El dinero – Miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema “el dinero”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 6 de marzo! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

 

CORONADO SMITH

EL PATRIOTA
El horror de la violencia,
y su ruidosa agitación,
siempre habrá un mediocre,
que ejerza de matón.
Condenamos a quien piensa,
para el no hay salvación,
pero a quien usa las armas,
concedemos distinción.
ESTRIBILLO
Qué bonita es tu vida,
¿A quién quieres engañar?
Tu rostro es muy feo,
y es más feo tu disfraz.
Sembradores de discordia,
por el bien de su ambición,
el aumento de caudales,
es su única nación.
Su discurso enardecido,
propagando confusión,
necesitan militantes,
que luchen en su honor.
ESTRIBILLO
Qué bonita es tu vida,
¿A quién quieres engañar?
Tu rostro es muy feo,
y es más feo tu disfraz.
ESTRIBILLO FINAL
Qué bonita es tu vida,
¿A quién quieres engañar?
Tu rostro es muy feo,
y es más feo tu disfraz.
En la sombra diseñan,
la gran manipulación,
tu sigue con tus ideales,
tu sigue a tu corazón.
Morirás por su bandera,
y por su escudo matarás,
mientras ellos a tu costa
sus arcas llenarán.

DAVID GUTIÉRREZ

El dinero llama al dinero. Y le dice que pase de mi culo.


MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO

La luz atravesaba los cristales de la alcoba de Veneta, vigilante de las funciones cotidianas de esta, ya que el adquirido compromiso de ayuda con la paciente Veneta está a a punto se concluir.
El compromiso se había pactado de la siguiente manera.
En el momento que el cabello de la anciana estubiese blanco de canas la luz solar estaría libre de cargas.
Media docena de billetes de 50 uros revolotean en el pensar de Veneta buscando el mejor escondite. Su hija y sus nietos comparten casa con ella.
El deseo de Veneta por tener el dinero sin gastar, es más fuerte que la vida misma.
La memoria juega con el lenguaje desconfiado de la anciana en su clamor de preguntar.
-¿ Quiénes ha cogido mi dinero? Vocea una y otra vez.
– Mamá nadie toca tus cosas y, menos tu dinero-contesta cariñosa la hija.
De seguida refunfullando Veneta comienza a mover la ropa de la alcoba.
La luz que atraviesa los critales de la ventana se posó como una Mariposa, en un punto del paño que cubre el baúl, con el poderio de un crital, para dejar ver bajo la tela el dinero.


PEDRO PARRINA

El precio del dinero, tanto por exceso como por defecto, es el miedo; a no tenerlo, a perderlo.

El secreto está en que, ni lo mucho ni lo poco, no sea causa de infelicidad.

El valor del dinero es no sentir aprecio ni desprecio por quien lo tiene o no.

Es más rico quien codicia poco.

Es más pobre quien codicia todo.


