Intuición – Miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «intuición». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 1 de julio! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

DIL DARAH

CARTA INTUITIVA

Se avecinan desastres
o tal vez mi mente está de jugarretas
pero antes de un nuevo fin
me despido en papel
que sienta mejor la letra que una firma.
Por tanto,
por teléfono, deseo muchas cosas,
como tu tiempo
y a seres humanos, grandes o pequeños:
Que sean felices y sanos.
Deseo ver que muestran agradecimiento,
con una sonrisa redonda, igual al pan que
tanto mencionamos, últimamente.
Se dijo -sigue ahí- que el amor no llena
ni entra por los ojos;
es el momento de la demostración.
Es el momento de acordarme de mi padre, ahora,
que no hay trigo ni pan,
y él me va a decir:
— Pero tú ¿qué pretendes
de mis setenta y cinco
siglos
y tres revoluciones?
Yo y muchos lloraremos, bajando la cabeza,
porque sí, duele la nuca cuando te agachas.
Hemos descubierto la gran verdad
¡Hay ciática!
Se muere y se sufre.
Lees y aprendes ¿no?
Y ¿cuándo tienes dislexia?
o cuando tu padre tiene un mundo,
tus hijos otro …
¿Y los amigos?
Pues ellos saben.
Intento- al estar en medio-
ayudar, pero la gente está agría de Séneca
y de Bukowski,
de agricultura y cambios en la RAE.
Chillo:
¡Es posible ser feliz, hostia!
Deja de reflexionar.
¿Me lo dijo Carlos en la costa de Madrid,
en una poesía diferente
tal vez?
Tal vez mi memoria engaña,
como un Matrix chungo y
en realidad, lo robé de David,
el que derribó un naranjo.
No sé distinguir ya
el veneno de la buena información
frente a los malos despertares.
Necesito jugo de zanahoriaaaaaaaaaaaa:
¿hay alguien que tenga,
zanahorias orgánicas y naturales,
en este mundo?
— No bebemos jugo de cosas raras y repetitivas:
contestan los seres humanos,
sacando la lengua roja de Xanax
o tal vez Marte alumbra.
Por tanto,
sí me preguntas que deseo,
un día como hoy,
es que:
No pierda la memoria,
ni mi trigo sano la genética sagrada,
que Jezabel M. pueda cultivar
millones de zanahorias mañas,
como prometía o añoraba,
años atrás.
O:
¡Qué Olga vea a Emiliano en Madrid!
y le parezca conocido,
o sigan queriendo,
ambos, a Pepino Fortunatus,
(dime que no contaste fallos,
no en esta poesía,
por favor)
y, en ética de la buena,
de esa sostenible, de blancas arrocerías,
digan que no se merece cualquier santa mezcla,
un buen jugo de aguas puras
a pesar de que no llegan las pobres
a ver el mar de cerca;
lo expresaba hasta mi madre, en gráficos,
que jamás podría retratar en lágrimas.
El mar nos muerde,
nos ingesta,
nos disuelve, en jugos de caracoles,
-tal vez sin cosmética-
y nos elimina,
con mucha felicidad.
Sí, hemos llegado a otro día de intuiciones,
y no llego a entender el Forum de Davos,
por tanto, dejemos la Viagra
para la Inteligencia Artificial;
que sueñe
suene
y repostee una idea
todo Cristo,
que también se ha descubierto hoy.
No entendéis:
¿Por qué no se lo cuento a la editora que aquí lee
o al papel, con experiencia?
Se llama Cris Moreno,
va en la meta descripción.
O, se lo puedo preguntar a Dr. Milagros,
el único que ha consentido hablar,
con un desconocido,
hijo de desconocida,
que vive en él sabe dónde y
apenas tiene tiempo de versificar,
no decir ganas
de escuchar más historias,
todas tristes.
Me gustaría escribir, sí,
pero, he de montar una guerra casera
para entrenar un poco la levedad del cuerpo
o retratar jardines;
igual este verano,
con un poco más de hojas de periódico,
o giga bits rentables.
No tengo nada en contra del mass-media
ni del mundo:
— Os adoro.
Pero, se necesitan más que flores y abejas;
hay patatas, girasoles,
y hasta soya sin modificar.
En mi terreno lluvioso caen drones,
y no sé lo que sucede en la costa de Valencia
no lo sé…
Siento que no se entienda mi idioma
en Japón,
pero os quiero a todos.
No olviden, por favor,
que sois el mejor libro
y jardín paradisiaco.
Para acabar, sabed esto:
He conocido al verdadero Milton,
y no está perdida la intención,
sigo diciendo
que llegas a él intuitivamente,
hasta en taxi.
I always forget Bukowski though…

MARÍA DAVID

<<-Puta bruja; ¡qué asqueroso!>>
Y allí fue cuando, Valeria, supo que su
intuición nunca le fallaría.

MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

Tuve el presentimiento de que mis padres no iban a aceptar a Eduardo como pareja de su amado hijo.
Estaba claro que la honestidad de mis padres cuando me presentase en el pueblo acompañado de Edu iba a caer por el suelo.
Más había que solucionar el problema y de la mejor manera era discutir si era preciso con los que me dieron la vida cara a cara el hecho de amar a otro ser idéntico a mi mismo.
Al rededor de la mesa se inicia la presentación de aquel que ocupa mi corazón.
Cuál mi asombro a la compresión de mis padres.
Nuestra corazonada al verte nacer nos llevó a la lucidez de la persona que hoy eres.
Un hombre bueno, inteligente y con un hardor de amar de apego…

BENEDICTO PALACIOS

Paseaba una tarde por la ladera de un bosque tupido y rebosante de vida. Había llegado la primavera y los regatos henchían, las mariposas volaban, cantaba un ruiseñor, piaba un mirlo. Cuanto me rodeaba, compulsaba instancias de energía y profusión. En una pared que bordeaba el bosque crecía la madreselva y semioculta entre sus infinitas hojas verdes esta leyenda escrita en piedra: aquí apareció la mora encantada.
Me disponía a arrancar unas hojas para hacer más visible el anuncio, cuando apareció de pronto una niña de unos once o doce años.
—¿Qué hace? No lo toque si no quiere morir. El cura que se reía de esta leyenda murió poco después.
—¿De qué leyenda me hablas?
—Hace muchos años apareció un mujer guapísima, a la que llamaban mora. Llegó hasta aquí surcando el mar y se quedó a vivir en el bosque. Y todavía hoy transita por él. Yo la he visto y me sonríe, pero tiene la mirada triste.
—¿Le has preguntado por qué?
—Me ha respondido que está triste porque perdió el amor.
—A lo mejor es pura fantasía. Tú te lo has soñado.
—Si usted lo dice, pero yo creo que es de verdad, la presiento, se acerca y me habla. Los hombres no entienden de estas cosas. ¿Cree usted en el amor?
Me quedé tan plano como la piedra donde se asentaba aquella frase de la mora. Tardé en reaccionar.
—A ver, se vive mal sin nadie que te quiera.
—Pues lo mismo le ocurría a la mora encantada. Lo sé, lo percibo e intuyo. Si la conociera como yo, diría lo mismo, porque hay cosas que no están al alcance de los ojos.
Me fijé en los suyos, eran grandes y azules y tan profundos como el mar que surcó la mora.
—Entonces no se la puede ver. Me gustaría, mucho.
—Yo la veo con los ojos cerrados, yo la siento. Lo aprendí de mi madre que era una mujer muy intuitiva. Ella me explicó que lo mejor no se ve con los ojos sino que se intuye a través del corazón.
Pues ¡hurra! ¡viva! la intuición.

ALBERTO MEDINA MOYA

No se lo había dicho a su marido, ni a su hijo, a nadie. Dentro de unos minutos llegaría su turno en la ventanilla y haría valer el décimo premiado. No estaba segura de cuál iba a ser la cantidad final, pero sí que era un buen pellizco, lo suficiente como para zanjar la vida laboral de su marido y ella.
Jugaba a imaginar las caras de sorpresa cuando les dijera que, llevada por una intuición, se le ocurrió comprar lotería y resultaba que ahora eran millonarios.
La siguiente era ella. Tenía el billete en la mano y, de repente, sintió que algo no andaba bien. Ya tenía delante al lotero esperando que ella hablara, cuando se encontró agarrando el papel con las dos manos y rompiéndolo en trocitos una y otra vez. Después los cogió todos y los arrojó en una papelera antes de salir.
Al volver al coche apoyó los brazos y la frente en el volante. No podía creer lo que había hecho. Los pensamientos la asediaban. Que si el dinero era malo, que si traería problemas, que si acababa de desperdiciar la oportunidad de su vida.
Levantó la cabeza y se quedó atónita al ver una bella mariposa que se había posado al otro lado del parabrisas, justo delante de ella. Durante varios segundos sintió que la miraba mientras movía lentamente las alas, y finalmente echó a volar, dejándole una sonrisa y llevándose todas sus dudas.

