Madre – miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «madre». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 11 de marzo! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

Madre que hubiese sido de mi sin tu ayuda.
Como pájaro que vuela mi persona comenzó a preparar mi nido de amor. Más un inesperado infortunio se cenio sobre mi ser, impidiendo salir de tu falda de madre para quedar de por vida a tus cuidados.
¡MADRE…! Me llevaste en tu vientre nueve meses y hoy me atiendes en mis necesidades y me alimentas.
La desdicha que sufro, se vuelve con tu cariño de madre Felicidad…

BENEDICTO PALACIOS

Todos los rincones de la casa la recuerdan porque solo ella lograba llenarlos. Pues no había lugar en el que faltara la acción de sus manos: los visillos bordados, la colcha de ganchillo, el tapete que cubría la mesa redonda, el armario con algunas de sus ropas, el baúl donde escondía la cartera con el dinero que llegaba a casa, las cartas que le escribió mi padre, la disposición de los cacharros en la cocina y el orden en la despensa donde cada cosa ocupaba su lugar: el aceite, el vino, los restos de cada comida, la mesa matancera con trozos de tocino, los dulces… Y sobre todo los matices de aquella voz que se imponía sin un grito. Es la misma voz que aún escucho cuando abro la puerta de casa. ¿Por qué tiene morir la madre que tanto nos quiso? ¡Qué torpe, qué injusto fui con ella! Porque si ahora estuviera presente conmigo, qué cantidad de secretos nos contaríamos y cuántas confidencias. Todas aquellas que de jóvenes no fuimos capaces de contar ni ella de inquirir por no asaltar nuestra libertad y autonomía. Justo es reconocerlo: la vida de padres e hijos se construye de horas y horas de silencio.
—¿Atranco la puerta, madre?
—Atráncala, hijo, atráncala.
Imposible no rememorar esta misma pregunta cada noche al irme a la cama, porque yo solía ser de siempre el más tardío y último en llegar. Y al hilo de las palabras de mi madre, he reflexionado muchas veces sobre la cantidad de diálogos rotos y de preguntas que se quedaron sin respuesta. Es lo que sucede cuando se nos muere la persona querida, que hubiéramos deseado saber más de ella, que nos faltan conocimientos con que cerrar el círculo, círculo que se cierra cuando dejamos la vida. Es lo maravilloso de vivir, que aún queda tiempo para preguntar.

MARÍA RUBIO OCHOA

Cuando la guerra Civil era una niña, de adolescente ya iba al monte de pastora con unas pocas ovejas, cuando el tiempo era malo y no salía aprendía a coser. Se casó y tuvo cinco embarazos, dando a luz en casa, y por eso el tercero se ahogó con el cordón. En todos los embarazos tenía que trabajar en el campo y con el ganado además de cuidar a sus hijos. Se levantaba temprano y hasta la hora de dormir tenía trabajo.
En las noches de invierno con una luz muy precaria, hilaba, tejia o cosia.
Le quedaba poco tiempo para ejercer de MADRE, por eso tenía que delegar que los mayores cuidaran de los pequeños.
Mi madre como otras madres de su generación que vivían en un pueblo con una economía de subsistencia eran madres sin quejas, sacrificadas para sacar una familia adelante con muy pocos recursos. Siempre con su delantal multiusos que bien se le puede llamar ejemplo de dignidad.
Sembró la semilla con su ejemplo de lo que es salir adelante con viento en contra. En la madurez su vida fue más amable y disfrutó con sus nietos lo que no pudo disfrutar con sus hijos.

CARMET GAIC

Ser de la noche rocío desprendido
y más madre que las nubes no tener.
Sentirlas, empero, hogar desconocido
y la tierra ahora inalcanzable ver.
Ser de la noche rocío inadvertido
en las rosas del lar un día al nacer.
Reparar en que Ella, con gesto abatido,
cavila en mi muerte sin verme poder.
Ser de la noche rocío repetido,
por, a los ojos de Ella, eso parecer.
Vivir la existencia de un eterno olvido
que la humana conciencia va a mantener.
Ser de la noche rocío incomprendido
con ánimo inútil de hacerse entender.
Hablar un idioma de agua, sin sonido,
con el que Ella jamás me va a comprender.
Ser de la noche rocío entristecido
cuando Ella desaparezca al fenecer
y, teniendo su vida un nuevo sentido,
yo tampoco la pueda reconocer.

ALBERTO MEDINA MOYA

Que si ponte el abrigo que hace frío. Que si no vuelvas muy tarde. Que si no has comido nada. Que si ponte otra camisa que esa está horrible. Que si tu novio tal, que si tu novio cual. Así un día y otro. La cantinela paternalista de mi madre -mi padre murió cuando yo tenía tres años- alimentó en mí una rebeldía que con el tiempo fue distanciándome de ella.
En cuanto me lo pude permitir me fui a vivir con un chico algo mayor que yo del que me enamoré perdidamente, y poco a poco fui alargando el periodo entre visita y visita a mi madre. No sé cuándo empezó todo a torcerse, pero terminé descubriendo en mi pareja una oscuridad que amenazaba con arrastrarme. Una tarde me di cuenta de que me había aislado socialmente y estaba a merced de sus miedos neuróticos. El día que me dio la primera bofetada se me cayó el cielo encima. Mi vida adquirió una textura viscosa en la que me costaba pensar con claridad. Llevaba meses sin saber de mi madre, y una mañana la llamé. En mitad de la conversación me preguntó:
– ¿Estás bien? Te noto triste.
Me eché a llorar, y se lo conté todo. Que había caído en las redes de un hombre violento y no me atrevía a denunciarlo. Sabía de mujeres que habían muerto a manos de su pareja tras dar el paso. Ni media hora tardó en presentarse en mi casa.
– Trece mil doscientos euros. Es todo lo que tengo. Vete donde no te encuentre, hija. Empieza de nuevo.
Me eché en sus brazos, desgarrada entre el miedo y la culpa.
Una hora más tarde cogí un autobús hacia un destino donde empezar de cero y me llevé conmigo el deseo de volver a abrazar a mi madre algún día.
Seis años después, cuando el peligro había pasado, pude volver a hacerlo.
Y ya no la solté.

KARLOS WAYNE

– ¿Alguien sabe cual es el tema de la semana? No lo veo por ningún sitio…
– ¿A que voy yo y lo encuentro?

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Me diste la vida, tu vientre albergó mi morada, de una madre enamorada.
Tu tenue mirada, acurrucado en tu regazo, alumbraba mi alma.
Mientras me criabas, renunciabas a muchas cosas, para que nada me faltara.
Y cuando me educabas, calmabas mis enojos, haciéndome entender que no por ello me dejabas de querer.
Tu ardua lucha por hacerme persona de bien, dio sus frutos cada amanecer.
Perdonabas mis grandes errores, enseñándome a no volverlos a cometer.
Tu alma para mí siempre será pura, pues madre no hay más que una.
Ahora que tu salud mermo, seco mis lágrimas y te sonrio para que sane tu cuerpo y seguirte teniendo y amando cómo en mi niñez.
El día que me faltes, una parte de mi alma se irá contigo y contaré los días para volver a verte.
Eternamente agradecido, te puedo decir que «te quiero» en vida antes de que partas al cielo, pues todavía no ha llegado el momento de decirte adiós, cuando llegue ese día sentiré que yo también muero.
Madre no hay más que una.

PEDRO PARRINA

Llevo muchos años pensando, intentando, esforzándome en hacerte la vida más fácil, procurando razonar contigo para que te tomes la vida de otra manera, porque la vida es, tan fácil y tan difícil, como cada uno quiera. Pero también es muy importante no dificultársela a los demás, a los que estamos a tu alrededor. Y no es cuestión de dinero, es cuestión de cariño, de afecto, de confianza, de amor…
Me apena que no seas capaz de ver lo que tus hijos estamos haciendo por ti, no todos pero si la mayoría. En los últimos años has estado ingresada varias veces en Cáceres y Fuenlabrada: marcapasos, infección estomacal, nódulos pulmonares, te hemos llevado infinidad de veces al médico de cabecera Don Ezequiel, a especialistas en celiaquismo, corazón, psiquiatra, tiroides, dentistas, especialistas en estómago, a ponerte los aerosoles, a hacerte pruebas como resonancias, tac, análisis, etc etc etc.
Durante este último año de pandemia has estado siempre, siempre, cuidada por uno o más de tus hijas e hijos, no te hemos abandonado en ningún momento y cada uno te ha dado lo mejor que puede y ha hecho lo mejor que sabe. Sin haberte pedido nada a cambio. Los últimos seis meses te hemos cuidado en nuestras casas, intentando hacerlo con cariño, renunciando a nuestras vidas, a nuestro descanso, a nuestros amigos. Piénsalo.
Sabes que eres una persona complicada y difícil de manejar, que lejos de facilitar pones pegas a todo, y lo peor de todo es tu falta de confianza hacia los hijos y demás familiares, hablar de nosotros en cuanto nos damos la vuelta: que somos unos tales o unos cuales, que este te roba, la obra se come lo tuyo, el otro solo hace lo que hace por su interés, que solo queremos manejar tu dinero. No es cierto.
Has llegado a cumplir una edad en la que tu cuerpo y tu mente ya no funcionan como cuando eras más joven, y deberías estar orgullosa de que te hayamos cuidado y, porque no decirlo, salvado la vida en varias ocasiones.
Hace unos tres años, que estando ingresada en un hospital, te dije: aunque veas que te voy a clavar un cuchillo, si lo hiciera, sería por tu bien, es lo que siempre he procurado, tu bienestar.
Solo pedimos que nos lo hagas más fácil, que te dejes cuidar sin refunfuñar, que si el café de por la mañana no está a la temperatura exacta te lo tomes, o al menos pidas por favor que te lo caliente, que por no comer un día comida de cuchara no pasa nada, o si se me ha olvidado poner las pastillas en la mesa nos lo recuerdes con agrado.
De eso se trata la vida, de dar los buenos días, de pedir por favor, perdonar y pedir perdón, de compartir y facilitar la vida y agradecer a los que constantemente se preocupan y se ocupan de la tuya. Solo tienes a tus hijos, a tu familia, nada más y nada menos.
Madrid, 5 de marzo de 2021
Pedro Moreno «Parrina»
A pesar de que estoy fuera de plazo, y no es necesario que entre en las votaciones, lo acabo de escribir en unos minutos, casi sin corregir, tenía que desahogarme y dejarlo escrito.

