El karma – miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «el karma». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 6 de agosto! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO

La causualidad hizo que al pasar mi persona pegada a la mesilla de noche de la parte tuya de nuestra cama, mi vestido se enganchará con el tirador de uno de los cajones y, al abrirse dejase a mi vista la llave I confundí le que por años utilizamos para disfrutar de nuestro amor en el pequeño piso sito en el»Emxample»
La curiosidad me llevó ante la conocida y cerrada puerta. Introduci en la cerradura la llave y a la segunda vuelta la puerta me dejó entrar.
Estaba predestinado desde el día de tu nacimiento que tu vida y siendo mi esposo no la terminaría a a mi lado… Compañeros no tenía ni idea de la palabra Karma.

BENEDICTO PALACIOS SÁNCHEZ

Hace años me hablaron de una mujer de la que todo el mundo decía que era mala. Se llamaba Melchora, Mel era como ella firmaba, y ciertas personas solo la conocían por Malhechora. No había cometido delitos, no era una delincuente, pero sí gruñona por haber respondido a lo largo de su vida con actos de furia y de venganza. Lo había hecho mal, lo reconocía y creía que lo estaba pagando. Sus venganzas habían cobrado la ración correspondiente. Estaba triste porque el tiempo nunca vuelve y en la vida no siempre existen segundas oportunidades.
Logré conversar con ella. Y me fue enumerando algunas de sus maldades preferidas.
— Me gustaba jugar al gua con los bolindres, pero como para mi maestra era aquel un juego de niños, se los quité a un muchacho de mi edad y los lancé al arroyo. ¡Hala! A fastidiarse.
— Odiaba la visita de una de mis tías porque me llamaba mona y me decía que tenía cara de muñeca. Como no lo podía soportar, para vengarme ataba a la cuerda de la ropa todas las muñecas que ella me había regalado. Menudo enfado cogió cuando las vio colgadas.
— También me gustaba patear el balón, pero como mi hermano no me lo dejaba, primero lo escondí y luego lo lancé a un tejado.
— Solía mirarme en un espejo de cuerpo entero probándome vestidos. Un día me pescó mi padre y me afeó aquella acción diciendo que tenía demasiados pájaros en la cabeza. No me atreví a romper el espejo pero le eché un buen salivazo.
— Las compañeras del aula, y Luisi la que más, hablaban y no paraban de Anselmo diciendo que era el chico más guapo. Como a mí no me gustaba, le gasté una broma muy pesada: cacé un grillo y se lo escondí en el cabás. Buena se armó cuando hizo cri cri en una hora de clase.
— A mí me gustaba Matías y un día pregunté a mi madre qué era estar enamorada. Mi madre no abrió la boca y por toda respuesta me dio un azote en el culo. Muy enfadada y rabiosa cerré de golpe una ventana y uno de los cristales se hizo añicos. Huí de casa haciéndola burla.
— Cuando crecí y me hice mayor, me casé con Anselmo y al año me separé. Perseguía darle a Luisi en las narices.
— A mí me gustaba salir en televisión. Y suplique a mi padre que conocía a un periodista de los informativos que me lo presentara. En cuanto me enteré de que andaba husmeando en mi vida privada, nada más ponerme el micro en la mano le grité bien alto «basta de memeces» y lo pisoteé.
— Como mis amigas se pasaban el rato del café buscándome novios, me criticaban por no llevar como ellas las uñas pintadas y me echaban en cara que me gustase leer, en las tarjetas de Navidad les escribía anónimos burlándome de ellas y llamándoles antiguas y mojigatas.
Hablamos largo rato y me contó que la vida le había tratado mal, pero se lo había ganado. «La gente dice que he sido mala y lo que acabo de referirte lo confirma. Y tengo miedo porque todo vuelve y el mal se paga.» Quise convencerla de lo contrario, de que era como mucho una mujer equivocada. Me corrigió diciendo que si existía el karma, ella no había logrado escapar del círculo maldito y que con razón le podrían llamar Malhechora.
La corregí a mi vez.
—Dudo que exista el karma, Mel, pero en caso de que existiera, en ti se han producido los efectos contrarios. Podrán llamarte mala o Malhechora, con o sin razón, pero yo gritaré a los cuatro vientos que eres la mala del corazón más bueno.

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Darek durante toda su vida había sido una persona antisocial, ambiciosa, egocéntrica, narcisista y machista.
Todo lo que le estaba pasando con la luz roja inquietante parecía ser fruto del karma. Todas sus acciones anteriores estaban teniendo unas consecuencias horrendas.
Poco a poco fue recuperando el habla, con la ayuda del equipo profesional de logopedas del hospital. En ésta ocasión se volvió más introvertido y reservado a la hora de contarle a los sanitarios lo que le había sucedido, ya que el sabía a ciencia cierta que no le creían.
Sus ojos seguían teniendo un color rojo oscuro digno de mención, daba miedo mirarlo a los ojos, parecía que pudiera arrebatar el alma a cualquier ser vivo con sólo mirarle con esos ojos.
A sus cuarenta años recién cumplidos Darek no había tenido descendencia, tras sus dos divorcios y sus continuas órdenes de alejamiento por sendas denuncias de ambas.
Darek era un auténtico machista y el karma estaba haciendo muy bien su trabajo.
Continuará.

IRENE ADLER

EL INMORTAL
Cuando los presentaron, en una reunión de sociedad en el Hotel Du Lac, dicen que el caballero la miró a los ojos con fijeza, más tiempo del que la urbanidad, el decoro o la prudencia, consideran razonable. La miró, y luego sonrió, y luego, con sus pulcrísimos modales adquiridos en las cortes europeas, le besó la mano cubierta de arrugas y motitas doradas, sin llegar a rozar con los labios el encaje negro de los mitones de la condesa. Y dicen que ella se estremeció. Y que sus ojos glaucos, acuosos, ancianos, se estremecieron, y sus desvaídas pupilas, se dilataron.
«Estáis tan hermosa como en vuestra puesta de largo, Madame. Parece que aún pudiera veros, del brazo de vuestro padre, con aquella preciosa tiara de diamantes que imitaba a las caléndulas.»
¿Cómo iba a estar presente si apenas rebasaba la treintena, en algo ocurrido casi cincuenta años atrás?… ¿Cómo podía recordar la filigrana de su tiara?
«Soy muy viejo, Madame «, dijo, esgrimiendo otra vez aquella sonrisa, sobre la que parecían planear todos los secretos del mundo. O todos sus pecados. O aún peor: todos sus misterios.
Dicen que cautivada y conmovida, la anciana condesa lo mantuvo a su lado. Se los veía a menudo, en fiestas y jardines, ella apoyada en la pasamanería de calidad de su antebrazo, atenta a las confidencias, risueña como si tuviera otra vez, quince años. Dicen que los días de lluvia, cuando el reúma y la humedad le entorpecían las salidas y los huesos, se sentaban al calor del hogar, en la bien surtida biblioteca, y hablaban de un pasado común, de los conocidos de ambos, muertos desde hacía mucho tiempo, y cuyas vidas y secretos, el conde de Saint Germain no sólo parecía conocer, sino incluso compartir, como si hubiera vivido, sufrido, llorado, o amado, con ellos.
Formaban una insólita pareja : la anciana condesa viuda, agria hasta que conoció a ese hombre mundano y misterioso. El conde apuesto, encantador, cultísimo, quizá el embaucador más atractivo, hábil, extravagante, desquiciado, mentiroso y loco, que Europa hubiera conocido jamás. Un hombre sin nombre, o con demasiados. Sin pasado, o con muchos. Sin familia, en ésta vida, al menos. Divertido, inteligente, rico, un violinista notable, que hablaba con fluidez once idiomas, incluido el sánscrito, era ambidiestro y aseguraba, con un aplomo imposible de rebatir, haber asistido a las bodas de Caanán y conocido a Flavio Josefo.
Dicen que una vez, a solas en el castillo que la condesa tenía en Artois, bailaron, y que ella llevaba puesta la tiara de diamantes de su juventud, cuya delicada filigrana imitaba a las caléndulas. Dicen que sonaba la misma música de entonces, y que el conde recordaba cada detalle de aquel otro baile, cincuenta años atrás, cuando era un joven tímido y con granos, y ella fue la primera mujer con la que bailó, en público. Dicen que ella recordaba a ese joven, y el nombre que escribió en su carné de baile.
«Hace mucho que no soy ése nombre, Madame, ni ése hombre».
Dicen que ella lo llamó entonces por su nombre, muy bajito, justo cuando la música cesó, y que ésta vez, fueron los ojos azules e inteligentes del conde los que se estremecieron, con un destello de lucidez, reconocimiento y vergüenza.
Y dicen que ella le dijo :
«Qué distintas habrían sido nuestras vidas si me hubieráis besado aquella noche. O si os hubiera besado yo…»
La condesa murió tres días después, en sus aposentos del castillo de Artois. El conde de Saint Germain dejaba Francia para siempre. La tiara de diamantes cuya filigrana imitaba a las caléndulas, desapareció sin que jamás haya vuelto a tenerse noticias de su paradero.
Dicen que una vez, en correspondencia privada con otra mujer, el conde escribió :
«Cuánto más vivo, menos me conozco. Nunca me asustó quién soy o lo que soy, y jamás tuve miedo a los espejos, hasta ese día en que me vi reflejado en sus ojos y en su boca, en la ausencia de ese beso. Cómo algo tan pequeño, tan etéreo, tan sin nada salvo aire y calor , puede dejar un vacío tan grande en el alma. Quedó esa deuda impagada, otra vez. ¿Se cerrará el círculo, algún día? ¿La veré otra vez, y bailaremos? Yo seguiré siendo éste, el que soy, no el que ella recordaba. ¿Quién será ella mañana? ¿La reconoceré? ¿Volveré a tener ese minuto de duda, terror, amor, honor, incertidumbre? Si algún día, otra vez, la encuentro… ¿pagaré mi deuda con un beso? ¿moriré si lo hago? ¿morirá ella? Nunca he tenido miedo… Del ayer, de mí, de los espejos… Pero hoy, miedo es lo único que tengo, al parecer.
Miedo de mí… Sin ella.»

