2020 – Miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «2020». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 14 de enero! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

Todo empezó en el 2020 o fue en el 2019 por eso al mal que vivimos se le llama covid-19.
El Presidente de la Nación hizo ese sábado trágico del 14 de marzo su apareció en la televisión.
Confinamiento.
Confinamiento, pero que sucede…
Yo me encontraba ese día en casa como la mayoria de los días sábado ya que después de una larga semana de trabajo mi persona necesita descanso. Quiero decir que vivo sola. Bueno sola no con mi perrita Blaca.
Blanquita me salvo con su compañía y con su necesidad de salir a la calle de que yo no cayese en depresion.
La orden del gobierno y de las autoridades sanitarias había que respetar…, confinamiento. Poco a poco entendí que lo de la pandemia te podía llevar a la muerte. Dios mio, desde mi ventana vi como se llevaron a mi vecina la señora Juana al hospital.
Amparo la del segundo primera me llamo por teléfono y me contó que le ha llamado Juanita que es su amiga e hija de la Juana y le ha dicho que su madre esta en la UCI y entubada muy malita no puede ir a verla. Cuidate, me dijo. Lo de la pandemia va en serio.
¡Ay! Blanquita tanto gastar para ir a la Luna y resulta que en la investigación que da vida a la población se le resto dinerito. Vamos un ratito a la calle luego seguiré contando lo sucedido en el 2020 me prepararé de papel y lápiz pues…

CORONADO SMITH

Los últimos rayos de sol se colaban por la ventana del salón, iluminando el rostro del anciano que se encontraba saboreando un Merlot de la cosecha de 2020. A pesar de su evidente edad, era todavía vigoroso y atractivo. Enfrente se encontraba una joven de unos 20 años, con un bloc de notas y un lápiz.
Era una aprendiz de escritora que quería documentarse sobre el 2020 para escribir un libro y había pedido ayuda a su abuelo, que había accedido encantado. Era una joven inquieta, de carácter muy alegre y con un gran talento, según su madre, heredado precisamente de su abuelo, así que tenía todos los ingredientes para escribir la novela de su vida, aunque fuera la primera. El anciano dio su penúltimo sorbo al Merlot después de remover la copa y olerlo, pues era el ritual que hacía siempre al degustar el sagrado líquido.
-¿De que estábamos hablando, mi niña?- Pregunto de súbito.
-Del 2020 abuelo Coronado, acuérdate que estoy recopilando información para mi libro.
-¿No fue ese el año del virus?
-Precisamente, por eso.
-Pues solo me acuerdo de un resplandor y cuando desperté solo quedábamos en el mundo tu abuela y yo.

LORENA MARTÍ

―Vaya, Lorena… Es terrible imaginar que solo pudieran tener contacto con los allegados… ¡Moriría si no pudiera abrazar ahora a mis amigas! Suerte que todo eso volvió a ser como antes.
―No te haces una idea…
―Y, a parte de las muertes ¿Qué más no pudo remediarse?
―Las infancias rotas. Los árboles torcidos.
―No le sigo…
―Hubo una generación nacida entre el 20 y el 22, aproximadamente, que no pudo desarrollar un apego seguro y un afecto social positivo. Los tuve en la escuela. Eran niños y niñas adormecidos, miedosos, poco empáticos, inseguros, dependientes y con baja autoestima… Daba miedo que todo un grupo fuese así…
―Pero, ¿a qué cree que se debió?
―Esos bebés crecieron los primeros años de su vida, los más importantes, rodeados de caras inexpresivas…
―Las mascarillas…
―Exacto. Las expresiones faciales son un componente esencial en la interacción social. Especialmente en los bebés tan pequeños.
―Vaya… De esto no se habla…
―No… No se habla…
―…
―…
―Bueno… Mejor quedémonos con algo bonito. ¿Guarda un recuerdo positivo de aquellos años?
―Bueno, claro. Recuerdo abrazar mucho a mi madre. Jamás la había abrazado de adulta, hasta que llegó la pandemia. No sé… Creo que la idea de perderla cobró más fuerza entre tanta angustia social. Eso que me llevé. Sobre todo porque la tía duró veinte años más y nos empachamos a abrazos.
―¡Ja, ja, ja! ¡Eso sí es maravilloso!

BENEDICTO PALACIOS

AÑO DE RESILENCIA
Fue un año bisiesto, pero también como hoy los pájaros hicieron sus nidos y las crías al nacer siguieron piando.
Palabras como confinamiento, resistir, asintomático, anticuerpos y mascarilla, hoy familiares y habituales, iniciaron su recorrido en aquellos días.
Entonces si teníamos sed bebíamos agua del grifo.
No fue aquel un buen año de cerezas, pero los operarios del Jerte las siguieron cultivando en espera de otro mejor.
Los jóvenes visitaban con frecuencia a sus abuelos y lloraron con desconsuelo su muerte, porque en aquellos días no pudieron ni tan siquiera apretarles la mano.
Por Navidad solía nevar, pero también como ahora la nieve se derretía.
Los alumnos de entonces realizaban sus exámenes por escrito y se prestigiaba estudiar en la Universidad.
Las cartas que yo escribí a Edwige resultaron ser un documento valioso, porque nunca más se utilizó la pluma y los caracteres «querido amigo o amiga» los borraron del ordenador. Eso sí, en este cacharro las 9 horas de entonces eran como ahora las 9.
Está visto que, pese a todo, el sol siguió levantándose a su hora y la tierra no se cansó de girar.

MARÍA RUBIO OCHOA

Yo te voy a contar los sentimientos, sensaciones y el descubrimiento que fue para mi el tiempo libre. Porque sabes que antes, yo no había dispuesto de tiempo para mi. En el confinamiento me levantaba a ver amanecer, luego veía los pájaros desde la ventana por la acera, por los árboles, eran dueños de aquellas calles, parques vacíos.
La casa tomaba vida, colocando armarios, abriendo cajas de recuerdos, escritos, postales, dibujos de mis hijas de pequeñas, el viejo álbum de fotos. Cada recuerdo tomaba vida y alguna lágrima furtiva…….Pero al escuchar las noticias las lágrimas se hacían mar, el corazón se encogia, la preocupación, el miedo aparecía dando latigazos. Pero sabes que se valoraba todo mucho más, se daba importancia a lo esencial. Recordaba mucho a los sanitarios, porque yo también trabajé un tiempo en el hospital y me ponía en su lugar, en lo difícil, preocupante, su vocación tenía que ser su fortaleza, pensaba yo………Muchos sentimientos, emociones a flor de piel, en un 2020 donde se necesitaba estar unidos contra ese bicho que jugaba a su antojo con el dolor de muchas familias.
La videoconferencia era un modelo nuevo que muchos no habíamos usado pero enseguida fue algo habitual para ver a quien deseábamos abrazar y no podía ser. La meditación, ejercicicios en el salón de casa, la relajación eran herramientas útiles, también leer, escribir, sentir que también es bueno parar y escuchar sonidos que a veces se olvidan. Adi

TALI ROSU

La entrevista

E: —Tali, esta entrevista la hacemos para recopilar información y experiencias sobre lo sucedido en el año 2020, pero antes de ahondar en ese asunto, queremos hablar un poco sobre tus procesos como escritora. Creo que pronto veremos una relación entre algunos de tus libros con ese episodio histórico que mucha gente vivió como el comienzo de un cambio.

T: —Yo nunca escribí sobre lo que pasó ese año. Bueno, en algunos de mis textos se puede ver reflejado ese malestar y la frustración que me despertaba lo que estaba pasando, pero ninguno de mis libros habla directamente sobre el tema. Bueno, miento, recuerdo que escribí algo para el Grupo de escritura de la Editorial Cuatro Hojas, pero poco más.
E: —Alguna relación tendrá, si no, ¿por qué te llamaban La escritora profética?
T: —Ja, ja, ja. Eso se lo inventó un colega a raíz del final de Carne de chino, y después con lo que me pasó al empezar mi segunda distopía, empezó a ser la bromita del año. Ya sabes, lo que empieza en casa de repente está en boca de todos…
E: —A eso nos referimos; algunos de tus libros planteaban tramas futuristas que, aunque cruzamos los dedos para que no se hagan del todo realidad, hay parte de la historia que parece que se va cumpliendo. ¿Cómo te sientes respecto a esto? Cuéntanos eso que te pasó con No digo el nombre porque aún no se publica?
T: —Tengo que confesar que llevaba la mitad cuando empezó la pandemia, y me quedé bastante paralizada al darme cuenta de que muchas de las cosas que planteaba en el libro se estaban haciendo realidad. Sentía que la vida me había plagiado y se me había adelantado a publicar.
E: —Entonces, cuéntanos, ¿cuál fue tu experiencia? ¿Cómo lo viviste?
T: —Pasé por varias fases, como casi todo el mundo. La primera sensación que recuerdo es la de tristeza, sabía que el bicho era real aunque me cuestionaba su origen. Y no estaba segura de nada pero algo me decía que iba a ser el principio de la mayor manipulación jamás contada. Sentí dolor y empatía por toda esa gente que no tenía un lugar en el que refugiarse y que no tendría nada que llevarse a la boca. Me daba más miedo el desastre social, las muertes por hambre, los suicidios y todas esas situaciones de las que no hablaban en las noticias. Sabía que el propósito era el de asustar a la población y funcionaba, a mí me acojonaba no saber hacia dónde nos dirigíamos.

Y, ¡claro que me bloquée! ¿Cómo no iba a hacerlo? El toque de queda y la ley que prohibía las reuniones, según mi libro iba a pasar en el dos mil ciento y la madre; supuestamente “por nuestro propio bien”. ¡Joder! ¡Estaba haciéndose realidad con más de un siglo de antelación! No quise saber más de ese libro hasta después de varios meses. En mi novela planteaba leyes que yo creía que, más que rozar, se hundían en lo surrealista; quería plantear que lo que un día nos parece absurdo, en un futuro podía ser una absurda realidad —de hecho así empieza el libro—, pero la vida me estaba dando un bofetón en la cara con normas absurdas como la de no poder ir sola por la calle sin mascarilla pero poder tomar algo en un bar y quitármela sin problema. Nada tenía sentido…, nada.

E: —También tuviste razón con lo de la destrucción del ozono de hace cinco años. ¿Crees que eso tiene alguna relación con lo que pasó en el 20?

T: —Ni me lo recuerdes, cuando leí las noticias me pasó por la cabeza el dejar de escribir para siempre. Y claro que tuvo algo que ver… Lo que paso en el 20 fue una estrategia para cambiar la forma de vida, una manipulación global por parte de las macroempresas que ahora nos gobiernan. Se ha demostrado la relación entre los herbicidas y la destrucción del ozono y, ¿quién crees que está detrás? La empresa más grande del mundo que ha ido absorbiendo a otras hasta convertirse en lo que es hoy: el dueño del planeta.

E: —¿Y qué repercusiones crees que pueda traer todo esto?

T: —Eso lo hablamos dentro de doce años, cuando venga la ola de calor que planteo en mi libro. Ja, ja, ja.
E: —Tali, te ríes pero a mí me da un poco de miedo.
T: —Me río por no llorar…, me río por no llorar.

AMALIA MARTÍN

Hoy es 14 Marzo .Un año más de aquel fatídico 2020 hace 40 años,dijo el director del colegio ante un alumnado pasivo.
( pitidos,risas ,mofa)
Tenemos la inmensa suerte de contar con un testimonio que vivió en primera persona aquella pandemia donde padres,abuelos e hijos se marcharon casi sin despedirse…
_Corta el rollo dire que ya nos lo han contado ciento de veces ,dijo un joven jactándose delante de todos.
Os presento a Clara,docente jubilada que hoy tiene el gusto de acompañarnos.
Pido respeto y silencio mientras escuchamos sus palabras.
(Aplausos ,vítores, burla…)
( Silencio en el aula magna)
Clara observa entre calma y sosiego la poca empatía del alumnado.
Espera sin desesperar una actitud propicia.
Esboza una tenue sonrisa e irrumpe con voz enérgica que emerge del alma.
«Aquellos que no lo vivieron nunca podrán sentir el hondo sentimiento que produjo en nuestra juventud ser coartados de libertad ( silencio prolongado ) ,reprimidos de afectos sin abrazos de consuelo ni expresiones de amor.
Las obligadas distancias interpersonales mermaron nuestro carácter ufano.
Las mascarillas con las que tapamos nuestros rostros dejaron al descubierto los verdaderos ojos de la pandemia.
( Silencio en el aula )
Nuestros mayores se fueron en soledad, entre lágrimas con sabor amargo ,entre quiebros y culpas.
El mundo se paralizó…
Millones de personas murieron
La sanidad del país colapsó.
Los hogares abrían sus balcones a media tarde para aplaudir a la esperanza ,para aunar fuerzas.
La solidaridad era nuestra resistencia
La música y el esfuerzo de muchas personas supuso un bálsamo para nuestra alma devastada.
El ser humano fue nuestro peor enemigo ,otros nuestros aliados ,la ciencia nuestra salvación y todos aprendimos la importancia de una sociedad saludable …»
_Profesora,¿a qué fue debido la pandemia?
_Aún nadie lo sabe ( silencio absoluto)
( aplausos,vítores…)
Gracias por vuestro respeto.Gracias por escucharme.La información al completo la tenéis en los libros de historia.
Yo solo he querido abrir corazones.

