Ganar – Miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir sobre el tema “ganar”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 21 de mayo! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

AMALIA MARTÍN

El infinitivo de una sola vocal «ganar».Conviene triunfar.
Cierro los ojos y pienso.
Relajo la mente…inspiro y expiro.
Subo el abdomen y bajo …exhalo.
Nada me turba.
El silencio enriquece mi concentración.
La soledad…mi mejor aliada.
No, ahora no.
Dejad que mis pensamientos afloren un sinfín de momentos triunfales.
Son tantas victorias que solapan otras derrotas.
Ya lo tengo…ya estoy preparada.
Verídico y real…no os puedo engañar .
Permitid mi modesta seguridad porque ya estoy preparada para esta verdad…mi verdad.
Henchido mi ego porque ganar es difícil pero yo tuve suerte…lo conseguí y casi sin percibirlo.
No puedo imaginar cómo ha sucedido en tan corto período de tiempo pero estoy segura,muy segura que gané…gané y os invito a saber
Gané centímetros en mi cintura o quizá fueron cuartas!
Gané peso en mi cuerpo o tal vez fueron calorías bonachonas para optimizar mi perímetro corporal a modo de refugio temporal!!
Sea lo que fuerte, gané… Gané y no perdí ni un solo gramo esta vez.
A. Martín

( Un poco de humor no viene mal …)


MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

Desde el primer minuto se mi vida adquirí el conocimiento de la palabra ganar.
Ganar a un parto difícil me llevó a ir de brazos en brazos desnudo de perjuicios mundanos.
Después me vistieron con ropa azul como el cielo y, cerré los ojos para no achicar la alegría de mi madre. Pero mi capacidad de ser humano se dice para si mismo, yo vestire el color que quiera y, eso sí fue volver a ganar.
La batalla día a día con mi perersonalidad libre de pensamiento, fue otra forma de ganar.
¡Ganar siempre ganar!
Pero me será difícil un día ser madre…


CORONADO SMITH

Donald “El Tramposo” estaba a punto de salirse con la suya. Las noticias eran alentadoras.

– ¡Por fin!- exclamó mirándose al espejo.

Había concebido su plan minuciosamente unos años atrás. Le había costado mucho dinero pero la recompensa iba a ser infinitamente superior, merecería la pena.

Todo empezó en su rancho una tarde en la que estaba jugando al Strip-Póker con un grupo de jovencitas, una de ellas, sin querer, le había dado con el tacón del zapato en la cabeza, al descalzarse eróticaménte y lo había dejado medio grogy, pero al despertar habíase hecho la luz.

Esa misma noche convocó una reunión con sus “mortífagos” repartidos por todo el mundo ara exponerles su plan. Todos le juraron lealtad a cambio de un trozo del pastel. Contrató al mejor laboratorio para que fabricara el arma que cambiaría su suerte. Chin-Lu, uno de sus más fieles secuaces, se encargo de soltar el arma en el territorio de sus más odiados enemigos. ¿Quién sospecharía de él? Se regodeaba en su plan, estaba casi en éxtasis. De pronto algo lo dejó atónito, de su nariz le empezaron a salir una especie de antenas. ¿Dios mío que es esto?, al mismo tiempo le salían alas de la espalda, y el vientre empezaba a decolorarse, le salían rayas negras y amarillas, ¡Se estaba convirtiendo en un Zángano! ¡La polla no, por favor! El destino le había castigado, ya solo le quedaba el consuelo de que a sus secuaces les ocurriese lo mismo, aunque eso daba igual. ¡Un Zángano es un Zángano y punto!


BENEDICTO PALACIOS SÁNCHEZ

¿MANOLITO O MAFALDA?
No existe la palabra, pero yo la escuché muchas veces porque lo decían de un muchacho algo mayor que yo: Matías es un ganón. Es decir, fuera el juego que fuera a todo ganaba, porque la palabra solo se aplicaba o tenía vigencia en los juegos.
Pero Matías era un miserable. Coleccionaba todo lo que ganaba: chapas, peonzas, clavos, tabas y hasta la piedras de jugar a rayuela. Y solo prestaba con intereses.
Un día Loren le preguntó por aquel afán de acumular tanto.
—Para fastidiar—. Respondió.
Otro día, Marcos le llamó tramposo y se pelearon en el recreo. Lógicamente todos íbamos con Marcos, menos el maestro, don Rufo, que llamó a los dos a capítulo. Y preguntó la razón.
—Es que me ha llamado tramposo porque le he ganado una taba.
El maestro no dijo nada. Había en la escuela dos rincones para los casos de pelea: el rincón de los tontos y el rincón de los torpes. Y les dio a elegir. Matías eligió el de lo torpes, porque se creía muy listo. Aquel castigo duraba un rato. Y en cuanto el maestro dejaba de controlar, todos le hacíamos burla y nos reíamos de él. Y como no podía responder se puso a llorar.
—¿Qué te ocurre, por qué lloras Matías?
—Porque todos me envidian de que soy un ganón.
—Aprende, muchacho —le dijo el maestro—: ganar, ganarás, pero nunca serás el número uno. Y por mucho que seas Manolito, no serás nunca Mafalda.

MARÍA RUBIO OCHOA

Hay veces que perdiendo se gana
o que el ganar puede ser fatal,
otras veces es fenomenal.
El ganar y el perder
la vida lo une o lo separa
para bien o para mal.
Quien mide el bien del ganar?
quien mide cuando se pierde
la balanza no es quien lo mide
sólo uno en lo interno lo sabe.
Gana quien se levanta
de las caídas, de los tropiezos,
quien es capaz de vencer al miedo.


FRANCISCO PEDROL MARTÍNEZ

«Voy caminando hacia la estación.
La noche es fría y lluviosa. Debo darme prisa, pues en apenas diez minutos sale mi tren.
Mientras camino, pienso en el significado de la palabra ‘ganar’. ¿Qué es ganar?.
Esa palabra puede tener muchos significados distintos para cada uno de nosotros.
Para mí ganar es cuando me despierto cada mañana y veo que sigo vivo.
Me siento ganador cada vez que siento llegar el oxígeno a mis pulmones.
Me siento ganador cada vez que paseo por el parque y disfruto de la naturaleza.
Siento que gano siempre que le explico un chiste a mi amiga y, por un momento, le arranco una sonrisa de sus labios.
Siento que gano cuando ayudo a alguien, aunque sea haciéndole unos minutos de compañía antes de acostarme.
La palabra ganar me acompaña cuando sé apreciar la humanidad que todavía queda en el ser humano.
Me siento ganador cuando descubro, para sorpresa mía, que vuelvo a tener ganas de amar a alguien.
Eso, y mucho más, es lo que gano cada día desde que me levanto y hasta que me acuesto.
(…)
Llego a la estación. Por un momento, tengo la impresión de que acabo de perder algo importante.
Acabo de perder el tren.»


