Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «mi nombre». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 3 de diciembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).
POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.
* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.
Me llamo Pedro, soy “el rarito del pueblo” vivo en una aldea llamada Burgondorofilandia. Esta mañana, a través de la ventana, he avistado a Digna Marciana, nuestra empleada de hogar, cuando se dirigía hacia la tahona de Filadelfo a comprar el pan, el de cada día, el nuestro, el mío y el de mis hermanos y hermanas: Virísima, Iranda, Leonisa, Nitoria, Medardo, Clicerio y Crescencio.
Burgondofora Cancionila Inés ya se encontraba a las puertas a las siete de la mañana. -¿Quién da la vez? –Preguntó-
-Le toca a Adoración Sinaléctica de los Reyes Magos –dijo Iluminada Ninfodora-.
-Ay perdona, pero no, -constetó Eustiquiliano-, va usted después de Cilina Reneria y de Hironides Radulfo.
Plautila, la encargada, espetó en alto -a ver, poneos de acuerdo, yo creo, como esposa del panadero, que tenemos que guardar un orden, he visto entrar primero a Bariquisio y a Canuto, que han venido juntos-.
Bariquisio y Canuto, sonreían, como cada día, al escuchar los tejes manejes que se forman en la panadería. les resultan incomprensibles las prisas por comprar una barra de pan, -ni que estuviéramos en el año el hambre -decían-.
Martirologio Romano, tío de mi padre Filogonio y mi madre Batilia, iba ya bien de temprano a tomarse un café a la tasca de Frasco, había quedao con Honorio, Neomisia, Otilio y Apapucio, un grupo de amigos que se hacen llamar “los sencillos.”
En una mesa de la tasca, a la derecha, se encontran jugando a las cartas: Filogonio, Onesíforo, Parisio y Ercilio. Bariquisio, Eustiquiliano, Especioso y Emerenciano, en otra mesa, a la izquierda.
Todo esto lo he visto desde mi ventana, esta mañana, me llamo Pedro, salgo poco en este pueblo, me da vergüenza, por si me preguntan cómo me llamo, porque cuando les contesto que Pedro, me dicen; que así se llama su perro.
Tengo que hacer una terrible confesión: Mi verdadero nombre es Talismánrobado.
Sí, cómo lo lees: Talismánrobado. Me lo pusieron sin espacio entre las dos palabras porque querían hacer la gracia pero siendo algo discretos. Resulta que… Buff, me avergüenza decirlo… Me cambiaron en un parque y en mi lugar dejaron a un cachorro de Boxer.
Ya está. Lo he dicho…, esa es la historia de mi nombre. Mis padres caminaban por el parque paseando al perro cuando, de repente, una pareja discutiendo llamó su atención.
—¡Qué pena! ¡Pobre niña! —se lamentó mi madre pensando que yo tendría una vida de mierda en una familia de mierda y en un mundo de mierda.
—La pena es que tú no puedas tener más hijas —le dijo mi padre mientras la abrazaba.
Después de una muy pequeña conversación, se dieron cuenta de que la pareja se marchaba, todavía a grito pelado, y olvidaban el carrito en el que yo debía estar flipando.
Sin pensarlo dos veces, sin importarles las circunstancias, juzgando y sin preguntar, les pareció buena idea hacer el cambio y salir corriendo. Me hicieron papeles falsos y desde entonces me llaman Tali.
Bueno, por lo menos eso fue lo que me contó mi hermana mayor cuando yo empecé a preguntar porqué yo era tan distinta a mi papá. No sé qué es mejor, eso o la versión de mi vecina: que me parezco al frutero.
Eso es lo que me dice siempre mi abuela. La otra también lo dice. Las risas están aseguradas. Aunque a mi no me hace mucha gracia lo de tener un nombre compuesto. Mi madre le dijo a mi padre que le gustaba un nombre, y mi padre quería otro, pero que siempre podrían combinarse.
¿Mariana? Nada de eso. Ana María mejor.
– Sí, así llevará el nombre de nuestras madres.
– Pero mi madre se llama María del Rosario – le dijo mi padre.
– Anda, Ana María del Rosario. Como si saliese de una telenovela.
De todas formas, hubiera preferido la versión televisiva a la que barajaba mi bisabuela. Yo nací el día de San Isidro, quería que hicieran honor a la onomástica.
Así que al final, una combinación con la que nadie quedó feliz. La que menos, yo. Ana Isidra. Habrá que conformarse.
Mi nombre no es Emilia ni Amelia.Mi nombre proviene de mi abuela paterna a la que nunca tuve el honor de conocer.
Se marchó muy joven pero su nombre sigue vivo en mi.
Luchadora y fuerte como eran las mujeres de antaño.En casa de mi abuela había un claro matriarcado que influyó en sus hijos hasta su muerte.
Abuelo obstinado en que había que trabajar y apoyar la limitada economía familiar.
Abuela empecinada en que deberían formarse para tener un mejor futuro.
Si había estrecheces, tirarían para adelante …Sus hijos finalmente fueron docentes en aquellos tiempos en que sólo unos pocos tenían el privilegio de estudiar.
Ella se tenía que operar en Madrid e intuía un final inminente.
_Hijos,os dejo vuestros trajes colgados en los armarios por si los necesitáis.
…y los tuvieron que vestir para darle su último adiós.
Mi nombre es Amalia como mi abuela.
Nunca la conocí .Apenas conservo dos fotografías de ese pedazo de mujer con la prestancia de una infanta y un antiquísimo acordeón que solía tocar en los bailes populares para amenizar los escasos momentos de asueto y holganza que en los años veinte gozaban.
Mi nombre es Amalia y llevo su alma valiente y su espíritu luchador tatuado en mi corazón.
Sí ese era mi nombre el cual escogieron mis padres venidos de otro matrimonio roto por la muerte fea. Cada uno de los cónyuges llevó a la nueva familia, ella tres varones y él una mujer y un hombre así pues hicimos una fanila de ocho.
EN el Ayuntamiento y la iglesia me inscribieron como era natural con el nombre de Inocencia pero a los pocos días de mi nacer comenzaron a llamarme CIRILA ya que mi padre se llamaba Cirilo. CIRILA por aquí CIRILA por allá el nombre de Inocencia voló como vuela un Ave y no regresa jamás. Más ocurrió que al cumplir la mayoría de edad recibo una herencia de mi abuela Inocencia lo único que tenía que justificar era mi nombre y recibiría una máquina de coser y una cerca grande grande.
Desgracia la mía todos me conocen por CIRILA y los papeles en a donde fui inscrita tanto del Ayuntamiento como la Iglesia por causa de un incendio son cenizas.
Qué cantidad de enseñanzas recibimos de nuestros antepasados lejanos, y de entre todas ninguna más asombrosa que la de descubrir que todos tenemos un nombre como todos tenemos una cara. Por el nombre podemos ahora ser llamados y reconocidos. ¡Qué extraordinaria invención y qué acierto tener un nombre desde el momento de nacer! Apenas abrimos los ojos y no vemos hombres y mujeres sino gentes con nombre. Empezamos a hablar y a mirar, y ya estamos escuchando y aprendiendo nombres. Así que nombrar es como nacer, por eso se puede decir que algo comienza a existir si tiene nombre. Sin nombres no habría personas ni animales ni árboles ni plantas, y no podríamos hablar de todo ello sin tenerlo delante. De modo que si alguien muere, todo lo que antes era desaparece pero siempre queda su nombre. Por él se nos hace presente y hasta le podemos hablar aunque no nos escuche ni responda.
– Nombrar es como dar ventaja a las cosas.
-¿Qué quieres decir?