RAQUEL LÓPEZ

Doce leyes tiene el Karma,
si siembras cosecharas,
creación y crecimiento
conexión y humildad.
Yo te ofrezco, tú me acoges
olvidemos el pasado,
disfrutemos del presente.
Todo cambio responsable
recompensa e inspiración,
la vida da muchas vueltas
ten cuidado con el Karma
porque será tu dejá vu
sin mirar tu distinción.
Doce leyes, doce normas,
en mi relato asoman
el daño que tú me hagas
volverá a tu persona,
porque donde las dan…. las toman.

NEUS SINTES

Desde una prudente distancia, una observadora de los hechos que sucedieron a continuación, pudo permitir sentir una sensación de que sí realmente existe y nos rodea un karma en todos nosotros. Para bien o para mal. Las deudas del karma acaban, en algún momento de la vida por reaparecer en nuestro universo y darnos una sabia lección.
Ya de pequeña te enseñaron a anhelar y ser dueña de un Imperio. Anhelabas de jovencita conocer a ese hombre que te cambiaría la vida; y así tú misma lo conseguiste. Con tus armas de mujer, Pilar entró a trabajar de secretaria en un concesionario, con una sola finalidad. Llegar a ser la dueña y señora de quien tenía el poder.
Lorenzo, un atractivo hombre, de amplios modales y sonrisa falsa. Amaba una de las cosas en las que siempre se fijaba. Las mujeres y la buena comida. No le faltaba de nada. Era rico, poseía un gran concesionario, fruto del esfuerzo y sudor de la frente de su padre. Aunque eso, no iba a decirlo. Podía poseer lo que quisiera. Tenía una vida de alto rango. Solo le faltaba una esposa. Aunque tenía una debilidad; la bebida.
Al ver a Pilar, encontró a una posible candidata para ser su esposa. Poseía las cualidades de las mujeres que a el le gustaban. Era bonita, se movía con encanto. En sus ojos veía las ansias de poder y de algo más…Sus movimientos le indicaban que Pilar no había venido expresamente a trabajar. En ella el poder se reflejaba en sus ojos. Se movía al caminar, al son de su caderas, dejando siempre a la vista sus exuberantes pechos, que sin necesidad de palabras, lo decían todo.
Unos meses tarde Lorenzo y Pilar contrajeron matrimonio, llevando en su vientre a su hija. Un matrimonio que daría sus frutos, aunque alguno de ellos; amargos.
Vivió una gran vida, mirando siempre por encima del hombro a las demás personas que pasaban por su lado, olvidando que ella también fue como ellas. Siendo y sintiendo superior a los demás.
De la vida, había aprendido a amar el dinero, la fama y el poder. Al ser poseedora de grandes casas y rodeada de lujos, nunca pensó que en un futuro, de sus manos, se escurrirían las pulseras de oro y diamantes que cada día lucía.
Cuando el poder se vuelve contra ti, Cuando el oro que posee tu cuerpo, con el tiempo pierde su color. Cuando el velo de tus ojos, por fin, se ve descubierto. Durante todos estos años Pilar había sido feliz, pero sin conocer ni saber qué era el amor. Dícese que el dinero no da la felicidad.
El que era su marido, escogió otras carnes que saborear por las noches, incluso el cuerpo de su propia hija. Llegaba a altas horas de la noche, bebido. Con dinero hacía recompensar a ambas mujeres. Silenciando lo que ocurría bajo las paredes de la casa.
Más tarde, Lorenzo perdió dinero, vio como el concesionario de coches se escurría de sus manos. Pilar empezó a dejar de ser feliz, su vida había cambiado demasiado desde el día en que contrajo matrimonio. Demasiados secretos había ocultado bajo su sonrisa falsa, todo por las ansias de el glamour y el dinero que la rodeaba.
Lorenzo y Pilar se divorciaron. Ahora sin dinero, sin trabajo, sin experiencia en ningún ámbito, en las sombras se encontró. A su cargo, una hija adolescente, que había aprendido a recibir dinero de su padre a cambio de noches de placer…

