El Silencio

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos el tema «El Silencio». Este ha sido el relato ganador:

Silencio…Con silencio absoluto, la locura nos acecha, necesitamos los sonidos para sobrevivir.
El sordo, puede percibir el sonido de un diapasón por medio de vibraciones, a través de los hueso de su cráneo, no es sonido, como tal, pero me es válido.
¿ Qué hay en el silencio callado de las palabras ? Pensamientos. Nos sumergen hasta llegar hasta al Yo, más primitivo, permitiendo ver, quienes somos en realidad, a modo de vísceras, desgarrando los humores, desprovistos de máscaras…
Hay silencios meditados, en trance, a modo de vigilia, flotamos en silencio, ensordecidos, en un viaje astral con retorno al sonido de la vida.
Silencio en el tic-tac, de unas agujas de un reloj que mide el hastío en un inerte suspiro helado, lúgrube, húmedo, inquietante locura que mitiga la ausencia de juicio, insoportable silencio.
Silencios que inspiran como musas en el bailar de las hojas al son del aire.
Silencios, en el cristal, mientras las gotas golpean queriendo entrar.
Silencio, que hablará en la noche, haciendo eco el la calma que dormita indolente.
Silencios en el inerte pálpito del corazón…
¡Se me atraganta el silencio, aún necesario para la reflexión del por qué de mi existencia!
Nos seduce el silencio, en la oscura y fría tumba.
¡ Me ensordeces Silencio! Salvaje, simple, inquietante, agónico…
¡Me dueles Silencio, tanto como la soledad no buscada !
Silencio, silueta en el umbral del sueño, línea dónde enmudezco, la llaga de mi herida.
Silencio, sombra de mi melancolía, tragedia de mi garganta.
Silencio, vete dando paso a la musicalidad de un suspiro intenso, dame una tregua o muero…
Silencio………

MÓNICA MÉNDEZ PAZ

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Ve poquito a poco, que aún quedan unos metros para el precipicio. No te adelantes, no corras, o trastavillarás. – Y después de ese tucutú, de esas ramitas quebrándose, ya no se volvió q escuchar nada – .

NATHALIE S. RUIZ


Los silencios hablan, respiran y tienen vida propia.
Qué podría decir yo del silencio?
Qué me producen ecos de llamadas alentandome de contaminación acústica, contaminación de verborrea, contaminación de rumores que dañan hasta los recovecos más profundos…
Que oigo mis propios latidos recorrer la geografía de mi vida, mis instintos más transgresores y que en modo «ruido» no consigo dominar…solo sentir lo que sienten los demás.
El silencio es confidente de mi misma, sabe arañar las superficies más superficiales y destruir los «castillos en el aire», ésos que dentro del mundanal ruido…soñamos todos.
Qué puedo decir yo del silencio?
Que me acompaña en mi retiro de falsas expectativas, que es mi amigo confesor de sentimientos sin Falacias, que me devuelve a la sincera realidad.
Qué sería de mí sin unos minutos de silencio que, me devuelve alas pegadas a mi espalda y que alzan el vuelo al infinito, mientras el ruído se acerca sigilosamente a estropear los momentos de calma que tanto me merezco…

MARI CARMEN CUESTA


La melodía incesante de ideas de mi mente se ha secado, este calor me ha evaporado el cerebro. Ahora, ya sólo suena el silencio.

