Villanos del día a día

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «villanos del día a día». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 30 de septiembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

Un ser villano.
Me gusta pintar y un día dibuje un villano.Aquel dibujo cobró vida y, se convirtió en un ser malo.
Al levantarme del lecho llovía a cántaros. De inmediato fui atrapada y esclava por una figura terrorífica a igual era su vestimenta. Me vi obligada a crear dibujos que luego el carcelero villano los hacia suyos y los vendía. Su afán de riqueza le llevó a considerar lo poco que mi pequeño piso valía. Eso le dio pie a mi inteligencia a obrar con ganancias y a ser posible librarme de él.
Trabaje tres días y tres noches para crear el dibujo del poder. Con sutileza se lo enseñe al carcelero villano.
Luego le expliqué que si el se lo llevaba. Al señor del Castillo Saltarín este a cambio le donaría, su fortaleza.
Él ambicioso dibujo y necio se creyó lo que le conté.
El sol brillaba y su calor
quemaba. A la vez la lluvia y los relámpagos caían por la ciudad.
No importaba, la ambición de mi personaje era tan deseada que éste cogio el sobre poderoso y, sin esperar a que la tormenta se fuera salió de casa a entregar el sobre que le iba a hacer dueño de un Castillo.
La tromba de agua apareció inesperada por la rambla saca en donde caminaba el villano dibujo.
Ni ser,ni cachito de papel quedo para contar a la gente que las acciones villanas nunca llegan a buen puerto…

CORONADO SMITH

VILLANOS PÁL AVIO DE CASA.
“Mai Brother Santi” despertó como cualquier mañana a las 14:00. Era un villano de verdad, de los que crean escuela, lo mismo se comía las albóndigas que hacía la madre mientras las freía, sin que se diera cuenta, que se matriculaba solo de una asignatura en la universidad para pedir prórroga para no ir a la mili y luego se disfrazaba de legionario en Carnaval. Después de vestirse y desayunar, le puso la correa a su cabra “cabrita” y se fue en busca de su colega “Lisensiado”. Si por separado eran malos, juntos era indescriptible. Habían trazado un plan “maloso” de verdad, querían crear un partido político para vivir del cuento y no tener que agachar el lomo nunca más. Las reuniones se hacían eternas, llegaban a durar hasta veinte minutos, debatiendo la línea que tenía que seguir el partido. Una vez tenían claro la línea a seguir, llegaba otra vez el rompecabezas de elegir un nombre impactante, eran capaces de componer hasta nombres con cuatro letras, aunque acabasen exhaustos luego. Pero lo mejor de todo y por lo que mereció la pena fue por el himno, sublime, exquisito.
Nunca dimos palo al algua
y ahora “semos” salvapatrias,
el chivo de la legión
parecemos con estas barbas.
No curraremos en la vida
y viviremos del cuento
pero estaremos forrados
ser vividores es nuestro talento.
Somos unos gandules
Somos unos gandules
tenemos la cara más dura
que los troncos de abedules
Nos lo han dado todo hecho
nos han apadrinado
mientras que otros
todo lo han sudado.
Adalides de lo caduco
de un tiempo lastimero
donde el señorito
se meaba en el obrero.
Somos unos gandules
Somos unos gandules
tenemos la cara más dura
que los troncos de abedules

BENEDICTO PALACIOS SÁNCHEZ

Entró raudo en la fragua, feroz. De su cuello colgaba una cadena, ceñida llevaba a la cintura la vaina de la espada que bamboleaba con tan brusco movimiento. El herrero se echó a temblar.
—Aguarde, mi señor Patricio, el acero requiere su temple.
—Probaré contigo, villano, y te dejaré de un tajo sin cabeza si mañana no dispongo de mi espada.
Metió espuela al caballo y desapareció. Debía ajustar cuentas.
Habían asistido a la misa el domingo anterior Librada la criada, la sobrina Cayetana y él, el señor del feudo. El arzobispo que oficiaba y les había bendecido al itemisaest, aprovechó para darle consejo sobre la educación de Cayetana y requerirle que tuviera a bien invitarle a comer, porque Amelia, la criada, pensaba que el fuego solo servía para hervir el agua.
Le miró Patricio sin decidirse, pero aledaño se encontraba Teodoro, el primo, el cual no dudó en intervenir no sobre la invitación del arzobispo sino sobre la educación de la niña.
—Cayetana debería cabalgar y no pasar la mañana jugando con el gato —opinó.
Patricio le miró con displicencia. Al día siguiente niña y gato habían desaparecido.
Cuando la noticia llegó a oídos de Patricio montó este en cólera, desenvainó la espada que antes había reparado el herrero y acuchilló dos sacos de grano, cortó el rabo a un perro y probó el acero en la rama de un aliso. Aguantó bien el envite y determinó que probaría con la cabeza de Teodoro.
—¿Dónde está Cayetana? No la veo jugar con el gato —le preguntó.
—A su pies, mi señor primo, la niña galopa veloz por el campo. He encargado seguirla a mi criado de confianza.
Pero niña y criado, pasadas las horas, no habían regresado.
—Los dos probaréis el temple de mi acero. Os cortaré la cabeza si la niña no aparece tan sana como una manzana.
A punto de ocultarse el sol llegó el criado, el cual traía en brazos a Cayetana. El corcel se había asustado, hecho un extraño y la niña había acabado en el suelo —explicó.
—Imposible, el animal es noble y dócil —dijo Teodoro.
—Fue culpa del gato —se excusó la niña— , saltó sobre el caballo por seguirme y le arañó en la grupa.
Iba a descargar, blandiendo la tizona, su ira sobre el caballo cuando el gato empezó a ronronear.
Entonces Patricio empuñó la espada y cortó de un tajo la cabeza del gato. Luego le arrancó la piel y le puso a cocer dentro de un puchero.
Al día siguiente, que era festivo, invitó a su mesa al arzobispo.

TALI ROSU

Hoy quiero ser villana
Me he cansado de ser estúpidamente fiel; con el panadero, con la frutera, con mis jefes, con la vida.
Me he cansado de que prescindan de mí porque soy tan remplazable como cualquier infiel que se pase por delante.
Me he cansado de vivir poniendo la otra mejilla, porque de hostias la vida ya se encarga de empaparnos. Porque en el mundo, me temo, hay demasiados villanos.
Me he cansado de ser mi propio enemigo, como si apuñalarnos unos a otros no fuera suficiente, sacamos el látigo cada vez que hacemos algo que se salga de lo que nuestro estúpido subconsciente nos trasmite porque no sabe filtrar.
Me educaron para no ser el villano del cuento, me educaron para ser acomedida, para ser educada, para ser discreta, para ser la persona amable y buena que el mundo quiere que sea. Pero bajo esta cara dulce se encuentra una mujer guerrera a la que no se puede pisotear por mucho que la veas indefensa. Porque una leona habita dentro de mí y está al acecho con las garras afiladas. Porque bajo tanta educación hay mucha mala baba.
Y hoy quiero ser la villana, la que mira a su propio ombligo, la que no tiene más filtros que el interés de su propio nido. La que no se da cuenta de que somos uno, la que maldice y se dice que no importa nada más que su propio bienestar.
Hoy quiero ser la villana, porque quiero sonreír y hacer lo que me de la gana; sin pensar en el vecino, ni en amigos ni enemigos, sin pensar en lo que al mundo le pueda pasar porque lo único que importa lo que yo quiera pensar. .
Hoy quiero ser la villana, pero hay algo que lo impide. Y es que por muchos golpes que la vida me regale, nunca podré deshacerme de esta estúpido corazón que alimenta a mi razón. Y al final, mi educación gana con el alma tras la espalda.
Porque vivir siendo un villano significa vivir odiando, y eso… eso no es para mí…
Porque vivir siendo un villano significa olvidar, significa dejar de pensar en lo que le pasa a los demás, y eso… eso no es para mí.
Porque vivir bajo un lema de amor no significa que me puedan aplastar el corazón; para evitarlo está la leona, nunca olvides a la leona.
Hoy no quiero ser villano porque no quiero perderme.
Hoy no quiero ser villano porque quiero a los demás.
Hoy no quiero ser villano porque prefiero entenderte.
No quiero sentir que el mundo pesa siempre un poco más.
Hoy no quiero ser villano, porque en el mundo, me temo, ya hay demasiados.

