Relatos eróticos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos eróticos. Este ha sido el relato ganador:

ANÓNIMA 2

Fui amante de un policía nacional hace algún tiempo, aunque no el suficiente para que el delito haya prescrito. Formaba parte de los antidisturbios y estaba destinado en otra ciudad, una situación que propiciaba encuentros bastante cómodos para la vida de ambos. Nunca le he dado demasiada importancia al físico, es la inteligencia al servicio de la perversión lo que me da la vuelta como a un calcetín y esta máquina de follar no andaba sobrado de ella, pero es que, más que pertenecer al cuerpo, era “el cuerpo”. Inexpresivo y gélido por fuera, loco ardiente por dentro, un consolador perfecto. Y no daré más descripción física que esa, porque un madero puede complicarte mucho la vida si se aburre.
Qué culo. Evitaba que me viesen con él, pero a veces caminábamos juntos y yo me paraba en seco para mirarlo en movimiento con un poco más de perspectiva que la habitual. Qué polla. Nunca he disfrutado tanto viendo a un hombre quitarse los pantalones. Vuelve a subírtelos. Espera. Bájalos de nuevo, pero despacio. Tenía muchísima fuerza, podía despegarme del suelo y empotrarme contra la pared con una sola mano. Qué manos. Conmigo era encantador, un encanto gélido e inexpresivo. O quizá no tanto, le recuerdo una bonita sonrisa. No me fijé entonces. Nos divertimos mucho juntos, desnudos y vestidos. Como buen guardián del orden ajeno, era un firme defensor de la ley del embudo. Drogas, alcohol, sinpas, exhibicionismo, vandalismo, tráfico, propiedad privada, cuanto más gorda la hacíamos, mejor era el sexo.
No hay final trágico. Confiaba en mí y acabé enterándome de historias que me superaban. Me distancié. Nos veíamos menos. En ocasiones, me decía donde había estado y como iba vestida. ¿Me espías? Yo no. Tuve miedo. Cuando un coche de policía pasaba cerca de mí, pensaba que eran sus compañeros, vigilándome.
Baja y nos tomamos unas cañas.
No, me atacarás.
Subo yo, no te toco, sé que tu novio no está.
Qué sabrás tú.
Yo lo sé todo. Baja, tengo que contarte una cosa.
De qué tipo.
Algo que he hecho y que tiene que ver contigo.
Dímelo inmediatamente.
Es que te vas a mosquear mucho, baja, por favor.

Ni bajé ni nos hemos vuelto a ver. Me lo follaría ahora mismo.

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección.

BENEDICTO PALACIOS

“Subió la escalera que conducía al dúplex, una estancia que se conservaba para capricho suyo, porque el suelo estaba tan desgastado que parecía habitada por animales de herradura. Sin embargo aquel lugar conservaba un encanto especial, pues en un tresillo de escay, hundido y pelado, había tenido sexo por primera vez con una compañera de pupitre.
Se lo había anunciado y repetido su madre:
-Jaime, voy a tirar el tresillo, porque un día de estos lo habitarán ratones.
Y estaba seguro de que su madre no hablaba por hablar. Lo había comprobado con un par de pantalones rotos a la altura de las rodillas. Quiso recuperarlos del contenedor y aquella le amenazó con dejarle en calzoncillos.
Tenía que contarle la verdad. Su madre comprendería. Y se pasó toda una tarde buscando las palabras más convincentes.
Cuando se encontró cara a cara con ella, le dio un beso, y la madre le miró extrañada.
-Pide lo que quieras, que te conozco, pero que te quede claro: no quiero ver el tresillo en casa, ya está bien de recuerdos. Ni que hubieras hecho en él por primera vez el amor.
Al día siguiente Jaime aviso a los chicos del rastro para que lo retiraran.»


ABRUJANDRA

¿Anónima?
-¿Qué vas a hacerme?- le pregunté muerta de miedo, ni yo podía escucharme pero él sí, se lo tiré a la oreja temblando después de escaparme culposa de la vigilancia de mi hombre.
Me dijo que sólo podíamos vernos en su casa en domingo temprano.
Hice todo lo posible para no ir pero estaba parada fuera del tren en la estación central lejos de casa, en domingo temprano, congelada y tratando de respirar profundamente para dejar de temblar.
-Nada que no quieras- me dijo sin miedo mirándome de frente.
-Por favor no, no quiero- me mentí mentalmente.
Su boca, su olor, sus manos, su sudor no me dejaron pensar más.
Volví parada en el tren que salió cinco horas más tarde, no podía sentarme después de su paso rítmico y sin piedad a través mío.
Aunque quiera, no puedo borrar esta sonrisa estúpida que mató a la culpa.


ÁNGEL MARTÍN GARCÍA

Veo su piel y deseo acariciarla.

Acuden a mi cabeza imágenes de pasión y lujuria, y no puedo evitar sentir que las preferiría como recuerdos, y no como sueños.

No debo desearla. Está mal de tantas formas que no me atrevo ni a enumerarlas, pero me atrae como un frasco de miel, líquida, dulce, transparente, y yo quiero probarla aun con todas las consecuencias.

La lascivia me secuestra y la imagino sobre mí, mi cabeza entre sus senos. Ella bota, salvaje, fiera, incansable, con los ojos apretados y la garganta atravesada por el placer. Mi lengua recorre su cuerpo perlado por el sudor, y saboreo la sal del paraíso.

Con gran esfuerzo, consigo apartar ese pensamiento, pero descubro, consternado, que se ve sustituido por otro casi al instante.

Ahora ella está en la cama, tumbada en posición fetal. Tiene las manos esposadas a la espalda, los tobillos atados entre sí. Un par de pañuelos, uno azul y otro verde, le cubren los ojos y la boca.

Disfruto acariciando con la yema de los dedos cada centímetro de su cuerpo, dibujando los contornos de cada uno de sus orificios, de todas sus curvaturas. Se estremece bajo mi tacto. Un leve gruñido escapa de su prisión, entre la tela y la carne.

Repito el mismo trayecto, ahora con la lengua y un poco menos paciente. La saboreo mientras se agita y jadea. Lo necesita. Lo necesito. Introduzco dos dedos en la senda de mi perdición, y sus piernas se contraen al ritmo de un gemido inesperado. Investigo un rato, buscando las zonas más sensibles, los puntos que convierten el paseo nocturno en un viaje inolvidable.

Le quito la mordaza y la desato, pero le pido que se deje la venda en los ojos. Arrastro su cuerpo hasta el borde de la cama, y me arrodillo ante su majestuosidad. Vuelvo a masturbarla, conociendo ya el terreno, y añado a la partida mi lengua trazando círculos sobre el pequeño saliente que corona su sexo.

Jadea, gime, me ordena que no me detenga, y yo obedezco con gusto mientras sube el volumen de su placer. Se retuerce sobre las sábanas, y me devuelve a la realidad con un grito ahogado que curva su espalda y aprieta su entrepierna contra mi boca.

Ahí está ella, en el mundo real, observándome. La sangre bombea en la intimidad de mi ropa interior, y temo por un momento que se haya dado cuenta, que haya captado uno solo de mis pensamientos. Su belleza nubla mi juicio, aunque ante una mujer así no hay hombre que valore su cordura.

Duele. Quema. Hierve la sangre y martillea el corazón. Ni la poseo ni la poseeré jamás, y sin embargo, no puedo evitar pertenecerle en la única forma de esclavitud que la gente toma por hermosa.


ISABEL BÁRCENA

Solo contigo.

Si no fuera porque sé que luego me encontraré mucho mejor ,anularía la cita del masajista ya mismo.
Pero porqué habré dicho que sería el conejillo de indias del nuevo masajista … solo espero que Carlos sepa apreciarlo y salga pronto del curro hoy y empecemos a disfrutar nuestro aniversario, que ya va siendo hora , y sino le obligare a descansar atándole … jaja ¡¡ creo que no descansaríamos ninguno , solo de imaginármelo desnudo en nuestra cama hace que se me endurezcan los pezones… Uff, madre mía cuanto tiempo llevamos sin disfrutar nos. Veinte años y no me canso
– Hola ,Ana buenas tardes no llego tarde verdad??
– Casi ,casi ,está la sala preparada , toma la toalla y te quedas en tanga , en breve te mando al masajista.
– Dios no me digas que es el nuevo ese tan callado.
– Ja ja ¡¡. Roberto? Si aun le falta acostumbrarse a nuestro humor, aunque está para comérselo, lastima que su marido sea mi cuñado .
– Niña ¡¡ qué diría tu José si te oye . Voy para dentro no quiero salir tarde , espero que Carlos salga hoy mas temprano que lleva una semana….
– Creo que hoy saldrá a tiempo para irse contigo , empieza el ultimo cliente ,un caso muy difícil me ha dicho , los escalenos o algo así he oído. Pasa, a la dos , pasa.