ANITA MIMOMBA


LAS PALABRAS DEL SILENCIO
Esa mañana llegué tarde, como en contadas ocasiones sucedía. Aceleré el paso a sabiendas de que llegaba con bastante retraso. Entré a trompicones en la que era su habitación a tiempo parcial desde hacía cerca de un año y con la misma prisa me acerqué a darle un beso fugaz, un beso de andar por casa, de esos besos vacíos de sentimiento, de los que terminan formando parte de la rutina, de la vida rutinaria que vemos prolongada por la eternidad. Sí, le di un beso de esos, aunque no era lo que merecía.
Ella me miró con amor como hacía cada vez que lo hacía y, sin más preámbulos, la pregunta asustada salió de mi boca mientras el nudo que traía en la garganta se iba apretando sin piedad.
¿Qué te ha dicho? (Silencio). ¿Qué es lo que te ha dicho? Y siguió sin articular palabra, sólo se esforzó por gesticular una sonrisa de medio lado forzada, me miró sin ser capaz de observar su reflejo en mis ojos y calló en el mismo instante en que a mí se me cayó el mundo encima. Ipso facto sentí como un grueso puñal se hundía sin piedad en mi pecho cortándome la respiración mientras mi corazón galopaba como caballo desbocado. Quería arrojarme al suelo, correr, gritar, callar, golpear o golpearme, todo me lo pedía al unísono mi cuerpo.
No pude ni quise hacer nada de aquello. Le levanté dulcemente la cara acariciándole el mentón y me miré en sus ojos, como ella se miró en los míos. Intenté hablar pero las palabras se negaron a salir de mis labios, ya sólo podía y quería abrazarle. Nos fundimos las dos en un abrazo protector, de corazón, de esos que te abarca de cuerpo entero.
Y entonces, sin tener la responsabilidad de mirarnos a la cara, dejamos que las lágrimas surgieran solas. No era necesario empujarlas, ellas hacía tiempo que pugnaban por salir.
No dijimos nada porque ambas sabíamos lo que teníamos que saber, sobraban las palabras porque las últimas gotas de esperanza se acababan de evaporar.
Y así, ya sin prisas y abrazadas, permanecimos las dos solas con nuestras lágrimas y el silencio.

VANESSA SUÁREZ LÓPEZ


Silencio, a véces necesarío pero tan incómodo que inunda una estancia haciéndola hueca, vacía, aún llena de vida.
Silencio, a véces amigo y otras tan cruel , cómo daga hiriente en el pecho dejandote mudo.
Silencio, presente en las vidas de gente decente cargada de historias, y ausente en la gente corriente colmada de chismes.
Silencio, si yo fuese silencio aprendería a escuchar.

ELENA GUTIÉRREZ


Mortem musicae
Del árbol de las artes nacía el dolor.
Desde las nubes, cuan algodones tallados en zafiro, sus blancas hojas aterciopeladas caían flotando .
Una miríada de ellas formaron una espiral ,envolvieron lentamente al sol y abrazaron sus rayos en un manojo apuntando al agua del lago. En medio del halo de luz un pequeño violín dormía apaciguado dentro de su caja tapizada en sedas. A su alrededor los nenúfares adquirieron un dorado resplandeciente.
El agua apenas se movía bajo el tacto de la suave lluvia de hojas. Las ondas levantaban las flores durante pocos segundos para perderse en las orillas revestidas de musgo .
Cielo y agua, unidas por la espiral, resultaban una inmensa clepsidra dentro de la cual se confundían los colores : zafiro y jade , blanco puro y destellos dorados .
Nubes.
Nenúfares.
Entre si acoladas uniendo pentagramas de corcheas y fusas que no volverían a interpretarse ya que no quedaban almas que las adoraran.
El mundo se quedó sin sonidos, el árbol se estremeció al perder sus ultimas hojas mientras el violín se convertía en agua.

DILDA RAH


-¿Y se lo has dicho???
– No, pero lo he pensado.

CARMEN LÓPEZ


EN EL CEMENTERIO
Todos están callados en torno al féretro. El sacerdote, junto al coche fúnebre, indica con gesto familiar al funerario que va a empezar la misa.
Hay unas treinta personas. Casi todas están cabizbajas y nadie se dirige a nadie. Alguna echa un vistazo furtivo hacia las tres alturas de los nichos, y en especial a la que le toca al fallecido, la de abajo del todo. Ese hueco está abierto y oscuro, y solo los que están enfrente pueden ver su profundidad, si se atreven, porque allí es donde se quedará el cadáver, el familiar, el amigo, el conocido.
El sacerdote rompe, abruma, viola el silencio entre los asistentes, que parecen aceptarlo para acabar cuanto antes. Da un paso al frente.
-Nos hemos reunido aquí, para ofrecer una despedida Cristiana a… Aunque toda despedida está teñida de lágrimas y tristeza en la separación, Jesús nos dice que este adiós no es para siempre, y que volveremos a encontrarnos de nuevo al final del camino. Intentemos superar el dolor y la tristeza, con la fe y la esperanza que nos ofreció Jesús con su triunfo sobre la muerte…
Al cabo de un par de minutos y tras la oración, terminó diciendo:
-Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.
A continuación, el sacerdote se retira hacia atrás. Seguidamente, los dos operarios del cementerio introducen la caja hacia el interior, supervisados por el funerario trajeado, quizá el único de todos los presentes que lleva corbata.
Mientras sellan la entrada del nicho con una tapa provisional, algunos curiosos cotillean desde lejos o cerca el reconocimiento de algún vecino. Es un pequeño cementerio pero nuevo, a las afueras de la ciudad dormitorio. Se ven más galerías de nichos que de lápidas a ras de suelo, aunque éstas ocupan más extensión. Algunas urracas se posan en lo alto de enormes cruces de mármol, buscando las estrechas sombras de los cipreses.

