Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos el tema «pequeñas heridas». Estos son todos los relatos recibidos. Este ha sido el relato ganador:
LOLA ALCÁZAR: Las heridas de Julia
las lágrimas de Julia
Caminaba por las calles de la ciudad, sobre adoquines que reverberaban el sonido de sus pasos, el latido rápido de su corazón.
Se dirigía al velatorio del marido de su amiga. Dos días antes, un citroen berlina le atropellò en pleno centro. Aparentemente no le hizo un rasguño, se levantó sin ayuda, recompuso su traje, se alineo su pajarita, y fue andando al hospital por el dolor de cabeza que le provocó el golpe. A la mañana siguiente, su amiga despertó con su marido frío a su lado.
La joven Julia no había vivido la muerte de cerca. La trágica muerte de su madre la vivío en la distancia, a cientos de kilómetros de ella.
Tres meses habían transcurrido del fatídico suceso.Un sobre enmarcado en negro le informó de lo ocurrido. A pesar del dolor que le produjo, Julia no lloró. Un nudo en su garganta apretaba con fuerza. Julia no lloraba.
A veces se olvidaba, y pensaba en ella como si aún viviera. Si veía un pañuelo de seda, unos pendientes de nácar, o unas medias de rejilla que tanto le gustaban, entraba a comprarlos, y al oír la campanilla de la tienda, recordaba, sumiendose en una profunda pena, que ella ya no estaba.
Su cuerpo se covertía en cueva de lágrimas, que no derramaba, y gota a gota, estalactitas formaban.
En la lejanía ofrecía misas a su madre. Unas flores que tiraba al mar y las olas se llevaban.
Caminaba deprisa. Miraba su sombra en el empedrado, alargada, oscura, indefinida. Quizàs al morir nos transformemos en sombras transparentes, vapor de mar, sal de lágrimas_ pensaba._ Pero madre: miro mis manos y veo las tuyas. Cuando algo me duele, pongo mis manos como lo hacías tú cuando tropezaba y caía, tu me acariciabas y el dolor se iba.
Su cuerpo delgado, dentro de su gabardina tiritaba.
_Cómo será un cuerpo muerto?_ Qué se dice en estos momentos?_ Estará destrozada!
Al difunto solo lo había visto en una ocasión, el mismo día que conocío a su amiga. Había pasado de aquello un año.
Se detuvo a mirar el número del edificio, saco una tarjeta de su bolsillo y verificó que había llegado.
Dos portones abiertos invitaban a pasar. Una alfombra persa indicaba el camino a las escaleras.
Se cruzó con una pareja en el portal, una joven agarrada del brazo de un hombre le dirigió una sutil sonrisa, a la que Julia respondió con la misma delicadeza.
Al llegar al final de la alfombra, en el arranque de la escalera, había una pequeña mesa de mármol con el libro de condolencias que el portero de la finca lustraba sin necesidad.
_Buenas noches señorita_ dijo el portero al percatarse de su presencia
_Buenas noches_ respondió Julia mirando el libro de condolencias,
Se acercó con curiosidad. El portero se alejo respetando el momento.
Acariciaba el libro, preguntándose si su madre había tenido un libro donde la gente que la apreciaba plasmara en tinta sus sentimientos.
Tomó la pluma, levantó la tapa de latón y la sumergió en el tintero. Pero que iba a escribir, si apenas le conocía.
En la espera , la pluma soltó una lágrima.
Subía la escalera de caracol apoyándose en el pasamanos de madera. A cada escalón su cuerpo se hacía más pesado. Le hubiera gustado salir corriendo escaleras abajo, y lo hubiera hecho si no fuera su amiga. Le faltaba el aire y Julia se desabrochaba botón a botón su gabardina, abriendo sus pulmones.
Al llegar al segundo piso, la puerta estaba entreabierta, empujó, y un sonido de mil tábanos se coló por sus oídos. En el amplio salón se exhibía al joven difunto. Como en un escenario teatral, Julia como debutante, caminaba lenta y tímidamente.