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Roberto tenía un don, el de la intuición. Siempre que intuía que algo iba a pasar, pasaba, vaya si pasaba.
Su última premonición acertada fue la llegada del nuevo virus, conocido con la palabra con la que Roberto la había bautizado y había viralizado, el «coñonavirus».
Lo peor era que seguía teniendo el palpito de que una nueva enfermedad se acercaba rauda y veloz poniendo en riesgo la existencia de la humanidad…
Roberto había sido acusado en su día de conspiranoico, pero al ver que sus predicciones se iban cumpliendo, le tenían ya como a una especie de pitoniso, ganando una fama y popularidad inusitada.
Continuará.

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

INTUICIÓN
La intuición carente de razón, inventa un posible acontecimiento que, se dará en razón de la sinrazón, al ser esta última, la razón primera de la intuición.
—¡Qué razón tienes Clotilde!…Sin ir más lejos, ayer mientras miraba el cielo vi una nube que corría tras un perro…y seguidito pensé: «intuyo que si da caza al perro, lloverá a raudales», ¡Mira la que ha caído!, empapaito hasta los huesos llego con los pies anegados en sendas piscinas y la ropa pegada a la osamenta… a mí la intuición nunca me falla.
—Pues a ver que dice tu olfato sobre esa afición a lanzarte en paracaídas. ¿Has preguntado a esa facultad clarividente tuya si en alguna ocasión el artefacto pueda llegar a fallar? Mira, a mí es que me gusta anticiparme a los acontecimientos y si he de ser viuda que no pille el toro; es conveniente tener las cosas de la intendencia bien atadas. Por lo demás, puedes seguir adivinando el futuro, total, si no se cumplen tus designios al menos andarás entretenido en esas lides y no darás por culo con otras nimiedades.
Los fines de semana eran sagrados para Baltasar y su cuadrilla. Se juntaban en el hangar donde desde hacía años practicaban el salto -hasta el momento inmortal- en paracaídas…
¡Para caída la que ese día se saltó la intuición de Baltasar a la hora de prevenir la que se avecinaba!
La percepción y olfato se largaron de juerga y Clotilde hubo de comprarse un vestido negro a la carrera y prepararse sin intuición alguna para la nueva vida que el destino, poco intuitivo, le tenía reservada desde el mismo momento en que a Baltasar, confiado en su clarividencia, olvidó accionar el botón de puesta en marcha del paraguas volador.
La intuición no es buena consejera. Se aconseja por ende tener un segundo plan de acción en la mochila, por si las moscas…

ROSA MARÍA VERDULLAS FERNÁNDEZ

Intuición es esa vocecilla interna que casi siempre no le hacemos caso porque no nos conviene,porque estamos empeñados en que las cosas sean como nosotros queremos,no como lo que son en realidad.Aveces aparece como un estruendo,un relámpago y nos empeñamos en seguir sin hacerle caso.La vida misma me lo ha enseñado.

MELISSA CALVO

Te sientas a ver pasar la vida y pensar. Si pensar porque tienes que soportar a esa amiga de toda la vida, que no ha hecho más que envidiarte y darte sermones interminables de su gran sabiduría. Será que te gusta sufrir, que te gusta aguantar hasta el cansancio, o simplemente prefieres estar presente, con tu mente en otro mundo. Si otro mundo, que te haz imaginado donde puedes ser tu misma y estar feliz aunque ella esté parloteando todo el tiempo de sus grandes aprendizajes, que simplemente te resuenan alla a lo lejos, pero que no escuchas realmente. Esa intuición maravillosa, que te permite aislarte en otro mundo paralelo que solo tú habitas, que te permite flotar en el paraíso de tu mente, crear tu lugar mágico, que supera toda frustración, aunque siga por muchos años intentando intrometerse en el sin haberlo notado.
Al fin quien es más sabia, quien vive parloteando su sabiduría o quien vive en su propio mundo mágico creando su propia ilusión y fantasía, al fin esa intuición maravillosa ganó la partida de la vida. Vuelves a pensar, si pensar que a nadie haz de soportar y salvas a toda costa tu mundo mágico.

RAQUEL LÓPEZ

Me perseguía implacablemente, era como un sexto sentido, pero que yo ignoraba por completo porque siempre se imponía la razón.
Esa voz interior que nos avisa y nos visualiza en milésimas de segundo lo que va a ocurrir..
.. Cuando estaba con Alex, sentía que las cosas no marchaban como siempre, notaba que la relación entre los dos se enfriaba cada vez más. «Tendrá a otra mujer» decía mi intuición.» ¡No, no lo creo!» contestaba mi razón.
Y así, pasaba el tiempo, nuestra relación seguía igual y negaba que tuviese una vida paralela a la nuestra,asi que seguíamos viviendo la misma monotonía.
Llevaba como dos semanas, recibiendo cartas, sin remitente en las que siempre decía lo mismo:
«confía en tu intuición»..
¿De quién se trataba? nadie sabía de mí vida ni tampoco le hable a Alex sobre esas cartas.
Una mañana, decidí seguirle, cansada de dar tantas vueltas a la cabeza, me sentía ridícula, hacia espasmos de negación, estaba dispuesta a marcharme cuando les vi salir, agarrados de la mano y besándose.
Esta pesadilla habría acabado antes, si hubiese hecho caso a las señales que me enviaban en esas cartas..
Meses después, nos separamos y recibí de nuevo otra carta en la que decía :
«Te lo advertí» Atentamente, TU INTUICIÓN..

