No vamos a descubrir América en este post, solo recordaremos unos consejos muy simples… Pero a veces las cosas más sencillas no se tienen en cuenta. Si no eres ilustrador/a profesional, necesitarás saber esto:
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1. Antes de nada, define el formato
Parece obvio, pero no lo es tanto, porque en ocasiones nos llegan, para un mismo álbum, ilustraciones de proporciones muy diferentes. Pero además, incluso teniendo claro el formato que te gustaría, conviene consultar con un editor su viabilidad. Tal vez te convenga aumentar o reducir algunas páginas, tal vez cambiando una de las medidas un par de centímetros «quepa» la impresión en un rango de precios menor, etc.
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2. Cuidado con las marcas de corte
Las máquinas no pueden imprimir hasta el borde del papel. Lo que hacen es imprimir con márgenes en blanco y luego cortar la ilustración. Por tanto, ten en cuenta que, si tu ilustración va a sangre (si debe llegar hasta los bordes del papel), va a perder entre tres y cinco milímetros en todo el perímetro (según la imprenta). Por tanto, evita colocar elementos importantes demasiado cerca del borde del papel.
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3. Páginas dobles
Si la ilustración está pensada para ir a doble página (izquierda y derecha), piensa que el libro se plegará justo por el medio de esa ilustración. Y dependiendo del tipo de encuadernación que lleve el libro, esto hará que se pierdan más o menos milímetros. Incluso aunque el libro sea cosido o grapado, es mejor evitar que haya elementos importantes en esa parte central.
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4. Cubierta en tapa dura
Si hablábamos de una seguridad en el interior del libro de entre tres y cinco milímetros, la encuadernación en cartoné multiplica esta cifra. Piensa que la ilustración de la cubierta debe plegarse sobre la tapa dura, de modo que necesita mucho más margen; hasta tres centímetros según imprenta. Todo lo que esté dentro de ese margen se perderá.
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5. Deja sitio para el texto
Esto parece otra obviedad, pero es uno de los problemas más comunes con el que nos encontramos en el caso de los álbumes ilustrados. Sabiendo de antemano la fuente y el tamaño del texto, se puede probar este (aunque sea sobre un PowerPoint) para comprobar que el texto cabe holgadamente y dentro de unos márgenes lógicos (no demasiado al borde del papel).
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6. Si es ilustración digital
Las ilustraciones deberán estar CMYK, a una resolución mínima de 300 píxeles por pulgada y mejor en formato imagen que en PDF (psd, tiff, png o jpg). En el caso de que los puntos anteriores (márgenes, etc.) no se hayan tenido en cuenta, tendrá más fácil arreglo que en el caso de la ilustración manual.
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7. Si la ilustración es manual
Habrá que enviarla escaneada en formato imagen (no PDF) a una resolución mínima de 300 píxeles por pulgada. Es posible que al modificar el perfil de color a CMYK puedan variar ligeramente los tonos.
Si son pinturas no escaneables (óleos grandes, etc.), la fotografía debe ser de calidad, bien centrada (no en perspectiva), con buena luz y asegurándote de que no haya reflejos sobre la pintura.
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8. Y por último…
Haznos caso: lo ideal es que lo haga un ilustrador. Sabemos que te hace mucha ilusión hacer los dibujos tú mismo/a y que así además ahorrarías costes, pero ¿para qué vas a publicar? Te tiene que gustar el resultado, pero sobre todo le tiene que gustar a tu público, a quien te vaya a comprar el libro. Y un resultado llamativo y profesional, sobre todo en el caso de los álbumes ilustrados, es imprescindible para que el libro se venda más allá de tu círculo de conocidos.
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