El éxito

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema “el éxito”. Estos son los relatos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves día 1! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en medios o cuartos).

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección.

IVAN SANTANA AYALA

Cuando miro un papel en blanco una historia se fragua,
dentro de mi fragata,
se prepara una tripulación incierta,
yo soy fuego y agua,
cayendo por una grieta,
al caer a tierra me espera mi séquito de soledades y ansiedades.
Que le voy a hacer?
Para mí, escribir es azotar los mares,
mientras bailo con la luna,
sí, los azares besuquearon mi fortuna,
y la rechace,
puesto ante templos de juglares,
He dejado que me apresure la mirada diurna,
Abandonado…
Solo de furias,
Soy el soldado de las penurias,
Acudiendo emocionado tanto a sepelios, como a tertulias,
pero…
el espacio en mi pecho no se ha ceñido
Ni la aurora me aleja de esta pasión,
Debo andar como hombre, teniendo está alma de niño,
y asirme al sueño de mi rebelión…
Es el éxito el que me espera lejano,
aguardando a que cruce por la inmensidad,
a pesar de sonreír en este invierno,
llevo llagas del verano…
En mi mano el triunfo radica en plasmar mi verdad…
WOONEKEXOER…. ORIGINAL…SUCCESS


OMAR ALBOR

Y todo comienza
cuando naces
sonreiste y fuiste
El mejor regalo
de todos, hasta parecía
normal, dentro había
otro regalo.
Una palabra tuya bastará
para saber que todo es
Casual desde el primer diente
hasta el último poster de tu
habitación.
El preámbulo sonoro
de un cumpleaños
tú primer novia
Tus amigos, La noche
La disco, La vida.
Y pensas que todo es mejor
cuando sonreis, no hay dudas.
Vinimos a ser seres que ocupamos
un pixel en este gran monitor
que se llama mundo y el estar vivos
nos hace latir en vuestra pantalla.
Un éxito y por muchos más!!!


ROSA MARÍA JIMÉNEZ MARZAL

Fue todo un éxito que lograran sacarme de casa aquella tarde fría de noviembre, cuando a la seis de la tarde es de noche.
Fue todo un éxito que os acompañara a la discoteca cuando es el último lugar al que deseaba acudir. El ruido y el humo impide la visión y la comunicación
Fue todo un éxito que saliera a bailar, dado mi vergüenza a ser el centro de las miradas, que lograra cierta soltura y me desenvolviera sin que se notase que estaba fuera de lugar.
Fue un éxito que me sacarán a bailar, escondida como estaba y sin ganas de entablar conversación intrascendente con un desconocido. Pero lo hice ante mi asombro y logrando sentirme cómoda y balbuceando algunas frases consabidas…
Fue un éxito, todo un éxito que cuando intentaste besarme pudiera evadirme y evitar una espiral con un fin no deseado
Un éxito saber que puedo vencer todos mis complejos, que puedo no desentonar y a la vez guardar mi integridad
Un éxito por saber poner límites,por no dejarme llevar por la inercia y plantarme con un No.
Un éxito.


LORENA BINGAMAM

 

Sabia que no debía voltear, mientras miraba mi propio reflejo en el espejo mis ojos llenos de deslustre..

Cedí a lo pecaminoso y justo el estaba ahí , con su cabello deslumbrante, su piel lucia centellante y su caminar era suave, mi Sebastián

Que si lo conocía? Pero vaya que si, era el futuro esposo de mi hermana. La odiosa de mi hermana siempre habría tenido éxito en todo , todo lo que sus manos tocaban lo convertían en oro , algo así como el rey midas, mientras las mías parecían que lo convertían todo en mierda. Pero lo que ella no sabía era volver loco de pasión a un hombre, es muy boba y gris, el plan es que se casarían en 2 meses, obviamente si yo lo permitía
– Hola, peque cómo has estado, te veo muy linda-
– No soy ninguna peque ya tengo 18 y creo que tú te ves muy guapo también , es una lástima que te cases con mi hermana Aurora, bien podías elegirme a mi, no crees?

