Caraduras

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir sobre «caraduras y sinvergüenzas”. Este ha sido el relato ganador:

GONZALO HAYA

10:45, hora prevista del coffee-Break. El minutero del reloj no mentía, era el momento preferido para hacer su aparición. Los movimientos estaban totalmente planificados, eran los años de experiencia los que habían perfilado cada detalle, cada mirada, cada palabra. Su actitud despistada nunca llamaba la atención de recepcionistas ni vigilantes de seguridad. Cabeza gacha, mirada perdida y rumbo al atrio, hall, salón o terraza donde tuviese lugar el coloquio.

Su primera víctima formulaba las palabras mágicas:
– ¿Qué desea tomar, señor?
– Café con leche templada y doble de azúcar, por favor.

Taza en mano, era un maestro del picoteo. Si encontraba bandejas de dulces las vaciaba en segundos, aunque sus favoritas , medias noches con jamón, se cataloguen como saladas. Saltaba de un grupo a otro, siguiendo la corriente de quienes conversaban y con la mirada siguiendo los movimientos de los miembros del catering.
Su apetito era grande pero siempre bajo el amparo de su sigilo y discreción.

11:00, faltaban 5 minutos para finalizar el descanso antes de continuar la jornada en el auditorio. Era también la señal de retirada, antes de que alguien apreciase que no era un cliente, un invitado, un compañero de profesión o incluso de trabajo.

Con la misma pericia con la que entraba, salía. Minutos después saltaban las alarmas “¿quien era ese?””¿conocías al tipo de la gabardina gris?”.

Nada se le resistía: Desayunos con clientes, jornadas de formación, invitados privados, hoteles, centros de convenciones, ferias..así forjó su leyenda Sevillana El Fantasma del Coffe-Break. Hizo de desayunar gratis un Arte que hoy en día perdura en la memoria, sobre todo en la de aquellos que pagaron sus fechorías.

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección

 

MARÍA RUBIO OCHOA

Antonio era un hombre moreno, corpuloso con un aire de chulería, sobretodo cuando se ponía el sombrero y pasaba por delante de sus vecinos. Los saludaba con arrogancia. Contaba con sus 40 años y vivía con sus padres en un pueblo montañoso donde el modo de vida era la ganadería de vacas de leche. Antes de comer pasaba por la cantina a tomarse sus chatos de vino y fantasear con palabrería fina logrando la mayoría de los días no pagar y que corriera a cargo de quien estuviera de contertulios con él. Más de una vez le penalizaron cuando sin avisar hacían el control de calidad de la leche que se vendía. Antonio la bautizada con algo de agua pero cuando le pillaban él hacía como si no hubiera pasado nada y aún levantaba más la cabeza y bromeaba.El hombre CARADURA que hacía a la Chita callando de las sullas ……….


SOLEDAD DEL MURO

Le habían dicho que para entrar a la política lo único que necesitaba era ser caradura. Que debía estar preparado para soportar las criticas y los insultos, que era probable incluso que le sacarían «los trapitos»al sol, es decir, que le ventilarían su vida privada pues ahora seria una persona pública.

Aún así aceptó. Nunca le importó lo que dijera la gente, era un caradura. Lo que le entraba por un oído le salia sin problemas por el otro y se bañaría a diario con aceite para que le resbalara todo.

Y fue así que ingresó al mundo de la política, dizque para ayudar al pueblo y ser la voz de los sin voz. Muchos no le creyeron y tiraron por el caño sus supuestas «buenas promesas» .
Siguió con su campaña pese a todo y contra todos, era un caradura ¿un sin vergüenza? No lo sé, ¡quien sabe! Pero cuentan que sigue muy activo en el sub mundo de la política y lo ven sonriendo a cuan ancha le da la boca y le importan un pito las habladurías de sus detractores ¡tiene pinta y madera de político! Y como no ¡si es un caradura!


PEPINO MARINO ERRANTE

CARADURAS, SINVERGÜENZAS, GENTE CON MUCHO MORRO.

