Tema libre IV

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, dejábamos el tema libre para escribir los mejores relatos que se nos pudieran ocurrir. Este ha sido el relato ganador:

CRONOSCOPIO
“Cronoscopio”, susurra el tiempo peinando sus canas.
¿Envejecer es el término correcto para quien no ha de morir?
“Cronoscopio”, pide el tiempo mientras compra otras cosas. En la estantería del fondo ya no quedan “Esperanzas”, en las heladeras todo se derrite, y en esta góndola sólo queda un producto ya vencido.
Harto de la situación, levanta la mirada mientras resopla inflando sus cachetes, provocando en algún sitio una tormenta huracanada. Un reloj de pared llama su atención. Inmediatamente recuerda unas palabras que de niño, su padre -el Sol-, le decía: “Nunca mires fijo a un reloj, por más curiosidad que te nazca. El reloj es nuestro espejo y desnuda nuestra alma”.
La curiosidad mató al gato, pero al tiempo lo acelera. Visiblemente nervioso pero con natural curiosidad, el tiempo le pregunta:
-¿Espejito espejito, quién es el más bonito?
-Ya tu no -el reloj responde.
Con nubes de lluvia en los ojos, el tiempo insiste:
-¿Pero por qué ya no?
-Porque todo tiempo pasado fue mejor…
Y el diluvio comenzó.

DAMI MADRINO

libertad-interior

 

Espíritu libre busca amor platónico como Musa para este jardín, donde las semillas reinan y menos es más, más o menos.

JEZABEL


LIBRE COMO EL VIENTO. CONSECUENCIAS DE LAS PUTAS ODAS.
Echo de menos pertenecerle a alguien.
Estaba tan cansado de rebelarme contra la unión
que decidí implantar la dictadura del amor propio.
Me mantuve durante meses
acariciando mi propio vientre,
masturbándome con caricaturas
de mi propia cara
compradas en el rastrillo.
Manchando mi ropa de carcajadas
unipersonales,
afeitando los restos faciales
de desconsuelo y tristeza.
Los viernes me duchaba cantando
a Loquillo.
Ponía la lavadora los jueves
y luego paseaba por el río con una lata de cerveza
contemplando la dicha de pertenecerme,
sólo a mi.
Me arrastraba por los suelos para llegar a casa los sábados
y devoraba un buen libro los domingos,
día oficial de la melancolía.
Compraba ropa los lunes
y me fotografiaba la espalda todos los martes.
Los miércoles era mi día libre
y me permitía algún que otro muerdo en los abdominales.
Mordiscos extranjeros,
ajenos a mi.
Por las noches
me rendía una oda
antes de ir a dormir,
para anestesiarme contra el recuerdo
de haber sido maltratado por otros.
Por las elegías
que otros me componían al abandonarme.
Cuando iba al Mercadona
me dedicaba a llenar los pasillos de
suavizante
y a probarme todas las colonias
que no eran de muestra.
Bailaba por las calles,
intentando imitar a una Ofelia
feliz,
antes de su desengaño,
y me dedicaba a morder los nenúfares
que intentaban asfixiarme,
para colocármelos
en la polla
y salir a correr por medio Sevilla
gritando:
Me quiero, joder,
me estoy volviendo loco de tanto como me quiero.
Los días de lluvia
me sentaba a leer Werther
en el balcón,
e imaginaba que esas cartas
me tenían como destinatario
y las había escrito yo
para abandonarlas en algún espacio libre
de mi armario
y encontrarlas con el paso de los años
o con la siguiente mudanza.
Los días de sol,
me tumbaba en la azotea a imaginar que las nubes
me contaban sus secretos
y yo me reía descaradamente
de su confianza.
Los días de granizo…
los días de granizo me quedaba en la puta cama.
Me dan miedo los granizos.
Tienen un ruido característico.
Quizás,
el mismo ruido
que escuché
cuando me lanzaste el anillo de bodas
contra el parachoques
del coche de tu padre.
No lo sé.
Es parecido, creo.
Y por eso me quedo en la cama,
para rememorar mil veces
la grotesca imagen del anillo que te regalé
chocándose contra el coche del hijo de…
de tu padre.
Y ahora me descojono por el anillo,
por el coche,
por la situación
y por el dineral que me costó ese estúpido anillo
que ahora llevará una paloma en el pico
o se habrá fugado
al mundo de la mierda
de alcantarilla.
El caso es
que me quedo en la cama los días de granizo.
Los días de tormenta,
lloro.
Sí, lloro.
Lloro que te cagas.
Porque recuerdo
la primera vez que te vi llorar.
Joder, me pareciste un ángel
caído.
Abandonaste la prepotencia de tu mirada altiva
para instalar la clemencia del sufrimiento
y la súplica del abrazo.
Y yo te abracé,
como si no hubiese mañana,
como si tocase la Filarmónica de Viena
en tu pecho
y bailasen el Lago de los cisnes en tu cuello.
Y lloro,
lloro con la lluvia.
Lloro con la lluvia que no es nada comparada
con aquel llanto tuyo
cuando te hice daño.
Cuando tomé la determinación de dejar de lloverme,
y decidí sembrar un sol
entre mis pestañas.
Y lloraste
tanto
como lloro yo ahora los días de lluvia.
Los días de viento…
los días de viento
pienso:
¿qué cojones hago vertiendo suavizante,
qué cojones hago componiendo odas,
qué cojones hago paseando por el río con una cerveza,
qué cojones hago arrastrándome los sábados para volver a casa,
qué cojones hago corriéndome sin ganas,
qué cojones hago en la azotea
si tengo vértigo
qué cojones hago con nenúfares podridos en la polla?
¿Quién coño es Ofelia?
¿Por qué
compro ropa los lunes
y me fotografío la espalda
los martes
si no me cambio de ropa desde que te fuiste
ni me gusta mi puta espalda?
¿Por qué releo a Werther
si lo escribió un desfasado adicto a saber qué?
¿Por qué no recogí el anillo de boda
o me bajé del coche tu padre a darte una hostia?
Y entonces,
delicadamente,
apartándome el flequillo que se me mete en el ojo
donde,
supuestamente,
planté un sol,
pongo mirada de loco
y pienso: quiero ser de alguien.
Ya la he cagado mucho siendo del viento.
Y ese alguien
tiró el anillo de bodas
sin ni siquiera decirme Te Odio.

