Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema “la inspiración”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 17 de septiembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).
POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.
* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.
La inspiracion de arte desde hacía poco se había instalado en mí.
Mi persona había hecho un cambio brutal hacia esa necesidad de la creatividad necesaria y dormida que por años ni mi sangre, ni mi piel ni mi carné sintió.
Por fin la MUSA le había dado a mi intelecto el deseo de realizar escritos propios y, como no también realizar en tela cuadros de óleo en donde daba suelta a mi corazón ensangrentado por las circunstancias vividas o oídas y,
otras muchas, por el golpear de alegría del órgano que me daba la vida.
¡Ay! mi musa esperada tantos años, la cual me habia olvidado – ¿o No?
Le oí decir en su habla de hechizo que espero paciente a que mi capacidad de arte despertarse, más al ver que los años pasaban para mi y, mi afán de crear seguía dormido. Me tiro de esa cama necesaria para el descanso del cuerpo para que el mundo con su ayuda de MUSA, disfrutarse con mi arte.
Te enfadaste muchísimo. Buscabas las gafas y no aparecían, y nadie más que yo podría ser el responsable.
-Tú sí, porque lo revuelves todo. Parece que juegas al escondite con las cosas.
-¡Helas aquí! Las escondieron los duendes, mujer.
-Ya, inventa, fantasea. Se te da muy bien.
Te las pusiste y te miraste en el espejo. Estabas guapísima. Me sonreíste.
-¿Sabes que te digo? Que no fueron los duendes sino una musa. Tú.
NEUS SINTES
Existen puertas que abren mundos a otros muy diferentes. Puertas que sólo se abren a quienes son dignas de ellas. Muchas de ellas permanecen, aunque algunas no están al alcance de nuestra visión ni aparecen sin más.
Muchas leyendas mencionan el paso hacia otros mundos a través de estas puertas cercanas. Portales que conectan a los humanos con los dioses. Apariciones de puertas mágicas que se ubican sobre todo en las montañas.
Dylan, era un hombre que había vivido muchas experiencias en su vida, ahora se encontraba en una etapa de su vida que había perdido la esperanza de encontrar la mujer de sus sueños. Había conocido y amado a muchas de ellas. Pero nunca había hallado a su musa. Apoyado en el balcón de su terraza, absorto en sus pensamientos, miraba el horizonte que se hallaba frente a él.
Siempre había vivido cerca del mar. Cuántas veces no se había ido a contemplar las olas chispear con fuerza, mientras chocaban contra las rocas. El las contemplaba y se dejaba que la brisa le diera en su rostro. Muchos pensamientos, tal vez demasiados cruzaban por su mente.
En una noche cómo todas las demás el cielo estaba lleno de estrellas que se podían contemplar con elegancia. Una de ellas le llamó la atención, brillaba con mucha más intensidad que las otras. La noche oscura hacía resaltar aquéllas esplendidas estrellas que en el cielo reposaban.
Sentado en una de las rocas, mirando al mar. Pensó por unos instantes en esa musa que en sus sueños aparecía constantemente. Esa noche apenas había gente caminando, era de noche cerrada y no había ninguna alma. Sólo él.
Una melodía lejana escuchó de repente. Creyó haberlo soñado por instantes. Prestó más atención y volvió a oírla. Esta vez mucho más clara y vivaz.
Sus ojos percibieron unas olas distintas a las demás. En el océano se formó un remolino. Al principio Dylan se asustó, creyendo que se aproximaba una fuerte tormenta. Cuando sus ojos se percataron de entre las grandes olas salia a la superficie una hermosa chica de rasgos como las de un pez, cuya piel blanca resaltaba con sus hermosos cabellos largos y algo ondulados. No se podía creer lo que podían ver sus ojos. Tenía una especie de cola de color blanca y roja. Nadaba como una sirena. aunque no creía que fuera una de ellas, de las que tantas veces ha oído a los marineros hablar.
Se aproximó junto a la roca donde permanecía Dylan. Quieto, sin articular palabra y sin poder hacer movimiento alguno. La contemplaba con sus ojos abiertos, sin parpadear. Se parecía mucho a la musa de sus sueños pero con cola de sirena. Las aguas cesaron de temblar, el remolino desapareció, dejando entrever la silueta femenina de una mujer cuyas curvas y senos destacaban por su esbelta desnudez. No llevaba ropa. Libre de ataduras. Llena de vida y juventud.