NEUS SINTES

Kaory se encontraba en el acantilado de una gran montaña. Se encontraba en un estado de pensamiento, controlado por la voluntad y meditando para eliminar cualquier tipo de ruido para fijar toda su atención en un objeto, en un punto. Mantenía una disciplina basada en los cuatro sentidos. Mientras el viento aullaba a su alrededor, permanecía con los ojos cerrados.
El Templo Saylum pertenecía a una familia de monjes guerreros que tras generación en generación han ido enseñando a sus alumnos el arte de la lucha samurai y sus creencias. Pero solo algunos de ellos se transformaban o llegaban a poseer algún Don especial.
Kaory había sido adoptado por los monjes desde que todavía tenía apenas unas semanas de vida. Los monjes nunca supieron de la existencia de la madre o de alguien relacionada con su familia, lo encontraron delante de la puerta del Templo y nadie fue en su busca. Así que desde ese día Kaory se creció y se formó bajo el Templo Saylum.
A medida que el tiempo pasaba, Kaory fue creciendo hasta convertirse en el guerrero que desde pequeño le han enseñado a ser. Todos los que estaban estudiando y habían sido disciplinados con las enseñanzas de los monjes del Templo Saylum, esperaban con que con el tiempo les surgiera ese Don especial que muchos anhelaban.
Cuenta la leyenda que tan sólo un monje fue el único que pudo poseer uno de los dones más preciados por todos. El don del Guardián. Desde entonces ha habido otros dones y poderes pero nadie ha podido conseguir el del Guardián.
Este Don simboliza mucha dentro del Templo Saylum, ya que su significada como bien indica es el Guardián del Portal. Todo aquel que llegue a poseerlo tendrá acceso al Portal que conduce a los más recónditos lugares del Templo. Su misión es la de proteger el lugar.
A lo lejos se oyó la el aviso de la campana; todos debían ir a almorzar. Mientras Kaory bajaba de la montaña empezó a notar su cuerpo más relajado, como si hubiera meditado más de la cuenta. No le dio importancia, y bajo a almorzar junto a los demás.
Durante el almuerzo uno de los monjes mas ancianos empezó a cantar una oración en voz alta, alabando. Todos se giraron y anonadados no quitaban la mirada de Kaory. Kaory notó su presencia. Se preguntó que pasaba…
Se miró las manos y notó que su piel había palidecido y que de el surgía una luz resplandeciente. Sus ojos habían cambiado de color. Sobresaltado, pregunto que le pasaba
  • Que pasa, padre…
  • Hijo, has conseguido el Don del Guardián del Portal.
Celebraron todos los monjes y todos los alumnos una fiesta en nombre de Kaory el segundo guerrero de todas las generaciones que ha conseguido el poder que todos anhelaban…pero no todos estaban tan alegres…Osaky siempre había anhelado ese don.
Osaky había sido su compañero, su mejor amigo y siempre habia pensado en conseguir el ese Don.
¿No querría venganza, verdad? El que habia sido amigo, compañero, hasta un hermano para Kaory desde la infancia.

INMA HERNÁNDEZ PAREDES

Nos cruzamos en una panadería, yo entraba, tú salías.
Me dedicaste una sonrisa.Tímida, te la devolví dirigiéndome hacía el mostrador.
En la mampara de los pasteles vi tú reflejo marcharse.
Notar tu aroma, me hizo rememorar el portazo que terminó con todo. En aquel momento, tú salías y yo… yo… me sentí triunfadora. Pobre de mí.
¿Acaso ganamos alguno de los dos?
Nos convertimos en dos perdedores, vencidos por el orgullo.


JUAN ANT FDEZ BADORREY

Al parchís, al juego de la oca, a las adivinanzas, a un pulso. Ganar al más grande, al más fuerte, al más listo, al más rápido. Ganar a las adivinanzas, a lanzar huesos de aceituna, a mear más lejos. Ganar peso, amigos, puntería, hembras, carreras de bicis, de chapas, la cucaña, el mechero con la escopeta de perdigones en la feria del pueblo, siempre ganar.
Tengo la mirada fija, afilada y paciente sobre el objetivo: lo estudio, lo analizo, busco su debilidad, sea un toro bravo, la diana en un concurso de dardos o la piscina que he de nadar más rápido que los demás. Debo ser el primero en dar con la manija de la puerta invisible que me llevará a la victoria final, sea esta la estocada mortal, clavar todos los dardos en el centro o llegar antes que el resto al otro extremo de la alberca apartando el agua con feroces manotazos.
Nada me debe distraer de mi objetivo. El ganador no tiene familia, amigos, novia, partidarios, pandilla, club de antiguos alumnos ni ningún tipo de afecto. No frecuenta el bar ni la discoteca. La agenda de su teléfono está vacía. No debe recibir llamadas, no debe apartar su mente de la meta, no debe pensar en otra cosa. Cada neurona, cada pensamiento, cada átomo de su energía, cada latido de su corazón, cada bocado que ingiere debe servir al único fin superior.
El competidor: le ignoro, no existe. Le anulo. Mi no apreciación de su existencia en manera alguna, gesto o palabra, debe hacerle sentirse despreciado, ninguneado. Por el rabillo del ojo le vigilo sin que lo note. Me esfuerzo de manera sutil en mostrarle la más absoluta de las indiferencias, esa es mi estrategia: no tanto despreciarlo, que me supondría un trabajo adicional, sino que se sienta despreciado, llevarle a la locura de pensar que para mí su existencia no es nada, distraerlo del que debería ser su objetivo, hacerle perder los nervios, dudar, minar su confianza y que se quede arrumbado en una la cuneta si es posible siquiera antes de haber llegado a la salida.
Ganar, ese es el objetivo. Para eso trabajo, me preparo, vivo, entreno y me esfuerzo. La competición es el proceso entre el pistoletazo de salida y la consecución del objetivo en el que debo eliminar a los molestos competidores. El túnel de donde solo saldré sorbiendo las mieles de la victoria o pisoteado por los cascos de los caballos negros.


