Ventanas – Miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir sobre el tema “ventanas”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 7 de mayo! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

BENEDICTO PALACIOS

COMO LAS ESTRELLAS

Un arquitecto, buen amigo, me explicó que cuando diseñaba un edificio, pensaba primeramente en las ventanas, porque eran como las estrellas en cielo: huecos por donde entraba la luz, puntos abiertos, guías. Si las estrellas nos orientan en la noche —me contaba— las ventanas nos permiten saludar el día.

—En tantos horas de encierro, las ventanas nos conectan con el mundo, dijo mi amigo.

—Y contemplando las estrellas yo puedo asegurar que la vida sigue y hay esperanza.

¿Convendremos en que estrellas y ventanas son señuelos de vida y de futuro?


MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO

Desde mi ventana, puedo ver otros edificios con cantidad de ventanas las cuales si están abiertas, dejan ver asomada a ellas, a personas de semblante confuso, ya que al tenerlas lejos de mi vista no alcanzo a distinguir su rostro.
Desde mi ventana, oigo cantar al ruiseñor, y veo a otros pájaros que se deslizan bajo el cielo a igual el aire pasa suave o con fuerza brutal, y yo, no puedo cogerles.
Desde mi ventana oigo el sonido de un tambor y, me imagino, a un niño tocándole para sacar de sus adentros el arte que posee.
Desde mi ventana veo las copas de los árboles de esta primavera atípica, ya que la Nación está en confinamiento. Por ello a través de mi imaginación he creado historias de familias diversas, segura de que detrás se cada ventana hay cantidad de situaciones para contar y nuca acabar, a igual el libro de «Las mil y una noche»


LORENA MARTÍ

Siempre me ha perturbado la palabra “defenestrar”. Me inquieta, me angustia. Me estremece. Defenestrado. Ha muerto defenestrada. Creo que es de las cosas más macabras que se pueden escuchar. Defenestrarse, morir a través de una ventana. Una ventana es un ojo al mundo exterior desde tu interior. ¿Qué te lleva a fundirte de ese modo, sin transición, con el “afuera”? ¿Quién te empuja?
Macabro. No hace falta que describa qué tipo de muerte se encuentra con una defenestración, ¿no? No, no hace falta. Siempre me ha perturbado esta palabra.


CORONADO SMITH

Adaptación libre y actual de la copla Ojos Verdes. (No es mi intención herir sentimientos ¿O, sí? No se.

Apoyá en «er» quicio de su ventana,

pasaban los hombres p’al campo,

era por la mañana temprano,

y ella esperaba «ar» del caballo blanco.

Caballero quiere «usté» candela,

fuego es «er» que tu tienes morena,

pues si me levantas «er» refajo,

te doy hasta la cena.

«Er» se bajo del caballo,

y ella lumbre le dió,

lo que no se esperaba «er» caballero,

era «er» puro que tenía ella de «importasion».

Ojos verdes lo distrajeron,

con lentillas de color,

y en un descuido,

se la entró hasta el «corvejón».

PD. Pido perdón a Quintero, León y Valverde, autores de la canción original.


JUSTO FERNÁNDEZ

VENTANA A UN NIÑO DE CIENCIAS.

Cuando yo era niño varón, el milenio pasado, me cocinaron con una única receta: «tú eres de ciencias», que solo permitía un limitado puñado de ingredientes: matemáticas, físicas, químicas y sus derivados.

El resultado fue que durante media vida, 45 años, solo supe elaborar una única sopa con la que me identificaba y de la que comí y comí y comí hasta hartarme.

Todo empezó con aquel «¡qué brillante, qué listo y capaz!» que me decían de chaval (y que yo me creí).

Los adultos que se suponía me guiaban, para aprovecharme al máximo, hasta me adelantaron dos años en mi camino académico (si supieran lo que eso me contracturó por dentro …)

Después, ya vestido de hombre de provecho, me valoraron mucho mis algorítmicos sopicaldos que me compraban a muy buen precio en forma de reconocidos trabajos ejecutivos y buenos salarios.

La mala noticia es que llegué a despreciar sutilmente a mis semejantes, cocinerxs como yo, que usaban las artes, las filosofías y las humanidades para elaborar sus platos. «Todo eso no sirve para gran cosa, no construye nada, no es progreso, no es mejora» Solía decir con soberbia ingenieril. Por no hablar de mi ninguneo a todo lo emocional, lo sensible, los afectos y los cuidados.

La segunda mala noticia es que me autonegué el derecho de explorar otras experiencias de creación humana que también estaban dentro de mi. «No tengo oído, ni trazo en mi mano, ni sensibilidad, ni gusto para eso que llaman belleza y arte», solía repetirme en silencio en un discurso autolimitante.

Quién me iba a decir a mí que después de mi íntimo colapso, quien vino a rescatarme y salvarme de mis oscuros vacíos, fue precisamente el arte (mejor o peor condimentado) de usar la palabra en escrito o en hablado para sacar fuera mi dolor, mis condicionamientos y mis estrechas creencias invalidantes. Expulsando a mi despiadado juez capacitista, jerarquizante y destructor de autoestima que durante media vida me arrinconó ocupando mi sagrado espacio.

Esta fue mi única forma posible de por fin verme y de aceptarme

Y llegó la buena noticia: por fin aprendí que para amar mi mundo no tengo por qué negar el tuyo.

Por eso camino ahora alegre, curioso, de aquí para allá, ligero de equipaje, mirándote a ti, tratando de aprender de tí eso que haces y que yo no sé hacer, que es casi todo.