-Que las ponemos ante nosotros para que digan y expresen lo que son.
-¿Dónde van a parar las palabras que olvidamos?
-Al lugar de la nada, donde se guardan las cosas que no existen.
En otros tiempos era muy común recurrir a poner el nombre de los mayores para que siguiera la saga. Pero la tradición del Santo del día que el
» TACO » ilustraba con varios Santos del día para poder escoger. Algunos eran dignos para descartar porque podrían avergonzar a quien tocarse poner nombres como Musiono, Filapiano, Eutiquio, Gelasio, Potamio, Eustaquia, Marciana………..También venían nombres que hoy están de moda como Leonor, David, Clara, Rosa…………..
Los nombres como Mar, Luna,Estrella, nombres de flores, muchos son los nombres y a gusto de cada familia para escoger. La mía recurrió a la tradición de poner nombres de nuestros mayores y a mí me tocó el nombre de mis abuelas María Luciana.
-¡Qué nombre tan grande para una niña tan pequeña hija!… Le decía mi abuela a mi madre cuando ella le contó el nombre que había decidido ponerme. Mi otra abuela, se empeñaba en tratar de convencer a mi madre de que Almudena sería el mejor nombre, por ser de Madrid y nacer un día antes del día de la Almudena. Insistió,¡ vaya si Insistió!. Tanto que terminó sacando el temperamento de mi madre declarando firmemente : – ¡Mi hija se va a llamar Bárbara!…y el punto lo puso el silencio.Ya estaba sentenciada o liberada según se mire. Sentenciada a medirme toda la vida con un nombre superlativo o liberada del santoral. Bueno, pasan los años y sin darte cuenta tu nombre es tan normal para ti mismo que ni caes en esos detalles de nuevo. Conoces gente… Tengo una mejor amiga de hace muchos, muchos años. Siempre nos han confundido por hermanas aunque en reañidad no nos parecenos tanto. Sólo en un detalle casual tal vez…,que hemos nacido el mismo día, del mismo año. ¿Os imaginais como se llama?
SERGIO SANTIAGO MONREAL
Jugar con cada letra y dedicarme un verso.
O acariciar con el eco de cada vez que resuena mi nombre en el universo.
Ser positivo en todo momento.
Es escribir mi nombre en el firmamento.
Mi primer nombre en honor al amor por mi abuelo.
Saber apreciar la mayúscula de su primera letra.
Escuchar el suave latir del viento.
Renacer en cada pronunciamiento.
Guiar a cada palmo de terreno tus vestiduras sin lamento.
Igualar el resplandecer de un nuevo amanecer.
Oscurecer el atardecer y disfrutar del silencio del anochecer.
Mi segundo nombre elegido por mi madre que de sus desvelos a medianoche se convirtió en nombre compuesto. En cada letra yo me didico un verso, en la literatura mi nombre quedará impreso e inmerso.
NEUS SINTES
Todo nombre tiene una historia, un destino. Pero y lo que es más importante; un nombre es para todo la vida.
Nací en el año 1980, en la época de finales de Noviembre. En ese entonces, antes de mi bienvenida al mundo, mis padres dudaban sobre que nombre ponerme.
A mi mi madre le gustaba Amanda. Pero por los hechos que transcurrieron durante mi nacimiento, estaba destinada a llamarme con otro nombre.
Era una noche fría y estaba nevando, en las Islas Baleares, que es mi origen natal, eran y son escasas las veces en que se podía apreciar la blancura de la nieve. Por eso, ante tal maravilloso evento, el de la nieve, mi padre decidió llamarme Neus. A mis padres ya de por sí, le gustaban los nombres cortos, así que en vez de llamarme María de las Nieves, se declinaron por llamarme Neus. Un nombre más cortó y que suena más mallorquín. Pues mi familia es de raíces mallorquinas.
Aunque en ese entonces, a pesar de que todos me llamaban Neus, me tuvieron que bautizar como María de las Nieves, ya que estaba prohibido poner un nombre que no estuviera acompañado de un nombre cristiano.
Mi primer apellido también tienen su origen. Sintes es uno de los dos apellidos más frecuentados en la Isla de Menorca. pues mi abuelo paterno, que descanse en paz; era menorquín.
Neus Sintes Torres, así me llamo, y así me seguirán llamando hasta el resto de mis días.
CURRO BLANCO
¡¡Si!!.Orgulloso de llevar el nombre de mi tatarabuelo,el gran Curro Jiménez.Valiente bandolero de la Sierra de Ronda.Famoso por sus hazañas en la lucha contra la tiranía del poderoso hacia los pobres.
Y claro,los genes son los genes.Y aunque yo no lideró una cuadrilla de intrépidos bandoleros,ni actuo al margen de la ley y ni soy famoso por mis hazañas- ni falta que me hace- ,si que me mueve poner mi grano de arena para intentar cambiar la injusticia social. A través de la escuela de interpretación que dirijo; imprimiendo siempre en el «método interpretativo» que imparto,ese matiz social, humano,tolerante y de apertura de mente.En mi ámbito personal,» si me dices ven,lo dejo todo…» ; me tendrás para aportar.No en vano la etimología de mi nombre,Curro, viene a significar cercano,social,altruista.
Gracias,querido tatarabuelo.Por influirme en mis genes.
TESS LORENTE
Era como ir arrastrando una pesada losa por la vida. Mi nombre era de esos que ya vaticinan problemas a cada presentación. Me avergonzaba conocer a gente nueva porque odiaba ese terrible momento, en el que tras pronunciarlo, su mirada se tornaba escrutante y analítica.
En las clases de naturales del cole, supuso una tortura, ya que me convirtió en la diana de todas las chanzas de mis compañeros.
Dicen que el nombre de una persona denota los rasgos representativos de su carácter y por ende su presencia en este mundo.
¿Por qué mis progenitores no pensaron en todo eso antes de llegar ante la pila bautismal y pronunciar aquella absurda palabra cargada de connotaciones negativas?
Malgasté algunos esfuerzos en intentar que la gente me llamara por un diminutivo, pero eran imposibles y absurdos: “Ama”, “Mapo”, “Pola”.
Si por el contrario buscaba definirme por un apodo, automáticamente la gente me llamaba la “delicada”, la “debilucha”, la “morfina”, la “opio”, volviendo a arrastrarme a la raíz del problema.
¿Por qué de todas las hermosas flores que conocemos tuvieron que encapricharse con la AMAPOLA?
¡Odio mi nombre!
MARTA LOBO CERVERA
Todo comienza cuando mi padre «planta la semillita» en mi madre. Fui, bajo palabras textuales «un polvete de esos rápidos, el único del mes, tus abuelos se habían ido por fin de casa y tu hermana estaba durmiendo, un aquí te pillo aquí te mato» en el que mi madre le decía a mi padre «cuidado, que me quedo» y el otro «por una vez no pasa nada» spoiler: sí que pasa.
Así fui engendrada. El «Chiqui, me quedé» «eres una coneja, cojones» meses de «si es niño llevará mi nombre, si es niña, Pilar» y mi madre «no. Si es niño se llamará Alberto y si es niña, Marta»
En esas estaban, mi madre se puso de parto y 3 días estuve sin nombre, llamándome simplemente «la niña».
Pasó una enfermera, les escuchó discutir y dijo «¿y por qué no la llamáis Montserrat?»
Mi madre era muy viva a sus 26 añitos recién cumplidos y odiaba ese nombre, pero sabía que mi padre lo odiaría aún más
«Ay, ese nombre me gusta, ¿Si la llamamos Montserrat?»
«Llámala Marta o como te de la real gana, pero por lo que más quieras… ¡No la llames Montserrat!»
