Buenos y malos – Miniconcurso semanal Cuatro Hojas

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir con el tema “Buenos y malos”. Estos son los relatos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves día 10! (Solo un voto por persona).

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección

OMAR ALBOR

Delante del espejo
Echo tan derecho
Soplo con mi boca 
El vapor de mi aliento
Leo las noticias y veo que el pasado
Ya no existe
Es solo una bola de confusión
El que escribe el bien o escribe el mal
O escribe bien para satisfacer a quién
O escribe mal para satisfacer a nadie o
Solo a el.
Somos medios subjetivos
Que damos opiniones, como ideas de un presente dinámico, lleno de ruido
Que gira todo el tiempo
No pensamos, parecemos estar en un tren fantasma en el cuál, las noticias
Aparecen y desaparecen
Todo el tiempo, el que escribe el bien
o vive el mal, es un cambio
Que sucede como estrategia de contacto
De unos con otros o de todos con todos
La única premisa es no creer,que los medios dicen la verdad
Si no que nuestros ojos viven la realidad.


MARÍA DAVID

Enrique Hernández era una de esas personas qué siempre ha tenido qué estudiar mucho,dedicar horas enteras a memorizar páginas innumerables de teorías y conceptos,qué nunca supe formar sus propias ideas.Desde luego,era una verdadera enciclopedia que dominaba,con una facilidad extrema,campos importantes de entendimiento como historia,literatura universal,filosofía,sociología y muchos otros campos de natura social.Pero le faltaba algo muy importante:la imaginación;sin ella no podía ser lo que siempre anhelaba-ser una más de esas brillantes mentes que han podido crear algo importante,que han podido pensar por sí mismas,creando teorías o inventos imprescindibles y eternas.Odiaba a la gente qué,sin esfuerzo alguno,podía exponer ideas interesantes,sin ni siquiera estudiar la parte teórica en cuestión.
En un día precioso y soleado de julio,Enrique Hernández-decano de una prestigiosa Universidad de Filología-se encontraba en su oficina,pensativo.Tenia en sus manos frías un trabajo de fin del curso de uno de sus estudiantes,mediocre,ya que nunca sacaba buenas notas y siempre era al límite con todas las materias;se notaba qué poco le gustaba estudiar.Pero,allí estaba…entre sus manos tenía una novela bien pensada,con esas ideas ingenuas y esa tremenda imaginación que a él le faltaba por completo.Era una obra tremenda qué le sacaba del quicio por la desinvoltura y la facilidad con la que manejaba las palabras,creando situaciones y personajes excepcionales,como si fuera un mago de las palabras.
-Esta novela es brillante-se dijo en si mismo Enrique.
-Pero no entiendo, cómo un estudiante tan mediocre ,ha podido crear algo tan excepcional-.No sé si es la envidia la que me corrompe,pero no puedo permitir que este estudiante acabé su curso así tal cual.
Sus pensamientos maleados se interrumpen con él sonido del teléfono.La secretaria le anuncia la llegada de Martín Matías-el estudiante qué escribió esa novela que desató en su interior una lucha asidua y agotadora entre lo bueno y lo malo.
-Patricia,dile a Martín que ya puede pasar en mi oficina.
Martín Matías se sentía feliz,orgulloso de su novela,ya que una editorial de prestigio estaba dispuesta a firmar un buen contrato con él.<<Su obra es excepcional.Un verdadero bestseller.>>Una vez entrado ,en la oficina del decano,notó una cierta animosidad.
-¡Siéntense,por favor !He leído su novela y puedo decirte que es una dé esas novelas qué engancha y mucho.Es como una droga,una vez qué la pruebas muy difícil lo puedas dejar.
-¡Gracias,señor profesor!-.Nunca imaginé, qué algún día,usted me diría tan buenas palabras…Pero,en ese momento,la cara de Enrique se puso muy roja y la posición de su cuerpo se puso tan rígida como si se preparará para una eventual disputa.
-Querido Martín,aprecio mucho las ideas que se encuentran en tu novela…
-¡Gracias,una vez más,señor profesor!
-Por favor,¡no me interrumpas!-.Sabes muy bien que eso no me agrada mucho.
-¡Lo siento!-le contestó Martín,mirando la cara disgustada de su profesor.
Enrique se levantó y se dirigió hacía la ventana,mirando en vano.Queria poner punto a esta conversación,ya que no aguantaba más la presencia de Martín en su oficina.
-Lo qué de verdad quería decirte es ¡Que tú obra es una verdadera mierda!No respetas nada…Tú gramática es tan pobre,que me ha dado más de una migraña.
-Tendrás qué repetir el curso y rehacer tu mierda de novela.Enrique tiró nervioso la novela en el suelo…
-Me das asco,asco de verdad, que no has sido capaz de aprender,por lo menos,las reglas gramaticales básicas.
-Tantos años de estudio y ¿para qué?-.¡Coge tú mierda de novela y sal de inmediato de mi oficina!
Martín se levantó decepcionado de la silla,cogio su novela del suelo y miró fijo al decano.
-Señor profesor,yo siempre pensé qué hasta las personas malas tienen algo de bueno en su interior,pero usted es la evidente excepción.La envidia que se cuece dentro de su interior,ha sacado la absoluta maldad que vivía latente en sus venas y esperando aquel instante estimulante,se despertó y se desplomó,acaparó todas sus intenciones buenas.
-Es,usted,un verdadero monstruo y no voy a tolerar más su incesante comportamiento.
-Ha tenido,usted,la oportunidad de demostrar qué es una persona buena y no una mala con intenciones dudables.
-Y ¡Fíjense!-.Mi novela no es una mierda,es mi oportunidad de entrar entre esas personas con esas ideas ingenuas que usted siempre les adoraba y siempre anhelaba serlo.
-Usted no tiene imaginación.La imaginación es algo con la que uno nace y mi gramática,que sí reconozco que tiene algunas lagunas,se puede mejorar con el tiempo,pero usted nunca podrá crear algo,porqué le falta lo básico:la imaginación.
-Y aquí tiene esta letra de una importante editorial qué si le interesa mi novela y qué sí que me ayudara a ser una de esas personas que usted nunca podrá llegar a serlo.
-Y,ahora,le digo ¡Adiós! y le deseo,desde lo profundo de mí alma,que lo bueno invade las fibras podridas de maldad profunda que yacen en su negativo y muerto interior.
Y así,dé esa manera,Martín Matías supo desencadenarse de ese juego sucio emocional propiciado por su profesor.Por fin,entendió que hay personas que nunca cambian,que siempre habrá dos bandos distintos en este Universo:los buenos y los malos.
-Y,tú ¿De qué bando harás parte mi querido lector?-¡Piénsatelo bien y no dejes que el mal se adueña de tú inmortal interior!


