Lo tengo merecido

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir sobre el tema “lo tengo merecido”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 16 de julio! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

 

MARÍA CRUZ ESTEBAN APARICIO

Lo tengo merecido, por lo tanto no puedo culpar a nadie de la vergüenza que pasé aquel día ya lejano pero le tengo gravado en la dignidad de mi ser pues mi intelecto al día de hoy sebe de lo correcto en la sociedad en que estamos y, lo que puede molestar si el hecho se presencia aunque sea persona de casa.
Lo tengo merecido, vuelvo a decir a igual le he oído decir a Cris varias veces que le sangran los ojos cuando ve según que palabras escritas en al gunos texto ya corregido…
El caso es que lo que sucedió lo tengo merecido ya que desde hace años mi compañero e la vida me propuso hacer en casa una
reforma. De un baño que tiene la vivienda hacer dos, pues cuando la necesidad obliga…

Ahora bien mi persona no quiso meterse en obras, y sucedió que un día no recuerdo la hora¡¡Zas!! a los dos nos da a la vez un retortijon de tripa. Así salimos corriendo al cuarto de baño pero quiénes de los dos utilizó el inodoro… Lo tengo merecido.


LORENA A. MARTÍ

Estaba eufórico. Me acababan de llamar de la empresa para la que estaba postulando. Había quedado finalista. Mañana a las 13h le entrevistará dirección. Mañana, entrevista final en una de las empresas que podía lanzarme al éxito en un suspiro. ¡Uau!

Vámonos de fiesta, Toni. Que esto tengo que celebrarlo. Y allá que nos fuimos y la liamos. Y había una chica… Y allá que fui y me lié. Me gustó mucho. Era inteligente y divertida. Qué día más redondo.

Ya en su portal, Diana, me gustas mucho. Diana se espanta un poco. Bueno, Vicente… Siento ser tan franco y directo Diana, pero es que me estoy muriendo… Pero qué gilipollas soy. ¿A santo de qué le he soltado eso? Diana se ablanda, mañana podemos quedar si quieres. ¡Sí! Ha funcionado. Ya veré cómo salir de este enredo. Besito tímido, adiós, te llamo.

Al día siguiente, hola señor Vicente, pase. Parte del equipo directivo estará viendo la entrevista virtualmente. Me preguntan, contesto. Me siento cómodo y confiado. Gracias Vicente. Esta tarde te diremos algo.

¿Vicente Torres? Siento decirle que no contaremos con usted para la vacante en nuestra empresa. Vaya… Gracias por avisar. Señorita, ¿podría decirme si han echado en falta alguna formación o experiencia? O si en la entrevista algo salió mal… Oh, mmmm, no. Es complicado decirle esto, Vicente, pero alguien de la directiva dijo conocerlo y asegurar que su estado de salud no encajaba con el puesto. Lo siento, buen día.

Me lo tengo merecido.


BENEDICTO PALACIOS SÁNCHEZ

SE LE ESTÁ BIEN EMPLEADO

En la vida de cualquier persona suelen existir días buenos y hasta maravillosos y algunos nefastos. Julia recordaba ilusionada los días de colegio, los cumpleaños, las historias que le contaba la abuela y sobre todo el viaje a París. No vivía de recuerdos, pero formaban parte de su pasado y a ellos volvía cuando la realidad se empeñaba en fastidiarla y afligirla.

La eclosión brutal de la pandemia del Covid-19 y el posterior estado de alarma no solo fue un fastidio generalizado sino un contratiempo y un desastre para ella en particular. Como mucha gente, también Julia se puso en la cola de un supermercado y llenó dos carros de papel higiénico

-¿Dónde va con esta carga de papel? -Preguntó el cajero.

-No lo sé. Todo el mundo lo hace. No voy a ser menos.

Julia tuvo que hacer hueco en tendedero y desorganizar la buena disposición que había logrado Jaime, su pareja, el cual se enfadó muchísimo cuando vio aquel camión de papel.

-Tú te has vuelto loca ¿es que vas a empapelar la casa entera?

Julia no contestó.

-Ni que esos bichos se atragantaran con la celulosa -añadió.

Al día siguiente Julia volvió al supermercado. Algunos estantes estaban vacíos. Se atrevió a preguntar al cajero.

