Un minuto de gloria

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir con el tema «Un minuto de gloria». Este ha sido el relato ganador:

 

PEZ DE PECERA

Está sentado en la terraza de una bar. Con una pierna apoyada sobre la otra y un periódico en las manos. Sonríe, no lo puede evitar. No ha tenido que rebuscar entre las páginas centrales del periódico. La noticia está en primera plana. Saca un cigarro, lo enciende y cierra los ojos mientras disfruta del éxito.

El amanecer les sorprendió. Ella permanecía tumbada a su lado con el pelo alborotado. Estaba tan hermosa. Él exhalaba lentamente el humo de su cigarro, sin prisas. Observaba como poco a poco se despertaban los tonos ocres y dorados de aquel campo. Disfrutaba del espectáculo y la tranquilidad del domingo. Se oían gaviotas. Los acantilados de de la playa “gold” estaban cerca. Sus búnkeres de la segunda guerra mundial atraía millones de turistas y dejaban olvidados pequeños campos de trigo como ese. El que él había escogido para su encuentro.

Sí, estaba realmente hermosa. No pudo evitar besarle en los labios por última vez. Se sentía de nuevo muy excitado. Pero eso, no podía ser. Así que la abrazó y le susurró al oído: “Lo siento querida, soy hombre de un sólo baile”.

Antes de abandonar el lugar tuvo la necesidad de girarse. Contempló como un artista contempla su obra antes de que esta abandone definitivamente sus manos. Su cabello dorado en concordancia con el campo, su vestido de flores aportando un toque de color al escenario y su mirada perdida, del mismo color azul que ese cielo despejado eran simplemente perfectos.

Tiene que ir al trabajo, aunque hoy nada le amarga. Hablan de él en los periódicos, hablan de él en la calle, y sabe que seguramente lo harán también en el trabajo.

Es consciente que será algo efímero, sabe que poco a poco se irá disipando. Pero esto, a él, ahora no le importa. Disfruta de su “minuto de gloria”

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección

OMAR ALBOR

El salir de noche es quizás
el despertar, del corazón
que luna hoy, intenta mirar
lo que yo no puedo ver
la esquina es mi próxima parada
para tomar el bus, con destino sur
hoy viajo a ver el mar, mi fiel amigo
el cual guarda todos mis secretos
en el viaje recuerdo, cuantas veces
me vio llorar o cuantas loquear
por un amor no correspondido
o simplemente amar, ser fantasma
en la noche donde corres tras de ti
miro hacia afuera del bus y mis ojos
se reflejan en ese vidrio, mi mirada
sigue las luces, de las estrellas del cielo
que acompañan mi viaje, que dura toda
la noche al llegar ya de día no tardo nada
en hacercarmé, es tan celeste tan mágico
pensar que toda esa agua, corre hacia mi
no pienso en nada, estoy solo en la playa
me saco la ropa y corro hasta que el agua
que choca mi cuerpo, es hermoso pensar
que toda esta inmensidad es para ti
nado y solo quiero flotar mirar el sol
y no pensar en nada, solo dejar que el agua abrace mi cuerpo
mi minuto de gloria es quizás de los más simples
el mar es ese hermano que nunca tuve, que sopla
mi piel cuando camino junto a el y que tiene todas
las respuestas a mis preguntas.


JUSTO FERNÁNDEZ

NO HUBO TAL MINUTO DE GLORIA, CONFIESO QUE MENTÍ.

A finales de Noviembre de 2010, durante un acalorado encuentro sexual al anochecer con una bella joven en una desierta y paradisíaca playa de Fortaleza (Brazil), estando tumbados, mi espalda contra la arena, ella inquieta de frente sobre mi, de manera involuntaria sufrí un aparatoso corte en la aleta derecha de mi nariz al quedar esta enganchada con la aleta del tiburón metálico que colgaba de su cuello a modo de amuleto (aleta con aleta). Confieso ahora que es rotundamente falso lo que en su día declaré. No es cierto que el momento de aquel sangriento incidente coincidiera exactamente con el orgasmo de ella.
No hubo tal sincronía, me lo inventé.
Por lo tanto, no hubo ningún minuto de gloria,
Lo siento y me avergüenzo por ello, me dejé llevar una vez más por el deseo de adornar la realidad.


ANGELA FLORES

– Son las 8: 40.
¡Y ahora las 8: 41!

2,95€. Esto es lo que vale 1 minuto de gloria.
Después de ese minuto han venido exactamente 40 minutos más de gloria. Que es el tiempo que hemos tardado desde el Carrefour a casa.
40 minutos que han sido contados 1 a 1 por un niño de 4 años al que le hemos comprado su primer reloj.
Un reloj de plástico de Star Wars, digital y sencillo, pero que dibujaba una luz indescriptible en esa cara llena de churretes cada vez que pasaban 60 segundos.

Es curioso cómo puede ilusionar tanto descubrir como corre el tiempo por primera vez y cómo me horroriza no poder pararlo, y poder sumergirme por tiempo indefinido en la luz de ese minuto de gloria.


MARÍA RUBIO OCHOA

PALABRAS ESCONDIDAS
En un rincón de la memoria muy juntas y sin ordenar, habitan palabras, unas vividas, otras pensadas, sentidas e imaginadas pero cada una con su dosis de sentimiento. Se mueven como en un avispero. Quieren salir ordenadas evocando encuentros y desencuentros. Quieren fluir para estar presentes. Sonríen y esperan su momento, que les suelten amarras y luego viajar con rumbo aventurero dejándose acariciar por el viento.


