Popularidad – miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «popularidad». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 28 de octubre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

CORONADO SMITH

No tuve infancia grandiosa,
ni juventud para enmarcar,
no me encontró mi gran amor,
ni fui bastante popular.
Hijo de mil angustias,
encerrado en mi disfraz,
llorando penas a escondidas,
mendigando amistad.
Atrás dejé mis ilusiones,
aún sin querer despertar,
pero a golpe de porrazos,
la vida me enseñó la verdad.
Noches oscura de vicio,
prostituyendo los sentidos,
al filo de la navaja,
para olvidar el olvido.
Solo quería ser libre
y encontrar mi lugar,
pero los hijos de la pobreza,
tenemos prohibido soñar.

BENEDICTO PALACIOS SÁNCHEZ

Con 22 años yo quería ser tan popular como Agustín, que siendo la persona menos ocurrente, además de salir con Celia, la guapa del grupo, le habían seleccionado para extra en una serie de televisión. El día menos pensado le vería al frente de un telediario. ¡Qué potra!
Lo comentaba con Alicia, mi pareja de entonces, y por más que yo insistía en las ventajas, ella lo veía de un motivo diferente y no se avenía a mis razones.
—Acabará siendo popular pero nunca célebre. La popularidad es como un viento que sopla y arrebata y al rato deja de soplar.
Me enfadé con Alicia. No me gustaban sus críticas ni su aversión.
—Rechazo la popularidad, no la deseo ni servida en bandeja de plata. —Concluyó.
Tiempo después, realizando un viaje a la capital, compartí en un autobús la plaza de al lado con Fátima, la cual conducía un programa en la televisión regional. Aproveché la ocasión e intenté por todos lo medios ser ingenioso. Quería epatar. Si jamás llegaría a ser popular, deseaba sentir la cercanía de la persona que gozaba de serlo.
—¡Qué suerte tienes, cuánto te admiro! —Dije con evidente intención de halagarla.
—¿Por qué?
—Porque todo el mundo habla de ti, era de las personas más populares.
—¿Y qué, para lo que sirve? Todo se paga. Ser conocida aún más.
—Pues a mí me gustaría pagar ese precio.
Fátima me explicó que hacía dos semanas había pasado unas horas en un pueblo para que realizar un reportaje: había que entrevistar a la gente mayor, sobre todo, y a cualquiera que hubiera pasado la covic-19. Todo al principio fue sobre ruedas, todo el mundo quería aparecer y colaborar, pero caminando por la calle cerca de una plaza, una señora que apoyaba los brazos en la puerta bajera de su casa, al verme con el micro en la mano, cerró. Llamé.
—No me gusta opinar y menos para que otros me vean. No soy célebre ni importante.
—No crea, me interesa lo que dice.
—Entonces, ya es suficiente. Mis opiniones no le darán prestigio.
Volvió otra vez a cerrar.
—Vaya, te quedarías de piedra.
—No exactamente, pero me hizo pensar. ¿Tomas habitualmente café?
—Sí, en el mismo bar. Al entrar por la puerta el camarero pregunta ¿lo de siempre, don José? Y eso me agrada
—Te agrada, y no eres por eso más más célebre ni aumenta un ápice tu prestigio.
—Pues no, pero la popularidad es otra cosa ¿no crees?
—Por supuesto. Puedes ser popular, carecer de prestigio y ser cualquier cosa menos una celebridad. La gente de prestigio rechaza el micro. Mi consejo: sigue tomando café.
Al bajar del autobús, antes de despedirnos, todavía añadió sonriente.
—Ser feliz nada tiene en común con ser vistoso. El pavo real lo es, mucho.

MARI CRUZ ESTEBAN APARICIO

Me sentía como si estuviese en la «Gloria».
Por fin había obtenido el título de corte y confección.
Mi deseo de enseñar lo aprendido,cortar y coser me llevó a tener en las tardes unas horas en mi casa a niñas,las cuales poco a poco comenzaban a a tener conocimiento del arte de la costura.
Con los años mis cualidades de modista por mucha gente era reconocido. Mis creados modelos de seis vestidos de novia, tres de comunión, y dos de ir de fiesta en la noche me dieron popularidad.
Más los hechos ahí quedaron y,el tiempo fue pasando.
Con la jubilación de mi marido fuimos a vivir al pueblo. Muy pronto me adapté a las costumbres del municipio,con el fin de estar integrada y ocupada en el grupo de las mujeres que organizan los actos festeros.
Poco después se habla de que se va a confeccionar la ropa de una obra de teatro.
Tuve que ver cómo dirigían otras personas los modelos a hacer.Por más que yo quería dar mis ideas sabidas no se me escuchaba.Me pasé todo el mes cosiendo a la máquina de motor lo que otras cortaban.
Me comí calladamente lo que no me gustaba.Ahora la «Popuralidad» la tenían otras personas,yo solo estaba allí para ayudar.

CARLOS TABOADA

Desde la semana pasada, nos vemos en el mismo punto de encuentro. Por mi parte, miro intermitentemente hacia atrás por si alguien sigue mi rastro, y entiendo que ella hará lo mismo. Si descubrieran nuestro secreto, yo tendría más problemas, lo sé. No pienso realmente en las consecuencias, y quizás ello me permita acceder a aventuras que jamás descubriría sin ella. Supongo que, si no hubiera aparecido en mi vida, con el tiempo toparía con decenas como ella, o puede que centenas, e incluso miles… Pero ella lo tiene todo; no necesito buscar más. ¿Para qué dar vueltas?
Ella es rápida. Me contesta en un milisegundo y en ocasiones antes de iniciar mi pregunta. Realmente lee a través del tamaño de mis redondos ojos. Yo también lo hago, pero no siempre lo demuestro. También actuamos con rapidez. Si fuéramos conscientes de algún peligro, abandonaríamos el lugar en un santiamén. Nunca había encontrado, fuera de mi entorno, a alguien tan especial.
Me gusta su olor. Quizás fue lo que más me atrajo de ella, en un principio. Antes de haberme clavado en su mirada, me pareció percibir en el ambiente, y a muchos metros, una señal volátil de feromonas. Aquello fue suficiente. Ella percibió tal cual intensidad. Después, en un segundo, nos enredamos en nuestros asuntos y dejamos que el tiempo se rindiera a nuestro favor.
Ayer me contó muchas cosas. Y por increíble que parezca, ¡yo también las había vivido! Me contó que formó parte de la construcción de un puente para salvar un obstáculo, y que por su cuerpo discurrieron miles de artrópodos que le hicieron costillas… ¡Tal como a mí! También cultiva en su casa semillas, de las que recoge en el exterior, y tiene una gran bodega donde almacenar los alimentos. Nos pasó que, tras una tormenta, logramos dominar una hoja de encina que convertimos en balsa hasta varar lejos de nuestro hogar. ¿No es increíble? Regresamos solitarias por la noche, cuando nuestra colonia sobrevivía a la inundación. Pero la mayor coincidencia de todas, y puede que la más importante, es que no nos gusta la popularidad. ¡No nos gusta la popularidad! Creemos, pensamos, que si así fuera, nuestros encuentros no existirían. No podríamos callar lo que estamos viviendo, en busca de ciertos aplausos y prestigio estúpido para destruir algo tan bonito. Por ello nadie lo sabrá. Nadie sabrá que me gusta su olor y su conversación, así como su lealtad y amor propio. Dedujimos que, la hormiga que busca popularidad, es que está hueca por dentro. Adiós.

PEDRO PARRINA

¿CUÁNTO DURA LA POPULARIDAD?
SALA NVIP O NIP
Bienvenidos a la sala NVIP, pasen y disfruten de las comodidades que les ofrece nuestra compañía, solo pasajeros con acreditación NVIP o NIP.
Bienvenidos mis queridos mediocres y desconocidos escritores, pintores, escultores, científicos, doctores, profesores, policías…, y otras gentes de más vivir.
Polític@s, futbolist@s, torer@s, folclóric@s, y familiares anexos, pasen por la sala contigua.
Vuelo 3578 con salida a las 7 horas y 23 minutos desde el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas con destino a Nueva York, aeropuerto John F. Kennedy, hora prevista de llegada: las 7 horas y 23 minutos, hora local.
-Cuenta la historia de cómo descubrir cuan popular se es, y no hay mejor manera que acudir a un aeropuerto, rellenar el formulario anexo, y volar o dejar volar –la imaginación-.
-¿Cuántos seguidores tiene usted en instagram, facebook, twitter, tik tok, youtube, etc…? Si la respuesta es menor a un millón, será considerada negativa.
-¿Está siendo usted investigado por blanqueo de capitales, tráfico de armas, malversación de caudales públicos, asociación ilícita para delinquir, etc…?
-¿Pertenece usted a algún grupo de riesgo: políticos, futbolistas, toreros, folclóricas, influencers,…?
-Todas las respuestas tienen carácter nacional. Si su respuesta es menos de un millón en la primera o No en cualquiera de las siguientes, entonces deberá acudir a la sala NVIP o NIP.
-Le recordamos que a su llegada a la terminal de Nueva York deberá rellenar nuevamente el formulario, en esta ocasión todas las cuestiones planteadas tendrán carácter nacional estadounidense o internacional, por lo que del mismo modo, en caso de ser respuestas negativas deberá acudir a la sala NIP o NVIP.
Si a la salida de Madrid era usted considerado VIP y a su llegada al aeropuerto de Nueva York no es considerado Very important person, su popularidad no habrá durado nada, porque salió a la misma hora que a la que llegó, debido a los ajustes horarios internacionales.
Gracias por su atención, esperamos verle nuevamente volando en nuestra compañía, disfrutando de las comodidades que les ofrecen las salas “Not important person” o “Not very important person”.

