Semana 1 del Taller de Escritura en nuestro grupo

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Cuatro Hojas, hemos comenzado un taller de escritura creativa. Y para empezar, hemos propuesto un ejercicio de creatividad: observa a alguien por la calle e imagina su historia. Este ha sido el relato ganador:

La niña que quería aprender inglés
Cuando abro las ventanas de mi dormitorio la veo.
Las vistas de mis casas han variado, ella no.
Siempre lleva el mismo atuendo pionero: falda y boina negras y un pañuelo rojo de boy scout anudado al cuello , pulcramente, alineado con cuidado bajo las solapas del cuello de su camisa blanca . También lleva coletas y un sin fin de decoraciones en los bolsillos pecheros.
Nunca sonríe, ya que está educada para controlar los juegos, las risas y la libertad,aun así sus ojos se vislumbran picaros bajo la sombra de su formal boina.
A veces me habla. Me cuenta sus sueños , logros o fracasos: no sacar un 10 sobre 10 en biología o en químicas. Tener ciertos problemas con el latín. Enfadarse demasiado con un colega de clase tonto, o llamar la atención por tropezar durante la ultima obra de teatro de fin de curso. Conseguir solamente un segundo puesto en las olimpiadas de literatura, escribir poca poesía y demasiado discurso político. El hastío de verse obligada a participar a clases de costura artesanal cuando en realidad le emociona la mecánica de los coches; daría cualquier cosa, menos sus libros, por poder sujetar un martillo en vez de esa estupida aguja.
Hace mucho me contó que durante la clase de química, precisamente en el laboratorio de practicas, había alterado la lampara Bunsen del profesor; le caía mal por ser inorgánico y obtuso .
Yo la escucho siempre que tengo suficientemente tiempo para correr las cortinas y observar la vida de las afueras de mi ventana, pero muy a menudo la dejo ahí sola, callada, sentada o persiguiendo musarañas entre las nubes. Sin embargo ella no se cansa de aparecer ni me abandona.
Ha habido épocas cuando me ha reprochado los reflejos de mis ventanas: demasiado oscuros, confusos, extraviados. Entonces he mantenido las cortinas juntas, cuan Dracula protegiendo su halo de pseudopoder a iridiscente luz de velas. Traté de camuflar mis pecados, mis caídas o los malos momentos que nunca son dados a compartir.
Ella ha esperado. Imperturbable como el transcurso del tiempo o de la gravedad. Por mucho tiempo que haya pasado entre correr de cortinas u otras siempre me esperó ; para juguetear delante de mis ojos y contarme historias obviadas u olvidadas.
Hace poco me confesó que su mayor deseo desde siempre fue aprender ingles en un mundo dedicado exclusivamente al estudio del ruso.
Intenté contentarla. Moví cielo y tierra , cambié de perspectiva, de expectativa y al final lo conseguí.
Últimamente está ocupada, observando el crecimiento de las plantas , el correteo de las ardillas o el ladronzuelo andar de los zorros en busca de comida.Le encanta el constante llover. Me habla de secretos enterrados bajo el continente y luego agacha la cabeza sobre la flor oscura de un champiñón nacido casualmente entre hierbas . Le cuento historias de Tolkien, de Bourne y de Chauser.
Ella me mira a través de las ventanas y por fin sonríe.

DIL DARAH

 

Ya no tengo miedo de lo que pueda pasar.
Seguid ladrando,
Que el gato se volvió León .
Ya no temeré a nada.
Mi conciencia está tranquila
Nunca más saldré lastimada
Aprendí la lección más sabia…
(Deja marchar al perro que ladra).

