Bodas – Miniconcurso de relatos Cuatro Hojas

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema “bodas”. Estos son los relatos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves día 13! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en medios o cuartos).

EUGENIA MARU

Bodas

Nos casamos felices. Las dos familias estaban de acuerdo…
Nuestro amor eterno duró tres días.


ANITA CABRITA

Con horror, descubrí una invitación de boda en mi destartalado buzón. Y digo horror porque todos mis amigos ya se han casado y tienen churumbeles, algunos hasta dos.

Procuro no asistir nunca ya que suelo acabar borracha perdida y por los suelos, entre los arriates, donde han llegado a descubrirme sobada y despatarrada a horas intempestivas.

Ahogo mis penas porque mi deseo secreto sería casarme con toda la parafernalia, pero lo más cerca que he estado fue cuando mi amigo, el Manolo, me dijo una noche entre cubatas que si llegaba a la cincuentena y ambos estábamos solteros, nos casaríamos para no estar solos cuando nos acechara la senectud decrépita. Me sentí halagada. Así que podréis imaginar las cotas que alcanza mi falta de dignidad y desesperación.

Decidí embutirme en un vestido tipo bola de discoteca y en el bodorrio de mi amiga me presenté sola y siendo consciente de cómo acabaría el convite.

Voy directa al lío. En la mesa de los solteros talluditos estaba el Manolo, ya medio cocido. Conversando con mi escote, yo le reía las gracias y una cosa llevó a la otra. Acabamos fornicando entre setos, mi vestido de discoteca rasgado. Después de la fogosa experiencia, me dejó su chaqueta y nos largamos en taxi a su casa.

Allí amanecimos y allí vivo ahora. Con mi Manolo. Porque nunca sabes dónde puedes encontrar el amor. Eso sí, no hemos vuelto a ninguna boda. Preferimos un buen concierto de rock y ser los protagonistas de todos nuestros días y de todas nuestras noches. Yeah.


SAM AGUILAR

–¿Está listo todo el material? –

– Si, señor –

– Entonces quiero que todos se preparen, actuaremos lo más rápido posible – señalé frente a mi, a la enorme estructura que se alzaba sobre la cima de la colina – ¡a sus puestos! –

El equipo entró en marcha, todos ellos buenos hombres, dedicados a proteger el bien del país.

Hoy era un día en que si no intervenimos, el mundo podría llegar a su fin; Azcael se puso a mi lado, su comunicador en la oreja, listo para dar la señal de salida.

A mi señal dos de ellos, Asquek y Aquiak avanzaron por el lado izquierdo, subimos de manera veloz la falda de la cima, la colina no era muy empinada pero teníamos que mantener la cobertura.

–Alpha a beta, colocate en el nido, cambio –

Azcael avanzó y abrió la ventana que se encontraba a un costado, se supone que da a la habitación de nuestro objetivo.

– Alpha, se aproximan coyotes –

– ¿marrones o rojos? –

– marrones, señor – la familia del objetivo.

–¡mierda! – mascullé, miré a mi alrededor, estaba cubierto por arbustos de modo que no podían verme desde el estacionamiento de la capilla – no hay tiempo que perder – solté el aire en un resoplido, coloqué mi dedo en el intercomunicador – Beta, ejecuta la operación, es hora de capturar al objetivo –

–si, señor, veo el objetivo –

– Asquek, entra y ayuda a beta, Aquiak, que nadie nos vea –

–si, señor –

Los binoculares servían para vigilar al águila y a su pichón que seguían dentro del nido.

– ¿Alpha, el pichón sigue en el nido? – la voz nerviosa de Aquiak se escuchó a través del intercomunicador.

– concentrese en la misión soldado –

Volví a mirar a través de los binoculares.

–señor, es que… No quiero enfrentar la ira del águila ni del pichón si se llegan a enterar de esto… Señor… –

–Aquiak, tu madre no se va a enterar de nada, y tu hermana tampoco, así que concentrate –

En ese momento se escucharon una exclamación de sorpresa a través del comunicador junto con un poco de forcejeo.