Un grupo de mujeres rezaban sentadas en sillas, dispuestas para ese fin. Pequeños grupos de jóvenes charlaban respetuosos mientras sostenían sus tazas de té o café, dirigiendo sus miradas al féretro.
Julia atravesó el salón enfundada en el recuerdo de su madre. Se dirigió al ataúd, y se asomó, como quién se asoma a un río para ver su reflejo. Imaginó a su madre dormida y besó su frente fría. Julia sintió que había llegado a casa.
La inundo una brisa cálida. Bloques de hielo caían al abismo, aflojando su garganta.
Julia le acariciaba la cara. Las mujeres la miraban. Y ella le besaba. Besaba a su madre muerta.
Los rezos callaron. Los asistentes la observaban perplejos. El silencio iluminó la sala. Julia rompió a llorar. Como agua de manantial brotarón sus lágrimas.
_Julia, Julia!_ exclamó su amiga dirigiéndose con premura a consolarla.*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección.
ROSA MARÍA JIMÉNEZ MARZAL, «Pequeñas heridas»:
Estoy sumida en la aturdida vaciedad que precede a la duermevela,alli donde la realidad se sonroja al despertar. Disculpa si te olvido,si parezco ausente,si me oculto a tu paso…pero lo añoro todo,el susurro de tu voz,la calidez de tus manos… y la luz.
Eres un tunante que oculta el rostro mientras me allano en la desgana..despeiname,besa,abraza… sé amor,ternura y caricia…me duele la música,el vacío de la alcoba,me duelo yo,me dueles tú.
MARIAN MOYA VALERO: Heridas
Quien más te hiere …es quien tiene poder sobre ti.
Ventajas que les da la genética y solo ellos son capaces de apoderarse de su forma.
Nadie puede herir de manera tan involuntaria y salir sin apenas daño .
Es tan complejo estar de una manera lógica. Es tan dañino ,no poder seguir manteniendo las formas.
Todo no es permisivo, nada va de extremos …hay un camino que hiere sin entender los motivos,sin seguirles el juego.
Porque formas parte de mi…bajo los brazos y espero, el tiempo será amigo ,será ejemplo,se hará camino.
EMILIANO HEREDIA: ¡Ay!
Pues esto era, que a mí me lo contó mi abuela, que a ella se lo contó su abuela, que había una princesa, en no se sabe qué país, ni se sabe el año.
Ésta princesita, de edad de una niña normal y corriente, con pelo moreno y liso, podría haber sido una princesa de lo más normal, del montón.
Pero ésta princesa, tenía algo que la hacía diferente a los demás.
Vivía encerrada dentro de una urna de cristal. Y no. No por culpa de una bruja un poco gamberra, o un brujo bromista.
Estaba encerrada porque a ella le daba la gana. Tooooodo la molestaba.
Si soplaba el aire, porque soplaba, si hacía calor, porque hacía calor, si frío, pues eso.
Un buen día, de esos que tocaba salir, para airear la urna de cristal (porque sino, olería a cuadra), andaba ella pensando en las musarañas, cuando… ¡Zas!, un pajarillo, igual de distraído, se dio un tremendo topetazo contra la cabeza de la princesa.
Con corona y todo.
¡Pobre princesa!,¡qué grandísima tragedia!.
Chilló, pataleó, berreó, balbuceó, hasta lloró.
Mientras, el pajarillo permanecía en el suelo, aturdido, parecía nó entender semejante jaleo por un golpecito de nada.
Un chichoncete de nada. Un poco de saliva, como hacía su madre, y a correr.
Pero claro, nó sabía que había chocado contra la princesa quejica.
Todo el palacio se movilizó para socorrer a la princesa, y llamaron rápidamente a la carrolancia (en aquellos tiempos nó existían las ambulancias, solo carros de dos mulas, pero en este caso, al ser la carrolancia real, iba tirada de cuatro preciosos caballos blancos, eso sí, con una cruz roja pintada en el lomo).
El doctor de palacio, le echó un poco de árnica, y le puso una tirita. La princesa, todo angustiada, le pregunta al doctor:
-Doctor: dígame la verdad. Me muero, ¿verdad?.