Note como se ruborizó y no encontraba palabra que decir. Hasta que le dije que no era para tanto pero que lo tuviera en mente. En ese momento me alejé con un par de amigas y francamente no podía creer que le hubiera dicho eso a Sebastián, sin embargo ese día nació
En mi una especie de obsesión y deseo de que el sería mío , solo mío y que yo ya no era “la peque”. Llegue a mi departamento mientras me sentaba a beber una copa escuchaba voces dentro de mi cabeza que me decían que el era para mi y yo para el.

No se bien si era mi mente dando vueltas reiterando la verdad de los hechos , era el martini combinado con el Prozac y Valium que debía tomar diario, tal vez era el conjunto de todo.

Noche de cena familiar…
Llego el fantástico día en que se anunciaría a todos los familiares y amigos sobre las nupcias yo no sabía si reír o llorar , me puse el vestido más entallado y sugestivo, todo lo opuesto a la vestimenta de la mustia de mi hermana, duró una eternidad esa cena pero cuando Sebastián fue por el vino fui tras el lo abrace muy fuerte y lo besé ese beso fue totalmente correspondido y le susurré al oído “ de veras dame tu corazón , y que esos ojos tuyos se complazcan en mis propios caminos”

El exclamó diciendo “ lo siento Sofía, siento muchas cosas por ti, pero no puedo faltarle a tu hermana Aurora”

En ese momento se alejó , no lo volvi a ver hasta una semana después , justo 3 días antes de la boda.
Le di una bofetada, la indiferencia.

Esa mañana fui al hospital a la trabajar, olvidé decir que soy enfermera en psiquiatría y tome unos medicamentos que serían necesarios.

Esa noche llame a Sebastián le pedí que por favor no le dijera a nadie que venía para conmigo ya que la boda estaba muy cerca y yo solo quería disculparme.
Toco la puerta , llego y se sentó y yo le dije que solo estaba confundida, el también se disculpó y agradeció que todo se aclarara, ya era tarde y el decidió partir yo le dije -espera, no te tomas un último trago conmigo- el acepto

Fui y preparé dos martinis, sus favoritos , claro que el de Sebastián llevaba unas dosis de benzodiacepinas,y relajantes musculares.

Bebió su martini y medio quería despertar , dormí toda la noche abrazada de el , hasta que amaneció y lo noté un poco más activo y supe que necesitaba su siguiente dosis de ansioliticos
Al regresar del trabajo habría más sedantes, no te preocupes mi amor, yo estoy aquí para cuidarte y tu estarás conmigo por siempre

Mientras yo no estoy estarás en el ático durmiendo , un enfermero vendrá a cuidarte . Bajaré la dosis el día de nuestra boda .
Quien es el peque ahora??
Te amo.

Mande una nota a mi hermana con su regalo diciéndole MUCHO ÉXITO


REBECA FS

Otra vez, levantarme anticipándome al despertador.
Bueno, «hoy puede ser un gran día», planteatelo así. Pero no. En mi cabeza se oyen melodías de anuncios de la caja tonta, estupideces que llegaron a mis oídos, (que digo yo, que para qué estaba en ese momento presente escuchando…ya podría solo haber oído), y hasta se mete la melodía del centro comercial, recordando que me falta añadir el jabón de manos, en la lista de la compra.

Me dispongo a mi puesto de trabajo, con la infelicidad de hacer lo que no me gusta, pero concentrada en lo que tengo que hacer. Suena la sirena. Ficho.

Mientras trabajo, acumulo el estrés que me van y me voy imponiendo.
«Bueno, es lo que hay. Y sí mamá, encima hay que estar agradecido».

Por fin llego a casa, en esta estación, en la que las luces del sol se aprecian, simplemente porque ya no están, dándome cuenta que mañana aparecerán de nuevo, antes de que me vuelva a despertar. Antes de que pueda abrir los ojos.

Simplemente creo,
que superar cada día,
cada día de cualquier mes,
ya es,
un éxito.


FRANK TAPIA

Vi el intenso odio en su mirada, la ira desbordándose por cada poro de su piel, la furia ciega que dominaba su mente y que no da lugar a ninguna represión. Muchas veces he deseado poder sacar toda la ira que siento en mi interior, pero siempre tengo una voz interna que me habla de las consecuencias de mis actos y hace que el infierno que arde dentro de mí se apague tan pronto como ha iniciado. Pero en él, estoy seguro que esa voz no existía.

