Crear historias a partir de una imagen

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos crear historias a partir de una serie de imágenes de cuadros famosos. Estos son los relatos recibidos.

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Sol
El aire templado del padre desierto incha las telas aureas translucidas que le rodean cayendo del techo como una cascada, mutando su lecho en barco que lleva la bodega cargada de sueños, preocupaciones, y miedo, mucho miedo.
Un hipnotizador aroma de incienso le inunda el alma igual que el Nilo las tierras con las que yace.
Unas concubinas nubias, oscuras como sombras, y brillantes como el ebano, le introducen en el estanque sagrado donde estuvo su padre, antes que el, y el padre de su padre, hasta la primera semilla de su divino linaje.
Abre los ojos debajo del agua, y las distorsionadas figuras de las mujeres, le hace renacer el fuego del terror de padados dias, cuando las sombras esbirras de Anubis recorrian sinestras las paredes, donde yacia inerme el cuerpo del gran faraon, su padre.
Una bocanada de aire le ofrece la luz, y el agua pare un nuevo ser, ahogado el niño, nacido el hombre, en brazos del omnipotente Ra.
Le untan por cada poro aceites traidos de tierras nunca vistas por el, y perfumes que encierran el alma de las flores en sus fragiles frascos de cristal.
Las manos se deslizan por su cuerpo, sinuosamente, cierra los ojos y se deja hacer, escuchando el ritmico tintineo de las cuentas de los cabellos ensortijados de las doncellas.
Una extraña y turbadora sensacion, le extremece cuando, su esencia de hombre nacido, yerge erecta como un junco de la ribera.
Las sonrisas complices, cosidas por veladas miradas, lleva a la mas decidida, a unir su mano de seda al falo que destaca del terreno pubico como un obelisco en la reseca tierra.
Se deja hacer, cierra los ojos, y un gemido ahogado de placer nunca antes oido, se escapa de sus labios, cuando se produce la comunion de lo desconocido hasta ahora para el, con un placer orgiastico que la amante fundida con su ser, le provoca.
Su respiracion agitada, junto con la polucion lechosa enredada en ambos lienzos pubicos, marcan el final de la primera experiencia escrita con tinta de extasis en el papiro de su vida.
Las gotas de sudor, resbalaban por los pechos turgentes y desembocaban por los ergidos y duros pezones de la diosa de ebano, como meandros, al mar del vacio, para mezclarse con su propio sudor.
Se sonrien, en silencio, y el sol ardiente, cada vez mas alto, avisa que se acerca el momento.
Acicalado, de nuevo, sale de su aposento, donde le espera solemne el sumo sacerdote, con una imponente escolta de los mejores soldados de su corte. Hombres recios, fuertes, leales. Nacidos para darle vida muriendo.
En un silencio pesado, denso, roto por el ruido metalico de las guardas y las armas, y de las propias pisadas, dobre el suelo calizo, cruzan el imponente y sobrecogedor palacio.
Un sol cegador, le recibe, junto a miles de fieles arrodillados con la mirada en el suelo.
El calor ahoga, pero tiene frio, un frio abismal que lo azora, y le hace estremecer, y quisiera salir, escapar, esconderse en profundas tinieblas y no salir jamas.
Pero es su pueblo. Son sus hijos.
Cierra los ojos, inclina la cabeza, y el sumo sacerdote le impone el simbolo divino del alto y bajo Egipto.
Se encomienda al dios Horus, alza los brazos, y una explosion de jubilo recorre cada pulgada cuadrada del reino.
Es faraon. Es dios.

EMILIANO HEREDIA JURADO


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La muchedumbre corría tras el misterioso hombre que apareció como de la nada. Algunos lanzaron piedras y él gritó mirando a su muñeca derecha: «Soy Esteban, subidme ya o estos ignorantes me matan».
Los soldados lo alcanzaron por todo el cuerpo con flechas y cuando cayó al suelo, el objeto que estaba parado en el cielo lanzó un rayo de luz que se posó sobre Esteban. Entonces, los que más cerca estaban, escucharon una extraña voz que parecía salir del medallón que le colgaba del cuello, «Esteban, aquí pájaro uno, repita, le recibimos con interferencias»…

TOMÁS PERRO ANDALUZ


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Un atardecer con el sol desplomandose entre las montañas y en el corral unos gallos que ya dieron buena cuenta de su cena y luego se entretienen picoteando de un sitio a otro y jugueteando unos con otros. Ya queda poco para ir a descansar a su gallinero y alli al amanecer cantaran el «quiquiriky» .Asi discurren sus vidas hasta que un dia el dueño muy cuco los separará y entrenaran para la lucha feroz.Luego seran vendidos para disfrute de pudientes sin escrúpulos, vanidosos, y lujuriosos que les gusta la exhibición de sus vidas y delante de la maestría del pintor para inmortalizar la azaña de supervivencia de dos gallos que con baltos y picotazos quieren vencer a su rival y que uno de los dos ese dia dice adiosssssss

