Luces y sombras

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos el tema «Luces y sombras». Este ha sido el relato ganador:

ZAIDA Y AMINA (ACUATEXTO)
Zaida miraba a Amina sin que la muchacha se percatara. Su armonioso rostro ya maduro, reflejaba una inmensa curiosidad mezclada con amor y ternura. Zaida parecía preguntarse a sí misma como era posible que Alá pudiera depositar tanta gracia y belleza en una sola persona.
Cualquiera hubiera podido pensar que la escena transcurría en un zoco de Fez o en las callejas imposibles de Marraquech o Tetuán: Dos moras tocadas con Chador vestidas con hermosas ropas tradicionales cuya factura y fino colorido delataba una buena posición social, comprando queso de cabra fresco a una muchacha local
La verdad es que la escena transcurría en España, concretamente en Valencia, en el mercadillo semanal de la calle del Santo Cristo en el Grao donde nací y he vivido siempre.
El Grao es un barrio situado en las cercanías del puerto donde todos los jueves del año, al pie del campanario de la iglesia de Santa María del Mar, como si buscaran la protección divina, una legión de vendedores ambulantes plantaban sus entoldados tenderetes para vender ropas de marca falsificadas, frutas de dudosa procedencia y productos artesanales tradicionales que ya no se encuentran en los modernos supermercados.
Todos los jueves veía revolotear a Amina y Zaida como mariposas juguetonas de flor en flor felices y risueñas, curioseando todo el mercadillo de puesto en puesto.
Según sus lejanas costumbres, durante la semana, apenas salían de su casa situada en la parte superior de aquella antigua casona en cuyos bajos, la comunidad musulmana tenía la mezquita que ellas cuidaban y donde Rashid había predicado. ellas aprovechaban para salir los jueves porque los Viernes, como día sagrado del Islam, la solemnidad y el recogimiento en la mezquita requerían de toda su atención.
Mientras Zaida miraba la dulzura y el cuidado con que Amina examinaba queso que había escogido, y regateaba con habilidad con la mujer gitana, el olor a leche de cabra la transportó a su infancia en Azudid, la mísera aldea situada al pie del Atlas en las proximidades del desierto de donde provenían ambas mujeres y cuya única riqueza era la proverbial belleza y fecundidad de sus mujeres
Aun no habría nacido Amina cuando Zaida abandonó para siempre su casa. Su difunto suegro, un respetado imán de la Madraza coránica de Agadir, había arreglado con su familia el matrimonio de su hijo Rhasid al que ella jamás había visto y que siguiendo los piadosos pasos de su padre estudiaba para Imán.
Rhasid era profundamente religioso, pero tan justo y ponderado que su interpretación del Corán era un canto a la paz y la hermandad de los seres humanos.
!Cómo había amado aquella mujer a Rhasid y cómo rezaba en la «Yada» de todos los viernes por la inmensa protección con que Alá que a pesar de la dureza de la vida le había premiado inmerecidamente con aquel matrimonio a ciegas !.
Zaida, no dudó ni un instante en abandonar su tierra para salir a la tierra de los infieles, cuando el designio de su santo esposo Rashid les trajo hasta España tras el terremoto que hizo desaparecer a Agadir y todos sus habitantes mientras Rhasid y ella estaban de peregrinación en Fez.
Aun recuerdo cuando Rashid y su esposa vinieron a mi barrio. Eran otros tiempos…, otras intenciones…, veíamos llegar a los marroquíes como simples emigrantes exóticos que trabajaban como mano de obra barata de sol a sol en el puerto, las pesquerías, e incluso en la recogida de la naranja, para enviar cuanto cobraban a sus pobres y lejanas familias.
Ahora, por desgracia, desde que el integrismo islámico ha inflamado a los jóvenes musulmanes y la yijad ha sembrado de terrorismo la vida de los europeos, vemos injustamente en cada musulmán alguien sospechoso capaz de hacernos daño…
Pero entonces… Entonces eran otros tiempos y vi con simpatía como aquel hombre cultivado lo había dejado todo para venir a España como un pastor que debía reunir un rebaño que campaba disperso y sin guía en un país extraño.
El hijo de ambos Falah, un precioso varón como su padre deseaba, nació ya en España. La verdad es que fue español apenas por un mes, pero nació aquí y
Falah fue la alegría y el consuelo de sus padres que hacía que toda penuria valiera la pena
Mientras trabajosamente Rashid conseguía congregar a los dispersos y hacerse con una mezquita , el niño crecía inteligente educado obediente y estudioso llenando sus días de orgullo.
Pero… cuando llegó a la adolescencia, Falah se convirtió en uno esos valencianos de aspecto magrebí. !Si…! Falah había optado por sentirse tan español como sus amigos y sus compañeros de instituto.
¿Cristiano Falah? !Nooo!, ! ! Cristiano no!. Los jovenes españoles solo son cristianos por el bautismo o la comunión pero en realidad, al igual que casi todos los jovenes de occidente son agnósticos. A ver…, no es que no crean en Dios,
La fe, la iglesia..la biblia.. etz…, es que ni siquiera piensan en ello. Ahora sus cerebros están en lo que están, es decir en lo que en nuestra sociedad les hemos enseñado los adultos con nuestro ejemplo en casa y a través de los medios de comunicación.
!Si…! Los jovenes hoy están en otra cosa….,En otras preocupaciones…El amor… la música… la tecnología…y estudiar y abrirse un porvenir que les pueda permitir la vida de consumo y ocio que desean y se les ofrece. !Ah…! y como también hacemos nosotros, de la misericordia, la caridad, la solidaridad etz. ya se ocupará el estado por nosotros, que para eso pagamos tantos impuestos.
Sabéis…, no hay fuerza mas destructora en el hombre que la desmoralización y cuando Rashid se dio cuenta que su mayor fracaso lo había tenido con la falta de fé de su propio hijo, dejó de predicar y cayó en una depresión tan profunda que nada ni nadie lo hacía salir de sí mismo.
El melancólico hombre se pasaba el día sentado en silencio en la butaca del salón fumando sin parar o arrodillado en la alfombra orando a Alá, pidiéndole que lo sacara pronto de este mundo y cabeceando contra el suelo hasta que el callo de su frente se le inflamaba mientras Zaida alarmada y asustada no sabía lo que hacer hasta que, desesperada, se le ocurrió convencer a Rhasid para que tomara una segunda esposa más joven con la excusa de tener otro hijo varón para rectificar ante Alá sus errores, con la esperanza de que un cuerpo fresco y bello pudiera levantar el espíritu y la autoestima de aquel hombre santo sacándolo así de sus negras ideas.
Amina llegó desde la misma aldea que Zaida y con diez y seis años era la octava hija de su propia madre es decir que era una hermana a la que Zaida ni siquiera había llegado a conocer. Tal como ella misma había arreglado el matrimonio, Amina era la criatura más dulce bella y graciosa que Zaida podía imaginar y por supuesto su hermana era en ese momento la mejor hembra del pueblo.
La verdad, es que la cosa fue un autentico fracaso. La muchacha pesar de sus virtudes no pudo a levantar el ánimo de Rahsid y aunque Zaida la metía cada noche en su lecho, el triste Imán no la tomó ni una sola vez y ni siquiera se daba cuenta de que la chica andaba por la casa.
Pero…. paradójicamente, Amina se fue convirtiendo en el único consuelo y apoyo de Zaida que vio en ella la hija que nunca tuvo y siempre había deseado. Incluso a veces, como aquel día que las vi, La pobre mujer conseguía olvidar un poco el estado de Rashid y la ausencia de su hijo Farah y sentir un poco de alegría en sus paseos con Amina por el mercadillo del jueves buscando todo aquello que le pudiera agradar a su marido.
Por fin, os diré que Alá se apiadó de Rashid y escuchó sus oraciones. Un cáncer de pulmón se llevó en dos semanas con facilidad, la vida de un cuerpo que no deseaba luchar
Fue en su entierro, en el cementerio musulmán, cuando entre lagrimas y lamentos, Amina se encontró por primera vez a su sobrino Farath y el amor estalló entre ambos a la primera mirada.
Unos meses después mirando a Amina, Zaida reconocía que con vaqueros, maquillada y con el pelo suelto estaba más guapa todavía.
!Que raros son los designios de Alá ! El hijo de una viuda de su padre casado con otra viuda de su padre que a su vez es tía suya !.
Zaida dejó de pensar… se arrodilló de cara a la meca y le agradeció A Alá la felicidad de volver a unir a su familia a su alrededor
!No! !No pidió por Rashid…! No era necesario…, estaba segura de Rashid estaba en el paraíso a la derecha de Alá con una sonrisa en los labios
FIN
Acuatexto: obra de pintoescritura inseparable que se compone de una acuarela propia y un texto inspirado en ella.