Y así mi madre se salió con la suya y evitó que una de sus hijas se llamara como ella, que siempre le ha sentado fatal eso de que un hijo se llame como sus progenitores, aunque tuvo que ceder con mi hermano… Pero eso es otra historia
MIGUEL GÓMEZ
LA LEYENDA DE UN APELATIVO.
Juraría que me lo dijo mi madre, y yo me quedé con la copla: llevo el nombre que llevo por una película del Hollywood de leyenda. Una de las buenas.
Aquella explicación me gustaba, porque me ponía en contacto directo con el noviazgo de mis padres cinéfilos, una buena etapa en sus vidas, que siempre recordaban con felicidad y cariño.
Sería mil novecientos cincuenta y pico. Un noviazgo dichoso, pese a todas las cortapisas y limitaciones que sobre los novios recaían, sería de de las pocas cosas dignas en la sociedad española de entonces. Aunque el mundo no dejaba de estremecerse por el miedo a la destrucción que era patrimonio de la Guerra Fría, y en el viejo orden colonial empezaban a abrirse grietas que darían al traste con él, quedaba una juventud que reivindicaba vida y felicidad a ritmo del rock and roll.
En otros países, claro. Aquí, tenían que currárselo de otra manera. Y ser felices, ¡qué caramba!, porque cada vez era más compartida esa verdad de «solo se vive una vez».
La tarde del domingo era su El Dorado particular. Los partidos del Atleti en el viejo Metropolitano, la merienda a base de cerveza y marisco en La Cruz Blanca, de la plaza de Santa Bárbara. Y el cine, para cerrar la jornada, en alguna sala de la Gran Vía. Que es como los madrileños siempre hemos llamado a esa avenida, aunque entonces, y hasta mil novecientos ochenta y uno, en sus placas se leyese «Avenida de José Antonio». Cosas del Régimen.
Ahí entro yo en escena. En esas salas oscuras del Palacio de la Prensa, del Avenida, del Capitol… No como mirón. ¡Válgame Dios que no! Lo que mis padres y otras parejas pudiesen hacer en la penumbra es cosa suya, y de nadie más. Sino porque, en una de ellas, una tarde mi madre habría recibido la inspiración para mi nombre, cuando mi momento llegase. De la mano de Charlton Heston, representando el papel de Michelangelo Buonarroti en el proceso de pintar los frescos de la Capilla Sixtina, en «El tormento y el éxtasis». Al menos, así era como yo interpretaba su testimonio.
Me sonaba bien, ese origen. Los compañeros de colegio llevaban nombres de padres o abuelos, y yo tenía como referente a una estrella de Hollywood, en su momento más rutilante, interpretando a un indiscutido genio artístico de todos los tiempos. Como aprendería a decir más tarde, eso molaba.
Cuando yo mismo pude ver la película —en riguroso blanco y negro, a través de la única televisión entonces existente—, el refuerzo se hizo muy intenso. Ver la convicción y la inspiración que el artista ponía en su obra, su fuerza, el enfrentamiento con un papa Julio II, encarnado por un soberbio Rex Harrison, exigente y poderoso, pero incapaz de tronchar la voluntad y la forma de hacer de Buonarroti, fue una auténtica epifanía para mí. ¡Gracias, mamá! No podías haberme dado un nombre mejor.
Ese podría haber sido el colofón, el momento de suprema gloria que cierra una peripecia, y la hace inmortal. Pero la Historia no se detiene, ni deja de sacar conejos de la chistera.
Transcurrido un tramo de mi existencia, la fe, perdida, llevar un ángel en mi credencial de presentación al mundo, me daba un poco de repeluzno. Así que lo apeé de mi nombre. Miguel, a secas, me definía mejor. Era más humano, más fiel a lo que sentía y creía entonces, y sigo sintiendo y creyendo.
Para colmo, era un periodo en el que estaba fascinado por lo británico, empezando por el idioma, y lo de ver que Angel —sin tilde, claro—, era un nombre femenino, me ayudó a prescindir de él. Sin sentirme mal, ni apostatar de mi homónimo italiano del Renacimiento.
Mas, ¡vaya por Dios!, con el paso de los años, el bueno de míster Heston —memorable Ben Hur, Cid Campeador, Moisés, entre otros, además de luchador por los derechos civiles en Estados Unidos— se me apareció vinculado a la National Rifle Association. Una cosa muy loca, que en su tierra puede que tenga un sentido, el que quieran darle, pero que nunca dejó de parecerme una panda de dementes supremacistas con dedo fácil para apretar el gatillo. El mito se erosionó un poco más.
Leí la novela en la que se basa la película, y, como suele suceder, descubrí que el guionista de turno había hecho una lectura y refundición de la obra a mayor gloria de la estrella de turno. Recreación brillante, por otra parte. A partir de ahí, Michelangelo ya no se me pareció tanto a Charlton Heston. Se me hizo más moreno de pelo, piel y alma. Más cercano a un tópico italiano. Rasgos que no coincidían del todo con los míos. Y siguen sin coincidir.
Por último —«la verdad os hará libres»— llegó la democratización y popularización del acceso a los datos gracias a Internet —lo de la información es más opinable—, y un día, en una de esas búsquedas al buen tuntún, descubrí, oh, cielos, que esa película había sido estrenada cuando mis pies de niño ya hollaban el mundo. Desde algunos años antes, además.
Eso tiraba por tierra la explicación primordial de mi madre. A quien, algo mayor ya, no quise enfrentar a la contradicción o el esfuerzo de tener que recordar sus motivos.
«Pero que sepas, mamá, que si nos encontramos en otra vida, más jóvenes, lúcidos y enérgicos ambos, va a ser de las primeras cosas que hable contigo».
La conclusión a la que llego luego de muchos años de llamarme como me llamo, sin más variación que la a mayúscula, que, a instancias de la Real Academia, reivindicó una tilde escamoteada durante años, es que el mío es un buen nombre, digno y apreciable.
¿Por qué dejar que la realidad estropee una buena historia? En mi fuero interno, mantendré la ilusión de que mi nombre se debe a la asociación que, en un momento de dicha, la que sería mi madre estableció entre la excelente interpretación que el gran actor norteamericano hizo del genio italiano, con un ser al que querría, madre amorosa y devota durante toda su vida.
Solo por eso, ya me parece que merece la pena llevarlo, y honrarlo en lo posible.
RAQUEL LÓPEZ
Me gustan tus labios
cuando pronuncias mi nombre,
letras salidas del alma
provocando sonidos acordes.
Me nombras,
en el efímero instante
que mi ser se vuelve esencia,
dibujando mi nombre en el aire.
Me enredas,
cuando de tu voz
te escucho nombrarme,
sin matices y con fuerza.
Y sintiéndome querida,
grita mi nombre al viento,
con la dulce melodia que te inspire,
y que haga que retumbe en el silencio.
Pronunciarlo una y mil veces
amor mío, amor,
sin que tu voz trémula, te impida,
que salga del corazón. Así..
R-recordaré
A-amor mío
Q-la Quimica
U-de nuestra Unión
E-tan Especial
L-qué da Luz a nuestras vidas.
MARÍA ROSA ROLANDO
Mi nombre se lo debo a ésta fotonovela de los años 60. Por ello quizá, sea tan romántica desde pequeña, creando las más maravillosas historias de aventura y ya adolescente relatos con finales trágicos, marcadas por el sufrimiento de algún amor no correspondido. En mí familia había mucha influencia religiosa, por ello además el María en el mío y de mis hermanos. Cosa que no se ha extendido a los nombres de mis hijos.