-¿No podría recomprarme parte del papel higiénico? Me entró miedo y arramplé con un centenar. Mi pareja está decidida a echarme de casa.

-Lo siento, señora ¿cómo no se le ocurrió inferir que esta clase de papel no priva ni cura la diarrea mental?


SERGIO SANTIAGO MONREAL

Era una tarde primaveral en la que el protagonista de este relato Rulus había sido invitado a una fiesta de máscaras.
Pese a sus diecisiete años Rulus era un experto en sacar a bailar a las doncellas más bellas.
Cuando llego a la fiesta buscó entre las féminas a la ninfa más bella.
Pero de repente algo perturbo a Rulus una fémina penetro su alma como nunca antes habiale sucedido.
No era la más bella pero esa mirada había penetrado cupidialmente su corazón.
¿Quieres bailar conmigo? Preguntole Rulus con vanidad.
Lo siento ya tengo pareja de baile contestole ella con tono burlón.
Rulus se repitió toda la velada a si mismo lo tengo merecido.
Tras no querer sacar a ninguna otra ninfa a bailar Rulus volvio a acercarse a esa docella de labios carnosos y ojos vidriosos y preguntola:
¿Puedes decirme por lo menos tu nombre?
Soy tu futura esposa y futura progenitora de tus vástagos.
Contestole Graciela en un tono más cercano y cariñoso.
El destino quiso que Graciela y Rulus siete años después comenzarán un romance que acabó en nupcias siete años después teniendo cuatro vástagos de hermosura magnánima.
El amor de Rulus y Graciela lo tuvieron merecido.


RAQUEL LÓPEZ

Sola, sollozando,
convirtiendo mis noches en infierno,
intentando conciliar un sueño
convertido en insomnio.
En mi duelo con mi mente
sintiéndome perdida y enferma
haciéndome daño a mi misma.
La vida no esta hecha para sufrir,
no creo que merezca ese castigo
quisiera olvidarte y sonreir
pero estoy en un abismo..
Lo tengo merecido, por confiar
por pensar que ofreciéndote mi vida
tendría tu amor a cambio,
ingenua de mi, si, me ilusione,
por una vida que igual,
no hubiese sido la que yo quería.
Déjame volar, déjame ser feliz
y sal de mi mente
sin hacerme daño, ¡burda ansiedad!….
Lo tengo merecido, si,
pero cambiaré, me olvidaré de todo,
restarle mis manías, mis sueños locos,
mis rutinas, porque hay gente que se merece
todo lo que tú rechazaste.
Acabo con esta pesadilla
y recobro mi vida,
¡ahora serás tú! por perder
lo que yo te ofrecía, el que diga:
¡lo tengo merecido!….


PAPALLONA LILA

El amor es un derecho de nacimiento. Lo tengo merecido por haber nacido. A veces, se me olvida. El capitalismo me hace creer que si no compro algo nuevo o si no consumo más y más, si no acumulo más y más no lo tendré merecido. Tengo merecido el amor por haber nacido.


JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

Yo lo tengo merecido, nunca a nadie hice caso, me he quedado sólo, y hoy mi vida es un fracaso.

Como tú a mi yo te quiero, no me hace falta saberlo, el amor de una madre, es el único amor verdadero.

Cuando tú a mi me abrazabas, no había llanto ninguno, con el gesto de un dulce beso, todo se curaba en un segundo.

Yo lo tengo merecido, nunca a nadie hice caso, me olvidé de quererte, y hoy mi vida es un fracaso.

Cuando tú a mi me regañabas, yo me enfadaba contigo, y te ponía como escusa, que así lo hacía mi amigo.

Como tú a mi me arropabas, en las noches con cariño, con el recuerdo de mi madre, hoy arropó yo a mis niños.

Yo lo tengo merecido, nunca a nadie hice caso, y por no escuchar a nadie, hoy mi vida es un fracaso.

Como tú a mi me mirabas, yo te miro con ternura, por que solo existe una madre, y como mi madre no hay ninguna.


NEUS SINTES

Lo sé, soy un nostálgico que vagabundea por las calles recordando aquéllos años vividos en un pasado que sé que no regresará. Ando con la mirada perdida, ausente, arrastrando los pies. Alzo la mirada para ver a las aves alzar el vuelo y pienso en cómo tú también lo hiciste. Entonces mis recuerdos reviven cada instante un pasado que hace tiempo se evaporó.