Sí, aprender es lo que ahora yo estoy haciendo cuando tú me ves mirarte. Entre iguales.

Te lo dice con humano afecto un escritor tardío.

Para ser tonto es suficiente con hacer tonterías.

Para ser ecritor es suficiente con escribir.

Para ser yo es suficiente con existir.

Afortunadamente aún estoy a tiempo.

Lo fascinante es lo que ocurre, mucho más que el personaje y su relato.

Aprovecho que tus ojos han llegado hasta aqui para pedirte perdón por haberme creído alguna vez más valioso que tú.

Ya no más.


MARÍA DAVID

Hay tantas ventanas delante de mi, y cada una de ellas con una distinta historia. ¡Es más…! De echo, parecen unos cuadros cuyos personajes y acciones se renuevan en cuestión de segundos: al amanecer, los pájaros animan al esplendoroso cielo y la tierra húmeda y fría se deleita con los calientes rayos que penetran sus seculares venas, mientras que los humanos caminan ignorantes, tan ni siquiera levantan su cabeza para mirar el firmamento; al anochecer, los búhos se despiertan-con su mortífero canto asustando a los despistados roedores-, las nubes cambian de color- a menudo tapando las brillantes estrellas, amigas de los navegantes perdidos en la vastedad de los océanos. Pero a veces pienso que las ventanas quieren entretenerme…¡Entretenerme…! Un tabú, quizás o puede que algo más. Y una noche, me pregunté:<<¿¿qué es la libertad??>> De repente, me vino por la mente una imagen de un canario enjaulado con agua y comida abundantes. Diría uno, ¡que es un afortunado!, ya que nada le falta: ni techo, ni comida y encima ningún depredador acortaría su vida. Y entonces me puse yo misma en la situación del canario ya que nuestras situaciones parecían muy similares, ya que el techo, la comida y la seguridad eran las mismas premisas. Es que desde su nacer, cada criatura está enjaulada, cada una en un hogar diferente- en función de cada especie que lo habita. Y cada hogar tiene sus propias ventanas, que sin ellas quizás despertaría el espíritu aventurero de la muchedumbre y se liberaría de una vez por todas de esta maldicion. ¿Pero a qué maldicion me refiero?… la de «las ventanas». Ellas son las únicas culpables de privarme de mi libertad, de su libertad…
Las ventanas son nuestra carcel… ¿y si deberíamos juzgar a las ventanas por un delito en contra de todo ser vivo? ¡Qué ironía! O puede que no.


AGUSTINA BOUCHERIE

VENTANAS

Para mi querida ventana, cuadrada y pequeña:

¿Quién iba a decir, querida ventana, que con vos la soledad y la cuarentena es más linda y llevadera?

¿Quién iba a decir que, tras ese marco de madera pulida, yo iba a encontrar compañía?

En tiempos de cuarentena, donde la soledad pesa el doble, el transcurso de las horas se toma su tiempo, el aburrimiento dice presente y la incertidumbre nos recorre la piel sin descanso, una simple ventana me ayuda a aliviar con todo eso. La ventana toma rol de escenario y me muestra toda su escenografía.

Al abrirla, el mar, el sonido de sus olas y su aroma a sal, recorren mi cuerpo como si fuesen una dulce melodía conjunta. Esa hermosa coreografía que hacen las olas, de atrás hacia adelante, con una espuma blanca como la nieve, llegando a la arena, suave como terciopelo o con fuerza y furia, como si fuera a arrasar con todo. Los pájaros que reposan sobre ella con su piar, como si estuviesen saludándome y preguntándome ¿Qué tal he dormido?

Los días de lluvia, la ventana hace su mejor espectáculo. Reflejándome la danza de la lluvia sobre el mar, como si cada gota se zambullera en él. O sobre el cemento de la calle, limpiándola y dejándola reluciente. El sonido de los truenos que resuenan en el vidrio de mi ventana, como si estuvieran pidiéndome permiso para entrar.

La ventana, también me hace conectar con el cielo, su sol, sus nubes y su luna. Los miro y siento que me miran, que me dicen que están aquí conmigo. Encima de mí, pero conmigo, me dicen que todo estará bien, que hay que esperar, que hay confiar. Que todo este caos, se terminará.

Gracias, querida ventana, por hacerme sentir acompañada.