RAQUEL LÓPEZ

No se puede describir, lo que es una MADRE, porque no habría suficientes palabras…
Madre,
esa heroína,
que con una caricia
vence mis pesadillas.
Madre,
que guarda sus lágrimas,
dibujando sonrisas
como un arcoiris.
Madre,
la que da todo por sus hijos,
la que escucha, aconseja…
la que ama.
Esa señora,
que echa horas extras,
que sonámbula,
despierta de noche,
a velar tus sueños
sin hacer reproche.
Que se lleva parte de tu vida
cuando te falta,
saboreando un vacío
de pena y añoranza…
Madre,
ahora y siempre
te doy las gracias,
por haber llenado
de paz, mi alma…

ALBERTINA GALIANO

MAMÁ MAGA
Mi alma de niña pequeña, acurrucada, asoma su naricilla sobre la almohada.
Y te busca.
Si estás, ya no falta nada.
Porque das sentido a una casa
que se desparrama en ropajes de fantasmas,
que me asustan cuando la noche
se vierte por sobre mi tibia cama.
Tus manos son firmes palas
que enderezan mi rumbo
si es que me pierdo fuera de casa.
Tú fuiste la causa,
quien me arrulló entre hojas y palabras,
deletreando en renglones lo de:
“mi mamá me ama”.
Quien hasta la madrugada, entregada, acababa aquello que quedó sin hacer, con la entereza del águila
que sobrevuela la calma,
que revisa, que repasa.
Y tiene la respuesta exacta.
Y una noche tal que ésta,
como niña ilusionada,
aguardas mi sueño y callandito,
y agachada, con tu magia me regalas.
Mi corazón, en su nostalgia, se abre hacia tí,
que hoy ya casi no puedes con nada.
Y me encaramaría a tus brazos tan sólo para decirte: gracias.
Por lo que me diste, por lo que me das
y porque quedó pendiente una frase inacabada.
Hoy la quiero terminar,
que yo también, no lo olvides,
amo a mi mamá del alma.
Que me abrigaste en el frío.
Que me abrazaste en tu falda.
Que me animaste a soñar.
Que me enseñaste la magia.

NEUS SINTES

Dedicado a todas las mi Madre
Oh!, Querida y amada madre
Eres tan linda como una mariposa
Que empieza a aprender a volar.
Tan bella, tan pequeñita
Pero a la vez tan ligera
Y tan atrevida como eres.
Vas en busca de comida para alimentar a los tuyos
A los que tu quieres, a los que te aman.
Tus alas brillan en la oscuridad de la noche,
Tus alas tienen el color de la alegría y de la felicidad;
Eres el centro de todas las otras mariposas juntas
Tan abierta, tan bella que enamoras a cualquiera.
En el gran bosque todos te adoran
Eres para ellas la reina,
que guía sus pasos.
Querida y amada madre: porqué madre, a fin de cuentas, sólo hay una.

TESS LORENTE

Instinto animal.
El sentimiento que desarrolla una madre que se sabe en cinta es puro instinto animal.
Se vuelve egoísta, porque a partir de ese momento deberá convertirse en el alma más generosa del mundo.
Sin haber parido aún a su vástago, su vida se centrará en traer al mundo a su hijo, sano y salvo, luchando contra viento y marea, por sobrevivir de la mejor forma posible.
Creará un nido seguro para su retoño. Le procurará alimento y calor. Velará sus sueños. Se convertirá en su remanso de paz.
Gravará en su mente cada instante, cada anécdota, cada progreso.
Le enseñará lo necesario para convertirse en una versión mejorada de ella misma, porque el éxito de su cachorro representará su propia superación.
Proporcionará a su camada más amor del que le cabrá en el pecho. Su regazo calmará su llanto. Sus brazos erradicarán el miedo.
Savia, fuerte, alegre, mimosa, dulce, ingeniosa. Mil madres en una y única en todas ellas.
¡Pobre de quien ose atentar contra sus hijos!, pues no conocerá furia mayor que la de una madre amenazada. La muerte podría llegar a acontecer a quien intentará dañar a sus bebés.
Su vida dejará de pertenecerle, ya que se entregará en cuerpo y alma a sus crías, por el resto de sus días.
Amor si límites, perdón infinito. Eso es una madre.
Así soy yo, del mismo modo que lo fue la mía.
Madre no hay más que una y algunas valemos por diez.

LUISA TABORDA

–Te contaré una historia para que desde ahora vayas formándote un futuro basado en la perseverancia, fortaleza y valentía – dijo esa madre un tanto abatida, su rostro reflejaba dolor y culpabilidad.
–Corría la década de los 80, había una pareja de enamorados.
La joven tuvo un embarazo gemelar del riesgo más alto monocorial-monoamniotico. Exhaló para coger fuerzas y continuar con la historia –Las gemelas idénticas compartían bolsa y placenta.
– ¿Qué es eso del mono…? preguntó la joven atónita ante esa palabra tan extraña. –Es el entrecruzamiento de los cordones umbilicales es una situación que sólo ocurre cuando se comparte la bolsa amniótica produciendo la muerte de alguno de los fetos, pasa pocas veces.
-¿Te ha quedado claro? ¿puedo continuar la historia? -sin esperar respuesta empezó a relatar.
-La pareja ilusionada coleccionaba fotos de gemelitas vestidas iguales imaginando como se verían de lindas al nacer.
A la semana veintinueve el corazón de Fernanda, se paró. Esa joven testaruda continuó con el embarazo con su gemelita sin vida dentro de su vientre para que la vida de la otra hija pudiera avanzar.
Al momento del fallecimiento de su hermana hicieron lo que se conoce como <<síndrome de transfusión feto- fetal>>, la niña viva recibió menos sangre y tuvo un ictus. Las lágrimas de esa madre corrían por sus mejillas, se levantó a por un pañuelo para secar sus ojos quebrantados.
Prosiguió la historia… Mientras la joven escuchaba atentamente y asombrada sin parpadear.
–Como madre no hubo nada que esa joven pudiera hacer, excepto, decidir continuar con la vida, de la otra niña, aun cuando los médicos recomendaban que interrumpiera el embarazo hasta por su propia salud, la pareja estuvo de acuerdo, la niña viviría.
El pronóstico que daban los médicos a través de exámenes y pruebas diagnósticas y más en esa época eran muy desalentadoras.
– Lucia, hija mía, no hubo nada que yo pudiera hacer para impedir tu ictus y la hemiplejía derecha que te quedó como secuela aunque el sentimiento de culpa a veces me perturba mucho menos pude impedir la muerte de tu gemela la llevo en mi corazón en el reflejo de tu rostro.
Sabía que iba a parir una hija con un diagnóstico incierto pero, el amor que tu padre y yo sentíamos por ti era más alentador y nos iluminaba tenerte entre nuestros brazos.
Oré tanto para que tú sobrevivieras. Agradezco a Dios haber continuado con mi embarazo . Tengo una hija maravillosa, es mi maestra de vida. Una adolescente como cualquier otra: alegre, inteligente. No te dejes desmoronar por nada ni nadie << tu eres mucho más que una hemiplejía derecha>>.
Me dijeron que podía parir “un vegetal” Se equivocaron, eres la reina de la sonrisa y la perseverancia.
– Así fue como mamá me contó lo de mi condición o limitación.
El propósito de mi madre surgió efecto; criar a una hija con la mayor autonomía posible, autoestima, y todo el amor que soy capaz de dar.
No me compadezco ni me victimizo por lo que me pasó, mucho menos puedo culpabilizar o condenar a mi madre.
Mi vida fue casi una hoja en blanco que he podido llenar gracias al regalo llamado << vida >> que me dieron unas personas capaces de amar incondicionalmente, amor que yo transmitiré algún día.
Mi vida es tan valiosa como la de cualquier otro. ¿Quién nos garantiza éxito y prosperidad por tener un cerebro libre de Ictus?
Tengo hemiplejía y un sin fin de cualidades valiosas y recursos para superar las limitaciones y obstáculos de esta discapacidad.
Agradezco a mi madre que no hizo caso a los médicos aún poniendo su vida en riesgo para salvar la mía.
<<La hemiplejía no me define>>
¡Me defino yo!
Gracias mamá.