MARÍA LARGO

Pongamos que mi día empieza a las 7 de la mañana,que bien podría decir que empieza a las 6 o a las 4:15, según se haya dado la noche. Ya desde que me despierto pienso que en cuanto pueda me meto a la ducha. No hay nada como una buena ducha rematada con agua fresquita para espabilarse y poder encarar el día con buena,(o mejor)cara.
Al poner el pie en la alfombra dirección al baño siento que Daniela, mi hija de tres años, me llama desde su habitación aún a oscuras pidiéndome agua.¡Parece que me huele!.

Vuelvo a intentar llegar al baño pero el bebé recién nacido,que acababa de mamar y que he dejado plácidamente dormido en su cuna llora retorciéndose de dolor.¡ Malditos gases!. Volvemos a empezará el ritual… Teta,brazos,mimos, besos,cambio de pañal, más teta,le acuno,mezo,balanceo y canto hasta que cae rendido y yo despacio vuelvo a dejarlo en su cuna.
Uff! Ya son las 8 de la mañana casi. Toca preparar el desayuno y rezar porque Daniela no se levante con mal pie porque tenga sueño.
Hoy he tenido suerte.. a las 8:20 ya está vestida y sentada en la cocina. Desayunamos hablando,jugando y corriendo,siempre corriendo. Mientras ella acaba de contar miguitas y comerse lentamente el bizcocho yo le preparo el almuerzo para media mañana y lo guardo en su mochila de Pepa Pig(cómo la odio por cierto! qué cerdita más repelente y maleducada!).
Dientes,cara,peinarse,colonia,abrigo… Noto al peque quejándose de nuevo en la cuna. Me acerco a ver qué le pasa. Otra vez con el ojo abierto.
8.50, cojo de la mano a una y al otro le saco tal cual de su cuna y cerramos la puerta. Mientras bajo al garaje en el ascensor voy repasando que ella lleve todo lo que necesita al cole,que el bebé vuelva a coger el sueño y me miro de reojo. La imagen que me devuelve el espejo es realmente desastrosa. Una coleta rápida, ojeras, ropa que no combina y el mismo bolso mochila de siempre que no pega con mis zapatillas.
Llegamos cuando suena la sirena,justo son las 9.
De camino a casa paro a hacer la compra aprovechando la siestecita mañanera del enano. Me deslizo con soltura con ambos carros por el Ahorramás,el de la compra y el carricoche. Mientras espero mi turno en la pescadería me encuentro mirando al infinito meciendo rítmicamente el de la compra, como si el pan,la fruta, el suavizante y los pañales que hay dentro de fueran también a dormir. Uff! Dormir…eso es lo que necesito yo. Me preguntó cuándo podré hacerlo.
Subo la compra como puedo,al final siempre me lío y compro de más por lo que acabo cargada como una mula. Pero he desarrollado un súper poder y aunque soy menuda puedo con todas las bolsas a la vez que conduzco el carrito,calmo al bebé que ya pide lo suyo de nuevo y busco las llaves abriendo casi con los dientes la puerta.
Su llanto se hace más y más fuerte. El hambre llama a la puerta y él no entiende de esperas. Dejo todo dónde pillo y me desvisto apresurada intentando calmarle. Ya está. Momento teta de nuevo en el sofá,tiene hambre así que va para rato la cosa. ¿Qué hora será? Las 10:43 ya. Su agradable desayuno acaba a las 11:27,se lo ha tomado con calma a la par que descargaba. Otra vez al cambiador, masajito,un pequeño vómito,vuelvo a cambiarle entero de ropa y bracitos para dormir.
Las 12: 10. Yo sigo soñando con el momento de meterme a mi ansiada ducha… Quizá después de poner la lavadora y de preparar la comida,mientras cuecen las verduras de la cena puedo yo también ponerme a remojo al fin.
Son las 13:30, me desnudo y entretengo mirando el Facebook sentada en la taza 5 minutos más,minutos también de gloria poder estar sola en el baño sin que Daniela abra la puerta buscándome para jugar y quedarse enganchada a mi pierna mientras hago pis esperándome. Siento a Asier quejarse en la cuna… Me asomo con miedo esperando que esté dormido,pero no. Me ve y llora desconsolado,unas mini lagrimitas recorren sus mejillas sonrosadas. Le cojo desnuda,tal cual me ha pillado. Y se engancha al pecho otra vez. Cómo puedo me pongo por encima una bata porque tengo frío y empieza de nuevo el ritual.
Sentada con él en la cama mientras mama oigo el aviso de la lavadora,ya ha terminado. Al ir a la cocina apago también el fuego,ya están cocidas las verduras y la olla con la comida está silbando también. No tengo manos para abarcar todo. Le dejo en la cuna,parece tranquilo.
Aprovecho que estoy en bata para salir al tendedero y destender la colada y tender la nueva. Vamos a lavadora diaria.
Miro el reloj de nuevo,las 14.22, si hago todo deprisa quizá me de tiempo a comer,recoger la cocina y ducharme por fin. Pero no. Lo último no.
A las 15:45 me dispongo otra vez a bajar al cole a recoger a Daniela,esta vez andando. Siempre paramos en el parque mientras merienda y juega un rato con sus amigos en los columpios. Es su ratito. Yo rendida me siento en un banco observándola. También es el mío. Alguna madre me habla,yo sonrío y asiento con la cabeza. Sepulto mis ojos bajo las gafas de sol. Me puede la pereza,el sueño y el cansancio acumulado. Solo son las seis de la tarde… Prefiero no contar las horas que quedan de día. Son demasiadas. Cambio el pañal de Asier, él también decide merendar en el parque. A las 6:30 recojo enrabietada a Daniela que nunca ve la hora de irse y distrayéndola como puedo llegamos a casa de mejor humor. Hora del baño. Papá ya está en casa también. » Te los regalo un rato», le digo medio en broma….
Mientras él tiene su propia batalla campal en el baño con los dos yo apresurada,termino la cena. A las 20:30 estamos todos cenando. Es un momento que se sabe cómo y cuándo empieza pero nunca cuando se termina… Hay días que puede ser eterno, cucharada a cucharada,sorbo a sorbo. Hoy no va mal el asunto.
Mientras con una mano pincho ensalada con el otro brazo sostengo al peque que anda revuelto con los cólicos y no deja de retorcerse y llorar. Nos lo vamos pasando como quien se pasa el pan en la mesa para ir cenando los dos.
Las 21:10 nos dan con la última cucharada del yogur de Daniela. Él recoge la cocina y yo me lío con los dientes, pijama,cuento y últimos juegos. Nos cambiamos los papeles. Yo duermo a Asier tras la toma y papi acompaña a Daniela en su habitación hasta dormirse.
A las 22: 05 me desnudo y por fin me dispongo a encerrarme en el baño, abro el grifo de agua caliente,cierro los ojos mientras el agua me envuelve. Me dejo llevar sin importar el gasto y el tiempo. Lloro,respiro, dejo que el chorro ardiendo caiga sobre la contractura de mi agarrotada espalda. Siento que me duele todo el cuerpo. Por fin me puedo duchar,por fin disfruto de mi minuto de gloria.
Cierro el grifo,abro la mampara de la ducha, me concentro en los sonidos de la noche. Ahí está de nuevo, otra vez ese llanto….volvemos a empezar. Qué rápido pasó mi momento. Mañana más.


