El fin del mundo – Miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «el fin del mundo». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 17 de diciembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

Estaba despierta por lo tanto no era sueño lo que estaba sucediendo, mi casa estaba abierta como una mangrana y yo, suspendida en el aire subida en una pluma de gorrion.
¡Pero que ocurre, por Dios!
Debajo de mi el mundo se derrumbaba.
La Sagrada Familia de la ciudad de Barcelona, no hace mucho llevada a la altura de Vasilica yacía a ras de suelo, que digo suelo socabon ya que estaba viendo las mares de fuego de las entrañas de la tierra.
Entonces me dije a mi misma el mundo desaparece menos mal que esta pluma del ave mantiene mi vida querida y, por suerte los vientos me alzan hasta nuevos mundos donde la vida sigue..

BENEDICTO PALACIOS

Haciendo memoria de tu vida, me referías, querida Edwige, el sentir de unos momentos en que deseaste que el mundo dejase de existir.
—Sí, después de un aborto. Fue horrible. Creí morirme.
—Pero es lo maravilloso de vivir, poder rememorarlo, pese a que todos pasamos por experiencias que alguien definió con la palabra «límite.»
—Verdaderamente, porque yo estuve al «límite» de mis fuerzas. Me consumían el dolor y la soledad. De no haber estado tú tan cerca de mí, me hubieran faltado arrestos para aferrarme a la vida. Yo pedía que se acabara el mundo, que se acabara de una vez.
—¡Diosla! Qué tragedia.
—No. Sentía que el mundo no se había portado bien conmigo, que ya no me quería, pues adiós mundo. Él sin mí, pues ni yo ni él.
Lo he pensado años después, porque habiendo paseado al borde del abismo y sentido que vivir era una rémora y un contrasentido, al fin tú y yo y la mayoría nos aferramos a seguir viviendo. A ti el deseo de morir te salía de dentro, el de vivir también y este era más fuerte y entero. ¿Lo crees así?
—No, no estoy segura. Pero tampoco logró quitarme de la cabeza este pensamiento: que morirme era una injusticia, que yo quería vivir y el mundo, la tierra, la vida se descolgaban y me dejaban sola, sin mí y sin ti.
—Y por eso deseabas que el mundo se acabara y desapareciera.
—Lo repito: si el mundo estaba siendo injusto conmigo, lógico que también pagara. Quien la hace la paga. Te lo he oído decir muchas veces. Yo no la había hecho ¿por qué tenía que pagar? Querer ser madre no contradecía ni se salía de las normas.
—Fuiste valiente, una heroína. Por algo menos trágico también yo lo anhelaba. Me había pasado bebiendo. Estaba solo en casa. Trasudaba, me dolían el corazón y el alma y el mundo me daba vueltas. Lo confieso. Fue entonces cuando deseé que el mundo se parara.

MARÍA LARGO

Duele. Duele respirar el aire contaminado de esta casa que un día fue nuestro hogar. Los muros que con ilusión vimos hacer y con cariño nos vieron crecer.
Duele. Duele la inercia de mis pies recorriendo el pasillo sola, buscando el calor en una cama donde ya no estás.
Duele. Duele el pulso que has echado al amor. Duele verle vencido y deshecho. Arrojado al abismo,al olvido de los días.
Duele. Duele ver cómo has prendido fuego a todo, cómo me ahogo en tus cenizas.
Duele. Duelen tus palabras de metralla estallando en mi corazón, escuece tu sal en mis heridas.
Duele. Duele tu desprecio,tu egoísmo,tu desidia,tu distancia,tu indecisión. Duele verse marchitar algo que estuvo tan vivo,algo que por años nos unió.
Duele. Duele repartirnos a los niños,como pedazos de una tarta cuando el cumpleaños acabó. Duele mirarles a los ojos y decirles que su vida se rompió.
Duele. Duele respirar, vivir,pestañear. Duele el silencio,el vacío,lo que vendrá.
Duele. Duele mucho y no hay vacuna,duele y no hay suficiente alcohol,ni consuelo,ni abrazos rotos, ni lo siento,ni perdón.

TALI ROSU

Vuelvo con la cabeza agachada, no quiero mirar a mi alrededor porque me aterra lo que puedo encontrar. Camino por calles desiertas, atemorizada por la posibilidad de encontrarme con algún conocido y que no me distinga por el aspecto que me ha quedado. O peor aún, que me reconozca y aparte la mirada para esconder su reacción.
Al entrar por la puerta de casa me desmorono y no puedo parar de llorar. ¿Cómo puede ser que toda la vida que me he ido forjando esté al borde de desaparecer en un suspiro?
Mi madre me mira y respira hondo mientras le explico que soy la mujer más desdichada del planeta.
—El pelo crece, hija, ¡que no es el fin del mundo! —espeta ella, hasta los ovarios de aguantar mi estupidez— ¡Puta adolescencia!, a ver si se te pasa ya.

JEZABEL MONTENEGRO

Morir la primera, es todo lo que pido en mi carta al fin del mundo.


ALBERTO MEDINA MOYA

Pasaron los años, las décadas, los siglos. El ser humano terminó comprendiendo que agredir a cualquier forma de vida era autoagredirse, aprendió a hacer un uso inteligente de toda clase de energía, y entendió que el miedo era una farsa que había que desenmascarar para seguir evolucionando. El progreso se extendió a todos los ámbitos de la vida, y las guerras fueron desapareciendo. Se cerraron las cárceles y los hospitales, y se terminó por erradicar la enfermedad. Las personas vivían para el arte, la cultura, la belleza, el amor, la felicidad. La muerte dejó de ser esa figura tenebrosa que llamaba a tu puerta inesperadamente, y se convirtió en una dulce invitación a abandonar el mundo de las formas.
Y llegó el último día. Nadie lo anunció, nadie lo decretó. Todo los habitantes del planeta, en cuestión de horas, sintieron que llegaba el final de una etapa evolutiva de la consciencia. Era la hora de acceder a otra dimensión. Se reunieron en las calles, los bosques, las playas, donde se abrazaron sonrientes, en silencio, hasta que no quedó absolutamente nadie solo. Finalmente todos cerraron los ojos y su frecuencia energética comenzó a elevarse lenta y progresivamente. Uno tras otro, los cuerpos fueron desapareciendo, hasta que no quedó un solo humano sobre la Tierra. A continuación desaparecieron los animales, las plantas, y por último el planeta. Ese fue el fin de este mundo.

ÁNGEL MARTÍN

El planeta había caducado.
No fue fácil asimilar la idea, pero los hechos eran innegables.
Los científicos habían pasado siglos determinando las posibles causas de la destrucción del planeta, —Devorado por el Sol, destruido por meteoritos, etc—, y nunca se les había pasado por sus mentes de genios la posibilidad de que la Tierra tuviera fecha de caducidad.
En su defensa hay que decir que la idea era un tanto descabellada, desde el punto de vista humano. Pero claro, ¿qué éramos los humanos en comparación con el relativamente vasto universo? Pues un condimento, por lo visto.
No teníamos forma de saber que algunas de las cordilleras del planeta formaban cifras en lenguas alienígenas, e indicaban hasta cuándo nuestro planeta era apto para el consumo.
No teníamos forma de saber que los universos eran una suerte de neveras para seres de tamaños incalculables, y que nuestra existencia no era más que el fruto del equivalente ganadero de esos seres.
Y ahora el planeta había caducado.
Se notó desde el primer minuto. La tierra supuró una masa amarilla gelatinosa que lo envenenó todo. Las plantas mutaron. A las plantas les siguieron los insectos, los reptiles, los peces…, así hasta nosotros, los mamíferos.
El cielo se tiñó de verde, en un tono enfermizo y deprimente. El aire olía a putrefacción, ya fuera por lo que supuraba la tierra, o lo que supurábamos nosotros. El agua se volvía más y más densa a cada hora. Los cadáveres se amontonaban en cada rincón.
Quizá si nos hubiéramos dado cuenta de lo que pasaba, de la auténtica naturaleza de nuestra existencia, podríamos haber vivido más tiempo. Aunque bien mirado, ¿para qué?
Ya casi se había extinguido toda vida en la Tierra cuando una mano descomunal agarró el planeta, lo sacó de la existencia, y lo soltó en un infinito contenedor de basura.