Siempre me ha encantado decir mí nombre, me parece que tiene mucha fuerza en su voz, y a su vez muy suave , tenue en el tono en que me ha nombrado aquella maestra a la que aún recuerdo, o la primera vez que me presenté ante mi mejor amiga. O quizá la ternura el verlo escrito dentro de un corazón inmenso junto al de aquél que hacía despertar miles de mariposas en el estómago.
Muchos reniegan de sus nombres, yo agradezco que mi mamá se inspirara en miles de historias de amor para elegirlo.
ABA PÉREZ
De origen griego. «La protectora de los hombres». Elegante, femenina y directa cuando se dirige a los demás. A veces puede ser un poco autoritaria y tiene una gran voluntad. Dulce, confiable y leal.
– Y todo eso eres tú?
* Todo eso y ¡mucho más! Que no lo digo yo, lo dice mi nombre.
Que nadie apague tu magia. Decía una bolsa personalizada con mi nombre.
Nueve letras, a las que yo respondo: Alejandra.
Y tú?
CONCE JARA
– A propósito ¿cómo te llamas?
– Me llamo Concepción.
– No lo dices muy convencida. ¿Quizás no te gusta que te llamen Concepción?
– No, la verdad que no me gusta “Concepción”, prefiero que me llamen Conchi o Concha.
– Te entiendo, me llamo Marcos, ¡un placer! ¿Y Conchita no te gusta? Tengo una tía que se llama así…
– A mi cada vez que me llaman Conchita, me irrita. Me pongo como esos dibujos animados, que cuando pronuncian su nombre en diminutivo, les salen mil “rayitos” de la cabeza y les chirrían los dientes. Y es que, ¿por qué no pueden respetar a la gente? No tengo que dar explicaciones, me llamo así y punto… Conchi.
-Tranquila, quizás suene más cariñoso.
– Más cariñoso, ¿para quién? Si ya he dicho como me llamo, y como quiero que me llamen. Es cuestión de respeto. Verás, una buena amiga mía ha sido madre recientemente, ha llamado a su hijo Lorenzo, y no se me ocurre llamarle “Lorencito”. El diminutivo no me va a hacer más cariñosa o cercana. Respeto el nombre que ha elegido mi amiga, ya que el niño no sabe expresarse. Si luego cuando crezca le gusta que le llamen de otra forma, es otra cosa.
– ¿Y por qué Concepción?
– Pues porque hace años se ponía el nombre del padre al primer hijo varón, e igualmente pasaba con las madres, y así ocurrió en mi caso. Pero a mi madre siempre la llamaron Conchi o Concha.
– Yo lo que creo, es que actualmente la gente pone los nombres cortos para evitar los dichosos diminutivos.
– ¡Eso es! Fíjate, mi nombre en diminutivo es más largo que como a mí me gusta: ¡Conchita! ¡Es el colmo!
– Bueno, yo creo que a las mujeres se os hace el diminutivo porque es más cariñoso, y un nombre tan largo como el tuyo, que tu misma lo recortas, impone mucho… ¡eso te hará tener menos opción de pareja!
– ¡Mira! Esto es una cita a ciegas, ya sabes mi nombre, y si quieres parecer más cariñoso y tener más opción de pareja, no hay problema, te llamaré Marquitos… y ¡por favor!, si quieres continuar con la cita cambiemos de tema, que los tacones me matan y tengo ganas de sentarme en una terraza.
*Significado de CONCEPCION: “Junto a alguien”; “Representa el momento de la concepción de María”; “tomar, agarrar, contener, recoger, concebir”.
JONAY GIRA SOLI
Me llamo Jonay, un nombre qué no es un nombre. La llegada de la transición española hizo que la cultura que hubo en Canarias de origen bereber floreciera nuevamente. Mi nombre es un topónimo que surgió en torno a una leyenda. El parque natural de Garajonay se encuentra en la isla de La Gomera, allí murieron dos amantes que pertenecieron a dos tribus diferentes, por un lado estaba Gara, princesa de algún lugar de La Gomera y por el otro Jonay, príncipe de otro lugar en la isla de Tenerife. Él cruzó a nado el atlántico desde su isla con ayuda de un zurrón inflado de aire hecho de pieles de cabra. Al llegar exhausto, en la costa se encontró con Gara y se enamoraron. ¡Cómo todo cuento, de amor y triste, este no iba a tener un final mejor!. El padre de la chica no estaba de acuerdo con esa unión pues pertenecían a tribus diferentes, así que decidieron suicidarse. Tomaron una estaca , la pusieron entre sus pechos y con un abrazo se atravesaron sus cuerpos mientras saltaban al vacío. Hay muchas versiones de este cuento, pero por suerte para los protagonistas no es cierto. Fue un invento, un entretenimiento literario para alimentar la curiosidad de Europa por lo exótico y dar a conocer el amor poético de los «primitivos» habitantes de las islas. Garajonay significa «Roque Alto» alguien vió ese lugar, se inspiró y luego el boca a boca hizo su trabajo. En la actualidad, no vas a encontrar a nadie llamado Jonay, ni a ningún otro con nombre guanche, que tenga más de cuarenta años de edad. Eran nombres prohibidos, paganos. Jonay no era un nombre pero consiguió que mi cultura fuera llevada más allá de nuestro océano y despertara la curiosidad por esos seres «bárbaros» que habitaron las islas. A uno de ellos lo pueden ver momificado en un museo de Madrid, la momia de Erques. Otros tantos se pueden encontrar en los documentos históricos debido a la trata de los esclavos que fueron llevados a Sevilla y a Valencia. De ahí salieron todos los nombres que hoy llevamos la generación de los años ochenta hasta el día de hoy en las Islas Canarias. Somos el equivalente del Kevin o el Josua de otra parte de España, sin embargo, estoy orgulloso, pues también ellos perviven en mi adn.
La joven de la imagen es mi abuela materna. Descendiente de numerosas ramas con origen guanche.
ROBERT PROELIA DEUS
El amor es un lugar común.
Su nombre no es importante, tampoco su persona, nació en un cierto lugar tan mediocre como su vida, eso le dolía. Lastima poner el dedo en las heridas pero siempre ayuda a mantener los pies en la tierra. Le nombraron como su padre, —un hijo de puta— y fue su progenitor quien lo eligió. Lo odiaba porque podría haberlo hecho mejor, empezando por elegir otro nombre y debido a que su violencia lo había convertido en un cobarde, en alguien quien agachaba cuando lo miraban a los ojos.
De niño le había tomado cariño a la soga, al cinturón, mas antes de beber de esa solución mortal encontró un lugar donde refugiarse: los ojos verdes de la niña portadora del asta bandera. La quería sin saber siquiera su nombre. Lo cierto es que de forma inconsciente amaba la vida. Cuando ya era un joven, su padre moría —era un hijo de puta pero lo quería—, después de ello estaba su amor por la soga.
Vio a su padre cadavérico, conectado con mangueras y derramó un par de lágrimas. Salió del hospital, caminó por la calle chocando contra la gente buscando dolor, luego por lugares oscuros y poco transitados inquiriendo la muerte. Al final se atrincheró en un bar, pero en medio de su vacio colisionó contra unos ojos color avellana que eran como el agua ardiente, encendiendo su corazón. Luego fue la sonrisa, esa voz delgada y el cabello rojizo adornado una figura ondulada caminando de un sitio a otro mientras servía licor, mientras él bebía, ella se postró de frente y sonrió, la mirada de aquella chica eran el primer lugar reconfortante que encontró, había hallado una razón para vivir.
REBECA FS
Me llamo Rebeca. Un nombre con R de rueda.