Sus manos aferraban con fuerza el volante y sus ojos parecían arder, eran los ojos de alguien que sabe odiar, no cualquiera es capaz de tener semejante mirada. La mirada de alguien dispuesto a hacer cualquier cosa si así lo decide. Tuve solo unos segundos para apreciar su rostro y sentir la energía que todo su cuerpo emanaba con esa emoción que se desbordaba sin encontrar obstáculo alguno a su paso. Una mano me aferro el brazo y me jalo justo cuando el carro pasaba a gran velocidad a unos cm de mi cuerpo. Era mi mujer que con una cara de espanto me jalaba tratando de alejarme antes de que el carro diera la vuelta para intentar arrollarme nuevamente.

Su padre piso el freno y lentamente giro el auto, << te advertí que no quería volver a verte junto a él>> grito al mismo tiempo que pisaba a fondo el acelerador. Esta vez fui rápido y me moví justo a tiempo de evitar el impacto, tal vez la próxima no tendría tanta suerte. Ella me dijo que me fuera, pues mi presencia solo alimentaba la ira de su padre.

Corrí entre las calles de aquel pueblo que apenas conocía, consciente de que en cualquier momento el carro gris me encontraría de nuevo. No sentía miedo alguno, tan solo la adrenalina que generaba el saberme en peligro. Deje atrás las calles pavimentadas y corrí entre los arboles hasta llegar a las vías del tren. Aquí terminaba la persecución, solo tendría que seguir las vías durante tal vez una hora para llegar a mi casa y estaría seguro.

Creí que después de esto mi relación con la mujer más increíble que había conocido en mi vida, llegaba a su fin. Pero no fue así, el desprecio de su padre solo fortaleció el vínculo entre nosotros. Desde entonces hemos pasado por una infinidad de experiencias buenas y malas que nos han unido como pareja y que nos hacen desear seguir juntos cada día. El éxito para muchas personas es material y en ese ámbito nunca he tenido mucha suerte. Para mí el éxito real fue tener a mi lado a una mujer que me ve como si fuera el mejor hombre del mundo, una mujer que ha sabido amarme a pesar de mis defectos y que cada día me entrega lo mejor de sí.

Mi éxito más grande es compartir mi vida con ella. Viajo y conozco el mundo. Experimento y hago cosas que jamás habría imaginado. Vivo intensamente y disfruto los pequeños detalles que la vida me ofrece. Todo siempre a su lado.

Siempre mire en tonos de gris hasta que ella le dio color a mi mundo.


EMILIANO HEREDIA JURADO

LA VERDAD

Muchas veces, nos jactamos, nosotros mismos, o ante los demás, de un logro, de un éxito.
Pero, realmente, ¿sabemos qué es el éxito?. El éxito, no sólo conlleva superación, sacrificio.
También lleva un pesado lastre de egoísmo, cuando, usamos, apartamos a gente de nuestro lado, para conseguir el tan ansiado triunfo que nos haga sobresalir del resto.
Pero, ¿y el éxito sobre un objetivo, un propósito personal, que produce la misma sensación de satisfacción en los demás?.
La historia que voy a narrar a continuación, es tan real como la vida misma.
Una historia de superación, de negación ante el echo de rendirse.
Una historia como tantas ha habido, hay y habrá en el mundo.
Una historia de una lucha que aún continúa.
Mi historia.
Era un aňo importante en mi vida. Un aňo de transición, como es aquel en el que se cumplen los dieciocho años.
Con planes de futuro.
El servicio militar próximo, una escapada de una infancia de luces y sombras, que tan sólo yo, sé en qué medida fueron unas y otras.
Un lance absurdo. Un partido de fútbol sin transcendencia, entre amigos.
Comienza el perenigraje de médicos.
Un bulto sospechoso detrás de la rodilla izquierda, hace saltar las alarmas.
Días de angustia, de incertidumbre. ¿Si fuera malo?.
Días de alegría con tintes agridulces.
Es «bueno». Pero las muletas no me abandonan.
Operación urgente.
Error médico.
Me dicen que lo mío, como la cancion de La Lupe, es «Teatro»
Una semana en el hospital, donde conocí a una chica de mi edad, de ojos preciosos.