KAREN NATALIA CUELLO FLORIÁN

La asesino a sangre fría y aceptó el reto de la culpa. De alguna forma supo que el cuerpo que estaba enterrando,encima de la tumba de su perro; era una magnífica obra de arte. Terminó de enterrarla y se fue a su cuarto caminando de manera tan tranquila como si hace unos momentos no hubiera matado a esa pobre chica.

Karen de repente sintió como si la estuvieran observando,entonces un leve sentimiento la invadió.

Miedo.

Tenía miedo,de no poder con la culpa que empezaba a crecer en su interior. Pero después recordó el motivo por el cuel la mato. Ella la superaba en todo sentido y eso le provocaba una rabia inmensa,antes y ahora. El simple hecho de pensar que su hermana podía superarla.

Y entonces empezó a reír de manera descontrolada ¿Qué pueden hacer los muertos? Pensó 《Lo único que puede darme culpa es mi mente》


TRENTAONZE LÓPEZ RODRÍGUEZ

LA MALA SOY YO

Estaba sentada en la parada del bus a mi puto royo pensando únicamente en lo jodidamente cansada que estoy. De repente escucho que me dicen: «Perdona, te puede eshar un poco pallá» con una voz de entre yonki y alcohólico que no he sabido definir.
Miro, «pallá». ¡Si estoy en la esquina! Instintivamemente me he corrido dos cm porque tampoco podía más, pero como de primeras yo soy muy buena pues lo he hecho, y después, ya que me había traído de vuelta al planeta tierra, he mirado a mi alrededor y he visto a un grupo de 25/30 hombres fumando en la parada (que deben pensar que a los yayos que tenían al lado les gustaba tragar su humo), a un chico en muletas al que no han dejado subir al bus sin empujarle previamente, a unas niñatas con el reggaeton a toda hostia… Vamos, un paraíso social. De esos en los que quieres quedarte a vivir… Sin olvidarnos de la pareja de yonkis que tenía al lado.
Y cuando me he vuelto a quedar en mi mundo… me he imaginado con una katana a lo kill bill. Lo juro. ¡Me he visto cortando cabezas! Deshaciendome de los despojos de la sociedad así, sin miramientos…
Ahora la mala soy yo.
Estoy fatal…
Y todo esto por no tener a mano un bote de Nutella.