Bueno que bonita han dejado la sala , luz tenue , huele a vainilla ( mi favorito), musica de Kenny G, solo me falta Carlos y …
– Ups hola no apretes así de fuerte chaval que me dejas sin hombros. ( Mi madre que manos. Jiji el será un profesional pero me esta dejando la espalda como el chicle . Jiji mis cosquillas y yo)
– Lo siento tengo cosquillas, yo que tu dejaría mi cintura en paz . ( Uff a dónde cree que va )
– Sin problema cof cof , lo siento un catarro. Susurra a mi oído. La verdad es que se le oye tan ronco que sexy , madre mia me ha puesto a cien . Debo estar en esos dias tontos , he de hablar con Carlos ya, o me da su graaan amor o me como una tableta de chocolate puro .
– Aaaahhh esa es mi rabadilla chaval ,cuidado con ahhh ( dios ¡¡ acaba de amasarme el culo?? )
plash¡¡¡
– Eh tu donde crees que estas metiendo ese dedo , eso no es profesional , y solo lo hace mi marido…
– Ya ya, y como he estado tan ocupado descuide a mi mujercita , que no para de llorar por las esquinas pidiéndome mi polla , mi boca ,mis manos ,mis abrazos…. así que cariño cierra esa boquita y disfruta de mis manos que luego nos vamos a casa .Tambien me muero por disfrutar de tu cuerpo, de tus besos ,de tus gritos y gemidos ,esos que son solo mios .
– Ahh¡¡ Carlos , Carlos , que manos , siiiii¡¡¡


PIETRO IGARZA

Caderas de fuego

Allí estaba ella de nuevo, como todas las mañanas, con el café en ambas manos como aferrándose a un mástil y una camisa blanca que le rozaba los muslos. Yo, desde mi ventana, observando ese bello espectáculo con una mano corriendo las cortinas y la otra deslizándose por debajo de la pijama. Veía como se contorneaba de lado a lado tarareando una canción y muy coqueta, bailándole a la nada, se levantaba la camisa y dejaba sus nalgas al descubierto moviéndose al ritmo del palpitar de mi miembro.


CARLOS PADILLA SANDOVAL

OSCURA TENTACIÓN
El miedo y escalofrío que sentía en mi cuerpo esa noche era sumamente fuerte, tanto que aunque todavía faltaban dos horas para mi encuentro ensayaba cada palabra para no decir ningún malentendido, pero como no iba a ponerme nervioso si desde que la vi me eh imaginado diferentes realidades y universos a su lado, pensando seriamente en lo que sería una relación con ella aunque la diferencia de edad era algo mínima la idea que cometiera un error con ella recorría mi mente y torturaba sin duda alguna.
Me dirijo a su trabajo con un regalo de bienvenida ya que ella había regresado de una certificación en donde había aprobado satisfactoriamente y sentía que era mi deber recibirla con un premio por tal acción.
– Hol…
Me abraza fuertemente y siento que hasta ahora todo va perfecto, eso quería decir que enserio me extrañaba y que las largas dos semanas que no nos vimos fueron una tortura para ambos.
– Te extrañe.
– Yo también Karen, mira te traje un obsequio de bienvenida.
– Hey, yo también te traje algo, pero creo que este lugar no es el indicado para abrirlo asi que vallamos a donde habíamos planeado,
Tomamos un taxi y nos dirigimos a un paseo con un río artificial en el centro de la ciudad, el clima y la poca iluminación hacia que el momento fuese mágico y romántico, los temas se vieron venir desde como era su proceso certificación hasta las tonterías que ella realizo en el viajen; no había reído tanto desde hace mucho y la confianza que le tenía para decirle como me sentía era increíble como si mi mente estuviera conectada a ella y su mente a la mía era más que obvio que el destino nos había unido para ser uno mismo.
En uno de esos momentos mientras caminábamos por el paseo nuestras manos se entrelazaron de la nada.
– Y ¿esto?
– ¿Qué? Ayyy perdón jajajaj
– Jajajajajaja
– Como es que no nos dimos cuenta Carlos, estamos tan concentrados en nuestra platica que no notamos ese detalle
– Bueno será que tal vez estamos hechos el uno para el otro
– Probablemente querido, oye que te parece ese lugar para abrir nuestros presentes
– Vale, me parece perfecto amor
– ¿Amor?
– Lo siento
– Jajaja estamos graves Carlos, algo nos esta pasando
– Puede ser
El lugar que se había escogido era una banca un poco iluminada al lado del río donde la iluminación era perfecta de colores y el momento era el perfecto para expresar todo lo que sentíamos.
– Bueno yo primero, es algo no muy nuevo Karen, la verdad es algo que me ah acompañado mucho tiempo de mi vida y es una parte importante de mí, asi que … si un día te vas bueno te llevaras una parte de mi.
– Ayy Carlos ¿Cómo crees? Es tu libro favorito… “ El caballero de la armadura oxidada” de Robert Fisher.. muy buen libro pensé que nunca te despojarías de el,
– Bueno, creo que eres la persona correcta para tenerlo y quiero que tu lo tengas.
– Ten
– Heavy Metal ¿que acaso no es el libro que te compraste con tu primer sueldo?
Así es nuestras coincidencias eran tan grandes que nos regalamos un libro que nos había marcado previamente en la vida, esto lo confirmaba Karen y yo estamos hecho el uno para el otro.

– Carlos quiero que lo tengas
– ¡BESO, BESO, BESO¡
Una pequeña lancha que hacia recorridos en el interior del paseo con sus tripulantes no resistieron la tentación de gritarnos y que de esa forma expresaranos realmente lo que sentíamos, ya sin miedo a lo que dijeran los demás pero nos resistimos.
– Valla, eso fue un poco incomodo
– Jajaj losé
Nuestras mirada cruzaron y sentí algo que jamás había sentido, era como si nuestras almas se hubieran visto a través de nuestros ojos, detrás de esa bella y ruda chica de 28 años yo vi a una hermosa alma en búsqueda de un abrazo y amor, algo que hizo que mi cariño y amor hacia ella creciera en un instante, era tan irresistible algo que nunca había imaginado, mi mente y pecho ardía y mis labios estaban cada vez más húmedos, tenía que besarla, le acomodo su fleco y me acerco lentamente a esos suaves y tiernos labios, la sensación no puede ser descrita solo diré que mi mundo se vio completo al estar besando esos hermosos labios.
– ¿Por qué?
– Porque eres perfecta para mi
– Y tu para mí
Nos dirigimos a su casa y no lo pensamos dos veces el sentimiento y la atracción que sentíamos el uno por el otro era más que mágico, podría describirlo como un milagro… ¿Cómo era posible que dos personas se entendieran tan bien , que se sintieran completas al estar juntos y si ese fuera el caso porque debió pasar tanto tiempo para conocerse?
Los besos y las caricias eran cada vez más fuertes y las ansias de concebir el acto no dudaron, mis labios pasaron por su cuello, mientras ella fuertemente con sus manos me rasguñaba los brazos de una forma que la excitación ya no cabía en nosotros, mis manos sutilmente le ayudaron a quitar esa blusa negra y escotada que con el simple hecho de verla provocaba en mi un despertar salvaje y único.
– Muerdeme…
La simple sugerencia se volvió una acción y rápidamente Karen me quito la playera y los rasguños se volvieron cada vez más fuertes al grado de que mi espalda empezaba a sangrar, el placer era cada vez más grande y mis pensamientos se oscurecían con el pasar de los segundos, al estar sobre la cama el universo desapareció y solo éramos Karen y yo, dos cuerpos formando uno en donde nuestros movimientos marcaban el ritmo del acontecimiento y el climax era la cima máxima de nuestro sentir, donde las voces se volvieron gritos y gemidos de placer y la explosión de nuestros cuerpos perfectamente coordinados marcaban la culminación del acto; no existía nadie más, solamente 4 paredes, unas cuantas velas que alumbraban de cierta forma la recamara, ya mi universo no existía, había mutado y renacido en uno nuevo y giraba en torno a una mujer única en el mundo a mi hermosa musa con la cual el futuro pintaba oscuro y sospechoso pero acompañado de ella nada de eso importaba.
Ya no éramos nosotros, ella no era Karen y yo no era Carlos, ahora éramos un nuevo ser unificado por nuestro sentir y pasión, por nuestro cariño y amor, en donde el mundo que nos rodeaba ya no pintaba oscuro y donde los prejuicios ya no importaban, ahora éramos eso que tanto tiempo habíamos buscado… amor.


CELIA PRADOS

Inocencia

Le aterraba desvestirse de su inocencia,
dejar explorar sus curvas cerradas,
y la penumbra sobre la piel.

Sus ojos abiertos no lograban ver
que eran otros los miedos que debían
arrancar de su alma las lágrimas.

Como el temor de no volver
a fundirse en abrazos,
a susurrar en la noche,
a vaciar sus adentros.

Como el candor de creer
en la inmunidad de sus huesos,
en la coraza de su corazón,
en lo genuino de sus palabras.

Y cuando sangró la conciencia
por sus dulces engaños,
no quedó nada sobre su cuerpo.
Ni siquiera el miedo.


GABRIELA MOTTA

Él y Ella.

