El ego

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos el tema «el ego». Estos son los relatos recibidos.

GANADORES: DAVID DURA Y JUSTO FERNÁNDEZ.

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección.


JUSTO FERNÁNDEZ: Mi constructo narcisista (no creo que vosotros seáis capaces siquiera de entenderlo)

Mi constructo narcisista es autoexigente hasta el punto de contracturarme. Hablo del mío, no del tuyo, que no lo conozco. Porque para conocer la esencia de un constructo es necesario vivir un tiempo dentro.

Mi constructo narcisista es un entramado infinito de imágenes idealizadas de mí mismo, autogeneradas de manera incesante por mi cabeza. Es como una fábrica que no cierra nunca, de la que, además, yo soy el dueño. Y mi proceso vital consiste en tratar de adecuarme, retorciéndome si es necesario, a la imagen-ideal fabricada en cada momento. Siempre es igual. Primero pienso en cómo debería ser y luego comparo con lo que veo. Es como perseguir una zanahoria-pensamiento. No hay descanso. No hay tregua. La imagen siempre está ahí, delante de mi, diciéndome ¿A qué esperas para ser así? Exigiéndome ser su reflejo.

Pero mi constructo narcisista ya no se conforma solo conmigo. Ha metido todo el Universo dentro de esta fábrica de imágenes-pensamiento. Si, te ha metido a ti también, y a mis amigos, y a la Luna, y a la física cuántica, y a mi hijo, y a todas las estrellas. Y ahora el esfuerzo de vivir aquí dentro se vuelve insoportable. Nada es como debería ser según la referencia de imágenes idealizadas. Todo es imperfecto.

Y el constructo es implacable en su exigencia: !Vamos! !Ponte en marcha! !Arregla este desaguisado, es tu responsabilidad! ¡Mira cuántos defectos!

Y el resultado es pura y permanente ansiedad crónica.

Es verdad que, a veces, por alguna de las ventanas de sucios cristales de esta penumbrosa fábrica, se cuela un rayo de luz (creo que lo llaman sentimiento). Pero no sirve de nada, no es útil para el proceso. Y esa puntual luz se pierde como material de deshecho.


GABRIELA MOTTA

Quiero agradecer a todos los presentes esta noche; noche que sin dudas marcará un antes y un después en la historia del arte contemporáneo, porque no todos los día se le hace este tipo de homenaje a un artista y menos a uno tan memorable como yo. Iniciaré contándoles que mi carrera comenzó cuando aún era muy pequeño, mis primeras obras de artes fueron esbozos que quedaron enmarcadas en las paredes blancas de mi casa. Mis padres fueron los primeros privilegiados en poder contemplarla. Al ir creciendo mi vocación fue aumentando, ya no la podía contener, estaba ahí por todas partes, para ser apreciada por quien quisiera. Siempre fui brillante, cautivó a todos con mi pincel, es mi don, nací para ser artista y lo sé. Nadie jamás se atrevió a decirme lo contrario y si alguien lo hubiese hecho, se tendría que haber tragado sus palabras o mejor se las hubiese pintado una a una en un hermoso cuadro. Mi obra maestra, la que me colocó junto a los grandes del arte pictórico sin lugar a dudas fue el Ego, vaya ironía de la vida, justo yo que siempre fui una persona tan humilde. En fin, el Ego es y será por siempre mi obra maestra, cada maestro del arte tiene la suya y conmigo no podía ser diferente. Sé que tengo la suerte de gozar del éxito y de la gloria ahora que estoy vivo, porque como lo saben es un privilegio de pocos dentro del mundo de las artes. Qué más decir de mí que ya no sepan, mi obra es única lo sé y me enorgullece que todos aquí esta noche lo puedan comprobar.
Una pequeña brisa rompe la calma mañana de verano y hace que el río se mueva, esto provoca que nuestro pintor vuelva a la realidad, no había público, lo único que había era su reflejo en el agua, que diga se de paso, ya se había borrado por culpa de la brisa. Esto hace que Juan (nuestro amigo pintor) deje de soñar y se conecte con su obra, denominada el Ego.
Suspira, contempla el lienzo casi en blanco y piensa: que suerte tiene el mundo en contar con un artista tan memorable y exitoso como sin dudas lo seré yo.


