Sonidos – miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «sonidos». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 3 de junio! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

CORONADO SMITH

Ata la jaca a la estaca.
Planta un tilo en el Nilo.
La concubina tiene resaca,
casi le muerde el cocodrilo.
La tuerta esta en la puerta
regando un pino con vino,
y la cabra se hace la muerta,
para que no le pique el mosquito.
Cae la última gota de la bota.
Está cabreada la criada.
¡Cierre el señorito la boca!
Que no quiere leche merengada.
El polvo hace un año que no ve el paño
y la molienda no tiene enmienda,
la molinera te hace un apaño.
¡Qué puñetera es la jodienda!
Esta conga es la bomba.
Tengo ganas por las mañanas.
Para el tema de la semana,
que da igual lo que “Usté” ponga.

MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO

La casa estaba en silencio al despertar al día.
El descanso de la noche le ha dado a mi cuerpo entrado en años la energía necesaria para comenzar pegada al reloj que lleva mi muñeca derecha el día.
Tu quedas en la cama cambiado de ropa de dormir limpia, a igual te pongo a diario cuando la tarde noche desaparece entre la inmensidad de la oscuridad.
El comedor de la casa está envuelto con fina tela de silencio matinal. Mis pies descalzos no dejan hueña en el suelo.
Me estiró en el sofá. Mi oído capta el vibrar de tu cuerpo. Tu persona ante mí me produce alegría…

PEDRO PARRINA

Dicen…, que no hay mayor estruendo que la imposibilidad de escapar de nuestros propios silencios; de los gritos de auxilio de nuestros seres queridos: de un hijo, de un padre, de una madre, de un amigo…; de los murmullos sobre uno mismo; de los ecos que provocan la impotencia por no ser escuchado o no haber sabido escuchar…
Dicen…, que solo hacen falta unos pocos minutos de absoluto silencio para desarrollar síntomas de locura. Debe ser que no conocen, no escuchan o no oyen, el ruido que provocan los fantasmas de la soledad, tan difíciles de acallar…
¿Ustedes, qué dicen?…
Veamos cuánto tarda en extinguirse un grito un auxilio…

MARI CARMEN DBEBES

Aún hoy soy capaz de recordar el sonido de tu dulce voz.
Tengo muchas preguntas anotadas en mi cuaderno ¿sabes? Quizás por si algún día volvemos a vernos. Si algún día nuestras almas vuelven a encontrarse…
Hoy, casi dos décadas después de tu partida, me pregunto cuáles eran los sonidos que tú percibías. Qué tonos llegaban a penetrar en tus frágiles oídos, sordos por enfermedad. Si pasaste del escuchar todo al silencio extremo y absoluto o si, de alguna mágica forma, podías oír algunas de las notas que nuestras voces expandían.
Quiero pensar que sí, o lo creo por lo que tu mirada nos trasmitía cuando te hablábamos. A lo mejor, solo te conformabas con sentir el calor de nuestras palabras cerca de tu oído porque esos eran tus mejores sonidos.

ALBERTO MEDINA MOYA

Hay sonidos como el canto de los pájaros, el rumor del agua de un río, una melodía de violín o el maullido de un gato, que me están velados. Soy hipoacúsico, es decir, prácticamente sordo para los sonidos agudos. A los cinco años sufrí una pérdida auditiva y ese rango de frecuencias sonoras se fue para no volver.
Esa circunstancia condicionó mi manera de relacionarme con los demás, y fue moldeando una personalidad tendente a la introspección y e insegura socialmente. Si añadimos al paquete una alta sensibilidad podemos concluir que mi adolescencia no fue precisamente una fiesta. La amarga sombra de la incomprensión y la soledad fue filtrándose por los rincones y me vi envuelto en feroces batallas contra el desconsuelo.
Con los años y una voluntad que se empeñaba una y otra vez en prevalacer fui arrancando las espinas que me iba encontrando, y pude ver que mi limitación, si la miraba con las gafas adecuadas, podía convertirse en un mapa del tesoro. Aunque no pudiera oír algunos sonidos, podía llegar a escuchar un silencio dentro de mí que contenía todas las músicas.
Finalmente comprendí que en este mundo desbordante de sonidos, hay uno imprescindible: el de los propios pasos cuando deciden cruzar el puente que atraviesa el miedo que te atenaza. Cuando me acostumbré a escucharlos comencé a oír el sonido más hermoso que conozco, ese que surge de un corazón cuando se abre.

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

El sonido de las gotas de agua resbalando en procesión formaban un río en el transcurso que, al atravesar tierras y personajes, encontrarían reposo en un mar de gotas conjuntas, venidas de todos los mundos pretéritos y futuros.
En absoluto era suave su sonido. Resultaba martilleante, inapropiado a su propia presunta naturaleza anunciante de serenidad. Como el tañido de una campana, despertando instintos dormidos, invitando a la tragedia, poniendo fin a ese tic-tac resbaladizo, quebrantador de voluntades. La lluvia seguía con su escándalo machacón, incansable, mojando el cristal, formando un caleidoscopio por el que atravesar la barrera para llegar al sol.
¡Oh! ¡El sonido del sol! ¡El sonido del calor, del color, del ardor! ¡El antagónico sonido de la luz enfrentado al azul polar del líquido! En pugna ambos, disputándose el trono de un reino que yacía mudo, engastado en un pilar de silenciosos sonidos donde habita la paz, y, en el que dos gotas de agua, jamás son gemelas, nunca son iguales aun cuando resultan tan parecidas, de la misma forma que, en nada se asemejan dos rayos de sol.
Tras la lluvia llegó la sequía y al cielo se le olvidó que, con su llanto, había alimentado todos los sueños que un irredento sol dejó reducido a cenizas, calcinados todos los porvenires de gotas de lluvia, acuíferos, mares y ríos…
Todos los sonidos se hicieron silencios…

SERGIO SANTIAGO MONREAL

El sonido de mi pluma derramando su tinta comienza a juntar letras, tras la avidez de mi ser por saber el tema de la semana.
Suena una melodia orquestada entre palabras, repleta de un melancólico recuerdo que se escondía entre las sombras de mi memoria.
Mientras se afila mi pluma, poco a poco desaparece mi fatiga, se mitiga mi cansancio y logro escuchar nitidamente el sonido de la vida.
Los sonidos del palpitar de mi corazón se incrementan al recordar tu rostro que se torna tenue entre las estrellas que más brillan.
Recuerdo el sonido de las olas, al alba tras otro ocaso melancólico mis letras se anexionan formando un nostálgico sentimiento que se lo llevó el sonido del viento, que soplaba fuerte y transportaba mi mente a otro lugar diferente.
Cada recuerdo suena en mi mente con anhelo de volver a vivir todo lo que mi ser logro sentir.
El sonido del palpitar de un nuevo día contigo repleto de felicidad a cada segundo que paso con mis seres queridos.

RAQUEL LÓPEZ

Mi nombre es Ana y hoy en el colegio me dijeron que teníamos que hacer una redacción sobre los sonidos. Bien, pues he pensado en mi hermano Angel, que es una persona muy especial para mi.
Fue gratificante recordar el primer día que la música cobró sentido para él.
Yo voy a clases de danza y mi madre siempre llevaba a mi hermano para acompañarnos, a través de la vista, mi hermano, podía sentir todo lo que yo transmitía con mis movimientos sin necesidad de palabras ni de música.
La música y el sonido para él, carecía de importancia, nunca llegó a echarlo en falta al igual que nuestras voces o los sonidos de la naturaleza, siempre se preguntaba como serían, pero la única respuesta que escuchaba eran los silencios, algo que ya tenía asumido.
Con lo único que disfrutaba era cuando me veía bailar,después vendría otra vez el suplicio de las horas inertes.
Un día, en uno de mis ensayos viéndome dar movimientos rápidos y ágiles intentando exteriorizar una lucha interna que me asaltaba muchas veces por las injusticia de ver así a mi hermano, me dijo:
-Si pudiera escuchar la música que estás bailando…
Paré en seco y le contesté :
-¿Música? no hay música sonando-dije sonriendole.
De repente mi hermano entendió que había cosas que no hacía falta escucharlas para sentirlas, ni entenderlas y desde aquel entonces la música insonora le acompañó siempre..

LUISA TABORDA

Sonidos: un antes y un después.
Antes,
De repente, nos fundimos en exaltados sonidos de momentos excitantes; noche tras noches: jaleos incesantes, gemidos de pasión, meneando nuestros cuerpos en busca del éxtasis de amor, hurgando nuestras zonas más erógenas ; él ungiendo sus 20 sentidos en lo más adentro <<… >> de mi mente y yo mojada de sudor cabalgando en sus pensamientos.
Ahora,
Entre sonido y sonido lo que me esperan son ronquidos y algún sonido estridente o suave » flatulencias» de un esfínter relajado y dormido.
Así, se despide.
Luego esboza – Buenas noches,
amor hoy no tengo ganas.
En pensamiento introspectivo –¿ Quién dice que yo las tenga?.

REBECA FS

Voy a abrir un gabinete de terapia, para ayudar a aquellas personas traumatizadas por la flauta del colegio.

SILVANA GALLARDO

Caminó lento, por senderos de esperanza
con hambre de su pasado, para poder vibrar
en momentos de intensas remembranzas
que brillaron en su iridiscente andar.
Dejaba tras de sí, la huella de sus pasos,
y los sonidos de su corazón caliente
avizoraban tiempos de remanso
en su cuerpo tan cansado y tan ausente.
Porque su vida contaba los instantes
para acallar su dolor y su opresión
por los tañidos de su cáncer fulminante,
¿Acaso suena la pertinaz afección?
Su rostro se consumía en tristezas
se apagaban lentamente los sonidos de su voz.
y no hablaba, siempre inclinaba su cabeza,
para ocultar su sufrimiento atroz.
Se fue, sin hacer ruido, con sueños incumplidos
lo vi postrado en su lecho, en espera de la muerte
me abracé a su corazón, y al son de mis latidos,
regaló a mis oídos, melodioso adiós, inerte.