Era una mañana corriente y ordinaria como cualquier otra, ellos dejaron de lado sus responsabilidades para ir al encuentro. 
Ésta sí será la última vez, pensaba él para alivianar su culpa.
No debemos seguir con ésto, pensaba ella, mientras llegaba al lugar de la sita.
Al llegar, se miraron y se fundieron en una pasión desenfrenada dejándose poseer por la lujuria. Él, la tomó por la cintura y sin pensarlo comenzó a desabrochar esa camisa que le quedaba tan sexy.
Ella, lo tomó fuerte por la cadera y comenzó a desabrochar su pantalón dejando que sus manos ardientes en deseo tomaran su sexo y lo estimularan como nunca antes. Él, dejándose provocar, embriagado de deseo la toma y la penetra con una dureza inagotable. Ella, sonriente de placer sabe que esto no terminará jamás. Ambos se funden en un gemido inacabable envueltos en sus cuerpos calientes, bañados en sudor y llegan al climax juntos.
Vuelve la calma pero na hay tiempo para la ternura, sin decir palabra toman sus ropas, se visten de forma apresurada, no hay lugar para esas miradas envueltas en pecado y culpas. Él, casi sin poder mirarla le dice: ésta sí es la última vez. Ella lo mira y sonríe, sabe que no es verdad. Se despiden y regresan a sus rutinas, cada cual por su camino como dos desconocidos.
Al salir a la calle él, siente por detrás una mano que le golpea la espalda, al darse vuelta se sorprende al ver el rostro de doña Elvira, que sonriente le dice: usted por estos lados padre Juan? seguro lo envío Dios para que me pueda bendecir este día que recién comienza. Él, agacha la mirada y envuelto en culpa le dice: que Dios la bendiga hija mía. Amén responde la señora haciéndose la señal de la Cruz.
Y así sin más, sigue su camino haciendo de cuenta que nada ha pasado, que la culpa y el odio por no poder dominar sus deseos nunca estuvieron presente en su corazón y en su cuerpo sucio por el pecado.


DIL DARAH

Criptofilia MMXVII

Había un tiempo cuando los nombres rusos se confundían con los vallisolentanos.
Escuchaban Jethro Tull todos y amaban el mismo atmósfera libre de contaminaciones de cualquier tipo.
Llegaron a» había un tiempo sin determinación» cuando las agujas apuntaban siempre el opuesto del musgo de los arboles y el sol se saltaba medio recorrido para poder presenciar el mundo entero.
Dentro de todo el recoveco, diseñado por una gravedad tan matemá y lógicamente diseñada, surgió nuestro libre albedriamente sentir, cocientemente ubicado encima de una tan amplia media y extra suya.
Definirlo sería equivalente a un ser que controlaba las masas muy flautí,, hamelinamente y de decisión inocua a la gama cuan el mismo. Un ser exento de decisiones y saturado de imposiciones, faltas de sonidos adecuados a la gama que él pretendía escuchar, contraopuesto a los ecos de un alma que latía a destiempo e idolatraba sin sentido a los comunes particulares de un elevado genero en desuso.
Yo ,para eliminar probabilidades, tropezaba con torpeza terráquea por enésima vez en la misma piedra y él fue el único que vio la individual brecha dentro de esa argamasa arquitectónica social de fisuras múltiples.
Ejecutó por tanto una serie de bemoles que sólo tenían sentido para un 0 por ciento de la población.
Fui la singular que aplaudió por tanto a única carente de méritos .
Nuestra historia acabó en pañales sin más merito que llenarse de residuos de otras admiraciones, pero vivimos separados y tan felices como cualquier infelicidad conjunta y no fuimos a más que la única medida de un tal vez compuesto de conjunciones desfavorables.
La promesa de la éxtasis conjunta ardió entre el polvo de unas estrellas que brillan tan post mortem como los gestos que se quedaron llorando la perfecta raíz cuadrada según la ejaculación sentimental anticipada que eutanasiamos cada cual en diferente galaxia.

P.D: ¡Viva Jethro Tull y las estrellas fugaces cuyas faldas son aparentemente fáciles !


KARLOS WAYNE

«De todos los tipos de amor, el nuestro aún no ha sido catalogado», le dijo él mientras ella evitaba su mirada. «Sé de algunos que lo llamarían incesto» respondió ella sonriendo para sí, con la distancia que la edad otorga. «Para ser incestuosos, tendría que haber sexo, y aquì no lo hay. Nunca lo hubo». Ella asintió a las palabras de él y se puso en pie, nerviosa . «Nuestro amor debe ser catalogado», afirmó sutil. Él se puso en pie, cauto , dudando si lo que había oído era lo que ella dijo o, por el contrario, lo que él, durante años, quiso oir. Hizo el amago de preguntar, de cerciorarse, pero ella se dio la vuelta y le besó. Sus labios dolían, tanto por el empuje de sus bocas como por la presión familiar que sabían les vendría encima. Ella le cogió la mano y la excitación de él se irguió con cada peldaño de la escalera, mientras subían. Al llegar arriba ella se paró frente a la puerta. Él colocó las palmas de sus manos en su espalda, debajo de la blusa. Desabrochó el sujetador de modo eficaz, sin prisa, y los senos liberados le regalaron un temblor inesperado, involuntario. Él movió sus manos inseguras, bajando por los costados. Llegó a la tripa, vergonzosa señal de la edad, y despacio alzó sus pechos hasta donde èl siempre imaginó que estarían, hasta donde ella deseaba que aún estuvieran. Ella le abrió el pantalón. Buscó, le agarró. Le mostró el camino. Y ya no le soltó hasta que los golpes llegaron a la puerta de su corazón.


IRENE ÁLVAREZ

Ha pasado algún tiempo. Te miro y pareces distinto. Estas distante. Hablamos. Como siempre. De nuestras cosas, de los proyectos, de la vida, y me mi miras callado, circunspecto. Nunca había estado tan cerca de ti y a la vez tan lejos.
El té me regala calor en los labios y las manos, que aunque no se note, tiemblan como si fuese una quinceañera porque estoy ahí, frente a ti. 
Hablamos de muchos temas, y en un momento, inesperado, ¡bum! Llega tu risa. Esa risa que excita mi alma y mi cuerpo al mismo tiempo. La siento en el corazón y las bragas. Palpito a mil por hora y mi entrepierna está empapada en deseo. Quiero besarte. En la comisura de los labios. Quiero morderte como tantas veces he imaginado y hundir mis dedos en tus rizos mientras te abrazo. Pero no me atrevo. Soy timida. Lo sabes. Y sé que dejarás que sea yo la que se lance al precipicio porque te divierte.
Me acerco a tí y te hago burla sacando la lengua. Me miras y amenazas con un beso. Te reto. Me retas. Y a pesar de que el corazón va a salir por la ventana, me atrevo a acercarme a ti hasta rozar tus labios. Ahhhh! Dulce momento…Lo saboreo a pesar de los nervios y me recreo en la suavidad del roce, en el juego, en saber que al fin los anhelos se han hecho realidad.
Te beso. Voy despacio. Te muerdo. “A bocaicos chicos”, como te digo siempre. Y me atrevo a enlazar tu cuello con mis manos, hundiendo mis manos en tu pelo. Estoy en el cielo. En nuestro cielo.
Siento tus manos en mi espalda haciendo sendas con los dedos, que irán a parar a algún paraíso soñado, mientras tu boca se desliza por mi cuello dejando trazos de pasión que ahogan gemidos sordos en mi garganta. Mmmmm… me susurras al oído. Palabras que nos dijimos y que impactan en mi cuerpo llenándolo de expectativas e ilusiones.
Te recuestas en el sofá. Sobre mí. Siempre te gustó así. Y yo me dejo. Me gusta mirarte a los ojos. Perderme en el café caliente con canela a que sabe tu piel. Y me desnudas. Te recreas en el purpura de mi ropa interior. En el encaje del tanga y en lo que esconde.
No puedo evitar sonreir. Después de tanto tiempo, al fin nos encontramos. Y te tengo donde imaginé tantas noches. Y al fin te siento, en cuerpo y alma, dentro de mi. Siento tu cuerpo danzando sobre mi, mientras me invade el placer y me dejo llevar. A un lugar desconocido. A un espacio en el que no existe el tiempo y solo habita deseo. En bocas que sisean y manos que acarician. Montes de Venus que sudan deseo y obeliscos que penetran en suaves y suntuosas grutas colmadas de frutas exóticas.
No se si hacemos el amor o follamos. Pero lo hacemos. Y me siento tan bien que no me importa. Porque por fin eres un deseo tangible entre mis dedos.


MONTAÑA MILHOJAS

Él era italiano, todas sabemos lo que eso significa, te comen la oreja cómo nadie y luego van bajando.
Ella ese día sólo quería bailar,salía de un desamor de diez años con un calvo medio gilipollas con el que empezó por una apuesta, todo el mundo sabe el erotismo de los calvos,menos ese calvo en concreto,que no tenía ni idea y follaba de pena.
El italianini con su acento vago,la envolvió en dulce de leche y fue adueñándose de su control,a lo señor Grey ,con caja de herramientas incluidas.
La noche duró tres días, con esa ansiedad que da lo nuevo, se devoraron mil veces, y casi sin poder andar, ella se dirigió al taxi, pensando que esta vida es una puta y ganas mucho si te la sabes tirar.


ANITA MIMOMBA

«El bosque»:

Ni se imaginaban la suerte que tendrían cuando, al llegar a la casa rural, les tocó una habitación de 18 camas para
ellos dos solos. Era enorme, con literas y muchas ventanas, incluso, su propio cuarto de baño (también enorme).
Dejaron sus cosas sobre la primera cama que vieron y se fueron con los demás. El paisaje era sobrecogedor, en plena 
montaña, en medio de un frondoso bosque de pinos, la vista se perdía entre picos rocosos y el cielo.
Tras toda la noche de fiesta en el claro del bosque, el grupo regresó a la casa y se fueron a dormir. Era casi de día.
Aún se encontraban bajo
los efectos de unas setas que les había pasado alguien en algún momento de la noche. Sus sentidos se encontraban muy espiertos, sus pupilas dilatadas hacían que vieran todo encendido y reluciente. Empezaron a besarse y cada beso los trasportaba hasta otro universo. Se abrazaron y notaron sus corazones, latiendo juntos, escucharon sus respiraciones y empezaron a desnudarse mutuamente. Mientras se acaraciaban eran capaces de notar todos los poros de la que, ahora, sentían como su única piel. Y, por un momento, se sintieron uno, en un arrebato de setas y pasión.