DAVID DURA

Respira , empuja , respira.
Fueron mis últimas palabras .
La máscara , sujeta a mis orejas , sirvió de velo para tragarme todas las muestras de cariño , ilusiones y promesas de ser una familia feliz.
Un abrazo era lo que necesitaba, un decirme que no era culpable de lo sucedido.
Pero esa no es la función de la máquina de snacks , bastante con sujetarme en mi temblor de piernas.
De haber cabido en la ranura de las monedas , gustoso hacía cambio por una bolsa de patatas sabor jamón.
Lo que viene del cerdo , todo es bueno, pero esa criatura no me pertenecía.
La vuelta a casa parecía un funeral, todo lo veía negro, perdí la cuenta de los semáforos que llegué a saltarme.
Lógico que llegara a pararme un coche patrulla, pedirme documentación y exponerme los echos.
Solo pude decir sentirme daltonico transitorio . De una vida de colores había pasado a la más profunda oscuridad , confundido en mi policromia de un hijo de tez morena y de ojos rasgados con el frío siberiano instalado en mi cuerpo .
De nada valió el alegato , no creyeron que los hermanos dalton robaron lo que tanto estaba esperando, mi dignidad como padre.
Con doscientos euros de menos en mi maltrecha economía fueron meses difíciles.
La vida siguió creciendo y mis oídos acostumbraron a comentarios de todo tipo.
Míralo …lástima vara para espabilarlo,
con lo padrazo que es y pasar por esto.
O…solo yo veo que es negrochino la criatura, monta un bazar y no sabe para quien vendimia, mala uva tiene la cosa.
Con la fuerza que da la adversidad , llegué a ser el hombre más feliz de la tierra, con un hijo que ya querrían muchos, sin preguntarme nunca más, si fue un engaño o una prueba de la vida.

No puedo decir que tuve mi minuto de gloria
Tengo todo el tiempo del mundo para saberear mi victoria..ser padre..


JULIA HERNÁNDEZ

Prométeme el último baile que hagas en tu vida, tu último aliento, tu último pensamiento.

Prométeme que todos los veranos serán igual, que el frío del invierno no congelará nuestros sentimientos, que en otoño tus promesas no caerán con las hojas de los árboles, y que la primavera sólo estará llena de flores, risas, emociones…

Promete un minuto de gloria en mis sueños, dejarme sin palabras cuando vengan días torcidos, y que arreglarás mi mundo, cuando sólo sienta vacío.

Prométeme todo y nada, permíteme quedarme con el recuerdo de lo que pudo haber sido y que por mi egoísmo una vez más, sólo son palabras en una página que se marchitará en el hastío.


EDRAS GERSON

Se acercaba ese momento lentamente,era inevitable que pasará,sólo era cuestión de tiempo que pasará y sólo deseaba que saliera como soñé.
Fueron semanas largas,de incertidumbre,sin saber en realidad lo que pasaría,sólo era esfuerzo,trabajo y lucha lo que mantenía viva.
Tenía detrás mía un gran equipo de trabajo,dónde las horas de preparación se hacían cortas,lesiones y sobrecargas,nervios e indecisión cuando todo era mecánico,pero siempre confiando.
Llegó ese momento y ahi estabamos frente a ese gran teatro,donde las miradas estaban clavadas en nuestras acciones,sin saber lo que pasaría,el lenguaje de las luces hablaban solas y los sones de la musica llenaban los pocos espacios que quedaban.
Y ahi estaba yo,llegó ese momento tan soñado,el momento donde la acrobacia a realizar o salía perfecta o seria mi fracaso.Cogí aire,cerre los ojos y junto a mi equipo nos unimos en uno y la musica junto a la luz dieron el ambiente perfecto para realizarla.
Y hacía ello me dirigí,esa acrobacia estaba realizándose,no existía nadie solo el ambiebte y en un sólo momento se encendio todo y vi como el teatro entero se rendia a ese momento,a ese minuto,a mi gran minuto.