SERGIO SANTIAGO MONREAL

No quiero ganar, no quiero ganar, no quiero ganar y NO QUIERO GANAR.


RAQUEL SÁNCHEZ

LA META

La carrera está a punto de finalizar, el chico se apresura a gastar sus últimas energías restantes para llegar lo antes posible a la meta. En sus pupilas brunas se reflejan los escasos metros que le separan de la victoria, y a sus espaldas deja un reguero de polvo que lo persigue como si fuera su sombra.

Por fin traspasa la cinta, ha llegado al final, pero su corazón no puede aceptar su triunfo ya que es el único participante. Un único corredor, un único niño, el último chico que queda de su pueblo.

Y la semana siguiente seguirá preparándose para la carrera en soledad, al igual que la semana anterior, y la anterior, y las venideras, sin más rival que él mismo.


JULIO A CASALLAS

Sabía en el fondo de su corazón que más bajo no podía estar, que todo por lo que había luchado estaba perdido, que sus errores los pagó caro y ahí estaba sin aliento y totalmente destrozado, pero una luz en su interior se negaba a apagarse, se negaba a rendirse, era una luz que le impulsaba en el más obscuro de los momentos, era la luz de la resistencia que le dice que perder también es ganar, ganar experiencia para no volver a cometer los mismos errores y triunfar de nuevo, porque ganar nos impulsa, ganar nos motiva, y sobretodo, ganar nos enseña.


DAVID DURA

El conejo es un animal capaz de correr como si no hubiera un mañana. En la seguridad de su cobijo, también llamado madriguera puede mantener múltiples relaciones sexuales.

Porqué no saltas señor del ajillo?.
Quién jode mejor ahora?.

Dicha estas palabras comenzó la maldición del Dios Lismaniosis.
Tuerto de un ojo por salto de aceite hirviendo de la madre que parió al fogón de gas y las recetas del domingo.
Atragantamiento por astilla de hueso dejando mi lengua sin frenillo.

Con este panorama, mis últimos ligues de plataformas online pasan de mi careto.
Los besos evaporaron su significado en la sarten.
Pero por alguna extraña maldición solo piden eso de bajarme al pilón.
Maldito conejo que quitas el frenillo del mundo, tú ganas!.
Estoy preparando sopa de tortuga, el día que folle, ganaré tiempo.


AMARANTA REMEDIOS BUENDÍA

Ha medido mal sus fuerzas. Se trataba de dosificarlas, pero comenzó con mucho ímpetu y se come la pista en cada zancada. Consigue sacar una ventaja considerable a sus contrincantes, pero estas, más experimentadas, recortan distancias.
Se encuentra ya al límite y piensa que todos los esfuerzos previos van a acabar en el saco de los deseos rotos, por eso necesita encontrar un aliciente que le ayude a ganar. Una de las corredoras está casi a su altura cuando Nat, en un último esfuerzo desesperado, invoca el recuerdo de su bisabuela huyendo de los cazadores de esclavos fugitivos.
Nat sale disparada como un rayo y se lanza hacia la línea de meta como poseída por el espíritu de un guepardo.
Alzando los brazos, cruza la línea que separa los deseos de la realidad.


EMILIANO HEREDIA JURADO

¿QUIÉN?.

Acabó sucediendo lo que sabíamos que acabaría sucediendo.
Aunque ninguno queríamos que llegase el final.
Aunque ninguno quería reconocer que ninguno de los dos quería replegar su orgullo para terminar cediendo.
Acabó vacío el pozo de los deseos y aunque seco, seguíamos echando monedas por si acaso algún día la suerte nos era favorable.

Se quebró la rutina de tanto silencio que hacía tanto ruido que enmudecían los pensamientos.
Los aullidos mudos se hacían más fuertes y más fuertes eran los golpes que amorataban y amortajaban nuestros sentimientos.

A tumba abierta abandonamos las trincheras donde moríamos a diario y salimos al unísono a esta tierra de nadie, de nada y de todo,
disparandonos reproches a bocajarro.
Ninguno mostramos piedad, ni compasión,
a bayotenazos «sólo pido que me quieras».

No sé si morimos en ese momento o fuė el último clavo en la tapa del ataúd que fue nuestra vida juntos.
¿Quién?. Cada uno por nuestro bando reclamamos una parte de la victoria de una guerra sembrada de altos el fuego.
Ni vencidos ni vencedores.
Sólo los restos de víctimas inocentes con las que aplacar el hambre que nos provocaba la soledad.
En esta larga carrera de fondo con una meta de adiós, en éste combate de boxeo nulo, en ésta escalada a una montaña sin cima…
Hemos perdido y ninguno de los dos…gana.


JUAN FELIPE NAVEA

He ganado tantas cosas que quería conquistar por la sola condicion de otra proeza, lo cual me hace estar contento de adeveraz consegiendo bienestar.
He ganado tantas cosas sin siquiera pensar que estas vendrían a mí, por puras coincidencias del destino, como ese encuentro fortuito en el camino, con mi mejor amigo que siempre pense que había perdido.
Coincidencias de dos almas que se unen en un punto de la tierra casualmente, aunque el mundo nos aparte quiso Dios amigo mio, el tener la dicha de poder volver a verte.
¿Qué pequeño es el mundo en el que vivo?
He ganado tantas cosas en la vida sin querer, como el calor de mi madre, verdadero, que es un dulce amanecer ¡incomparable y bello!
He ganado tantas cosas conquistando, como mi maravillosa esposa a la cual ¡amo!
He ganado una vida agradecida que me hace estar contento, tengo el recuerdo en el alma a mi PADRE que está allá dormido en el campo santo y espiritualmente arraigado dentro de mí el intrañable recuerdo de lo que era y lo que és, he ganado ese arraigo que me dió de ejemplo, para decirle que lo estraño tanto, que parece que estuviera dentro de él, les cuento.


VALERIA MICHOU

Hay cosas que no nos gusta ganar, kilos por ejemplo.