MARTA TORRES

Después de tantos años de dejarse de ver , para ser exactos 15 años atrás . Gracias a la tecnología por fin se reencontraron , empezaron las charlas día a día charlas interminables , que pasaron de charlas comunes a charlas mas excitantes. Donde me llevaba al éxtasis total. Donde poco a poco me desnudaba con sus lindas palabras , me acariciaba cada rincón de mi cuerpo con sus suaves labios , me asía estremecer como nadie lo había echó . Me hacía el amor noche a noche . Tenía un poder en mi cuerpo como nadie , a pesar de la distancia . Con el aprendí a tocar cada parte de mi cuerpo , a sentir el placer total con sólo escuchar su voz.


TC CARLOS

CHUCHES ROJAS

Al salir del trabajo, me meto en el único chino de la zona y cojo una lata de cerveza. Cuando voy a pagar, suena el móvil. Es un mensaje. Dejo los setenta céntimos sobre el mostrador de cristal, asegurándome de que la mano que cobra los agarra. Cuando salgo de la tienda, leo el mensaje. Me rio. Abro la lata y le pego un buen trago. Es un mensaje de Lorena, que saldrá en media hora. Eso ya lo sabía. Lo que no sabía es que quiere verme. Repetir, dice. «Hagamos lo del otro día». Bueno, ha pasado por lo menos un mes, y se me ha hecho eterno.
Tengo que enviar el mensaje pertinente, porque me esperan en casa. La excusa del trabajo siempre es perfecta. Alguien se ha puesto malo, o un evento en el restaurante que se prolonga de más es lo que suelo decir cuando me voy a perder por un par de horas. Lo escribo, sabiendo que ella lo verá en un segundo. Me responderá inmediatamente, pero yo ya no lo podré ver. No puedo parar, hay mucho trabajo…
Lorena tiene los pezones rosas y la areola del diámetro de una gominola de nube. Cuando se ponen erectos, despego un poco la rueda de regaliz rojo desde el centro y lo encajo como anillo al dedo; lo que sobra, lo meto por debajo, para que se vea todo redondo. Es un bonito contraste con su lechosa piel. Desde el cuello, voy bajando con píldoras dulces de todos los colores. Atravieso el canalillo como una perfecta línea de hormigas, y llego hasta el ombligo donde puedo introducir con la boca una mora roja. Cuando alcanzo su sexo, le pido que cierre las piernas, tapando todo lo posible sus labios, colocando sobre ellos un regaliz largo y rojo. Al llegar a sus pies, unas dentaduras podrían encajar entre sus dedos, pero tendría que hacerlo con cuidado, porque si se empieza a reír, la fila de pastillas de colores se desparramaría por la cama…
Suena el móvil. El mensaje esperado. Deposito la lata en la papelera más cercana.
Tendría que hacer algo de tiempo, o agenciarme antes con una poderosa bolsa de chuches, preferentemente rojas.


NURIA BERGEN

Nunca supiste donde meterte cuado se hablaba de amor pero sí cuando se hablaba de sexo. Siempre eras el mejor en esa posición, en esa inquietante, mejor dicho posición, además de sólo posible en muestras imaginaciones de edad del pavo subiendo hacia los 18, que resultaba el clímax sexual por excelencia. La primera vez parecía ser dulce, después ya sólo parecían despojos. Números o muesca como dirían algunos. O muchos, aún.


ALEJANDRO CAMACHO

«Nora»

Nora corría descalza bajo luces rojas, devoraba billetes.
Yo tenía pocos años y la contemplaba desfilar por vasos de alcohol con rostro de piedra. Deseaba con toda mi niñez tocar el cuerpo de aquella flor oscura del bosque, pero solo la miraba tras una cortina obscena y descuidada.
Una mañana el antro donde Nora trabajaba cerró las puertas para siempre, la crisis de los años noventa dejó sin empleo a los portafolios marrones, no volví a verla.
La infancia pasó, las cervezas y los dulces estaban en guerra, obligaciones absurdas me llevaron hasta Uruguay, los días eran largos, dormía poco. Cierta noche, después de una ducha corta, fui guiado por Leopoldo al bar más oscuro de la ciudad. Desde lejos reconocí una cintura en punta que partía cientos de aplausos desvergonzados. La vida no se comportó bien con mi bailarina favorita, su cuerpo mostraba la tristeza de una vejez mal llevada.
Reconoció la mirada añeja que hice, mi billetera saltó hacia sus manos de oruga y en menos de lo que canta un gallo estábamos intercambiando amor de contrabando en una habitación sin dueño, mis deseos más antiguos se liberaban sobre un cuerpo con más de cinco décadas.
Los gemidos se incrementaban, la sentía propia, aunque sabía que no era de nadie, los dedos de ambos recorrían centímetros nunca antes descubiertos. Al mismo tiempo que la decima gota caía, mis piernas comenzaban a enroscarse, el color blanco me bañaba; una forma de cilindro se apoderó de este humilde servidor, ella reía y su piel se estiraba como la de una adolescente presumida, a esas alturas mis pies tenían apariencia de filtro con alquitrán barato.
Sin explicación lógica me encendió, inhalaba juventud y exhalaba tiempo muerto. Estaba siendo absorbido por sus labios, y como todo buen cigarro de la noche acompañaba sus vicios. Antes de ser arrojado a la basura miré por la ventana, un chiquillo observaba la situación tras una cortina obscena y descuidada.
No he visto a Leopoldo desde entonces.


DAVID DURA

Mira amore mío , sabes que soy poco de ahorros, malgastador en causas perdidas, pero hoy , tiro la casa por la ventana.
Traigo un regalo para los dos.
Quince días sólo para tí, descansa en tu tiempo . Tendrás toda clase de baños y masajes, tu cuerpo lo primero..

He decidido aprovechar quedándome en casa para pintar , colgar el cuadro de las casas colgadas y de paso archivar..

No creas ni por un segundo . De buena gana pasaría rozándome contigo , soy fan de los leggins
Desde mi operación de fimosis soy otro.
Pongo la mente en blanco , me dopo y hasta migitas de pan para que baje , pero nada , te veo..
En dos días llega la grapadora de Amazon .
Te cuento que estoy preocupado , me conoces, cuando estoy malito tengo los testículos más suaves,
pero parece ser que descargo males y bienes como nunca. Tú lo sabes.
Pero ahora hablo de mi ser más preciado y debe de curar por el bien de hoy y en adelante, es todo lo que tengo.
Vuelve morena , sin maleta o con lo que pasa en las Vegas , se queda en ella , pero vuelve.

Te esperamos los dos , como siempre , renovados y dispuesto a darlo todo…..Si puedes saltarte alguna escursion , vendrá bien el dinero que hay tanto que pagar…


LA XICUELA DE CORRIOL

No sé qué pasa cuando te leo,
que mi cuerpo entero no puede parar,
de lamer, de besar, de rozar, 
de excitar mi cuerpo,
de sentir, de doblegarme,
de amar sin descansar.
De imaginar, de pensar, de postear.


LOLY BÁRCENA HUMANES

TU
Cierro los ojos, respira pausada, corazón ¡para, no te desboques!
El ataque de ansiedad llama a mi puerta, pero no quiero dejarlo entrar, quiero recuperar mi camino, mi equilibrio. Quiero dejarlo todo, quiero huir del aire rancio que me rodea, me ahoga no me deja respirar.
Necesito escapar pero mis piernas realmente no lo consienten, me mantienen sujeta como las raíces de los olmos, por más que se estiran, se alargan. No se escapan siguen enganchados.
Necesito recuperar, encontrar el comienzo, el final. Miro a mi alrededor, busco algún recuerdo, un olor,un sabor, un color, un sentido que me explique cómo llegue aquí.
¡Escucha!, suena Queen, mi cerebro se “adormilece” con su voz, Mercury me lleva a tiempo atrás, hace que mi cuerpo despierte, la piel se eriza, noto: tus dedos se acercan, los siento incluso antes que me toquen, como electrizan mi ser, sintiendo la primera caricia.
Me meto en mi oscuridad, me acerco al camino de tus besos, juntos, en ese día que fue nada pero lo fue todo.
Sentados el uno frente al otro en tu habitación, como excusa un trabajo de la universidad, saboreando nuestras miradas, que no podían decir nada pero lo decían todo.
El coqueteo inocente del que sabe que no debe ser, no puede ser.Lo prohibido tiene mejor sabor.
Sabiendo que no se nos permitía ser más allá de amigos, nuestros cuerpos ya querían más, ya se ansiaban el uno al otro.
Deseaban fundirse en besos, caricias, recorrer cada centímetro de piel, arder en el aroma a prohibido.
Sentir dentro de mí lo que mi cerebro imaginaba cada vez que me rozaban tus manos.
Preguntarme porque no sentía ese calor con él, pero me imaginaba tus susurros en mi oído, sentir erizar los pelos de la nuca, estremecerme con un escalofrió de deseo.
Como la música cada vez nos envolvía más en lo que podía ser nuestro momento, donde nuestra bocas se dijeran lo que nuestros corazones ya sabían, no eramos amigos, eramos amantes que querían vibrar al mismo compás, querían compenetrarse, respirar el mismo aire ,sorber cada bocanada del aliento del otro y elevarse a los infiernos o al cielo, pero juntos, unidos sintiendo la fuerza del deseo, dejando que el mundo nos dejara en paz , nos dejara olvidados ,desatar ese deseo ese hambre del otro.
La canción sigue, Mercury me grita, que lo haga , déjate llevar ……………………………………
La música está ahí para recordar cómo te deseaba, toda yo quería estar en ti, contigo.
Solo debo buscar el camino para encontrarte otra vez.
Otra canción de queen??


