Deseos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos hablar de «deseos». Este ha sido el relato ganador:

Desearía desear tantas cosas…
Desearía desear tener muchísimo dinero. No volver a trabajar y poder disfrutar cada segundo de mis hijos, viajar con ellos constantemente y recorrernos el mundo de todas las formas habidas y por haber.
Desearía desear que, a falta de dinero, pudiera tener uno de los mejores trabajos en el que poder disfrutar con lo que hago, ganar suficiente dinero para vivir, y que me premie con tiempo suficiente para disfrutar de mi pequeña gran familia.
Desearía desear que, a falta de un trabajo decente, mi familia disfrute de una salud de hierro. No tener que acudir varias veces en semana a sesiones de fisioterapia, logopedia, rehabilitación, etc; así como tener que pernoctar asiduamente en habitaciones con dos camas que no nos pertenecen.
Desearía desear, a falta de salud,… ¿qué podemos desear a falta de salud? Cuando no es la tuya, desearías tantas cosas…
Desearía mirarte como a tus hermanos. Desearía no emocionarme como una tonta cada vez que tus carcajadas inundan nuestra casa. Desearía que cuando dices mamá y papá, llamaras a mamá y papá. Desearía que fueses capaz de darme un beso en lugar de sonreirme cada vez que te lo pido. Desearía que reconocieras los colores, las formas, los distintos matices de la voz como otros niños. Desearía que cogieras con agilidad los juguetes que ofrezco, que pudieras jugar con fluidez y no dedicadas aún tu tiempo a tirarlo tido. Desearía, desearía …desearía tanto que pudieras andar y manejar tus manos a tu antojo. Desearía que pudieras ser tú con tu preciosa sonrisa llena de significado y te mostraras como eres, ese ser en potencia con tanta vida, tanta fuerza y tanto deseo de ser. Lejos han quedado los deseos de autonomía, supongo que todo llegará y tú todo lo puedes.
Hoy sólo quiero que seas quien eres y verte como eres, sin esa dificultad para expresárnoslo, para pedir, para decir, para satisfacer tus propias necesidades.
Desearía desear… Desearía desear pero hace tiempo que fui consciente de que los deseos son eso, deseos, pensamientos que reconocen nuestra consciencia y siempre lo serán. He deseado tantas cosas cada vez que te he mirado, cada vez que ha llegado un diagnóstico, que hace tiempo que perdí la ilusión de desear porque no debemos esperar a que nos ocurra sino pelear para que suceda. Quien vive esperando, muere llorando. Hace tiempo que aprendí que quien algo quiere algo le cuesta y que, por desgracia, a ti te tocó luchar desde el segundo 1 pero no por eso dejarás de ser feliz. Y como sé que ese deseo podemos cumplirlo, deseo que seas feliz, que para eso estamos nosotros aquí.
No esperes nunca que se cumplan tus deseos, haz que se hagan realidad.

VANESSA SUÁREZ GÓMEZ

Perseid_Meteor1

«Deseando una cosa
parerece un mundo.
Luego que se consigue,
tan sólo es humo».
Repertorio popular flamenco.

