La vida sin ti – Miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «la vida sin ti». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 24 de diciembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

KARLOS WAYNE

HACE UN AÑO QUE TE FUISTE Y HOY,
POR VEZ PRIMERA,
ME SIENTO SEGURA,
SIN MIEDO
A SER QUIEN SOY.

MARÍA LARGO

Hoy me despido de ti,sentada en las escaleras de nuestro parque, desde donde tantos atardeceres vimos juntos. Desde donde nos juramos tanto amor.
En unas semanas, dará comienzo MI vida sin ti,cuando firmemos ese papel que nos separará para siempre. Pero quizá,solo quizá,mi vida sin ti comenzó mucho antes de esa firma.
Quizá fue cuando te buscaba en el otro lado de la cama porque tenía frío,y tú ya no estabas.
Quizá fue cuando me sentía sola en casa y aún compartíamos el mismo techo.
Quizá fue cuando tenía miedo y adentrarme en un abrazo tuyo era un abismo.
Quizá fue cuando lloraba,desbordada por la vida que llevaba,y no encontraba comprensión en tus palabras.
Quizá mi vida sin ti comenzó cuando empecé a guardarme los besos que ya no sellaban tu boca.
Cuando mis manos no hallaban calor en las tuyas.
Cuando mis sueños volaban lejos nuestra cama.
Cuando mis lágrimas se perdían en mi almohada.
Cuando mis ojos al mirarte,ya no te encontraban.
Cuando mi cuerpo desnudo,ya no te buscaba.
Ahora,sigue doliendo. Ahora,sigo sintiendo como mil millones de partículas se deshacen en mi corazón, como cristales se clavan en cada parte de mi ser,recorriendo mis venas, diluidos en mi sangre. Doliendo y arrasando allá por donde pasan.
Ahora, la soledad duele. Duele verte partir con las llaves de tu nueva casa. Duele soltar a mi compañero de viaje,de vida.
Ahora, sé que no comienza mi nueva vida,solo sigue sin ti. Solo sé que será mejor. Que volveré a reir. Que volveré a ser feliz.

MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

La vida sin ti será tan distinta a la vivida a tu lado, que muero de amor.
La vida sin ti será despertar al alba y no ver el hermoso día, porque mis ojos afligidos de lágrimas han llegado junto a mi ser a su fin…

AMALIA MARTÍN

Como una manta abrigada de invierno
como un acorde a la guitarra
como el agua a las plantas
como el alimento al desnutrido
como la compañía al solitario.
Como tu voz a mis oídos
como tu risa a mi corazón
como los aplausos al artista
como las luces a la oscuridad.
Como la caricia de un rayo de sol
como el perfume del viento y las hojas de menta al cuerpo desabrido
como el trino de un pájaro.
Así es tu ausencia,
así es vivir sin ti.
Así me siento desde el día
en que te marchaste.
Mi corazón aterido de frío
mis ojos bañados en lágrimas.
Mi cuerpo se estremece cada vez que pienso que debo continuar la senda de la vida sin ti.
Una madre va gestando todos nuestros sueños y nunca supe a que sabía
vivir sin ti.

ALBERTO MEDINA

Cada mañana despierto con tu ausencia, pero tengo una nueva oportunidad de aprender un poquito más sobre esto de vivir, y eso merece ser agradecido. Últimamente, al pasar por el parque, me quedo extasiado mirando cómo se filtra el sol entre las hojas de los árboles. A veces imagino que estás a mi lado, y en silencio se nos revelan los misterios del Universo. De vez en cuando mis amigos me notan distraído, y me gastan bromas, pero no me importa. Por algo son mis amigos. Llevo la música allá donde voy, y las calles y los caminos me oyen tararear canciones que me invitan a pensar en ti. Trato de ser amable con la gente, todos tenemos heridas que se alivian con un poco de atención. A veces me inquieta la insensibilidad de algunas personas que parecen convertir el mundo en un laberinto sin esperanza, pero esos momentos son nubes que pasan en un cielo de primavera. Trato de ir desplumando las alas del pájaro oscuro del miedo, en el que nos refugiamos huyendo de nuestra propia grandeza. Sin valentía no hay puerta que se abra al amor. Por eso amo los ríos, el arte, la lluvia, los trenes, la amistad, pero también la incertidumbre, la soledad, la niebla, la tristeza. Todo tiene su momento y su lugar. La honestidad es mi norte, solo así podré encontrar en mí todo lo que tengo para dar, solo así me haré visible y podrás reconocer, cuando te cruces conmigo, a la persona con la que desearás ir de la mano el resto de tu vida.


BENEDICTO PALACIOS

Muy cerca de donde nací había un colmenar: cientos de abejas sobrevolando las flores, una sinfonía reiterativa, un zumbido largo. Molestaban, pero como entonces no existían juguetes electrónicos, nosotros dotábamos de alma a los objetos y estábamos a lo nuestro: a avivar el ingenio, a observar mucho, a bregar, a ser diligentes. Lo mismo que las abejas en invierno, que apenas hacían ruido, porque estaban a su avío, a preparar la colmena para que nacieran las nuevas. Menester encomendado a la abeja reina, la encargada de depositar los huevos.
Ocurría que si la colmena se abarrotaba con las recién nacidas y no se podía trabajar porque chocaban unas contra otras, había que buscar nuevos paneles, colonizar el hueco de una encina o de cualquier otro árbol. El grupo que abandonaba, esperaba la llegada de una reina.
Lo soñé. Soñé que tú, querida Edwige, te habías ido, y que me pasaba el día buscando espacios donde morar, porque era como el grupo de abejas sin colmena y sin reina: soledad, fin, nada.
Abrí la ventana. Era tu ventana y era primavera. Un enjambre de abejas se posó muy cerca. Me quedé un buen rato contemplándolas, recordando mis querencias de adolescente. El sol de la mañana lo llenaba todo. El resplandor y la ventana me hablaban de ti y también el enjambre de abejas que revolaba sobre una mata de flores, desorientadas, atontadas, torpes.
Les faltaba la reina.
Lo mismo que a mí.

MARÍA RUBIO OCHOA

Ahora que logré separarme de TI, es cuando vuelvo a empezar a quererme un poco, había olvidado sonreír, pensar por mi misma, bailar, soñar…….Antes sumisa, diciendo a todo que si, que no volvería a fallarte, que no volvería a maquillarme, ni a pintarme los labios, que ese vestido lo tiraría. Te prometía que no volvería a tomar café con mis amigas, ni me retrasaria al hacer la compra………Pero por dentro estaba muy dañada, te besaba sin ganas, con miedo a que se me notará. No dormía bien y por la mañana las ojeras se me notaban. El dolor cada vez se acentuada más y las fuerzas se mermaban. Por fin la ayuda llegó me fui dando cuenta que estaba en un pozo y tenía que salir pero sin Ti.
Ahora intentaré volver a vivir, ser yo, superar todo el tiempo oscuro y ver la luz de una nueva primavera sola.

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

LA VIDA SIN TI
Cada día de la semana trae consigo su color, asignándole su brillo, su oscuridad o su fracaso, su alegría, sus penas, sus triunfos y sus derrotas. Unos estamos vivos y otros nos limitamos a respirar sin reparar en gastos y, es así, como se conforma la historia de cada uno a través de un caleidoscopio que distribuye a su antojo el color que ha de tener tu despertar.
—El lunes fue blanco; blanco inocente, blanco humildad. –Dijo el primer actor.
—Mi martes naranja me acarreó el éxito que tanto esperé. –Añadió el segundo.
—Pues el miércoles me tropecé con el aura de la sabiduría que perdí aquel otoño de mil setecientos… -Anotó el tercero.
—No estoy seguro, creo que era jueves cuando me aplicaron con nocturnidad y alevosía la espada verde de la envidia que, un rayo amarillo, consiguió neutralizar. –Reflexionó un cuarto.
—Aprendí que los viernes son azules si a la confianza le añades calma y, estableces estabilidad a tus impulsos. Dicen que el viernes es masculino, pero yo creo que las cualidades ‘azules’ tienen una buena dosis de feminidad. –Apuntó el quinto.
—Fue un sábado. Un sábado negro de misterio, poder y sofisticación cuando me crucé con él por una acera atiborrada de gente y luces. Una ráfaga de sus ojos me cruzó de lado a lado…mucho tiempo después supe que…-El sexto deja en solfa el ‘después’…
—Del color gris se dice que representa neutralidad y equilibrio…que mezclado con la comodidad y la naturaleza del marrón conforman el día perfecto para perderse, dejar descansar la mente y abandonarse al deleite del no hacer nada. Mi domingo gris tuvo todo y nada que ver con este aprendizaje: Sin ti, la vida comienza a tomar sentido.
Nada es verdad. Nada es mentira. Todo depende del color que quieras poner a tu vida…

SERGIO SANTIAGO MONREAL

La vida sin ti no es vida.
Estar muerto en vida, con la nostalgia de los vestigios de cuando fuiste mía.
Tuyo siempre fui yo y ahora la melancolía me mata en vida.
La vida sin ti es un anhelo sonrojado en el olvido.
Si crees que no sentí nada por ti, explícame el vacío que has dejado en mí.
Todas esas caricias y besos que sentía sobre tus labios húmedos deseosos de anexionarse junto a los míos y no despegarse se marchitaron en el tiempo.
Se detuvo el tiempo y te encontré en el brillo de las estrellas en el firmamento. Ahora me ahogo en un recuerdo, lleno de lamento.
La vida sin ti no es vida.
El quebranto de mi corazón fue tu intención sin razón.
Ahora que la muerte en vida encontré, logré entender, que recíproco no fue nuestro querer.