PECERA CON PEZ

Uno, cuatro, quince, treinta peldaños…
Lo principal era crear una rutina en la cual el deporte era importante.Todos los días me llegaron a parecer iguales.
La gente hablaba de las familias, del agobio de las clases online de la imposibilidad de compaginar con el teletrabajo. Hablaban de los ancianos, de la generación que nos había cuidado, de su sufrimiento. Y yo me sentía incapaz de hablar, yo tenía suerte. Yo no me podía quejar.
Mujer de mediana edad, económicamente independiente, establecida en la capital lejos de mi familia. Vivía en una casa reformada en un pequeño barrio obrero en expansión en pleno Madrid, aislada del ruido de la calle pero no de las sirenas de las ambulancias que llegaban incansablemente al hospital de la Paz. Una casa con grandes ventanales que daban a un patio interior lleno de plantas. Protegiendo mi intimidad de las miradas indiscretas de los vecinos y aislándome si era posible aún más.
Tres alturas unidas por una escalera que cada día subía y bajaba corriendo para mantenerme en forma. No podía permitirme enfermar. Si eso pasaba, ¿quién iba a cuidar de mí? Se convirtió en mi obsesión. Buena alimentación, deporte, lavado de manos. Un plato, un vaso, unos cubiertos. Un día tras otro repitiéndose esa individualidad.
Me pasé meses sin cruzar más de dos frases seguidas con nadie que no fuera a través de una pantalla. Confieso que a veces salía a comprar para encontrarme con alguien. Tenía clases de yoga online, cenas virtuales. Pero poco a gente se empezó a cansar, se les hizo largo. Cada nueva prorroga del estado de alarma hacía que la gente estuviera más inmersa en sus propios problemas. Poco a poco se dejó de pensar en mí aunque no se lo reprocho a nadie.
Querida, si no lo has vivido no sabes lo que pesa realmente la soledad.

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Natalia, la joven escritora autora de dos de los libros más vendidos de los últimos cinco años, se dispone a escribir su tercer libro y necesita documentarse acerca de un año que cambió el curso de la humanidad, dos mil veinte.
En la casa de Sergio, un octogenario, bueno casi, pues apenas le quedan un par de años para cumplir los ochenta, sonó el aurtunius, el nuevo modelo de comunicación actual.
– Hola me llamo Natalia y me gustaría si no es mucha molestia que me hablará acerca del año dos mil veinte.
– ¿Está segura joven? Mire que yo soy una persona con muy buena memoria y podría estar hablando sobre ese año un par de horas, lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Mi nombre es Sergio, un placer conocerla.
– Para nada me incómoda escuchar su historia. Es más me sería de gran ayuda y soy yo quien le ha llamado a usted para tal menester. El placer es mutuo.
– Bien joven pues póngase cómoda -. Dijo Sergio con tono humorístico.
El año empezó como cualquier otro y nadie se imaginaba por entonces lo convulso que llegó a ser.
A finales del año anterior, un virus, covid-19 también conocido como coronavirus empezó a azotar a la humanidad desde China.
Nadie se imaginaba por entonces que aquel virus fuera tan contagioso y se propagara tan rápido entre la población.
El gran problema no era su mortalidad, bastante menor que la gripe normal de por entonces, que curiosamente aquí en España ése año tan sólo se dieron cuatro casos confirmados. El gran problema de éste virus era su rauda forma de contagiarse.
Nos hacían cubrirnos la boca y la nariz con mascarillas y no nos dejaban salir a la calle nada más que para lo imprescindible, sacar la basura y hacer la compra. Incluso multaban a la gente si mostraban desobediencia, así estuvimos al rededor de tres meses, pero las restricciones no cesaron y volvieron tras el verano y principios del año siguiente.
Fue un año muy complicado en el que tuvieron que cerrar innumerables negocios y mucha gente perdió su empleo. La crisis socio-económica que creó fue tal que nos costó casi toda la década siguiendo recuperarnos.
¿Pero sabe que joven?
– Continue por favor señor, es justo lo que necesito.
-Pues que para mí fue un buen año y lo recuerdo con cariño. Fue un gran aprendizaje, pude estar más tiempo con mis hijos y mi mujer encontró trabajo estable y yo cuatro décadas después sigo escribiendo cómo hace usted joven, pues ese mismo año descubrí un grupo de personas que les gustaba escribir relatos en lo que llamábamos por entonces redes sociales, es usted muy joven y ahora es una cosa obsoleta pero en su día las redes sociales tuvieron mucha repercusión.
Aún recuerdo el nombre del grupo de escritura creativa cuatro hojas y la red social se llamaba facebook.
-Muchísimas gracias por la información Sergio , me será muy útil. A sido usted muy amable y me alegra mucho saber que es usted también escritor.

KAREN ROSADO

Pues veras…
Es la primera vez que hablare de este capitulo tan oscuro de mi vida, es un tema que e evitado todos estos años, mis dolores tienen nombre y ese es 2020.
Todo el mundo se puso caótico y era una lucha interminable de ideas, unas personas creían y otras no tanto…muchas de estas últimas no sobrevivieron por supuesto.
Yo amaba estar aislado pues siempre a sido mi estado mental, dentro de casa todo era perfecto hasta que empezaron a agotarse los recursos, los víveres y tuve que salir a trabajar.
Tenia que tomar al menos dos métodos de transporte y con paranoia…mucha, respirar profundo para ir realizando un largo ritual entre ruta y ruta:
Subir al autobús, pagar lo justo del pasaje y buscar un asiento, limpiar con abundante antibacterial, sanitizante y pensar que todo era inútil pues a donde voltearas no faltaba el imbécil que violara las reglas.
En fin…me alcanzo.
Y si, hay mucho dolor físico…pero el dolor que me mato fue el sentimental, tener que separarte de la persona que hace que tu mundo funcione, que hace que funciones vaya…ese si es dolor y no solo el estado en el que piensas que te pone la mente cuando sufres malestares.
¿Y sabes una cosa? , No habían muchas opciones a elegir ya que si bajaba el estado de animo era mas probable que te encontraras de frente a la muerte sin explicación lógica.
Ahí es en donde el cuerpo, la mente y espíritu tenían luchas constantes y diarias, te hacían una marioneta en donde poco podías decidir.
¿Quieres seguir escuchando más de esto?
Dame un momento, té contare como es que perdí parte del pulmón gracias a ello.
(Conecta el oxígeno.)

RAQUEL LÓPEZ

Mi vida, no fue fácil hace 40 años, pero había alguien que de nuevo iba a trastocarla y para bien….
-¡Buenos días! siento presentarme así en su casa..
La joven que se presentó se quedó apenas sin palabras…
-¿Quién eres? pregunté al mismo tiempo que ella empezó a reaccionar.
-Soy Escritora, estoy.. estoy escribiendo una novela histórica sobre el año 2020 y creo que usted me podrá facilitar mucha información sobre ello.
-¿Y por qué cree que yo se la puedo dar?
-Porque hasta ahora nadie se atreve a hablar sobre ese año y porque usted es mi última opción..
En realidad supe que eso era mentira,en lo de ser su última opción, creo que fui la primera opción… y se iba acercando la verdad que ya intuía, desde que llamó a mi puerta.
-Pero pasé, no se quede en la puerta, ¿le apetece un café?
-Se lo agradezco, Angela..
-¡Vaya! Creo que te has informado muy bien de mi
-Mi nombre es.. Angela, como el suyo
En ese momento, me hizo recordar ese año…
-Yo trabajaba de enfermera y me encontraba en otro país, con el estado de alarma, no pude regresar.
Mis ojos empezaron a vidriarse, muchos recuerdos se agolpaban en mi mente..
-Dejé atrás a mi marido y a mi hija.. no pude despedirme de ellos, el maldito virus se los llevó.. ni siquiera pude conocer a mi nieta. En el hospital donde trabajaba cada día, veía la muerte en los ojos de los enfermos.. ¡luchaban por sobrevivir y yo por salvarlos!
En ese momento rompí a llorar..
-Lo siento mucho.. – dijo con tristeza-Este testimonio ha sido muy importante para las dos.. Por cierto, su hija, ¿como se llamaba?
-Sara-le respondí-la misma que hace 40 años dió a luz a una niña tan preciosa como tú.
-Pero.. entonces…
-Desde que llegaste mi intuición me dijo que eras mi nieta y no es casualidad que hayas venido hasta aquí ¿estoy en lo cierto?
-Investigue mucho si tenía algún pariente vivo y eras tú… Abuela.. pero tenía miedo de equivocarme.
-¡Esto es lo único bueno que ocurrió en ese fatídico año!.. tu nacimiento, mi nieta querida, tienes los mismos ojos que tu madre.
Aprovechemos lo que me quede de vida, para darnos esos besos y esos abrazos que no nos pudimos dar..
POR TODAS ESAS VIDAS, POR VIRUS O PIR CUALQUIER OTRA ENFERMEDAD QUE EL 2020 SE LLEVÓ…..

JORGE TC

Hoy sere el centro de atencion,los presentes que en esta reunion son menos piden escuchar ese relato del lejano año 2020 cuando llegaban noticias de un pais lejano que un nuevo virus se esparcia entre la poblacion causando estragos y aun asi no prestabamos mucha atencion, era demasiado lejos para preocuparnos,hasta que cayeron los primeros enfermos cercanos y como fichas de domino cayendo vino lo demas, nos pusieron en cuarentena nos limitaron en nuestras compras perdimos el empleo hasta usabamos un filtro en nuestra boca y nariz, esa parte causaba risas entre la juventud presente y los mayores afirmaban con la cabeza para darle credibilidad al relato y asi transcurira el tiempo terminara el relato y los pocos humanos que quedan sabran como fue el principio del fin.el menor de todos nuestros males,que en ese entonces llamaban covid.


OLGA LUJÁN

Me dijo que era escritora, que buscaba la historia de su vida y que debía ser yo quien se lo contara.
-¿Por qué yo? Existe gran documentación al respecto. Puedes buscar en Internet, ahí encontrarás imágenes, testimonios y cualquier cosa con la que confeccionar una buena historia.
Ella se negaba a seguir esa vía. Quería una reflexión desde mi punto de vista, pero yo era demasiado vieja para caer en la trampa de una reportera sensacionalista en busca de gloria. Esa mujer dirigía un programa donde lo que menos importaba eran los sentimientos. Su objetivo consistía en buscar polémica para prender con ella una hoguera de vanidades.
-Tengo entendido que usted tuvo una relación con uno de los investigadores que descubrió la vacuna. Estoy segura que ese hombre le confió asuntos que no han salido a la luz todavía.
-Y si no lo han hecho aún ¿por qué crees que debes hacerlo tú ahora?
-La gente debe conocer los entresijos de una situación tan oscura. – me respondió con una sonrisa que buscaba complicidad.
«¿Y está mujer presume de ser escritora?», dije hacia mis adentros
Me apetecía responderle que escribir es dedicar cientos de horas a leer todo aquello que otros dejaron antes sobre el papel. Escribir es permitir que tus miedos y alegrías broten en boca de un personaje. Escribir es contar lo que sucedió en cada casa, en cada calle, en cada ciudad, no lo que dijeron un par de amantes en la cama.
Pero no lo hice, tan solo acepté con un movimiento de cabeza y la invité a seguirme hasta el sótano. Una vez acomodada en esa parte de la casa le ofrecí una copa y le hice la última pregunta.
-¿Quieres saber qué hablamos?
Ella asintió con una amplia sonrisa.
-Me temo que eso va a ser imposible porque apenas lo recuerdo.
Su gesto se endureció al escuchar estas palabras, aunque de inmediato regresó al triunfalismo cuando acepté revelarle como vivimos aquellos días.
Hoy se cumplen tres meses de esa conversación. Creo que ha pasado el tiempo suficiente para que comprenda lo que nosotros sentimos estando encerrados sin abrazos, sin besos, sin nuestros mayores, sin nada.
En fin si no quería leer para documentarse no me quedó otra opción que hacerle vivir aquellos meses de confinamiento en sus propias carnes.
Aunque antes de liberarla, le preguntaré para estar segura.