ALEXANDER QUINTERO PRIETO

¿Karma?
Lo veía en sus ojos, su miedo, su miedo de cristal, su certeza de que la marea devuelve los escombros de una tormenta de excesos. ¿Cómo poder entenderlo? ¿A qué se debía su miedo? Por una parte, era justificable; estar al borde del colapso, del precipicio, del no retorno. El morir causaría incertidumbre y terror para cualquiera, en mayor o menor grado, pero su mueca de pánico era indescriptible, era como si tuviera la certeza de que moriría más de una vez, y que este sufrimiento no pararía hasta la siguiente muerte, como una fórmula exponencial enésima.
Su miedo, su sufrimiento, me resultaba un tanto inexplicable. Y no es que me faltara empatía. Sufría con su dolor. Solo que pensé que sería una muerte menos fatigante, a pesar del dolor de su cáncer metastásico y el calvario de su colostomía; porque siempre tuvo un carácter dócil, apacible, franco, decidido, y se ufanaba de ello con humildad: que no tenía miedo a la muerte, pero que le habían dolido tres en su vida: la de mi papá, la del padre Camilo Torres –exponente de la teología de liberación- y la de Jorge Eliecer Gaitán –liberal colombiano asesinado por la extrema derecha-. Claro está que, esto lo decía quince años antes, cuando su premonición final estaba lejana. Después de su tercer cáncer y quince años después, le pesaba el culo para levantarse, y uno ya no escuchaba cosas como: -uno se muere y listo, esta vida es una ilusión, no me da miedo morir, ya lo viví con las muertes de mis allegados y seres queridos, pero sí que me han dolido tres muertes: la de mi papá, la del padre Camilo Torres y… –
Para mí siempre había sido un ejemplo como hombre, como hijo, como padre, como amigo. Pero parece que no era tan ilustrísimo en el secreto de su consciencia, porque en estos estertores, en sus últimos días, se repetía para sí mismo: – ¡Las estoy pagando todas, quítame este sufrimiento señor, llévame de una, he hecho cosas muy malas, las estoy pagando todas!-
Su dolor lo aferraba a este mundo, pero hubo tanto dolor un día que pasó a ser desapercibido, ya que era una constante, y cuando se sentía alentado la premonición aumentaba, porque había visto a varios seres moribundos florecer como retoños jóvenes antes de ser desahuciados. Finalmente murió con el deseo de querer salvarse: SLT. Porque en medio del miedo había esperanza; era un hombre justo, sabía que había hecho daño, pero también sabía que había hecho el bien, y la balanza de la justicia divina, natural, o como se llame, haría un cálculo guiándose por el refrán que reza: “el que reza y peca empata”
Aunque cuando a diario tienes tanto dolor, el anterior refrán como que no cuadra mucho, más cuadraría el dicho: “recoges lo que siembras”, si además tienes un sesgo cognitivo hacia lo negativo o fuiste tan hijo de puta que tienes la certeza de que las estás pagando todas.
Luego de reflexionar en todo esto y recordar los últimos días de mi querido padre, luego de enterarme que quería que mi madre me abortara y que no le bastó con que tomará una, o dos tazas, sino tres de la infusión, y de tener la certeza de que soy un milagro de Dios, solo deseo el cielo para él, nunca me falto nada de su parte, era mi amigo.

ALEXADRA MARTA IONA

Yo soy tu karma
Arrópame cuando me quedo tímida, sin sueño.
Dame a probar tus frías miradas desafiantes,
Pégame en la memoria tus palabras malolientes
Y ámame con el corazón abierto en otro pecho.
Tírame al suelo para ver mejor la huella de tu pisada.
Deséame un arduo encuentro con el demonio
O escóndeme el horizonte con falsas esperanzas.
Entre los verdes pastos de tu parsimonia, ¡te encontrare!
Yo soy tu sombra descosida, no gozarás de una larga espera
Relamiéndome, muy a tu pesar todo te lo devolveré.
No te mereces mi olvido, ni desvelo mayor que el mío,
Solo acuérdate: después de la tormenta, llega el karma.

ANTOLÍN MARTÍNEZ JIMÉNEZ

La vida es un rio por el que surcamos rincones donde disfrutamos de un plácido y feliz momento y por donde los rápidos nos pueden asustar, donde las piedras nos golpean y el agua nos zarandea de manera dolorosa haciéndonos sangrar, donde al llegar la calma encontramos un gran remanso de paz que nos deja atrapados en el bienestar y cuando menos te lo esperas nos vuelve a engullir para volvernos a hundir hasta el fondo de los sentimientos, sin dejarnos respirar y cogemos impulso para volver a la superficie y ver el sol, ese sol que si aguantas demasiado te empieza a quemar y te quema hasta dejarte morir en ese mar de olas saladas que parecen empujar hacia la orilla, pero no, lo que hacen es tragarte y digerir lo que queda de ti cuando termina tu viaje hacia la desaparición y vuelta a empezar desde esa nube que te escupe en otro sitio y otro río te dará otra oportunidad para que puedas cambiar lo que no pudiste mejorar. Ríos de vida en ciclos continuos de oportunidad.


CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

«Te llamaré Karma», dijo la madre nada más ver la cara de aquel bulto que asomaba a la vida, de difícil descripción por el momento, depositado sobre su pecho con el cordón umbilical aún latente, los ojos como dos rayas intentando abrirse a la luz, las manos cerradas, el cuerpo encogido conservaba aún la posición fetal, y así fue como a través del tiempo un ser inocente cargó con las culpas de un mundo desconocido del que no era responsable…
A la hora de cortar el cordón umbilical, un rayo de luz se coló por la ventana yendo a parar al entrecejo de la niña. Todo el cuerpo tensado hasta ese momento quedó relajado, los ojos se entreabrieron, las comisuras de su pequeña boca se alzaron en un esbozo de sonrisa, sus manos se abrieron como en ofrenda al universo.
—Serás la energía generadora de los buenos actos de las personas. —Recitó la madre desde la más profunda emoción.
Las mujeres que ayudaron en el parto se miraron con deje de sorpresa quizá pensando al unísono que, aquel nombre era una carga demasiado pesada para una criatura; debería vivir soportando el peso de las acciones ajenas…no alcanzaban a ver lo injusto de la decisión de la madre…
El nombre puede ser una carga letal o redentora dependiendo del origen que traiga asociado. Existe la creencia de que el tributo al aceptar el nombre de un antepasado es cargar con todo el arsenal del mismo…no es conveniente echar a los hombros de una nueva vida todos los escombros de las que le precedieron, y mucho menos lo es querer que cargue con las de una enterita humanidad deshumanizada…
¡Karmaaaaaaa! ¡Ven aquí!
Karma iba y venía con cada llamada sin saber siquiera para que era reclamada…
Karma fue espía, médico, tejedora de sueños, cuentacuentos, mercenaria, salvavidas, mentirosa…y una amplia lista de cosas más…
Hasta que una mañana decidió llevar a término todo aquel disparate. Aquel momento de la decisión final fue el de cambiar de nombre…no estaba dispuesta a arrastrar más aquella vida impuesta. Consiguió despojarse de todas las pieles que habían cubierto su ser, tirarlas por un terraplén, hacerse a la vida, su real vida sin cargas ni cargos, libre ya de las cadenas de un nombre que nunca se avino a su propia idiosincrasia…
Tras el papeleo burocrático, infinito, que hubo de soportar, cambió su marca por la de Moksha cuyo significado es: ‘la liberación del hombre de las ataduras del karma’.
El karma no es otra cosa que la responsabilidad de tus actos, cuida de ellos; haz que sean tan leales y legales que no te avergüence lo que tus enemigos puedan decir sobre ellos, y así, asegurarte una buena reencarnación.

CURRO BLANCO

» Con mucha karma».
Había oído hablar del karma, pero no tenía claro exactamente qué fundamento lo determinaba. Sabia, eso sí, que en los tiempos actuales eso del karma estaba muy en boca de todo el mundo; algo así como una especie de religiosidad urbana que mucha gente adquiría por ser práctica y accesible, sin santos ni demonios a los que temer. Lo ponderable, al parecer, eran tus actos, buenos o malos, repercutian si o si en tu existencia; los malos, negativamemte, los buenos, positivamente.
Se persignó tres veces sin respirar, dos con la mano derecha y una con la izquierda, por si acaso, respiró, y se dispuso a abandonar la basilica después de dar por finalizada la misa de las doce don Joaquín, el párroco, que era un gran santo.
Paulino, creía en Dios, en la Virgen y en el Espíritu santo. Profesaba la religión católica, apostólica y romana de toda la vida, pero hacía ya varios años que le asaltaban dudas de peso de la que había sido para él su inquebrantable religión.
Provenía de una familia muy religiosa; practicante, de los que de Lunes a Sábado intentan pecar lo menos posible y el Domingo, si lo habían hecho, se confesaban y el cura en nombre de Dios se los perdonaba. Pero con esto del karma…, Paulino, se preguntaba: que si es así, yo que continuamente hago obras de caridad haciendo el bien, por aquí y por allá, que nunca he hecho mal a nadie (bueno algo sin mala intención…, pero poca cosa), mi karma será de dichas y más dichas.
Pensó, que le propondría a la Antonia, su mujer, de cambiar de religión, que si a ella le parecía bien, estaba hecho, porque vamos…, llevaba toda la vida dando sin recibir nada, y que eso, al menos justo, no era.
Se palpó su bigote dos veces con los dedos de la mano derecha, y dijo:
«claro que si la Antonia dice que no, mejor…, me quedo como estoy».