CARLOS TABOADA CABALLERO


La música llega a los lugares más recónditos del alma, allí donde no hay palabras que se puedan decir. De igual modo y con más intensidad lo hace el silencio: la música más sublime.
Si aprendes a danzar al ritmo que marca el silencio, en tus latidos y tu respiración, seguramente oirás lo que siempre esquivaste, la voz de la conciencia en el fondo de tu corazón, hablandote suavente con entera dedicación

LEANDRO DANIEL GIGENA







– y los ojos dieron paso a los labios –

DAVID GUTIÉRREZ DÍAZ


CUANDO DESPIERTES
La casa está en letargo. Arropada por la sabana de sombra de la noche. Un hombre la recorre sigiloso y con calma, observándolo todo, despacio, detenidamente, sin prisa, bebiendo la experiencia a sorbos cortos, como quien bebe un Martini.
De vez en cuando, coge un objeto que le llama la atención, lo observa, y lo deja en el mismo sitio donde lo ha cogido. Se asoma por la ventana, recorriendo brevemente, con una mano, la cortina, y mira hacia la calle, brillante como un mar en calma, por los reflejos de las farolas sobre el asfalto, ausente de coches, de las aceras, hambrientas de pasos.
El aire que le envuelve, es fresco, y huele a nuevo, a día sin estrenar, a pan horneándose en la panadería de debajo de la calle, a hierba recién regada, a ropa tendida.
Va hacia la cocina, se sirve una copa de vino, y se va a la habitación. Se sienta junto a la ventana, que va dejando entrar poco a poco, los primeros rayos de un sol que empieza a dibujarse. Los reflejos irisados de la copa y los rosados del vino, hacen un extraño y mágico baile en la pared de enfrente, mezclándose con las titilantes sombras de la cortina movida por la brisa que penetra en la estancia.
Ella duerme. Sosegadamente, abrazada a la almohada que por la noche, en pleno frenesí amatorio, abrazaron los suyos. Unos bucles de pelo negro, dibujan un lado de su cara, y sus labios despintados, una línea finita donde nacen besos infinitos.
Un pecho, se le sobresale de entre las sabanas, y en medio, como una luna un pezón discreto rodeado por una aureola ancha y generosa. Una pierna entera, como un rio, manantial que son sus dedos, recorrido por los barcos de sus dedos, hasta desembocar en el mar del éxtasis.
Ropa tirada sin orden por el suelo, restos del fragor de la batalla, una botella de cava tirada encima de la mesilla, como sus compañeras, manchas pegajosas del dorado líquido sobre el suelo, y en la atmosfera, una mezcla del eco de risas y gemidos, de suspiros y palabras, de perfume dulzón y sudor, de after-shave y sexo entregado.
He recorrido tu casa, espero que no te importe. He cogido la botella de vino del frigorífico, que sobró de la cena, y me he sentado enfrente tuya a mirarte. Mira, tu y yo ya no somos dos críos, cada uno tiene su edad, y yo ya no quiero rondar todos los fines de semana las mismas discotecas buscando tías con las que pasarlo bien, tú me entiendes.
Mira, yo no soy de palabras finas, ya lo sabes, soy bastante bruto, pero cariñoso, que soy de pueblo, que no me llamo Richard 22, que me llamo Manuel, también lo sabes, como también se porque tu me lo has dicho, que no eres lili 44, que te llamas Aurora, de pueblo, también, al lao del mio, y que mirando tus cosas, se que quisieras volver, que lo he leído, y perdona si soy un poco cotilla, en una carta a una prima tuya, que había encima del aparador.
Ya no hace falta que te pintes todos los fines de semana como una chiquilla, ni yo engominarme como un pollopera, quiero que vengas conmigo al pueblo, allí tengo casa y tierra, que seamos felices los dos, y tengamos críos, y que los cuidemos juntos, y envejezcamos juntos, y…, y…., bueno, todo eso te lo voy a decir en cuanto despiertes.
Pero ahora, me voy a acabar el vino, para coger ánimo, y a seguir pensando en mis cosas…, tranquilo, aquí sentado, mirándote, sin molestarte, en silencio.