GAIA ORBE

exto extraído del diario personal de la doctora Maldonado, quien fue la última médica quichua del siglo anterior.
A mis viejas amigas:
Somos siete mil seiscientos veinticinco mil millones de personas censadas en el mundo (dato del 24 de marzo de 2020). Hasta hoy se han confirmado dieciséis mil trescientas sesenta y dos muertes entre trescientos setenta y cinco mil cuatrocientos noventa y ocho casos confirmados. O sea, la probabilidad de toparse con el virus llamado vulgarmente Covid19 es de cero, coma cero, cero, cero, cero, cero cuatrocientos noventa y dos. Además, el virus viaja en las gotas de un estornudo, en la tos de alguien enfermo o lo que llaman el portador sano, y en la saliva. Les tienen que estornudar o toser o escupir o besar para que se contagien. No tengan miedo. Imaginen a coronita viajando en el humo y así sabrán verlo y protegerse.
Además epidemias y pandemias hubo, hay y habrá porque vivimos en continua interacción entre seres vivos y no vivos. ¡Miren esto!
“El VIH, el contador macabro, a partir de 1981 mató a más de 32 millones de personas, según OnuSida hasta el 2018.
El dengue: alrededor de la mitad de la población del mundo corre el riesgo de contraer esta enfermedad. Se producen 390 millones de infecciones por dengue cada año (intervalo creíble del 95%: 284 a 528 millones), de los cuales 96 millones (67 a 136 millones) se manifiestan clínicamente (cualquiera que sea la gravedad de la enfermedad). Y en 100 países es endémica, nosotros estamos entrando a la endemia.
La gripe H1N1 mató 18000 personas en el mundo en el año 2019”.
Entonces, me pregunto: “¿Qué es lo que tienen en mente? ¿Qué intentan hacer? ¿En el futuro algún o algunos usarán este momento para algo peor?”.
Duele el alma. Angustia mi cuerpo.Me pregunto: ¿Por qué los humanos son tan mansos? ¿Miedo a qué? ¡A morir! El aumento de la tasa de suicidios de Europa que han tratado de mantener oculta, se está haciendo ver y va en aumento. ¿Es que ya no existen las otras enfermedades? La gente sigue muriendo del corazón en primer lugar, la malaria sigue diezmando el Africa, acá el dengue sigue haciendo estragos, y también la hambruna en el norte, y la vinchuca con el mal de chagas nos siguen azotando. El cáncer se exacerba, la clonación sigue su curso, los campos siguen siendo desbastados al igual que las minas y viajan a Marte y cotizan el agua en Wall Street. Todo es muy raro.
En setenta y dos días vi a amigos despedir a sus progenitores sin la posibilidad de estar con ellos, de duelarlos en paz, de despedirse (algunos tienen las cenizas aún en las cocherías o cementerios privados y los pobres ya los perdieron en el cinerario municipal. Y lo que es aún mucho peor sus progenitores murieron solos.
El otro día, una señora de setenta años largos, cruzando la avenida con el barbijo en la pera me dijo: “No hay derecho que me quiten quizás mis últimos días de vida.” Coincido con ella.
¿Nunca a los gobiernos se preocuparon de la gente? ¿Por qué ahora sí? Mentiras. Todas son mentiras. ¿Por qué nos creemos las mentiras? Si realmente les importáramos habrían ayudado a los más vulnerables en el inicio. No lo hicieron y todos sabemos que una inmensa cantidad de personas no podían hacer cuarentena.
¿Encerrar a los niños? Al futuro de la humanidad. Ahora se jactan los especialistas de los daños que tendrán. Los daños son inmensos especialmente porque en muchos más de los hogares que creemos, es imposible mantener la concordia de sus padres.
Si quieren que la educación sea virtual, ya les digo, que es un año desaparecido en la educación porque educarse es otra cosa. Educarse es contactar, son los símbolos, son las experiencias que se ganan en el intercambio. Lo bueno de esto es que en todo el mundo se supo que la medicina de este siglo ya no es el arte de curar.
Cuento con las herramientas que Dios, Alá o vaya saber quién me ha dado para atravesar circunstancias extremas: mis conocimientos, mis experiencias y la riqueza de estar llena de vínculos amorosos y así cruzo umbrales de horror cada día. Uso mi libertad para escuchar, entregar palabras de amor, de confianza y soporte a los otros. Me buscan porque dicen que los tranquilizo. Puede ser, pero yo me quedo dolida, intranquila y orando por esa persona.
No miro como simple espectadora. Me duelo en este dolor global. Si abren la puerta, empujo a crecer, a abrir los ojos, a no creer en lo que nos dicen, a no aceptar mansamente el control y la manipulación con la que estamos siendo atacados. Y me pregunto en mis silencios cómo el símbolo del tapabocas aleja al mundo. El contacto humano no solo es primordial para la mente, es fundamental para ganar defensas intercambiando en el apretón de manos, en el beso y en el abrazo, las bacterias, virus y demás que nos hacen fuertes inmunológicamente.
Desde el primer día no he podido ver ni una película, ni una serie, lo intento y siempre algo sucede que no me lo permite. No tomo alcohol, ni una gota, aunque ayer a la noche moría por un Tía María con hielo. Necesito estar atenta con todos mis sentidos, para estar presente, para ayudar si puedo y si me dejan, para cuidar de mí y de mi hermano y de todos los que me lo piden. Y para leer entre las líneas de los poderes mundiales hacia dónde pretenden llevarnos.
Todo esto es una mierda. Y el que diga lo contrario, miente.
Yo creo que es la primera guerra del siglo, bacteriológica y química, que comenzó al inicio del 2000. En el anterior la primera fue en el 1917, y la segundo del 39 al 45. O sea cada centuria tiene sus guerras desde el comienzo de la humanidad.
Y cuando pienso eso, me doy cuenta que es irreversible, que era maktub (así está escrito como se dice en árabe), que esto es el comienzo de mucho más que vendrá. Los ciclos de la humanidad son repetitivos. Van y viene una y otra vez. Hay muchos que hablan de la Nueva Humanidad, demasiado título para algo que tardará eones.
A mi modo de ver, el mejor estado zen, es estar presente, cortar la cadena del miedo porque la muerte llegará inevitablemente para todos cuando tenga que llegar.
Aunque no seamos conscientes, elegimos por qué vivir, para qué vivir y de qué vamos a morir. Digo que seamos conscientes, porque eso somos, conciencia. Una conciencia individual y colectiva.

ANTOLÍN MARTÍNEZ JIMÉNEZ

RESILIENCIA
Que ganas tenía de pasar tiempo en casa rodeado de los míos, días largos y ociosos, sin recibir a nadie ni por gusto ni por cortesía. Ahora tengo todo el tiempo para nosotros, tenemos la mayor complicidad que nunca nos brindamos. Nos preocupamos los unos de los otros con un toque especial de humanismo del que no sabemos que tenemos pero existe en algún rincón de la sala neuronal de cada uno.
Este año me entrega algo bueno, incondicional sí, pero me doy cuenta de que los problemas con los que siempre te devanas los sesos nunca se materializan. Es el que te pilla por sorpresa un viernes por la tarde el que te cae como una losa y te paraliza los planes. Discusiones banales con rachas tontas de melancolía. Es el episodio que significa el principio del fin y el principio de lo que nos ha de llegar.
Todo lo que me rodea; mi casa, mi barrio, mi ciudad, mi país, mi planeta, todo forma parte de mi. Abrazo su confianza y su calor. Deseo que siga haciéndolo por siempre y para todos por igual. Cuidaré de ti también porque sin todo esto no podré sobrevivir.
Escucha esto, es muy incómodo pero, he estado pensando que tú y yo podríamos dejar el pasado a un lado y volver a ser amigos, escasean los amigos con los que poder hablar, no quiero emocionarme pero actúo como un ruin y rastrero, perdón, perdón, perdón. Tengo que aprender a amar más con el alma. Sí, sacaré un gran beneficio con ello.
Desesperante, catastrófico, doloroso pero… resiliencia. Busca alguien a quien amar y vive el momento como si fuera el último.
Este es el mensaje del conocimiento que tengo como ser humano de mi propia existencia después de un año de pandemia. Para quien le pueda interesar en un futuro en el que yo no podré estar.
Texto y fotos de Antolín Martínez, ambos realizados en pandemia.
Fotos del día que llovió, 26 de noviembre de 2020, en la ciudad de Valencia, España, U.E.

NEUS SINTES

Una joven escritora, tenía que documentarse sobre un año en la historia, que para muchos, por no decir casi todo el mundo, fue el comienzo de una guerra. Había conseguido entablar conversación con una mujer entrada en años, dispuesta a narrarle parte de lo ocurrido hace 40 años atrás en la Historia del Mundo.
-Encantada de recibirme – Doña Nieves
-Un placer – Patrick.. – Llámeme Neus
-Neus – como ya le comenté, tengo que escribir un libro sobre aquel año tan fatídico, que muchos son los que no desean recordar y mucho menos hablar de él.
-Muchas personas le habrán dicho que busque en las redes información que le resuelva sus dudas, ¿verdad?.
-Así es. La información que busco es la de aquellas personas que lo vivieron en primera persona y usted es mi salvación a poder escribir un verdadero libro que hable del fatídico Año 2020.
-Siéntese – Por favor. Hay mucho de lo que contar.
Patrick obedeció – sumida en un silencio, para dejar que las palabras de la anciana resonaran en la estancia.
-Si mi memoria no me falla, todo se remonta a cuarenta años atrás en la historia. Recuerdo como celebramos la bienvenida a un 2020, sin saber que éste nos recibiría con la llegada de un virus mortal.
Se dijeron muchas cosas acerca de él. Que se trataba de un experimento, realizado en China y de allí se expandió por todo, llegando a España. La cuestión es que se descontroló, llegando expandirse por todo.
Tuvieron que confinarnos en casa, sin salir, solo cuando fuera de extrema necesidad. Hubo unos meses en que los niños tuvieron que estudiar a través de las redes y muchos fueron los trabajadores que se vieron sin trabajo, otros al desempleo, y mucho negocios cerraron.
Las calles vacías se encontraban, las hojas arrastradas por la brisa del viento era lo que único que se podía apreciar a través de la ventana. Prisioneros en nuestras propios hogares. Sin poder salir. Combatiendo una guerra de la que no podíamos luchar. Muchos fueron los que enfermaron y otros, los mas ancianos, perecieron por el virus. La tristeza y la ansiedad se veía reflejada en los rostros de las personas.
Hasta que llegaron los mascarillas, que nos cubrieron el rostro dejando únicamente los ojos a la vista. Unos ojos llenos de lágrimas, por no poder haberse despedido de sus seres queridos, otros, cansinos, les devoraba la ansiedad. Las mascarillas nos permitían salir a la calle y poder hacer vida fuera de la casa.
Fue un año muy difícil y duro en el que los más jóvenes se vieron envueltos por el miedo, la frustración y la ansiedad. Al igual que los mayores, ellos también sufrían a su manera. Los niños volvieron al colegio, con sus mochilas, de manera distinta. Con sus mascarillas en la cara y separados por grupos de 18 alumnos en la clase, teniendo que estar alejados unos de otros a una distancia de un metro y medio. «clases burbuja», les llamaban.
Los contagios fueron siguiendo, algunos días había más, otros menos. Pero cuando todo parecía haberse relajado, llego el caos de nuevo. No hubo confinamiento. Pero las restricciones fueron mayores, aunque, claro está, muchos no las cumplían.
Yo vivía en una Isla, donde se supone que al haber menos habitantes, debería haber menos casos, pero no fue así. Los casos volvieron a crecer, la gente salía a la calle con miedo, en hacer la compra para volverse a casa.
Los adolescentes, lo pasaban mal, aunque no lo dijeran, en sus rostros se les veía. Cómo no podían quedar como quedaban antes con sus colegas. Recuerdo de mis hijas que iban y daban una vuelta a la manzana y no más. Regresando a casa, con la cabeza gacha y sentimientos que se amontonaban, cayendo en depresiones continuas tanto en mayores como en jóvenes.
Los vuelos quedaron parados, no se podía viajar. Y nosotros, vivíamos del turismo, con lo que afectó muchísimo. Y la crisis nos acompañó durante varios años, recuperándonos muy lentamente.
A finales del Año llegó el invento de la supuesta vacuna. Pero el virus todavía circulaba por las calles y las Navidades tuvimos que pasarlas aislados de nuestros familiares. Gracias a la videoconferencia pudimos vernos. Pero no era lo mismo. El juntarse, el darse un abrazo. Queríamos despedir el Año 2020, pero sabíamos que todavía la guerra contra este virus no había finalizado.
La recuperación de muchas familiares quedaría marcada por la pérdida de familiares, que ni en sus peores momentos pudieron estar cerca. Solo llorar la pérdida y maldecir el virus que llegó a nuestras vidas, sin ser llamado.
-Silencio –
-Que terrible, Neus… – No hay palabras.
-No. No las hay. – Solo muchos sentimientos en los corazones de aquellas personas, que como yo, vivimos ese año.
–Señorita Patrick – no solo es escribirlo, sino que hay en él muchos sentimientos. Si usted llega a escribir sobre ese Año – escríbalo con el sentimiento del que lo vivió o del que lo recuerda como el peor Año de su vida.
-Así lo haré – dándole las gracias a la anciana. – cogiéndole de ambas manos.