Sólo siete días después de la primera operación.
Error médico.
Me dicen que el dolor de estómago son nervios, gases.
Nueva operación urgente.
A vida y muerte.
Perforación de estómago y Peritonitis.
…. Teaaaatro lo tuyo es puro Teaaaatro….
Despierto en la UCI, rodeado de tubos sin entender nada.
A partir de ahí, amén del rosario de citas médicas, cuatro años con muletas, negandome y negando a todo el mundo que no volvería a andar.
Nó sabían que era y soy un sobreviviente de la vida.
Luche, luché, y no cejè mi empeño hasta que conseguí volver a andar, y correr, aunque tuve que aprender a hacerlo como un niño de un año.
De esta etapa de mi vida, aún guardo muchas cosas, que las conservaré en el cajoncito de cosas buenas.
Los grandes amigos y amigas que me apoyaron y estuvieron ahí (gracias mil, Loli), me libré de la mili(aunque quería haberla echo), y me hice más fuerte de lo que yo creía que era….. ¡Ah!, y de souvenir de esta experiencia, me guardé un pedazo de bulto, que me acompaña todos los días. Talmente como si fuera un amuleto, una pata de conejo.
Pasaron los años y, al igual que todo el mundo, después de luchar Leoninamente, conseguí un trabajo fijo.
Más o menos, era feliz (también me reservo el decir en qué medida), me casé, tuve mi primer hijo, una niña rubiales de ojos de miel.
Cuando mi hija tenía tres años, otro varapalo : después de algunas operaciones en las rodillas, y de un tiempo relativamente tranquilo en lo tocante a la salud, unos temblores hicieron preocuparme.
El neurólogo me lo confirmó con un simple movimiento de mis dedos y otra prueba : Parkinson.
Horrible y terrible palabra, dilapidatoria.
Nó.
Mi palabra favorita.
Nó me rindo.
Nó puedes conmigo.
Miedo, incertidumbre.
Tres años, de pruebas, de tratamiento, otro hijo en camino.
Rechazo en el trabajo. Miradas de compasión.
Buenos amigos.
Y, sin esperarlo, el indulto.
Nueva prueba.
Nó es Parkinson.
Felicidad.
Nace mi hijo y con dos aňos.
Una simple operación, una vasectomia, me lleva al quirofano por segunda vez en el mismo día.
Me recupero.
Nuevo golpe del destino.
Un hijo de puta me despide de mi trabajo, después de diez años.
Vuelve el no.
Nó a estarme quieto
Nó voy a dejar de luchar.
Sigo luchando, y desde hace casi tres años, estoy en un trabajo fijo, después de casi cuatro trabajando hasta por cuatro horas, y un verano, trabajaba catorce o dieciséis horas.
Está es mi lucha, mi éxito.
Escribir esta historia, después de otra operación (esta vez de la mano).
Nó la he escrito para dar lastima.
Es la historia de mi nò.
Conmigo, nò podéis.


JOSÉ MANUEL PORRAS ESCOBAR

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Hola? ¿Hooola? Mierda, ya se me ha averiado esto

—Sí, ¿quién es?

—Hoola, ¿qué tal? Soy Eva

—¿Cómo ha podido contactar conmigo?

—Dígame su nombre al menos

—No pienso decir nada hasta que no me responda

—Verás, es que es una historia larga…

—Usted, verá. Mejor acabamos la conversación. Adiós.

—No. No. No. Espere, por favor

—¿Qué? ¿Me va a decir lo que le he pedido?

—Sí, ya veo que es usted una persona exigente.

—Sí, lo soy y estoy perdiendo el tiempo con esta conversación de besugos. Adiós

—Espere. Verá, le cuento: le vendí mi alma al diablo cuando estaba viva y a cambio el me dio el poder de la telepatía y el de leer mentes. Lo que no sabía es que en el cielo también os lo daban.

—Ajá. Eso es perverso y estúpido al mismo tiempo. Y para responder a la segunda parte: sí, sí nos dan todos los poderes cuando estamos en el cielo. Al fin y al cabo, estamos en el paraíso y podemos hacer casi cuanto nos plazca. ¿Algo más? Todavía no sé por qué ha contactado conmigo

—Lo sé. Estaba desesperada. Usted no sabe lo que es tener problemas.

—¿De verdad me está diciendo usted eso? ¿Acaso se cree que mi vida pasada fue un camino de rosas? Estoy por cortar con esta conversación ya. No sé ni siquiera porque me sigo comunicando con usted

—¿En serio? ¿Qué problemas?