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Desperté por fin, en un habitáculo, no me acordaba de nada.
No sabía salir.
El miedo se apoderaba de mi ser mientras yo intentaba controlar mi respiración ya que mi pulso se había acelerado provocando una taquicardia…
Por fin logre tranquilizarme. Observé que este pequeño habitáculo en el que me encontraba y no sabía cómo había llegado hasta él no tenía ventilación y apenas se podía atisbar una pequeña falsa puerta, la cual estaba cerrada, por ende me sentí estremecido mientras comprobé y me resigne a que estaba encerrado.
Escuche un ruido magnánimo que me volvió a provocar un ritmo cardíaco extremadamente acelerado. Note una luz que brillaba de manera excesiva, exagerada…
Cerré los ojos y ya no pude volver a abrirlos, aquella luz me había cegado. No podía ver pero sí sentir el pánico se apoderaba de mí.
Escuché con sobresalto voces humanas que no conseguí traducir. Era un idioma cerrado probablemente del este de occidente. Habría al rededor de tres hombres hablando a escasos metros de la pequeña habitación donde me encontraba atrapado.
Empecé a gritar y a pedir ayuda desesperadamente. Las voces de estos tres hombres de repente se tornaron agresivas y escuche una especie de ruido provocado por algún objeto metálico, probablemente unas llaves. La pequeña puerta sonó y una voz gruñona se aproximaba hacia mí.
Note como me agredieron. Me golpearon con ése objeto metálico en la cabeza repetidas veces. Perdí el conocimiento entre sollozos y lamentos.
Cuando volví a recuperar el conocimiento ya no me encontraba en ése pequeño zulo, seguía sin poder ver y las heridas que me habían provocado en la cabeza todavía no habían cicatrizado. Toque con mi mano derecha la parte izquierda de mi cabeza la cual seguía húmeda por lo que intuí que sangraba.
De repente sonó el despertador. Todo había sido una pesadilla pero por lo menos escapé de la realidad que vivimos en la actualidad. El fin del mundo se acerca y yo sólo quiero escribir y soñar aunque mis sueños a veces sean tan macabros.


RAQUEL LÓPEZ

Está claro que todo principio, tiene un fin, pero… ¿a cuantos fines del mundo, hemos sobrevivido?Desde hechos inmemoriales la humanidad ha estado fascinada con ese acontecimiento, fanatismo y euforia, sembraron con la llegada del 2000,el nuevo milenio. Todos tenemos que extinguirnos, como los dinosaurios, sin duda, pero cuando nos llegue la hora, no por falsas creencias que cualquiera puede predecir, que también, ya puestos, podían predecir cosas optimistas, no siempre lo negativo..
A mi me da la risa, cuando la gente, en esa voragine de dramatismo, creen en dichas predicciones, no habria dioses en todo el mundo, que les pudieran consolar..
Que obsesión, con que esto tenga fecha de caducidad y para todos aquellos que no acertaron en sus predicciones, debió de ser una experiencia traumatica, porque la vida ha seguido su curso.
El fin del mundo, ocurre todos los días para la humanidad, con las barbaries que vemos al cabo del día y son los que lo destruyen.
En mi más sincera opinión, pueda gustar o no, pero es la que siempre me acompaña, una reflexión :»Que el fin del mundo ocurre en el momento que cierras los ojos y dejas de existir… ahí, es cuando se acaba todo y no hace falta un Nostradamus, para creer que el final de la vida, acaba cuando uno lo vaticina, llega cuando el corazón deja de latir y eso, si que es un hecho real, que ocurre todos los días…

MIGUEL GÓMEZ

«Me fascinan las películas de catástrofes. Situaciones límite que parecen condenar a la humanidad a un destino inexorable, del que escapa un puñado de elegidos —¡benditos sean los dioses, y los guionistas!—, que reconstruirán un mundo presumiblemente mejor que el desaparecido.
»Vaya un ejemplo palmario: 2012. El núcleo de la Tierra enloquece, y la proliferación de terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis y demás parafernalia cambian la fisonomía del planeta, provocan la inversión de los polos magnéticos, y justifican la enésima subida del recibo de la luz. Esto último es de cosecha propia, pero suena verosímil en el conjunto de desgracias relatadas. La población mundial, muy amenazada, por supuesto. Los pobres, los que más.
»2012, y una escena clave. El personaje interpretado por Woody Harrelson (CheersNatural Born Killers, etc.), un investigador fanático de las teorías de la conspiración, transmite por radio, desde lo alto de un risco, la erupción de un supervolcán en Yellowstone. Urbi et orbi. Desde el mismo parque de Yellowstone, escenario amable de dibujos animados que relataban las andanzas del jovial Oso Yogui, empeñado en saquear las cestas de pícnic de los excursionistas, pese al celo protector del guardabosques Smith. Eran el final de los años cincuenta y el comienzo de los sesenta. La Prehistoria.
»Bueno, pues Yellowstone en 2012 es cualquier cosa, menos amable. La erupción del mentado volcán —despliegue de mañosos y aterradores efectos especiales— lo pulveriza todo a su alrededor. Del abnegado narrador, que siente el imperativo moral de contar la verdad al pueblo, hasta sus últimas consecuencias, no queda ni el recuerdo.
»Por cierto, el supervolcán de Yellowstone es real como la vida misma, ¡vaya por Dios!
»Hasta aquí, la película. No voy a destriparla más por si alguno de mis amables lectores no la ha visto, y quiere disfrutar de dos horas y media de zozobra y angustia por el futuro de nuestro planeta. Solo me permito una anécdota más: el presidente de los Estados Unidos es afroamericano, como se dice ahora. La película se estrenó en 2009, con Barack Obama recién elegido, casi. ¡Ya es mala leche, por parte de Hollywood, poner presidentes de tal condición como testigos impotentes del fin de los tiempos! En Deep Impact fue Morgan Freeman el elegido para encarnar el papel; en esta el honor le corresponde a Danny Glover (la saga Arma letal, entre otras)».
«Pausa musical. La banda norteamericana R. E. M. La canción, It’s the end of the world as we know it (and I feel fine) Es el fin del mundo como lo conocemos (y me siento bien)—, de 1987».
«Yo, narrando desde el presente, no estoy en lo alto ningún risco, sino mirando por el ventanal del salón en una casa de tres plantas en plena pendiente —escaleras por aquí, escaleras por allá—, que es mi vivienda actual. Mía y de mi familia, que duerme en el piso de arriba. Alquilada, pero eso no viene al caso.
»Miro por el ventanal, digo, a un paisaje que, aunque mejorable, es hermoso. A mí izquierda tengo un pico montañoso popular en la zona, el Yelmo, y las primeras afloraciones graníticas de La Pedriza. Frente a mí, laderas que una vez fueron roca y verde, y hoy son casas, casas, y más casas —por eso lo de mejorable—. Sobre el horizonte, la solitaria silueta del cerro de San Pedro —curiosamente, de origen volcánico, como La Pedriza—, y el embalse de Santillana, un émulo de mar en el centro de esta Península Ibérica. El escenario se cierra por la derecha con elevaciones de perfiles suaves, cuyas bases son lamidas por las aguas del embalse, el núcleo antiguo del pueblo de Manzanares el Real, y las torres del castillo de los Mendoza, construcción tardomedieval que no ha sido testigo de gesta alguna en su historia de seis siglos. Lo más que se puede decir de él, que acogió la firma del acto de constitución de la asamblea parlamentaria madrileña, embrión de la actual Comunidad Autónoma, en 1982. Y que su pintoresco y restaurado patio central da cobijo a conciertos en verano, en los que al do-re-mi de los músicos se unen los chillidos de vencejos y golondrinas. A veces compitiendo, a veces dando un curioso toque de naturaleza viva al arte.
»¿Un escenario para el fin del mundo? Quizá no un escenario prime, porque las dimensiones del conjunto no llegan a ser sobrecogedoras, pero no es mal panorama, después de todo. Imaginemos, el cerro de San Pedro entrando en erupción, las aguas del embalse alzándose en tsunami que arrambla con la zona baja de la población y el castillo de marras, y los canchales de La Pedriza rajándose y desmoronándose entre sacudidas sísmicas. Da repelús.
»Tranquilícense los ánimos de los conservacionistas, o del tropel de visitantes de la urbe madrileña que cada fin de semana colmatan estos parajes. Igualmente, mi casero y los dueños de negocios de hostelería o casas rurales.
»Hablo de un fin de mundo a una escala intimista, reducida, en el que el paisaje no juega papel protagonista, sino que es mero espectador —vuelven a sonar R. E. M.—. Se trata del fin del mundo como lo conozco. De mi mundo, que solo os roza de refilón. El final de una huida de años —a veces en Rolls Royce, a veces en carro de mulas—, cuyo limes final se yergue ante mí, cordillera colosal inexpugnable, cuyas cimas atisbo desde el horizonte de sucesos del agujero negro que me succiona. Caprichos del destino, también veo los gallardetes flamear en lo alto de las torres del castillo de los Mendoza. ¿Ocurrirá que, al llegar a algún extremo, me sienta bien, como dice la canción?»
Y ahí termina el manuscrito. Un lenguaje un poco amanerado, un estilo algo abigarrado, pero el tío —su forma de expresarse me parece muy masculina, no sé por qué— le echa un par de huevos dedicando sus últimos momentos a contar todo esto, si es verdad que al final se suicidó.
Un personaje curioso. Conocerlo no habría estado mal. Como no está nada mal la canción de R. E. M. La conozco, y mola.