ANGIE CRISTINA

7665 días antes de ti
. Jamás pensé que conocerte, marcaría un antes y un después en mi vida. Recuerdo ese día con mucha exactitud y lucidez. Era sábado, estaba cansada y un poco triste, caminaba hacia el metro con desgano, arrastrando los pies(me pesaba la vida y también el bolso) después de un día muy pesado en la universidad. Empezó a llover muy fuerte, me escampe en una cafetería y compré un café. La lluvia cedió un poco, seguí caminando, subiendo las escaleras del metro escuché algo, el sonido era casi imperceptible, presté atención. Bajé las escaleras nuevamente, y en un rincón, dentro de una caja de cartón, estabas tú a medio arropar con una vieja y sucia cobija de lana. Ese sonido tan tenue lo hacías tú. Me quite el abrigo y te cubri con él, estabas empapado, como pude te fui secando. Eras tan pequeño, tan frágil. Preferí tomar un taxi y decidí llevarte a una vet. Tenías una desnutrición severa, y a tu pequeño cuerpecito no le cabía un solo bicho más. Te llevé a casa, los ojos de mis sobrinas se iluminaron, mi mamá te miró con amor y compasión. Mis hermanas te mimaron y te alimentaron. Tu doc dice que ese día te salvé, porque tú ibas a morir. Lo que él no sabe, amor mío, es que tú me salvaste a mí. Porque ese día, por una depresión que me aqueja desde los 11 años, pensaba quitarme la vida. Fueron 21 años sin ti, 7665 días exactamente. Y ahora, me aterra pensar, que será de mi vida sin ti.

CRISTINA RUIZ

Cuando esta mañana he leído de qué trataba el tema de la semana, no he tenido ninguna duda sobre lo que iba a escribir. He afilado el lápiz y cogido mi cuaderno, las palabras han empezado a salir solas. Posiblemente tenga mil errores de puntuación y ortográficos pero espero transmitir el sentimiento que he puesto a la hora de redactarlo.
Mi querido abuelo Antonio ¡esto va por ti! en su momento no pude o supe como hacerlo. Pero ahora desde la madurez, aunque estoy segura de que lo sabes: TE QUIERO Y GRACIAS POR ESTAR CON NOSOTRAS.
Estuvistes cuando papá murió intentando ayudar a mamá con el bar y que la convivencia en casa fuera fácil. Entre el carácter de la abuela y yo que era una adolescente no lo hicimos sencillo, perdóname. Siempre he pensado que el único que sabías llevarla eras tú. Sigue igual, ya la conoces, a mamá no se lo ha hecho pasar bien durante estos años pero es igual de fuerte, en eso y en muchas cosas se parece a ti y tomó las riendas. Se que te extraña al igual que nosotras.
Te acuerdas cuando en reyes te enfadabas porque nos habían comprado una porqueria o llegaban a última hora y no pasaban tiempo con nosotros. En ese momento no era consciente de tu malestar pero ahora se porque lo hacías, era por defendernos y que no se olvidara que tenía otra familia, otras sobrinas. Al final y me quedo con eso somos una piña las tres, ya sabes que mucha ayuda no tuvimos.
Quiero que sepas que haya donde voy, llevo conmigo la foto que tenemos los tres juntos, cuando íbamos en navidades a la casa de la tía Magdalena, al lado del manzanares era como ir de excursión .Que pequeña era silvia y en qué gran mujer se ha convertido. Se que estarás muy orgulloso de ella al igual que lo estamos nosotras.
Una cosa es la vida sin ti, sin tu presencia física y otra muy diferente es que sabemos que nos apoyas y ayudas allá donde estés, como siempre.

LOLY MORENO

¡No llores más madre mía!
¡Hoy se acabaron tus penas !
Ni una lágrima más desde hoy , surcarán tus mejillas ..
Han sido tantos años que has vivido sin mí.
¡ No es justo para una madre!
Tampoco lo fue para mi …
Me perdí los abrazos de tu cuerpo y tú, los primeros pasos del mío…
Me perdí tus platos de comida caliente, tus regaños y ver tu bella mirada .
Te perdiste tantas cosas, de mi como yo de ti .
Ni siquiera supiste si sería hombre o mujer
Sólo algo no perdimos nunca los dos :
“¡EL AMOR !”
Hoy después de tantos años de no existir antes de nacer, aquí te estoy esperando para el reencuentro.
Nunca supe cómo sería la vida sin ti, al contrario de ti.
Pero el espíritu te espera intacto ¡Madre mia!
La recompensa llega y hoy por fin…
Dejare de ser :
¡LA MUERTE SIN TI!

NEUS SINTES

Son muchas las noches en vela que me quedo contemplando la calle. Algunos caminan con aire resignado, cerrando su turno de noche, incluso veo pasar parejas de enamorados cogidos de la mano. Hasta que la calle desierta y oscura permanece, sin ruido alguno. Todos están en sus hogares. Hogar, dulce hogar.
Mi hogar no es lo mismo sin tu aroma. Desde la distancia te recuerdo. E intento imaginar que estás a mi lado, durmiendo, comiendo, tomando el café. Intento imaginar todas aquellas cosas que juntos hacíamos. Recordar el sonido de tu sonrisa. Recordar tu mirada en mi. Tantas noches juntos, para luego un vacío en la casa quedar. No necesito a nadie. Tan solo te necesito a ti. Que muy a mi pesar, por mucho que intente e imagine que estás y compartes lo mismo, no es así. Estas demasiado lejos para alcanzarte, demasiado alto…
Muchas veces he deseado ir contigo. Al lugar a donde hayas ido…Al cielo o al infierno. Tan solo estar contigo es lo que deseo. Un deseo que sé que será pero no ahora, tal vez más adelante. No lo sé.
¿Por qué?, me preguntó con ansia y con los ojos nublados por las lágrimas que no me dejan ver. ¿Por qué?, tuviste que marchar tan temprano. A un lugar al que yo no puedo alcanzar, sino me muero. Sé que no deseas mi muerte, pero yo si deseo alcanzar la luz que me lleve hacia a ti. Pues muerto estoy ya. Muerto en vida. Me faltas tú.
Amor mío, cada noche por la ventana asomo para ver cual de las estrellas es la que brilla más. Solo sé que ésa eres tú.
Nuestro amor esta entre la vida y la muerte. Por eso no le temo a la muerte. Porque sé que cuando cruce el umbral, te encontraré. Entonces ése será nuestro hogar. Para entonces, espérame. De cada día mi aura se consume de la tristeza que arrastro, como un peso.
Deambulo por las calles, sin rumbo alguno. Esperando a que llegue el día en que nos reunamos. La espera se me hace eterna.
Por extraño que parezcan mis palabras, sin ti no hay vida que valga. No hay mundo. La gente me toma por loco, porque no sabe por las penurias por las que estoy pasando. La gente no entiende, no comprende que sin ti, no hay vida alguna que valga. No lo comprenden porque no lo han vivido, ni lo viven.
Mi tristeza será la que me consuma del todo y por fin deje este mundo para irme al tuyo. Tu eres mi mundo. Tu eres mi vida. Si es necesario, mi vida daré a cambio de una vida plena y feliz. La de una vida junto a ti.

RAQUEL LÓPEZ

¿Que es la vida sin ti?. .
no es nada,
algo que no se puede concebir,
no existe ninguna palabra, que exprese,
esta vida tan flébil.
Es un vacío
lleno de lágrimas,
una tristeza
que inunda el alma.
Una impotencia, una crueldad,
el sol se oscurece
cuando hay desamparo
y la música enmudece,
si tú, no estás.
Siento ser un barco a la deriva,
un pozo sin fondo,
un alma perdida.
Sin ti,
nada tiene sentido
ni mis poemas
serán mi auxilio.
Aquellos recuerdos que dejaste,
son los que tengo que aceptar
debo aprender, a conformarme,
que la vida sin ti, es recordar..
el aroma de tu piel,
tu sonrisa,
aquello, que nunca he de olvidar.
¡Llamarte a gritos
y no escucharte!..
ante este silencio sepulcral,
la vida sin ti, desaparece,
invadiendome, la soledad…..