MARI CARMEN CANO REQUENA

Como dice el dicho…… “madre no hay más que una y como la mía…..ninguna”
Y allí estaba yo!! inmersa en esa burbuja amniótica volteando al son de tu ritmo…. El ritmo de tu vida!! Esa mujer que dio a luz a la temprana edad de 23 años, pasando noches en vela escuchando mi canto, calmante de mis dolores con sus abrazos, noctámbula de la noche agarrando mi mano, solo tu cara calmaba mi llanto.
Y al día siguiente allí estabas en pie como si nada hubiera pasado, acurrucándome entre tus brazos mamando de tus entrañas la vida que corría por mis venas.
Astuta como tu sola esperabas a que durmiera para darle un vuelco a la casa antes que despertara.
Mis primeros pasos di contigo esperándome al otro lado del pasillo, con esa sonrisa de oreja a oreja por el logro conseguido….. — Mamá!! – fue lo primero que dije-, gozosa llorabas y en tus brazos amerizaba – mi niña!! Mi niña!! Que alegría te daba!!
Solo tu conoces bien el latido de mi corazón, no te ha importado engordar por mi, tener arrugas por la sonrisa de cada uno de mis nuevos descubrimientos, dentro de cada surco de tu cara se esconde la historia más bella o amarga de las emociones que has vivido.
Has conocido el amor que te ha hecho escurrir los ojos de alegría, esa alegría que al poco tiempo se convirtió en amargura.
Has llorado por la gente que has amado y que se han ido…… “ tu madre”…… y como dice el dicho, madre no hay más que una y como la “ tuya “ ninguna.
Nunca es tarde para decirte lo que Te quiero……..

MANUEL ALBÍN EXTREMERA

Fuiste mi refugio mientras duró mi instancia en tu ser, cuando me concebiste
todo cambio en tu corazon. Después de nueve meses llegó el día, un lunes de mayo, todos rebosaban alegría, entonces fue cuando me pusieron encima de esa mujer que entonces conocí a mi madre, esa mujer que lloró, al comprobar que estaba bien, sólo su mirada llenaba de amor la habitación de aquel hospital gélido, pero ella mirándome lo decía todo.
Pasó el tiempo, los años, e iba creciendo y mi madre iba almacenando su vejez con rapidez; me acuerdo que siempre tenía para mí una sonrisa en sus rajados labios.
Aunque estuviera enferma, ahí estaba hablando conmigo, ¡dándome consejos!.
Cuando venía un poco serio no paraba hasta que se lo decía, era mi ángel de la guardia, pendiente a mi. Mi madre, sólo cinco letras, pero que fuerzan tienen, jamás se rinde, a sus ochenta años, aún me espera despierta sentada en su butaca, por si no he cenado, su pañuelo en la cabeza y su mandil puesto; nunca me alza la voz sólo me da amor y cariño, que sólo lo esparce una madre, una madre que quiere a morir a su progenitor.
Madre esa mujer que dormita, escuchando tu respirar, preocupada por tu estado de salud, aunque sea ya anciana las raíces de protección a su hijo, nunca muere, morirá cuando se ausente ella.
— Madre sólo hay el una y cómo una madre no hay nada—.

ANGIE CRISTINA RUIZ

Hay luz en la oscuridad, y sin oscuridad no hay luz. Es la frase más apropiada para hablar de mamá. Me tuvo con 22 años, a esa edad ya tenía dos hijas de 4 y 6 años. No fui planeada, ni deseada, ni querida. Estoy acá porque el té con ruda que tomaba no funcionó, ni lo
s cigarros que fumaba a escondidas en el baño. No me abortó a mí ni a mis hermanas porque le daba miedo, porque era de un pueblo y porque mi abuela le dijo que todo niño viene con el pan debajo del brazo. Y así fui creciendo, entre pobreza mental y económica. Con un papá ausente que creía que con girar dinero al mes ya cumplía con su papel. Mi papá no me registraba, no hablaba conmigo, ni me preguntaba nada, a mí tampoco me daban ganas de hablar con él, la verdad. Sino, le hubiera dicho b que tenía un padrastro abusivo, humillativo, y que con alcohol en sus venas era más agresivo y que mamá lo permitía. Que ella me cagaba a palos porque sí y porque no. Que me ahogaba con sus manos y con almohadas. Que me arrastraba del cabello, que me escupía, me mordía, me daba patadas y cachetadas. Le hubiera dicho que aguantaba hambre, que de su plata no veía un peso, que un día, de hecho, me arrojó un cuchillo porque le dije que me comprara shampoo para piojos y desodorante, para ver si así paraba un poco el acoso en la escuela. Pero nada de eso pasó. La rabia de mamá era tan grande que no le importaba si era mi cumpleaños, si estaba triste, o si de hecho en la escuela también me golpeaban. Después de cada paliza mi mamá me daba para un helado, unas galletas o simplemente me daba dinero. Y a veces, me hacía papitas fritas con salchicha. La mujer que me tiraba agia fría y la que me decía que me muriera, era la misma que iba y me defendía en el colegio, la que pasaba las noches enteras conmigo en el hospital a causa de la úlcera que me dió por no comer bien. La que pedía a gritos perdón, cuando con 15 años me lancé del balcón. La que aún sabiendo el daño que me hacía, me seguía golpeando y seguía permitiendo abusos de su marido contra mí. La dualidad de mi mamá me destruyó la vida, pero también me la salvó en un par de ocasiones, como cuando en el 2017 me enfermé y ella renunció a su trabajo y se internó en el hospital tres meses conmigo. Es la misma mujer que en el 2011 regaló a mi perrita, y en el 2020 se endeudó hasta más no poder por salvarle la vida a mi perrito, su nieto. Es quien me da de su dinero para comprarle cuido a los gatos de la cuadra, la que me ayudó a hacerles comederos, pero también es la que me dice(cuando tiene rabia) la loca de los animales. Mi mamá sigue sin entender que los golpes no son la solución, y creo que ya no lo va a entender. Mi mamá es luz y es oscuridad, no es lo uno ni lo otro. Es las dos cosas al mismo tiempo. No es buena, ni tampoco es mala, solo está equivocada. Mi mamá también fue una niña maltratada y abusada, no supo qué hacer con tanto dolor y la pagó conmigo, pero a diferencia de ella, yo decidí romper esa cadena y tomar terapia. Me cuesta olvidar y perdonar, pero ahora logro entenderla un poco más.

MARCELA MIGUELES

Herencia
Aguardaba paciente en el placard, descansado de historias, casi como esperando una mano loca que desordenara su exquisita simetría. En la precisión de sus líneas fijadas al calor de la plancha, reconozco el esmero de mi madre. Se adivina allí, una milhojas gigante, luciendo su hojaldre en perfectas capas superfinas de amor sobre amor y más amor.
Pongo la escalerita necesaria para estos menesteres y lo bajo con extremo cuidado, el mismo con el que lo había guardado hacía siete años. Claramente no se quebraría, sin embargo, percibo su alma de cristal y necesito acunar la tela apretando mi nariz contra esos hilos en un intento, poco probable, de respirar su historia. Solo cuento con dos escasos datos: la última pertenencia y el haber vestido los domingos de mi familia cuando venían invitados. Nada más necesito para hilvanar el ayer con el presente.
Por un momento creo que tendría que inventarme un escenario, confirmando una vez más la fragilidad de mi memoria, pero no es así; las imágenes se suceden desprejuiciadas de colores y formas diversas. Entre rezongos, emulando a la naranja del Mono Liso, mi mamá va y viene de la cocina al comedor, delantal anudado a su cintura, los ruleros en corona cubiertos con pañuelo de seda marrón y dibujos amarillos (que lejos de opacar su elegancia la distinguen) aquella nariz respingada con una sutil pincelada rojiza en la curvita del respingo … tan suya! Ninguna de nosotras dos la heredó, tampoco sus nietas, claro que una queja al respecto rayaría en una enorme ingratitud, sin embargo la nariz de la Nona era especial. Desde mi amoroso divague, presumo el deleite de un dibujante experto rozando apenas con el lápiz la armonía de su delicado rostro.
Según su relato, Nona la llamaron desde pequeña porque su único hermano varón, el más pequeño, no podía pronunciar Rosa. Fue entonces la lengua dura del tío Negro quien la bautizó por segunda vez.
De la cocina llega el aroma a estofado de pollo, es increíble de qué modo la nostalgia dispara los sentidos o viceversa, poco importa, en este instante veo sobre la mesa tendida del comedor el arrollado de papa relleno con paté, decorado con aros delgados de tomate; oigo el murmullo de los vecinos caminando por la vereda y sus sombras dibujadas en la ventana, los botecitos de durazno al natural navegando en las compoteras verde Nilo de bordes acanalados, mi tío Negro sosteniendo mi mano chiquitita entre las suyas y aquellos enormes ojos mansos buscando en la profundidad de mi alma; escucho sus palabras de maestro de la vida y me asalta la necesidad imperiosa de abrazarlo y decirle cuánto lo quiero …
Reparo entonces en la tela olvidada entre los brazos y veo pequeños redondeles húmedos que delatan mi nostalgia. La extiendo sobre la cama como pretendiendo liberarla de mi angustia y descubro su bordado. ¿Habrán sido tus manos, las expertas artesanas de estos pétalos en ramilletes? Me detengo extasiada en sus detalles de hojas diminutas. Las puntadas se enlazan amorosas multiplicando agujeritos que iluminan la sábana oscura de mi cama tendida.
Me alejo para admirarlo en toda su nobleza, para imaginarlo en otras formas, en nuevos espacios, desde otras perspectivas. Le permito que vuele y se cuelgue con su elegancia o se desdoble en su máxima anchura… Lo definimos juntos, él con su delicadeza y yo con mi añoranza.
Ahora, desde el sillón, contemplo su esplendor suspendido en la ventana. Me deleito con los rayos de sol escurriéndose por los huequitos de flores de aquel mantel que trajera de la casa de mi madre hace siete años.
Dicen, que imprimirle forma propia a las herencias, es el mejor modo de rendirle homenaje a los que te han elegido para abrazarte con sus legados.