LIDIA FUENTES

Carmen y Lucía eran dos hermanas que vivían juntas en el mismo hogar, allí habían crecido y vivido hasta que se casaron. Lucía enviudó días después de su boda, fue un golpe muy duro que superó entregándose en cuerpo y alma a su verdadera pasión, la costura. Era conocida y admirada en el pueblo por los numerosos trajes de novia y comunión que había diseñado. Carmen se divorció a los dos años después de contraer matrimonio, jamás perdonó en aquel entonces a su marido comunista por todas las revueltas políticas en las que andaba metido que la hicieron pasar dos meses en la cárcel hasta que fue puesta en libertad sin cargos. Su corazón se llenó de odio y resentimiento, sentimientos que ha seguido conservando a lo largo de su vida. Ninguna de las dos había tenido hijos y después de esas experiencias traumáticas regresaron al hogar familiar donde han transcurrido sus vidas hasta envejecer.
Carmen era maliciosa, desconfiada e iracunda. Lucía era alegre, agradecida y siempre emanaba de ella una paz que te hacía sentir bien acogida. El salón de casa era amplio y las visitas siempre se sentaban alrededor de la mecedora donde reposaba Lucía mientras que Carmen se apartaba en un rincón sola junto a la ventana rodeada de muebles y trastos que ponía adrede para que nadie se le acercara. Purita, que así se llamaba la sobrina, era la única que podía rebasar esa barrera de enseres que ponía para delimitar su espacio. Así era siempre, Carmen había intentado hablarle muchas veces a su hermana pero Lucía siempre le contestaba de forma déspota y con el tiempo había desistido aceptando ese frío silencio que existía entre las dos. Dormían en habitaciones separadas, cada una tenía su frigorífico, su baño y su asistenta personal para ayudarlas en la realización de sus actividades diarias, alimentación e higiene personal. Purita sabía de sobra que había sembrado cada una de sus tías en la vida y en los corazones de las personas con las que habían estado vinculadas emocionalmente por eso entendía de lo distintas que eran las cosas para cada una de ellas. Mientras que Lucía vivía en plena armonía sus últimos años de vida la otra hermana parecía haber muerto hace mucho tiempo atrás y esa delgaducha forma encorvada era sólo su sombra que seguía atrapada por la casa, deambulando despacio, triste y solitaria. Si hay una ley cósmica que lo compensa todo ahí estaba el Karma equilibrando por separado dos vidas cuyo nexo existente era el gran amor que sentía Purita hacia ellas creando el milagro de que afectos tan dispares pudieran coexistir tanto tiempo bajo el mismo techo. Sabía Purita, bendita su capacidad de discernimiento. Ella entendía lo que pasaba en el corazón de cada una de las ancianas. Ella no estaba ahí para juzgarlas, las amaba, las contemplaba en silencio, las miraba tal vez como dicen que Dios nos mira a cada uno de nosotros; como niños inocentes sumidos en un sueño.

DANI GALLEGO ALEMÁN

Hoy no puedo seguir esquemas, como casi nunca, esquemas estúpidos por supuesto. Y hay un esquema que dice que si el Karma.
El Karma ,LOS COJONES, si existiera el karma no habría asesino que asesinara dos veces, ni violador que violara dos veces, ni agresor , de ningún tipo, que agrediera más de una vez. Ni Karma ni Dios, ni Hostias ni Humo.
Así es la vida , llena de suerte en bolsillos de asesinos , llenas de sufrimiento en leotardos de colegiala. Y leyes que prohíben las cadenas perpetuas, que prohíben el no asesinato, que fomentan la evolucion del agresor por eso de los derechos humanos, el gran KARMA de la vida , la justicia…
La suelta de bestias…
Y los hombres siguen matando mujeres «porque eran suyas».
Es una palabra, KARMA, que debería desaparecer del diccionario. Ya, hace tiempo, que dejó de tener significado, como tantas otras…

GAIA ORBE

karma cósmico
dalia de los recuerdos
recorre el mundo

MARÍA ROSA ROLANDO

*Aguardaba en silencio su respuesta. Sabía que era una nueva oportunidad de terminar con el karma que envolvía sus destinos desde millones de años. Esta vez el escenario era diferente, ya no había castillos, cabañas, desiertos.
Estaban en el fondo del mar, rodeados de corales danzando al son del apacible oleaje. Convertidos en un par de hipocampos que buscan hacer realidad su historia de amor. Y, no fue casualidad que eligieran esta forma, porque ellos, sólo aman una vez en la vida, y así, permanecen para siempre. Flotan en baile sensual, se miran, se rozan , y finalizan el sutil ritual, como única respuesta, anclandose uno al otro por sus colas. Y así, después de varias vidas, nadan en aguas tropicales, acompañados de dorados rayos de sol, guíando su travesían, cortando con el trágico destino que los marcaba.

SILVANA GALLARDO

Se escuchaba decir, con frecuencia, de voces aledañas a los oídos de la población, que si haces el bien, bien recibes y si tu actuar es con maldad, mal te irá. Eso no debe preocupar a nadie porque si bien han sido educados con altos valores, heredados de los buenos ejemplos, emanados de las familias de bien, en el buen actuar, las leyes espirituales sobrevienen de manera genuina desde la más mínima parte de su existencia hasta la magnánima influencia de su universo.
Este universo, el de todos, tan misterioso e inquietante, rige nuestras vidas y hay algo de serendipia en él, que es incomprensible descifrar sus secretos, cuando intentas hacerlo. Se decía, según las creencias de la gente de mi pueblo que si veías humo emerger de algún arbusto y trasladarse en forma de serpiente a otro, era un mensaje que se debía seguir y actuar en consecuencia, es decir, tendría que escarbar en el lugar donde ese humo se trasladaba a la vez que desparecía, porque entonces se encontraría un baúl repleto de dinero que habría enterrado una familia, en épocas de represión y de despojo de las tierras.
Decían que era importante enterrar su dinero y sus joyas antes de que los invasores se las llevaran y por medio de la tradición oral, se sabía que cuando acabasen esos tiempos retrógrados, fueran a rescatar esos bienes. De transcurrir el tiempo y que no hubiera ya ningún descendiente, una serpiente anunciaría a un ser privilegiado para que se apropiara de dicho tesoro. Sólo que existía un inconveniente: Si alguien tuviera esa aparición debería escarbar inmediatamente y extraer el baúl repleto de riquezas, decir un conjuro inscrito en la tapa antes de abrirlo para alejar cualquier energía negativa que lo impidiese. No todos sabían eso.
Amalia no conocía la historia, pero fue la privilegiada de tener esa visión, y como si la hubiesen hipnotizado, siguió a esa serpiente en forma de humo blanco, hasta un pequeño arbusto; sin embargo, un vecino de ella la había espiado, él si conocía semejante historia, y en cuanto la vio se acercó a ella, llevando consigo un pico y una pala. -¿Para qué son esa herramientas?- le preguntó. El hombre le dijo que haría una excavación para cercar su terreno que precisamente allí iniciaba. Le mintió para tener la libertad de cumplir su cometido, pensando que era la oportunidad de salir de su miseria.
La mujer, de forma respetuosa se retiró a su casa, tan tranquila y en paz, habiendo hecho caso omiso a esa circunstancia. Mientras tanto, el ambicioso hombre, inició el trabajo de excavar y excavar. Sudoroso y cansado sintió que la pala chocaba con algo -¡Aleluya! -exclamó con gran regocijo, adelantando su pensamiento a una vida llena de lujos y comodidad al creer que había encontrado un tesoro. Descubrió, no un baúl, sino una gran tapa de madera de 2 por dos metros aproximadamente. No había ninguna inscripción ni conjuro alguno para abrir, así que utilizó el pico para hacer la palanca y levantar la pesada tapa.
De pronto percibió un fétido olor, pero persistente en su afán tramposo, logró levantarla y, ¡sorpresa! era una pestilente fosa séptica, repleta de cadáveres. El hombre cayó desmayado, no por la impresión de ver restos humanos, no por el insoportable olor, sino por su frustrado plan de volverse rico.
Por su parte, Amalia, al regresar a su casa, descubrió un baúl en cuya tapa había un sorprendente mensaje: «Hija de la hija de mi hija, he aquí tu herencia, los invasores murieron y nuestra sangre late en ti.» Sorprendida abrió el baúl y encontró el tesoro de su familia, ahora de ella.