MELANY FLORES


DESDE MI VENTANA
La mañana se rompio con un pensamiento tuyo en mi cabeza.
No puedo sacarte de alli aun si lo quisiera y rondas por todas partes aunque no te vea.
Es que quisiera olvidarte pero no lo consigo y me dueles como un pasado que no volvera.
Abro la ventana y enciendo un cigarrillo. Fumo y olvido pero no lo consigo.
La lluvia solo consigue acrecentar este sentimiento que anida aqui en mi pecho.
Miro la gente correr de la mano y me sorprende que el amor siga rondando en l mundo muy a mi pesar.
Es que crei que con tu partida el amor despareceria y en vano se fundio ese pensamiento en mi.
Los arboles danzan en un juego misterioso cobijando a los enamorados. Pajaros y hombres se resguardan bajo su cobijo. Los celo, me causan envidia.
Me sirvo una copa de vino pensando que tal vez me saque ese gusto amargo que dejo tu partida. Tu ultimo beso se llevo consigo las ganas de amar que tanto sentia
¿que fue de lo nuestro? ¿ que sera del ayer?. Que sera de mi…
Una vieja fonola con su pua gastada reproduce la cancion que tanto amabas; esa misma que juntos bailabamos. mis ojos rebalsaron de lagrimas que no pude contener.
Mas cuando creo que te olvido, tu figura se me ofrece como un torbellino de recuerdos.
Cuando partiste olvidaste tus cosas, tus ropas, zapatos y carteras quedaron alli en el mismo lugar.
Estan como las dejaste, juntando el polvo de tiempo olvidado . No me atrevo a sacarlas, pensandonque algun dia volveras.
Me niego a creer que no volveras y me convierto en el tonto que no querias que fuera.
El viento se arremolina golpeando las ventanas, lo invito a pasar. Lo desafio pidiendo que se lleve tu imagen, tu olor y tu olvido.
Enfrente mio una pareja se besa con tanta pasion que muerdo los labios conteniendo mi rabia. ¿ por que a mi? ¿ por que dios? Grito en vano al cielo.
El tiempo es veloz, la vida esencial solias decirme y cuanta razon tenias.
Cuento los dias desde que te fuiste; cuento las horas desde tu partida.
Sueño verte llegar y correr hacia tu encuentro.
Sueño y no encuentro salida a esta locura mia.
Y creo verte pasar cada dia desde mi ventana.

FLAVIO MURACA


Aquella noche, bebimos hasta conseguir de nuestras vísceras, una masa homogénea y esponjosa.
Caímos como caen los fusilados, bebimos con dignidad, pero sobre todo bebimos con impaciencia histérica.
No puedo recordar nada más.
Solo grite ¡Señor! ¡Señor! ,Socórrenos tu que sanas y salvas, y acto seguido me pregunte sobre la alarmante carestía de ciertos líquidos, pero como la verdad suele romper ciertas amistades, preferí callar para siempre.
Imposible convencer a aquel maldito barman, que cesase en sus propósitos, su bienaventurado rol comercial, el ansia de hacer rebosar la caja registradora, y nuestras ganas de perder la noción del tiempo y del espacio, se unieron en sagrada comunión, hasta bien entrada la madrugada.
No pude por menos que dedicar ciertas atenciones poco disimuladas, a aquella mujer que desde hacia unas horas, hacia esfuerzos sobrehumanos, por mantenerme en equilibrio.
Su escasa talla y edad le daban cierta configuración de diosa ante el conflicto.
No podía imaginar la ebriedad archivada en sus pupilas, me hice preguntas sobre la pericia de sus dedos en manejar cosas blandas, en fin no puedo recordar nada más. Sé que incluso le hice preguntas sobre las rutas pornográficas de su existencia, no debí ser contestado.
Aquella noche sin ruidos, de incesante y siniestro insomnio, tan solo hubiera necesitado unos breves segundos, para coronar sus senos con hermosas flores primitivas.
Elías huyo de Ninive en el vientre de la ballena, nosotros no tuvimos mas calles, no fuimos galanes, no se nos ocurrieron frases divertidas.
Presurosos volvimos a nuestras moradas, y con gestos y ademanes audaces, robamos a la noche el trofeo inmaculado de los vencidos.