Es un nombre bíblico…y tal. Pero nunca he celebrado el santo. (Ni me sé la historia de Santa Rebeca) aunque alguien de mi familia alguna vez me menciona que es mi santo…
La Pantoja tenía una muñeca que se llamaba así. Y tal, y tal.
Luego vino Teresa Rabal a cantar una canción con mi nombre. «mi muñeeeeeeeca se llaaaaama Rebeca…y tiene cuatro pecas sobre la nariz»…(Va venga)
Menos mal que luego vinieron los Rebeldes cantando » Rebeeeca ….no seas así…la cama está hecha para dormir».
Y después vino Rebeca a canta «y suelto mi pelo y pinto mi cara».
Y ya.
CONSUELO PÉREZ GÓMEZ
La tradición manda. Era costumbre que cada nuevo miembro de la familia heredase el nombre del padre, madre, abuelo, bisabuela…herencia que sin saberlo se administraba al neófito con el bagaje completo de todo lo que en vida adornó al predecesor. Llamarse Luz, Candela, Violeta, Ernestina…y heredar no solo una cédula de identidad sino toda una batería de aciertos y desaciertos que conformarían la vida de estos herederos; un campo de flores o de minas y, todo, por lo que conlleva la carga nominativa.
Yo, que nací un domingo, ni pensar quiero en la adjudicación del día como nombre en femenino Dominga, hay quién ha corrido peor suerte y lo lleva adjudicado para escarnio propio. Con el nombre se carga toda una vida. Padres, madres del mundo: pensad bien antes de cometer el «nombrecidio» sobre vuestra descendencia. Si te llamas como yo, la losa ha de pesarte hasta la eternidad. Me consuelo un poco al ver escrito mi nombre en inglés: Solace, en inglés las cosas más adustas, parecen sonar mejor. Amén de los chistes soportados durante décadas, pareces estar condenada a ejercer lo que sin tu voluntad se impuso en la pila del bautismo. De tanto usarlo en favor del prójimo, o la prójima, se me rompió el consuelo y nada queda para mí. A mi personalidad le hubiera ido como anillo al dedo la nominación de CLARA, mucho más definitoria de lo que mi persona pueda aportar a este río de la vida que baja sangrante, tiñendo las vegas, tornasolando los valles con su reguero de luminosa claridad.
Pero no, así son las cosas, así se deciden, así se soportan… por los siglos de los siglos: Amen. (Sin tilde, a ser posible).
FELIX LONDOÑO G
Tal parece que el año en el que me concibieron fue un buen año para mi madre. En sus recuerdos está vivo ese verano en el que estando en la flor de su vida conoció a su príncipe rubio de ojos azules. Antes de esfumarse le contó que trabajaba para una multinacional dedicada a los negocios del caucho. A los nueve meses de su idilio abrí al mundo unos ojos azules enmarcados en mi piel cobriza. Mi nombre es Melitón Goodyear.
ARIEL PACTON
vengo del bosco
antepasados de mi pasado
orgullosos italianos, madera dura
y de las foglias
plumas de aves, escamosas hojas
delicadas colgando de desnudas ramas
parecemos coníferas, pero no lo somos
siempre verdes, resistentes
crecemos en cualquier suelo
mientras haya sol
copas delgadas, melodías al viento
vengo del bosco
sahumado de casuarinas
y de las foglias
sabiduría ancestral, mi poder personal.
JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO
¿Quién soy? ¿Para qué sirve mi nombre ahora? Si cuando nací nadie se puso de acuerdo en que nombre ponerme. ¿Para qué sirve? Si mi nombre no me viste, no me hace quien soy.
Cuando me bautizaron con un nombre, nadie me preguntó si yo quería ese nombre. Nadie preguntó si yo quería ser cristiano. ¿Qué tiene mi nombre? ¿Quién soy yo?
Cuando me registraron en un papel, solo escribieron un nombre ¡Pero no a mí! Yo no firme nada para dar consentimiento de un nombre.
¡Y si yo no quiero llamarme nada! No quiero que me llamen por nada. No quiero vivir una vida con un nombre ¿El nombre soy yo? Creo que no.
Mi nombre no fue quien estudio en la escuela todos esos años. Tampoco quien jugaba al futbol y a baloncesto. Pero como no es suficiente con un nombre, te inventan un mote. ¿Es necesario un mote para que me conozcan? Conocieron al que hacía mención al mote, pero no a la persona. No hacía falta, tampoco me representaba.
Usar un nombre para firmar falsos papeles, usar un alias o nombre de usuario para ligar y jugar a videojuegos ¿Cuál me representa? Ninguno. Máscaras para ser reconocido en la vida, pero siguen sin conocerte ¡Porque no hace falta un nombre para saber quién eres! No.
Mi nombre no es quien se casó con la persona a la que amo ¡No quiero! Porque mi nombre no es quien te amará toda la vida ¡Seré yo! Quien te amará para siempre, hasta que la muerte nos separe.
Nadie recuerda mi nombre ahora. Ahora que estoy aquí en un asilo, soy el nombre o la persona ¿Qué es lo primero que olvidan? ¿Qué es lo primero que recuerdan? ¿Mi nombre o la persona? Los apelativos, el abuelo, el tío, el papa o el viejo chocho.
Tengo un nombre sobre una piedra donde han puesto mi cruz. Tengo un cuerpo bajo tierra. Se me fue la vida y aun no tengo nombre ¿Quién soy yo? El nombre seguirá por décadas en una piedra, pero el que muere soy yo.
LOLY MORENO BARNES
¡Aquí estoy!
Postrado en una cama de hospital, con el hígado destrozado.
Mi libertina vida ha pasado factura. Creía que el tiempo era para disfrutar, y en realidad era así , pero también para invertirlo en buenos y sanos momentos.
Nací en lo que se le suele llamar “buena cuna”. Con un apellido de renombre. El poder del dinero,( que no gané yo por supuesto, porque nunca di un palo al agua)permitió a mi padres y abuelos vivir con holgura, y cuando este disminuyó, seguir aparentando lo que no teníamos.
Me podían pagar buenos colegios, pero en ninguno prosperé. En cuanto tuve edad para revelarme abandone todo y me dedique a una vida social nada aconsejable.-
Los amigos me llovían ( claro, por mi NOMBRE) o mejor dicho … por mi apellido.
Mis salidas de copas y demás… duraban hasta tres días…
Nunca entablé una relación formal ni tuve hijos, ( en mis planes solo había fiestas y el poco dinero heredado para dilapidar).
¡ No recuerdo su nombre! ¡ No recuerdo su nombre!
¡Por más que lo intento, no logro recordar!
Busco en mi memoria el nombre de esa mujer, que conocí desde niño, como un ser invisible que trabajaba en casa muchas horas. Para mi solo era la mujer de la limpieza. La que por arte de magia borraba mis huellas de barro, preparaba la ropa , ordenaba las habitaciones y hasta tenia las compras y la comida a punto cada día.
Luego , cada día se marchaba al terminar la jornada y nos daba vía libre para comenzar la batalla campal a nuestras anchas y volver a dejar todo como si de una guerra se trataba.
En ese tiempo , poco me interesaba su NOMBRE. Era la “CHACHA”.
Alguna vez oí decir que vivía sola con su hijo…
Ahora, mientras paso mis últimos días en este hospital intento recordar en vano “SU NOMBRE”
Siento unos pasos que se acercan…
¡Es el eminente medico especialista con “RENOMBRE “ internacional que trata mi dolencia!
__¿Doctor?
__¡Dígame!
__¡Me da mucha vergüenza no recordar!
¿Cómo se llamaba su madre?¡ Usted reconoció en el historial “MI NOMBRE” y dijo que su madre había trabajado en mi casa!