BEA ARTEENCUERO

Todos nacemos con el Karma, bueno o malo, feo o lindo, pero nuestro, se puede cambiar si estamos desconformes, por supuesto que no, es como querer cambiar el alma.
Cuentan que una bruja, llamada Úrsula vivía en un gran Palacio, se ocupaba de hacer embrujos de amor, por los que recibía a cambio monedas de oro y piedras preciosas; De ese modo construyó su Castillo en medio del bosque, vivía rodeada de lujos, y riqueza..tenía un enorme jardín donde vivían los duendes llamados Elementales que la acompañaban y seguían sus instrucciones en los conjuros .(Son seres que están en otra dimension)
Vivía muy feliz acompañada de su gato Kabor…Quien venía de vidas pasadas reencarnando siempre en gato por ser de vidas pasadas y estar en la familia de los principios de los tiempos, es así que tenía poderes tanto o mas que su dueña.
Cierto día llega a la comarca un Príncipe en busca de una joven para desposarla, la única condición que requería, era que fuera una joven de Karma traslucido o sea puro, casi imposible de encontrar.
Cuentan que en la comarca vecina, en el medio del bosque vivía una joven criada por su abuela al quedar huérfana de muy pequeña, un Ada fue su madrina, su karma era traslucido, tan claro como sus ojos Color cielo..vivía rodeada de flores y pájaros que cuidaba con dulzura..Su abuela la había instruido en las letras y ella pasaba horas leyendo y escribiendo bellos poemas..Jamás había salido del lugar donde creció.. Su Ada Madrina la protegía y le decía que algún día llegaría quién estaba destinado para ella.
Cuándo Úrsula se enteró de la llegada del príncipe, de sus propósitos, y los requisitos, no dudo en querer conquistarlo, a pesar de ser consciente de que su Karma era oscura, porque para sus embrujos había usado sortilejos, sin fijarse el daño que hiciera a su alma, el príncipe no se dará cuenta se dijo para si, llegó a sus oídos que el príncipe con sólo mirar a los ojos a las personas, podía intuir la pureza del Karma.( Poder que heredero de su padre el Rey.)
Así es que decidió ir en busca del Mago Joan, descendiente del Mago Berlín para pedirle ayuda..Este vivía en lo alto de la montaña más lejana, del bosque, la acompañaban los duendes elementales y su amigo..el gato Kabor, después de viajar 2 días llego a la casa del gran Mago, quien al verla la reconoció.
– ¿Que buscas por aquí Úrsula?
– Gran Mago necesito tu ayuda..
A la comarca vino un Príncipe buscando consorte, es muy apuesto y poderoso? Quiero ser la elegida así sere más rica y llegar a ser Reyna .
– Y dime como te puedo ayudar?
– Solamente te pido que cambies mi Karma.
– Eso es sobrenatural, imposible.
– ¿Y porque quieres eso?
– El único requisito que pide el Príncipe es una joven con su Karma pura y tu eres experto en alquimia, tienes el poder de la tramutacion y el elixir de la eterna juventud, Creo que podrás cambiarme el Karma.
He hecho muchos conjuros, manejando magia oscura, por lo que mi Karma dejo de tener su esencia.
– El Karma, no se puede cambiar…nacemos con ella y es nuestra hasta el fín de los días…Pero te daré algo para que el Príncipe no pueda ver detrás de tus ojos..Toma este brebaje, cuando veas al príncipe coloca en su bebida una gota, así no verá tu Karma y tu sigue las indicaciones que aquí te indicó, para limpiar tu Karma..y nunca más debes de hacer conjuros de aquí a la eternidad.
Úrsula se fue feliz con la bebida preparada y con el pergamino con las instrucciones que debía seguir.
Organizó una gran fiesta e invitó al Príncipe, estaba segura que el quedaría prendado de su belleza.
Llegó el gran día, el Palacio estaba en todo su esplendor, llegaban los invitados cargados de regalos para tal ocacion. Al fín entra el Príncipe acompañado de sus servidores..
Al conocer a Úrsula , ella lo recibe con una copa donde puso las gotas que le diera el Mago..
Queda prendado de su belleza, al mirarla sólo ve sus hermosos ojos verdes, no pudiendo.ver más allá de ellos, se siente atraído y a partir de ese momento la visita seguido, hasta pedirle que sea su esposa.
El Príncipe sentía rechazo por Kabor..no se explicaba el porqué..
Un día le dice..
– Dime Úrsula, porqué tu gato no se aleja nunca de tu lado..
Sin Kabor ella se sentía insegura, él le trasmitia energía y eternidad, pero su Karma no era limpia, estaba cargada de maleficios usados por Ella para su beneficio (Dependían uno del otro)
A partir de ese día, cuando el Príncipe estaba en el Palacio Kabor, se mantenía alejado de Úrsula, pero vigilante.
Cefir, no entendía porqué su felicidad no era completa, se acercaba la fecha del casamiento y sentía su alma sin rumbo (No compredia porque no podía ver el Karma de su prometida y eso lo preocupaba.
Cierto día llega al Palacio un Rey, en busca de los poderes de Úrsula, ella se niega acordándose lo que le advirtió el Mago Joan.
El Rey le ofreció oro y brillantes. Una cuantiosa fortuna..Pensó y pensó, al fín se decidió, por una vez no manchare más mi Karma, se dijo para sí; La ambición la cego..
El Rey se marchó sastifecho y Úrsula recibió su pago, engrosando sus arcas..
El príncipe decide visitarla sin previo avisó y se presenta en el Palacio con un bello regalo; Al recibirlo ella evita mirarlo, no tuvo tiempo de preparar la bebida con el brebaje..
No puede evitarlo por mucho tiempo y cuando lo hace, Cefir siente un dolor muy grande en el corazón y ve alejarse del pecho de ella una luz, se da cuenta que es el alma desprendiendose y el Karma muy oscuro…Conjuntamente Kabor lo mira tan fuerte, que siente que todo se quiebra en su interior, como puede sale del Palacio con la ayuda de sus servidores, lo suben a su caballo y se alejan del lugar sin mirar atrás, toman por un sendero jamás visto, el Príncipe exauto se desvanece y cae del caballo.
Cuándo despierta se encuentra en un lugar lleno de los más bellos pájaros…junto con ellos una joven con los ojos tan claros como el cielo, al instante se da cuenta que es la indicada, por sus ojos vio el Karma más puro que jamás viera.
A su ves la joven que era Ingrid, se dio cuenta que él era el esperado, él destinado que le dijera su Ada Madrina.
Con el tiempo se casaron, sus almas se entrelazaban, cada ves que sus ojos se encontraban.
¿Que pasó con Úrsula?
Dicen que en el Palacio vivía un Rey, con un gran jardín y que…
En la fuente principal había la estatua de una bella mujer y sobre sus hombros un gato…quien en las noches de luna llena, sus ojos cobraban vida.
Cuentan que cuando el Mago le entrego el elixir juntamente con el pergamino donde estaban las instrucciones..Úrsula nunca leyó las letras pequeñas….
Si rompes el sortilejos, te quedarás sin Karma y sin alma, convirtiéndote en piedra…
Los secretos del mas allá….realmente se hacen realidad!!!