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Samira era una mujer desdichada e infeliz. Se casó con tan sólo quince años, en un matrimonio concertado entre su familia y la de Abdel, el mayor villano, al que tenía que aguantar en el día a día.
Ya con veinte años Samira y Abdel tenían tres vástagos, dos varones y una fémina. Mohamed, Ibrahim y Priscila.
Samira tenía que aguantar cada día vejaciones por parte de Abdel. Abdel era un hombre machista, que creía que a las mujeres se las tenía que educar a tortazo limpio cada vez que hacían algo que el consideraba que estaba mal.
Un día Samira, harta de la situación decidió llamar a la policia y poner fin a semejante tortura en vida. Pero su decisión no hizo más que empeorar su día a día, recibiendo la mayor paliza que le había propinado Abdel desde que se casaron.
Samira fue llevada a un hospital, sus hijos fueron acogidos por los asuntos sociales y Abdel está preso y rodeado de villanos que le rompen el ano día si y día también.

RAQUEL LÓPEZ

Diario de un villano
Me siento diferente a cualquier adolescente de ahora. Mi nombre es Connor y tengo veinte años, desde que era pequeño, el miedo y la inseguridad se afinco en mi, esto, unido con mi ansiedad y el coqueteo con ciertas sustancias, taladro mi mente de por vida.
Ya en el colegio, se aprovechaban y me humillaban por tener una pequeña cicatriz que deformaba mi cara, a consecuencia de un pequeño incidente con un cuchillo, nada importante mas que una pelea callejera.
La presión por intentar funcionar como una persona normal me iba aburriendo cada vez más, no lograba encajar en este mundo en el que los héroes siempre ganaban y los villanos salían perdiendo, demasiado tierno, ¿no?
No podía mantener durante mucho tiempo un trabajo y era patético asumiendo responsabilidades. Muchos jóvenes como yo, formaban familias, tenían estudios, trabajo y yo, decidí vaguear, no quería cambiar, tenía miedo de crecer y perder a mi familia. Me sentía cómodo dentro de mi caparazón, castigando mi vida.
¡Soy un maldito villano! Uso mi inteligencia para manipular a las personas porque solo pienso en mi. Soy vengativo y rencoroso, todos los de la escuela que me asediaron no están aquí para contarlo..
Pero no soy solo un villano, también tengo cualidades positivas:soy educado, amante de los animales y, quiero a mi familia, aunque tengamos nuestras diferencias.. y si me lo propongo, puedo manejar las dificultades de la vida. Soy terriblemente, inteligente y narcisista.
Pero hay veces, que desearía la muerte, porque… ¿si soy un villano de mi propia existencia,dominado por mi propia enfermedad? entonces… no merezco estar en la tierra…

BORJA AJ

NADIE ME PREGUNTÓ NADA
Nadie me preguntó si quería nacer. Nadie me preguntó si quería tener nombre y apellido. Nadie me preguntó si quería tener un padre y una madre. Nadie me preguntó si quería pertenecer a un país, me obligaron a estar allí y a acatar sus normas. Nadie me preguntó si me identificaba ese trapo de colores llamado bandera o ese ruido llamado himno. Nadie me preguntó sobre el infierno autoritario que experimentaría a cada segundo después de mi primer llanto. Nadie me preguntó si quería tener una familia. Nadie me preguntó si quería ser amado. Nadie me preguntó si quería estar solo. Nadie me preguntó si estaba feliz. Nadie me preguntó si estaba triste. Nadie me preguntó si quería ir al colegio. Nadie me preguntó si quería tener amigos. Nadie me preguntó si no quería ser nada de mayor. Nadie me preguntó si quería comer. Nadie me preguntó si quería lavarme los dientes. Nadie me preguntó si quería jugar. Nadie me preguntó si quería trabajar. Nadie me preguntó si estaba enamorado. Nadie me preguntó si quería tener relaciones sexuales. Nadie me preguntó mi orientación sexual. Nadie me preguntó por mis sentimientos. Nadie me preguntó si tenía alguna pregunta. Nadie me preguntó si estaba enfermo. Nadie me preguntó nada.
¿Por qué nadie me preguntó nada? ¿Por qué nunca he preguntado nada? ¿Soy un villano? ¿O acaso es el mundo el villano? ¿Mi vida es un vacuo punto en el cúmulo de toda la existencia? ¿No es maravilloso mirar el firmamento y observar las estrellas? ¿Ser tan feliz es malo o es bueno? ¿Soy un psicópata? ¿O soy un sociópata? ¿Soy una buena persona o una mala persona? ¿Soy una persona? ¿Y si soy un robot? ¿Y si no soy de La Tierra? ¿Y si no soy de este mundo ni de este sistema solar ni de este universo ni de esta dimensión? ¿Y si no soy nada? ¿Y si ni siquiera soy? ¿Y por qué sí? ¿Y por qué no? ¿Por qué mi mente? ¿Por qué yo? ¿Por qué estas palabras? ¿Por qué tengo miedo? ¿Por qué hay que llorar? ¿Por qué hay que reír?
No voy a contestar a ninguna de las preguntas. Soy un ignorante, algo sin sentido. La única verdad absoluta de mí mismo es que amo escribir y ser Escritor. Por eso estoy escribiendo esto. Por eso mi cabeza nunca deja de funcionar. Es una máquina a pleno rendimiento. Es lo único de lo que tengo constancia a ciencia cierta.
Que no se atrevan los villanos a venir hacia un servidor a recriminarle, criticarle o juzgarle. Jamás. Nunca lo hagan. A fin de cuentas… Nadie me preguntó nada.
Escrito por Borja Almaraz.
NOTA DEL AUTOR: Cada palabra, afirmación y pregunta son puramente ficticias. Si hay algún parecido con la realidad es a causa de algún infortunio ajeno al creador.