__ “¡MARÍA, SE LLAMABA MARÍA!
CARLOS RA
Mi nombre, elegido por mi padre para hacerme un individuo único e irrepetible, es con el que me identifico en toda la existencia del planeta, gracias a mi nombre que por su origen describe características de mi persona así no sea del lugar de origen dónde ha surgido; elegido por gusto y haciendo referencia a un rey de España.
Mi nombre es «Juan Carlos»
MARI CARMEN CANO REQUENA
Hay muchas estrellas en el firmamento y yo soy una de ellas ……. Mi nombre es Chara de la constelación perros de caza.
De donde yo vengo hace mucho frio, un pueblecito llamado Yakutsk en la Siberia. Vamos tapados con pieles de osos y salimos a pasear en trineo……. Un día mi mami se sentía muy mal en una de nuestras salidas de caza……. era yo!!, tenía muchas ganas de salir al mundo y ver todo lo que me esperaba, mi papá no sabía que hacer en medio de aquel manto tan blanco y frio para ayudar a mami a quitarle ese dolor pero……. Adhara, Algieba, Kuma y Mirzam, todos ellos tenían nombres de estrellas de diferentes constelaciones, eran los perros de nieve de mis papás, que nos llevaban a todas partes en nuestro trineo. Arroparon a mami haciendo servir sus blancos y suaves cuerpos para que descansara sobre ellos. Cada vez se acercaba más el momento, yo estaba en las puertas del umbral hacia la vida y mami gritaba y gritaba sin parar……. El último empujón, el último empujón!!, decía papi….. Y por fin Salí!! con mi cara sonrosada intentando dar el do de pecho mayor.
Me arroparon rápidamente para que entrara en calor y aquel cuerpo tan diminuto no pasara frio. Mami me decía……Chara te llamarás Chara!!! En honor a ellos….. la manada!!!
Que me protegió mientras mami daba a luz…….
FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ
Mi nombre, una historia mas para contar, una vida, una ilusión de dos amores en su unión.
Mi nombre una canción de donde se concedió el anhelo de dos ilusos.
Mi nombre aquel que sonó como relámpago, como destello de luz en el universo.
Mi nombre el comienzo de un destino, de un camino largo con dirección a la deriva, pero con esperanza de llegar a la cima.
Mi nombre, alegrías, tristezas, ilusiones, desesperanzas, amores y desamores.
Mi nombre un poema, un dilema de ser bueno con malas venas.
Mi nombre solo suena cuando me llaman, Ana, bondadosa, con ganas de ayudar y cambiar el mundo, aunque gire y nos derrumbe en el intento.
Mi nombre un grito en el desierto que dice aquí estoy aun no eh muerto.
VERÓNICA FERNÁNDEZ LISI
Texto de letras que a la fuerza
se me hizo propio, siendome ajeno.
Sumatoria de pasos que llevan un rostro
una historia y un misterio.
Un hechizo escrito de letras
que mis padres colgaron en mi cuello
en mi saber, y en mis deseos.
Vocablos que portan un rostro
que carga con pasos
memorias y recuerdos.
Gargantilla de letras propias
enamoradas de lo pequeño
que han tejido mi identidad
siendo un punto nominal del universo.
Naci dormida, decian, evitando el ajetreo
que conlleva el existir, con sus penas y recuerdos
mas mi madre en su regazo, me dio un nombre
me dio esa historia que hoy miro al espejo.
BEA ARTEENCUERO
_Yo quiero que se llame como mi madre.
_Bueno como quieras, pero todo el mundo se llama María.
Como puede ser? Aún no salí de la panza de mi mamá, y escucho voces, aquí está Tan oscuro.
_ Me gusta María, dice la voz de un hombre, ( ¿será ese que le dicen papá.? ) Es un nombre que significa muchas cosas.
_ Ah si! Como que? (Voz de mamá,
A ella la reconosco, me habla siempre.
_ Es de origen Hebreo.
_ ¿Y?
_ Es bíblico y significa:
La elegida de Dios, la amada de Dios, además nunca se pasa de moda, dicen que las niñas que llevan ese nombre son soñadora, amables y sociables.
_ A mi me gusta Beatriz.
_ Beatriz? Dice la voz del hombre.
_ Si me gusta..Significa:
«Mujer Feliz» o llena de gratitud.
En fin..bienaventurada; Se dice
Que las personas llamadas Beatriz son alegres, honestas, enérgicas y
Humildes. Proviene del Latín, su
Disminutivo es Bea.
En castellano es Beatriz
En Alemán…Beatrice
En Francés.. B’eatrice
En Ruso..Beatpuca..
¿que será?
¿Será María?
¿Será Beatriz?
Espero se decidan, dice mi mami
Que falta poco para tenerme en sus
Brazos.
Ya quiero salir, ver a mi mamá, se siente tan dulce!! Y conocer al hombre llamado papá.
Le pondremos los dos..dice la voz de mamá.
Se llamara:María Beatriz
«La elegida de Dios» «Mujer Feliz»
Al fin dejaron de hablar, seré todo eso que digeron!!!
Mamá, mamá, ¿me escuchara?
Creo que si, porque cuando quiero dormir ella lo sabe y me canta canciones…
¡¡ Mamá acariciame, tengo sueño !!
JORDI VIÑAS REIG
Sant Jordi mató al dragón y rescató a la princesa, cuenta la leyenda. Yo por mi parte, si consigo eliminar pedacitos de mi ego y me rescato a mi mismo, me sentiré super feliz.
El nombre de cada uno/a es la identidad materializada en letra, y nos acompañará toda la vida. El mío siempre me gustó, incluso en los peores ratos. Esos en que no ves nada bueno en ti, tan solo el nombre(al menos en mi caso). Quizás por ello yo le doy un sentido tan sagrado. A cada ser o cosa que nombramos le estamos dando una trascendencia propia y única, dotándole de un poder y valor que se multiplicara con el devenir de los tiempos, transformándola en leyenda y/o historia. Como por ejemplo,la leyenda de Sant Jordi, el nombre de los nombres, o el nombre de uno mismo
EDUARDO DAÑOBEITIA
<¡Tío, has venido!>, exclamó mi padre.
<¡Pues claro!, ¡¿Cómo iba a perderme acompañaros precisamente en este día?!>
Mi tía me ha contado en alguna ocasión la enorme felicidad que produjo en mi padre el día que mi tío Eduardo aparcó, contra todo pronóstico, su Alfa Romeo descapotable a la puerta de la ermita de Menagaray, un pequeño pueblo alavés en la frontera con Vizcaya, para asistir a mi bautizo. Venía desde Orense, donde ejercía como médico. De él se contaba que hasta Fraga acudía a su clínica para hacerse revisiones periódicas.
Alto, apuesto, siempre de punta en blanco, era como antiguamente se decía, “un dandy”. Por descontado, aquel día sonrió y engatusó a todas las damas presentes con sus modales de playboy educado, alegre y descarado a partes iguales, perfectamente medido, espontáneo pero contenido; aduló a mí madre, que a pesar de sonreírle nunca le había tragado y, finalmente, consiguió de mi padre cambiar el nombre de Gaizka por el de Eduardo para mí. Sólo él podía llegar a tanto en tan poco tiempo. A mí, por descontado, no me hizo ni puñetero caso; es probable que no supiese si era mi bautismo, mi primera comunión o el día de mi jura de bandera. Era, para qué engañarnos, todo un personaje.
Lo cierto es que aquel hombre seguro, encantador y victorioso de la vida se mató cinco años después en un accidente de tráfico conduciendo un deportivo alemán por una Autobahn cerca de Múnich. Ya os digo, le gustaba ir a juego y también muy rápido.