MARI CARMEN CANO REQUENA

Todo mal en la vida tiene sus consecuencias……
Y…… como dice Raquel López!! dónde las dan las toman….
Y tomó lo que no era suyo….. El ladronzuelo entró en plena madrugada en la tienda de souvenirs asegurandose que, a esas horas de la madrugada, no habría ni lo vería nadie, forcejeó la puerta con las herramientas que llevaba y sin hacer el menor ruido entro sigilosamente. Una vez dentro todo estaba a oscuras, a penas se veía nada salvo por una luz intermitente de algún frigorífico de bebidas frías, sacó su linterna y se dispuso a buscar cosas, entones…… escuchó una voz a lo lejos que le dijo «Jesús te ve», el individuo dirigió la linterna hacia la voz y se acercó despacio, a medida que se acercaba iba tomando forma, era una jaula y dentro lo que parecía una cotorra ….. se acercó a ella y le susurró -y tu pajarraco del demonio quien eres para decir que alguien me ve?? Ni corta ni perezosa la cotorra le respondió, – soy Judas y diré tu nombre 3 veces, el ladronzuelo esbozó una sonrisa y dirigiéndose al bicho le dijo…. quien narices le pone Judas a un pajarraco como tú?…. a lo que la cotorra le contestó, el mismo que le ha puesto «Jesús te ve» al perro que tienes detrás tuyo ….. vas a salir escaldado como los pollos.
No la hagas y lo la temas o el karma se encargará de cobrarse lo suyo……

EMILIANO HEREDIA JURADO

ESTUPIDEZ
¿Has visto?.
Claro, perdona, no lo puedes ver.
Ahora mismo, estoy viendo uno de esos atardeceres con los que siempre soñaste contemplar conmigo.
De esos tipo de película, con el cielo anaranjado, con una bonita arboleda recortándose en el horizonte, tu y yo, sentados muy juntitos, así, en plan romántico, sintiendo una fresca brisa en nuestras caras
Ahora, el único aire que sentimos, es el dichoso aire acondicionado que, no entiendo porqué lo ponen tan alto. Por la luz, no te preocupes. La he puesto en modo de noche, para que no te moleste.
Perdón, si, claro que no me importa, les espero fuera.
Hay que reconocer que el café está algo aguanoso. Cosas de los beneficios de la empresa.
!Ah!, Díganme. Vaya, no son buenas noticias. Gracias.
La verdad, es que, cualquiera en mi situación, se alegraría de esta noticia, y de tu estado, viéndote como estás ahora.
La verdad, es que algunas personas, de buenas , son tontas.
Debo de ser una de esas personas.
Sería mala persona si reconociera que me alegro de la situación en la que ahora te encuentras. Al contrario, me conmueve.
Casi me da igual, todo el daño que me has hecho. El ser humano tan malo que has sido.
Aunque rompiendo una lanza a tu favor, no todo ha sido horrible contigo.
Nuestra vida en común, ha transcurrido entre soportable e infernal, pasando por todos los niveles intermedios.
Vaya, voy a llamar. Ese ruido no me gusta nada.
Disculpe, ¿, Podría venir, por favor?.
Si, claro, claro, espero fuera.
Realmente, ¿Éste es el castigo que mereces por toda tu maldad,?. Entonces, ¿Las personas que ahora están aquí contigo, que han sido muy buenas, y están igual que tú, se lo merecen también?.
Ya….. entiendo, no se puede hacer nada más….
Media hora….de acuerdo, llamaré a la familia…
Sí, venir, lo lamento, no, no hay nada que hacer, si, si, me lo acaban de decir ahora mismo. Hasta ahora.
Ya estoy aquí. Como siempre, a tu lado, por mucho que siempre hayas querido alejarme de tu lado.
¿Sabes?. Hay gente que habla del Karma, esa justicia divina que pone a cada uno en su sitio, pero, para ser sincero, no creo en esa tontería.
Creo que, aunque estés ahora en la situación en la que te encuentras, me duele verte así. Si me alegrara de verte así, pondría una maldad que no tengo al nivel de la tuya.
Aunque, he de reconocer que, no toda la culpa ha sido tuya. También he de reconocer que sin querer, o porque no he sabido, no he aliviado tu frustración, tus complejos, tu ira, tu soberbia, que, como una capa de estiércol, cubrieron la rosa que al principio conocí.
Ya están aquí todos.
Hola, sí, no hay más remedio. Lo siento.
¿Puede llamar ya?.
Sí, claro que me duele, aunque no lo reconocieras, tengo un corazón aquí dentro.
Adiós amor, y nó, no es justo. que tu marcha sea así.
Y nó, por mucho que me insistan, no ha llegado el Karma para tí.
Ha llegado tu paz.
Quien quiera juzgarte, que te juzgue.
Adiós amor.
No, no he descansado ya, y eso que me estás diciendo del Karma es un grande y solemne……. estupidez.

MANUEL ALBÍN EXTREMERA

Camino sin meta ni descanso, camino para olvidar un amor, que desde antaño se fue cuajando en su corazón alegre y festivo, siempre alegre. Ahora está triste y llora por nada, su amor lo ha abandonado por otro.
Ha perdido todo lo que amaba sin una palabra, sin un adiós, él se cambió de barrio por no verla a diario, aunque la veía de vez en cuando. La observaba alegre, feliz, como un niño con un balón nuevo, era su lado opuesto, cada día se acordaba más de su labios de su cintura, de su mirada, pero se callaba y sufría solo para él.
Después de algún tiempo la vio quedándose parado al ver que esa musa había cambiado el 100%, ¿dónde estaba la sonrisa al viento que siempre se deslizaba por el cielo?, ¿dónde se había escondido el seducir que presumía de él?.
Como en todos los pueblos, sin preguntar se enteró que aquel d.Juan, la había dejado, pasándole lo mismo que a él, entonces se acordó del karma, siendo tal legar como la vida.
Ahora le ve igual que él se la veía a ella antes, siendo un caminante sin meta.

JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

«Volver a nacer»
No era para nada creyente. Decidí seguir mi propia religión y mis leyes. Me rodeaba de gente importante, personas con mucho dinero y poder. Tenía los mejores puestos de trabajo y la mujer de mis sueños. Me casé joven. Grace era todo lo que podía desear, sencilla, preciosa, sumisa,… etc.
Después de las largas horas de trabajo, salíamos todos a cenar en restaurantes del centro. Los más caros y exquisitos. Íbamos de fiesta todos los días y terminábamos a las tantas.
Una noche de verano del dos mil diez, la fiesta se alargó hasta bastante entrado el amanecer. Empezó a refrescar un poco mientras tomábamos metidos en la piscina. Nos encontrábamos en una azotea de uno de los edificios más altos y lujosos. Una sala vip para peces gordos y personas bastante influyentes en política y otros negocios muy reservados. Las drogas entraban como segundo plato después de una copa. Anthony Russo Milici, uno de los mafiosos más respetados del país, hacia su popular entrada acompañado de un puñado de chicas jóvenes y hermosas.
—Venga, serviros, invita la casa— dijo agarrando de la cintura a un par de ellas.
Las muchachas estaban nerviosas, parecían ser una nueva adquisición. No era la primera vez que nos invitaba a un polvete. La última joven con la que me acosté, aún era virgen. Seguro ni tenía la mayoría de edad.
Aquella noche dejé pasar la ocasión y decidí entrar en el bar a servirme una copa. Eché el hielo al vaso y buscaba una botella de un buen whisky. Agarré una banqueta para sentarme junto a la barra y tomarme el whisky tranquilo hasta que finalizara el festín. Unas suaves manos taparon repentinamente mis ojos.
—Veo, veo— dije siguiendo el juego.
—¿No te unes al banquete?— preguntó Avery.
—No me apetece.
—¿Me invitas a un trago?
—Sírvete, es todo tuyo.
—¡Qué irónico!— hizo un gesto con la cara.—Me refiero a tú copa.
—No me dejes la marca de tus labios, sabes que no me gusta.
—¡Qué escrupuloso eres cuando quieres!
Se acercó para coger la copa y me hizo un amago juntando sus gruesos labios con los mios.
—¡Estás loca! ¡Si nos ve Anthony nos mata!— le grité apartándola.
—¡Anthony! Está ocupado con su mercancía— dijo mientras tomaba un trago de whisky.
Se levantó de la banqueta y se acercó de nuevo con su sexy movimiento de cadera.
—¡Anda, ven conmigo!— exclamó tirando de mi corbata.
Me llevó por un oscuro pasillo tras su refinado perfume. Me dejé llevar por la pasión y la sensualidad con la que me besaba al entrar en la habitación. Retiraba lentamente los botones de mi camisa mientras que ella me sacaba el cinturón. Bajó poco a poco la cremallera y deslizaba el pantalón por mis caderas. Me empujó de los hombros a la cama y comenzó a besar mis velludos muslos.
—¡Oh, sí, chúpala!— le dije mientras agarraba el órgano viril con su mano.
—¡A mi no me trates como a una de esas furcias baratas!— dijo apretando con fuerza el miembro.
—¡ufs..! Lo siento.
Se disponía a quitarse el satén dejándolo caer por sus hombros, cuando un estruendo que provenía de fuera, nos alertó a los dos.
—¿Qué ha sido eso?— preguntó Avery.
—No sé, parecen disparos de una ametralladora— contesté.
Volvió a colocarse el pijama y se marchó a observar que estaba pasando dejándome totalmente desnudo.
—¡Espera, no vayas!— le grité en vano.
Sin hacer caso de mi advertencia, Avery, salió al salón donde estaba la salida para la azotea. Me vestí lo más rápido que pude y la busqué para protegerla de los disparos. No podía ver nada por la oscuridad del apartamento y el apagón de los focos de la piscina. Todo estaba completamente a oscuras.
—¡Avery, estás ahí!— murmuré.
Escuché unos disparos desde la entrada de la azotea. Detrás de los disparos, pude oír un lamento de dolor y un último disparo que acabó con el llanto agónico de Avery. Me tiré al suelo y gateé unos metros para ocultarme detrás de la barra.
—Parece que no hay nadie más ¿Buscamos por las habitaciones?— dijo uno de los matones.
—No, creo que ella estaba sola. Solo hay un vaso de whisky y tiene su marca de labios.
<<Gracias a dios, que Avery bebió de la copa—pensé.—Espero que se vayan y no me descubran.>>
—¿Qué hacemos con la chica?
—Qué no la muevan del sitio, tiene que parecer un ajuste de cuentas entre mafias.
—De acuerdo señor. Salgamos todos, borren cualquier indicio de que hemos estado aquí.
—¡Esperen! Aquí hay una huella de alguien más.
—Sí, parece una pisada de un hombre.
En ese momento comencé a temblar. Intenté guardar la respiración sin éxito.
—¡Traerme el zapato de Anthony! Quiero comprobar su huella.
—Parecen idénticas, no hay duda que es la de Anthony.
—Bueno, salgamos todos.
Suspiré tranquilo, menos mal que Anthony usaba mi número y la misma marca de zapatos. Tardaron tanto que al final me oriné encima.
Esperé a que todo estuviera en silencio y me aseguré de que no hubiera nadie más. Salí corriendo para el ascensor pulsando todos los números a la vez. Tenía el coche aparcado en el parking. Llegué al aparcamiento y escuché la voz de uno de ellos. Me oculté rápidamente detrás del trasero de un coche. Seguí agachado por la zonas más oscuras, buscando mi coche. Cuando lo encontré, tenía que averiguar la forma de abrir sin hacer ruido.
—¿Tienes un cigarro?— preguntó uno de ellos.—¿No sé qué hacemos aquí esperando toda la noche?
—Tenemos que vigilar los coches para que no queden testigos o escapen del lugar.
—¿Por qué siempre nos toca a los mismo?
—Anda, cállate y vigila.
Pasaron cerca de donde estaba y seguí hacia mi coche. Me encontraba a un carro del mio, cuando el sistema de cierre automático, se activó. Las luces intermitentes, alertaron a los dos matones que vigilaban el estacionamiento.
—¡Alguien se escapa!— gritó uno.
—Inspecciona el vehículo, puede que esté dentro.
Me alejé de nuevo y se volvió a cerrar solo.
—Aquí no hay nadie.
—Se habrá activado un sensor de movimiento o alguna alarma antirrobo.
—¡Claro! No dejas de hablar.
—Sí, ahora tengo yo la culpa.
Comenzaron a discutir, mientras me decidía a salir otra vez por el ascensor hasta la salida del hotel. Subí a la primera planta, todo parecía tranquilo. Miré a ambos lados y me aseguré tras un pilar de mármol tallado. Tenía la ropa empapada y sucia, llena de sudor y aceite de los coches por donde tuve que arrastrarme. Me asomé a mirar por un lado del pilar y pude distinguir a un par de policías en la entrada. Me lo pensé dos veces.
<<¿Pido ayuda? si digo donde estuve y con quien, puede que me encierren a mi—pensé.— Piensa algo, rápido.>> Me derrumbe sobre el pilar y sentado en el suelo, hundí mi cabeza entre mis rodillas.
—¿Qué haces ahí sentado?— preguntó una voz familiar.
—¡Avery! Pero…, ¿cómo? ¿Tú no has muerto?— pregunté anonadado con la sorpresa.
—Me escondí tras un sillón de la sala y encontré a una de las chicas de Anthony que corrió asustada con mi presencia.
—¡Qué suerte!
—¡Vamos! Sé como salir de este lugar— susurró.
Salimos tras una puerta que llevaba al comedor del hotel. Muy silenciosos y con cuidado bajo la luz de emergencia, entramos en la cocina. Sacó un pestillo de una puerta metálica que daba a la parte trasera del edificio. Muy confundido, miraba a todos lados sin saber por donde ir.
—¡Por aquí! Hay que saltar la tapia.
Avery, llevaba poca ropa. Le costó bastante subir el muro, colocando algunas cajas de refrescos.
—Espera y te ayudo— le dije dejándole subir un pie sobre mi hombro.
Salté al otro lado con la esperanza de que ya había pasado todo. No llegué a poner un dedo en el suelo, cuando un vehículo policial, nos apuntó con un foco de luz muy intensa.
—¡Alto! No hagan ningún movimiento o abriremos fuego— sonó el megáfono.
Nos pusimos frente la pared con las manos en alto. Avery me miró asustada y me intentaba decir algo.
—¿Qué pasa?— pregunté.
—¡Corre! ¡Son ellos, nos van a matar!— exclamó.
—¡Estás loca, son policías!— grité.
—¡Tú eres tonto! ¡Fueron ellos los que entraron en la azotea!— gritó enfurecida.
Me quedé pensativo y recordaba todo el procedimiento desde el principio. Todo cuadraba en el modus operandi con el que entraron y la vigilancia del edificio. Muy nervioso, agarré a Avery de la muñeca y me dispuse a correr. No había corrido unos pocos metros cuando Avery fue alcanzada por unos disparos.
—¡Mierda, no!— exclamé.
—¡Vete, huye! Déjame…— masculló muy mal herida.
Dejé a Avery atrás y seguí huyendo por unos callejones. La policía me estaba pisando los talones. Casi estaba amaneciendo y no sabía por donde esconderme. El centro de la ciudad empezó a ser un caos por el tránsito. Más coches patrulla comenzaron a seguirme. Encontré la puerta de otro edificio cercano abierta y entre con el pensamiento de llegar hasta el tejado. Al menos no tenía a una veintena de vehículos persiguiéndome por la ciudad. Entré al ascensor y pulsé el botón que subía hasta arriba. Un joven que entró en el mismo momento, asustado, intentaba salir del elevador. Lo agarré con fuerza por el cuello y lo tomé como rehén. El ascensor paró en seco en la última planta. Tirando del chico y imitando con los dedos la forma de un arma por el bolsillo de mi chaqueta, lo llevé conmigo por las escaleras que subían a la azotea. Lo amenace para que abriera con sus llaves la puerta. Estando muy nervioso, tardó bastante en encontrar la llave. Abrí la puerta de una patada y forcé al joven a seguirme hasta el filo del tejado. La policía llegaba a la entrada con linternas y una pistola en sus manos. Amenace a los agentes con tirarme con el rehén si se acercaban. Pude ver como apuntaban a mi cabeza y miré con el rabillo del ojo la altura del edificio.
—Scott Alexander Iona, no tienes escapatoria, entrega al rehén, nadie saldrá herido— dijo una voz conocida.
Tenía la certeza de haber escuchado esa voz en otro lugar.
—Dejen de apuntarme con la linternas, quiero ver tú cara.
—No estás en condiciones para hacer negocios, solo tienes dos opciones, entregas al rehén y todos acabamos en paz o mandaré que disparen.
—Ya sé quien eres, bastardo, tú has sido quien ha matado a todos en la fiesta— dije, al recordar la voz del cabecilla que entró al salón del hotel.
Uno de los policías llamó mi atención, bajando la linterna apuntando al suelo. Miré el falso movimiento, mientras que otro, disparó su pistola hiriendo al rehén en el hombro. El impacto hizo que el joven se agachara tirándose al suelo, dejando el blanco a descubierto. Dispararon todos al mismo tiempo, mientras me lanzaba por la azotea. Bajaba malherido y a mucha velocidad, hasta caer sobre el techo de un vehículo estacionado. Mi oídos empezaron resonar muy fuerte, mientras me ahogaba lentamente con la sangre. Todo comenzó a teñirse de negro. Estaba envuelto en una calidez y paz extraña. Escuché como una voz me llamaba en la lejanía.
—¡Scott…! ¡Scott…! …
—¡Grace! ¡Eres tú! ¿Dónde estás?
—¡Sígueme!
—¿Dónde? ¡No te veo!
Una luz blanca y muy brillante, se acercaba cada vez más a mi. La voz parecía venir del otro lado y no dude en entrar por ella. Había un jardín enorme lleno de flores blancas y un hombre a lo lejos sentado en un banco. Caminé hasta llegar junto aquel desconocido.
—¿Qué estás haciendo aquí?— dijo sin dejar de mirar lo que parecía un periódico.
Me acerqué a mirar lo que estaba leyendo y vi la noticia de mi muerte.
—No lo sé, ¿Quién eres tú?— le pregunté.
—Tú— contestó.
—Yo— sonreía por la broma.
—Tienes que entrar por ese laberinto y encontrarás la respuesta— dijo señalando la entrada adornada con un arco de flores.
—¿Saber la respuesta? ¿Qué repuesta?— pregunté al anciano, pero ya no estaba en el banco.
Me senté en el banco para ojear el periódico. Tenía escrito toda mi vida por artículos y imágenes de cada momento del pasado. Pasé un rato leyendo el diario, cuando un pequeño niño se sentó junto a mi.
—¿Qué haces aquí?— le pregunté.
—No lo sé, ¿Quién eres?— contestó.
—Muy bien, ven conmigo— le dije cogiendo su mano.—Un hombre mayor, me dijo que por aquí estaba la repuesta. Pasemos juntos y así la encontraremos.
Nos dirigimos hacia el arco y pasé por el junto al niño. Entré en una zona muy oscura y de nuevo sentí esa calidez y paz del principio. Todo empezó a darme vueltas y cada vez podía ver más luz, hasta teñirse todo de blanco. Cuando abrí los ojos nuevamente, volví a ver la luz del sol, encontrándome en un hospital. Había muchos ramos con flores blancas. Intenté decir algo, pero no podía hablar. Entonces vi a aquella chica joven y hermosa, que me cargaba en sus brazos y me hacía carantoñas intentando hacerme reír. Le agarré del dedo y solté una lagrima. Lloré de felicidad porque había vuelto a nacer.