LAURA TSUYOKI

Si un árbol se cae, habrá tres versiones: la mía, la tuya, y la del árbol.
Por eso, voy a contarte mi 2020, no el de los titulares y las fotos; solo el mío.
Aquel año tuvo tres meses. A partir de marzo, dimos un salto hasta diciembre del que nadie se percató.
Yo trabajaba en Bankia, atención telefónica. Me atreví a dejarlo, hastiada de la monotonía y de los lameculos de mis jefes. Aquello no me hacía feliz. Tenía 25 años y ganas de comerme el mundo.
Vivía con mi pareja y un amigo suyo. Tenía un alquiler que pagar, pero no me importó. Me metí de lleno en un proyecto nuevo, que cayó al olvido. Solo duró cuatro meses, y me quedé en paro.
Como no podía seguir pagando el alquiler, para noviembre decidimos volver a la casa de mis suegros. Hasta entonces, para mí el mundo exterior se había desvanecido. Al no gustarme ver la televisión, oía los rumores como quien escucha un riachuelo y se imagina el agua.
Pero entonces ocurrió. El día 9 de noviembre, hice la mudanza. El día 10, mi padre me dijo que habían ingresado al abuelo. El día 11, murió.
Me encontré con una familia afectada que no reconocía como propia, llorando a mares en un velatorio de Ávila. ¿Cuánto podía hacer que no los veía?
Todos llevábamos mascarillas, pero pronto hubo barra libre de abrazos. Me habría negado, yo era muy estricta. Pero entendí que ellos lo necesitaban.
Ver a mi abuela -creyente hasta la médula- decir que ella se incineraría, para estar con mi abuelo -entonces no se permitían los entierros-, hizo que me diera cuenta de que, el amor, es tan fuerte como dicen. Qué convicción, al hacer trizas su fe.
Un mes más tarde, comimos las uvas. En apenas aquel tiempo, me había afectado todo lo que hasta entonces no. Recuerdo a gente que pensaba que, con la última campanada, todo volvería a la normalidad, como un mal sueño.
Aquella mañana, me habían llamado para ofrecerme el trabajo que tanto quería. Tomé el cava con ilusión. Decidí no agobiarme.
Esperaba el lunes 4, ansiosa por la entrevista. Lo último que recuerdo, es que el día 3, domingo, volví a casa. Puse la lavadora y, cuando saqué la ropa para tenderla, comenzaron a caer trozos de papel.
No podía haber sido tan mal año, si tenía que limpiar aquel confeti.

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

Lía rebuscó entre todos los artículos, libros, recortes, post…que encontraba desde que se puso como meta escribir la crónica del año donde todo ocurrió; un periodo del que hasta el momento no conseguía poner luz a tanta fabulación escrita. Quería un libro, novela, nivola…algo distinto, algo que no estuviera en archivos, bibliotecas o centros de documentación, manipulados en su día por poderes fácticos para colorear una verdad que no afloraba.
Las charlas con su vecino del séptimo C, sobreviviente del año en que todo pasó, fueron conduciéndola por un camino inesperado.
A sus cien primaveras, Pío conservaba la lucidez que da el haberlo perdido todo…él, y solo él, fue el que acertó a poner en su camino el hilo del cual comenzar a tirar.
Pío:
—Nadie sabe cómo empezó ni por qué…rumores…rumores…hasta que la realidad nos enfrentó a todos contra todos. Nos cubrimos las caras. El silencio era atroz. Nos miramos con desconfianza, mientras, apareció un hecho insólito imposibilitando que siguiéramos viéndonos las caras. Cada mañana el «parlante» anunciaba cuatro o cinco nuevos casos: «En el barrio de M. han aparecido tres personas ciegas que hasta ayer gozaban de una vista excelente». Así un día…y otro…y otro…la noticia siempre era la misma; científicos y expertos no acertaban con lo que estaba ocurriendo si bien el resultado era que, los hasta ahora invidentes, contagiaban a diestro y siniestro su ceguera a los videntes, invirtiendo el orden de los que pasaban de la luz a las tinieblas. Al final se salvaron dos…o quizá uno…no puedo saberlo, pues desde entonces vivo encerrado en mi tiniebla. Solo sé que la ciudad se cubrió de vegetación y fue repoblada por especies animales que se desplazaban en velocípedos metálicos. La naturaleza triunfó ante la falta de escrúpulos de la mal llamada «raza humana», y, en la tierra, quedamos tú y yo para contar la historia de un año que cambió el destino del universo.
—La pregunta del millón es ¿Cómo he llegado yo aquí?
—Esa es muy buena, pero…lástima que no tenga una respuesta para ella. La única afirmación cierta que puedo hacer es que ya no necesito gafas de sol.

TESS LORENTE

—Abuela, tengo que documentarme sobre la epidemia que vivisteis en el 2020. ¿Puedes ayudarme?
—¡Claro hija! Fue un año muy especial. Aprendimos lecciones que nos han acompañado a lo largo de todos estos años. Nos dimos cuenta de que éramos una especie débil, que un simple virus podía erradicarnos del planeta y que la fuerza de la naturaleza es descomunal.
—Pero, ¿cómo lo vivisteis tú y el abuelo?
—Tuvimos la suerte de ser unos privilegiados ya que no enfermamos ni tuvimos que lamentar la muerte de ningún ser querido.
—¿Estuvisteis encerrados en casa sin poder salir, verdad?
—Sí, pero no fue tan terrible como parece a simple vista. Recuerdo que nos lo tomamos como unas vacaciones forzosas que nos volvieron a unir como pareja, teníamos todo el tiempo del mundo y al eliminar la presión del trabajo y de los horarios de la ecuación, pudimos reencontrarnos como cuando éramos críos y disfrutar de esos viejos pasatiempos que tanto nos gustaban. Tú padre y tú tío eran adolescentes en aquella época y ellos lo llevaron bastante peor. Pero como familia fue un momento mágico de reencuentro, charlas, juegos, vídeos de la infancia, fotos…, fue maravilloso.
—¿Pero solo salíais para comprar víveres?
—De eso se encargaba tú abuelo, porque yo me había roto un tobillo y no podía andar, así que en lugar de pasarme la baja sola en casa, estuve cuidada y atendida por ellos tres. Además al tener adoptados a los perros que rescatábamos, tu abuelo y tu padre se turnaban para poder sacarlos a pasear durante una hora al día y así se despejaban un poquito.
—¿Pero tener que vivir siempre con la mascarilla y el desinfectante debía ser un rollo?
—Nos acostumbramos enseguida. Lo triste era el no ver la sonrisa de la gente, no poder leer los labios en las conversaciones y sobre todo no poder besarnos o abrazarnos. Todos esos pequeños gestos que hacemos y de los que no somos casi conscientes pero que otorgan humanidad a nuestra comunidad. Teníamos que modificar nuestra forma de relacionarnos con los demás pero sabíamos que era algo temporal y que al final podríamos volver a ser como habíamos sido siempre, afectuosos y cálidos.
—¡Hay que ver, abuela! Cuando me lo explica papá todo parece hacer alusión a un escenario apocalíptico o de posguerra, en cambio tú parece que lo viviste de forma diferente.
—Cariño ya te he dicho que nosotros fuimos unos afortunados. Estábamos bien, juntos y gracias al teletrabajo mantuvimos nuestros empleos . Nunca nos faltó de nada. Otras personas lo pasaron mucho peor, perdiendo el trabajo o aún peor a sus familiares, sin ni tan siquiera poder despedirse de ellos.
—¿En qué empleabais tantas horas libres?
—Resultó ser una época de crecimiento personal donde la lectura, la música y el cine nos acompañó en todo momento. Fue el año que descubrí en la escritura la forma de poder escapar de esa vida para viajar donde me llevara mi imaginación. El deporte en casa se estableció como rutina necesaria y la cocina se convirtió en un hervidero de genialidad. Los cuatro compartiendo espacio y actividades.
—¿Entonces tú no tienes un mal recuerdo de esa época?
—Al contrario. En nuestras vidas hubo un antes y un después a la pandemia. Nuestra forma de ver el mundo y nuestra escala de valores cambió radicalmente. Descubrimos que es lo que realmente importa.
Ten por seguro que todo es cuestión de lo que te toca vivir y ante las adversidades tú decides como ver el vaso, medio lleno o medio vacío. Yo, estando en casa junto a tu abuelo y mis hijos, ya me sentía feliz y capaz de soportarlo todo. Realmente tuvimos mucha suerte y salimos de todo aquello mucho más fuertes que antes de la pandemia.
—Gracias abuela. Me encanta tu forma de ver el mundo y de enfrentarte a la vida.
—Pues ya sabes cariño, sigue mi ejemplo e intenta llenar siempre ese vaso de amor, felicidad y familia. Ellos serán tu fuerza.

MARÍA ROSA ROLANDO

Pues qué año me has venido a recordar, jovencita!!!
Cuando relato algo de el año 2020, mis nietos creen que exagero, pero te puedo asegurar que superaron cualquier película que hayas visto.
Bueno, no quiero cansarte con mi prólogo, siéntate y toma uno de los mates así comenzamos. La joven periodista me mira confundida. Si niña!!! Cada una con el suyo. Acomodate y paso a contarte como lo viví yo.
Corrían los inicios de ése año, cuando
comenzamos a ver y escuchar noticias de lo que ocurría con un nuevo virus, yo me interesé, pero no lo suficiente. Lo veía muy lejano, como algo imposible que llegara aquí, a Argentina. Era verano y disfrutábamos de nuestras vacaciones. De pronto comenzaron rumores y luego certezas. El virus había ingresando a nuestro país. ¿Cómo?, no lo sé. Pero el 19 de marzo todo cambió.
Comenzamos a familiarizarnos con palabras como Pandemia, Cuarentena.
Nos quedamos en casa, al inicio de manera estricta. Saliendo sólo por alimentos y obsesionados con lo que daban las noticias. Los hijos lejos, la familia lejos. Las video llamadas, las redes sociales, fueron de gran compañia. El año 2020 fue para mí, el año en que el tiempo se detuvo para cada ser humano que habita el planeta. No hubo lugar al que no llegara el famoso Coronavirus. Este maldito virus nos alejó. Se terminaron los abrazos, los besos, el mate compartido. Nos borraron la sonrisa y nuestro rostro permaneció tapado con máscaras, caretas, tapabocas. Y a pesar que aparecían diseños novedosos, ellos nos distanciababn aún más.
Dicen que lo crearon en un laboratorio, que fueron los murciélagos. Yo sólo puedo contarte que nada volvió a ser como antes. En la tele mostraban números, contagios, fallecidos, hisopados, recuperados, hablaban de distanciamiento social, de alcohol en gel. Yo lo sentía, como una película de Pink Floyd, The Wall. Monitoreados, solicitando permisos por una App del celular. Ya no éramos libres. Nos había invadido el terror y nadie se animaba a desobedecer. Conectados por el celular y la compu se estudiaba y trabajaba. Algunos comercios se mantenían abiertos otros en cambio perdieron sus trabajos y tuvieron que rearmarse pensando en una salida. De a
poco pudimos hacer más actividades y lo primero , comenzar a ver a nuestros seres queridos. Aunque recelosos por lo que pudiera ocurrir. El temor estaba ahí. No podíamos librarnos de él.
Ya llegando al 2021, en el mes de diciembre, llegó la noticia de una esperanza rusa, la vacuna Sputnik. Celebrábamos su llegada y comenzamos a registrarnos para recibirla y así volver a la Normalidad. Pero si me preguntas, ya no recuerdo como era esa ‘Normalidad»
Espera, voy a limpiar el plástico de la burbuja, con tanta charla, lo he empañado.
Bueno, digo sonriendo, ahora si, vuelvo a ver tu rostro.
Tomaste nota? Mira que mi memoria es frágil.
Ella sonrió creyendo sin duda que estaba frente a una psicótica, una anciana con cierto grado de locura.