El doctor, que era más viejo que el invento del chupa-chups, le respondió sabiamente (era muy listo, que para eso había estudiado).
-Mira hija, solo tienes una pequeña herida, náda más. Hay heridas mucho más grandes y más graves que éstas.
– ¿más grandes y graves que la mía?, ¡imposible!- respondió la princesa, ofendida-
– Verás, querida, mientras tú haces la vaga encerrada en tu urna de cristal, hay gente en tu reino, que pasa hambre, el hambre, es una herida que duele. Niños que nó tienen juguetes, la pobreza, es una herida que duele. Hay guerra en la frontera, la guerra, es una herida que duele.
La princesita, respondió cabizbaja:
-Doctor, me duele aquí –se señala el pecho-, y nó es mentira.
-Eso, se llama conciencia. Te duele el sufrimiento ajeno.
-¿y eso se cura?.
-Empezando por salir de la urna –responde muy serio el doctor-
Desde entonces, la princesita, hizo las paces con el reino vecino, que estaba gobernado por un niño de su edad, se hicieron amiguitos, y todas las tardes quedaban en un castillo u otro a merendar.
Compró juguetes, y los repartió entre los niños de su reino.
Acabó con el desempleo de su reino, todo el mundo tenía algo en lo que trabajar. Y al doctor, le puso una clínica de la época, supermoderna, con un montón de antorchas para que tuvieran luz suficiente, chimeneas en cada habitación, para el invierno, y un abanico para cada enfermo para el verano.
Y hasta aquí, puedo contar, que nó me acuerdo de más…
¡Ah!, se me olvidaba, la princesita usó la urna de invernadero para cultivar tomates, y a todas partes se llevaba una comba y se ponía a saltar en cuanto le daba la gana.
FLAVIO MURACA: Las heridas que no han de sanar
Necesito vaciar mis enigmas; anclar los sentidos; pensar con frecuencia y hacerme tu esencia.
Las heridas ya sean pequeñas o grandes, siempre duelen; aun mas si la recibimos de alguien a quien amamos.
Raramente uno puede ser sanado de esas heridas, viven dormidas en nosotros esperando a salir y recordarnos lo mucho que nos lastimo.
La cena finalizo con suma tranquilidad; habia cocinado algo especial para la ocación; salmón con papas y una salsa de tomates disecados que habian quedado una maravilla.
La mesa la dispuse con insumos romanticos, dos candelabros y en el medio un vino blanco bien frappe. Comimos bajo la luz de las velas; que eran tenue; y daban un aire de misticismo romantico al ambiente.
La comida es deliciosa – me dijo ella-
Verdad que si – le respondi-. La prepare con gusto para ti mi amor.
-¿Y por que la velada? ¿Que festejamos?-pregunto ella timidamente.
-El amor, simplemente el amor amada mia. Me gusta reivindicar el amor con gestos sutiles y caricias al alma-.le dije emocionado.
Puse el tocadiscos-wincofon- y uno de los lentos de aquella epoca se hicieron presente para calmar esas ansias que en mi corazón habitaba.
La acaricie con sentimiento inusitado y ella me miraba obnubilada.
Desprovista de toda verguenza desabrocho mi pantalón y me proporciono una felatio jamas vista.- no tenia en mis planes semejante acto pero me deje llevar por ese mundo de sensaciones-.
Y naufrague mar adentro y mi esencia choco con su latencia; que absorvia con frenesi todo mi ser…
Su lengua asumia la forma de una serpiente envolviendome con sus ojos hipnoticos.
Las estrellas, el infinito y la via lactea me hicieron olvidar por un momento porque estaba alli.
¿Y a martin también se lo haces asi mi amor?- le pregunte mientras le pintaba su rostro angelical-
¿ Que me dices?- respondió ella…
No me mientas más, no te escudes más detras de esa fachada de buena mujer…
Saque unas fotos y un video debajo de la mesa y se los entregue violentamente, ella comenzo a llorar desconsoladamente…
Yo te amaba… te amo… pero las heridas no van a sanar nunca. -Le dije enfurecido-.