MARÍA LÓPEZ

Venga que hoy es sábado y voy a lanzarme!
Me he puesto muy guapo y me he peinado con gomina, mis zapatos brillantes y un perfume de esos que les gustan a ellas.
Tengo muchas cosas que contarle, lo de mi nuevo trabajo, que tengo un gato en casa y que encontré un piso en las afueras.
Voy a por unas margaritas y esta tarde me acerco a la cafetería dónde toma café cada día.
Sabrina.
Si sólo con pensar en su nombre me tiemblan las rodillas.Mierda…
Ensayo delante del espejo mi mejor sonrisa, espera, joder si es que parece forzada.
Las horas pasan sin prisa, me tumbo, me levanto, paseo, llamo a Martín, como algo y cojo el metro.
Las flores blancas, un sol radiante, todo saldrá bien.
La escritora de relatos de piel morena y rizos imposibles que a veces me dedica un rato entre tanta gente, tanto ruido, tanta soledad.
Entro triunfalmente, todo en su sitio, flores , sonrisa, perfume y actitud.
– Sabrina? Me puedo sentar aqui?
– Claro! Creía que nunca te ibas a decidir!
has visto qué dia más bueno?

Mi minuto de gloria.


ÁNGEL MARTÍN

Tony’ Story

Tony era un tipo de mediana edad aficionado al cine bélico, el baloncesto y el mus. Trabajaba como barrendero para el ayuntamiento de su localidad, y hasta ese día no había tenido mayores aspiraciones que vivir solo, beber cerveza, disfrutar con los amigos y quizá, con un poco de suerte, llegar a reproducirse. La situación cambió cuando se presentó ante sus ojos la oportunidad de su vida.

Desde hacía un par de meses, Tony se encargaba del casco antiguo. Por algún extraño motivo era la zona predilecta de la chavalería para organizar sus botellones, y todos los lunes estaba llena de porquería. Botellas, envoltorios de comida, preservativos usados… Como punto positivo, de vez en cuando Tony se encontraba dinero o teléfonos móviles al lado de una meada o un charco de vómito.

Ese lunes era diferente. Las sirenas de bomberos, policías y ambulancias fueron el primer aviso. El segundo la inmensa humareda negra que se elevaba hasta el cielo.

Cauto como era, Tony aparcó la furgoneta a una distancia prudencial y se acercó caminando, dejando el cubo y los bártulos en el vehículo. Había por lo menos cuatro casas antiguas en llamas, los bomberos luchaban por apagar los fuegos, y una muchedumbre creciente lo observaba todo desde la lejanía. El barrendero se acercó a una señora que le exigía explicaciones a un policía y escuchó con disimulo. Al parecer los bomberos creían que el incendio había sido provocado, aunque todavía tenían que confirmarlo. Alguien había considerado que sería divertido prenderle fuego a aquellas casas con más de dos siglos de historia a sus espaldas.

Tony captó agitación a sus espaldas y se giró para ver qué estaba causando tanto revuelo. Entonces lo vio: los de la televisión local.

Su mente fantaseó con la idea de que le entrevistaran, de poder presumir ante Paco, Manolo y Mariano, sus amigos del bar, de haber salido en la tele. Pero no paró ahí. Tony se vio a sí mismo dando un discurso emotivo, hablando de lo importantes que esas casas eran para él, de que casi eran como las hijas que nunca había tenido. Se imaginó contando su exageradamente triste historia en televisión, yendo de cadena en cadena, llenándose los bolsillos con su drama personal mientras los distintos platós se deshacían en lágrimas y aplausos. Y avanzó aún más. Se imaginó escribiendo un libro autobiográfico, aunque él no tuviera la menor idea sobre escritura. Se imaginó con una mujer despampanante, unos hijos preciosos, y una vida repleta de lujos. Y todo eso empezaba ahí, delante de la cámara que iba a cubrir la noticia del incendio. Tenía que apañárselas para que le grabaran.

El barrendero se abrió paso entre la multitud. Al principio con cuidado, evitando chocar con la gente. Luego empujando un poco hacia los lados a quienes no se apartaban. Al final ya le daba igual todo, avanzaba a codazos recibiendo improperios de lo más ingeniosos, apartando de mala manera a personas que duplicaban su edad. La idea de salir en televisión le obsesionaba.

Cuando llegó hasta ellos, los de la local preguntaban a una mujer en batín, que les contaba su versión de los hechos con aires de autosuficiencia. Tony, ni corto ni perezoso, se metió en medio del plano.

—¡Tengo algo que contar, conozco a estas casas como si fueran hijas mías!

—¿Y usted quién es?

—¡Oiga, que estoy hablando yo!

—¡Qué digo como si lo fueran, lo son! ¡Yo mismo las parí! Bueno, a lo mejor no, ¡pero casi!

El reportero, divertido ante esta intromisión, le hizo un gesto al cámara.

—Graba esto. No nos ganaremos el ascenso pero nos echamos unas risas.

—¡Esto es inaudito! ¿¡Me va a dejar con la palabra en la boca!?

—¡Ay qué nervios! No sé por dónde empezar. Verá señor reportero, servidor no nació en este pueblo, pero como si lo hubiera hecho porque mis padres me trajeron aquí de bien pequeño.