FRANCISCO BALLESTER MONFORT

*Los relatos son los originales y no han pasado por procesos de corrección.

 


Cuando tenia cuatro años me ahogué en Hyde park.
Fui muy consciente de ello y acepté ese silencio con serena seriedad.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que una mano grande rodeó completamente mi blanco bracito, me sacó del agua y me devolvió al sonido, al verde del parque y al rosa de mi toalla.
A veces pienso que maduré de golpe en ese instante, de una forma abrupta y falsa como las fresas en los invernaderos de Almería, y que por eso aún hoy siempre quiero jugar y siempre quiero el silencio.

ROSA RODJA


Purgatorio ( el ocaso de un ser )
Aunque pienses que en la vida puede haber matices, tenes que tener en claro que esto no es asi y nunca lo sera.
El gris no existe, porque es la mezcla de dos colores; no existe por si mismo, es como querer justificar a los hombres que dicen ser buenos y malos a la vez.
No se puede estar en el medio de las cosas, o se es bueno o se es malo. Sucede que nosotros tapamos nuestros verdaderos comportamientos por medio de leyes y reglas de convivencia.
La esencia misma del ser se halla desde el momento en que nacemos y la tratamos de modificar para insertarnos con exito en la sociedad, y no es mas que querer tapar el sol con las manos.
El asesino es asesino, el violador es violador. Esta en nuestro adn solo que a veces se despierta en forma temprana y otras veces permanece dormido hasta perecer con nosotros.
Si tuvieramos que estar ante una situacion extrema, donde se nos esta por arrebatar la vida y tenemos la oportunidad de vivir si eliminamos al otro. Lo hacemos sin meditarlo ¿no?.
Entonces siempre fuimos asesinos, solo que no se presento la oportunidad adecuada.
Lo que nace con esto es, que, la pasividad no existe, no se es un gris en la vida. Solo hay un ying y un yang, un mal o un bien y debemos actuar en consecuencia con la eleccion de una de estas opciones.
Si hubiese sido gris, el que quiso arrebatar mi vida lo hubiese logrado sin mas, sin embargo deje que el negro, la representacion de todo el mal, se apodere de mi paleta de colores tapando al gris soso e incipido que goberno hasta ese instante en mi vida. El negro consintio a ese instinto animal dormido en mi, el instinto asesino, el instinto primal de todo hombre. El de supervivencia.
Asi fue como ante una situacion limite logre convertirme en lo que tanto odiaba y aborrecia, la adrenalina broto por todos mis poros y comprobe que mis sentidos se habian despertado de un letargo de años y de ausencias.
¡pero vamos!, no han de juzgarme, porque ya lo haran aquellos donde la vara de la justicia si sea imparcial.
Luces y sombras, ocaso y amanecer, vida y muerte todo converge en la humanidad.
Estoy aqui; no se aun como fui a dar con este lugar pero estoy parado en la oscuridad y cientos de ojos lascivos me sentencian con sus miradas. No podia ver sus rostros pero alli estaban. Creia que era un sueño pero no, era real.
Entonces, mi corazon comenzo a palpitar con fuerza, queriendo salirse de mi pecho.
Al final… habia muerto yo tambien. No entendia nada, los veia a todos y veia a mi hija llorando.
Estaba al lado mio con la ropa ensangrentada, me sostenia la mano apretandola con mucho dolor, mientras lloraba.
Queria susurrarle cuanto la amaba… queria decirle que estaba orgulloso de ella y que lo volveria a hacer mil veces si de salvarla se tratara.
La muerte no se priva de nada, es abrupta y definitoria.
Su mano se solto de la mia mientras ella gritaba, no me dejes papa, veni conmigo, te necesito aca.
Todo se volvio difuso y apareci de nuevo en ese lugar oscuro lleno de ojos torvos y sadicos, esperando satisfacer sus bajos instintos.
Estoy tranquilo, soy yo y estoy muerto, pero se que hice lo correcto.
Y si han de juzgarme por la eternidad en el infierno diria sin tituviar que lo volveria a hacer sin sentir remordimientos. No hay grises en la vida, no los hay.

FLAVIO MURACA


Su silueta se abrió camino de la nada. Atisbando su presencia bajo aquel manto de oscuridad con las velas ya consumidas, creí ver su rostro, sin líneas ni relieve, pero de mirada incandescente. Se deslizaba hacia nosotros en silencio absoluto, como si apenas rozase el suelo. Mis compañeros parecieron leerme el reflejo de mis pupilas empañadas en lágrimas de temor hasta que finalmente enfocaron sus miradas hacía aquel manto de negrura. Nuestros rostros se descompusieron lentamente.
Comprendí entonces que nos lo teníamos más que merecido. Conocíamos los rumores que corrían incansables por las calles de nuestro barrio durante ese verano, presas de leyendas malditas que entrañaba aquel caserón sobre su vagante dueño sediento de venganza. Fueron precisamente esos susurros en boca del vecindario, los que nos empujaron hasta allí para comprobar por nosotros mismos si aquellas habladurías eran ciertas. Y al adentrarnos en aquella penuria de luz vaporosa, debimos creer las dichosas y penetrantes historias que envolvían las rudas piedras y las crujientes maderas podridas de la estancia abandonada, pero nuestra estupidez era mayor. O tal vez el orgullo por no mostrar un ápice de cobardía ante nuestros amigos por meras especulaciones. Sea como fuere, allí estábamos, arrinconados en la fría piedra de una vieja chimenea ya destrozada por el paso de los años, que quedaba velada de oscuridad sintiéndonos a salvo sin razón. Ingenuos.
Esperando que la muerte nos encontrara, ya no pude más y ante la perspectiva de que no tenía nada que perder, escruté la sombra, impenetrable como las aguas de un pozo, y respiré hondo. Casi arrastrando los pies, crucé la estancia palpando a ciegas, deslicé la mirada por los muros desnudos y descendí diez peldaños apoyándome contra la pared. Me pregunté si habría descendido hasta la salida o por un tramo desconocido de ese laberinto inescrutable. Entonces, el viento helado me escupió en la cara y fue cuando supe con certeza que aquel era mi final.
No recuerdo el dolor que sentí cuando me despojaron de mi palpitante corazón, ni recuerdo las risas de mis amigos, ni el sonido de las ruedas de mi bici al salpicar los charcos de agua. Ni siquiera recuerdo cuánto duró mi agonía. Cuando eres un fantasma maldito y atrapado sin poder cruzar el velo, por mucho que implores, paciente, solo te consume la ira, el olvido y las sombras del que fuiste una vez.