ALEXANDER QUINTERO PRIETO

Amplitudes
Socavando en mis papilas el sabor de tu llamada,
medité un ultrasonido resonando un parpadeo,
titubeé en un delta de onda soportando un cosquilleo,
me susurras al oído lo que caya la alborada…
Sintonizo las señales de un antiguo campaneo,
!No te escucho! Me susurras una tarde soleada…
Yo me arme de ultrasonidos que midieran tu mirada,
!Rimas musa con tu encanto, recitando el mar Egeo!
Me regalas trufas muertas de un ecoico pasado,
destilando los sonidos de tu alma vas cantando,
yo no sufre como antes un silencio envenenado…
En un bosque de violetas las abejas van zumbando,
me perforas los oídos de silente sosegado,
en las noches los cerezos de tus notas endulzando…

NANE NINONÁ

-Me miras y me traspasas, joder, y ni siquiera lo sabes. ¡No sabes nada! Me rompes, Quique… Y me aterras.
-Pero… Yo… – estaba tan aturdido que no podía articular palabra. -Yo sólo quiero cuidarte…
Ella lo miró como quien mira a un Hare Krishna o a un giróvago, entre incrédula y extasiada, a la par que sintiéndose ligeramente defraudada, como quien se sabe víctima de un trilero que acaba de dejarte sin blanca.
-Vete a la mierda.- espetó, dándose media vuelta y subiendo las escaleras.
El portazo fue tan tremendo que retumbó en todo el edificio, dejando a Quique en la más absoluta inmundicia emocional, incapaz de comprender nada y, a la vez, con una epifanía abriéndose paso en su mente: ese sonido, ese ruido atronador de aquél portazo, le acompañaría de por vida cada vez que perdiese algo que deseaba con toda su alma… Por imbécil.

CURRO BLANCO

«La sabidurida».
Cerré mis ojos, en un intento desesperado
de apaciguar mi mente que bullia de pensamientos; sonidos distópicos de la razón más extrema que atropellaban mi quietud sin tregua.
Sin duda, la enfermedad del «siglo» me había abordado. No, eso es lo que pensé en un primer momento, pero ninguna enfermedad se presenta de inmediato sino que va fraguándose poco a poco hasta que sus síntomas más aciagos se manifiestan.
Con mis ojos cerrados recordé una imagen del pequeño saltamonte ( ¿ os acordáis?, de la serie kunfu), preguntando a su maestro qué podía hacer para evitar pensamientos indeseados cuando meditaba, y el maestro le contestó: «simplemente no luchar contra ellos, acéptalos, déjalos entrar en tu mente y cuando no ecuentren resistencia poco a poco se irán diluyendo hasta desaparecer, solo hay que tener paciencia».
Al principio me costó, pero cierto es que la paciencia da frutos exquisitos.
Ahora, cuando cierro mis ojos, sonidos limpios la acarician; sonidos que abren la fracción más solvente de mi razón capaz de conectar con sencillez con mi alma
La mente, ávida de necesidad, te puede llevar a recordar cosas que de ordinario están prácticamente olvidadas; fí-ja-te-tú, «el pequeño saltamontes».

NEUS SINTES

Tic tac, Tic Tac – oigo crepitar el sonido en mi mente, del reloj de pared de la sala comedor. Es un sonido que puede llegar a ser aterrador, sobre todo cuando envejeces. Hace recordar el tiempo que vas a permanecer en este mundo.
Tic, Tac, Tic Tac – siempre dando la bienvenida a casa. Las manecillas del reloj siempre marcando la hora, siempre hacia adelante. Tocando a cada hora. Para seguir oyendo el Tic Tac sin cesar…
Antonia, seguía recordando el día en que su marido, llegó a casa con el y lo colocó en la pared. Desde ese día ha permanecido en la estancia. Ahora, fallecido unos años atrás. Lo que era un cántico al que se acostumbraron rápidamente, cuando ambos eran jóvenes. Ahora, en la actualidad, habitaba Antonia sola en la casa, con la única compañía del sonido que las manecillas del reloj iban marcando.
Tic, Tac, Tic Tac – La juventud se había esfumado, así como su marido tuvo que abandonarla de este mundo, dejando sola y viuda. El cántico se había convertido en un aterrador sonido, que le hacía recordar, que existía un solo segundo en el que el tiempo para ella, cesaría. Sus sentido dejarían de oír las manecillas del reloj.
El silencio se convertiría en el único sonido que formaría parte de ella. Dejando su cuerpo inerte en la mecedora, que antaño fue de su difunto marido. Su alma viajaría hasta reencontrarse con el, en la otra vida.
En la sala, las manecillas del reloj seguirían tocando, marcando el tiempo hacia adelante. Tiempo que que cesó para Antonia. El tiempo la abandonó, sus ojos cerrados se encontraban. Su tiempo se había detenido.

ELENA FERNÁNDEZ CARRLERO

POR AMOR AL ARTE
Ahí están los instrumentos, inertes,
esperando a esas ágiles manos que les dan vida con su rítmico latido.
¡Por fin llegaron sus sanadores!
Los chicos del grupo.
Cuidadosos afinan cada una de sus cuerdas hasta sentirlas respirar con armonía.
Inician una dura jornada de musicalidad.
Inquietos comienzan el acopio de cables, caja, platillos, baquetas, pandereta, amplificadores y guitarras de todas clases.
Les espera la vieja furgoneta,
¡Vamos a la carga!
Llegan al destino,
Y ahora a descargar,
¡Qué vaivén!
¡Qué trajín!
Mientras trasladan los instrumentos,
alguién pregunta:
– ¿Sabéis cuanto nos pagarán?
– Creo que nada
– Si, nos darán bocatas
– ¿Y bebida?
– Pues claro… es un pub.
Aman la música,
lo demás…
lo demás ya se verá
ahora lo que importa es tocar.
Llegan al garito,
Otra vez al lío,
se van colocando…
Pruebas de sonido,
ensayos,
desafortunados acoplamientos,
no funciona el micro,
se ha roto el atril,
sus mentes activas por musicar improvisan soluciones,
tantean, rastrean, preguntan, husmean,
buscan lo mejor,
quieren perfección.
El público espera…
¡Agitación del corazón!
Suena el platillo que invita a empezar…
– Y un, dos, tres..
La música hace su estelar aparición,
coge de su mano a la voz
¡Qué poderosas son las dos!
Un tema y otro y otro más
juegan con nuestros oídos
que se confunden con la emoción
haciéndonos soñar, sentir, vibrar
O bailar
o besar
o tocar..
Fin de la función,
la gente pide más
y se les da.
Se acabó.
¡Aplausos!
El público retoma su lugar,
a beber,
a reír,
a ligar…
Y los músicos,
agotados de crear,
inician la recogida de todo su armónico arsenal.
Otra vez trajín, vaivén,
carga en la vieja furgoneta,
que se queja al cerrar su puerta,
Y además en su luna lleva sorpresa, ¡Toma ya!
Una multa por aparcar mal.
«No pasa naaa»
con la pasta que consiguieron tras su melodiosa misión,
pagarán la sanción de la administración. 😉

JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

«El dulce cantar de los grillos»
El sonido me despierta cada mañana. Despierta mi alma y hace aflorar mis sentidos. El silencio es mi calma.
El sonido no despertó a Cris Moreno el sábado por la mañana. El despertador sonó: cris, cris, cris, cris… imitando el dulce canto de unos grillos. Seguidamente lo golpeó observando el pequeño reloj que le regalo su abuela, situado en su muñeca derecha— !Me he dormido! 😱 — exclamó sobresaltada.
El grupo cuatrohojista estaba desesperado, desordenado y con Sergio Santiago Monreal, con una depresión de caballo.
Coronado Smith, se hizo el valiente adelantándose a sus compañeros — Como no hay tema, os dejó este regalazo untado en crema — publicó una poesía con el estribillo de la canción de azúcar moreno.
Raquel López, no sabía por donde meter el relato y discutía con Sergio, por la posición — ¡Sergio, cuando tú publiques después voy yo, vale! — gritó por la tensión.
Curro Blanco, tenía el relato también preparado para el tema, pero no había tema — ¡Y yo que quería ser el primero hoy! — exclamó muy consternado.
Juan José Serrano, se preguntó, ¿Qué está ocurriendo con tanto revuelo en el grupo? Me han fundido el teléfono — ¿Dónde esta Cris? Coronado Smith, ¿Tienes su número? Llámala a ver que pasa — preguntó desorientado.
— La he llamado 3 veces ya, pero no me responde — contestó Smith.
Luisa Taborda, también esperaba para publicar su relato — ¿Le habrá pasado algo? Creo que tengo una receta médica por aquí — preguntó aburrida.
Rebeca FS, desesperada, se lanzó — Dejo esto por aquí, si es o no, me da igual — publicó sin esperar al tema.
— Voy a llamarla otra vez, que esto se no esta yendo de las manos — dijo Coronado, poniéndose serio.
El sonido despertó a Cris Moreno el sábado por la mañana. El despertador sonó: cris, cris, cris, cris… imitando el dulce canto de unos grillos. Seguidamente golpeó el teléfono móvil contra el suelo, cagándose en todo lo mencionable. Observó el reloj digital del celular con alegría — ¡Las 7:30! menos mal que todo fue un sueño — suspiró aliviada.