CELESTERAJOY

La chica en la ventana

Es desesperante sentir tanto calor, tanto que la piel no puede sostenerse por sí sola. Se mecía de un lado al otro, el tono de su piel estaba volviéndome loco. Su reflejo en el espejo me daba una visión perfecta de su cuello. Cada lunar que envolvía su clavícula, dibujaban el infierno que era su cuerpo, envuelto en nada más ni menos que seda roja de su pequeño camisón que cubría casi con esmero en su bata de noche. Su pelo cobrizo y largo lo estiraba con los dedos mientras se movía inquieta en el asiento del tocador enmarcada por esa ventana, justo como una obra de arte.
Era un completo enigma, no me creerían pero les juro que desde mi ventana percibía el olor de su piel. Alucinaba con tocarla, deseaba tener su boca en todas mis partes y eso que era casi solo un reflejo para mí. Un reflejo sobre un frio cristal en invierno, un reflejo más tentador en verano enmarcado por unas cortinas rojas acaloradas y pesadas tanto como yo. Se movía como si todo lo que hiciera fuera dedicado a un espectador, con un director sugiriendo cada perfecto movimiento para hacer explotar mi mente.
Quería hacerlo todo con ella, algunas noches la imaginaba desnuda atada en mi cama, otras simplemente le hacía el amor con suavidad, otras soñaba con irrumpir en su casa y hacerla pedirme ‘por favor’ mientras actuaba algún secuestro. Quería amarla, tocarla, violarla, cuidarla, la quería mía y no la conocía, pero yo ya me sentía suyo. Es un completo delirio tenerla tan cerca y tan lejos a la vez, 20 metros yo en el quinto piso ella en el sexto (No me quejo de eso, me da una visión casi perfecta de su entrepierna)
Imaginaba como la tocaría y de las maneras más sucias en las que la haría terminar sobre mí, en mí y para mí. Como un cerdo desesperado lamería cada parte, igual que un perro no me despegaría, la imaginaba vestida como Lolita, pervirtiéndola. Al rato se apoderaba de mi otra ilusión y la percibía en cuero negro, con los ojos oscuros rasgados golpeando un látigo firmemente contra su mano para amansarme, para domarme, para drogarme con el fino dolor y placer. Ella se apoderaba de mi como el éxtasis, siempre quería más aunque solo fuera a través de esa bendita o maldita ventana.
Moribundo después de tanto trabajar, ni pensaba en besar a mi esposa o arropar a mi hija. Solamente quería verla, sentarme en mi oficina abrir de par en par la ventana y tocarme, disfrutando ese gran espectáculo que era ella. Era volver a nacer, disfrutando las necesidades que surgen de nuestro podrido pensamiento humano. No lo podemos evitar somos animales con necesidades físicas, se apoderan de nosotros, se instalan en nuestra mente se enroscan como serpientes hasta dejarnos jadeantes sin aire y con esa presión en el cuello que nos mata, pero nos excita, que nos mata, pero nos gusta.
Le cambio el nombre seguido, a veces se llama Malena, a veces Judith, Carla o simplemente le digo ‘mi amor’ para después gritarle puta, mientras la imagino atragantada en una felación.
¿Que tan perversa puede ser la mente? No me refiero a qué punto puede llegar con el resto, sé bien que esa respuesta es un ‘sin límites’. Nos llena de laberintos de encrucijadas de problemas que no existen y de no existir retos de mayor dificultad los crea. Está diseñada para eso, para ponernos siempre contra la pared entre los instintos más bajos y nuestras ganas de ser moralmente correctos que en verdad son muy pocas, pero nos empecinamos en negarlo, en pensar que nuestra fortaleza proviene de lo que podemos negar y reprimir sin pensar en lo que podemos disfrutar y devorar como animales, que en el fondo sabemos solo ser eso, buscando carroña mordiendo con fuerza, desgarrando la piel de la presa sin piedad, lamiendo después las heridas, disfrutamos los gritos porque siempre nos dan más sed y todo esto por mirar por la ventana. Tenemos ese estigma interno y constante de dividir el bien y el mal como si fuera posible estar de un lado o del otro y no solo ser en la solución a veces soluto y otra solvente.
Es embriagante, su reflejo me perturba constantemente, mientras estoy en la oficina solo quiero llegar y terminar con el sufrimiento que me aqueja en la entrepierna el no tenerla cerca. No observar su piel, su sombra, su timidez. Muchas veces me cuestiono, me pregunto ¿Notara que la observo? Ya que siento que la tensión entre nosotros se puede cortar. No es que me moleste decirlo, pero si, un poco me molesta soy un mirón, soy su espía personal, registrando con mi nariz en sus secretos más oscuros, escaneando con mis ojos cada parte de su fina piel, archivando en mi memoria cada noche como si fuera un caso a resolver y de mil maneras distintas. Estoy perdido e irrevocablemente obsesionado con ella, con esa chica en la ventana y en este mundo se piensa, que eso debe ser también amor.
No me juzguen, pero vendería mi alma si tuviera, por tener a esa mujer. No saben cuántas veces le pedí a Dios que me la dé o que me la saque de la mente. Ella se sienta cada noche como si nada pasara, sin notar que me desgarro, sin pensar en que mis poros se expanden, que mis pupilas se dilatan, que mi boca se humedece de tanto imaginar. Somos tan visuales, miro por esa ventana y no me canso de ver sus tobillos e imagino la cuerda que los ata hasta mí, mientras cepilla su pelo siento mi mano arrastrándola hasta mi cama, quiero consumirla, agotarla, verla necesitada pidiendo más, quiero tenerla en frente sin nada, ver en detalle lo que no puedo desde la distancia, pero que imagino. Que me nubla la conciencia y me enloquece, que solo me dejan pensar en que mi lugar en el mundo debe estar detrás de esa ventana.


RUIZ MANUEL

En este estado de confinamiento nos hemos convertido en voyeurs. En éstos días las ventanas se han convertido en los ojos y miradas con los que nos asomamos al mundo. Compartimos aplausos, curioseamos en los vecinos, desconocidos y calles, oímos los cantos de los pájaros, dejamos la mirada perdida en un punto intentando comprender la situación en la que nos encontramos. Observamos el pasar de la sociedad pero con la mirada escondida ante ese marco o puerta que da pie al movimiento sin ser partícipes. Nuestras ventanas son el portal que nos saca de la repetitiva situación cotidiana que estamos obligados a tener. Por eso hay una perspectiva diferente allí donde el cuadro de la vida se transforma de alguna manera, a través de una ventana.


RAQUEL SÁNCHEZ

HABITACIÓN 210

Mientras el enfermero del parche en el ojo izquierdo le cambia el gotero, el médico repasa su historial.