SARAH BLUMP


Micro relato de la semana «Luces y Sombras»
EL FINAL DE MATA HARI

– Para demostrar que soy alemana –le dije con una sonrisa- solo tendría que enseñarle mi pasaporte. Pero pese a todo el ruido que se ha levantado en París hace un par de meses en la Sociedad de Naciones con la Conferencia sobre pasaportes y trámites en aduanas, a mi la verdad es que no se si me hace mucha gracia esto de que nos cataloguen… Así es que tiré el mío por la borda. Lo siento.

– Señora –el oficial Indochino qur, pese al caluroso mes de Diciembre, no parecía inmutarse- Necesito saber quién es usted para poder dejarla entrar en Saigón.

– Mi nombre es Gretha. Nací en los Países Bajos, pero mi alma, mi baile y la vida que crean mis pinceles hablan alemán. Y para hacerle ver que además soy francesa, debería hablar con mi ex marido, Rudolph, aunque no lo va a encontrar aquí. Él se quedó en algún momento del siglo diecinueve donde se sentía cómodo y su hombría no podía ser cuestionada ni por él mismo.

Sinceramente esperé alguna reacción a mi ocurrencia, creo que fue ingeniosa, pero el oficial vietnamita me miraba como si tratara de leer en mi cuerpo lo que mi boca, reseca ya por el calor, contaba.

Su mirada, escudriñándome de arriba abajo me sorprendió. Igual aún quedaba algo de mi… en mi.

– Necesito ver algún documento, alemán, francés…

Suspiré. El calor era asfixiante. La oficina de aduanas del puerto de Saigón era un cuchitril. Una mesa desordenada llena de papeles, que inútilmente trataban de salir volando con el escaso aire que el ventilador del techo dejaba caer, me separa del joven aduanero. Una bandera francesa mal pintada en la pared de yeso agrietada ondeaba al lado de una jaula de metal oxidado donde podían caber tres personas de pie. La pequeña prisión estaba abierta, advirtiéndome.

Le hablaba en un francés educado, lo único valioso que conseguí de Rudolph, un francés de Versalles, aristocrático, el cual, a lo largo de mi carrera, me había sacado de situaciones comprometidas. Pero esta vez no estaba segura de que funcionaría. Otra cultura, otra forma de ver la vida… Esto no era Europa, por muy afrancesados que quisieran parecer. De ahí que le estuviese contando la verdad. No toda, evidentemente, sobre todo por que no se la creería. Dudo mucho que aquí hallan oído hablar de mi, o de mi muerte… Falsa, pero creible.

El oficial Indochino era lo suficientemente joven como para sentirse importante tras aquella caótica mesa. No hace tanto, solo hubiera necesitado desabrocharme un botón de la blusa… Pero los años no se detienen. El pasado pesa, sobre todo para una mujer en estos tiempos que corren. He andado más de media vida sirviéndome de los hombres. Alemanes, franceses, españoles… Todos tienen algo en común, algo que los hace predecibles, manejables e incluso vulnerables, y eso es, simplemente, que son hombres.

Y este imberbe oriental no debería ser menos. ¿O si? Necesito entrar en Indochina y perderme para siempre, pintar arrozales, bailar para mi y morir cuando me llegue la hora, no cuando un hombre lo decida. En el otro lado del mundo estoy muerta, creo que admirada y odiada a partes iguales, pero mientras recibo esos sentimientos contradictorios, ellos siguen matándose los unos a los otros. Aislándose bajo banderas, fronteras y religiones. Hemos empezado el siglo veinte con la mayor guerra de todas la guerras y no parece que esto vaya a acabar aquí.

El mundo estaría mejor en nuestras manos. Las mujeres no necesitamos violencia. Con un botón nos basta para solucionar cualquuiet problema. Desabrochado disimuladamente. Con paciencia para dar tiempo a sus ojos a clavarse en el camino de mis manos, en la maestría de mis dedos. Una vez dueña de su mirada voy entonces a por su boca y espero la mueca, el movimiento involuntario y revelador, la confirmación silenciosa de que le tengo, de que es mío. De que los Indochinos también son hombres y de que aquí, como allí, solo tengo que ir de mueca en mueca. Y pintar arrozales.