CONCE JARA

Entrevistada: Noa Brouwers (69) (en adelante Noa)
Entrevistador: Yagoba Sistiaga Ibarguren (en adelante Yago)
Balance mundial a finales de año: más de 70 millones de casos y 1,5 millones de muertos.
Yago: Buenos días, Noa, ¿cómo se encuentra hoy?
Noa: ¡Pues ya ve! En este tugurio de mala muerte.
Yago: Lamento oírla hablar así Noa. Que le parece si empieza a contarnos, ¿cómo recuerda usted el año 2020?
Noa: Si, el de la Pandemia era… sí. Pues creo que llevaba dos años en Cataluña. Compartía piso con Ignatius, un chico jovencito y su novia… en Mataró. Tenía mar, me gustaba la ciudad. Fui a Cataluña ya que tuve problemas con las drogas y tras desintoxicarme en un centro decidí abandonar Holanda. Trabajaba como camarera, aunque tenía algunos estudios de programador de sistemas, informática, pero no encontraba trabajo de lo mío… Entonces a principio de año recuerdo que empezó un rumor sobre como en China se había detectado una enfermedad que transmitían los murciélagos y antes de la primavera nos confinaron, ya que al parecer había llegado a Cataluña. Se terminó el trabajo. Mi compañero de piso era Dj en una discoteca, y su pareja trabajaba de relaciones púbicas con él, por lo que todos sin trabajo tirábamos de algo de dinero ahorrado, y trapicheo… ya me entiendes… soy holandesa y venía de lo que venía.
Yago: Bien Noa, entonces, ¿cómo recuerda su vida durante el confinamiento?
Noa: Mira, nosotros en el piso no nos lo creíamos… en Estados Unidos la gente vivía normal. Pensamos que sería cuestión de una guerra biológica entre el presidente americano y los chinos, o un bulo. No sabías bien que hacer, había desinformación… era un poco caos. Creo que yo empecé a usar la mascarilla cuando empezaron a multar, y bueno, alguna vez durante el encierro hicimos nuestras escapadas, dormíamos en casas de otros, hacíamos nuestras fiestas. Estábamos tristes, pero tranquilos, quizás algo preocupados por como estaría el tema del trabajo tras la reclusión.
Yago: ¿Recuperaron su trabajo tras del confinamiento?
Noa: No, el restaurante finalmente cerró, y bueno yo no estaba legal al cien por cien, me quedó muy poco de paro. Mis acompañantes entraron en ERTE, pero igualmente cobraban poco. Lo que mejor funcionaba -dijo sonriendo- era el trapicheo. Entonces a Ignatius se le ocurrió el tema de organizar raves.
Yago: ¿En que consistían esas raves?
Noa: Bueno… nos juntábamos gente a la que le gustaba el House o el Techno, en un edificio abandonado o al aire libre. Como era verano las celebrábamos en la playa. Yo me ocupaba de la publicidad a través de las redes sociales y se corría la voz. Ignatius pinchaba, pero el principal negocio era la venta de alcohol y drogas, ya que la asistencia era gratis, con la condición de una extrema confidencialidad a la hora de decir quiénes eran los organizadores.
Yago: Bien Noa. Oiga… ¿se siente cansada? ¿quiere que hagamos un alto para continuar?
Noa: No, estoy bien, gracias. He llevado una vida un tanto revoltosa… ahora está pasando buena factura. Pero tranquilo, la morfina hace su efecto, y por favor, de tu, soy de espíritu joven.
Yago: Bien continuemos, ¿qué más recuerdas del 2020?
Noa: A parte de las raves pasaron cosas que me gustaría mencionar. Un momento, lo llevo apuntado… espera, mis gafas. Si… antes de terminar con el encierro recuerdo un video en redes sobre como en algún lugar de los Estados Unidos unos policías mataban a un negro a palos y se montó un buen jaleo. También recuerdo cuando falleció Pau Dones, ese hombre que cantaba la canción de La Flaca… lloré por él. También… ¡veo fatal!, esta enfermedad… el que era rey de España se enfadó con su padre, le quitó la paga y creo que el anciano tuvo que irse a un país árabe. La crisis en España, las colas del hambre… La muerte de Maradona me dejó impactada. Recuerdo incendios en California y Australia. También que entró el Brexit y que a finales de año ya había vacuna contra el COVID… y luego ocurrió lo de diciembre, que imagino que es lo que te ha traído hasta aquí -dijo giñando un ojo-, que estoy vieja y enferma, pero no soy tonta.
Yago: Pues sí, esa es la razón, ¿cómo surgió?
Noa: Bueno volviendo al verano de aquel maldito año: hacíamos algo de dinero con las raves, hasta que empezó a hacer frío, cada vez eran más frecuentes los controles policiales y la dichosa colaboración ciudadana nos impedían continuar. Pero seguimos intentándolo, pasando a hacer fiestas ilegales en chalés alquilados por nosotros. Entonces a finales de noviembre, nos dimos cuenta de que teníamos que arriesgar. En lugar de hacer pequeñas fiestas, hacer algo más grande, con mayor afluencia de público, para así reducir riesgos y ganar más dinero.
Un amigo de Ignatius ofreció su chalet en Lloret de Mar, éste se llevaría el 40% del beneficio. La fiesta se calculó para unas 80 personas durante cuatro días… todo iba según lo previsto hasta que, a la hora de la entrada, de noche, uno de los asistentes nos avisa de que la televisión estaba fuera… y llamaron al timbre: ¡era de locos… querían entrar y grabar la fiesta o llamaban a los Mossos!
Tuvimos que saltar la valla para sacar de allí la droga, y todo por la puñetera colaboración ciudadana. Con esa fiesta hubiéramos ganados unos 100.000 €… Bueno al menos conseguimos mantenernos en el anonimato.
Yago: Imagino que se os quitarían las ganas de organizar más fiestas o raves, ¿verdad?
Noa: Teníamos la droga comprada y había que darle salida. Entonces pensamos en otro evento: “La Gran Rave de Fin de Año”.
Yago: ¿En qué consistía?
Noa: La ‘rave’ se iba a celebrar en una fábrica de ladrillos abandonada, a las afueras de Llinars del Vallès, a 30 kilómetros de Mataró, con aparcamiento suficiente para caravanas, furgonetas y turismos. Dispusimos dos escenarios, altavoces y todo el equipamiento DJ necesario para que la música no dejara de sonar. En una pincharía Ignatius y en la otra Dj Rungs, un crack del Tropical House francés. Como elemento decorativo, pusimos una gran calavera con gorro de Papá Noel… -se reía a carcajadas, después empezó una toz seca, y tuve que dejarla descansar acomodada en su sofá de terciopelo azul-.
A ver, ya estoy… continuemos -dijo incorporándose ligeramente-. Nos abastecimos triplicando la cantidad de drogas, estupefacientes, así como de alcohol. Yo lancé la misiva en redes y en pocas horas pasamos de las 200 confirmaciones. Vendrían un centenar de españoles, franceses, andorranos, italianos, austríacos, holandeses, luxemburgueses… ¡disculpa!, necesito un poco de agua -dijo nerviosa mientras bebía temblorosamente-, es la euforia al recordar aquello.
Yago: Vaya, todo bien calculado… pero ¿de veras, puedes continuar?
Noa: Si, esto del cáncer es así… Arrancamos después de comer, no dejaban de llegar vehículos a la explanada. A eso de las 9 de la noche, cuando ya había empezado la fiesta, a lo lejos vimos avanzar una hilera de luces azules que fue rodeando lentamente la fábrica. Yo iba colocada de cocaína y recuerdo a gente encaramada en lo alto de la nave diciendo que había más de 100 Mossos armados, alrededor del reciento.
Pero no entraban, estaban ahí -dijo sonriente-, por lo que decidimos seguir la fiesta… 36 horas más. Hubo gente que saltó la alambrada y fueron inmediatamente detenidos, pero la policía seguía sin entrar. La gente consumía y bebía a tope, nos daba todo igual, estábamos perdidos y celebrábamos la liberación de aquel maldito año, del encierro de tantos jóvenes… fue con diferencia la mejor fiesta de mi vida.
Yago: ¿Y después de esas 36 horas?
Noa: Si, yo salí y enseñé las tetas, las fotos salieron por todos los lados. Me detuvieron y luego… bueno ahora sí que necesito descansar. Lo demás puedes encontrarlo en Gogolplex o en Motxila.
Yago: Una última pregunta Noa… Si te digo que a final del año 2020 el balance mundial de casos de COVID-19 ascendió a más de 70 millones de casos y 1´5 millones de muertos ¿sigues creyendo que vuestras fiestas fueron lo más conveniente que pudisteis hacer en esos momentos?
Noa: En mi país, desde el principio de la pandemia, se hizo un confinamiento inteligente. Los holandeses, decía el gobierno, sabíamos respetar las normas, sin multas, sin policía, pero algunos ministros se pasaron de la raya, y la gente les imitó. Entonces personas como mis padres y mi hermano mayor fallecieron de COVID durante los últimos días de mi confinamiento en aquella casa de Mataró. Yo también quería morir… y en eso estoy.

BEA ARTEENCUERO

PANDEMIA:
Una tarde de Abril, me encontraba sentado a la sombra de un viejo árbol, en el jardín de la casa de mis abuelos, vivían en una granja en las afueras de la ciudad, me gustaba ir a pasar los fines de semana, era un hermoso lugar con muchos árboles frutales. Cargaba mi computadora y me aislaba del mundo a la vez que hacia mis tareas.
Me disponía a tratar de hacer una narración del año 2020, el año de la pandemia, cursaba yo segundo año….Pienso…esto fue hace muchos años, que puedo saber acerca de eso y realmente no me interesa, bien terminare rápido y seguiré con mis juegos; Abro mi computadora, pongo el buscador mientras repito en voz alta: pandemia…pandemia 2020…
_ No hace falta que busques, yo te puedo contar me dice una voz.
Hice caso omiso.
_ Está bien abuelo, ya lo encuentro.
_ No soy tu abuelo, dice la voz.
_ Y quién eres? No te veo, acércate.
_ Aquí estoy, estás sentado sobre mis raíces, soy el árbol
_ AH ¡! Bueno. Estoy alucinando, repito en voz alta, ahora escucho hablar a los árboles.
_ No alucinas, si quieres te cuento..
_ Bueno dije, no tengo nada que perder.
_ Bien escucha; En los comienzos del año 2020, empezó a circular la noticia que en China, estaba circulando un virus, producido por consumo de murciélagos portadores de dicho virus.
_ Y Fue casi?
_ Nunca se confirmó, o al menos no se dio a conocer. Pronto el virus se propago en todos los países del mundo, provocando la muerte de mucha gente, principalmente en los ancianos.
Así fue que el universo vivió en cuarentena, bloquearon las fronteras, no se podía tener contacto ni siquiera con la familia, por miedo al contagio , se obligó el uso del barbijo, e higiene extrema, cerraron fábricas, industrias y comercios, también escuelas e universidades, miles de personas perdieron sus empleos, porque debían permanecer en su hogar, para evitar el contagio, todo se volvió virtual, hasta los besos y los abrazos, es más, alguien sugirió en las redes, hacer el amor por internet o sea tener relación sexual por internet.
_ Como fue eso? Contame..
_ Realmente no se mucho sobre ese tema, es lo que oía; Lo que observe que la humanidad toda, dependía de las redes, la estimulación y el deseo se manejó con la imaginación, todo fue muy frio y distante, aprendieron a expresar los sentimientos a distancia, a acariciar con la mirada, se perdió la parte emocional que hace diferente al ser humano del resto de las especies, todo fue materia y mente, se vieron obligados a guardar las emociones en un rincón del interior de cada ser anhelando volver a sentirlas. Esperando la vuelta del sol (Ya que la tierra una vez al año da una vuelta al sol)
La cuarentena en nuestro país duro casi 9 meses, ya todo era un caos, mientras que en algunos países, iba decayendo por la llegada del verano en otros crecía el número de contagios y casos mortales.
_ Sigue le dije interesado.
_ Se perdió la libertad de ir donde quisieras, no podías hacerlo sin un permiso para transitar. El mundo entero se paralizo. La economía mundial fue un caos.
La juventud sufrió más que nadie, porque cortaron sus alas, sus sueños se vieron truncados.
Llegando al final de año, con el verano ceso la cuarentena, se volvió casi a la normalidad, se reanudaron las actividades, se abrió la temporada de veraneo (Esperando la llegada de la vacuna).
_ Que paso?
_ L a gente corrió desesperada, salió de su encierro, formaban reuniones. Arriesgándose al contagio, muy poca gente tenía precaución; Así que nuevamente se corría el riesgo de una nueva cuarentena.
Mientras el virus volvía a surgir amenazante.
Fue un año muy duro, al fin con la vacuna se logró apaciguar en algo. El virus se llamó: CORONA VIRUS O COVIC 19.
_ Gracias me ayudaste mucho.
_ Espera, hay algo más…De todo esto algo no fue tan malo. El aire sin la contaminación de las grandes industrias, fue más puro, la tierra volvió a renacer, yo mismo di más retoños, con más fuerza.
Y lo principal la humanidad aprendió a valorar, todo los afectos, el calor de un beso, la calidez de una caricia. El compartir en familia.
_ Como sabes todo eso?
_ Ya soy un árbol viejo y aún tengo las marcas de aquel año, tu abuelo se sentaba allí donde estas vos y me regaba con sus lágrimas, por ser prisionero siendo libre!!! Realmente fue un año difícil…
Me levantó para irme y grande fue mi sorpresa al ver que el buscador era quien me hablo.
( SIN DARME CUENTA APRETE EL MICROFONO A LA VES QUE DECIA.:
PANDEMIA…PANDEMIA 2020.