ALEXANDRA MARTA IONA

En un susurro lo voy a decir .Tienes que escucharlo bien y tapiar el corazón para que no entre.
Cierro los ojos porque me molesta la claridad de su imagen en mi memoria.Se me hielan las manos por el frío del recuerdo.Respiro hondo ,me lleno los pulmones de valiente aire y te lo susurro:
En la noche más negra, mi vela sigue encendida,como el faro que guía al marinero .A mi lado, mi pequeña y somnorienta niña espera su llegada.Le beso la frente y le acaricio el pelo deseando que se duerma en el sueño más profundo y placentero que yo nunca he tenido.Mi ritual no calma sus anxias por verle.
Oigo el tintineo que las llaves hacen entre sus dedos y apago la vela.Reconozco ese sonido bañado en demasiado alcohol. La habitación se hace cada vez más pequeña,mientras el entra engrandecido por el wisqui.Mis latidos siguen gobernados por ese peculiar y ensordecedor tintineo.
Con la mirada clavada le pido más silencio.
Mi pequeña niña,si te hubieras dormido,¿porque te has resistido?Una madre lo sabe sin saberlo!
Se acerca y su cuerpo hace que tiemble mi cuerpo.Quiero hablar y no puedo. Su olor se ha tragado todo el aire de la habitación y su mano en mi cuello también.A mi pequeña también se la ha tragado la habitación .Su brazo cada vez más tenso ,su mano cada vez más enroscada en mi cuello y grita,grita el porque yo no puedo.¿donde esta mi pequeña?la busco desesperada con la mirada nublada.
Ella también quiere silencios!
Y allí,entre las sombras, están esos ojos de un infinito azul que devuelven la vida a los muertos y someten las fieras.
Que valiente mi pequeña!Tu que has gritado más fuerte que el: “Papá!!” ,cuando yo en mi asfixiante silencio solo podía hundirme en tu infinito azul.

ANDRÉS AGUILAR

La chica de Rojo
Esta Historia ocurrió en la década de los ochenta. En ese entonces cursaba el segundo grado del Bachillerato en una Preparatoria muy conocida en la capital Mexicana asentada sobre avenida Insurgentes Norte. Al acreditar mi examen de la UNAM, elegí como primera opción esa escuela queriendo emular los pasos de mi hermano y conocer el colegio donde estudió, ya sea por afinidad ó mera curiosidad hacia él.
Aunque, a decir verdad, la Preparatoria ubicada en Avenida Eduardo Molina me quedaba mejor, como sea, el plantel en el que acudí conserva sucesos históricos Importantes. Parte de esos eventos los vivió mi hermano, y quizás por tal situación no concluyo sus estudios. Fue una época de turbulencia política y social, se celebraban los Juegos Olímpicos de 1968. Lamentablemente también sobrevino un hecho vergonzoso. La tiranía gubernamental masacró a muchos estudiantes con el pretexto de que se avecinaba una subversión comunista por parte de los estudiantes, según ellos, un gran peligro rondaba los aires de México. La escuela no se salvó de recibir algunos disparos por las fuerzas “del orden público”. Cabe señalar que nuestro progenitor servía en ese momento como militar, y obviamente escuchó rumores sobre posibles incidentes desagradables e inusuales que podrían ocurrir en un ambiente ya enrarecido que se percibía en ese momento. Temiendo por mi hermano, nuestro progenitor le prohibió acudir a la Institución. Aunque esos eventos son trascendentes no nos ocupan el espacio para este relato pero
me pareció importante comentar.
Antes de continuar con la narrativa quiero explicar brevemente sobre los jóvenes del grupo en que ingresé, en su mayoría proveníamos de la clase media baja; junto con chicos de la clase media alta; y en menor grado algunos chicos de la clase alta podríamos decir los extraviados socialmente que estudiaban en esa institución.
Algunos años después un compañero de carrera me comentaría que visito los pasillos del complejo escolar y se sintió en un ambiente agringado en las instalaciones expresada en algunos rasgos de su arquitectura, y en cierto grado tenía razón, además que en esos días estaba muy en boga la moda importada de los Estados Unidos y el Reino Unido en la que los jóvenes expresábamos nuestras inquietudes usando pantalones ajustados, chamarras adornadas con estoperoles, cabello con los pelos parados, típico del punk, por otro lado un estilo diferente sobresalía resaltando cabello alargado en la parte posterior de la nuca para hacer la famosa cola de pato, así también las chicas adaptaban sus atuendos utilizando ropa suelta multicolores con peinados parecidos a los de Madonna, la cantante del momento, o cabellera suelta como las chicas del grupo Flans. Hasta cierto punto Michael Jackson marcaba el estilo del vestir junto con Cindy Lauper y muchos más. Por mi parte seguía las tendencias del rock pop descubriendo a bandas del rock como Police , Peter Gabriel, The Cure, Straight Cats y otros tantos, aunque en mi barriada ,los fines de semana, no faltaba acudir a los Toquines (bailes callejeros) de los Sonideros.
De entre tanta pluralidad de chicas que asistían ahí, sobresalió una que arrebató mi atención, podría decir que fue mi primer amor platónico, la recordaré como la chica de rojo haciendo alusión a una película que en esos días se exhibía en los cines : The Woman in Red.
Dejen me explico, o haré el intento de explicarme, el porqué de ese mote. Todo surgió cuando me encontraba sentado en una de las jardineras del patio central donde tomaba un receso con algunos compañeros de clase, estaba distraído observando el pasar de las hormigas que llevaban migajas de pan a su refugio. Su repentino arribo, no pasó desapercibido por las miradas de los chicos que orbitaban la zona; lo noté porque mis compañeros hicieron un leve silencio en su parloteo y al unísono hicieron un ligero movimiento de cabeza apuntando sus miradas hacia ella, debido a esa pequeña distracción no hubo necesidad de que me invitaran a unirme al club de observadores compulsivos, cuyo panorama superaba, con creces, sin duda, mi interés al nido de hormigas. Su caminar lo llevaba con paso firme, seguro y estable acompañado de sus contoneos corpóreos sensuales que me recordarían posteriormente a un personaje femenino sacado del imaginario erótico del dibujante que le dio vida a Jessica Rabbit, sin exagerar la representación de ese personaje femenino animado se había manifestaba como una realidad palpable en su persona con un bello rostro ovalado cubierto con un leve maquillaje sobre su piel morena delicadamente cuidada, con grandes ojos expresivos, en plena mocedad a sus 16 años de edad, con cabello largo negro liso y brillante que le atribuían una gracia sublime, de piernas bien torneadas cuyo volumen se acrecentaba proporcionalmente a su silueta para darle unas formas perfectas rematando en unas amplias caderas no muy comunes en jóvenes en esa etapa de su vida. Solía llevar faldas holgadas arriba de sus rodillas a veces lisas o con estampados floreados que le ceñían muy bien a su pequeña cintura; en la parte alta utilizaba blusas de color claro que dejaban entrever sus no muy grandes pero si bien formados y firmes senos, resumiendo una belleza con figura perfecta. El pequeño detalle que causo en mí una descarga interna que estimulo mi incipiente despertar masculino se revelo a través de sus zapatillas rojas, quizás porque fueron las primeras imágenes que percibí al levantar mi cabeza inclinada.
Después de aquella ocasión algunas veces llegamos a cruzarnos pero no tenía las suficientes agallas siquiera para pasar frente a ella y dirigirle una mirada furtiva y directa a sus ojos.
Una vez nos dirigimos al mismo tiempo a la escuela. Ella caminaba con paso apropiado.
Ambos caminábamos en aceras contrarias; de su lado la calle era amplia y libre de vendedores, de mi lado; estaba congestionada difícil de caminar por su estrechez. De inmediato mi atención se centró en ella, mis ojos brillaban de deleite y alegría con tan solo observarla, diría un espectáculo sin igual.
Aquellas zapatillas transmitían un hechizo seductor que tocaba todos mis sentidos. Por mi parte dirigí mi paso con cierta lentitud para no adelantarla, ocultándome entre la confusión de las personas que caminaban a mi lado para no ser descubierto y que no evidenciara mi caminar unos metros detrás de ella.
Todo iba perfecto hasta que, repentinamente, sin darme cuenta un poste de madera se interpuso entre nuestros horizontes, zarandeándome la dulce embriaguez en la que me encontraba anímicamente. Y sin falta el entrometido, se escuchó una voz que me gritó :– límpiate la baba ¡!! .
Avergonzado y temiendo que ella se diera cuenta de lo ocurrido, baje mi cabeza, encogiendo mis hombros. Exteriorizando mi rostro que se transformaba rápidamente de su color natural al de sus zapatillas, como queriendo camuflarse con ellas por lo que no me quedo más remedio que agilizar mi paso y seguir mi camino a la escuela.
Así transcurrieron varios días y sin siquiera esperarlo llego la fecha del encuentro.
En aquel momento me encontraba en el segundo piso de uno de los edificios escolares, esperando tomar una clase, charlábamos todos mientras hacía su acto de presencia el profesor. Inesperadamente la chica de rojo paso de largo, cerca de mi persona. Algún compañero notó como le condecía la mirada a tan bella chica y sin vacilar me preguntó si me atraía. Le respondí que era una chica atractiva. Me dijo que la conocía y podría presentármela; a lo que respondí:- Será otro día, está por venir el profesor.
Mi compañero notó el nerviosismo que circulaba por todo mi humanidad. Sin preguntar más y con una risa sarcástica se dirigió hacia donde ella. Me quede helado sin saber qué hacer, los observé y vi que mi compañero le decía algo que ella expresó en una pequeña y pícara sonrisa salida de sus carnosos labios rojos. Ambos venían a donde estaba aparcado, me la presentó y yo me presenté, trataba de esconder mi inestabilidad emocional que su presencia me provocaba. Mi mente se bloqueó, la oía pero no la escuchaba, me dijo su nombre pero mi cabeza no podía registrar o retener cualquier información. Hubo un espacio de silencio cuando mi compañero nos dejó, hubiera deseado estar preparado para ese tipo de evento, pero algo en mi me dijo que uno nunca está preparado totalmente, al menos como lo hubiera querido en ese momento. No recuerdo lo que salió de mi boca, lo que si tengo muy presente es que fueron palabras sin significado alguno o que no invitaban a entablar una conversación medianamente interesante. Las circunstancias no ayudaron y súbitamente sonó la campana, pensé que la campana me había salvó de aquel trance emocional, pero lo cierto es que se me escapó un abanico de posibilidades por descubrir sobre esa delicada criatura que movió todos mis sentidos, la cual en pequeños lapsos de tiempo rondaron mis pensamientos elaborados en múltiples fantasías alrededor de su persona. La intriga quedaría sellada para siempre. Lo único que llegaría a tener de ella sería su recuerdo grabado en mi memoria, sería la chica de rojo y las formas de sus zapatillas de color rojo representarían la culminación de todo lo que ella significaba.