DAVID DURA

Egooo!… Egooo.. alguien escucha?.
Soy el de siempre…..

Egooistas , ególatras, egocentristas, era el primero de la lista, a pasado algo, dejé de ser artista?..

Necesito el retumbar de vuestras alabanzas
Ser cantante en vuestros días
Abogado en mis consejos de vuestras vidas…

Ahora ando solo
Meriendo y ceno, tristeza
Sueño ser algo que no era.

Empezaré de nuevo
Saldré del huevo
Buscaré mi nuevo ego…

Así soy yo , el number one
Donde dije Diego , llego
Sólo grito! estáis ciegos..

Cuando vuelva de chaqué
Hablaremos de usted
Mientras tanto…..joo.. aquí sentado esperaré….

Así pasaron los días
Cenizas de un soplo
Pensando que alguien me quería..


MARÍA RUBIO OCHOA: Doña Rosa

Doña Rosa _ Maestra de un pueblo pequeño de la montaña en los años de dictadura.Los niños y niñas de la escuela vestían con ropas echas por sus madres y para abrigo la lana de sus ovejas para chaquetas, calcetines y unas capas que hacían de abrigo. Pero Doña Rosa bajaba de la casa del pueblo que había encima de la escuela con la cabeza bien levantada, peinada con cardado, uñas pintadas , labios pintados,zapatos y medias, su bonita falda de paño y su conjunto de chaqueta….Buenos días tenga usted saludaban los «rapaces» al entrar en la escuela.Los padres ocupados en trabajar decían a sus hijos que si los castigaban era porque se lo merecían.. ….En su mesa una bara larga con la que amenazaba y alguno le tocó encima de su mano…Al que tenía más atravesado o era rebelde de rodillas un buen rato delante del encerado…..Cuando las niñas mayores encendían y cuidaban la estufa que calentaba a los que estaban cerca , Doña Rosa cogía su sillón y lo ponía cerca. Todos los días le llevaba el cartero el periódico y se entretenía leyendo ….mientras decía a los más mayores que pusieran dictado y que copiaran un texto del Quijote y los más pequeños con aquellas cartillas para aprender las letras….Al salir de la escuela con un «Que usted lo pasé bien»…….Su ego dominaba en Rosa, la empatía y la sensibilidad asomaban en contadas ocasiones.. …Fuera de la escuela estaba otra escuela la de la vida donde no existía el ego y donde se aprendían valores todo lo contrario al ego………


LOLA ALCÁZAR FERNÁNDEZ:

Me dijeron mis gatos:
Nena,
no te pongas prepotente,
brava y altanera.
Los gatos,
jugamos con la gravedad,
y a tí,
te atrapa la tierra.
Nena,
que solo tienes un vuelo,
no pierdas más tiempo.
Corre,
súbete al globo,
deja en tierra tu maleta,
deja de mirarte en el espejo.
Hay tanta vida por ver,
además de tu reflejo.
Tira esos sacos de arena!
Nena,
que de la vida,
los gatos sabemos.
Te sentirás liviana,
subirás más alto,
disfrutarás tu vuelo.
Nena,
solo tienes que alejarte de tu reflejo.


LA XICUELA DE CORRIOL: El ego explicado por Raquel

Raquel vive en su barrio de toda la vida. Un día en clase de filosofía, a la sosa de Doña Bruna, le dió por saltarse el libro correspondiente a su asignatura y empezó a hablar y a preguntar cosas a sus alumnos. Parecía un juego, no usaban el libro, al contrario, se les había ordenado dejarlo caer al suelo, y sólo escuchar y hablar. En ésto consistiría su clase de filosofía hoy: escuchar y hablar, razonando, estrujandose un poquito la mollera para rebatir o reforzar la conversación empezada por Doña Bruna.