EMILIANO HEREDIA


Enredaba mis notas con el tamborileo disonante y violento de sus dedos. No lo hacía a propósito, aun así, tuve que matarle. El silencio es el útero de la música.

JEZABEL MONTENEGRO


«RETIRO de MEDITACION Y SILENCIO
Del 10 al 14 de Agosto
Aprende a meditar
Mejora tu meditación
Convent de Sant Domenec.
Dominiques de Sant Cugat
Todos los estudiantes, sin excepción, deben observar Silencio de modo escrupuloso y literal.
Los móviles se deberán entregar en recepción al inicio del retiro y serán recogidos al finalizar.»
Me parece interesante pero ¿podré aguantarlo?, un fin de semana sin hablar quizás pero ¿cinco días?.
Claro que no empecé a hablar hasta cumplir un año y después siempre me preguntaban si se me había comido la lengua un gato.
Y siendo honesta ahora parezco medio muda así que no veo problema. Me inscribo!!

SUSANA AZABAL


En un mundo lleno de ruidos que necesitamos para dormir, de llantos, gritos y risas que pasan a ser la banda sonora de nuestro día a día; de voces conocidas que si desapareciesen, nos sentiríamos vacíos; en un mundo donde el sonido pasa a ser lo único que necesitamos para respirar, olvidamos que una vez hubo silencio.
Puede que seamos nosotros los culpables de aumentar el volumen, puede que nos hayamos convertido en unos drogadictos de la música, personas que venderían su alma por inyectarse en vena esas notas musicales que nos hacen imaginar que somos nosotros los que cantamos, que nos hacen olvidar del mundo y de nosotros y que hacen que esas dudas y esos miedos se disipen.
Puede que sea porque se nos eriza la piel cuando escuchamos una nota alta, porque la letra de la canción y su melodía nos habla o por que nos hace sentir como si nuestra vida de un vídeo musical se tratara.
Hemos silenciado al silencio, le hemos matado.
Y no creo que exista otro motivo mas que el miedo.
El miedo de que el silencio nos dé protagonismo.
El miedo a oír esas voces dentro de nosotros que nos dicen la verdad.
El miedo a volver a sumergirnos en ese silencio incómodo, donde nadie sabe que responder, donde las miradas acusadoras no paran de cebarse.
El miedo de pensar demasiado, de que haya algo capaz de hacernos pensar demasiado.
Puede que hayamos matado a sangre fría al silencio, pero solo hemos acallado a nuestras voces.
Pacientes, esperarán al resurgir del silencio porque, el silencio, siempre vuelve.

ROCÍO ROMERO GARCÍA


¿Cómo decirte «te quiero» si no lo siento?
¿Por qué me empeño en engañar al corazón?
Estoy seguro que él nunca lo haría. Parece que no me importan las heridas que le hago, como si fuesen gratis sus curas. No tiene nada que ver lo económico, ojalá existiese una receta para el mal de corazón que no fuese a base de quebrantos en el alma.
Mientras tanto, permiteme seguir a tu lado en silencio.