CARLOS COSTA


Rajmáninov en desuso
Ipse dixit. Me gusta el rap.
Me hace sentir libre, descargo furias acumuladas antes de que se conviertan en frustraciones y me ahoguen. Imagino ser la bala que remueve las conciencias de forma radical , esparciendo neuronas ensangrentadas entre charcas de dolor social sin soporte. Blasfemo el sistema uno, dos y los que vengan por si acaso, a mi vecino que no saca la basura a tiempo y nutre gatos que maúllan sus pesadillas delante de las ventanas de mi dormitorio, al frutero que me da pellejos de calabazas y al tabernero que me vierte engaños en la botella de Absolut con la excusa de una crisis embotellada y revendida a nivel europeo.
Hablo en frases asimétricas , con estribillos de diferentes milímetros , visto de dura y a veces hasta me atrevo ir a los bajos fondos de mi alma. Lo hago cada vez menos desde que me ha disparado la conciencia en la nuca y mi ventrículo derecho a violado mi arteria izquierda provocandome una sincope acabada en episodios caóticos de aliteración, pero ¡hey! ahí ando recidivando.
El miedo es un estado imperdonable , por tanto lo estaciono en teatros donde los actores tratan de suicidarse en cada representación y a veces me extraña que no lo consigan . A veces llamo la ambulancia para ellos , acabo robando bombonas de oxigeno y las escondo en mi trastero para el día cuando nos vayamos a tomar por los átomos.
La precavidad, aparte de un instinto básico del ser humano, muy a menudo confundido erróneamente con el síndrome diogenesiano, es un peldaño previo a los sobre valorados órganos anatómicos que menciona Bukowski varias veces por verso. Los raperos hacen lo mismo , de ahí la equivalencia entre Tupac, referencia de multitud de irreverentes, y Herr Heinrich Karl, con la ligera sensible diferencia que el primero compadecía una causa y el segundo era centro de su propio universo desgastado por alcohol.
No me malinterpreten, bastante lo hago yo dentro de mi libertad condicionada , no formulo prejuicios contra un blanco fácil, ni juzgo la prevaricación de quien haya sentenciado un par de cavidades como poesía, ya he confesado mi devoción al rap, sería incapaz .
Desde mi pobre C2 adquirido en rebajas, les digo que el sistema facof al cual me ciño y me entrego, es lo que me mueve de tal manera que siga blasfemando, comiendo calabazas, bebiendo engaños absolutistas y bajando a los fondos donde descubro cuánto aborrezco estas sobradas liberales.

