Lo siento – miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «lo siento». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 9 de diciembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

 

DIL DARAH

Pues no, no lo siento
“Lo siento” y “Gracias” son expresiones tan arraigadas en el sistema de vida británico, como el té.
Al principio parece ridículo o excesivo, sobre todo cuando estás acostumbrado al café y asocias pedir perdón con hechos graves, lo mismo reservas el agradecimiento para sucesos importantes. Por este orden no te disculpas a la mínima y tampoco te parece bien cualquier cosa.
Volviendo al té, vamos a poner una mañana de esas con prisas: si alguien te prepara un café estás demasiado dormido para valorarlo, sin embargo, al recibir un té despertarías suficiente para cuestionarlo.
Pongámosle una lluvia fría al susodicho amanecer y una rodaja de limón al té. Igual el color amarillo te evoca una playa soleada o aprecias la vitamina C. Tal vez recuerdes un buen libro y una manta sobre las rodillas; o a tus abuelos, que en la segunda guerra no tenían agua ni tetera, y sus amaneceres se disparaban a bombas. ¿A qué el té gana? ¿No darías las gracias por seguir vivo y poder disfrutar de una mañana con una rodaja de atención personalizada?
Si no lo comprendes, siempre te beneficiaste de café y tampoco te emociona la literatura: prueba comenzar hoy cada frase con “Lo siento” y a las veinticuatro horas de transcurso haznos saber el resultado.
Habiendo desglosado la importancia de los pequeños detalles, podemos trasladar “Lo siento” a una infinidad de acciones. “Siento haber entrado antes que tú que esperabas hace horas”, “Siento molestar tu paso “, “Siento hablar en medio de tu frase”, “Siento no haber entendido la segunda guerra”, “Siento haber provocado la segunda guerra”, “Siento haber pedido un café cuando tú apenas das para un té”, “Siento haber despreciado el limón que te ha costado esfuerzo y sudor”, “¡Dios, siento ser una misera criatura egoísta!”.
En este punto entendemos que “Lo siento” es socorrido pero lo mejor es no tener que usarlo.
No desesperemos, querido lector, porque dando las gracias se puede recuperar algo de compostura. Gracias por estar aquí, delante de mí taza de letras matutinas. Gracias por tener la consideración de agradecer el limón y tomarte las molestias de abrir el Facebook para descubrir que un café gana, o no, con un poco de cítrico. Gracias por el buen libro, la manta, y a los abuelos, que nos quieren más que el amanecer.
Gracias por que existamos y no hayamos tenido que pedir disculpas.
¿Queréis un té?

MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO

Lo siento, más es mi nariz la causante de que yo cada día actúe tan golosa mente.
Eso es, mi nariz olfativa y, luego, está el gusto de mi boca.
Lo siento familia lo siento mucho pero no puedo evitar que mi nariz capte el olor de la leche a punto de hervir.
La leche de la vaca Margarita es la leche más rica que he tomado a lo largo de mi vida.
Vuelvo a decir ,»lo siento,»
Todos los de la casa sabemos que es el abuelo quien se encarga de ir a buscar a primera hora del día dando un largo paseo hasta la majada en donde su amigo Género junto a su ganado duerme.
A la vuelta a casa llevando en sus manos las lecheras de aluminio llenas de leche,deja que sea la abuela quién ponga al fuego en la grande cacerola también de aluminio ya que son recipientes de la época en que estamos, tal alimento.
Pero dejarme deciros el porqué digo lo siento.
Como ya dije mi nariz a esa hora temprana del día entra en acción y da paso Ami cerebro y este a mi boca o a mi gusto o a mi gana de meterme en la boca cucharada tras cucharada toda la nata que la leche a hervir muestra encima de ella.
Lo siento pero es tan buena esa nata que no la quiero compartir con nadie.

BENEDICTO PALACIOS

Querida Edwige.
Hace tanto tiempo que no recibo cartas que últimamente me las escribo a mí mismo. Nada original, antes que yo lo hicieron otros. En algo difiero de todos. He borrado de ellas la frase “lo siento,” las palabras con que te despediste de mí. Las he escuchado tantas veces en la vida. Algunas antes de conocerte. ¿A qué alumno no le ha dicho el profesor “lo siento,” como respuesta natural por un 4,5 o 4,75? Otro cantar que los padres quisieran comprenderlo. Los míos ni con el añadido de los buenos propósitos.
Para justificar el cate, yo me inventé para mayor gloria de las matemáticas que el profesor Álvarez me tenía manía. Menudo juego me ha dado esta palabra. Manía me tenía también doña Julia que no quería verme por su casa. Su hija Julita albergaba grandes proyectos y yo no le ofrecía garantías. “Tú eres un don nadie.” Julita, Miriam, Andrea y alguna otra parecían haberse puesto de acuerdo con esta opinión. Lo contrario que tú, Edwige.
—Gerardo, eres un chico con mucho futuro, pero ¿qué quieres que te diga?
—No sé, tú dirás.
—Pues eso, que eres un encanto.
—Gracias, te quiero un montón.
—Ya, pero no me gustas. “Lo siento.”
Si supieras cuánto dolor me produjeron las dos palabras dichas con tanto afecto. Porque esto fue lo peor de todo, que no expresaban desprecio sino consideración. Te dije entonces que prefería la misma frase en boca del profesor Álvarez.
—¿Y eso por qué?
—Porque un cate en matemáticas siempre tenía recuperación.

CARLOS TABOADA CABALLERO

EN LA HABITACIÓN
Afuera, algunas perturbaciones meteorológicas harían de las suyas. Una llamada “dana” sacaría a rodar por el asfalto los contenedores de basura, levantando del suelo miles de hojas otoñales y otras escenas consecuentes de un viento huracanado. Después, la lluvia se erguiría por encima de las aceras, y se filtraría finamente por conductos imperceptibles, característicos de la aguja para un cosido.
En la habitación, hace un par de horas, le pedí que se tumbara boca abajo. Descansé la barbilla sobre sus nalgas, danzando con mis piernas fuera de la cama. Fui trazando sus hoyuelos de venus con la punta de la lengua, e imaginé que, bajo la piel, unas potentes conexiones enlazaban con su segundo chakra. Su luna interior sonreía, y eso quería decir que estaba inundando y desbordando su alma. Ahí, en el filo de su epicentro, cuando se dio la vuelta para darme con su pubis en la frente, utilicé la misma punta, solo que esa vez, para tal recorrido, tracé como pintalabios. Disfruté de una senda sinuosa y carnosa, de simetría maravillosa y sin fin.
En la habitación, ahora, tengo mi brazo bajo su cuello, nuestras piernas cruzadas y el tacto de los pies unidos. Ella duermevela en algún lugar de su olimpo, y la respiración que sale de allí desprende besos y sexo. Apenas tengo que levantar la cabeza para acercar mis labios a su oído. Le digo: «Lo siento». Abre los ojos, y me parece que pregunta a través de ellos. «¿El qué sientes?». Sonriendo, acurruca la oreja, esperando mi respuesta. Le digo: «Lo siento. Todavía no he acabado contigo». Entonces, con la mano libre, comienzo a recorrer nuevamente su cuerpo.

REBECA FS

Es tu retahíla
Tu continuo arrorró con el que me encantas
Y es que tu mirada y tus babas al ver mi guitarra
Y el querer cogerla porque quieres escucharla
Hizo que se rompiera estrellada
Un ciego te llevaba
Oímos el crujir de la guitarra
Salí corriendo a buscarla
Tú creíste que te pegaba.
La nariz atomatada
Lágrimas de manzanilla
Es tu retahíla
Tu continuo arrorró con el que me encantas.

