Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «prudencia». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 5 de diciembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).
* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.
ZUMACHI T-POCHTLI MOCTEZUMA
Involuntario.
Juró que escribiría un poema, se encuentra lanzando palabras al azar sin hallar el detonante, lleva la pluma en sus manos pero no aún no ha escrito nada, está dispuesto a confesarle su sentir a versos y en su bloqueo se pregunta, – ¿Por qué la inspiración no precede a las ansias? -. En algún momento se ha dicho que podrá escribir a lo mucho un párrafo, luego le ha entrado un frio de esos que llegan a helar las manos y terminan con taquicardia, – ataque de ansiedad- le ha dicho su madre-.
Tarde, adosado en la cama concluye que las musas son caprichosas, que suelen inspirar a unos cuantos, a los poseedores de la técnica justa y precisa. La desesperación le ha hecho crear una nueva hipótesis: “los escritores famosos deben poseer un órgano de más que provee al cuerpo de temblores involuntarios y desvelos que cesan al colocar la pluma sobre la hoja hasta verla derramarse en letras. Sonríe y golpea el escritorio – vaya ocurrencias las mías – . La intensión de escribirle es menesterosa, le presiona a intentar ir más allá, tal vez si dejara de pensarle. – ¡Ay, amor!, si encarnaras te mataría para ganar soltura-.
Del 22 de noviembre al 28 del mismo mes padece los síntomas anteriores, lanzando palabras al azar, esperando que alguna de ellas le permita iniciar su escrito, de pronto siente eso a lo que llaman inspiración, está como quien dice “a punto de turrón”, acomoda la silla, busca el bolígrafo y justo cuando la tinta marca el punto inicial la incertidumbre se hace presente, escribe un párrafo, arranca la hoja y le lanza al cesto de basura, no logra profundizar en lo que siente, la ligereza de las palabras le molesta, lo cual convierte en equívoco toda oración formulada. Es obvio que escribir no debe ser tomado con levedad, pues la tinta permea en el papel como la escritura lo hace en el pensamiento.
Pese a la falta de inspiración y a la acumulación de hipótesis, se mantiene insistente en la promesa, venciendo la distimia que desde adolescente le ha acompañado, el desinterés cuya existencia le provoca creer que nada de lo que haga será suficiente para verter los versos necesarios, pero requiere más que eso, se necesita de fuerza, constancia y entrega para empezar un poema. -¿Por qué no soy capaz de escribir?- se pregunta y responde así mismo con ironía – soy involuntariamente un asesino de la prosa -. Con dolor en el cuello y en la parte alta de la espalda imprime fuerza sobre el bolígrafo, hace el primer trazo cuando el gruñido del papel al ser desgarrado por la punta de la pluma le hace renunciar a su cometido. Únicamente hay una letra trazada en la hoja, una “A” que bien podría ser de angustia, de antipatía o autismo, empero una “A” que yacía en su pensamiento desde el inicio de su travesía, la “A” de su nombre que siempre antecede su pensamiento.
No corras Gulliver que te falta Glasgow
¡Ay Lemuel! ¡Ay Gulliver! ¡ Ay, ay!
Hay personas que lo son y otras que vienen a serlo;
yo no daría mi mano.
No podría;
me conozco y sé que los que son personas tienen un gran problema y no se les puede dar la mano. Ni atención. Cariño. Interés. No quiero hablar de dar una mirada abierta.
Todo comenzó así con el mundo, pero vino a convertirse en manzanas y pasó a vinagre: aquí, en este preciso punto nacieron los que vienen y los que eran se quedaron dónde estaban;
en el mismo sitio que yo.
Yo … pues preparando pasteles, mermeladas, siropes, hasta un collage hice con las manzanas, pero seguían cayendo del cielo y me ocupaban las manos; pues a ordenar la tierra se dijo, que hay sitio para todos y sol para cualquier fruta.
No fue precisamente así, había manzanas que no cabían en el cesto y las había también en sitios helados; tuve muchos problemas para acabar una primera recolecta y aún las cuento sin que las matemáticas apoyen el número.
Ni de nueve en nueve ni respetando los continentes y menos multiplicando por la bondad.
¡Plástico a la mar y pelitos a marear!
por poco me convierto en cangrejo manzanoso de la sidra que me cayó;
en que se enteraron otros que recolectaba frutas, baratas, de las nubes y desataron las tasas de todas las cestas a mi alrededor: murió el cielo mismo, atravesando capas y capas de atmosfera, tratando de parar la lluvia de ellas.