IRENE ADLER

CON RECETA MÉDICA
332 a. C.
Imagínense…
Por aquella época, estudiabas medicina con un tal Galeno y un tal Hipócrates, que lo reducían todo a humores malignos y humores benignos, y a puñados de sanguijuelas que se te pegaban a la piel con más eficacia que el Loctite.
Y ya ven, el mundo ha cambiado desde entonces en poco más que una letra: de humores a tumores. Y sanguijuelas sigue habiendo. Y si me apuran, más gordas.
Ese año del 332, andaba Alejandro Magno, muy ocupado asediando Tiro, bonita ciudad mediterránea, mercantil y soleada, en la costa del Líbano. Imagínense… Aquí las cosas tampoco cambiaron mucho, hasta hace dos días, la misma murga con los israelíes, los sirios, los jordanos, los Amal, Hezbollah, los cristianos maronitas y los palestinos. Osea, los mismos perros con distintos collares , o la misma mierda, con distintas armas.
Al principio, todo era folclore y jolgorio. Mucho jiji jaja, venga, señores, un poco más de brío que tengo reserva en Bussines Class de Iberia para Egipto y ya llego tarde, coño. Mucho, no te apures, Alex, que ésto lo despachamos en cuatro días, con el We Will Rock You de Queen sonando a toda hostia, día y noche, en el campamento macedonio por aquello de animar a la tropa. Igualito que cuando Carapiña se atrincheró en la embajada del nuncio español en Panamá, y los americanos los atronaron con el Born in the USA de Springsteen, entre novenas y Ave marías, con más sorna que saña, todo hay que decirlo. Osea, mucho sexo, droga y rock and roll, hasta que la cosa empezó a alargarse y Alejandro empezó a mirarse con impaciencia el carísimo Patek Philipp de la muñeca. Un regalo de Barsine, que lo consentía como si fuera un gigoló.
Tiro se resistía y Alejandro se cabreaba. Y ya lo decían las leyes de la física y aquel fulano, Newton, con su peluca ridícula : a mayor resistencia, mayor cabreo. Y claro, el chaval, que cuando se enfurruñaba, bebía, y luego se iba al curro con una resaca de su puta madre, acabó recibiendo un lanzazo en el hombro que casi lo descoyunta. Se le va el deltoides a tomar por saco, sangra tanto, que da grima verlo, y cuando Parmenio y Clito «el negro» intentan llevárselo a rastras hasta la retaguardia, él les monta un pollo y una pataleta de las suyas, tan famosas. «Que me dejéis, tontos del culo, que puedo pelear con el otro brazo, que si no me soltáis ahora mismo, os monto un consejo de guerra que os váis a cagar, estáis los dos despedidos, por imbéciles, no, mejor, os degrado y os pongo a limpiar letrinas lo que me queda de guerra. De aquí hasta el Kurdistán, os lo juro por el ojo bueno de mi difunto padre». Y así hasta la tienda real, que hay un trecho. Pero Parmenio y Clito, ni caso, oiga, que por algo le cambiaban los pañales, y los berrinches tontos del chaval, se los conocen de sobra, y son de manual.
Ya en la tienda real, alguien pide vino y vendas, por ése orden. Y que venga el médico.
Y entra Filipo, el médico, con esa cara de susto que tiene, el pobre. Se planta frente al rey, ya borracho y vendado, en ese orden. Filipo tiembla. Mala cosa para un médico. Alejandro se ríe. Parmenio, que por edad y cicatrices, y desde la muerte del padre ejerce un poco de visir y un poco de nodriza, le dice algo al rey al oído, así, entre nos. Y la sonrisa se le congela al macedonio en esa carita de querubín celestial que tiene. Si midiera tres centímetros más de lo que mide, parecería un arcángel, pero con esa estatura, se nos queda en querubín, cosas de la biología, o vaya usted a saber. Filipo sigue temblando y dice alguna memez sobre que si el rey no se toma cierta infusión homeopática de dudosa composición y aún más dudosa procedencia, pues igual se queda manco para toda la vida. Igual, que no es seguro, pero es posible y muy probable, y sigue así un rato, indeciso, haciéndose la voz y la picha un lío, mala cosa para un médico. Dice éso y se pone muy pálido y traga saliva haciendo glup glup, y empieza a contar hasta diez, a ver cuanto tarda el rey en arrancarle la cabeza con el brazo que le queda. Que es de dominio público que borracho, herido, y cabreado, Alejandro es impredecible como un toro de Miura. El tembleque se acentúa, tintinea la copa en manos del médico, se derrama un poquito de la infusión dudosa y homeopática sobre la alfombra, y todos miran al suelo, con disimulo, por ver si el líquido se comiera la urdimbre de Samarcanda como el fósforo blanco, o, en otro orden de cosas, como la sangre del bicho de Alien, haciendo sssshhhh, y dejando un cerco de babas humeantes. Todos, menos Alejandro, que ha inclinado la cabeza, en ese tic místico y habitual, y mantiene la mirada bicolor clavada en el rostro cerúleo de su asalariado. «Aquí el amigo Parmenio, dice que eres un traidor al servicio de Darío, que te ha pagado para que me envenenes con esa mierda. Pero mi intuición me dice que no. Y si tengo que escoger entre mi intuición y las paranoias de Parmenio, pues en fin, escojo mi intuición, que si van a ponerme Magno de sobrenombre, que al menos suene a soberbio y no a coñac.»
Y antes de que Parmenio o Clito» el negro» reaccionen, le quita a Filipo la copa de las manos, y se bebe de un trago la mierda homeopática y dudosa. Que por algo es un alcohólico profesional, y al final, lo de Magno, le vino al pelo por ambos lados.
Filipo se derrumba sobre la urdimbre de Samarcanda de la alfombra, porque la tensión nerviosa ya no le sostiene las piernas, y es un pelín tarde para salir corriendo, tirarse al agua, y nadar sin parar hasta llegar a Rodas, o a Rhode Island.
Parmenio le da al chaval unas voces impresionantes, conminándolo a escupir o a vomitar, queriendo sin éxito meterle dos dedos en la garganta, más nodriza a veces que visir, se dice Alejandro, haciéndole la cobra, que tiene cojones. Clito «el negro», que se había apostado en la puerta a hacerse la manicura con la espada corta de la caballería, se ha puesto blanco del trago y del susto. Y por un momento, se ven todos repentinamente huérfanos y ojipláticos, con la boca abierta y la mano imantada a los cromados del coche, como los escoltas de Kennedy en Dallas, viéndolas venir, sin verlas.
«Hala, ya está. Me voy a echar la siesta. Parmenio, si no despierto a éso de las siete, a éste me lo ahorcas, (y señala a Filipo con un dedo). ¡Todo el mundo fuera, coño, que tenéis que asediar una ciudad!»
¡Virgen Santisísima! piensa para sus adentros. Intuyo que estos tres idiotas, no me van a llegar vivos al Indo.

REBECA FS

Pues en mi opinión, la intuición es altamente proporcional a la autoestima y experiencias vividas dentro de la inteligencia individual y social.
De saber rodearte de la gente que te quiera con tus errores, depende seguir caminando en el mismo camino.
Pero hasta que TÚ no aprendas, no saldrás del laberinto de pensamientos (o del camino de siempre). Y para eso, hace falta un «darse cuenta».
Afortunadamente, todxs hemos sido niñxs, y todxs hemos tenido problemas que han hecho muchas veces romper nuestra burbuja.
El tiempo hace que volvamos a llenar el pompero de agua y jabón.
Y aquí lo dejo que me toca partir melón.

ALEXANDRA MARTA IONA

Nunca me hubiera imaginado que lo nuestro iba perdurar en el tiempo. Al principio parecía una alucinación por dormir con los ojos abiertos. Sin embargo, llevamos años compartiendo frigorífico y placa de ducha.
Como cada sábado, ella se encarga de hacer la compra semanal y yo empiezo a limpiar.
Después de pasar la aspiradora, entro en su cuarto para vaciar el cesto de la ropa sucia.
Desde hace tiempo Ruby se muestra algo más pensativa de lo normal. Tiendo a pensar que vuelve a estar metida en algo turbio. Me niego a visualizar una vida sin ella. Nosotras desde el primer día nos lo hemos contado todo, lo sabíamos incluso antes de que pasara, sea por ella o por mí.
No he podido evitar fijarme en el cajón entreabierto de su mesita de noche. Suelto la ropa de vuelta al cesto y me siento en el filo de la cama. No quiero invadir su espacio, pero no estoy acostumbrada a que me deje de lado, a que ya no seamos una, ella y yo.
Abro el cajón y en su interior solo hay un cuaderno de papel reciclado, con tapa de color camel y el filo dorado. En la esquina inferior derecha esta apuntado a lápiz el numero 23.
Tomo el cuaderno entre mis manos, le paso la palma por encima y tengo la sensación que al abrir dicho cuaderno, Ruby se va a convertir en una incógnita perpetua para mí, en una sombra que apenas a sollozado silabas todo este tiempo.
Mi razón frena mis dedos y me amenaza con una fantasiosa ceguera, mientras la culpabilidad chilla en mi cabeza. Echo un vistazo a la puerta de cuarto para asegurarme que ella no ha vuelto y empiezo a leer.
“querido diario,
Hoy ha sido un día bastante normal. Le he preparado el te tal y como acostumbro desde hace un par de semanas. Ella no intuye nada, aunque sin querer, casi me descubre. No me resulta complicado verterle el líquido en la taza, será por eso que a veces me confió y bajo la guardia.
Se que no queda mucho, solo tengo que seguir con la rutina y mostrar normalidad. Ella ya esta empezando a toser cada vez más, pero lo achaca al tabaco. Lo que no sabe que pronto los pulmones van a dejar de funcionarle.
Dios, tengo unas ganas salvajes de verla muerta, solo así podre vivir mi vida y solo la mía. Vivir por las dos es desconcertante, humillante y agotador.”
Continuara…

SILVANA GALLARDO

Nunca había sido amable conmigo. Siempre que nos veíamos, su expresión reflejaba un desdén que lastimaba hasta los huesos. Lastimaba, porque yo lo idealizaba como el mejor ser del mundo. Tal vez mi afán de ser amada me condujo a sus severos brazos, porque, en originaria instancia hubo un amor a primera vista.
En las reminiscencias de anhelos guardados, con la esperanza de despertar en él un poco de compasión por mi flagelada apariencia, castigada por la enfermedad que me consumía, apareció la película de recuerdos hermosos que me hicieron amarlo. Cómo pude enamorarme de un ser vil, que lo único que sabía hacer, era ejercer violencia en contra de todo y de todos. No se permitía ser feliz y hacía infelices a los demás.
Traté de indagar su pasado y encontrar en recónditos lugares de su historia, la causa de su atormentada existencia. Lo hice a hurtadillas para no provocar una catástrofe en nuestra débil relación. Intuía en él un pasado que lo avergonzaba, pero su estúpido orgullo elevaba su ego sintiéndose superior a todos. No niego su inteligencia y conocimiento vasto, en las cosas de la vida, y hacía gala de ello, lo que lo disponía a ser odioso, porque siempre creía que la verdad de todo le pertenecía.
Tuve la percepción de que su actitud obedecía a que no era capaz de ser congruente con su forma de pensar y actuar. Hablaba con elocuencia y atrapaba a sus receptores a quienes siempre dejaba perplejos, sorprendidos y lo admiraban por ello. En otros ámbitos era gentil, caballeroso con las mujeres, bondadoso con los necesitados. Conmigo era todo lo contrario, agresivo, hiriente, rudo y siempre me dejaba con el alma lastimada.
Mi intuición me decía que debía dejarlo, porque acabaría con mi existencia, poco a poco, evitando mi bienestar, mi independencia, mi felicidad, incluso robaba mis espacios físicos, cuestionaba mis pensamientos, ni siquiera mis palabras me pertenecían, porque tal parecía que se sentía dueño de todo lo que emanaba de mi.
Yo padecía una ansiedad que me fue minando, me robaba el sueño, el descanso, la tranquilidad. Cierto día, apareció con un ramo de hermosas flores que colocó en mis manos y remató con un beso tierno en mi mejilla. Mi perspicacia alertó mi mente, no era normal esa actitud, algo tramaba. Pasaron los días y lo notaba nervioso, algo raro sucedía en él, presentía algo, no sé que, nada bueno para mí.
Descubrí que ese hombre, un desconocido que amé profundamente, era un asesino. Esto me causó un gran terror porque recordé cuántas veces estuvo a punto de matarme y después de ello, se arrodillaba a pedirme perdón y a prometer no volver a tocarme. En constantes situaciones, dejó huellas escondidas en mi cuerpo donde no se percibiera su violencia y lo cuestionaran por ello.
Siempre tuve esa inconmensurable intuición de verme amenazada y, antes de que lograra su objetivo, descubrí que fui poseída por sus demonios y yo lo maté.