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

Erial yermo helado y seco. Territorio que simula un paisaje lunar con sus inactivos cráteres y un grupo de diletantes perdidos en su interior, en una búsqueda de la que ellos mismos desconocen el resultado.
En la pared de la colina que tenían en frente una oquedad llamó su atención. La luz que salía hacia el exterior como una premonición, invitaba a lanzarse dentro.
Sus habitantes condenados al olvido se derretían sin posibilidad de retorno. Marañas de vías insuperables surcaban la cueva. En la mudez de sus habitantes se había instalado un tono decadente donde nada era ya reconocible. Todo se derretía en aquel escenario rocambolesco. Seres a los que nadie recordaba ya, condenados al olvido cubierto por una capa de polvo caído del inclemente cielo que en su día alumbró la senda que hoy oculta.
Seres que han perdido la facultad del habla y el oído. Sordos, mudos, caminan por ese árido paisaje. Instalados en su sordera, no apreciaron las señales que instaban a preservar un territorio habitable en sus días; desaparecido por obra y desgracia del grupo diletante que en nada se molestó por conservar.
De esa la alianza desunionista nació el caos que terminó en el final del camino donde el orbe acaba, y quizá, otros mundos sean posibles con nuevos diletantes capacitados para aprender sobre lo desaprendido.
El final del camino puede a veces ser el comienzo de uno más prometedor.

CRISTINA RUIZ

Un domingo de invierno frío y oscuro, que invita a quedarte por más tiempo en la cama arropada hasta la cabeza, uno de esos días que te cuesta, unas décimas de fiebre te hacen remolonear, pero te acuerdas de las obligaciones tienes que levantarte a dar un paseo a Blanka, me giro y veo a mi pareja durmiendo, compruebo en la habitación de los niños están tan tranquilos.
Un poco dormida pienso -que raro, no ha venido corriendo a saludarme- esta en su sitio acostada – estara cansada ayer nos fuimos al campo a correr, fue un dia muy agradable pero acabamos todos agotados, cogí frio.
Me preparo un café, enciendo un cigarrillo y me quedo sentada mirando a mi alrededor, es extraño no se escucha ningún ruido, no huele a pan tostado, sorprendida y un poco todavía adormilada miro el reloj, a lo mejor he madrugado mucho, pero son las 10:00 de la mañana, ya se tendría que escuchar a los coches, los perros ladrando. Abro las ventanas para airear y hay una niebla muy espesa, normalmente por la situación donde vivimos es raro el dia que no tengamos, me cuesta respirar pero al estar acatarrada pienso que es por eso.
Me termino de vestir, me pongo las playeras y cojo la correa de la perra, venga vamos blanka que nos vamos a la calle !! no viene…
venga peque… nada, pero bueno que te pasa gorda?? me dirijo hacia ella, sigue tumbada, la acarició no responde, no se mueve, la grito, la zarandeo … Blanka Blanka ninguna reacción, observo su cara y tiene una expresión serena, voy al dormitorio pegando gritos no se despierta, blanka no se despierta, cariño no sé qué le pasa !!
por favor despierta, por favor despierta no reacciona tampoco, chicos levantaros no se que les pasa a papá y a blanka, chicos levantaros nadie viene, me dirijo a su habitación y todos tienen la misma expresión en sus caras.
¿Pero qué está pasando ? me asomo por la ventana, no veo nada por la niebla pero pido auxilio nadie me responde, llamó a emergencia y no atienden el teléfono, desesperada me voy a la calle corriendo pidiendo ayuda y me tropiezo con algo, al caer al suelo noto que es un señor con su perro tirados en la acera con la misma cara.
Miro a mi alrededor ¡ dios mío ! hay más personas en el suelo, subo a casa corriendo, no se que esta pasando, no se si solo sera aqui, voy a llamar a mi madre, no lo coge, mi hermana tampoco, intento ver las noticias o si dicen algo en la radio pero nada no se sintoniza ningun canal ni emisora.
Me enciendo un cigarrillo y empiezo a ser consciente con lágrimas en los ojos que ha llegado el fin del mundo, me he quedado sola por estar tapada hasta la cabeza, me cuesta más respirar miro por la ventana una vez más es cada vez más espesa , en casa siguen sin reaccionar, nadie me devuelve las llamadas.
No quiero estar sola, extraño sus voces, sus ruidos, ¿por que no se levantan? cojo a los niños y a blanka, los acuesto a todos en la misma cama donde esta mi pareja, hace frío – voy arroparlos – les doy un beso a cada uno, algo me dice dentro de mí que ha llegado mi momento también, cada vez siento más presión en el pecho, me acuesto y agarró la mano fuertemente al amor de mi vida -! Os quiero chicos! cierro los ojos, poco a poco me voy quedando dormida plácidamente…. noto una lagrima por mi mejilla, ha llegado el fin ya no me quedo sola.

NEUS SINTES

Había recorrido gran parte del Mundo. Me hallaba en el aeropuerto de Japón dispuesto a regresar a casa. Siempre me había considerado un trotamundos. Pero había llegado la hora de emprender el camino a casa. No me arrepiento de haber viajado, es más, las experiencias vividas en diferentes regiones me han hecho vivir y sentir lo que jamás creí soñar. Mucho sentimientos vividos conmigo a España se van.
En un rincón de mi corazón residen. Ahora debía sentar la cabeza y pensar en un futuro en mi Tierra, en mi Mundo. Mientras pensaba en las cosas que deseaba realizar, mi vuelo a España estaba anunciando.
-¡Aviso a los pasajeros del Vuelo A27! – se oyó por los altavoces – su vuelo está en área de despegue con Destino a España.
-¡Último aviso a los pasajeros! – repitió
Cogí mi mochila, me encaminé a la cola para entrar en el avión. Me senté en mi asiento y mirando por la ventanilla pensé en la llegada a casa, donde mis padres esperarían con ansia mi llegada.
A mi lado, una mujer de aspecto adinera me miró de reojo. Parecía incómoda con mi presencia. En mis viajes aprendí que es mejor ser natural y vivir con sencillez. Las cosas materiales no te hacen conseguir la felicidad ni alcanzar los sueños.
Llevábamos unas horas en el avión cuando de repente el avión empezó a moverse con dificultad. La gente empezó a ponerse nerviosa e inquietarse. Me aclaré la garganta intentando mantener la calma, aunque en estos casos nunca es fácil. Me encontraba nervioso como todos los demás.
Me pregunté que estaría pasando. A nuestro auxilio vinieron dos azafatas, con que nos indicaron que mantuviéramos la calma.
-Tranquilos, calma, calma – nos intentó tranquilizar la primera azafata
-¡Abrochaos los cinturones y respirad! – sugirió una de ellas.
La señora que tenía a mi lado no paraba de chillar escandalosamente. Le había entrado un ataque de pánico. Inmediatamente nos dijeron de que estábamos perdiendo presión y que nos colocáramos las máscaras.
De inmediato oímos por un altavoz al capitán que nos decía malas noticias
-Pasajeros, pasajeros, no tengo buenas noticias – anunció. Estamos perdiendo mucha presión. Perdemos altura…
-¡Calma, Calma! – debajo de cada asiento encontrarán un chaleco salvavidas. – nos indico un azafata con la mejor calma posible, aunque sabía que también estaba asustada. Su mirada hablaba por si sola.
Había llegado la hora de un aterrizaje inesperado par mí y para todos aquellos pasajeros. Temía por mi vida.
De cada vez perdíamos más altura. El avión caía a más velocidad. Teníamos que saltar.
Por primera vez vi la muerte de muy cerca. Sujeté bien el chaleco salvavidas y salté junto con los demás.
Desperté medio inconsciente, con algunas heridas provocadas por la caída. A mi lado, habitaban cuerpos sin vida. Creía haberlo visto todo en este Mundo, pero me equivocaba. Parecía hallarme en un campo de batalla. Casas quemadas, ardiendo en fuego. Caminé entre escombros y cuerpos inertes, hasta encontrar lo que había sido una vez mi hogar.
Se podía oler todavía el olor a quemado, ¿qué había pasado?. – Donde me encontraba, cuando todos perecieron y el mundo se había derrumbado. A mi paso me cruzo con más escombros y cuerpos convertidos en cenizas. Solo en un mundo que no es mundo. Un mundo que ha desaparecido sin dejar huella.
Cogí un trozo de palo para mi pierna mal herida, a modo de bastón. recuerdos de un avión en caída llegan a mi mente. Convirtiendo en el único superviviente en un Mundo donde ya no existe nada. Inclino la cabezo al cielo y unas grandes nubes grises lo cubren, cubiertas de un extenso humo. Con la mirada ausente, observo a la lejanía donde edificios derrumbados y amontonados los unos con los otros están.
Había llegado hasta el Final del Mundo.

FERNANDEZ FERNANDEZ

Desde pequeña he oído hablar del apocalipsis, de que los hijos se revelaran en contra de sus padres, se ira el amor, el mundo colapsara, el agua se extinguirá, y la raza humana, cada día se deshumaniza aun mas.
Han acertado los textos bíblicos en la maldad que aumenta, en el desvió del amor al prójimo hacia lo material, en las guerras, en los falsos, incluso en las sequias, nose si quien escribió esos texto vivió los mismos hechos, o si el mismo Dios le conto en algún sueño.
Pero si es cierto que los días se acortan, que de repente mi hijo cayo en mi vientre, y ya anda corriendo en un maratón.
Si el día de extinguirse el mundo llegase, escribiría una carta pidiendo mas amor por los que quedan, que prevalezca el respeto, que haya menos ambición, que desaparezca el odio, y racismo entre las personas.
Le diría como siempre a mis seres queridos lo mucho que los ame y amo, que sean siempre buenas personas pase lo que pase, a mi hijo le diría que jamás cultive el rencor en su corazón.
Que se ayuden los unos a los otros, y jamás nieguen un pan o un vaso de agua a nadie como me enseño mi abuela; Esa que ahora vuela con un alma libre y en paz, esa quien siempre sembró en mi y en todos la bondad.
Si hoy fuera el ultimo día, daría la gracias por la oportunidad de vivir mi vida, por haber podido dar y recibir, por servir , por sentir, llorar, procrear, amar, perdonar y sobre todo, daría gracias por respirar aun en el ultimo , gracias seria mi despedida.