FÉLIX MELÉNDEZ

Desvivir… Patear, los sentidos.
suspender al sentimiento
alejar lo tenido y sucumbir.
Por un «lo siento» no sentido.
Y planear como patos,
al viento, el olvido,
sobre los desaires traídos.
Los gritos aullidos. Del silencio.
«Los sinceros , lo siento»
sentidos. Los momentos,
el recuerdo de amar, desamar,
de nuevo, de siempre…
Entren, aires y vientos,
huracanes y tempestades,
donaires y don viento.
Desaires y tormentos.
A decir «Lo siento», «lo siento»
con todos los sentidos,
y habrás cumplido.
Pero no.
Las fuerzas más banales
Se nos fueron,
el cisne volando, sin respirar,
ni parar, voló por otros cielos,
aunque los dos nos dijimos,
doscientos, «Lo siento».
El ánade pateando, no volvió,
volando va sin esperar,
sin cantar, ni nadar.
Voló sintiéndolo mucho mejor,
voló por los cielos.
La codicia separada,
destrozando las vidas.
Con los siempre» Lo siento»
que nunca se cumplirán del todo.
Nunca volverán los «Te quiero»
a empezar de nuevo
como antes. No. Sólo,
sin nada, sin aire, ni vientos…
Sin morada… Que entren
los aires y los vientos
tormentas y tempestades.
Que el rayo se lleve al viento,
todos, todos, mis males y tormentos Suplicando » Lo siento».
Para poder perdonar al tiempo,
todos tus malos momentos.
Sean atormentados
y tremendamente alejados,
Empujados hacía el mar,
por el aire y el viento,
Sin ningún «lo siento».
Siendo un sentimiento,
decir: «lo siento»
¿Cuánto cuesta?
¿Cuánto vale un lo siento?

CUENTOS DEL ALMA

Siento el mal que te hicieron mis palabras.
Me conmueve como algo de lo que dije o hice te hirió.
Siento como tu pérdida te duele
Me doy cuenta de que sufres cuando me preguntas y la respuesta no te gusta
Siento tu decepción cuando esperas y no recibes lo que esperas.
Me entristecen tus enfados porque no te dije lo que querías oir.
Siento, siento, siento, claro que te siento.
Pero no me culpo, pues tu eres tan responsable de lo que sientes como yo de lo que digo o hago.
Y desde ahí no hay un lo siento, solo hay un SIENTO,
y si te sientes, si te escuchas,
sabrás que hay detrás de que te hieran mis palabras y mis acciones,
detrás de la tristeza de las pérdidas,
detrás de la decepción de las respuestas y actitudes no esperadas,
detrás de los enfados por no hacer o escuchar lo que querías
Te propongo un compromiso, tú te comprometes a indagar que es lo que verdaderamente te duele, te hiere, te entristece, te decepciona o te enfada y a explicármelo si crees que puedo ayudarte a resolverlo.
Por mi parte me comprometo, a facilitar si es que puedo, la resolución.
Mientras seguiré sintiéndote, TE SIENTO, sí, TE SIENTO, pero no esperes más porque no lo siento.
Ámate y escúchate, porque en el amor no hay cabida para el Lo Siento.

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Marcus se disculpó por sus errores cometidos, a sabiendas, que nadie empatizaria con él. Poco a poco la masa social que se acercaba a Marcus por su cercania al poder se fue distanciando, en primer lugar, porque sus homólogos en el poder le fueron dejando de lado, y en segundo lugar, bastante más desagradable, porque sus homólogos en el poder fueron vertiendo pestes sobre Marcus a sus espaldas, dejando su reputación por los suelos, aprovechando su ausencia debido a un asunto de índole personal y familiar.
Marcus fue insultado y fue objeto de mofa, dio la oportunidad de que se retractaran de sus comportamientos discriminatorios hacia su persona y de que se disculparan, pero el orgullo de sus verdugos, llenos de egos, envidias y maldad les impedía realizar lo que Marcus ya había sido capaz de realizar. La falta de humildad de la gente que increpó a Marcus hizo que el propio Marcus tomará medidas y se distanciara de ellos, pese a la bondad de Marcus, que llegó a su límite.
El tiempo dio la razón a Marcus, pero ya era demasiado tarde. Marcus cumplió sus funciones en el poder y no se aprovecho de su posición ni de su cargo, pero su honradez chocaba con la corruptela de sus homólogos en el poder.
Marcus en la actualidad y por petición de sus seguidores se plantea volver a introducirse en el poder desde la oposición, pero debido a su anterior desgaste es posible que decline la petición y de aceptarla sería para hacer frente a la corruptela de sus antiguos compañeros a los cuales él pidió perdón pero ellos a él no.

RAQUEL LÓPEZ

Ellos, como cada noche de verano, acostumbraban a sentarse en el porche de su casa bajo el cielo azul estrellado.
El aspecto de ambos, los surcos marcados en sus caras, denotaban un aspecto envejecido, delatado los inmensos años vividos.
Se tomaron las manos revestidas de arrugas, sin embargo sus almas siempre se mantenían jóvenes.
Permanecían callados, nada tenían que hacer, tan sólo estar el uno con el otro, siempre juntos.
Pasadas unas horas, él se aproximó al semblante sereno de ella y la besó, recordándo que no había mujer más hermosa que ella en toda la faz de la tierra. Ella, conservando la misma mirada inocente de hace tiempo, esbozó una sonrisa y abrigandose con su chal, reposó su cabeza sobre sus hombros, acariciandole la cara.
-Lo siento, – le dijo él.
-¿El que sientes? preguntó ella.
-Lo siento, siento que algún día me tenga que marchar y si lo hago antes que tú, perdóname.
Ella le respondió :
-Lo siento, si yo te dejo marchar antes, perdóname tú a mi.
La paz de sus almas quedó tan apacible, que no se atrevieron a decir nada más y con sus manos entrelazadas, siguieron contemplando las estrellas….

JÉNIFER DÉNIZ RODRÍGUEZ

Solamente estas dos palabras son suficientes para percatarme de mi fragilidad, de mis errores e imperfecciones. Me percibo inmensamente pequeña en este mar al que llaman “universo.” Cierro los ojos pensando en ti, repitiendo tu nombre, evocando las múltiples ocasiones en las que te he fallado. El abismo se intensifica en mi interior. Mi temblorosa voz trata de gritar: “!Lo siento, lo siento, lo siento!” Respiro profundamente. El único sonido que consigue desprenderse de mis cuerdas vocales es un leve susurro. El viento no me devuelve una respuesta. Gracias, silencio, por escucharme y llenar mi vacío. Espero que al menos tú sepas perdonarme.


CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

Siento haber perdido el tiempo entre bastidores mirando sin actuar, esperando que la gota fría del entreacto atrajera para sí un sol derretidor, acompasando la cálida sonrisa que dibujara un rictus perfecto en tu cara.
Siento que perdí el tiempo en la contemplación de una nube engañosa que guardó para sí su contenido sin derramar ni una lágrima.
Siento que perdí mi tiempo en el confort que proporciona actuar por omisión, y así, sin mover pestaña, asentarme en el sillón perfecto de un victimismo acomodaticio a mi cobardía.
Siento no haber visto detrás de tus ojos la llamada; siento haber perdido en los míos la capacidad de ver el llanto derramado en baldío.
Siento que me perdí en el verso vacío de estrofas donde apenas una letra o un borrón habrían conseguido quizá, el milagro de la escritura invisible, grabada, pero poseedora de la gran verdad que no clama, la que desde su escondite ignora y agradece siempre el no tener que conmoverse por un «lo siento». Siento que me perdí en siglos de perdones y agradecimientos prestados, tan contrarios como este sentir fingido.
Cuantas veces me perdí por no saber decir: ¡Lo siento!