DANI GALLEGO ALEMÁN

LA INTUICION
Una vez, un viejo solitario encontró una carta enterrada en un jardín.
Encima de la carta había tierra, un pañuelo de seda, más tierra y un reloj parado.
… A quién busca:
La intuición es como un catalejo.
Talismán-catalejo, que ves y no ves, solo por un ojo claro…si ya es difícil fiarse de los dos…como pa uno no? jeje.
Va a una mano, el catalejo y la intuición digo.
A una mano, lo cual te deja la otra para completar equipo claro.
A no ser que seas de muñeca floja y necesites la otra para templar. Pero si eres hombre me extraña que seas de muñeca floja. Si eres mujer no se, nací en el 26.
Te digo, alma incauta, que la intuición es un valor, un don de lo natural, de lo salvaje, sin dios ni amo.
Tú, que me lees ahora, que tienes las uñas llenas de tierra, tú que quizá seas de papel y tinta como yo.
Tengo deiciseis años y mi madre era profesora. Vivo debajo de los escombros, debajo de la tierra y de las flores, que mi madre dice que es peligroso cogerlas, pero son tan bonitas…yo, cuando no suenan las sirenas, trato de juntar los tres colores de flores que he visto…Mi madre aún no lo sabe, son para ella. Ella guardó muchas cosas y todas son de leer jeje
Ayer, buscando flores, encontré un catalejo. Es..es.. como ver dónde está lo que no está aquí, me encanta, pero claro, te ciega. Hay que estar escondido para usarlo. Un ojo en el agujero y otro cerrado, el alrededor queda ciego. Así qué lo uso escondido .Mamá dice que lo usaban los piratas para encontrar tesoros, yo encontraré uno.
También me dice que la intuición es como un catalejo, solo ves por un ojo algo que queda lejos, que quizá sea otra cosa, pero lo ves. No hay que fiarse
La intuición puede ser mezquina como la persona y el catalejo de cartón, y claro, la persona mezquina no distingue el catalejo de cartón. Y ahí están, personas mezquinas con catalejos de cartón, mi madre dice que por eso estamos escondidos.
A mí mi intuición me dice que tengo que escribir todo lo que siento, porque no todos pueden, ni saben ,ni están ,que no beba agua del suelo, que no salga solo nunca nunca pero también me dice que cuente hasta diez y asome la cabeza, me dice que mi casa está rota por la intuición de otros pero no lo entiendo. ¿Qué tiene que ver nadie en el bien de mi casa?, ¿por qué otros quieren matarnos?. Si no nos conocen, Mi madre les caería bien, seguro, lo prometo… no nos conocen…
Aún así nos quieren matar, el cielo explota cada noche en una salvaje belleza que me crispa el alma, (es una frase que leí en un libro y a mí entender expresa el miedo que tiene mi cuerpo y todo yo, no se que es crispar pero me suena igual que las bombas y los fuegos artificiales ¡¡¡¡CriiiisssssssPAAARRRR!!!!!!). Tampoco se qué es el alma, mi madre dice que es lo que me hace ser yo, dice que en todos estos papeles que escribo está mi alma, yo no la veo, pero lo creo, mi madre nunca me miente. Por eso los entierro, para que mi alma no se pierda. Para tí, el de las uñas negras, espero que cuando leas ésto, tú intuición no pida que te escondas. Si es así, vuélveme a enterrar. Hay espacio para tu alma también.

NEUS SINTES

Sara percibía que su intuición era mucho más poderosa que la razón. El alma que nos habla. En ocasiones, la intuición, ese sexto sentido del que uno es poseedor, es mayor de lo que cree. En su interior, había una vocecilla que no paraba de advertirle de que huyera del lugar.
Se encontraba en el interior de un enorme acuario que habían abierto hacía poco en poco en Madrid. Ella junto a los demás turistas y viandantes, se encontraba recorriendo, como ella los diferentes pasillos que daban a sus distintas especies. Desde las más pequeñas, medianas y grandes especies conocidas por el ser humano, hasta las mas interesantes y desconocidas nunca jamás vistas por el ojo humano.
Dos submarinistas, limpiaban constantemente las aguas, adentrándose dentro y alimentando a los animales acuáticos. Dos de ellos, estaban en la zona donde se encontraban los tiburones. La piel se le erizó sin más, mientras pasaba por esa zona y un cartel de «Prohibido sacar fotografías», advertía del peligro.
Advertencia que los viandantes que iban detrás de ella, no hicieron caso. Y mientras su intuición le volvía a repetir con insistencia que corriera, que huyera. Sara había quedado sumida en un trance al ver cómo por fragmentos de segundos, los cristales se rompían en mil pedazos detrás suyo, viendo en su lugar, a un grupo de de turistas, tomando la última fotografía de sus vidas.
-¡Corred! – los gritos y llantos de los que pasaron por su lado, la hicieron reaccionar. Mientras corría, intentando salvar su vida, detrás de los demás. Su mente, le transmitía lo que por última vez su retina había visualizado con temor y pánico y que muy difícilmente le sería posible olvidar.
A la salida, una ambulancia les esperaba para atenderlos. Desde los que se encontraban heridos, conmocionados y algunas personas con ataques de ansiedad.
-¿Podría haber sido yo? – se preguntó a si misma en voz alta – mientras era atendida por un chico de la ambulancia.
¿Decía algo, señorita? – le preguntó el chico que le atendía. – notando el pulso acelerado en su pecho.
Sara negó con la cabeza lentamente – mientras por su mente no paraban de pasar imágenes de lo ocurrido, a cámara lenta, procesando cada segundo en su mente, desde el momento en el que ella avanzó un pie para seguir y al volverse, presentir como su vida había peligrado en tan poco tiempo.
-Podría haber sido yo…. – se confirmó a sí misma, titubeando. Mientras miraba con ojos llenos de lágrimas al chico que la había atendido.
-De suerte, señorita, que esté ilesa. – le tranquilizó el enfermero. Tome esta pastilla. Es un tranquilizante. Le ayudará. Ahora tengo que atender a otros pacientes.
-Gracias. – respondió Sara.
-De nada. – ¡Cuídese!.
Pasaron los meses y Sara iba recuperando, aunque algunas heridas quedaron marcadas en su corazón. Se sentía culpable. Pero hizo caso de su su vocecilla interior, llamada intuición. Esa fue la advertencia que le salvó. De no ser por su sexto sentido, ella no estaría viva. Aún así se sentía culpable por los que fallecieron en el camino, detrás de ella; en el lugar que segundos antes ella había pisado.
¿Cómo evitar algo inevitable?. Con el tiempo aprendió a superar las duras pesadillas, que cada noche, al cerrar los ojos, venían a visitarle, como seres malignos o vengativos por el hecho de estar viva. Su instinto le salvó, en más de una ocasión.
Empezó a desarrollar una intuición que hasta ese momento había tenido dormida, ahora en su alma se había despertado. Aprendió a no compartir el secreto con nadie, para que no la tomaran por una loca o simplemente no la creyeran. Aprender a vivir con un instinto más desarrollado que otro, puede ser un alivio, como un verdadero tormento.
Sara tuvo, con el tiempo a saber, aprender y aceptar lo sucedido. Solo de esa forma, podía aceptarse a ella misma, por poseer el don de la intuición más desarrollado. El saber que su alma le hablaba en su interior y le advertía siempre que peligraba, o en las decisiones importantes a tomar en la vida.
Decidió labrarse un futuro. Se hizo socorrista, para salvar vidas. Sabía que tenía que vencer a sus pesadillas. Su intuición formaba parte de ella, le había advertido en mas de una ocasión y a ella le debía la vida. Aprendió a superar sus miedos, sus adversidades y sus temores.