EMILIANO HEREDIA JURADO

¡PORQUE LO DIGO YO Y SOY TU MADRE!
-¡Jó!, Hoy es el examen de biología-piensa mentalmente Maite, mientras, al mismo tiempo que se despereza, los primeros rayos de un sol de siete de la mañana, se cuelan por por las rendijas de la persiana medio cerrada-
Se levanta con poca gana, fruto del cansancio de haber trasnochado, para apurar la preparación del examen de hoy-
Se asea, se viste con ropa cómoda, de estar por casa y, mientras se viste, su madre le prepara el desayuno.
-¡Venga Maite-le dice su madre desde la cocina-, que son y media pasadas y tienes que sentarte delante del ordenador antes de las ocho para el examen, y ya sabes que la conexión va fatal, venga, que se enfría el Cola-cao.
-¡Ya voy mamá!, qué pesada, aún quedan veinte minutos para las ocho-respomde Maite, mientras con unas desganas propias de sus quince años, moja las galletas en la leche con Cola-cao.
-¡Adiós hija-se despide su madre con un beso en la mejilla-venga, vete para el ordenador, que son menos cinco, ya tienes abierta la página de educa Madrid, y la de tu instituto, para hacer el examen y la cámara activada
-¡Gracias mamá!-responde Maite con un beso-
-¡Mucha suerte hija!,¡lo vas ha hacer fenomenal!-le dice su madre mientras sale de casa-.
Maite se sienta delante del ordenador.
Justo las ocho. Introduce la clave, e inicia la sesión en zoom, para hacer el examen.
Ahí está el pesado del profesor de Biología.
Un tío cincuentón con más ganas de pillar la Jubilación que de otra cosa
Lo típico, que tenemos una hora…bla, bla, bla, que va a vigilar si copiamos…bla, bla,bla…y sobre todo, que estemos solos en nuestra habitación.
-¡Empieza el examen ya!, a partir de ahora, sesenta minutos!- dice con la voz entrecortada por la mala conexión el profesor-
A ver….primera pregunta…el sistema circulatorio… definición..-piensa Maite mentalmente…-
Rápidamente, pasa la primera media hora del examen, entre sistema digestivo, respiratorio…
Maite está contenta, no se le está dando nada mal, está respondiendo a casi todas las preguntas…de repente, un ruido metálico la sobresalta, la voz entrecortada del profesor:
-¡Señorita Maite García scrrr Orellana scrrrr!, ¡No continúe scrrrr el examen!, ¡Las normas son muy claras scrrr!, ¡No puede hacer nadie scrrr con ustedes haciendo el examen. scrrr!
-¡Qué!, -exclama Maite estupefacta-¡Estoy sola!,¡Se lo juro!-grita Maite con rabia-
-Señorita, usted cree que scrrr yo soy ciego, tonto o las dos cosas scrrr-responde el profesor- dígale a esa señora que hay detrás de usted scrrr que la estoy viendo-
-¡Pero si estoy sola!, ¡Se lo juro!- Maite de rabia, coge la webcam y recorre toda su habitación, hasta debajo de su cama-¡Ve!, No hay nadie
-Señorita Maite García Orellana scrrr, ¿se ha creído usted scrrr que soy estúpido?, dígale a su amiga, esa que scrr ahora está detrás de usted scrrr, que gracias a ella scrr ha suspendido usted el examen scrrr y dígale también que, se vista scrr más acorde con los tiempos, la melena negra que luce scrr queda hortera con raya en el medio scrrr y los jerseys de cuello de cisne rojos scrr y los pantalones de campana se quedaron en los setenta scrrr queda usted suspensida scrrr
Un silencio se instala en la habitación.
Roto por el llanto de rabia de Maite, que está echada sobre la encimera donde está el ordenador.
La conexión se ha suspendido.
Sobre la pantalla del ordenador, debajo del dinosaurio, se lee:
-«Maite, cariño, no llores, Ese tío es un estúpido»-.
Maite, asombrada, secándose las lágrimas con el envés de la mano derecha, lee y asustada, siente como alguien o algo, le acaricia la cabeza, y juega con sus cabellos, rubios y finos.
En la pantalla, alguien está escribiendo:
«…… no llores hija …»
Maite, con rabia, se levanta impetuosamente tirando la silla y grita a la pantalla del ordenador:
-¡Quien eres joder!,¡¿eres la hija de puta de Paula?!-
En la pantalla aparece un mensaje:
-«…no, hija, soy tu madre, ya te lo he dicho, por esa niñata de Paula no vas a tener que preocuparte más, hija …»
Horrorizada, Maite observa cómo en la pantalla del ordenador, aparece una foto de Paula …. concretamente….su cabeza, cercenada brutalmente de su cuerpo, tendido el salón de su casa y escrita con pintalabios en su cara…la palabra «payasa».
Maite, sale corriendo de su habitación y se encierra en el cuarto de baño.
Sollozando, sentada en un rincón, se repite que nó, que no puede ser cierto lo que está pasando. Levanta la vista, borrosa por las lágrimas y ve con espanto cómo, el bote de gel, rojo cereza, está flotando en el aire y está escribiendo en el suelo del baño:
«…¡Ya está bien!, he dicho que soy tu madre».
Maite se levanta tan precipitadamente que resbala con el jabonoso mensaje y se golpea con el borde del lavabo…
Aturdida, cree ver a una mujer, de larga melena negra, jersey de cuello de cisne rojo y unos jeans de campana, con botines negros y, escucha que le está diciendo:
-¡Ay hija!-con voz dulce- mira que te lo he dicho mil veces, que no vayas a lo loco, que si no, mira lo que te pasa …anda, ea, ea, culito de rana, si nó sana hoy, sanará mañana …
Maite queda tendida en el suelo del baño.
Cuando recobra el sentido, no sabe cuánto tiempo ha pasado.
Aturdida, oye cómo la puerta de la casa se abre y oye a su madre que dice:
-¡Maite cariño!, ¡Ya estoy en casa!,¿el examen bien?.
Mareada y confusa, Maite intenta llamar a su madre.
-ma…ma….., -le sale un hilo de voz-
Cuando por fin recobra el sentido, se incorpora y se toca la dolorida parte de atrás de la cabeza, donde siente un enorme chichón.
Aún un poco aturdida, escucha a su madre que la llama para que vaya a comer.
-¡Hija, cariño!, La comida está en la mesa.
Abre la puerta, imaginado que todo lo que ha pasado, ha sido una alucinación producto del golpe. Cuando entra en el salón, la sangre se le hiela en las venas…
Delante de ella, está la mujer del jersey rojo y los jeans de campana… con la cabeza de su madre, arrancada y puesta sobre sus hombros. …
-¡Mira hija!, siéntate aquí-le ofrece la silla-, he hecho pastel con el corazón de la señora esa que está ahí tirada, la cual dices que es tu madre, ja, ja, ja,-risa histérica-¡Qué cosas tienes hija!, además, te he oído decirle a esa señora que si pudieras, le comerías el corazón porque es de azúcar …¡ja, ja, ja, de azúcar!, ¡Qué cosas tienes hija!.
Las lágrimas caen a borbotones de los ojos de Maite.
-Mamá, mamá.
-¡He dicho que te sientes!, -grita malhumorada la que dice ser su madre-¡No he estado metida en la cocina para que ahora me vengas con remilgos!, ¡Te lo vas a comer!, ¡Porque lo digo yo y soy tu madre!

MARTA ELSA

Cómo empezar?. Mi madre una guerrera imparable,su mirada refleja todo lo infeliz que su vida asido, nunca le he visto sonreír desde que yo tengo uso de razón.
Hoy la entiendo ,pero en mi adolescencia la odie , a un que estuvo presente , nunca escuché de ella decirme algo bueno , solo regaños ,insultos,todo el día me ocupaba para las tareas del hogar .
Pero pasaron los años y mi madre cuanta falta me hacía en esa vida tan desdichada que tenía.
Recuerdo que cuando tenía el corazón partido , ella estaba junto a mi abrazándome con su presencia, diciéndome con su mirada que estaría bien. Nunca lo dijo , pero yo lo ví en esos ojos tristes llenos de lágrimas , sin decir nada pero siempre junto a mi.
Nunca expresa su sentir pero se que ella daría su vida por mi.
Yo doy gracias por tenerla .