FLOR RODRÍGUEZ

Carta al viento
¡Hola!
No se si alguna vez recibirás esta carta, pero decidí, de todos modos, escribirte.
Se que ha pasado mucho tiempo y que quizás tu enojo sea desmesurado al leer lo que quiero contarte.
No fue tu culpa, creo que en realidad no hubo culpables pero yo decidí cargarte con todo ese peso porque me sentía herida, traicionada y abandonada.
No fue una decisión fácil, pero sí apresurada. Creí que al hacerlo ya no sentiría todo el dolor que me provocó saber que ya no me amabas. Por eso aquella carta de despedida tan llena de reproches y acusaciones hacia ti.
Pero quiero que sepas que solo después de haber
amarrado aquella soga a mi cuello con fuerza y alejar aquel banco, que tu con tanto amor alguna vez hiciste para sentarnos juntos en el patio, comprendí que no había culpables; que los amores nacen y que también como yo, aquel día, mueren.
Cuando sentí cada músculo de mi cuerpo tensionarse y mi instinto de supervivencia se activó dejándome luchar para poder respirar, ya era tarde… solo duró un instante, pero el dolor me perseguirá por siempre.
Espero que no te hayas creído aquellas palabras llenas de odio y desesperanza y que tu vida haya podido progresar en mi ausencia.
No te culpo por lo que hice, y espero que hoy tengas toda la felicidad que en aquellos días no encontraste a mi lado.
Te escribo desde aquí, volviendo mis palabras suspiros, y ruego al viento que se apiade de mi alma y las deje llegar a tus oídos.
Pido perdón,
y me despido.

LOLI BELBEL

NI PIEDAD NI JUSTICIA
Hoy solo he pensado en un poema
trivial, anecdótico simplemente.
Pensaba en un poema sobre una carta de amor
tan tópico, tan típico,
tan simple…
Y me dije, ¡bah!
Olvídalo.
¿Para qué?
¿De qué sirve hoy recordarlo?
Y a medida que el tiempo pasaba
me sentía más y más cerca de ese pasado
y de esa carta que nunca te escribí.
La esperaste tanto tiempo …,
que mi culpa tiene que caer sobre mi vida,
no exijo ni piedad
ni justicia para mi.
Me amabas tanto que no pude alcanzar a comprender
ese amor tan sublime, tan implacable…
Mi cobardía
mi angustia
mi miedo
mi inmadurez…,
y tu recuerdo salvaje,
me persiguen con furia
porque en la cumbre de mi juventud
yo te amaba con una fuerza inconmensurable…,
pero mis dedos bloquearon ese amor
¡no quisieron mancharse de tinta!
No puedes llegar a imaginar cuánto
lo he sentido
lo siento y
lo sentiré toda mi vida…

EMILIANO HEREDIA

Buenas tardes.
Aprovecho para darle las gracias a Cris Moreno “la jefa “, por haber propuesto este tema.
Apreciadas personas que estáis leyendo esto.
Este relato, no va a hablar de un personaje que hace algo y se ve obligado a decir lo siento.
Sin que sirva de precedente, voy a hablar de mí, cosa que nunca he hecho, creo, o si lo he hecho, ha sido en contadas ocasiones.
No es por puro acto de vanidad.
Simplemente, me apetece que conozcáis a un miembro casi anónimo de este grupo tan plural
Lo siento, pero no.
No he sido ni seré hipócrita.
Nunca.
Me gusta ir de frente.
hipocresía
Del gr. ὑποκρισία hypokrisía.
1. f. Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.
Dicho esto, me viene a la memoria, una canción de Loquillo y Los trogloditas “La mataré”, una canción sobre un estado de furia, por parte de un amante despechado por la ruptura con su pareja, cuya principal frase es “..que no la vuelva a ver, porque se que la mataré a punta de navaja…”.
Empiezo con este tema, porque me parece muy hipócrita el ataque a esta canción por parte de cierto sector femenino, que la han demonizado. Y seguro, que alguna de estas mujeres, por aquellos tiempos de los años 80, siendo adolescentes, les gustaba esta canción y hasta la bailaron.
Cosa que yo sí he hecho, lo sigo haciendo, y siempre lo haré, por muy políticamente incorrecta que pueda parecer la canción.
Porque claro, es aquellos, años, llevaba (ahora no, que me queda poco pelo) tupé, patillas, chupa cuero, botas con espuelas, todo de negro, en homenaje a Jhonny Cash…
O sea, era, soy y seré rockabilly.
Pero eso no me ha impedido nunca, reconocer que, aparte de Doo wap, rock and Roll…me han gustado y me gustan otro tipo de música, según me dé.
Enya, Clannah, Lito vitale, Win merten…(música new age), U2, Nirvana…..música dance….
Los cinco latinos, música italiana, clásica (el dueto de Adán y Eva, de “la creación” de Hyden es brutal, usada como interludio de la película “El Nido”, de Jaime de Armiñan, uno de mis directores favoritos, junto con Berlanga, Buñuel, Ingrman Bergman, Truffaut (“el pequeño salvaje” maravilloso el adagio de la composición de Vivaldi”concertó per flauttino rv243))
Es decir, principalmente soy rockabilly, pero no soy tan hipócrita de decir que solo escucho rock and roll.
En cine, más de lo mismo. Lo único que odio, dentro del respeto, son las películas musicales. Lo siento, no puedo con ellas, y mira que he visto “My fair lady”, con la grandiosa Audrey Herpburn, pero la prefiero en “desayuno con diamantes”.
Humpfrey Bogart, es uno de mis actores favoritos (he visto todas sus películas), aunque también he visto todas las películas de Torrente.
Y para acabar con la música, si, me gustan los Beatles, como a Mafalda (tengo todos los cuadernillos de sus tiras, del gran Quino, cientos de tebeos de Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape…etc.) y también los Rolling Stones.
Políticamente, soy plena y abiertamente republicano. Pero este nuevo Rey, no me cae del todo mal, es más moderno que el anterior, le veo más preparado, no tiene cara de cacique de finca como el anterior. Pero sí me gustaría que España sea una república.
En literatura…..no pararía, George Orwell, Aldius Husley, Giovanni Guareschi (enlazando con el comentario anterior, de este autor, en su novela “Camarada don Camilo”, cito un pasaje, de que el alcalde comunista Pepone, se pone a rezar de rodillas en la cubierta del barco que le lleva a Rusia, ante el enorme riesgo de naufragio del barco, por una tremenda tempestad. Aunque republicano, no se me caen los anillos en reconocer que creo en Dios, y en cierto sector del clero, el más cercano al pueblo, de hecho, tengo un gran amigo que es sacerdote).
Y qué decir de la generación del 98, la del 27….Odio a Camilo José Cela, un censor de libros de la dictadura, que fusiló muchos relatos de escritores noveles en su propio beneficio….. Aldecoa, Sánchez Ferlosio, Ana María Matute….
En ciertos rasgos generales, más o menos, soy así, y otras cosas que omito para la intriga general, y que tal vez, otro día me anime a contar.
Lo siento, pero no. No soy hipócrita, soy como soy, y como decía mi abuela. “más vale ponerse una vez amarillo que ciento colorado”.
Un fuerte abrazo, y besos mil

ALBERTINA GALIANO

En una oscura y fría tarde de sábado llega un toro negro que embiste sin respetar absolutamente nada. Ni siquiera a quienes se merecen una trinchera a su alrededor, porque su voz tranquiliza, serena, eleva, calma.
Los viernes, mientras me arreglaba, la oía en la Ser, y cada día su mensaje era un café fuerte en vena, un refugio de cordura para abrigarme en él y adentrarme entre sus plumas en la vorágine de la mañana, y la insulsez de un mundo que se apergamina volviendo a un rancio pasado de caverna y manada.
Sus palabras dan alas. Su sencillez y franqueza, su des-remilgada labia me hace sentir que algo aún es posible, si se persigue y se ansía de verdad.
Triste descubrir, de nuevo, este cangrejo de patas negras que toca con sus pinzas a quien le place, y como en un juego de niños te deja fuera si le da la gana: ¡pillado!
Las letras quedan huérfanas de madre, las mujeres quedamos huérfanas de palabras si tú te apagas.
Hoy no puedo. Tal vez mañana me despierte tranquila en la evidencia de que no te irás, en realidad, porque quedaste atrapada entre los renglones de tantas vidas, las vividas, las relatadas, las soñadas. Tal vez mañana.
Descansa ya, bien te lo has ganado, ¡brava!