-Rajeendra,* amiga: ¿me estás queriendo decir que tú, pese a ser nativa india adoptada a los once años de edad por padres españoles junto con dos de tus tres hermanos biológicos, pese a haber visto morir a tu madre biológica en Punjab… me estás queriendo decir que yo lo he pasado peor que tú al volver de India? ¿En serio piensas que soportar el choque intercultural y la desubicación de mi vuelta ha sido más duro para mí que para ti? ¿Te das cuenta de la barbaridad que estás diciendo?
-Tío, yo tuve una adaptación progresiva y feliz, llena del amor de la familia que me adoptó, tratándome como nadie me había tratado, haciéndome sentir completamente arropada por una comunidad nueva de la que tomé su lengua, sus médicos, sus colegios, sus libros… ¡joder! ¡Todo lo que necesitaba una niña de mi edad! -añadió con vehemencia-. En cambio tú no. Tú te fuiste allí siendo adulto, viendo cosas que yo nunca he visto, porque un niño no ve las cosas igual que un adulto y lo sabes perfectamente. ¡Yo nunca imaginé que allí pasan cosas como las que me ha contado Bidjulatta! ¿Tú crees que yo con once años veía padres vendiendo a sus hijos porque no tenían dinero para comer? ¿Tú crees que yo me daba cuenta del tipo de cosas que pasan allí? Yo nací en una familia de una casta acomodada. Vivía en una casa de tres plantas y mi padre gestionaba una empresa potente de transportes… Pero no me digas que tú, ya con una personalidad formada y un sentimiento de identidad, lo pasaste menos mal que yo al tomar contacto con la India real y al absorber parte de su identidad, teniendo que volver después a tu país de origen para nunca más poder sentirte de aquí ni tampoco de allí.
-Eso contó una vez en público una chica con la que estudié… nunca lo entendí del todo y ahora me está regresando a través de tus palabras. Ella salió de su país voluntariamente con dieciocho años para estudiar la carrera en un lugar que la centrara. Recuerdo que describía como “raro” años después, “no ser de aquí pero ya tampoco de allí”.
Se hizo un silencio natural. Fernando recuperó en su memoria los viajes en trenes indios. Recordó los frecuentes desfiles dentro de sus vagones. Aparecían fortuitamente los conocidos “niños perro”, cuyos ligamentos rotulianos son seccionados al nacer para destinarlos de por vida a mendigar reptando, con la esperanza por parte de las mafias que los explotan de obtener más ganancias en limosna que quien camina, al visibilizar una discapacidad atroz. Recordó la primera vez que vió “la versión niño ciego” de quien sin ojos, ofreciendo para vender juguetes en sus manos, camina descalzo y sin bastón por los vagones. Recordó los arrabales de Bombay y sus interminables y polvorientas vías de tren atestadas de personas que confundía con monstruos, porque el circo de los horrores no era un invento artístico. Recordó los cuerpos humanos inmóviles tendidos en el suelo. Recordó los carteles en el metro de Calcuta que aclaraban a los pasajeros “prohibido transportar cadáveres”. Recordó la paradójica raza humana y sus acciones, sintiendo rabia e impotencia al saber que si él estaba viviendo esto, era porque alguien lo permitía.

Volvió al presente. ¿Para qué iba a contarle todo esto a Rajeendra? Ella ya había tenido bastante.

*Existe, y le dedico este relato.


FELIPE IGNACIO

Estamos a su servicio – Caraduras.

Siempre recuerdo la vez en que me topé con el presidente. Le agradecí por sus aportes para nosotros, los más favorecidos, y me dijo con una cordial sonrisa: “estamos a su servicio, para mejorar su calidad de vida”. Tras dos años en que las estrellas son mi techo y el vino en caja mi estufa, es un chiste infalible sobre todo cuando lo imita el chueco y el pimienta nos contagia la risa a todos.