SERVANDO CLEMENS

La reunión

De pronto lo noté, nadie en esa mesa era sincero con los demás; entonces sentí una inmensa soledad. Me arrepentí de haber asistido a la reunión de la preparatoria después de quince años. Tomé un sorbo de vino y volví a dejar la copa sobre la mesa. Pedí disculpas y dije que iba al baño. Algunos asintieron con un gesto casi imperceptible y otros continuaron con su charla banal.
Iba a subir a mi vehículo, sin embargo, había olvidado las llaves en el restaurante y también olvidé pagar mi parte de la cuenta. No quise volver pronto. Permanecí recargado en la puerta del auto. Una chica que estaba con nosotros y cuyo rostro y nombre no recordaba, también salió del recinto; hizo una llamada telefónica y luego me dijo:
—La reunión es aburrida. Puro narcisista.
Sonreí, tratando de acordarme de esa cara.
—Sí. Se trata de presumir, sólo eso. No hay un lazo verdadero entre nosotros.
—Es el ego. Es una competencia para ver quién obtuvo más logros. Pero nadie escucha, todos quieren hablar. Bla, bla, bla y más bla, bla, bla.
—Perdón —dije—. No te recuerdo. Creo que sufro de prosopagnosia.
—¿Qué?
—Es una incapacidad para reconocer rostros.
—Ah…
—Disculpa. A veces me pasa.
—No te preocupes. De hecho no pertenezco a su generación. Simplemente me senté y fingí ser del grupo. Dije mentiras y nadie lo notó.
—¿Por qué?
—A veces lo hago para comer y beber gratis. Por cierto, aquí están tus llaves, las olvidaste.
Las puso en mis manos.
—No entiendo.
—Te voy a ser sincera: me acerqué para ver si eran personas con dinero, pero son puros charlatanes.
—¿Para qué?
—¿Prometes guardar el secreto?
—Sí, claro.
—Para robarles, pero no vale la pena. Bueno, me tengo que ir, ya vienen por mí. Cuidate de esa gente.
—Adiós.
Pasó un taxi y la recogió.
Regresé al restaurante a despedirme y a dejar dinero para pagar la cuenta.
—¿Por qué te vas, Alfredo? —me preguntó el compañero que se sentaba detrás de mí en la escuela.
—No soy Alfredo —dije—. Yo soy Braulio, ¿no me recuerdan?
—Ah, confundí los nombres. ¿Tienes que irte?
—Sí. Es que me esperan en casa mi esposa y mis hijos —mentí.
—Ok, Alfredo, entonces nos vemos el año que entra.
—Hasta entonces —dije y no los volví a ver en mi vida.


DAVID DURA MARÍN

Mami, la seño dice que la escursion del jueves a Danone vale siete euros.

Mi amor,, el papá y la mamá no llegan a fin de mes.

Mami, si os morís pronto prefiero no ir de escursion, no os cambiaría por nada del mundo.

Esa noche, la luz de la luna solo entró por su ventana mientras dormían los tres abrazados dejando a los demás a oscuras.


PEPINO NABÓDICO

¡Acercaos! ¡Acercaos!

¡Oh, criaturas de la noche!

¡Acercaos!

¡Heme aquí, pobre mortal!

Traeros he de, la terrible y desbocada historia que las almas hiela…

¡No temáis, pues a escucharla!

Pese a los rumores de que quienes lo hacen, no han de volver jamás a sentir sus corazones latir acompasados…

Prestad atención:

Hace mucho, mucho tiempo, en una extraña y lejana tierra, había un escritor de cuentos que siempre llegaba tarde…

Llegaba tarde hasta para escribir cuentos, con una semana de retraso, modificando así en ocasiones el propio cuento, a merced de las exigencias editoriales. ¿Que tenía que dejar de escribir un cuento por escribir una columna de economía acerca del dinero? Pues lo hacía, y punto. No pasaba nada…

Cierto día, nuestro escritor imaginó un relato acerca del dinero. Comenzó a escribirlo en alguna mediocre y pestilente paginilla web de internet llena de escritores low cost, de esos que malgastan su vida fantaseando con que algún día su obra será reconocida y su nombre y apellidos habitarán en una placa que indique avenida, calle o plaza.

Pues bien; digamos que mientras escribía se percató de su penumbrosa realidad. ¡Se había quedado sin dinero para comprar tabaco! Oh, Dios mío… ¿Qué solución había? Lo primero que se le ocurrió fue telefonear a su editora, una persona misteriosa e incierta, cuyo temperamento, aparentemente duro como una roca e impermeable como el pelaje de un ornitorrinco, le generaba una especie de insaciable curiosidad eterna hacia ella…

Pero no, su editora no le respondió la llamada, puesto que por diferencia geográfica cada uno vivía en una punta del país. Así que pensó en otra opción, pero ninguna acudía a su lógica.