—Ya le he dicho que no pienso hablar más si no me dice el motivo de esta horrenda conversación.

—Vale. Se lo explico, siempre y cuando me dé más información sobre sus problemas y sobre usted.

—Trato hecho

—Bueno, pues le llamaba porque quería saber qué se siente al ser exitosa. Estar en el cielo tiene que ser la leche, ¿no?

—¿En serio? ¿Ese es el motivo de su llamada? ¡Vaya tontería!

—¡Oiga! ¡Ahora es usted la que se está pasando! Le vendí mi alma al diablo porque quería ser exitosa, porque creía que era la vía más fácil de ser respetada por todos, ¿sabe?

—¡Qué ignorante es usted!

—¡Señora, me estoy enfadando! ¡Deje de hablarme de una vez con esos aires de superioridad y responda a lo que le he dicho!

—Está bien, está bien. Puede que me haya pasado.

—¿Puede? Mire, no le cuelgo porque, no cuelgo porque…

—Dígalo, vamos. Porque es usted quien realmente tiene una motivación especial para seguir con esta absurda charla. Es eso, ¿no?

—Sí.

—En fin. Voy a dejar de hacérselo pasar mal y le voy a responder. Mi nombre es Diana y sí, en el cielo, se vive como Dios. Aquí encuentras a un montón de famosos y puedes ir a sus fiestas, todo el mundo se lleva bien, puedes comer lo que quieras sin engordar y puedes hacer todo lo que quieras, salvo si es un pecado. Pero mi vida no siempre ha sido así.

—¡Qué envidia! Creo que llegar al cielo debe ser como conquistar la cima más alta del mundo, como conseguir el éxito total.

—Sí, pero cuesta…

—¿Por qué lo dices? ¿Acaso no ha tenido usted una buena vida antes de morir?

—Sí y no. Me morí teniendo una familia perfecta con un marido encantador y dos hijos preciosos, teníamos una buena casa, dos coches y suficiente dinero como para jubilarnos cuando quisiéramos, pero no siempre fue así.

—¿Qué le pasó?

—Es una larga historia…

—Venga, no me deje con la curiosidad. Cuéntemela, por favor.

—Está bien, pero, si le cuento mis problemas pasados, me tiene que contar los suyos.

—De acuerdo

—Caí en la droga porque mi primer novio me dejó y no tenía trabajo. Por aquel entonces, vivía debajo de un puente. Lo poco que recaudaba, lo consumía en droga. No sabía vivir sin ella y realmente, con las condiciones que tenía, era comprensible. Así estuve mucho tiempo…hasta que algo cambió mi vida.

—¿Qué? Vaya, creí que sus problemas no iban a ser tan graves. ¿Qué pasó después?

—Conseguí salir. Fue como una revelación. Mi mejor amigo, con el que me drogaba en el puente, murió. Me quedé sola llorando su muerte, pero, cada vez que intentaba meterme un poco de caballo, mi cuerpo y mi mente lo rechazaban. Por las noches, sólo soñaba con la muerte de mi amigo y, dos días después, me di cuenta de que necesitaba dejar aquello. No probé las drogas nunca más.

—Uff, vaya. Pero, ¿cómo consiguió todo lo que tuvo?

—Con esfuerzo y sin rendirme. Llamé a muchas puertas para pedir trabajo y muchas de ellas me rechazaron, hasta que conseguí trabajo como limpiadora. En ese momento, empecé a ahorrar y me compré algo de ropa decente para volver a pedir trabajo en mis ratos libres y, así, conseguí llegar a ser secretaría de una multinacional. Además, la suerte quiso que en ella estuviera mi futuro marido: el director general de la empresa. Pero todo esto que le estoy contando me llevó años y años, no se vaya a pensar que fue algo que pasó de la noche a la mañana. Lo que cuenta es que lo conseguí. El éxito no es fácil, ¿sabe? Siempre habrá factores externos que la limitarán y que harán que tarde más en llegar a la meta, pero si uno da lo mejor de uno mismo y no se rinde nunca, le aseguro que llegará a buen puerto

—Guau, no sé qué decir…

—Bueno, ahora cuénteme sus problemas.