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

VILLANOS DEL DÍA A DÍA
Septiembre, ese mes que promete más de lo que estás dispuesto a cumplir. Cuando sus hermanos de calendario tomen el relevo habrá olvidado su ofrenda. Por cada hoja caída se va al garete una de sus ofertas.
Laia había pasado los meses anteriores planeando el curso, imaginando a sus nuevos compañeros, como sería el campus, como la residencia…ni un minuto dedicado a pensar en las clases, ¿¡para qué!? Ya se vería si acertaba o no con lo elegido…
Llegada y toma de posesión de sus aposentos. Habitación propia. Podía permitirse el lujo de no tener que compartirla. Primer día de clase. Pasillos retumbando con el trotar de mil pisadas que hoy todavía resuenan en su cabeza. Entrada a la clase de D.M.M., y desde ese día, el insomnio fue el mejor o el peor de los amigos que tuvo el resto de su estancia en la Facultad.
Fue verlo, escucharlo, y el cuerpo, tomó forma de una columna marmórea: tieso, inflexible, inmaleable…la voz que llegaba hasta ella, trepaba por su interior como una serpiente y se acurrucaba en cada recoveco de sus vísceras. Desde su boca, bajaba por el esófago hasta su estómago, recorriendo intestinos, saltando de un órgano a otro hasta llegar a sus pies…y se rindió, se rindió a esa voz, a ese cuerpo, a esa estampa de héroe fabricado a través de multitud de películas mercenarias de una estampa inexistente.
Caída tras caída llegó al tercer trimestre. Cada vez que D.M.M. la conminaba a su despacho se apoderaba de ella una sensación con olor a muerte. Sabía que se dirigía al matadero, de rodillas postrada ante él, esperando la puntilla que la rematara.
—¿Se puede saber qué te pasa Laia? –pregunta su amiga Lita con la bandeja de comida haciendo las veces de frontera entre las dos.
—Nada. Estoy con la regla.
—¡Pues qué regla tan larga la tuya qué dura un trimestre entero!…¡Mira! No me lo cuentes si no quieres, pero no te obligues al humillante oficio de mentir.
Laia trata de ensayar una sonrisa; en su lugar aparece un gesto deformado que agudiza aún más, si cabe, la mueca de dolor que se esconde tras la cortina de sus pupilas.
—No seas pesada. No me pasa nada. Solo unas noches de insomnio y la preocupación por los finales. Ya se me pasará. De verdad, estoy bien.
—Vale, no insisto. Me queda cristalino que sea lo que sea no quieres hablar de ello. Si necesitas algo, sabes que puedes contar conmigo.
—Claro.
Entró en el despacho, cerro tras de sí la puerta. Esta sería la última vez que él abusaría de su fuerza y de su estatus. Un mechero en el bolsillo, un pequeño bote de gasolina, comprados ambos en el estanco, eran suficientes para quemar el rastro de toda la iniquidad acumulada en aquel antro de virtuosismo imaginario, el de un héroe asqueroso, la más asquerosa de las villanías cometidas a la sombra de la protección y el silencio de un sistema endogámico. Y el despacho de las despachadas, despechadas, disciplinadas, aterrorizadas bajo el poder y el miedo que generan las amenazas del más villano de los ‘héroes’, voló por los aires. Ella, con la falda y una parte del pelo chamuscada, salió de estampida, sin parar hasta perder de vista el recinto.
En el periódico de la universidad aparecía una nota brevísima sobre el acontecimiento: «Ayer en el despacho del decano un papel mal apagado en la papelera –se investiga cómo pudo llegar allí- provocó el incendio que ha destruido parte del mismo y causado la muerte del rector. La universidad en pleno se une al dolor de la familia y prepara actos para honrarle y reconocer su exquisita labor en esta institución».
Laia se casó con un notario tan triste como su profesión. No volvió jamás a pisar una universidad. Dedicada a criar hijos y a llevar la intendencia de una casa que la ahogaba con la soga invisible del aburrimiento y de la inutilidad que representaba para ella su existencia: daños colaterales.

LA LIEBRE DE MARZO

Se ocupaba que Monsalve se acordara de los años anteriores en los que cualquiera de nosotros le cedimos las cuatro horas de trabajo para ganar sueldo de horas extra.
Rivera le cedió hace dos años, aceptando el cuento de que Monsalve tenía una gran cuenta con el automóvil, que lo tenía asfixiado.
Valle, el año pasado, le dió las horas extra por el pretexto de la inscripción de su hija al colegio y que muchas tardes se las veía negras.
Este año Aguirre solo perdió su derecho a las horas extra con Monsalve simplemente por qué si, por qué a la entrega de las horas, el desgraciado se le adelantó a pedirlas nada más por qué si.
¿Que no sería lo justo atraparle al sinvergüenza y jugarle chueco haciéndole perder las horas? Si al cabo, toda la oficina ya sabía de sus trucos y de sobra, por ruin y mentiroso.
Valle, Aguirre y Rivera se dividieron las 4 horas cada uno y por sorteo Aguirre salió ganador para contar con una hora extra.
Así que, esa misma tarde, se adentraron a la oficina de recursos humanos, fingieron haber hecho un pacto con Monsalve para ser ellos, quien este año cubrirían las horas.
Sin mucho rollo, por desinterés de las burócratas encargadas, los tres oficinistas las obtuvieron.
En el pasillo, al ver a Monsalve acercarse, los chicos no se resistieron en comentarlo con alegría tramposa.
El viejo Monsalve les felicitó el hecho, y con pena, cabizbajo, les dijo que desde hace mucho ya las merecían, con lágrimas brotando se alejó arrastrando la pierna izquierda. Al fin, los tres hombres victoriosos cedieron nuevamente las 4 horas extras.

NEUS SINTES

Nacida entre villanos. Zoe, desde muy pequeña conoció y aprendió de las malicias villanas de sus hermanos mayores. Era la menor de cuatro hermanos varones. La única chica de la familia. De tez blanca y cabellos oscuros, siempre con su vestimenta de cuero, acechaba con su mirada; con esos azules, los que heredó de su difunta madre, que no tuvo lo suerte de conocer en vida. Según su padre, falleció, cuando daba a luz a Zoe.
La ira y la maldad habían formado siempre parte de su vida. En su familia, era el pan de cada día. Para comer, aprendió a robar. Fue una de sus primeras enseñanzas que aprendió desde pequeña. Más un sinfín de las que siguieron a continuación. Sus hermanos fueron un gran ejemplo a seguir. Ahora, a sus veinte años, sentía el poder en sus manos, en su mente y en su frío corazón.
¿Amor? – o cualquier sinónimo relacionado, no existía en su vocabulario. Había aprendido de la villanía como su forma de vida. Su lado oscuro siempre había estado presente. No temía a la muerte, de hecho, la vida no era nada fácil y mucho menos, para los villanos.
Había visto derramar demasiada sangre. Sangre de sus enemigos. Sabía luchar, gracias al entreno diario que hacía con sus hermanos y que luego ella siguió por su cuenta. Se consideraba invencible, hasta el punto de que la gente al verla, se alejaban de ella, Su presencia era el reflejo del miedo, de la maldad que corría por sus venas.
En el silencio sepulcral de la noche, si percibís una ligera y fría brisa, es que Zoe la villana, se encuentra cerca…

DAVID DURA MARÍN

Hace dos sábados mi corazón dejó de latir.
Con ayuda extra consiguió volver a coger ritmo hasta dia de hoy.
Nadie me ha dicho la cantidad de latidos perdidos , dos , tres o veinte , el caso es que los quiero . Pertenecen a mi vida .
No puedo hablar de luz cegadora , túnel de peaje ni familiares con sus mejores ropas mirando con una sonrisa.
Solo recuerdo un sueño y en él , médicos , muchos , azules, verdes .
Repartían mis latidos perdidos entre ellos , decían cosas como , toma un poquito de sabiduría y dale sentimientos a Manolo , no más de tres .
Creo que se apoderaron de parte de mi vida con la excusa de salvar otra parte.

MARI CARMEN CANO REQUENA

Vagón nº 345….. rodeada de ojos y apenas espacio para poder moverme con la sensación de que algún fresco se acercara más de la cuenta, solo de pensarlo me entraba un escalofrío por todo mi cuerpo que en aquel momento mataría.
Aquel pinta que había subido en la estación anterior me resultaba familiar como si lo hubiera visto en más de una ocasión, no pude quitarle el ojo de encima por lo que me llamó la atención que en pleno mes de julio llevara una chaqueta por encima de los hombros…. Su presa estaba cerca y eligió a una mujer de mediana edad que llevaba un bolso cruzado, que con el roce de la gente fue recolocándose en la parte trasera de su cuerpo. Apenas podía verlo, solo se qué por la posición de su cabeza estaba en plena faena, no quería llamar su atención así que me que puse las gafas de sol para no perderlo de vista, como puede me fui escabullendo entre la gente hasta llegar a su altura y allí me quedé inmóvil haciendo ver que leía el mapa de las paradas situado encima de las puertas…mis ojos solo buscaban sus manos, así que los tenía que forzar de tal manera para ver donde las tenía que me dolían y efectivamente tenía la cremallera del bolso de aquella pobre mujer abierta, no podía hacer nada en aquel momento, seguirlo?, pero que conseguiría yo si me bajaba del tren y la mujer seguía en el vagón?? Así que lo mejor era detenerlo dentro y en medio del túnel y sin dudarlo busqué y tiré de la palanca que accionaba el freno del tren, en aquel momento me vinieron mil dudas a la cabeza…… y si no ha cogido nada del bolso de esa mujer?? Pero ya era demasiado tarde el tren frenó casi en seco y todo el mundo se preguntaba que diablos pasaba, yo sin perderlo de vista esperé a que el conductor hablara por el interfono, haciendo ver que me encontraba muy mareada para no llamar la atención del pintas, enseguida se presentó en el vagón preguntándome cual era la indisposición que me hizo tirar de la palanca y sin quitarme las gafas en ningún momento le dije…… mi problema es él, señalando con el dedo. Por un momento se produjo un silencio, todo el mundo preguntaba que pasaba.
-Creo que ha robado algo en el bolso de esta mujer, el conductor se acercó a la señora y le indicó que mirara dentro del bolso para ver si realmente le faltaba algo.
-mi monedero!! …. Gritó….
Sin dudarlo el hombre lo cogió por el brazo y del tirón se le cayó al suelo, Bingo!! Ya lo tenemos dijo!!
A este villano roba carteras se le van a quitar las ganas de hacerlo más……el final lo dejo a vuestra elección