—Las casas se queman y este contando su vida, ¡pero a qué han venido ustedes los de la tele!

Tony estaba más que dispuesto a continuar su discurso ahora que había arrancado, pero la señora del batín tenía otra idea en mente. Empujó al barrendero con todas sus fuerzas en un intento por sacarle de plano, pero la cámara siguió su trayectoria y captó el momento en el que su espalda chocaba contra la de un hombre con boina y hacía que este cayera al suelo de bruces. Veinte segundos después aquello era un caos, con la gente empujando y golpeando a quien tuviera al lado sin saber muy bien por qué, y la policía intentando poner orden. De alguna manera lograron extinguir antes el fuego que la violencia gratuita.

A la mañana siguiente Tony acudió como siempre al bar para tomarse su café con sus dos porras. Cabría esperar que hubiera llegado cabizbajo y falto de ánimos, dado el fracaso rotundo de su plan para alcanzar la fama, pero no, Tony llegó sonriente, con el labio superior hinchado, la ceja izquierda partida y el ojo del mismo lado como una pelota púrpura, pero sonriente. Traía en la mano el periódico local del día, y lo depositó en la barra con notable satisfacción. En portada, junto a una foto de Tony recibiendo un puñetazo en la boca, podía leerse en letras bien grandes: “Demente vestido de barrendero inicia disturbios durante un incendio”.


MARTA TORRES

Era tan amarga su vida , que siempre soñaba con un minuto de gloria .
Soñaba qué un día saldría de esa vida tan vacía que a su lado vivía .
Pensaba qué un día se iría , que llegaría el día que cruzaría esa puerta sin voltear atrás, que esa vida llena de maltrató y encierro un día terminarían.
Soñaba y soñaba con alcanzar un minuto de gloria.
Se imaginaba que saliendo de esas cuatro paredes avía una vida . una vida llena de esperanza que algún dia alcanzará. Habrá ese minuto de gloria que tanto desea .


MÓNICA MEDL

 Suena el despertador. Te levantas a oscuras y no quieres despertar a tu esposo que no tiene la culpa de que tú debas ir a trabajar.

Te pegas una ducha medio dormida aun, como no queriendo arrancarte esa almohada que aun se ve marcada en tu cara.
Desayunas café negro y te prendes un cigarrillo.
Nada, no logras despertarte aun.
Prendes la TV como queriendo ver una noticia que al menos te anime a continuar el día.
Nada, lloverá toda tu semana.
Apagas la TV.
Te peinas para no salir cual espantapájaros a la calle.
Te sacas la bata y ves que ponerte, da lo mismo, es un día más.
Tomas el bus, no hay casi nadie en la parada.
Piensas que es extraño, pero da igual.
Llegas al trabajo como todas las mañanas, temprano.
Aun no ha llegado nadie, normal.
Pero esa no será una mañana igual a todas.
Prendes el portátil y abres los programas.
Te pones a trabajar.
Buscas otro café negro.
Fumas otro cigarrillo.
Ahora sí parece que has podido despertar.
Son las 9 AM, es raro, nadie ha llegado aún.
Se siente el sonido del ascensor.
Bueno hoy todos se han puesto de acuerdo para llegar tarde… pienso.
Pero no.
Es el guardia de seguridad, que se acerca y me saluda.
Me dice, tanto trabajo tiene que ha venido en día festivo.
No se diga más.
Como explicarle que no me había dado cuenta que no me tocaba trabajar.
Le sonreí y le dije: Sí mucho trabajo pero en un rato ya me voy.
Salí ese día del trabajo.
Fui a la parada del bus.
Casi no había gente.
Llegué a casa.
Me desvestí y me metí en la cama.
Mi marido se despertó, me miró a los ojos, me dió un beso tierno y me dijo: ¿Sabes cuánto te amo?
Ese fue mi minuto de gloria.


FUEN CALDERÓN ROMEO

Era estrella y soñaba con ser luna. Poder crecer, menguar, musa de poetas, amante del sol en los breves instantes en los que ambos, sol y luna, se fundían en un eclipse.
Era estrella y soñaba con no ser una más de tantas en la noche.
Era estrella y quería tener nombre y ser la protagonista de una canción de cuna.
Era estrella y quería poder viajar más allá de la parcela del Universo infinito que la habían asignado, poder moverse de norte a sur no sólo de este a oeste, según las estaciones, con el resto de sus hermanas de constelación.
Era estrella, o eso pensaba ella… ella que estaba en la cola de un cometa, no en una constelación. Y un día vio que se alejaba de sus compañeras y se sintió libre, y se sintió importante. Y sintió que caía a gran velocidad y escuchó a un niño decir: ¡mira, una estrella fugaz! ¡Pide un deseo! Y durante un instante, apenas unos segundos, se sintió especial sin saber que había llegado su final mientras su luz se apagaba lentamente


LUISA VÁZQUEZ

Por Dignidad.