Qué sentido tiene la vida sin que tú estés en la mía. Me duele el alma de pensar en tu marcha. De saber que te evaporaste para formar parte de otra vida en la que yo no estoy a tu lado.

Lo tengo merecido, no luché por ti, por un nosotros. Y ahora me encuentro solo, mirando a la nada. Sabiendo que no luche contigo, que debería haberlo hecho. Lo hecho, hecho esta me me dicen todos. Pero mi corazón no me dice lo mismo. Herido está. Lamentando un pasado que ya no regresará por no haber luchado junto a ti para salvar nuestro amor.

Lo tengo merecido, me repite uno y otra vez. No hay nada de que lamentarse cuando ni siquiera sé a dónde fuiste…¡Donde estás!, me preguntó mil veces. Este es mi castigo que me merezco por no saber luchar por ti, por tener que perderte para siempre, tal vez. Tal vez… – me consuelo con decirme a mi mismo.


RYAN CRESPO

Me ahogo en un mar de desgracias y de castigo;
exiliado de los prados de felicidad y condenado al abismo.
Cada vez que miro al espejo sólo veo un sempiterno vacío,
donde en él refulja la duda
si realmente merezco lo que he recibido.
Pues,
he sufrido casi el doble de lo que he vivido.
Mientras que mi sentimentalismo se ha visto tan corrompido,
al grado que, cada día, encuentra un nuevo motivo
en el que, la vida, pierde su respectivo sentido.
Pero, acto seguido,
recupero la compostura
a su vez que analizo, pienso, y digo:
«soy el guionista y accionista de mi vida
y, por tanto, responsable de todo lo sucedido».
Me he levantado tantas veces como he caído,
y, vamos, dentro de todo,
claro que lo tengo merecido.

JESÚS ARENAS

-Lo tengo merecido- se decía una y otra vez mientras descendía a toda velocidad.
Los avisos anteriores no sirvieron para nada al gato que, curioso como las seis veces anteriores, cayó por la cornisa perseguiendo a una paloma que si sabía volar.


SA JASSÓ

“No es tu culpa sino mía
Por pensar que me querías
Decidí idealizarte
Te convertí en arte
Pero solo en mi cabeza
Pues no eras eso, con certeza
Quise obligarte a quererme
Y ahora ya no quieres verme
Aunque tampoco yo…
Quizá quiero, solo no puedo, no.
Odio lo que soy, lo que fui
Odio todo aquello que te di
Ya no me puedo arrepentir
Yo sabía y accedí a ti
Este vacío y llorar por ti
Lo tengo merecido, he de admitir.”


ARIEL PACTON

Te lo tienes merecido

Pálido y a paso lento caminas hasta la cocina. Hace una hora que estas en el baño con una diarrea que recién comienza. Ella, sin más, dice: “Te lo tienes merecido. Anoche comiste desaforadamente”. Vuelves al baño frente al espejo. Tu piel amarillea bajo las enormes ojeras. Con las manos temblorosas te mojas la cara. La bilis amarga llega hasta tu boca. Sientes que vas a morir porque a nadie le importa tu tristeza, tu ansiedad por encontrar la salida. Detestas el “te lo tienes merecido” que es igual al “te lo buscaste” que decía tu madre, cuando pescabas un resfriado jugando a la pelota en la calle durante el invierno.

Sientes un calambre intenso en la panza. Te doblas al medio y agarrado del borde del lavabo te sientas en el inodoro. Todo dentro tuyo es aquoso, blando, líquido hasta que explota la erupción de tu volcán. Aliviado, te incorporas, te subes el pantalón pijama y escuchas: “A ver si vienes, que ya te hicé un té”.

Avanzas por el pasillo, tu pulso no acelera. Entras a la cocina, te apoyas con las dos manos sobre la mesada frente a la taza. Cuando vas a dar el primer sorbo, ella, a tu lado dice: “Te lo buscaste”. Te tragas el líquido en un segundo. Levantas tu cabeza y vomitas hasta la última pena en su cara.


FÉLIX LONDOÑO G.