MAITE GARCÍA

Me preguntas por el 2020. Me gustaría recordar ese año del mismo modo que recuerdo cualquier otro, olvidando la mayor parte de sus días y recordando solamente fechas y anécdotas relevantes, algunas buenas y otras no tanto. Sin embargo, la Covid-19 se hizo omnipresente enturbiándolo todo, incluso los buenos momentos.
Cuando el virus empezó a mostrarse entre la población china, no lo percibimos como una amenaza para Occidente. Incluso, cuando más tarde llegaron los primeros casos a Europa nadie podía presentir el desastre que se avecinaba. De la noche a la mañana nos encontramos todos confinados en casa, los centros educativos cerrados y la mayoría de nosotros sin poder acudir a nuestros puestos de trabajo. Los más afortunados pudieron adaptarse y trabajar desde casa, sin embargo, otras personas perdieron irremediablemente su empleo. Los que desempeñaban trabajos esenciales continuaron sus funciones en medio de un clima de miedo e inseguridad. Las mascarillas, los desinfectantes y la distancia social se convirtieron en medidas imprescindibles para evitar el contagio, aunque, todavía hoy, algunos dudan de su eficacia.
Sin embargo, la mayor tragedia fue los cientos de miles de vidas humanas perdidas. Muchas marcharon en completa soledad dejando a sus familias desconsoladas sin la oportunidad de un último adiós. Los servicios sanitarios estaban desbordados y no eran capaces de atender en condiciones el resto de las patologías.
Desgraciadamente, las consecuencias de la pandemia se alargaron demasiado en el tiempo. Para algunos, lamentablemente, de forma indefinida por la muerte o por las secuelas de la enfermedad. El resto, tuvimos que sufrir el enorme impacto global que supuso esta crisis a nivel económico y social.
Me alegro de que toda esa época haya quedado atrás y me siento muy afortunada de poder disfrutar de forma normal mi vejez. Tu generación es muy joven y todo esto os sonará lejano e irreal. Espero que al menos podáis aprender de nuestros errores.

VALERIA MICHOU

El inicio 2020 fue brutalmente atravesado por la ausencia de los caminantes y los espacios que dejaron los turistas eventuales de las calles, fueron raptados por una frágil naturaleza que los inundaba lentamente.
Las flores silvestres fueron creciendo por entre las baldosas de las grises veredas de las ciudades.
Los nidos de los pájaros bajaron tres ramas del cielo.
Los muros se aferraron aun más fuerte a sus enamoradas y a sus risadas enredaderas con sus poemas escritos en manuscrita.
Un sólo ser se escondió en su madriguera, temeroso de la muerte, mientras la curiosidad por un repentino silencio disipaba las barreras de los otros.
Más pronto de lo que se hubiera esperado, los autómatas conquistaron el mundo sin bocas, manteniendo distancias firmemente medidas y marcadas en el piso. El movimiento inevitable de su péndulo interno los hizo salir de su escondite, bajo cuidados pertinentes, acatando reglas estrictas, que juraban proteger a los débiles y amados, al tiempo que algunos rebeldes peleaban por aferrarse a un cómodo pasado próximo, en el que se respiraba libremente el aire que chocaba contra el rostro, en el que los abrazos y los besos eran simples y bellas expresiones del cariño
Esa inercia sentida de querer volver a lo que se conocía, invadió el ritmo de aquellos días cíclicos tan bestialmente similares, de cuidados cotidianos alcohólicos y llenos de espuma.
Todos esperaban un milagro
Y entre tanto se reencontraron dentro de sus casas, unos con la soledad, otros con una convivencia absoluta, sin escapes.
Las plantas fueron tiernamente cuidadas, las mascotas salieron a pasear mucho más seguido con sus dueños.
La paz de una nueva rutina con arcadas de hastío, reinaba.
Entre ola y ola, los números de victimas subían y desde los mares se oían gritos
Gritos de verdad
Gritos de mentira

Gritos reclamando que se lleven el cuerpo del abuelo, que hace cinco días había invadido la única pieza con ventanas y que con el calor supuraba putrefacción por

cada poro violáceo.
Cuando antes de lo esperado, llegó la ansiada vacuna contra el fantasma que los sometía, pero al contrario de lo que se esperaba, con ella comenzaron nuevas batallas, a través del miedo.
Las bombas estallaron en todos los medios de comunicación y redes sociales.
La sucia guerra fría de una ideología contra otra, en la que el fuego cruzado daba de lleno contra los más vulnerables, cerró por fin un triste año, en el que no se sabia con certeza quienes eran los héroes y quienes los villanos.

LOLY MORENO BARNES

—¡ Iaia Lola!¡Estás guapísima!
—- ¡No mientas!
Siempre dices lo mismo María. Tú seguro lo estás, aunque…ya no veo bien.
—- Iaia… ¡ no soy María! ¡Soy Berta!
Recuerda …una de tus bisnietas gemelas.
Por el parecido nos confundes…
—- ¡Como tú digas María!
—-Iaia,
¡hoy es el gran día!
¡Es tu cumpleaños número cien!
Viene a entrevistarte la periodista que llamó hace unos días .
Te harán un reportaje para que cuentes tus recuerdos del año dos mil veinte.
—- ¡Que tontería! ¡Ya nadie se acuerda de ese tiempo! ¡Qué sentido tiene!
Pensaran que estoy loca…
—- ¡ Nada ! Iaia.¡Si se acuerdan!
Toda la historia está bien documentada. Cambio el mundo desde ese año. Muchos como tú, dejaron constancia en letras y otros en vídeos y fotos. El mayor testimonio fue el cambio de la sociedad. La ecología y los recursos renovables tomó sentido. La ciencia recibió buenos aportes para investigación y la sanidad.
Los que lograron sobrevivir aprendieron a valorar familia, amistad y buenas costumbres.
Tú publicaste un poemario solidario … ¿Recuerdas?
Lo entregabas con preciosas acuarelas de autoría propia como marcapáginas.
En la contraportada tenía unos versos muy bonitos:
¡CON LOS BRAZOS EN ALTO!
Que no pueden abrazar,
saludo y acompaño, lleno de felicidad,
porque se puede vencer a quien nos quiere matar.
¡CON LOS BRAZOS EN ALTO!
Te digo, sin palabras,
lo que mi corazón habla y la impotencia calla.
Mientras lidia en la batalla, prudencia en la distancia.
¡CON LOS BRAZOS EN ALTO!
Te digo cuanto quiero, volver a estar contigo
bailando sentimientos, muy cerca de tu cuerpo.
Y cuando todo pase, salir de nuestro encierro.
¡CON LOS BRAZOS EN ALTO!
Al dolor ganaremos, con abrazos virtuales,
con mensajes de amor, con presencias reales,
donde no llegan las manos, donde no llegan los besos…
¡LLEGARÁ EL CORAZON!
— ¡Pero… nunca volvieron…!
¡ Nunca !
¡Nunca volvieron!
Eso me pone muy triste…
Los perdimos como soldados en primera línea de batalla.
Caían como moscas uno a uno …
¡Todos!
¡Los pequeños, los grandes y los gigantes como osos!
Aún los espero, para que rompan mis miedos…
—- ¿Quiénes Iaia?
—-¡Quienes van a ser!
¡LOS ABRAZOS !

JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

«Días Extraños»
– Tom, ¿hiciste todo como te pedí?- Hacía una llamada un anciano que caminaba solitario por una calle abandonada.
– Sí, viejo chocho, tienes suerte -. Contestaba.
– Gracias…- Agradecía mientras se perdía por la neblina.
Le insistieron que desistiera sobre el tema, que dejara de investigar y buscar información entre los ahora octogenarios que vivieron los años prohibidos. Patricia acabó en varias ocasiones en los juzgados. Desde que se graduó en la academia de escritura y obtuvo matrícula de honor como reportera, siempre perseguía el sueño de sacar a la luz todos los trapos sucios y problemas de los misteriosos años tabú. Borraron todo rastro de la historia, los calendarios, informaciones de casos y muertes. En ocasiones, recordaba cuando de niña sus difuntos abuelos hablaban de la mala experiencia de aquellos años. Vivía en un apartamento alquilado compartido con dos compañeras de trabajo. Apenas dormía en la noche buscando todo tipo de información y nombres de personas afectadas. Acudía un día sí y otro no a trabajar y su jefe ya le había dado más de un ultimátum. Trabajaba en una cadena de comida rápida a domicilio llamada «Pío Pío» pero su sueño siempre fue ser escritora. Tenía un libro que escribir, mucho que contar y nada le podía parar los pies.
– Patricia, sé que eres muy trabajadora, que te gusta escribir y es tu sueño el publicar tu libro, pero ya no te puedo dejar pasar más las ausencias en el trabajo. Tienes que madurar, olvídate ya de ese tema. Si te meten en la cárcel yo no volveré para ayudarte más -. A través de una pantalla en un pequeño despacho, le replicaba su Jefe, Jonathan, que también era su primo.
– Sabes que casi tengo terminado mi libro, solo necesito la información esencial y la que todo el mundo calla. Cuando lo tenga, te juro que doblaré turno -. Sentándose en una silla junto a la mesa, insistía Patricia intentando convencer a su primo.
– Ya te dieron el último aviso, la próxima vez que te denuncien te expulsarán de Isla Esperanza -. Se preocupaba Jonathan.
Patricia, enfadada, se levantó de la silla tirando todo al suelo.
– ¡Isla Esperanza! Bien sabes que odio esta loca ciudad flotante. Vivir apartados dejando a los pobres que mueran de hambre y enfermedades -. Gritaba furiosa. La pantalla móvil se acercaba frente a frente con Patricia.
– Si no es por la oportunidad que nos dieron nuestros padres en esta isla hubiéramos muerto de alguna enfermedad en La Tierra -. Le recordaba Jonathan. Patricia dejó su uniforme encima de la pantalla, dejando a medias la conversación con su primo.
– ¡Vete a la mierda! – Salió de la sala dando un portazo.
Se dirigió a su apartamento para recoger toda su ropa y lo necesario para sobrevivir. Olivia, escuchaba los golpes desde su habitación y acudió rápido para ver qué pasaba.
– ¡Patricia! ¿¡Qué pasa!? Estás loca, ¿dónde crees que vas? – Agarraba la maleta para que Patricia no cometiera una locura.
– Me voy de esta miserable ciudad, ¡estoy harta de que todo el mundo me mande! – Gritaba mientras tiraba de la maleta.
– Tía, allí abajo está todo contaminado, ¡vas a morir! – Insistía Olivia derramando unas lágrimas.
– No lo sabré hasta que no esté allí. Lo mismo es otra mentira más, como la de 2020, que parece que nadie quiere acordarse -. Decía convencida a su compañera.
– ¿Pero ya sabes cómo vas a bajar? Si no tienes un permiso no puedes salir de aquí -. Preguntó preocupada Olivia.
– Tengo un contacto en los almacenes, me meterán en una de las cajas de residuos que llevan a La Tierra -. Contestó abrazando a su compañera.
– Llámame en cuanto estés allí, quiero saber si estás bien, ¿vale? – Se despidió Olivia.
Patricia cerró la puerta respirando profundamente, haciendo recuerdo de su vida con sus compañeras. Miraba por cada paso hacia atrás, despidiéndose del edificio en el que vivió durante un tiempo. Buscando un taxi, hizo una llamada a Pedro, el chico que trabajaba de guarda en los almacenes, para asegurarse de que ya entraba su turno.
– ¡Pedro! ¿Estás en tu turno? Voy para allá. Lo he pensado bien y creo que me voy a ir de la ciudad -. Aseguraba Patricia.
– ¿¡Estás segura!? ¡Como nos pillen me juego el puesto y la cárcel! – Exclamaba Pedro.
– Sí, muy segura -. Concluyó
Bajó del taxi muy nerviosa, cerró fuerte los ojos y respiro profundo. Rodeó su maleta con fuerza junto a su pecho. Esperando junto a la verja del almacén, de repente, se llevó un susto.
– ¡Psss..! ¡Patricia! ¡Por aquí! – Le susurró Pedro, abriendo por un lado la alambrada.
– ¡Pedro! ¡Me has asustado! ‐ Exclamó.
– No hagas ruido, tenemos poco tiempo, ya bajan el contenedor de residuos. Tienes que llevar esto para poder respirar allí abajo -. Pedro, le entregó una pequeña bombona de aire.
Patricia entró en uno de los contenedores despidiéndose de Pedro. La bajada era guiada por drones programados con dirección a un vertedero principal. Los movimientos con la pesada carga eran violentos y, en ocasiones, era golpeada por más de un objeto o casi aplastada por los desechos. Uno de los bruscos resaltos hizo que se golpeara la cabeza provocando que perdiera el conocimiento.
Los contenedores eran apilados en zonas enumeradas, en algunas ocasiones, los ladrones y otros tipos de malas personas registraban el cargamento para encontrar algo valioso de las ciudades flotantes, navegantes o cúpulas terrestres.
– Alfred, investiga este contenedor, lleva aquí poco tiempo, a ver si encontramos algo valioso -. Ordenaba un hombre mayor a su robot.
– Sí, señor -. Contestó encendiendo un piloto de rayos X para ver su interior. – Señor, hay una humana dentro del contenedor -. Señaló.
– ¿¡Cómo!? Vamos, abre rápido -. Sacó un láser de un dedo destrozando la cerradura.
– Señor, la humana está inconsciente. Parece haberse golpeado la cabeza -. Dijo tras hacerle un reconocimiento.
– Cárgala, la llevaremos a la cúpula -. Ordenó el hombre.
– ¿Por qué no la carga usted, señor? – Preguntó.
– ¿¡Con mi edad!? Venga… llévala tú -. Contestó el viejo.
La llevaron a su apartamento, en una de las cúpulas terrestres. El anciano sacó un botiquín de primeros auxilios y curó la herida de Patricia, que poco a poco empezó a recobrar el conocimiento.
– No te asustes, habías perdido el conocimiento. ¿Qué hacías en ese contenedor? – Preguntó.
– De Isla Esperanza. – Contestó delirando – ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? – Preguntaba extrañada al darse cuenta del lugar en donde estaba.
– En la cúpula E3, yo soy Bruce. Él es quien te salvó, Alfred, mi mayordomo -. Se presentó el anciano –. ¿Por qué escapaste de Isla Esperanza? ¿¡No serás una ladrona!? – Preguntó preocupado.
– ¡No! ¡No soy ladrona! Soy escritora y periodista -. Contestaba nerviosa al ser malinterpretada.
– ¿¡Escritora!? Qué recuerdos… yo también escribía de joven. Seguro has leído algunos de mis libros y relatos. Mi libro… ¡Ay! ¿Qué pasa Alfred? – Se Quejaba el anciano de un pequeño pellizco.
– Señor, tengo que hablar con usted -. Intervino el robot.
– ¿¡Ahora!? ¿¡Por qué me has interrumpido!? – Gritó Bruce a su mayordomo.
El robot se acercó a la chica sigiloso, inyectando un sedante en su cuello.
– ¿¡Pero qué haces Alfred, te has vuelto loco!? – Se levantó el anciano para detener al robot.
– Hice las pruebas que me mandó, señor -. Susurraba a Bruce, intentando frenarlo. – El ADN de esta chica dice que es pariente suya, probablemente su nieta -. Concluyó el mayordomo.
– ¡Mi…mi nieta! Creo que tengo que rendir cuentas con alguien -. Extrañado, se acercó a una pantalla de gran tamaño.
– ¡Lola! Haz una llamada a mi hermano Óscar. ¡Rápido! – Enfadado, mandaba a una asistente cibernética que conectaba con toda la casa.
– Listo, señor -. Recibió la orden.
Óscar, hermano de Bruce, aparecía sentado en su despacho junto a una chica joven a través de la pantalla.
– ¡Qué! Benditos los ojos. ¿Cuantos años llevamos sin vernos? ¿Qué se te ha perdido ahora? – Preguntó Óscar extrañado por la repentina llamada de su hermano.
– Sinceramente, creo que unos 25 años más o menos, pero ni falta que hacía -. Contestó desinteresado. – Solo quiero saber una cosa. ¿¡Qué cojones hace aquí mi nieta!? – Preguntó cabreado.
Óscar acercó su cámara.
– ¡Tú nieta! ¡Patricia! Estaba a cargo de mi nieto preferido…Ja, ja, ja, ja Estos jóvenes… voy a llamar a Jonathan ahora mismo -. Nervioso, tragando saliva, Óscar marcaba el botón para hacer la llamada. – ¡Jonathan! ¿¡Dónde está Patricia!? – Gritaba enfadado al joven.
– Abu… se marchó ayer del trabajo y me dijo que me fuese a la mierda -. Lloriqueaba a su abuelo.
– Entonces, ¿¡no sabes dónde está!? ¡Contesta! – Gritó más enfurecido.
– No… abu… lo siento -. Contestó asustado.
– ¡Te dije que cuidaras de tu prima! Te pasaba dinero para que le ayudaras. Mañana hablaré seriamente con tu padre -. Regañaba a su nieto. – Lo siento… Juanjo, no sé cómo ha podido pasar. ¿Cómo ha salido de Isla Esperanza? – Preguntó incrédulo.
– Se ha colado en un contenedor de residuos, sabes que yo no puedo cuidar de ella por mi enfermedad y aquí abajo puede contagiarse de cualquier virus. Arréglalo como puedas, pero tenemos que llevarla de nuevo arriba -. Informaba el viejo a su hermano.
– No creo que pueda hacer nada, seguramente, si se enteran, la meterán en la cárcel por fuga. Te informaré si puedo hacer algo -. Se despidió Óscar.
– Por favor, no te olvides, como te suele pasar con todo. Ya no me queda mucho tiempo -. Rogó cortando la llamada.
Se acercó a Patricia admirando su rostro.
– Cuánto se parece a ella…, ¿verdad, Alfred? – Recordaba entristecido arropando con una sábana a su nieta.
Al día siguiente Patricia despertaba con un ligero dolor de cabeza. Se preguntaba si todo lo que había vivido la pasada noche era un sueño.
– ¡Buenos días! Te he preparado el desayuno. En realidad lo preparó Lola, tostadas con mantequilla y mermelada y café. ¿Te gusta, o prefieres otra cosa? – Preguntó Juanjo muy contento.
– ¡Qué..! ¿Qué son tostadas? – Respondió Patricia al no saber qué era.
– ¡Pruébalo! Seguro que te gustan.
Extrañada, probó un bocado del desayuno, notando que estaba delicioso.
– ¡Me encanta! Muy rico gracias -. Agradecida sonreía al anciano.
– ¡Lo sabía! Es mi preferido -. Exclamaba con los ojos llorosos. – ¿Por qué estás aquí? – Preguntó mientras Patricia daba un sorbo de la taza.
– Busco información importante para acabar mi libro -. Contestó.
– ¿Qué clase de información? – Volvía a preguntar Juanjo dando también un trago de café.
– 2020, en Isla Esperanza nadie habla sobre esos años tabú -. Sorprendía al viejo que, casi ahogándose, escupió el café de su boca.
– ¿¡Cómo!? Mejor olvídate de esos años, chica. Aunque publiques ese libro nadie lo comprará. Yo escribí… nada, mejor déjalo -. Se quedó ausente Juanjo recordando un antiguo relato que publicó él.
– ¡Dime! ¿¡Tienes algo de ese año!? ¡Déjame ver! – Se interesó Patricia.
– Te pareces mucho a mí, cabezota, soñadora…, no sé si te servirá de mucho. Déjame que recuerde dónde lo guardé -. Juanjo rebuscada entre todas las estanterías y cajones que tenía por la casa. – ¡Voilà…! ¡Aquí te escondías! – Exclamaba festejando.
– Señor, cuidado, puede leer su nombre -. Avisó susurrando Alfred.
– Tienes razón, tengo que arrancar el lado donde está el nombre del autor -. Se acordó, agradeciendo a su atento robot. – Ten, aprovecha lo que quieras, a ver si te sirve de algo -. Dijo entregando los folios a Patricia.
– ¡Guau..! ¡Cuatro hojas, qué burrada! – Dijo sorprendida.
Patricia, agradecida, comenzó a leer muy emocionada.
– Marzo de 2020; el virus se propagó por todo el mundo. Las cadenas internacionales y locales informaban día y noche de los nuevos infestados y muertes diarias.
En España sacaron todo tipo de restricciones y obligaciones, desde ponerse mascarillas para salir, lavarse muchas veces las manos, untarse las mismas con gel desinfectante, usar lejía, tomar medidas de distanciamiento de dos a tres metros.
Los supermercados y zonas más importantes se colapsaron y la gente apenas se lo tomaba en serio. El artículo más vendido del día era el papel higiénico.
Ir al trabajo era un suicidio, te perseguía el miedo o tenías a veinte miedosos que, por culpa de la mala información y creer en la multitud, se enfermaban solos. Cerraron colegios, todo tipo de centros educativos y de reuniones.
La mala gestión social y del gobierno inició un estado de alarma en todo el país y nos encerraron en cuarentena.
A pesar de estar catorce días encerrados, los contagios y las muertes colapsaron los hospitales. Los sanitarios apenas podían con su trabajo al máximo rendimiento, algunos doblando turnos e incluso no llegando a dormir.
Por la lucha continua de nuestros médicos, la gente se agolpaba en los balcones todos los días a una hora exacta para aplaudir y alentar a nuestros valientes.
Abril de 2020; la cuarentena duró otros 14 días más. Deshicieron restricciones, dejaron salir a trabajar para sostener la economía. Bajó la curva de contagios y muertes por provincias. El estado de alarma duró todo el mes. Multitudes de asilos fueron desinfectadas por la rapidez de contagios y muertes de personas mayores. Los niños no entraron al colegio, las escuelas y otros servicios cerraron por un tiempo estimado.
Mayo de 2020; el estado de alarma aún era vigente. El gobierno no se aclaraba y no decidían si dar paso a la economía y al turismo. Los colegios seguían cerrados, los hoteleros y autónomos del país se reunían para manifestarse. La pandemia había llevado a la ruina a más de un negocio, miles de familias no tenían para comer o simplemente pagar un alquiler.
La hostelería se iba a la ruina y el turismo no creció en todo el mes. Los vuelos eran cancelados tanto nacionales como del resto del mundo.
Junio de 2020; los contagios bajaron a la mitad y apenas se contaban muertes, pero aún no había una decisión por miedo a un nuevo rebrote. Gobierno y oposición peleaban por reabrir el total de la economía y cancelar el estado de alarma en el país. Los mayores aún se contagiaban a un ritmo espantoso, dejando a la luz las malas gestiones de algunos asilos privados. Las playas y piscinas abrían con restricciones.
Julio de 2020; la sociedad y la economía se ajustaban a las restricciones. Teatros, museos, salas de fiesta, etc… eran aplazados a causa de nuevos contagios en las provincias. El gobierno daba vía libre a las comunidades para hacerse cargo de la tasa de contagios y restricciones del lugar, inclusive el estado de alarma y cuarentena.
Agosto de 2020; los contagios volvían a subir poco a poco, algunas comunidades antes menos contagiadas ahora tenían nuevos rebrotes. Civiles de las comunidades con más cantidad de casos y rebrotes salían cansados de sus casas para manifestarse. El norte de España estaba siendo castigado con la nueva recaída.
El estado de alarma dejaba de ser vigente. La gente salía a las calles con normalidad, pero con precaución. La mascarilla aún era obligatoria para todo el mundo. Reabrieron centros comerciales, hostelería y salas de reuniones. El turismo podía entrar con normalidad a España con el cumplimiento de un test negativo.
Septiembre de 2020; los niños volvieron a la escuela. Los contagios bajaron y las muertes cesaron. En las noticias se hablaba de la primera vacuna contra el Covid-19. La gente era reacia a vacunarse por posibles efectos secundarios, la multitud se dividía entre un sí y un no.
Octubre de 2020; empezaron de nuevo los rebrotes con una nueva mutación del virus, mucho más violenta. Países de Europa sin contagios ahora estaban siendo atacados por el virus a una velocidad abismal. Alemania e Inglaterra se sumaban a la lista de número de muertes y casos. Todos los países luchaban por crear una vacuna antes del 2021. España entraba en la nueva orden de toque de queda, de 22:00 a 06:00 de la madrugada no podía salir nadie a la calle.
Noviembre de 2020; los contagios por el norte cada vez se extendían más. Los rebrotes ya sucedían por toda España a causa del turismo y la apertura de establecimientos. Zonas de Andalucía volvían a tener gran cantidad de contagios, llegando a poner en cuarentena muchas localidades. El toque de queda se extiende hasta finales de mes, con restricciones de festejos y personas que pueden juntarse en un solo lugar a diez.
Diciembre de 2020; empezaba a ser un mes negro, los contagios no bajaban y se hablaba de una nueva cuarentena. La Navidad empezó con mal pie, pero poco a poco fue recuperándose. Los contagios y muertes cesaron poco a poco, a la espera de un nuevo y peor rebrote. Levantaron la mano para las cenas y compras navideñas. La hostelería volvía a sufrir consecuencias con nuevas restricciones de horarios por las aglomeraciones. La gente volvía a manifestarse por la falta de pagos del gobierno y la ayudas a los hosteleros. Los días clave de diciembre se podían celebrar con un total de seis personas por casa y de la misma familia. Inglaterra empezó a probar una primera vacuna contra el Covid-19. Ya estaba en camino para todos los países, estimándose su llegada a principios del 2021.
Enero de 2021; probaron las primeras vacunas en España. El Covid-19 seguía siendo el problema mundial y la vacuna su única esperanza. Los últimos contagios de Inglaterra crearon una nueva mutación del virus, que empezó a extenderse por Europa.
Febrero de 2021; las pruebas de la vacuna empezaron a tener sus fallos y anomalías. Los científicos advertían de la posibilidad de que hubiera que aumentar la dosis o vacunarse en varias ocasiones al año. Civiles de todo el mundo se oponían a posibles efectos secundarios de la vacuna, debatiendo con las naciones el no a la vacuna o la espera de una vacuna 100% positiva. La nueva mutación del virus y efectos de los vacunados registraban una nueva oleada de muertes.
Marzo de 2021;……. – Patricia dejó de leer al escuchar que alguien interrumpía tocando a la puerta.
Juanjo se acercó a abrir.
– ¡Ya voy… pesado! – Exclamaba, apurado, mientras se acercaba a la puerta.
En ese momento una persona vestida de negro hasta la cabeza empujó al anciano
–. Me ha mandado Tom, se te ha acabado el plazo, viejo chocho de mierda -. Amenazó a Juanjo poniéndole una catana en el cuello.
– Solo un día más, para mañana lo tengo terminado -. Balbuceaba asustado.
Patricia, al ver lo ocurrido, agarró un aparato de una mesa para golpear al sospechoso.
– ¡Patricia! ¡Corre, sal de aquí o te matarán! – Se apresuraba Juanjo que, al mismo tiempo, se agarraba un brazo por el dolor.
– ¡No! No puedo irme así, estás herido -. Dijo mientras se acercaba al viejo para ayudarle.
Otro tipo, vestido de la misma manera, entró por la puerta tapando con una bolsa de tela la cabeza de Patricia. Agarrando con fuerza, animaba a su compañero para que despertara.
– Si mañana no aparece lo prometido, mataremos a la chica ‐. Sentenciaron saliendo por la puerta y secuestrando a su nieta.
– ¡No…! Dejadla, ella es mi… – Gritaba, intentando levantarse, y sin poder terminar la frase sufrió un pequeño infarto.
– ¡Señor! – Se apresuró Alfred inyectando adrenalina al corazón.
– Gracias, Alfred, no sé qué haría yo sin ti -. Agradecía el anciano al robot por haberle salvado. – ¡Rápido, tenemos que salvar a mi nieta! – Dijo mientras se levantaba con prisa.
Montado en el invento que tenía que entregar al traficante que había importunado en su casa, se dirigió hacia los suburbios del área subterránea de la cúpula. Dos matones esperaban en la entrada de una puerta donde residía Tom.
– Alfred, haz una llamada a mi hermano y asegúrate de que tenga todo preparado. Dile que enviaremos a Patricia de nuevo a Isla Esperanza, en un contenedor de alimentos para su empresa. Tom seguro que podrá ayudarme con este encargo, él tiene contactos por todos lados -. Ordenó al robot mientras se dirigía a hablar con el jefe.
– Señor, ¿quiere que entre con usted? – Preguntó preocupado el robot.
– Cuida del vehículo y espera aquí, esto es por culpa mía -. Se despidió de Alfred.
No queriendo mirar atrás, respiró hondo por unos segundos. Decidió entrar solo y negociar con Tom el transporte de su nieta a Isla Esperanza.
– Me dijiste que tardarías un mes, esperé un mes. Me pediste otro mes y esperé otro mes. ¿¡Crees qué hacía falta llegar a esto!? ¿Tener que secuestrar a una chica que no sé quién es, o qué tiene que ver contigo, para que me traigas lo que te pedí? Solo te mandé hacer una simple mejora en el sistema de mi auto -. Acusaba Tom al viejo.
– Lo siento, ya lo tienes en la puerta como te prometí, pero necesito hacer un trato más contigo -. Se lamentaba por hacer esperar al matón.
– Sabes que soy un hombre de negocios. ¿Cuál es el trato? – Se interesaba el traficante.
– La chica es mi nieta, escapó de Isla Esperanza para cumplir un sueño. Solo necesito que la devuelvan a la isla flotante por uno de los contenedores de comestibles para la empresa de mi hermano. Si puedes cumplir mi trato, te entregaré a cambio mi robot mayordomo, Alfred, y todas mis posesiones -. Pidió a cambio de su nieta.
– Me gusta tu trato, pero enviar alguien a la isla flotante cuesta mucho dinero. Más de lo que cuestan todas tus posesiones -. Chantajeaba el traficante al anciano.
– Si es por dinero, no tengo ningún problema, pero haz lo antes posible lo que te pido, por favor -. Dijo, arrodillándose frente a Tom.
– Trato hecho. Mandaré ahora mismo a uno de mis hombres -. Aceptaba el trato.
Juanjo salió del recinto caminando cabizbajo y destrozado. Siguió su camino sin mandar una orden a su mayordomo.
– ¡Señor! ¿Qué pasa? – Preguntaba Alfred, extrañado.
– Lo siento, amigo, pero ya no me perteneces -. Miraba al robot mientras brotaban unas lágrimas de sus ojos, despidiéndose.
Drogaron a Patricia que, sin saber el porqué de lo que estaba ocurriendo, quedó dormida. Unos hombres la amarraron y montaron en un coche. Óscar esperaba el cargamento con Patricia en su interior en Isla Esperanza. La montó en su coche y la llevó hasta su apartamento. Allí estaba Olivia que, extrañada, abrió la puerta.
– ¡Patricia! ¿¡Qué ha pasado, está muerta!? – Preguntó su compañera.
– ¡No! ¡Silencio! Dejémosla en su cama. Mañana, cuando despierte, creerá que todo fue un sueño -. Advertía Óscar, que llevaba a Patricia en sus brazos.
Acostada en su cama, con los primeros rayos de sol, Patricia despertó algo mareada y confusa. Intentando levantarse, por los efectos de los sedantes, tiraba todo a su paso por el suelo.
– ¡Patricia! ¡Por fin te has levantado! Llevas como dos días dormida -. Inventó su amiga, siguiendo las órdenes de su tío abuelo.
– ¡Dos días! ¿¡Qué hago aquí!? Si yo estaba en la cúpula -. Recordaba Patricia.
– ¿¡Qué cúpula!? Qué cosas dices… ja, ja, ja,… – Seguía mintiendo Olivia.
– Mi libro, tengo la información para escribirlo, no sé si era un sueño, pero puedo terminarlo -. Buscando su libreta escuchó algo caer de la cama.
En el suelo había un libro con tapa oscura y letras doradas. Se acercó a cogerlo, quedando impactada por el título y el nombre del autor.
– Días Extraños…