EMILIANO HEREDIA JURADO

EL FUEGO DEL SEÑOR

Mi, corazón, es un avispero.
Cada latido, es, una avispa que pica, fieramente.
Mis pies, son, barcos a la deriva, navegando, por un rio de tierra.
Las hojas, secas, marchitas, son olas, empujadas por un viento, frío y húmedo.
El sol, es un barco, naufragado, por el iceberg, de la noche, dura, de hielo, solitario, obscuro.
Sus rayos, son náufragos, aferrados, desesperados, a las ramas, de los árboles, para no morir.
Morir, es un mar, en el que mi tristeza, quisiera, desembocar, alimentada, por los afluentes de la pena, el dolor, la nostalgia, la ausencia…de ti.
El suelo, empieza a llorar hacia el cielo, y el viento baila un vals triste y lento, con los relámpagos que se escapan de las nubes desmadejadas.
En medio de un baile al que no he sido, invitado, ni quisiera serlo, en medio de la nada, una inmensa mole arquitectónica, recortada por las tijeras de los resplandores de la tormenta, aparece delante de mí.
Es un vetusto edificio, un convento añoso, embarrancado en la playa de la soledad.
Es una buena oportunidad para pedir cobijo.
Me acerco al enorme portalón. Una enorme aldaba, con la cabeza de enorme y tosca, de un gargolón, como espigón; que sujeta entre sus fauces, una pesada voluta de hierro, como martillo.
Golpeo fuertemente, contra el tas, a la vez, que el retemblar de un trueno, rompe el todo.
No tengo prisa alguna para que me abran. Todo me da exactamente lo mismo.
No tengo prisa por la respuesta. Ya nada, tiene importancia para mí.
Después de estar un buen rato, observando cómo se abrazan los arboles en la obscuridad de la noche, el sonido de la ventanita que hace de mirilla, en el enorme portalón, al abrirse, me sobresalta. Me azara.
No veo nada. No veo a nadie.
Presiento algo. Intuyo a alguien.

-Disculpe, hermano-no sé exactamente, cómo he de tratar a un monje-, la tormenta, me ha pillado por sorpresa y….bueno, me preguntaba, si usted, bueno, ustedes, podrían darme refugio por esta noche, prometo no molestarles, cualquier rincón me sirve.-me doy cuenta, de que doy la sensación de estar desesperado-
Solo presiento, entre ráfaga y ráfaga del viento, que barre frenéticamente, el suelo, una respiración serena.
Y unos ojos.
Que miran.
Que observan.
Que analizan.
Al cabo de un momento, la puerta gime, y me da paso a zona de acceso del convento. Mi anfitrión desconocido, es un hermano siamés de la sombra que lo invade todo en la sala, pequeña.
Cierra la puerta, con el estruendo de una lápida que se coloca encima de su tumba.
Sin mediar palabra, me hace un gesto para que le siga. Supongo, que será, por el voto de silencio. Es un monje un tanto siniestro. Viste un hábito negro, y su capucha, nó deja entrever detalle alguno del rostro, tan solo oscuridad. Su presencia, me produce frío. Un frío que congela mis huesos, yá helados, de por sí, por la cantidad de agua que han tenido que soportar.
Me lleva hacia el claustro, y el fogonazo de un relámpago, ilumina, la figura que corona la fuente central de la fuente.
Me estremezco.
Palidezco.
Tiemblo.
El mismo demonio, desfigurado por el carboncillo de las sombras nocturnas, se me descubre en todo su esplendor maligno. Me aproximo más, al religioso, buscando en vano, un refugio, pues, al acercarme a éste, un olor a cuerpo corrompido, a muerte, le envuelve, como una aura siniestra.
Los capiteles de las columnas, con motivos vegetales, con el efecto de las luminarias intermitentes, aparentan moverse las hojas, como si estuvieran animadas, por un antiguo zootropo.
Sin mediar palabra, el religioso, me introduce en una celda, cierra la puerta, y desaparece.

Bueno (pienso), por lo menos, esta noche, dormiré bajo techo, y seco, porque lo que es caliente, nó creo. ¡qué frio!.
Me tumbo en el jergón, montado sobre un escueto bastidor de madera. Me desnudo, y me introduzco dentro de él, envuelto como un gusano en su crisálida. El colchón de lana de oveja, junto con la manta tupida, me dan el calor perdido.
Cojo mi mochila, y saco una de esas lámparas de camping, a pilas.
Con la tenue luz, que invade la sala, me dispongo a explorarla con mis ojos, de exploradores, desde la comodidad de mi improvisado lecho, aunque, nó sé que espero encontrar, de insólito.
Las paredes, están desnudas. La que está detrás de mi cabeza, solo mancilla su blancura, una cruz latina, de madera marrón, ajada. Enfrente, encima de un taburete, el retrato de una imagen a color, de una religiosa, en actitud orante, sobre una nube, con dos amorcillos sujetando encima de su cabeza, una orla, que pone algo en latín.
Como aún me acuerdo de algo, de latín que aprendí ya no se sabe cuándo, intento traducir lo que pone escrito en la orla: “Dominus autem peccata dimittit;”
-A ver…el señor….perdona…los pecados…¡eso es!- me alegro de que aun me acuerde del latín-
Examino la figura de la religiosa. Para entretenerme. Es joven, el pintor, deja entrever, unos pechos jóvenes, y turgentes, unas caderas bien proporcionadas…
-¡bah!, que tonterías imagino, será el cansancio –pienso-
Apago la lámpara, y cierro los ojos. Es agradable, sentir la tibieza del colchón, las sábanas y la manta, sobre mi cuerpo desnudo.
Un leve tintineo, de una campanita, repiquetea en mis oídos.
Extrañado, abro los ojos, miro mi reloj. Las tres.
La habitación está inundada de una extraña claridad. Ocre.
Nó es azulada. Como mi lámpara.
Una extraña neblina cubre todo el suelo de la instancia, y un penetrante olor a azucenas, lo invade todo. Es un olor dulzón, como de almizcle, pero a la vez, una mezcla de flores marchitas, podridas.
Me incorporo un poco, sobre mi lado derecho, apoyado sobre el codo, para observar mejor, lo que está ocurriendo.
De repente, por detrás, dos angelitos, con aspecto demoníaco, me sujetan cada uno, por las muñecas, y ponen boca arriba.

Presa del pánico, intento zafarme, pero es inútil. Los dos angelitos, me sujetan como si fueran grilletes de hierro, a la pared.
A mis pies, la religiosa de la imagen, se deshace de su velo, y se quita el griñón, ese especie de pasamontañas que llevan las monjas.
Deja al aire, un pelo cortado muy, muy corto, negro, como un chico, brillante.
Los ojos, son de un negro azabache.
Retira del jergón donde estoy echado, la manta y la sábana, dejándome totalmente desnudo a su vista, y una mezcla de pudor, vergüenza, y terror, me invade cada poro de mí.
Se despoja del hábito, y su camisón blanco, deja entrever, dos pezones duros, que sobresalen en la blancura de la pieza de tela.
Se desabrocha, lentamente, la lazada, que encierra su pecho, en la camisola, y se lo baja hasta la cintura. Unas aureolas de santidad, rodean unos pezones redonditos y carnosos como frambuesas.
Lentamente, se baja el resto del camisón, como si fuera la serpiente del pecado original, quitándose la muda. Sus labios, con sus dedos, hablan de una historia de deseo. Dedos que se pierden en la exuberante frondosidad del jardín del Edén que reina al salir por la puerta de su ombligo.
No sé si debo excitarme, mi miembro no está eréctil, tengo frío, frío de miedo, que me sumerge en sus aguas.
Los dos amorcillos, tienen las cuencas de los ojos vacías, e hilillos de sangre salen de ellas; emiten extraños gruñidos de excitación, sabedores de lo que vá a ocurrir, y en sus caras, hay dibujada una extraña sonrisa maligna.
La religiosa, repta por mis piernas con las suyas abiertas.
Acercándose como una alimaña, sigilosamente, para atrapar a su presa.
Coge delicadamente mi sexo, como el tallo de una rosa recién cortada, frágil, pero firme, y espinoso.
Gime, de placer, siento dentro de mí un fuego intenso.
Un fuego de infierno.
Un fuego de condena.
Ahora soy una tempestad que zarandea su grácil y frágil cuerpo como un barco de papel entre las olas.

Los amorcillos, ahora, gruñen con más intensidad, una siniestra luminosidad, les ilumina por dentro, dejando entrever, todas sus entrañas y venas de color….negro.
-¡¡¡¡¡señor perdona mis pecados!!!,¡¡¡¡señor perdona mis pecados!!!!
La religiosa chilla, poniendo de marca páginas cada gemido de placer que sale de su garganta, en este extraño libro de experiencia mística y sexual que los dos estamos escribiendo en esta noche de rayos y truenos.
En el culmen, una luz intensa, anaranjada, me ciega.
Los primeros rayos de sol, entran furtivos para robarme el sueño.
Aterrorizado, me encuentro con unos restos óseos putrefactos cubriendo todo mi cuerpo desnudo, y restos de un hábito echo girones, esparcidos, por todo el suelo.
Una imagen de una religiosa con dos amorcillos con una estela en el suelo, un poco chamuscada que reza :”miserere mei Deus in anima”…
…Dios…se….apiade…de mi…..alma…
Ruido de un coche que se acerca.
Luces azuces que se reflejan en el techo de mi celda.
Ruido de pasos que se acercan a la puerta.
Luces de dos linternas que alumbran.
Ruido de vómito en un rincón.
FIN

Epílogo:
Eulogio abre el bar, como todos los días.
Entran los primeros paisanos.
Un coche de la guardia civil, para, y entran los dos agentes para tomarse un desayuno.
-¡Buenos días Tomás!, ¡Buenos días Antolín!-les saluda Eulogio-,¡qué!,¿noche tranquila?.