Pasó lo que suele pasar cuando hay exceso: echaron todos a correr con sus cestos y me quedé ahogada en fruta, a poco de limpiar la superficie del jardín: cawen la valla que me separaba de los jardineros.
Encima, deprimida de esfuerzo a fondo perdido anteriormente, no pude salir del montón y acabé avinagrada a la espera de que alguien me sacase de ahí: sabían todos de mi existencia, ellos habían querido que yo compartiera las manzanas del cielo en vez de procesarlas para ellos y ahora mi posición era ingrata aparte de incierta; no vuelvo a mencionar el regustillo ese raro que se le quedó al vino.
Vino todo y se fue.
Las manzanas desaparecieron poco a poco dejando espacios nuevos en las huertas.
Nacieron pepinos de semillas de tomate, albuferas en vez de arroz y peces verdes, con piel de Rubens en un lienzo colorido; son de los pocos que sobreviven a las condiciones de agricultura y pesca moderna.
Soy zumo de limón ahora.
Desde mi botella más reciente he mirado mucho el sistema: no soy quién para criticar, de hecho, no quería siquiera llegar a contar esto, no me entendáis mal. Lo único que busco de mar en océano es al hijo de puta que me dijo que se quedaría a mi lado a recolectar las putas manzanas porque las necesitaba para comer, que se moría de hambre y esas cosas.
No es el único que trajo problemas: se llaman Gulliver, el mío era El Primero.
Pago aún sus huertas en Glasgow, en un mercado que ni sé dónde vende, a estas alturas de estantería.
P.D: Texto breve, nacido en la inconciencia del madrugón, sin animo de molestar a Andrei Plesu. (Famoso periodista de Rumania al que observo, como Jeza a Vox y sus franquicias **)
La luz incide en sus ojos por primera vez dibujando ante sí una figura borrosa que le aproxima a los labios unos glandulosos y prominentes órganos de los que sobresalen unas protuberancias eréctiles color marrón. El neonato detecta el calor, los huele, los acaricia e instintivamente succiona el divino néctar que mana de los adentros de aquella diosa; cosa a la que denominará madre.
La divinidad está en la intuición, en la vida misma, su esencia, en su percepción a través de los sentidos, sus cualidades, su beneficio o necesidad, no en los conceptos pensados ni en las palabras con las que las nombramos, menos aún en el porqué de esas cosas.
Llego de repente y me estampo en tu cara, te golpeo de lleno sin explicación.
Vengo ya con fuerza, fuerza desmedida. Me impongo con miedos y causo dolor.
Una vez que llego, no comprendo nada. ¿Por qué te hago daño? ¿Cómo sucedió?
No sabía que estaba golpeando una herida, nadie había advertido tu fragilidad.
No sabía que el llanto que moja tus labios estaba causado por ser, yo, verdad.
¿Por qué te maltrato? No soy un villano.
Soy solo un mensaje que no se pensó.
Miro a mis espaldas y veo que he arrastrado mucho más desastre del que te llegó.
Hay otra persona que ha sufrido daños, que no entiende cómo o por qué te hirió.
Entonces comprendo que fui involuntario, pues noté la pena en tu interlocutor.
Soy esas palabras que solo se sueltan, parecemos buenas y sin densidad.
¿Por qué no nos callan? ¿Por qué no nos piensan?
Yo creo que nacemos sin intensidad.
Tan solo volamos y cogemos fuerza, llegando al destino con velocidad.
«Lo siento» viene después a curar la pena que yo te causé. ¿Por qué soy palabras malditas y malas? Quiero ser «lo siento» solo alguna vez.
¿Por qué Villar del Arzobispo se llama Villar del Arzobispo.
Retrocediendo en el tiempo y, fijando la historia en un municipio de la comunidad Valenciana, hallaréis ya que yo si lo conozco, un lugar, encantado, y, excepcional en toda su extensión geográfica.
Su siera, su tiera, su rambla, su fuente de agua medicinal, hizo que los musulmanes se asentarán por siglos en la zona, haciendo acoplo de su inteligencia crearon un pueblo al cual le llamaron Villar de Benaduf.
Estas personas Rainaron por siglos en aquel montañoso terreno hasta que un día los hispánicos lucharon contra ellos..
Pero la Raina mora no quería marchar de aquella tierra querida.