DANI GALLEGO ALEMÁN

Lo siento tantas veces al día…que ya no se qué es no sentirlo. Siento irme y venir, irme yo, de mí, irme en general . Y el venir, el volver a estar, raro, soy nuevo, siempre , en casi todos sitios, para mí….. Lo siento venir, lo siento, de corazón, lo siento real, una nube, la más bonita entre las demás, blanca y brillante como el despertar de un veranito en mazarrón. ¡ Qué bonita!, de verdad. Y me lleva, simplemente me lleva y me calla un ratito, me tapa con mantitas, de cuadros de colores rojo, azul oscuro, verde. Hay quién sabe ser magia, hay otros que solo sabemos dejar que la magia nos toque cuando quiera, o pueda. Sin rencores, a mí la magia me da mucho. Hay quién hace magia a placer, yo, como muchos otros, solo permito que pase por mí cuántas veces quiera y me deje ese sabor saladito, esa estela de sardinas plateadas. No se más allá de ésto que escribo ahora, mañana quizá me esconda y pasado volveré a sentirlo. Lo siento, lo siento por algunos demás. No lo siento por y para todos y menos por mí. Es otra cosa, cerrar la puerta y destronar al tiempo…¿cuánta gente lo querría? jeje. Es como simplemente dejar de mirar un rato. Siempre supe de mis alas rotas pero, joder, cómo salto a veces…alto, alto y lejos, sí, a veces sí. Lo siento por los que me sienten solo y no se hacerles sentir lo poco que me siento solo conmigo. Lo siento, de verdad, por todos los que me sientan maleducado, poco serio. Es que de verdad que se me pierde, a veces , se me pierde, el tono, el ritmo, el número y la calle. No se, solo quiero callar. Y callo, callo como si no hubiera un mañana, contraseña en el telefonillo de la puerta. Como un solitario sin llano que solitar voy, tranquilo y sin ganas de nada en particular. A dónde llegue voy.

TESS LORENTE

Se repetía en mi cabeza como el estribillo estridente de una canción del verano, que odias y que deseas que pase de moda de una vez por todas.
Lo siento, lo siento,… repetía constantemente tras cada insulto, tras cada desprecio, tras cada vez que me ninguneaba ante los demás.
“Es que tienes que aprender a callarte”, “la culpa es tuya por cabrearme”,…
Y acto seguido, la dichosa canción que me acompañaba a diario: lo siento nena, lo siento…
Pero no era cierto.
La agresividad y el desprecio con el que me trataba iban en aumento.
Un día, sin venir a cuento, cruzó la línea roja y la violencia psicológica a la que ya me había acostumbrado y que excusaba con mi torpeza, evolucionó para tornarse un zumbido ensordecedor en mi oído tras la primera bofetada. El impacto de aquel golpe resonó en mi cabeza como el eco de un disparo, el ardor de la piel de mi mejilla como brasas vivas, y el morado en mi ojo, me mostraron ante el espejo el fiel reflejo de cuál iba a ser mi futuro a partir de ese momento.
De aquella primera bofetada, a las patadas y empujones, pasó en un abrir y cerrar de ojos…ensangrentados, cómplice maquillaje y gafas de sol oscuras.
La música alta para evitar que los vecinos husmearan. El disimulo como modus operandi ante la galería.
El temor que me invadía al sentir su presencia, junto con la sensación de cautiverio, sintiéndome presa en mi propia casa, me obligaron a reaccionar.
Tras una paliza en la que desee morir, desesperada y sin nada que perder, cogí las tijeras de podar el seto y aprovechando su profundo sueño, le corté….la oreja. Acto seguido apunté con ellas a su yugular y le amenacé de muerte.
—“Lo siento, pero no pienso quedarme aquí a esperar a que me mates” —dije mientras salía del apartamento, decidida a ir directamente al puesto de policía más cercano.
—¡Irás a la cárcel, desgraciada! —gritaba mientras intentaba tapar la sangre que brotaba a borbotones de su cabeza, con la mano que tantas veces había apaleado mi cara.
—¡La cárcel es quedarme a malvivir contigo. A partir de ahora voy a ser libre!
—“Ni una más y mucho menos yo” —grité en la comisaría al firmar la denuncia, ante los agentes que le fueron a arrestar.

KATA MAR

Camino a casa Maiden iba muy cansada, después de una extensa reunión de trabajo, no dejaba de recordar la noche anterior pues había salido con el hombre que la hacía soñar, esa noche mágica se bebieron una botella de vino, lentamente se fueron acercando y la pasión, el deseo se juntaron para que aquel encuentro fuera excepcional. Al llegar a la puerta vio un sobre, lo abrió ahí estaba una carta de su enamorado:
No podemos seguir juntos, le dijo Mauro a Maiden, lo nuestro tiene que terminar, mientras estuviste de viaje ocurrió algo…mi familia decidida no aceptarte y ya me han comprometido con pepita, la única hija de dicha familia.
Te amo con todo el corazón y mi ser, pero ya no puede ser, el tiempo que estuvimos juntos, aunque poco lo pasé fenomenal, descubrí lo bella que puede ser la vida viéndola de una manera distinta. me hiciste una mejor persona, desarrollaste mi potencial de paciencia, humildad entre otras cosas bellas.
A veces me enojo con la vida por ser tan injusta, por mucho tiempo busque en distintas personas lo que tienes, tu esencia, tu risa, dulzura, no la encontraba, siempre daba con persona interesadas por mi intelecto, cuando me di cuenta de esto me desilusioné por que supuse que no habría nadie que fuese sencillo con un corazón de oro, hasta que llegaste, con esa mirada fija, con metas claras. En el momento en el que te vi por primera vez vi que eras solo para mí, que llegarías para cambiarme por completo mi vida, y así fue.
Te llevaré por siempre aquí metida en mi corazón, por la gran persona que eres, recordare tus abrazos eternos cuando este durmiendo, tu olor de piel en la madrugada, el sabor de tus besos cuando beba la primera taza de café en la mañana.
Te juro que jamás amaré a Pepita como te amo a ti, me caso obligado, solo por compromiso no más, lo hago por mi familia, ante la crema innata de nuestra sociedad ese matrimonio era lo mas esperado por todos, ya me imagino lo que dirán:
– ¡Que bellos se ven! Exclamo uno
– Van a durar por siempre. Dijo otro.
lo siento hacerte sufrir, no me gusta verte llorar ni triste, no te hace bien, por favor nunca me saques de tu corazón.
A la vida le pido que algún día me pueda recompensar por todo lo que me esta quitando ahora, al amor de mi vida, a lo que más quiero en este mundo.
Te lo repito de nuevo lo siento…
Luego de leerla y llorar por largas horas la apretó junto a su pecho, y juro por la luna y las estrellas que siempre lo llevaría en su corazón.