LEYRE REBEL BLÁZQUEZ

Freya había nacido para ser una líder, quizá no fuera de familia adinerada pero sabía arreglárselas para aparentar y engañar a los de su alrededor. Siempre conseguía que los demás se sintieran inferiores a ella y le lamieran el culo. No podía permitirse ser alguien del montón, ella había nacido para ser la reina de la popularidad. Ser el centro de atención, que los demás la imitáran y la tuvieran en cuenta para todo, salir en la portada del periódico del instituto, ser la primera en ser elegida por todos los chicos para ir al baile,etc. Todo eso no eran más que acciones que lograban hacerla sentir Dios.
Creía que todo aquello la hacía feliz y no sé daba cuenta de que su egocentrismo y su belleza no eran más que cualidades mal utilizadas para que todos la quisieran por alguien que realmente no era.
Para ella todo valía, se burlaba de los tímidos, de los que al igual que ella no tenían nada pero no mentían sobre su realidad, utilizaba Instagram, Facebook, YouTube y todas las redes sociales posibles para crear contenido y llamar más aún la atención con retos imposibles, con pruebas envenenadas que proponía a sus compañeros hasta intimidarlos y hacerles participar en juegos peligrosos para lograr su minuto de gloria y ser admirados por ella como si necesitaran su aprobación. Era capaz de poner en peligro a sus amigos solo por un like y un follower más en su falsa realidad.
Alguien tenía que ponerle freno a su doble vida. Se estaba olvidando de quién era ella realmente, una niña que había crecido entre abrazos y mucho amor, una niña que tenía cada día su plato lleno y un sinfín de caprichos mientras sus padres eran capaces de no comer por verla sonreír. Pero capricho tras capricho se había olvidado de si misma y el poder que le otorgaba el materialismo y su confianza en su rol de niña rica, la transformaban en una chica engreída y sin empatía que lo anteponía todo con tal de ser un día más la chica más popular.
Creía que siendo popular era feliz hasta que comprendió que nunca antes se había sentido tan sola. Todos la buscaban por interés, la temían por lo que hacía y cuando por fin tuvo que echar el freno y ser ella misma, pues ya no quedaba dinero en su familia, se sintió sola y apartada y lo perdió todo.
Sin embargo, comprendió rápidamente que ser popular no le daba felicidad. Ahora era invisible, pero había conseguido que una muchacha a la que nunca había prestado atención se le acercara y quisiera conocerla. Se hizo su amiga por quién era realmente. Costó un tiempo forjar aquella amistad, pues no acostumbraba a tratar con la gente fuera de redes sociales y de trucos y mentiras para ser más interesante, pero aquel lazo que construyó con aquella chica, se convirtió en una verdadera amistad y nunca antes se había sentido más feliz.

NATALIA SINMÁS

Correa que oprime,
cincha que encierra,
soga que aprieta.
Tú ya no eres tú,
pero él pretende ser tú
Te miras en el espejo,
pero ya no estás tú.
Te miras, pero no te ves
¿quién eres tú?
Ahora eres popular,
ya no importa si eres tú
o solo un reflejo de lo que eras.
Correa que oprime,
cincha que encierra,
soga que aprieta.
Todo esfuerzo tiene recompensa,
o al menos eso es lo que dicen,
Pero ¿ha merecido la pena?
Ahora eres popular,
pero sigues sin ser tú.
Te juzgan por pensar,
O por ser simplemente tú.
Correa que oprime,
cincha que encierra,
soga que aprieta.

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Janet se desvelo a las 3:33 de la madrugada, como casi siempre, con sudores y escalofríos por todo el cuerpo. Aún recordaba la pesadilla que cada noche la despertaba a esa hora. En el pasado Janet había gozado de popularidad, ya que con tan sólo quince años debutó en la gran pantalla con una película que gozó de buenas críticas y fue un auténtico éxito en taquilla.
Pero en la actualidad Janet no era ni la sombra de lo que fue y con cuarenta años recién cumplidos sólo le quedaba el anhelo de aquellos tiempos y el amargo recuerdo del acoso sexual al que fue sometida en aquella macabra industria machista y patriarcal en el que el director la hacía insinuaciones y tocamientos indebidos sin su consentimiento.
Janet había pasado años visitando especialistas que la tratarán las graves secuelas sufridas de ése tiempo en el que gozó de tal popularidad.
Indagando, Janet averiguo que varias de sus compañeras habían sido víctimas también de aquel acoso que se produjo de manera silenciosa en la década de los ochenta y noventa. Y decidieron crear una asociación para denunciar tales vejaciones.
El tiempo las dio la razón al igual que la justicia y pese al daño sufrido y las indemnizaciones por daños y perjuicios, el mayor premio fue concienciar a la gente de lo que realmente sucedía en esta industria y salvaguardar la integridad de las nuevas actrices que comenzaban a despuntar en la gran pantalla para que no volviera a pasar lo mismo. Y no fueran utilizadas como iconos sexuales y poder hacer con ellas lo que quisieran…
Varios directores de prestigio fueron detenidos por cometer esa serie de abusos que en esta ocasión no quedaron impunes, al igual que diversos actores y cámaras que se unían a semejantes atrocidades. Fue un duro golpe para la industria, pero necesario para crear un futuro libre de machismo y ofensas sexuales de tal calibre. Janet y sus compañeras por fin podrían descansar en paz pese a sus desvelos al recordar ser víctimas de aquellos tiempos de popularidad.