Perdon…nunca quise… no fue mi intención… -me respondio sollozando-.
Lo siento… yo tampoco nunca quise hacer esto…
¿Hacer que?, me siento mal… tengo nauseas.- me dijo ella-.
Es la comida, amada mia; sino seras mia seras de la tumba fria…
Y la deje sentada frente al mar pensando en las heridas que no han de sanar.
ROBERTO MORENO CALVO: Tú, mi herida
Empecé a tirar con la finalidad de limpiar la herida. Mejor hacerlo ahora que está reciente y cicatrizará más rápido. Tus besos calmaban mi piel pero jamás pensé que la pudiesen necrosar.
Continué tirando y el dolor empezó a aparecer. Más dolor del que me habías hecho sentir nunca pero no importaba. Metí en mi boca el pañuelo con el que sequé tus lágrimas aquel día para ahogar mis gritos en tu desesperación.
Cuando llevaba poco más de medio cuerpo pelado llegó la zona más sensible: el corazón. Tantos años moldeándolo a tu antojo que ahora apenas coge en su caja natural, pero repito: es necesario.
Continué tirando, arrancando tus besos de mi cuello y tu silueta de mis ojos. Y, por fin, llegué al cráneo. Trabajo bien delicado de hacer para no dejar olvidado ningun recuerdo por insignificante que sea, nada que me haga recordar que en algún tiempo de mi vida formaste parte de ella.
Y así, como si fuera una serpiente, me pelé. Arranqué todas las marcas que dejaste en mi: tus besos, tus caricias, tus te quiero y tu falsa admiración. Ahora sólo me queda esperar a que cicatrice la herida y a regenerar de nuevo la persona que fui, sin tu contaminación.
ALEJANDRO CAMACHO: Destartalado (hecho pedazos)
Después de ser arrollado por un tren que cruzaba el ala oeste de la ciudad, me levanté muy despacio, y sin pensar agarré mi cabeza. Cuando quise caminar, me di cuenta que tenía dislocadas las piernas, por lo que me arrastré hacia una cafetería cercana, a mi entender una de las más bonitas. Intenté sentarme en el suelo, pero sintiendo la columna vertebral destrozada no quedó otra opción que recostarme boca arriba, haciendo lo imposible para gritarle al mozo que se me antojaba un whisky doble. Aparentemente el trabajador vio que necesitaba un trago, a lo que se acercó y con un tono certero me respondió:
—¡Señor, sea ubicado! ¿Pues no ve? Aquí solo servimos café.
Largué una desdentada carcajada y despacio me marché, destartalado en la noche, buscando algo fuerte para beber.
PEPINO MARINO ERRANTE: Aneurisma
Aneurisma aorta a nivel abdominal
De la sangre y del amor mezclados
Del dolor y del eterno desengaño
Me transforman lentamente en un
fistro diodenal.
MARÍA OCHOA: Pequeña herida
Años 60 una niña no podía jugar porque tenía que trabajar.No tenía cariño porque los mayores, no tenían tiempo para dárselo. Sus muñecas eran los hermanos que tenía que cuidar. En su corazón una pequeña herida por querer ser niña y no poder.Se hizo jovencita y otra pequeña herida quería estudiar pero tenía que trabajar lejos del hogar. Cicatrizaron las heridas cuando pudo dar todo lo que ella no había tenido a sus hijas pero está la marca en su corazón………
DAVID DURA MARÍN: Heridas
Amoniaco….para curar las heridas,
lo que pica cura ,
ya lo hacen perfumado
quizás cure , éste amor demoníaco.
pongamosle abalorios, una flor de vez en cuando, el beso del día a día, el de la despedida.. cuando vuelva, tengo que decirte , nada vale , sin ti moriría..
Como tirita , yo a tí pegado
todo lo curas estando a mi lado
y a tí ?.acaso te he preguntado?.
Nunca es tarde , para jugar a médicos
parto siendo el virus
temblará mi pulso cómo en «operando»
valor y al amor …
Es mi última receta
cerraré a besos tu herida abierta
intentaré con verdades ser eso que tú deseas
y si las cosas se ponen feas
que se yo , soy de letras..