BEGO RIVERA

Invierno
«Una madre puede criar, proteger y sacar adelante a sus seis hijos…¿ Pueden seis hijos cuidar de una madre? » Pensaba Quique.
Tina- Doña Agustina- se encontraba sentada en su sillón favorito al lado de la ventana. Estaba ensimismada viendo caer los copos de nieve, no se percató que la cafetera que había puesto un rato antes se estaba chamuscado, el olor a café quemado la alertó. Se levantó y andando con dificultad entró en la cocina, la humareda llenaba la estancia y retiró la cafetera haciéndose unas leves quemaduras. Se quedó sorprendida viendo el desaguisado.. no recordaba que hubiese puesto la cafetera, vivía sola. Últimamente le pasaba a menudo, hacía cosas que no recordaba o se le olvidaba hacer otra; » Normal a los setenta y ocho años» se dijo en un momento de lucidez.
A las cinco sonó el timbre de la puerta. ¿ Quién sería? No esperaba a nadie.
Quique se dirigía a casa de su madre con esos pensamientos en la cabeza.
Había hablado con ella para decirle que irían todos los hermanos a verla.
Eran seis hermanos, habían quedado en casa de su madre a las cinco para una reunión urgente. El motivo de tanta premura era la llamada recibida el día anterior por la policía, encontraron a su madre desorientada por la calle, diciendo que tenía ir a trabajar y no encontraba la calle, iba en pijama y con su bata en plena nevada. Ella negó que ese episodio hubiese acaecido, realmente no lo recordaba. Su madre llevaba tiempo perdiendo la memoria más deprisa de lo que los médicos les informaron. Él era el pequeño de todos los hermanos y el único soltero, su único amor era su trabajo, de momento no se le había terciado formar una familia a sus cuarenta y seis años. Ya se habían sucedido varios incidentes con su madre en los últimos meses, hablaron todos los hermanos por teléfono pero no sé ponían de acuerdo.
A las cinco y media llegó a casa de su madre. Allí ya estaban todos, con caras largas: sus cuatro hermanas con sus respectivos maridos y su hermano Andrés con su mujer Alicia. Llegaba tarde porque el avión se retrasó, era el único que no vivía en Madrid.
Tras los oportunos saludos de rigor fueron al grano, al parecer todos tenían prisa por irse. Quique hizo caso omiso, su madre estaba apartada de los demás, en su sillón favorito. Se acercó a ella y después de darle un buen achuchón le preguntó cómo estaba y se puso a hablar con ella. La cara de su madre irradió felicidad cuando le vio. Andrés le metía prisa, nervioso y alzando la voz. La reunión ya empezaba tensa. Quique preguntó si ya habían pensado en algo, ya que era evidente que su madre no podía vivir sola. Su hermana Ana aseguró que sí, venderían la casa de su madre y la meterían en una residencia, según sus hermanas – todas de acuerdo- era lo mejor para ella. Quique propuso que pasara un tiempo en cada casa, total eran seis…serían solo dos meses al año. Comenzaron a poner escusas, hasta los cuñados. ¡ Nooo, lo ideal es la residencia! Aseveró Isa, la hermana más mayor. Andrés y su mujer permanecían en silencio, cosa que le llamó poderosamente la atención a Quique.
Preguntó con firmeza a Andrés que opinaba. Le costó trabajo pero al final logró que hablara y estalló el caos en la casa: la casa ya no pertenecía a su madre, Andrés con sus chanchullos económicos- nada legales- se aprovechó de las circunstancias de su madre e hizo que la pusiera a su nombre, con eso pagó a un usurero al que debía mucho dinero, con la condición de que dejase vivir a su madre ahí hasta que faltara.
Su madre que había pasado lo indecible, viuda a los treinta y cuatro años y con seis niños, que los sacó adelante sin parar de trabajar, y lo que le costó poder comprar la casa.. ahora no tenía nada, ella ni era consciente. Los gritos y voces resonaban por el salón, nadie quería – porque sí podían- hacerse cargo de ella.
Quique miró a su madre que asustada y con los ojos llorosos los miraba, Quique mandó callar a todo el mundo. Se acercó a ella, la ayudó a levantarse y le cogió las manos tiernamente. » Mamá, ¿ Te gustaría venirte a vivir conmigo?» Le preguntó. Ya pensaría más adelante como se las apañaria con el trabajo. Ella sonriente le respondió que sí. Los demás respiraron aliviados.
– Hijo, ¿Quiénes son estás personas que están en mi salón? Diles que se vayan, gritan mucho – susurró a su hijo, aunque todos pudieron escucharlo.
Durante unos segundos sus hermanos y cuñados permanecieron en silencio, en sus caras se reflejaba el estupor. No hizo falta que les dijera nada, después de recomponerse empezaron a desfilar, más satisfechos que tristes la mayoría.
Cuando se quedaron solos se abrazaron, con fuerza, inspiró la fragancia de su niñez, seguía impregnada en su madre, el perfume que solo un hijo reconoce en su madre.
Con lágrimas en los ojos le musitó al oído » Lo siento mamá».

BEATRIZ ÁNGEL

Voy a ser intensa, muy intensa, lo siento.
Voy a ser apasionada de más, lo siento.
Voy a mostrarte lo que siento, lo siento.
Voy a amarte sin estar enamorada, lo siento.
Voy a decirte todo lo que haces bien sin más, un día y momento cualquiera, lo siento.
Voy a vivir sin saber de donde vienes o dónde has estado, lo siento.
Voy a tener tu teléfono al lado y no voy mirarlo, lo siento.
Voy a verte con otra mujer y no voy sentir celos, lo siento.
Voy a irme a dormir contigo o sin ti y a dormir como una reina igualmente, lo siento.
Voy a preferir cenar con mis amigas a cenar contigo muchas veces, lo siento.
Voy a dártelo todo y a quedarme sin nada si me lo pides, lo siento.
Voy a correr a salvarte si me necesitas y a dejarlo todo, lo siento.
Voy a pedirte que me abraces solo por sentir el calor de tus brazos una noche de invierno, lo siento.
Voy a ser tu cocinera pero no esperes que te lleve el bocata al trabajo, lo siento.
Voy a enamorarme de ti en un minuto y vivir lo que dure como si cada segundo fuese mi momento, lo siento.
Voy a consentirte que metas en tu cama a quien te dé la gana, lo siento.
Voy a confiar en ti y voy a creer siempre en tu palabra, lo siento.
Voy a serlo todo y te daré mi alma pero soy como la niebla que precede al alba y desaparezco en cuanto sale el sol si descubro que me engañas.