– objetivo capturado, señor –

– Aquiak, deja de quejarte, hermano – Asquek salió por la ventana primero mientras ayudaba a Azcael a sacar al objetivo del edificio.

El resto fue sencillo, logramos meterlo a forcejeos al maletero del coche y arrancamos pirando de allí; llegamos al hotel más cercano y después de hacer unos pequeños sobornos, pudimos llevar al objetivo de todo este plan a una de las habitaciones.

–atalo a la silla, hijo –

Le dí a Azcael unos metros de soga mientras sacaba de una de las bolsas un rollo de cinta.

–Asquek, quitale la venda de los ojos –

A los pocos minutos, el que en menos de tres horas se convertiría en mi nuevo yerno estaba atado de pies y manos en una silla con la boca cubierta de cinta, mirándonos a mis hijos y a mi como si nos hubiéramos vuelto locos.

Tal vez si estabamos locos.

– hola, cuñadito – Se burló Azcael – teníamos que darte la bienvenida a la familia Benedetti de una forma especial – sonríe con esa típica pose de chulo.

Ruedo mis ojos, mis hijos cada vez se parecen más a mi, según mi mujer.

– descuida, Maxcense, no vamos a hacerte daño… –

– aún… – sonríe Asquek.

Lo miro con cara de reproche, él se encoje de hombros.

– como decía, no vamos a hacerte daño… – sonrío con maldad, sé que mis hijos también hacen lo mismo por la cara de pánico que está poniendo Max – al menos no, si no lastimas a Akairi –

Voy dando vueltas alrededor de la silla de Max, viendo en sus ojos el terror y desconcierto que toda esta situación le causa, sé que ahora le intimidados, y espero que siempre siga así.

–Veras, Max, yo amo a mis hijos – digo mientras señalo a Azcael –cuando nació Azcael fui el hombre más feliz del mundo –continuo caminando, esta vez señalo a Asquek y a Aquiak – y mi felicidad se multiplicó por dos cuando nacieron mis gemelos – me detengo frente a él – y la felicidad de nosotros, como los hombres de la familia, fue cuando nació Akairi, así que esto es sencillo – me paro lo más recto que puedo y le hago una señal a mis hijos para que se acerquen aun más, lo bueno de la genética Benedetti es que somos altos, muy bueno para intimidar – Haz infeliz a mi hija, y te verás con los hombres de esta familia, ¿te quedó claro? –

mi rostro está tan cerca del pobre muchacho que incluso puedo ver las gotas de sudor caer de su frente.

Él asiente varias veces con sus cabeza, dado que no puede hablar porque está amordazado.

– ¡así se habla, papá! – Asquek me da una palmada en la espalda y luego sonríe radiante, marcando así unos profundos hoyuelos.

– ¿Están seguros que…? – Aquiak no logra terminar su pregunta porque mi celular empieza a sonar insistentemente.

Con un bufido lo saco de mi chaqueta y miro a la pantalla, un nudo se hace en mi garganta, y como si supieran el motivo de mi palidez, los rostros de todos los hombres Benedetti palidecen al mismo tiempo.

– ya nos llevó la fregada… – susurra Azcael.

–¿bueno? – contesto dudoso.

– Adael Benedetti, más te vale que me digas donde está el novio, ¡no falta mucho para la boda! – Eso ultimo lo grita mi esposa por lo que hago una mueca mientras aparto el teléfono de mi oreja

– está bien, cariño, ya vamos para allá… –

–pues más te vale que lleguen en menos de una hora, ¡porque todavía tiene que alistarse! – otra mueca – ¿y donde están los gemelos? ¿Azcael? ¡Se suponen que tienen que estar ya arreglados! Si Akairi se llega a enterar… –

–no se va a enterar, amor, ya vamos para allá, te amo – y antes de que responda cuelgo. Espero no me mate por esto.

Miro a mi alrededor, los chicos permanecen en silencio mientras el rostro confundido de Max no deja de observar nuestros movimientos, me acerco a él.