ALEXANDER QUINTERO PRIETO

La última venta es la vencida.
Decidí abrir de nuevo el negocio los domingos. Era mi segundo esguince de tobillo y era imposible seguir participando en el campeonato de futbol. Además, las ventas en la ferretería habían bajado y necesitaba ingresos extras. El domingo anterior había sido excelente. Toda la competencia descansaba ese día, y los laboriosos maestros o constructores debían empezar, terminar o continuar con sus obras, así fueran infieles -al menos un domingo-. y le compraran al vecino de su proveedor habitual. A veces daba la casualidad de que no eran bien atendidos en otros negocios, y atenderlos un domingo de manera servicial podía garantizar verlos comprando entre semana.
Este domingo para mi desgracia no fue igual que el anterior. Normalmente, abría de 8 am a 1 pm, y sobre el medio día ya se sabía si, el día había sido muerto o podía mejorar. Pues faltaba un cuarto para la una y yo solo había vendido un pliego de lija, un kilo de yeso escayola y una mísera espátula plástica.
Había decidido empezar a cerrar lentamente el almacén, como quien no quiere, esperando el cliente que me salvara el día y justificara haber ido a trabajar en un día hecho para descansar. Luego de entrar las canecas que se ponían en la exhibición y poner los candados de la ventana desde la cual se podía divisar la exhibición de herramientas sobre los escaparates, apareció un hombre con mucho afán, vestido de maestro, con salpicaduras de pintura aun frescas en su overol y casco amarillo.
Finalmente, mi espera había servido y al menos no me devolvería a casa sin bajar bandera como se debía. Me extrañó que yo no recordaba su rostro, porque definitivamente tenía que ser cliente, ya que se dirigió hacía mi como si ya le hubiese atendido.
-Hola don Gregorio como va, menos mal yo llego antes de que cierre. Estoy necesitando unos materiales. Llegué antes para que me tome el pedido. Mi socio ya viene a recogerme pues hoy necesito entregar esta obra…- Comentaba de manera muy afable.
Mientras yo tomaba el pedido y realizaba un recibo sencillo para evitar hacer una factura y pagar al estado el IVA, el hombre hablaba todo el tiempo con la persona que lo iba a recoger, su socio; y por lo que hablaba entendía que estaban remodelando una peluquería de esas lujosas que en una peluqueada uno se va quedando sin orejas.
Me pidió dos bultos de cemento, arena de peña en lonas y un kilo de impermeabilizante para la mezcla. También pidió media caneca de estuco y un galón de pintura blanca. Lo que me explicaba era que tenía que empañetar y terminar un muro. Por otro lado debía: ¡rellenar 500 metros lineales de juntas!
Pues a partir de este último requerimiento, se esbozó en mi rostro una leve sonrisa del deber cumplido, ya que esto significaba que por lo menos necesitaría unos cincuenta cartuchos de silicona a base de poliuretano que afortunadamente tenía disponibles y había comprado para un contra-alza. Me significaba por lo menos el 60% de ganancia y teniendo en cuenta que cada cartucho se vendía a treinta mil pesos pues se podía considerar una buena venta. Los materiales adicionales: cemento, arena, estuco, pintura, era el material que se debía tener…, para poder vender el producto que dejaba una mejor rentabilidad. ¡el sacrificio de domingo había tenido resultado y yo podía irme satisfecho a casa!
Cuando termine de alistar los productos, note que don Carlos –así se llamaba el cliente-, discutía con su socio, ya que no podía recogerle. Se escuchaba bastante molesto y la persona al otro lado de la bocina definitivamente también lo estaba.
En el momento del pago saco una tarjeta de crédito, a lo que repliqué que de esa manera el pago aumentaría el 5 % por la comisión del banco. Noté su cara de malestar, pero, aun así, accedió a realizar el pago con el recargo sin ningún problema. Desafortunadamente la tarjeta no pasó y no contaba con el efectivo. Agradeció, por mi atención preguntándome si había otro depósito de materiales abierto, no sin antes sugerirme que si podía llevar el material y el me lo pagaba contraentrega al pedir la plata por la caja menor del negocio que estaba remodelando.
Sentí un poco de desconfianza, pero por otro lado me pesaba, dejar ir a ese cliente y perder la venta, entonces le propuse que aprovechando que no tenía transporte yo podía llevárselo y que me lo cancelara allá en el sitio de entrega.
Después de todo su cara me sonaba, me había comprado antes, sabía mi nombre, y el de mi madre que eventualmente me reemplazaba, incluso me preguntó cómo seguía mi madre de salud, pues por esos días la habían operado de un quiste.
Don Carlos esperó a que yo cargara su material, y cerrara el negocio, antes de salir compró roscones con Coca cola en la panadería del lado. Era agradable terminar la semana con personas serviciales y con una buena venta.
Puse el material en el platón de la camioneta y empaqué los cincuenta cartuchos de poliuretano en una caja que decidimos llevarla, mejor, en la cabina del carro para evitar un robo. Durante el camino, me enteré que don Carlos estaba pasando por un momento difícil, se estaba separando, y tenía un hijo con una discapacidad cognitiva, que era responsabilidad únicamente de él, pues su mujer le había dejado esa carga y su hija mayor ya se había ido de la casa. Empaticé con el hombre cuando escuché su historia entre lágrimas y una voz entrecortada.
Llegamos al centro comercial Rosales, me dijo que fuera parqueando el carro, y ya bajábamos el material…, le contesté que no había problema, finalmente no debía preocuparme ya que primero descargábamos el carro y luego me cancelaba. Era un hombre muy amable. Luego de parquear y que pasaran tres minutos revisé el número celular de don Carlos que había anotado en el recibo. Me contestó y me dijo que ya bajaba con el dinero. Corté el teléfono y escuché, en la radio, durante unos minutos el clásico entre los dos equipos de la capital.
Luego de unos minutos sentí un escalofrío al percatarme que la caja de las siliconas no estaba a mi lado. Una caja que no pesaba más de diez kilos pero que costaba un millón quinientos a comparación de los doscientos mil pesos que tenía en el platón entre cemento, estuco y arena…
Volví a llamar a don Carlos, pero esta vez era imposible la comunicación –sistema correo de voz-. Luego de unas cuantas llamadas fallidas de más, empecé a llorar de la rabia y me di cuenta que el hijo de puta me había timado desde el principio. Me di cuenta que los centros comerciales tienen más de una salida y que no valía la pena buscar la peluquería –que no existía-, ni a don Carlos, que ya no era don. Era un hijueputa que aparte de hacer el mal, era de esos que disfrutaban cada minuto viéndole la cara de pendejo a uno. Claramente, ese fue el último domingo que abrí la ferretería.