ROBERTO MORENO


2ILENCIO2
¿Podría llamarlo el silencio de una muerte anunciada?
Sí, bien podría llamarse así.
Después de dos años de lucha incansable, sin tregua, y sin solución, sí.
Sí ésto lo viví el día de la muerte de mi padre. Se apagó y vino el silencio. Abrumador.
Ese uno de enero, a las dos de la tarde. Un gesto de mi madre bastó para confirmar lo que llevábamos cuatro días esperando en silencios. Sin dormir y sin apenas hablar.
Silencio durante cuatro días eternos, cargados de dolor, desesperación, rabia, impotencia, y tantos otros adjetivos…………
Y llegó el silencio final. Pero esperó. Le esperaba a él. Esperaba volver a oir la voz de su padre, mi abuelo. Le faltaba despedirse de él. En silencio, pero se despidió. Y después ya se fué. Tranquilo y en paz. Sin ningún remordimiento ni cuenta pendiente. Nunca las tuvo. Siempre las saldaba, con palabras o sin ellas. Con sus gestos y actitudes. Se fue despidiendo de sus compañeros de profesión en silencio, a través de nosotros, sus hijos, regalándoles una botella de buen vino para que brindaran por él
Nunca volveríamos a oír su voz. Ni sus bromas, ni sus chistes.
Ni su constante alegría. Ni sus grandes ganas de vivir y ayudar a vivir.
Ni su elegante sonrisa. Ni ver sus preciosos ojos verdes, que siempre sonreían, aunque su boca no lo expresara. Silencio absoluto. Pero sonrisas.
Mi madre conserva una entereza que yo no sé dónde he dejado. Llama a mi hermano, a mis tias, y algún primo. Ellos ya haran la cadena.
No hablo. No me muevo. No sé cómo, pero sostengo a mi abuelo, abatido en una silla, con 88 años. Su silencio y rabia contenida me pueden. No sé cómo me sostengo en pie.
Nuestros silencios hablan sin necesitar palabras, movimientos, o gestos. Únicamente nuestras miradas se encuentran y hablan, como de costumbre. Nos volvemos a mirar y sin decir nada, mi abuelo rompe a llorar mientras sigue mirándome. Soy la viva estampa de su hijo. Y llora sin cesar.
No sé cómo, pero soy capaz de conducir desde el hospital hasta casa. Durante el trayecto, más silencio.

NURIA BERGEN


Silencio, eso es lo que pide ahora mi corazon,mi mente,mi alma,todo mi ser.Necesito silencio, para poder aclarar las nubes que me invaden.Silencio que te pido y tu me das porque sabes que sino me hundo en el no sere capaz de salir del ruido que me rodea,no me deja saber quien soy ,que quiero,como conseguirlo.silencio .

LOLY BÁRCENA


Silencio es escuchar mi respiración en la cama, de noche, y oír el eco de tu risa.
Silencio es coger una sartén, y recordar el olor de los huevos a la flamenca.
Silencio es apretar los dientes en mitad de un enfado y escuchar tu voz diciendo «dulcifica las cosas».
Silencio es recordar tu final piel, tu olor a cara recién lavada, no poder pensar en tus gafas vacías, aparcadas en una mesilla si tu carilla detrás.
Silencio, que parezco oír tus pasos cansados venir a través del pasillo.
Silencio es intentar buscarte en cualquier circunstancia para saber qué frase sabia me dirías en ese preciso instante.
Silencio cuando recién llegada a Madrid, me preguntaste si era feliz aquí.
Silencio cuando me dijiste «qué ganitas tengo de conocer un hijo tuyo».
Hay tantas preguntas que ahora tienen respuesta…. Pero ya no estás.
Silencio cuando te dije que tenías prohibido morirte alguna vez.
Silencio es que tu foto siempre se caiga de la pared.
Silencio, seis años después, silencio. Porque si pienso en ti, solo puedo llorar.
Te echo de menos, abuela.

MARÍA JT


Después de todos los gritos se hizo el silencio. Un silencio largo, incómodo y pesado como una losa. Duró más de un día. Y luego, tras unas breves disculpas, se convirtió en un diálogo cortés que duraba ya algunos años. El silencio se vuelve cómodo. Es como esos zapatos que con el tiempo consigues domar y al final son los que más te pones aunque sepas que no son los más adecuados. El silencio es como esas mantas finitas de los aviones y autobuses. No abrigan casi nada pero tu te las pones igual, por la costumbre.
Hay muchos silencios. Están los que son incómodos porque gritan a voces lo que ninguna boca se atreve a decir. Los que guardan secretos infantiles y se visten de risa nerviosa.
Los silencios cansados. Esos que se hacen como un agujero en la roca, a base de callar un día y otro por el hastío de la lengua parlante que ya no quiere asomar a dar más explicaciones. Y luego está nuestro silencio. Un silencio espeso y recubierto de cordialidad y supuesto optimismo fingido que nos hacía parecer de lo más normal ante la vida, aunque ambos sabíamos que por dentro, ese silencio nos invadía y alejaba cada vez más, como la arena que se filtra por las esquinas y deja pequeñas manchas negras imposibles de quitar.
La situación nos superó de tal forma que el silencio era un estado placentero de existencia, como si nada hubiera pasado y toso estuviera como antes de «aquello».