EFRAIN DÍAZ

En el ocaso de su vida y a raíz de la muerte de su esposo, las cosas comenzaron a complicársele.
No tenía las mismas energías ni los mismos reflejos.
Su casa era grande. Cinco cuartos dormitorios, tres baños, sala, cocina, comedor, familiy y una buena terraza con un patio razonable. Era de dos niveles y subir escaleras era un fastidio. Llevaba en ella mas de cincuenta años. Allí había criado a sus tres hijos, ya adultos y requería un mantenimiento que ella no le podía brindar. La habitaba ella sola. En un pasado, la casa sirvió como el centro de actividades familiares. Ahora mas bien era solitaria.
Sus hijos, dos varones y una hembra eran todos profesionales. El mayor se hizo médico y era un cotizado cirujano. El segundo se hizo abogado y trabajaba en una firma que le exigía al menos 60 horas de facturación semanales. La hembra estudió contabilidad y manejaba una firma de contadores públicos autorizados. Entrelas exigencias de sus profesiones y las exigencias de sus propias familias, exhibían una especie de negligencia indiferente en las atenciones hacia su madre. Apenas la visitaban. La casa comenzaba a mostrar trazos de deterioro.
Cierto día, los hijos se reunieron para planificar llevar a su madre a un asilo de ancianos.
Pensaron que allí estaría mejor atendida, mejor alimentada y tendría compañía. La compañía y atenciones que ellos no podían brindarle por lo complicado de sus vidas. No estaban dispuestos a ceder ni un solo palmo de la ajetreada y excitante vida que llevaban. Por lo que el asilo era la mejor solución.
Luego de pasar revista por varios centros de ancianos, optaron por uno. Estaban dispuestos a compartir el costo de lo que no cubriera el seguro social, con tal de acallar la conciencia que les machacaba que era pura vagancia y negligencia el no querer encargarse de su madre.
El único problema era el perro. Su madre tenía un perro sato de mediana estatura. No tenía ningún tipo de entrenamiento pero la entendía. Era su única compañía y donde estaba ella, estaba el sato. Llevaba con ella poco mas de doce años. Era un perro viejo pero fiel.
Uno de los hijos propuso llevarlo a un “shelter”. En su ignorancia, pensaba que alguna familia lo adoptaría.
“No seas tonto”, le dijo su hermana. Ella sabía que si nadie lo reclamaba en adopción en treinta días, lo asesinaban, o como decimos coloquial y elegantemente “lo ponen a dormir” o si queremos pasar por cultos, le practican la eutanasia, que no es nada mas allá que inyectarle una sustancia que le hace perder el conocimiento para luego inyectarle otra que le provoca un infarto masivo. Se le practica a los animales cuyas condiciones de salud o enfermedades no les permite tener una calidad de vida aceptable, están en continuo dolor o sufrimiento. Un lujo que seres humanos con uso de razón y alegada capacidad para consentir sobre sus cuerpos, no se pueden dar. El ser humano tiene que chuparse el dolor y el sufrimiento hasta el cabo.
La madre no aceptaría ir a un asilo de ancianos y mucho menos que su única compañía, porque sus hijos no la eran, fuera a parar asesinado o eutanizado en un shelter.
Un buen día y aprovechando que estaba de buen humor, la hija intentó venderle la idea de un asilo de ancianos.
-Y el perro, viene conmigo?Preguntó la madre.
La hija no supo que responder.
-Bueno, ya veremos. Tendremos que buscar un hogar que permitan mascotas. Replicó la hija.
-Ya sabes que donde no permitan a skippy, yo no voy.
-Ya veremos que haremos madre. Ya veremos.
Luego de un par de horas de visita, la hija se marchó.
La madre, que no era tonta, desconfió de las intenciones de sus hijos.
No soportaba la idea de parar en un asilo donde la comida es malísima, hacen juegos pendejos o los atontan viendo televisión.
También le aterraba la idea de no tener a su sato.
Esa noche abrió el closet y sacó una vieja maleta que allí tenía guardada. Metió cuanta ropa pudo y sus efectos personales.
Luego montó al sato en su vehículo y mirándolo tiernamente y con lágrimas en sus ojos, le dijo “ni tu vas para un shelter ni yo voy para un asilo. Lo siento. Bueno, mas bien no”. Prendió su auto y escapó.
Pasaron unos cuantos días y no fue hasta que uno de sus hijos fue hasta su casa, que se dieron cuenta que ni el vehículo ni el perro estaban.
Fue al cuarto dormitorio y encontró las gavetas vacías.
Alarmado llamó a sus hermanos y les dijo que su madre se había marchado.
Inmediatamente los otros dos hijos dejaron sus quehaceres y aterrizaron en la casa de su madre.
Luego de verificar toda la casa, llegaron a la conclusión que en efecto se había marchado.
La hija sacó su teléfono celular e intentó llamarla. Fue en vano. El teléfono sonó en el family. La madre se había marchado sin su teléfono celular.
Los hijos dieron parte a la policía. Pero al ser la madre una persona mayor de edad, no era mucho que se pudiera hacer, hasta que uno de ellos le dijo al agente que ella padecía de Alzheimer.
Los otros dos lo miraron extrañados pero era lo único que podía mover a la policía a comenzar una búsqueda de la anciana.
Al otro dia comenzó la búsqueda. La policía tenía la descripción del vehículo y la descripción física de la anciana. La buscaron como aguja en un pajal.
Pasó una semana y no habían dado con su paradero. Por lo que publicaron la noticia en televisón nacional.
Comenzó una búsqueda a nivel nacional.
La madre iba de hotel barato en hotel barato. Había sacado efectivo en varios bancos para no dejar rastro electrónico. Había visto el noticiero y se había enterado de la búsqueda que de ella hacían.
A veces se reía al saber que había burlado a la policía. A veces pensaba en sus hijos y en como deberán sentirse con todo este entuerto, pero rápido le venían a la cabeza las imágenes del asilo y del “shelter” para el perro y le daba ira.
Estaba decidida a no dejarse agarrar ni por las autoridades ni por sus hijos.
“Si pagaron la orquesta, pues que escuchen la música”, decía para sus adentros. Sabía que si la agarraban, entonces si terminaría en un asilo y el perro, ejecutado.
Continuó moviéndose de hotel barato en hotel barato.
Visitó muchos lugares que siempre quiso ir y que por falta de tiempo, o de buena planificación, no había visitado. Serían las últimas vacaciones de su vida. Su última aventura antes de regresar o que la agarraran.
La anciana nunca regresó. Tampoco la agarraron.
A los seis meses la encontraron muerta en uno de esos hotelitos de mala muerte. Un aparente infarto. El sato seguía a su lado.

NEUS SINTES

Hay muchas maneras y formas de decir un «lo siento». Para decirlo tiene que ser de corazón, no decir por decir.
No quiero oír de tus labios un «»Lo Siento», sino lo sientes de verdad. Para eso mejor no me lo digas. Cuando estés preparado para decirlas de corazón, entonces te las aceptaré. Aunque eso no se significa que te perdone por todos los errores cometidos.
En su día me amaste, aunque también me humillaste con tus burlas. Nunca supiste valorarme como mujer en lo que yo hacía. Nunca supiste valorar aquello por lo que que me hacía sentirme bien. Nos convertimos de ser una pareja a convivir dos adultos haciendo cada uno vidas distintas, sin compartir apenas nada. El silencio abundaba en la casa. Solo lo deshacía alguna llamada de una de las niñas o el maullido de los gatos.
Nuestras conversaciones eran nulas. Cuando empezaba a hablarte sobre algún tema del día, lo hacía conversando con la pared. Siento en mi corazón que nuestra relación se está terminando y un Lo siento, no lo va a solucionar.
Lo siento, pero no olvido…
Lo siento, pero no es verdad…
Lo siento, aunque no lo digas con el corazón.
Ahórrate tantos Lo siento. Si mis ojos lo ven todo sin que hablemos del tema. Evitas hablar para no discutir.
Ahora so yo, la que te digo «Lo siento» – pero las cosas no pueden continuar de esta forma. No podemos vivir así. Hasta cuando crees que vamos a aguantar. Lo siento, pero no. No puede ser. Lo nuestro terminó. Hace un tiempo, aunque no lo quisiéramos reconocer.