EMILIANO GARCÍA HEREDIA

TEMPUS FUGIT
Vaya, parece que esto, está repleto de gente. A ver si han llegado ya, éstos.
Sí, ya los estoy viendo. Juan me está haciendo una señal para acercarme.
Perdón, gracias.
-Hola, ¿Cómo estáis?, qué, ¿ya estáis con las cervezas?
– Hola Manolo-Me responde Juan-siéntate, ¿has visto toda la gente que hay hoy?
-Sí, ya lo estoy viendo, parece que lo de la pandemia ha pasado para toda esta gente, bueno, incluido para nosotros, que estamos aquí, tomando cervezas
-Jolín, Manolo, siempre te estás quejando por todo-me dice Javier-
-No, no es eso, simplemente, estoy haciendo una observación-le respondo-
-¡venga!, alegra esa cara y pídete una birra-me dice José, dándome un manotazo en el hombro-
-Ya lo he hecho antes de sentarme, ahora me la traen-le respondo-
-¡anda que has pedido otra ronda!-me dice Jaime-
-¡pero si la tienes por la mitad!- le respondo
-¡ya no! – se bebe de un trago la media jarra de cerveza que le queda, ansiosamente-
-bueno, en cuanto me sirva el camarero la cerveza que le he pedido, le pedís otra ronda, que, por cierto, viene por ahí. Gracias, y ponga cuatro jarras más.
-¡alegra esa cara!,-me dice José-dándome otro manotazo en el hombro-
-Estoy cansado, solo es eso
-¡Joder, siempre estás cansado!, -Protesta Jaime-, si no trabajaras tanto…
-No es cansancio físico-le respondo-
-¡hala!, ya estás con tus historias!-apoya Javier en las protestas a Jaime-
-¿a qué historias te refieres?-le miro, mientras bebo un sorbo de cerveza.
-¡joder!, estamos aquí de puta madre los amigos, y vienes tú a amargarnos con tus rollos
-Yo no he venido, he sido invitado ¿recuerdas?, y si no te gustan mis “rollos!, no haberme whastappeado.
-Es que Javi y Jaime tienen razón-apostilla Juan-
-Razón, ¿en qué? –les pregunto mirándolos-
-tío, estamos aquí los cinco colegas, de guay, y ya estás amargándonos, -protesta José-
-Yo no he empezado, pero ya que os empeñáis, sigo, y que conste que, yo no quería empezar.
Y sí, estoy cansado, mucho, pero no solo físicamente, por trabajar tanto-miro a Jaime-estoy cansado de luchar, de luchar contra el tiempo que se me escapa, por emplearlo en gente, sí, en gente, y no me mires así, José, que te veo venir con alguna vacilada. Porque, realmente, ¿Qué sabéis de mí?, acaso, ¿habéis empleado un poco de vuestro preciado tiempo en conocerme?.
Llevo toda la vida luchando, contra todo y contra todos, y sobre todo, contra el tiempo. Siento cada día que se me escapa como arena entre los dedos.
Y no me mires así, Javi. Desde que tengo uso de razón, he estado cuidando, preocupándome de la gente que me rodeaba, de mi abuelo, de mi abuela, mis padres, de mis hermanos, luchas diarias donde sisaba el tiempo que empleaba en mi familia, en mis amigos, para dedicarlo en mí.
-Eso, porque tú querías-me dice Juan-
-Eso es, porque yo quería, porque quería a mis abuelos con locura, porque, cada segundo que tenía, lo invertía en ellos, porque sabía que, tarde o temprano, me iban a faltar, como así fue
-Pero eso lo hemos pasado todos-inquiere Jaime-
-Ya lo sé, pero no es de eso de lo que me quejo, no me lamento. Toda la vida he estado rodeado de gente a la que le he dedicado mi tiempo, toda mi atención, y cuanto más tiempo gastaba, menos tenía para mí. Cuando, estuve cuatro años sin poder andar, apenas, contadas con la mano, alguien me llamó para ver cómo estaba
-Pero ahí no te conocíamos-me replica Javi-
-Ya lo sé, pero, ya que has hablado, te quiero preguntar una cosa: ¿Cuántas veces te llamé cuando tu madre estaba enferma?, muchas, ¿verdad?, y ahora, os pregunto a todos: ¿Cuántas veces me habéis llamado, para saber cómo estoy, en mis tantas operaciones? Calláis, ¿verdad?
Yo siempre he sacado unos minutos que no tengo, para preguntaros, como estáis, sea cual sea la causa, pero, con el tiempo, ya he dejado de hacerlo, porque, el interés no es recíproco. Ya sé que os importo poco más que nada. Y me lo habéis demostrado con el tiempo. ¿me llamasteis cuando me diagnosticaron el Parkinson? No. Ya no merece la pena, deciros el terror que sentí, cuando, sabía que tenía que luchar a diario contra el tiempo, y no saber en según qué condiciones. Ni de la alegría que sentí cuando, a los dos años, descubrieron que no era Parkinson. Nadie, ninguno de los cuatro, me llamó para saber cómo me encontraba.
-Joder tío, vaya chapa-Dice José-
-Pues te jodes, -respondo secamente-por primera vez, tengo el control del tiempo, ya no tengo que luchar contra él, día a día. Y sí, tengo fibromialgia, una enfermedad que es como una serpiente pitón, que, a la que te va tragando un centímetro, tú, intentas salir dos.
El tiempo es como el dinero, no hay que malgastarlo en gente ni en cosas que no merezcan la pena. Y vosotros, no es que no merezcáis la pena. Porque, sois mis amigos.
Pero tengo muy claro que, a partir de ahora, voy a usar mi tiempo, en escribir un libro, el pobre Juanito el carámbano sigue esperando a que le escriba. Porque, mal que le pese a algunos, soy ante todo, escritor, ya no me quiero esconder, ni robar tiempo para escribir.
No sé cuánto tiempo me queda, pero tengo por seguro que, ya no voy a malgastar mi tiempo en aquellas personas que no gastan unos céntimos de su tiempo, en preguntarme solamente como estoy.
Ahora, el tiempo no es mi enemigo. Me he hecho aliado.
Y no, no digáis nada-le doy un último sorbo a la jarra de cerveza-aquí tenéis diez euros, la siguiente ronda la pago yo. A partir de ahora, quien quiera algo de mí, que me busque, y si tengo tiempo y ganas, le atenderé, aunque posiblemente, no tendré en mi monedero ninguna de esas dos cosas. Me he cansado de ser el perro que olisquea por debajo de las mesas buscando un trozo de pan. –Me levanto y me voy- Adiós.

BEA ARTEENCUERO

Manuel, se había criado en un orfanato, a los 10 años una familia lo adoptó; Nunca pudo desprenderse de los años que estubo en ese lugar, con reglas las 24 horas, para sobrevivir se transformó en villano.
Al llegar a su nuevo hogar, donde lo recibieron con mucho cariño, no se adoptó fácilmente, empezó el colegio, donde siguió con sus travesuras, si alguien era golpeado, seguro había sido él, se imponía a sus compañeros quitándole sus pertenencias, quejas y más quejas.
Pasaron los años y cada día era más rebelde, al comenzar la secundaria, pasaba mucho tiempo en dirección o era suspendido, no le importaba, seguía haciendo de las suyas, en 3r año era inmanejable, sus padres no sabían que hacer, él prometía cambiar…jamás lo hacía.
En el barrio todos le temían, cierto día tenía una prueba y ya no podía tener faltas, así que se le ocurrió,
nada más y nada menos que juntar ratas y en la hora del examen, las soltó, el revuelo fue catastrófico, desorden total en el aula, algunos festejaron la ocurrencia, la profesora se desmayó…Resultado, dirección y expulsión del colegio sin retorno.
Siguió su vida de maldad, cada día algo nuevo, de las travesuras paso a ser un muchacho que nadie quería, sólo los que lo secundaban.
Dejo la casa de sus padres un día cualquiera, resignados no lo detuvieron, pensaron que a lo mejor había llegado el momento que debía independizarse y tal vez sería bueno para él; Nunca más regreso.
Lo vieron en las noticias…
Joven fue arrojado a las vías del tren.¡ Se investiga el hecho!