JORDI VIÑAS REIG

Su primera victoria le marco largo tiempo. Ese día se dio cuenta que el ganar era la única forma de sentirse querido,visto y reconocido. Su familia era amplia y buena gente, pero carecía de la capacidad de saber amar,pues en sus infancias tampoco la recibieron como todo
el mundo merece.
Y se convirtió en un gran competidor, saliendo victorioso en la mayoría de competiciones en que participaba. Dominador de gran variedad de disciplinas deportivas,sus amigos le admiraban y envidiaban. Despues de cada triunfo.se sentía importante y reconocido. Despues de cada derrota o no victoria,por pequeña que fuera o inhabitual,se sentía un don nadie, insignificante e inexistente,como si no formara parte de la sociedad. Su carrera ya era larga y exitosa,con infinidad de triunfos e ínfimas derrotas. Ganaba y ganaba, ganaba y ganaba.Y aunque ello le daba un cierto poder y satisfacción,notaba,cada vez con más intensidad,un vacío que se apoderaba de toda su persona. Un vacío y un peso enorme que le dejaban sin fuerzas, impidiéndole disfrutar de la magia del deporte y de su vida. Por ello, finalmente decidió jugar su último partido. Ansiaba terminar con su última gran victoria y su sufrir.
Pero perdió, perdió como no estaba escrito, porque el destino le derrotó. Y lloró, lloró un día y medio,casi ahogándose en sus lágrimas de hombre. Su levantar fue una sorpresa para el. Siempre había creído que cuando los hombres lloran,dejan de ser hombres. Ya repuesto,su mirada había cambiado. Volvía a brillar como cuando era niño. Mirando al frente y mirando alrededor,todo era diferente,más real y más bello. Mirándose al espejo y mirándose el adentro, avistó una gran medalla que en su interior latía. Era la medalla de las medallas. Nunca había contado con ella,desconocía su existencia. Rápidamente entendió que la medalla más preciada y valiosa es reencontrarte con tu propio valor. Y que en ocasiones la más cruel derrota puede ser la más dulce victoria. La de uno mismo.


ANAXIMANDRO SÁNCHEZ

Ganar miseria y perder riqueza

Oye conchatumadre, tráeme a mi nieto de una puta vez, si se enferma yo te mato –habla por teléfono una abuelita en la puerta de su casa. Si uno sale debe ponerse mascarilla y guantes, regresar y desinfectarse los zapatos, desechar los guantes y la mascarilla, cogiéndola delicadamente por las tiras. El día anterior encontré unas larvas blancas en el tragaluz, supuse que eran larvas de polillas. Pero al día siguiente habían más, eran esas larvas rechonchas que devoran cadáveres, siguiendo el rastro fui encontrando cada vez más plumas. Una paloma se había muerto en el techo. Con ayuda del casero, en realidad solo le sostuve la escalera, la arrojó para meterla en una bolsa de basura. Barrimos y se levantó un poco de polvo, temimos que se nos subieran los gusanos a los pies y siguieran con su costumbre sin importarle que seguíamos vivos. Su hijo berreaba en una ventana porque quería jugar con la paloma muerta. Ni bien entré a mi cuarto, dejé mi ropa sucia a un lado y me metí a la ducha espantado del asco. Hoy día ya poca gente se ríe, las noticias apuntan a treinta días, el bono que entregará el gobierno es para gente calificada de pobreza o pobreza extrema, ahí no entran los que viven del día a día… ¿Qué van a comer? ¿Palomas? ¿Van a perder su derecho a existir por unos hambrientos de poder?

La miseria de una vida nunca va acorde con la miseria de los textos que intentan asirla, siempre se desvía el texto o la vida. Hay autores, por ejemplo, con fulgurantes juegos verbales que no dicen nada o intentan decir nada, que terminan exhibiendo su miseria -eufemismo aparte- sin quererlo. A veces se ponen serios y se vuelven locos o se matan, a veces están muertos y siguen publicando hasta el final de sus días. También hay intelectuales, muy valorados todos ellos, que alcanzan un lugar privilegiado, con una superioridad moral a prueba de mordazas, que les permite conseguir un puesto público o una subvención para que su silencio de frutos podridos. Dostoievsky, ludópata desesperado, era la contraparte de Tolstoi, escritor del imperio ruso, y ambos se admiraban y murieron sin conocerse: Como la riqueza y la miseria, que se admiran siempre de lejos, incapaces de reconocer que en esa lejanía se basa su admiración y que de conocerse más descubrirían tener tanto en común como para odiarse. Con la distancia ambos ganan.

Viviendo en la misma casa dos hermanos no reciben la misma cantidad de palos, por más que los padres se esmeren. Es el cumpleaños de una niña del edificio. La noche anterior la escuché llorar. El día que se declaró la cuarentena su padre le dijo que no esperara mucho de su fiesta. Y cumplió, le hizo un keke de chocolate tan duro que tuvieron que remojarlo cinco minutos antes de poder morderlo. Su mejor amiga vino con sus padres, caminando a unos metros de separación. Todos llegaron con sus mascarillas y les invitaron helado y algo de beber para disculpar el keke. No sabían muy bien cómo saludarse y trajeron una muñeca de regalo. Los niños no dudaron en abrazarse, jugar y pelear y amistarse. Sus padres no alcanzaron a comprarle su regalo. Los invitados creían que estaba bien el rigor impuesto a la cuarentena. Los padres de la niña que cumplió años eran todo inseguridad y dudas. Solo los gamers, los reyes del streaming o los influercers no diferencian la vida sin cuarentena, llevan años en su burbuja y solo la muerte podrá liberarlos. No se puede ganar siempre.

En las últimas dos semanas se han muerto tres ancianos alrededor de mi cuadra. Los niños jugaban mientras sus padres tenían las típicas conversaciones de parejas: Desde que estoy en casa gastamos treinta soles diarios y yo le daba cincuenta. Los hombres son unos inútiles, no encuentran ni sus calzoncillos. No saben cocinar ni limpiar. Mi papá no juega conmigo. Mi papá pelea todo el día con mi mamá, nunca ha estado tanto tiempo en casa, ese ha sido el secreto de treinta años de matrimonio. Cantaron “feliz cumpleaños” y se despidieron sin tener ni la más remota idea del futuro. Después vino la cena, a cepillarse los dientes, ponerse el pijama y pipí para no mojar la cama. Tratando de conciliar el sueño, recordé despertar en mitad de la noche y encontrar a mis padres jugando cachascán. Mi mamá pegó un salto felino y se metió debajo de las sábanas. Mi papá se sentó en cuclillas. ¿Qué hacen? Un zancudo me había despertado y no me dejaba dormir. Mi papá se puso a buscar el zancudo como loco. Todo lo que uno hace cuando es pequeño y tiene miedo a morir en la oscuridad. A veces el más débil también gana.