UNSU ENC SP

« ́ , , ́ ».
Estaba escrito así, con letras corridas en un amarillento papel, dentro de un viejo libro que al hojearlo desprendía el aroma al paso del tiempo, las palabras del viejo escrito resonaban en mi mente aplacando la concentración en la información que buscaba.
Sentía en el aire enojo, desesperanza, miraba en mi mano el añejo papel, cerré el libro y como creyente del Karma, esa vez dudé.
¿Qué penas habían plasmado con tantas fuerzas esas palabras?
La pulcra y seria bibliotecaria del lugar, me explico, un señor mayor pedía ese libro, sin embargo hace dos años dejó de venir.
Tenía una sonrisa triste y rabia en sus ojos, fumaba un cigarrillo antes de entrar, para luego pedir un café, rezaba una plegaria y con un suspiro terminaba el ritual.
Solía dejar anotaciones al final de sus lecturas, hasta que un día no volvió más.
Lleno de incognitas llevé el viejo libro a su lugar, dejando la esquela como estaba, por si alguna vez su autor la volvía a buscar.
El libro se llama…Con dolor, buscando La paz.

LOLY MORENO BARNES

Esos pequeños duendes que viajan en el tiempo pasando de vida en vida durante la eternidad.
No es casualidad encontrarlos en nuestra mente, boca o manos.
Salen y entran .
Siembran y cosechan.
Devuelven con creces la bondad o hacen sentir en propias carnes el dolor causado al semejante .
Enseñan que hacer bien sin mirar a quien hace que el enemigo ya no sea tal y el amigo sea incondicional .
Al final de una vida, esos duendes viajan a instalarse en otro ser, crecidos en sabiduría y amor.
En cada vida luchan entre el bien y el mal pasando siempre a la acción.
El karma es un bucle que se repite en el infinito.
Vive,ríe, respira sueña, canta ,juega, ama, quiere, comparte, piensa y haz lo que te dicte el corazón.

OMAR ALBOR

En cada mañana que viajo en colectivo, observo como costumbre las caras de las personas que me rodean, observo gestos miradas y analizo sin saber, que hay detrás de cada gesto, llamarlo karma a este ritual es muy doméstico porque en realidad, cada persona vive su propio camino desde el que se levanta y no se puede despertar, hasta el que dice basta se baja del bondi y se vuelve a su casa, las locuras de cada individuo traducidas en una Polaroid, que registra cuan chapa está o estamos los seres humanos en que animales de constumbre nos fuimos convirtiendo a lo largo del tiempo y si hablamos de karma será por la continuidad de las seguidillas de echos de los cuales muchos son repetidos y otros son sostenidos piadosamente por el correr del tiempo.

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13 comentarios en «El karma – miniconcurso de relatos»

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