CIRIVMOR MORIVCI

Se conocieron una tarde otoñal. Ambos habían acudido a un Seminario sobre «Mujeres en el Islam». En las butacas, sus miradas ya se habían cruzado más de una vez, y en el aperitivo, él aprovechó el momento para acercarse a ella. – Es la mujer más bonita que he visto en mi vida– pensó mientras se acercaba. Se presentó con tanta gracia, que hizo que ella cayera rendida a sus pies. Desde ese día no se volvieron a separar, hubo tal conexión por parte de ambos que no dudaron de que estaban hechos el uno para el otro. Él desde el principio le dejó claro que no era hombre de regalar flores, ella le respondió que lo único que quería era su amor y su cariño, a pesar de no haber recibido nunca una flor de nadie.
Pasado unos meses, ella empezó a descubrir otra persona en él. Se preguntaba que es lo que había ocurrido con aquel hombre dulce y cariñoso. Sus ojos pintados siempre de azul, se habían teñido de morado, su piel siempre blanca, se había vuelto roja. No quería creerlo… nadie quería verlo. Una tarde otoñal, sus ojos se cerraron para siempre y ese día, él le regaló flores.

BEGO RIVERA

En la oscuridad te saludo
Le seguía desde hace un tiempo. Intentaba sortear sus movimientos,su aliento pútrido,su figura deforme, pero no había forma. Le habló,le preguntó que quería porqué le acosaba,l. amargaba y le enloquecía, mas no hubo contestación. Aceleró el paso intentado dejarlo atrás, iba esquivando a la gente y no se libró de algún tropezón. Asfixiado y apenas sin fuerzas llegó a su casa, entró – no antes sin mirar hacia atrás – y se derrumbó.
Últimamente no dormía bien, Don Germán recordó la noche pasada, también las anteriores, sin duda le estaban asediando. Psicológicamente le afectaba, era una sensación extraña que nunca antes padeció. Cada día que pasaba se hallaba más perplejo que asustado por esas emociones desconocidas que para nada le agradaban.
A las dos en punto salió para el trabajo como todos los días, su trabajo siempre le gustó, solo vivía para ello. Le vino a la mente el acosador, temía a la noche cuando tuviera que volver a su casa e intentó quitárselo de la cabeza.
Entró en el edificio, al final del largo pasillo estaba el almacén, se escuchaban las voces de los empleados y de fondo el ruido de las máquinas. Siempre pasaba primero por allí, antes de dirigirse a su despacho, le gustaba sentir el silencio que aparecía de repente al entrar él y escuchar el ritmo perfecto de la maquinaria con su admiración más absoluta, experimentaba un placer inmeso al ver las caras de temor, incluso de pánico en sus rostros, le resultaban patéticos. No se cansaba, así día a día durante años.
Le temían y el era consciente, su deber era ponerlos en su sitio, que no se les olvidara quién mandaba.
Hasta que esa noche nubosa, con la luna en ese momento oculta, cuando pensaba que él ya no estaba, sintió de nuevo ese olor insoportable que le envolvía y aunque no lo vio, escuchó un susurro escalofriante y cuando la luna apareció solo su sombra en el muro se reflejó….de repente lo entendió.
Si alguna vez tuvo alma, le abandonó.

VERITO TOWERS

Y el villano eres tú.
Como acto de amor, te escribo para decirte que he sido acusado y condenado de manera injusta. En mi defensa sólo diré que mi sistema inmunológico es fuerte y está perpetuamente preparado para montar defensas contra virus. Este mecanismo me protege, pero también obliga a los virus a mutar, a reproducirse con más velocidad e incluso a migrar a otros seres vivos, como tú, que no tienen un sistema inmunológico tan fuerte como el mío. Y sí, curiosamente, uno de los factores que parece aumentar el riesgo de transmisión de virus a una especie como la tuya es precisamente la perturbación de nuestro hábitat. Los murciélagos entonces, nos estresamos y esparcimos algunos virus de más en nuestra saliva, nuestra orina y nuestras heces.
-Hoy, hasta tus memes me hieren-. No querido humano, no soy yo el culpable de lo que hoy vives ni de la pandemia que actualmente azota el mundo o la tos incontrolable y los decesos que se han originado, es más, ni siquiera está comprobado el hecho de que los chinos me saboreen en una sopa haya originado la transmisión del virus a la especie humana.
“Y la culpa no fue mía, ni dónde estaba ni quien me comía…” El culpable eres tú, que no has aprendido a respetar el equilibrio de la naturaleza. Espero que en esta cuarentena reflexiones e investigues que, en realidad, soy fundamental para el desarrollo del entorno ambiental, polinizador y dispersor de semillas y sobre todo, un defensor implacable de la biodiversidad.
Atentamente,
Un murciélago inocente.

CURRO BLANCO

«Villanos de media tinta»
Lola tiene paciencia y es una mujer tolerante, quizás en exceso, pero bueno a ella le va bien; aprendíó que la tolerancia es un valor muy importante en las relaciones humanas y que la paciencia da frutos exquisitos. Ahora bien, ¿tenía esa paciencia y tolerancia suya unos límites?
Aquella mañana gélida de principios de invierno a primeras horas en un lugar de la administración pública de cuyo nombre no quiere acordarse fue sin duda la antesala del apócope de sus valores más estimados y, cuando esto ocurría, era clara contundente y le sobraban agallas.
Se remangó su rebeca hasta la mitad del antebrazo izquierdo y hasta un cuarto del antebrazo derecho, se mordió levemente el labio inferior con sus incisivos superiores y dijo:

«Sin serlo te comportas como tal, pero no llegas. Tu vileza no es genuina es postiza; quieres pero no puedes porque tu cobardía hace que la crueldad que intentas desplegar subyague en el momento álgido de su perversidad. ¿Haces daño? Bueno, hace daño quién puede no el que quiere. Llegas a ser molesto, eso sí, por ahí mis más villanas

felicitaciones

. Pero no más que una mosca cojonera que con una buena chancla y algo de acierto…

Además a un auténtico villano se le ve venir, no se esconde, forma parte de su intrínseca devoción el mostrarse tal cual es, disfruta haciéndose ver enseñando su aspecto más monstruoso.Tu utilizas caretas diversas para no ser reconocido y señalado con facilidad, eso sí, eres el infante del disfraz pero en esto no te daré la

enhorabuena

porque tus caretas son de pésima calidad.

Te recomiendo que veas más películas de villanos a ver si así , al menos, adquieres algo de dignidad en el ancestral arte de la vileza. La idea es que de primeras des miedo a todo el mundo no sólo a los más débiles.
Cuando te acerques siquiera una pizca al auténtico villano desplegaré mi capa y me enfrentaré a ti de tu a tu. Y mientras eso ocurre o no, apártate de mi camino y facilítame la documentación que solicité hace ya nueve meses y que con esta son seis veces las que he tenido que ponerme en cola en esta mierda de ventanilla y verte esa cara de reja oxidada que llevas».

ALBERTINA GALIANO

Esta mañana me levanté dispuesta a no encontrarme a ningún villano.
Me dije a mí misma: pon mucho cuidado, vigila tus pasos.
Mientras esto meditaba, pensaba compungida en esa gente con problemas de visión, cuando con engorrosos patinetes eléctricos me iba tropezando, tirados por cualquier lado.
Y en aquellos tipos con movilidad reducida, ante las numerosas heces caninas que, a mi paso, voy esquivando de un salto.
Aún así, en lo que va de jornada con ningún villano aún me he topado.
Ni siquiera cuando al sacar mi vehículo me ha tocado apretar el claxon, para que el coche de alguien muy ocupado me dejara libre el paso.
A veces pienso que los villanos no existen, sólo en cuentos de mil y una noches, o de damas y soldados.
Pero de pronto en la tele les veo desgañitados, vociferando improperios, gritando a cuatro costados contra gente variopinta que en nada les ha atacado.
Y me pregunto intrigada qué puede haberles molestado de aquellos que impunemente acusan de desviados.
Asusta la diferencia, lo libre y desmelenado.
Asusta perder el orden de ver todo controlado. Engominado. Encorsetado. Y fingidamente impostado.
Asusta entender que el otro puede ser libre, y hacer las cosas como el mismo dios no ha mandado.
Y al acostarme en la cama, con camisón relajado, me digo tranquilamente: mañana por la mañana,
cuando el sol ya se haya alzado,
me comprometo yo misma a no tirar basura al suelo,
no fastidiar a mi hermano,
no colarme en el mercado,
no gritar si no hace falta,
cerrar el grifo del baño,
escuchar a quien me hable,
ceder siempre que pueda el paso,
sobre todo los asientos a quien puede necesitarlos.
Y lo más importante de todo: no creerme por encima del más humilde paisano.
Que las tierras son de todos, y los mares y los lagos, y cuando estalla el volcán tenemos que estar arrimados.
Y ayudar lo más posible. Y abrazar bien apretado. Y ser más buena persona de lo que hasta ayer he logrado.
Que yo tengo la teoría de que si vistes de respeto, buenrollismo y calor humano, ahuyentas a los villanos.
Y si sonríes te sonríen.
Eso está garantizado.