MANUEL ALBÍN EXTREMERA

Nos fuimos de acampada a la falda de una montaña pequeña, fuimos dos parejas, vimos una maravilla, el ocaso del sol y cómo se perdió por el horizonte,— se fue a descansar –, entonces salió a pasear el silencio, un silencio que solo se oía un ruiseñor cantando al lado de su nido, el sonido era el sigilo de la noche.
Después de alguna copa quisimos descansar, pero la brisa hizo bailar el follaje de la montaña con el sonido que acarrea, la madrugada se alargó despierta y llena de ganas de cumplir con el pensamiento de cada uno, la brisa se calmó y el sonido se cambió la por gemidos del placer oculto entre las lonas de la tienda de campaña.
Se callaron los gemidos y cansados quedamos dormidos hasta que el sol volvió a su trabajo. Recogimos todo y nos dirigimos a la ciudad, callados, pensativos, con el único sonido era el pisar de la tierra suelta de la falda montañosa.

BÁRBARA GONZÁLEZ

Ya no escucho el latir de tu corazón junto al mío.
Querías que te diga cómo me siento..
Dolor, rabia, mucho dolor, sufrimiento.
Te pedí que te quedes. Te suplique que te quedes, mis ojos te suplicaron. Vos me viste y te fuiste.
Ya no escucho el latir de tu corazón junto al mío.
Te pedí que te quedes. «Tengo miedo» te dije. Pero vos solo querías darme consejos de vida. No necesito que me enseñes a vivir. Necesito que vivas conmigo. Te pedí que te quedes. Porque el dolor es tan grande a veces que me siento morir. Y te fuiste.
Quise hablarte de mi sufrimiento, pero comenzaste a darme consejos de vida.
No necesito que me enseñes a vivir, solo que vivas conmigo.
Ya no escucho a tu corazón latir con el mío.
Tal vez no vuelo lo suficiente. Pero es porque a penas camino.
A veces me siento morir.
«Solo quiero irme a casa» , me dijiste.
A veces yo también quiero irme, pero me quedo a llorar contigo, porque no necesitas que te enseñe a vivir, solo necesitas vivir conmigo.

DAVID DURA MARÍN

Mírala , Mírala . Siempre igual.
Claro, ha metido dos frases en inglés y todo arreglado.
Que viene la nueva !. Dile todo maravilloso pero no te olvides de la coma , no sea que se crezca.
Bajo la mala sombra del único olivo del pueblo siguieron con su lectura con los últimos rayos de WiFi .
La cobertura , como en tantos pueblos , no tardó en irse dejando tiempo a la reflexión.
Mañana toca votar .
Y qué más da !. Lo tengo claro .
Vivo por y para mi silencio.
Desde el campanario sonaron las últimas carcajadas del día.

ENRIQUE OSORIO

Corrió hacia la cordillera. El camino terroso se perdía en la lejanía, por entre un túnel verde. Atrás escuchaba el ladrar de los perros que le perseguían. Sabía perfectamente que eran pocas las oportunidades de escapar, pero era necesario que lo intentara.
Muy cerca ya del río, tomó por otro camino, este al parecer muy poco transitado, y pronto llegó hasta aquél. Su esperanza era que los perros perdieran allí su rastro. Se arrojó al agua y comenzó a nadar hacia el centro del cauce.
Pronto dejó de escucharlos, y arrastrado por la corriente veía pasar las lejanas riberas como si fuesen nubarrones verdosos de atardecer otoñal impulsados por viento de invierno.
Se dejaría llevar por el ímpetu del agua hasta muy cerca de las cascadas, luego nadaría hacia la otra orilla y caminando un par de kilómetros llegaría a la cabaña de Inés. Allí podría permanecer oculto algún tiempo, además… bueno, se le iluminaban los ojos recordando a la hembra, a la gran hembra que era Inés con sus trajes corticos y sus piernas gruesas, y esos pechos enormes, y esa manera suya de hacerlo todo.
Tal y como lo planeara, consiguió la ribera occidental aproximadamente unos doscientos metros antes de las cascadas. Se tendió a descansar entre unos matorrales y cerró los ojos. Era una verdadera fortuna conocer aquella región de forma tan precisa. ¡Estos desgraciados llevaban las de perder con él!
Mientras pensaba todo esto y evocaba la imagen de la mujer desnuda, sin que él se diera cuenta, una serpiente salió del río y se dirigió hacia donde se encontraba, llegó a su lado, levantó la porra, al acecho, y en el preciso momento en que intentó ponerse de pie para continuar su camino, se le arrojó, mordiéndole en la cara. El fugitivo apenas tuvo tiempo de pronunciar una palabrota, y se desplomó sobre su espalda como si un rayo de sol hubiera impactado su frente.

BEA ARTEENCUERO

El corazón y el alma, eran inseparables, el alma era feliz escuchando los sonidos del corazón en su palpitar, ambos venían juntos de muchas vidas pasadas; La última reencarnación fue en una princesa.
Con ellos vivian: la alegría y la felicidad; En un cuarto del palacio por orden de la princesa habían encerrado a la angustia, la tristeza, el dolor, la nostalgia…
Un ruiseñor todas las mañanas entonaba los más hermosos trinos llenando el Palacio de melodías.
Hasta que un día llegó al bosque que rodeaba el Palacio, un troll que se instaló en una cabaña cercana al Palacio, una bella mañana en que la princesa cabalgaba por el sendero del bosque, este al verla se enamora perdidamente y a partir de ese momento la llena de atenciones a las que ella rechaza porque estaba comprometida con un príncipe.
El Troll para vengarse y castigarla, sabiendo que ama sentir cantar al ruiseñor, lo encierra y manda a los seres oscuros que silencian todos los sonidos del bosque, dejan libre a las emociones grises que estaban encerradas, así es que al despertar la princesa no escucha ni siquiera los sonidos del corazón, espera horas al ruiseñor en vano.
La angustia y la tristeza se apoderan de ella sumiendola en un letargo, nada le interesaba, su vida no tiene sentido, todo era un profundo silencio A su alrededor;
El bosque callo, todos los animales estaban silenciados por el hechizo del Troll.
El corazón y el alma cayeron en lo mas oscuro de los silencios.
El rumor del ¡Bosque de los silencios! Se expandió por todas las Aldeas, así llegó a los oídos del Príncipe, comprendiendo el porque del silencio de su amada.
Pidió a un unicornio, que lo llevará
a liberar a la princesa del hechizo…
Tras una gran pelea y con la ayuda de los animales del bosque, echaron para siempre al Troll y a los seres oscuros que lo acompañaban.
Liberaron al ruiseñor, que voló rápidamente al Palacio y cantó,canto hasta despertar a la princesa; Nuevamente sentía los latidos de su Corazón, todas las emociones vivas regresaron para quedarse alojadas en su cuerpo, mientras que las grises, regresaron al lugar donde no saldrían jamás.
La princesa y el príncipe vivieron felices, el bosque del silencio se llenó nuevamente de sonidos.
El corazón y el alma siguieron juntos por la eternidad.
Los sonidos de los silencios del alma, son los latidos del corazón.