El paciente, aunque no recuerda bien el nombre del mal que surca sus pequeñas entrañas, lo lee en el informe que sostiene aquel médico pirata: PROGERIA. Entonces lo reconoce en su cuerpo cuando repasa con las yemas de sus dedos una piel seca y arrugada y un cráneo de gran tamaño. Tras enjugarse las lágrimas, nota que sus cejas y sus pestañas han desaparecido.

El médico señala con el garfio la puerta. Por fin los dos bucaneros del ala infantil salen de la habitación.

El corazón del niño se agita. De un tirón se arranca la goma del brazo, agarra con firmeza su peluche y se encamina hacia la ventana. De un bolsillo extrae el frasco de pastillas donde escondió el polvo de hadas que logró recolectar en un sueño. Abre el tapón con dificultad y rocía el contenido por todo su cuerpo mientras su mente va dibujando una enorme tarta de chocolate. Reteniendo en sus pupilas un brillo ingenuo, mágico y esperanzador, apoya sus pies descalzos en el pretil y se eleva rumbo al país de Nunca Jamás.


JORDI VIÑAS REIG

Miles y miles de ventanas vistas a lo largo de mi vida.Como tantos y tantos objetos diversos,e infinitos detalles que parece que nunca estuvieron ahí,hasta que las letras de tu presente conciencia las rescatan de la memoria para darles su merecido reconocimiento:
Gracias ventanas, ventanas de todos los tiempos.Gracias por tus visitas de mañanas de ensueño.Por tu ayuda en limpiarme legañas y visión aturdida. Imposible olvidar los pitillos fumados apoyado en tu recto regazo. Gracias por dejar entrar la luz del Sol y el aire y viento de la Madre Tierra. Por dejarme ver y oír la caída de las relajantes lluvias; semillas ellas de hierbas y flores. Gracias por vivir aquí,en mi casa conmigo. y gracias y gracias,por alumbrar está hoja y darme el empujoncito necesario para plasmar lo que parece que nunca hubiera estado ahí, hasta que las letras de mi presente conciencia las rescatan de mi memoria para darles su merecido reconocimiento.
Si, a vosotras,las ventanas…


RAFA GARCÍA GARCÍA

¿Importa realmente lo que vemos a través de una aparchajada ventana? Miro a través de ella y lo que veo acaba causándome una indiferencia abismal, tan abismal como la fuerza de la melancolía que ahoga al resto de emociones. ¿Importa dónde estamos? Da igual si me encuentro en mi confortable cuarto abrazado por mi bata o en medio de la calle siendo azotado por un gélido viento impetuoso, la mueca en mi cara es la misma. La misma indiferente e inamovible mueca de la melancolía, del vacío, de la soledad que sólo proviene de uno mismo, cuando todos te acompañan, pero tú ya te has abandonado. ¿Importan los sentimientos? Es posible llorar sin lágrimas y sin un rostro compungido, igual que es posible sentir el calor del amor en el corazón mientras la melancolía ahoga una media sonrisa en el rostro; es posible parecer indiferente a pesar de todo.
Y tú, mi fiel escudero, ahí de pie, mirándome torcer sentidos, asfíxiame, maldíceme con mil pecados capitales en una noche oscura, que amanecerá el día y no habrás cambiado nada en mí. Y tú, que intentas ayudarme a alzar el vuelo, márchate, huye, que la nostalgia no se ahoga más que en la melancolía y en el olvido. En la distancia que separa un pensamiento de otro yo tiendo dragones de papel bailando con grullas y cuervos, a ver si ocupan mi mente y me llevan lejos, lejos del insomnio, lejos de todo.
Entiende ahora que da igual lo que vea a través de una aparchajada ventana, que sólo vislumbro mi reflejo, como un templo de corroídos capiteles antaño blancos. Ahí donde habitan entre las sombras los fantasmas más perversos, aquellos de los que no puedo, no quiero huir. Si es este el preludio de la locura, deja que me meza en la apacible tranquilidad antes de que se desate mi tormenta, deja que la melancolía me arrase, deja que la indiferencia me calme.
En la existencia sólo sé desvanecerme. En la inexistencia, sólo sé ser eterno.


NEUS SINTES

Hay estrellas que nos separan de aquellos a los que amamos en la distancia. Separados por que un destino que todavía no les había hecho conocer, pronto uno de ellos un puente cruzaría y entonces el destino les haría juntarse y querer. Aunque ligado del dolor viene acompañado el llamado amor.

Asomada a la ventana Celia se encontraba mirando a las estrellas en la noche oscura, donde el silencio reinaba y la brisa acariciaba su piel, envolviendo sus cabellos ondulados. Se quedó mirando y pensando en aquellas estrellas que juntas se encontraban. Cerró los ojos y pensó un deseo, aunque sabía que no se cumpliría ya que lo había hecho varias veces, considerándolo más bien un juego y no una realidad.

Deseo ser cómo aquellas estrellas que juntas permanecían, mientras cerraba los ojos una hermosa luna llena reapareció.

Sorprendida no daba crédito a lo que veían sus ojos. Estaba en un escenario. Su habitación se había convertido ni más ni menos que en un escenario. Fuera un sueño o una realidad en el que se había convertido su deseo. Deseó soñar o mejor dicho, vivir ese momento.

Las luces se apagaron y la luna en lo alto asomaba. Vestía un precioso vestido color celeste con pequeños brillantes a su alrededor, junto con un collar de una perla de color marfil como el de sus zapatos. Su pelo hacía a un lado la hacía esbelta, dejando entrever ese cuello alto y fino que embelesaba, aunque ella no apreciara su belleza, así como otros sí.