Por si acaso , te escribo,
un triste poema ,
no hay pomada , para calmarte amada
y así dice la cosa , que hay es nada………………….
El jovenzuelo curó su flauta
gastó un deseo ,
en una madera roida , hinchada,
las más bellas melodías!
ya no estaba constipada.
Una dama en cada valle
cada noche en un granero
pero al final del día
él y su melodía , sólos ,en ése cielo..
Y tú qué pedirías? , de tener ése
deseo , amor eterno ?..
piensa que tarde o temprano
toca ser doctor o paciente
y eso duele , siempre toca..
Que me quiten lo bailao!
Una venda en los ojos y mascarilla si hace falta,
una música que distraiga
para no escuchar a los fantasmas.
Si estoy para que me cuiden
nací por parte de madre
llámame cobarde !
adiós , para curar es tarde………
LOLY BÁRCENA HUMANES: Herida
Y ¿ahora qué hago? Levanto la mirada al horizonte, espero encontrar ahí la respuesta, pero solo encuentro nubes, parecen querer ahogarse en el mar, quieren huir, creo que tampoco ellas encuentran la respuesta.
Solo puedo distinguir entre mis lágrimas, ese mar azul que me llama, dice mi nombre con cada romper de olas. ¿Sera la solución perderme en esa bruma blanca que se crea al golpear contra la roca, o quizás solo me esconderá?
¿Qué voy hacer? No sé si podre superarlo, la herida, es grande aunque ella fuera pequeña, muy pequeña, no se ve pero ahí está, lo siento en mi interior, la perdida se quedara grabada por siempre, sé que no desaparecerá. No creo que pueda nunca curarla. Oh si……….
Sé que no estoy sola, giro la cabeza desviando por un instante mi vista de la serenidad que me dan tus aguas, ahí estas, sentado en la hierba junto a mí, sin tocarnos, sereno , tan seguro de que todo ira bien, tu sola presencia me dice que todo es posible .
La herida es compartida, a ti también te duele, no sé si igual, quizás diferente, pero también te duele. Y simplemente estas ahí, dejando que el aire nos revuelva, nos azote, nos obligue a seguir.
¿Qué vamos hacer? Debemos decirle adiós, debemos seguir, el interior le añora, pero no podemos cambiar la vida. Cicatrizara la herida, sanaremos, volveremos a sonreír, el mar deberá esperar, no seguiré el camino de las nubes.
-vámonos cielo, ya le dije adiós, volvamos a casa.
CARLOS COSTA: Los puentes de Madison y las Palomitas Melancólicas
Quiero ver un maldito drama romántico.
De esos cutres y repetitivos que sabemos cómo acabarán.
De esos que desaten en mi el llanto toda la noche
Y me quiera morir de amor
O de asco.
Porque necesito llorar.
Y me pongo videos de atentados
O me pongo videos de asesinatos
De violaciones.
Y lloro un poquito.
Pero no hablan de mi.
Tengo tanto dolor sin saber por qué
Que no soy capaz de llorar con desgracias ajenas.
Ni con las mías propias.
Es como si hubiese nacido en medio
De una guerra.
O en medio de alguna catástrofe que me condena al sufrimiento.
Y no sé por qué.
Soy un jodido egoísta.
Lo tienes todo
Todo
Todo joder
Y sin embargo
Qué ajeno me siento de la vida a veces.
Que azotado me veo por la muchedumbre.
Cuando cojo el metro
Tengo ganas de llorar
Ynoseporqué
Ynoséporquénosoycapazderompermeylloraryllorar.
Cuando veo a una anciana sola
Y me siento así.
Y tengo un hombre que me cuida
Que me adora
Que se desvive por mí.
Pero siento pena.
Siento un sufrimiento sin saber en qué zona está el cabronazo habitando.
Quiero saber dónde me duele para poner una bomba en el centro de la vivienda
Y explotar a ese cabrón que me destruye
Que me destruye.