GABRIELA MOTTA

¡Por fin sola y en silencio! El momento adecuado para meditar, cierro los ojos me concentro en mi respiración: «Inhalo, exhalo, inhalo, exhalo».
—Ja ja ja ja ja ja, «inhalo, exhalo», —ja ja ja ja ja ja. «Maldita sea olvide la ventana abierta, inhalo-exhalo, integro la risa del vecino. Vuelo a mi presente, inhalo-exhalo».
—Uuuuuuh, uuuuuh, uuuuh … chsss … rin, rin, rin. «Inhalo-exhalo, integro los sonidos de mi entorno».
—Miau, miau, miau, «inhalo-exhalo, cómo me olvidé ponerle la comida al gato, integro también ese sonido, inhalo exhalo».
—Miau, miau, miau, achís —¡Michi tus pelos me hacen estornudar achís, achís!
«Uno, dos, tres, inhalo-exhalo, todo está en mi cabeza, integro sonidos, respiro profundo».
—Buá buá, buá buá.
—Maldita ventana, basta; no puedo integrar tantos sonidos: ¡Plum!
—Chssssss…
«Inhalo-exhalo, llevo mi atención a este instante, respiro».
—Hip,hip,hip,hip. —¡c&@$#/°s!, ¡lo que me faltaba hipo!
Me levanto ofuscada y tomo un vaso con agua, cuando lo voy a poner sobre la mesa ¡pumba!: crag.
—Se van todos a la ¡c&@$#/°s!, para mí ya fue suficiente por hoy y como arte de magia:

BELÉN AMARILLA

Me sosiega el rugido de las olas al romper en la orilla del mar.
El graznido de las gaviotas surcando el cielo azul.
El silencio de mi alma ante los recuerdos del corazón.
El agua del arroyo saltando las piedras.
El gorjeo del gorrión entre la vegetación del parque.
El chisporroteo del fuego en la chimenea mientras que la lluvia cae suave sobre mi tejado.
Adoro la voz dulce y aterciopelada de mamá cantando nanas cuando apenas era un bebé .Recuerdo me acunaba sobre su pecho meciendo la vieja hamaca que hoy descansa en el desván.
El cerebro interpreta los sonidos del alma que calan nuestro ánimo.
El ronroneo de mi gato
La risa de un niño
El canto de los pájaros al amanecer.
El sonido de las ramas de los árboles cuando el viento las mece suave ,la hojarasca seca que se rompe bajo los pies en el otoño estacional…
El desgarro de mi corazón ante tu olvido.

JUAN JOSÉ GARCÍA DE HARO

Algo más que ronquidos
Mariano roncaba como pocas personas son capaces de hacerlo. Su mujer le decía:
– Mariano, roncas mucho. ¿Por qué no vas al médico?
– Te he dicho mil veces que yo no ronco, respondía él. Siempre estás machacándome con lo mismo.
– Pero Mariano, si lo hago por tu bien.
– ¡De eso nada! Lo que pasa es que ya no sabes qué inventar para sacarme defectos.
– No es eso, Mariano. Es que tú no te enteras, pero todas las noches montas un escándalo. El ruido es
insoportable. Yo no pego ojo, tus hijos tampoco, e incluso algunos vecinos se han quejado ya.
– Ni vecinos, ni hijos, ni gaitas. Eres una paranoica. Digo que no ronco y no ronco, ya está. ¡Cóño!, siempre
igual. “Mariano roncas, Mariano roncas…” ¿Desde cuándo, a ver, desde cuándo? ¿Desde que te estás
volviendo majareta? ¿Roncaba hace cinco años? ¿Hace diez años? ¿Roncaba cuando nos casamos? Porque cuando nos casamos no me decías que roncaba. Y bien que te arrimabas a mí entonces.
– ¡Oye, oye! Sin faltar, se enfadaba María. ¿Sabes qué te digo? Que a ver si te ahogas algún día en un
ronquido de esos.
– ¿Ah, si? Pues ahí te quedas. La cena te la comes tú solita. Me largo.
Y Mariano se iba al bar. Sin terminar de cenar, como tántas otras veces. A reunirse con sus amigotes, para hablar de temas tan importantes como el fútbol o los coches, o jugar algunas partidas de cartas.
Entre carajillos y copas, era frecuente que se le hicieran las tantas. Entonces Mariano, bastante borracho, regresaba a casa. María llevaba dormida apenas un par de horas. Mariano hacía sus cosas en el lavabo. A veces ponía el suelo perdido, porque con la cogorza no atinaba demasiado bien. Después se dejaba caer en la cama y apenas tocaba la almohada comenzaba a roncar.
María ya no sabía qué hacer. A la mañana siguiente él siempre negaba que había roncado. Daba un puñetazo en la mesa del desayuno y se iba a trabajar. En una ocasión María, mientras desayunaban, sacó un viejo radiocasete que había estado escondiendo desde muy temprano. Lo puso enérgicamente encima de la mesa, delante de las narices de Mariano, pulsó la tecla “play” y dijo con ironía a sus dos hijos:
– Niños, deleitaros con la dulce música que cada noche nos dedica vuestro entonado padre.
Luego, mirando fijamente los ojos de su marido, apostilló:
– ¡Sí, Mariano, sí! Esta noche te he grabado. A ver qué dices ahora.
Mariano, en principio, no dijo nada. Se limitó a darle tal trompazo al radiocasete que lo estampó contra el canto del fregadero y lo hizo añicos. Se produjo un silencio casi total en la cocina, tan sólo cortado por un ligero chirrido que salía del aparato grabador y que indicaba fehacientemente que el mismo jamás volvería a funcionar. Y seguidamente Mariano habló:
– ¿Ahora te dedicas a montar trucajes de sonido en equipos baratos? Pues te ha salido muy mal. Adiós. No vendré a comer.
La desesperación hizo presa en María. Tras varios días de febriles maquinaciones telefoneó a la tele, al programa “ESTO ES LA PERA” y, después de exponer su caso, solicitó una grabación en vídeo, con cámaras y micrófonos ocultos, de su marido en acción.
Los chicos de la tele, al conocer el relato de los hechos, accedieron ilusionados y, al cabo de una semana, un sábado por la tarde, antes de la retransmisión del sacrosanto partido de fútbol, Mariano encontró en la pantalla de su televisor una edición especial de “ESTO ES LA PERA” en la que, de inmediato, reconoció a su mujer, su casa y su
propio dormitorio. Los primeros planos de Mariano eran abundantes, pero él miró con cara de muy pocos amigos a María y le dedicó unas frases:
– Te voy a encerrar. Estás loca del todo. Has metido en mi casa a esa pandilla de “paparachis”, te has
prestado a esa mierda telebasurera, me has traído el ridículo a mí y a nuestra familia. Pero lo que no te
perdonaré nunca, ¿me oyes?, nunca, es que hayas acostado en mi cama a ese extraño, a ese payaso mal
maquillado de tres al cuarto haciéndose pasar por mí. Y lo más gracioso es que no lo has conseguido,
¿sabes? Porque el tipo ese no se me parece en nada. ¡En nada! No tengo por qué soportar esto. Me voy.
Y Mariano se fue al bar a ver el fútbol. Y María se quedó llorando, desesperada, desesperanzada, impotente, cansada y harta de vivir con tamaño energúmeno.
Pasada esa misma noche, a las cinco de la madrugada, los ronquidos de Mariano, que a pesar de todo había vuelto a casa a dormir la mona, sonaron como jamás lo habían hecho. Rugían tan fuerte que los cimientos de todo el bloque comenzaron a tambalearse. María intentó despertarlo, pero fue inútil. La noche en el bar había sido larga. Los muros de la vivienda, de las cincuenta viviendas de las diez plantas, empezaron a resquebrajarse. Y Mariano
roncando. Y María arrepintiéndose de haber aguantado tanto.
Momentos antes de que la pared maestra del edificio se desplomara implacable sobre ellos, María pensó:
– ¡Jóder, Mariano! ¡Qué lástima que no puedas ver esto!

LOLY MORENO BARNES

EL SECRETO DEL ATRAPA VIENTOS.
Levaba tanto tiempo habitando en casa, que ya nadie se percataba de su presencia.
Ese sonido armónico a los que todos estábamos acostumbrados, como si formara parte de su esencia.
Bastaba un poco de brisa en el porche para sentir el tintineo de sus péndulos tocándose unos con otros.
El día menos pensado, el fino hilo que lo sostenía se rompió dejándolo caer. –
Enseguida notamos su ausencia. Aunque nadie le prestaba atención cuando estaba en condiciones, la falta de esa sinfonía perfecta, y ese silencio que lo reemplazó logró desestabilizar nuestra paz.
¿Como puede, el simple sonido del roce de sus piezas calmar el alma?
¡Se dice que los atrapa vientos tienen magia!
¿Un simple tubo de metal o de bambú, unas caracolas o campanas ubicadas a diferentes alturas guiadas por un hilo como venas de vida?
¿Será que las vidas están ligadas a las almas unidas por sus cuerdas como los atrapa vientos?
¿O los sonidos a los silencios a través de nuestras mentes?
Así llega el llanto de un hijo antes de nacer a nuestro corazón. Los versos no escritos atrapados en las musas o las promesas no dichas, pero esperadas.
Son sonidos atrapados en el viento, capaces de ser sentidos en los silencios.
¡Sonidos! ¡Sonidos de atrapa vientos! O…
¡ATRAPA ÁNGELES EN VUELO!

LIDIA FUENTES

Hay sonidos que no imagináis lo hermosos que pueden llegar a ser cuando uno está enajenado y solo en este lugar. Postrado en esta cama, envuelto en orines y con la ayuda de mis brazos me voy retorciendo de izquierda a derecha. Desde este sepulcro vuestros pasos a lo largo del pasillo y esos chirriantes carros que arrastráis para facilitaros las tareas son mi resurrección diaria. El murmullo de las voces que organizan y ordenan junto al silencio de los que sabéis vuestro deber e inicias con ánimo la jornada me indica que es poca ya la distancia que me queda entre estas cuatro paredes y el jardín de enfrente.
Quitáis la noche con un tirón de persiana, colgado lleváis el sol en vuestra sonrisa y la frecuencia de vuestra voz es mi despertador y guía. Dejáis correr el agua, me ayudáis a frotar con esponjas jabonosas este cuerpo pesado y rígido que apresa mi alma. Huelo a limpio y vuestra labor repara este cuenco roto que suena de distinta manera. Y es que uno hace recuento de años pero no me salen las cuentas con tantas cosas dejadas a medias. Interrumpido mi ritmo de vida, mi brújula es el silencio y los sonidos de afuera. Estoy aprendiendo a callar esta jaula de grillos que hace orquesta en mi cabeza, me llega la destreza un poco tarde, pero bueno, aún estoy vivo y si me ponéis al sol…oscilo lento y silbo.