CRISTINA RUIZ

-¡Feliz año nuevo ! ¡Feliz 2060! gritan los auxiliares de la residencia jubilosos.
Nos hacen bailar y nos dan copas de sidra para brindar, miro por la ventana los efectos luminosos que dan la bienvenida al nuevo año, pensativa me digo a misma como ha cambiado Madrid, mi Madrid.
Me despido de los residentes y auxiliares, estoy cansada y un poco nerviosa, mañana recibo la visita de una periodista me ha comentado por teléfono que está escribiendo sobre la pandemia del 2020, estoy impaciente por contar todo lo que vivimos ese año algo difícil de olvidar.
Ha sonado la alarma del despertador muy temprano, hoy me he esmerado en cuidar mi aspecto quiero que se lleve una buena impresión. Desayuno con el resto de los residentes en el salón como todos los días. La directora ha sido muy generosa nos ha cedido una sala para que charlemos tranquilamente.
Voy a la sala, nos han preparado agua y zumos, me siento en uno de los sofás a esperar por el ventanal veo que hace un sol espléndido. Se abre la puerta y veo entrar a una jovencita muy guapa .
  • Buenos días y feliz año Doña Cristina- me dice con una gran sonrisa mientras me da dos besos como saludo.
  • No por favor, tutéame, no me hagas sentirme más vieja- respondo a esos besos aunque me sorprendan.
  • Como te comente el otro dia cuando hablamos estoy escribiendo sobre el covid-19, por desgracia mis padres ya no se encuentran para contarme, pero preguntando a familiares y amigos que me han dado su versión, he llegado hasta ti.
  • ¿Silvia? me dijistes que te llamabas- la memoria ya me falla- tendrias que ser muy pequeña por esa época. Pero como te habrán contado es algo que se nos quedó grabado en la memoria para siempre.
  • Todo empezó en un mercado chino por un murciélago, nos llegaban noticias a España de casos, pero la OMS gritaba a los cuatro vientos que no se podía tratar como pandemia. Empezaron los casos a dispararse en Italia fueron los primeros en confinar y aquí se empezaron a escuchar también casos pero al principio era muy asilado todo. Estoy hablando de marzo del 2020, lo primero que hicieron fue cerrar colegios y residencia, por unos quince días, hay nos dimos cuenta que la cosa era más grave y nos fuimos todos a los supermercados aprovisionarse , los primero dias era un caos estaban las estanterias vacias y un dato muy curioso lo primero que se agotó fue el papel higiénico.
Bebo un poco de agua, hacía mucho que no hablaba tanto y mi garganta se
se resiente. La observo y está tomando nota de todo.
  • Continuo… por donde iba… el día 13 o 14 ya no recuerdo muy bien el presidente del gobierno decretó el estado de alarma. Nos confinaron en casa solo se podía salir para cosas muy específicas, ir al supermercado era una odisea, estaba todo cerrado y no se veía a nadie por las calles, solo a los que tenían perros. Salíamos todos los días a las ochos a las ventanas, balcones para aplaudir a los sanitarios y a todos en general que estábamos luchando contra el virus. Otro dato curioso es que se agotó la harina y la levadura. Cuando los casos bajaron empezó el desconfinamiento una nueva normalidad le llamaban, empezamos por fases. Se podía salir a la calle a pasear en ciertos horarios, si tenias niños en una franja.
  • Cierto – interrumpe Silvia- eso me lo ha comentado que hubo mucha polémica porque entráis en verano y por ejemplo el horario de los niños era en hora de más calor.
  • Correcto querida, pero en polémica estuvimos siempre, en principio la mascarilla no era obligatoria, luego si. No te podías juntar más de 6 personas pero abrieron los colegios en septiembre, los centros de salud cerrados, las urgencias colapsadas y algunas personas haciendo lo que les daba la gana, fiestas ilegales, botellones etcétera.
  • No eran conscientes de lo que estabais viviendo- pregunta incrédula.
  • Yo creo que sí lo eran, pero se hizo muy duro y muy largo, hubo gente que perdió su trabajo, mucha gente murió, personas que vivieron ese confinamiento y las navidades de ese año solas – mientras le explico se me saltan las lágrimas- Cada persona lo vivimos de una manera pero fue un año en el cual aprendimos mucho.
Llaman a la puerta, entra un auxiliar
  • Perdonar que os moleste, pero es la hora de la comida y las pastillas de Cristina.
  • Se nos ha pasado el tiempo volando- contesta Silvia- te importa si vengo otro dia y me sigues contado
  • Claro querida, puedes venir las veces que quieras, tengo muchas cosas más que explicarte. Dio para mucho ese año y el 2021 lo empezamos más o menos igual.
  • Hasta mañana Cristina se despide de mí dándome dos besos.
  • Sabes que durante ese año no nos podíamos besar , ni tocar y teníamos que guardar una distancia de seguridad.
  • No, no lo sabia, mañana seguimos
Se marcha por la puerta y yo me dirijo al comedor, estoy deseando que sea ya mañana para seguir describiendo cómo fue la experiencia del 2020, hacia mucho que no hablaba sobre ello y me ha removido muchos sentimientos.
Continuará ….

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23 comentarios en «2020 – Miniconcurso de relatos»

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