Yo mismo.
No sé.
Por eso voy a poner los puentes de Madison.
Porque es una mujer que lo tiene todo
Pero no tiene nada.
Y de repente un cabrón
Que tiene la virtud de hacerla sentir feliz,
Hace que su vida sea maravillosa.
Y tiene que elegir
Y tiene que elegir
Y elige tenerlo todo.
Y se queda con cebolla en los ojos
Y ajo en el corazón.
No sabe por qué
Pero le duele.
Le duele
Y no sabe por qué.
Yo quiero lanzarme por los puentes de Madison
Y que mi cuerpo baile con la ceniza de la desdicha.
De los que no sabemos elegir
Y elegimos correctamente
Metódicamente.
O yo que sé por qué.
Que me cago en los cimientos del puente de madison
Que debería haberse hundido
Para que nadie sueñe con ellos.
Hago las palomitas
Para ver los Puentes
De los cojones
Pero no
No
No me atraganto con ellas mientras Meryl Streep llora
No me atraganto
Buceo en la mierda
En su mierda que es mi mierda.
Qué más quisiera yo que poseer un sufrimiento justificado.
Quiero que me besen con la soga al cuello en los puentes de Madison
Y sentirme vivo a última hora
Antes de morir.
Tentar a la muerte
Y correrme en su cara
En el último momento.
Y que la muerte disfrute
Y yo disfrute
Mientras lloro
Viendo a Eastwood.
Quiero decidir si abro el coche
O me escapo.
Quiero decidir arrancar la manecilla del coche
O ahorcarme con el cinturón.
Quiero llorar
Joder
Quiero llorar
Con una buena película
Que hable de mi
Y solo de mi
Porque soy un egoísta patológico
Que necesita sufrir
Para escribir
Y sino escribo me muero
Y si me muero no puedo escribir.
Y ¿a quién le importa que yo escriba o no
Sin Eastwood lo hace que te cagas y además hace llorar?
A todos menos a mi
Que yo no lloro
Últimamente
Aunque tenga los ojos de cebolla
Y el corazón de ajo.
Aunque mi novio me arranque el pelo del pecho a lametones.
No lloro
Joder
No lloro
Y necesito llorar
Llorar como para causar un desastre universal
Como para que se derritan los polos con mis lágrimas ardiendo
Necesito llorar
Como para que me detengan por escándalo público
Y secarme de llanto
Y que me recojan
Y que me expongan
Como ejemplo de lo que no se debe hacer.
No se debe sufrir
No se debe sufrir
No se debe sufrir si se tiene todo.
Aunque las palomitas se hayan quemado.
Quiero ver la puta película.
Aunque la casa salga ardiendo
Quiero ver la puta película.
Y seremos polvo.
El polvo ocasionado por el fuego.
El polvo de Meryl Streep
El polvo de Clint Eastwood
Y el de Carlos Costa.
Todos polvo
Polvo que se sopla y crea belleza
Fuegos artificiales de polvo.
Polvo para tapar el polvo que seremos.
Llaman al jodido timbre
Me joden la jodida película
El jodido plan de joder la casa con fuego
Las jodidas palomitas que aún no he metido en el jodido horno.
Jodido vecino, que me ha arrebatado la oportunidad de llorar
Y erradicar estas inmensas ganas de llorar
Que no me derriten.
Vayase usted a la mierda
Y déjeme llorar con los puentes de Madison
Que ahí es donde querría lanzarme
Y en su lugar
Tengo que ver
Su puto jeto impidiendo
Que llore
Que llore
Joder.
Págueme usted el psicólogo ahora
Págueme usted el psiquiatra ahora.
Me ha jodido la película
Pues ahora le jodo yo a usted.
Mi novio sale.
Le pide disculpas.
Cierra la puerta.
Discutimos
Y no lloro
Y no lloro JODEEEEER
No lloro.
Entonces
Suena el teléfono
Vibra el whatsapp.
Se paraliza mi corazón.
Y se produce el milagro.
Lloro.
Lloro como si no hubiese mañana.