UNA PERSONA HUMANA


Estoy sentada en una cocina ajena, acabo de desayunar, anoche estuve de feria. En una feria lejos de mi hogar (estoy de vacaciones), creo que el tema de ésta semana trata del deseo o lo que deseamos, según lo que he podido leer.
He tenido horas para reflexionar, cuestionar mi vida y a mí misma.
Esto no es un relato, esto es lo que siento, lo que realmente quiero expresar y me da igual que aflore el terreno emocional más privado que puedo llegar a tener. La cuestión es que, a éstas alturas, ya no de mi vida, ya es cuestión de experiencias – nos la da la edad- no deseo juzgar nunca más al projimo, todos somos «el prójimo», paradójico no?
Es cuando decimos: ésta sociedad…pero si la sociedad somos nosotros; todos!
Pues ya a mi edad, llega el punto que se mira más allá de la narices. Se pasa de la superficialidad y al mirarse al espejo, hay que ver la realidad del otro «lado»…
Ya hace mucho me mire en el mío (espejo) y no se correspondía cuando me miraba a mi misma, sin cristales. No me coincidía lo que soy y siento, con lo imágen que reflejaba.
Ya hoy, amanecí con mis ideas más diáfanas, tomo conciencia que estaba equivocada en mis razonamientos. Realmente mi mayor deseo es mantenerme firme en no prejuzgar al «prójimo» (espero no caer en la tentación). Eso implica no volver a juzgar incluso a mi persona… ni físicamente ni psicológicamente.
Últimamente por facebook veo un «cartelito» a modo de reflexión, que dice – prefiero ser feliz a tener razón -, pues automáticamente la primera vez que lo leí me dije: carajao Mari Carmen! has encontrado el mejor de los motivos para no discutir vanalmente y qué más te da si tienes razón, cuando la otra persona es experta en darle la vuelta a la tortilla en la sartén (vida)??? Te compensa estar constantemente en discordia, por ser tan rebelde, espontánea y dialogar con intolerantes, egocéntricos, inhumanos, injustos, etc…
Lo he guardado en favoritos, para cuando me altere; leerlo y respirar…
no creo me merezca la pena sufrir por frivolidades. Solo quiero ser feliz disfrutando de las «grandes» pequeñas cosas que nos regala la vida. Aceptar a todos tal y como son (incluida yo) y no intentar cambiar la vida ni costumbres del prójimo, ya que solo me trae quebraderos de cabeza y que cada persona es un mundo y que cada barco aguante su vela…
Sigo sentada en la cocina ajena, me he comido dos porras con el café – me he permitido ése capricho- al carajo la dieta! desde hoy el espejo no proyectará lo que él quiera…sino lo que YO DESEO.

MARI CARMEN CUESTA


8 de Agosto de 2016…

He restregado mis ganas
por tu cuerpo,
sin piedad y sin censura,
atándome a ti,
de forma enfermiza,
hasta llegar a probar
todo aquello que acontece
de tu piel hacia dentro.

He probado la pasión,
servida caliente
de tus labios,
acompañada del dolor
más dulce,
a lomos de tu espalda.

Has abierto en mi,
caminos inexistentes,
desconocidos,
despertando placeres,
mezclados de suciedad
y pulcritud.
Esa sensación muy nuestra,
de mojar sabanas,
con las mismas ganas
de la primera vez.

Bésame de nuevo
vida mía,
besame el alma
y llena de consuelo
mi sueño.
Que mañana será otro día,
para vivir de tu ser,
para oler tus ganas
y saciarme con tu aliento.

FEFE FLOMU


Ser madre nunca estuvo entre mis planes, y mucho menos entre mis prioridades. Siempre dije que sin una pareja estable no pensaba tener un hijo. Continúo pensándolo.
En el largo camino de la vida, precisamente la vida es muy fácil. Somos nosotros quienes la complicamos.
No es que fuera la más sexy del grupo, pero no me iba nada mal.
También, como la canción de Frank Sinatra, jamás tuve un amor que para mí, fuera importante.
Tampoco sentí ese instinto maternal que sí tenían mis amigas.
El tiempo fue pasando, las juergas y viajes, libre, se fueron sucediendo. Y me encantaba mi vida.
Ahora, que mis ahijados tienen 30, 15 y 7 años, lo veo claro. He sido una buena madrina. Me quieren con locura. Y tienen una madrina joven. ¿Qué más puedo pedir?
Cuando los veo a los tres juntos reacciono.
Pero no, ya no queda tiempo para mi mayor deseo, que ahora sí, es ser madre.