EMILIANO HEREDIA JURADO

EL HOMBRE Y LA TIERRA

Niiii no niiii, niiiii no niiiii, tum tum tum tum…(sintonía del “Hombre y la Tierra”)
En primer plano, aparece, sentado en una silla de campo, tipo tijera, con indumentaria de campo, esto es: botas fuertes de media caña, con calcetines gruesos blancos, de lana, sobre la pernera del pantalón multibolsillos, color caqui, un jersey de lana, con grecas, de cuello vuelto, y un chaquetón verde militar, con múltiples bolsillos, unos prismáticos de campo, colgando del cuello, y para rematar, un gorro de lana sin borla, verde obscuro; aparece, como hemos dicho, frente a la cámara, el doctor Félix Rodríguez de la Fuente.
-Queridos amigos, bienvenidos a éste nuevo episodio del “Hombre y la Tierra”, segundo capítulo de la serie la raza humana, dedicado, ésta vez, a una especie, dañina, para la sociedad humana. Hablamos, queridos amigos del temible:”fratem in lege vampire”, ó, comúnmente llamado, “cuñado vampiro”. Perteneciente a la clase Homo fraudator usus u hombre tramposo, especie de los iners, perezoso, familia de mariti soror, marido de la hermana, de la orden de los perfide, o pícaros, clase de los accommodatum, o acomodados. Tenemos, queridos amigos, a nuestro querido amigo E, que nó ha querido que se revele su identidad, por el temor a ser nuevamente, víctima del ataque de uno de éstos cuñados vampiro.
Cuéntenos, amigo, E, su testimonio, de la experiencia de convivir con uno de éstos especímenes.
El señor E, con la voz distorsionada, para que nó se le reconozc a por la voz, prodece a relatar su terrible experiencia, detrás de un biombo, sito al lado de la silla donde está sentado el doctor Félix Rodríguez de la Fuente.
-Buenas tardes, verá, el origen de mi desgracia, fue cuando la hermana de mi mujer, se casó, sin yó saberlo, con uno de éstos cuñados vampiro.
-¿y nó notó usted algún indicio durante el periodo de cortejo de éste ejemplar con su cuñada algo anómalo, algo que le hiciera encender las alarmas?.
-Verá, algo, sí que notaba, a veces, en los bares, cuando había que pagar, le entraban ganas de orinar, ¿sabe?. La primera vez, en mi inocencia, creí que era fruto de la casualidad, pero, tras ocurrir dicho suceso, todas las veces que coincidíamos en el bar, confirmé que era el típico caradura.
-Observen queridos amigos, cómo la anécdota narrada por nuestro amigo E, coincide con una de las características de ésta especie de cuñado vampiro, ante la ineludible responsabilidad de abonar el importe de las consumiciones en el bar, éste, raudo, veloz, se escabulle como la comadreja, entre el follaje del bosque.
-Más adelante, cuando me casé, las visitas de éste señor, que aún nó estaba casado con mi cuñada, a mi casa, eran esporádicas. Poco a poco, fueron periódicas de sábado a Sábado, la mayoría de los fines de semana. Me dejaba la botella de whiskey medio vacía, al igual que saqueaba la nevera, y lo que peor me sentaba, era que dejaba meado el rincón del wáter…
-Efectivamente, querido amigo, como los mapaches, gustan de la comida y bebida ajena, y sin darse usted cuenta, estaba marcando su territorio con su propia orina, en su propia casa. Estaba preparando, sin usted saberlo, de forma sibilina, como un ratoncillo de campo, su propio nido, para establecerse, de forma casi, definitiva.
-Cuando se casó, en la despedida de soltero, me hizo pasar la mayor vergüenza ajena, que he pasado en mi vida, bramando a toda tía del puticlub al que fuimos, era vergonzoso.
-Muy cierto, éstos especímenes, ante la presencia de hembra, hacen la berrea, como los ciervos, y gustan de impregnar con su olor de colonia barata y alcohol y su baba cayéndoles por la comisura de los labios, a toda hembra que se le ponga al alcance y, como curiosidad, le informo que en el acto sexual, son rápidos como conejos.
-La primera vez que me pidió dinero, para tabaco, confiado se lo di, y cuál fue mi sorpresa, que el muy sinvergüenza se fue al bar, a tomarse una copa a mi salud, después de sacarse el tabaco en la máquina expendedora, que es más caro.
-Queridos amigos, observen cómo a medida que nuestro amigo E, nos va introduciendo más relatos en su historia, poco a poco, vamos conociendo más, el comportamiento del cuñado vampiro, cómo va apoderándose de la vida de la víctima, que se ve incapaz e inoperante para reaccionar como, en este caso, que, como una urraca, coge las brillantes monedas, y se va volando al nido.
-Después, con el tiempo, perdí la noción de las veces que le presté dinero, para las causas más peregrinas, gás, agua, luz, comida para el niño…etc….y de la cantidad monetaria, que yá la he dado por perdida. Que, esa es otra. Mi sobrino, que lo quiero con locura, pero, ha estado más en casa ajena, que en la suya propia.
-Efectivamente, querido amigo, como el cuco, establece sus huevos en nido ajeno, para que el pájaro, propietario del nido, cuide a su cría.
-Lo peor de todo, es que ha estado mucho, mucho tiempo sin trabajar, ni ganas por hacerlo, viviendo como vulgarmente se dice “la dolce vita”, alimentándose de la comida de los demás…
-Como la temible sanguijuela….
-Por supuesto…y además, nó sé cómo lo hace, pero tiene según él, el mejor televisor, el mejor ordenador, piratea todas las teles, etc, es el mejor del mundo entero.
-Debe saber usted, señor E, que són como pavos reales, cuando más exhiben su cola, más importantes se creen.

-Ahora, llevo un tiempo sin saber nada de él, gracias a Dios, pero sé que me vigila, que está esperando a que baje la guardia, para atacarme, y la verdad, estoy desesperado.
-Queridos amigos, hasta aquí, el episodio de hoy, de el “Hombre y La Tierra”, en el que hemos querido mostrar, gracias al testimonio del señor E, de la peligrosidad y la nocividad del temible cuñado vampiro, y cómo éste, reúne ciertas características de algunas especies de animales. Muchas gracias, señor E, por su testimonio fiel, veraz, y, como último consejo, le recomiendo, mantenerse lo más lejos posible del ataque de su cuñado vampiro.
-Gracias a ustedes por recibirme.
Niiii no niii, ni no niiiiiii, tum tum tum tum (sintonía el “Hombre y la Tierra”)


 

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16 comentarios en «Caraduras»

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