ÁLVARO ANTÓN


Hija de puta.
Hija de la gran puta.
Tacaña.
No la veo. Él está parado en mitad de la estrecha calle, gritando hacia una ventana. Aparenta cuarenta y cinco años, casi seguro que ronde los treinta. Viste unos vaqueros arrugados, sujetos con un cinturón negro y unas gafas de sol, también negras, enganchadas a una trabilla. La luz molesta y hay que tapar batallas. No ahora, que pelea unos euros de tabaco y vino y debe mostrarse fiero. Calza deportivas blancas, inmaculadas, nuevas. Una camisa azul, con las mangas recogidas por debajo del codo, cubre su delgadez y las venas podridas. Gesticula con histrionismo y alza amenazantes sus manos de hueso y tinta.
Puta, qué si grito, ya vendrás, que se entere todo el mundo, zorra. Ni agua te voy a dar.
Pero al mundo le importa una mierda. En mi barrio, anárquico, pobre y orgulloso, la vida se resuelve sola. Se media si huele a sangre. La justicia social, la igualdad, la paz mundial, son tontadas de burgueses, los mismos que dan un rodeo y prohíben a sus hijos pasar por aquí. «Hay que compartir», les aconsejan con benevolencia, mientras aprietan la cartera.
Hija de puta
Ojalá te mueras de cirrosis.
Que tienes hepatitis A, B, C, H y Z, guarra, que se entere la gente.
La gente.
Sigue gritando mientras desaparece por la esquina de la derecha. Los veré de nuevo, juntos, riéndose, abrazándose, empujándose, puede que borrachos, no sé quién gritará a quién. Tampoco quién se llorará antes.
Miro a la izquierda, se acerca un señor mayor con un traje marrón desgastado, bolsón al hombro, entrado en carnes, gafas enormes y antiguas de cristales amarillentos, un palillo en la boca. Ha entrado en el estanco. Para hacer la quiniela, o comprarse unas farias.