—Después de esto va a sonar como si fuera una quejica patológica…

—La estoy esperando…

—Pues a ver… Mis problemas fueron que mi jefe me hacía la vida imposible y que mi hijo sacaba malas notas. Estaba desesperada y por eso acudí a una curandera para hacer el pacto con el diablo que le he comentado. Pero, desafortunadamente, acabé en el infierno porque mis poderes se volvieron contra mí. No podía dormir porque escuchaba voces por todos lados, y tampoco pude controlar los pensamientos negativos y la falsedad de la gente que me rodeaba. No sabía que pensaban tan mal de mí. Creía que me tenían en un pedestal, especialmente mi marido…pero nada más lejos de la realidad. Mi marido era el primero que pensaba que era una persona detestable, yo no pude tolerar su hipocresía y lo maté. Por eso me mandaron al infierno.

—¡Dios! ¡Es horrible! Pero la entiendo: optó por la vía fácil. Mire, si quiere conseguir el éxito, tiene que ser consciente de que el camino no va a ser fácil, que es necesario esforzarse. Conozco mucha gente aquí arriba que son exitosos y todos tienen eso en común. Lo que pasa es que es más atractivo decantarse por atajos para conseguirlo. Si hay algo claro y que aprendí de todo lo que me pasó, es que no hay soluciones rápidas o sencillas para conquistarlo. Sé que es duro y que habrá muchos charlatanes que querrán aprovecharse de usted, pero no los escuche. Siento que se habérselo dicho demasiado tarde

—No importa, no es su culpa. La verdad es que le tengo que dar la razón. Fui una estúpida y lamento profundamente no haber pensado como tú cuando estaba en la tierra.

—Bueno, quien sabe…Compórtese bien y trabaje duro a partir de ahora y yo moveré unos cuantos hilos

—Vale. La verdad es que me ha servido de mucho la conversación con usted. No sé a lo que se refiere, pero me comportaré así a partir de ahora. Gracias. Un abrazo.

—De nada. Ha sido un placer. Un abrazo

Ese fue el principio de una gran amistad entre Eva y Diana. Poco a poco, Eva fue haciendo méritos con los consejos de Diana y ambas forjaron su relación a base de respeto mutuo…hasta que un día ocurrió algo que cambiaría sus vidas. Cinco años después de la primera conversación, Dios hizo una de sus frecuentes repescas entre gente del infierno y seleccionó a Eva para ascender. Eva no se lo esperaba, pero, tal como subía, recordó su primera conversación telepática con Diana. En ese momento, se dio cuenta de que Diana había sido el artífice de esa gestión, y ahora estaría con ella presencialmente: no cabía de gozó en sí misma. Ahora sólo quería abrazar a su amiga con todas sus fuerzas. Ahora sabía lo que se sentía al conseguir el éxito absoluto que siempre había anhelado.


JÉSICA GALEANO JURCOUSKY

El éxito, ese sueño.

El éxito profesional era para ella el fin de toda su vida. Ser la mejor en «su campo»¿Cuál era su campo? Los sueños, sí, pero no era psicóloga, ni le interesaba interpretarlos. Solo se iba a dormir planificado cada detalle por soñar.
Ya faltaba poco para vivenciar el sueño perfecto. El éxito y la felicidad podían ser posibles ahí, en ese mundo imaginario y misterioso que casi, casi era su realidad.


GABRIELA MOTTA

Cuando Sabrina y Julio comenzaron a sentir las ganas de ser padres iniciaron un camino de investigación, estudio e introspección que los condujo a la crianza respetuosa.
Sabían que sería un camino lleno de altibajos, pero entendieron casi de inmediato lo sanador que sería para ellos poder detenerse, mirar hacia adentro, enfrentarse a sus luces y sombras abrazándolas sin culpas. Optaron por ser fieles a ellos mismos, aunque eso implicara enfrentarse con lo ya establecido, porque cuando de crianza se trata parece que todos tienen la receta correcta y a los padres primerizos hasta el chofer del autobús se cree con derechos de aconsejarles.
En el proceso comenzaron a decantar y descartar muchas cosas, entendieron que solo amándose y respetándose primero podrían ser capaces de acunar por fin la crianza con apego y darle paso al amor incondicional.
Lo más difícil de su recorrido sería sin dudas contener sus niños heridos y dejarlos ir para darle paso a los adultos presentes y conscientes de su nuevo rol.
Los niños son mágicos, seres de luz, nos despiertan sentimientos de amor y ternura, pero también nos ponen en contacto directo con nuestro niño herido en el momento y el lugar menos esperado.
………………………