Desesperado, invocó a los dioses nórdicos mientras profesaba todo tipo de improperios hacia la caterva de seres inmundos que durante miles de años y a través de la historia del tiempo utilizaron el trueque hasta llegar al dinero y producir este tipo de situaciones, de escasez o ausencia.

Un pequeño vaso de whiskey entre música estridente de violinista loco apaciguó ligeramente su ansiedad. Masajeó terapéuticamente su despeinado cabello, y su sonido le transportó, por un momento, a las tierras altas de algún lejano lugar escocés, donde uno de sus personajes mitológicos favoritos, musa literaria de la antigüedad para las tribus migratorias que llegaron desde Europa oriental a establecerse en el oeste, existía reencarnada en mujer actual, viviendo felizmente y bailando samba en ropa interior de encaje dentro de su hogar, cuando regresaba del trabajo.

Peo no, amigos. Esta vez tampoco. Nadie acudió en su rescate. El síndrome de abstinencia era cada vez mayor y los pensamientos suicidas se incrementaban. ¿Podría quitarse la vida sin haber leído el lobo estepario de Herman Hesse? Supo que no e inmediatamente aquello le tranquilizó.

Vaya, vaya… Sí, ¿Por qué no? Una idea repentina acudió a él. ¿Por qué no escribir un tratado sobre tabaquismo y dinero, sobre la estrecha relación entre ambos factores? ¿Revolucionaría el mundo de la ciencia? ¿El panorama médico, tal vez?

Así lo hizo, así fue publicado y así consiguió continuar fumando y comprando tabaco siete días más, hasta que una mañana tropezó en el cuarto de baño y se golpeó durante la caída en un costado, perforándole el pulmón derecho su propia costilla fracturada, que a su vez repercutió con el desinflado inmediato del aire de su caja torácica. No sufrió. Fue cuestión de segundos. Había que terminar con esta esta mierda de una vez.

Hale, que paséis buen domingo.

Y que la frase anterior vaya incluida en el relato cuando se abran las votaciones, y ésta también.

Besitos.


CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

El cuento de la lechera.
—Me compraré un vestido. Venderé los huevos, la leche y las lechugas; a poco que me den, compraré el vestido de gasa verde que espera por mí en la ciudad.
El cuento de la lechera.
Una piedra en el camino y la leche sembró de blanco el musgo, regó las lechugas a las que cambió el color, los huevos configuraban un cuadro amarillo brillante y sus lágrimas abonaron el campo de las ilusiones rotas.
Iba cada domingo con su cesta al costado, su pañuelo de lunares, sus zapatillas de esparto, por caminos que enlazaban pueblo con pueblo.
—¡Huevos! ¡Lechugas frescas! ¡Leche recién ordeñada! –gritaba por las esquinas.
Ahorraba hasta el último céntimo de las ventas. Guardaba las monedas en una lata que habitaba escondida y a buen recaudo de quién osara curiosear.
Sus gallinas, su vaca, su huerto, no daban para mucho, pero, ella era una hormiguita que sabía cómo ahuchar y vivir con lo imprescindible.
Los sueños son eso: sueños. Luego viene a cruzarse la piedra del destino y los fulmina de un plumazo.
—No llores. Mañana volverás a recolectar…-dice la abuela mientras se coloca los anteojos.
—Mañana, mañana, mañana…¡siempre mañana!…el mañana es hoy; me quedo sin vestido…me quedo desnuda y vacía del todo.
El amanecer del día «h», al entrar en el ponedero, algo distinto al resto de los demás días activó todas las alertas. Se acercó con miedo a la novedad; andaba casi de puntillas. Un huevo dorado a las patas de la gallina –anónima hasta hoy- resurgía de entre las pajas. Medio incrédula y con el entusiasmo descolorido, acercó su mano trémula. Al posarlo en su palma un fino polvo dorado se elevó hasta el techo del cobertizo.
—Los sueños son polvo y mi porvenir un dechado de incertidumbre.
Ni vestido, ni oro, ni leches…seguir cultivando sueños dorados, verdes, blancos…ese es mi camino.
La gallina ufana. Ella confundida. El oro en fuga. Los sueños para mejor día.
El cuento de la lechera se perdió entre las pajas de aquel gallinero.
La gallinita ciega, la lechera con un agujero invisible en su asiento.
Al fondo del gallinero el cacareo de las vecinas sonaba a risa macabra, entonaban un canto en sordina: «No es oro todo lo que reluce».