EMILIANO HEREDIA JURADO

¡ELECCIONES!
Me acuerdo yo, hará no sé cuántos años, una semana no me acuerdo cual, de la segunda quincena de Septiembre, creo que uno de los tres últimos cursos de la EGB.
El profesor nos comentó que teníamos toda la semana, para preparar una especie de campaña para que el resto de compañeros eligieran al delegado o delegada de la clase.
A modo de preludio de una tormenta, las palabras del profesor provocaron una algarabía tal, que ahogaba el repiqueteo insistente de la campanilla que usaba el profesor para llamar la atención o imponer orden.
El tumulto cesó al instante cuando, el ruido de la silla del profesor arrastrarse las patas en la tarima, advirtió que éste se había levantado y nos miraba desafiante, como un emperador romano ante la plebe.
¡Menudo era Don Cecilio!.
Yá durante el recreo, se formaron tres grupos claramente diferenciados, que se iban a enfrentar en el debate del Viernes, antes de la votación final.
Por un lado, el formado por unanimidad, de las chicas.
Presidido por Elena.
Una preciosidad morena que me tenía idiotizado.
En el de los chicos, por un lado, Manolo el lorzas. Un chaval cuya pasión por la comida, le hacía tener siempre en la cartera, un bollo al que, de vez en cuando, cuando el profesor estaba de espaldas escribiendo en la pizarra, le daba un buen pellizco. Decía que lo necesitaba porque tenía la enfermedad de la desnutrición.
Mentira podrida. Un tragón de tomo y lomo.
Por el otro, estaba yo.
Que malditas las ganas que tenía de que me eligieran delegado.
Pero, el sólo pensar que, con toda probabilidad, sería elegido delegado;ya que, de cuarenta en la clase, éramos veinticinco chicos y quince chicas.
Elena, sería subdelegada y con sólo pensar que iba a estar a su lado todo el año, merecía la pena aguantar el coñazo de ser delegado.
Las cuentas, estaban claras.
-A ver, chavales, quitando al lorzas y su grupo, en total, quedamos diecisiete tíos, y al que no me vote le fostio, yo y éstos-les dije amenazante, con las espaldas bien cubiertas por mis fieles compis, el fideo, el gafas, el gato, el chino y el torres-
Los once chavales restantes que formaban el grupo, se dispersaron por el patio mientras, el lorzas y sus amigos, estaban discretamente reunidos en la puerta de salida al patio, muy próximos al profesor de vigilancia, por el temor a Torres, mi lugarteniente.
Torres era un chaval que conocía de primero de EGB, vecino de portal. Imponente, con unos brazos fuertes, de los de repartir hostias, debido a que ayudaba a su padre a repartir las bombonas de butano para todo el barrio.
Observé que, las amigas de Elena, repartirán unos papelitos, unas hojas cuadriculadas de cuaderno, partidas por la mitad.
La curiosidad por saber que ponía en esas hojas, me hizo detener al piojo, amigo del lorzas, un canijo que no tenía ni media hostia, al que no hizo falta que le zumbara, para que me diera la hoja.
Se la quité directamente, mientras el piojo, se fué corriendo, lloriqueando hacia donde estaba el lorzas. Mientras leía el papel, observaba cómo el piojo le contaba al lorzas toda la película, señalando hacia donde estaba yo.
Ni caso. Empecé a leer:
«Vota por Elena Garrido.
Elena Garrido para delegada.
Si me votas tienes una semana el bollo gratis del recreo»
Su puta madre. No me acordaba que los padres de Elena tenían un colmado en el barrio y, seguro que su madre, que se creía la marquesa del barrio, haría lo posible para que su hija fuese delegada de clase.
Furioso, me acerqué al grupito donde estaba Elena, y se lo dije clarinete:
-¡Oye tú!-tenía que poner voz de más mayor, para imponer-¡¿Qué es ésto?-le dije, poniéndole el papelito delante de la cara-
-Lo que estás viendo, estúpido-dijo ofendida, volviendo la cara-
-Esto es trampa-le dije protestando-
-Por lo menos yo no voy amenazando a nadie, estúpido.
-¡Niñata!
-¡Chulo!
-¡El viernes ganaré yó!, !somos más tíos que tías!-le contesté yéndome raudo a la clase, ya que el profesor nos estaba llamando para que entráramos en clase.
El resto de la semana, fué una serie constante de batallas para inclinar el número de votos de un lado o al otro. Maldecía que mis padres, no tuvieran un negocio o algo para poder comprar los votos.
Elena, estuvo repartiendo durante los recreos, galletas campurrianas, sugus…mientras, el lorzas, hacía intentos de acercarse a mis fieles votantes. Se acercaba, les decía algo, pero la conversación se terminaba abruptamente, cuando nos acercábamos yo y mi escuadrón de confianza.
Y llegó el día.
El viernes, a las nueve, el profesor, dió salida al turno de exposiciones, para que los candidatos, explicásemos al resto de la clase, las razones por las que queríamos ser delegado de la clase.
-A ver, va a dar comienzo el turno de las exposiciones de los candidatos. Informo que, a todo aquel o aquella que forme alboroto o interrumpa, será inmediatamente expulsado de la clase, y su voto, será contado como nulo, ¿Entendido?-explicó el profesor, muy serio y estirado, sobre la tarima- A ver. Que salgan al encerado los candidatos, según los vaya nombrando:
-Elena Garrido Castillo.
-Manuel Hernández de la cuesta
-José Ruiz Tortosa.
Salimos los tres al encerado. Elena estaba guapísima. Tenía un vestido nuevo, de cuadritos blancos y azules y su preciosa media melena negra, recogida con una diadema ancha forrada de satén azul celeste.
El lorzas, igual de guarro que siempre, con manchas de grasa en el suéter.
-Por favor, Elena, explíquele a sus compañeros, por qué quiere ser delegada de curso. Adelante, por favor-le dice el profesor a Elena-
-Hola-empieza pudorosa Elena-quisiera ser delegada, para conseguir nuevos libros para la biblioteca de clase, nuevos materiales para hacer manualidades, hacer salidas al campo, al teatro…. gracias
-Muy bien, Elena, gracias-le dice el profesor-
-¡Eso es mentira!-digo con rabia-¡ha prometido a los de la clase bollos para toda la semana que viene si la votan!
-¡Por favor!, ¡José Ruiz!, ¡Haga el favor de contenerse o me veré obligado a expulsarle!-me regaña el maestro-así, que cálmese y explique a la clase, sus motivos.
-Bueno, pues yo….-empiezo un poco alterado- ¡Lo mismo que Elena!, pero de verdad la verdadera, ¡Ya está!.
-Bueno, y acabamos con Manuel-dice el profesor, dirigiéndome una mirada de desaprobación-
-¡A ver chavales!, ¡votarme a mí, que soy el más guay!
Risa general.
-¡A ver, a ver! , ¡Orden!, -dice el maestro-ahora, escriban el nombre del candidato que quieran que sea el delegado. El procedimiento es muy sencillo. El candidato que más votos saque, será el delegado y el segundo en número de votos, subdelegado. Según vaya nombrando en orden de lista, se irán levantando e introducirán su voto en la urna. ¿Han entendido?.
Uno a uno, votamos todos. Cuando todos habíamos votado, el profesor contó los votos. Se levantó y escribió nuestros nombres en la pizarra:
-Elena Garrido Castillo.
-Manuel Hernández de la cuesta
-José Ruiz Tortosa.
-Bien, a continuación, una vez contados los votos, apuntaré los resultados al lado de los candidatos.
En primer lugar, Elena Garrido, 15 votos.
Era lo lógico, las tías votarían a Elena.
-A continuación, Manuel Hernández…-prosigue-
Ocho votos, pensé.
-Manuel Hernández, 24 votos
¡Coooomo!, el mundo se me cayó encima, me vi rodeado de sucios traidores. Ni siquiera mis mejores amigos me habían votado.
-Y para acabar, José Ruiz, 1 voto.
Claro, era el mío.
-Así pues, delegado, Manuel Hernández de la Cuesta y subdelegada, Elena Garrido Castillo.
Enhorabuena

a los dos.

Esa tarde, estaba sentado en un banco del parque, intentando olvirlo todo cuando vi que se acercaban mis anteriormente llamados mejores amigos.
-¿Qué queréis?, sois unos mierdas, ¡Vaya amigos!,¡ no me habéis votado ni siquiera vosotros!-protesto indignado, sin mirarles-
-Es que tío-me dice Torres-, el lorzas tiene un tío que trabaja en la imprenta donde hacen los álbumes y ¡Joder!, nos ha dado a quien le votemos, el álbum de la liga de éste año, con todos los cromos, ¡tío, compréndelo!, ¡Están los mas difíciles!, Santillana, Mardona, …¡Todos!, ¡No falta ni uno!.
-¡Iros a la mierda!-les respondo enfadado-no os pienso perdonar en la vida.
Pues, claro que les perdoné y aún hoy en día, seguimos siendo amigos.
Aquella derrota «electoral» por un álbum de la liga y los cromos…. fué un gol por toda la escuadra

JUANA CASTILLA

Cuándo entró el nuevo Gerente esperamos despacio su popularidad. Era bajito, simpático y bajaba los ojos si volaba un pájaro, cosa que a diez metros del río era bastante cierto.
De a poco empezó con pedidos estrafalarios – no me pases hoy al cliente o – haremos una rifa para cambiar el empedrado del garage.
De a mucho empezó a desprenderse de algunos vendedores, por lo que me deslicé en su oficina, para preguntarle a qué se debía esa costumbre de desnucar compañeros valiosos, con la desteñida excusa de que no llegaban con los objetivos.
Tenía la tarzanesca costumbre de poner los pies sobre el escritorio: aunque Tarzán era muy ágil entre liana y liana y en cambio su única agilidad gerencial consistía en fletar gente en plena crisis.
– Nadie te preguntó tu opinión, soltó mientras insultaba a su pobre mujer, que por lo visto calculaba mal los kilos de helado en su cumpleaños.
Adquirió los modales y lo que es peor la mirada del Inquilino de Polansky.
Los de Recursos Humanos le hacían una reverencia tras otra y sus caprichos crecían como si el Estado, perdón, la empresa fuera él.
El día en que me llamó para anunciar mi tercerizacíon lo miré fijo y le solté algunos artículos del Codigo laboral, que ni por casualidad logró masticar.
El paje de Recursos Humanos movía la cabeza como un títere de trapo.
Me dieron mucho menos de lo que fellinescamente prometieron, así que me di el gusto de soltar un ratón electrónico en su desgraciado escritorio, pero estaba tan ocupado mirando la Copa Libertadores que ni se avivó.

BORJA AJ

LA RAZÓN EQUIVOCADA
La fama llegó a mí por una razón equivocada, pero los fanáticos que esperan en la puerta de mi casa para documentar cada insignificante acción de mi vida son tan vacuos que ni siquiera han logrado rozar un ápice de la auténtica verdad con sus miserables mentes agarrotadas por la estupidez humana. No conocen nada de mí a excepción de lo que esos farsantes medios de comunicación retratan cuando no estoy mirando, pero no les importa, porque harían infinidad de felaciones por un simple apretón de manos conmigo e incluso venderían a sus madres por un servidor.
La fama es el auténtico poder de la raza humana y si no sabes utilizarla puede llegar a ser más peligrosa que un impacto mortal en el que no se reconozca el cuerpo de la víctima.
Pero antes de la fama hubo otra cosa. Estaba solo y no tenía a nadie. Cuando cumplí dieciséis años, mis progenitores renegaron de mí. Me dejaron tirado como a un perro al que han apaleado demasiado. Y realmente fue así. Soporté todo tipo de palizas de infelices villanos que se divertían golpeando a un crío. Vagaba por el mundo realizando cualquier trabajo tan sólo para llevarme un trozo de pan a la boca, objetivo que muchos días no lograba cumplir para mi desgracia. Así que en un principio todo fue soledad, desolación, tristeza y un ser humano marchitado como una flor a la que nunca le ha dado el sol.
Con el paso del tiempo y mucho esfuerzo detrás, todo fue cambiando poco a poco. Pasaron los años y llegó la fama, que a su vez llenó mi vida de indecentes cantidades de dinero, lujo, mansiones con piscinas, coches caros, mujeres, drogas, alcohol y una eufórica e infinita subida de mi ego. Había triunfado y todos los malditos bastardos que me hicieron daño en el pasado eran unos pobres diablos que observaban con mala envidia mi adorada fama. En especial, los cerdos de mis padres. No sé si seguirán vivos, pero es mejor que no.
En fin, soy un Escritor de novelas de Terror que han cambiado el mundo de una forma muchísimo más drástica que las canciones de The Beatles lo hicieron.
Bah, idiotas sin conocimiento. No se dan cuenta de que mis historias son todos los asesinatos, violaciones y crímenes que cometí antes de tener fama. Decidí darles forma ficticia y jugué tan bien mis cartas que tengo el mundo a mis pies.
Mi intención inicial era ser universalmente conocido por mis atroces actos y por el horror que ello conllevaba. Quería que me mirasen con miedo y quería sentir ese miedo en cada parte de su cuerpo. Quería ser el miedo convertido en persona. Quería fama. Al final conseguí mi objetivo. Ser famoso. No conseguí que me reconocieran por lo que yo deseaba, pero oye, esta vida es algo extraordinario y no me voy a quejar de ella. A fin de cuentas, la fama que tengo está muy relacionada con la fama que deseaba.
Lo mejor de todo es que nadie conoce la auténtica verdad y me adoran como a un Dios por la razón equivocada.
Escrito por Borja Almaraz.
Nota del Autor: Todos los hechos descritos son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.