Dando vueltas a su alrededor contemplando aquel escenario mágico, comprendió de que no estaba soñando, hasta su piel se erizó de ésa realidad que parecía ser soñada. Unos pasos más atrás se cruzó con un gran piano, cuyas teclas no pudo resistir tocar con las yemas de sus suaves y delicados dedos.

Cerró los ojos, mientras se sentaba, recordando de nuevo, imaginando y con cierto temblor en los labios color carmesí, empezó a cantar una canción dedicada a todas aquellas estrellas que antaño fueron separadas de sus seres queridos. A todas ellas, mientras su labios dejaron de temblar una dulce sinfonía surgió de sus labios.

Se sorprendió a sí misma, siempre se había considerada tímida a la hora de cantar, de expresar aquellos sentimientos albergados en el fondo de su alma. Las estrellas, sí ellas siempre le habían guiado por caminos con salida o bien con barreras por afrontar, pero siempre encontrando una salida. Ahora les cantaba a ellas por pedir un deseo y éste sin comprender cómo, se había hecho realidad.

Al finalizar la canción, unos aplausos surgieron de un atractivo caballero. Celia quedó embelesada ante tal caballero, sí caballero. Iba vestido con unos pantalones negros a juego con su americana y blusa blanca. Tenía un aire sereno, caminaba por el escenario rodeando el piano sin desviar la mirada de Celia quien enrojecía por momentos.

Se presentó como Juan, que al oír tan esbelta sinfonía dedicada a las estrellas supo en aquel momento que había encontrado a la suya. Celia comprendió que se refería a ella.

Juan le ofreció su mano. Celia pudo no aceptarla, pero acercándose a Juan, le sostuvo de la mano. Se miraron a los ojos y comprendieron que estaban hechos el uno para el otro. Dos soñadores, enamorados de las estrellas por motivos distintos pero que para ellos significaban algo muy especial.

Tal vez fueran ellas las estrellas quienes decidieran que debían encontrarse en un momento de sus vidas. Cuando ambos estuvieran preparados para estar juntos. Levantó la barbilla de Celia y éste la besa con parsimonia y dulzura. El beso eterno.


BEATRIZ ANGEL

Desde mi ventana oigo el mar y aunque no puedo verlo, puedo oler la sal.
Desde mi ventana siento la brisa acariciar mi piel y los rayos de sol de cada amanecer.
Desde mi ventana el mundo parece pequeño, veo la vida en movimiento, veo las horas pasar.
Desde mi ventana se dibuja una línea hasta las ventanas de aquellos que deseo abrazar.
Desde mi ventana la noche cae oscura y diamantes de anhelos veo, en el cielo, brillar.
Desde mi ventana la luna más bella me mira llorar y me canta nanas para que mi alma pueda descansar.
Desde mi ventana escucho el silencio de bocas que hambrientas tienen que callar.
Desde mi ventana veo que la vida se abre camino y lucha entre el caos para continuar.
Desde mi ventana si cierro los ojos y respiro hondo, bailan la esperanza y mis miedos un vals.
Desde mi ventana, mi puerta hasta el mar…


SARA CHINI

Qué mala idea había sido alquilar aquel pequeño piso. Sí, estaba cerca del trabajo y en pleno centro la ciudad, pero lo que antes era un mal menor, porque pasaba la mayoría del tiempo fuera de esas 4 paredes, ahora, durante el confinamiento, era una tortura. Era un loft miniatura con una única ventana en lo que podría llamarse el salón. La ventana estaba alta y era pequeña, además daba a un patio interior. Ni siquiera llegaba a la altura para mirar por ella. Pegó un par de saltos y alcanzó a ver un trocito de la ventana del vecino. Cómo echaba de menos las cervecitas en la plaza, los paseos por los parques, los domingos en familia… ¡joder! hasta echaba de menos ir al trabajo. Dió otro par de saltos y le pareció moverse algo en aquella ventana. Tenía un taburete plegable en la zona de la cocina para alcanzar las especias de lo alto del armario. Lo abrió y lo puso debajo de la ventana apartando un poco el mueble de la televisión. Seguía estando demasiado bajo, pero si se ponía de puntillas lo lograría. Alzó los talones e intento engancharse con los dedos a la pared. Logró ver lo que se movía. La vecina había puesto en el pequeño alféizar un gato chino de la suerte de los que mueven el brazo constantemente. Eso es lo único que alcanzaba a ver desde su ventana. Se bajó del taburete más tranquila, era una chorrada, pero aquel gato le daba un poco de esperanz


INMA HERNÁNDEZ PAREDES

Emociones que se transparentan atravesando nuestra piel. Salen a la superficie, incluso, aún, estando del lado de Morfeo, que antes nos acunaba y serenaba sintiéndonos protegidos, pero en los días que nos ocupan, no encontramos tampoco consuelo en sus brazos.
Esas emociones son como un columpio, vienen y van, van y vienen, dejándonos una sensación de vértigo que va en aumento al no ver el final del camino.
Un camino que se está haciendo eterno, un sendero oscuro, gris, pero con algunos claros a su paso, aferrándonos a ellos como a una soga en un acantilado del que no vislumbramos el fondo.
Pero no es todo ébano, en ocasiones entran rayos a través de nuestras ventanas, que penetran como si el mismísimo Lorenzo estuviera acompañándonos.
En ese instante del día nuestras emociones rebosan por cada poro; alegría, compasión, agradecimiento, amor…
Nos inunda una oleada de calor, que nos hace recordar que no estamos solos. Durante esa pausa en el crepúsculo volvemos a sentir luz, vemos vida, la esperanza nos envuelve mientras escuchamos cada palmada, cada nota, cada acorde que el viento deja caer a los pies de mi ventana, y volvemos a sonreír como lo hicimos, cantando a la esperanza unidos.