De vez en cuando, puedo sorprender a mi viejo observando melancólicamente en su despacho la foto en la que aparecemos ambos aquel día junto a Eduardo, que esboza una sonrisa abierta y dicharachera, luciendo gafas de sol y fular granate en el bolsillo de la americana. Es de las pocas fotos que mi padre guarda junto a su tío. A pesar de la devoción que siempre le profesó, eran raras las veces que su tío le prestaba atención o se dejaba ver. En aquellas pocas, siempre trataba de encauzarle hacia algo que él entendía mejor, sin preguntar deseos o inquietudes, a pesar de las necesidades de los demás, a pesar de las virtudes de mi padre.
Mis amigos me llaman Edu, o Ed, o Edi o incluso Lalo, pero nadie puede llamarme Eduardo, no lo permito. Yo como muchos de vosotros y vosotras, no me reconozco en mi nombre; es sólo el recuerdo de un personaje rancio que me pesa en el DNI.
Por eso, cuando realizo un largo viaje, uno de esos de unos cuantos kilómetros y monto en mi viejo Citroën para recorrer, por ejemplo, una vieja carretera de la provincia de Huesca, visto desarreglado, con la ducha de anteayer y barba de varios días, usando además las mismas gafas de sol que usaba cuando, en los 90, iba a las discotecas de moda para bailar bakalao. Me transformo en un auténtico adefesio, a posta. La venganza se sirve de una forma hortera. Entonces sí, si me encuentras, puedes llamarme Eduardo.
Va por ti Eduardo, de tu querido sobrino-nieto Eduardo que todavía te recuerda con tu nombre y a su manera.
Basado en hecho reales… o no.
DAVID LM
Me imagino la situación…fines de los 70, época de dictadura, mis padres recostados en su cama después de cenar dispuestos a ver la serie del momento, la vida de Leonardo Da Vinci. Quedaron tan encantados con la obra del florentino que, como homenaje, decidieron nombrarme David Leonardo.
Pd agradezco que no estaban viendo la vida de Benito Quinquela Martín…
ROCÍO RB
Nacida al amanecer, en la antesala de la primavera, sobre una blanca margarita en un campo silvestre que bien podría hallarse en Andalucía, aunque no es el caso, donde la mano del hombre no ha llegado. Clara, incluso transparente, delicada pero estable, mantenida en equilibrio sobre un pétalo curvado. Fresca y graciosa, observa cómo la hierba se mece, desperezándose, al igual que el resto de flores, que empiezan a despertar tras la fría noche, abriéndose, estirándose, saludando al sol y al nuevo día y agradeciendo ese calor.
La gotita de rocío también le da la bienvenida al cálido sol. Ha nacido friolera y es conocedora de su efímera vida, de ahí su optimismo y sus ganas de aprovechar el momento, a sabiendas de que una pequeña ráfaga de viento puede hacerla caer y desaparecer. No le gusta pensar en ello, pero no por lo que le pueda suceder a ella, sino a sus hermanas. Ella es así, se preocupa más por los demás que por sí misma. También sabe que su existencia podría acabar al saciar la sed de algún insecto o similar, pero le alegraría haber sido útil en su corto paso por la tierra.
Y cada día, en cualquier campo, en cualquier flor, casi en cualquier superficie, se encuentran gotas de rocío, similares en aspecto pero únicas en su condición. Unas veces agradables y refrescantes, otras veces molestas y frías, pero siempre están ahí, o al menos lo intentan.
EMILIANO HEREDIA JURADO
Emiliano es un nombre que se deriva de dos ramas lingüísticas, la latina y la griego. En la primera, su significado es la de «hombre con muchas tareas», mientras que en la segunda es una variante de Emilio, que se deriva de la palabra griega «amable».
Pues, ésto era, señor, un día veinte y nueve de Marzo de 1971.
Por lo que cuentan las crónicas, día de perros, frío como hueso de muerto y ventoso como si todos los molinos manchegos se hubieran puesto de acuerdo.
Nací con prisas, más concretamente, dos meses antes. Tenía prisa para escuchar unidos aún como grupo, a los Beatles. Y por supuesto, a mi entrañable y gamberra Janis Joplin, el inigualable Jimmi Hendrix, y al eterno Jim Morrison. Ese año fue el «The end» para todos ellos.
Y como nací canijo, según crónicas maternales, me bautizaron deprisa y corriendo con gaseosa, que era lo que había más a mano. Por eso creo que me dicen que tengo chispa.
Doy gracias a que mi padre me llamara como su padre. Y nó como su abuelo, Norberto.
De mi abuelo no supe nada, in situ, ya que el hombre falleció cuando mi padre tenía diez y seis años, si la flaca memoria no me falla.
La única foto de la que me acuerdo, es que tenía toda la apariencia de Roosevelt en sus mejores tiempos, bailando con mi abuela Ana, en un baile en su pueblo, Peñarroya Pueblo Nuevo, allá en Córdoba.
En eso coincidimos los Emiliano de la familia.
Somos bastante bailongos. Y de ahí, nuestro gusto por la música.
Con mi padre Emiliano, a parte del nombre, coincidimos en bastantes cosas. Él es pintor, y yo dibujo, poco, pero dibujo. Es culo de mal asiento, si no hace algo, es que está pachucho, como yo. De ahí lo de «hombre con muchas tareas».
Yo no me estoy quieto ni debajo del agua, aunque en estos últimos tiempos, rehuyo del agua como las brujas. Tema de huesos, otra herencia a parte del nombre.
Desde que tengo uso de razón, recuerdo la música que el ponía en el tocadiscos, aunque mi madre opinara que era música de la época de su abuela.
Edoardo Vianello «Guarda come dondollo», Adriano Celentano, «24000 Baci», los cinco latinos «Como antes», y hoy en día la historia se repite en mi casa cuando, pongo éstas canciones que tanto me gustan, y me dice mi mujer que soy un antiguo. ¡C’es la vie!
Como un famoso Emiliano, Zapata, soy bastante guerrillero, y muerdo si se me ataca y ataco ante lo injusto.
Soy un troskista exiliado en un mundo capitalista.
Cabezón como Escipión Emiliano, que no cejó en su empeño hasta conquistar Numancia.
Como me proponga algo, soy como una locomotora de carbón. Me llevo por delante a todo aquel o aquello que se ponga o esté por enmedio.
Me costó cuatro años volver a andar con normalidad, con periodos largos con muletas, pero me encabezonė y anduve y corrí por mucho que me decían que no lo iba a hacer.
Tal vez, debo tener, como he dicho otras veces, algún gen mezcla de maño y navarro.
mientras que en la segunda es una variante de Emilio, que se deriva de la palabra griega «amable».
Y para acabar, soy en el fondo, bastante pacífico, amigo de mis amigos.
Y como decía el recordado Joaquín Luqui:
«abrazos para ellos, besitos para ellas».
ZOE EMM TEXIS
-¡Pero que berrinchuda es esa bebé!, Hija vas a tener que darle Azúcar para que guarde silencio.
Llámale Dolores…
*Pero cómo crees que le voy a llamar Dolores.
Yo tenía pensado llamarle Sasha.
-¿Sasha?, en ese caso llámale Alejandra, Alejandra, cómo tu hermana…
*Mi hermana, es un gran ejemplo, seguramente a mi hija que le gustará seguirla, tienes razón muy bien que sea Alejandra, se llamará Alejandra, incluso tenía pensado ponerle otro nombre ¿Qué opinas?