NURIA BERGEN


Esta noche es especial, es una noche de grandes expectativas, he recostado mi cabeza sobre la fresca hierba para no perder de vista la hermosura de la expansión celeste y quizá tenga la suerte de encontrar una estrella fugaz. Ese es mi deseo, hallar una estrella fugaz que a su vez sea portadora de mi otro deseo y no me pienso levantar de este lugar hasta conseguirlo.
He pasado toda mi vida tratando de cumplir los deseos ajenos o deseos míos, pero en beneficio de otros. Hoy Dios me ha permitido ver crecer a mis hijos y verlos realizados espiritualmente y a nivel profesional, de manera que pienso que la obra es buena en gran medida, de modo que hoy voy a ser “egoísta” en extremo o quizás alguien pensaría “egocéntrica” y sí, quizás un poco de egocentrismo no sienta tan mal a mi edad, al fin pido algo para mí y no sólo lo pido, voy como una poderosa guerrera con todo, en tal de conseguirlo.
Pido una estrella que conozco, aquella que ilumina mi vida sin siquiera imaginarlo, que brilla en el firmamento de mi interior llenándome de esperanza, haciendo que mis días gocen de un significado especial. Esa misma que a veces siento tan cerca que puedo concebir su calor y otras tan lejos que me hiela la sangre. Quiero emprender un camino nuevo, correr bajo la lluvia al lado de mi estrella, construir un universo paralelo para los dos, darnos el uno al otro sin reservas, nutrir cada minuto con su compañía, parir amaneceres envuelta en su calor, quiero que solo importe nuestro sentir, que olvidemos el mundo y sus prejuicios.
Deseo esa estrella, pero que no sea fugaz, anhelo su brillo a mi lado por siempre.
¿Soy egocéntrica? Sí, no tengo tiempo para no serlo, hoy me toca a mí conquistar la felicidad y he hallado un terreno fértil con frutos extraordinarios, frutos que no conocí en mi huerto y que son deliciosos al paladar y cómo lo sé, lo descubro en su mirada en su encantadora voz, en cada ademán y hasta en su caminar.
Así es que mi deseo es muy simple: poseer mi estrella para juntos emanar una sola luz.

YAMILETH NÚÑEZ


Los vecinos están expectantes. No recuerdan el tiempo que ha pasado desde la última gran tormenta.
En el barrio de los payeses están azorados por los posibles daños a sus cosechas.
En el barrio marinero se temen desgracias en alta mar.
Semanas y meses de trabajo que pueden perderse por la borda, incluso partir en dos ese gran barco nuevo de madera maciza, acostumbrada a los azotes del mar. Ése, en el que tú vas. El barco nuevo.
Te espero para darte las buenas nuevas. Nuestro hijo.
Llega la tormenta, terrible. El pueblo entero oye sus crujientes truenos y espeluznantes rayos.
Cierran los puños al igual que los ojos, fuertemente, esperando a que acabe. Deseando el final. Rezando, en familia. O cobijados en la cama, como si fuera un refugio.
Improvisar ya no servirá para nada. Lo que se ha hecho, hecho está. Para bien o para mal.
Los intentos de proteger cosechas y ….., bueno, ya está, sólo queda esperar. Y rezar el rosario. Y continuar rezando a la Virgen del Carmen por nuestros marineros.
Y esperar, esperar….y esperando me quedé.
Llegó el final de la tormenta. El enorme barco no regresó.
No hubo tiempo para mi mayor deseo. Tú.

LA XICUELA DE CORRIOL BENLLOCH


Cartas para ÉL
Molaría tener una maquineta, como las de antes, de esas que salía un tipo vestido de fontanero matando gorilas.
Molaría que esa maquineta tuviera botones, de los de pulsar, de esos que requerían, al menos, hacer el esfuerzo de apretar algo.
Molaría que esos botones tuvieran funciones, no de las de circo, funciones de funcionar, de hacer que algo suceda cuando le das al botón.
También molaría que esas funciones solo pudiesen ser utilizadas en cosas guays, en cosas buenas que hagan hincharse el alma de quien las utiliza.
En uno de los botones estaría la función de “funciones” y cuando le dieses, se desplegaría un menú con varias alternativas. Eso también molaría.
Molaría muchísimo que las funciones las pudiera crear el usuario (yo, claro) siguiendo las directrices de lo que le saliese del corazón, sin pensar mucho.
Me mola imaginarme pulsando el botón y creando la función de reparar cosas. Cosas guays.
La función que más me molaría sería la función de reparar corazones. No de arreglar por fuera con válvulas y cosas de esas de cirujanos locos, si no por dentro, muy adentro.
Elegiría tu corazón y le daría al botón de reparar muchas, muchas veces, tantas, que la próxima vez que me dijeras “hola papá”, viera tus ojos limpios, sin dolor, sin juicios, sin la rabia tragada durante años por la incomprensión de la ruptura. Sin el peso de una maleta roja trasportada durante años de una casa a otra. En ese momento, brotarían mis lágrimas una vez más, aunque esta vez de alegría.
Eso si que molaría.