KARLOS WAYNE


El cortometraje de mi vida
Mis padres por alguna razón me llamaron Eva.
Nunca supe por que fui denominada la primera y atendida la última cuando en realidad venia a estar entre Ilse y Gretl ni tampoco tuve a quién indagarlo. Mis padres eran nuestros pero nunca míos. Me daban comida, normas y yo a cambio silenciaba las dudas por falta de remedios.
Ilse fue mi pesar constante. Las hermanas mayores no son fáciles de llevar y menos de entender, sobre todo cuando vienen destinadas para la perfección. Gretl contrarestó las grandes miserias de aquella etapa de mi vida con su inocencia, tan cercana a lo angelical que muchas veces la miraba de hito en hito convencida de que desplegaría sus alas en cualquier momento y se levantaría a unos cielos que jamás me permitirían la entrada. Tampoco entendí nunca la razón por la que no me consideré digna de ello.
Hay cosas predestinadas que pasan a nuestro pesar y acaban por engullirnos hasta hacernos desaparecer tal y como los recuerdos nos evocan. Cuan cenizas de un fuego imperturbable y preestablecido. Cuan remordimiento de un pecado aún por consumir, decisión de un futuro cuya lectura jamas te llegó o lo hizo después de tu existencia.
Ilse llevaba vestidos de princesa, Gretl lucía hasta los remiendos más horrendos y yo padecía de indecisión frente al armario.
No se me dio bien el piano. Ni la aguja. Mucho menos la obediencia.
Mi padre como digno y honrado maestro se regía según única norma: Todo se aprende con constancia y perseverancia. Lo que no prende desprende, pensaba yo, pero seguía silenciada por tanto cumulo conceptual .
MI madre como costurera venia a poseer las mismas ideas pero a diferencia de mi padre , por normas sociales y por carácter sosegado consideraba lo mismo sin pregonarlo sino enseñando a base de ejemplo personal en cada minuto. La maquina de coser urdía nuestra familia entre hilos, los descansos se hacían delante horno de cocinar y el resultado lo bendecía siempre el único hombre de entre nuestras escasas doce paredes.
Ilse lo asimilaba. Gretl lo respetaba. Yo…
Comencé a hacer deportes. La exhaución del cuerpo llevaba a la redención del espíritu y hasta mis quince surtió un efecto de bálsamo mental y sustituto de psicotrópico. A los dieciséis mi padre me encontró ausente y pensativa y me encomendó a las monjas. Ellas sabrían mejor como domar mis ojos absortos por cielos ajenos y prohibidos, amainar mi cuerpo incipiente camuflado por ropas de diseño materno y altos vocales dominantes, doblegar el conflicto generacional y convertirlo en sumisión acceptativa de unas normas de patriarcado. Todo llegaría.
Decían.
Lo quise creer.
Hasta que ardí en la hoguera y dejé de poder controlarlo.
Ilse contrajo matrimonio. Eso decía ella aunque la realidad indicaba el dedo de nuestro padre, nunca mío, la elección de linea y color de mi madre y una cuenta bancaria que negaba absolutamente la idiosincrasia .
Gretl se alegró de verme al igual que se emocionó de poder llevar la enorme cola blanca cuyos quince metros de largo nuestra madre, tecnológicamente mía, había tardado dos meses en componer .
Comí el trozo de tarta , lo engullí de hecho cuan pecado después de rezo vitalicio y me fui a los jardines vallados por setos con altura de centinela y sombras de recuerdo de convento carcelario.
Vi un seto suficientemente alto para competir contra el exceso de azúcar que ponderaba mi cuerpo y salté sin reflexionar más veces de lo que solía costarme alzar una negativa.
Llegué al otro lado contusionada y llena de adrenalina. Mis lagrimas se entremezclaban con el triunfo que trataba de arquear las comisuras de mi boca. Ahogué la parte derrotista entre una mordedura que me dejó gotas de sangre sobre el labio superior
¿ Acaso hay algo más potente que la sangre de virgen?¿ Cuántos milagros se han desplegado en base a ello y cuántas ideologías han modificado ? Cómo rechazar lo preestablecido y salvarse de una hoguera que los astros predijeron antes de la caída de la misma Mesopotamia? De que sirve el Santo Grial sin nada que lo llene y lo haga intransmutable?
A mi tan solo me alcanzó un pañuelo que ofertó tregua a mi pasajero dolor. Lo demás vino después. Donde millones vieron una ideología, donde decenas de millones vieron imposición y donde nadie vio mas allá de una superficie totalmente publica yo vi a Wolfie extendiéndome cortesmente una sonrisa , su monograma, impresa por a saber que costurera madre, y una estancia en su villa de Obersalzberg.
Todos dirán que hemos conversado. Yo me limitaría a afirmar que escuché . Era lo mas apropiado en presencia de Wolfie. Él dominada hasta el aire con el ímpetu de su voz , aparte de tener a medio mundo bajo sus manos que tampoco paraban . Se componía de hecho enteramente de sonido y gesto, cuan actor que ha escrito su obra y la representa encima ad libitum.