Cuando le llegó el turno a Raquel, todos estaban ya un poco más que cansados, pero pareció que el tema volvió a provocarle interés.

R: «Siempre quise tener un álter ego. Otro yó, de mi misma edad, familia, etc…pero de sexo contrario. ¿Por qué? Pues no lo sabía pero ahora sí lo sé. Por egoísmo puro y duro. Para echarle , sobretodo, siempre las culpas a él, a mí otro yó. Y quedar siempre bien. Para saber qué se sentía siendo yo, pero visto desde fuera.
Y sobretodo para saber qué opinaría otra persona exactamente igual a mí pero sin saber si interiormente sería también como yo, si opinaría como yo, vestiría acorde a mis gustos, etc. etc. etc.

Hay gente que ya lo consigue sin necesitar un álter ego. Con ellos mismos se bastan y se sobran. Te cuentan historias de la catapún chin pun, que según ellos, les han pasado incomprensiblemente toditas a éllos.
Son los héroes de cualquier cosa que suceda, por simple que sea y natural que pudiera ser, la convierten en muy especial y magníficamente importante. Una gran hazaña.

Pero están orgullososísimos de éllo y de poder contarlo a alguien a quien consideran inferior. Se autogestionan para sonar bien, creíbles, sin llegar a la fanfarronería, pero con ese punto de orgullo que merecen poseer, siempre según ellos. Y se autoinmunizan de cualquier otro ser humano. Sólo existe el yo, yo, yo, y nadie más que yo.

Y ser más de lo más no es nada fácil. Porque si inventar una mentira ya es difícil, seguir con ella durante años y años propicia otros muchos álter egos más, que se retroalimentan y dan pie a que él, el ego nunca ponga los pies sobre la tierra y vea la cruda y dura realidad del día a día.

Como vivir el día a día de las clases con Doña Bruna, por ejemplo.»


EMILIANO HEREDIA JURADO: Y ahora, ¿qué?

Aurora, irónico nombre para tí, que eres la descripcion de la oscuridad.
Aurora.
Sí, tú, Aurora. Ahora, Aurora, te hablo por primera y unica vez en mi vida y en nuestra vida en común
Porque quiero y, sobre todo, porque puedo
¿De què te ha,servido Aurora, todo el oceánico ego que rebosaba por cada uno de los poros de tu piel?.
Todos tus insultos, tus desprecios, tus desplantes, tus humilaciones, tus.., todos tus tús Aurora, dime, ¿de què te han servido?.
Tus tús han servido de alimento a mis mís.
Mis miedos, mis silencios, mis lagrimas, mis miradas perdidas.
Ahora, Aurora, ¿callas?. Nó te culpo.
Te has mirado tánto tiempo en el el espejo que has borrado tu reflejo.
Te has visto como un ángel cuando eres demonio.
La soberbia alimenta cada glóbulo rojo de tu torrente sanguíneo, dando oxígeno egoista a tus pulmones de fumadora empedernida con ansia de drogadicta compulsiva.
Los años han pasado, Aurora, y a medida que te inflabas como vejiga vieja, excretabas un pestilente ego por todas partes.
Aurora, te digo todo èsto, porque, presiento que yá me queda poco de estar aquí.
Porque, le estoy ofreciendo a mi ego hambriento de años, un festín con mi sufrida victoria sobre tí, Aurora.
Vivirè lo que nó me has dejado vivir mientras tú…. tú, Aurora, te pudres en tu fría tumba.