LOLY MORENO BARNES

Madre:
“Ser grande en espíritu y condición capaz de alumbrar con vida el universo”
Esta frase viene a mí mente para describirla. Quizás nadie antes que yo, la haya definido con estas palabras, pero seguro la han sentido como tal en sus corazones.
Quizás, los primeros balbuceos de un niño fue el origen de la palabra, por su fácil pronunciación y revela el momento en que dejamos de habitar un vientre para ser nuevos humanos, pero el lazo de la vida nos acompaña hasta la misma muerte recordando su nombre.
La “ Pachamama tierra” también es madre en el universo y también “Grande” y para los creyentes existe una madre grande que cubre con su manto las necesidades espirituales de sus hijos.
Algún atrevido líder usó la la palabra “Madre” para señalar una guerra: “La madre de todas las guerras”.(En mi persona, sonó a pecado).
¡ No se puede nombrar mal y dolor de esa forma!
De mi madre podría decir muchas cosas, pero para mi suerte digo que siempre sentí envidia sana de ella.
Ya no está a mi lado, pero en el tiempo que me acompañó nunca pude encontrar en ella un defecto como tal. Pienso que ni en mil vidas podría compararme a ella en grandeza.
Me di prisa en salir de su vientre a los siete meses de embarazo, en un diminuto cuerpo de poco más de un kilo ,cuando ella, primeriza contaba casi cuarenta años y casi había perdido las esperanzas de ser madre.
En esos tiempos, nadie daba un duro por mí, ni se atrevía a apostar cuantas horas sobreviviría yo o ella misma.
La suerte y su paciencia estuvo de nuestro lado, cuando acercaba el maná de sus pechos a mi boca con una cucharilla de café.
Luego siguió alimentando mi ser con todo su amor hasta su avanzada edad.
No quiero acabar mi relato sin nombrar especialmente a otras grandes madres que sin conocerlas ganaron mi corazón.
A veces juego a imaginar como serian como madres mis abuelas…
La paterna perdió su vida en un parto, y poco más sé de ella. En mis sueños, me he acurrucado en su regazo mil noches.
La materna tuvo la mala fortuna de vivir en tiempos de la pandemia de la gripe española y perder con dolor desgarrador a tres de sus hijos con la misma en poco tiempo.
Luego, perdió temporalmente la cordura al dar a luz a mi madre y ver el gran parecido con una hija perdida, creyendo que también moriría.
Despojo a su hija de cariño para no sufrir al pronosticar en su mente otra eminente perdida.
Contra su predicción, mi madre sobrevivió. Con el tiempo su amor también afloró y siempre estuvo a su lado.
¡ GRANDES MADRES!

JOSÉ ANTONIO SUÁREZ ARISTEGUI

Así se llama mi madre, aunque casi todos le llamamos Tony, unos cuantos, sobre todo mi hija, le llaman abuela, a ella le encanta, aunque siempre ha pedido que le llamen Tony, ella es una niña de casi 100 años de edad. Sí, ella es una niña de la guerra, así los ha llamado España a los que entonces niños y niñas, tuvieron que huir de los horrores de la guerra civil española, Antonia, su hermano y sus padres huyeron a bordo de un buque, el Mexique y sí, su destino fue México, aunque Antonia y su familia ya habían vivido, por las mismas razones en Francia, así ella empezó a acumular países, países, experiencias y vivencias. Trabajo como no, en México y contrajo matrimonio con un mexicano, un hombre por demás bueno, al contrario de tristemente muchas otras madres, a pesar de la guerra, a pesar de tener que huir corriendo entre nieve y otras inclemencias, Antonia fue y ha sido, siempre una mujer feliz. Ya casada vivió en Estados Unidos, y si, también allí trabajo, nunca le han regalado nada y si, siempre ha sido feliz. De vuelta en México y ya con 3 hijos y varios nietos tuvo que sufrir la pérdida de su esposo, perdió también a 2 nietos ya mayores y también al mayor de sus hijos, sufrió, sí, son pérdidas muy importantes, muy dolorosas si, pero ella sobrepuso su energía y su optimismo y sí, siguió y sigue siendo una mujer feliz. Ella cumplirá en 4 meses, sus primeros 100 años, su cuerpo, muy delgado ahora, sigue siendo fuerte, ella necesita poca o ninguna ayuda, se basta a sí misma, anda sin ayuda a pesar de que sus ojos ya no ven todo, ella ve muy poco con sus ojos y ella sufre por que no puede leer, eso sí lo sufre, aunque no tanto para no ser feliz. Ella sabe que ha vivido en 4 países y se sabe querida por todos, si, todos los que le han tratado alguna vez, la quieren, la extrañan. Al ser mayor, ha dejado atrás a muchas de sus amigas, muchas y muchos de los hijos e hijas de sus antiguas amistades, tomaron el relevo y la procuran, si, también la quieren y procuran alguna ex nuera y si, también antiguos amigos de sus hijos. A ella, por motivos poéticos, le gustaron siempre las campanas y formó una gran colección, pero sabedora de que no se las ha de llevar a regalado y sigue haciéndolo, una campana y un libro a quienes la visitan, allá, en su casa en ciudad de México, nosotros, que nos encontramos lejos ahora, la procuramos y tenemos buena comunicación y es y somos felices, porque no? Sí, ella es una mujer feliz, que tuvo que huir de una guerra y de un país que no la quiso y es feliz, es una mujer inteligente, fuerte y feliz, nosotros también somos felices casi por las mismas razones, hoy, ni ella ni nosotros entendemos bien lo que sucede, hoy, por la pandemia tenemos un mundo sin abrazos, casi sin visitas, casi sin vernos, con todo, ella es feliz, nosotros también somos felices. Ella y nosotros hemos entendido lo que es la vida, la vida somos nosotros, la vida la hacemos feliz, ella y nosotros.

GONZALO HAYA

Nunca antes cinco letras pudieron abarcar tanto: Sacrificio, amor, lealtad, nobleza, pasión, preocupación, acompañamiento, crianza, cariño, respeto, dulzura, dedicación, esfuerzo, ilusión, motivación, paciencia, comprensión, sabiduría, consejera, conocimiento, formación… ser MADRE significa todo eso, ser absolutamente todo, ser el referente absoluto para un hij@.
No hay cosa en el mundo que pueda equipararse a la experiencia de ser Madre, ser madre es para siempre, 24 horas al día 7 días a la semana.
Cómo hijos se lo debemos todo, lo primero de una interminable lista es la vida, ella nos trajo al mundo después de llevarnos nueve meses dentro. La deuda es tan grande que no terminaríamos de pagarla en tres vidas juntas.
Nadie podrá jamás querernos como nos quiere nuestra madre, amor sin condiciones, sin reservas.
No hay mayor verdad que madre no hay más que una.

FÉLIX LONDOÑO G.