MARTA ELSA

Solo quería ganar, un boleto de lotería , para poder viajar al otro lado del mundo donde estaba mi gran amor de adolecentes.
Ese amor que me prometió volvería por mi ,que prometió una vida llena de amor , de viajes juntos pero que solo el ganaría, por qué solo el sabía que no volvería y yo perdería por qué ahora se que no volvería.


CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

Hay quién nace martillo y quién clavo. A ciencia cierta no se sabe muy bien el porqué de que a uno le adjunten una de estas dos cualidades, o peor, vengan impuestas por algún gen con mala baba. En la algarabía que invadió la casa el día de su nacimiento su abuela sentenció, sabido es del poder profetizante y en ocasiones certero de las abuelas: «Será rey». Entendido es que no por linaje ni herencia, sino por la suerte que la grandmother asignaba desde un criterio cuando menos dudoso.
A los llantos que amenizaban la casa, siguieron las carreras y ruidos encaminando a aquel ser hacia la adultez. Y sí, acertó la abuela: fue el rey del ego. Soberbia aplicada por los círculos donde desparramaba a través de una sonrisa bobalicona todo su cinismo.
Altivo y endiosado era el soberano de la arrogancia. Acumulaba todos los adjetivos, sinónimos y derivados de la inmodestia. Con todas estas «cualidades», imprescindibles para conseguir el fin propuesto, logró meter la cabeza en el grupúsculo endiosado que desde la sombra manejaba opacos hilos de los que pendían la vida de todo un territorio. Fotos, entrevistas, publicidad –encubierta- y por obra de aquel arsenal, consiguió subir al pedestal de horror y fama que tanto había ansiado. Desde su tribuna la arenga era siempre: «Ganar». Ganar a cualquier precio sin escatimar recursos, alejados eso sí, de todo lo que implicara ética, moral… Para ganar en ese campo era necesaria la falta absoluta de escrúpulos. Un campo abonado de mentes reaccionarias donde el resto del mundo importa tanto como una hormiga que pisas sin parar a mirar.
Sin prisa, pero sin pausa. A la carrera, como un potro desbocado, ansioso. No solo era llegar a la meta; necesitaba ver a sus competidores a ras de suelo. No soportaba perder. Habría de ganar siempre, fuera lo más fútil que se presentara en el camino. Hecho de piedra y plomo; lo primero por la frialdad con que actuaba en toda ocasión. Lo segundo porque podía caer con la energía y velocidad de este metal sobre lo que se interpusiera para frenar su ambición.
De enemigos conocidos que nunca se atrevieron a enfrentarle solo. En ocasiones de forma sibilina lanzaban sus ataques por la espalda. Él tan seguro siempre, encajaba el golpe con un destello de sonrisa; en la mueca implícito, iba una suerte de venganza inesperada y fulminante: «He ganado», repetía un eco interior en la quimera del sueño.
La zíngara miró su mano repasó una y otra vez con cara de pocos amigos las líneas de su bien cuidada palma.
—Ganarás el día que aprendas a perder. –Dijo.
Incapaz de asumir siquiera la derrota en las palabras salió como alma que empujan cien diablos.
Nota de prensa:
«La noche pasada fue hallado sin vida el cuerpo de «fulanito de tal» en las aguas del río. A la espera de los resultados de la autopsia la policía especula con la posibilidad de»…

ALBERTO LÓPEZ MEGÍAS

Vivir que sin sentir oscuro , un arte obsceno , es el tango y su salsa es la muerte , su cómplice de delito , ganas la guerra pero pierdes un amigo , ganar a bases de lloros y falsos bulos , insulsa victoria pero claro ganar es lo mismo que las ventas de Tusa , que loca vida tan sosa , sin color salvo el rosa de esa mariposa , que vuela para transmitir una paz que nunca logre ganar , pero para ganar hay que acertar , fallar y borrar ideales más credenciales de comisión un pulmón, un corazón o una razón de ser o tener armas y mi alma dura , el amor ya no es cura , la vida pura no ganas vidas solo las pierdes .


FREDA JARRY

El apuro hizo que me lleve puesta todas las palabras que tenía guardadas para este momento, el apuro y la prisa que siempre tienen un plan no planeado para mí. La gestión de mi tiempo y ese maldito conejo blanco que me anuncia que es tarde para todo y temprano para nada. Y yo sigo en el intento de que las horas chorreen eternas como en un cuadro de Dalí pero tristemente no funciona así en este plano. Me canso, me agobio y al final solo me duermo entre relojes y médanos de arena. Si ya lo sé, siempre pierdo el tiempo intentándolo ganar.


LOLY MORENO BARNES

Estaba la vida reflexionando sobre sus valores y riquezas.
Pensando en cuanto tiempo había invertido a lo largo de los siglos en dar y cuantos beneficios había recibido a cambio.
La verdad es que siempre fue generosa y no midió las consecuencias de malos negocios donde las rentas habían sido bajas y los costes elevados.
Las guerras y las enfermedades habían mermado sus finanzas y una mala administración había hecho mella en la pobreza y avaricia en los poderosos.
La vida estaba triste. Tanto dar a manos llenas, siempre alegre y optimista no pensó en algún plan a seguir como previsión y siempre se dejó aconsejar solo por el destino siguiendo sus pasos …
Decidió reorganizarse y juntar a sus accionistas para hacer balance.
Por tal motivo citó al mismo tiempo en asamblea extraordinaria al pasado, al presente y el futuro como asesores.
Fue difícil convocarlos porque estaban en diferentes planos temporales y las agujas de los relojes se volvieron locas ese día.
Interrogó primero al pasado, que replicaba insistentemente que no podía rendir cuentas por mala memoria y que en muchas oportunidades se le había pasado el tren, se excusó en no haber contabilizado sus riquezas porque lo dominaba el olvido.
Triste la vida pensó: “con el pasado ya no puedo contar “y decidió preguntar al futuro.
Este que estaba en la luna de valencia, soñando con amores imposibles aludió que no podía dar garantías sobre ningún buen proyecto que tuviese en mente, puesto que siempre estaba en las nubes y a veces sus cálculos se convertían en humo.
Todo era una lotería, sin saber el resultado y no se podía confiar en contar cómo riqueza lo que solo estaba en los sueños y las esperanzas.
Entonces la vida se sintió desfallecer, no podía apoyarse en el pasado y tampoco en el futuro.
Miró el reloj del tiempo y comprobó con extrañeza que sus agujas no se movían, como si el mundo se hubiese detenido para ella y vio al humilde presente tendiéndole la mano e invitándola hacia una puerta.
Tras cruzarla vio brillar todas sus riquezas en plenitud.
La vida comprendió que el presente es nuestro más eficiente administrador del valioso tesoro y solo vivir en él nos permite GANAR.