CONCE JARA

Querida hija:
Te escribo estas letras para comentarte como van las cosas por aquí… aunque seguro que lo sabrás mejor que yo.
Álvaro, continúa con el curso, pero sus notas no son muy buenas, y tras hablar con el profesor, hemos acordado que repetirá curso… sé que para ti es inaceptable, pero compréndelo. Estoy segura de que durante el verano se recompondrá, y el próximo curso se aplicará como siempre. Ahora ya no sale con los niños de la calle, se junta con chavales del polideportivo; ¡ya sabes!, era el mayor de sus amigos. Desde que ha vuelto a salir, lo hace con estos chicos de su edad y más mayores, que parecen sanos y deportistas.
El sábado pasado les invité a merendar, con la excusa de que iba a hacer la tarta de chocolate de la abuela y lo pasaron fenomenal: comieron bien de tarta, jugaron a la maquinita y al futbolín que le regalamos a Álvaro por su cumpleaños. Todos muy educados, pero a uno de ellos le tuve que reñir, ya que le pesqué en mi cuarto mirando en el cajón de la cómoda… ¡cosas de chavales!
Laika te sigue esperando pegada a la puerta, a la misma hora en que regresabas del trabajo, pero ya no se hace pis por la casa, ni muerde tu lado del sofá. Ahora la pobre perra quiere dormir en la cama con Álvaro… ¡hay que tener paciencia!
Como ya te comenté en la anterior carta, Ángel ha vuelto al trabajo. Todavía le cuesta mucho, y la mayoría de las mañanas procuro poner el despertador diez minutos antes de las seis, para que me oiga pulular por la cocina. Él me regaña ya que dice que sabe hacerse el café, pero yo le miro con una sonrisa y me devuelve un beso… como ha cambiado ¿verdad? Miro atrás, hace unos pocos meses, y parece increíble que no se levantara en todo el día. De nada servían mis continuas llamadas a Don Mariano, total siempre decía lo mismo: que necesitaba tiempo… que es lo que cura todo.
¡Ah! Desde hace semanas no he vuelto a notarle olor a alcohol, ya no encuentro botellas escondidas ni en su cuarto, ni en el garaje, y no quiere que compre ni cerveza… con lo que le gustaba, al llegar del trabajo, tomarse una fresquita con queso y aceitunas. Pero creo que debe de ser, por ahora, así.
¡Y tengo una buena noticia! Ángel se ha apuntado a un grupo de personas solteras, y va a organizar las salidas relacionadas con el teatro… siempre le ha gustado mucho, ¿recuerdas? Bueno a él y a ti también. A ver si conoce gente, se centra, y ya no vuelve a darnos esos sustos con el coche, o con las peleas… ¡pobre hijo!
También sé que va mucho por tu tierra, incluso después del trabajo. Se lo noto por el barro rojizo que trae en los zapatos y los pantalones, ya sabes, él recuerda que te gustan las flores silvestres. Entonces llega a casa con los ojos enrojecidos, pero sonríe, y me pregunta en que puede ayudar.
Yo por mi parte estoy bien. Ando algo espesa con la cabeza, ya que se me olvidan algunas cosas, como que tengo la olla en el fuego, o que tengo que ir a comprar esto o lo otro, pero ¿qué quieres?, ya soy vieja, es lo normal… aunque también será que te echo de menos. Con lo bien que llevabas tu casa. Ahora me doy cuenta de que tenías a mi hijo y mi nieto como a dos reyes, y nadie te lo reconocía.
Hija mía, te parecerá tonto esto de escribirte, ya que se que estás aquí mismo, pero a esta vieja le viene bien desahogarse. Se que no puedes contarme de allí arriba, pero alguna señal bien me podrías mandar, ¡me encantaría!
Y ya me despido con un beso, que ahora mismo lanzo al aire para que lo cojas al vuelo. Cuida de nosotros, si te dejan, y mira a ver si vas hablando bien de mi por allí, por si hay cocina y puedo ocuparme de lo que me gusta… ¡pero ahora no!, con el tiempo.
Te quiere mucho, tu suegra Concha.

LAURA TSUYOKI

Ayer te fuiste, no sé dónde.
Abriste la veda de la edad.
Ahora pienso que mis veinticinco, son pocos.
Pero suficientes para empezar.
Interstellar, 2014:
«Now, we’re just here to be memories for our kids. Once you’re a parent, you’re the ghost of your children’s future.»

NATALIA RAMOS

La primera vez que se me apareció fue una noche después de un aguacero de mayo.
Entró en mi habitación como suave brisa veraniega, acompañada por el croar de los sapos y los rescoldos de la lluvia.
La vi como la recordaba: chiquita y arrugada, con su chongo apretado, su vestido pasado de moda, su mandil a cuadros y el balanceo que le provocaban sus piernas corvas.
No dije nada. Vamos, que ni siquiera me sorprendí; casi se puede decir que la estaba esperando. Le brindé cobijo en mi cama y quedamos frente a frente.
Le acaricié todas y cada una de sus interminables arrugas y luego, con delicadeza la tomé de unas manos que me parecieron de papel.
Por su sonrisa supe ya nada le dolía y el olor a moribunda que yo tan fielmente recordaba se había ido.
—Prométeme que no me dejarás sola de nuevo —le dije antes de que su presencia se esfumara con los sueños.
Cumplió su promesa. Todas y cada una de las siguientes noches me visitó y yo le conté mis cosas de niña. Ella me contó historias maravillosas.
Pero los adultos casi nunca son capaces de comprender a los niños. Me convertí entonces en la loquita que hablaba por las noches con su abuela muerta.
El tiempo siguió su curso. Mi cuerpo mudó a la adolescencia y los felices encuentros con mi abuela continuaron, pero ante la despiadada insistencia en la familia de pronunciar a todas horas la palabra “perturbada”, terminé por decir que ya no la veía y fue así que ignoré las visitas nocturnas. En consecuencia, los inútiles tratamientos con especialistas de batas blancas terminaron, mis padres ya no escucharon los siniestros susurros de la loca y por fin durmieron tranquilos.
A mí se me escapó el único motivo que tenía para vivir.
—Llévame contigo, abuelita —le susurré con tristeza una noche, cansada de fingir no verla y porque además, tenía la plena seguridad de que mi vida sin esa ancianita con la tenía el vinculo más férreo de todo el universo era una broma sanguinaria.
Ella me sonrió y yo me llené de felicidad. Nos levantamos de la cama y me alisé mi camisón; me tomó de la mano y sin hacer ruido nos fuimos de casa.