Entonces llamó a su bruja preferida-¿Mi fiel vasalla – le dijo-Tu lealtad hacia mí me lleva a pedirte que tu hechizo se pose sobre mi persona, y, cambie mi ser por el de una libélula con vida de dos siglos.
Mi deseo es disfrutar de este contorno y su gente en donde he sido tan feliz.
La brujería de la sirvienta convirtió a la reina mora en una libélula preciosa. Pero…, aun le dio más…, le concedió el don de recobrar su figura linda y joven como la que tiene en estos momentos, una vez al día y, a la hora del medio día.
Dos siglos de vida da para enamorar a mucha gente ya que la libélula no entendía de sexso…
La rambla donde se encuentra la fuente medicinal llamada del Raimundo era el lugar preferido por la «Mora»
Las personas de lugar, al oír el cante amoroso de la libélula volaban como un pajarito hacia su hembra.
Ya que aquel primero que se posara en sus labios, sentían placeres inexplicables…
Mas el tiempo de la Moralibelula llegaba a su fin.
Dos siglos de vida se pasan muy rápido.
Entonces apareció por aquellos lares(lugares) un hombre enfermo y, de la iglesia.
El agua medicinal de la fuente del Raimundo había llegado a sus oidos…
Todos los días el Arzobispo a la hora del medio día se acercaba a la rambla, a la fuente y, a beber de su agua…
Poco a poco la salud del Arzobispo se mejora.
La gente del pueblo-dicen con la iglesia hemos topao… Mejor quedarnos en casa.
El Arzobispo con su poder y con una salud como la de un chaval hizo posible el cambio de nombre. Por ello, dede ahora mismo – dijo este pueblo se llamará …… Villar del Arzobispo
PEZ DE PECERA
UN EXTRAÑO EN MI CAMINO Si tenemos en cuenta que un año tiene 365 días y que de ellos, más o menos, 249 son días laborables. Podríamos decir que durante 20 años he dedicado más de 4.000 días, más de 4.600 horas, más de 5.600 km a recorrer un mismo camino. Parque de ses Fonts, plaza París, Avenidas. Ese es un resumen de gran parte de mi vida. Era un día como otro cualquiera en mi camino. Era un día de invierno, puede que fuese enero o quizás febrero, no lo recuerdo bien. Pero sé que llevabas abrigo y que yo caminaba con la nariz inmersa en mi bufanda. Ese día llegaba temprano al trabajo. Todavía no me había cruzado con el abuelo y el nieto tan cuidadosamente abrigado que me hacen pensar que abrigar forma parte del ADN del buen abuelo. Y la chica que normalmente iba de negro con cascos y mirada al suelo pero que un día me sorprendió apareciendo con el pelo verde, con la cabeza bien alta y minifalda desantando todo tipo de teorías en mi cabeza, me la había cruzado a la altura de plaza París. Eso, en mi camino, y en aquellas fechas, eran dos indicativos irrefutables de que realmente llegaba temprano al trabajo. Tú estabas en una esquina, esperando. Mirabas a un lado y a otro como si buscaras el contacto visual con alguien, aunque la mayoría de transeúntes parecían estar más pendientes de su teléfono móvil. Llevabas una bolsa de plástico agarrada en la mano. Una bolsa usada de la cual asomaba una manga de una camisa también desgastada. Cuando pasé por tu lado, sin previa presentación, ni un simple «Hola», me asaltaste con un «Perdone señora… ¿Sabe?… Es que lo estoy pasando mal. Desde hace unos meses me he quedado en la calle… tengo familia y estamos pasando hambre». No negaré que te había visto en la esquina y que en cierta manera estaba preparada. Tenía pensando recurrir al socorrido «no, lo siento» y seguir mi camino, pero me habías mirado a los ojos, y yo iba bien de tiempo, así que esa vez, no fuí capaz de decirlo a la cara. Simulé torpemente dominar la situación, no te iba a dar dinero. No sé la razón porque no tenías pinta de que fueras a gastarlo en bebida, ni de pertenecer alguna mafia rumana pero no iba a dar mi brazo a torcer. Opté por invitarte a un café y un bocadillo con la absurda condición de que no me lo pidieras cada día al verme pasar. Tú enseguida aceptaste y juntos, sin hablarnos, como los dos desconocidos que éramos nos fuimos en busca de un bar. Una vez allí me planté en la barra y cogí la carta de bocadillos. Yo buscaba el bocadillo más grande, el más nutritivo. Algo así como un Pepito de lomo grasiento con queso fundido o un buen pincho de tortilla de patatas pero cuando te pregunté que preferías no me contestaste. Te habías quedado parado cerca de la puerta observando el escaparate de los pasteles. «¿ Prefieres un pastel?» te pregunté sin apenas pensarlo. «¿Puedo? hace tanto tiempo que no me como uno.» me preguntaste con una sonrisa infantil, esta vez sin máscara. Elegiste el más grande, el más vistoso. Un pastel de frutas de varios colores dispuestos como un arcoiris coronado por un par de fresones y no te lo quisiste comer en el bar. Simplemente lo envolviste con delicadeza en una servilleta de papel y lo guardaste en tu bolsa de plástico sin borrar de tu cara esa sonrisa. No te he vuelto a ver, cumpliste tu palabra, y yo sigo en mi camino. Hace ya tiempo que no me cruzó con la chica del pelo verde pero sí con el nieto, ahora convertido en adolescente, que en pleno invierno desafía insolente al frío con sus tobillos al descubierto. Y cuando paso por tu esquina no puedo evitar pensar como me enseñó a disfrutar de un pastel un extraño en ni camino. Pecera con pez
DAVID DURA MARÍN
Adios dijo.