SERGIO SANTIAGO MONREAL

El sol brilla, una maravilla. Primera parte, el ano me arde, no soy cobarde.

Segunda parte. Tengo valor, transmito amor. Sin temor.

Tercera parte. Globo morado, estoy enamorado. A veces preocupado.

Azul pureza, qué grandeaza, escondome entre la maleza. Literatura universal, punto y final.


JORDAN ANDRADE

Su sueño siempre fue vestir esa cofia blanca, cuando una brigada de enfermeras y soldados paso por nuestro pueblo llevándose a mi esposo y mis dos hijos no podía parar de llorar, pero ella se quedó atónita mirando a las muchachas de pies a cabeza sin siquiera parpadear, recuerdo que una de ella saco una mezcla de hiervas de su mandil y la coloco sobres sus manos, tenía ampollas por la recolección de patatas su padre le dejo su reloj de bolsillo y sus hermanos le pidieron que cuidara de mi yo no podía dejar de llorar, corrí, solo los vi irse por la ventana supe que jamás regresarían cuando los perdí en el horizonte seque mis lágrimas y me puse a preparar la cena, ella quedó observado sus manos pensé que era un especie de shock por ver a tanta gente llevarse a su padre pero al siguiente día me despertó con una sonrisa -¡mira mami, mis manos están curadas !- siempre jugaba a la enfermera con el gato y el perro recuerdo que daño uno de sus vestidos solo para vendarlos de pies a cabeza eso no me enojaba. La guerra termino y eran buenos tiempos, las cosechas nos daban para vivir tranquilas solo ella y yo la una para la otra, aquel día cuando se esparció el rumor de que había un hospital en el pueblo y estaban buscando voluntarias nunca pensé que ella sería la primera del pueblo en ofrecerse yo ya no podía trabajar el campo, pero teníamos suficientes ahorros para pagar peones hasta el siguiente verano así que deje que se fuera. Regresaba a casa un sábado cada quince días y siempre me hablaba de todo lo que estaba aprendiendo, me dejo muchas recetas para el dolor de cabeza, de estómago y yo era feliz porque ella lo era también solía irse los domingos entrada la tarde y yo me sentaba a tejer en la ventana mientras la observaba irse sabía que volvería con algo nuevo, un sábado prepare su comida favorita y me senté a tejer sabía que llegaría pronto pero nunca paso en el ocaso de la noche con una vela casi terminada me rendí de esperar y pensé que quizás hubo mucho trabajo, que para el próximo será, hice lo mismo el siguiente sábado y el siguiente a ese pero ella no volvió me senté en esa ventana por horas tejí un juego completo de suéteres para ella pasaron meses y se esparció el rumor de una nueva guerra, mi hija era mucho más inteligente que mis hijos y mi marido pensé, además las mujeres no eran obligadas a ir a la guerra, quizás fue a otro pueblo a repartir ungüentos como los que me trae pensé, y me alivie un poco pero nunca deje de esperarla cada sábado me senté frente a la ventana a ver el horizonte deseando ver su cofia blanca a lo lejos esa cofia que portaba con tanto orgullo y que nunca se sacaba aun estando en casa, un día mande a un muchacho a preguntar en el hospital por ella pero solo regreso con malas noticias ella se había ido con el pelotón por su propia voluntad nunca se me cruzo por la mente que ella me había abandonado, no era así mi hija no haría eso pensé, quizás fue a buscar a su padre y hermanos me dio más motivación ahora tejí medias para mis hijos y un suéter enorme para mi marido, desde entonces cada sábado me sentaba en la ventana a esperar a los cuatro con el tiempo ya no fue cada sábado, fue cada día, cada noche y ahora no se si será sábado o que día será solo sé que nunca regresaron pero ahora yo iré a buscarlos ya casi hija mía ya puedo ver tu uniforme blanco acercase por la ventana


CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

El silencio se entrena para la maratón organizada tras la ventana. Una maratón que gana al tiempo, al espacio, al ser; rendido ante la omnipresencia de su mordaza. Silencio. Silencio tras la ventana. Una mosca pegada al cristal como una lapa, se mira sin reconocerse: silencio. Las hormigas del pretérito no salen de sus escondrijos: silencio. Flores marchitas en las ventanas a falta de una primavera que las auxilie: silencio. El muro de hormigón frente a la ventana grita su silencio y, cierra un espacio otrora abierto a un mudo y deshabitado campo.
Detrás de mi ventana: silencio.