ANGIE CRISTINA

Se aproxima el fin del mundo, los tiempos de Sodoma y Gomorra han llegado, grita alguien muy alterado por un micrófono a las siete de la mañana, mientras me tomo un amargo café sin azúcar en la tienda de don chucho. Los gays, los pervertidos, los inmorales, han salido de sus closets, hombres que parecen mujeres, mujeres besando a otras. Continúa él, sin siquiera respirar. Suelta unos cuantos alaridos más, y finalmente se calla. Estaba cancelando mi café, cuando escucho una voz conocida pidiendo una bolsa de agua. Era Carlos. El,al igual que yo, y muchos de mis amigos, frecuentamos cada viernes el mejor bar gay de la ciudad, sólo que allí lo conozco como Carlota, en el barrio como el hijo del pastor y en la tienda como el loco que grita: Se aproxima el fin del mundo.
Perdonen los errores de puntuación y demás.

JORGE TC

El dolor vuelve a mi y me abraza tan fuerte como si no se hubiese ido, la angustia de ver a mis seres queridos llorar por mi, duele tanto como el dolor fisico algo me reconfortan los recuerdos de tantos momentos felices que llevare conmigo,pero esta batalla perdida me hace añorar esa luz brillante que me indique que por fin para mi es el fin del mundo.


MARÍA ROSA ROLANDO

☆■El fin del mundo está aquí. Lo veo entre las copas de los árboles, que violentamente se sacuden. Ya no hay tiempo para esos sueños que me prometí cumplir. No podré conocer Italia, no navegaré por los canales de Venecia. Es tarde para publicar esa recopilación de relatos. Esos, que describen partecitas de mi historia. Es tarde, lo veo. Se acerca raudamente; suspiro tratando de mantenerme erguida ante lo inevitable. Cuantos besos que guardé para cuando el amor golpeara mi puerta, cuantos te quieros que no dije.
Las personas a mi alrededor gritan y eso hiela mi sangre. Yo sigo ahí paralizada, mientras todos corren consternados, buscando un refugio.
Sus cuerpos son arrasados y desaparecen en ante mis ojos, llenando el aire de partículas diminutas que caen esparcidas por toda la superficie. El fin del mundo está ahí, llegó violentamente.
Pero yo sigo de pié. Pasan segundos, horas, años no lo sé ; de pronto todo se calma. Los rayos del sol asoman entre los nubarrones. Cubierta de un polvo grisáceo parecida a la ceniza comienzo a moverme lentamente. Camino hacia el horizonte. El silencio me atraviesa como pequeñas dagas, pero a pesar del dolor continúo.
El fin del mundo ha llegado y yo, soy la única sobreviviente. Las lágrimas marcan gruesos surcos en mi rostro desencajado . Ya nada será como antes. Pero sigo adelante, debo descubrir porque sigo viva, después de semejante Apocalipsis.

REBECA FS

El fin del mundo está en tu mirada cuando se apaga. Está en tu comida preparada. Está también en tu sonrisa y en tu lágrima.
Sientes que se acaba y lo sabes. No tengo salud para entenderlo, pero, a veces desgasto la razón para comprender que todo, TODO tiene un fin.
Nos lo enseñaron en la escuela; nacemos, crecemos, nos reproducimos y si podemos, dejamos descendencia para que puedan volver a comprender la lección de biología. El fin.
Y mejor que se de un final.
Lo bueno es saber que se acaba, para poder aprovechar así, cada mirada, cada sonrisa, cada lágrima, y cada comida preparada.

ANTOLÍN MARTÍNEZ JIMÉNEZ

86.400
En uno de esos 86.400, mi mente, ha creado un entorno en el que existe un montón de otras mentes diferentes, en cuerpos todos ellos iguales, con pequeños detalles que los distinguen y hacen que cada uno sea único.
En mi creación mental existe el tiempo, la pieza más importante y más grande jamás imaginada. Tiene tres formas diferentes; pasado, presente y futuro. Es algo que no se puede tocar, no se puede ver, no se puede detener ni se puede recuperar o acelerar. Tiene un poder superior porque es el gran continente donde todo existe. Lo vivido, lo que vivo y lo que viviré.
En uno de esos días, denominación que he creado para medir el tiempo, en el último de esos 86.400 momentos, en uno sólo, los acontecimientos suceden más lento de lo normal. El pasado solía ir muy deprisa, el presente inapreciable y el futuro muy despacio y lejano.
Esta mañana no ha llegado nunca.
Las cosas han dejado de moverse.
No tengo sentimientos, no tengo sentidos, no tengo sensaciones, ya no puedo pensar…
Segundo 86.400 del último día de mi creación. El tiempo.

CURRO BLANCO

Misiva al planeta tierra.
Querido planeta.
Tengo 10 años,me llamo Fermìn.
Parece que el mundo llega a su fin.Mis padres me dicen que no pero en el colegio los niños mayores que yo,cuentan que si,que la capa de ozono que nos protege de los rayos ultravioletas a todos los seres vivos está cada vez más deteriorada y es cuestión de semanas que el deshielo que lleva ya años ocurriendo alcance su grado máximo.Entonces ocurrirá que los océanos inundarán toda la tierra.
Aunque soy pequeño recuerdo que desde hace ya mucho tiempo todo el mundo hablaba del cambio climático,que todos teníamos que ser respetuosos con el planeta,contigo,para que esto no ocurriera,pero creo que no lo hemos hecho bien.Sé,que hace muchísimos años pasó algo parecido,lo estudié el año pasado,en cuarto de la ESO,y tuve un 8,75 en el examen.
Ocurrió hace 65 millones de años pero fue al contrario,por glaciación,hacia tanto frio que los seres vivos se murieron todos.Los dinosaurios que vivían en aquella época,se extinguieron,y cuando Tú volviste a ser un planeta habitable ya no volvieron a aparecer.
Y a eso iba yo,querido planeta.Quería pedirte,que cuando te recuperes y vuelvas a ser un planeta sano,te acuerdes de nosotros y no pase como con los dinosaurios.Sé que nos hemos portado mal contigo,pero seguro segurito que aprenderemos la lección y te cuidaremos como nunca.Gracias.
PD.Por favor, y mi tortuguita Keiko que tampoco se extinga.

EDUARDO DAÑOBEITIA

El cielo rojizo de aquella tarde de agosto inducía al anochecer próximo. Lidia acariciaba la columna de Juan que, de espaldas a ella, se sentaba en un costado de la cama apoyando la cabeza sobre sus manos y sus codos sobre sus piernas. Ella, semi desnuda, acompasaba el gesto de cariño con un constante y vertiginoso tecleo de su pulgar derecho sobre la pantalla del smartphone. Miró a Juan y volvió a ser consciente de su abatimiento, para de nuevo centrarse en la pantalla del móvil y decir despreocupada:
– No te preocupes: no eres el primero ni serás el último, estas cosas pasan… ¿Muchos problemas en el trabajo?
– No es eso -respondió sombrío Juan- Es que contigo no me concentro. Te noto siempre ausente… Como si no pensases en mí cuando estás conmigo.
– ¿Ahora la culpa es mía? – frunció el ceño ella comenzando a molestarse – Cielo, nos conocemos hace poco. Ya sabes que quedamos en que nos lo tomaríamos con calma y veríamos qué pasa – resolvió Lidia, mientras devolvía la mirada a la espalda de Juan perdiéndola de nuevo en el móvil ante otra vibración.
– Es que creo que te … – Juan dudó.
– ¿Qué crees? – Preguntó ella indiferente.
– Nada… Ves, a eso me refiero… No estás aquí conmigo ahora…
– Sí que estoy, Juan…
La vibración del móvil se hizo constante dando paso a una llamada. Lidia se levantó de un salto para introducirse rápidamente en el baño de la habitación y contestar, entre risitas y bromas, a una conversación que desapareció al cerrarse la puerta.
Solo, Juan alzó la cabeza y contempló por la ventana aquella oscuridad ya evidente en el exterior. El rojo y el negro en el cielo, otra noche de insomnio y ojeras. <Se me están echando los años encima… Nada es como antes… Lidia… No sé que hacer> pudo pensar.
Y ella, Lidia, salió del baño perfectamente vestida. Acercándose hasta él con ágiles movimientos, le dio un beso en la mejilla y atusó su pelo revuelto.
-¿A dónde vas? – preguntó Juan
-Cielo, no preguntes lo que no debes, ya te lo he dicho muchas veces.
-Está bien… -aceptó Juan mientras volvía a hundir su cabeza entre las manos.
-Y no te preocupes por el “fallito”, tampoco es el fin del mundo, ¿verdad?
-No, no lo es… pero lo parece.
Un momento después de haber salido, todo fue absoluto silencio.