ANTOLÍN MARTÍNEZ JIMÉNEZ

He llorado sin ti.
Me he enamorado, me he casado con una mujer maravillosa y genial que me cuida, me anima, me apoya y me antepone ante cualquier otra cosa y viceversa. He tenido hijos, hijos maravillosos que son el bálsamo que cura las heridas del pasado y que motivan todas mis metas siempre alcanzadas con nuevas ilusiones en pareja y que fraguan la argamasa de la vida.
La primera vez que te vi apenas tendrías 8 años. Sentada en la escalera de tu casa al lado de tu hermana mayor. Fue un instante extraño y curioso. Pregunté a tu hermana si eras un chico. Llevabas el pelo muy corto, tu cara con esa edad podía ser de un chico guapo o una chica no muy llamativa. Tu hermana enseguida te mandó subir a casa e intentó rápidamente desviar mi atención sobre ti haciendo que te perdiera de vista rápidamente. Siempre se sintió atraída por mi. Sus detalles de atención la delataban. A mi me atraía su buen trato conmigo pero no existía una admiración física, que a esa edad es tan importante para despertar algo más que una buena amistad.
Pasaron los años sin volver a verte ni saber nada de ti, tampoco me acordé que existieras. Mis veranos transitaban de chica en chica sin más duración que la propia estación estival. En cuanto me prestaban más atención o preocupación por mi, consecuencia del enamoramiento me entraba el pánico y dejaba de ver a la chica de turno. No rompía la relación, simplemente dejaba de llamar y no volvía a saber más del asunto. Un acto de cobardía, una negación de que hubo algo o una huida hacia delante sin pensar en nadie más que en mi. No fue una ni dos las veces que se repetía la misma situación. La libertad a esa edad es lo único que buscas.
Te volví a encontrar en aquella fiesta. Ese día venías con tu hermana. Llevabas un vestido fucsia y amarillo de tela sedosa algo plateada. El aire hacía que el vestido se ciñese a tu cuerpo, dibujaba tu figura de mujer adolescente marcando tu cuerpo terriblemente sexi. No podía quitar los ojos de ti. Me molestó que otros se fijaran en ti con la misma atención y vi cómo rechazaste la compañía de los moscones que te rodeaban como abejas a la miel. Que visión tan impactante para mi retina. La fábrica de hormonas explotaba mi cabeza. Tu hermana te cogió de la mano y te puso delante de mi para presentarte como quien ofrece su mejor regalo al Rey. Te dejaste llevar por la atracción física sin tan siquiera saber de mi más que lo que tu hermana te anticipó. Fue la noche mágica de mi vida, la conversación fue superficial pero todo se centró en el contacto físico sin traspasar la línea del respeto. Con esa edad el fuego se produce sin control, pero ninguno de los dos había ido más allá de los besos y las caricias nunca antes.
Para tu entorno familiar yo era guapo, buen chico, de buena familia, con recursos y buen estatus. Un buen partido para la niña pequeña ojos de sus ojos y corazón de la atención que reinaba en tu casa. La ilusión que tenía tu madre conmigo era enorme y tu padre no digamos. La que más empeño puso en que esta relación funcionase fue tu hermana. Como lo gran persona que es, siempre quiso lo mejor para quien le tiene mucho cariño, tanto para ti como para mi. Lo que no estaba tan claro era lo que sentías tú. Nadie tenía en cuenta lo que sentías. Cada uno de tu entorno barría para si y yo también. Tú te dejabas aconsejar e intentabas complacer a todos pero… mientras tu persona estaba a mi lado tu pensamiento volaba en otros mundos. Cada vez que quedamos, los detalles delataban tu falta de interés. No planeabas nada junto a mi. No querías conocerme. Todo me lo criticabas. Descargabas en mi toda la presión que en tu casa te imponían.
Quizá fue tu falta de interés, además de tu sexi atracción física junto a la pasión adolescente lo que hizo que mi cabeza solo pensara en ti. Solo quería estar contigo, hacerlo todo contigo y tú… Imagino a esa chiquilla asustada porque llega la hora de pasar la tarde y noche con alguien a quien no te interesa para nada y que lo único que quieres es que pase pronto para poder hacer lo que quieras hacer, siempre sin mi.
La gitana echó mis cartas y después de adivinar mi pasado con certeza me adivinó el futuro y el presente. Lo que más se quedó en mi mente fue la frase “la chica con la que estás saliendo ahora no te quiere”. Ya lo sabía, lo llevaba notando y negando un tiempo. La negación y la esperanza de que algo cambiase me impedían dejar que volases. Me dediqué a satisfacer mi egoísta emoción sin darme cuenta que estabas sufriendo. Cada vez eras más cruel conmigo, queriendo hacerme ver que la cosa no iba bien y que fuera yo quien diera el paso y pudiera liberarte.
El día que te armaste de valor lo tuviste que pasar mal, muy mal, pero yo no quería verlo. Pasamos la noche juntos pero sin apenas conversar. Ya no había interés y sólo pensabas en cómo y cuando darías el paso final.
De madrugada me hiciste subir al piso, cosa que nunca habías hecho sin haber nadie. Me besaste, me abrazaste, me quitaste la ropa y yo te la quité a ti y empezamos hacerlo por primera vez para los dos. Pero algo no iba bien. A mitad me apartaste de ti, me hiciste vestir y me echaste de allí sin más explicación. Yo no sabía que había hecho mal y tú sólo querías estar sola con tu intimidad.
Me fui de allí sabiendo que ya no había nada que hacer. Me sentí usado y dolorido, sin pensar que la que peor estaba eras tu. Te maldecía, te odiaba, quería morir.
Ya volaste sola y lo pasaste muy bien sin mi. Si aparecía por allí tu te encargabas de humillarme delante de quien fuese para que me fuera. Cuanto sufrí. El negarme lo comprendía, rechazarme casi también pero humillarme fue vengativo que yo pagué por todos. A partir de entonces ya no podía mirarte a la cara, un dolor en el pecho me ahogaba, las lágrimas inundaban mis ojos y mi mente te odiaba preguntándose porqué. ¿No podías dejarme sin hacer más daño?
Furia de mis heridas jugué sucio y me acerqué a tu hermana, sabía que lo tenía fácil. Luego tú querías llamar mi atención y yo conseguí ignorarte. Aquello te molestó tanto. Pero si no me quieres porqué te molestas, porqué quieres que ahora te preste un segundo si no puedo mirarte. Déjame libre como he hecho contigo.
No puedo salir con tu hermana y me distancio de las dos. No quiero ir donde siempre y verte volar pero sé que me tengo que encontrar contigo. Visito otros lugares y me buscas. No puedes verme ir con otras chicas pero tu vas con otros. No puedo cruzarme contigo y pongo mucha distancia entre los dos.
Si hubieras querido conocerme quizá te hubieras enamorado y te lo hubiera dado todo.
Cuantas veces te he imaginado en mi vida cotidiana. Recién levantada por la mañana, con la cara hinchada de dormir y sin peinar, sin maquillaje, con una camiseta por las rodillas y comiendo con las manos ensuciando tu cara, confiando en mi y haciéndolo todo formando parte de ti. Dónde quedó nuestro sitio, nuestros hijos, nuestro futuro. Todo llegó a un punto que ni contigo ni sin ti.
Ha pasado casi una vida y cada vez que nos encontramos, cada cuatro o cinco años, intentas acercarte y mirarme con complicidad. Fijas tus ojos en los míos tan cerca que puedo ver tu retina. Te quedas fijamente clavada en mi, como pidiendo una explicación y suplicas mentalmente, lo puedo sentir, ignoras quien esté alrededor, sea quien sea, tu chico se da cuenta e inmediatamente te arrastra a que te alejes de mi, o yo mismo busco la excusa más tonta para escapar de tan íntima situación.
Después de un episodio trágico en el que mi vida llegaba a su fin, que por suerte no fue así, vino a mi cabeza tu presencia con tanta intensidad como después de verte aquel día con ese vestido ceñido a ti. Sentí la necesidad de hablar contigo y busqué la forma de localizarte, cosa que no fue fácil. Cuando conseguí la manera y donde poder preguntar, me costó más de una noche de vueltas y vueltas para decidir poner todo el valor para llamarte. Esa mañana lo tenía claro, no podía seguir así. Me hacía mil preguntas y me contestaba miles de respuestas en versiones diferentes.
Marqué el número que conseguí, alguien contesto a la llamada y pregunté por ti con tu nombre y apellidos. La sorpresa fue que eras tu. Casi me quedo en blanco pero gracias que no fue así. La conversación empezó bien. Cual fue mi sorpresa que tu te habías enterado de mi trágico episodio y te interesaste por mi. En un momentos de la conversación salió de lo más profundo de mi un “Yo te quiero pedir perdón por todo lo que te haya hecho sufrir, lo siento, lo siento mucho, te pido perdón”. Casi te pusiste a llorar y yo soy de lágrima fácil desde que te encontré. Como acto reflejo tú me pediste perdón a mi añadiendo un “pero yo lo hice sin darme cuenta”. Esa fue la frase que me ha hecho entender tantas cosas que hasta ahora no entendía. No te dabas cuenta porque siempre venías para cumplir los deseos de tu entorno y no a verme a mi.
Todo se puso en mi contra porque tenía que ser así. Las cosas son como son y no las podemos cambiar.
Eres la musa de mi canción, la estrella de mis sueños y mis pesadillas. El ovillo de hilo amarillo y fucsia tejiéndose de color rojo al que escondiste la punta para que no pudiera estirar.
Lloro sin ti.
Ya no te creo.
Ya no te veo.
No volveré a buscarte.
Corté tus alas y te las devuelvo.
Vuela, vuelo sin ti.
Lo siento tanto,
no merezco perdón,
Deja que pague lo que rompí,
como tu hiciste en mi.
Ya no soy el mismo,
ni tu eres la misma.
La vida da vueltas y un día,
quien sabe, si vuelve la vida a dejar que te vea como hice en su día y que quieras, querer que te quiera.
Te perdoné pero no olvidaré y con ello aprendí, me ayudaste a crecer.
No puedo verte. Verte me duele.
Lloro sin ti.

MONTSE SILVESTRE GÓMEZ

Han pasado muchos años ya, cuantos? Déjame que eche la cuenta porque nunca los he contado, 25 años? Pues sí 25 para 26 en un mes.
20 de enero de 1995, tú no llegabas a 31 años y yo no había cumplido los 11, a sólo 11 días para mi cumpleaños me dejaste, cerraste tus ojos para siempre, dejaste de respirar y de sufrir en silencio.
Años complicados para tu generación, una generación que sufrió las consecuencias de la droga y tú y mi padre caísteis como tantos otros, en esos sueños de morfeo, un chute, un pico… Un colocón o un buen viaje. Como lo quieras llamar.
La droga me quitó a mi padre cuando tan solo tenía 5 años y tú conseguiste «quitarte» , pero la ruleta de la fortuna no giraba a tu favor.
Nueva pareja y apareció en tu vida una nueva enfermedad, un virus que también fue pandemia, eso a lo que la gente tenía mucho miedo nombrar, SIDA VIH.
Sin cura, te iba matando poco a poco, te quedaste sorda, adelgazaste tanto que eras un esqueleto viviente…
Aunque siempre estabas de broma, riendo…
Por cosas de la vida me crió la abuela y no disfruté de ti como madre, pero lo eras, lo eres.
Con 11 ó 13 años no llevas mal no tener padres pero cuando eres madre…
No sabes lo que me faltas, no sabes lo que necesito de tus consejos, de tus abrazos o besos.
De que me guíes, me ayudes, tener a alguien con quien desahogarme…
No sabes el vacío que dejaste.
Vivir sin ti ha sido fácil o eso me quise creer.
Me mentía a mi misma, vivía en mi burbuja, pero no era más que el caparazón que me puse a modo de escudo para que no me vieran frágil, la niña sin padres, no lloré de pequeña tu partida no me lo podía permitir, no! Porque yo era muy fuerte!
Todo mentira.
Me creí lo que me decía, hasta que un día al ver la cara de mi hija y sentir celos de ella y no poder saber darla amor se me vino el mundo encima.
El caparazón hizo muy bien su función.
No era capaz de demostrar amor a lo que más quería.
Te preguntas por qué?
Por si la perdía.
Te odio con todas mis fuerzas, te odio, me quitaste la oportunidad de tener una madre, tú mi madre. Me quitaste todo lo que necesita una niña, una adolescente, no sabes lo que es tener envidia de tus propias primas porque ellas si tienen a sus padres.
Pero, aunque te odio, te quiero tanto y te echo tantísimo de menos…
Daria mi vida entera por ir al pasado, abrazarte, darte un beso y decirte que te quiero.
Recordar tu voz o tu olor que ya no recuerdo.
Hacernos millones de fotos juntas que tampoco tengo.
Sabes que el no poder despedirte en tu entierro me ha marcado, la abuela decidió no decirme nada hasta que terminase todo; tengo esa necesidad de ir a tu tumba ponerte flores y hablar contigo horas y horas, pero de eso también se me ha privado, otra vez la abuela me quitó el poder despedirme de ti cuando cumplias diez años, me privó de ir a por tus restos con su silencio.
Hoy no tengo donde ir a dejarte una rosa blanca, tan solo tengo tu retrato, me ha costado mucho tenerlo presente todos los días, me hacía daño.
Y ahora siendo yo madre, más me duele, pero me doy cuenta que ese odio que siento no es más que pena, dolor en el alma por no tenerte.
Te odio, pero te amo, te necesito hoy mañana y siempre.
Necesito un beso, un te quiero, necesito que me acunes y me digas que estás conmigo para siempre, necesito que no me sueltes de la mano.
Ya no hay vuelta atrás, no hay máquina del tiempo para ir al pasado, solo esperar que llegue mi momento, mi partida, que espero sea dentro de mucho tiempo.
Cerrar mis ojos, dejar de respirar y volver a tus brazos, volver a nacer, volver a ser hija y saber qué no habrá nada que nos vuelva a separar.
Allí donde estés, se que cuidas de mi y de los míos, se que me mandas fuerza y me quitas alguna piedra en el camino.
Mientras espero nuestro reencuentro, por las noches cierro los ojos y te siento, te sueño, te lloro, te añoro…
A mi madre, con todo el dolor de mi corazón.