RAQUEL LÓPEZ

Somos esclavos de las redes, de un uso inapropiado que nos controla y nos conoce más que nosotros mismos..
Silvia tenía la necesidad de llamar siempre la atención, fue la chica más popular en el instituto e incluso tenía gran popularidad en las redes sociales y cuantos más «me gusta» tuviera, mejor alimentaba su «ego», exponiendo su vulnerabilidad personal.
Su estrategia para manipular y conseguir lo que deseaba, la llevaba a servirse de sus ínfimos encantos con los hombres y así sentir que todos estaban locos por ella, ocultando la frustración si no conseguía sus propósitos.
Un día, recibió un correo en su ordenador en el cual, un hombre con aspecto maduro y elegante la agasajaba con piropos invitándola a que se pasará por la agencia de modelos que éste tenía. La sedujo de tal manera que ni siquiera se molesto en informarse sobre aquel hombre que apareció de la nada, ofreciéndola aquello.
Nunca llegó a conocer a este hombre en persona, para ello se encargaban sus «empleados» como él los decía y lo cierto es que aquello era un reclamo de una Red de proxenetas para captar a chicas jóvenes.
Y allí estaba Silvia, la forma más rápida en querer ser popular se resumió en prostitución. Pasaba las noches entre borrachos y hombres sin escrúpulos que la daban palizas.
Ella, solo necesitaba ser popular, pero eso la condujo a ser una muerta en vida, ya poco interesaban los «likes», ahora era una perfecta desconocida en un mundo que por desgracia sigue existiendo y que sólo puedes pensar en sobrevivir y poder salir del hastío sin llegar a tocar fondo….

LIDIA FUENTES

Si llegas a ser popular, ponme siempre al margen de ella. Yo prefiero llevarte el café mientras estás absorto en tu proceso creativo. No te molestes sino te acompaño a los eventos, sabes que soy torpe para tratar con la gente que acude a ellos.
Si llegas a ser popular, no olvides que sólo burlarás al olvido por un tiempo, que estrellas grandes nos preceden y estrellas siguen naciendo. Que te animaré a que tu talento sigas compartiendo.
Si llegas a ser popular, no olvides que no te hacen poeta los aplausos y premios sino aquel largo silencio, tus lágrimas de niño y la muerte de ese ser tan querido.

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

Nació con el don de la invisibilidad. Cuando formaba parte de un grupo parecía no estar dentro de él o al menos su presencia no era tenida en cuenta. Todos hablaban, reían, se sonreían, se miraban…ella desde su posición de anclaje veía la escena sintiéndose excluida de la representación.
Era mona, a decir de un círculo que también la ignoraba. Su inteligencia, su brillantez de ideas quedaban a la sombra de una figura anónima para casi todos porque siempre, en cualquier sociedad, existe alguien con ojos para ver más allá de la retina, para enseñar al resto de participantes que no se es guapo o guapa por la cara, para advertir, en definitiva, lo que significa mirar y de verdad, ver.
Pasaron los años de infancia, de una cruel adolescencia –todas lo son, con sus variantes- hasta alcanzar los veinte, indicadores de que se va dejando atrás un trayecto que inevitablemente desembocará en un nuevo ciclo. Sole, en segundo de biológicas de una universidad privada formando parte de un grupo sin permanencia, sin presencia, al que nada le unía, como un halo que aparecía de improviso y desaparecía de la misma forma. Era como una sombra, pasaba por los acontecimientos sin que su figura dejase rastro.
Una llamada al 112 alerta al equipo que se desplaza a toda hostia hacía el lugar…
El sonido de las ondas acuosas indica el lugar donde un cuerpo acaba de encontrar el cobijo que en tierra nunca encontró…
Fake newscast:
«Sobre las ocho horas p.m. del 20 de marzo de 2…se ha rescatado el cuerpo de una mujer de unos veinte años. A la espera de la autopsia para conocer los datos que esclarezcan este infausto suceso. Todas las hipótesis abiertas».
Por fin, al fin, Sole, se hizo visible. Para todos aquellos que habían coincido con ella durante años, su nombre era un desconocido más de la vida ignorada de Sole; hasta entonces.
Al fin era visible. Al fin popular.

LA LIEBRE DE MARZO

«Si estoy en la orilla de un barranco no me he dado cuenta. Buceando entre burbujas alrededor de nariz y boca, quizá me he acostumbrado. En un contenedor de basura o encerrado en un cuarto oscuro, le soy sincero no podría distinguir diferencia. Soy ojos en la oscuridad, cansados, entrabiertos por qué no puedo permanecer despierto. Voy a dormir un poco, quizá después del sueño despierte en otro lugar.»
Dos días después, el encabezado de la nota roja habla de niños explotados en la calle por un golpeador terminaron con la vida de uno de ellos.
La indignación en los lectores creció exponencialmente por cada niña o niño encontrado en la calle en posición de mendigo. La nota se compartió en redes sociales, se exaltó en trending topic con asombrosa aceleración.
En las calles, las marchas con panfletos de derechos humanos de los niños y víctimas de genocidios, guerras y hambrunas se levantaron en las capitales mundiales.
» hoy desperté, había amanecido, y yo en cama mojado de abajo hasta la cintura. Mis padres no estuvieron en su cuarto, la puerta de la entrada estaba abierta y derrumbados los platos y envases de caguama rotos en el piso.
Mi mamá no estaba en casa, salí al pasillo del edificio y vi a mi padre derrumbado en una charca oscura en el suelo del primer piso. No pude pensar, me quedé parado, hasta que una ambulancia vino por el, lo vi, entre los dedos de mi abuela que lloraba al sostenerme»
No tuve tiempo de verlos, mi mamá está perdida, no la encuentro en las reuniones ni en los festejos. Mi abuelita me llevó al doctor, y se ha sentido triste aunque se tranquiliza al verme. Estoy enfermo. Solo eso sé.
«Diabetes infantil, un tema duro… Para nuestros pequeños… Expuestos a choques emocionales…» Menciona un reportero de televisión.
La muchedumbre se indigna, se levantan con rapidez y olvidan el trending topic anterior.

JOSÉ ZAMORA
Todos en la empresa la querían, se arreglaban mucho y adulaban a los jefes continuamente. Tiraban de labia y risas para encandilar a la responsable y ella se limitaba a escuchar y mirar sin reír ni agradecer la gracia.
Luis era distinto al resto. Se limitaba a hacer su trabajo lo mejor posible y cumplir. Llegaba a su hora al cambio de turno y le contaba todo a su responsable por insignificante que fuera. Él era callado y tímido y no solía destacar en ninguna reunión, se limitaba a saludar con respeto y atender y preguntar cualquier duda que tuviese, era una persona discreta y callada pero honesta y con buen corazón aparte de un gran observador. Aunque no fuese público le caía bien a la gente aunque no lo pareciese y el ni siquiera lo percibiese.
En una ocasión hubo una reunión entre el jefe del servicio y la coordinadora bajo cuya responsabilidad estaba Luis y le dijo:
-Mira Helen, necesitamos a alguien de quien nos podemos fiar para un puesto de responsabilidad. A quien necesitamos debe de ser una persona de total confianza, ¿Se te ocurre alguien?
-Luis -contesto esta sin dudarlo.
-¿Por qué estás tan segura de que es la persona indicada?
-Por una razón muy sencilla. Es una buena persona y un gran trabajador y lo más importante ningún hipócrita. Llevo muchos años en este trabajo y estoy acostumbrada a encontrarme de todo y a que muchos me hagan la pelota, se crean los mejores y intenten ser los mejores ante mi y luego descubro que a mis espaldas incumplen las normas, me critican y dicen pestes de mi. Luis, en cambio es discreto, callado y atento. Me dice todo y tengo excelentes referencias de su trabajo y todos dicen que es muy buena persona. Tampoco es necesario que lo hagan, lo he comprobado por mi misma.
-No se hable más -termino por decir el jefe con cara de satisfacción.