Y cree una religión esperando.
EMILIANO HEREDIA JURADO
SOLEDAD
Apreciado lector. Hoy, me gustaría hablar, de un estado del alma que, afecta de una manera u otra a la humanidad desde tiempos remotos.
¿Porqué la soledad?.
Es una pregunta que todos y cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos habremos hecho o tal vez, nos la estemos haciendo ahora mismo o nos sobrevenga de forma inesperada en un futuro próximo.
Porque, la soledad, tiene dos facetas: voluntaria o involuntaria.
Citemos, a los primeros eremitas u ermitaños:
“Monjes, eremitas y anacoretas: Los Padres del Desierto
Surge en Egipto, entre los siglos III y IV, dando lugar a las primeras comunidades de solitarios: los Padres del desierto
El monacato cristiano
Surge en Egipto, entre los siglos III y IV, con san Pablo Ermitaño y san Antonio Abad (considerados los primeros monjes cristianos), dando lugar a las primeras comunidades de «solitarios» en la Tebaida (Padres del desierto), quienes renunciaban al mundo material con el fin de seguir una vida de ascetismo y contemplación, orientada hacia las realidades divinas.”
Algunos Padres del Desierto:
San Antonio Abad, San Pablo Ermitaño, San Pafnucio, Santa Thais de la Tebaida, San Macario de Egipto, San Macario de Alejandría, San Onofre,
San Serapión de Alejandría, San Simón el Estilita.
Éstos, son solo algunos personajes que, se aislaron del mundo, de la sociedad que les rodeaba, para, entregarse a su propia soledad, y entregar su vida a Dios.
También, hay que reseñar que, tras estos primeros orígenes, y la creación de los primeros monasterios, se da paso a la vida contemplativa.
Vida Contemplativa
La
vida contemplativa es una vida ordenada con miras a la
contemplación; una forma de vida especialmente adaptada para conducir a y facilitar la contemplación, mientras que excluye a todas las otras preocupaciones e
intenciones. Tratar de
conocer y
amar a
Dios más y más es un
deber que incumbe a todo
cristiano y debe ser su actividad objetivo, y en este sentido amplio, las vidas cristiana y contemplativa son sinónimos. Este deber, sin embargo, admite diversos grados en su cumplimiento. Muchos le dan sólo una parte de su
tiempo y atención, ya sea por falta de
piedad o debido a otras
obligaciones; otros intentan combinar armoniosamente la vida contemplativa con el ministerio activo, es decir, el cuidado de las
almas, que, llevada a cabo por un motivo de
caridad sobrenatural, puede ser compatible con la vida interior. Otros, además, que tienen la
voluntad y los medios, tienen por objeto el cumplimiento del deber de la contemplación hasta la
perfección suprema, y renuncian a todas las ocupaciones incompatibles con ella, o que, debido a las capacidades limitadas del
hombre, por su
naturaleza se lo impedirían. Ha prevalecido la costumbre de aplicar el término «contemplativa» sólo a la vida que lleva este último.
Entonces, encontramos otro tipo de soledad, la soledad grupal, de monjes, de monjas, que en su abandono hacia su soledad voluntaria, buscan la limpieza de su corazón y su alma, para ofrecerse a Dios.