Y lo sé, lo supe siempre, que se acuesta con cualquiera, pero la conocí hace mucho tiempo y, desde entonces, se convirtió en mi refugio, mi salvación. Es el cimiento sobre el que se asienta mi vida, fuerte, inamovible. Es mi oxígeno para respirar. Es la brújula que me señala el Norte y que hace recto mi camino. Es mi cura en la enfermedad, la alegría de mi tristeza infinita, negra, constante. Es el hilo del que pende mi existencia. Es la luz que persigo y que me obliga a seguir recorriendo el sendero. Cuando ella no está, solo quiero tumbarme al costado y dormir para siempre.
Mi amor me concedió el privilegio de ser su compañero. Me eligió por encima de todos los demás. Me quiso en su día a día. Prefirió que fuera yo el guardián de sus virtudes escondidas. El que satisficiera sus necesidades terrenales. El único testigo de su frustración o su tristeza. El que curara las heridas de sus excursiones nocturnas. El que, con amor, aplacara el hambre que otros hombres no podían saciar.
Teníamos 15 años y ella era la reina del Instituto. Los chicos la perseguían constantemente y las chicas peleaban por ser sus amigas. Era popular, extraordinariamente bella, su voz profunda y sus gestos naturalmente sensuales nunca pasaban desapercibidos.
Yo, en cambio, era aquel chico oscuro, un alma tibia e insignificante. Un estudiante mediocre, un ser humano mediocre. Trataba de esconder mi cara anodina tras unas enormes gafas de culo de botella. Nadie me veía, nadie reparaba en mi.
Ella estaba allí en lo alto, muy lejos de mi.
Pero yo podía distinguir la luz febril de sus ojos. La ansiedad de la búsqueda constante de una paz que nunca se consigue. Que es esquiva como el amor verdadero.
Y un día, la encontré tirada en un callejón, sucia, borracha, mortalmente triste, sumergida en un llanto histérico.
– ¿Qué buscas?. Le pregunté.
– A ti. Me contestó.
Desde ese día estamos juntos.
Después de la vorágine, encuentra la paz que busca en la seguridad de mis brazos y yo vivo con el latir de su corazón emparejado con el mío.
No me molesta besar unos labios mancillados por cientos de labios anteriores a los míos. No me importa recorrer con mis manos una piel sucia de cientos de manos anteriores a las mías.
En mi cama es solo para mi y es diferente a la que está con otros. Porque esa solo me quiere a mi.
Un día se cansara de salir a buscar otros hombres y, entonces, envejeceremos juntos, en paz y felices por fin.


LUCIDECES ROMUALDO RAMÍREZ

SER HÉROE

I

Primero quiso
un minuto de gloria,
cuando lo logró
quiso una hora.

No fue suficiente
un día,
una semana,
tampoco un año.

Pronto
empezaría
a anhelar
la gloria eterna.

Porque
la gloria es
adictiva
como la droga.

II

Quería ser héroe…

y puso tanto empeño en ello,
que sin darse cuenta
empezó a andar
por un camino solitario,
que le alejó tanto
de las luces lucrativas
de los grandes bulevares…

que llegó a sentirse perdido…
-incluso
en las propias calles
que le vieron crecer-,

y olvidado,
aunque los que le amaban
estuviesen siempre
dispuestos a recibirle
con los brazos abiertos.

Nada le sirve,
nada le vale a un hombre…

cuyos actos son guiados
por la osadía
de querer
convertirse
-a cualquier precio-
en un héroe,

a menudo se descubre
prisionero
en profundas mazmorras,
ante siniestras circunstancias
y atrapado
en laberintos infernales.

Antes era de luz,
y creía ser capaz de salvar
a alguien de su condena,
utilizando solo
la belleza de sus actos.

Ahora que es de noche,
sabe que solo
lo conseguirá
cuando los buitres desprecien
la suculenta carne
de las inertes alimañas
o nadie se vuelva a preguntar
qué hay después de la muerte.

¿Quería ser héroe?
pues ahora
no sabe
lo que hace,
ni lo que dice,
ni lo que siente,
nadie sabe por cuales
terribles destinos,
se hallarán los mares
a los que vayan a naufragar
todos los barcos,
que son orientados
por el norte y el timón
de su atormentada mente.

Porque nada le sirve,
porque nada le vale
a un hombre,
cuando pretende
alcanzar la gloria
como lo hicieron
los inmortales.


ROCÍO ROMERO GARCÍA

Cuando la oscuridad tiene un minuto de gloria.

No duermo con facilidad.
Cierro los ojos y solo veo oscuridad,
no consigo presionar el botón de resetear.
Dejo mi mente expandirse.
En la oscuridad nada muere
ni desfallece,
los demonios se hacen realidad
y tú bailas con ellos
para convertirte en uno más.
Creo escenas sin sentido y sonidos sin igual,
descubro la magia
del pecado carnal.
Pasan las horas,
y mi mente no descansa.
Rememora tiernos momentos
que son mejor olvidar,
reproduce versos y estrofas
que duelen y no paran de resonar.
Visualizo luces
incoloras
constelaciones brillantes,
el universo abriéndose ante mí
cómo una flor florece.
La oscuridad se convierte
en fuente de juventud,
inmortalidad
y
sensualidad.
Aquel lugar
donde solíamos
gritar y
hacer realidad
nuestros
deseos más
banales.
Las preguntas se amontonan,
dudas que hacen que
mi sangre hierva;
los miedos salen y
cobran forma
y yo me pregunto
si es insomnio
o si mi organismo esta
compuesto de
granos de café.
No puedo pulsar el botón,
a lo mejor no quiero.
Me alimento de
fantasmas de poetas
muertos.
El paso del tiempo
pesa sobre mi corazón
y la arena del reloj
me ahoga.
Abro los ojos y
contemplo una grieta
de luz
que muestra
la esperanza
de estar
viva.
El reloj marca las tres
de la madrugada
y mi cabeza
consigue ser reseteada.
La oscuridad ya no significa
nada
y duermo
quedándome
con las ganas
de buscar
aquello que
no pude encontrar.