CURRO BLANCO

Existencialmente intuitivo.
Cuando a Paulino le picaba la punta de su nariz y al rascarse repetidas veces no se le sofocaba el picor, la razón más intuitiva le sugería que estuviera atento, que no bajara la guardia, que devenia algo…
Cuando en días de transcurso aceptable, tirando a bueno, al final de el, se acariciaba su coronilla, por puro placer, sin mas objeto que sentir su mano en la zona más impuber de su cuerpo, y esto se repetía inverosímilmente sin ton ni son, la parte emocional de su intuición más irracional se dejaba sentir sin mas, ofreciéndole respuestas silenciosas más o menos ilógicas.
Si eras capaz de percibir en su rostro, cualquier día, una sonrisa casi invisible, insensible por su inapreciable sensación, entonces, Paulino, es que había conectado con su intuición contemplativa, su misticismo, espiritualidad; aquí, podías aprovechar y pedirle cualquier favor.
La muñeca de Paulino hoy está vacía. Razonablemente no se puso el reloj, pero no deja de mirar ilogicamente la hora en constantes gestos impulsivos que terminan frustados. Hoy está psiquicamente intuitivo. No molestarlo. Dejadlo en paz….Al fin y al cabo solo es un hombre muy intuitivo.
No continuará…..

MANUEL ALBÍN EXTREMERA

Fuimos mi pareja y yo por una gruta desconocida para nosotros, estábamos de vacaciones y paseando por la playa la vimos y con una mirada fue suficiente para iniciar nuestro viaje, antes cogimos unas ramas de un cocotero y le metí fuego.
Nos adentramos y hacía una brisa un poco fresquita, seguimos andando y cuando nos dimos cuenta, le pregunté a Pilar, que así se llamaba mi pareja, ¿sabes volver?, ella me miró aterrorizada y con la cabeza me dijo que no, preguntándome, ¿y tú?, le contesté, pues no; entonces tuve la intuición de que estábamos perdidos.
No estaba preocupado pues llevaba el móvil, pero me preocupé al comprobar que no había cobertura, al verme el aspecto que puse mi pareja se preocupó y dijo,
¿que pasa Manuel?, para no preocuparla le engañé diciendo que se me había torcido el tobillo.
Seguimos andando pero con otro problema la ramas se están terminando y estamos a oscuras.
Miré alrededor y tuve la suerte de ver un orificio de luz, paramos el caminar y nos dirigimos hacia la luz, después de un buen rato, parecía un espejismo, pues por mucho que caminábamos nunca llegábamos al hueco.
Nos sentamos en una roca para descansar un rato y después de unos diez minutos, nos pusimos a dirigirnos otra vez a la libertad, menos más que llegamos a la boca de la gruta, salimos como pudimos y al mirar, nos preguntamos al unísono,
¿dónde hemos salido?, vimos a un señor andando y le pregunté, ¿por favor, podría decirnos por dónde estamos?, diciéndome, están ustedes en la plaza del pueblo, me eche a reír y el hombre se quedó un poco extrañado al ver mi reacción, le pedí perdón y le comenté dónde entramos en la gruta y hemos aparecido aquí, ya más tranquilo este señor nos señaló que la famosa gruta cruza casi todo el pueblo por eso están aquí, le di las gracias y pedimos un taxi hasta la playa, ya tumbados en la arena pensé que la intuición fue no entrar, entonces ¿porque entré?.

JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

«Ángel de la guarda»
Tenía cinco años cuando empecé a darme cuenta de que vivía dos vidas diferentes. Una era más alocada, decidía vivir la vida sin prejuicios y sin amarres, esas trabas de la vida que no te dejan vivir. La otra, vivía en las sombras, oculta de la gente, callada y prefería no ser vista por nadie. Solo hablaba de vez en cuando o señalaba con el dedo lo que quería decir. Algunas veces me era imposible saber que quería. Tenía cinco años y parecía que ella era más mayor que yo.
Cuando estábamos en casa, la veía inquieta tocando objetos que había por todos lados. En una ocasión sacó el monedero de mi madre de un lugar y lo colocó encima del mueble de la entrada. Yo no dejaba de observar lo que hacía, cuando llegó mi madre buscaba nerviosa por todo el salón.
— ¿Dónde habré metido el monedero? Con lo tarde que es ya no llego para comprar el pan.
Yo miré a la entrada sabiendo que minutos antes él lo había puesto allí.
— Mira en el mueble de la entrada lo he visto por ahí — le dije.
— No, aquí no está — dijo mi madre.
Extrañado, miré en el lugar donde él lo había sacado antes y muy sorprendido, vi que estaba allí.
Fue cuando comencé a atar cabos, en varias ocasiones ya me había pasado, siempre de la misma forma y lo más raro, es que yo sabía dónde encontrar las cosas. Con el tiempo mi familia siempre acudía a mí para saber dónde habían perdido algo por costumbre.
La siguiente vez que lo vi hacer una de las suyas fue en el colegio, está vez me señaló un lugar, una fuente pequeña de agua donde hacíamos cola para beber. Después me señaló a un chico de mi clase y cuando lo miré, estaba con sangre en la barbilla. Yo me acerqué a él para mirarlo y ayudarle, pero cuando estaba justo delante de él, ya no tenía nada. Salíamos todos en fila al recreo y nos pusimos en la fila para beber agua, allí estaba una maestra que pisaba el botón de la fuente y ayudaba a los niños. Cuando llegó éste niño de la sangre en la barbilla, la maestra lo agarró para acercarlo a beber agua con la mala suerte que se le cayó de los brazos y el niño se golpeó con la fuente. Al ver al niño cuando la maestra lo estaba mirando, de nuevo vi la imagen que me mostró él. Yo me quedé en shock y ausente, no sabía cómo reaccionar y tenía miedo de ver que las cosas pasaban después de que mi otro yo me las enseñaba.
En otra ocasión, estábamos viendo los dibujos animados. Agarró el mando de la tele y cambió de canal a uno de noticias. El hombre que estaba dando la noticia, hablaba de un temporal con el que había muchos muertos en otro país. Después de verlo, lo volvió a cambiar al canal de dibujos y siguió como si nada. Al siguiente día comíamos todos juntos, cuando mi padre cambió la tele para ver las noticias, en la tele estaba el mismo hombre y dando la misma noticia que había visto un día antes.
Desde aquel día, descubrí que no solo eran encontrar simples objetos o ver que iba a ocurrir días antes. También encontré un amigo inseparable que me ayudaba en mis malos momentos, y me señalaba con quien debería y no juntarme. Con la adolescencia empezó a decirme quien me convenía, quien era un mentiroso y quien me hacía daño a las espaldas. Me mostraba imágenes de las personas que recién conocía de su pasado y su futuro. Ya hablaba por los codos y no me dejaba en paz.
Me enamoré ciegamente de una chica del instituto que a él le parecía mala cosa. Entramos en un debate y terminamos peleados, dejé de escucharle y se fue por un tiempo. Empecé una relación con la mujer de mis sueños, era alta, rubia, ojos azules como un cielo iluminado y despejado. Salíamos juntos a todos lados, éramos inseparables. Él volvió para decirme que me engañaba con otro, que abriera mis ojos y lo podría ver. Lo mandé a freír espárragos y me amenazó con no volver más si no le hacía caso y que mi vida iba a ser un fracaso. Una noche salí solo, ella me dijo que estaba mala y no podía salir. Me junté en un bar con unos amigos y allí la encontré. Estaba con otro tío y los vi muy felices. Me enfadé muchísimo y agarré la peor de mis borracheras esa noche. De vuelta a casa cruzando por un paso de cebra, un coche no hizo el alto y me atropelló. Me dejó hecho un cristo. Pasé un mes hospitalizado en coma y me lo encontré de nuevo.
— ¡Qué bien te ves! Ay… cabezota, todo por no hacerme caso — me dijo.
— ¿Quién eres? — pregunté, mientras me encontraba en un limbo sin dirección ninguna, todo oscuro en todos los lados, menos en un punto luminoso que se podía ver a lo lejos desde donde escuchaba la voz.
— ¡Con el tiempo que llevo contigo y aún no te has dado cuenta, ay dios mío que personaje! — me contestó.
— No, no sé quién eres — le dije apesadumbrado.
— Soy tu ángel de la guarda, mejor dicho, tú intuición — dijo él.
— Siento no haberte escuchado, no haberte hecho caso en su momento. Ya no sirvió para nada, voy a morir — le hablé pidiendo perdón.
— Anda ya tonto, volverás a vivir, pero esta vez no estaré yo. Andarás solo tu camino y decidirás por ti mismo lo que tienes que hacer— dijo antes de empezar a sentir el pitido de las maquinas del hospital.
Llegando a mi ochenta cumpleaños, decidí salir a mi terraza para mirar el cielo estrellado. Me fijé en una estrella especial para contarle todo.
— Hola amigo, te he echado mucho de menos. Llevo mucho tiempo que necesitaba de tus consejos, esa ayuda que me sacaba de miles de apuros, pero aprendí a apañarme solo. Seguí tus pasos y sin ti, podía seguir viendo la máscara de los falsos y valerme por mi solo en todo. Podía seguir viendo todo como cuando me acompañabas tú. Espero volver a verte pronto — limpiaba mis ojos llorosos.
— ¡Hola! Yo también te echaba de menos, pero no por no poder verte, porque nunca me fui de tú lado en realidad, solo te guíe a escondidas porque ya dejaste de ser un niño y necesitabas madurar. Estuve siempre a tú lado porque soy tu otra mitad, pero como pensabas que no estaba, nunca me llamaste — dijo él.
— Lo siento mucho amigo, pero ya si que nos queda muy poco — le dije sonriendo.
— No pasa nada, todavía seguiremos sirviendo para algo — me dijo señalando a mi nieto recién nacido.
— Espero guiarlo mejor que tú lo hiciste conmigo — miraba con ojos vidriosos al bebe.
En ese momento dejó ver sus grandiosas alas y tendiendo su mano, me marché con él.