Algo sobre mi madre
Igual que un reconocido director de cine español, prefiero referirme a “mi madre” en lugar de a “mi mamá”. Hace ya bastantes años utilizo con ella la primera acepción. Es posible que en mi infancia haya usado la segunda, ya ni lo recuerdo. También ocurre que, por esas costumbres acendradas en nuestra idiosincrasia, en algunas familias como la nuestra siempre nos hemos tratado usando la manera formal y supuestamente más respetuosa de “usted”. Oportuno es además añadir que con seguridad no soy el hijo que más tiempo haya compartido con mi madre, pero tampoco el de menos. Lo que si no hay lugar a dudas es que en esta cuarentena soy quien de manera exclusiva he estado todo el tiempo a su lado. Lo cual me ha permitido disfrutarla de cerca, y de paso conocerla y valorarla en estas bajuras de su vida.
En los días previos a que se decretara el encierro, mi hermana, quien vive con ella en su casa del pueblo, me hizo saber que mi madre andaba muy angustiada ante la perspectiva de su inminente reclusión. No se la imaginaba recorriendo una y otra vez, en ambos sentidos y sin poder salir, diez metros de zaguán entre la cocina y la reja de la puerta que da a la calle. Con ella y mis otros hermanos acordamos que lo mejor era que estuviera en mi casa en las afueras de la ciudad, que más que casa es realmente lo que entre vecinos conocemos como una casa-finca. Acostumbrada a vivir en el campo casi toda su vida, en mi morada podría disfrutar del solaz del jardín alrededor de la vivienda. Así que un buen viernes viajó como pasajera en un colectivo y yo la recogí en la terminal del transporte.
Mi madre está próxima a cumplir ochenta y cinco años. Para su edad es bastante aliviada. No es hipocondríaca, pero aun así llegó con su pastillero y unas cajas de más para surtirlo semana a semana. Nada del otro mundo, pastillas para la presión y un reconstituyente cerebral. Regulación para el corazón y aceite para las neuronas. También llegó con su costura y sus gafas. Todo en una pequeña maleta con la ropa suficiente como para una corta estadía, fácil de alargar cuando la ropa sucia se puede lavar en casa semana tras semana. Aunque me ha visitado de manera regular con estadías cortas de no más de una semana, en esta ocasión ella misma sabía que su estancia en mi casa podría prolongarse.
Los seres humanos somos dados a las rutinas, y con el paso de los años nos afincamos en ellas. Así como madruga a levantarse se acuesta temprano. Algo propio de las personas criadas en el campo en tiempos en que no contaban con los servicios de la energía eléctrica, cuando no había más pantalla que la de un estanque prístino o la de un cielo estrellado. Así que a las seis de la mañana ya está en pie tomándose sus pastillas con una taza de café.
El periódico lo distribuyen temprano en nuestro vecindario. A las 6:30 ya está sentada resolviendo los crucigramas. Este es quizás uno de sus pasatiempos favoritos. Le obsesiona. Hace algunos años me di cuenta de ello y con ocasión de uno de sus cumpleaños le regalé una suscripción a nuestro diario regional. ¿Regalo de cumpleaños? Sí, una parte del regalo. Con el transcurso del tiempo he aprendido que los mejores obsequios son los de las experiencias dosificadas a lo largo del año. Una entrega de la dádiva cada día. Aunque la verdad sea dicha, no estoy seguro de que recuerde que todo ello se debe a un agasajo que le hago de año en año desde entonces.
La dejo que le trabaje a su pasatiempo y cuando comienza a pedir ayuda me siento a su lado e intento darle algunas pistas que le ayuden a inferir las respuestas faltantes. La dosis del reconstituyente cerebral del día todavía no ha hecho sus efectos. Siempre debo revisar algunos errores que comete crucigrama tras crucigrama de manera reiterativa. Vaya a saberse por qué siempre insiste en creer que el metal de los sestercios, las antiguas monedas romanas, es “or” y no uno de los metales más ponderados en la tabla periódica; o en que “Eros”, aunque pudo haberlo sido, para efectos del crucigrama no es el “belicoso dios griego”.
Por estos días de encierro, y seguramente pensando en personas octogenarias como mi madre, los crucigramas vienen por partida doble. Terminado el primero ella cree que ya se quedó sin nada que hacer y exhibe su expresión de preocupación. Le volteo la página y le muestro el otro crucigrama todavía en blanco. Una sonrisa amplia le llena su cara de tranquilidad y procede a acometer su segunda tarea para, una vez completado, concluir con la frase que cierra esta primera rutina: “ahora sí nos quedamos sin destino”.
Luego de desayunar, si el clima es favorable, damos una muy corta caminada alrededor del vecindario. Acto seguido me ocupo de tareas varias en el jardín, propiciando que ella también salga a tomar un poco de vitamina solar. Se entretiene en las matas de tomates perla, visita los arbustos de pequeñas guayabas agrias, les da la vuelta a las plantas de frambuesas y culmina su recorrido en las matas de uchuvas. Llena los bolsillos de su saco con la pequeña cosecha. Rutina que alterna varias veces a lo largo del día con la de trabajarle a su costura. Al final de la tarde le hago la broma de reclamarle el porqué está dejando a los pájaros sin comida. “Allá les dejé algunas pintonas, si no se las comen mañana las recojo”, atina a responderme.
A casi dos mil metros sobre el nivel del mar se queja del frío. Es el frío de las alturas, no es el frío que dicen que va penetrando los huesos en las últimas curvas de los años. Cuando los días se tornan grises y lluviosos le enciendo el calentador o la chimenea. Se entretiene echando leños al fuego, seguramente ensimismada en profundos pensamientos o recuerdos. Así creció y vivió unos buenos años de su vida, cocinando con leña. Vestigios del primitivismo cavernícola que nos resistimos a abandonar, y al cual podríamos sentirnos obligados a retornar. Vamos de siglo en siglo con nuestro equipaje de atavismo, prestos a echar mano de su contenido para sobrevivir.
Especulo que los orígenes ancestrales de mi madre están asociados con la figura de los pastores, cuidadores de rebaños. Se intuye del hecho de que su grupo sanguíneo es B. Su alimento esencial es la leche y sus derivados, entre más pura y más cruda mucho mejor para ella. Por fortuna estamos ubicados cerca de una lechería de la que me puedo abastecer de este líquido recién ordeñado todos los días, ya sea para que ella se beba unos cuantos vasos, o para que se prepare un buen quesito. Sorprende que en ocasiones esto sea todo el alimento que se lleva a la boca. Eso sí, un vaso de leche acompañado de un buen manjar de dulce que ahora prepara con algunas de las frutas de su cosecha. Me aseguro de que coma algo más dejándole a su alcance algunas otras frutas o paquetes de maní o nueces que ya he identificado que son de su agrado, y que la proveen de una buena dosis de proteína.
Madre de ocho hijos, la familia se ha crecido con la llegada de un buen número de nietos y de bisnietos. Súmele a ello el que tiene en su haber sobrinos y sobrinas que le tienen un gran aprecio. Medio en broma y medio en serio, como estrategia para aminorar el agobio y extrañamiento que en ocasiones siente por no poder regresarse a su casa en el pueblo, acordamos distribuir los días de las llamadas a saludarla según el pico y cédula de los que hacemos parte de su descendencia de sangre y afectiva. Si hay pico y cédula para salir a mercar, ¿por qué no pico y cédula para llamar a una abuela? Ocurrencias a las que llegamos por culpa de la pandemia, buscando aminorarle lo que parece sentir en este pequeño exilio, una suerte de la saudade que padecían los marineros portugueses lejos de su patria y de sus seres queridos.
Los agobios son cíclicos. Para aplanar sus curvas y aplazarlos en el tiempo se me presentó la oportunidad de comprarle un libro de mandalas con su caja de colores. Algo más que hacer en la rutina de sus actividades diarias. Un pequeño anticipo a lo que será mi regalo de cumpleaños, con los atributos propios de lo que llamamos experiencias. Pues bien, oh sorpresa. Ha abandonado casi todas sus otras actividades para dedicarse casi que exclusivamente a pintar sus imágenes. Me preocupa que termine de colorear todo el libro antes de que se acabe la cuarentena y antes de su cumpleaños.
Cuando la observo sentada, muy concentrada pintando con su caja de colores, trato de imaginarla en la década de 1940 cuando cursaba sus primeros años escolares en alguna escuela rural de su pueblo. Una de las décadas más funestas de la humanidad, en la que mi madre formaba su temperamento y su carácter. Un “algo sobre mi madre” que se me revela justo cuando ochenta años más tarde apenas comienza otra década con visos de hecatombe para la humanidad

ANDY PARIONA ROJAS

Madre
Hoy me toca decirte hasta luego, mamá,las enfermeras me piden retirarme y el sonido ensordecedor de la máquina que registra tus signos vitales se hace cada vez más tenue, entran muchos más enfermeros pidiendo muchas cosas que no logro comprender , a lo único que atino es a salir corriendo por que no soporto las lagrimas y ya fuera del hospital camino por toda la avenida tratando de despejar mi mente, me detengo a mirar el río y la naturaleza enorme en frente de mí, por un momento cierro los ojos y solo escucho decir a alguien: no lo ha… a los pocos segundos todo estuvo en blanco. Desperté y perdí la noción del tiempo, solo distingo el color rojo en las piedras y el sonido de una ambulancia.
Mamá, no he sido un buen hijo contigo, espero que este único regalo te sirva. Hasta luego.

ROCÍO RB

(Basado en hechos reales)
¿Tu madre te ha hecho alguna vez los deberes? A mí sí, una vez, cuando tenía ocho años.
En primer lugar he de contarte que mi madre nos enseñó a leer y escribir a mis hermanos y a mí -y éramos un buen puñado-, antes de empezar el colegio.
Corría diciembre de 1981, estaba en tercer curso y nos encargaron componer un poema sobre la Navidad. Supongo que mi gen procrastinador se activó y recuerdo que la noche anterior a la fecha de entrega, lloraba como una magdalena porque no se me ocurría nada.
Viendo mi desesperación, Mami acudió en mi auxilio, no sin antes echarme un buen rapapolvo por haberlo dejado para el último momento.
Tardó menos tiempo en componerlo que yo en pasarlo a limpio, con aquella letra esmerada que requería la ocasión.
Al día siguiente lo presenté. A mi profesora le gustó tanto que lo puso en el mural, junto a otros elegidos, mientras yo me sentía totalmente avergonzada y le rogué que no lo hiciera, sin éxito.
Hubo un concurso. No recuerdo quién ejercía de jurado, pero «mi» poema resultó ganador. He olvidado el premio, solo queda en mi memoria el sentimiento de traición hacia mis compañeros. La secreta vergüenza con la que tuve que lidiar.
Creo que ese fue el detonante de querer ser escritora. Necesito superar ese error publicando un libro dedicado a mi madre. Gracias a ella, a sus enseñanzas, a los cuentos que se inventaba para mantenernos entretenidos en los días de invierno, cuando no se podía salir a jugar a la calle, a cómo creó e incentivó en nosotros la pasión por los libros, soy lo que soy. No puedo estar más agradecida.