SILVANA GALLARDO

Apagada en cada rincón desde su infancia, se alimentó de sueños de grandeza. Veíase rodeada de luces, de gente que le rendía pleitesía. Se sentía crecer con la lisonja, con el ego exaltado.
Quería ser una famosa escritora, se soñaba en la cúspide elevada para mirar las miradas que envolvían su ser de admiración embelecada.
Escribía sin parar, con tal desorden, en hojas que guardaba aquí y allá. Luego un cuaderno, libretas, bloks de notas, donde fuera. Un capítulo en hojas, otro en… donde fuera cuando la inspiración le llegaba.
Tenía suficiente material, reposada la escritura, por tiempo incontable para después retomar su historia y enriquecer su trabajo, tan anhelado. Cuando quiso ordenar todo, busco y encontró solo caos. Ideas perdidas en un universo de total procrastinación. Sin embargo, pensó que podía resolver todo para ordenar ese proyecto que traía siempre en mente: escribir un libro, pues comulgaba con la idea del poeta cubano José Martí que decía: “hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. No necesariamente todos tienen que hacerlo, el caso es que de una u otra forma dejemos huella, testimonio de nuestros pasos por esta vida.
Tuvo tal fuerza de voluntad, que empezó, con muchísimo trabajo, a retomar sus escritos dándoles el orden anhelado. Su idea de ser una escritora famosa desde los 14 años, siendo una ilusa adolescente, siempre retumbaba en su cabeza. Tuvieron que pasar muchos años para que lograra recabar sus escritos que por cierto, guardo siempre celosamente. Empezó a retomar hoja por hoja, libreta por libreta para dar cuerpo, forma y alma a su sueño.
Tal vez fuera comprensible su desbarajuste, su desgobierno, su desorganización, debido a sus múltiples tareas de madre, profesionista, esposa y ama de casa, que le absorbían el cien por ciento de su tiempo y su energía.
Retomó esa idea al jubilarse, ya tendría más tiempo para dedicarse a sí misma y a todo lo que le gustaba hacer, sobre todo escribir, era su mayor pasión. Su obsesión por escribir un libro, la estresaba tanto que su salud mermaba y tuvo que ser hospitalizada. En esa situación de decadencia, tuvo la fortaleza, aún con la canalización que la conectaba a la vida, de seguir escribiendo. Pidió un cuaderno y un bolígrafo que le fue concedido y en sus breve momentos de bienestar deslizaba sus ideas renglón por renglón. Pareciese que le inyectaban inspiración y sus palabras, como mariposas, revoloteaban en ese cuaderno, dando forma a la más apasionante e increíble historia.
Los médicos y las enfermeras que la asistían se sorprendían de verla escribir con tanta facilidad, aún teniendo el suero y los medicamentos conectados a su mano; a veces la derecha, a veces a izquierda.
Dio fondo y forma extraordinarios a su narración, que se terminó los espacios del cuaderno y solicitó otro, mismo que también asimiló letra por letra, palabra por palabra; sin embargo, no concluyó pues cayó en coma por el mal que la aquejaba, entró a cuidados intensivos. Allí murió.
Sus cuadernos, con su historia escrita en ellos, quedaron a la buena de Dios. Un médico, quien admiró en silencio a su paciente por mil razones, entre ellas, ver escribir a alguien en el estado grave en que se encontraba. Fue a la habitación donde estuvo ella y tomó los cuadernos. Se hizo cargo de que lo revisará un corrector de estilo, y pagó todos los gastos concernientes a los procesos que requiere la edición y publicación de un libro.
Pasó un año, sin pena ni gloria, para que esa mujer que sólo quería tener popularidad como escritora, trascendiera el ámbito literario, ya que el susodicho Doctor, logró publicar un libro inédito, cuyo prólogo fue escrito por él; el prólogo más corto jamás leído, que a la letra dice: He aquí la historia de una mujer que sólo quería ser popular por sus letras. Letras que quedaron inconclusas, escritas desde el alma.
La popularidad no le llegó a tiempo para disfrutar como quería y, por las condiciones y circunstancias en que se dio a conocer el nacimiento de ese libro, fue un éxito rotundo en ventas extraordinarias cuyas regalías se otorgaron a su familia, misma que a su vez, de manera altruista, las donó al hospital para abastecerle de equipo médico y lo que fuese necesario.
Se hizo un homenaje a la escritora, a una mujer que no conocimos sino a través de su historia, esa, la que plasmó antes de morir.
«La muerte no es la mayor pérdida en la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos.» Y la popularidad es efímera, cuando se va, no vuelve.

CURRO BLANCO

Entró en el bar. Semblante serio, mandíbula prominente, tez morena. Ojo avizor siempre.
– Don Paco, buenos días. Qué se le ofrece.
Celestino, sonrisa a mandíbula batiente. Balleta al hombro, tiza en oreja izquierda, mandil pulcro, detrás de la barra servicial.
– Lo de siempre. Bien caliente. ¿Qué pasa hoy?, no hay ni un alma.
– Ya sabe usted Don Paco. Que le voy a contar que no sepa ya.
Ocupó su lugar de siempre, junto al ventanal. Celestino bandeja en mano, le puso su café. Que siente bien.
Llovía chiribiri, una vieja se mojaba, se le olvidó el paraguas. Las madres con sus niños al colegio, alguno quería pararse a comprar en el kiosko de Vigilio; no es posible ahora niños. El barrio dudada de si mismo; las gentes no sentían del todo que las calles eran suyas. Presentian, qué dices, sabían, qué intrusos se habían apropiado de gran parte de sus plazas y sus habitantes. Sobre todo de jóvenes, ¡y cada vez más jóvenes!, pensó Don Paco. Porque el Javi no tendría más de quince años y ya había encontrado su destrucción.
Absorto veía transcurrir la poca vida de su barrio. ¿El café?. Frío ya.Y una ambulancia seguida de una patrulla de policía con sus escandalosas sirenas lo sacó de la modorra de sus pensamientos. Estos, no hacen nada, ¿la policía?, nada de nada.
Una mujer. No más de cuarenta. Rostro cansado, párpados hinchados, ¿de llorar?. Seguro.
A Celestino, en la barra haciendo no sé qué:
– Por favor, ¿Don Paco?
– Si, es ese señor. Qué se le ofrece.
Le dijo que era la madre de Javi, el chico que murió anteayer. ¿Sobredosis? Lo más probable. Y que quería hablar con él.
– Espere un momento. Cómo se llama.
– Rosario, me llamo Rosario.
Se acercó Celestino a donde Don Paco y reclinándose un poco le habló, muy bajito, al oído izquierdo. ¿Porqué hablarle al oído si no había nadie cerca?, es más, solo estaban en el bar ellos dos y ahora la mujer que esperaba muy al fondo. Quizás, porque habría visto recientemente la película El Padrino. Nunca lo sabremos. No sé. Don Paco, que muy bien, que pasara y cogiera asiento.
Francisco López Guijarros, Don Paco, conocido por las gentes de su barrio por el alcalde chico. Fue teniente alcalde de su localidad durante dos legislaturas. Obtuvo una gran popularidad por haber impulsado muchas mejoras para la población. Chico, ¿porqué?: decían las lenguas que mandó más que el alcalde sin serlo, de ahí el apodo. Pero, un asunto turbio sacado a la luz hizo que su carrera política se frustrara.
Don Paco, el alcalde chico:
– Cago en diez, cuando empezaba esto a dar sus frutos.
Ahora era presidente de la asociación de vecinos de su barrio y era respetado por todos. Porque otra cosa no pero luchador y propulsor de ideas y preocuparse por su barrio.
Le dijo a Celestino que pasara Rosorio. Que a ver.
Rosario le contó/pidió que acababa de perder a su hijo como consecuencia de su adición a las drogas que como él sabía en el barrio es pan de cada día que tenía otro zagal adolescente y no lo quería perder y que tenía que hacer algo, ¡por Dios!
– Usted siempre ha defendido a este barrio Don Paco por favor le necesitamos más que nunca.
Don Paco, que lo sentía mucho y que a ver lo que se puede hacer. Rosario, que muchas gracias y que se lo agradecerá eternamente, ella y el barrio entero. Adiós muy buenas.
Se pidió otro café bien caliente. Aún llovía detrás del ventanal pero ahora no era chiribiri sino gotas igual que granos de arroz largo. La vieja de antes ya no se mojaba porque fue a su casa a coger el paraguas. Celestino puso la radio y empezó a sonar la banda sonora del Padrino, qué casualidad. puso cara de circunstancias, porque a todo esto hay que añadir que se empapo de toda la conversación de Don Paco y Rosario. Encendíó un cigarro puro y fue a ofrecerle uno a Don Paco que lo aceptó y mientras Celestino le daba lumbre, con la mirada perdida sobre el ventanal, Don Paco, mandíbula prominente, tez morena:
– Tengo que hacer algo, esto no puede seguir así.
– Tenemos que hacer algo, Don Paco.
Y escuchando la banda sonora del Padrino a Celestino se le dibujó en sus pensamientos la idea de que quizás había nacido un nuevo mafioso. ¿Quién? A ver, Don Paco.