IRENE ÁLVAREZ


Ni Dios, ni silencio…

TOMÁS PERRO ANDALUZ


SILENCIOS-SOICNELIS
Noches eternas, atiborradas de silencios, que no se como llenar. Por no hacer ruido, por no incordiar. Llenas de dolor desgarrador (literalmente) sin apenas fuerzas ya para seguir soportándolo. Vacías de vida, llenas de silencio y dolor. Llega un punto que mi cuerpo no lo soporta más y creo que pierdo el conocimiento. O me desmayo, o es una duermevela que no me deja distinguir si lo que me sucede es real o lo estoy soñando. Pero el silencio continúa.
Horas enteras, vacías de todo. Sin apenas respirar. Silencio, nada más. Una noche tras otra. Hasta que al final consigo dormir. Es la cuarta noche. Ya no sé si hay silencio. Sólo sé que conseguí dormir. Descansar ya es otro cantar. Ha salido una rima. Sin fuerza, pero rima.
No sé si seré capaz de continuar, porque anoche ya pasó, y, ¿hoy? ¿qué pasará hoy?
Otra vez silencio, horas eternas, con dolor, que enmudezco para no molestar, que callo por no destruir más a mi alrededor. Mis silencios han conseguido no destruir más de lo que ya he destruido gracias a mis lamentos, quejas, gritos, espasmos, ansiedad…..mucha ansiedad. He tenido muuuuuchos silencios. Muchos ataques de ansiedad.
Intento relajarme, respiraciones, una gota de esencia de lavanda en un pañuelo blanco en la mesilla de noche, una infusión de menta, marihuana y tila, relajantes musculares y antidepresivos que también actúan contra el dolor. Resultado, nada.
Un cocktail de ayuda para silenciarme a mí y a mi dolor. Un dolor que no se va, por muchos silencios que me imponga.
Ventaja, mi silencio no hiere a los que me quieren y me rodean. Para mí, ya es suficiente.

LA XICUELA DE CORRIOL BENLLOCH


Silencio.
Huele a silencio.
Cuando la calle está vacía.
Cuando a lo lejos se ve una silueta alejarse.
Sin hacer ruido,
Cuando yo deseaba sonidos de guerra,
Bombas estallando en sus ojos.
Silencio ambientado con semáforos sin tránsito.
Silencio en el centro de Barcelona,
Epidemia de silencios.
Una voz seca.
Un desierto en la garganta.
Escándalo en la zona del dolor.
Y sus pasos creando toda una banda sonora de despedida.
Nos dijimos adiós sin decir nada.
Suenan ambulancias lejanas
Ecos de risas lejanos
Rosas que caen al suelo y se escuchan más que tu huida.
Hojas mojadas
De árboles acabados
que bailan en la oscuridad.
Y se va perdiendo tu figura.
Y va adentrándose la multitud
Pero yo no escucho nada.
Yo no oigo que te has ido.
Y grito sin abrir la boca
Y te digo que te quedes
Manteniendo los labios cosidos.
Y me tumbo sobre la acera escuchando esta nada que has dejado cuando decidiste cerrar la puerta despacio
Sin violencia
Como quien se va sin dejar notas
Como quien se va a por tabaco
Como quien decide sembrar distancia
Entre su voz y la mía.
Pero sin ruido…sin nada nada de ruido
Ni una mota de ruido
Que defina qué no volverás.
La calle se abarrota
Y yo sigo sordo de ti.

CARLOS COSTA


BENDITOS SILENCIOS
Bendito el silencio que se rompe con el llanto de una vida nueva.
El silencio que se antepone al sí quiero. Porque te quiero.
El silencio que precede a tu boca.
El silencio después de la tormenta. El cielo da agua y la tierra se humedece.
Silencio con olor a tierra.
Silencio en nuestra cama. Con silencios musicales.
Malditos los silencios que ocultan verdad.
Los silencios que albergan dudas.
Los silencios que hacen indignos a los dignos.
El silencio que mata.
Maldito el silencio que guarda dolor, pena, rabia….silencio…y no estalla!
Bendito el silencio, que es silencio, porque no tiene que decir nada.