DAVID DURA MARÍN

Pues mi padre trabaja de policía y detiene a los malos que llevan barba y hacen cosas malas.
Pues mi padre trabaja en el catastro y si hay alguna catástrofe te apunta en una libreta y le da la llave de tu casa al banco y y y duermes en la calle siempre.
Pues mi madre es una superhéroe .
Lleva una capa llamada batín.
Y de dentro saca una zapatilla y al decir una palabrota la estampa en tu cara a la velocidad del rayo.
David sacó dos zapatillas de andar por casa dando dos bofetones en la cara de sus dos compañeros.
No pensaba compartir el bocata con nadie y menos bajo presión.
Eso no vale! . Tu no eres un superhéroe.
Vas a la profe ! . Le dijeron entre lloros.
David era un niño adoptado , su madre bien podía ser pirata como un Teletubbies.
Lo que tenía claro era que no necesitaba conocerla , sentía su protección allá donde estuviera.

MARÍA ROSA ROLANDO

Es mí fans favorita, la que le encanta leer mis relatos. Para ella soy una gran escritora, la sucesora de Juana Manuela. Y, aunque sé que no es así, soy felíz compartiendo mis sueños y escritos con ella.
Su amor lo recuerdo en cada gesto, en la bufanda interminable que envolvía en mí cuello para que no tuviera frío. En esas sábanas frescas y perfumadas cuando estábamos enfermos. En la polera blanca impecable. En su sonrisa a pesar de las carencias. En la botella calentando nuestra cama. El olor a tostadas a la mañana, la ropa que cosia a altas hora de la noche para que estemos siempre arreglados. En su compañía en cada nacimiento de mis hijos. En la espera con algo rico cuando llegábamos de visita. La que postergo muchas cosas por nosotros. Ella es la Abuela Nely, para todos sus nietos, bisnietos y tataranietos. Ella es Mi MAMÁ, un ser al que admiro y le debo todo.

ANTOLÍN MARTÍNEZ JIMÉNEZ

La persona que más admiro.
¿Quién conoce realmente a la madre que nos parió?
Ese ángel que nos mira a los ojos.
Es el palo de la astilla.
Es la mayor singularidad de tu existencia.
El mayor poder y una miríada de fuerza sobre la vida.
Toda la rareza, lo habitual, la gloria y la eficacia unida.
El reloj de los tiempos.
La gran decisión.
Es tan grande que nadie más ha conseguido superarla.
El temprano y más sincero de los te quiero.
La anteposición protectora del por si acaso.
Sabe más de lo que dice, piensa más de lo que habla y se da cuenta de más de lo que te imaginas.
Un ven aquí y un dime que te pasa.
Potencial de consejos sin escucha como deseos de liberarlas de esa carga.
Es un estar por casa y el siempre estoy dispuesta.
El padecer de corazón.
El dar ya no es dar si es el de madre, porque ella es parte.
La madre es una actitud de generosidad tan grande que siempre se preocupa y le duele.
Sólo ella divide su cuerpo en trozos y lo reparte en corazones con cabeza pensante, sin optar a decidir si los quiere repartir.
El ya te lo decía, haz caso a tu madre.
Un Estate quieto y no hagas eso.
De niño mi refugio y salvación,
de joven mi apoyo y encubiertos,
de mayor mi mayor admiración.
Ser madre es una locura que parece anacrónica porque hoy somos egoístas y evitamos lo que priva libertad y decisión de sentimientos.
¡VIVA LA MADRE QUE NOS PARIÓ! Y TODAS LAS MADRES!!!

EELYN CUELLAR

Con lágrimas en los ojos, puedo decir que tengo la mejor madre del mundo.
Te extraño como no tienes idea, me haces mucha falta, y aunque tengo el apoyo de mi padre, mi abuela y mis tías, no es lo mismo, nada ni nadie podrá sustituirte… Hasta papá sabe eso y por eso no se ha vuelto a casar en todo este tiempo.
Me diste el mejor regalo del mundo y a la vez el dolor más desgarrador. Antepusiste mi vida sobre la tuya, tan solo tuvimos un pequeño instante para conocernos y robarnos el corazón mutuamente, y sí, muchos dirán que es imposible que recuerde tu mirada y tu sonrisa que me dedicaste antes de dejar este mundo, quizá tengan razón, lo que muchos no saben, es que tan solo tenía que cerrar mis ojos y ahí estás sonriéndome.
Ahora que tengo la dicha de tener a mi pequeña entre mis brazos, aparte de llevar tu nombre, tiene la misma mirada y sonrisa que he visto todo este tiempo… De alguna manera, sé que has regresado a mi vida y así como tú fuiste la mejor madre del mundo para mí, hoy tengo un gran reto frente a mi, y espero algún día ella hable de mi con el mismo orgullo como yo lo hago contigo.

BEATRIZ ÁNGEL

MADRES.
Madres, podría pasar meses hablando de la mía, de los vaivenes de nuestra relación, de sus manías, de su enorme corazón.
Durante unos años fuimos enemigas, recuerdo una tarde, tenía 14 años, un mes atrás me habían regalado mi primer móvil y había quedado con mi mejor amiga para comprar unas chuches y dar una vuelta. Después de pasar por la tienda que había al lado del puerto deportivo nos fuimos al rompe olas, solíamos saltar de roca en roca hasta llegar al lugar donde nadie podía vernos, creo que por aquel entonces nos fumabamos algún cigarro a escondidas. Mi madre me llamó nada más poner el trasero en aquella roca, habíamos discutido antes de salir de casa, no recuerdo por qué, pero estoy segura de que era algo relacionado con la limpieza o el orden, ella es gobernanta de vocación, dentro y fuera del hotel. En casa solía agacharse a mirar si me había dejado alguna pelusa despistada después de barrer o a revisar si el doblez de la esquina de la sabana estaba correcto. Cuando terminé la llamada me dediqué durante más de diez minutos a despotricar contra ella todo lo que pude y más, estaba furiosa con ella, hasta que me di cuenta que no había colgado y que ella estaba al otro lado del teléfono oyendo absolutamente todo lo que decía. Sorprendentemente cuando llegué casa no hubo reprimenda, no hubo dramas ni gritos. Nunca entendí lo que pasó hasta que fui madre.
Una madre diferente a la mía, si, porque hay muchos tipos de madres.
Está la que quiere ser colega, la que va de buen rollo con tus amigos y amigas y acaba pensando en que momento se le fue todo de las manos mientras te sujeta el pelo para que vomites después de tu última borrachera.
También está la que no sabes si vives en un reformatorio o un convento de clausura, esa es la que nunca te deja hablar de nada porque todo es un tabú, ni puedes maquillarte o llevar tacones, te obliga a ir a misa los domingos y te dice que andar con chicos es de fulana.
Las madres que no desean tener hijos y aún así los tienen porque es lo que la sociedad espera de ellas y acaban criando hijos infelices que las hacen infelices a ellas.
Madres que por alguna extraña razón o en mi opinión, por algún tipo de tara mental son capaces de maltratar, golpear o matar a sus hijos, creo es algo que absolutamente ningún ser humano puede tolerar o acercarse un ápice a comprender jamás.
Madres sobrepotectoras que son, a la vez que dulces, recortadoras de alas y creadoras de miedo e inseguridad. Madres luchadoras, trabajadoras, separadas, solas, madres con mochilas pesadas como losas de hormigón que cargan a sus hijos y nunca se rinden.
Madres ausentes que quieren pero no pueden o pueden pero no quieren. Madres a las que escribir bellas palabras y dedicarles poemas, canciones o libros enteros y madres a las que borrar de las páginas de tantos y tantos libros negros.
Las madres que aman a sus hijos cometen errores, a veces desfallecen en el intento o se rinden, pero las que continúan ahí pese a todo y que te brindan su amor más puro, sincero y desinteresado, esas son las que dan sentido a la vida.

MANUEL SIERRA

Madre,
te da más miedo dejar de verme que contagiarte,
me produce tanto pavor dejar de verte como no llegar a ser adulto, maduro e independiente.

GAIA ORBE

nos preguntamos hace tiempo
¿cuerpo materno?
construcción universal, inmutable
¿natural?
realidad biológia de una vida social normalizada
máxima aspiración de la mujer
berrinches de bebé
maternidad intensiva
desafiante adolescente
crianza generosa
adulto irresponsable
decepción garantizada
y en el auto de papá, el propietario
nos iremos a pasear
yo quiero dedicar mi vida
a jugar al scrabble todo el año

IRENÍA MARTÍN

Solo hay, por fortuna,
madre una.
Ataré mis lagrimales
a la lengua y sus papilas;
inhalaré la bola podrida
de vida enquistada;
vomitaré del revés
cientos de espinas,
de formas cuadradas
sin ángulos.
Por fortuna,
madre, solo hay una:
Vientre que ha arrancado
todas mis entrañas;
juego a la rayuela
pintada con un hueso…
como piedra usaré
el corazón,
si es que me queda.
Un, dos, tres…
Madre, por fortuna,
solo hay una;
laten sus diarias
palizas aun,
sobre el hilo de mi alma;
si el recuerdo permanece,
tendré que cortarla.
Un, dos, tres…
Una madre solo hay,
por fortuna;
que se recojan
mis pestañas y
sean plantadas en la mar,
que al menos
los peces más pequeños,
con ellas se divertirán.
Un, dos, tres…
Madre, solo hay una,
por fortuna…
si me hubieren dado
a elegir entre no
existir y nacer de ti…
sin duda escogería
ser aborto y ninguna.
Un, dos, tres y…
No, no tiro otra vez

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

Madres como nudos…madres al desnudo que quieren tapar…
Madres poderosas, madres insidiosas, madres…
Madres que dan lo que quitan, dejando al azar la correspondencia de una misión que no le incumbía…
Madres delatoras; madres curadoras; madres encubridoras…madres superioras …
Manos de madres que no dan, para evitar que retorne lo ofrecido. Madres tapadera.
Madres trinchera, refugio de propios y extraños, creadoras de nidos que romperán los niños con sus tirachinas…
…Y la última mano, colgando de la cuerda que te ató a la vida…ese nudo que nunca conseguiste desatar; aquel que te mantuvo y retuvo hasta el final de los días, el mismo que en el principio te dio la vida y, jamás te soltó, no pudo evitar tu caída…
Madre solo hay una. ¿Quién sería capaz de soportar dos?