-Yo siento que si, de hecho tu y tus hermanos tienen dos nombres por qué, se dice que las personas tenemos dos lados, tanto el femenino o materno, cómo el masculino, Paterno, tu papá y tu abuela me ayudaron a elegir su segundo nombre…
*Está difícil, solo deseo que ella sea alegre, feliz en medio de todo esté caos, que todos los días la vida y los tiempos van cambiando, Solo quiero que sea perdurante, que luché por sus sueños y que tenga mucho amor y un corazón capaz de nunca juzgar…
-Que te parece si mejor buscamos en en este libro de nombres Griegos que siempre me ha ayudado cuando me toca elegir un nombre, que sea significativo.
*¡Gracias mamá! No sé qué haría sin ti.
-Adara.
-Agatha.
-Aileen.
-Chloe.
-Dioe .
-Dysis.
-Eileen.
-Eirene.
-Evante.
-Iris.
-Ida.
-Isis.
-Harmony.
-Hatria.
-Orelle.
-Phyllis.
-Urania.
-Vania.
-Xandra.
-Xanthia.
-Zena.
-Zebina.
-Zoé.
-Zora
-Zosíma.
*Ese de Zoé, me agrado, ¿Que significa?
-¡Vida!
*Me encantó aparte es corto tan solo son Tres letras.
-Así es, tal parece que solo son 3 letras.
*Listo, Alejandra Zoé.
-Mejor Zoé Alejandra, por qué mira Hija, suena mejor y quedaría…Vida que ayuda al hombre.
*Muy bien, que quede así…Gracias mamá de verdad no sé que haría sin ti, gracias por ayudarme tanto.
-Te quiero hija, ahora que llegue la familia vamos a firmar su Acta de registro…
GABRIELA MOTTA
Mis padres eran personas escépticas, supongo que fue la única forma que encontraron para revelarse ante familias supersticiosas. Sin embargo, más allá de sus diferencias siempre se llevaron bien, hasta la muerte de la tía Soledad. Ese día invadidos por la impotencia y el sufrimiento mis familiares juraron no ponerle ese nombre a nadie más, no era justo para las futuras generaciones cargar con semejante maldición.
Años antes de su muerte mi abuela, también llamada Soledad, había muerto repentinamente justo el mismo día en que mi bisabuela Soledad se habría suicidado, desde entonces ese nombre era sinónimo de pérdida y dolor en mi familia paterna. Estaban convencidos que la bisabuela, la abuela y ahora la tía habían muerto por llamarse así, por lo tanto, la única forma de evitar futuras tragedias sería prohibiendo el nombre, todos estuvieron de acuerdo. Bueno casi todos, porque para mis padres esas eran creencias de personas supersticiosas, se opusieron fervorosamente ante semejante absurdo y para que a nadie le quedara dudas de su postura el día en que yo nací me llamaron Soledad. Todavía recuerdo cómo contaban la historia orgullosos, yo era una especie de evidencia científica para ellos y algo así como una brujería sin explicación para el resto de la familia. «Pobre niña», escuchaba a mis tías susurrar por los rincones, «es una bomba de tiempo», decía el abuelo. Cuando cumplí veintiséis años reunieron a toda la familia para señalarles con hechos lo absurdo de sus creencias, ya que yo había superado la edad maldita porque todas las «Soledades» habían muerto a los veinticinco. Sin embargo, mis padres siguieron repitieron orgullosos aquella patética historia hasta que sorpresivamente cuatro años después de mi cumpleaños número veintiséis yo cayera muerta sin motivo aparente. Mi abuelo dijo que se debía a que yo había nacido en un año bisiesto, desde entonces mis padres no le hablan.
ANTOLÍN MARTÍNEZ JIMÉNEZ
MI NOMBRE
Significa: con mis hijos.
Bable: Tolino.
Valencià: Antoli
De personalidad valerosa y apasionada, Antolín suele guardar en su interior fuegos que son difíciles de controlar y terminan convirtiéndolo en una bomba de tiempo. Se siente atraído por el estudio y el arte. Su día de la semana que más le favorece es el lunes, su color el blanco y su amuleto, al igual que Antonia es un fragmento de berilo.
Debe ir acompañado de mis apellidos porque se confunde en la saga familiar.
Fuera de mi casa, en Valencia, soy único y suelo caer bien solo con nombrarme. Mucha gente me dice cuando me ve por primera vez; ¡Ya tenía ganas yo de conocerte!
Soy el cuarto de cinco hermanos. Mi hermana mayor, mis dos hermanos mellizos, luego yo y después otra hermana. Por no hacer más honor a ninguno de mis hermanos mellizos me tocó a mí ser el portador del legado familiar, cosa que me ha dado juego para un montón de anécdotas en mi vida.
Mi tataratataratatarabuelo ya se llamaba Antolín y del primero que consta por escrito su hazaña fue que consiguió una gran extensión de tierra que arrebató a un terrateniente y la repartió entre la gente de un pueblo de Castilla la Mancha, que no voy a nombrar, para que pudiesen trabajarla y vivir de lo que de ella sacaran. El paraje se llama Cañada las Fieras.
Desde entonces es un honor poner su nombre a los descendientes de tal persona.
De pequeño, para distinguirme de mi padre, de mi abuelo y en plan recochineo, la familia más cercana me llamaba Antolinete. Como si Antolín no fuese ya diminutivo de por sí.
No sabe nadie la rabia que me daba tal soniquete.
Más de un profesor y alguna amistad, de chiquitín me llamaba Ratolín y algún idiota Tontolín.
De adolescente y en la juventud me dio juego para ligar con alguna que otra chica presentándome como Antolini el italiano, que algún romano tendré de pariente muy lejano. Eso hacía que me prestaran una particular atención acompañada de una serie de preguntas a las que contestaba con una gran historia fruto de la inspiración y que cada vez que ponía en práctica mi táctica, iba aumentando y enriqueciendo graciosamente, lo que hacía fácil dejar atontolinada a la chica más guapa.
La juventud la tengo marcada con el nombre de Milano y hoy en día aún me encuentro con alguno de entonces que me nombra como tal y me pongo nostálgico recordando una época genial que, por desgracia, ya no es posible volver a disfrutar.
En la Comunidad Valenciana no es nada común, pero en la zona de Castilla León es un nombre más usual, como José o Francisco en otras partes de la geografía española. El patrón de Palencia es San Antolín, 2 de septiembre. Creo que lo quemaron en la hoguera o algo así.
También hay escritos que nombran a un fiel compañero de batallas del Cid Campeador en la reconstrucción de España, militar al frente de su propia mesnada junto a Don Rodrigo Díaz de Vivar, señorío de forma autónoma respecto de la autoridad de Rey alguno. Quiero pensar que aquel fue el primero de mis antepasados que llegó al Levante español a finales del siglo XI.
Mi padre puso a su empresa su nombre y yo a la mía también “Gráficas Antolín Martinez, s.l.”, ya disuelta. Cuando le pones tu nombre a tu empresa responde tu persona a todo lo que haces, le pones tu sello propio sabiendo que lo que haces está bien hecho.
Mi hijo lleva con orgullo el nombre de sus antepasados, todos grandes y buenas personas que han dejado huella allí y con quien han compartido su vida. Lo que no le he contado es la forma peculiar que tenía su padre de ligar, sacando partido de un nombre que en Valencia y mitad sur de la península, llama tanto la atención.
Creo que. al conocer su historia, le motiva para hacer grandes cosas. Ya destaca en su entorno y lo lleva con orgullo.
-¡Me llamo Antolín!
-¿Antonio?
-NO. ANTOLÍN.
Me he pensado mucho escribir sobre mi nombre.
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Un montón de textos…de calidad.
Patrona no…parrina! Maldito corrector …jar!
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Aunque en esta ocasión os votaría a todos. Me ha encantado este reto.
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