NEUS SINTES

Ser popular no es tan bonito como lo pintan. ¡Cuántas veces no habré oído la misma expresión!. Desde mi punto de vista, no me gusta la popularidad. Soy más, la observadora de todo lo que ocurre, sobre todo a quien es el popular en ese momento. Preguntándome cómo o cual será su reacción cuando éste deje de serlo.
Ser el centro de atención, no es algo que me atraiga. Me gusta pasar desapercibida o simplemente ser conocida por lo que soy y no por lo que otros deseen que sea. Ser un icono entre la multitud, a que todos admiren, como un objeto o reliquia. Esta comprobado que la popularidad, no trae a la felicidad.
Esta es la historia de Claris; era la popular, en ese momento del colegio, mientras que Nati, lo había sido en su día y ahora estaba derrumbada. Casi todo el mundo la había olvidado, invisible a los ojos de quien ahora, Claris era el centro de atención.
Claris, destacaba sobre todas las demás chicas, por su indumentaria. Siempre enseñando los muslos con su minifalda y el orgullo de tener un exuberante pecho, que hacía lucir con prendas ajustadas. Sus dos mejores amigas, si es que deberíamos llamarlas de esta forma, siempre a su lado, como marionetas, se hallaban, cada una en un lado, dejando en medio a Claris. Para que ésta destacara sobre los demás.
Nati, el momento que siempre había esperado. El momento en que ambas amigas de Claris se encontraban a solas, sin su anfitriona.
-¡Pero mira quien es! – la invisible – dijeron al unísono
-Y prefiero ser invisible que no volver un icono, como lo es ahora Claris.
-¿A que te refieres? – preguntó una de ellas
-No sois amigas de Claris. Si estáis con ella es porque os escogió para que le dediquéis todo su tiempo. Sois sus criadas, no sus amigas. Si eso es lo que queréis seguir siendo, allá vosotras. Yo os he advertido.
-¿Cómo lo sabes? – preguntó la otra
-Fácil. Es lo que hacen todas las iconos que son famosas. Yo lo hice y la anterior a mi también y ahora Claris, os está utilizando a vosotras dos. Os he avisado. Haced lo que queráis. Pero no olvidéis que cuando suceda, yo no os lo advertí.
Prefiero mil veces ser una persona invisible a ser popular. Lo digo con el corazón. Y porqué lo he vivido y sé lo que es.
Con el tiempo, Claris fue dando órdenes a sus amigas y confidentes. Atraída por la posesión de tenerlo todo bajo sus pies y sus amigas, ayudándole siempre que lo necesitase. Claris, nunca hacía el trabajo sucio, nunca se ensució las manos. Hasta que un día, las amigas de Claris se acordaron de Nati. En sus ojos se les veía cómo recordaban el día en que Nati les avisó.
Al día siguiente, Claris no encontró nada de lo que les pidió a sus supuestas amigas. Nati volvió a se visible por algunos, y Claris quedó hundida en la oscuridad de la soledad y sin tener ni saber nada de como apañarse. Acostumbrada a una popularidad que ahora el tiempo le estaba negando.

GAIA ORBE

una doncella
con alas de águila
sobre las nubes
al sol naciente
la voz de un solo clarín
domina el orbe
los días traen
con focos de éxito
popularidad

BEA ARTEENCUERO

– Abuelo..¿Que es popularidad?
– Tomás, la popularidad es cuando alguien es admirada por muchas personas.
– ¿Dura para siempre?
– No..es algo pasajero.
– ¿ No es el amor?
– No, el amor Tomás, es el.mayor sentimiento que siente el ser humano hacia otro
– Entonces es ¿Ser libre?
– No, no..La libertad es la facultad que posee el individuo para actuar en diferentes situaciones de la vida.
La Libertad es incomparable!!
– ¿ O tiene algo que ver con la Paz.?
– No, Tomás…la Paz de una persona es un estado de tranquilidad y quietud, nace en el interior de cada uno.
– ¿Entonces, tiene que ver con la Felicidad?
– Tomás, tal vez para algunos individuos la popularidad significa la Felicidad.
– Y para vos abuelo ¿ Qué es la Felicidad?
– Para mí, es tener una vida plena, con amor, libertad y paz.!!
– Te gustaría¿ Ser popular?
– Tomás, a veces la popularidad te lleva a ser vanidoso.
– ¿ Es bueno eso abuelo?
– No, no es bueno..
– Abuelo, cuando sea grande..No quiero ser popular!
– ¿ Qué quieres Ser?
– Quiero ser como vos..¡¡.FELIZ!!!

ORI SETZ

Siempre me molestaba cuando mi mamá me decía que yo había sido popular en el colegio. Para mí, las populares eran las perras ovejeras que los borregos seguían un paso detrás y sin cuestionar porque les daba miedo que les ladraran, aunque rara vez las habían mordido. Yo crecí viendo estos corrales desde su intersección -usualmente vacía- y de vez en cuando intercambiaba recreos y conversaciones transparentes como de confesionario con una que otra oveja descarriada. Después del intercambio estas solían encontrar la ruta de vuelta a su cerca de madera o a una nueva pero yo permanecía a sus periferias.
Un día los borregos de colores raros, lanas estampadas y naturaleza poco domesticable se fueron acumulando en ese espacio, antes negativo, y existió por si solo. ¡Fue un fenómeno maravilloso de presenciar! Se sentía bien pertenecer. Pero antes de eso y durante mi tiempo en este limbo, me crucé con muchas criaturas en proceso de quitarse el traje de borrego y por un instante alguien las miraba en su estado original. Ese alguien era yo. Algunas de ellas eran realmente bellas, pero el miedo y la costumbre las hacía volver a sus perras ovejeras y a sus complejos disfraces de lana. A veces nos despedíamos, y otras, partían sin avisar. Yo no lo entendía, y me lo tomaba personal.
Yo era nada más un puente, y por mí transitaban las bestias y las gentes, los lobos y los sastres de los trajes de oveja. Yo no era una estación y mucho menos un escenario donde se acumulaba la admiración o cualquier tipo de cariño hecho a brazos de distancia. Yo vivía en un punto que me había asegurado que fuese ciego, donde todo era vacío y se podía ocupar espacio sin ser medida. O eso pensaba yo. Que era un margen de error con vista al paisaje donde la teoría darwiniana se ponía en acción todos los días. Quién hubiera pensado que desde ese observatorio invisible las ovejas me echaban miradas de regreso con aplausos mudos y flores sin forma desde sus respectivos corrales. Yo no lo tenía claro, aunque a veces lo sintiera, y su intensidad me hacía querer esconderme, y sonreír. Pero mi mamá lo tenía claro, y le gustaba llamarlo popularidad.

JAVIER GARCÍA HOYOS

MESA VACÍA
Lunes día 11
Arturo estaba pletórico. Todo el mundo el mundo en la fiesta quería hacerse fotos con él, todos querían un autógrafo de su cantante favorito. No sabía si reírse de ellos por su actitud, o si compadecerles por saberse perdedores de un sueño que nunca alcanzarían. Sus guardaespaldas apartaban a la molesta gente de su lado en cuanto hacía el ademán adecuado.
—Tranquilos chicos, no les maltratéis. En cierto modo ellos pagan vuestros sueldos… y el mío.
El local estaba lleno. No veía ninguna mesa en la que sentarse. Se dirigió a uno de sus guardaespaldas.
—Ricardo, búscame un buen sitio. Hoy no tengo ganas de que me molesten. La gente se ha imaginado que iba a pasarme por aquí y han llenado el lugar.
A los pocos segundos Ricardo hizo señas desde el otro lado. Había encontrado una mesa. Era un reservado.
—Lo lamento —dijo un camarero con el cuerpo encogido —, no pueden ocupar este sitio, un cliente llamó a media tarde para hacer una reserva por él.
Arturo soltó una carcajada y se sentó sin mediar palabra.
—Tráigame una cerveza. Tengo sed. Procure no tardar demasiado.
El camarero seguía encogido y miraba desconcertado hacia todas partes sin saber qué hacer.
—¡Eh! Imagino que sabes quién soy. Toda esta gente está aquí por mí. No creo que tu jefe se moleste porque un don nadie pierda su maravillosa mesa.
El camarero asintió y se marchó.
Los guardaespaldas de Arturo estaban bastante ocupados tratando de evitar que algunos de sus seguidores se acercaran a él. Cerró los ojos y trató de relajarse pero la música estaba demasiado.
—Su cerveza, señor.
Arturo abrió los ojos y cogió la botella para empezar a beber. Indicó al camarero que se marchara.
Se sentía a gusto, tanta gente pendiente de una mirada suya y todos apartaditos de él para no incordiarle.
Entre la multitud que bailaba, la que tomaba algo y la que intentaba acercarse, le llamó la atención una mujer que se pudo colar entre sus guardaespaldas. Se acercó a la mesa con aparente tranquilidad y se sentó junto a él. Tenía en la mano un curioso reloj de bolsillo bastante antiguo que sujetaba de una pequeña cadena. Jugueteaba con él imitando el movimiento de una hélice.
—Disculpe, pero por si no se ha dado cuenta, esta mesa esta ocupada… por mí.
La mujer le miró y sonrió. Hizo una seña al camarero señalando la cerveza. Arturo miraba a ambos y se sorprendió al ver que se entendían sin mediar palabra. Ella recorrió el local con la mirada y, tras unos segundos, se dirigió a él:
—Supongo que le han dicho que ha ocupado un lugar que yo ya había solicitado, así que no entiendo la razón por la que usted cree que debería irme de aquí.
Arturo soltó una carcajada.
—No sé quién es usted, pero en este planeta donde vivimos medio mundo me conoce. Podría convencer al dueño de este local de que no la dejara entrar más.
—Es posible, pero no creo que lo haga ahora. En fin, ya que no va a levantarse de mí mesa será mejor que la compartamos.
Iba a coger la botella pero la dejó en la mesa. Miró a sus guardaespaldas y resopló. Esos incompetentes siempre dejaban pasar a alguien.
—Vamos, excelentísimo Arturo. No se moleste tanto, al fin y al cabo la mesa no es tan pequeña, cabemos varios —Volvió a mirar el local — . Tanta popularidad debe sentar bien. Aunque tengo la sensación de que le gusta más despreciarles a ellos.
Volvió a mirar a aquella mujer, seguía jugueteando con su reloj.
—Y a usted parece que le gusta distraerse con viejos aparatos que ya están caducos. Quizá su vida también lo está.
La chica dejó de jugar con el reloj y miró a Arturo.
—Se lo regalo —dijo mientras se lo acercaba.
Arturo frunció el ceño, dudó un instante y después lo aceptó.
—No es que le tenga un cariño especial al reloj, pero sí al tiempo que representa.
La miró y levantó una ceja.
—Podría tratar de tener todo lo que tienes, pero si el tiempo se acaba ¿qué es lo que queda?
La mujer se levantó, se dirigió al camarero y este le dió la cerveza. Se dio media vuelta y se despidió sonriendo.
Martes 12
Indignado. Así sentía. Se había olvidado casi por completo de que tenía visita con el médico esa mañana. Hubiera sido mejor no haber ido.
—Tus resultados no son buenos, quiero hacerte más análisis. Podría ser algo grave.
Dichoso médico. ¿En serio? ¿Malas noticias? No podía permitírselo. Había muchas cosas que hacer. Aunque puede que eso subiese aún más su popularidad…
Salió de la consulta y dió un paseo sin sus guardaespaldas.
Tras una pequeña caminata se sentó en el banco de un parque, allí no había fans, no había periodistas, ni ruido.
Notó algo en el bolsillo de su chaqueta, lo sacó. Era el reloj de la chica de la discoteca. Era bastante antiguo. Lo miró detenidamente y ya no pudo apartar sus ojos de él. Las manecillas iban al reves y el fechador marcaba el número quince, pero estaba bajando al catorce.
FIN.

JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

«La chica que de la curva»
No sabría decir que es la popularidad cuando nunca la he tenido. Siempre he sido el chico que se aparta del bullicio y prefiere mirar desde el otro lado. Ayer, mi nieto me trajo una chaqueta que solía llevar cuando era joven. Llevaba años sin verla y la última vez que la vi, fue cuando se la entregué a aquella chica llamada Petra.
—¡Abuelo! Una chica joven muy guapa me ha dado esto para ti, dice que gracias por todo.
—No puede ser… ¿Quién era esa chica?
—No lo sé, nunca la he visto por este pueblo.
—Esta chaqueta, es de cuando yo era joven y la última vez que me la puse, se la entregué a una joven que caminaba sola por la carretera.
—Será su hija que ha venido a devolverla.
—No, no es posible.
—¿Por qué?
Nunca podría borrar aquel día de mi cabeza. Todavía sueño con esa noche en más de una ocasión. Fue por últimos de los ochenta; era un chico muy tímido y siempre me quedaba en casa. Me gustaba observar a los vecinos y la gente que pasaba a la plaza del pueblo los domingos de misa. Mi calle era de las más apartadas y oscuras del lugar. En la noche solía salir a tirar la basura y me entraba un repelús al ver el contenedor tan alejado y en una zona más apegada al campo siempre a oscuras. Cerca de allí, había una casa antigua, la casa de doña María, la mujer era ya mayor y murió sola unos años atrás. Se decía que era curandera y solían tenerle mucho respeto. Yo sobre todo le tenía mucho miedo.
Una de tantas noches que salía a tirar la basura, me percaté de la llegada de un coche a la casa. No era conocido, pero si pude observar que bajaba de el una chica muy guapa. La joven entró en casa de doña María y cerró la puerta clavando sus ojos con los mios. Por mi cabeza pasaron miles de imágenes y palabras, imaginando miles de posibles casos del por qué esa chica había entrado en ese lugar. Posiblemente fuese un familiar, era una bruja, otra curandera que venía a sustituir el puesto de doña María o podría ser, una ocupa de esos que ahora estaban de moda.
Esa noche me la pegué todo el rato junto a la ventana y pude ver como la chica sacaba bolsas y más bolsas de basura que tiraba en aquel apartado contenedor. Hubo una ocasión en la que se percató de que estaba observándole y miró fijamente a mi ventana. Me lancé al suelo como soldado raso y casi me abro la cabeza, pero por suerte no pasó nada. Desde entonces tenía más clara mi sospecha, esa chica era una bruja, o no sé como se dio cuenta de mi presencia. Se encendió un cigarrillo y se encerró de nuevo en la casa cuando lo acabó.
A la mañana siguiente, como en todo buen pueblo que se conoce, la noticia de una joven inquilina en casa de la curandera, corría más rápido que correos. Ya sabía del suceso y como era la ocupa, pero no dije nada. Preparé mi mochila y marché para la parada del bus. Se me había averiado la moto y no tenía para arreglarla. No había mas remedio que coger el coche que iba desde el pueblo a la ciudad para ir a la universidad. Allí sentada esperando el bus, estaba aquella joven, bien vestida y pintada. Era una belleza, y nadie podría resistirse a mirarla. De una sensualidad irresistible, fina piel blanquecina, labios carnosos, pelo castaño claro y ojos color esmeralda. Esperaba fumando un cigarro con la mirada perdida en el asfalto, levantó un momento la cabeza y me sonrió. Rápidamente clavé mi mirada al suelo con la vergüenza y me senté un poco más apartado de ella.
Desde ese mismo día, me la encontraba más de una vez en la parada y nunca me atreví a hablar con ella. Averigüé que viajaba a la ciudad para estudiar idiomas en una academia. Me resultó bastante raro y seguí espiando todas las noches desde mi ventana la misma rutina. Un coche la recogía sobre las ocho y volvía bien entrada la madrugada. En algunas ocasiones era un diferente coche y solo se demoraba una o dos horas en llegar. Bajaba la basura uno de esos días y me escondí para ver más de cerca quien era la persona que la recogía. No llevaba ni diez minutos, cuando sentí un dedo tocar mi espalda que me encrespó hasta el flequillo. Se me escapó un pequeño grito y me tropecé intentando huir. Cuando miré hacía atrás, la vi a ella descojonándose de mi.
—¡Coño, que susto!— exclamé.
—Siento mucho, jajá, no quería asustar— dijo con la risa.
—Pues lo has conseguido— le dije acariciándome la raspadura de la rodilla.
—¿Qué haces espiando?— preguntó.
—Nada, jeje, solo veía las estrellas desde aquí— contesté.
—No creer, me mirabas a mi— aseguró mientras se encendió un cigarrillo.—¿Querer?— me ofreció.
—No, no fumo, gracias— contesté.—Hablas con un acento raro, ¿De dónde eres?— pregunté.
—Rumanía— contestó dirigiendo su mirada al cielo.
—Mira que hay pueblos para elegir vivir en España y has tenido que venir a este, jaja, ¿Cómo has llegado aquí?
—Lo siento, no contestar.
—¿Por qué?— pregunté en el momento que llegó un coche que me resultó algo conocido.
—Me tengo que ir, hasta mañana— se despidió montándose en el.
Volví para mi casa y me quedé esperando cerca de mi ventana. Me había convertido en un pervertido, o un protector nocturno, para una chica que no conocía de nada. Recordando el modelo del coche, me llegó a la memoria una persona. Franco, era hijo de Don Roberto Mendoza, un hombre de negocios, abogado y dueño de casi toda la sierra que rodeaba al pueblo. El padre de Don Roberto, Don Francisco Mendoza, con algunos engaños a los aldeanos y dueños de tierras en toda la comarca, se hizo con gran parte de las fincas y terrenos de toda la sierra. Tenían un caserón en el centro de todo la extensión que tenía de terreno, que a su vez, estaba totalmente cercado y eran disputa de todos los vecinos del pueblo desde muchos años atrás. Don Roberto, usaba parte de los terrenos para la caza privada de socios y amistades políticas. La causa de que el pueblo no pudiera crecer en extensión, siempre se le culpó a los Mendoza, que por más de uno eran odiados y por otros (Lameculos) eran idolatrados. Nunca hacían nada bueno para el pueblo, solo cuando eran fiestas y cuentan la historia de que por ellos, tenemos a nuestra virgen de las angustias. Algunas historias apuntan, a que gracias a la labor de los Mendoza, la virgen no fue robada y quemada durante la guerra y otras que fue robada por ellos y la entregaron de nuevo al pueblo a los años para quedar como héroes.
Pasados unos días, se corría un rumor sospechoso por el pueblo, la gente murmuraba de que la extranjera era puta, que la recogían los chulos por la noche y más de uno del pueblo ya había pasado una noche con ella, entre ellos señalaban a Franco.
Franco, era un chico igualmente odiado en el pueblo por su rebeldía. Siempre estaba destrozando más que ayudando y más de un vecino, le habría partido la cabeza si no fuese por su apellido.
Llegaron las fiestas y fue ahí, donde descubrí la relación de Petra y Franco. Petra ya hablaba mejor nuestro lenguaje y pasábamos algunas tardes hablando sobre nuestras cosas en un solar cercano a mi casa. Nunca la miré como una pareja, más bien como una buena amiga y apenas sabía de su pasado, siempre me cambiaba de tema cuando le preguntaba por el o por su salidas nocturnas. La segunda noche de las fiestas, había una verbena con actuaciones y DJs, hasta la madrugada. Todos los jóvenes del pueblo y aldeas vecinas, venían a pasarlo bien esa noche. La carpa era demasiado grande y si cabrían más de mil personas dentro. Una locura. Allí encontré a Petra en la barra junto a Franco. Estaban pidiendo algo para beber y comer, parecían conocerse muy bien y se les veía muy enamorados. También estaban los de siempre, el típico grupo que salían de fiesta con Franco. Los lameculos y las ciegas, que se creían más de lo que tenían. Entre ellos estaba María, hija de un municipal y antigua ex de Franco. Todos eran unos drogatas de mierda y solo sabían divertirse de ese modo.