– bien, Max, eso es todo, ni una palabra de esto a mi hija, ¿entendido? – lo señalo, él asiente.

– ¿ya nos vamos? – pregunta Aquiak

– si, ya veremos si funcionó nuestra amenaza… – digo mirando de una manera inquisitiva a Max –

– además, – añade Azcael – sabemos enterrar cadáveres… –

Sonrió, los únicos cadáveres que han enterrado mis hijos son los de sus mascotas muertas a lo largo de sus vidas, pero eso no tiene porqué saberlo Max.

Entre Aquiak y Azcael lo desatan y lo volvemos a meter en el maletero, no sin un poco de resistencia de Max, pero que al final Asquek terminó obligándolo.

Si mi hija Akairi se llegara a enterar de la manera en como estamos tratando a su futuro esposo, capaz no no los perdonaría… O tal vez solo se le pasaría en unos meses.

Para cuando llegamos y dejamos libre a Max, no sin antes amenazarlo con no decir nada, y unos cuantos regañones por parte de mi mujer, me doy a la tarea de entregar en el altar a mi niña, el fruto del amor de mi vida, y del que tanto he cuidado y visto crecer, para cuando ella y Max dicen el acepto, mis hijos y yo nos resignamos solo a recordar todos esos momentos en los que correteabamos con una pequeña niña rubia que le gustaba vestirnos de princesa y lloraba cuando no la concentiamos.

Esa niña ya es toda una mujer y nosotros seguiremos estando para ella.

Sé que no perdí a mi princesa, no perdí una hija, gané otro hijo, aunque esté bajo amenaza, sé que también lo quiero porque ya es parte de esta familia, y sé que mis hijos también piensan igual.

Hoy los Benedetti estamos de fiesta, mi hija se ha casado y esta boda apenas está empezando.

Fin.


DANI IBÁÑEZ CALDERÓN

Un clásico vestido blanco, que refleja la pureza de la novia, rostro iluminado, mas que por el maquillaje, iluminado por aquella realidad que hace algunos meses solo existía en papel, en ideas dificiles de tomar.

La novia, se podría decir que todos en una boda solo ven a la novia, ella y su vestuario, su mirada, su felicidad, pero ella, a la que todos ven, a la que todos quieren retratar para un recuerdo en el futuro, ella, la novia, nisiquiera piensa en ella misma, su unico fin en esta ceremonia, es ingresar sola al altar, para regresar no en frente, ni detrás, sino al lado de su esposo, el hombre con quien ha decidido ser ella misma.

El novio, los hombres afortunadamente para las mujeres, suelen ser un poco básicos con sus elecciones, un traje negro, un buen peinado, zapatos relucientes y esperar que llegue la novia, por esta razón es muy facil identificar cuando algo en realidad les emociona por sorpresa y verlo es un hermoso.

La verdad me encanta frecuentar las bodas, y mas que por el evento como tal, es por que adoro la idea de ver como se transforma el rostro del novio al ver por primera vez a la que será su esposa hasta que la muerte los separe, ese minúsculo momento, ese solo hecho, es la representación de una gran elección «te escojo a ti para construir juntos nuestra historia»