CHABI SÁNCHEZ


Voy a ser tremendamente egoista para ser enormemente generoso. Si encontrara una de esas lamparas magicas, un duende al final del arcoiris, un gnomo, una fuente magica o cualquier otra cosa que me concediera un deseo, solo pediria una cosa: que me concediera todo lo mejor para mi.
Que me diera una salud mas o menos decente, para que no me tuvieran que cuidar, y cuidar al que lo necesitara. Conservar mi modesto puesto de trabajo, con mi sueldo justito, para alimentar a mi familia, y ahorrar para algun pequeño capricho. Mas sabiduria, para enseñar a mis hijos, el devenir de la vida. Paciencia, para seguir queriendo querer sin querer y aguantar las embestidas, y una pala echa de amor para escavar a ver si encuentro algo.
Valentia para defender a mi familia, ser un bastion infranqueable contra los ataques de estos tiempos y los venideros, tan duros y crueles.
Comprension para con los errores ajenos, y darla para que comprendan los mios.
Ternura, para abrazar, acariciar, y decir palabras hermosas.
Llegar al final, ya anciano, sin ser una carga, y hacer el ultimo viaje, dormido, pensando que he sido feliz y he conseguido aportar mi granito de arena, para que el mundo y la gente con la que he vivido, haya sido un poco mas feliz.

EMILIANO HEREDIA


Ella tan arrogante, tan brillante como el sol.
Ella tan divertida solía «cabrear» bajo la lluvia, ella, tan bella al mentir. El fuego verdadero estaba bajo su falda.
Ella con sus heridas en el corazón vivía esquizofrénica bajo la luna, ella con el son de su canción favorita bebía ron y lo que hirviera en su garganta y pudriera sus venas.
Los chicos del callejón, la llamaban «puta». Pero ella tan linda sonreía enseñándoles el dedo medio.
¡Ella, ella, ella! solo ella, ¿cuál seria su mayor deseo?, nada parecía hacer falta, todo era real y ligero, libre y seductor, fácil e infinito, casual y esporádico, rápido o lento erótico o pervertido, sublime o falaz.
Yo, era solo espectador de un sueño y un deseo inalcanzable, imposible, pérfido, repugnante, enfermo… Pero era mi mayor deseo. Ella lo era. Con todas mis fuerzas la deseaba.
Ella.

JOSUÉ GONZÁLEZ


Si lo pienso banalmente, desearía tener menos tripa. Ser menos ojerosa. Tener un pelo frondoso y brillante, como las chicas de la revista. Disponer de algo más de dinero para vivir, al menos holgadamente. Poseer una casa más grande con un pequeño jardín. Comer todo lo que me apeteciese sin engordar ni un gramo.
Pero cada noche me acuesto rezando por mi familia. Hay noches que la rabia de saber que un animal está sufriendo en algún lugar por culpa de (supuestamente) un ser de mí misma especie me concome. Otras, puedo sentir la milésima parte del frío que siente esa mujer que embarazada a término, està cruzando el estrecho en una patera junto a setenta personas más, en busca de la muerte… Cada día vemos cómo hay niños que vagan huérfanos (qué gracioso, «refugiados» tenemos el valor de llamarlos), como ánimas del purgatorio, por tierra de nadie. Niños a los que se lo han robado todo, «en nombre de Dios», qué valor. Niños cuyo brillo en los ojos se va apagando en algún hospital, porque esa médula compatible no llega. Esos súper padres, los auténticos héroes de carne y hueso, que pasan día y noche con una sonrisa al lado de sus hijos, y aprovechan un momento en que su angelito sueña con un donante compatible para salir de la habitación, abrazarse y llorar, porque los pronósticos no son buenos pero ahí están, en la batalla, la lucha de verdad, la importante, en la que hay que darlo todo, sin armas, ni dinero de por medio, y en nombre del amor verdadero.
Entonces leo este relato del principio, y me siento frívola y egoísta. Y quiero borrarlo. Y me gustaría tener la varita mágica de los deseos, y curar a Victoria, que no la conozco más que por facebook, pero tiene siete años y está muy malita en la uci esperando su donante. Y quiero dar la oportunidad a Samia de competir en Río, devolverla a la vida, ya que la ha perdido en una patera. Y con mi varita abrir cada uno de los cheniles de esa perrera, y que esos animales sientan lo que es el amor: no son números 55, 84 y 66, no, son Bruno, Pincel y Sultán, son seres vivos.
Y entonces me doy cuenta que no puedo hacerlo porque no tengo varita, pero sí puedo pedirte que por favor te hagas donante y que adoptes, y con ello no cambiarás el mundo , pero sí serás el mago de alguien y salvarás una o varias vidas. Esa magia sí está a nuestro alcance. Hagámosla posible.