CRISTINA RUIZ

Más que un relato son reflexiones basadas en mi propia vida, sin faltar por supuesto el agradecimiento eterno a mi madre por todo lo que nos ha dado a mí hermana y a mí.
¿Se es más por dar a luz a ese niño o niña? ¿ O se es más por acompañarlos en sus momentos más difíciles? ¿ No hay más que una?
Pongámonos en el caso de una separación, al final que soy ¿Madrastra? ¿ Madre? De los hijos de mi pareja, al final soy Cris que estoy con ellos cuando lo necesitan.
Por motivos personales no podré valorar la experiencia biológicamente pero sentimentalmente si me siento madre o por lo menos un poquito
Perdón por el escrito pero realmente es lo que salía de dentro

VALERIA MICHOU

Después de caer del aire a la tierra, mis frágiles alas se desvanecieron y me abrazo la tibieza del útero que nutrió mi ser generosamente, durante mi gestación. Yo semilla etérea, me fui materializando en su profundidad más íntima, sin preocupación ni pensamiento alguno, extendiendo mis raíces hacia la subterránea oscuridad orgánica y mi verde cuerpo hacia la luz.
Fue entonces que su dulce vos interrumpió el silencio, abriendo mis ojos.
– y tú quien eres pequeña? Pregunto sin pausa
No me había percatado de que las palabras existían en mí, hasta oirla.
Pero no pude contestar.
Pasaron los días y las noches mientras yo pensaba suavemente en la respuesta.
Y en el momento exacto en el que supe quién era, de mi piel verde emergieron flores amarillas espejos del sol.
Mi madre de tierra y palabra, me vio florecer y acarició mis pétalos y colmada de ternura sonrió.
Mi breve vida estará en sus manos, protegida, hasta que la muerte me lleve, a volar por el viento, otra vez.

BEA ARTEENCUERO

CARTA A MI MADRE!!!
Me miras y sonríes, mi mente
viaja en el tiempo y juegan los recuerdos del ayer; Siento el
perfume de las glisinas y nos veo
correteando en el patio de la casa
de mi abuela queriendo atrapar una mariposa que besa una rosa.
Momentos vividos, que agitan en mi mente van y vienen, queriendo detenerlos y regresar en el tiempo..
Una lágrima fugaz quiere escapar, más la retengo y dibujo una sonriza
al recordarte.
Pequeño retrato, donde estas etérea, estática, me miras y sonríes MAMÁ…

PEPI RAMÓN

ATROZ
Tenía una vida atroz. Por eso siempre tenía un hambre atroz. Y atrozmente cavaba surcos en la tierra y plantaba las semillas formando figuras: de lobos, de alacranes, de ogros de los que desarrollan el olfato a carne humana, de otras alimañas hostiles.
Y atrozmente cosechaba lo que sembraba.
Y lo convertía en hummus.
Y todo lo que tocaba se convertía en hummus. Alimento del cuerpo y regenerador del espíritu.
Llegó el día en que las cigüeñas invadieron los bosques de secuoyas que bordeaban su tierra de cultivo y depositaron sus niños en cada árbol, siempre en las copas más altas, cumpliendo con la tradición milenaria de la altitud… ¿Quiénes eran ellas para cambiar lo aprendido y repetido generación tras generación?
Algunos bebés fueron picoteados por los pájaros; otros no conseguían sostenerse en equilibrio y caían en picado; los más espabilados, intuyendo que 1N = 1 Kg• 1 m/s2, trataban de aprender rápidamente movimientos de supervivencia que pudieran librarlos del inminente peligro pero, cumpliéndose la Ley de Murphy, los cuerpos siempre chocaban estrepitosamente contra el suelo por el lado de la muerte.
Ella no pudo salvarlos a todos. Consiguió alcanzar algunos al vuelo.
A otros, que aún sobrevivían en las ramas alimentados con gusanos que les ofrecían algunas aves solidarias, los rescató construyendo escaleras a golpes de su atroz voluntad; ascendía y descendía por los peldaños cargada con los demás niños atados a su cintura.
Al no poder amamantarlos, pues no eran sus vástagos, les cantaba la nana de la harina, para distraerlos, o les contaba cuentos en los que a veces ganaban los buenos y a veces los malos, para que no se llevaran demasiadas sorpresas. Se dio cuenta que pronto debía enseñarles a trabajar la tierra.
Ella aprendió entonces a sembrar con paciencia, conciencia y deferencia, haciendo surcos más pequeños, esparciendo las semillas formando figuras sosegadas: una casita, con un árbol y una margarita; un caracol con sombrero, en un velero; una sirena sonriente, sujetando un tridente; una nube, con rayos del sol que sube; una mujer serena con un reloj de arena…
Y pausadamente cosechaban lo que sembraban. Y lo convertían en harina de arroz. Era fácil de digerir para ellos.
Les enseñó esta canción que entonaban mientras laboraban:
“En los arrozales
cantaba una niña
pequeñita y blanca
como el agua misma.
La niña cantaba.
Y sus manos blancas
el blanco sembraban.
Vio a un ruiseñor
que alzó su vuelo
y no regresó.
(Quisiera volar
y ver qué hay detrás
de este mi arrozal).
Niña, ¿Ya no cantas?
Cuídate tus manos
que ya no son blancas
…y el arroz se mancha.”
Transcurrida la primera década decidió consultar al oráculo cuántos inviernos debía esperar hasta que los niños se hubieran convertido ya en autónomos, autárquicos, autodidactas, autocríticos…que no autómatas, ni automáticos, ni autócratas, ni autodestructivos.
…Es que tenía hambre. De hummus. Un hambre atroz paliada a base de arroz durante años.
La sentencia no se hizo esperar. Le dijo que hiciera lo que tenía que hacer.
Y volvió a pasos agigantados atravesando montañas por túneles hechos con sus propias manos, caminando sobre los mares más salados sin temor a ser engullida. Y volvió dispuesta a enseñarles cánticos de guerra hasta quedar afónica. Y volvió espantando a las plagas de langostas con atroces gritos que reclamaban lo que era suyo. Y volvió desenfundando una azada y cavando con rabia surcos hasta la litosfera, formando montones hasta lo más alto de la estratosfera; con rabia de hambre, con rabia de justicia, con rabia de paz…hasta que brotó sangre del subsuelo ante los atónitos ojos de los trece infantes, que clavaban ya sus miradas atrozmente sobre la mujer.
El líquido emergía como un surtidor; con él se untaba las manos y perfilaba líneas en su rostro como símbolos de lucha. Mirándolos con amor, con un amor atroz, sacó semillas de su bolsillo y las esparció formando de nuevo figuras atroces, novedosas para ellos pero que debían saber; comenzó dibujando al Cancerbero de las tres cabezas y continuó mostrándoles otros tantos referentes que deberían aprender a reconocer.
Y los niños recogieron el amor de su mirada, lo repartieron en trece cuencos, lo mezclaron con aceite de oliva y lo amasaron con tesón. Y aquella masa se convirtió en hummus.

TOÑI TORO OLMO

Te quiero hacer un pequeño homenaje con este escrito mamá.
«Quiero oír la voz de mi madre», eso decía yo cuando era pequeña y no estaba con ella.
Que importante ha sido y es mi madre para mí. Era una mujer especial, muy especial. Todo el que la conoció la quiso, era BUENA, sí en mayúsculas. Porque lo era en toda la extensión de la palabra, y en todos los ámbitos de la vida, como hija, como esposa, como amiga, como hermana, como madre y ya si te cuento como abuela pregúntale a sus nietos. No tuvo una vida fácil y nunca la oí quejarse, y lo difícil lo hacía fácil. Daba gusto estar a su lado, le podías contar cualquier cosa, ella tenía la palabra adecuada para ayudarte. Era bella, era dulce, era buena cocinera, hasta una simple tostada con mantequilla hecha por ella era un manjar. Cuando murió pensé que voy a hacer sin tí? Pero se sigue viviendo y te pasan mil cosas más y piensas si estuviese aquí mi madre. Como si ella tuviese la receta para todo. Como si pudiese hacer magia. Pero yo si lo sigo pensando, mi madre era mágica. Que suerte tuve. Gracias mamá por tanto…

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20 comentarios en «Madre – miniconcurso de relatos»

    • Por tristemente cautivadores y reales. Voto por Irenia Martín, Angie Cristina Ruiz, Consuelo Pérez Gómez.
      Y por su entrepido y paranormal llegando a terrorífico relato Emilio Heredia Jurado.

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