JEZABEL MONTENEGRO


Viendo pasar el tiempo desde mi ventana
Ahí se hallaba él como todos los días a lo largo de aproximadamente 14 años, solo que esta vez no se divisaba en aquella criatura la misma vitalidad que le caracterizaba en tiempos pasados, sus ojitos vivases con los que sin decir palabra alguna, se podía interpretar mil poemas de amor y de bondad que se desprendían de aquella alma inquieta y generosa, ahora reflejaban el cansancio de la soledad y del desamparo. Había sido testigo de tantos acontecimientos importantes en aquella familia de la que en algún momento de fortuna había sido parte vital. Recordaba con gran añoranza los años dorados de su infancia cuando disfrutaba de aventuras interminables al aire libre a orillas del río Jilguero; cuando había sido partícipe de los jolgorios de aquellas aves acuáticas que todos los sábados se dejaban caer precipitosamente desde las ramas de algún guayabo hasta lo más profundo de la poza del “Árbol” . Seguramente una y otra vez hubiese añorado él también subir a aquel hermoso árbol y dejarse caer al vacío para poder sentir en su propia piel la adrenalina que se lograba ver en cada uno de los atletas olímpicos, provocada por aquel lanzamiento tan anhelado, pero en su impedimento se conformaba con esperarlos abajo en la poza y disfrutar cada salto de aquellas avecillas acuáticas con piel de niños que al tocar el agua se metamorfoseaban en pececillos que revoloteaban convirtiendo aquel remanso de agua en las más cotizada piscina olímpica, donde él siempre era parte de esos certámenes competitivos tan esperados durante toda la semana.
Otras veces sólo se abandonaba ante el murmullo de las mansas corrientes de agua que le inspiraban una paz casi sobrenatural. En ocasiones quedaba como hipnotizado con aquel remanso de paz que sin percatarse bailaba el tiempo en torno suyo, su danza irremediable que conduce hacia fin de toda existencia.
Pero en los años mozos uno nunca se detiene a meditar en el porvenir, no hay tiempo para esas pequeñeces cuando se tiene todo el ímpetu para besar cada minuto con la ilusión de la juventud, para comerse al mundo de un solo bocado y tener la sagacidad de rumear cada episodio cuando así se desee.
Conocía la dulzura del amor y el afecto natural, en otrora había sido colmado de sentimientos tan vitales. Sintió muchas veces el abrazo tierno de su amiga de infancia y sus dulces palabras eran como esas melodías que invitan a la paz interior y a la seguridad de una vida plena, pero eso era sólo un vago recuerdo que los años se habían encargado de ir borrando de su memoria.
En los cortos episodios de lucidez veía a una joven hermosa con dos niños, convertida en abogada que alguna vez al mes se le acercaba y le saludaba, pero ya no con el mismo entusiasmo con el que lo hacía la niña de antaño.
Yo fui testigo de aquella fatídica evolución, por mi ventana en mil ocasiones hurgaba vestigios de escenas medio borrosas porque al igual que la criatura de esta historia a mí también ya me fallaba la vista y aunque quería observar los detalles de los episodios finales de aquella vida, me era imposible, sin embargo en una que otra ocasión escuchaba los gritos de la joven abogada llamarle por su nombre y él no hacía la más mínima reacción ante aquella voz que antes le provocaba tanta alegría y es que el tiempo implacable que nada perdona se había encargado de robarle los básicos sentidos que nos permiten comunicarnos, había perdido su oído y su vista era tan borrosa que apenas lograba ver una sombra, sin embargo en esas pequeños lapsos de lucidez lograba descifrar en aquella sombra distorsionada y confusa, la imagen de su compañera de infancia y su rostro se transformaba y aquellos ojitos llenos de cataratas se desprendía un destello de alegría.
Esteban, un joven apuesto, estudiante de Ingeniería industrial y hermano menor de la abogada, era el encargado de cuidarlo en los últimos días. Yo observaba sigilosa desde mi ventana, como aquel compasivo muchacho le rogaba para que consumiera sus alimentos, sin éxito alguno, hasta le compraba sus postres favoritos con el afán de chinearlo en sus últimos días, pero todo era inútil, no se dignaba a probar bocado alguno.
Un día escuché que el joven le suplicaba a su padre que lo mejor era aplicarle la eutanasia a aquella pobre criatura porque se dejaba ver su sufrimiento, ya ni siquiera lograba mantenerse en pie por sí mismo, Natán. Su hermano mayor también estaba de acuerdo con aquella difícil pero necesaria propuesta.
Al día siguiente escuché voces en el patio de mi vecina y no piensen que soy una vieja chismosa y metiche, solo es que al fin y al cabo yo también soy parte de esta historia, ya que desde esta ventana he visto al fantasma del tiempo tragarse sin piedad las más hermosas aventuras de cada uno de todos los personajes de mi historia incluyéndome a mí. Bueno, volviendo a al desenlace de mi historia lo que escuché me hizo meditar en gran manera: la criatura había fallecido y lo que más me conmovía era que en aquella familia no se reflejaba tristeza alguna, después reaccioné y me solidaricé con ellos, era mejor así…. Yo había llegado su hora.
Luego hice una retrospección sobre la vida de aquel ser que acababa de fallecer y me entristecieron dos realidades de su larga vida: no conocía los deleites de la libertad, aquella cadena atada a su cuello incluso le había dejado una huella imborrable cuando en una ocasión se le encarnó en su piel y tuvo que se tratado por un veterinario y la otra, parece ser que el animal murió virgen, ya siempre estuvo encerrado en un espacio de terreno no mayor a 200 metros cuadrados. Sentí pena por aquella familia tan inhumana. ¿Cómo pudieron negarse a su mascota dos de los derechos más sagrados?
Aquella mañana la joven abogada recibió un mensaje de texto de su hermano mayor que rezaba así “negra ya Rex murió”, la joven al leer el mensaje lloró amargamente aún a sabiendas que era mejor así.
Todos meditaron en la brevedad de la vida y reconocieron haber sido crueles con aquel animal que tantas alegrías les había proporcionado y prometieron tratar con dignidad a su nueva mascota.

YAMILETH NÚÑEZ


Por mi ventana todo es nuevo para mi , por que soy nueva en la ciudad . Pero hoy precisamente me di cuenta que es una calle muy solitaria , no conozco a ningún vecino, un par de veces he visto a mi vecina de enfrente una señora solitaria con poca paciencia. Que siempre esta regañando a su único compañero su cachorro que siempre sale al patio , y ella sale atrás de el a gritarle que se meta , la veo quiero saludarle pero al ver su ceño en su frente me detengo , me da pena que se pueda molestar . Y es la única que puedo ver por mi ventana.