MARÍA JT


QUE NO PIERDA LA INOCENCIA.
– Hijo, deseo es un sentimiento que invade nuestro ser, anula nuestra voluntad. Cuando nos atrapa no podemos dejarlo escapar así sin más, nuestra vehemencia y anhelos no lo permiten.
– Aahhhh, ¿pero no es lo que pedimos en nuestro cumpleaños al soplar las velas?

ROBERTO MORENO


He tardado diez años en alcanzar mi mayor deseo, así era de grande la distancia. Como un agujero negro, ha arrasado en su camino con los deseos medianos y pequeños. No importa, ya los he llorado, nacerán más, somos polvo de estrellas (*).
(*) «Somos polvo de estrellas» es una bellísima frase del astrofísico Carl Sagan.

JEZABEL MONTENEGRO


AVIONES
¿Podría decirse que los aviones, en el cielo de la noche, son como estrellas fugaces?
Estrellas fugaces de cables, mecanismos y motores.
Estrellas fugaces de color rojo y azul.
Estrellas que vuelan sin esfuerzo alguno, que transporta personas y sueños.
Estrellas que dan la vida… O al menos, era lo que él pensaba.
Aquel niño que vagaba por las calles, se refugiaba bajo los techos y dormía en cada rincón.
Aquel niño que se alimentaba del aire y que bebía del agua que caía de la lluvia.
Aquel niño que pensaba que las farolas se iluminaban gracias a las luciérnagas, aquel niño que pensaba que la luna y el sol eran los mismos.
Él no sabía que era un avión, nunca había visto uno ni había oído hablar de ello.
Él tampoco sabía lo que era una estrella fugaz, pero sí había oído hablar de ella.
No sabía su aspecto, solo sabía que volaba y por tanto, cada vez que veía un avión por la noche, pensaba que era una estrella fugaz. Les extrañaba que produjese un sonido tan raro o que iluminara de color azul y rojo, pero aún así, las noches que veía alguno, pedía un deseo.
Y siempre pedía lo mismo: que todo cambiase.
Deseaba darle pena a alguien, deseaba recibir al menos, unas cuantas monedas por parte de la gente que pasaba por su lado.
Pedía compasión y amor hacia él.
Pedía dejar de ser la desesperanza, la esperanza en depresión.
Pedía una cama, comida y bebida… Pedía demasiado.
Aquella noche, una noche como otra cualquiera, vislumbro un avión.
Y con sus ojos verdosos, plantó su mirada en él y deseó con todas sus fuerzas.
Entregó su corazón y alma al la luna de porcelana, las estrellas de cristal y a su estrella fugaz.
El avión pasó rápido, y se perdió en la espesa niebla.
El niño agachó la cabeza, dejó de sonreír y sus ojos verdes se oscurecieron.
Caminó por la calle hasta encontrar un rincón apartado y oscuro donde recostarse, entre las bolsas de basura y la inmensa oscuridad.
Cierra los ojos y entre escalofríos por la noche helada, consiguió conciliar el sueño.
El avión rompía las nubes, saludaba a la luna y tocaba a las estrellas.
Las luces de la ciudad podían verse bajo las nubes, la espesa niebla.
Y ella, sentada junto a la ventana, veía el cielo pasar.
Jugaba con su mechón de pelo de fuego mientras pensaba.
Podía verse la vida desde la ventana de un avión.
Podía verse una civilización, seres humanos… Vida por debajo de las nubes.
Todo era espectacular. Volando por el cielo, todo estaba en armonía, en silencio… Había paz.
Y solo, cuando mirabas abajo, sentías esa angustia. Esa ansiedad y presión de las grandes ciudades.
El avión aterriza.
La joven recoge todas sus cosas, pasa la revisión y sale del aeropuerto.
Coge un taxi que la lleva al hotel, venía unos días de turismo.
Llegó al hotel, cansada, y se metió en la cama.
Mañana sería un gran día.
Al día siguiente, la joven y el niño se despertaron a la misma hora, pero en distintos lugares.
El niño entre bolsas de basura, la joven, entre sábanas de ángeles.
Ésta se preparó y salió con la cámara de fotos, querís inmortalizar cada momento.
Al fin y al cabo, la vida era una serie de fotografías.
El niño, decidió no moverse. Estaba cansado, el frío le había agotado más.
La moven se recorrió toda la ciudad, haciendo fotos mágicas a cada lugar… Pero, cuando pasaba por una calle para entrar en una cafetería, vislumbró una figura en el callejón.
Decidió adentrarse en él, hasta que vio al niño encima de las bolsas de basura.
Ambos se miraron.
Ella vio a un niño, de ojos verdes, piel morena y mugrienta, ropa malgsstada y sin calzado… ¿Cómo era posible un nivel de pobreza tan grande en una gran ciudsd como aquella?
Él vio a una joven pelirroja, de ojos azules, bien arreglada, con la piel color caramelo… ¿Cómo era posible que alguien así estuviese en esa espantosa ciudad?
El milo deseaba que se compadeciese de él. Que le diese dinero, comida, agua… Necesitaba saber que su deseo se había cumplido, que había desaparecido la desesperanza y su mala suerte.
La joven le miró, con cara comprensiva, y le tendió la mano.
El niño la aceptó y se levantó del suelo.
Ambos se presentaron y sonrieron.
Salieron de aquel horrible callejón y entraron en la cafetería.
Lo que ninguno de los dos sabía es que el avión de la joven, era la estrella fugaz del niño.