-¡que vá!, nos avisaron esta mañana, de llevaban toda la noche escuchando ruidos extraños en la abadía abandonada-dice Tomás-, al principio no le hicimos caso, pero a la cuarta llamada, decidimos ir a investigar, para ver si se había colado una “rata”, tú ya me entiendes..
-lo que no te imaginas, es lo que descubrimos,-prosigue Antolín- del asco que me dio, tuve que vomitar y todo, ¡qué asco!
-¡jolín!, no me dejéis con la intriga, seguir, hombre, seguir…-les apremia Eulogio-
-no veas-responde Tomás- encontramos a un fulano, que está detenido, en la parte de atrás del coche, desnudo…¡y se había zumbado a la momia de una de las monjas que hay en la cripta!, ¡Hay que estar chalao!, ja, ja, ja,.
Risas generales.
Nó, nó estoy loco. Sé que esos pechos, esos gemidos, las caricias, toda ella…ha sido mía, no lo he soñado…que Dios se apiade…de mi alma.


KAREN ROSADO

Miradas de Placer (EROTISMO)

Una noche entre copas buscaba borrar el estrés cotidiano al que te somete el trabajo,me decidí llamar a los chicos para ir a algún bar pues ellos eran mis únicos amigos,mi familia…
El tener guardias juntos era increíble,no solo por el buen equipo que éramos,si no que todos descansabamos por igual y podíamos salir juntos casi siempre.
Nos pusimos en vídeoconferencia ,amabamos hacer eso teníamos platicas por horas aunque solo tontearamos,
Erick:-Noche de bar ?
Edgar:-Maldita porquería del demonio!,chicos me ven?
Jhon:-Afortunadamente no!
Todos reimos pues Edgar no la llevaba bien con la tecnología.
-Chicos ayer de regreso a casa Vi un bar nuevo,presiento que ese bar tiene algo bueno para nosotros
Jhon:-Para nosotros o para ti?
-Como sea,vienes o no?
Edgar:- Ja !
Jhon:-Callate imbécil!
Erick:-Me encanta tu cabello,eres guapo,muy guapo en realidad(mientras se miraba en el espejo haciendo un papel de cada loco con su tema )
-Apurense ya saben que siempre nos vemos…
Y al unisono contestaron:A las 8 en la esquina del Forense .

Llegamos al tan mencionado bar y todos nos llevamos una enorme sorpresa pues era un sitio acogedor con música en vivo ,nosotros atravesabamos la puerta mientras sonaba Where is mi mind de Pixies, veíamos alrededor figuras hermosas,teníamos la capacidad de ver la belleza en la muerte es cierto ,entonces imagina que tanta capacidad teníamos para apreciar la belleza en gente no tan muerta .
-Mesa para 4!
Jhon:- Me gusta este sitio
Erick:- Hermano está de lujo
Edgar:- La mejor idea en meses
– Y fue mía !!! … de nada caballeros
Fue justo ahí en ese momento en dónde mi corazón se detuvo … nuestro mesero ,parecía sacado de una pintura de Da Vinci ,era perfecto…
*-: Hola
Mientras sonreía con una luz casi angelical
-:Hola
Ignore por completo que había más gente en el bar por unas fracciones de segundo y cuando volví a la realidad mis amigos me veía con una sonrisa maliciosa.
*-:Que les voy a traer?
Edgar:-10 cervezas por favor
*-:Ok ,ahorita se las traigo
-Chicos creo que hace calor
Jhon:-No entiendo por qué tanto alboroto
Erick:- Claro que lo entiendes !
-Se los dije …este lugar tenía algo para nosotros,mejor dicho para mí,gracias Jhon.
Edgar y Erick solo ahogaron sus risas tras las manos
Estaba en una especie de trance mi cabeza giraba lentamente en contra de mi voluntad hacia donde iba el mesero iban mis ojos, porsupuesto cuando se acercaba a la mesa yo disimulaba del casi todo.
*:-Aqui estan las cervezas
-Gracias
*:-Cual es tu nombre ?
Mientras se inclinaba suavemente hacia mi oído ,es ahí en dónde puede deleitarme con ese delicioso aroma que despedía su ropa.
-Eso no importa mucho ,pero si importa tu nombre ,así sabré quien nos está dando está excelente atención .
Y con una sonrisa solo dijo:
*-:Me llamo William
Y se fue.
En ese momento de la noche mis amigos ya tenían compañía también ,Jhon se paró junto al escenario y ahí estuvo gran parte de la noche ,Erick estaba con una Hermosa Rubia y Edgar estaba platicando con tres chicos sobre el partido del día anterior,era el momento perfecto tras largas horas de haberlo observado,mis labios se derretían por besar a William y no lo pensé más,que locura me dije a mi misma pero no podía perder la oportunidad de averiguar si el sentía aunque sea un poco de curiosidad por mi y mientras iba camino al baño le busque con la mirada y le hice una seña sutil con el dedo,lo estaba invitando a venir …
William miro un poco a su alrededor para asegurarse que nadie se diera cuenta de lo que estaba a punto de pasar y detrás del muro que se dirigía a los baños es ahí en dónde lo espere,llegó y me miró fijamente a los ojos,ardía de pasión …
Nos dejamos llevar por el momento,nunca me habían besado con esa pasión ,no que yo recuerde,nisiquiera Jhon! Por el que tenía un cariño notable .
William pasaba sus manos por mi cuerpo mientras el beso intenso se prolongó,escuchamos que se abría la puerta y nos alejamos con cara de que cometimos un delito, porsupuesto ambos queríamos más de esa intensidad.
-: Pásame tu número telefónico
Willliam:-Claro
-: A qué hora sales ?
Willliam:- Contemplando que ya son las 3 de la mañana …en tres horas más
-: Ok
Me diriji a nuestra mesa y los chicos hablaban de que era muy raro que las chicas nos tardaramos tanto en el baño.
Jhon:-Nos vamos ?
-Si,yo pido mi taxi
Edgar y Erick entendieron que esta noche no iría al departamento de John y nadie entendía por qué, nisiquiera el mismo Jhon.
Edgar:-Nos vamos juntos Jhon?
Pues Erick seguramente estaría toda la noche con su rubia ,no quedaba más que ellos se hicieran compañía.
Llegué a casa y me bañé,me puse a elegir la lencería más transparente que tuviera,iría en busca de William…Ya sabía que era una desicion muy loca y precipitada pero recordaba sus besos y algo muy interno me decía hagámoslo .Le mandé un mensaje diciendo:Te voy a secuestrar a las 6?
Me llamo después de leer mi mensaje y mi corazón se aceleró.
William:Me puedes secuestrar antes si quieres solo que tengo únicamente un par de horas pues mañana me toca guardia en el hospital
-:Guardia ?
William:- Si soy enfermero
En ese momento mi deseo se volvió más grande aún.
-:Si está bien ,paso por ti y nos quedamos en un sitio cerca a tu hospital,traes ropa?
Willliam:-Si
Mi plan era perfecto,el destino me había puesto esa situación especial y específicamente a mi .Pase por el afuera del bar y estaba nerviosa cuando se subió al taxi , no dijimos una sola palabra​.
William:-Es aquí
Me sentía tan nerviosa como si de mi primera vez se tratara,Yo lo observaba mientras pedía la habitación y no dejaba de pensar en que eso que pasaba era una locura ,locura que yo propicie…
Nos empezamos a quitar la ropa y frente a mi había un tocador,antes de quitarme la ropa interior note que sobre el tocador había un par de dulces…
-Que buena onda que nos pusieron dul…
Mi oración fue callada con un beso pasional y un seco Cállate
Me puso de frente al tocador y movió a un lado mis panties,la sensación al tenerlo dentro de mi era sumamente deliciosa
William:-Te gusta?
-:Me encanta …
No podía articular palabra alguna ,todo se me iba en gemidos involuntarios,Tenía los ojos cerrados mientras me devoraba el placer .
:- William… muerdeme
William:- Me encantas …
Abri los ojos y lo observaba detrás de mí,tan perfecto…tan lleno de lujuria y deseo como yo ,no dejaba de morder mis labios y a el parecía encantarle ese gesto en el espejo…
Tomo mi cabello con una mano y con otra​ guiaba mis movimientos.
Fue justo cuando me llevo a experimentar el orgasmo más delicioso de toda mi vida,entre espasmos de placer con su dedo dentro de mi boca y la saliva que no tenía cause alguno ,fue ahí en dónde imagine mil escenarios con el … desde ese entonces no dejo de visitar ese bar y si! William siempre es nuestro mesero .