Me acerqué a Gabriel y Marcos, mis dos amigos de toda la vida desde la infancia.
—Creo que ya lo he visto todo, ¿Vámonos a otro sitio?— pregunté.
—Yo me lo estoy pasando bien— dijo Marcos.
—Espera un poco, ya mismo llega la hora de la fiesta— contestó Gabriel.
—Yo paso de estar aquí con esta gente, siempre la lían y todo termina muy mal— dije señalando con la cabeza al grupo de Franco.
—Pues vete si quieres, nosotros no quedamos un rato más— dijo Marcos.
Me fui para mi casa y me quedé un rato pensativo mirando por mi ventana. Escuché como llegaban mis padres y mi madre muy alarmada. Bajé corriendo y vi como mi padre estaba de color blanco y con muy mala cara. Mi madre llamó a una ambulancia y tardaron poco en llegar. Estaba con principios de un infarto y se lo tenían que llevar al hospital de la ciudad, mi madre se montó con el y yo cogí mi moto siguiendo a la ambulancia a toda prisa. Dejaron ingresado a mi padre y pasé casi toda la noche en la sala de espera. Mi madre pasó a decirme que ya estaba mejor y que podía volver a casa tranquilo, ella se quedaba para cuidarlo. Volvía en mi moto despacio hasta el pueblo por una carretera secundaria para no toparme con mucho tráfico. Tardaría un poco más, pero no tenía prisa por llegar, además, estaba ya demasiado cansado. No había hecho el desvío cuando una tormenta me pillo por el camino. El aguacero apenas me dejaba ver el camino y tenía que ir mucho más despacio.
En el pueblo como siempre, el grupo de Franco la liaron y salieron de pelea con otros jóvenes de un pueblo cercano. Franco estaba enfadado con algo que ya había escuchado acerca de Petra y los del otro pueblo la estaban acosando llamándola puta. Franco, montó a Petra en el coche después de la pelea y salieron del pueblo a toda prisa. Según los vecinos iba como un loco y gritaba dentro del coche a Petra. Salieron camino a una finca de su familia que tenían bastante apartada del pueblo. Allí frenó junto a un arroyo y sacó a la fuerza a Petra arrastrándola por el suelo. La traslado a unos metros de su coche y la apuntó con una pistola.
—¿¡Cuándo me ibas a contar que eres una puta!?— gritó colérico.
—No quería que me dejaras, yo te quiero mucho— contestó entre lágrimas Petra.
—¿Sabes que hubiera pasado si se entera mi padre? ¡Eh! ¡Puta!— exclamó tras abofetearle la cara en varias ocasiones. —¡Quítate la ropa! Van a ver todos la clase de persona que eres— gritó arrancando partes de su vestimenta.
—No me lo hagas a la fuerza… yo me dejo si quieres.
—No lo iba a hacer, pero te lo mereces por puta.
Franco, la forzó semidesnuda y la golpeó en varias ocasiones, hasta darle un golpe con la culata en la cabeza que la dejó inconsciente. Después la terminó de desnudar y la pateo en varias partes. Abandonó su cuerpo moribundo lanzándola al arroyo y condujo de nuevo al pueblo a terminar la fiesta como si nada. Una hora después, Petra, despertó de la paliza que le había dado y ando con paso cansino desnuda por la orilla de la carretera. Por suerte, encontró unos trapos viejos enganchados en un cañaveral y pudo taparse del frío y la lluvia. Desaliñada, con la cara ensangrentada y sin apenas poder moverse, andaba a ciegas hasta su casa.
Pasaba por el mismo camino con mi moto cuando sin apenas visión, pude distinguir una mujer vestida con trapos viejos que andaba como zombi por la carretera. Me acerqué y le avisé del peligro, frené y me percaté de que era Petra.
—¿¡Dios mio Petra, qué te ha pasado!?– pregunté alarmado.
Petra siguió su camino y no paró ha que le ayudará, intenté pararla y que me dijera que le había pasado, pero fue en vano. Parecía un alma en pena y no paraba de sangrar y llorar. Me quité la chaqueta y se la puse sobre sus hombros. Se paró y me miró sonriendo.
—¡Déjame en paz, vete…!— me gritó con todas sus fuerzas.
—No puedo dejarte, y si te pasa algo, no podría perdonármelo, sube a mi moto y te llevo al hospital— le dije desesperado.
—¡Mírame…!— se quitó lo poco que le tapaba y quedando desnuda —!Soy una puta!— gritó tan fuerte que hizo eco en toda la sierra.
Me monté en mi moto, encendí mi luz y la acompañe un momento. Cuando solo ando unos pasos, se agachó a coger una piedra entre sus manos.
—¡Te hablo en rumano o es que no lo entiendes! ¡Vete…!— siguió gritando.
Metí la marcha y racheando las ruedas, me marché con unas lágrimas en mis ojos. Solo me alejé unos metros y frené en seco de nuevo mi moto, cuando de repente escuché el frenazo de un coche y el golpe que me enrizo la piel. Volví atrás y allí la encontré, bajo el paragolpes de un patrol con un charco de sangre en su cabeza. Agarré mi chaqueta y la tape, cerrando sus preciosos ojos verdes.
—¡Abuelo! !Oye! ¡Abuelo! ¿Por qué no puede ser una hija de ella?— preguntaba mi nieto.
—Porque ella murió esa misma noche— contesté.
—¡Qué horror!
—Sí, fue muy triste, pero seguro has oído hablar más de una vez sobre su historia.
—¿Qué historia?
—La de la chica de la curva.
—No me digas que la chica que vi, era una muerta.
—Mira una fotografía que hay justo en el tercer libro de aquella estantería, si es la misma chica, es ella.
—¡No puede ser! ¡Si es ella, la misma joven que me ha dado la chaqueta!— exclamó espantado.

LOLY MORENO BARNES

Quién diría, que ese hombre atormentado a punto de estar destruido física y mentalmente había pasado tiempos mejores, gozando de popularidad y fama…
__ ¿Sabes quién es?
(Interrogó mi amiga)
Se refería a su vecino, que entraba en la casa contigua tambaleándose y apenas podía sostenerse en pie por la borrachera.
Negué con la cabeza. No tenía ni la más remota idea de quién se trataba.
Es (…) me respondió.
Seguí ignorando de quién se trataba, aun dándome nombre y apellido.
__ ¿No lo recuerdas? (insistió).
Es (…), uno de los jugadores de la selección argentina que participó en el mundial del 78.
¡Fue aclamado por las masas, junto a sus compañeros al ganar el mundial!
Yo era muy joven entonces, pero aún recuerdo como fue ovacionado todo el equipo.
Pregunté extrañada:
__ ¿Como terminó en estas condiciones?
__ Malas compañías, relaciones de parejas efímeras, problemas familiares y muchos humos que se le subieron a la cabeza…
Desde que entró en declive fue de mal en peor, el dinero se termina y la fama también.
Lo último decente que hizo fue entrenar a jóvenes promesas, pero poco a poco todos sus amigos se alejaron cuando él mismo comenzó a traicionarlos.
¡Así se ve! Solo y olvidado.
La popularidad puede enorgullecer la mayoría de las veces, pero se corre el riesgo de golpearte más fuerte cuanto más alto subes y luego caes.

ZOE EMM TEXIS

Cuídate de querer ser popular, esas cosas son banales, solo vienen y van.
Cuídate del ego, de la trampa de creerte muy espiritual.
Cuídate de las palabras que emanas del pensar mismas que te pueden atrapar.
Cuídate de la adversidad mira en quien confías que de repente te pueden atacar.
Aunque sea absurdo cuídate de quién miras, que luego hasta los ojos te quieren arrebatar.
Cuídate de las amigas, mismas que después te quieren apuñalar & todo por «popularidad»
Ármate de valor, se única, se escencial, solo apoya a los que te demuestran lealtad, es mejor dejar una huella en alma de los que te quieren, de los que te aman de verdad, que querer agradar a todos con tal de ser «popular».

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14 comentarios en «Popularidad – miniconcurso de relatos»

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