MARÍA RUBIO OCHOA


Bueno, allá voy, escojo como tema la imagen de Jean-Leon Gerome, Pelea de Gallos
La historia se titula «Gallinas» y está basada en la muerte real de seis personas en Egipto.
— En esta sala están los pacientes que han ingresado más recientemente —comentó el doctor dirigiéndose hacia el estudiante en prácticas—. A no ser que sean claramente violentos y peligrosos.
— Ajá — contestó el estudiante
No sólo se distinguía a uno de otro por la evidente diferencia de edad, la pausada indiferencia del doctor frente a aquellos rostros desencajados y, en ocasiones, incluso obscenos, dejaban claro quién era allí el veterano.
El estudiante trataba de no aparentar incomodidad, pero le resultaba imposible no mirar, aunque fuera por el rabillo del ojo, aquel amasijo de personas que lloraban, babeaban o miraban al infinito sin más.
Todo se derrumbó al pasar frente a una niña. No aparentaba más de doce años y, aunque el doctor siguió caminando, él se detuvo y se quedó mirándola sin disimulo.
El doctor volvió sobre sus pasos.
—¡Ah! La pequeña…
El estudiante miró al doctor y levantó las cejas interrogante.
—Estoy seguro de que escuchó el caso. Seis miembros de su familia se ahogaron arrastrados por la marea cuando bajaron a un pozo para intentar rescatar a una gallina.
—¿Una gallina?
—Sí, campesinos, ya sabe. Tenían una gran deuda y era o entregar treinta gallinas o a la pequeña en matrimonio. Les costó un triunfo reunir las gallinas y justo cuando iban a entregarlas una se coló en el pozo —comentó el doctor encogiéndose de hombros— . Uno a uno fueron cayendo como moscas atrapadas en la miel. Padre, hermanos, un tío…
El estudiante miró a la niña y su gesto se tornó doloroso.
—Es una historia horrible —murmuró.
—Tendrá que acostumbrarse —contestó el doctor colocando una de sus manos en el hombro izquierdo del muchacho.
El estudiante miró al doctor y trató de ver en él un resto de humanidad. Éste sonrió y suspiró con profundidad como si tratara de darle más énfasis a sus palabras finales.
—Además la historia no acabó del todo mal. La niña no fue entregada en matrimonio, y esa jodida gallina, al final, sí que salió viva del pozo.

LAPECA LAURA


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La confesión.
Lola sintió como su pecho se desgarraba, un intenso frío se apoderó de su cuerpo. Sus piernas temblaban, su corazón palpitaba más rápido que de costumbre y fue entonces, cuando comprendió la verdad más absoluta, más traicionera…
Jorge la miraba impasible, mientras ella estaba destrozada, él se fumaba un puro habano que, en contadas ocasiones – cuando celebraba algo importante – sacaba del cajón de su escritorio.
Hacía tiempo que Lola sospechaba que su marido la engañaba, que escondía algo, aunque no sabía a ciencia cierta si serían solamente fantasmas, de su calenturienta mente.
Aquella noche había seguido a su esposo, – presa de los celos que la consumían -, no aguantaba más la incertidumbre que la tenía en vilo; día tras día. Así que siguió a Jorge, sin que se diese cuenta y casi sin apenas respirar, iba caminando sigilosamente, por las oscuras calles de Aranjuez. La mayoría de las farolas estaban apagadas, hacía frío y la gelidez de la madrugada la envolvía, casi cae al suelo en dos ocasiones. Al final decidió subirse el vestido – para caminar más deprisa – y no perder de vista a su esposo. En la esquina siguiente, el se adentró y Lola se apresuró para ver más de cerca, con quién se había citado. Apenas podía divisar dos figuras, sus ojos se abrieron como platos, era casi imposible distinguir de quien se trataba, así que dio unos pasos más, a pesar del miedo a ser descubierta. Lola contenía la respiración, no quería que notasen su presencia, porque probablemente se esfumarían.
Estaba demasiado oscuro, avanzó unos pasos más y fue cuando pudo ver con más claridad las siluetas…¡oh Dios mío! los dos hombres se besaban apasionadamente, amparados por la oscuridad de la noche y la intempestiva hora.
Sintió como si repentinamente su corazón dejase de latir, su voz quedó atrapada por la mano en su boca y por un momento, creyó desmayarse, pero sacó fuerzas de flaqueza y gritó su nombre. Él se giró enseguida, ya era tarde, lo había visto, pero siguió abrazado a su amante.
Cuando Jorge llegó a su casa, habían pasado más de dos horas, Lola estaba desolada y confusa, sentada en el diván, ni siquiera había encendido la chimenea. Estaba como ausente, miraba el cuadro de su boda – año 1.920 – ,sólo habían transcurrido dos años desde que se casaron, sabía que algo escondía, pero nunca pudo imaginar que la engañaría con otro hombre, qué horror; pensó. Jorge se acercó y se sentó en su sillón preferido, el de las grandes decisiones, decía. Miró a su esposa que, tras unos interminables minutos, le espetó que por qué le había seguido, que si le hubiese preguntado, se lo hubiese dicho sin ninguna contemplación.
Entonces, – dijo lola – puedes decirme ahora, quien es tu amante? Claro que sí, querida, se llama Manuel y lo conoces perfectamente. Manuel, qué manuel? sólo conozco a uno y es mi hermano; Jorge asintió con la cabeza. Fue cuando Lola cayó fulminante al suelo. Manuel, Manuel, repetirá una y otra vez…

MARI CARMEN CUESTA

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2 comentarios en «Crear historias a partir de una imagen»

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