RUIZ MANUEL

Este aumento de actividad en la orilla es propicio para ganar la presa deseada. El cocodrilo impasible y camuflado, calcula como ganará la batalla. En el otro lado, dos jabalíes barbudos se acercan a la orilla para saciar la sed. Muy cerca de ellos, bajan dos monos y su cachorro en busca del agua. El lagarto observando su alimento a escasa distancia, comienza un descenso sigiloso, sin alterar el agua y sin provocar una onda que estropee sus planes de ataque.
– Quién ganará?
1). El cocodrilo su tan esperado manjar.
2). Los monos conseguirán que su retoño beba por primera vez agua.
3). La pareja de jabalíes barbudos sedientos.
Continuará…


MONTSE SANTAMARÍA

La vida está llena de ganadores y perdedores, pero no siempre son lo que creen ser.

Se habían casado en el verano de 1948, sin un duro en el bolsillo, pero no por ello faltos de ilusiones. José trabajaba de sol a sol, y Fernanda, como solía pasar en aquella época, se dedicaba a las labores de su casa. No tardaron en tener a su primera hija, y a los dos años nació un pequeño que sería el que les daría vidilla, por decir algo, a ese matrimonio tan falto de … todo.

Sus hijos llevarían nombres con porte, como decía Fernanda, no tendrían dinero, pero a sus retoños no les faltaría de nada, y menos un nombre elegante, a ella le pusieron Mellisa y a él, Máximo. Bueno, para ella eso era porte, para otros simplemente nombres. Melisa era callada y algo simplona. Máximo, ya no sé si sería por su nombre, que al final algo tuvo que ver, pero siempre fue el responsable de las discusiones que se formaban en aquel humilde hogar.

– Ya te he dicho muchas veces que no puedes seguir siendo un tuercebotas – le decía José indignado al ver a su hijo tirado en el sofá.

– Tu padre tiene razón, si yo tuviera todo lo que tú tienes, me habría convertido en una Greta Garbo.

– ¿Y quién demonios es esa? – contestó Máximo extrañado.

– Pues una de las artistas más importantes – contestó Fernanda.

– ¡Va! A esa solo la conoces tú, mamá espabila, que el mundo sigue girando.

– Qué sabrás de la vida, como sigas así, vas a terminar como tu padre.

– ¿Como yo? Ya estamos, mira que te gusta tirar pullicas. ¿Es que te falta algo?

– Si solo fuera algo – contestó cerrando los ojos al tiempo que movía la cabeza.

– No será porque no trabajo – José ya empezaba a calentarse.

– Claro que trabajas, pero es como dice el dicho, no por madrugar amanece más temprano.

– Como me lías, Fernanda, y ahora qué tendrá que ver el sol con esta familia.

– Y digo yo – interrumpió Máximo – ¿y si os vais a la cocina a discutir? Es que están echando en televisión un programa que me gusta.

Se miraron José y Fernanda, como si aquello no fuera con ellos, habían empezado a discutir una vez más por culpa de su hijo, y ahora eran ellos los que estaban a punto de pillar una bronca que les llevaría horas, sino días, en recuperar la normalidad. Y allí estaba el niño, tirado en el sofá sin pegar bola.

Nadie se daba cuenta de algo evidente. Gracias al esfuerzo de Fernanda y José eran unos ganadores, sí, vivían o sobrevivían con un solo sueldo, pero habían logrado formar una familia, pagar la casa donde vivían y, como decía mi padre, no les faltó nunca un plato en la mesa para comer. No olvidemos que fueron años difíciles dónde el hombre mandaba y la mujer callaba, y aun así, ¿cuántas mujeres lo han dado todo por su familia? En silencio se convertían en administradoras de aquellos pequeños sueldos y a la vez eran el apoyo de sus hijos. Para mí, eran ya unos ganadores, que luchaban día tras día, para que sus hijos llegaran a ser lo que ellos hubieran querido ser.


ZUMACHI T-POCHTLI

Vencido.

Hubo cierta ocasión en que anhelé obtener el favor de una dama, mi ambición fue grotesca tanto por lo ridículo como por lo atroz. Recargado en el escusado, regurgitando licor, aún sentía el cabello de Malina entre mis dedos como un chorro de agua. Horas antes había comenzado a beber en una taberna con el gordo Juan. – Ella no se ve feliz – me dijo, – cómo vas a saberlo mirando una fotografía, gordo Juan – le respondí. Pero pueden reírse de mí ya que sus palabras, aunque tontas me las creí. – Espera que haces- dijo el gordo, tratando de recuperar su celular, – voy a marcar.

Malina me habla bloqueado con el pretexto de que le hacía daño, – ¿Malo yo?, dices – le respondí, pero su voz era quebradiza, – mira Joaquín, fue bueno el principio pero es mejor dejarlo así–, entonces, la miré y le planté un beso, – esas cosas pasan Malina, pero depende los dos que ésta vez sea diferente-, ella me miró con los ojos cristalizándose – ves, por eso no puedo con esto, eres demasiado lindo-, – supongo que lo soy- , le respondí , la llevé hasta la puerta de su casa, ella miró hacía ambos lados de la calle como si fuera a cruzar , me dejó pasar y cerró la puerta. Esa fue la útima vez que nos vimos.