ROCÍO ROMERO GARCÍA


Por tanto y por ende
Me gustaría tener una estrella.
No debería ser muy grande y tampoco muy brillante, no pido que sea una famosa y reconocida por la asociación de los astrólogos, basta que fuera mía. Estaría ni muy cerca del Sol , para no achicharrarme, y tampoco muy lejos para no estar en constante noche fría. Tendría día y noche a petición y de forma estable playas suaves de arena blanca, arboles verdes bajo los que esconderse para dormir siestas o de los cuales poder coger al despertar una deliciosa fruta de… lo que a mi me diese la gana en ese momento. A ratos correría un viento que olería siempre a hierba fresca, recién cortada, o a lluvia agradable , de las que no quieres evitar sino que recibes a brazos abiertos cuan milagro de atardecer. No tendría inviernos o tormentas, ni tampoco bichos venenosos o agresivos.
Llevaría ahí todos los libros que me apetezca y serían argumentos bonitos, de hadas ,enanitos y tréboles, de amores que duran de por vida, a lo Aragorn y su elfa y de existencias que felizmente e invariablemente llegan a buen puerto. Llámenme escapista pero una no se sienta, como comprenderán , en su estrella, al amparo de la luz universal, a leer a Kant ni a verse cucarrachada por Kafka. Iría a mi estrella para estar bien,muy bien y genial en todo segundo, no para cuestionar mi existencia, mi ser o no ser y dejar de ser. Cuando me cansaría de leer comenzaría a escribir y tiraría cada relato al mar en botellas no dañinas para el ecosistema.
También llevaría toda la música porque la vida sin libros ni música es muy opaca. No voy a poner tantas pegas porque hay pocos estilos que me tengan frita y en realidad no son más que sonidos destartalados a los cuales ni una asociación de músicos del mundo reconoce. Mi música estaría conectada a mis neuronas y detectando automáticamente el estado emocional que atravieso sonaría en concordancia. Tendría mucho Tchaikovski, Rachmaninov, a veces Rimsky Kósakov y Debussy . Sonaría jazz, swing, reggae , los oldies, sonarían hasta las hojas de mis bonitos arboles si les pidiera conversación.
Jamás estaría triste en mi estrella, ni enferma tampoco. El único trabajo que tendría sería abrir un libro o extender la mano para recolectar las frutas y mira lo que os digo , tendría frutas hasta con sabor a filete y puré de patatas y el mismo contenido nutricional, para erradicar totalmente el concepto de necesidad de ninguna clase. Hasta la muerte sería bonita porque llegaría a petición , cuando se considere bienvenido el descanso eterno.
Y una vez acabado el diseño de la estructura existencial llevaría conmigo a todos los seres humanos que quisieran compartir conmigo la paz de mi estrella.
Por tanto y por ende bienvenid@s a Diltopia.