Ese día Sabrina salía para el parque con su hijo de tres año, no había ni una sola nube gris en el cielo, el sol brillaba esplendoroso. Cuando se dispuso a cerrar la puerta a el pequeño se le ocurrió que quería hacerlo, ella se agachó hasta a su altura y con voz suave le explicó las razones por las cuales él todavía no podía cerrar la puerta. Fue testigo de cómo su rostro cambió ante la negativa. La miró con el seño fruncido pidiéndole nuevamente las llaves, ella volvió a plantearle las mismas razones.
El niño comenzó a pasar por una metamorfosis emocional hasta quedar al rojo vivo, tapando por completo su cielo azul con unas enormes y cargadas nubes negras, así de repente y sin ninguna clase de aviso el día soleado se transformó. Pensó para sí mismo respirando profundamente y exhalando: «soy el adulto responsable» y lo contuvo con un abrazo.
No obstante, los gritos y el llanto continuaban cada vez más incisivos junto con el pedido de las llaves. Volvió a respirar y a exhalar mientras pensaba: «el reto aquí no es regular solo su emoción, sino regularme a mí misma para poder trasmitirle tranquilidad». Sin embargo, el llanto proseguía acompañado del grito cada vez más fuerte de “quiero las llaves” y su niña herida por un momento quiso salir a su rescate, pero le habló suavemente a ella también y agradeció poder contar con el apoyo de esa mujer adulta y consciente de su nuevo rol.
Y volvió a ser testigo de otra metamorfosis gracias a su estado de tranquilidad, vio como cada vez que exhalaba las nubes negras se iban alejándo dándole nuevamente paso a los rayos del sol.
Cuando por fin toda señal de tormenta se había borrado de su cielo logró dialogar con su pequeño, quién le volvió a repetir que era lo suficientemente grande para cerrar la puerta, ella volvió a explicarle que la puerta era muy alta y pesada para ser manipulada por él. Y fue en ese preciso momento que llegaron a un acuerdo: cuando él tuviera la altura y la edad adecuado para poder sostener la puerta sería el encargado de abrirla y cerrarla todos los días.
Lo abrazó y se abrazó sintiéndose exitosa, sabía que el camino no sería fácil, sabía que las nubes grises volverían, pero se sentió orgullosa de haber mantenido la calma en medio de la tormenta.
Y más consciente que nunca abrazo a la crianza respetuosa como el mayor desafío de su vida. En su familia la cadena de malos tratos había sido rota. Juntos comenzaron a construir una nueva cadena que sería indestructible porque sus eslabones estaban hechos de puro amor incondicional.