MANUEL ALBÍN EXTREMERA

Todos cuando nacemos somos muy lindos, preciosos, { según las abuelas }, tenemos un sitio donde crecer, jugar y vivir, { algunos,pues otros, no }.
Estos últimos lo ven perversos, ladrones, incultos, vamos un despojo de la sociedad, pero no, son personas que no han podido exhibir su capacidad, por ser y vivir en la pobreza.
Ahora bien, están los que viven en mansiones, con todos los lujos y comodidades, bien vistos ante la sociedad y con un nombre que pesa ante todos.
Pero como son famosos en su pueblo o ciudad, nadie se fija en sus juegos, para los ignorantes son bellas personas que le dan trabajo y bienestar, pero no se ha parado nadie que tanto representar es a consecuencia de ir chupando la sangre sin que nadie se de cuenta, estos señores son unos villanos, ya que se está aprovechando de las circunstancias para sacar provecho a sus intereses y los pobres que estan desahuciados ante la sociedad, que van con la verdad por delante, esos los critican y los apartan y sólo por haber nacidos pobres. Y los villanos que parecen vampiros son los que están bien vistos ante todos.

KATA MAR

Se vieron en las calles, eran de diferente bando su labor diaria era atracar a todo lo que se moviera, cada cual tenia su gueto en los callejones no se podrían cruzar tranquilo eran barreras invisibles. un buen día sus miradas se cruzaron e inmediatamente se enamoraron, sus manos se entrelazaron y sus corazones juraron que ni la muerte los separaría; pero sabían que estaba prohibido; así que decidieron tener algo corto, muy corto a escondidas de sus jefes y compañeros.
Un buen día los pillaron en una escena muy fugaz y efímera, los sapearon y sus jefes decidieron que se mataran mutuamente, ellos se miraron con una mirada de terror, pues todos los que se atrevieran a emparentarse con la otra banda le esperaba lo mismo; asesinarse mutuamente, debían correr y disparase hasta que uno de los dos o los dos estuvieran muertos. Uno de los compañeros dio un disparo al aire y empezó la batalla entre los dos villanos, al final el le dio un disparo fulmínate en la cabeza, ella murió de inmediato…. continuara

TESS LORENTE

Como un sigiloso villano vas destrozando mi vida.
No me creo que vaya a perder todo lo que tengo en un abrir y cerrar de ojos.
La impotencia me corroe.
La pena y el miedo me asfixian.
Desespero en un último intento por salvar algunos enseres.
¿Cómo seleccionarlos?¿ Cómo elegir lo que llevo conmigo y lo que abandono a su suerte?
¡No es justo!
¡No es justo que la naturaleza se cebe con nosotros de este modo tan infernal!
En un último vistazo, veo mi hogar, mis tierras conreadas con tanto esfuerzo, mis animales… y no puedo hacer nada.
No puedo salvar nada de lo que importa en mi vida.
Me vas engullendo a tu paso.
Quiero luchar, revolverme y plantarte cara
pero me siento insignificante ante tu poder destructivo.
Solo me queda el lamento.
La inmensa tristeza de quien lo pierde todo.
El dolor de saberme sin nada.
Un llanto desesperado.
Perderé mi pasado, mis recuerdos, el fruto de mi trabajo.
Pero mientras me quede aliento seguiré en pie.
Resurgiré de tus pirómanas cenizas para renacer mucho más fuerte.
Del mismo modo que tú harás de esta isla otra más alta y extensa, yo me haré más fuerte y resistente.
El poder de la humanidad radica en la lucha constante por la supervivencia.
Ahora mostraré mi poder, conocerás mi fuerza.
Somos guerreros y ganaremos la guerra, a pesar de haber perdido TODO en esta colosal batalla.

GAIA ORBE

Una de esas tantas palabras que mirándola en el siglo XXI me hace pensar en la corta evolución humana y en lo mucho que aún nos falta. Y no es solo por que la usamos para indicar a alguien ruin, indigno o indecoroso. Tampoco por su significado de rústico o descortés. Mi desconsuelo es porque es una palabra creada en la Edad Media para identificar a los habitantes de los pueblos pequeños, que estaban al servicio de los señores feudales. Y fueron esos hombres, que se hacían llamar caballeros como rango de nobleza, y que robaban, y que extorsionaban entre intrigas y muchas guerras, los que usaban a los villanos para el trabajo pesado de sus apreciadas tierras y les acusaban de cualquier acto vil y a los villanos etiquetaron como hombres sin honor. Hoy los villanos están en todas las clases sociales. Sin embargo, es muy probable que si en una fechoría hay dos hombres acusados: uno que vive en casa, con perro y patio y un otro que vive en la villa, sea el villero señalado culpable.
Mientras escribo se me ocurre una propuesta para terminar con esto de asociar la baja calaña con los habitantes de las villas. Que la RAE imponga por ley y veredicto la derogación de la palabra villano en el diccionario. En su lugar, a todos aquellos habitantes sin honor llámeselos malvados, aceptándose los sinónimos de perverso, infame y execrable.

LIDIA FUENTES

Mi madre me decía: » Chiquita, nunca terminamos de conocer a las personas.»
Regresaba a casa después de realizar las compras, subía agitada por las escaleras, dejaba las bolsas encima de la mesa del salón y con sus brazos en jarra y su voz desgarrada por la decepción entraba en mi habitación y me contaba alguna maldad presenciada o un gesto descortés recibido por sorpresa de alguien conocido que hasta ese momento había presumido de tener su respeto y confianza. Yo colocaba el marcapáginas en mi libro y era cómo cerrar uno para abrir otro de distinto género narrado por ella con la carga emocional y la gesticulación que implica contar lo vivido en primera persona. Entonces compartía con ella su mismo desencanto, visionaba a través de sus historias un mundo de héroes y villanos que me hacían sentir simpatía y rechazo. Me lo contaba todo con tanto énfasis que lograba verla envuelta en una aura que emitía destellos luminosos y oscuros de los que salían formas de personajes variopintos con miradas angelicales, turbias de odio, cargadas de esperanza o como salidas de un inframundo. Entonces flotaban por mi habitación, tocaban mis objetos con descaro, sus risas me daban escalofríos, algunos eran más amables, más de cielo y permanecían levitando con una luz cálida y acogedora. Veía al traidor, al grosero, a la envidiosa, a la hipócrita, veía cómo mi madre drenaba a través de las palabras el dolor y la pena.
Entendía esas capas que se fue poniendo a lo largo de su vida para protegerse de esos personajes reales del día a día. Lo bonito de ella era que con la misma prisa que venía a contarme sus decepciones, una vez hecho, se apresuraba a cambiar de tema y realizar las tareas domésticas mientras tatareaba alguna canción de Juanito Valderrama o Concha Piquer haciéndome dudar si aquello le había sucedido a ella o a otra mujer. Creo que olvidaba rápido para no odiar los recuerdos. Continuaba yo con mi lectura, creciendo en cada hoja un poquito más, bajando de las nubes a tirones de trenza chocando contra un asfalto de desilusiones. Sabía entonces el origen de los personajes de mis lecturas, pero claro, a éstos los veía con cierta distancia y una emoción controlada y siempre podía cerrar el libro y silenciarlos, desactivarlos. Los que conocía a través de las palabras de mi madre eran reales, me hacían sentir miedo, desconfianza, me condicionaban. Estaban por todas partes; al doblar la esquina, en el colegio, en el trabajo, en los hogares, incluso me atormentaba despertar y ver que el espejo me mostraría algún día la imagen de una villana.
Si pudiera volver a ver a mi madre, la abrazaría con fuerza y le diría que ahora soy yo la que va eligiendo los colores de sus capas, que llevo en mis palabras el amor y el miedo que emito y recibo en mi paso por la vida. Que de vez en cuando logro salir sin esas capas y mostrarme tal como soy y asumir riesgos, ser valiente, que no se pegue demasiado al alma el personaje inventado y no pierda de vista al verdadero narrador que nos convierte a todos en historia.