La casa de la que acaban de salir está a medio camino de la cuesta, sobre el costado derecho de la vía empinada que acomodada a las sinuosidades de la ladera va subiendo la montaña. Un poco más arriba, del otro lado de la calle, hay un vehículo blanco estacionado en el que se alcanza a ver en el asiento del pasajero delantero una mujer adormilada.
Recién empieza la noche y ya se han encendido las farolas a lo largo de la cuesta. Algunas luminarias ya también aclaran las fachadas en varias de las casas. Algunos de los balcones parecen globos en el aire. Sus mechas encendidas se confunden con las luces de la que ya se anuncia como una noche estrellada. Desde sus palcos algunos hombres sin camisa y varias mujeres en sus ropas de estar en casa observan el discurrir de la calle.
Están junto al carro en el que llegaron cuando apenas comenzaba la tarde. Sus hijos ya están sentados en las sillas de atrás. Él y su esposa se despiden de sus anfitriones. Ya se disponen a abordar el auto, cada uno por su lado, cuando observa que el vehículo blanco comienza a moverse y alguien grita en el bar de la esquina. Su esposa apenas si alcanza a cerrar la puerta del otro lado y a recostarse de espaldas contra el carro, evitando ser embestida.
Lo sigue con la mirada. Lo ve alejarse y siente que desciende más aprisa de lo que debiera en una cuesta como aquella. Calle abajo, casi al final de la vía baja caminando una familia, seguramente van a la iglesia. La madre casi sobre la acera. La que debe ser su pequeña hija, a su lado derecho. Y el que debe ser el esposo y el padre de la niña por la mitad de la vía.
El vehículo parece ahora un monstruo incontenible que rueda cuesta abajo. Como el brazo de un gigante que quiere atrapar lo que encuentra a su paso, la portezuela del lado del conductor se ha abierto. La gente grita desde los balcones y el hombre que camina por la mitad de la calle reacciona justo para arrastrar en su caída a su familia, escapando por segundos al vehículo que por poco los arrolla.
Otro será el pavor de aquella mujer que se despertó de repente dentro de aquel bólido sin control. Justo al pie de la cuesta el vehículo se estrella contra el poste de la energía. Éste se tambalea, el transformador exhala un último suspiro, todo queda a oscuras en el barrio. Allí, dentro de aquel montón de hierros retorcidos, el cadáver de una mujer espera la llegada de los curiosos. Alguien, entre jadeos, murmura: ¡lo tengo merecido, que en paz descanse!


BEATRIZ ÁNGEL

Exahusta , en el asiento de su coche, con la mirada perdida, casi vacía.
Los pensamientos confusos, las lágrimas de una vida que no vale nada.
Los puños cerrados, las uñas clavadas sobre la piel blanca.
Un sabor amargo en la boca, a alcohol y a vergüenza, a gritos ahogados y a garganta seca.
Las muñecas azuladas y las palmas rojas, húmedas de un sudor frío que envuelve sus lorzas.
Temblando como una cervatilla indefensa recién parida, cubierta de sangre seca que cubre sus muslos y su camiseta.
Las bragas en los tobillos junto a su alma, enganchadas en la hebilla del zapato de tacón que había estrenado, solo lleva uno, el otro no sabe donde habrá acabado.
El reflejo en el espejo de ese coche donde yace, sintiéndose morir por dentro a cada segundo, sintiéndose los golpes que se ha llevado.
No hay palabras para expresar tanto dolor, ni manera humana borrar de su mirada el tatuaje del terror.
Quién eres? le ha preguntado a la imagen que proyectaba, Por qué? Por qué? Recordando las caricias de hiel amarga.
Lo tengo merecido, no debí beber tanto, no debí ponerme este vestido tan provocativo, no debí insinuarme si no tenía pensado llegar hasta el final del camino.
Lo tengo merecido, al fin y al cabo ellos sólo eran hombres y yo una puta que ha bailado con los ojos cerrados y no ha sido consciente de lo que había provocado.
La muerte de un ángel que siempre callaba y cuando por fin gritó al cielo nadie la escuchaba.
Lo tengo merecido?
Permiteme dudarlo.