Sus talones se alinearon a los astros que predecían mi fuga del convento. Sus sentencias diseñaron sobre el césped alrededor de los setos un viaje hasta el infinito con un final físico imposible pero preciso. A Gretl, la pura e inocente Gretl que vino a comprobar mi existencia para apaciguar los espíritus revolucionados por mi ausencia, la convirtió en fotógrafa en un trazo de zoom .
¿Qué hemos llegado ambas a Munich?
Muy posible. Físicamente cierto. Aun así mi alma estuvo durante mucho tiempo presa de un sofá que adornaba la villa de Obersalzberg. A Munich llegaba una inconsistente sombra que peguntaba a Gretl si había desayunado, si los proyectos de Herr Hoffman, nuestro jefe, le satisfacían y si recordaba el sonido de la constante caída aguja de mutter o la voz decisiva constitutiva de padre.
No lo hacia por ella, Dios lo sabe y a Gretl le habré pedido perdón veces por desmerecer semejante engaño aun así siguió pasando igual. Todo.
Wolfie era demasiado hasta para si mismo.
Para mi cuerpo quedó al igual que el pañuelo extendido antaño, el que compuso y deshizo mi ser.Una superficie blanca manchada casualmente de rojo intenso. Pregnante pero sin identificar. Impactante pero absolutamente secreto. Me habló de Beethoven. De Mozart. De los secretos bíblicos. De la caída del imperio alejandrino. Los dibujos de Walt y su genialidad. La suya propia. El sofá. La música de nuevo. La idea de que Jesús no era más que otro hombre, lo que lo convertía en igual pero con diferente concepto, cosa que era de respectar hasta cierto punto donde intervenía de repente el punto de vista propio de Wolfie que ya dejaba de ser él para convertirse en Alejandro Magno . El sofá donde yo manché de nuevo el pañuelo aunque sufriendo menos dolor y mas éxtasis. Wolfie. Wolfie. Wolfie.
Gretl en Munich contándome sus proyectos. Mi cámara. Mi zoom. Herr Hoffman apuntando un tiempo limite de entrega y aplazando de seguido a tiempo indefinido la resolución. Sofa. Sofa. Sofa.
Cuando me di cuenta de que Wolfie era tan de todos como mi padre y tan poco mio, objeto de su creación, ni tan siquiera lloré. Esta vez mi decisión superaba los limites de un pañuelo tan antaño como la virginidad, tomé un puñado de pastillas y desperté en brazos de Wolfie. Estaba mortificado. Me habló de la impotencia . De Geli. Yo quise saber quien era Geli y él me dijo que nadie comparado con lo que yo representaba entre sus brazos en ese mismo instante. Con lo que era yo dentro del sofá de redención de Obersalzburg. Yo lo era todo. Pero lo era para esa parte de Wolfie que nadie conocía como tal ni iba a hacerlo jamas. Que no puede ni jamás debemos dejar a los enemigos entreverlo ya que de lo contrario seriamos un punto débil y la debilidad venia a resquebrajar el poderoso imperio que él trataba de construir .
Me redimí de nuevo a su carisma. Todo seguía igual , con la diferencia que ahora podía acompañarle , por lo menos, cuan sombra de su séquito . Tenía ahora un apartamento privado cerca del suyo. Unas vistas privilegiadas por la noche. Una larga serie de sofás esparcidos entre villas y villas.
Entré en un circulo de amor-rutina donde mis proyectos fotográficos comenzaron a lucir. Herr Hoffman estaba eufórico. Hicimos hasta un par de cortometrajes en aquella época. Gretl se casó con Hermann y esta vez no quebranté ni una norma ni salté más vallas.
No podía porque no paraba de vomitar. Wolfie estaba furioso. Cuando el medico le susurró el veredicto su cara se tornó blanca. Nosotros dos no podíamos tener progenitores. No venía dentro de sus grandes planes. ¿Cómo lo explicaríamos al mundo?Semejante escándalo desmoronaría completamente su imagen.
Entiéndelo Eva.
Eva.
La primera y la última.
Cogí una pistola, apunté el hueco que antaño albergaba mi alma y disparé sin reparo a aniquilar el amor que no me daba tregua.
Al despertar Eva ya no era Eva ni era nadie. Un cuerpo tristemente desprovisto de otro y recompuesto por el mismo creador tan solo para albergar pasiones furtivas.
Entiéndelo Eva.
Todo venía prediseñado por unos astros, antes incluso de la caída de Mesopotamia.
El final fue final solo para Wolfie. Yo había dejado de existir mucho antes. Después de montaje del bunker fuimos a parar a Argentina y ahí Wolfie nos recompuso y trató de alcanzar mi razón una vez más. El fracaso era temporal y tal y como él lo predijo no dejaba hueco para niños. Aún no. Había que esperar pacientemente el resurgimiento.
Yo escuchaba mientras miraba ávida los documentales que yo misma había grabado, en incesante y obstinada búsqueda de mi misma . La cámara jamás se giró para captarme. Yo era el punto sombrío del que salía el cono de luz que enfocaba a Wolfie y lo hacía resplandecer. Yo era su aleph ultra secreto e intrascendente .
Le adoraba a Wolfie . Aquel Wolfie al que nadie conoció como tal . Le adoré incluso cuando le di el ácido prúsico. Apagué la lampara y me quedé a su lado , tendida, esperando un amanecer que jamás llegó, engullido por el ocaso de una historia que me odiaría.
Entiéndelo Eva.