LICONA ARLEDYS

Bueno en lo particular yo he podido asistir a tres bodas:
A la de mis abuelos, que celebraban sus 50años de casados donde ellos reafirman que valía la pena luchar día tras día con la persona a quien amas, no importando todos sus percances, todas sus subidas y bajadas; donde el respeto, la tolerancia y en especial el amor hacían de éste un lindo hogar donde los dos se reafirmaban que se elegirían mutuamente.
El de mi prima que siempre soñó casarse como una princesa de un cuento de hadas, con un carruaje donde sus miedos se apoderaban de ella haciendo sentir y vibrar sus emociones a tal punto de temblarle las manos y salírsele las lágrimas al entrar al altar.
El de mi hermana; que para ella no era un cuento de hadas pero sí lo que ella soñaba, pero con esa incertidumbre de qué podría pasar después de responder ¡sí acepto!, y de entregar sus votos sus emociones eran tan profundas y reservadas que al momento que le preguntaron ¿Aceptas?, se quedó en un profundo silencio que su mente quedó nula, a tal punto que las personas pensaron qué se había arrepentido pero no era eso, era solo las emociones qué la dominaban. Pero al final dijo ¡Sí! y sucedieron risas y emociones entre los asistentes.
El caso es que todos estos matrimonios fueron por voluntad propia, por mutuo acuerdo, porque no existía nadie quien lo interviniera.
¿Pero qué pasa cuando tu matrimonio a veces no es lo que esperas por qué sinceramente es arreglado por cualquier índole, objeto o gracia?, ¿o creencias qué repercuten sobre esa decisión, a tal punto de haber un pago de por medio?
Todo sucedió para la década de los 80, donde nuestra cultura estaba más enraizada que actualmente, en esa época de la Marimba y la buena cosecha que existía en el municipio de Manaure (la Guajira), llegó un hombre alto, delgado, moreno y de labios gruesos, a este lindo lugar.
En este mismo municipio se encontraba una bella dama, alta de contextura gruesa, de cabello largo y la que siempre vestía su manta ( vestimenta de nuestra cultura) y uno que otro vestido; ya que ella siempre vestía de manera moderna tanto así que se caracterizaba por siempre tener un labial color rojo el cual siempre se aplicaba y que cada vez qué lo lucia deslumbraba y atraía miles de miradas, pues hablando de atraer las miradas atrajo la de ese chico moreno qué solo la miraba fijamente con amor y pasión; la bella dama era una mujer trabajadora que explotaba la sal porque era una temporada donde la mujer era guerrera, verraca para coger una pala y una carretilla y así explotar su sal, siendo un orgullo en nuestra cultura.(actualmen-te sigue pasando lo mismo), se enamoró perdidamente de ella.
Él quedó flechado con ella y empezaron aparecer sonrisas y elogios de mutuo acuerdo, pero ellos se encontraron en una encrucijada porque la familia de ella no estuvo de acuerdo con ese amorío.
¿Por qué? porque él no pertenecía a nuestra cultura era un Arijuna que para nuestro idioma es (extranjero, o de civilización) el cual el patriarcado no estaba de acuerdo con esos amoríos, a tal punto de llevar al extremo esa relación, que tenía que realizar un pago (que en nuestra cultura ese pago va referido a la economía que éste posea, entre cabras, ganado o tierras), para poder contraer matrimonio, Beneficiándose de este él tío de la familia, la mamá y algunos familiares de la misma.
Pero se llevaron la gran sorpresa que esa bella joven no quería qué su amor fuera negociado, porque ella creía en el amor puro y verdadero donde nuestro cuerpo es quien habla por sus sentimientos y no el amor de conveniencia donde toda su familia se beneficia de parte de ella.
Ella, en el rol en el que se encontraba enamorada de ese bello hombre moreno de labios gruesos, siendo Arijuna se lanzó a él huyendo de su amada tierra para contraer matrimonio con él en la Catedral de Cartagena de Indias (Bolívar) el 24 de junio de 1980. Se casó con una blusa y una falda de color rosado claro y con una pañoleta que le cubría unos hermoso rulos que llevaba y lo que no podía faltar sus labios rojos para resaltar su identidad y aquel hombre, mi padre, con una camisa de cuadro blancos con negros y un jeans ajustado… con esa vestimenta se casaron, desafiando las creencias de nuestra cultura Wayuu reafirmando que su amor no era negociado. Ante todo estaba su sentir y su pensar porque en estas decisiones la mujer Wayuu no es tomada en cuenta, pero aquella mujer, mi madre, era una mujer con una mente abierta al cambio y no quería quedarse pegada a las leyes de nuestra cultura Wayuu.
Y ese amor fue tan puro y sincero que terminó hasta el último día de su vida dejando un hermoso ramillete que la recordará de por vida.