ROSA MARÍA JIMÉNEZ MARZAL: El ego

Yo creo que estoy en lo cierto,al menos a mí me va bien. Estoy segura de que lo hago perfecto,todo bien y con todas las precauciones. Me gusta hacerlo así,siempre lo hice así y pienso que no tiene sentido cambiar si da resultado.
.Me estás escuchando? O hablo sola? Estoy aquí, mírame. No me gusta perder el tiempo. No se tú pero yo no tengo tiempo que perder.
He venido para que me escuches…y no me gusta hablar sola. Sé cómo hacerlo,donde ir,que hacer…lo sé todo. Soy perfecta en lo mío,me educaron muy bien.
Te vas? A mí no me dejes con la palabra en la boca,no te lo voy a consentir. Soy lo que necesitas,ponte detrás,yo salgo primero. Haz lo que yo haga y déjame hablar a mí… Además soy guapa y eso me facilita las cosas.
Dame la mano,sin mí no podrás…


NURIA BERGEN

EL EGO DEFINIDO

Definición teórica. Ego es, cuando el individuo se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad. El ego, por lo tanto, es el punto de referencia de los fenómenos físicos y media entre la realidad del mundo exterior, los ideales del superyó y los instintos del ello.

Definición práctica. Ego es, cuando un individuo se sumerge en su propio yo. En las ganas de vivir a su manera, pasando por encima de todo y de todos. Egoísta es la explicación perfecta a su forma de ser.
Es ponerse el mundo por montera pisoteando a quien haga falta, porque yó mismo lo valgo, porque cuando estuve en Londres vivía en un barrio muy «chic» y estuve liad@ con diferentes personajes públicos que acabaron siéndolo porque era conmigo con quien estaban.
Y nadie me lo va a negar. Soy el mejor en lo mío. No necesito que me lo diga nadie. Ya lo sé.
Y para chulo, también yó.
Un personaje que encaja perfectamente en esa definición es A. Nízar. Persona que habla en tercera persona del singular, de ella misma, que conversa directamente con Dios y nos lo hace saber a cada minuto, etc. Divina de la muerte, es el especímen más parecido a un Ego insoportable y/o Ego superlativo.


FLAVIO MURACA: Yo, ello y superyo.

Necesito confirmar mis tres personalidades, soy como sentencio George Harrison en su canción I, me, mine, un subproducto de mi ego superlativo que revuelve mis tripas y me hace comportar como un ser desleñable remarcando las miserias en los demas y no fijandome en las mias.
Es asi mi comportamiento, un despojo de ser humano, tan miserable como la definición misma de esa palabra.
El ego me gobierna, me domina; hace uso y abuso de mi ser… me despoja de mi esencia natural que es la bondad…
Me hace ver horroso ante los demás; triste y solitario destino el que me ha de tocar si él continua manejando los hilos de mi vida; soy una criatura sin corazón que en su lugar habita una burla del destino, un rabioso ego comanda mis sentidos y sentimientos, imponiendo por sobretodo su obsesión, yo.
Quiero saber y ver que hay más allá de mi ego, quien esta, quien me tiende esa mano salvadora… ¿donde andaran aquellos valores que he de olvidar?
Si primero estoy yo, luego yo y despues yo; ¿quien me querra?.
Soy la suma más notoria del abismo que afronta el hombre; su ego y perpetuidad; siempre pienso en función de mi y mis egos, yo; ello y superyo… Freud estaria orgulloso de mi; de mi caso perdido


LAU SUPERSÓNICA

No sabés lo que dudé –y dudo aún- en escribir estas líneas. Pero ya estamos grandes y aprendí a no dar vueltas ante lo que se siente en el corazón. La voz parece no alcanzar para gritar tantas cosas, para preguntar, para responder; a veces salen sensaciones que ya creía enterradas. Pero no, sólo estaban dormidas. Bajo el somnífero del tiempo, que adormece más profundo que un psicofármaco. El tiempo corrió, voló y ya no recuerdo los años que pasaron, ¿cuántos son?

No sabés la infinidad de veces que pensé en llamarte o en escribirte. Ya no servía ser “tan parecidas” –como se suponía que éramos- porque más bien creo (ahora) que somos muy distintas. O por lo menos eso se ve de este lado de la vida. Desde una vereda separada de la tuya por una avenida de agua, sin calles de tierra o asfalto. No tengo el bote que cruza tu agua y jamás podré llegar a tu vereda.