DIL DARAH


¡Me equivoqué y lo puse en la página de la editorial, lo siento! Jajajajaja
Este es mi aporte semanal. El relato se llama: T

Jenny se agazapó cuando visualizó a su presa. Se quedó petrificada para evitar hacer cualquier ruido. Tenía que calcular el momento preciso para atacar, o perdería la oportunidad. Cada movimiento contaba. Cada respiración. Un paso en falso, y tiraría por la borda toda la operación. Otra vez.
No era la primera vez que Jenny intentaba cazar a esta presa en concreto, pero siempre ocurría algo que avisaba a la víctima, como una fuerza superior, una breve capacidad precognitiva que desbarataba todos los planes. Esta vez no podía fallar.
Contuvo el aliento, apretó la mandíbula, y cuando escuchó a la Presa al otro lado de su parapeto, saltó por encima de él esperando sorprenderla, y con suerte, herirla de muerte.
Falló de nuevo. De alguna manera, aquel maldito se había librado una vez más. Mientras estaba en pleno salto, le observó elevarse en el aire, con aquel maldito tintineo latiendo en sus entrañas.
A otros cazadores tanto fracaso les habría echado atrás, pero no a Jenny. Ella lo veía como algo divertido, la emoción de la caza, el suspense, la adrenalina corriendo por sus venas, el corazón martilleando en el pecho. Ya habría más oportunidades de intentarlo. Siempre las había.
Levantó la mirada y vislumbró al gigante, admirada. Tenía en sus manos a la Presa, como siempre. Nunca se le escapaba.
Esta vez había ganado él, pero Jenny sabía que tarde o temprano, ella saldría victoriosa.