MARTA TORRES


Acabo de leer el post semanal, y rápidamente miro por mi balcón. ¡Qué lástima! No pasa nadie. Espero unos minutos y nada. Estarán comiendo, en el mercadillo, o de paseo por otra parte.
Me rindo, y cómo una autómata, a punto de cerrar las puertas del balcón, no sé porqué, me doy cuenta de que mi limonero ya está precioso. Un montón de limones cuelgan de sus ramas. Amarillos, brillantes y naturales, con un perfume del que aún hoy no me había percatado.
Sí, lo veo cada día al salir de casa, pero nunca lo miro. Ni lo huelo, siquiera.
Voy a fijarme un poco más en mi alrededor. Nadie sube ni baja por mi calle. Es muy raro. Parece que todo el mundo se haya puesto de acuerdo para obviar mi calle, tan ruidosa y transitada otros días.
Seguiremos con el limonero, pues, no hay más, o no quiero ver nada más.
Observo sus hojas, me admiran sus tonos verde. ¿Todas son iguales? Rotundamente no. Hay diferentes tamaños y tonalidades, y que por fin me detengo a observar.
También en la vida los limones no existe la perfección. No son todos iguales. Y la tonalidad del limón tampoco siempre es la misma. Al igual que su sabor, más o menos ácido, tampoco es el mismo en un limón que en otro. Si los contemplas de cerca, incluso puedes distinguirlos por la textura de su piel, más ásperos algunos, más suaves otros.
No sé si continuar escribiendo, porque me seduce mucho más, descubrir lo que me he perdido estos últimos años del limonero de mi jardín.

LA XICUELA DE CORRIOL


Hoy, desde mi ventana veo una pelota, que incansable, y semanalmente, se les escapa a los chavales que juegan a fútbol en mi calle, utilizando de portería la anchura de la puerta del almacén de enfrente. La pelota está en el tejado.

Incansable también, y por cierta cortesía vecinal, también semanalmente aviso a mis vecinos, de que tienen una pelota en el tejado y si llueve, puede taponarle el canalón y que su tejado se llene de agua, e inunde su almacén, etc etc etc, pero es también un pez que se muerde la cola. Mis vecinos me dan las gracias, suben al tejado para recoger la pelota, pero el almacén igualmente se les inunda de agua cada vez que caen cuatro gotas de lluvia.

NÚRIA BERGEN


Tras vivir en sombras, ante mi se mostraron dos ventanales. La primera me llevó hasta una de las calles más concurridas de Barcelona, cuando el día primaveral acompañaba y el ajetreo era evidente, mientras me penetraban toda suerte de aromas. Si observaba con detenimiento, encontraba amor a raudales, desde los más jóvenes hasta los más veteranos cogidos de la mano mientras disfrutaban del paseo como si recorrieran calles vacías. Entonces, una persona que desprendía estrés por doquier con el móvil pegado a la oreja como si fuera un órgano más de su cuerpo, pasó al lado de esa tranquila pareja. Debía rondar los cuarenta y pocos. Sin duda, corrompió aquella armonía con su penetrante voz y sus rítmicas zancadas. Le seguía una adolescente ajena al mundo que la rodea gracias a la música que desprendían sus auriculares para evadirla de sus mayores temores o, tal vez, haciendo énfasis de su inconformismo. Finalmente, la trifulca que subía de tono por momentos sin importarles si creaban una escena, me provocaron incomodidad. Yo fingía no reparar en lo precario de su discusión porque a nadie le gusta perder el control. Es un síntoma de debilidad, de no estar atento. Aún así, hay veces que no puedes evitarlo por el ritmo de vida que llevamos, por los traumas sin resolver o por los valores carentes de moral que nos ha inculcado la propia sociedad. Por eso, acabé quedándome al margen sin juzgar e intentando empatizar.

Este ventanal me demostró que la vida es un caos. Te pasas la vida levantando muros o saltándolos, aunque hayan algunos demasiado peligrosos. Pero si finalmente te aventuras a cruzar… las vistas al otro lado pueden ser fantásticas.
El segundo ventanal me transportó a uno de los lugares más hermosos y recónditos de Nueva Zelanda. De seguida me recordó que la intimidad es algo deseado y vital. Imposible vivir sin ella. Este paraje natural tan pacífico me hizo reflexionar sobre nuestros temores. Siempre lo posponemos todo por miedo. Miedo al fracaso, al dolor, al rechazo, al qué dirán o a una simple decisión porque… ¿Y si nos equivocamos? ¿Y si cometemos un error sin solución?
Todos hemos oído alguna vez a los filósofos advirtiéndonos del tiempo perdido. Los poetas incluso nos instan a vivir el momento «carpe diem». Pero aquel valle que se extendía a mis pies me recordaba que es mejor saber que preguntarse. Del mismo modo que fracasar y cometer un error es mucho mejor que no haberlo intentado. Es el aprendizaje humano.
Si te fijas bien, en lo verdaderamente importante, en la receta de la felicidad… Ambos parajes no se distinguen tanto.