MARÍA ROSA ROLANDO

Otra noche sin conciliar el sueño. Ya no recuerda la última vez que pudo dormir plácidamente. Desde el instante en que comezó éste padecimiento.
Primero pensó que era el stress, que con un buen tratamiento desaparecería. Pero, después de casi diez años, permanecía, se intensificaba y no tenía intenciones de marcharse. Así que decidió aprender a vivir con él, a pesar de que extraños pensamientos, como el deseo de quedar sorda o incluso, el no seguir viviendo, la acechaban por momentos.
Para conciliar el sueño recurre a comprimidos milagrosos que la desconectan por unas horas de la realidad o a fuentes sonoras tan estridentes, que son capaces de neutralizar el zumbido infernal que ha invadió su mente.
Intenta descifrar mensajes ocultos que pudieran ocasionarlo, recurrió a médicos y sanadores, esperando una solución. Lo llamaron de varias maneras: tinitus, nervios, contracturas, pero él, seguía instalado en su vida, con tonos graves, constantes, llegando a ser por momentos insoportables.
Nadie puede comprender su irtitabilidad, sólo el que lo padece, sabe lo que significa NO tener un mínimo instante de absoluto silencio.

EMILIANO HEREDIA JURADO

DE SONIDOS, SABORES Y OLORES.
Los mirlos, abren la ventana del cielo para que entre el día con su canto en la hora de la aurora.
-¡Buenos días dormilona!-Una madre, levanta con ruido de corredera la persiana, con la correa del tambor que se enrolla en el cajetín de la pared.-Ya son las siete y media
-¡Mmmmm!-Una hija se despereza y los huesos de los homóplatos crujen en sintonía con los ajados muelles del somier-, mami, sólo un ratito más.
-Hija, venga, ya es hora de levantarse, que desde que volviste de la ciudad, no hay quien te acueste antes de las doce de la noche y te despierte antes de las siete
-¡Mamá!, ¡Jolín!, para el despertador, -se tapa lis oídos con la almohada-
-Hija, son solo dos campanitas, ni que fueran las campanas de la iglesia tocando a gloria.
-¿Sabes una cosa mamá?-mira tiernamente a su madre-
-¿El qué, hija?
-Hacía mucho, mucho tiempo, que no escuchaba el piar de los mirlos, en la ciudad, los pájaros estaban mudos, como cantantes de la televisión, al que le quitas el volumen. Les ves mover la boca, pero no les escuchas. Con los pájaros lo mismo. Les veía mover el pico, pero no podía escucharlos. Como si el bramido de la humanidad que transitaba por la calle, fuera una gigantesca mano, invisible, desconectara el volumen.
Escucha, mamá, el rumor de los árboles, mecidos por el viento, que trae un aroma fresco, que me llena la boca de algo olvidado.
Los árboles en la ciudad están del revés, y el sucio aliento de ésta, te deja la boca con perenne sabor a cartón sucio.
Ayer, cogí de las acacias del camino del molino, un puñado de pan y quesito, y me estremecía con cada crik que sonaba al cogerlo y, al tener un puñado en la mano, el olor ácimo y dulce, me trajo recuerdos que creía ya olvidados, te reirás mamá, pero al lavarlo bajo el chorro cantarín de la fuente, me lo comí, mas feliz que la persona mas rica del mundo, comiendo las bolitas esas negras que tu crees asquerosas.
No sabes mamá, lo extraña que me sentí, cuando, oía mis pasos, al arrastrar la arenilla de los caminos del parque, y sentir en mis atrofiadas fosas nasales, el olor acre del polvo que iba levantando y, cómo mi boca, se quedaba seca.
Pero no me disgustó, mamá.
Al llegar a la plaza, un chisporroteo familiar, que iba cogido de la mano de un olor a aceite caliente, me hizo salivar y con suaves empujoncitos, llegué al puesto de churros del Damián.
Yo, la ausente que regresaba y el, tanto tiempo más mayor que el mismo tiempo que no estuve.
El crujir de los churros, mamá, ese olor a recién hechos, ese sabor caliente y húmedo, la Santísima Trinidad.
Más abajo, el Tomás y su hijo, ya echo un hombre, pregonando las gallinejas, los entresijos, las morcillas, el tacto grasiento del cartucho goteando aceite, el crack de los entresijos, el golpe de la caña de cerveza sobre la barra de metal.
Así, mamá, andando, andando, llegué sin darme cuenta, a la casa de los abuelos, tan sola, donde una lechuza impertinente, me chistaba, y algún que otro gato, huia por entre la obscuridad, llevando consigo dos ascuas, haciendo caer algún que otro cascote produciendo un ruido sordo al caer al suelo.
A lo lejos, se escuchaba la sinfonía de la verbena y, entre el ruido de las atracciones, se abría paso, el pasodoble «En er mundo»
Y estuve contemplando las estrellas, hasta bien tarde, cuando acabó la verbena y se hizo el silencio.

SISI ZIRCONITA

MI MUNDO
Estaba impaciente, nerviosa y en expectación. Roberto tenía una sorpresa para mí. No, no era mi cumpleaños, ni tampoco nuestro aniversario, solo eramos amigos desde la más tierna infancia.
Ambos sabíamos corresponder la amistad en cualquier momento, no hacía falta ningún acontecimiento especial.
Nos subimos al coche y me vendó los ojos.
Empezó a conducir camino al sitio elegido.
La sensación era de inquietud a la vez que confianza en él, sabía que algo muy especial me esperaba. No nos pudimos comunicar durante todo el trayecto, pero me fui relajando por momentos y una paz invadía mi mente y mi cuerpo
Roberto paró el coche, habíamos llegado al destino casi sin darnos cuenta.
Yo seguía con los ojos vendados así que como atento caballero me ayudó a bajar del auto.
Aquella paz conseguida durante el trayecto se estaba disipando por momentos, otra vez la sensación de nervios y una gran incertidumbre
a la vez que liberaba mis ojos de la oscuridad. Mi cerebro estaba atónito, mi corazón excitado y mis ojos no podían creer lo que veían.
Ante mí un piano muy especial.
Puse los pies encima y empecé a tocar.
El vaivén de mis pies junto a las vibraciones que emitía convirtió aquel álgido momento en un mundo mágico.
Mi mundo dejaba de estar en silencio.
Por primera vez oí la música a través de aquellas vibraciones que recorría mi cuerpo y alimentaban mi alma.
Mi universo callado cobró vida.
Aquel sonido silencioso pero poderoso para mí, marcaría un antes y un después en mi vida.
Desde aquel precioso e inolvidable día me dediqué a impartir música para discapacitados auditivos.

GAIA ORBE

Me siento a escribir en una noche de sudestada marina. Abro la ventana para dejar escapar el humo del cigarrillo. Escucho el sonido de las ruedas de los autos contra el pavimento, salpicando suave en su rodar. Corte de semáforo en la avenida. Un ladrido de perro me llega lejano. El ronroneo de una moto esperando para largarse en cuanto la luz sea verde. El viento que mueve las hojas. Un papel de caramelo que corre raudo por la calle. Las gotas que caen en el capó de los autos mezclan su sonido con el de ellas mismas en la vereda. Es tarde. Es sábado. En un día más de encierro por pandemia. Sin embargo, los sonidos no se detienen. La lámpara del velador suena. El murmullo del mundo es constante. No se apaga. Pasan las horas. Se despeja el aire del rodar de las ruedas. Se apagan los reflejos de los televisores en los balcones. Dejó de llover. Cierro la computadora. Me acuesto buscando el sueño. Algo me dice que en la muerte también hay sonidos.

OMAR ALBOR

Silencios
Escaneo de miradas
para ver cómo se mueve el tiempo.
Entre cada verso hay un silencio.
Entre cada labio hay un silencio.
En cada lágrima hay un silencio.
Antes de un te Amo hay un silencio.
En la soledad hay silencio.
En cada pensamiento hay silencio.
Antes de nacer hay silencio.
Antes de morir hay silencio.
Cada segundo, del mundo está encerrado, en un silencio.
Cuando todos hablan
harás silencio.
No es una condena
es una condición
es un momento del segundo por venir.
Solo en silencio y el piso liso se mueve a mis pies.
Silencios.

RAKEL VALDEARENAS MATE

Ya era tarde, el tiempo se agoto, dio un último suspiro y cerró los ojos. Los miedos se habían esfumado, la oscuridad reino alrededor de la realidad, una sonrisa triste apareció en su rostro, era afortunado por haberla encontrado.
La muerte vino a buscarle y él se fue de la mano con ella, dejo atrás a gente que lo quería, que lo apoyaba y que lo cuidaba y aun así se fue con la de la guadaña.
El firmamento ha ganado otra alma, otro sueño truncado, otra vida perdida y aun con todo eso no ha ganado la parca.
Y lloramos la pérdida de un ser querido, nos duele ese vacío que dejan en nuestras vidas pero su recuerdo jamás se ira de nuestro corazón.

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ALBERTINA GALIANO

Ya era tarde, el tiempo se agoto, dio un último suspiro y cerró los ojos. Los miedos se habían esfumado, la oscuridad reino alrededor de la realidad, una sonrisa triste apareció en su rostro, era afortunado por haberla encontrado.
La muerte vino a buscarle y él se fue de la mano con ella, dejo atrás a gente que lo quería, que lo apoyaba y que lo cuidaba y aun así se fue con la de la guadaña.
El firmamento ha ganado otra alma, otro sueño truncado, otra vida perdida y aun con todo eso no ha ganado la parca.
Y lloramos la pérdida de un ser querido, nos duele ese vacío que dejan en nuestras vidas pero su recuerdo jamás se ira de nuestro corazón.