EMILIANO HEREDIA JURADO

EL DINERO QUE TE DEVORA
-Menudo día hace hoy, ¿eh? –el que hace la pregunta, es el inspector Manuel García, Manolo para los amigos, curtido policía de veinte y tantos años de experiencia en el cuerpo, ya tirando para los treinta, casi todos estos años, excepto en la academia de Ávila, un año, y otros dos en San Sebastián, como he dicho, todos estos años, prestando servicio en el barrio donde nació, creció, y vive ahora, casado felizmente….desde con la novia de siempre, con dos hijos ya a punto de levantar el vuelo, barriga de mil guardias y hastío de otros tantos servicios, bigote a lo Íñigo, le pregunta, estoy diciendo, a su bisoño compañero de ronda, un recién salido de la academia de policía de Ávila, y un recién llegado al barrio-
-¿Cómo dice inspector?-responde, un atolondrado Juan, Juanito con retintín, para el inspector Manolo-
-¡Joder Juanito!, tienes que estar más atento, si no te fijas en los detalles, como, el airazo que hace hoy, no te darás cuenta, por ejemplo, cómo, a la hija de la del Kiosko, que lleva la prensa a los bares de la zona, digo, ju-a-ni-to, cómo, el aire, le levanta la falda, y como no se la puede sujetar, se la ven esas braguitas blancas que…seguro que te ponen, ¿eh Ju-a-ni-to?-le dice a un ruborizado Juan- ¡andaaa canallaaa!, ¡que callado lo tenías!,¿te pone la Sarita, eh?-le dá un codazo de compadreo a Juan-.
-Bueno, inspector-responde un atribulado Juan- es que, me estoy fijando, cómo aquel drogadicto de allí, está manipulando la máquina de preservativos de la fachada de la farmacia, seguramente para, sustraer la recaudación de ésta-
-¡Joder Juanito!, te he dicho millones de veces, que no perdamos en tiempo en gilipolleces, ¿Qué ganaríamos deteniendo a ese pobre yonki que, dicho sea de paso, le queden dos telediarios, yo te lo diré: papeleo, jaleo, y una bronca tremenda del comisario, por malgastar el dinero del contribuyente, en cosas banales, además, fíjate, yá veras-de la farmacia, sale con un bastón enorme, Blás, el farmacéutico, ahuyentando al toxicómano-, ¿vés?, la gente se defiende, ¡menudo es el Blas!, con todos los años que llevo pelándome el culo como un mono del zoo, nunca he conocido quien le pudiera guindar nada al Blas…!ja!, nosotros, tenemos que ir a lo importante, a los casos de verdad, en los que un día sales en las noticias, tal vez, depende de la gravedad del asunto, dos o tres día a lo sumo…y a otra cosa, mariposa, de verdad, Juanito, no pierdas el tiempo con yonkis de mierda…
-Brzzz!central a cualquier unidad cercana a la antigua mercería ¡,brzzzz!, acudan a investigar una denuncia por posible ocupación del local….brzzzz
-¡eso está aquí al lado!, voy a contestar, arranca, Juanito, estoy cansado de estar toda la puta mañana aquí sentado sin hacer nada!-Juan arranca y se dirige a la dirección que les ha indicado la central- brzzzz Aquí el inspector Manolo y el botones Sacarino….ya vamos de camino
-brzz ¡hola Manolo!, Buenos días…-responde una voz radiofónica femenina al otro lado-brzzz
-¡Coooño Amparito!-responde el Comisario- ¿ya has vuelto de la baja maternal?..brzzz