DILDA RAH


 AMIGO
Quisiera contarte, amigo.
Tantas cosas que no sé por dónde empezar.
Lo único cierto es, que la mano del sol recién nacido me levanta todos los días y, la brisa que entra de polizón a través de mi ventana, disipa el humo de los fantasmas de la noche que agitan mi sueño a diario cuando el sol se muere.
No es pereza ni desgana, y lo sabes, es el veneno del desánimo que entro como fuego por mis venas hace ya tanto que ni me acuerdo. Paseo por las calles con pasos errabundos, como una hoja seca empujada sin destino por la acera, con el viento de pareja.
Los minutos caen delante de mis ojos, moribundos, y van a morir en el rio de mi indiferencia por todo, para desembocar en el mar del olvido.
El día es una vela sin llama que se consume lentamente por el fuego frio de esta soledad que me asfixia.
Me siento en un banco a ver pasar la vida, como si estuviera en un andén de tren observando cómo se va la gente, y yo me quedo sin ir ni querer ir a ningún sitio.
Tengo viviendo enjaulada dentro de mi alma como una bestia encerrada, una horrible fiera que rasga las velas del barco de mi vida, y me impide navegar. Ya no espero nada, porque ya no lo quiero, es una larga agonía de no sé el que, ni en que acabara, a la que me he acostumbrado, pero si conozco su semilla, y como la hiedra, me va marchitando.
Si conociera los materiales con los que se construye la felicidad, construiría una nueva para mí, pero solo encuentro tierra sucia, manchada por adiós, y agua sucia enturbiada por palabras que hieren.
Tuve un amor que lo llevo a cuestas crucificado en la cruz de la desilusión.
Tengo un almacén en ruinas lleno de deseos rotos, y de besos impresos en papel ajado y amarillento, que ya no se leen.
Llega la noche, otro día se me acaba, y sé que tengo que marchar, llega la noche, otro día se me acaba, y sé que tengo que gritar, llega la noche, otro día se me acaba, y sé que tengo que llorar.
Pero no tengo donde ir, mi voz hace tiempo que se quebró y mis ojos se secaron.
Salen las estrellas y me ayudan a llegar al final, y cuanto más las miro, más fuerte es mi deseo de estar con ellas en este camino.
Rabia, rabia, que lucha por salir, porque no lo entiendo, soy un condenado a muerte que sabe que es inocente, y aun así su destino es el final que nos espera a todos, que yo no quiero, porque yo no lo espero todavía.
Respiro, duermo, sueño, y mi corazón es una fuente de ilusión de la cual mana un deseo. Reflejos del sol en el agua, un campo florecido, y una cosecha de besos nuevos.
Quisiera, amigo.
Contarte tantas cosas, pero no estás ahí.
Porque te difuminaste por entre la niebla de la indiferencia, y me dejaste en el cruce de caminos sin saber cuál era el bueno.
Y ahora, sigo yo solo, soñando ese lugar que soñaba, queriendo respirar ese aire que respiraba, volver a ver como la luna llena de besos plateados los chopos, y el viento y el rio se cuentan historias, que ahora no puedo oír.
Cubierto por los harapos en que se ha quedado la túnica de caricias que me cubrió un día, seguiré mi senda, bebiendo de lo poco que me queda para ser feliz, para no morirme de sed. Cogeré lo poco que me brinde la vida, y por escaso que sea lo guardare como un tesoro.
Cuando te vuelva a ver, amigo, volverás la mirada, y yo no la quitare, porque seguiré esperando a que me preguntes como me ha ido, pero será como esperar un barco que nunca llegara, por mucho que sople el viento.
Y seguiré con mi sonrisa, ocultando como un escaparate lleno de artificios, una trastienda desolada.
Fin
Alcalá de Henares
28 de abril de 2016