*Este relato es pura ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia

FRANCISCO BALLESTER

SAHARA (ACUATEXTO)
Cuando apareció en la fría noche del desierto la luna llena iluminaba fantasmalmente las sensuales sinuosidades de las dunas . Estaba tumbado en la fresca arena de la gran duna y aquella fascinante visión se me antojó como la más bella imagen que jamás había visto y estoy seguro que nunca volveré a ver.
Aun hoy, aquel recuerdo es lo único que deseo guardar en mi memoria de todo aquello: Una figura de mujer luminosa y blanca casi espectral contra el paisaje plateado y su amplia chilaba de seda blanca que la cubría por completo ondulaba con la brisa nocturna. Mientras caminaba pausada hacia mí , fui quedando fascinado por aquellos ojos de gacela que reflejando las claras arenas brillaban fulgurantes como dos pequeñas estrellas en el oscuro óvalo que enmarcaba su capucha y me sentí como un humilde pastor al que se le aparece a medianoche la Virgen María en medio de un páramo oscuro.
Llegaba ya hasta a mí cuando sin dejar de caminar, dejó caer abandonada la prenda que la cubría que mientras se deslizaba, fue lentamente resbalando por su cuerpo acariciando su belleza y mirándome desafiante a los ojos, Fátima me mostró sin pudor alguno la desnudez de su cuerpo canela.
En mi vida había visto hermosura igual. De Fátima por entonces solo conocía su rostro, pero la luna cómplice, iluminó entonces las hermosas curvas de sus pechos, de sus hombros, de sus caderas y de sus muslos con una suavidad que hacía sentir envida a las dunas que, eclipsadas, parecían apagarse a su alrededor.
Sobre aquel manto de seda blanca hicimos el más dulce y tierno amor sin decir una sola palabra mientras nuestras lenguas, enroscadas como dos serpientes amenazaban con anudarse para los eternos saboreando el néctar de nuestras salivas.
Luego, despacio y durante horas fuimos rodando hacia abajo por la interminable y suave pendiente dunar, incapaces de deshacer el velcro en que se habían convertido nuestras zonas más oscuras y rizadas que nos mantuvo fundidos como un solo cuerpo hasta que el frío del desierto y el terror por lo que habíamos hecho, nos hizo cubrirnos y permanecer abrazados en silencio avergonzados como Adán y Eva después de comer la manzana y el alba, nos sorprendió ya en nuestro sigiloso regreso a la «Jaima» con la esperanza de que Jalila no se hubiera despertado.
En todo el desierto del Sahara donde llegué enviado English Journal of Geography and Nature para una larga estancia, solo Alí «El camellero», fue la única persona que logré que me ofreciera hospitalidad en su semienterrada y sucia «Jaima» que al abrigo de la gran duna que la protegía de las temibles tormentas de arena del Sirocco, se asentaba en el mismísimo ombligo del desierto.
¿ Gratis …? !No!,! Que va…! ! El precio era obscenamente oneroso !. Solo la codicia avarienta de aquel desconfiado moro, que se creía devoto de Alá pero que no tenía mas dios que el oro, podía vencer su paranoico recelo y permitir vivir a otro hombre en su tienda junto a sus dos esclavizadas esposas, Jalila y Fátima, sus esqueléticas cabras y la media docena de abúlicos camellos que eran su sustento junto a cierto escondido pozo de agua sucia con la que comerciaba inhumanamente aprovechándose de la necesidad ajena.
Aquel bereber era un cabrón y no me refiero a un ovino macho y grande o alguien a quien su mujer adorna su cabeza con dos cornalones de toro manso y os diré, que con lo grande que es el mundo, en medio de la nada y en ese puto desierto, fui a conocer a dos cabrones que cruzaron sus destinos sobre sus doradas arenas.
El primero de los dos, naturalmente era Alí , una especie de hijo de puta pero más ladino y con mas mala leche, aunque con la eximente que le daba la adaptación a aquel infierno de arena y roca, donde los buenos y confiados no llegan a la mayoría de edad.
Pero… Alí, no era el más cabrón en aquel desierto. El segundo era verdaderamente el mayor cabrón que llegué a conocer entre aquellas dunas, porque antes jamás lo había visto y no tenía eximente, ni justificación, ni perdón, Ese gran cabronazo….!Era yo!
La verdad es que cuando me encargaron el reportaje fotográfico sobre la huidiza y esquiva víbora cornuda del desierto, de cuya mortal picadura supo bien Cleopatra, jamás pensé que ese Sahara pudiera cambiar tanto a alguien como yo que siempre había sido un hombre bueno y honrado.
¿Qué me pasó…? , ! No lo sé!. Estoy seguro de que no fueron las duras condiciones, ni la comida escasa y especiada, ni la leche de camello, ni la escasez de agua, ni la falta de sueño que acompañaba a la espera frente a un cebo de ratón, porque mi profesión de fotógrafo naturalista me había llevado antes ya a soportar condiciones límite incluso más extremas, sin alterar mi mente ni un ápice.
Tal vez fuera la influencia en mí del extraño magnetismo o la fuerza telúrica de aquél perdido lugar lo que se hubiera apoderando contra mi voluntad de mi ser para sacar lo peor de mi mismo, pero allí, sorprendentemente, en medio de aquellas románticas soledades brotó de mi algo maligno, aunque ahora y después de lo ocurrido también sospecho que alguna de aquellas dos mujeres pudo suministrarme algún bebedizo de Mandrágora o Hachís en la comida para enloquecerme ya que cualquiera las dos, podía tener razones para ello : Fátima, una hermosa muchacha bereber apenas salida de la adolescencia, no se había podido adaptar al brutal abuso que Alí hacía de su cuerpo ni a ser tratada con como una criada por su primera esposa Jalila y estaba desesperada por escapar de allí y Jalila, una tuareg tatuada, violenta y menos agraciada que era veinte años mayor que Fátima también pudo ver en mí una tabla de salvación porque estaba muerta de celos y desesperada por perder de vista a aquella joven y nueva rival.
Cuando Alí a pesar de mi presencia en su Jaima viajó durante algunas semanas hasta el valle de Bilma con la caravana anual de la sal con la tranquilidad de que sus enfrentadas esposas se vigilarían la una a la otra, fue cuando me fui enamorando de Fátima durante las largas y calurosas tardes que pasábamos a solas bebiendo te con hierbabuena entre cojines y alfombras con la intencionada ausencia de Jalila que deliberadamente desaparecía fingiendo otras tareas.
Fátima, con sus miradas insinuantes, sus risas coquetas y sus mil atenciones, logró que me olvidara de que era la mujer del prójimo que me acogía y de que yo era un hombre casado y responsable, para pasar a convertirse la dueña absoluta de mis pensamientos y el obsesivo objeto de mi deseo.
Al fin una noche, tiempo después de nuestro primer encuentro nocturno en las dunas, Fátima acudió de nuevo a mi puesto de observación y en su macarrónico francés me dijo:
-!Rápido, coge tus cosas y ven!, tenemos que huir amor, Alí está al caer, Jalila hablará , Alí nos matará a los dos y nadie encontrará nuestros cuerpos.
Fátima me esperó en un roquedo cercano con los dos viejos camellos que se habían quedado con las cabras ya cargados con agua y provisiones y cuando llegué a su encuentro, me ordenó levantar un pedrusco que daba a la oquedad donde Alí guardaba todo el dinero y oro que tenía y me exhortó a cogerlo todo.
Mientras yo lo hacía sin presentar oposición alguna, no me reconocía a mi mismo porque os diré, que no sentí el menor escrúpulo ni remordimiento en convertirme en ladrón por primera vez en mi vida y cargué todo aquello, lo repartí entre los dos camellos e incluso antes de perdernos en las tinieblas de la noche sin luna, tal vez para acallar mi conciencia, dije en voz alta:
-! Vámonos! ,!! El que roba a un cabrón tiene cien años de perdón !!
Curiosamente, después de convertir a un cabrón en recabrón robándole la mujer, no me sentía mal dejado en la más absoluta miseria a quién no había hecho nada mas que darme su hospitalidad.
Llegamos medio muertos al cabo de una semana al puerto de Tripoli. Fátima permanecía en pié vigilante guardando nuestro tesoro y nuestras pertenencia mientras yo en una ventanilla, sin pensar siquiera los problemas que inevitablemente nos esperaban en Europa, luchaba con el idioma para obtener los pasajes del barco que nos iba a llevar hasta allí.
Cuando al fin me di la vuelta y con una sonrisa triunfal agité brazo en alto los dos pasajes, la sonrisa se me heló en los labios. Donde debía estar Fátima, no había nadie…!Nadie…!, !Ni nada…!.
En ese momento como si despertara de un sueño o saliera de un trance, todas las maldades que había cometido en aquel maldito desierto, se me vinieron encima dejándome abatido.
Como pude, esbocé una amarga sonrisa y en voz baja dije:
-!Vuela paloma del desierto…!.!Vuela libre…!. Al fin y al cabo… » El que roba a un cabrón tiene cien años de perdón…»


JULIA HERNÁNDEZ

Me llamo Alicia Sacristán.

Mis manos tiemblan mientras escribo estas líneas. Sé que mi mundo, la película turbulenta de mi vida tendrá final la semana que viene. Igual adelanto acontecimientos. Raquel Bosques, la interna de la celda contigua, me tiene ganas y no sé por qué. Bueno…, si lo sé. No debí apagar mi cigarrillo en su mejilla, pero ella se lo buscó, sí, definitivamente la culpable es ella, no yo.

Mi celda es fría, oscura y solitaria. La única compañía que he tenido en estos quince años ha sido una gotera en la esquina de la ventana y una pequeña ratita que viene a verme de vez en cuando. Estoy sola. Nunca pretendí acabar de esta manera, quizás debí planificar mejor las cosas; pero cuando alguien comienza algo, debe acabarlo, tanto si le gusta como si no. Pocas fotos decoran mi pared y demasiados recuerdos mi mente. ¡Maldita memoria fotográfica! Para mí todos los días son una tortura…, siempre viendo las mismas imágenes que nunca dicen nada. Sólo recuerdos, malos recuerdos. Mi infancia se fue y no pude despedirme. No sé cuando llegó el cambio de muñecas por pintalabios. Tampoco recuerdo cuándo sustituí los besos de mi padre por lenguas de extraños…, gente que ya ni recuerdo. (…)

(…)