CURRO BLANCO

Sentidora de las que más. Pero no de palabras, de sentirlo de verdad. Vamos, lo sentía tanto siempre todo que dejó de sentirse. ¿Cómo? Pues como lo digo.
Sus sentires eran tan de verdad que se hizo añicos por dentro; ¡ay! si yo pudiera hacer esto y lo otro; ¡ay! que lo siento mucho; ¡ay! que cuanto lo siento.
El sentimiento de culpabilidad lo llevó tan al extremo que hasta cuando llovía se sentía culpable si el agua por lo que sea no venía conveniente: una boda, un funeral, un almuerzo de tiros largos…
Si no fuera haber sido porque en su camino se cruzó, ¡menos mal!, un exsentidor, quizá, no lo sé, estaría a estás alturas autoflagelándose por los rincones echándose las culpas de todos los males de la tierra y la ¿humanidad?
¿Exsentidor? Sí. Dejó de sentirse culpable por todo; solo decía lo siento en circunstancias justificadas. Nada de estar todo el día con la misma cantinela.
Y él, consejero, terapéutico, fue el que le abrió los ojos y para empezar le dijo que, un auténtico ser humano tiene derecho a equivocarse. Que no cayera en la trampa de la autoculpabilidad inducida por la sociedad. ¿Cómo? Pues cargando a nuestras espaldas de manera sibilina los males de todo: la pobreza, cambio climático, esto, aquello…Y que de esa manera pueden lograr (conmigo ya no), que una buena persona se pueda llegar a sentir causante de las calamidades del globo.
Y esto fue lo que le hizo comprender definitivamente, ¿qué?, voy: que tenemos que ser conscientes de nuestras
limitaciones; no podemos meternos en todas las guerras, tenemos que aprender a diferenciar cuáles son las que podemos batallar y cuáles no.

LIDIA FUENTES

Lo siento
No sabes cuánto siento no interrumpirle con amor cuando los malentendidos nos separan, no ir decidida hasta su boca y quemar a besos esa lista de reproches almacenada en la garganta. Se nos queda el corazón sin cobertura y los cuerpos activan la ruta hacia la huida. Hemos aprendido a poner silencio y distancia en los dos metros de cocina donde elaboramos la cena y programamos con optimismo la semana. Como cuerpos celestes giraramos sobre planetas diferentes. Tal vez es nuestro mecanismo de rescate, y cuando decidimos que hemos girado lo suficientemente, solos y mareados quedamos uno frente al otro pálidos e inocentes. Volvemos con el rostro de cuando éramos niños y como si arrancáramos papel de regalo nos empujamos para ver quien lo pronuncia primero. No recordamos que le hemos echado esa noche a la olla, pero huele que alimenta mientras nos decimos…lo siento.

GAIA ORBE

Lamento estar pasando este tormento justo hoy que estamos en adviento. Y no es un cuento traído por el viento porque lo siento todo en movimiento. Usted ha sido muy atento y se lo ve opulento, pero no tengo conocimiento de ese procedimiento ni conozco el fundamento de su cruento tratamiento. Y no es que desconozca su talento ni dude de su predicamento. Sin embargo, en este momento tengo que decirle que disiento. Para mí, ha sido solo el condimento de pimiento. Usted está haciendo demasiado aspaviento porque presiento, que solo se trata de un asiento que se cura con fomento. Así que como no consiento, me retiro. Lo siento.

BEA ARTEENCUERO

Llego el momento
De partir
Me desgarro el alma
Saber que te pierdo
Me pregunto…
¿Como unir los retazos
De vida
De nuestro destino
Como decirte
¡Te amo!
Como fundirme
En tus brazos
En un loco intento
De retener
Este sentimiento
Y amarte
En todas las vidas
Que existen
En todos los tiempos
De los caminos
Inciertos
Me desgarro
Al decirte adios
Amandote así
Pero llegó el momento
De partir
¡Lo siento!
Me dijo…
¡No debo amarte!
No me perteneces
Tan sólo me dijo…
¡Lo siento!
Y se alejó.

SILVANA GALLARDO

A través de la ventana, percibo el primer rayo del alba que acaricia mi rostro provocando que tenga que tallar mis ojos aún adormilados. Es un bello amanecer, siento la luz que inunda la habitación y afuera el regalo de la vida, el verde de los árboles, el canto de las aves.
En ese momento siento tanta energía, y olvido que recién he sido sometida a una riesgosa cirugía y detengo mis movimientos bruscos para no lastimar la herida que apenas cicatriza.
Vuelvo a la cama, después de abrir cortinas y ventanas para poder disfrutar desde ahí el hermoso espectáculo de un nuevo día. No puedo salir y prefiero que me invada esa sensación del existir en plena ensoñación.
Me quedo nuevamente dormida y mis sueños viajan a lugares que tengo planeado conocer cuando convalezca.
Estoy en un lugar místico, es una caverna con agua y me siento sin palabras para describir la belleza que me absorbe, las aguas cristalinas que de forma apacible abrazan mi cuerpo y me trasportan a remotos tiempos para tener contacto con espíritus ancestrales, que me cuentan el origen de la maravillosa existencia y la inevitable transición a un plano ineludible pero tan maravilloso para transitar entre la vida y la muerte y trascender el alma a la libertad, sin dolor, sin llanto.
Creo estar soñando, pues escucho voces, bullicios, sonidos que forman una especie de orquesta que hace resaltar el plañir que inquieta a mis pensamientos. Una voz lejana dice: «lo siento, hicimos todo lo posible». Todo se esfumaba, lentamente, hasta la nada.
Mas me siento flotar en un espacio incierto, algo se escapa de mí, no puedo respirar, mis ojos se niegan a abrirse, mi cuerpo estático no reacciona al movimiento, las palabras se ocultan en mi garganta. ¿Qué me está pasando?
De pronto siento una sacudida, unos brazos cálidos envuelven mi cuerpo. Me sobresalto y escucho una voz: -Lo siento, ¿Te desperté?-.

POZO POZO

Para poder sobrevivir en este mundo tengo que tener en mi organismo algún tipo de sustancia que me desinhiba de sus efectos tóxicos.
Me cuesta la vida.Cuánto siento tener que ocuparme de mis angustias.
Estoy en la cola de la sucursal del banco para recoger una tarjeta que perdí hace unos cuantos de días.
He echado mi “mirada diabólica» a los dos empleados que están atendiendo a uno de los clientes. Uno de ellos lleva mascarilla Fp2, es un tipo delgado y viste con una chaqueta gris claro y camisa azul oscuro , debajo de esta también lleva otro chaleco, un tono azul claro. El tipo está bien abrigado.
Ahora se ha ido uno de los empleados,el que atendía al cliente y ha cogido el sitio una empleada (yo la conozco) es bastante antipatíca, lleva una mascarilla hasta la frente, apenas se le ve los ojos.
Está víbora ya me atendió en alguna ocasión, es totalmente desagradable, pero ahora mismo no recuerdo las palabras que me hizo caer en esta idea.
En fin…la cola va lenta.Yo estoy sentada y escribiendo estas palabras, ahora oigo el ruido de la máquina que cuenta los billetes, no ha echo mucho ruido, este hombre no tiene mucho dinero.
Acaba de terminar con el cliente 🤪 y ha pasado la mujer que va delante mía.
Creo que me queda poco…la mujer a atender es gordita, se ha apoyado en el mostrador y saca un culo de la talla xxxl. ¡Qué alivio!, me gana algunos kilos
Llevo tanto tiempo enfrascada en la escritura que he perdido el sentido de lo que tengo que decirle ….ah, que perdí la tarjeta y me hace falta una nueva “Últimamente gastar dinero me duele …»
La verdad que “lo quiero tanto” que me apena gastarlo
Mientras que me da la tarjeta he podido observar que al fondo hay unas cuantas de bolsas con monedas Me ha emocionado el dinero y he pensado que me gustaría me amortajaran con monedas de oro y que me cantarán en mi funeral:“ Si yo fuera rico..duvi.duvi duvi dú..”.