DILDA RAH


Perfila la luz de la luna mis manos recorriendo tu atlética espalda, mientras, rozas suavemente mi cuello con tus afilados dientes, provocándome un escalofrío que hace que me tiembren hasta las rodillas.
Me acercas más a tí, y te rodeo con mis piernas, acomodando mi cuerpo bajo el tuyo.
Te obserbo mientras con tu mirada recorres mi cuerpo y desabrochas lentamente mi blusa, deliciosa tortura el sentir tus manos en mi piel.. esas manos ásperas y fuertes, seguras y seductoras que apartan delicadamente la tela de mi sujetador, liberando uno de mis pezones, y empiezas a juguetear con él entres tus dedos. Clavas tu mirada en mis ojos exaltados por el deseo.. torpemente intento liberar un poco el peso de tu cuerpo para desabrocharme la falda, pero aprisionas hábilmente mis manos con una de las tuyas, juguetón y dominante, y con un gesto de desaprovación, bajas lentamente tu mano libre por mi cintura y la llevas hasta mi rodilla, separándome más las piernas para despacio, demasiado despacio para mi gusto, vas acariciando la cara interna de mi muslo hasta llegar al borde del tanga.
ODIO que me tortures así… LO ODIO! Pero me encanta…mmmmmMMMM

DELI VI


A veces desearía que fueras distinta. A veces. Que fueras tranquila, centrada, que pudieras andar sin caerte al tercer paso, coger un vaso entre tus manos sin el temblor que precede al derrame, a veces desearía que me pidieras ir a la piscina y verte salir corriendo antes de oír mi contestación. Sólo a veces, desearía que todo fuera distinto.
Luego, en un segundo, tus ojos castaños y llenos de vida me miran y sonríes como si no hubiera un mañana y la vida fuera un lugar maravilloso para habitar en él. Y entonces solo deseo tener más fuerzas, más paciencia, más tiempo, más energía, deseo más y más para ti, deseo verte feliz. Y te vuelvo a mirar, en tu mundo frenético y nervioso de manos inquietas y piernas débiles que no sostienen el brillo de tu alma… y maldigo con lágrimas en los ojos mientras deseo un futuro distinto, un presente menos duro, una pizca de normalidad en nuestra vida. ..y así, aún espero econtrar al genio de la lámpara para pedirle infinitos deseos que me den tiempo para ti

IRENE ÁLVAREZ


Deseo lo que desea todo el mundo: ser feliz. Sentirme amada todos los días y tener una vida fácil y sin complicaciones. O quizás deseo una vida llena de aventuras, en la que la rutina y el aburrimiento no tengan lugar: viajar, descubrir nuevos lugares, conocer y aprender sin descanso.
También podría desear tener una gran familia: hermanos, marido, hijos, yernos y nueras, muchos nietos y sobrinos. Reunirlos a todos alrededor de una gran mesa y celebrar todas las ocasiones especiales que se presentaran.
Si no fuera tan vaga, desearía una vida llena de creatividad: levantarme temprano con mil ideas en la cabeza y empezar a plasmarlas sin dejar escapar ni una trabajando todo el día.
Otra opción deseable puede ser dedicarme a los demás, dar mi tiempo y amor a cambio de palabras de agradecimiento o una sonrisa en sus caras sabiendo que todo mi esfuerzo se ve recompensado.
Si fuera otra persona, desearía tener una cuenta con una cantidad de ceros interminable en un banco suizo y hacer crecer y crecer la suma sin pensar en nada más.
Creo que es igual, sea cual sea la vida que hemos elegido o la que nos haya tocado vivir todos deseamos lo mismo: ser felices!