Aquella noche de verano, cuando tenía el cuchillo entre mis manos le dije adiós a la perfección, y a mi pasado. Mientras atravesaba el lúgubre pasillo de la casa, iba repitiéndome a mí misma que todo estaba bien, que todo lo hacía por Claudia. (…) Aquel cuchillo goteando sobre esa alfombra mugrienta me persigue. No soy mala, o al menos eso creo, sobre todo porque si algo he aprendido aquí dentro es que el crimen y el castigo dónde más se pagan es en tu conciencia. La peor condena que puede existir es el sentir que has realizado un bien mayor, has librado al mundo de alguien horrible, has ayudado a un ser querido, te has defendido con uñas y dientes, y al final no ha servido para nada, sólo para volverte loca en una celda que te corrompe cada día, y sabes que al final, cuando por fin acabe tu condena, nada volverá a ser igual, porque la inocencia habrá desaparecido bajo el peso de la ira, la experiencia y el rencor. Son mis compañeras de pabellón, grandes ejemplos de como el peso de la justicia puede aplastar y asfixiar a los seres humanos corrompidos por esta sociedad chatarra, dónde todos son jueces y abogados de teclado. (…) Maru, la interna de la celda contigua le cortó la mano a su marido después de que le pegará un bofetón delante de sus hijos; Consuelo sirvió de mula para unos “tipos malos” (según ella) a los que su hijo, Roberto, les debía dinero; Marian le prendió fuego a su cuñado después de que este intentara abusar de ella (…)
Todas sabemos la consecuencia de tomarse la justicia por nuestras manos, conocemos al dedillo nuestros pecados, cargamos con la culpa de nuestros actos, y sabemos sobre todo que ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos (…)


DAVID DURA MARÍN

Protesto señoría…..

Tantas veces lo había escuchado que no pudo evitar sacar una sonrisa .
Era su primer caso y también su primer traje desde la boda de su hermana.
Enrique , un tipo tranquilo y de sobacos
despreocupados , nunca imaginó un revuelo como éste, hasta sus padres le habían llamado al orden.
Hijo, seguro que estás preparado?.
Mira que tu padre tiene una pescadería ! , y esto huele peor aún.
D.D.M. se enfrentaba a 69 años de prisión en grado de tentativa.
Tenía la conciencia tranquila, un perro que ya veía en modo nodo y un sobrenombre puesto por la mismísima Ana Rosa, «el atajador de pensiones».
El país, estaba en crecimiento con récords históricos.
Por primera vez había equilibrio entre mayores y gente cotizante.
Si salía airoso, quién sabe, sería rifa de algún que otro partido político.
Él , soñaba con un retiro en una insula,
lo de embajador en un país extranjero parecía poco y puestos a pedir, que menos una paga vitalicia.
El caso , acabó mal.
Sus huesos en la cárcel y no faltó una sola noche a su partida de parchis con ésos visitantes que solo él podía ver.
El ponía las fichas, tenía de colores y sabores variados, bendita medicación guardada durante tantos años.
Muchos dirán de su crueldad y rezaran al Dios que todo lo cura.
Otros , lo verán como un agente de viajes llegado el momento.
Donde mato una y cuento veinte, feliz hizo a mucha gente..
Enrique tuvo una larga vida sin importarle lo más mínimo los pensamientos de la gente.
Por algo , eligió ser abogado….


LUISA VÁZQUEZ

Éter:

Cuando empiezo a adaptarme al medio la extraña sensación de no estar sola me produce un escalofrío. Fantasmas intangibles se mueven a mi alrededor. Una ligerisima y dulce brisa es lo único que me advierte de su presencia.

Me muevo lentamente, muy lentamente, como si flotára. Mis sentidos permanecen alerta, no quiero perder la posibilidad de contactar con alguna de las almas errantes que caminan a mi lado.

De repente oigo una voz en mi cabeza, «Hola Carlota, hace tiempo que te esperábamos has tardado mucho en decidir venir a visitarnos. Ha pasado mucho tiempo desde que te fuiste y dijiste que volverías a vernos. Creíamos que nos habías olvidado.»

Oigo mi voz contestar, construyo frases que no han pasado previamente por mi pensamiento, como si una fuerza externa me las dictara. «No os he olvidado nunca, pero, el alma con la que me fui no era buena. Me engañó. Era dulce, atento, me regalaba flores y me decía palabras bonitas. Me dijo que me amaba más que ha su propia vida, que moriría por mi.

Pero cuando bajamos a la tierra su alma blanca se convirtió en negra como el carbón. Me trato como a una posesión a la que puedes maltratar y despreciar porque es tuya y haces con ella lo que te da la gana. Me hizo perder la voluntad y el amor propio. Me dejo sin dignidad y, el miedo que me producía me incapacitó para reaccionar, para huir.»

Entonces llegó hasta mi una voz mucho más dulce que las otras. «Carlota, mi pequeña, a veces se cuelan almas podridas entre nosotros. Llevan un magnífico disfraz que consigue engañarnos. Pero ahora ya no tienes que preocuparte por nada. Has vuelto y ya no debes temer. Nosotros cuidaremos de ti hasta que sanes del todo y puedas volver a la tierra. Y, esta vez, yo mismo me aseguraré de que seas muy feliz.»

Me invade una sensación de plenitud, de tranquilidad que hace mucho que no sentía. Vuelvo a ser feliz.

Pero, a pesar de todo, hay algo que me inquieta y no consigo saber que es.

¡Sí, ya recuerdo!. «¡No me puedo quedar aquí, digo, que será de mis hijos!».

«Pequeña, ya no puedes volver. El demonio te ha despojado de tu cuerpo. Pero no te preocupes por ellos. Están con personas que les darán mucho amor. Crecerán sanos y fuertes, serán felices y llevarán con ellos tu recuerdo hasta el final de sus días.»

Una imagen se me desvela como por arte de magia, allí estoy, tirada en el suelo cubierta de sangre mientras, el alma negra, con un cuchillo en la mano, me contempla con satisfacción mientras grita: «Eres mía y hago contigo lo que quiero.»


TONA REGUEIRO SALAS

La gasolina del volvo se agotó antes de que hubieran recorrido cincuenta kilómetros hacia el norte, un destino incómodo como lo hubiera sido cualquier otro que no fuera el hotel. Lucía se sentía extrañamente expuesta. Si pasaba alguien cerca del coche bajaba la vista o disimulaba agachándose como si recogiera algo del suelo. Evitaba todo lo que para ella fuera un testigo, en una actitud un tanto paranoica, sin ser consciente que poca gente levanta la vista del móvil y se fija en alguien que espera dentro de un coche. La rutina y el estrés diario le habían hecho olvidar su capacidad de sentirse mujer, de poder ser atractiva. Y ahora se había maquillado, puesto perfume y arreglado como una adolescente para una cita ¿acaso eso era malo? Sería sólo una aventura. Algo que se iba a quedar entre ellos dos. Se sentía mala persona pero no hacía nada por remediarlo ¿Y si era una señal haberse quedado sin gasolina? ¿Le estaba dando el destino la oportunidad de no caer en un error del cual luego se iba a arrepentir? Distinguió la figura de Juan a lo lejos portando una garrafa. La tensión del peso marcaba la musculatura del brazo de camisa arremangada. Juan, con el tipo que puede tener un jugador de rugby retirado, de barriga incipiente y espaldas anchas, con capacidad de cubrirte entera con un abrazo, se dirigía hacia el coche. No era la primera vez que tenía una aventura, el reto de conquistar a una mujer de edad madura, preferiblemente casada, le excitaba. Veía la necesidad en estas de sentirse amadas. Él lo que tenía era un don y, por supuesto, no se consideraba mala persona.