ANDY PARIONA ROJAS

Las campanadas de Modesto
Modesto quien a sus ochos años presenció las muertes de sus padres por un choque automovilístico, hoy se encontraba trabajando ya a sus 25 años en una empresa transnacional muy famosa; su jefe, Erasmo, quien a su vez era gerente general de la empresa siempre lo trato despectivamente pues sabía que Modesto anhela su puesto.
Erasmo durante toda su trayectoria profesional se valió de las mayores artimañas para salir libre de todos sus problemas, tal como el accidente de hace años donde el manejaba ebrio por las calles de Lima y dejó huérfano a un chico. Simplemente Erasmo hizo uso de «contactos» y pudo salir limpio de aquel impase.
Modesto durante su etapa en el orfanato pudo conocer nuevos amigos, vivir tranquilamente, superar su perdida, combatir su temor generado por la perdida el cual era un terror inmenso que le causaba las campanadas ya que las relacionaba con las sirenas de la policía y ambulancia de aquel fatídico accidente, pero a sus 16 años llegó a sus manos una carta enviada por un remitente desconocido, en donde se encontraba un recorte periodístico refiriéndose al accidente de sus padres y una nota que decía fue Erasmo Sandoval Velarde. Modesto quien había superado esta fase de su vida, al ver la carta cayó prisionero de un espíritu vengativo y juró desde lo más profundo de su ser terminar con la vida del tal Erasmo, el asesino de sus padres.
Hoy Modesto esta al frente de su ventana en la noche, reflexionando sobre que actitud tomar ante lo que se desencadenaba en su pecho; sentía miedo, su decisión ferviente por terminar la vida de Erasmo decaía, ya que días antes había soñado con sus padres, quienes lo miraban a la distancia y lloraban, él presentía que esto significaba algo, pero no quería prestar atención. Simplemente exhaló al frente de la ventana y pudo ver que su rostro desaparecía en el vidrio, entonces fue cuando tomo valor, pues ya no veía el rostro de un asesino sino únicamente el de un hombre común. Abrumado por su emociones siento más ligero el cuchillo en sus bolsillo y por fin decidió asesinar al hombre que le arrebato a su familia.
Durante la noche, en casa de Erasmo se celebraba el cumpleaños de su padre, Romualdo, quien cumplía 89 largos años «felices». Don Romualdo fiel a su estilo ocurrente decidió mencionar al final de la fiesta a su heredero para que gestione todas sus empresas. Entre los expectantes se encontraba Mariela, la hija menor; Ludmila, la hija mayor y abogada de la familia; Daniel y Erasmo. La fiesta duró cerca de 3 horas llenas de conversaciones de negocios, bailes, comidas y demasiadas carcajadas. Es en el intermedio de este cuando llega Modesto solicitando hablar con Erasmo sobre un informe que exponía las inmensas perdidas de inventario en la empresa a causa de un robo sistemático.
Erasmo subió las escaleras leyendo los documentos que presentaba Modesto y no podía creer las pérdidas inmensas en los inventarios. Erasmo llamo desde el segundo piso a Modesto para dirigirse a su cuarto de estudio y analizar la situación. Modesto había generado el momento ideal para el crimen y ya en la habitación se acercó hacía la ventana y dijo, ¡bonito auto!, ¿Cuánto te costó? a lo que Erasmo responde: ¿Qué dices?, ¿Qué te pasa? ¡mira esto! señalando las hojas del informe; Modesto camina hacia la puerta, la cierra y menciona de espaldas : ¿Nunca tuviste un accidente con ese auto? mientras apaga la luz. Erasmo extrañado por la situación dice, déjate de idioteces, Modesto; a lo que Modesto responde rápidamente yo soy el niño que dejaste huérfano , Erasmo, ahora ya lo recuerdas. Al finalizar esas palabras se escucha el sonido del reloj semejante al de campanadas, es ahí donde Modesto saca el cuchillo y se abalanza hacía su victima y le clava enérgicamente el cuchillo en todo el cuerpo; al termino de las doce campanadas acaba Modesto también, ya en el suelo, Modesto reflexiona y reconoce que está libre y no queda más que hacer en esta vida, toma el cuchillo y se lo clava en el estomago, desangrándose en el suelo, Modesto solo observa como la puerta se abre y una figura se acerca a él y menciona: te demoraste mucho, Modesto, mucho, pero ahora si papá tendrá una mejor elección de heredero. La figura se retira del cuarto no sin antes aventar unos papeles a la cara de Modesto, los cuales eran las evidencias y la carta que recibió a sus 16 años en donde se mostraba el remitente en tan solo unas iniciales D.S.V.

SOLEDAD ROSA

¿Qué es ese ruido? ¿Quién te dio permiso para abrir mi puerta? Me declaraste, con sigilo, la guerra, alzando una muralla y borrando todo aquello que me hacía vibrar. Vi como me mirabas victorioso desde lo alto. En silencio. Porque de este te empeñaste en vestirme.
Yo solo era una principiante que comenzaba a leer las miradas, los gestos que dibujaban los cuerpos y el arte al hablar. Como un marinero comencé a navegar contra viento y marea para no llegar a la deriva de ese lugar que lleva mi nombre. Aunque, sin darme cuenta, amarraba de nuevo en ti.
Aprendí que hay sonidos que solamente se escuchan en silencio. Las teclas de una máquina de escribir. Las hojas de un libro al pasar. El trazo de un bolígrafo en una libreta. El latido de la vida. Y su risa.
Querido silencio, hoy te subo el volumen para que retumbe en ti su risa. Y contra esa melodía, ya te aseguro, que nada puedes hacer.