REBECA FS

Había una vez, un señor que quería encontrar a alguien para compartir su vida, y mientras tanto, ese señor se iba encariñando de los lametazos de sus gatas.
Los amigos le hablaban de una señorita que solo tenía pajaritos en la cabeza, y entonces pensó:
– ¡Qué mejor que esa señorita, para que mis gatas jueguen con sus pajaritos!
Cuando la vio, dijo para sí mismo, «no puede ser que tengas tantos pajaritos…es imposible que mis gatas puedan dejarlos vivos. Las muy listas son depredadoras de cualquier cosa con alas…»

Y así continuó su búsqueda. Pero el tiempo pasó.

Un día, encontró a sus gatas, viendo por su ventana, el nido de golondrinas que se iba construyendo minuciosamente en el alfeizar.
Descubrió que eran los pájaros de la señorita, los que quisieron instalarse cerca de él.
Sin dudarlo, fue a buscarla.

El tiempo pasó, y en lugar de un nido de golondrinas, ya hay dos.

PD: esta historia es solo ficción, ya digo que no hablo de mi relación, solo hablo de una pareja de cuatro con dos nidos de golondrinas.😉😉😉😉😉😉🐦🐦🐦🐦🐦🐦🐦🐦🐦🐦


ÁNGEL MARTÍN GARCÍA

-Si alguien se opone a esta unión, que hable ahora o calle para siempre.
El cura que oficiaba la ceremonia no esperaba respuesta. En general el ofrecimiento era una mera formalidad del proceso, y nadie se oponía. Eso era cosa de películas, así que hizo ademán de seguir hablando.
Le cortaron.
-Me opongo.
Un sonido ahogado de sorpresa con decenas de variaciones en el timbre y la tonalidad resonó en la iglesia.
-Yo también me opongo.
El sonido se repitió, esta vez seguido de un murmullo de incomodidad entre todos los asistentes. Nadie entendía nada.
-¿Disculpen?
-Que nos oponemos. Que no queremos que haya boda.
-Pero… -titubeó el cura-. Ustedes son los novios.
La pareja intercambió una mirada. Él asintió. Ella se colocó de cara a los invitados, se aclaró, la voz, y habló:
-Sé que esto os pillará desprevenidos. Era la intención. Es más, me congratulan sobremanera vuestras expresiones de incredulidad.
Un coro de quejas se alzó en la sala. La mujer esperó con paciencia a que se callaran.
-Si hemos decidido fingir que nos casaríamos, ha sido porque sabíamos que de otra manera no íbamos a disfrutar de todo esto -dijo, haciendo un gesto con los brazos para abarcarlo todo a su alrededor-. Nuestra… Condición, nuestro verdadero ser, nos lo impediría.
>>Así es. La ceremonia también era una excusa para juntaros a todos y contaros algo muy importante.
Los amigos, los familiares, los acompañantes indeseados, el párroco y un desconocido que pasaba por delante de la puerta y se había parado a escuchar, contuvieron el aliento.
-Yo… No soy una mujer heterosexual. Ni tampoco bisexual. Los falos no son de mi agrado. Y… Tampoco lo son las vaginas. No soy homosexual. Pero tampoco asexual.
El padre de la novia se levantó del asiento como si el banco ardiera.
-¿Qué intentas decirnos, hija mía? -el tono de la pregunta pretendía ser firme, pero no alcanzó a ocultar del todo la súplica que impregnaba cada sílaba.
-Papá. Mamá. -La novia se encaminó hacia uno de los ventanales. Tomó de uno de los candeleros que la custodiaban un cirio, cuidándose de derramar a un lado la cera caliente para no quemarse, y volvió a su posición inicial con él en las manos. Lo alzó ante todos para que lo vieran bien-. Esto es Mike. Llevo viéndome con ello desde el día en que lo encendieron por primera vez, y estamos enamorados.
-¡No puede ser!
-¿Cómo dice?
-¿El banquete sigue en pie?
-Me cago en mi vida.
-¡Pero hija mía! ¿Cómo va a ser eso posible?
-Mamá, así soy, y así tenéis que amarme. Yo tampoco entendía lo que sentía al principio, pero ahora que lo he aceptado, y que por fin me estoy sincerando ante mis seres queridos, me siento feliz. Lo amo, mamá.
Más murmullos. Más palabras de sorpresa. Alguna que otra risa. En los bancos del otro lado de la iglesia, la madre de él pregunta a voces para hacerse escuchar sobre el bullicio:
-Esto es inaudito, pero… Hijo… -El miedo a lo que pudiera pasar hacía que le temblara la voz-. ¿Cuál es tu condición? Por favor, dinos que eres homosexual.
La novia volvió ante el altar, sonrió al novio, y este ocupó el lugar donde momentos antes había estado ella.
-Mamá… Sabes que durante toda mi vida me he sentido desubicado. Que no me sentía parte de la sociedad. Y ahora sé por qué. Solo siento haberlo descubierto tan tarde, y que papá no esté entre nosotros para escucharlo.
>>No me siento identificado con la humanidad. Soy transespecie. Para más señas… Soy un percebe.
-¡Ay Dios mío!
-Y yo que no quería venir… ¡Esto es la hostia!
-Mira, mira cómo se santigua el cura sin parar. Lo está flipando.
-¿Y de qué dices que les conocías tú?
-Pero… Hijo mío… -La madre del percebe no sabía qué decir.
-Lo siento, mamá. Durante todos estos años me has dado lo mejor, pero ahora tengo que operarme para ser hermafrodita, como es debido, y me mudaré al norte, donde viviré en alguna roca, rodeado de los míos.
El cura no lo soportó más. Se puso rojo como una manzana roja, y empezó a soltar improperios del más alto de los calibres, sintiéndose insultado, ultrajado.
La feliz pareja, y el percebe, salieron corriendo de la iglesia, contentos de haberse desembarazado de la carga de sus secretos, dando el primer paso de sus nuevas vidas, dejando atrás decenas de invitados que todavía no sabían muy bien qué acababa de ocurrir.
-¿Entonces se puede ir al banquete aún o no?
-No, en serio, ¿tú quién eres?