LOLY MORENO BARNES

__No eres tú, soy yo…
¡Lo siento!
(Dijo mientras se despedía)
¡Y quedé desolada!
¡Más lo sentía yo! sin decir una palabra, mientras una lágrima amarga cruzaba mi cara.
Me dio la espalda y se fue. Quizás en ese momento sintió un alivio al deshacer el compromiso y sentirse libre para una nueva historia.
Miles de cristales rotos estallaron en mi corazón, con la ilusión de vestirme de blanco para caminar un largo camino de vida junto a él.
Pasó el tiempo y mitigó el dolor y por momentos hasta lo olvide. Logré cumplir mis sueños con otro compañero de viaje.
De tanto en tanto, un recuerdo afloraba y decía en susurros:
¡Lo siento!
Cosas de la vida…
El destino caprichoso me volvió a acercar a él, o hacia mí según se mire.
Tendió su mano temblorosa y una mirada triste decía:
__ ¡Lo siento! Aunque sé que es tarde… ¡Lo siento!
Le pregunté, si al menos le valió la pena dejarme y fue feliz y respondió:
__ Tuve buenos momentos, pero, aun así, ¡Lo siento!
Reconciliamos sentimientos y ya sin rencor, la que me marché fui yo.
Hoy me enteré lejos de él que emprendió su último viaje y ha estallado en mi alma un grito hacia los cielos:
¡Lo siento!

MANUEL ALBÍN EXTREMERA

A veces algunas veces hacemos actos sin pensar antes, si es bueno o es malo.
Ya cuando es tarde pedimos perdón o decimos lo siento; eso fue lo que le pasó a mí corazón, una fiesta, una copa de más, una palabra a destiempo y; ¡¡¡zas!!!, sin tener la menor idea rompí la armonía de la fiesta, al final la palabra más adecuada salió por mi boca, «lo siento».
Lo escuchó mi amor y me olvidó cómo se olvida un sueño, mi interior lo primero que pensó fue lo siento.
Lo siento, lo siento, lo siento, palabra corta pero intensa, habría que elegir otra palabra más concluyente y antónimo de
— lo siento — que vez de ser triste, que sea alegre y bondadosa, así seríamos felices sin tener en la memoria, «lo siento».

MARÍA ROSA ROLANDO

Miro sus ojitos llenos de sueños, una sonrisa cascabelera que contagia y la alegría de comenzar cada día una aventura. Todo,a esa niña que fuí, le resultaba posible. Desde trepar al techo de una casa, hasta correr como el viento cuando jugábamos al ring raje. Todo para ella era oportunidad. Esa niña se perdió en medio de las responsabilidades, tristezas y rutina. Ya no encuentro esos ojos brillantes, esa sonrisa encantadora, esa esperanza de lograrlo todo. Se fué apagando conmigo y por eso es que le digo, lo siento!! Por haber dejado de intentarlo, por haber soltado su mano, por olvidarme que la vida, te ofrece cada día una hoja en blanco para ir detrás de cientos de Quimeras.
Lo siento!!

JAVIER GARCÍA HOYOS

FRÍO
El invierno había llegado hace tiempo. Clara no recordaba cuanto. Quizá aquella estación empezó cuando acabó la primavera. Miró por la ventana de la cocina. Frotó el cristal con la mano para desempañarlo. Apenas había gente en la calle y todo estaba en silencio. Ese mismo silencio que ahora impregnaba su casa.
¿Estaba sola? No, Álvaro la acompañaba. Siempre estaba allí. Su compañero fiel, con quien decidió compartir su vida, la persona destinada a fundir su corazón con el de ella, para convertirse en un único ente.
Sintió frío, se puso una rebeca para entrar en calor. Álvaro la miró y se apoyó en la encimera, se cruzó de brazos y miró al suelo.
Clara miró su alianza. Un simple complemento más para adornar su mano. ¿Cuánto hacía ya que él no llevaba puesta la suya? ¿Desde que los besos ya no tenían el sabor de antaño? ¿O desde que habían dejado de sentir el mágico golpe del corazón al cruzar sus miradas?
Estaba nublado, la casa estaba algo oscura, pero ninguno de los dos quiso encender la luz. No había nada interesante que ver.
¿Llorar? Quizá antes. Ahora no había ni si quiera una razón para hacerlo.
¿El mayor misterio? No saber cómo habían llegado a ese punto.
— Siento que lo nuestro termine así— dijo él.
— ¿Por qué? Es lo mejor que podemos hacer. Lo único que yo siento, es no poder echarte de menos.

ALEXANDRA MARTA IONA

Gracias a ti…
«Siente el agua caer!” me enseña tu cuerpo extasiado
Siento convertir tu piel blanca en tierno melocotón maduro.
Siento el abrir de la mañana en tus ojos
Y tu cuerpo tembloroso buscando tus labios en mis besos.
Siento que el mundo no oiga tus palabras
escritas para ti y para mi.
Soy un afortunado por entretenerte con mi aburrido latido.
Siento la torpe caída de la noche en tu ausencia
¿Dónde estas cuando te siento en mis sueños?
Lo siento, por todos aquellos que se han quedado sin tus abrazos, sin tus bailes …sin tu amor!
A ellos les regalo mis palabras, a nosotros nos sobran. Tu y yo sentimos.
Lo siento, por todos aquellos que se han quedado sin ti!

SOLEDAD ROSA

Mírame. ¿Me conoces?
El tiempo me contó que te regaló esas alas que tanto deseabas y alzaste el vuelo. Soy consciente de que algunas historias que habitaban en tu imaginación pudieron cobrar vida. Otras, simplemente fueron historias. Sin letras. Quizás no imaginaste qué implicaba volar o entendiste que la solución a los problemas son más que las simples sumas y restas que aprendiste en el colegio.
¿Has conocido a la vida? ¿Has escuchado su melodía?
Tal vez te parezca sencilla pero, créeme, no todos somos capaz de saborearla. Su gusto a veces amarga. Su tacto no siempre es suave. Y su voz puede ser tan intensa que dispara cuando menos lo esperes. Así de sorprendente es ella.
De mayor…¿qué querías ser?
Más que un interrogante es un arma que nos acecha en cada pista de aterrizaje. Un sueño que quedó dormido, ese doloroso adiós a esa persona que decidió marcharse o a esa otra a la que tú misma le indicaste la salida. El cierre de una maleta o la página en blanco de una libreta. O simplemente tú.
Deseo que te veas cuando te mires. Espero que te encuentres si te pierdes en el gran laberinto de la vida. Y si no es así, solo me queda ofrecerte esas dos palabras que, en ocasiones, se quedan ancladas en la garganta.
Mírame. Yo también tengo alas y emprendí el vuelo al compás del tuyo.
Nos conocemos. Mejor que nadie.

ALIKE FERSAN

Calma, reina la noche gélida y brota de tus labios temblorosos, lo siento…
Toma mi mano te reconfortaré, no me decepcionas no lo sientas, no haberlo logrado es una razón más para volver a intentarlo, yo debería haber dicho lo siento no pensé que creyeras que te había puesto un listón tan alto que no pudieras lograrlo.
Yo creo en ti, sé que llegarás a tu objetivo marcado, no tengo duda así lo siento, puedes alcanzarlo.

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15 comentarios en «Lo siento – miniconcurso de relatos»

  1. Difícil.Enhorabuena a todos!!

    Voto a:

    Emiliano- Simplemente ¡ Excelente!
    Sergio- Relato perfecto!!
    Javier- Cómo recreas los ambientes, este relato, el del bar.. Magnífico!!
    Lidia- Sentidos a flor de piel. Perfecto!!

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