pelo se vista de blanco y su piel se llené de arrugas, aun que se marchite su corazón , aun qué parezca de nuevo un niño . Me encanta escuchar sus historias , me gusta su forma de ver la vida que pareciera nada le preocupa , pero en su interior todo le agobia , pero su Menté perturbada no lo deja pensar con claridad … Oh , mi lindo abuelo que siempre con un besó me despide.

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18 comentarios en «La vejez»

  1. Por cierto, y creo que sólo le va a interesar a mi conciencia, soy PEZ DE PECERA.

    No quiero que la gente crea que sólo escribo y no voto. Lo que no sé es cambiar el usuario de votación.

    Responder
  2. Aunque me hicisteis pensar en lo rápido que pasa el tiempo algunos, otros me hicisteis sonreir, mi voto absolutamente parcial, porque me hizo llorar mas que Emiliano,o que Lola e incluso lucideces, porque me hizo sentir que he de disfrutar a mis viejos ahora para echarles luego de menos, mi voto es para loly Barcena . Aupa la sopa de pollo y las uñas rojas!!!

    Responder

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