ARIEL PACTON

Cierro el diario que estoy llevando durante esta asquerosa encerrona en la que cuatro o cinco imbéciles, nos han metido a toda la humanidad. El lunes cumplo cuarenta días.
Es hermoso ver cómo avanzan esas nubes pintadas en tonales grises. Llegan del sudeste. Corren desde el río hacia la tierra. Después de muchos días soleados en los que vi transformar mi parte del mundo de verdes a ocres, llegaron el viento y el agua para decirme: “Soy el otoño, ya estoy acá”.
Ahí van las nubes blancas, transparentes, sin sombras internas. Un sinfín de colas de caballo dando brochazos sobre el cielo. Acerco mi cara a la ventana, creo que llevan unos cristales de hielo. ¿Vendrán días fríos? Falta bastante para el máximo alejamiento de la tierra al sol, pero seguramente esos cristales bajarán las temperaturas.
Apoyo la nariz en el vidrio. ¡Oh! Debajo de los brochazos veo nubes grises opacas, densas. La que se acerca a mí es como una gran nariz llena de protuberancias enormes casi negras. ¡Van muy rápido! Abro la ventana, miro hacia arriba. La nariz se abre dejando un espacio claro celeste del cielo. Definitivamente no creo que llueva cuatro días como anuncian. Algo está cambiando allá arriba.
Mucho satélite, mucha ciencia y pocos aciertos. Amenazan siempre con el diluvio. Amenazan tanto, que al final un día llueve y en cuanto caen las primeras gotas, la gente corre a tomarse los buses, el metro y empapados llegan a los trabajos, casas o clubes o cualquiera sea su destino. ¡Bendita mojadura que al que anda débil lo arrojará a la cama varios días!
Yo prefiero entrar a un bar, pedir un café con medialunas y mirar por la ventana sonriéndole a la lluvia. El agua limpia. El agua barre. El agua agrede a quien no sabe sonreírle.
Abro la ventana de par en par. Saco mi cuerpo hacia el vacío. Sí, sí, vendrá un poco más de viento porque los árboles aún tienen muchas hojas, bajará la temperatura unos grados y mañana a la tarde saldrá el sol. El trueno remueve las nubes. Destellan las luces arriba y abajo. Las palabras y los hechos, aún los más hermosos, necesitan verdad y sinceridad.

DAVID DURA MARÍN

Tenía una persiana, enrollada a una ventana,
subía, bajaba, depende de quien miraba.
Si era espía, sus agujeros eran catalejo,
no veía de cerca , ni lejos,
como el pirata ambidiestro
con el vaivén de un mar despierto.
Si sentía ahogo, subía su cuerda,
un vaso de rayo de sol,
una mirada a un cualquiera,
s.o.s en silencio del que nada espera.
Si era tristeza, nadie me vea,
esperando al nuevo día, otra cosa sea.
Pero un día un gorrión descansó en mi ventana,
con la persiana en alza estropeada,
lo vi tan frágil, parecía pedir algo,
abrí la ventana y puse migas de pan duro,
un tapón con gotas de agua,
y va el tío y se hizo una sopa a la juliana.
Que sí, , faltaban las verduras.
Si hubiera dicho que era un billete de los verdes, de esos de cien, alguien diría que le faltaba caldo?.
Es mi ventana, la abro y cierro cuando quiero.
Cambio de conversación, bajo persiana.

JULIO A. CASALLAS

Ventana.
Bajo una ventana el enamorado recitaba poemas a su amada.
En la ventana ella sonrojada escuchaba cada palabra que iba directo a su corazón y la hacía sentir mariposas en el estómago.
A una ventana llegan los pájaros a cantar los buenos días, y la luz se va para anunciar las buenas noches.
Por una ventana se saluda, se aplaude, se espía..
Y en una ventana estás tú, mirando pasar los días, horas, minutos y segundos añorando que algo mágico suceda y tu ventana sea el testigo.

LOLY MORENO BARNES

Hay muchas formas de ventanas, quizás más que puertas . Pero ninguna tan espectacular como la que hay tras el cristal de cielo .
A veces empañada con nubes de algodón, otras azul celeste o bordada de estrellas en noches de luna .
Hay otras ventanas que jamás se abren , pero son minoría, aquellas que se cierran a cal y canto para las conciencias y pasan de ser ventanas a muros .
Las hay también algunas siempre abiertas en muchas mentes privilegiadas. Aquellas que saben discernir que somos diversidad de personalidades, costumbres y creencias .
He visto algunas que tienen cortinas de humo para ocultar la verdad y algunas que el tiempo ha desgastado su claridad y guardan mucha miseria.
A diferencia de las puertas para entrar y salir, las ventanas no son para saltar por ellas , porque eso significa que también se han saltado las normas .Son especies de lupas para observar , aprender y curar , ya sea mirando alrededor o en nosotros mismos. También referente para qué a través de sus hojas transparentes el semejante conozca nuestra verdad y se acerque sin tocar nuestra sensibilidad .
No confundamos ventanas con balcones, unas son mamparas que nos protegen , los otros lugares decorativos para hacernos una foto .
Hay algunas ventanas que nos hacen presos porque nos negamos a tenerlas abiertas y blindadas a no ser que nuestra vulnerabilidad produzca grietas que deje pasar la inconsciencia . Y otras siempre dispuestas a dejar entrar aires de libertad .
Las hay que nos permiten viajar en el tiempo sin olvidar los recuerdos y otras que nos llevan a los sueños del futuro .
Las que se abren en la distancia en pantallas que nos dejan mensajes e imágenes de seres queridos y amigos .
Las que nos dejan ver oportunidades , las que nos roban sonrisas o las que causan dolor .
Yo prefiero siempre las ventanas abiertas y aquellas que permitan ver con la mirada del corazón .

ANAXIMANDRO SÁNCHEZ

Hay ventanas de Windows con eses:
Seleccionamos lo que queremos
a fuerza de salpicarnos la mirada.

Eduardo me bloqueó para siempre:
Le dije que la economía China
se sostiene con la esclavitud.

Hay puertas que azotamos
siempre hundidos en la flema
de los índices de popularidad.

Primero borró mi comentario,
opinión obsesiva conspiranoica,
género literario que no compartía.