Volviendo a este siglo, y después de haberle mostrado, amigo lector, los orígenes de la soledad en aras de la religión (cabe citar, también, los monjes budistas, los monjes sintoístas…, chamanes, …etc.), quisiera continuar y abordar el tema de la soledad voluntaria, con otra clase de soledad que, yo la llamaría “soledad cibernética”.
Esto es, el aislamiento voluntario de la persona, respecto a la sociedad que le rodea, empleando todo su tiempo libre en el uso de aparataje cibernético (internet, ebook, tablets, iphones, ipad….etc.)
En el lado opuesto a los eremitas mencionados anteriormente, tenemos a los Hikikomori
Hikikomori
Hikikomori (ひきこもり o 引き篭り
lit. apartarse, estar recluido; es decir, «aislamiento social agudo»?) es un término
japonés para referirse al fenómeno social que consiste en personas apartadas que han escogido abandonar la vida social; a menudo buscando grados extremos de aislamiento y confinamiento, debido a varios factores personales y sociales en sus vidas.
1 En
Japón, suele afectar más a hombres que a mujeres.
El término se refiere al fenómeno sociológico, así como a las personas que pertenecen a este grupo social. En la terminología occidental, este grupo puede incluir a individuos que sufren de
fobia social o problemas de ansiedad social. Esto también puede ser originado por
agorafobia,
trastorno de personalidad por evitación o
timidez extrema. Estimaciones sugieren que existen más de quinientos mil
hikikomori en Japón.
2.
Amigo lector, no sé si se habrá dado usted cuenta que, debido a este alto consumo de tecnología, el grado de ansiedad, por poseer la última novedad tecnológica, se ha acrecentado el aislamiento social, la comunicación verbal, apenas es escasa y no me quedo corto si, podría asegurar que en un noventa y algo por ciento de personas, serían incapaces de abandonar durante un día, toda aquella tecnología que le une, como un siniestro cordón umbilical, a la sociedad, y no me diga que usted si sería capaz, pues ahora mismo, me está leyendo, en algún soporte informático.
Una vez abarcado sui generis, el tema de la soledad voluntaria, pasemos al otro aspecto, más espinoso, amigo lector, que es, la soledad involuntaria.
Quisiera reseñarle, que muchas veces, a día de hoy, las más de las veces, la soledad involuntaria, es el fruto de la soledad cibernética voluntaria, descrita anteriormente.
Pero, ¿y cuando la soledad, llega de forma imprevista, sin que, usted, amigo lector, no pueda hacer nada por evitarla?.
No es bueno que el hombre esté solo.
Éste estereotipo, tan manido, nos sobreviene, cuando, por ejemplo:
Fallece un ser querido, nos sentimos indefensos ante la terrible soledad que produce la muerte.
La relación que creíamos tener con el ser amado, una relación tan fuerte como una cadena, se rompe tan fácil como un cabello.
Factores externos que, como si fuéramos un imán del mismo polo, las personas se repelen contra uno mismo (alcoholismo, juego, violencia…)
La soledad, muchas veces, se la provocan a uno mismo, cuando, siendo ya anciano, se convierte en un lastre para la ocupadísima familia, y le enclaustran en una residencia…para acabar los días en un cuarto que no es el tuyo…donde ha muerto mucha más gente….antes que tú.
La soledad acompañada, es horrible, pues, sin posibilidad de escapatoria, en una relación te sientes más solo, más triste, sin entender el porqué.
Para finalizar y no cansarle más con mis reflexiones, estimado lector, solo me cabe recordarle que, abandonarse a la soledad voluntaria, a veces, es bueno, para recargar energía y ver los problemas diarios de la vida, desde otro prisma, desde el silencio de un lugar apartado de todo y de todos.
Y huya, en cuanto le sea posible y permitido, de la soledad que le provoque una situación que no esperaba.
FIN
Emiliano Heredia Jurado
27 de noviembre de 2019
Fuentes:
Catholic.net
ecwiki Enciclopedia catolica online
Wikipedia
ALBERTINA GALIANO
¿Por qué?
Y mira hacia arriba con mirada temerosa, tímida, llena de resquicios que esperan ser llenados.
Se encuentra unos brazos abiertos que la adentran en un pecho inmenso, sin plumas, sin condiciones ni esperas, goloso de afecto.
La recoge en él y responde a su pregunta, sin necesidad de palabras.
¿Por qué no?
GABRIELA MOTTA
— ¿Por qué existen buenos y malos? Le preguntó Setarcos a un vecino que estaba sentado en la plaza.