SARAH BLUMP


DOS ADIOS.
Hace sol.
Un sol apacible de primavera.
Un sol humedo de verano.
Un sol a media luz de otoño.
Un sol fresco de invierno.
Dá lo mismo. Hace sol.
Y hay luz primeriza primaveral.
Y hay luz vehemente veraniega.
Y hay luz de antaño otoñal.
Y hay luz invernada de invierno.
Dá lo mismo. Hay luz.
Tres personas en la calle.
Tres sombras.
Dos pasos por dos personas.
Dos ruedas para una persona
Tres destinos sin destinatario.
Un hombre en bicicleta.
Una mujer que se aleja
Una mujer y su maleta.
Dos amantes que se separan.
Un adios con principio y sin final.
Adios amor. Hasta la vuelta.
Ave sin nido con equipaje.
Adios amor. Fue bonito conocerte.
Tres personas.
Tres afluentes, que salen del rio de la calle a desembocar en no se sabe què mar.

EMILIANO HEREDIA


Tapado hasta el cuello
de par en par las ventanas
tendiendo una lavadora
calcetines y gallumbos de dos semanas.

contando las pinzas de una terraza
de ése vecino que no me habla
rojas , verdes y amarillas
casi todas mías
como te asomes , pillas !!.

tres calcetines viudos
en la calle , muchos ruidos
volando llegó una carta
la cogí al vuelo
sorpresa , sin remitente ni sello.

Decía lo siguiente…….

Voy buscando amor verdadero
llegar a casa , cogerme apasionadamente
sin tocar el suelo.
Salir por la puerta día a día
sin más facturas
que cuatro moratones hechos con amor.
Vivir pendiente de la hora
por volver a verte
saber que me esperas
nuestro amor por siempre.
FIN………….

Sobra decir que sigo esperando
otro viento de fortuna
asomado a la ventana
rojas , verdes y amarillas……