Hay seres que opinan lo mismo
o algo insoportablemente parecido:
Amamos nuestro reflejo putativo.

Le pregunté si podía opinar
y borró mi pregunta. Tranquilo,
envíame tu opinión por wasup.

Más allá del límite impuesto, la vida
sigue creciendo a su ritmo e impulso
y nos deja oler sus excrementos.

Entonces le dije que no sabía
que también compartía con China
su política de libertad de expresión.

En mi ventana veo brillar las estrellas
muy cerca de mí, cierro los ojos, quiero
soñar con un dulce porvenir.

Y así terminó nuestra amistad, los pdfs
que me envió, los que le envié yo,
y míseras ideas de poesía y política.

Quiero vivir y disfrutar la alegría
de la juventud, no habrá noche, para mí,
sin estrellas que den luz.

Eduardo tiene una página de memes
donde se burla de gente como él,
como tú y como yo, y me parece bien.

Gira, gira, carrusel, tus ruedas de cristal,
recorriendo mil caminos, tu destino encontrarás.
Candy, Candy, Candy, Candy, Caaaanndy.

Le respondía con memes sin su firma
y también los borraba: Circo mezquino
de monopolio de atención.

Muchas veces logramos ver en los sueños
nuestro futuro, el destino que a mí vendrá
alegrías traerá.

Solo quiere, como cualquier poeto,
que su público le haga eco o lo imite,
por eso yo también lo bloqueé.


OMAR ALBOR

Imagínate un agujero
en tú cabeza
que tus ideas
se vallan
por un rato
por el cielo.
No sabrás cómo mirar
si alguien
te ve escapar
con las ideas de otro
que robaste
para vivir.
Pensando que las tuyas
ya no volverán
y en la tempestad
cuando todo
te tira para atrás
Tus ideas vuelven
Y la conciencia
hace que las ideas
sean un paraíso
Con nuevas formas
y un conducto
lleno de estrellas
con brillos que te hacen.
Ser feliz
Solo que piensas
en aquellas ideas
que robaste y que eran
hermosas y muy parecidas
a las tuyas.
Solo para vivir.
Te da nostalgia
y una lágrima corre
por tú mejilla
porque las abandonaste
Y ellas querían seguir
contigo, pero tuviste
que elegir entre lo nuevo y desconocido, o lo malo y ya conocido con errores echos
por ti y vividos por ti.
En esa loca ventana que se a abrió un lunes en mi cabeza.

ALBERTINA GALIANO

Una Ventana Traicionera

Recién estrenada soledad, voluntaria o forzosa, según se mire.

Cansado ya de pensar que la vida debía ser un camino compartido, cansado de esperar que el otro termine de atarse el zapato antes de echar a andar…

Estaba en un buen momento, su mejor momento.

Atrás quedaban las noches de desvelo deshojando margaritas, y con la manida canción en la cabeza… ¿Quién puso más…?

Un buen trabajo, al menos suficiente para él. Un grupo de contactos de whatssap, los imprescindibles para rellenar espacios… Jugaba a avisar a la gente de su alrededor, a los que no hacían más que sonarles entradas… -Yo los tengo silenciados, no soporto estar todo el rato con el “sonidito”…- Mentira y gorda. Lo que le humillaba era precisamente su desolador silencio.

-Sales huyendo, no te esperas.- Le habían señalado más de una vez. Quizá su Pepito Grillo. Es posible. Una retirada a tiempo…

El caso es que ahora ya era una realidad.

Un piso bien situado en el medio de un suculento barrio, relleno de gente. Con amplias ventanas para dejar entrar algo en el vacío de su soledad… El sol, el arcoiris, el sonido de risas de otros, cuerpos al otro lado de los visillos, otras vidas…

Se sentó, cogió una bebida con mucho alcohol, algo para picar. La vida ante sí, todo por hacer. Vivir de fantasías dá muchas alas. Todo al alcance en una omnipotencia que no cambiaría por nada. Y Netflix delante. En perfecta armonía.

Se inclinó para tomar el vaso, y justo cuando lo acercaba a los labios le costó entender que lo que impactó contundentemente contra su cabeza procedía precisamente del maravilloso ventanal que le unía al mundo.

El tiempo suficiente para lamentarse, entre estrellas oscuras que le guiaban hacia la luz del túnel, por no haber bajado la persiana, y arrepentirse humildemente de su furtivo y enfermizo voyerismo que le situaba siempre junto al cristal, ahora dramáticamente aniquilado.

En otro momento con toda seguridad su pareja, que le llevaba sin duda delantera en el arte del fisgoneo, habría ocupado un lugar en medio que hubiera obstaculizado el impacto de lo que quiera que fuera que impactó, y seguramente salvado su vida…

Caramba. A veces lo que sale es malo y uno se alegra de alejarlo; pero puede ser incluso peor lo que espera a entrar, sin pedir siquiera permiso.


MARCE GÓMEZ FIGUEROA

VENTANAS

Tu ventana

Mi ventana

Kilómetros de distancia

El mismo sol.

Y este amor
que viaja
en mensajes,
en palabras
que llenan el corazón
y ponen color al alma…

Aquí yo,
Allí tú,

Pero juntos,

viajando esto que sentimos,
palomas mensajeras
de nuestro cariño.

Que pintan soles
y flores de colores
en nuestras mañanas nubladas.

Sutiles hilos
del destino
que unen

mi ventana
a tu ventana.


 

 

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22 comentarios en «Ventanas – Miniconcurso de relatos»

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