-¡Sí Manolo!, brzzzz a ver si acabáis pronto la inspección del local, y os venís para la comisaría-
-brzzzz por supuesto, Amparito-responde el inspector Manolo-será cosa de dos choris que se habrán colado por cualquier agujero, en busca de cualquier cosa vender y sacarse para la dosis-
-brzzzz seguro, Manolo. Aquí os esperan a ti y a tu ahijado unas cervezas bien frías y algo de picar, para celebrar lo del crío-
– brzzzz ¡gracias guapetona! ¡corto y cierro!
– ¿aquí es, inspector?, -le pregunta Juan al inspector Manolo, deteniendo el coche-
-¡sí, Juanito, aquí es!-responde el inspector, bajándose del coche, subiéndose los pantalones, bajados un poco, por la gruesa curvatura de su tripa- ¡que recuerdos, chaval!, la mercería de la señora Antonia…, fíjate, con unos diez, doce años, nos íbamos a la trastienda, mis dos amigos y yó con La Rosita, la hija, para hacer los deberes juntos y, cuando había más follón, la muy guarra, nos tocaba, y se dejaba tocar…!cosas de críos, ya sabes!, y la madre ni se enteraba, con toda la clientela que tenía que atender…a ver, por donde se han colado los yonkis, echamos un vistazo rápido, y nos largamos, que me ha entrado sed de solo pensar en las cervezas que nos tiene guardadas la Amparito…
-Como usted diga, señor inspector-le responde Juan, siguiendo al inspector que observa cómo han forzado el cierre de tijera de la tienda, para entrar en su interior, cuya puerta ha sido violentada abruptamente, con un destornillador que encuentran en el suelo nada más entrar
El local, está detenido en el tiempo, unas cuantas cajas, apiladas todavía en las desvencijadas estanterías…, suciedad, polvo….se dirigen a la trastienda…-
-Ven, Juanito, vamos a la trastienda, a ver si vemos algo, ahí, me hicieron la primera pajilla de mi vida, la Rosita, como te dije –sonríe socarrona y pícaramente-
-¡Alto!-dice Manolo-
-¡ah!-un grito de estupor, sale de la garganta de Juan-
Un chorizo, el Josele, del clan gitano de las madroñeras, yace inerte, desangrado, sobre el suelo, encima de una alfombra de billetes ensangrentados y arrugados, de curso legal.
-¡fiiiiiuuuu!, -exclama el inspector- esta debe de ser la pasta que robaron anoche en la casa de un ricacho del barrio del Norte-dice Manolo, pasándose la mano por la nuca- no han indicado la cantidad, porque has sido imposible calcular la cantidad, debido a que el tío, estaba metido en un tema de drogas ¿me entiendes?, mmmmm, se me está ocurriendo algo, Juan –le dice Manolo a Juan, mesándose la barbilla- ¿tu sabrías guardar un secreto?
-¿cómo dice inspector?-pregunta un estupefacto Juan-
-Verás, como no se ha determinado la cantidad exacta de lo que le robaron anoche al fulano de anoche, pues se me ocurre que… bueno, para amueblar un poco mi próxima jubilación, podría coger unos cuanto billetes…no sé, cien, doscientas mil….y tú, para poder casarte con tu novieta, pues, un poco menos, por lo de la categoría, total ¿Quién se iba a enterar?-
-¿Me está proponiendo que cometa un delito, inspector?-le pregunta un cada vez más asustado Juan-
-Bueno…robar, robar…-responde con los brazos en jarras Manolo- ya sabes lo que dice el refrán, ¿no?
-¿Cómo dice?