LOLA ALCÁZAR


-……………….
-pfffff
-cerdo

ROMEK DUBCZEK


Despierto sobresaltada, confusa.. todo está tan oscuro, tan negro, que no sé si tengo los ojos cerrados o abiertos. Tanteo con mis manos el duro y frío suelo de piedra, asustada por lo que pueda estar a mi alrededor, creando mi fértil imaginación extrañas criaturas que acechan en la noche.
Me agacho rodeando mis piernas con los brazos, intentando conseguir sentir temblar menos. No tengo claro si es por miedo, por frío .. quizá ambas, no sé. Tengo mi cuerpo, mis sentidos, mi mente entumecidos, totalmente indefensa a los peligros que imagino me rodean.

De pronto mis sentidos se agudizan, exaltando mis sensaciones, alerta, no oigo ni un ruido, no veo absolutamente nada en esta espesa negrura, pero noto una presencia cerca de mí. Cierro los ojos fuertemente tratando de escuchar algo, pero sólo escucho el latido de mi acelerado corazón y mi respiración cuando de pronto una voz susurra .. “Siente…”. Esa voz que suena en mi cabeza, pues soy extrañamente consciente de que mis oídos no captaron esa palabra, y temiendo estar volviéndome completamente loca, me encojo más en mí misma, tapándome los oídos con las manos, como si con eso pudiera impedir esa intrusión.

“Siente…” de nuevo escucho esa voz dentro de mí .. es una voz suave, cálida, amigable.. y siento, o creo sentir, como el frío disminuye en mi cuerpo, o quizá sea solo mi imaginación. Me siento agradecida a esa voz, pues sé que es gracias a ella, y me quedo callada, aguardando en silencio que vuelva a hablar. Pasa el tiempo, no se cuánto, y vuelvo a sentir el frío, la soledad, el peligro, quiero que vuelva la voz.. la llamo tímidamente en voz alta, como si pudiera oírme y me fuera a hacer caso … “Solo siente …. “ insiste en mi mente, sonrío levemente, quizá de desesperación, quizá de agradecimiento, quizá …. Cierro los ojos, me relajo un poco… y siento…

Siento como el su calor me invade y deja de temblar mi cuerpo, siento como mágicamente se alejan las criaturas que crea mi imaginación, siento como mi alma retiene el aliento como intentando impedir que la abandone de nuevo.. mas desaparece, despacio, lento .. provocando que sienta aun más miedo, aun mas frío y mi cuerpo más indefenso. Aparece y desaparece, espaciándose más y más en el tiempo, hasta que lanzando un grito que me sale del alma lloro con cada fibra de mi cuerpo y vuelve junto a mi, en silencio, permitiendo que note su presencia.. y lloro, como no lo he hecho nunca, y me arropa con su calor y paciencia, así me quedo dormida, hablando con ella en sueños.

Hay una salida en esta oscuridad sin fin, en este paraje desierto, pero el camino es peligroso y yo no veo. “Cierra los ojos” me dice,” y deja que yo te guíe” y calla, pues conoce mi reacción – “tengo miedo “ pienso. “Cierra los ojos, y aunque el camino se ilumine no los abras. Deja que yo te guíe”, pero yo dudo de nuevo. “VEN”, ahora la voz era firme, con fuerza, dura … pero seguía siendo cariñosa, amable, cálida. Mi cuerpo y mi alma reaccionan, y cerrando los ojos me pongo en pie, y siento … sólo siento, y adelantando un pie tras otro, avanzo en la negrura, sin miedo ahora, pues sé en lo mas profundo de mi alma, que aferrándome a ella, no caeré.

DELI VI


Silencio:

NANCY PALAZO


 

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15 comentarios en «El Silencio»

  1. Me gustaria votar a uno de los nuevos (o de los q yo no habia leido antes, creo), porque hay muhos esta semañana y eso siempre es bueno.
    Mi voto para mónica mendez.

    Responder
  2. Mi voto es para Mónica.
    ¡Jo! que tema tan chulo tocó esta semana. Me hubiera encantado participar.
    Cuando propongáis «Silencio, segunda parte» me avisáis, gracias. Jajajajaja

    Responder

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