ROCÍO ROMERO GARCÍA

HORAS
Estaban allí, paradas, la una frente a la otra sonriendo tímidamente.
Se acercaron poco a poco, con el corazón en un puño, sabiendo que aquella noche harían un pacto dando una parte de su alma.
Cuando se rozaron con los dedos sus pieles de erizaron y sintieron chispas de amor que iluminaban toda la habitación.
Se desnudaron con la mayor delicadeza posible, sin dejar de mirarse.
Recorrieron con los dedos los lunares de cada una. Cada uno de ellos escondía historias increíbles, besos, caricias y gemidos.
Se besaron temblando, derritiéndose como la lava de un volcán. No pararon hasta que sus labios dolían de tanto amarse.
Pasaron las horas, horas donde sus cuerpos fueron templos donde se atrevieron a creer en Dios, donde los sentimientos afloraron y se volvieron tan humanos que podían sentirse.
Se retaron a no quererse, a quemar las sábanas de aquella fría habitación y a comportarse como animales salvajes, clavando sus uñas en la espalda, dejando constancia de que sus manos estuvieron allí.
Apenas podían respirar extasiadas por la droga del amor, sentían sus hermosas taquicardias, sus corazones latir a un mismo ritmo sangrando en sus manos, su sangre fundiéndose dentro como la miel.
Ambas seguían miándose, más seguras que nunca, renacidas. Brillando tanto que ardían. Explotando como fuegos artificiales en la noche estrellada.
Y por un momento sintieron que eran una, reduciéndose a la más hermosa y mínima forma de expresión, el suspiro.


ROBERTO MORENO

DECÍDETE

Al fin eran las ocho. Llevaba más de 20 minutos simulando que trabajaba, pero ya había llegado la hora.

En cuanto se quedaron solos entró por una vez más en su despacho. Ella ya esperaba de pie, junto a la ventana. Echaba el último estor cuando el cerró la puerta, se acercó a ella y la acechó por detrás. Sabía que darle la espalda no era casual, quería que empezase besando su cuello.

Sus manos bajaban por su cadera pasando más firmes por sus muslos hasta llegar al borde de su falda, donde sus dedos comenzaron a acariciar su piel, a jugar con ella. Poco a poco, subieron agarrando la falda que dejaba al descubierto el borde de las medias negras y unas bragas de encaje después. Las yemas de los dedos empezaron a introducirse en ellas con el objetivo de deslizarlas todo lo largo de sus piernas mientras él se agachaba lentamente para conseguirlo. Su boca indicaba el descenso hasta que sus labios empezaron a besar sus nalgas. Ella levantó un pie para librarse de ellas y después el otro. Al final, sus piernas acabaron más separadas, un gesto que lo decía todo.

El juego comenzó a subir nuevamente pero no se detuvo en los besos en la nuca. Esta vez, arrimaba su miembro a su trasero notándolo crecer y estar vivo. Las manos se despegaron de los muslos para ir directas al pantalón, soltar la trabilla del cinturón, desabrochar el botón del pantalón y bajar la cremallera de un golpe. Seguía frotando su miembro contra el culo desnudo de su jefa. El juego encendía, cada vez más, el fuego y el deseo; el de ella, de sentirse querida y el de él, de labrarse un futuro. Un futuro que se abría paso según entraba en ella. Se sentía grande, y más fuertes eran sus embestidas. Sus dedos jugaban con unos labios rojos, una boca abierta jadeando. Ella se dejaba someter a su autoridad…

Las ocho y media, su dedo apretó la tecla de su ordenador, borró todo lo escrito y comenzó a escribir, esta vez sí, su carta de dimisión.


MARÍA RUBIO OCHOA

El abrazo- Natalia y Jorje sintieron en la adolescencia una atracción, pero los caminos de sus vidas fueron diferentes.Cuando de año en año se veían se saludaban cordialmente, sólo ellos sabían que su mirada también hablaba…..Jorje se enteró que Natalia pasó algo muy duro y que incluso estuvo al borde de la muerte….Pasado un tiempo por Azahar se encontraron sin esperarlo estaban solos, no les dio tiempo a mirarse a los ojos porque se fundieron en un abrazo intenso, los dos temblaban por dentro ,Al separarse se miraron y los ojos se hablaron en silencio y sin palabras……..


FRANCISCO PADIERNOS (pseudónimo)

“Sentada en una silla, apoyó el antebrazo en el marco de la ventana. No lograba ver desde aquella posición lo que ocurría en la calle, pero tampoco le interesaba. Y menos lo que estaba sucediendo en una casa contigua a la suya. Escuchaba susurros. ahogos, grititos y jadeos. Ni caso, si bien aquellos sonidos guturales terminaron por ponerle nerviosa.
Estuvo tentada de llamar a Regino por teléfono. Hasta marcó su número, pero antes, molesta y agitada, sacó la cabeza por la ventana y gritó: “¡No os lo comáis todo, dejad para mañana!”
Ninguna respuesta. ¡Qué barbaridad, jamás el sexo con Regino había durado tanto!
Cabreada, llamó al timbre de la casa de al lado.
Abrió sonrojada una muchacha de unos quince años. La televisión seguía a todo volumen.”