El gordo Juan me miraba con sus manos nerviosas y sudadas, esperando arrebatarme el celular. Marqué el número y contestó un varón, no recuerdo que dijo pero colgué de inmediato – qué pasó – preguntó Juan, – nada, que me largo, pide la cuenta- y puse el dispositivo en sus manos – resulta que al final si es feliz-. Nos fuimos del bar y de alguna forma terminé abrazado al inodoro, ya saben, ella me había mentido y yo me sentía una mierda. Estaba con su esposo mientras yo expelía lagrimas como una niña, me dí dos bofetadas y terminé de vomitar mis sentimientos mezclados con otra porquería de color ocre. – Vas a levantarte y escribir – dije. Vaya a saber Dios como se mira un hombre hablando con su sanitario, – sí, voy a escribir, una historia donde el perdedor gana amor propio, mientras que el ganador pierde dignidad al quedarse con una infiel.


CRISTINA BARCO

Hubo quien nació con la estrella brillante de la buena suerte, a quien todas las cosas le salían bien y jamás tenía problemas de los que preocuparse.

A los ojos de todos, no había nadie que tuviera una gracia mayor, casi como si las tres hadas le hubieran concedido el mismo deseo, al momento de nacer.

Pero quien, si no alguien que ha vivido todas las dificultades, sabe apreciar mejor los dulces momentos de una paz pasajera, un bienestar momentáneo, una felicidad efímera?

La buena suerte es una bendición o una maldición, según como se mire.

Pues aquel que no ha tenido sino buena suerte y ha ganado todas las partidas, no sabrá nunca si tiene el valor de arrancarle un momento a la desesperanza.


ARIEL PACTON

Con cara redonda

de luna bien llena

recuesta su cuerpo

en un tiempo de espera.

¡Ganar nos pone bien!

Busco en su mirada

ávida en palabras

sencillas respuestas.

¡Perder nos pone mal!

Me paro a su lado

su boca está abierta

sus labios carnosos

lo importante dicen,

¡es siempre arriesgar!


GASTÓN MOMEÑO

LA ÚLTIMA CARTA DE VINCENT A THEO VAN GOGH

Querido Theo:

Me llena de Plena alegría el nacimiento de tu hijo Vincent y me honra que lleve mi nombre. No tengo dudas que serás un gran padre como fuiste un gran hermano. Anhelo que Vincent no se parezca nada a su tío; fracasado, desdichado, desafortunado en todas las formas de amor y un loco sin remedio. Espero que sea un hombre honrado y ganador, como lo es su padre.

Theo, me disculpo por no viajar a París a conocerlo como te prometí. No tengo tiempo para viajar. Mi tiempo en este mundo durará el tiempo que me emplee en terminar esta carta. Me harte de mi mismo. Me harte de ser este pésimo artista. Una sombra de lo que soñé ser. No puedo seguir faltándole el respeto de esta manera al arte y escupirle en la cara con cada obra que termino. Ya no soy digno siquiera de levantar un pincel. Quise ser talentoso como Monet y Degas e inmortal como Leonardo da Vinci; pero ahora sé, que mis obras sin valor alguno, jamás serán apreciadas. Nadie jamás sabrá que existió un tal Vincent van Gogh. Esta horrible persona y fracasado artista se despide para siempre. No tengo dudas que el mundo será un mejor lugar cuando me vaya como tampoco dudo que hoy el arte se vestirá de fiesta.

Adiós Theo. Adiós mi amado hermano. En breve sabré lo que es ganar.


YENNY LI

¡No me lo van a creer! Yo, la misma que viste y calza, despuntando por la mismísima alfombra roja y desfilando entre las más ilustres estrellas de la industria cinematográfica. Había esperado toda mi vida por este momento y ya tenía planificado cómo sacarle el mejor provecho y no desperdiciar ni un segundo de ese día, ni de esa única oportunidad.

Saludando a todos por la alfombra, comencé, con mucha clase y estilo, ya había ensayado para esto, caminando erguida y mostrándome bien tiesa, o erguida, para que suene elegante. De repente paro y doy un pequeño giro, con arrogancia, para mostrar a las cámaras mi despejada nuca que se unía con el pronunciado escote de la espalda de mi vestido desembocando en una larga cola de casi dos metros y que se arrastraba a medida que yo caminaba dando pasos firmes, como modelo de Victoria Secret, pero vestida, y por la mismísima soñada alfombra roja. El vestido, de más esta decir que era de la más alta costura y de carísimo diseñador, me lo había confeccionado justo para estas premiaciones.

Una vez crucé la larga alfombra y siguiendo los protocolos, me guiaron hacia el salón, fue lo nunca visto, todo un inmenso teatro lleno de luces y asientos tapizados en terciopelo rojo, todo calculado hasta el último detalle. Estaba repleto de gente, el glamour era quien dominada en la sala. Me dirigí a mi asiento. ¡Uy! No lo podía creer, me asignaron en primerísima fila, como cuando eres la invitada de honor y ahí mismo y sin más ni más, hubo una voz interior que me decía que ya era ganadora, por lo de estar en primera fila, claro. ¡Madre mía! No cabía de la emoción, pues sí, que sí, los sueños se hacen realidad y lo estaba viviendo en carne propia.

De repente, se apagan todas las luces, se hace silencio en la sala, sube una música y se abren las cortinas alumbrando el mismo centro del escenario en donde aparecen dos conocidísimos presentadores, uno de ellos me ve y automáticamente me guiña un ojo, me quedé de piedra, otra señal más, lo veía venir. Acto seguido, se inunda el teatro de fuertes aplausos y más luces, y los diamantes que brillaban desde la audiencia encandilaban a uno de los presentadores, justo al mismo que me guiñó el ojo.