Rebecca conducía cansada, los niños detrás se estaban peleando otra vez. Por el retrovisor los miraba mientras les gritaba. Odiaba gritarles, le hacía sentir tan mala persona, pero es que en ocasiones era inevitable. No vio al hombre de la garrafa cruzando la calle, aunque notó el golpe seco y la sacudida. Cuando por fin lo vio tendido en el suelo. Se quedó agarrada al volante.

A Lucía se le cortó la respiración y entonces reaccionó de la única manera que nunca hubiera imaginado. Se bajo del coche y sin volver la mirada se dirigió en sentido opuesto al accidente. Podemos creer que lo interpretó como una señal, esta vez indudable, por parte del destino. Pero no fue así, lo hizo por egoísmo, protección y cobardía.

Al recorrer tres manzanas, se sintió perdida y se puso a llorar. Al fondo de la calle, Luis con un mono de trabajo y caja de herramientas estaba parado contemplando una casa. Recordaba un episodio en el que le habían llamado para una emergencia en esa misma dirección. En esa ocasión fue a llamar al timbre y vio, a través de la ventana, como un hombre agredía a su mujer. Era joven, inexperto o quizás eran otros tiempos. La cuestión es que le habían dicho que era un buen cliente para la empresa, así que simplemente se fue llevando el peso en su consciencia. ¿Sería el destino el que le daba la oportunidad de emendar su error? Él no se consideraba una mala persona y ahora…Tantos años después, destornillador en mano, volvía a encontrarse frente a esa ventana.


 FLAVIO MURACA

MASCARAS

Una llamada al 911 nos alertó que había un incidente cerca de donde estabamos patrullando.
Le mandé un radio óscar para que dejara sus asuntos sexuales para otra ocasión, ya que había contestado el alerta para acercarnos nosotros hasta el lugar.
Óscar volvió entreverado, hecho una furia conmigo porque le había cortado el polvo con Sasha su amiga travesti.
No soy una mujer facil pero entre la cocaina que habiamos esnifado y la intensidad con la que habia arrivado óscar al movil me daba la sensación que las cosas no irian a culminar con su debida normalidad.
Así que suspire hondo haciendome una coraza y le desabroche el pantalón. Comencé a jalarle el miembro mientras él manejaba.
«Wow»- ¿Que estas haciendo?- me pregunto desconcertado.
«Nada, bajandote un poco a la tierra»-le respondí.
«¡Oh si…!» -Balbucio entre la relajación y la lujuria.

No me agradaban los hombres y tampoco me sentia comoda manoseandole la verga , pero era necesario… ya lo conocía bien a este pelotudo, cuando tomaba cocaina y no podía cojer, se ponia tan loco que podia cometer cualquier tipo de atrocidad.
De hecho ya lo había hecho… y lo pude cubrir porque así son los compañeros; nos tapamos la mierda unos a otros.

Óscar no era santo de mi devoción pero era mi compañero de años y habiamos atravezado por muchas cosas.
Aún así él había tapado mis cagadas y mis locuras como cuando me convertí en la amante de la mujer del jefe de policia, cuestión que si se descubria era un blanco facil de caer.

Él, no podia eyacular debido a todas las lineas que habia aspirado.
Siempre se pasaba de rosca este boludo-me dije mientras me agachaba para succionarsela-.
Dos o tres lenguetazos bastaron para que un torrente espeso de semen surgiera de esa enorme cabeza, era como un volcan que acaba de entrar en erupción.
Entonces complacido por un orgasmo cosmico, se desmorono en su asiento estacionandolo a la vera de la calle; por suerte ya estabamos a una cuadra del lugar.

Luego de que óscar se recompusiera procedimos a pie.
Era una zona aparentemente de casas abandonadas, bastante creepy si las tuviera que describir.
Me entró a correr un escalofrio enorme por la espina dorsal, había algo que no me cerraba de todo esto. No se bien que, pero podía olfatearlo.
Más avanzabamos más nos sentimos abandonados en la inmensidad de la oscuridad, las luces se veian a leguas de distancia cuando la realidad nos marcaba que estaban a escasos metros.
Sacamos las linternas y empezamos a alumbrar el camino para poder guiarnos en la negrura de la noche, el cielo se habia encapotado pretendiendo que una lluvia colerica se precipitara sobre nuestras cabezas.
Me encendí un cigarrillo, trataba con el de asesinar mi ansiedad que avasallaba todos mis movimientos.

La oscuridad me absorvia no dejandome ver más allá de unos pasos y eso me construia una paranoia enorme.
En realidad, le temia. Era uno de mis miedos más profundos que jamás había podido superar, ni con años de terapia.
Seguimos caminando mientras pitaba el cigarrillo, en tanto, pensaba :
¿Quien carajo había llamado desde aquí?
¿Seria una broma tal vez?
Mientras mi cerebro se debatia entre tantos interrogantes, óscar me susurro indicandome el lugar.
Era la dirección que nos habían pasado, allí estaba la casa frente a nosotros, o lo que quedaba en pie de ella.
Era ilogico que alguién la habitara, pero ya estabamos allí y nos debíamos como policias que eramos, hacer lo correcto.

Aunque nunca abordabamos las situaciones de forma correcta, en todo caso siempre disparabamos primero y luego interrogabamos.
Estaba hastiada de patrullar las calles, allí veia la miseria humana en su maximo esplendor.
Todas las aberraciones habidas y por haber las tenía guardadas en mi inconciente, que de vez en cuando me las recordaba en forma de pesadillas.
Era la forma violenta que mi cuerpo respondia a esas imagenes atroces, así me hacia sentir que todavia estaba viva.

Chequeamos el interior con la luz de las linternas; reculé y golpeé la puerta con mi pierna abriendola de par en par.
Habia velas encendidas, rojas y negras.
Un circulo de sangre trazado en el añejo piso de parque con un pentagra diseñado.
Un olor a putrefacción nos envolvio dejandonos casi sin poder respirar, quisimos escapar sin entender lo que allí había pasado, pero nos resultó imposible. Nos desmayamos.