-¡si muchacho!, ese de que quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón, además, ¿Quién te dice a ti, que el comisario, aprovechando la coyuntura, ¿no va a coger un buen pellizco?, que no es la primera vez, ¿eh?, si no, ¿te crees que con el sueldo de un comisario, se podría permitir el chalezaco que tiene en la playa y el pedazo carro?-
-Bueno, quizá tenga razón, inspector-responde asintiendo con la cabeza, Juan-
-Mira, chaval, haz lo que quieras con tu crisis de conciencia, pero como largues lo más mínimo, me ocuparé personalmente de que te destinen a la comisaría del sur ¿capichi?-amenaza Manolo, encarándose a Juan, mirándole desafiante y amenazadoramente a los ojos, y se agacha, para coger unos cuando billetes de 10000, 5000 pesetas-
-Tiene razón…perdón tienes razón, Manolo…-responde Juan, en un alarde de atrevimiento…-
-¿Cómo que Manolo?, ¿se te ha olvidado que se dice inspector?, -le pregunta Manolo, extrañado, girándose hacia Juan-
-Bueno-responde Juan, un poco atribulado- ya que estamos juntos en esto- le responde, cogiendo billetes- creo que ya somos más que compañeros. ¿no?-
-ji, ji, ji, cof, cof –responde con una risa tabaquera Manolo-¡ese es mi Juan!-le golpea en el hombro, con la palma de la mano, en gesto de camaradería-
-¿te has dado cuenta, los cientos de mordiscos pequeñitos que tiene el cadáver, Manolo?-pregunta Juan-
-¡Bah!. –responde con indiferencia Manolo-, habrán sido las ratas, habrá muerto de una sobredosis, y éstas habrán tenido una buena cena…
-Sí, sí, claro, habrá sido eso-responde, un todavía impresionado Juan-
-No cojas los que estén con mucha sangre, ¿vale?, que luego, cuesta más limpiarlos-inquiere Manolo, a Juan- a ver, chaval, ¿Cuánto tienes?, – le coge el fajo a Juan-, cien…. ciento cincuenta, doscientas ochenta…. ¡trescientas mil!, ¡cojonudo chaval!, y yó, medio millón, perfecto, -dice Manolo, frotándose las manos-cuando lleguemos a la comisaría, le cojo un detergente especial a los de la científica, y en mi casa, limpiamos tranquilamente los billetes
Cada uno, se mete el dinero en el bolsillo de dentro de la americana.
-Manolo –Juan se detiene abruptamente- ¿no has notado un pequeño mordisquito?- se echa mano al pecho- junto al pezón-
-¡joder sí!-responde quejándose Manolo-debe de haber chinches o pulgas por aquí
Sin esperarlo, todas las figuras de los billetes, tanto los del suelo, como los que se han guardado, saltan sobre ellos…
Las primeras, figuras diminutas del rey Juan Carlos, de los de 10000 y 5000 mordiendo la garganta, cientos de Rosalía de Castro, de los de 500, devorando todo le que sale al paso…Manuel de Falla, a millares, se introducen por las gargantas de los infortunados Manolo y Juan, los Clarines de 200 y los Juan Ramón Jiménez de 500, arrasan con la piel, Manolo y Juan aúllan de dolor y pavor, Echegaray de los de 1000, Becquer de los de 100, todos, todos, sacian su apetito con los desdichados Juan y Manolo, que yacen agonizando sobre el ensangrentado suelo ajedrezado de la antigua mercería.
-Señor comisario, ¿ha visto usted cosa igual?-le pregunta un policía al comisario, que está en la escena-
-Ratas, cosas de ratas.