Todos, ahí esperando el gran momento, y yo practicando en silencio mi discurso, lo recitaba una y mil veces en mi mente para no fallar. No escuchaba ni veía nada de lo que estaba pasando, hasta que al fin comenzaron a anunciar a los nominados, llegado el momento comienzan a mencionar nombres y entre ellos, pues claro, el mío, ya con eso fue más que suficiente para que yo adoptara la postura de sentada en la punta del asiento, despegada del espaldar y lista para subir cuando me llamaran y, en efecto escuché: “¡Y la gran ganadora es: Estrella Penélope de la Cruz ! ” ¡Casi me desmayo! Salí de un soplido y si pisar casi los escalones caí de pie en el escenario. Bien elegante recogí mi estatuilla, di las gracias y me dirigí al micrófono para decir las palabras correspondientes, nada de qué preocuparme, ya todo estaba bajo control.Y comencé así: “Desde muy niña, siempre había soñado con este momento, ganar un Oscar y ese momento ha llegado gracias por esos aplausos y por su pasión, solo puedo decir que”, y mirando la estatuilla preciada decía, “te quiero Oscar, te amo Oscar, eres mi adoración, gracias, ahora que te veo de cerca, puedo ver lo guapo que eres Oscar.” De repente siento a alguien que me está moviendo, como sacudiéndome, mientras me decía : “Despierta, despierta, menuda pesadilla.Te pido una explicación ahora mismo, ¿quién es ese Oscar?” Era mi marido que en medio de la noche parecía muy enfadado conmigo.Yo no podía pronunciar palabra.Con un ojo medio abierto y el otro aún en los brazos de Morfeo, trataba de comprender lo que pasaba. Hasta que caí. Vaya sueño, en vez de ganar un Oscar, gané un tremendo pleito con mi marido, bueno ya después les contaré cómo sobreviví.Ya eso es parte de otro relato.


AGUSTINA BOUCHERIE

Me siento afortunada, tengo todo. Una familia compuesta por dos hijos varones y mi marido, una casa acogedora frente al mar, un empleo que disfruto hacer y por, sobre todo, nos abunda la salud y el amor.
En otras etapas de mi vida creía que la felicidad era la abundancia del éxito, sacarme las mejores notas en la escuela y/o facultad, tener un trabajo que me diese mucho dinero y poder llenarme de lujos, ganarme medallas que hagan que me destaque en algo, tener el novio más lindo, la ropa más cara y la casa más grande.
En ese entonces, yo creía que todo eso era felicidad, que todo eso llenaba esos agujeros de dolor que tenía dentro mío, esa escondida sensación de que necesitaba amor puro y real. Lo conseguí todo, lo tenía todo, menos felicidad. Estaba sola entre medio de un mar de cosas cosas lujosas, dinero y glamur, pero sola, triste. Nada era lo suficientemente caro como para ocupar el lugar de felicidad y plenitud que faltaba en mí.
Hoy eso cambió, no tendré ni la casa más grande ni la ropa más cara, pero tengo una familia que su amor sobre pasa cualquiera de esas cosas materiales, me siento acompañada y llena. Hoy sí puedo decir que lo tengo todo, que yo ya gané.

ALBERTINA GALIANO

Se levantó, una mañana más. Esa noche había vuelto a soñar con su infancia, no tan lejana.

Se arregló, como de costumbre, poniendo orden en su exterior. Por dentro el desorden de siempre.Quién podría sentirse en equilibrio en una situación parecida…

El autobús. El miedo que acompaña… ¿Tardará en llegar? Y cuántas máscaras, cuántos gérmenes traerá.

Los pasajeros son enemigos de los que huir. Mejor evitar…

Alguien tose…

Y ella atenta al móvil.

Cansada. Sola. Añorando sonrisas y caricias entre las oscuras zarpas del apocalipsis.

Llegada al lugar de trabajo. Intercambia los saludos habituales. Otras caras cansadas como la suya.

Comienza la tarea, intuyendo el agotamiento acostumbrado. ¡Cuánto aún hasta el final!.

Tras la primera puerta alguien la recibe como si el día acabara de comenzar, y el sol hubiera inundado la estancia entera.

-Me traes vida, y prolongas la mía.

Se agacha, se acerca, se acelera. Una rodilla que cruje más de la cuenta. Un ligero dolor de cabeza. Un flequillo demasiado largo que molesta. Un segundo plano de lo que antes era la esencia.

Entrelazan manos enguantadas, miradas empañadas, sonrisas enfundadas. Entrelazan esperanzas, que anidan en el corazón como pepitas mágicas. Son cómplices de esa magia…

Por la noche, ya en la cama, pensará con dulzura en esa, y en todas las puertas que en su dura jornada, no diferente de otras, le tocó traspasar.

Ella no lo sabe, pero ese es, sin duda, el verdadero sabor de la victoria. El de las manos tendidas, y las palabras sentidas. De las heridas atendidas y las lágrimas contenidas.

El verdadero sabor de la vida.


JARILLO MORILLO MACARENA

He recibido el libro de la editorial y me siento ilusionada, ganadora y me hace pensar…
que yo decia:
¡yo nunca he ganado nada,! ¡yo no gano nada.! ..
Y ahora me siento ganadora por todo, agradecida y ganadora por todo lo que siento, por todo lo que vivo, por las pequeñas cosas, que hacen grandes las vivencias.
Por lo material, por lo inmaterial,
Por la gente que tengo a mi lado,
Por los recuerdos,
Por lo grande, por lo pequeño.
Por todo y por cada instante que
vivo, me sirnto ganadora, afortunada, agradecida….
Gracias cris por ese libro,
Gracuas tod@s por escribirlo,
Es un regalo.
Gravias, gracias, gracias….
SOY GANADORA.

OMAR ALBOR

Tengo 15 minutos
Y yo te relato
mi semana Si
Lunes viendo
la mañana despertar.
Martes que ves
en tú ventana
si la gente te ve mirar.
Miércoles la suerte
está echada
y al mediodía
tomamos unas cervezas
y en la siesta sos porno.
Jueves te levantas
tenés ansiedad
porque el día pinta
muy largo y al final
tipo 19 hrs sentís
que alguien te llama
para amar.
Viernes buen día
que buen ultimo día
elegí para desear,
ser un gran inventor
de lo que nunca
fui.
Hoy te escribo
desde acá!!!!
Ya es sábado
y nos preparamos
para salir a ganar.
Si, a la calle.
Sin número.
Sin saber dónde ir,
llegar al lugar donde
explota todo.
Y es de noche
y el domingo se cruza,
Y yo de vuelta a casa
a ser quien nunca
quise ser, amante por una noche.
Y sentirme asi.
Que solo sentí, venir el viento
de la calle, y baje el vidrio
me golpeó y volvió a salir
de mi auto.
Y estaba en la puerta de casa,
y volví a ser quien nunca fui.

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25 comentarios en «Ganar – Miniconcurso de relatos»

  1. Ufff
    ¡Que difícil es votar entre tantos bellos escritos!
    Me decanto por repartir mi voto entre:
    Juan Felipe Navea y
    Mary Cruz Esteban

    Responder

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