ARACELY ARAIZA

Después de 12 largas horas de trabajo, llego a casa. Cansado, mal humorado, hambriento, abro la puerta principal de mi casa, la sala esta vacía y obscura, no hay ruido alguno proveniente de ninguna habitación. Sin encender la luz, camino hacia la cocina, esta escueta, no hay desorden, cero rastro de comida preparada, solo una pequeñita luz de una antigua lampara alcanza a iluminar el area.

Un tremendo escalofrío empieza a recorrer por todo mi cuerpo, los latidos de mi corazón se aceleran poco a poco como si fuera el motor de una maquina de tren al echarse andar. En un instante un sin fin de pensamientos obscuros, dudas, discusiones, acciones indebidas me cruzan por la mente.
Para este punto mis latidos están a su máxima velocidad.

Me acerco a la mesa del comedor y exhausto me siento en mi silla de siempre, mi mente tiene temor de pensar con claridad, pero aun sigo preguntándome “a donde habrán ido?.
Apunto de sacar mi celular del bolsillo de mi pantalón, captura mi atención una hoja blanca doblada a la perfección justamente tirada en el suelo a unos pasos de mi.
Lentamente me inclino hacia ella y la tomo, “parece una nota” me digo yo mismo.
Cuidadosamente empiezo a leer las palabras que ha escrito mi esposa.
“Me duele en el alma irme con los niños así, sin decirte adios, pero no puedo soportar mas tu engaño, te amo, sí, pero me amo mas a mi misma. Talvez pensabas que nunca me daria cuenta? Me pregunto, valio la pena?

Lágrimas de arrepentimiento y desilusión conmigo mismo ruedan por mis mejillas. Y entre el silencio y la soledad absoluta, mi voz interior susurra “lo tengo merecido”!


LOLY MORENO BARNES

¡No sé lo que he merecido o no en el pasado!
Nunca intenté hacer méritos para conseguir una recompensa.
Sólo me dejé llevar por la corriente y respondí como mejor supe a cada situación .
Si de joven que había que hincar codos para estudiar, ahí estaba.
¡Siempre al pie del cañón!
Luego, al formar una familia luché por ella con todas mis fuerzas .
El día que tuve que sobrellevar la pérdida de mis padres, lo hice con altura .
Cumplí cada jornada de trabajo hasta dejar en ello, la mitad de mis días .
Sentí que tenemos un gran privilegio al no pasar hambre ni frío .
Intenté siempre obrar de buena fe y ser justa y en el tiempo libre dar tregua al descanso .
Así, hasta hoy han pasado cada día de mi vida …
A estas alturas y en estos días cuando la gran pandemia no deja de azotar el mundo, me pregunto si alguien merece este castigo silencioso…
¡No lo creo!
Ni siquiera cuando pienso en todos los desequilibrios ecológicos que se producen en nuestro planeta …
A veces me siento muy cansada…
Siento mío el duelo de tantos, que han perdido sus seres queridos .
También comparto la angustia del personal sanitario impotente en las ucis sin vacunas ni medicamentos eficaces .
Intento ser solidaria, empatizar con tanta gente que pierde sus trabajos y tantos muchos que ni siquiera lo han tenido en mucho tiempo .
Pienso en los niños y jóvenes lejos de la enseñanza presencial, que sin expresarlo abiertamente se resignan a vivir lo que toca, sin poder manifestar la adrenalina que impulsa la sangre joven a ser revolucionarios de los cambios del mundo.
A lo largo de la historia han existido mas calamidades de la que todos nos podríamos imaginar, pero n unca me tocó vivir nada igual a mis años .
Ruego de corazón que todo cambie para bien y muy pronto, porque creo de corazón que como todos :
¡Lo tengo merecido


DAVID DURA

Eran las diez de la noche cuando el teléfono me despertó de mi siestecilla antes de la cena.

—- Sabe usted
que es lo que quiero?.

Claro que si , la tarjeta del hormiguero , respondí sin pensar.

Bueno , era tu vecina la del otro día, pero ya veo que lo que yo quiero tú no me lo puedes dar.

A pesar de todo me acosté triunfante , lo de subir cuatro pisos sin ascensor , y con la tripa vacía.

Os tengo que dejar , empieza el documental de la Guerra Civil Española a todo color.
Como en la cama de uno no manda mando.