No sabés cómo siento que la vida nos haya cruzado tan repentinamente en quinto grado y nos haya separado “tan porque sí”, tan de prepo. Para mí ibas a ser de esas únicas amigas que te quedan de la infancia, de esas con las que compartís TODO, aunque en un año nos viéramos tres o cuatro veces nomás. De esas que te conocen casi tanto como vos misma y viceversa. De esas que se alegran por vos aunque la estén pasando terrible. De esas que cuando te quiere, te dice lo que sea aunque no sea LO QUE QUERÉS ESCUCHAR. O como nos pasaba a nosotras, que dábamos vueltas dos meses para vernos y cuando finalmente llegaba el día del encuentro una tarde nos quedaba cortísima y antes de despedirnos ya estábamos planeando la próxima salida, el próximo café quién sabe dónde.

Estos largos años que pasaron cambiamos tanto las dos. Tanto que estoy segura de que si te veo mañana no te reconozco el alma. Y si te hablara hoy no sabría qué decir porque estas palabras solamente puedo decírselas a la que fuiste alguna vez hace mucho, pero tu YO de hoy no podría comprender una sola mísera letra de todo esto. Porque la que sos hoy ya no es la que eras para mí, la que sos hoy tampoco conoce a la que supe empezar a ser desde que la vida me presentó tantas pruebas.

Si supieras donde estoy ahora, creo que hasta me envidiarías un poquito porque supongo que si hace más de cinco años tu vida era “caóticamente hermosa” y “prolijamente desordenada”, no quiero imaginar o saber lo que debe ser ahora -que tenés una hija que nunca conocí y nunca conoceré-.

No sabés las ganas que tengo de mandarte un mensaje para charlar -aunque sea la charla más extraña que pudiéramos tener- sólo para actualizar la imagen que tengo de vos. Quizás para perdonarte, porque sigo sintiendo que fuiste VOS la que me empujó a salir de tu vida. No sabés las ganas que tengo de perdonarte y dejarte ir de una vez, soltarte de verdad.

No sabés cómo seguiría escribiendo infinidad de palabras (seguramente) vacías para vos pero llenas de verdad para mí. Yo sigo avanzando segura de eso que me dicen acerca de que tengo una capacidad enorme de amar, propia de una auténtica leona. Y aunque seas otra leona como yo, será que tu capacidad de amar y dar, no supiste aprovecharla conmigo.

La verdad es que no tengo ganas de recibir otro golpe tuyo. El primero lo recibí cuando en la primaria me enteré que te cambiabas de colegio por un problema entre los mayores. Recuerdo el frío que sentí en el pecho y como lloré, con tanta congoja que prefiero no recordar. Y el segundo lo vengo llorando dentro desde mi “OK” como respuesta a una larga lista de excusas que escribiste en tu último mensaje cuando al final decidí no escribirte más. Y no puedo recibir un tercer golpe porque el segundo todavía duele, si toco la cicatriz duele. Tanto como cuando me golpeo el dedo meñique de la mano que me corté accidentalmente lavando unos vasos. Si no golpeo mi mano, casi olvido esa cicatriz. Digo casi porque al mínimo roce siento un ejército de hormigas adentro del dedo. Bueno parecido es lo que llevo en el cuerpo: esas hormigas que no me dejan olvidar aunque después me olvido, hasta que un mínimo golpe es un hachazo seco. Y es otra vez el principio de este escrito: preguntas sin contestar, respuestas que no llegan, frío y calor alojados en el pecho al mismo tiempo y todo eso siempre acompañado de un temporal de lágrimas que (afortunadamente) concluyen limpiando mi alma. Es por todo eso que no podría resistir un golpe más.


ROBERTO MORENO CALVO: Alrededor de…

Ahí estaba ella, apoyada en la columna con las manos en la espalda y las piernas juntas y estiradas. Una mirada escondida entre su cabello moreno echado hacia adelante le quiere decir hola.

Él ni siquiera se ha percatado que está ahí, que alguien quiere conocerle. Pasa de largo y se para ante el escaparate. Quiere verse en el reflejo.

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16 comentarios en «El ego»

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