TESS LORENTE

Todo se volvió negro. Sentí que un líquido viscoso me emborronaba la vista. Con gran dificultad y dolor, moví el brazo para intentar limpiarme los ojos dándome cuenta de que aquel fluido era la sangre que brotaba de mi frente lacerada.
El coche estaba boca abajo. Los cristales de las ventanillas se clavaban bajo mi espalda y sentía como si miles de alfileres me atravesaran la piel a cada movimiento.
El cinturón me mantenía asida al asiento y me presionaba el pecho impidiéndome respirar.
El airbag había reventado y sus restos se interponían entre el volante y mis costillas.
Intenté zafarme del cinturón, con la intención de salir por la ventanilla y escapar de mi prisión, antes de que otro vehículo chocara contra mi coche.
Pero justo en el instante en el que me disponía a salir, noté que mi pierna seguía aprisionada bajo el volante, impidiéndome huir.
A lo lejos pude ver que se aproximaban unos faros que me deslumbraron cegándome por completo.
Respiré aliviada al pensar que ya llegaba la ayuda. Pero esa sensación desapareció fugaz al observar que los frenos no se accionaban y aquel enorme tráiler se disponía a arroyarme por completo. El chirriante ruido de sus ruedas bloqueadas rozando el asfalto, explotando por la fricción, auguraban mi trágico final.
Zigzagueo sin control. Su cabina intentaba inútil controlar el enorme peso de su remolque.
Con la lucidez que te brinda la aceptación de lo inevitable, dejé de luchar para liberarme y mi mano buscó de forma instintiva el pequeño crucifijo que colgaba de mi cuello. Cerré los ojos y recé despidiéndome de este mundo. Mi vida iba a extinguirse. Había llegado el fin, ya no habría un mañana. Solo oscuridad en aquella carretera.Era el fin de mi mundo.

GAIA ORBE

Las fronteras del mundo están cerradas. No hay contacto entre provincias ni entre barriadas interiores de las mismas provincias. Amenazando a la humanidad con un virus imaginado y producido en los laboratorios “Puertas”, el miedo y el encierro están eliminando lentamente a los especímenes que guardan la historia de los siglos anteriores a la informática. Salimos al rescate de una de las últimas sobrevivientes.
El amanecer nos sorprendió con un sol brillante que salía por el este llegando a la primera estación de servicio. Francisco, el niño, señaló a la derecha y entramos a nuestra primera parada. Los dos bajamos apresurados para ir al baño. Al salir casi tuve miedo. La proveeduría estaba cerrada. Un alguien vestido con mameluco plástico blanco, gafas, tapabocas y máscara acrílica transparente conectaba la manguera del gas a la Sandero. Al costado del cargador, una gota que se había congelado al salir de la canilla reflejaba el sol de un cielo diáfano. Los tres nos quedamos inermes dentro de un silencio donde las cosas se movían despacio, hasta que unos audaces pájaros en vuelo giraron alrededor de la estación y se alejaron hacia los campos. Ellos nos despertaron. Nosotros aprendimos que mantenerse en movimiento era el escudo protector contra el indómito silencio.

CONCE JARA

En breve vamos a desaparecer, lo sé, pero la culpa no es toda mía, yo intento reciclar desde hace años que para eso tengo un cubo con tres departamentos que me costó una pasta, también cambié las bombillas de casa por unas de bajo consumo, ya no tomo agua mineral por el tema del plástico, no soy consumista, vamos que me compro justo lo que necesito y nada de lujos… mi gran problema es que no puedo cambiar mi coche de gasoil, no me lo puedo permitir, joder ¡podían haber avisado de que eran tan contaminantes! ya que hasta hace poco si comprabas un coche de gasoil eras ahorrativo ¡vamos! que parecías el tonto del barrio si no lo hacías así, y ahora cuando saco el coche la gente mira la humareda de mi tubo de escape, total que ahora soy una mala ciudadana, ¡para flipar! “Mea culpa”, soy responsable del cambio climático, del deshielo de los polos, de los tsunamis, terremotos, huracanes, ciclones, tifones, tornados, ¡si es que ya no puedo ni entrar en el cinturón de la M-30!, me paso media hora buscando sitio y luego la máquina no me deja sacar ticket, ¡manda huevos!, y claro, me castigan pero no me dan una ayuda para cambiar de coche, con las cuatro ruedas recién cambiadas, y la pasta que me gasté en el mecánico este verano, ya que no me pasó la ITV, además es que el coche va como la seda, pero no me va a quedar otra ya que actualmente soy una apestada contaminantemente hablando, pero digo yo, ¿no será peor la contaminación de tantos papeles impregnados en alcohol, guantes de látex, de plástico, mascarillas y demás EPIS? Que me digan a mi que eso no contamina y mira que yo les corto a las mascarillas las gomas, no sea que algún animal se enrede con ellas, y he preguntado donde se tiran y me dicen que donde los desperdicios comunes… y entonces me imagino el vertedero con miles de millones de mascarillas impregnadas de COVID, ¿cómo demonios nos vamos a salvar de la pandemia si eso al final acaba si o si en el agua?
En conclusión… que pesado mi hijo con que le ponga la comida, llevo mucho delante del ordenador, e investigado sobre esto del Fin del Mundo y al final lo que me ha dado más luz ha sido el cuadro de “El Jardín de las Delicias”, pero cerrado… es como una profecía, ya que según se ve la vida en la tierra empezó en el agua, y el agua, acabará con la tierra. ¡qué pesado mi hijo!, ya verá este cuando llegue el acabose.

VALERIA MICHOU

Todos esperaban una señal, un aviso, una forma de salvarse a si mismos y a los que amaban, pero el final de las cosas es simple y solo sucede.

JOSÉ LUIS GONZÁLEZ MISERQUE

La cucaracha caminaba frente a sus pies, él observo con detenimiento sus tres pares de patas, sus ojos grandes y sus dos largas antenas.
¡Vaya animales que son las cucarachas! – Pensó – Hay quienes dicen que son las únicas que sobrevivirían a un apocalipsis nuclear; bueno, supongo que pronto lo averiguaremos…
Desde el momento en que sacó “La galleta”* del bolsillo de su abrigo supo que no había marcha atrás, sus oficiales les acercaron el “Balón de futbol”**, no menos de cinco minutos tardó la transacción.
Observó la cara aterrorizada del hombre del otro lado del maletín, el sudor que corría por su frente y la palidez de su rostro, antes de girar a unisonó las llaves sobre el instrumento de muerte – ¡Que Dios nos ampare! – Fueron las únicas (y ultimas) palabras que pudo pronunciar, aun cuando toda su vida se había categorizado por ser ateo.
Desde un submarino en el océano Atlántico fue lanzada la segunda ojiva nuclear que daría paso al fin del mundo.
El presidente había tomado tal decisión en cuestión de segundos como represalia contra aquel País, debido a que fue detectado por los radares nacionales un primer misil acercándose a la localización donde se encontraba. El peor desenlace posible para la guerra, un cruce de proyectiles atómicos.
No había nada que hacer, las dos naciones desaparecerían pronto bajo una nube de polvo en forma de hongo. Millones de almas humanas… No, todas ellas, desaparecerían de la faz de la tierra. Ya que, aunque el planeta no fuera sacado de orbita por las explosiones, no habría forma de sobrevivir a la radiación generada por las mismas.
Ni Rodrigo en el metro de Madrid, ni Kevin en Colombia, ni Akihiro en japón tendrían idea de cómo murieron. Habían sobrevivido, como tantos otros, a la pandemia del 2020, y al meteorito del 2026, también a la crisis del agua en el 2034, y a la invasión Alienígena del 2040. Nada de ello había logrado acabar con la raza humana. El final llegaría de un tipo, vestido de saco y corbata en una nación lejana, a través de un maletín de cuero y un teléfono satelital.
Ningún ser humano sobrevivió a tal evento. Pero quizá la cucaracha que caminaba a los pies de aquel hombre lo hubiera hecho. Si este no hubiera decidido pisarla.
*Tarjeta que contiene el código de activación de los misiles nucleares.
**Maletín nuclear desde el que se da la orden de lanzamiento de las armas atómicas.

FÉLIX LONDOÑO G

¡Tanto que hablan del fin del mundo, del fin de la historia, del gran apocalipsis! Algunos lo resuelven con una simple bala en la sien, una soga al cuello, un salto al vacío o degustando una copa de cianuro. Pero que no te quepa duda, el fin del mundo es ese punto infinitesimal que nos indica, sin lugar a equívocos, el lugar en el que se encuentra el centro infame de la hoja en blanco.


JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

«Final inesperado»
– Noé 25-21A, estación galáctica Gaia-E1, Año: 3890, Día: 6, Mes: Diciembre.
Navegamos a bordo de una nave durante cien años.
– Destino Planetario: Madre Gaia, Bienvenidos a la estación solar Gaia-E1 – Se escuchaba por el megáfono de la nave.
El piloto automático Android-X, se programó para la excursión espacial hacia nuestro primer hogar, la Tierra. Las baterías de las cajas de cogeneración geotérmicas, estaban agotadas. Despertamos veinte años antes de la llegada a la estación de recarga. Últimamente las excursiones para visitar planetas habitables por pura sangre «Humanos» estaban siendo un caos. Más de un millar de planetas habían colapsado, llegando al exterminio total. Las guerras con las otras razas no humanas, el destino turbulento y las malas organizaciones y acciones del lugar, los llevaban a una extinción segura. Embarcamos muy rápido de nuestro último hogar ochenta años atrás. Viendo cómo se destruía todo lo que llamábamos vida en aquel lugar. Nuestro gobierno lanzó la antigua nave de supervivencia mil ochocientos años atrás de donde volvemos ahora.
Nos encontrábamos justo al lado de la Tierra. Una Tierra desconocida, sin vida, oscura y fría. Hace tiempo leí un libro sobre sus últimos años. La inestabilidad de los océanos y la propagación de los gases contaminantes que acabó con toda existencia de vida en la Tierra.
– ¿Qué encontraremos en ese lugar? Más de mil años sin existencia humana, o eso creemos ‐ Me pregunté.
– Capitán James Thomson, necesitamos su orden para el despegue de las naves de exploración. ¿Me escucha? ¡Señor! – Hablaba el cabo Sherman, un joven treintañero, apenas capacitado para la guerra y lo que podría encontrar en aquel sitio misterioso.
– ¡Sí, sí, lo siento! Da la orden – Dije un poco fatigado.
– ¿Se encuentra bien, señor? – Preguntó el cabo.
– ¡Claro..! Que solo envíen las naves del Oeste, necesitamos las del Este como apoyo.
– ¡Entendido, señor! – Se despidió el cabo para entregar la orden.
– ¿¡Qué le asusta, Thomson!? – Me preguntó el Mayor, con voz muy firme.
– Nada, señor, pero después de los problemas de ruta, no me gustaría que muriera más gente – Contesté cabizbajo.
– Necesitamos explorar este planeta sí o sí. ¿¡Entendido!? – Ordenó el Presidente.
Agaché mi cabeza mientras entraba en una de las naves de exploración.
– Preparando naves de exploración, empieza la cuenta atrás para desanclaje en 10, 9, 8…-
Sonaba el megáfono. Nos acostumbramos rápido a aquella voz femenina. La voz de una robot computadora de a bordo Android-X. Creada en el año dos mil doscientos noventa, salvó la vida de miles de personas en la Tierra.
– Chicos, si encontráis cualquier cosa avisad por radio. No bajéis más de quinientos metros de altura, no sabemos qué encontraremos ahí abajo. Cualquier avistamiento, sea de lo que sea, avisen rápido. Cuidado con las corrientes calientes y las tormentas – Ordené por radio a todos los soldados jóvenes que, como valientes locos, se lanzaban solos a su muerte.
– ¡Entendido! – Dijeron todos.
Terminó la cuenta atrás. Empezamos a caer con los motores apagados, dejándonos llevar por la fuerza atmosférica. Todos cayeron en el mismo momento como una bola de fuego, entrando a una velocidad descomunal.
– Naves uno, dos y tres, dirección Oeste. Cuatro, cinco y seis, dirección Este. Siete y ocho, dirección Norte. Nueve y diez, dirección Sur – Les ordené la dirección de rastreo.
– ¡Thomson! – Exclamó Lana, la única chica exploradora.
– Dime Lana.
– Altura de mil metros Oeste, no sé si lo estoy soñando, pero tengo justo en frente mía una nave arca.
– ¿¡Cómo!? ¿Es humana?, es decir, ¿de la nuestras?
– Afirmativo, señor, creo que no somos los primeros en pisar de nuevo tierra.
– Aquí Thomson hablando a Noé 25-21A, avistamiento de nave arca Noé, necesito permiso para aterrizar – Avisé a la nave central, pero no recibí respuesta. – Aquí Thomson, Noé 25-21A, necesitamos permiso de aterrizaje – Proseguí con la orden durante quince minutos más.
Algo raro estaba pasando, la nave central no captaba nuestra señal.
– Chicos, nos reunimos todos en las coordenadas de Lana. No desciendan hasta que llegue yo. ¿¡Entendido!? Seguiré avisando a la central – Dije algo preocupado.
– ¡Sí, señor! – Confirmaron todos.
Nos reunimos con Lana, no podía creer lo que veían mis ojos.
– Naves tres, seis y nueve, desciendan a 100 metros para rastreo del arca. Cualquier cosa extraña avisen rápido – Les mandé la orden.
Las tres naves descendieron a ver el arca. Dieron una vuelta de reconocimiento y dieron el aviso.
– ¡Señor! Tienen que bajar aquí, no se lo van a creer – Avisó Sherman.
– ¿Qué es, Sherman? – Le pregunté.
– ¡Señor… no estoy loco, se lo juro! ¡Pero..! ¡Es el arca Noé 25-21A! – Tembloroso, apenas le salían las palabras al cabo.
– ¿¡Qué me estás diciendo!? Esperen en tierra, si es estable. Bajaremos todos para un reconocimiento ‐ Dudoso, mandé la orden a todas las naves.
Descendieron todos y pisamos tierra. Sacamos los quad y los enseres de exploración. Acampamos cerca del arca, pero la tienda era inestable por culpa del feroz viento.
– ¡Señor! Se acerca una fuerte tormenta – Avistó Lana en su radar de fenómenos atmosféricos.
– Lo que nos faltaba, teníamos que haber vuelto al arca – Dije confundido.
– Pero… si el arca está aquí, ¿cómo vamos a volver? ¿A dónde? – Asustado, gritaba Gershon, otro joven soldado que no sabía dónde se había metido.
– Buscaremos dentro del arca, puede que aún haya supervivientes – Dije para quitar tensión al asunto.
Buscamos la entrada más cercana, como no hubo suerte, intentamos hacer un boquete para entrar. El soldador era demasiado lento y la nube estaba cada vez más cerca. Se podía ver en el cielo un ciclón enorme en espiral de colores verdes y amarillentos fosforescentes. Cada vez el aire era más fuerte y peligroso.
– Pongan en marcha los propulsores traseros y botas, para mantener el equilibrio en tierra, que no os lleve el viento – Les ordené para tener a salvo a mis soldados.
Cada vez se acercaba más la nube y no teníamos ni medio metro perforado de la nave.
Casi estábamos dentro de la nave, cuando la nube y el aire empezó a arrastrarnos de un lado a otro, incluso el arca no aguantaba las sacudidas. Ya casi tirábamos la pared metálica del interior. El ciclón nos pilló a todos, pero con la ayuda de los propulsores pudimos agarrarnos al arca. Ayudé a los soldados a entrar por el boquete, hasta el último. Cuando estaba a punto de entrar, mis propulsores empezaron a fallar.
– ¡Señor! ¡Agárrese! – Me cogían de las manos Lana y Sherman, pero el huracán me arrastraba con más fuerza.
– ¡Soltadme! ¡Salvaos vosotros! – Les grité.
Solté el acoplamiento de mis guantes, y salí despedido hacia los aires dando vueltas a una velocidad descomunal. Intentaba arreglar mis propulsores y darle al máximo, pero cualquier intento de salir de aquello era imposible. Veía pasar mi vida con cada golpe. La esperanza de encontrar un nuevo hogar. Hasta que perdí el conocimiento, mareado por tantas sacudidas y vueltas.
«Universos paralelos»
Día: 10, Mes: Agosto, Año: 2020.
Escribía en mi terraza bajo la luz lunar. Miraba las estrellas para aclarar mis pensamientos. No sabía qué escribir, llevaba cinco cigarrillos fumados en solo una hora. Me quedé embelesado con una extraña ráfaga de luz en el cielo. De repente empezó a cambiar el color de las escasas nubes. Empezaron a teñirse de color verde fosforescente y amarillo. Salían unos destellos que veía acercarse aún más.
Casi estaban encima de mi cabeza, a unos metros. Una gran ráfaga, como un flash, estalló, dejándome totalmente ciego. Intentaba aclarar la vista, ver algo. Escuché un golpe, como de un saco lleno de trastos, caer justo al lado mío. Empezó a aclararse la vista y todo estaba normal. Ya no había nubes, nada en el cielo. De nuevo la luna y las estrellas. Solo había algo anormal, un bulto raro en el suelo de mi terraza.
– Pero… ¡qué cojones! – Me decía a mí mismo.
Me acerqué cogiendo el cepillo de barrer. Dando unas sacudidas con el palo, noté que se movía, ¡qué diablos!, respiraba.
– Oye, oiga, ¿Quién eres? Llamaré a la policía.
No contestaba, tampoco se quería levantar, parecía dormido.
– ¡Nena, ven! ¡Enciende la luz de la terraza, corre! – Llamé a mi mujer, asustado.
– Pero… ¿¡qué es eso!? – Alarmada, se preguntaba mi mujer por el sujeto que había caído en nuestra terraza.
– Parece un hombre vestido de hormiga, con ese traje raro. ¡Estos frikis! – Le respondí.
– ¿¡Que ha entrado por el tejado!? – Preguntó asustada mi mujer.
– Tiene algo en la espalda, creo que ha llegado volando – Aclaraba su pregunta.
– Da igual, yo voy a llamar a la policía – Se apresuró ella.
– ¡No, espera! Vamos a meterlo y vemos si despierta – Le insinué.
– ¡Estás loco! ¿¡Y si es un psicópata!? ¡Con esas pintas! – Gritaba alarmada, como loca.
– Tú sabes que siempre tengo razón, mi intuición me dice que no es malo y que puede que no venga de este mundo – Le sugerí.
– ¡Tú y tus tonterías espirituales! ¡Venga, vamos! – Cedió ante la duda.
Agarramos al hombre de los pies y manos y lo dejamos en el sofá del salón. Intentaba quitarle el casco, cuando de repente se movió.
– ¡Agárralo, que se quiere ir! – Decía mi mujer, pegándole con el cepillo en la cabeza.
Lo escuché hablar, parecía que quería decir algo. Chillaba como loco y asustado. Lo dejé incorporarse.
– Eto sina muje laka ‐ Dijo el extraño.
– ¿¡Qué!? No entiendo tu lenguaje – Le dije.
Me hizo una señal para que esperara y tocó un botón de su cinturón.
– ¿Dónde cojones estamos? – Conseguí entenderle.
– Aparte de friki, es tonto. En la Tierra, Europa, España, Andalucía, Jaén, en Bailén, so cipote – Le contesté con risas.
– ¡No puede ser! ¿Qué año es? – Me volvió a preguntar.
– 2020, el peor año para despertar de tu sueño de loco que tienes, nos devora un virus llamado covid19 – Le expliqué.
– ¡No! ¡No puede estar pasando! Vengo del año tres mil ochocientos noventa, o sea, del futuro – Calculó el tío raro.
– ¡A ver! ¿Me estás diciendo que vienes del futuro? ¿Te estás quedando conmigo, o qué? – Le pregunté, incrédulo.
– ¡Sí! ¡Aparte de eso, mira! – Se sacó el casco y no podía creer lo que veían mis ojos. Ese hombre era yo.