SUSANA AZABAL


Deseo que el trabajo del artista se reconozca
tanto como los trabajos de élite,
sin querer que se llene las manos de elitismo barato.
Deseo que la sociedad acepte
que un músico también salva vidas
de personas que ya no quieren vivir
o cuyo sentido vital se ha perdido,
pero que escuchando a cualquier compositor
se les alegra el alma.
Deseo que se reconozca que un actor
pasa más horas sin dormir
que dormido
aunque nunca deje de soñar.
Que el teatro abre las puertas
generosas
de sus entrañas
para que el espectador disfrute,
reflexione,
se conmueva o lo repugne.
Que un cuadro
puede contener mil mundos dentro de su mundo
y transportarte a lugares que jamás podrás visitar,
viajar a su mente y a tu mente
o a paisajes de aventura cargados de misterios
que erizan la piel.
Deseo fervientemente que un peluquero
sea reconocido como un artista
al que a veces le piden el mismo modelo
y que también se cansa de tener que acomodarse a la convención.
Que el escritor
no «escribe bien» sino que escribe con el alma en un puño,
el puño que tiembla de necesidad ante el papel.
Deseo que se pague, no sólo con dinero,
sino con espectación
a un bailarín que ha dedicado su vida,
su juventud y su adolescencia
a abrirse de piernas,
a girar sobre sus tobillos,
a bailar el lago de los cisnes,
Muse , o jazz.
Deseo que el fotógrafo
sea aplaudido por mostrar sus fotos
y que llene tus ojos de lágrimas y emoción
cuando ha capturado a un indigente comiendo de la basura.
Deseo que un dramaturgo o escritor de guiones sea tan eterno
como la grabación final o la obra que ha girado por todo el mundo.
Deseo que de una vez por todas
el aplauso no sea efímero
ni que se conserve dentro de un patio de butacas,
sino que recorra de punta a punta del mundo
su sonoridad y su pasión.
Que el aplauso no sólo sea para quien compra el boleto,
o echa tres monedas a la funda de la guitarra en el metro,
sino que sea un aplauso social,
político,
económico.
Que se valore que un artista es eterno
cuando crea.
Que sin el arte sólo seríamos cuerpos vacíos
que buscan placer momentáneo,
pero jamás pasaríamos a ser estudiados por la historia,
ni podríamos emocionarnos tanto como cuando
vemos un cuadro, escuchamos una canción, llora Ofelia, nos adentramos en los mundos de Burton o cualquier director, ni nos asombramos con las grandes arquitecturas, y las pequeñas, ni pasearíamos por Gran Vía o las Ramblas ni veríamos un grafiti que se retiene en la pupila eternamente, o en el pueblo, sentados en un banco donde hay dibujado unas manos de anciana, ni leeríamos un poema que nos define sin haber sido compuesto para nosotros, o no veríamos un salto de cualquier bailarín o bailarina y pensaríamos que podemos tocar el cielo si nos lo proponemos, o la autoestima no se nos elevaría por encima de la cresta o el moño de boda cuando un peluquero nos convierte en arte, o un diseñador nos viste de ensueño, o un músico tiembla en tu oreja como si bailase la compañía nacional de yo que sé qué país, o un tatuador crea en ti un dibujo con el que te enterrarás y que también se hará ceniza, sin abandonarte jamás, o cuando veas bailar en la calle a unos chavalitos con deseo de crecer en su campo, o cuando recorras las galerías de arte y sientas que ojalá te encerrasen ahí para siempre….

Deseo que de una vez por todas
reconozcamos que el arte es
tan esencial como el aire,
que no tiene precio como él,
sólo que creemos que podemos prescindir de su hermosura
porque no morimos repentinamente si nos falta,
aunque moriríamos lentamente y a modo de tortura
sin poder dejar que nos empape la piel,
los ojos
y el corazón.

Deseo un mundo justo para el arte y sus creadores
sus trabajadores
y sus espectadores.

CARLOS COSTA


 

¿Te gusta leer? ¿Quieres estar al tanto de las últimas novedades? Suscríbete y te escribiremos una vez al mes para enviarte en exclusiva: 

  • Un relato o capítulo independiente de uno de nuestros libros totalmente gratis (siempre textos que tenga valor por sí mismos, no un capítulo central de una novela).
  • Los 3 mejores relatos publicados para concurso en nuestro Grupo de Escritura Creativa, ya corregidos.
  • Recomendaciones de novedades literarias.

16 comentarios en «Deseos»

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Ir al contenido