JOSÉ ARMANDO BARCELONA BONILLA

Corazonada
“Querida Rosario:
Si estás leyendo éstas líneas es porque ya no queda esperanza para mí; pero tú eres fuerte y podrás encontrar el camino a esa vida dichosa, que yo nunca supe darte y que mereces por encima de cualquier otra consideración.
Llegados a este punto sé que no puedo pedir tu indulgencia, no me he hecho acreedor a ella; ni tan siquiera pretendo humillarme para que me perdones: sería una infamia más por mi parte, que añadir a las mil maneras que he tenido de amargarte la vida.
He sido para ti una pesada carga, pero hoy, en este mismo momento en que, seguramente, tiembla el papel de esta carta en tus manos — nunca supe apreciar en su justa medida tu generosidad emocional —, te libero por fin de ese yugo.
He arruinado mi vida y la de mi familia corriendo detrás de un intangible, un espejismo, un sinsentido vital, en el desierto afectivo que ha sido mi existencia. Todo lo he sacrificado a la insensatez del juego, a la entelequia del azar, a la locura de una intuición, que me prometía la gloria en el girar de una ruleta, el suave tacto traicionero de un naipe o la simple cabriola en el aire de una moneda que, como el pulgar de un implacable emperador romano, siempre señalaba un peldaño más abajo en la cruel escalera de mi degradación.
En esa vorágine me jugué mucho más que dinero y lo perdí todo: el amor de mis hijos, el calor de mi familia, la caricia de tus manos. Y en cada nuevo lance apostaba a doble o nada, esperando siempre, pobre iluso, que esa fuera la vez definitiva, la última y gloriosa, que me devolviera, con creces, todas las pérdidas anteriores.
Y hace tres noches tuve un sueño; febril, como lo son todos en los últimos meses. En él se me revelaron con claridad los números de la combinación ganadora de la lotería, el nombre de la yegua triunfante en la carrera del próximo domingo y una visión de la suerte, esperándome en el casino justo en la casilla veinticuatro de la ruleta.
Si tienes ahora esta postrera carta en tus manos es porque, una vez más — y ésta sí, como puedes comprobar, la última —, mi pálpito ilusionante, el presentimiento incontestable, la corazonada matemática, han estallado en carcajadas en mi propia cara.
Firmo este papel con algo más que mi sangre: la poca esperanza que me quedaba, y lo guardo en donde, si menester fuera, alguien pueda encontrarlo fácilmente y hacértelo llegar.
Juro que os quiero, siempre ha sido así, solo que esta exigencia déspota del juego ha sido más fuerte que yo.
Te lo mereces e intuyo que, esta vez sí, libre ya de mi presencia, alcanzarás la felicidad.
Me alejo de ti para siempre. Olvídame pronto.”
— Usted que opina, Zorraquino, ordeno el levantamiento del cadáver o necesita su gente buscar alguna evidencia por la zona.
— Señoría, dadas las circunstancias y a la vista de las últimas voluntades expresadas por el sujeto — dijo el comisario con la mirada fija en los gastados zapatos del hombre, que colgaban a un escaso palmo del suelo —, en lo que a nosotros respecta, aquí no hay más que ver.
— En ese caso: electa una via, non datur recursus ad aliam — sentenció el juez —, y a quien Dios de la dé…
— Pues eso. ¿Hace una caña? Que hoy el cuerpo está rumboso.
— ¿El nacional de policía o el suyo personal, señor comisario?
— Intuyo que esa cuestión carece de relevancia, ¿no te parece, señor juez?
Y los dos funcionarios se alejaron del lugar de los hechos, hablando de sus cosas, mientras los ayudantes del forense comenzaban a descolgar al muerto y en algún lugar cercano, alguien ponía banda sonora a la escena, silbando el “Always Look on the Bright Side of Life”, al más puro estilo Monty Phyton.

BEA ARTEENCUERO

LLEGASTES…
Durante mucho tiempo, te esperé con ilusión, soñando escuchado aletear mi corazón; Al fín desistí,Era en vano mantener viva una esperanza que nunca se concretaba.
Con el correr del tiempo, la realidad golpeaba duramente y rompía mis sueños.
Así pasaron los años, uno tras otro, ya no esperaba, me acostumbré a guardarlos en ese pequeño lugar, donde habitan los imposibles; Seguí
mi vida casi feliz.
En el mes de Mayo de 1980, una mañana al despertar, escuche una voz interior que nuevamente me invitaba a soñar despierta y entonces, sin saber como la intuición se apoderó no sólo de mi mente y cuerpo, sino se alojó en el fondo de mi alma. Tenía la certeza que antes de fín de año te tendría en mis brazos, la realidad me decía que era imposible que mis sueños se hicieran realidad ese año ( nada me importaba..un mes antes ..un mes después, al fín llegarías a mi vida)
Pasaban los meses y vos crecidas dentro mío, con fuerza, con ganas, seguí soñando con el instante de tu llegada, sólo que no sería ese año,
aunque la intuición insistía…
Será antes de fín de año, me gritaba contra todo razonamiento.
Inesperadamente llegastes el 15 de Diciembre, rompiendo toda regla.
Te tuve en mis brazos como lo intuyó mi corazón.
Llegastes un mes antes…
Hija mía..

GAIA ORBE

Estrella fugaz
alcanza lo divino:
musas en papel.

LIDIA FUENTES

Susurro sutil
sabia voz
divina intuición,
en la penumbra
seas tú mi candil.
Si lo permito
sé que me guiarás
por los caminos
que transito.
Susurro sutil
divina intuición,
me ayudas a seguir
confiada y sostenida
por un gran Amor.

ALBERTINA GALIANO

Brota un pequeño arroyo a sus pies, él que se esfuerza por estar en su mirada.
De intuiciones viene, de saber que otro picotea su vientre de plata.
Llagas que arañan el alma.
Le tiemblan las pestañas de añorar su voz, esa que era como un brazo fuerte que todo lo amarra.
Si el viento sopla de este lado es que ya no queda nada.
Que se olviden los labios de contar mentiras. De vigilar sus espaldas.
De pronto se vierte, de pronto sereno deshace en caer la frazada.
-Si te marchas, allá va tu sombra, la mala. Y la mía se queda tranquila, que me espera allí en la cama.
Descálzate si es que te vas.
Tú me pierdes, si otro gana.

OMAR ALBOR

El lunes desperté tarde algo mareado me serví un vaso de agua y recordé que la vida es una lista de secuencias que en muchos casos no están enumeradas, solo algunas veces coinciden, las angustias se suceden cuando no las esperas y las alegrías son el proceso próximo a la carcajada, tenemos un sin número de situaciones por descubrir un color, un simple paisaje por mirar y el que decide, como será eres tú, todo lo que te rodea cambia, en un momento será azul y en otro será blanco, el mejor color se verá reflejado por el sol y tus ojos lo verán explotar junto a tú corazón.
Será pura intuición.