No se cuanto tiempo estuve inconciente, solo sé que una voz lejana me llamaba intentando traerme de vuelta a la realidad.
«Despertá pequeña marrana»- me repetía una y otra vez…
Volví en sí instantaneamente solo para comprobar que estaba atada a una camilla.
«¡Que carajos!»- dije sacudiendo mi cabeza.
«Holaaaaaaa, holaaaaa» «óscaaaaar»- grite sin cesar-.
Había mucha luz, parecia ser una habitación pero ¿De qué?
Alguién me habló acercandose por detrás no podía verlo.
«Bienvenida mi pequeña puerquita»- me dijo al oido-.
Era alguién grande, de un tamaño considerado.
Se pusó de frente a mí, el miedo me paralizo. Él o lo que sea, traía puesto una mascara de chancho tapandole su rostro.
Pero la mascara era de un cerdo de verdad.
«¿Donde estoy? ¿donde esta óscar?»
– Pregunte timidamente-.
El sujeto empezo a hacer ruidos como hacen los puercos y se hechó a reir.
¿Donde crees que estas, pequeña mentirosa? ¡Sos una maldita pecadora! ¿De verdad queres saberlo?- Gritó él destapandome-.
Advertí entonces que estaban sus ropas bañadas en sangre.
¿Que hice? ¿Por que estoy atada?- Le pregunté-.
Comenzó a caminar al rededor mio mientras con sus dedos pellizcaba mis pezones.
Podía aguantar aquel dolor que sus manos me producian porque era una practicante del BDSM.
Me estaba sumiendo en un mundo de deseo y perversión con el miedo mojando mi sexo.
¿En serio? ¿De verdad te lo tengo que decir?- me replico enojado-.
Vos sos una zorra… una pequeña zorra que le gustan las cosas raras… sos una putita traviesa.

¿Te puedo confiar un secreto?
Los Demonios me hablaron; ellos… repiqueteaban cotidianamente en mi cabeza.
Y ¿Sabes que? ¡Tienen razón! ¿Por que? ¡Porque ellos son omniscientes, todo lo ven!
Ahora resta saber si la versión de ellos coincide con la tuya mi perversa policia
– me advirtió improvisando su monologo-.

No entendia a que se estaba refiriendo pero debia ser algo en común de nuestro pasado, algo que habíamos hecho.

La luz comenzó a titilar, parpadeaba incesantemente hasta que todo se volvió negro. Comencé a gritar de miedo, la puta oscuridad me abrazaba con la misma intensidad como cuando era una niña.

El porque de aborrecer al hombre yacia guardado en el más recondito lugar de mi memoria, lo había anulado.
Mi esquizofrenia, mi paranoia, mi miedo, todo se volvia trivial frente a esa verdad.
Odiaba la noche porque oscurecia todo, porque sacaba a la luz lo que tenía guardado.
Los recuerdos volvian en forma de flashes y aborrecia ese sabor que dejaba en mi boca, maldecia mi vida.
Ansiaba una linea de coca para olvidar la mierda que era.
El rechinar de los cuchillos se intensificaba y la luz volvia a aparecer.

¿Era el infierno realmente este lugar? ¿Seria tal vez el purgatorio?

Ahi estaba parado de nuevo frente a mi, un pedazo de mierda cubriendose el rostro.
¡Vos sos un pedazo de mierda como todos los hombres!- le grite encolerizada-.

Él puso la cabeza de costado demostrando interes a mis palabras, se quedo estatico y mudo, tardo unos segundos en reaccionar.
Luego rió macabramente.
«Puede que sea cierto, pero soy tu pedazo de mierda».
Ahora, ahora viene lo mejor mi querida»
– sentenció-.
Entonces se quito la ropa y dejo al descubierto su enorme miembro, era una deformidad.
Ya temia lo que estaba por tramar, ansiaba violarme- Pensé-.
Agarró su verga con las dos manos y comenzo a masajearla, se abalanzo sobre mi cuerpo desnudo y la introdujo con violencia.
Iba y venia con la voracidad de un semental… me hacia recordar a alguién que deseaba olvidar, un ser nefasto.
Unos movimientos en forma de espasmos bastaron para sacarmelo de encima.

Sos un idiota- le espete-.
¿Te crees que me gustan las vergas?
¿Te crees que me calentaste?
¡Pelotudo, sos un pelotudo!
¿Porque no me matas mejor?- dije cabreada-.

¿Matarte? ¡No has entendido nada! ¿Verdad?
Eso no esta en mis planes, madre.
Si te asesino no podre volver a nacer.

Mi corazón se quebro por el dolor de oir aquella revelación, grite tan fuerte que me exploto la aorta.

Sentia que me arrastraban hacia la luz… me absorvia… oigo voces que me llaman por mi nombre.
«Abra los ojos lentamente mi querida, se va a sentir mareada, desorientada y confundida».

…¿Donde…estoy?- Pregunté-.

«Tranquila, solo es el dolor del postoperatorio»- me dijo aquel desconocido.

No podia abrir los ojos, queria ver los rostros de los que me rodeaban pero me era imposible, estaba cegada como un topo a la luz del dia.
Entonces les volví a preguntar:
¿Donde… estoy? ¿Donde esta…óscar? ¿Que sucedio? ¿Donde esta el de la mascara de puerco? ¡Donde estoy carajo!

Hubo un silencio incomodo, de esos que sobrevienen a un anuncio horrible como la muerte de un ser querido o algo así.
«Por favor que alguien me diga que esta ocurriendo acá»- grité-.

¿No se acuerda de nada?- me pregunto una nueva voz-.

Noo, nada.- idiotas, si me acordara no les estaria preguntando-Pensé.

«Señorita, acaba de intentar asesinar a su hijo de seis meses acuchillandose la panza.
Además, fue hallado su padre degollado sentado en el sillón de su casa con una mascara de cerdo al lado de él».

Otra voz diferente, se acercó y me murmuro al oido… por suerte pudimos salvarle el niño.