VALERIA MICHOU

Y ahí estaba mí madre, contando las monedas para comprar la leche y el pan.

LOLY MORENO BARNES

EL SEÑOR GRIS

En una pequeña caja de latón ocultaba mi tesoro. Monedas ya obsoletas de otra época que mi madre me regaló para jugar.
Pesetas antiguas que miraba con mirada de lupa al tiempo que las historias brotaban de la imaginación de niña.
Quizás con alguna de ellas se pagó parte de un vestido lucido con esplendor, un kilo de harina para hacer pan o simplemente se perdió por años en letargos de algún cerdito de barro.
En plena inocencia todas las monedas que tintineaban habían formado parte de felicidad. Ninguna cayó en robos ni estafas. tal pareciera que no representaran poder sino generosidad. Nunca lágrimas ni dolor.
Con el tiempo aprendí que el dinero es una trampa que te pone precio.
Compensa tus horas de trabajo, pero te las resta de vida.
Te hace sentir dueño, pero en realidad eres esclavo.
Te deslumbra de tal modo que produce ceguera.
Aunque sea sucio puede blanquearse.
Cuanto más tienes, más lejos estás de saciarte.
Puede ser aditivo tanto si lo tienes o si lo deseas a tal punto que puede destruirte perdiendo valor tan rápidamente que no te da tiempo a medir las consecuencias.
Amo y señor de lo superfluo té ofrece inmortalidad en el espejismo de vanidad.
Necesario para el pobre da migajas de caridad.
Durante el big bang no aparecía como materia en el universo, pero en nuestro planeta se instaló al mismo tiempo que la humanidad con tanto poder como el agua, tierra o aire.
Podría representar las riquezas naturales del mundo, pero eligió ser el poder de pocos.
Le llamo el “SEÑOR GRIS”
Un personaje sin rostro que no llega a ser negro como la muerte ni blanco como la vida. Simplemente gris, como los días nublados que no te dejan ver el sol.
EL SEÑOR GRIS ordena y manda. Nos envía como corderos al consumismo para exprimir de nuestros bolsillos lo que nos canjeo por trabajo y esfuerzo o sencillamente por suerte del azar.
EL SEÑOR GRIS, solo tiene un talón de Aquiles que oculta tanto como puede para no ser vencido.
EL SEÑOR GRIS NO TIENE SENTIMIENTOS… ¡LA HUMANIDAD SI !


SOLEDAD ROSA

Tan inocente como cualquier niño, contenía la mayor de las fortunas.

Quizás no era consciente del calor que repartían sus abrazos o del cariño que transmitían sus pequeñas manos. Ni del brillo que despedía su sonrisa, a la que no había rincón en nuestro mundo que se resistiera.

Si pudiera, convertiría el sonido de su risa en una melodía que me despertara cada mañana. Y te mecería en mis brazos para dormirnos al son de nuestros corazones cada noche.

Tan inocente como cualquier niño, no sabía el valor que contenía.

Como las pequeñas huellas que dejaban tus pies trazando ilusionadas, nerviosas y sin querer, la búsqueda de algún tesoro. Como el rastro del perfume que dejabas en ellas acompañándome a ese punto en el que, sin quererlo y con la ilusión de cualquier niño, me hacías sentir la mujer más rica del mundo al tenerte entre mis brazos.

Como si todo desapareciera y solo estuviéramos nosotros dos.

Y para qué más.


OMAR ALBOR

Juntado de entre la basura
entre los sueños de los pobres
que cuentan los pasos en busca
de comida, siguen las manos
Los signos de la vida completa
así dónde van los milagros
si los que caminan entre las brasas
son verdaderos genios en busca
de un por venir mejor, casi nadie tiene todo, todos tienen lo que proverbian en su anecdotario perfecto o quizás imperfecto míralo como quieras, hoy mañana que necesitan los que piden en un semáforo en un banco cuando van que le piden los gobiernos corruptos solo piden dinero, masa económica de flujo que mueve al mundo entero, solo papel, solo es eso.
Porque al pensar solo verás que la historia nutre de placebos a tu historia que hurge de nuevos momentos de realidad sin tanto papelllllllllllllllllllllllllllllllll.