CONCE JARA

INTUICIÓN
Al bajar del autocar, Flor se refugió en los brazos de su prima Tina, a quién no veía desde hacía más de cuatro años. Su prima se fue de su pueblo Santa Lucía de Miahuatlá, una aldea al sur de la provincia de Oaxaca, con 13 años, para trabajar de sirvienta en el exclusivo residencial “Lomas de Angelópolis”, un barrio de la capital Oaxaca de Juárez. Gracias a Tina, Flor, de 15 años, trabajará en una mansión del mismo barrio:
-Tú sabes estar tranquila -dijo Tina cuando viajaban en el autobús destino al residencial-. Son buena familia y de mucho dinero. La patrona, doña Nancy, es secretaria, el patrón, don Pablo, socio de una fábrica. Tienen dos hijos mayores: Nicole de tu edad y Gael de 13 años… ¡quizás hagáis buenas migas! Después están los gemelos, Dylan y Hugo de 2 años y medio, unos niños muy lindos. Pero hoy vendrás a mi casa, ya se lo he anunciado a mi patrona. Tras la comida veremos que traes en el costal… mañana a las 9 tienes que estar puntual en tu nuevo trabajo y debes dar buena impresión.
Flor escuchaba como, con la capacidad de abstraerse de la realidad y sentir el mo-nótono de las chicharras, “cri, cri, cri, criii”. En su pueblo así dan la bienvenida al visi-tante, en cambio en la ciudad sonaban el pitido de los coches, los motores, el bulli-cio, la gente que grita en el bús para oírse y quiso instalarse por unos instantes en el agradable silencio de su casa, una choza, construida con varas forradas de barro, con techos de láminas galvanizadas y piso de tierra.
En una casa como esa se quedó confinada su abuela, doña Juana Lucía, quién des-de hacía años no podía ver el cielo por su ceguera, y tenía los dedos y sus pies en-garrotados.
Antes de que Flor partiera, doña Juana Lucía la hizo llamar. Buscó su cuello, colo-cándole un colgante del que pendía una piedra Obsidiana, usada en la cultura Maya para ir a la guerra. Tras esto la dirigió un cantico de bendición y despedida, sin dejar de tocarla el rostro para ver su cara… quitándole las lágrimas.
Tina se horrorizó al ver el equipaje de su prima. No había nada aprovechable. Cogió algo de sus ahorros y le compró lo imprescindible hasta que cobrara su primer sueldo, salvo el uniforme, que corría a cuenta de los patrones.
-¡Son tonterías de pueblo! Nadie aquí lleva trenza… te lo tengo que cortar un poco o no podré hacerte un moño.
– ¡He dicho que no! -gritó Flor-. Si me cortas el pelo… perderé mi fuerza.
A la mañana siguiente Tina presentó a la patrona a Flor, quien lucía su larga trenza. Tras las presentaciones, Tina regresó a su trabajo, dejando a Flor el número de teléfono de su trabajo por si la necesitaba, y a Flor le resultó sorprendente que hasta aquella casa llegara la línea telefónica.
Flor seguía a doña Nancy asombrada e inquieta por las grandes estancias de construidas entre sólidos muros, los muebles, la electricidad, el agua potable, los electrodomésticos. Intuyó que la patrona estaba siendo comprensiva, quizás tenía lástima de una indígena procedente de una aldea del fin del mundo. También la veía sonreír, pero Flor sabía que estaba triste… quizás le faltara amor.
Al entrar en la zona de la piscina, doña Nancy le presentó al resto de la familia. Don Pablo leía el periódico mientras tomaba café, y sin el más mínimo amago por acercarse, la saludó desde la silla dedicándole una gran sonrisa que Flor detecto como falsa. Los dos hijos mayores también sonrieron, acercándose el más pequeño, Gael, quien la estrechó la mano, y del que Flor percibió que debía alejarse.
Los gemelos jugaban en un corralito de arena y en seguida hicieron buenas migas. Flor apreciaba sus corazoncitos blancos, tan claros como la luna.
Para finalizar conocía al personal de la casa: la cocinera Zoe, la limpiadora Rosita, el jardinero Jesús, a los que sintió amables y cercanos. Después doña Nancy la acompaño a su dormitorio, una pequeña habitación, con una cama, una mesita, una silla, un armario con espejo la llevó a la biblioteca. Allí le indicó que era absolutamente necesario que aprendiera a leer y a escribir, ante lo que Flor contestó que no era analfabeta, que su abuela la había enseñado, aunque le agradecería poder acceder a los libros de la biblioteca. Doña Nancy, contenta, le dio su consentimiento y las instrucciones necesarias para cuidar a sus hijos tal como ella deseaba.
Aquella mañana de verano, Flor llevaba dos meses trabajando en la casa. Aún no había salido de aquella gran mansión, solo los primeros días hasta la parada del autobús escolar, donde acompañaba y recogía a Nicole y Gael.
Pero ese día sentía inquietud, tenía el vello erizado. Algo se avecinaba, por lo que mientras los niños dormían aprovechó para recorrer la casa. Entró en los dormitorios vacíos, de los 8 existentes, los 5 cuartos de baño, el gran comedor para los grandes acontecimientos, la sala de estar con acceso a la parcela con piscina, la cocina con office independiente, desde la que se accedía por la cristalera al jardín, hasta que fue a la planta baja, donde se encontraban los dormitorios, el baño de los empleados y el acceso a la bodega, lugar en el que don Pablo coleccionaba el vino. Salió a la parcela, aspiró con fuerza al sentir los rayos de sol en su cara, y vio como estos se reflejaban en el agua cristalina de la piscina para seguir su paseo hasta llegar al edificio anexo a la vivienda, donde se guardaba la colección familiar de vehículos de alta gama.
Regresó a la gran casa para despertar, con una dulce canción, a los gemelos:
– “Memo el gato se ha mirado en un espejo y hace gestos hace gestos se da cuenta que esta todo despeinado y se peina y se peina hace caras de enojado…”.
Les puso la ropa, seleccionada la noche anterior, y los llevó a desayunar hasta el office. Dylan comía deprisa, en cambio Hugo se hacía de rogar, y como el primero era tan inquieto, decidió bajarlo de la trona controlando en todo momento sus movimientos entre el office y la cocina, hasta que Hugo se atragantó, empezó a ponerse morado, no podía respirar… Sin pensar, Flor lo cogió y le dio la vuelta, metiendo con cuidado uno de sus dedos en la garganta y éste vomitó. Entonces, sintió aire fresco… ¡la puerta del jardín! Flor corrió con Hugo en brazos dejándole en el parque de tierra gritando el nombre de su hermano, hasta que miró a la piscina y sin tan si quiera descalzarse se tiró al agua.
Buceó buscándole, hasta que ¡por fín!, vio al fin echando aún burbujas por la boca, con los ojos muy abiertos…, Dylan se ahogaba.
A pesar de los gritos de Zoe la cocinera y de Rosita la limpiadora, entre Jeús el jardinero y ella consiguieron sacarlo del agua. Lo dejaron sobre la hierba y Flor al ver que respiraba, aunque estaba inconsciente, lo tumbó de lado. El empezó a vomitar el agua tragada y después el desayuno. Cuando volvió a estar consciente, Flor lo cogió en su regazo, y se lo llevó rápidamente a su dormitorio, con la idea de quitarle la ropa mojada y darle calor, pero al entrar en la cocina se encontró con Gael:
– ¿Qué le pasa a mi hermano? ¿Qué le has hecho? Voy a llamar a mis padres… Te la vas a cargar, ¡indígena¡
Los patrones llegaron en pocos minutos. Primero doña Nancy, un poco después su marido. Al abrir Jesús y Zoe, les dijeron que se tranquilizaran, que el niño estaba bien, les explicaron que ella le había salvado, que fue un accidente, y sin querer escuchar más se dirigieron al cuarto de juegos de los pequeños. Al abrir la puerta se echaron a sus brazos Nicole y Gael:
– Mamá, papá, ¡qué miedo hemos pasado! -lloriqueó Nicole-.
– ¡Ha sido horrible! Casi lo mata -agregó Gael-.
– ¿Qué ha pasado Flor? -gritó don Pablo-. ¡Quiero que me expliques punto por punto que le ha ocurrido esta mañana a esta familia!
Flor se levantó del suelo, cogiendo con la mano derecha su colgante, apretó la piedra, miró a los pequeños, luego los miró a ellos y dijo:
-Usted señor ha vuelto a ir casa de los patrones de mi prima Tina y ha estado en la cama con la señora… Doña Nancy ha estado trabajando… Nicole hoy tampoco ha estudiado nada, pero si ha estado hablando durante más de una hora, por teléfono, con el chico con el que fornica cuando dice ir a la academia para recuperar los 4 suspensos que tiene… Hugo sintió que su hermano gemelo se ahogaba y me lo hizo saber atragantándose con el desayuno… Gael, bajó a desayunar y vio a su hermano gatear por el piso de la cocina, abriendo la puerta de acceso a la piscina, ya que se siente desgraciado al ser un príncipe destronado… Gael vio el brillo del sol en el agua, quiso cogerlo, pero cayó al agua y casi se ahoga… Yo salí con Hugo, recuperado del atragantamiento y me di cuenta de que Dylan había caído al agua. Lo rescaté del fondo y lo saqué a tiempo con la ayuda del jardinero… Hugo vomitó y aquí está, sano y salvo… Creo que no me he equivocado en nada, ¿verdad señor?
Doña Nancy quiso mantener a Flor en su casa, pero no como una criada, sino como una hija a la que le daba educación. Como agradecimiento, Flor, seguía cuidando de los gemelos y ayudando en la casa.
Aquellos fines de semana en los que venían de visita Nicole y Gael, doña Nancy le pagaba un billete de ida y vuelta en autocar a Flor, para que viajara hasta Santa Lucía de Miahuatlá, y así se reencontrara con doña Juana Lucía, quien también agradecida, bendijo a doña Nancy, que en poco tiempo llegó a ser presidenta de su empresa.