Esa voz gutular era igual a la de óscar…


FUEN CALDERÓN ROMEO

Ana esperaba con las luces de la casa apagadas la llegada de su marido. Agazapada en un pequeño sillón, encogida, abrazando sus piernas y moviéndose hacia delante y hacia atrás. A través de la oscuridad podía percibir, por el tenue rayo de luz de luna que entraba por la ventana, el desorden, las sillas caídas, los platos rotos, las cortinas rasgadas escuchando como único ruido de fondo el gota a gota del grifo del fregadero mientras una lágrima caía por su mejilla ensangrentada. Hacia varios días que había comentado a su amiga el comportamiento anómalo de Pedro, las broncas que estaba teniendo con él, el miedo. Y, pese a que Daniela había insistido en denunciar, ella no había querido hacerlo.
Al cabo de unos minutos sabía que Pedro llegaría a casa. Estaba preparada y consciente de que ese iba a ser su último día de vida.
Permaneció quieta cuando escuchó girar la llave y Pedro entró. Al dar la luz no daba crédito a lo que estaba viendo
– Ana, ¿qué ha pasado aquí?¿Te encuentras bien? – gritó desesperado.
Ana levantó la cabeza y con una sonrisa desencajada levantó la mano con la que empuñaba un cuchillo de grandes dimensiones.
-Ana, ¿qué haces?, ¿qué está pasando? tranquila, dame ese cuchillo.
Ana se levantó y, entregándole el cuchillo, se abrazó sollozando a Pedro :
-Tú me has hecho esto Pedro, tú con tus desplantes, con tu aventura con esa… Sé que me ibas a abandonar. Nunca podrás tener una vida con ella
-¿Pero qué estás diciendo Ana? Yo…
No tuvo tiempo de contestar cuando notó que Ana cogía la mano con la que sujetaba el cuchillo y se lo clavaba a sí misma con ojos de loca y cayendo al suelo decía: te condenarán por esto.
Al día siguiente la noticia salía en todos los titulares de los periódicos : Nuevo caso de violencia de género. Un hombre presuntamente apuñala a su mujer en su casa. La víctima nunca denunció los malos tratos. Los hechos ocurrieron tras una fuerte discusión entre ellos.


LUCIDECES ROMUALDO RAMÍREZ

LA POSADA SOLITARIA

Me habían hablado de una posada solitaria que había entre Pinto y Valdemoro. Me dirigía a ella cuando escuché -a lo lejos- las voces de al menos dos hombres. Decidí entonces seguir a pie y esconder mi caballo entre los matorrales. Entre la espesa vegetación, fui con sigilo hacia el lugar donde procedía aquellas voces. Sin ser visto, pude descubrir que habían atado a un hombre al tronco de un árbol con los pantalones bajados. A su lado había otro hombre que estaba fumando un cigarro mientras hablaba con el prisionero.

– Retrasado, te vas a enterar de lo que vale un peine.

– Yo ya sé lo que vale un peine.

– ¿Ah sí retrasado? ¿cuánto crees que vale?

– 5 céntimos en la tienda de la señora Bartola.

– Joder retrasado, me has hecho recordar el año pasado, que me pasé tirándome a la Bartola todo el verano en la trastienda mientras su marido se iba a vender vino a Valdemoro. Follaba bien y bien guapa que es la zorra, a mí la verdad es que a veces me daba cosa hasta correrme en su cara por lo guapa que era jajaja estoy seguro que tu novia Lina no la chupa tan bien…

– Suéltame por favor, tengo que ir a salvarla.

– Jajaja tranquilo, Lina ya estará muerta retrasado, y todo por tu culpa..

– Me has engañado…

– A quién se le ocurre retrasado…. creía que no me ibas a hacer caso, la verdad no pensé que fueras tan tonto.

De repente, vi a un tercer hombre acercarse y dirigirse al hombre que estaba fumando.

– Cada vez me escuece más cuando voy a mear, alguna puta me ha tenido que pegar algo en la polla, bueno, qué se le va a hacer, tenemos que decir a madre que se tienen que lavar mejor el coño. ¿Cómo está nuestro enamorado?

– Contesta retrasado, te han hecho una pregunta, ¿no contestas? De acuerdo, hermano, tráeme un palo antes de que venga el aguacil.

– ¿Éste te vale?

– Joder, ¡uno más grande coño! que es para darle por culo…

– ¿Qué te parece éste hermano?

– Me parece perfecto…

– A ver si se va a enfadar el señor aguacil…

– El señor aguacil cuando vea lo que ha hecho el retrasado le va a cortar las pelotas y le va a dar igual que sangre también un poquito por el culo. Anda, trae el palo, yo me hago cargo.

El hombre que estaba fumando tiró el cigarro. El otro hombre le entregó el palo. A continuación se acercó al prisionero. Cuando estaba a punto de llevar a cabo su plan, decidí salir de mi escondite y revólver en mano grité:

– ¡Quietos amigos! Ya está bien. Dejad en paz al muchacho.

Los dos hombres se giraron rápidamente. No sé cómo, pero el hombre que había buscado el palo, tenía ahora una escopeta entre sus manos apuntándome y sin mediar palabra disparó.

Una bandada de pájaros salió de repente volando de los árboles cercanos. Cerré los ojos. Sentí la bala surcando el aire cerca de mi cabeza. Abrí los ojos. Había fallado.

Apunté a la cabeza del hombre de la escopeta y disparé. Después apunté a la cabeza del otro y volví a disparar. No me tembló el pulso. Los dos cayeron al suelo muertos. Mi corazón iba a mil. Todo había ocurrido en un par de segundos.

Me acerqué y cuando llegué a la altura de los hombres abatidos descubrí que no tendrían más de 25 años. Con mi cuchillo de caza corté las cuerdas y liberé al prisionero.

Se volvió y me clavó sus ojos llenos de lágrimas con los pantalones todavía bajados. Los tenía llenos de mierda y empapados por haberse meado encima. Era como un niño grande. De unos 20 años. Los rasgos de su cara y sus gestos delataban que tenía alguna discapacidad.

– Súbete los pantalones muchacho.

El muchacho se subió los pantalones y empecé a interrogarle.

– ¿Cómo te llamas?

– Abundio, aunque todos me dicen el retrasado, o el tonto del pueblo… todos menos la señorita Lina, tiene que ayudarme, no puede morirse la señorita Lina…

– Antes tengo que saber quiénes eran esos dos tipos que he matado para evitar que te metieran ese palo por el culo…

– Los hermanos Montoya señor, me han engañado, yo no quería hacer daño a la señorita Lina, de verdad, ayúdeme señor a salvarla.

– ¿Dónde está la señorita Lina?

– En la posada solitaria, estamos muy cerca.

– Está bien, espero que no me la juegues porque si no acabarás como los hermanos Montoya… ¿sabes ir a la posada?

– Claro, vivo allí…

Cogí mi caballo. Abundio rápidamente cogió otro de los hermanos Montoya y salimos a galope. En menos de cinco minutos llegamos a la posada solitaria.

Vi delante del porche, el cuerpo de una mujer tendido en el suelo. Abundio bajó del caballo rápidamente y se puso de rodillas ante ella.