DAVID DURA MARÍN


EL DESCUBRIMIENTO DE AMERICO (ACUATEXTO)
Desde que aquel escritor argentino en un arranque de compasión me dijo que mis obras eran una orgía de «boludeces», he sabido que soy un escritor mediocre. Pero no puedo abandonar este vicio de manchar el papel con tinta, porque mi fuerza interior no es la creatividad literaria, sino una curiosidad compulsiva por la extravagancia del comportamiento humano.
Si amigos…aunque en sociedad parece que todos nos comportamos de una manera parecida, en realidad somos como esos huevos de chocolate para niños que cada uno encierra una sorpresa diferente y cuyo descubrimiento siempre me ha fascinado.
Y hoy….hoy, os voy a contar el caso de Américo, para que veáis como la curiosidad no solo mató al gato sino que ha hundido a este escritor.
Américo, cuyo apellido no es preciso decir porque solo hay un Américo en esta ciudad, era profesor de filosofía aristotélica en la Universidad Católica. Américo, era la persona más educada, correcta y cuidada que te puedas encontrar. Américo, no era sacerdote, era seglar pero tenía ese «look»…, esa apariencia de cura moderno presumido y atractivo de esos que saben que hacen suspirar a las beatas que los miran con ojos golosones . Américo… en fin, era mi solitario vecino que vivía aislado en el piso de enfrente del patio interior de mi edificio
Pero….Cuando Américo entraba en su casa… Se convertía en el ser más desagradable, agresivo, deslenguado y ruidoso que os podáis imaginar….Su manía era sobre todo cargar contra los objetos cotidianos a los que insultaba y maltrataba hasta quebrarlos….!Puta sartén que me caga las tortillas! !Plasss! !…! Mierda de vasos sucios ! !Crass!…. Jodidos huevos podridos! !Choff!…. y así, todo el santo día…
¿Que como lo sé…? !!Porque lo espíaba claro!!. No podía desperdiciar la oportunidad que me daba mi emplazamiento para seguir con todo detalle sus tropelías anónimas preguntándome una y otra vez el motivo de su conducta. !! Espejo Cabrón.. !! decía mientras yo por el ventanuco del lavabo lo observaba afeitarse contorsionándose tratando de mirarse en los restos del espejo del baño totalmente agrietado por los golpes. !Ah!..y luego estaban las blasfemias….Se ciscaba en Dios , la Virgen y todos los santos al menor contratiempo y la emprendía a toda voz con los clavos Cristo, La cruz, y cualquier cosa que oliera a eclesiástico, mientras yo le veía arreando escobazos a la lámpara fundida del salón y sin dejar de lado en ningún momento en paz los «cojones» del Papa, que iban y venían todo el día por aquella casa….
Tras semanas de no quitarle ojo, llegué a la conclusión de que se trataba de algún tipo de conducta compensatoria para equilibrar el exquisito comportamiento y el trato elegante y contenido que se veía obligado a llevar en su vida social…
Pero… !No Amigos! fue una conclusión errónea… !Ahora lo sé!…y lo sé, por que cuando me disponía a escribir sobre él, de repente, algo cambió….Dejé de percibir ruidos y estruendos…De su boca no volvió a salir ninguna atrocidad… lo vi reponer el espejo nuevo del baño… La luz brillaba de nuevo en la lámpara del comedor…Incluso lo oía canturrear en la ducha… ! Ni que decir tiene, amigos ! que mortalmente intrigado lo seguí por toda la ciudad para averiguar lo que le estaba sucediendo….
Por fin…. Lo vi en el parque, abrazado amorosamente a una mujercita rechoncha a la que besaba con pasión….!! El amor lo había redimido !! !!Qué bonito…!! !!Qué glorioso final para mi historia!!.
¿Que si ya he acabado ?…!!Nooo!!.. !!Por desgracia, nooo!!… Ahora voy yo buscando el jodido amor a través de este puto internet de la hostia, si la mierda de ordenador que tengo deja de colgarse más que los Cojones del Papa y me puedo librar de este Espíritu, Ente, o lo que sea esa mariconaza alma en pena que va vagando por este asqueroso edificio y ha entrado por mi ventana desde la de Américo. !Si amigos…! una especie de fantasma insatisfecho e iracundo y lleno de rencor, que se va alojado y apropiando de las almas debilitadas por la soledad….

FRANCISCO BALLESTER MONFORT

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17 comentarios en «Semana 1 del Taller de Escritura en nuestro grupo»

  1. Alvaro Anton se sale, pero también se sale del contexto : ) Francisco está genial, un argumento en concordancia, una historia digna….peeero , ha de aprender a reducir la puntuación, abundante hasta agresiva. A nivel de requisitos la que más se acerca a la finalidad es Xicuela. Un paralelismo brutal el suyo, una reflexión digna de los japoneses y salvo un par de repeticiones forzadas y cuatro comas, que yo misma pongo a dedo, no se le puede reprochar más. Así que mi punto va para ella sin duda , por un trabajo bien ejecutado .

    Responder
  2. Aiss.. creo que los 3 relatos que mejor cumplen los «requesitos» (como diría mi abuela) de esta semana son los de: Jezabel, Xicuela y Dil Darah…
    Así que creo que los 3 merecen mi reconocimiento..
    El voto lo decido al final de
    ¿Hasta cuándo tengo plazo?

    Responder
  3. Voto por Dil Darah.

    Es el tipo de texto que me gusta en un relato corto (como un pequeño cuento, sin conversaciones, explicando…). No me gustan los diálogos, si no se trata de frases sueltas, bastante separadas en el texto, que sirvan para marcar un estado de ánimo, por ejemplo, o una situación concreta a resaltar.
    Quizá sea porque no me he planteado nunca una novela completa. No sé.

    Estoy de acuerdo con Ángela sobre quienes más nos acercamos al trabajo marcado.

    También me ha gustado mucho Francisco.
    Aunque no soy nadie para comentar la puntuación en los textos, porque creo que precisamente es una de las cosas en la que más fallo, tanto como en el narrador que utilizo ( me cuesta horrores conseguir mantener el narrador)

    Por último, espero que las faltas de ortografía sean debidas al corrector, o al impulso de una idea rápida que te llega y la escribes sin más, porque hay bastantes en alguno de los textos.
    Gracias

    Responder

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