VALERIA MICHOU

Mi vida sin ti es tan extraña
Sola tomando té a las cuatro de la mañana
Descalza el patio bajo la lluvia sin paraguas
Contando los pétalos de infinitas margaritas que son una sola
Comiendo el mismo bocado de la misma manzana una y otra vez
Llorando a mi madre muerta
Pariendo a mis hijos todos los días a la misma hora
Rezando a mis orgasmos
Subiendo y bajando las escaleras,
con escarcha en los ojos y mariposas en los pelos
Desnuda en la ducha
Escondida bajo la cama
Contando hasta treinta
Soplando la vela de un enorme pastel de cumpleaños y pidiendo tres deseos
Girando
Con un tutu rosa
Con un largo vestido de noche
Con mi vestido de novia
Con el camisón blanco de mi abuela
Con los pantalones de mi padre
Bailando con mi oso de peluche
Cargando a mi nieto
Besando a mi esposo
Por última vez
Por primera vez
Por última vez
Por primera vez
Por última vez
Por primera vez
Gritando frente al espejo que me devuelve la imagen de una piel que envejece frente a mis ojos, unos dientes que
crecen y se caen
crecen y se caen
crecen y se caen
y el rimel corrido…
Una niña delgada llora abrazada a mi pierna, besa mis manos que se arrugan en las suyas que crecen, que de un instante a otro pasan de ser sujetadas a sujetar
Y le doy de comer en la boca
Y me da de comer en la boca
Y le cambio los pañales
Y me cambia los pañales
Y desaparece y desaparezco
Despierto con el vientre redondo y un piecito que desde dentro de mi útero reclama una caricia, las contracciones se aceleran y abrazo a un hombre que sostiene su diploma de egresado llenando de orgullo mi pecho que y gotea repleto de blanca leche.
Mi vida sin ti es tan extraña.

GINO ALBERTI TARANTINO

El amor de mi vida (Para el tema de la semana)
Está lloviendo y hoy llueve poesía. Miraba una de tus fotos del baúl de los recuerdos mientras pensaba esas palabras que un día salieron de aquellos labios dulces y agrietados. Te mordías los labios cuando estabas nerviosa, cuando te impacientaba verme abrir una bolsa cerrada o atarme los zapatos. «¿Cómo podía tardar tanto?» Nunca llegaste a preguntármelo aunque se que lo pensabas. Quizá fuera porque cuando terminaba de abrir esa endemoniada bolsa o atar esos malditos zapatos me mostrabas una sonrisa. O cuando me veías escribir durante horas y de solo escuchar el teclado comenzabas a impacientarte, querías que acabara para poder mirar aquellos errores de ortografía que hoy día ya no podrá leer.
Esos eran los detalles que cada día los minutos a tu lado fueran tan buenos para mi corazón. Siempre pensé que mientras más contento estuviera más fuerte me latiría el corazón, y que cuando estuviera con la mujer de mi vida, viviría poco. Pues al poco tiempo podría darme un infarto.
Lo cierto es que a tu lado me hiciste olvidar esa estúpida idea y me ayudaste a conocer que no necesitaba grandes latidos para tener grandes momentos, sino un buen latido en un buen momento.
Se nota tu ausencia. Anhelo esa bola de amor que me envolvía, esa calidez que nunca quemaba y soledad que nunca aislaba.
Recuerdo esas palabras que llegaron a ser nuestro estribillo:
  • Eres el amor de mi vida – Te decía
  • ¿Estás seguro?- preguntabas sonriendo
  • Más seguro de la idea de que la tierra es redonda
  • Y si, ¿el amor de tu vida fueras tu mismo?
Era una de esas preguntas sin respuesta, siempre venía un beso. Era tu manera de pedirme un beso, una petición que no caduco durante los 47 años que estuve a tu lado.
Después de 10 años sin tí, he logrado abrir el baúl. Nuestro lugar secreto de aquellos momentos que compartimos y formamos una familia. Fue una sorpresa para mi descubrir que detrás de nuestra última foto juntos que nos hicimos en el hospital habías escrito un mensaje.
El mensaje decía:
«Cariño, cuando me vaya, recuerda dejarte llover»
Firmado: El segundo amor de tu vida

GABRIELA GARCÍA

¡La ciencia!, exclamé; cuando los médicos aventuraron los problemas para tener hijos. Habían pasado los años y ni las ganas inmensas ni las posturas más favorecedoras habían conseguido que, de forma natural, imprevista o planificada, llegará el embarazo. Poco a poco dejé de pensar en cunitas y de medir habitaciones, de imaginar colores y luces, de inventar escenas y situaciones.
Cuando los resultados de los análisis dieron el diagnóstico de espermatozoides con el ADN desfragmentado un soplo de esperanza recorrió mi piel, la ciencia esa por la que vivo y he vivido todos estos años. La ciencia se me vino a la cabeza.
Tras ello, múltiples tratamientos, hormonas, lagrimas y esperas…
La vida sin ti es otra, un cristal lejano, un eco que palpita cuando paseo y suena el timbre de un colegio, o camino por un jardín; un sueño que aturde y el pensamiento de que la felicidad que vivo en muchos momentos podría ser de los dos, talvez de las dos.
La vida sin ti ha seguido, muy diferente, y las sensaciones han cambiado.

ROCÍO RB

Amor mío:
He echado de menos tus cartas. Aquellas en las que me decías que me querías. Tu letra tan bien definida. Todo tu amor contenido en unas frases. Alguna que otra palabra difuminada por una lágrima que se desbordó de la emoción del momento.
Las guardo todas, en una cajita de plata que bruño con delicadeza, como si fuera tu cuerpo el que acaricio. Porque tu cuerpo también me falta y, aunque lo intento, no hay nada que asemeje la suavidad de tu piel o tu áspera barba descuidada. Ay, cuánto lo añoro.
Podría vivir otra vida sólo pensando en los momentos que pasamos juntos. Pero en estos momentos cada palabra, cada mirada, cada caricia, me hacen sonreír. Ahora que estás lejos sonrío aun recordando cada pelea, pocas, pero las hubo. Qué cabezota te ponías, y de lo mismo me acusabas a mí. ¡Vaya dos! ¿Los motivos? Esos no los recuerdo.
¿Y qué me dices de nuestras noches en vela? ¡Qué momentos más gloriosos! ¿Y ahora? Ahora no tengo nada de eso, porque no estás, y me hacen falta, por eso mi vida es un recuerdo de lo que fue y ya no volverá a ser, porque no volverás.
Faltaste a tu palabra al jurar que nunca me dejarías. Pero pondría no sólo mi mano, sino mi corazón en el fuego que es cierto que soy el amor de tu vida. No habrá otra, y nunca la hubo, sólo yo. Que orgullo siento por ello.
A la luz del atardecer que entra por la ventana, en esta tarde de finales de verano, me vienen a la memoria tus susurros de amor al oído, recostados en la tumbona de la terraza, sin espacio para nada más que nuestro aliento. Pasábamos el final de las tardes juntos, mirando al cielo; primero azul, luego rosado, pasaba a violeta y oscurecía. Era entonces cuando todas las estrellas llevaban mi nombre, esos nombres que tan amorosamente me llamabas, una tras otra, según iban apareciendo.
¿Sigues mirando las estrellas? Quizá ahora hasta puedes tocarlas. O crear copos de nieve, porque la nieve era otra de nuestras cosas favoritas.
¿Qué voy a hacer ahora sin ti? Cada lugar, cada estación, cada aroma que me rodea eres tú, y por no estar a mi lado todo se convierte en lágrimas.
¿Dónde te hago llegar esta carta? Porque no me has dejado dicho dónde estás.
Se me ocurre leerla a viva voz y que mis palabras te las lleve el viento. O dejarla en la montaña más alta que encuentre, quizá allí alcances a leerla. Lo más seguro es que la queme, y esparza sus cenizas bajo el mismo árbol en que dejé las tuyas.
Con todo mi amor.