OMAR ALBOR

En primera persona

Pensaste alguna vez en aquel que cruza el semáforo en rojo, cuál es el instante siguiente de la escena.
Si vas al súper y piensas que te están cobrando de más y le cambias la etiqueta del roastbeff por la del lomo.
Si ves al ladrón robando tú auto lo encierras en el, te metes dentro de tú casa y no sales más, miras por la ventana el grita, llega la policía y no sales.
Ya no te importa nada caminas por la calle como Lennon, pero te falta Yoko.
Tu bici se pincho justo el día que ligaste con una hermosa mujer tienes 10 minutos para bañarte y salir de toque a verla, llegas y no esta.
Lo tienes merecido?
Lo mereces tener??
O solo es el destino que se cruza contigo una y otra vez.


MARÍA VEGA

Por mas de un mes johana investigaba como una agente secreta a su esposo. Poseia todas sus cuentas de banco, redes sociales y hasta mensajes privados. Eran sus mas grandes tesoros pues ella sabia que en algun momento encontraria algo perverso en su esposo. Luego de varios años un dia su esposo gasto dinero en algun motel de lujo, compro carro nuevo que no traia a la casa, en sus redes comenzaron a leerse mensajes perversos . Pero hubo uno solo, que hizo que johana estallara en rabia y fue ver mensajes privados con un hombre , imagenes al desnudo imagenes que eran enviadas al telefono de su esposo ese día.

Johana no espero la tarde comenzo a quemar la ropa y el ropero de su «amado esposo» . … al llegar su esposo a casa ella no dejo que el explicara nada comenzo a insultarlo a gritarle sin ver que en su rostro habia una marca suturada y llevaba con sigo sangre en su ropa. Rapidamente lo lanzó a la calle . Pues para ella su esposo muy merecido lo tenia luego de dos años encuentra estas valvaridades en un hombre que era perfecto , buen amante buen amigo y buen cheff.

Al llegar el amanecer su esposo regreso a casa de nuevo y le escribio una nota : «Amor no sé que esta pasando , cuando puedas buscame en casa de jose mi amigo, ayer fue un dia muy grave me robaron mis equipos mi celular mi computadora y hasta mi villetera… aún no sé ni tengo alguna explicacion para tu conducta … espero hoy te levantes de buen humor recuerda que te amo»…

Johana no sabia donde meterse revento en llanto al pensar que su esposo no la engañaba y que ella fue injusta . Al pasar los dias johana lo busco y ya su esposo se habia enterado de todo en ese momento exacto fue él quien la dejo ir la rechazo le dio la espalda .

Y sí bien merecido fue su despedida pues una persona que busca lo que no quiere encontrar comete locuras .


ADRIANA RODRÍGUEZ

“Lo tengo merecido”, se había repetido Akbar desde hace 13 vidas. El asesinar a todos esos desgraciados hombres en las Guerras Púnicas a punta de espadas y mazos pasaba la factura. No era bueno para el karma. Sin embargo, no lo había podido evitar. La adrenalina era total, lo invadía de pies a cabeza. La idea de no dejarse matar era irresistible. Ahora convertido en personal de limpieza del hospital con más casos de coronavirus en el mundo se disponía a trapear el pasillo con los zapatos cubiertos en plástico y un balde con agua marrón. “Lo tengo merecido”, se repitió. “Espero que esta sea mi última vida”.


GONZALO HAYA

En la estatua que Velazquez tiene en la plaza del duque en Sevilla reza «Al pintor de la verdad, su patria 1892». Yo nunca tendré una estatua y mucho menos un reconocimiento de mi Patria.
En esta vida, y no se si también en la otra, he hecho de todo, pero todo mal. He hecho tanto daño y he defraudado a tantas personas que ni en dos vidas juntas podría compensarse.
Cómo todo el mundo tengo problemas, algunos muy graves.
Empieza como todo, por casualidad o por curiosidad, un simple entretenimiento, en el bar del barrio junto a tus amigos de la plazoleta, tu abuela ha venido a casa y te ha dado 100 pesetas para ti y 100 pesetas a tu hermana, ella las ha guardado, su capacidad de ahorro es increíble, en cambio tú ya las has metido en el bolsillo y estás deseando fundirlas. Sabes que en el bar de Juan nadie te va a decir nada, vas a poder entrar con tus amigos e intentar sacar el bote, una vez alguien sacó 20 mil pesetas apostando sólo 5 duros…. ¡Eso es tener suerte!. Cada día vais en masa a jugar a ver si llega esa suerte, Juan ya os conoce y de vez en cuando hace la vista gorda cuando le pedís una cerveza. Con el tiempo Juan se deja caer y a veces hasta os regala la cerveza. Un día Luis ya no aparece, sus padres lo han enviado a vivir con sus abuelos al pueblo. La verdad es que tenía un problema serio, estaba todo el día en el bar y había dejado el colegio, empezó a faltar dinero en su casa…un desastre, eso no me pasará a mi.