DAVID DURA MARÍN

El enlace terminó con lluvia de arroz en estado crudo .
A las palomas no les importó la falta de colorante y que no hubiera ningún bar cerca.
Una de ellas de pico fino , vestía en blanco novia , la otra de riguroso luto como si de un presagio oscuro tratase la ceremonia.
Alzaron el vuelo y no sabemos si fueron felices , ya que el canibalismo va por barrios y éstas eran de las afueras.


ROSA MARÍA JIMÉNEZ MARZAL

FINGE

Finge que te importo,que eres feliz si comparto tu tiempo,finge que me amas,que eres dichoso ocupando mi espacio.
Por favor,finge que nada más importa,que nada más requieres…hazlo una vez más,por favor,antes de irte.
Yo te diría tantas cosas cuántas fueran precisas para retenerte,aunque me parte el corazón saberme abandonada.
Tus malos modos acabaron por enfriar mi entusiasmo…pero no te vayas aún. Finge que queda tiempo,que anhelas el último abrazo,las migajas del cariño desparramado por tu espanto.
Finge cómo sólo tú sabes hacerlo,habla de mí,a mis espaldas,utilizando palabras clave que ignoras entiendo.Ya nada espero,nada me robaste,nada te exigo….
Gatea,una vez más, hacia mi regazo y acomodate entre mis sueños….ya nada puede evitar el fatal desenlace. Robemos,pues, unos minutos a la distancia y al olvido.
Finge…


PEZ DE PECERA

El sonido de las flautas de Mago de Oz retumban por toda la sala. Miro a mi alrededor la gente está visiblemente borracha. Mis amigos de la universidad, los del colegio, mi familia, todos mezclados, sin filtros. Veo corbatas torcidas, pies descalzos, copas muy llenas, copas muy vacías.