CONCE JARA

SONIDO DE CAMA
“Sabemos que estar en comunidad significa que estás más cerca de tus vecinos de lo que normalmente estarías, o sea, que podrías estar viviendo en una zona diferente del edificio y nosotros seguiríamos escuchando tus voces manteniendo sexo. Y que sepas que estamos contentos de que tengas esas relaciones sexuales tan increíbles, pero te pedimos que bajes el tono, incluso que te calles, no por nosotros, sino por nuestros hijos pequeños, a los que es difícil explicarles cuando te dicen: “¿por qué no llamas a la policía? ¿La señora de fuera grita porque la están haciendo algo muy malo?”. Se lo rogamos, baje el tono de los gemidos y sonidos sexuales cuando está con otra persona… o consigo misma. Sabemos que puede pensar que no es para tanto, por eso le dejamos este pendrive donde están grabados lo molestos que resultan sus “sonidos”. Escúchese un rato a sí misma, quizá le haga ponerse en el lugar de los 10 vecinos que firmamos esta nota. Gracias”
En el edificio el efecto del mensaje resultó todo un éxito. Habían creado un grupo de WhatsApp llamado “DÁMELO TODO” donde unos vecinos aplaudían con sus comentarios la dedicación de Jalis como presidente de la Comunidad por la nota y por el regalo del dispositivo, que incluía la huella sonora de los gemidos, aunque otros se preguntaban qué harían si la nota no funcionaba y seguían sin controlar los ruidos, hasta que alguien dijo que lo siguiente debía ser llamar a la policía.
Selena y su pareja se calmaron durante un par de semanas, pero desgraciadamente volvieron los ruidos.
Jalis estaba desesperado. Eran las 3 de la mañana, la ventana de la habitación de su hijo de dos años daba al patio interior y por el calor debía tenerla abierta, entrando a tropel los gritos y gemidos de su vecina Selena, provocando que el pequeño no retomara el sueño.
-Policía Nacional, ¿en qué puedo ayudarle?
-Buenas noches agente, me llamo Jalisco López. Verá, algunas de las ventanas de mi vivienda dan a un patio interior, que nos hace de amplificador para la sucesión de gritos, golpes de muebles, de suelo, de pared, procedentes del piso de abajo, el 4º G. ¿Podrían venir a solucionarlo?
– ¿Me dice su dirección, por favor?
-Calle Eloy Gonzalo nº 17 de Parla -dijo nervioso Jalis-, soy el vecino del 5º G…
– ¡Vaya! Casualmente hemos recibido otra llamada de ese inmueble con quejas similares. No se preocupe señor, una patrulla ya está en camino.
-Entonces gracias agente… que tenga buena noche.
Jalisco se asomó al rellano de la escalera, oscuro, aunque escuchó susurros procedentes del Bajo. Dejó a su mujer con sus dos niños, cerrando silenciosamente la puerta de la vivienda. Bajó las escaleras dejando pasar una tenue luz entre sus dedos, procedente de la linterna del móvil. En el portal dos Policías hablan con Doña Carmen, la vecina del 3º G, quien muy alterada les decía:
– … del ‘dámelo todo’ al ‘dame más’, luego los gritos, y no se crean que son unos minutos, se tiran dos horas con “el dale que te pego” -decía mientras uno de los agentes esbozaba una ligera risa-. Tuvimos que irnos dos semanas a casa de mi hermana, por los problemas de falta de sueño -las oscuras y pronunciadas ojeras de Doña Carmen eran la mejor evidencia de tanta molestia-. Mi marido trabaja en la construcción, cualquier día se cae del andamio. Luego tengo una hija de 17 años… ¿qué educación le estoy dando? Tienen que hacer algo, no podemos seguir así -gimió abrazándose a su marido
Entonces Jalis intervino:
-Buenas noches agentes. Jalisco López, presidente de la Comunidad -dijo estrechándoles las manos-. Yo también he llamado a Comisaría por el mismo problema, por supuesto dispuesto a denunciar y me habían dicho que ustedes estaban en camino, por eso he bajado.
– ¿Usted padece directamente las mismas molestias que su vecina? -dijo el agente que llevaba una libreta e iba apuntando.
-Pues sí, es mi vecina de abajo. Yo vivo en el 5º G, y la vecina que grita en el 4º G.
– ¿Desde cuándo llevan con estas molestias sonoras? -preguntó el agente.
-Ya va para un año -dijo Jalisco-. Selena, que así se llama la vecina, alquiló la vivienda a una familia cuyos padres, vecinos de toda la vida, fallecieron y les quedó la casa libre. Al principio los ruidos solo eran por la mañana o por la tarde, pero creo que ahora la inquilina trabaja de noche y cuando llegan del trabajo, empieza la juerga… pero a él no se le oye.
– ¿Alguno de ustedes ha hablado con su vecina alguna vez sobre el tema? -preguntó el policía.
– Yo, como presidente de la comunidad de Propietarios -dijo Jalisco- he llamado varias veces a su puerta, pero no abre. Hace 4 meses convoqué una reunión con el administrador de la finca y la comunidad de vecinos, pero hay pisos que no querían denunciar, ya que los ruidos no les afectaban, diciendo que ese soniquete, en estos tiempos, era “la alegría del bloque” y que ya les podía haber tocado a ellos -dijo Jalisco frotándose la cara-. Finalmente enviamos dos burofaxes a los dueños de la vivienda, y nos contestaron diciendo que no era su problema, que mientras cobraran ellos no querían saber nada.
-Pues yo sí que he hablado con ella-añadió Doña Carmen-. Un día coincidimos a la salida del ascensor y bien que le pedí que bajase el tono, que se le oía todo. Total, que agachó la cabeza, dijo que lo sentía, pero siguió en las mismas, incluso creo que fue peor, lo cogió con más ansia… ¡la muy guarra!
Tras tomar buena nota de los vecinos presentes, los agentes llamarón a la Central pidiendo que enviaran a una patrulla de la Policía Local equipados con un sonómetro. Con los Municipales presentes, todos subieron hasta la casa de Doña Carmen, en el 3º G. Dentro, uno de los agentes dirigió el sonómetro hacia el techo del dormitorio de matrimonio, midiendo el sonido. Los alaridos de aquella mujer se hacían cada vez más intensos, y es que parecía estar llegando al clímax, por lo que uno de los Nacionales no pudo evitar una sonrisilla que acabó en risotada al oír al Municipal decir:
-Se trata de un sonido de ritmo invariable, repetitivo, y que sobrepasa en dos decibelios del máximo permitido a estas horas de la noche -concluyó.
Sobre la mesa del salón, los policías y testigos firman el informe, describiendo con detalle aquello que producía la revolución sonara, capaz de romper el descanso de aquella familia: “Sonido de cama”.
Al leerlo Doña Carmen agrega enfadada: – ¿Y no será mejor poner “que están follando como locos? ¡Coño!
Jalis acompañó a los agentes hasta su domicilio, quienes repitieron el mismo proceso de medición del sonido en su vivienda. Después condujo diligente a los cuatro agentes hasta el portal, sin dejar de ofrecerse como contacto para lo que hiciera falta.
El sexo de Selena tiene un efecto muy dañino en la familia de Doña Carmen, de Don Jalisco, y algún que otro vecino que no quiso dar la cara, al llevar meses sin dormir por los alaridos de la joven Selena, a la que el Ayuntamiento de Parla sancionó con 750 euros de multa por superar en varias ocasiones los decibelios permitidos y representar una permanente perturbación de la calidad de vida de sus vecinos, que a la larga podían tener graves efectos sobre la salud de los mismos, e incluso efectos en su conducta social, que podían derivar en agresividad y violencia incontrolada.
-Policía Nacional ¿dígame?
-Por favor… ¡ayúdenme!
-Tranquila señora, ¿qué le ocurre?
-Han entrado en mi casa… mis vecinos. Vienen con cuchillos… mi novio y yo estamos en el baño encerrados… van a tirar la puerta abajo… ¡vengan deprisa!
– ¿Como se llama? ¿Desde donde me llama señora?
– Me llamo Selena, vivo en la calle Eloy Gonzalo número 17 de Parla… del 3º G… vengan ya…mi novio está herido.
-No se preocupe señora, ya salen varios equipos para allá…. ¿señora? ¿señora? ¿está usted ahí? ¿me oye? ¿señora?
FIN

ANTOLÍN MARTÍNEZ JIMÉNEZ

No sé cuantos de ustedes han tenido la ocasión de visitar una imprenta en plena producción. Yo me crié en una de ellas y he vivido en ella toda la vida, hasta hace ahora algo más de año y medio. Tuve que cerrarla por cuestión de salud, fuerza mayor. A los dos meses llegó la pandemia y eso hizo disipar toda idea de arrepentimiento.
Huele a disolvente, alcohol isopropílico, tinta, papel, aceite hidráulico, cola de papel y aire de compresor. Todo ello mezclado en un ambiente de rapidez y concentración de trabajo en una muy amplia rutina de labores distintas; diseño gráfico, maquetación editorial, filmación de fotolitos y planchas offset, métodos varios de impresión en tintas planas y cuatricromías, una diversa cantidad de sistemas de encuadernación; fresado, grapado, encolado, coleccionado, cantos redondos, troquelados, plastificados, glassofonados, etc.
El sonido de una imprenta lo reproducen en altavoz destacado las máquinas de imprimir.
Un compresor suelta el aire que sopla el papel en la pila de entrada y proporciona el aire de succión de los chupones de avance. El sistema de batería de rodillos de tinta cruje con la pasta de color. El papel avanza por la mesa de admisión arrastrado por las cintas de desplazamiento, al llegar a la entrada de cilindros es atraído hacia uno de los lados para hacer lo que se llama ajuste de casación y acto seguido es enganchado por las pinzas de seguimiento hasta ser aplastado por el cilindro de caucho manchado con la marca de tinta que deja la plancha de aluminio grabada químicamente.
El ruido de todo el día y todos los días es el siguiente:
Ssssssssssuuup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup- chuccup-
Cambia la frecuencia según su velocidad y cuando tienes tres máquinas con seis cuerpos produciendo ese sonido a mi alrededor mi corazón sigue su ritmo y me llena. Cuánto me faltas en mi cabeza, creo morir porque no estás ya junto a mi.
Ahora estoy en un nuevo proyecto que abarca mucho más campo. Entro en el mudo del todo tipo de marcaje; papel, plástico, tela, madera, metal y vidrio, también a nivel industrial. Nuestro objetivo es salir al mercado el 1 de Octubre de 2021 y por eso creo que mi vida será corta, pero estoy en ese punto de “ni contigo ni sin ti”, sin ti porque me muero y ni contigo porque me matas.
Sé como me tengo que tomar las cosas para no recaer y delegar se me está dando muy bien.
Lo que tenga que ser será, pero estoy enganchado a este tipo de vida y me gusta dar trabajo a la gente para que se sienta útil, lo que no me gusta son los lameculos y ya he captado un par, que sintiéndolo mucho se lo voy ha tener que explicar porque yo soy uno más.
NOTA.- Si le dices al ordenador que te lea el párrafo del “chuccup”, reproduce muy parecido el ruido real de una máquina de offset Heidelberg SpeedMaster de cuarto de pliego (36x52cm) a una velocidad de 7.500 pliegos/hora.

ZOE EMM TEXIS

A decir verdad la época en que me ha tocado vivir me desconcierta, No sé qué habrá después es más no se si habla un después….
Recuerdo estar ahí frente al microondas, mi cara recargada en mis brazos mientras lo veía girar…
ese sonido, difícil de explicar, la combinación de la luz más el motor, el plato girando alrededor.
Mientras lo observaba mi mente imaginaba a la bailarina de la cajita musical…
ese sonido esas canciones tan especiales al momento de danzar, giraba, giraba giraba sin cesar.
¡Alí,Alí! Deja ese microondas ahí! Vete a ver la tele por allá…
Lo siento mamá es que me preguntaba por qué la tierra es circular, igual del plato de cristal en el microondas ó la bailarina de la caja musical…
¿De que hablas niña? ¡váyase para allá!
Pues ya qué más da…
Maravilloso, para ver la televisión también tengo que girar la palanca ooosh esa manija ¿Por qué no fueron más sofisticados? Porque mover la palanca del al derecho y al revés una y otra vez…
espera…
¿Una y otra vez?
La palanca… Gira, gira y gira otra vez,
también el disco en la tornamesa
Girar y girar…¿así será el engrane musical?
¿El engrane del tiempo también es circular?
El tiempo también será una onda, ¿Será Oscilatoria? siento que es elástica/sonora, porque su sonido es muy penetrante jamás se confundirá
El tiempo, la existencia, las ondas en el televisor , la ondas en el espacio , las ondas en los colores las ondas en los sonidos, las ondas , girando y girando alrededor, y nosotros girando con ellas… Girando una y otra vez….
-Alí Alí… ¿Estás bien?
*¿Qué? amigo Israel, Si estoy bien , ¿Me fui otra vez? Creo divagué me deje llevar por mis recuerdos otra vez en este encuentro musical con Chopin, lo siento solo me puse a recordar me llevo a comunicar, sentir a vibrar a trasmitir mi historia por la humanidad, ese disco de acetato circular.

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28 comentarios en «Sonidos – miniconcurso de relatos»

  1. Neus Sintes, por la facilidad de compactar el paso de la vida en un párrafo, se lleva el punto. Felicidades a las participaciones en general: qué sinfonía más bonita habéis creado!

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