ARIEL PACTON

“La internet está llena de frases que dicen que el dinero no hace la felicidad, que sos rico cuando en vez de billetes cuentas las cosas que no se pueden comprar con dinero y bla, bla, bla. Todo esto es tan viejo como viejo es el mundo humano. El genial Tolstoi ya lo explicó en su cuento: Cuánta tierra necesita un hombre. Siempre tuve buena relación con el dinero. Nunca me faltó. Nunca me sobró. Siempre lo tuve en el momento que lo necesité. Es que al final de cuentas, el dinero es solo una promesa.”
—¿Una promesa?— dije.
Se acomodó en el banco junto a mí, arreglándose sus lentes oscuros, y siguió contándome:
“Oro. Plata. Sal. Maíz. Moneda. Billete. Desde el Trueque hasta los bonos en la bolsa de New York, pasaron muchas cosas en la historia de nuestra humanidad.
El trueque, intercambio de productos y servicios, funcionaba. Sin embargo, llegó un momento en que todos tenían lo mismpo para ofrecerse y a no sabemos quién se le ocurrió pagar con sal o maíz. Así estuvimos varios tiempos.
El problema fue cuando el hombre quiso ahorrar, la sal se mojaba, el maíz se pudría. Tuvieron que hacer algo más duradero.
Entonces inventaron el oro y la plata. Era más fácil de transportar. Claro, cuando las bolsas eran muy grandes pesaban como peste. Además eran muy difíciles de ocultar y fácil de robar.
Después de unos cuantos años un par de ingeniosos pensó en los bancos. Dejabas el oro en el banco como depósito y el banco te daba unos papeles que decían cuánto tenías en el banco. Luego se dieron cuenta que la gente nunca se llevaba todo el dinero, y otro ingenioso pensó en prestar lo que sobraba. Los clientes estuvieron de acuerdo y por supuesto, quisieron cobrar un poco más de lo que prestaban (ahora lo llaman intereses).
Y llegaron los préstamos, las hipotecas. O sea los dueños del dinero se convirtieron en bancos. Los billetes que antes estaban respaldados en oro pasaron a estar respaldados por promesas vanas.”
—¿Promesas? ¿Vanas? — le dije al hombre.
“Mirá tu billete de 50 euros. Tiene unas ventanas bonitas con ojiva de medio punto. El contorno del mapa de Europa con el Reino Unido incluído, ya pronto lo van a sacar porque por esos líos políticos, que nunca voy a comprender, los British no pertenecen más a la Comunidad Europea. Por detrás, tiene un arco o dos arcos, no lo recuerdo bien. Lo que sí puedo asegurarte que tiene muchas estrellas. Ellas son las promesas.
Las estrellas de tu billete de 50 euros te dice que el Banco Central Europeo promete pagar ese dinero. Pero eso nunca va a suceder. Vas a poder comprar, ahorrar pero los bancos no tienen ese dinero físico. Ese dinero está en las anotaciones de cuenta.”
— ¿Entonces, el dinero es la nada?
“ Si el banco te presta cien mil millones de euros para tu hipoteca, lo anota en tu cuenta. Lo transferis al vendedor y el banco del vendedor lo anota en su cuenta. El banco lo respalda con apenas diez millones en su caja fuerte. En la noche alguien en cada banco hace la consolidación de esas cuentas. El dinero queda anotado como una promesa que para mí puede no ser nada y para otro puede ser mucho” — me dijo el hombre, mientras desenrrollaba un bastón blanco.
Se paró. Me saludó. Hizo unos pasos y lo ví darle un billete de 50 euros al mendigo que pedía en la plaza.

¿Te gusta leer? ¿Quieres estar al tanto de las últimas novedades? Suscríbete y te escribiremos una vez al mes para enviarte en exclusiva: 

  • Un relato o capítulo independiente de uno de nuestros libros totalmente gratis (siempre textos que tenga valor por sí mismos, no un capítulo central de una novela).
  • Los 3 mejores relatos publicados para concurso en nuestro Grupo de Escritura Creativa, ya corregidos.
  • Recomendaciones de novedades literarias.

6 comentarios en «El dinero – Miniconcurso de relatos»

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Ir al contenido