El ritmo de las guitarras eléctricas se unen al de las flautas y a la percusión. Se van acelerando de modo que me es imposible evitar que mis pies le acompañen. Conozco esa canción. En frente la mirada cómplice de Amparo, mi compañera de piso en la universidad, mi familia al llegar a casa durante cinco años, me invita a salir a la pista, erguida y solemne. Esa canción es un himno personal. Como una imbécil me pongo a llorar. Cuántas noches de borrachera hemos desnudado a su virgen de oro por las calles de Madrid y hemos acabado cenando tallarines de los chinos de la Gran Via sentadas en la acera. Cuántas noches nos hemos preguntado si el estado de la comida nos iba a intoxicar como si el alcohol fuera inocuo en nuestras venas. Queda lejos Madrid, hacía mucho que no veía a Amparo. Me prometo que eso no va volver a pasar, consciente por un momento del paso del tiempo y del poder de la isla. Una isla capaz de atraparte poco a poco en su cálida sensación de bienestar hasta el día en que te das cuentas que llevas años sin ver a los tuyos. Quizás añoro tener a España a mi alcance cada fin de semana pero esta noche me da igual. Esta noche están todos en mi roca mediterránea.

Las palmas suenan al unisono y despejan la pista. Los chicos me traen al centro esos ojos verdes que saben sonreír. Balanceo mi cuerpo lentamente al son de la música con mi vestido que a estas alturas siento de escote infinito, con mi pelo irreverentemente suelto. Él me tiende su mano y con una sonrisa me susurra al oído: “¿ Señorita, lo damos todo?” A modo de juego me despojo de mis zapatos con descaro como respuesta mientras alguien pide un bis de la canción y de nuevo las flautas empiezan a sonar.

Recojo mi vestido entre mis manos y me dejo llevar…


PEPINO MARINO ERRANTE

Allí estaba Lady Gaga en mitad del convite. La actuación surtía efecto. Su amiga Bela, hija de Xena la princesa guerrera y de Brian Hugh Warner, la contrató para amenizar el festín. Redactores de la revista «¡Adiós!» -versión en luto del «¡Hola»- esperaban la inminente rueda de prensa de la novia junto con becarios vestidos de negro, procedentes del neonato folletín «Romantic & Suicide». Tarja Turunen no había podido asistir al evento porque se encontraba de gira. Cris Moreno repartía entre los asistentes octavillas con la edición en letra gótica de cantos gregorianos junto con tréboles muertos. Tomás Erperroandaluz Minero se desesperaba con la música mientras comprobaba si la carne era de cerdo o jabalí, y Dil Darahintentaba hacer videollamada a Pepino Marino Errante para hablar sobre permacultura, convencida a la par que equivocada de haber fijado con cita previa esa fecha y franja horaria para comunicarse. De repente llegó Pez De Pecera vestida de novia, y al verla, Sandra Sol y Nane Ninoná gritaron a la vez: «¡Se ha operado la nariz!». Justo Fernández de Ribagorda y Martínez-Torres respondía ante el asedio mediático «he venido a presentar mi libro», para poder abrirse paso entre el gentío mientras lucía unas anchas patillas blancas cual bandolero literario. Inicialmente, las asistentes fueron confundidas con caballería; pues marcaban tanto al caminar los metálicos tacones de sus botas rodilleras, que sólo les faltó relinchar. Loly Barcena Humanes entregó unos sobres sospechosos con la letra «B» escrita. Emiliano Heredia Jurado deleitó con unos versos malabares y Aurora Morgado destapó una réplica hecha por ella misma del Entierro del Señor de Orgaz, a modo de regalo de bodas. David Gutiérrez Díaz fotografió desde todos los ángulos con el copyright puesto y Karen Rosado no paraba de exclamar «¡deja de decir pendejadas! ¡no mames huevona!» cada vez que Gabriela Motta intentaba calcular la diferencia horaria entre países utilizando como referencia el neutrino solar.

Addendum: Carmen López se encargó de cocinar «la paella» con chorizo, guisantes, ternera, cordero… vamos, un arroz con cosas sense bajoqueta ni garrofó perquè això ho pot cuinar qualsevol i és així de tota la vida, xé.