MARI CARMEN CANO REQUENA

Fue mi mejor decisión jamás tomada, por fin pude desatar el lazo que ahogaba mi alma.
Me liberé de tus ataduras, de tus reproches, humillaciones, eras un ser dañino, un tirano, mentiroso que solo me hacía empequeñecer ante el mundo.
Sin ti aprendí a valerme por mi misma a valorar la vida en cada pequeño detalle que se me ofrecía…….sólo me invadía la pena por no haberlo hecho antes.
La vida sin ti fue como desprenderme de un gran caparazón, como un árbol se desoja desechando lo podrido.
La sensación de ver brotar la hoja de una semilla que sabe que no hay nada que le impida seguir creciendo hacía arriba, esta la sensación de mi nueva vida.
Debo agradecerte el hecho de haber sentido miedo…… abochornando mi vida, gracias a ello ahora soy la mujer que no se derrumba fácilmente ante nada.
Esta vida sin ti me marcó un nuevo camino…….. las ganas de buscar a la persona que hoy forma parte de mi vida, una vida llena de ilusiones, proyectos sin miedo y siendo yo en cada momento, compartiendo momentos buenos y malos pero siembren juntos.
Gracias por esperarme y dejar que te encontrara……….
Ahora esta es la vida……MI VIDA SIN TI……

TESS LORENTE

Ya no tiemblo de miedo al oír abrirse la puerta. No debo hacer un pronóstico sobre si vendrás contento o enfadado, sobrio o ebrio. No me estremezco al sentir tu presencia en la misma habitación.
Tuve que escapar de madrugada una noche que te fuiste de borrachera con tus amigotes. Esa noche morí.
Desaparecí como la niebla al medio día. Me refugié en el traqueteo de un autobús y hui lejos de tu lado.
Miles de quilómetros de por medio, empecé una nueva vida. Lejos de tus puños, de tus insultos, de tu maltrato.
Ahora me descubro despertando con una sonrisa en mi rostro porque un nuevo amanecer arranca para mí.
He cambiado mi nombre, mi aspecto, de trabajo, de amistades. Todo es diferente. La emoción de esta nueva vida sin ti es un soplo de aire fresco.
Ahora viviré una nueva realidad. Merezco ser feliz.
Cambiaré la humillación por reconocimiento, los golpes por caricias y los insultos por besos.
He huido de tu infierno, y nadie volverá a arrastrarme hacia el nunca más.

ROBER PROELIA DEUS

Desde el alma.
¿Qué es de mi vida sin ti?
Lo acepto: he fracasado en éste aspecto de la vida, una y tantas veces, ahuyentado de ti, odiándote, lastimándote cada vez que me fallabas, no es lo que quería, es que me educaron así, lastimero, hipócrita, capaz de ver en los otros las virtudes y en ti lo miserable: lo patético y tus errores. Me entristece ver las marcas que dejé en tu cuerpo, haber permitido que otros te hirieran, cuando tú eras total nobleza e inocencia, reprocharte por tu falta de agudeza, y verlos dañarte sin que yo te defendiera. Cuántas heridas tienes en el cuerpo, pero no son más que las depuestas en el recuerdo, he dañado a mucha gente y sobre todo te he dañado a ti, a la persona más importante en mi vida.
Hoy que estamos lejos, extraño lo que me diste: esa primera sonrisa, la felicidad de sentir un abrazo, el sabor más dulce, el más salado, los besos, la fuerza y también la sensibilidad, anhelo sentir esos retozos que me daban tus locuras y pensamientos absurdos, junto a los amigos y a solas. Ahora que he muerto y ya no puedo hacerlo más, te extraño a ti: mi cuerpo, mi vida, mi persona favorita. Lamento haberte abandonado, veo tu rostro inmóvil y pálido, ese que tantas veces odie frente al espejo por no ser perfecto, observo tus manos entrelazadas frente al estómago como siempre lo hacías por hacerte sentir menos que otros (humilde). De verdad quisiera volver a la vida para darte un poco de lo que merecías: todo el amor posible. Como último mensaje y petición, quisiera pedirte que me perdones, porque aun cuando fuiste mi cuerpo, mi acompañante de toda la vida, lo más fiel y amoroso que existía para mí, te abandoné por amar a otros, quienes nunca dejaron de ser egoístas.
R. Moctezuma

NANE NINONÁ

Una cosa te voy a decir, y la diré una sola vez: yo era inmensamente feliz cuando vivía sin ti.
Ya está, ya lo he dicho.
Las cosas son como son y ahora no me ha quedado más remedio que rendirme ante la evidencia de tener que pasar cada uno de los días que me restan en este mundo cargando contigo, pero no hay un momento en mi vida, ni uno sólo, en que no seas un lastre, un incordio insoportable, un «sin vivir», una lacra… Eres la encarnación absoluta, en el sentido más literal y absoluto de la palabra, de todos mis pesares.
Me avergüenza y angustia tu presencia, tan notable y, sobre todo, tan puñeteramente palpable, visible e imposible de eludir. Me humillas y me enfadas casi cada día, y para colmo de males, tú te creces ante mi pesar, te hinchas de soberbia y aumentas cuanto más me deprimo yo. Eres el mal absoluto y por más que quieran convencerme, jamás me reconciliaré contigo ni aceptaré que formes parte de mi vida.
Sí, yo era inmensamente feliz antes de que tú llegases para quedarte, cuando en lugar de una informe masa horonda y fofa, lo que veía era un vientre plano terso y lozano, cuando de mi costado no colgaban lorzas de carne desembocando en la enorme protuberancia en la que te has convertido… Y no, no me sirve de consuelo saber que a tí, monstruo inmnundo, te he creado yo.

VERITO TOWERS

Te vi llorar a mares. Te vi suspirar profundo. Vi tus piernas desfallecer en medio del adiós y nada pude hacer. Vi tu dolor de cerca y nada pude hacer. Hasta vi a Cholita cuando te consolaba mientras yo me quedaba inmóvil como quien ve una película desgarradora, como un espectador de tu vida. Escuché tus lamentos mientras me alejaban de ti. Nada pude hacer.
Cuando llegué a donde iba, me di cuenta que todo era nuevo ahí. Y como entre sueños, en mi mente titulé a esa etapa nueva: mi vida sin ti. Todo ahí era suave y terso, todo era nuevo y mondo, todo en tonos pastel y de pronto tonos fuertes. Me reencontré con muchos que no veía desde antaño; ahí estaba Evaristo, ¿lo recuerdas? Y también el buen Chon, que siempre fue noble y con gesto dulzón. Vi a la Lucinda con su marido y también a doña Carmen. En el reencuentro, tras los años, nos abrazamos y hasta bailamos con esa sosa cancioncilla que por años tú y yo escuchamos para nuestro aniversario. Sí, te extraño, es cierto, pero mi “vida sin ti” es diferente ahora, todo fulgor y resplandor, pura fiesta y amigos, la pura gozadera y poco a poco me he acostumbrado a estar así, sin ti. Aquí soy nuevamente Cecilio, el dicharachero, el alegre ése que amaba calentar su helado meneando la cuchara hasta que mi destrozada garganta detectaba un dejo de calorcito aguantable.
Aquí me recuperé de mi rodilla maltrecha y de pronto olvidé el bastón, aquí volví a bailar el danzón que tanto nos gustaba y saboreé recetas que tenía mucho de no probar por la mentada gastritis. Aquí me curé de todos mis achaques y hasta puedo decir que rejuvenecí. Y sí, he sido muy feliz sin ti, pero no porque no estés, sino porque aquí la felicidad es simplemente cuestión de actitud. Aquí simplemente imagino lo que quiero y de pronto aparece. Todo lo puedo tener con solo desearlo, todo menos tú, mi Melita adorada y mira que por mucho rato lo intenté, hasta que me di cuenta que nadie podía ser convocado acá sin autorizaciones previas.
Hoy, después de mucho desearte, te unes a esta fiesta y mi “vida” sin ti deja de ser sin ti -y quizá ni siquiera se llame vida a esta diaria celebración. El covid no te ha dejado seguir. Llegarás pronto y yo, querida, te aguardo con mis mejores galas, con mi mejor sonrisa, con la idea de que ahora sí tendremos todo por acá mi viejita chula.