—Porque… Y Setarcos siguió de largo no le importaba escuchar su respuesta.
—¿Por qué nos morimos? Le preguntó a quema ropas a una viuda que acababa de enterrar a su difunto. Esta quedo perpleja ante la interrogante y cuando se disponía a contestar Setarcos se marchó dejándola con la reflexión en la boca.
—¿Por qué Dios tiene que estar en el cielo? Le cuestionó a una catequista que pregonaba su religión.
— ¿Por qué tiene que haber un Dios? Le preguntó al cura que se disponía a ofrecer la comunión, hereje, le gritó con fuerza, pero Setarcos ni siquiera lo escuchó …
Y así iba por la vida despreocupado, no estaba interesado en escuchar respuestas él amaba las preguntas, así de sencillo. Pero sin proponérselo sembraba la duda, por consiguiente, los hacía reflexionar y esto comenzaba a molestar a los pobladores de MELOSETODO, este chico interrogaba y se iba sin darles la oportunidad de una respuesta cuando todos sabían que lo valioso realmente para su vida era el conocimiento que ellos como adultos le podrían obsequiar gratuitamente.
Cierto día se reunieron muy preocupados para debatir el inusual comportamiento del pequeño, en MELOSETODO el conocimiento era fundamental para perpetuar el desarrollo y las buenas costumbres del pueblo, pero ese chico no escuchaba, solo generaba interrogantes, molestias e incertidumbres. En MELOSETDO no existían escuelas porque el conocimiento afloraba en los ciudadanos como si fueran manantiales de agua fresca, sin embargo, el caso de Setarcos era muy serio, había quienes temían que no se pudiera recuperar y peor aún que resultará ser un Filósofo.
—No, por favor —exclamó la madre desesperada— Filósofo no. En aquel pueblo consideraban que la filosofía ya no encajaba en la sociedad moderna, donde la inmediatez de la información no dejaba lugar a la duda, cada concepto traía intrínseco una verdad absoluta que había sido heredada de los medios de comunicación y con eso bastaba. Si en algún momento era necesario crear alguna idea nueva, cosa que no sucedía muy a menudo, había un grupo de pseudointelectuales encargados de entregar el conocimiento acabado para que los ciudadanos se apoderaran de él.
—Es por eso que debemos actuar inmediatamente —dijo el alcalde del pueblo.
—No sé hable más, si es para su bien mandemoslo a la escuela, ahí tendremos la seguridad de que va recibir el conocimiento necesario para convertirse en una persona de bien —dijo su madre entre lágrimas, no podía comprender en qué momento la duda se había infiltrado en sus vidas. Lo que le aterraba aún más era la cuestión del razonamiento crítico, no podía ni siquiera decirlo en voz alta, pero sabía que todos ahí pensaban lo mismo.
Terminada la reunión la mamá de Setarcos se comprometió a mandarlo a la escuela del pueblo más cercano ALINIANDOCABEZAS, donde Setarcos fue recibido bajo la condición de que no podía preguntar, la mamá asintió de inmediato. Sin embargo, Setarcos estaba confundido lo que mejor sabía hacer era preguntar y resulta que ahora no podía hacerlo, pero era un niño y no tuvo más alternativa que obedecer.
Fue así que luego de algunos años la curiosidad en Setarcos se fue apagando, como si fuera una mecha que se consume día a día y cuando por fin los por qué habían desaparecido de su boca, pudo dejar la escuela y reintegrarse a MELOSETODO, ahora que no dudaba de las verdades establecidas era bienvenido de nuevo al pueblo.
EL TRIUNFADOR
En el estercolero de la vida,
todos queremos destacar,
ser la mierda mas grande,
y oler peor que los demás.
Atraemos a los gusanos,
que se van a alimentar,
de nuestra podredumbre,
que para ellos es manjar.
Nos deleitamos en la aroma,
putrefacta de la fama,
nos sentimos vanidosos,
de nuestra podrida alma.
Corrompidos los sentidos,
por tanta fastuosidad,
atraídos sin remedio,
a un basurero de maldad.
Pero nuestra miserable existencia,
nos hace sentirnos ufanos,
de ser simplemente escombros,
con apariencia de humanos.
Gabriela Motta..
Albertina Galindo
Gabriela Motta… Triste realidad
Gabriela Motta
MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO, la naturalidad de su expresión en el argumento queda tan razonable que no se puede negar : ) Felicidades.
Mi voto para: PEZ DE PECERA.
Tali Rosu