OLGA LUJÁN

UN MINUTO DE GLORIA.
Fue mi minuto de gloria no buscado, pero también fue la puerta que se abrió a la libertad. Hoy veo cerrarse otra tras de mí. Oigo los cerrojos chocar en su cerradura, sin embargo esta vez no llevo cadenas. Voy a saldar mi deuda con la justicia. Pero no me arrepiento. Debí haberlo hecho antes.
Esta es mi historia. La historia de cualquier chica como yo.
Llegamos a España en un autobús. Tres días de infernal viaje huyendo de la pobreza. Todos los pasajeros en la misma situación, con poco dinero y muchas ilusiones.
Tantas veces soñé con marcharme, con reunir las fuerzas suficientes, pero me faltó el valor. Hasta aquel día en el que un hombre se presentó en nuestro pueblo. Hablaba de otro país, de dinero fácil, de trabajo digno, de supervivencia… de falsas promesas.
No conocíamos el idioma, ni la ciudad, ni siquiera tenía familia o amigos. Pero eso no era un impedimento, dijo aquel individuo. Solo debíamos confiar en él. Y confiamos.
En el destino un coche y dos compatriotas. Nos montaron en el asiento trasero a las tres. No pronunciaron palabra. El automóvil paró frente a una casa con un aspecto muy diferente al que pensábamos que tendría el hogar donde íbamos a servir como criadas.
A partir de ese momento solo hubo órdenes, golpes, palizas, drogas, abusos y el encierro en una habitación. Todas las noches pasaban por mi cuerpo tipos borrachos, sucios, sin escrúpulos que profanaban mi alma. Hubo un momento en que mi cuerpo ya no me importaba, tan solo servía para el desahogo de indeseables.
Aquella noche cuando Nicolae subió para entregarme la cena, venía tan ebrio que apenas podía articular palabra. Sentí sus sucias garras en mi. Y aproveché la ocasión. Agarré el cuchillo de la bandeja y se lo clavé cuando él empujaba su abominable cuerpo sobre el mío. Ni siquiera se enteró que la muerte le recibía como se merecía, babeando. Después confusión. Otras chicas recobraban la vida que tenían perdida. Más tarde, la policía.
Sin embargo de todo aquello tan solo recuerdo con claridad a mis compañeras, mirándome agradecidas. Abrazos, lágrimas, besos. Y por fin libres.
No puedo precisar si fue un minuto o una hora de gloria. Lo único que sé, es que fue el comienzo de un nuevo camino.


EMILY RUIZ

Te desplomas
junto a mí.
¿Qué te pasa?
Susurro tu nombre.
No respondes.
Te sacudes,
tensas tus brazos,
te doblas hacia atrás
como un resorte.
Tranquila, amor,
ya va a pasar.
Creo que te mueres.
No es la primera,
nadie supera
las convulsiones.
Shshsh –hago
y los bebes vuelven
a dormirse.
Te quedas quieta,
apenas respiras,
lívida, inconsciente.
Te llamo y te llamo.
Trato de animarte;
invado tu oreja,
tu nariz y tu boca
con el mismo dedo.
Sigues sin responder.
Te clavo un beso
como el príncipe
de la angustia.
Al fin despiertas,
me abrazas y preguntas:
¿Por qué me besas?


EMILIANO HEREDIA

Era el tiempo en que, la primavera se empezaba a despojar de casi todo para recibir el calor que desde hace no mucho tiempo, se empezaba a entrever.
Andaba yo por entonces, explorando un nuevo mundo viejo recién conquistado.
Tumbado sobre una fresca hierba ebria de rocío, observaba el mágico caleidoscopio que formaba el viento aliado con los rayos del sol hablando en morse.
Con las copas de los chopos que se erigían como gigantes vegetales sobre mi cuerpo tendido.
Por cada poro de mi piel, exudaba mezclado con mi sudor, una sensación de alivio, de pena carcelaria cumplida.
Hoy era el día.
Miré por última vez a mis carceleras, les hice una mueca de duende.
Ahí seguían impávidas, hieráticas, frías, insensibles.
Muertas.
Me levanté como Lázaro, pero nadie me dijo levántate y anda.
Anduve con paso decidido, con todo el paño del pecho desplegado, haciendo avanzar el barco que ya era, rompiendo el aire, surcando un mar de adoquines y alquitrán.
Gente extraña sin rostro se cruzaba a mi paso, sombras sin identidad en el camino que recién estaba construyendo.
Solo tenía un objetivo yo solo.
Lo que ahora tenía entre manos, eran ascuas que abrasaban desde hacía mucho, demasiado, eterno tiempo.
Ahí está.
Mi némesis.
Mi alter ego.
Mi enemigo.

Empecé a escalar, lenta, y pasudamente.
Tallando cada escalón con cada pisada.
Volviéndome cada vez más fuerte.
Volviéndome cada vez más gigante.
Solo quedaba, un último paso.
Solo quedaba, un último trámite.
La puerta del castillo. Aséptica. Insignificante. Entrada de guarida de ratón entre mis manos.
Invoqué al universo para apagar con su cósmica paz el volcán que amenazaba erupcionar por mi boca.
Una mujer de unos cincuenta con uniforme de enfermera.
La miro.
Me mira.
-Solo un minuto –digo-
Como una bocanada de aire entrando en una estancia clausurada por siglos, entro, dispuesto a dar el jaque mate final al rey.
-Aquí tiene. Mis muletas. He vencido. Le he derrotado. Cuatro años. Ahora ando. Dijo que no volvería a hacerlo. Ahora corro. Dijo que nunca lo lograría. Tengo dos piernas. Y me quiso quitar una. Adiós.
Me fui, entre una muchedumbre que miraba distraída la vida.
Era el primer día de mi nuevo mundo viejo, conquistado.