– ¡Señorita Lina! ¡Señorita Lina!

Cuando me acerqué al cuerpo de la mujer, me agaché, y pude ver que tenía el cráneo hundido por la parte posterior derecha. Había un gran charco de sangre alrededor de su cabeza. La señorita Lina tan solo era una preciosa joven de la misma edad que Abu. Le tomé el pulso. Estaba muerta.

Me incorporé, todavía no entendía bien lo que había pasado.

– ¿Quién le ha hecho esto a la señorita Lina?

– He sido yo señor, he sido yo, yo la he matado señor, yo no quería hacerle daño, me han engañado señor…

– Explícate mejor muchacho, tienes que convencerme que no me he confundido matando a esos dos hombres…

– Los hermanos Montoya sabían que amaba a la señorita Lina, la señorita se portaba muy bien conmigo, me dejaba dormir en la posada y yo la ayudaba… como no amarla, es la única que me quería… ella no me llamaba retrasado, ni tonto… ella me llamaba Abu.

– Muy bien Abu, tienes que contármelo todo… te he salvado la vida, tengo derecho a saber qué ha pasado en este sitio…

– Señor, perdóname, es que no me salen las palabras, anoche los hermanos Montoya estuvieron aquí, y me dijeron que me sentará con ellos, y me dijeron también, que si quería conquistar a la señorita Lina, tenía que tirarle los tejos, yo les dije que no podía hacer eso, porque entonces le haría daño, ellos me dijeron que no, que así se conquistan a las mujeres, que tenía que ir a la casa abandonada que hay al otro lado del arroyo, coger unos buenos tejos, traerlos hasta aquí, subirme después al tejado del porche, y esperar toda la noche hasta que la señorita Lina despertará y saliera afuera como cada mañana a tomar el aire… y finalmente dejarlos caer encima de su cabeza…

– Abu, ¿no me digas que hiciste caso? ¿tiraste los tejos a la señorita Lina de esa forma?

– Sí señor, seguí todos los pasos, además dijeron que si no lo hacía iban a quemar la posada con nosotros dentro. Ahí están los malditos tejos, me engañaron, cuando lo hice, aparecieron de los matorrales los hermanos Montoya riéndose, iba diciendo uno a otro, ¿Has visto hermano? La posada solitaria es nuestra sin mancharnos las manos de sangre, el retrasado ha hecho el trabajo por nosotros, pero por favor ayude a la señorita Lina…

– ¿Por qué estaban los hermanos Montoya ayer aquí?

– Desde que se murió el papá de la señorita Lina, suelen venir cada noche, los hermanos Montoya son unos hijos de puta señor, su madre la chupa por 10 céntimos y se abre de piernas por 15. Querían comprar la posada solitaria para que su mamá y sus chicas pudieran trabajar aquí, un lugar de constante tránsito pero solitario decían, pero la señorita Lina no quería… porque había crecido aquí y era el negocio de toda la vida de su padre… Ya se lo he contado todo señor, por favor ahora ayúdela, por favor….

– No puedo Abu, la señorita Lina ha muerto, tienes que despedirte de ella. Tenemos que marcharnos rápido. Pero antes necesito un trago.

Entré en la posada solitaria dejando atrás los lamentos de Abu, todo estaba muy limpio y recogido. La señorita Lina parecía ser que era una joven muy responsable. Cogí una botella de vino y le di un buen trago. Me senté en la barra. No había sido buena idea venir por aquí.

Conocía un sitio donde cuidaban a personas especiales como Abu. Estaba a menos de una semana a caballo de la posada solitaria. El muchacho me había demostrado que cabalgaba bien, por un momento imaginé que sería posible hacer aquel viaje juntos. Por fin podía hacer algo por alguien que valiera la pena.

Pero de repente sonó un disparo desde el exterior y todos mis pensamientos se desvanecieron de golpe. Dejé la botella en la barra y rápidamente me acerqué arrastras hasta una de las ventanas. Tras los cristales vi a Abu tendido en el suelo y a su lado una pistola.

Salí afuera y me acerqué a aquella escena siniestra, parecía ser que Abu, no solo cogió un caballo de los hermanos Montoya, sino también una de sus pistolas con la que acababa de volarse la tapa de los sesos. Le tomé el pulso. Estaba muerto.

Coloqué el cuerpo ya sin vida de Abu junto al cadáver de la señorita Lina, y coloqué la mano de él sobre la mano de ella. Me quité la boina y aunque no crea en dios, recé un padre nuestro mostrando así mis respetos hacia ellos.

Miré al cielo, en pocas horas se haría de noche, tenía que salir de aquel lugar antes de que viniera alguien y descubriera los muertos que una vez más iba dejando por mi camino.

Cogí mi caballo y cabalgué una vez más solo, sin nadie con quien hablar, sin nadie con quien huir de aquellos lares donde los buenos solían morir antes de tiempo.


OLGA LUJÁN

¿BUENOS O MALOS? MUCHAS VECES DEPENDE DEL CRISTAL POR EL QUE MIRES
Todos silenciaron ante el cuerpo de aquel crucificado. La tierra tembló y el cielo tronó ante los hechos de los hombres.
Unos, casi en silencio, susurraron que fue un hombre bueno, otros le gritaron, le insultaron, le humillaron, mostrando así a los cuatro vientos, cuan malvado había sido. Para aquellos era el Mesías, para estos un ladrón. Sin embargo, él hasta el último momento apostó por el amor. Por la bondad de sus semejantes.
Mientras yo, colgado en un madero contiguo al suyo y esperando el mismo destino, me costaba encuadrarle en uno de los dos bandos. El de los buenos o el de los malos.
¡Qué complicado puede llegar a ser el hombre!
Nos erigimos como jueces supremos, encabezando la bandera de la verdad absoluta a la vez que vestimos el traje de la honestidad. Pero ¿Sabemos si realmente estamos en lo cierto?
Alguien ha decidido liberarle de esta larga agonía asestándole una lanzada mortal. ¿A qué grupo debemos enviar a este soldado? ¿Al de los buenos o al de los malos?
Las salpicaduras de sangre que brotan de la herida se introducen en mi alma de ladrón uniéndonos para siempre.

«Más tarde al desprenderse las almas de esos dos cuerpos mortales, en contra de lo que otros muchos escribieran, el malhechor tomó la mano de su compañero, e impidiendo el ascenso al Paraíso, se lo llevó con él. Vagaron por entre los hombres a lo largo de días, años, siglos, milenios…
Hoy, decepcionados por lo que vieron a lo largo de los tiempos, han decidido separarse.»


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11 comentarios en «Buenos y malos – Miniconcurso semanal Cuatro Hojas»

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