LUISA VÁZQUEZ

Buenos días pequeña, ¿cómo dormiste hoy?
Tienes que descansar. Hay que cuidar esa cara de ángel. Hoy vas a estar preciosa. Todos te admirarán. Girarán la cabeza para mirarte.
Todavía me pregunto como es posible que una flor tan bella y delicada como tú naciera en medio de este estercolero lleno de malas personas. Esas almas retorcidas rebosantes de envidia y aviesas intenciones que se refleja en sus caras feas y sus cuerpos retorcidos.
Saldrás de aquí, yo me encargaré de que eso pase. Haré lo que sea, no tendré en cuenta a nada ni a nadie. No permitiré que acabes como yo, con mi adolescencia destrozada por las manos despiadadas de un mal hombre.
Yo era como tú, joven y guapa. Mis padres me amaban, cuidaban de mí, me mimaban. Tenía un futuro. Pero le conocí a él, a ese que dice ser tu padre. Me engañó, mi niña, me llenó la cabeza de promesas vacías. De palabras dulces que solo eran burdas mentiras. Me encerró en este agujero, me llenó de hijos a los que cuidar y con ellos me ató para siempre a este infierno. El trabajo embrutecedor y obligado para poder sacaros adelante me quitó el pensamiento, el raciocinio.
Me robó la belleza, la inocencia, la esperanza…
Ven, te cepillaré el pelo.
Esa preciosa, brillante melena negra, esos ojos grandes, profundos. Eso, princesa, te dará el pasaporte para escapar de este infierno, para huir de ese horrible futuro que ya tienes marcado a fuego desde que naciste. Los hombres te mirarán, pero nunca podrán alcanzarte. Sus miradas lujuriosas jamás te mancharán.
Y cuando reines allá arriba, por encima de todos. Cuando tu indiferencia sea lo único que reciban. Cuando su admiración sea la única cosa que de ellos te llegue, entonces, mi niña, vendrás a buscarme.
Me rescataras como una alada hada madrina de cuento. Aparecerás en la puerta de este agujero y me tomarás de la mano para llevarme a tu reino brillante. Cuidaras de mi y ya no tendré que seguir muriendo lentamente, ahogada por la miseria.

¡TÚ NO! PRINCESA ¡TÚ NO!


GABRIELA MOTTA

Buscándome te encontré en el camino,
me ayudaste a descubrir la salida.
Al unir nuestras fuerzas comprendimos 
que no era tan ardua la subida.
De apoco y con mucho esfuerzo
se fusionaron nuestros destinos.

Odie sentirme tan débil,
mi vida solo a mí me pertenecía,
tener que compartirla con otro,
me obligaba anclarme en tierra desconocida.

Durante un tiempo muy largo
me negué a compartir mi existencia contigo.
Por meses analice mi inconsciente
tratando de encontrar alguna vieja herida
que me permitiera justificar
el no querer aferrarme en esta vida.
Pero, aunque remara muy lejos, siempre,
siempre terminaba en tu orilla.

Amor es esto que siento,
te dije llorando un día.
Tú soltaste los remos y anclaste
en ese momento nuestras vidas.
No sé si es esto lo que quiero
te dije mientras pisaba la orilla,
tú me miraste a los ojos
y sonriendo murmuraste:
solo dime que sí
y cambiaremos el rumbo querida.


LUCIDECES ROMUALDO RAMÍREZ

Antes de casarnos,
cuando fui a buscarla,
le regalé un reloj
con una nota
que decía:

» A ver si te gusta,
creo que puede pegar bien
con tu vestido,
según lo he visto
en mi imaginación
todo este tiempo claro».

Acerté
y la emoción
humedeció sus ojos.

Aquel reloj indicaba
que solo nos quedaba
una hora para estar solteros,
pero mucho tiempo
para estar juntos.


Y relato de JOSÉ MANUEL PORRAS ESCOBAR aquí.

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14 comentarios en «Bodas – Miniconcurso de relatos Cuatro Hojas»

  1. Mi voto es para Pepino Marino, el mejor escritura que sin duda, ha dado este grupo. Familia mía por parte de padre, Pepino Marino es la vanguardia más pura del arte contemporáneo. Su grandilocuencia es acorde al tamaño de su na…

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