ÁNGEL MARTÍN GARCÍA


LA UNION DE SILUETAS
En presencia de la luz me siento no muy solo,
Creo que esa es la definición correcta,
Puedo atravesar la ciudad entera de un lado a otro,
No me siento desprotegido aunque esa idea vaya cambiando al paso del día.
Me subo al suburbano y trato de conseguir la ruta más sencilla, la más veloz aunque no lo pareciera,
Observo a todo el mundo detenidamente y trato de descifrar solo un poco de ellos,
Siempre lo he considerado mi pasión…
-¿Se sentirán tan solos como yo?
Mi cabeza va creando historias en donde probablemente no las hay.
Mi subconsciente dice:
-Mira a esa chica, es tan linda. ¿Cuántos pretendientes tendrá?
Pasa un labial rojo por sus labios, tan rojos como la idea de la pasión…
Luego sonríe un poco forzada al espejo que lleva en mano.
-No… no creo que tenga pretendiente alguno.
Suena la puerta automática que me toma por sorpresa, ya faltan menos estaciones,
Estoy tan divagante que nunca supe en el momento en el que llegaríamos a la misma.
Nuevamente pienso:
-Lindo sombrero, ¿Sera muy costoso? , con esta lluvia se podría estropear.
Un túnel… nada me espanta más que pasar por ellos,
En esos momentos me siento tan solo, vacio…
¿Llegue a mi destino?
Me pongo de pie y empiezo a caminar sin prisa,
No hay a quien empujar,
El flujo de gente fue bajando dentro del vagón a lo largo del paseo,
50 pasajeros,
Parpadeo,
42,
Parpadeo,
¿23?
Prefiero andar por el pasillo sin escaleras eléctricas,
Siento que aun viene detrás de mí,
No me quedo inmóvil y ella tampoco.
Llego a casa y me siento al filo de la cama,
Tomo el pincel…mis manos se dirigen temblorosas al oleo,
Esta es la última vez que intentare pintar con respecto al pasado.
Un par de trazos más,
Apaguemos la luz,
Hundámonos en la cama y volvámonos uno solo,
Hasta mañana soledad…

KAREN ROSADO


«Los enamorados»

Todas las noches ella soñaba con matarlo; sin embargo era más fácil dormir con el y sus insultos, y su machismo, y su carencia de rosas primaverales. En un rinconcito esperaba las luces de la comodidad.
Todas las mañanas el intentaba besarla; sin embargo era más fácil ignorar la boca y las mariposas del estómago, y el mate compartido, y el cantar de ciertas aves. Anudándose una corbata esperaba la sombra de lo cotidiano.
Ambos estaban perdidamente enamorados del desamor.

ALEJANDRO CAMACHO


Habría que plantearse qué es estar en la vida.
No estar en este sistema que te exige y exige, sin a apenas ser consciente de que el corazón palpita.
En el acelerado tiempo de un metro, en la meta a la que hay que llegar rápido y a toda costa.
En la comida rápida, el amor rápido, el sexo rápido, el resultado de todo proceso.
Cuánto tiempo te dedicas? Cuánto tiempo te dedicas a mirar?
El sistema que nos envuelve en su caos y su ruido, haciendo que nos alejemos de nosotros mismos.
El amor como el sistema quiere.
La vida como el sistema quiere.
El trabajo como el sistema quiere.
Y luego…Morir.
Y para qué la vida?
La vida está para estar.
Y ser antisistema es menear a la vida hasta marearla, apartarte de las certezas, entregarte al miedo, a la euforia y a la incertidumbre.
No quiero una vida modelo.
Quiero una vida.
Correr sólo cuándo lo necesite
Y pararme a mirar cuándo la vida baile.
Y disfrutar
A cada segundo
De esto
De lo que nos hemos alejado tanto
Debido a los intereses de un sistema humano
Que es el reflejo más claro de la deshumanización.
Lo siento,
No voy a entregarme al ruido
Ni al frío de vivir muerto.
Voy a entregarme al fuego
Aún sabiendo que seré ceniza

CARLOS COSTA


#chlucesysombras

Luna y Sol no saben ya qué decir, ya no saben de qué hablar. Se les acabó ya el tiempo, nada más empezar a hablar. Cuándo luna dice algo, el otro ya no está, ni tan sólo para replicar. Y la noria sigue dando vueltas, siempre sin avanzar, mientras no se pongan de acuerdo, en quién prefiere ir al mar.
Las noches se hacen eternas, sin ninguna luz además. Los días ya no son menos y ni sombra puedes encontrar.
Largo se hace el camino, no sé si para tropezar. Y nunca se encuentra remedio, mientras de tu mano no pongas más.
Mientras no ceses de malmeter, tu vida será un infierno, y tu cielo será un sueño, al que será imposible acceder.
La sombra de tu vida huye, y tú, luz, pronto vas a volver.
Luna, Sol, no os dejéis convencer, porque aunque aún no lo sabéis, podéis juntos envejecer.