VERITO TOWERS

Primera vez que escribo. No es un texto muy pensado, espero sus comentarios.
Lentamente… casi sin que nadie se diera cuenta, comenzó a desaparecer. Primero perdió un poco de ese vibrante color que le caracterizaba, se tornó opaco y hasta traslúcido. Una nube gris comenzó a invadirlo y con ella, sus tonos verdes, amarillos y naranjas… pero todos estaban muy ocupados viviendo sus vidas y no se dieron cuenta. El daño ocurría y se tornaba irreversible: el mundo como tal, desaparecía. Los pajaritos fueron los primeros en darse cuenta, cuando un día no tuvieron donde descansar o tomar sombra y continuaron revoloteando sin parar ni encontrar algún descanso. También desaparecieron los edificios y las construcciones, poco a poco desparecieron también los lagos y los ríos… y las personas de pronto se encontraron flotando sin nada que les sostuviera y mirándose frente a frente como nunca antes en la nada. Sin saber qué hacer, continuaron vagando en silencio total. El fin del mundo era inminente… toda esperanza había acabado. Un día, una niña encontró en el espacio flotante algo que llamó su atención, era un viejo pincel con algo de color. Se puso a dibujar -un trazo por aquí y otro por allá… pintó en verde con tonos azules mientras todos los demás miraban sorprendidos. Y el mundo cobró vida. Y renació como el ave fénix, de entre las cenizas. Y desde entonces, hubo conciencia, admiración y reflexión; hubo belleza inesperada y asombro y el mundo jamás volvió a ser el mismo.

BEA ARTEENCUERO

Tengo dentro mio volcanes
Corriendo por mis venas
Un sin fin de sensaciones vivas
De tiempos de mi vida
El corazón galopa tan fuerte
Que miles de emociones van y vienen
A punto de volar
Es mi sangre corriendo
Sin detenerse, queriendo decir
Que es el fin del mundo
Cuan tormenta estallando
En el cielo
Rompiendo los niveles de mis pensamientos .
Se amalgaman sentimientos
peleando entre ellos
Cual tecla del alma duele mas
Este delirio loco
De saber que amo, amando
De tener mis manos
Llenas de estrellas. sin destino
Me consume por dentro
Me desborda, me acongoja
Tanto amor, que duele
Me hace sentir
Al borde del camino
Sera mi destino
Simplemente ser
O tal vez, tal vez
Tan solo soy
Instantes de vida
Sabiendo que dentro mio
Amar, amando
Es el fin del mundo!!
destino

DAVID DURA

A mí el mundo de la arqueología nunca me ha gustado , eso de la aventura no es lo mio, puenting?.
Ni atao.
Y ahora me dice el doctor algo de colesterol , pensaba en carriles bici ambientados para gente mayor paseando , así lo llaman en mi barrio.
Pero se ve que no y tengo una receta con jeroglíficos para una dieta.
La verdad es que se ha pasado , claro , doctor y con estudios.
El tren ya va largo , seis días pero al fin llega mi parada.
Bienvenidos a Transilvania pone un cartel .
Ya de vuelta en otro tren cuento las monedas sobrantes .
Tiritas ! Cerillas !.
Justo me llega para tapar mis arañazos y quemar las heridas al rojo fósforo.
Y todo esto para una dieta de ensalada.
Con los Canónicos no tuve problema en matarlos , ya mayores.
El Conde Drácula escapó , espero no alterar acontecimientos.
Paciente de 40 y tantos.
Posible trastorno bipolar .
Colesterol elevado.
Dieta sana , ensaladas de canónigos y rúcula.

ZOE EMM TEXIS

¿El fin del mundo? Ò ¿El comienzo de una nueva era?

Siempre he buscado responder preguntas, preguntas que mi cabeza, mi mente encuentra latentes…

hasta donde recuerdo he visto caos, cerca pero más lejos que cerca, al mismo tiempo leí que el caos es el principio del orden.
¿Qué seria del Orden sin caos? Ò ¿Qué sería de Caos sin orden?, quien sabe, lo que presiento en realidad es una prueba, que estoy aprueba, aprueba en mis propios pensamientos, ya que analizándolo bien siempre hay caos, caos en las noticias, siempre ha pasado algo que me ha dejado atónita, sucesos en diferentes partes del mundo.
¿Qué época tan loca! esta que me esta tocando vivir, no la cambiaría siento que es la trasformación, pienso en los dinosaurios, a ellos los eliminaron todos, al menos a mi , a nosotros nos están seleccionando aún me dejan respirar, que si ya respiraba contaminación ahora respiro, otras cosas en aire , como virus modernos, ahora entiendo por que decían que no tirábamos basura, en la calle, entre otras cosas como desperdiciar agua, yo reconozco que llegue a caer en la tentación de tomar más recursos del mundo, más de los que eran necesarios pero también tuve comprensión, me reconozco y sé que estoy aprueba, tanto que a veces se me olvida leer, hacer ejercicio, comer bien, abrazar a los míos, escribir, meditar, o incluso me he desenfocado de mi sueño, del estar aquí, y aprovechar al máximo los días, caigo en la contrariedad, confieso que he desperdiciado los días en pensamientos que no tienen sentido, Quizá criticar a alguien más cuando primero debo ver mis errores, ó indagar más en mi mente cuando debo estar presente.
¿Una prueba a nivel mundial, empezando por mi misma, como siempre había escuchado por ahí , “todo empieza por uno mismo”, Ahora lo reafirmo más que antes, Todo empieza por mi, En medio de tanto caos, creer en mi pienso es la respuesta lo me llevará al triunfo, en medio de está selección natural, En medio de el fin de mundo, al que me debo de adaptar para sobrevivir me doy cuenta que es el comienzo del Fin, y que el Fin del mundo está latente, pero…
El Final del universo será el día que yo misma deje de creer en mi.


GASTÓN MOMEÑO

EL FIN DE MI MUNDO (Tema de la semana)
— ¿Seremos los únicos?
— Si. Ya no se escucha ni un solo grito
— ¿Imaginaste que seríamos los últimos en desaparecer?
— ¿Te soy sincero? No. (ríe)
— ¿Cuántos nos queda?
— En veinte minutos como mucho la radiación nos va a arrancar lentamente la piel a ambos. No esperemos más y que estos acantilados nos ahorren una tortura innecesaria.
— Con una condición. Yo voy primera. No soportaría verte morir. Ahórrame ese dolor. Es mi última voluntad.
— Siempre te protegeré amor. Saltas y yo salto. Como le dije al padre en nuestra boda: “Hasta que la muerte nos separe”
— Tenía razón Gandhi “Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”
— Acabará extinto. Ojalá hubiera tenido razón.
La joven salta hacia las filosas piedras. El joven iba a saltar cuando lo empuja hacia atrás el viento y lo aturden hélices de helicópteros.
— ¡Los encontramos! (le gritan al parecer rescatistas)
— ¡Toma mi mano! ¡Rápido! (le dijo uno)
El joven se pone de pie, mira nuevamente hacia filosas las piedras y dice
— Ella es el fin del mundo. El fin de mi mundo.
Salta.