ANÓNIMA 1

Era imposible distinguir cuál de los dos estaba más nervioso, sorprendido y, en general, taquicárdico al verse así, sentados el uno frente a la otra, ante sendos cafés. Había sido un milagro encontrarse de una forma tan inesperada, casí tanto como lo había sido no haberse tropezado antes en todos los años que llevaban sin verse. Y ahí estaban. Joder.
-Madre mía… ¿cuánto hace?- Acertó a decir él por fin, tras un larguísimo silencio mutuo.
Fue él quien la vio allí sentada, tomando un café mientras leía con ojos tristes un libro. Sin darse tiempo a pensarlo siquiera se sentó en su mesa, justo enfrente. No podía dejar de mirarla, sorprendido, incrédulo. Ella levantó la vista visiblemente cabreada, no podía creer que alguien tuviese la desvergüenza de invadir su momento de evasión sentándose a su mesa, por mucho que todas las demás estuvieran ocupadas, con lo escasos que eran esos momentos en los que estaba sola y podía leer… Cuando sus ojos inquisitivos y airados le reconocieron a punto estuvo de caerse de la silla.
-Mmmm no sé, muchos, muchos años… no lo recuerdo.-contestó ella, que aún tenia la mano sobre el libro, marcando el punto exacto donde su lectura había sido abandonada.
-Veinte, mes arriba o abajo… -Recordó él.
-Eso será desde que decidiste pasar olímpicamente de mí. Ver, nos vimos al menos una vez un par de años después, creo.
-Yo… yo no pasé de tí… -tartamudeó confuso.
-Oh, sí. Lo recuerdo perfectamente, porque no me volviste a llamar después de aquella tarde de cine. ¿Te acuerdas?
-Sleepy Hollow. Me acuerdo.
Silencio. Largo. No dejaron de mirarse. Ella empezó a sonrojarse. Sonrió. Qué coño, qué más daba, por primera vez en muchos años iba a decir exactamente lo que quería decir, fuese o no lo que debía decir.
-Qué vergüenza cada vez que recuerdo aquella tarde, joder… Yo… yo no sé, no sé porqué creí que era una buena idea… En fin, hoy no lo habría hecho!- Comenzó a reirse nerviosa- Madre mía, qué idiota me he sentido todos estos años cada vez que se me venía la escena a la memoria…
-¿En serio? No sé, no…. no sé muy bien a qué te refieres… -Mintió. Se acordaba perfectamente, joder si se acordaba… ¡cuántas veces se había masturbado pensando en aquella tarde! Fue, posiblemente, el momento más ligero y simple de su vida sexual y, en cambio, el más erótico de cuantos recordaba…
-Ya. Te estuve metiendo mano. Como un baboso de película adolescente. No sé por qué… supongo que esperaba que fueras tú quien lo hiciera… Yo era muy insegura con mi cuerpo, hay que joderse lo idiotas que somos de adolescentes, porque jamás he estado tan buena como entonces -Se rió con ganas- La cuestión es que también era un saco de hormonas con patas, por mucho que esas cosas sólo se digan de los chicos… y me ponías un montón y estabas allí sentado mirando la pantalla, tan serio, tan inmóvil… y así seguiste, ¡como si nada!
-Como si nada no… -repuso tímidamente, de pronto mirando a la mesa- como si nada no…
-Ah, te acuerdas… -sonrió ella.- Es verdad, como si nada no, al menos aunque fuera por pura biología algo de tí sí respondió… Dios, me sentí tan estúpida… me hiciste sentir una degenerada… y luego apenas cruzamos palabra… recuerdo el trayecto en metro… recuerdo cuando nos despedimos… yo me acerqué a darte un beso, tú no te moviste… Y después no volviste a llamar. Después la nada… Me hiciste pedazos. Y no sé porqué te estoy diciendo todo esto, es que siempre consigues que haga cosas que jamás creería… Con lo fácil que sería estar hablando sin más de lo rápido que pasan los años, contarnos la vida y ya está… Si es que soy idiota.-Sonrió y le miró a los ojos. Como si nunca hubieran dejado de mirarse. Él sintió vergüenza… mucha.
-No me atreví a llamarte, igual que no me atreví a hacer nada en el cine. Joder, tia… hacías que me cagase de miedo y nervios y me sentía tan gilipollas… ¡Yo era un crio! Tú eras mayor….
-Un año!- Le interrumpió ella.
-… Sí, un año, pero para mí era mucho… yo aún estaba en el instituto, tú tenías coche, ibas a la universidad… eras impresionante, lista, no he conocido aún a ninguna tía con tu sentido del humor…. eras guapa, segura… me moría de miedo!
-Vete a la mierda… -susurró ella.
-¡Es verdad! Me cagaba de miedo… y aquél dia en el cine…. -de pronto enrojeció- Aquel día en el cine creí que me había cagado literalmente de nervios, miedo y excitación… No me atrevía a moverme, no podía ni mirarte…Menudo imbécil, virgen e imberbe… Y cuando nos volvimos a ver quise explicarme… te conté que quería llamarte… y tú simplemente te diste la vuelta, me miraste y me soltaste «Yo no quiero a alguien que quiera… yo quiero a alguien que haga. Si quieres verme, me ves»….¿ Qué iba a responder a eso?
-Sí… me quedó muy digno…
De nuevo se quedaron callados. Se miraron detenidamente. Él se quedó mirando su mano, extendida aún sobre el libro. Tocó con su dedo índice el anillo de ella. Sonrió.
-Ya ves… y tres hijos!-Dijo ella tímidamente, casi como confesando una falta- y unos cuantos kilos de más y turgencia de menos, canas, arrugas…. -Bajó la vista. Trató de imaginar qué estaría pensando él al verla… Qué decepcionante… Y él estaba tan… tan… joder, ¡TAN! -A ti te veo genial, te queda bien el pelo largo, me gusta la coleta, aunque alguien maligno diría que rondar los 40 es buena época para cortarse la melena. -Se quedó callada- No sé porqué he dicho esa gilipollez… quería meterme contigo un poco, porque la verdad que estás muy guapo y me jode tremendamente tener que admitirlo… y no sé porqué ostias estoy parloteando sin parar, te juro que soy más lista de lo que estoy pareciendo-Se rió, al tiempo que hundió su cara entre las manos.
-No rondo ni de lejos los 40.-rió él- Pero desde luego ya no soy el crío que te dejó escapar. -Se puso serio. La miró, la atravesó con la mirada. De pronto se sintió exactamente igual que hacía 20 años. No podía pensar en otra cosa que no fuera agarrarle la cara con ambas manos, besarla como si pudiera beber su alma, agarrarla y apretarla contra sí tan fuerte que llegase a temer que se fuera a romper…. Cogerle la mano, llevarla a su sexo y susurrarle «nunca jamás nadie me ha tocado como tú aquella única vez en el cine. Jamás he deseado tanto volver atrás en el tiempo»-Jamás he deseado tanto volver atrás en el tiempo. -Mierda, lo había dicho en voz alta.
Ella no dijo nada. Respiraba entrecortadamente. Sus manos temblaban mientras cerraba el libro.
-Tengo que volver a subir. Puede que mi madre haya despertado ya y no llegué a decirle que bajaba a tomar un café o que me iba. Se muere, ¿sabes?
-Lo siento. Supongo que lo lógico habría sido preguntarte desde el principio porqué estabas aquí… Yo he sido tío. Por segunda vez. Sólo soy tio -levantó sus manos enseñando sus dedos- ¿ves? ni anillos, ni hijos.
Ella sonrió. Se levantó y colgó su bolso al hombro. Empezó a caminar. Él se levantó y caminó a la par. Ninguno de los dos dijo nada. Llegaron a la zona de ascensores, junto a un tropel más de gente. Entraron. Ninguno de los dos se peleó para acercarse al panel de control y pulsar el piso al que iban. Simplemente entraron y se colocaron al fondo, con sus espaldas tocando la pared posterior del ascensor, sin mirarse.
El elevador paró en cada piso, en cada piso hasta el décimo, donde las dos últimas personas que quedaban dentro salieron. Ellos no se movieron. Las puertas se cerraron. No tardarían en volver a abrirse, en cuanto alguien cualquiera quisiera bajar. Permanecieron así un momento indefinido de tiempo, para ellos habían dejado ya de existir los minutos y los segundos. En algún momento del ascenso sus manos se habían rozado y, de nuevo, igual que años atrás. ambos sintieron una corriente eléctrica que les sacudió por completo, desde las puntas de sus dedos hasta la punta de cada pelo de su cuerpo. Él agarró entonces fuerte la mano de ella. Sus estómagos se sacudieron. A ella le temblaron las piernas y se le mojaron las bragas, como si tuviera exactamente 19 años de nuevo. A él iba a explotarle el corazón en el pecho y la polla en los pantalones. El ascensor se abrió, varias personas se quedaron un momento sorprendidos al verlos allí, de pie, mirando al frente, en un ascensor sin movimiento, cogidos de la mano.
Bajaron.
Al llegar a la planta cero, cuando todos cuantos se habían ido subiendo al ascensor en cada piso empezaron a salir, él echó a andar también, sin soltar la mano de ella. No se miraron. Él se dirigió hacia la zona de escaleras, sin necesidad de decir nada ambos sabían que era mejor no dejarse ver. En lugar de salir de camino al parking por el paseo exterior, decidieron sin mediar palabra dar un rodeo más discreto. Atravesaron pasillos y varias puertas. Bajaron al sótano. Caminaron. Él iba ligeramente delante, sin soltar la mano de ella ni un segundo. Llegó a su coche. Abrió la puerta del copiloto, como un caballero de película. Ella le miró.
-No… no sé…-Empezó a decir.
-Sube. Ven conmigo. Sólo esta noche. Quiero follarte como si pudiera recuperar estos 20 años en una sola noche. Puedes irte, si quieres… -De pronto sintió miedo.
Ella no dijo nada. Simplemente subió al coche.


ANÓNIMA 3

Llevaban varios años mirándose, pero nunca habían hablado. No pasaba ni un solo día en el que ella, en esos cinco minutos en los que coincidian en la puerta de salida, pensara en cómo sería besarle, sin saber, siquiera su nombre, y luego salir corriendo.
Hoy él ha dibujado un corazón en el cristal. Ella le ha besado. En el cuello, en la oreja, en los dedos, en los labios, en la boca. Luego se han desnudado, primero ella a él y luego él a ella.
Sus manos en sus pechos, y las manos de ella en su entrepierna.
Luego mis dedos buscando tu boca y después, tu boca buscando mi vientre ya tembloroso.
De pronto para el tren, paran nuestros cuerpos, nos prometemos más mañana. «Empezaremos de cero, te lo prometo, y luego saldremos corriendo».


ANÓNIMA 4

Era morena, menuda y tan manejable como indomable. Era la cara y la cruz, la luz oscura.
Lo que más me excitaba era como transformaba en terco deseo todo lo que miraba, todo lo que tocaba. Era una Reina Midas del sexo. De repente se detenía, solo para mirarme el culo. Lo sé porque lo sentía de oro.
Oh Dios, la cara norte de sus muslos me volvía ingrávido, dermis en eclosión.

Algo nos alejó, no sé, quizás el áspero y cerdo viento de las circunstancias, nunca me gusto darle vueltas a los porqués, pero…joder como soplaban las paredes sin ella y que estrábico se volvió el sexo.
Sin dramas, cogí aire y con la perspectiva que me dio el borde de mi precipicio íntimo, lo hice.
Quise contárselo. La llame.
«Baja, que tengo que contarte una cosa.
De qué tipo.
Algo que he hecho y que tiene que ver contigo.
Pero no vino, ni nos hemos vuelto a ver. Me la follaría ahora mismo».

(Lo entrecomillado pertenece al texto escrito por Anónimo 2)


ANÓNIMO 5

LA PAPAYA

 

La papaya es jugo
Es carne humana
Su cuerpo es un secreto
sin que lo sepa nadie.
Opaca por el día
translúcida en la noche.
Tres pétalos se abren
para quien sabe hablarle.
Quien conoce su idioma
practicado en lengua,
encuentra sin buscar.
Tu cuerpo,
Incandescente.

Tu otra mitad en ascuas.

Tu lumbre.
Prendida cerca de mi cara.
Destiñe en mis mejillas.
Mis labios a tus otros labios.
El calor se propaga.
Tu trópico me habla.

 

 

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31 comentarios en «Relatos eróticos»

  1. Esta semana tenia muchas dudas para votar mas de uno se merece ganar porque me despertó, removió en mi asiento , pero para que se anime y siga escribiendo mi voto es para isabel.

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  2. Por la lascivia y la ‘claridad y ‘justa mesura de excitación’ del relato ,
    Mi voto, sin dudarlo, para Ángel Martín Garcia.

    Espero que participéis un poco más. Gracias

    Responder
  3. Están los números cambiados de los anónimos. Mi voto es el que aquí está renombrado como Anónima 4, Anónimo 5 en el muro de facebook. Anulo el anterior.

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  4. Angel Martín
    Irene Alvarez
    Anónimo 2 (la del policía)
    Me decanto por esos tres, pero mi enhorabuena a todos porque han sido geniales! Este tema ha dado mucho que sentir, recordar, imaginar y escribir. Versión 2.0 ya mismo!!

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  5. Montaña Milhojas como ganadora absoluta.

    Y como siempre me gusta mencionar otros relatos que me han gustado, aunque no se lleven voto, me quedo con Pietro Igarza y la Anónima 4.

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  6. Ángel Martín García.
    Porque tenemos que soñar para cumplir nuestros sueños….
    También me han gustado:
    Los anonimos, Graviela Motta, TC Karlos, Montaña Milhojas….

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  7. Esta semana me ha costado concentrarme y no se por qué…
    Finalmente, he podido hacerlo y mi voto va para KARLOS WAYNE me ha gustado su sutileza y que no ha transformado el erotismo en amor, cosa que ha pasado en muchos relatos.

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