FIN

Nota del autor: historia verídica, con ciertas licencias literarias.


LOLY BÁRCENA

No tengo minutos de gloria.
De nuevo en el atasco
Me aburro, imagino otras vidas pero la soledad de mi asiento de conductor me impide evadirme a esos mundos soñados, vidas con minutos de gloria, llenas de momentos de ovaciones, de aplausos, de aventuras, de tesoros por descubrir, por esos increíbles minutos de gloria.
No tengo minutos de gloria.
Solo veo dos palomas, encaramadas en las farola, esperando que pase su aburrida vida, mirando el horizonte, expectantes, ansiosas porque pase algo, para dejar de ser unas míseras palomas y convertirse en Águilas imperiales con plumas en bronce, majestuosas, con su minuto de gloria, pero como simples palomas se quedaran en la farola, anónimas, indiferentes el mundo a ellas y ellas al mundo.
No tengo minutos de gloria.
Sigo mi camino, imaginando como sería tener minutos de gloria, si me haría feliz:
Escenario con los cortinajes corridos, y en el centro doblando a rodilla, recibiendo un baño de aplausos resonando por el teatro real, tras representar la opera de “aida”
Despertando a la realidad, canto como un gato escaldado por ahí no me llegara ni un segundo de gloria.
Poco a poco retorno a la realidad de mi atasco, en la misma gris carretera con el mismo escenario lleno de grises como yo que no tienen un solo minuto de gloria en su vida.
O quizás sí, existan muchos minutos de gloria en todas las vidas:
“Te quiero, nos unimos, formamos una familia?, con un donuts como anillo de pedida”
“Buaaaa¡¡¡¡ Es un niña está sana, todo salió bien”
“Tienes el alta solo tienes que venir a revisión”
«Amiga , soy feliz, escribo lo que quiero y mi vida es toda un minuto de gloria»
“Hola mama que tal el día?”
“cumple 18 y sigue viniendo a tu cama para acurrucarse un rato conmigo”
“te quiero, a pesar de los días sin minutos de gloria, de rutinas y momentos grises, sigue saliendo el sol todos los días y sigo estando aquí”


GABRIELA MOTTA

Cuando tuve entre mis manos aquel positivo sentí que ese era mi minuto de gloria, pero la vida quiso que días más tarde otro positivo borrara por completo aquella sonrisa de mi rostro.
__ Aquí actuó el azar, dijo el médico con una vos despreocupada. Ahora deben saber que el parásito de la Toxoplasmosis puede afectar al feto, hay un 50 por ciento de posibilidades de que nada suceda y otro 50 por ciento de que el feto sea deforme, nazca ciego o no nazca. Es importante que consideren la opción del aborto, hasta la semana 12 de gestación podés llevarlo a cabo, la ley en este país te ampara. Ahora vayan para casa y piensen en lo que les dije, si deciden no abortar nos vemos en las próximas semanas para seguir con los controles regulares y hablar un poco más sobre la toxoplasmosis.
Tranquilos que la toxoplasmosis es más común de lo que se cree.
Esas fueron las palabras que nos dijo a quema ropa aquel médico sin siquiera pestañear, nosotros permanecimos en silencio, nos fuimos en silencio hasta el coche, en un minuto la vida nos demostraba que no mima a nadie y que a todos nos juega una mala pasada en el momento menos pensado. La idea del aborto no había pasado jamás por nuestras mentes, era un embarazo deseado y no le íbamos a poner fin a la vida de nuestro hijo sin pelear junto con él, así fue como nos abrazamos a los 50 por cientos de posibilidades positivo y vivimos nuestro embarazo como si los otros 50 por cientos no existieran. Pero conscientes de que estábamos dispuesto a afrontar con el 50 por ciento negativo si la vida así lo decidiera.
Nueve meses después la suerte había corrido a nuestro favor y todos los controles habían salido bien, pero aún no podíamos estar relajados ya que había afecciones que podía llegar a tener el feto (vaya como me rechinaba que le llamarán feto a mi bebé) que solo podíamos saber en el momento del nacimiento. Así fue como el 31 de enero del 2015 nace nuestro pequeño con todos las partes de su cuerpo, con un perfil encefálico normal. Al nacer fue necesario hacerle análisis de sangre, corazón, ojos y cabeza, mi corazón dejo de latir al ver cómo le hacían tantas pruebas aún siendo tan pequeño, pero debo reconocer que volví a tener mi minuto de gloría cuando el doctor nos dijo que el parasito no había afectado en absoluto a mi bebé. Luego de ese episodio en lo personal puedo decir que:
Un minuto de gloria es saberse sano luego de estar enfermo.
Un minuto de gloria es sentirse victorioso luego de la peor derrota.
Un minuto de gloria es secarse las lágrimas y poder vivir con el vacío.
Un minuto de gloria es lograr tus metas sin importar cuanto hayas fracasado.
Un minuto de gloria es saberse vivo sin tener que morir para comprobarlo.
Un minuto de gloria es oler el aroma a café recién preparado.
Un minuto de gloria es encontrar en la sencillez de lo cotidiano la felicidad.
Un minuto de gloria es ser agradecido sin tener razones
Pero para serles sincera, mi mayor minuto de gloria es ver y escuchar cada mañana esos dos ojitos negros diciéndome:
__¡Buen día mamá!
¡Ese sin dudas es mi mejor minuto de gloria!

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19 comentarios en «Un minuto de gloria»

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