SOLEDAD ROSA

Hace calor. En la calle está lloviendo. A ti te encanta el contacto de las gotas en tu piel. Y yo disfruto con esos minutos de satisfacción que me regalas. En mitad de ese contraste me siento la mujer más afortunada del mundo.
Soy una privilegiada con vistas a tu sonrisa y tengo un reservado en eso que tiene por nombre felicidad. Es una de las sensaciones que palpa nuestra piel y que dibuja huellas en cualquier persona.
Como las lágrimas que resbalan de tus ojos cuando el aire separa nuestras manos. Soy consciente de que sientes miedo. Yo también. Soy consciente de que eres un principiante de las distintas emociones que vestimos cualquier ser humano.
Déjame decirte que en todas las manadas hay un lobo que solo lo es si el resto lo permite. A mí me dan miedo. Me aterra que te borren esa sonrisa y me espanta, porque no gozarías de felicidad.
Así que déjame decirte que no los necesitas. Créeme que los hombres también lloran. Que los hombres también sienten miedo. Que los hombres también experimentan la tristeza.
Déjame decirte que los sentimientos no entienden de géneros ni de etiquetas. Así que llora cuando lo necesites al igual que lo haces cuando ríes. Porque los hombres también lloran. Y siguen siendo hombres.
Y valientes.

JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

«Ángeles y demonios»
—No hay en el mundo peor villano que yo— dijo Alaxthor. —Aveces creo que soy un monstruo que destroza todo lo que toca y rompe cualquier cosa a su paso. En ocasiones, lo hago sin querer, me sale solo. Soy capaz de remover el mundo y de quebrar la flor más hermosa sin tocarla. Soy un ángel caído que deambula por la vida dejando huellas en otros seres inocentes— debatía Alaxthor, mientras daba una larga calada al cigarro. —Sabes que no hay peor villana que yo— Interrumpió Miriel. —Soy un ángel protectora, que pierde la vida al cuidado del personaje que me asignan y no puedo entrometerme, aunque sea un hijo de la gran puta. Puede hacer lo que le viene en gana a sus anchas y tengo que sufrir en primera persona sus atrocidades. Me siento perdida, y en ocasiones, no sé ni quién soy y para que pierdo el tiempo en este mundo cruel— dijo Miriel, tomando el cigarro de las manos de Alaxthor. —Creo que te mereces algo mejor que eso. Sé que eres luchadora, y siempre sabes como salir de cada situación y momento que te depara el futuro— interrumpió Alaxthor, abrazando a Miriel con sus alas. —No tenemos lugar en este mundo, por eso nos maltratan y nos han creado tal y como somos. Nuestra creación es antigua, de mucho antes de existir este lugar y somos de otros planetas, solo estamos perdidos queriendo encontrar un por qué, de todo. Somos mitad y mitad, ángeles y demonios a la vez, con mucho amor y paz, pero con mucha mala ostia y resentimiento. Por eso no sabemos que somos, es difícil de descubrir, pero se le suelen llamar Ángeles y su andadura por este hastío e insólito mundo, es de ser caídos. Por las veces que no levantamos de nuestras batallas y aprendemos de nuestros enemigos.
Sí, eso somos, Ángeles caídos sin alas. Las alas son de plástico o papel, las verdaderas, las tiene el desgraciado al que llamamos padre. Solo cuando estamos abatidos y no podemos pelear más, suplicamos su ayuda y hasta con eso, nos deja tirados a nuestra suerte. Nuestras verdaderas alas están en nosotros y siempre la hemos llevado puestas, pero somos ciegos y siempre vamos dando tropiezos con la misma piedra.
Existen muchas formas de salir y de ser, con está maldición que llevamos a cuestas, una es que te den una mano con tanta fuerza que te pueda arrastrar a la luz o pelear saliendo solo de este infierno. Tenemos un signo, una cruz, un castigo del pasado y siempre es repetitivo en este mundo infernal donde nos despojaron de todo. El castigo es por una condición que cada uno tiene y mi castigo es la tentación, y no me resisto a caer una y mil veces, no me importa tener que volver a pasar esta etapa de mi vida, una y otra vez. No, porque mi tentación eres tú y siempre caeré en esta vida o en la otra. Hasta intenté quitarme el corazón a pedazos para que nunca pudiera enamorarme, y aún así, vuelvo a caer en tus brazos— dijo Alaxthor, besando dulcemente los labios de Miriel.

BRENDA RAYMUNDO

Soldado
Era en definitiva un soldado perdiendo la guerra, literal sabía que al terminar el día no sería más que polvo, sabía que la única manera en que yo terminaría era con la moral y la sangre derramada en el campo de batalla, pero como todo buen soldado acepte ni derrota me aferre a mi poca fuerza, caminé hacia mi destino, allá donde las detonaciones de suenan como gotas de lluvia, justo en el preciso momento en el que aceptaba mi destino y me dejaba caer, el ruido cesó, dejándome en la más horrible penumbra, era de día y sin embargo yo no veía más que lo que estaba a unos pasos de mí, mi destino era morir ese día, dejarlo todo allí, y ahora estoy aquí desangrandome, perdiendo con cada respiro una gota de vida, empezando a buscar una adicción para contrarrestar el dolor y, como todo soldado frustrado en su guerra, siendo miserable y acorralado con toda clase de culpas que no poseo y rencores que solo son contra mí….
Podría ser un soldado redimido, volver y tener un premio por sobrevivir, pero no, me aferre a la mayor condecoración de un soldado: morir en su servicio, sentir que fue un héroe aunque estuvo en la basura y con ello me convertí en un ermitaño bastardo porque de toda mi condecoración la basura era lo único que me quedaba.
Finalmente comprendí que el mayor villano en esa guerra no fue mi adversario con sus ganas de privar la libertad, no fue ni siquiera el sicario que sin contemplación mato a 20 soldados casi sin parpadear, ni siquiera quien inicio la guerra, el mayor villano fue el destino quien me arrebató la historia que quería dándose la a otro infeliz que deseaba volver y dándome a mi su inútil sueño sabiendo que en ese que llame mi hogar no había más que desolación y llanto, maldito villano diario robando calmas para iniciar tempestades innecesarias, robando amores para que muramos por dentro…
Pero como todo buen villano de vez en vez vuelve y se regocija de sus jugarretas recordando que de héroe… Solo me quedo la basura….

MARTA ALEXANDRA IONA

Alquimista
Vierto el rojo sobre la Luna y la empapo de pasión,
Inflo con sueños el maltrecho camino hasta el Sol.
Labio a labio, le corto patrones a tu malherida razón,
Lubrico con mentiras la verdad que lloran tus ojos,
Ayer era refugio, hoy soy maldad para tu soledad.
Nudo bordado con oro en la tripa del enamorado,
Ahora, sabes que tu amada fue una villana sin piedad.

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17 comentarios en «Villanos del día a día»

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