EMILIANO HEREDIA JURADO

¿SABES?.
-Hola.
Hace fresco.
Diciembre.
-Hola.
Pero no, frío.
Dos chiquillos, bailan rumba.
De entre diez y catorce años.
-¿Cómo estas?.
Abrigado.
Escuchando las grajillas sobrevolar por encima de mí.
-¿Cómo te encuentras?.
Cansado.
Es normal.
Sereno.
-Te veo bien.
-Gracias.
-¿Te acuerdas?.
-¿De qué?
Un coche pasa por la carretera que está detrás del banco en el que estoy sentado.
Otro.
Un chaval negro, con cascos escuchando música.
-Del día en que nos conocimos.
-Hace mucho de eso.
Una madre está haciendo una foto con el móvil a sus hijos.
El padre espera junto al carrito de paseo del más pequeño.
Se alejan.
-¿Nos presentó….?
El coche de la limpieza urbana, barriendo las hojas caídas.
El tiempo que está pasando, barriendo las horas caídas.
-Mi abuelo. Mi madre. Mi padre.
Una madre pasea con su hija.
Dos hermanas en dirección contraria.
Una mujer de unos cuarenta y algo por delante
Es mona….
-¿Tu primer libro?.
Un impresentable habla con vehemencia a su resignada pareja.
La ropa tendida en el segundo piso se balancea en el balancín infinito del aire
-«Corazón». De Edmundo di Amicis.
Entrañables Garrone, el albañilito… memorable el cuento de Marco, de los Apeninos a los Andes…el infame Santi…
Una madre arabe con yibhad , empujando con prisa un carrito con una niña…remolcando con una cuerda invisible a dos niños mas mayores por la calle…
Una mujer con la compra dentro de dos bolsas del DIA.
-Buen titulo.
Y pasaban los años. Los libros eran mi pan con agua en mi celda
Al cielo le están saliendo canas
Al sol se le están cerrando los ojos
-«Un mundo feliz», de Aldous Huxley, en el libro y nó fuera. Pobre Oscar, señor Salvaje.
Una madre espera sentada enfrente de mí a que salga su hijo de la academia de Inglés, igual que yo, con los míos
-Y aun así, seguías cumpliendo una condena por un delito que no habías cometido.
Los mirlos, los gorriones están de tertulia.
-Me hice revolucionario de manos de George Orwell, me alistè para hacer una «Rebelión en la granja», intentando en «1984» huir del gran hermano que me vigilaba.
El autobús carga materia humana, y otra tanta se diluye por la acera.
-Te enamoraste.
Tres hombres charlan parados detrás del mí.
Del covid, maldito covid.
-Mi adorado Bécquer, el apreciado Machado, y tantos y cuántos poemas de amor escribí a tantas chicas….de adolescencia…
-,¿Seguirás conmigo?.
-Tu estabas de antes, estás ahora y estarás siempre.
Mis relatos son aviones que lanzo a través de los barrotes de mi celda.
Gracias, Cuatro Hojas.
Infinitas.
Literatura, sin tí, sería más invisibles.
Fin

GAIA ORBE

en el aparecer de un amante
venusino talento
una mirada
espejada en ese encuentro
supe que mi vida
sin ti existe
es el amor que le he dado
a todas mis creaciones
cuantas veces
tu latiste

JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

No me puedo quitar esos flashes de mi cabeza. Recuerdos de toda nuestra vida juntos.
¿Te acuerdas el día que nació nuestro primer hijo? Antonio, siempre fue responsable y trabajador. ¿Recuerdas el nacimiento de nuestra hija? Amalia, un torbellino con el mejor corazón del mundo. ¿Y qué me dices del último? Manuel, cabezota, pero soñador.
No hemos tenido una vida fácil, enfermedades, pobreza, lucha y más lucha.
Abandonar en varias ocasiones nuestro hogar.
Pero siempre hemos sido fuertes como familia, trabajando juntos y unidos. Por la gracia de Dios encontramos un hueco en otra familia que nos acogió. Aún no me puedo quitar de la cabeza aquella imagen, la noche que cogí a nuestro cuarto hijo muerto en su cuna. Lloraste durante semanas, no queriendo salir de casa. Creí haberte perdido, y yo creía estar loco. Saliste aquel día renovada y fuerte, mandona como siempre.
Trabajamos las tierras que nos cedieron. Veíamos crecer nuestro campo como a nuestros hijos sanos. Todo había cambiado para nuestra suerte. Con un buen dinero y la venta de aquellas tierras, pudimos crear nuestro hogar en la ciudad. Nuestros hijos estudiaron en la escuela, encontré un buen trabajo, y tú, al fin, encontraste el hogar con el que soñabas. Nunca escuché una queja de ti, por nuestra pobreza o malas condiciones. Siempre luchabas para salir adelante.
Estuviste junto a mí en el hospital el día que me accidenté en el trabajo. Estuve a punto de morir, ya no me importaba. Tenias todo lo que deseabas como la reina que eras. Nunca te diste por vencida. Perdí vista, un poco de la movilidad, y seguiste queriéndome como el primer día.
Te acompañé a todo lo que me pedías. Como aquella vez que te empeñaste en ir a una sala de baile sabiendo mi estado. Yo bailé, aunque la gente se reía de mi. Lloramos juntos la noche que nuestro tercer hijo fue asesinado en la calle. Aquella noche nos destrozó a los dos. De nuevo creí que te hundías, y contigo el pilar más fuerte de esta familia. Pasamos semanas con muchas discusiones y casi nos divorciamos. Yo me eché a la bebida como apoyo de mi depresión, sin embargo, tú seguiste como una piedra. Con los años terminé con una enfermedad en el riñón. Casi a punto de morir de nuevo por un infarto.
Daba igual cuántas veces yo me caía, tú seguías ayudándome.
Setenta años juntos y es la primera vez que el pilar que me sostiene cae. Empezó por una pérdida, poco a poco, de memoria. Un ictus y otro. Hasta que te encontré fría junto a mí. ¿Qué hago yo ahora solo? ¿Qué hago si me enfermo? No puedo ver mi vida sin ti.
– ¡Señor! ¿Cerramos ya la caja? Tenemos que meter a su esposa en el nicho.
– Perdona, joven, no es mi esposa.
– Lo siento, señor. ¿¡Entonces qué hace usted!?
– Soy la única persona que la acompañó durante sus últimos días. Está sola desde hace bastante tiempo, como yo. Somos vagabundos, me daba mucha pena verla así, pues yo me veré igual muy pronto, pero nadie llorará por mí.

MIGUEL GÓMEZ

Para Carmen. Once and for always.
La vida sin ti es una ciudad que ha perdido el alma que tuvo. Puestas de sol que fueron antológicas, escamoteadas tras bruma y humos. Empacho de luces eléctricas que velan las estrellas. Luna en cuarto menguante perpetuo.
Es búsqueda inútil de significado en el fondo de una copa que no ha conocido tus labios. Cigarrillos que hacen toser. Cenas mediocres en figones venidos a menos que ojalá hubiesen cerrado. Bares con sabor a tus besos, convertidos en comercios franquiciados que se repiten, clónicos, por todos los barrios del centro, por todas las ciudades.
La vida sin ti me ha traído arrugas que desfiguran el rostro y el corazón. Desazón de peinar hoy mechones entreverados de canas que mañana habrán caído y medir en demasiados centímetros la grasa acumulada en la cintura. Articulaciones que duelen, caminar cansino. Órganos cansados a los que cuesta funcionar.
Son cuatro rosas en tu honor, mientras Mecano siguen sin poder levantarse, la chica de ayer malvive del menudeo en el Penta, y la escuela de calor está cerrada por una ola de frío polar procedente de Groenlandia. Que tus ojos de perdida vuelvan a brillar en la oscuridad de una noche que no es para mí. Deseo de Mediterráneo allá donde el mar no se puede concebir, preguntándome qué hace una chica como tú en un sitio como éste, cuando podrías ser la bruja de tacón de aguja lamido por un entregado lobo-hombre en París, fetichista sin cura, que pide que no lo controles.
Sin ti, los años parecen contarse por docenas lejanas, y, sin embargo, los momentos pasados junto a ti, se añoran como si aún sintiese la huella de tu calor a mi lado.
Sobremesa de caricias improvisadas en una buhardilla tomada al asalto en un encuentro inesperado. Recordarte, invariada, con el mismo aspecto, la primera vez que nos acostamos, la última noche que pasamos juntos, y los momentos entre ambas ocasiones. Jugar a representar la fotografía del beso de Times Square ante amigos, y recrearnos en el de Rodin en la intimidad de tu dormitorio.
Escuchar canciones de Alameda y Triana, y las «Crónicas granadinas», de Carlos Cano —inolvidable, la leyenda urbana de que el Imam Jomeini había encargado millones de copias para distribuir gratis en Irán—. En LP, treinta centímetros de diámetro a treinta y tres revoluciones por minuto. Tu regalo; aún estará por mi casa.
¡Amados regalos! «La aventura equinoccial de Lope de Aguirre», o «La conjura de los necios» Una pluma, que era un acto de fe en el talento que me decías que veías en mí para juntar palabras —¿llegué a hablarte de un poema que había escrito pensando en ti?; ahora te traigo a vueltas en un proyecto de novela que no sé si alguna vez verá la luz—. Tú misma, tu tiempo y tu confianza en mí, los mejores de todos.
Palabras y letras entre nosotros… ¿Recuerdas la tabla de conversión que hice para ti de mi caótica caligrafía a caracteres normalizados? Fuiste de las pocas personas a mi alrededor que me leían en versión original. Posiblemente te apenaría, como me apena a mí, saber que mi mano se dejó domesticar, y que, si me lo propongo, mi letra es legible por cualquiera. Cuando aquello era una suerte de germanía, código secreto de complicidad.
Salpicaduras de la memoria: entrar contigo en una farmacia para comprar una caja de anovulatorios, con receta, y negar de forma imperceptible cuando la dependienta me miraba de arriba abajo, con cierto aire de reproche: «no, no los va a compartir conmigo, por desgracia para mí». O ser el amigo que recibía miradas amistosas cuando te acompañaba a una revisión en un centros de planificación familiar pionero, paredes cubiertas de carteles con reivindicaciones feministas. Se consumían los años setenta, y empezábamos a disfrutar de las primeras boqueadas de una libertad en cuyo aliento redentor nos sumergiríamos hasta el fondo, le pesase a quien le pesase.
Recuerdos de años locos a nuestro estilo, cuando caminábamos a una distancia prudencial del borde del lado salvaje, pero parecía que podíamos caer en cualquier momento. La aprensión producida por una gonorrea inoportuna en tiempos en que empezaba a hablarse de SIDA. De jugar a la ruleta rusa con la mononucleosis en vasos aclarados deprisa y corriendo entre copa y copa.
Fuimos más de recostar nuestros cuerpos en la hierba con delicadeza que de fumarla con fruición. De «Señor, haz que pase de mí esta aguja». De que nuestra droga se consumiera embotellada, con todos los controles sanitarios. Que para potenciar sus efectos nos bastase la presencia de amigos y una música que no dejaba de sonar en nuestras cabezas.
Hasta que se paró, y alguien apagó las luces.
Ahora, mírame. Un empeño estéril por tomar un selfi de los dos, y salir solo en la pantalla del móvil. Buscarte en páginas de redes sociales y portales de internet, para dar el mentís a que cualquier tiempo pasado fuera mejor, con la esperanza de encontrarte algún día, y la congoja de descubrirte ya partida de este mundo. Escuchar How terribly strange to be seventy («¡Qué terriblemente extraño tener setenta años!»), en la voz de Paul Simon y Art Garfunkel, y ver que ya no necesito todos los dedos de las dos manos para contar los años que faltan para comprobarlo. Sentir que Pink Floyd cantaban para mí: And then one day you find / Ten years have got behind you. («Y entonces, un día descubres / Que diez años han pasado por ti»), y comprender que ya no son diez, sino varias veces diez.
Para terminar por dar la razón a Rod Stewart cuando cantaba:
But I would not change a thing / If I could do it all over again.
All I´m tryin to say in my awkward way is, / I still love you.
(«Pero no cambiaría nada / si pudiera hacerlo todo de nuevo.
Lo que intento decirte de modo desmañado es / que todavía te quiero»)
¿Para qué están las buenas canciones, sino para reunir a los viejos amantes en el recuerdo, y sentir que se nos pone piel de gallina?

FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ

Hoy se siente como ayer, ese vació ese dolor en cada navidad, por perder la muchachita que correteaba de aquí para allá.
Mami tu abuela y a la vez tu mamá no ha vuelto a colocar un árbol de navidad.
Tus padres sufren y no logran superar que te les haya adelantado.
Tu partida duele tanto como la partida de mamá Marta, la abuela amorosa y divertida que tanto queremos.
La vida sin ustedes continua, pero con un hueco que no se cierra, con esa pena, y con el anhelo de tenerlas, en cada navidad, y en cada ocasión de nuestras vidas.
Tu tan solo una niñita de 8 años, llena de vida querías venir a chile con tu tía, ahora solo te tengo aquí en mis pensamientos, en cada juego y cada brinco que doy con tu primo.
La vida sin ti se apuesto gris en el hogar de mami, ella y Fran han dejado de vivir como antes, fue la tragedia mas gigante que le ha podido suceder, su pequeñita se les fue.
Estamos en diciembre, este año no iré a verlos por un virus que anda, por lo menos te libraste del encierro, ya que con lo inquieta que eres no hubiese aguantado tanto sin salir de casa mi querida sobrina pronto será navidad, tu regaló ya esta en el árbol desde allá arriba espero que lo veas y te guste.
Mami como todas las navidades desde que te fuiste, se quedara acostada pensando en ti, ella ya no es feliz como lo fue cuando estabas y Fran se ira a la iglesia a orar.
Todos te extrañamos, eras el remolino de la casa el capricho de mami y Fran, la niñita linda y parlanchina que le alegraba el día y molestabas a todos.
Jamás dejabas de correr y hablar, jamás dejabas de bailar y hacer amigos, por eso es que hoy la vida sin ti no es lo mismo, igual que sin mamá la diferencia es que mamá vivió su vida tubo hijos, nietos y bisnietos, pero tu querida luz te pagaste, cuando recién te habías encendido.
Pronto tendrás una nueva primita o primito le contare de ti e iremos a jugar al parque donde siempre íbamos con zahir, la vida sin ti sigue , pero en cada ocasión se siente tu ausencia, el vació de no tenerte aquí presente.

ALBERTINA GALIANO

Dobladas las rodillas, los pies colgando, y tú no estabas.
Tres años que no estabas.
Capacho de vivencias, lágrimas, reproches, vacío de voz, carencia de roce.
Mi pecho mendigo no encuentra el tuyo, esquivo.
Infiel a tu falta.
¿Cuánto dura el duelo?
¿Qué marca el final?
Y lo que queda…
Fotos esparcidas, rúbricas que asfixian, que nada significan.
Quién las va a adoptar.
¿Cómo se mira adelante sin olvidar lo de atrás?
Aquellos a los que mimamos han aprendido a tenerte en mente, a rebuscar en sus marañas para rescatarte y rescatarse, a con-formarse, a arrastrar su pesar.
Mejor ellos lo podrán contar. Creo.
Yo me alejé.
De todo un poco.
De algo, de ellos, de mí misma.
Regresé en busca de otras veredas, justo el anterior desvío, leguas atrás;
fue largo el camino recorrido.
Ya ves.
Se me escurrió el anillo tallado en promesas de eternidad.
Qué alivio llorar.
Y odiar.
Y de pronto un día ya no más.
No estás, y no me resbalo por el desagüe, porque ya no más.
Porque es tierno el día, el sol, la vida, y una imagen en mi retina.
Y al vadear entre arroyos otras manos palpan el silencio, la rutina.
Manos que se entrecruzan y buscan la una en la otra lo que se les quitó un mal día.
¿Caminas?
Camino.
¿Me invitas?
Te sigo.
Pero a veces… dónde están las rosas en este andar cuajado de espinas.
Cuencas vacías de miradas tibias me hielan de desprecio, me dejan fría. Y no encuentro quien yo fui, entre otros, entre tantos.
A veces, gajes de la vida…
Otros ojos miran lo que antes de frente, despacio, en silencio y con dicha.
Y yo me descubro acariciando imágenes en el pasado, con tacto de luna.
Te has ido.
Y no te has llevado nada. Ni una sola de las caricias, ni las palabras pronunciadas.
Queda tu mirada, tu profundo aroma y el terciopelo en mi pecho cuando tantas veces hubo apretadas danzas. Ahí flotan sin ira, sin prisa, sin dolor, y en calma.
Todas, todas ellas reposan en el vano de la nostalgia.
Mi vida sin tí quiere ser amiga, y no rival; quiere parecerse pero no imitar;
quiere tener derecho y no robar aquello que antes vivimos: no quiere luchar contra lo que un día fuimos.
Déjalo pasar.
Déjalo dormir en su lecho de cristal.
Evadirse en un refugio de humo denso, apretado abrazo de sentires que fueron, y hoy sobrevuelan sabiéndose arropados en amarrado recuerdo.

BEA ARTEENCUERO

Mirándome a los ojos,
Me dices en un susurro:
No podría vivir sin ti
En ese momento
Me adueñe del cielo,
Del sol y las estrellas
Los planetas se alinearon para mi,
En una constelación sin igual
Esas palabras fueron música
acariciando mis oídos
Mi ser se transformo.
Fui dueña del mundo,
En la pequeñez de mi vida,
Subí a la nube mas alta del cielo
fui grande en el universo
Sensaciones sublimes
Recorrieron mi cuerpo
Vole alto, sin limites
En mis emociones.
Tal ves, nunca pensastes
El significado que tendrían
Anidando en mi interior.
Era lo primero que evocaba
Al despertarme, dibujando
Tu rostro al pensarte.
Todo giraba en torno a ellas.
Te transforme en el centro
Vital de mi existencia…
Hasta que llego el tiempo
Que tuve que aprender
A vivir, sobre las huellas
Que dejastes al marcharte.
Mi mente no entendía
El corazón, no lo aceptaba
Mi destino quedo marcado.
Esas palabras que me dieron todo
Hoy me quiebran el alma,
Porque estoy sintiendo lo que es:
VIVIR SIN TI

GABRIELA MOTTA

Un día desperté y ya no estabas
así de improvisto …
Cómo cuando el viento te arrebata el paraguaso cómo cuando la lluvia te arruina el peinado recién hecho.Así de simple, así de cruel.
Lo peor de ese arrebato fue el día después,
ese día
en el que tuve la certeza del significado del para siempre,
ese día
en el que comprobé que el tiempo era finito.
Sin embargo, después del día después,
la vida continuó,
el dolor siguió estando,
pero elegí quedarme con los buenos momentos, con los recuerdos felices construidos
y con la certeza de que valieron la pena haberlos vividos.
Y un día me levanté y vi la herida cicatrizada
mis ganas renovadas y el alma un poquito más aliviada.
Dispuesta a seguir caminando aunque ya no compartas mis mañanas.

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18 comentarios en «La vida sin ti – Miniconcurso de relatos»

  1. Un tema que ha traido relatos muy sentidos. Hermoso fue leerlos y agradezco que lo hayais compartido. Hay que elegir uno…. y aunque para mi ganaron todos….
    Mi voto: Conce Jara

    Responder
  2. Tengo muchos apuntados varios, los destacados para mi por orden de preferencia:
    1.- Juan José Serrano Picazo
    2.- Verito Towers
    3.- Rober Proelia Deus
    4.- Nane Ninana

    Responder

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