POZO GELES

Los alcaldes de los municipios dicen se compre en el lugar de origen, pero a ellos nunca se les ve en las tiendas. Ellos compran en el Hipercor que a más de alguno los he visto por allí.
No me gusta la gente que vende con picardía. Parecen qué son rateros descarados.
Últimamente comprar en una tienda se está convirtiendo en algo terrorífico.
Hay pescadería cerca de mi casa. El pescadero es muy simpático y yo me he reído mucho con él, pero nunca señala el precio del pescado.
Tú miras el mostrador y no sabes lo que comprar, por intuición eliges el pescado que tú sabes que siempre es más barato, cómo sardinas y caballas.
No me atrevo a pedirle atun o a pedirle pez espada, porque no sé el precio que tiene y además me da vergüenza preguntárselo delante de toda la gente.
Me parece que con esto se van a dar cuenta de que soy pobre.
Llevo muchísimo tiempo padeciendo este problema y espero con ganas de que venga un inspector y de que este hombre tenga que poner los precios en lo que vende, pero nadie viene, y además parece que la cosa va a más, porque ya las demás tiendas hacen lo mismo.
El otro día fui a un pequeño comercio y él comerciantes no me dio el ticket, me dijo que no lo tenía, solamente me dijo cuánto le tenía que pagar pero yo no sabía cuánto costaba el kilo ni cuántos gramos me pesaba cada producto.
No es la única tienda que intenta evitar dar el ticket.
No es la única tienda que no marca los precios en los productos.
No sé que hacer…

LOLY MORENO BARNES

La voz del alma
Ella, nació de la nada o… quizás de un todo, como energía en el infinito.
A diferencia del resto, carecía de materia, solo era una minúscula esencia de algo difícil de describir, aunque hubiese estado a la vista del más astuto sabio de todos los tiempos.
Ella, invisible como las primitivas almas que deambulaban por el cosmos, empezó a buscar un cuerpo, un nido o un hogar donde encontrar su zona de confort , su hábitat , su identidad. No pudo lograrlo como un sentido convencional.
Ella , fue, es y será un don especial que solo entiende de sentimientos , de amor y de la astucia de encontrar el polo positivo de los momentos aún adelantándose a ellos presintiendo situaciones.
Ella,rebosa de un poder intangible ávido por habitar en cuerpos .
Ella, encontró la tierra de los humanos y pensó que podía hacer de ella su casa y descendió planeando un aterrizaje en forma de polvos mágicos .
Pero su verdadero fin no sería los cuerpos humanos , sino sus almas .
Desde entonces es ella, la que marca el destino de los más hábiles poseedores de su don .
Descifra con su poder los enigmas de las grandes dudas terrenales .
Responde a preguntas existenciales de la humanidad .
Ayuda a creer y amar al semejante . A tener lo que algunos llaman el sexto sentido .
Se ha convertido en la voz de las almas .
Ella ,segura de sí misma, sabe que se llama intuición!

ALEXANDER QUINTERO PRIETO

Entre la razón y la locura
Empezó con un pálpito en el pecho, un poco doloroso, un tanto desalentador. Mientras caminaba de camino a casa de Manuela, su novia, siempre venía la sensación de sopetón, como si misteriosamente la posibilidad de reencontrarse y poder amarla, besarla, abrazarla, fuera algo pecaminoso, algo por lo cual debía ser castigado. Poco a poco fue alejándose y llegaron miedos súbitos acompañados por la sensación de muerte.
Para él, una persona tan analítica, la sensación de descontrol, esa punción en el pecho acompañada por el congelamiento, mareos posteriores y respiración agitada; aquel miedo intenso, al parecer, no podría ser nada más que un incipiente pánico.
Y no sería raro. Estaba manejando últimamente mucho estrés en su trabajo. Además, existía cierta historia familiar hacía la ansiedad, las fobias. Qué decir de su prima Julia, con una fobia irracional hacia las palomas. Era eso seguramente. Decidió comenzar un tratamiento de manera virtual, aunque desde el principio su terapeuta le explicaba que lo mejor sería hacerlo presencial, ya que su miedo se mantenía a causa de la evitación a lugares en los cuales se dieron los primeros episodios de pánico.
Para llegar al consultorio tendría que atravesar el puente que quedaba a medio camino de la casa de Manuela. Aun así, ganó el miedo y decidió hacerlo virtual a regañadientes de su terapeuta.
Por medio de una débil conexión WIFI empezaron las primeras sesiones de intervención: activación exteroceptiva para aumentar la activación fisiológica; ejercicios como respirar rápidamente por la boca como un perro, soplar durante algunos minutos por un pitillo mientras se realizaba un trote estacionario, con el objetivo de crear un nuevo aprendizaje en el cual entendiera que aquellas sensaciones definitivamente no le ponían en peligro, solo le activaban y no podía ser más que eso. En pocas palabras, había más certeza de que estuviera siendo víctima de brujería que de un infarto, o una muerte fulminante.
Aunque las sensaciones que se evocaban durante las sesiones y las de los episodios, eran similares, el vacío en el pecho de los primeros ataques, venía acompañado por una sensación de desolación, de estar atrapado, que no encajaba en el cuadro clínico de libro de biblioteca, además de un ezcema purulento que en principio no había relacionado con la sensación de muerte. Luego de que empezara a salir poco a poco y de visitar de nuevo a su novia, tal vez por la percepción de un cierto progreso, la sensación y la certeza de muerte empezaron a ser peores.
Por este tiempo, ya no visitaba a Manuela, y empezaron a realizar videollamadas desde sus celulares. Poco a poco las cosas se deterioraron, el contacto físico era necesario. Pero la sensación no desapareció y su psicólogo se decantó por dar un nuevo diagnóstico, lo que hizo que aumentara su desesperanza.
En las últimas llamadas con Manuela, regreso la sensación. La intuición de poder morir. La certeza irracional de que de alguna forma el destino le daba a entender que era ella, Manuela, la causa de su desgracia. Por otro lado, la purulencia en su piel era cada vez peor. Y lo que faltaba, se acentuó en el olor putrefacto un matiz azufrado que le recordaba a su abuela y las historias sobre el demonio.
Meses después tomó la decisión de irse a su pueblo natal. Cada espacio que habitaba estaba condicionado indefectiblemente al sufrimiento. En días previos a su partida de regreso al lugar donde nació, durante el trasteo, encontró un viejo poema de una exnovia anterior, con tendencias obsesivas a la que puso una caución por acoso e intento de homicidio; pero que no se podía negar, tenía su talento para la poesía. La nota, escrita en una tinta roja, que podría ser sangre y con una letra nórdica que rayaba en lo absurdo recitaba:
Que eres mío y soy tuya en la alegría
de la primera aurora,
y en el sufrimiento del crepúsculo yerto.
Que el dolor que produzca mi tristeza ante tu partida,
ensalse la lava de nuestro compromiso
en el primer círculo del infierno.
Se que me quieres, pero estás cegado por mi belleza muerta,
Te sacaría los ojos a suspiros
para que me mires con el alma,
y cuando vuelvas como perro alunizado
estaré para amarte.
El daño y el sufrimiento a corto plazo,
solo son esbozos de este amor inagotable,
aún te espero en la eternidad del dolor.
Luego de leer esto, sintió un frio aterrador y decidió buscarle en las redes sociales. Perfil inexistente. La idea de tener una pequeña representación rellena de estopa mientras una mujer le chuzaba con un alfiler en el pecho, le parecía tan bizarra…, pero en este punto de desesperación se podría creer en cualquier cosa. Intuía poco a poco un hechizo.

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21 comentarios en «Intuición – Miniconcurso de relatos»

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