LARGA NOCHE


Abrazada a un libro.
La imagen de estar abrazada a un libro me sugiere muchas cosas, y todas relacionadas con historias contadas, historias que contar, cotidianas, diarios, personales o no….Personajes que acaban haciéndonos prisioneros y a la vez compañeros de sus historias y vidas inventadas.
Un abrazo a la lectura, que nos apasiona, y a la vez enternece o enfurece.
A personajes gloriosos o caídos en desgracia, pero que nos hacen vivir otras muchas vidas, otras muchas historias, o incluso nos hacen revivir o renacer.
No todo son cuentos de hadas, no todo son barbaries. En definitiva, para mi leer es un placer, como el placer que te da un abrazo de un ser querido. Con una buena lectura te sientes arropado, feliz, y en paz.

MJ BENLLOCH


 El instrumento del Diablo
Él me ha escogido, aquí entre la sombras nadie sabe lo que soy.
Escucho las voces que lo dicen,
Deslízate entre el excremento para salir de tu zanja. El hombre de blanco dijo que debería tomar la píldora, el sufrimiento parará, pero mi madre se ha marchado, pero mi esperanza surcó por la noche del pasado lunes que dejé la Gran casona. Ellos se quedaron entre las sombras. No soy yo amigos mios!, quien secuestra sus almas!, es que no miran que soy su marioneta, los hilos sale de mi carne, se vierten de mis huesos, se nutren de mi sangre. Dios de nuevo te pido que pare el dolor, pero creo esta noche de nuevo te has quedado sordo, solo me escuchan los mendigos que viven bajo el puente.
Él me ha escogido porque soy su mejor instrumento!

JOSUE GONZALEZ


 Para que pasara frío dejé al amor en medio de tempestades ; Sin escudo, sin lanza, sin abrigo. Para que no regresara a mi duplicado, lo oculté, decidí no ofrecerlo a nadie, lo desfiguré y en uno de esos paseos de amor sin amores lo abandoné en un olvidado portal de otoño. Me fui con la certeza interna de que en un futuro yo corriera la misma suerte.
,
Ya ves, todo ha sido en vano. No debí hacer las cosas bien, supongo.
El amor sobrevivió al invierno, rompió barrotes y día a día misteriosamente llena los huecos de mis manos.

LIDIA FUENTES


 Tema libre
Te miraba a los ojos mientras pensaba «yo sí que te iba a querer» cuando íbamos en tren dirección a mi casa y me contabas que mal te habían tratado todas tus parejas. Eras el tipo de hombre que me gustaba: tranquilo, tolerante y reflexivo. Nada que ver con el típico machito que me causaba tanto rechazo. Por un momento vi posibilidades a pesar de que desde el principio me dejaste claro que, contrariamente a lo que me pasaba a mi, yo no era tu tipo.
Nuestra relación no pasó de quedar varias veces para tomar un café, ir al cine y pasar un rato juntos sin que aflorase nada más que el simple encuentro sexual. Después nos distanciamos y simplemente nos saludábamos fríamente al coincidir en alguna quedada para ir al cine y al final perdimos el contacto.
Hace apenas una semana, estaba sentada en la sala de espera de la sede central de la delegación de hacienda en Barcelona, revisando la documentación que iba a presentar como alegación a una multa que me habían impuesto erróneamente cuando te vi haciendo cola para ser atendido en una de las mesas que se repartían por toda la sala. No me sobresalté a pesar de la sorpresa que fue verte allí plantado, visiblemente envejecido, con pelo cano pero con la misma expresión de tranquilidad en tu rostro.
Por un momento me vi junto a ti como si los últimos años los hubiéramos pasado juntos y estuviéramos realizando gestiones comunes. Intuí un movimiento por tu parte y para evitar el encuentro desvié la mirada hacia la persona que tenía sentada a mi lado. Le pregunté si tenía hora y la señora me miró y asintió señalándo hacia delante, indicándome que había un reloj colgado en la pared. Yo seguí en la dirección que me decía y fue así como nuestras miradas volvieron a cruzarse.

SUSANA AZABAL

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9 comentarios en «Tema libre IV»

  1. Al ser un tema libre mi punto va esta vez para la originalidad y el Cronoscopio de Dami tiene una buena idea, aunque no le haya acabado de sacar todo el jugo y haya enrevesado un poco el texto : ) Felicidades a tod@s !

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