Lloro como si me hubiesen matado a la familia.
Lloro y grito arrastrándome por el suelo.
Lloro como un niño asqueroso al que le han explotado el puto globo.
Por fin tengo problemas. Por fin algo jodidamente horrible.
Un mensaje de whatsapp
La vibración del puto móvil
Porque la vibración me recuerda
A todo lo que debí haber escrito y jamás fui capaz de escribir
A todos los mensajes que no envié
A la dependencia que crea el no enviar mensajes
Y a la mierda que es no poder decir cuánto quieres
U odias a los demás.
Y por pensar que tengo que pagar el teléfono lloro
Lloro porque el teléfono me separa de los que me quieren y están lejos
Por el simple hecho de ser EL TELÉFONO
Porque el teléfono significa distancia.
Distancia de mi mismo siendo ridículo enganchándome a Facebook
O Instagram.
Y lloro, cago en la puta,
Lloro muchísimo.
Y me siento ridículo por llorar por eso
Y lloro más.
Porque llorar por llorar por ser ridículo y llorar por una vibración de un cacharro
Hace llorar más.
Aunque realmente no lloro por la vibración
Sino por no ser un puto teléfono y no tener sentimientos
Ni ganas de llorar
Es eso por lo que lloro
Por no ser un teléfono
En la oreja de alguien
Empotrado contra la pared
De marca cara
Y de color de ensueño.
Por eso lloro. Joder.
Por tener sentimientos y no ser un robot
Aliado de Matrix.
Porque hace tiempo que la lluvia no produce en mi tristeza
Ni la tormenta me arranca lágrimas.
Y tiro el móvil a tomar por el culo.
Porque YO NO SOY UN MÓVIL.
Y tengo que padecer al ser humano
Y padecerme
Y engañarme.
Y ser egoísta
Egoísta e hipócrita.
Y tengo que elegir si ver los Puentes de Madison
El Diario de Noa
O cualquier mierda para poder llorar.
Si vibrase podría llorar.
Si a Siri le digo: Siri quiero que llores
Llora.
Quiero ser Siri.
Quiero ser un puto aparato electrónico
No quiero ser un hombre
QUE NO QUIERO
NO QUIERO
SUFRO
SUFRO
POR LA LEVEDAD DEL SER
POR SER
Y NO
NO-SER
QUIERO NO SER
Y después que me rompan.
Y sigo llorando.
Y llorando nos ponemos a ver Los puentes de Madison
Y ya no sé si lloro por una cosa o por otra
Pero lloro
Y me la suda el por qué.
Esta noche la tormenta
Tendrá forma humana.
Y el móvil acabó roto
Empotrado contra el microondas y las putas palomitas.
Y yo comiendo del suelo.
sin dejar de llorar,
claro.
LA XICUELA DE CORRIOL: pequeñas heridas
hola. ¿hay alguien por ahí?. no se habrán enterado de que estoy de vuelta a casa llena de rotos y descosidos.
de pequeña las pequeñas heridas se solucionaban con una simple tirita . tanto podían ser arañazos, como moratones, un labio partido o simplemente un empujón con su correspondiente caída. bastaba con el beso de uno de tus padres . y después las tiritas lo curaban todo .
ahora las pequeñas heridas , aún siendo así , pequeñas, duelen más porque se hacen a conciencia , con mucha dureza y rencor. muchas veces no son heridas físicas , son heridas del corazón, arañazos de gata salvaje o burlas de cerdos ignorantes.
nunca deberíamos perder la inocencia que nos curaba las pequeñas heridas . por otra parte están las heridas del amor que nunca son pequeñas y siempre dejan una gran huella.
Voto por las Heridas de Julia, de Lola Alcázar.
Lola Alcazar
Lola Alcázar
Marian Moya Valero, Heridas…
Marina Moya Valero
Marian Moya Valero… Heridas
Emiliano y lola
Sin duda, Lola Alcázar y Emiliano
Mi voto va para Lola y por ese final tan gracioso como inesperado. Sólo de imaginarme la escena me he tronchado jajaja
Marian Moya Valero heridas