LA XICUELA DE CORRIOL


Es triste pensar que existe gente tan dañina que puede llegar a hacernos enfermar. Que mine tanto nuestra autoestima que no podamos salir a flote. Que consiga que no salgamos a la calle. Que consiga empañar nuestra reputación sin que hayamos hecho nunca nada malo a nadie. Que plasme sus frustraciones y locuras en zancadillas y empujones. Y que le diga a la vida, que, me cago en todos tus sueños. Te maldigo para que nunca te recuperes; ni moralmente, ni interiormente, ni físicamente.
No se trata de tí ni de mí. Se trata de tu odio, de tu envidia, de tu alma muerta que únicamente intenta perjudicar a quien se le ponga por delante. Tanto si te conoce como si no, la envidia es un corrosivo muy potente. Me equivoco, sí se trata de tí. Estás enfermo de odio. Y aún así, consigues enfermar a los demás.
Dejar de ser el gallo de un corral tiene su precio para la salud del novato. Y las zarpas del viejo gallo diablo, que tal cual es como lo pintan, sabe más por viejo que por diablo, saben bien dónde clavar sus uñas de rapiña.
No te desmorones, aunque lo pienses, no des tu brazo a torcer, aunque te retuerzas de dolor, no te disgustes, porque será su mayor victoria. Verte sufrir, llorar, le interesa. Le alivia, le enaltece, y se vanagloria de éllo. Aún así, cuán pobre es su interior.
Cuan poco sabe de ser feliz en la vida, el diablo carroñero.
Que no os engañe. Quien es bueno, es bueno, y el malo, puede ser peor. Bondad y rencor pueden ir unidas, pero a la luz, siempre sale el rencor. La bondad suele estar muy escondida.

NÚRIA BERGEN


TENGO MIEDO
Padre. Tengo miedo. Tú y yó sabemos lo que vá a ocurrir.
Es algo tan inevitable como que de una nube de tormenta caiga la lluvia.
Es el destino que tengo grabado a fuego como una res cuando nace. Nó puedo huir, así me escondiese en la más profunda y obscura de las simas, èste me encontraría, nó puedo ocultarme de mi final…ni de tí, padre.
¿Acaso por ser dios echo hombre nó puedo ser malo?, ¿acaso por ser dios enviado a la tierra, he de ser puro, sin mácula?.
Padre, èsta angustia me axfisia y lo sabes. ¿Soy malo por nó querer asumir el dolor y el sufrimiento que me atenaza?.
Padre, me hiciste hombre, y todo hombre es impuro, soy de horigen divino pero soy persona, con sus defectos, sus virtudes..
y sus debilidades.
¿Un hombre malo es lo mismo que un hombre dèbil?.
Padre, te he ofendido con mis debilidades; he bebido del pozo de la sobervia resucitando al pobre Lázaro, creyèndome como dios que soy, superior a toda aquella pobre gente; me he sentido magnificente multiplicando aquellos panes y peces, pensando «¡comer, comer, que sin mí, pasariais hambre!». Padre, y a pesar de todo, tú me has perdonado.
He acudido a lupanares y he yacido con hermosas mujeres, he acudido a tabernas y me he embriagado con el vino, he apostado dinero…como hombre.
Bien lo sabes, padre.
Al final, en este huerto de Getsemaní, renuncio a toda condicion humana, soy tu siervo, tu hijo quien, se entrega a tí, para cumplir tus designios.
Padre, tengo miedo, porque, como humano, soy dèbil, que nó malo, porque, malo es aquel que promueve y genera el mal contra sí mismo y contra los demás, de forma premeditada. Dèbil es aquel que cae en las redes de las tentaciones mundanas pero, en el fondo, su corazón es noble.
Padre, como dios que soy, he de confesarte, que tengo un lado que es la sombra de mi luz.
Padre, tengo miedo como hombre, pero valiente y satisfecho como dios, porque el sacrificio al que tú me estás entregando, servirá para, al menos, hacer menos malo al hombre, y un poco menos debil.

EMILIANO HEREDIA JURADO


 

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9 comentarios en «Luces y sombras»

  1. Me encanta el relato de Wayne, bien llevado , una linea argumental impecable y su estilo ya propio, así que punto para él . Ahora bien, he de mencionar que si el señor Monfort hubiese pulido un poco su historia( muy digna , muy de corazón pero un poco confusa por venir contada tan apasionadamente a borbotones) se lo habría llevado por delante un buen par de veces. Felicidades a tod@s , especialmente a Emiliano por su profunda reflexión y la increíble empatía que ha demostrado ( PLAS PLAS PLAS!)

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  2. Esta vez me costó decidirme, está muy reñido… !!! Por eso daré mi voto a tres personas si puede ser: Karlos Wayne, Dil Darah y Flavio Muraca.

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