FLAVIO MURACA

Fue una mañana ordinaria como tantas otras. Madison mantenía la vista clavada en la televisión a cierta distancia.
Me había levantado con una migraña de esas que simulaban ser estertores de la guerra de Vietnam.
Fui por un Uvasal. ¿Dónde carajo los guardaba?
El efecto alivianador fue inmediato. Lo supe cuando comencé a notar un apetito voraz.
-Tiene que haber una explicación lógica-Solto Madison obnubilada frente a la TV.
Como un rapto emergente de iluminación, los pensamientos se me abarrotaban sin coordinación. Siempre le había buscado la pata lógica a todo pero era evidente que aquello haría chocar la fe y la ciencia.
-Pues debería haber una explicación racional-dije sin más reparos.
-¿Blue Beam, Blue Book?-
-No lo sé, linda- atine a responder apresuradamente.
Lo cierto era que una nave nodriza estaba suspendida en el cielo.
-Quisiera creer que estoy colocado o mejor aún soñando, pero es evidente que vos crees que también es verdad, ¿Cierto?- le dije a Madison.
-No lo sé. Ni siquiera sé si yo soy real ahora mismo, todo se desmorona-.
-Sucede que tu ominosa creencia estupida no deja de perseguirte. Este hecho no hizo más que ultrajar tu fe-
Lo había hecho, una única sentencia bastó para desenmascarar siglos de mentiras. Sin embargo, madison se tapaba los oídos con ambas manos.
Necia y ciega ante los hechos.
A las 8 y 30, la nave dio un mensaje en todos los idiomas. El sonido hacia vibrando: Zummmm.
Aquellas palabras resultaron claras como el agua. Ninguna religión construida por la mano del hombre era válida.
Eso significó el fin del mundo tal y como lo concebimos hasta ese momento.

VERÓNICA FERNÁNDEZ LISI

Finalmente, del cielo
bajaron los dioses
de diferentes credos
batiendose en duelo.
Invisibles a la mente humana
luchan en sus consciencias
en sus adicciones,
en su regreso a la Nada.
Gaia llorando a gritos,
trae sucesos buscando consuelo
mientras los dioses pelean
por lo que queda de ello.
Humanos matando,luchando
contra hermanos de diferente idioma
siendo soldado y carroza
de esta guerra entre Heraldos.
¿ Plantaran la semilla de lo nuevo,
dando respiro a Gaia,
sembrando un nuevo universo?
Mientras tanto, sus hijos fallecen
arboles y seres pierden vidas
por la ambición humana
vehiculo de Apofis.
Aun respira Gaia
aun emite flores y frutos
aun espera esa luz
aunque quizas se apague mañana

LOLY MORENO BARNES

EL CUENTO DEL VIAJERO CURIOSO
Tema de la semana
Había una vez un niño muy curioso, que no se conformaba con saber todo lo conocido de su mundo. Quería descubrir todos sus misterios que podía albergar el pasado, alcanzar los disponible en el presente y prever el futuro.
Sospechaba que el mundo tenía muchos secretos. Quería tener certeza del momento en que el mundo comenzó su existencia y en su caso, la posibilidad de su futuro final.
­­__¿ Dónde estaría el fin del mundo?( Se preguntaba insistentemente)
__¿ Será el final cuando te mueres de risa? ¿ O quizás cuando el corazón se llena de tristeza?
Leyó todos los libros que tuvo a su alcance , pero no encontró ningún escritor que diera fe de donde se encontraba el fin del mundo, solo sospechas de su comienzo…
Se hizo viajero en cuanto tuvo la edad adecuada.
Sus amigos le llamaban el viajero curioso que quería sorprender con la verdad los misterios.
Quiso constatar por sí mismo donde se terminaba el mundo .
Así recorrió todos los continentes , pero no lo encontró.
Sospecho que podría estar en el fondo marino , pero tampoco .
Luego llegó al polo norte y siguió al sur , pero ni rastro .
Su curiosidad no tenía límites ,así cambió su teoría y defendió la idea de que el fin del mundo estaba dictado por ideologías o culturas y se infiltró en ellas en busca de respuestas.
¡Pero todo fue en vano!
Todas sus investigaciones hacían referencia a un principio, pero nunca a un final .
¡Se había pasado la vida sin encontrar la respuesta que ni el tiempo, ni los años habían otorgado!
Pensó…
¡Quizás el fin del mundo no es un lugar, sino un estado de ánimo!
Quizás se acabe el mundo cuando al fin eres feliz, cuando este muy triste o quizás en el momento en que el cuerpo deje de ser tal y se convierta en espíritu…
O cuando un crudo invierno cubra nuestro mundo eliminando las demás estaciones…
También lo busco entre pandemias y otras enfermedades, pero la gente que se recuperaba nunca hablaba del fin del mundo, sino de un volver a nacer.
Ya cansado de viajar con su curiosidad a cuesta, la muerte lo sorprendió en su vejez, sin haber encontrado la respuesta.
En su último viaje creyó ver la verdad que tanto buscaba y llegar al punto final del mundo mientras se alejaba de él y se perdía entre las estrellas que le acogieron en su luz .
Él se sintió brillar como ellas, lleno de energía. y ser una más mientras preguntaba:
___¿ Es aquí el fin del mundo?
Ellas sorprendidas por la pregunta se miraron tintineando mientras respondían en coro:
___¡ No existe el fin del mundo!
Existe el cambio de materias y energías como espíritus errantes en la eternidad del universo.
Y si acaso… Amigo viajero curioso.
¿Quieres saber dónde comenzó?
¡ Fue justamente aquí; entre las estrellas!
¡COMO EL AMOR Y LA VIDA!

MARI CARMEN CANO REQUENA

– Corred, corred!!
Niños….. preparad una de las maletas pequeñas con vuestras cosas más valiosas, meted algo de ropa calzado y algo de abrigo.
– Mamá que pasa??….. dónde nos vamos??
– No preguntes hija y date prisa , tenemos poco tiempo …….ya se acerca!!
– Niños no discutáis ahora por los juguetes y apresuraos a meter las cosas necesarias dentro de vuestras maletas
– Yo me encargo de vuestro hermano pequeño, cuando lo tengáis todo bajad al sótano y quedaos ahí hasta que yo baje. No se os ocurra moveros de ahi!! Entendido??
-Siii mamá………, (contestando todos a la vez).
-Mamá pero puedes explicarme quién se acerca, que viene??….
-Sara no preguntes ahora!! ya habrá tiempo de explicaciones cuando bajemos al sótano…..
-Todo esto es una locura hija!!, lo sé pero debemos mantener la calma y permanecer juntos en todo momento.
Todos se apresuraron a recoger sus cosas y bajaron al sótano como les había indicado su madre.
Mir bajó las escaleras para reunirse con sus hijos, habiendo cerrado antes todas las puertas de la casa y un portón grande que daba acceso a las escaleras de bajada. Ya todos allí……..
Escucharon las noticias que daban en la radio, – Intenten mantener la calma decían, refugiense en lugares escondidos y no salgan hasta previo aviso, lanzarán un virus para aniquilar al mundo, es contagioso entre las personas por eso es muy importante que permanezcan aislados entre familias y utilicen las mascarillas
-Mamá!! vamos a morir??
-Hijos cerrad los ojos y todo pasará pronto………

GINO ALBARETI TARANTINO

El último paraíso (Tema de la semana: Fin del Mundo)
En algún bunker de alguna parte de un mundo ya deformado.
  • ¿Sabes? Después de todos estos años que he vívido me pregunto si esta es la vida que quisiera si volviera a empezar. Si viviría otra vez lo mismo o si tomaría un rumbo diferente sabiendo todo esto.
  • Si, es una pregunta común en estos tiempo.
  • ¿Tú vivirías tu vida como la has vivido o cambiarías algo?
Tardó unos segundos tan largos como una vida en poder responder, finalmente se llevó una almendra a la boca y con su mirada perdida en lo cerrado del bunker dijo:
  • Creo que viviría mi vida de igual manera. Porque siempre supimos lo que iba a pasar. Ya sea por las películas y series apocalípticas que veíamos o por la pandemia que nos azotó en los años 20 o por las guerras que nos golpearon duramente. Siempre supimos que estaba ahí, que podía pasar, y poquito a poco nos fuimos mentalizando para que el impacto no fuera tan grande.
  • ¿Crees que se nos preparó?
  • La humanidad siempre se tomó «el fin del mundo» como algo personal. No era el fin del mundo, sino el fin de la humanidad porque el universo estaba en contra nuestra.
  • El ego humano es increíble. La tierra siempre fue un lugar espectacular, bonito y bello, equilibrado, verde y azul.
  • La evolución nunca fue el problema, si nadie hubiera evolucionado el fin del mundo hubiera pasado sin más. El problema tampoco era la evolución, sino la mala gestión de la inteligencia del ser humano. Un don que podría haber hecho de todo esto un lugar mejor y no potenciar tanto el sufrimiento.
  • ¿Crees que esta vez será el final?
  • Puede ser, o quizá será una vez más en nuestra historia que estuvimos al límite de la extinción. Mientras tanto tendremos que esperar en este bunker.
  • Si, nuestro último paraíso.

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21 comentarios en «El fin del mundo – Miniconcurso de relatos»

  1. Mi voto para :
    Mari Cruz Esteban Aparicio
    (Creo que siempre hay una pluma de alas de algún ángel convertido en ave que nos sostiene aunque se acabe el mundo)

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