LUISA VÁZQUEZ

El éxito se puede convertir en una obsesión para un joven, descendiente de una familia de prohombres y empresarios poderosos.
Los ancestros de Ernesto eran hombres de fuerte carácter, ambiciosos e implacables. En cambio, él fue un chico sensible, amable y piadoso desde que tuvo uso de razón. Le gustaba pasear por los jardines de la gran mansión donde vivía, leyendo poesía. Se pasaba las tardes en el balcón de su habitación plasmando en un lienzo la luz del atardecer. Tocaba el piano como un virtuosos desde los cinco años y había compuesto varias piezas que, los domingos por la mañana, la banda del pueblo interpretaba en la glorieta del parque, en su honor.
Todas las artes se rendían ante aquel muchacho nervioso y educado, que jamás levantaba la voz y que repartía su cariño a diestro y siniestro sin tener en cuenta persona o condición.
Su padre, dueño de uno de los bancos más importantes del país, miraba a su hijo con recelo. Él se movía en un mar lleno de tiburones que se comerían vivo a Ernesto, en cuanto empezara a hacerse cargo de los negocios familiares.
Su esposa, la madre del chico, había tenido cuatro niñas antes de que este naciera y, Don Ernesto, siempre pensó que no era bueno para su hijo y heredero criarse entre tantas mujeres.
Cuando el pequeño contaba cuatro años, al llegar a la puerta de la iglesia, se giró y le pidió a su padre dos duros. Este lo miró extrañado y le preguntó para que los quería. Ernesto adoptó una expresión trascendental y contestó:
– Es para un asunto muy importante y urgente, papá.
Su padre, divertido, echo mano al bolsillo, le dio los dos duros y esperó que su hijo se explicara.
Él se soltó de la mano de sus padres, se dirigió a una mujer que, con su bebé en brazos, mendigaba en las escaleras del templo y le dio el dinero.
La cara de sorpresa fue compartida por los padres del niño y la mujer que no esperaba recibir, aquel día, una recompensa como aquella.
Desde entonces, Ernesto recibía una paga cada domingo, que había ido aumentando conforme se hacía mayor, y que él siempre repartía entre los pobres.
Pero toda esta vida bucólica se había acabado para él. Había llegado a la edad en que tenía que acudir a la Universidad y su destino ya estaba decidido.
Como todos sus antepasados, estudiaría abogacía y luego trabajaría en el banco junto a su padre hasta que pasara a convertirse en el sustituto de este. También estaba obligado a seguir engordando el patrimonio familiar.
Desde que fue informado de que su matrícula había sido formalizada y en dos meses marcharía a la capital, se paseaba por la finca como alma en pena, con la tristeza pintada en su semblante.
No quería abandonar su casa, el pueblo, su pintura, su piano, su poesía. Era feliz así. No creía estar capacitado para hacerse cargo de los negocios de su familia. No le daba la cabeza para eso, teniendo en cuenta que siempre estaba sumergido en su mundo de ensoñación. Tampoco sería capaz de ordenar el desahució de personas que habían tenido la desgracia de perderlo todo.
Aun así, llegado el momento, Ernesto partió hacía la capital sin una protesta.
Se tomó el inicio de sus estudios con resignación, intentando poner toda su atención y entusiasmo en el proyecto. Funcionó los primeros cinco meses, después, desidia, indiferencia, aburrimiento, suspensos, faltas de asistencia y por fin, expulsión inapelable.
Cuando se vio en la calle y se enfrentó al hecho consumado de tener que volver a casa, ponerse delante de su padre y explicarle su fracaso, el miedo le inmovilizó.
Y como ese mismo miedo agudiza la inteligencia, tomó un par de decisiones rápidas.
Habló con uno de sus condiscípulos, con el que había logrado hacer algo de amistad y llegó a un acuerdo. El otro le vendería sus notas, Ernesto cambiaría el nombre y las enviaría a su padre. Oficialmente seguiría su carrera como si nada pasara.
A continuación se planteó que hacer con tantas horas libres que le quedaban por delante. ¡Pintar, escribir, leer, pasear por las orillas del Sena! En fin, la vida bohemia que siempre había deseado.
Todo funcionó como el mecanismo de un reloj los primeros meses. Luego, Ernesto no acudió a la cita que tenía con su compañero de estudios.
Las notas y las noticias dejaron de llegar a la mansión de los padres del chico. Lo buscaron durante meses, avisaron a la policía y contrataron detectives. Esperaron que les llamaran secuestradores pidiendo rescates. Pero nada sucedió, a Ernesto se lo había tragado la tierra.
¿Cuál era la resolución del misterio? La clave estaba en un pequeño estudio de Montparnasse.
Allí vivía un modesto pintor que vendía sus obras a orillas del Sena junto a otros colegas. Lo que ganaba le daba lo suficiente para pintar, escribir, leer, tocar el piano y pasear.
A veces, el éxito está en las cosas sencillas que nos hacen feliz.


LUCIDECES ROMUALDO RAMÍREZ

El éxito artístico
también puede ser
una mierda pinchada 
en un palo.
Un producto
en manos del capital.

El éxito personal
también puede ser
una mentira ante los demás.
Un secreto oculto
que a la tumba te llevarás.

Por eso desconfío del éxito,
me gusta fracasar,
cuando llegas a la cima
solo toca ya bajar.


Y puedes leer el relato de ANITA MIMOMBA aquí.

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8 comentarios en «El éxito»

  1. Luisa Vázquez.
    Anita Mimomba.
    Porrás.
    Lucideces.
    Gabriela Motta.
    ROSA MARÍA JIMÉNEZ MARZAL.
    (…)

    Estilos muy distintos y gustosos de leer.
    Pero el punto se lo doy a ROSA MARÍA JIMÉNEZ MARZAL. (+1)

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