Han abierto un salón de juegos nuevo, me da pena por Juan pero hay que modernizarse ¡en este sitio hay bote de 50 mil calas! Además nos sirven lo que queramos y más barato.

En casa las cosas siguen igual , mi hermana no me habla desde hace más de un año y mi madre me grita todo el tiempo y me enseña las cartas del instituto , hace meses que no aparezco por alli pero yo ya ni la escucho, siempre está con lo mismo. Estoy esperando a que salga a comprar, me dan 60 euros (ya no hay pesetas) por su cadena de oro, si tengo suerte esta tarde tendré dinero para volver a comprarla y para poder hacer lo que quiera, ni se dará cuenta. Vuelvo de madrugada, mi madre está llorando y mi hermana no me deja entrar en casa, me amenaza con llamar a la policía.

Los padres de Marina nos han acogido en su casa, llevo un mes sin aparecer por el salón, les he jurado por mi vida que voy a ser el hombre que esperan que sea y el padre que necesita nuestro hijo . Ya no tengo amigos ni familia, no puedo volver al barrio, le debo dinero a mucha gente, nadie alli quiere saber nada de mi.

He conseguido un trabajo en el puerto gracias a mi suegro, carga y descarga, el sueldo es bueno y el trabajo es duro, justo lo que necesito para mantenerme ocupado.

Necesito un golpe de suerte, se que he prometido alejarme de ese mundo pero esta vez es diferente, es fácil, una apuesta segura, no saldrá mal, nadie se dará cuenta, está es la última vez, con ese dinero podremos dar la entrada para un piso, algo nuestro. Se han pasado dos días buscándome. Marina no me quiere volver a ver, dice que no veré más a mi hijo, que soy un sinvergüenza.

Estoy en tratamiento, recibo terapia y colaboro con la asociación para ayudar a otras personas que se encuentran en mi situación o mucho peor. El juez tiene eso en consideración y permite que pueda ver a mi hijo un fin de semana al mes.

Este fin de semana lo paso con Aaron. Tengo ganas de estar con él pero el sábado hay superbote en el bingo paradise. Dejo a Aaron en la cafetería del bingo, le pido merienda y le digo que se esté quieto un ratito, que vuelvo pronto (no lo dejan entrar al ser menor de edad). Cuando salgo Aaron esta dormido en la banqueta, son las 3 de la mañana y me esperan dos policías para hablar conmigo. Es la última vez que veo a Aaron.

He perdido el trabajo y estoy esperando en la cola del albergue, si tengo suerte hoy dormiré caliente.

Lo he hecho todo mal. Lo tengo merecido.


ALBERTINA GALIANO

Se decía una y otra vez gesticulando expresivamente ante el espejo, firme su mirada, empapada en desconfianza.

¡Lo tengo merecido!

Y no podía ser más verdad , y más evidente para todos, salvo, y ahí está el verdadero drama, para ella misma.

Cada mañana la misma pantomima: convencerse de que aquel era un lugar merecido y ganado a pulso. Y cada atardecer la desazón ante la sospecha de estar siendo favorecida por algún alma dadivosa.

Nunca va a ser suficiente lo que haga, por muy fino que hile… siempre sentirá que es secundaria, y ocupa el vacío que la actriz principal dejó debido a su lamentable pérdida.

Cuál era su nombre… ¿Rebeca?

Cuántas de nosotras necesitamos cada noche que alguien nos diga aquello de… “nena, tú vales mucho”, como si de una medicina para nuestra alma se tratara.

Definitivamente, y como conclusión: cuando sea mayor, sólo quiero ser yo misma…

¿Dónde hay que firmar?


 

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21 comentarios en «Lo tengo merecido»

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