Se aproximó despacio a la roca donde estaba Dylan y con suavidad se fue acercando a él, como si tocarle le fuera a hacer daño. Cuando la mitad de su cuerpo se acercó a la de él, sus ojos color avellana lo miraron con deseo.
-En tus sueños he estado durante todo este tiempo – le respondió con una voz melodiosa.
Dylan la recordaba. Recordaba como cada noche soñaba con su musa. Se parecía muchísmo a ella – pero, ¿cómo era posible?
-He viajado por los mares, buscando al hombre que soñaba conmigo.
-¿Cómo me has encontrado? – le respondió aún sin creer lo que estaba pasando
-Soy una musa del océano – le respondió. Existen muchas de nosotras bajo las aguas. Navegando en busca de quien sueña con nosotras.
-Y eso significa… – le dijo sin dejar de mirarla
-Que soy tuya para siempre. – afirmó. Al haberte encontrado, te pertenezco para toda la eternidad.
Y rodeando la roca con su cola, beso a Dylan, cuyos pechos le rozaban sus pectorales y unos labios carnosos le besaban con pasión. Dylan por fin había encontrado a la musa de sus sueños. La cogió con ambas manos y al salir del agua, la cola desapareció para convertirla en un cuerpo completo de mujer.
Detrás de esas rocas se amaron sin piedad. Las olas que chocaban contra las rocas, silenciaban los gemidos de placer que de ambas bocas emitían. Ella se entregó sin piedad al hombre que tanto había ansiado. Dylan por su lado devoró cada poro de su piel con sumo cuidado y pasión. ¿Quien iba a decir que encontraría a su musa bajo las aguas del océano?
MACARENA REAL
Una pincelada,un amanecer,una bella historia desde mi propia ilusión…ella qué dejó un recuerdo inolvidable cuándo bajaba con su cabello revuelto,corría ,iluminaba el camino tras de ella..
Ese momento,ese minuto que la veía se convertía en mi mayor propósito,era mi musa ..mi musa..se desvaneció,se alejó, sé perdió.
Todo fue una fantasía, que hoy con mis 80 años recuerdo en mi mente casi perdida,hoy no diferenció de la realidad pero ahí está ella ..mi musa.
RAQUEL LÓPEZ
Para mi musa, Erato.
A ti, mi inspiración
la musa de mis poemas
tenerte es una bendición
para el alma de un poeta.
Surges del extasis
de mis pensamientos,
me llevas por caminos
de poemas y de versos.
Sentir por ti,
me guía por dentro,
no dejes que mi pluma
la abandone en un momento.
Inefable sentimiento,
romance de inspiración,
vas y vienes a tu antojo
desbordando excitación.
Esperando que llegarás,
lo que el silencio, no calla,
como sangre llevan mis venas
me regalas, las palabras.
Tú, Erato, eres mi musa
y yo el poeta,
tinta nacida del alma
me haces escribir, me apresas.
Me impulsas a soñar
estando despierta,
viendo poesía hasta en la oscuridad,
te pertenezco, porque sé que me esperas,
seré tu rapsoda, hasta la eternidad.
SERGIO SANTIAGO MONREAL
Sentí cómo al tener entre mis brazos a mi musa, empezaba para mí una nueva vida llena de plenitud y felicidad.
Cada segundo sintiendo sus pequeñas y diminutas manitas apretando con fuerza cada uno de mis dedos.
Cada minuto cuando abría sus ojos y me miraba con esa mirada linda conquistaba mi alma pulcra y primipara haciéndome sentir lo que jamás había sentido.
Cada hora cuando sonreía y lágrimas emanaban por mis mejillas sintiendo una alegría jamás antes sentida.
Pues era mi pequeña musa.
Era mi inspiración constante que irradiaba mi corazón y daba sentido a cada latido.
Cada día era mejor que el anterior y mi musa me inspiraba amor.
Cada semana verla cómo crecía y sonreía.
Cada mes era mejor al anterior y crecía nuestro mutuo amor.
Cada año mi pequeña musa me regalaba más y más amor.
Mi pequeña musa que me enseñó que la vida tenía otro sentido y dio sentido a cada latido de mi corazón.
CURRO BLANCO
Cuanto le debemos a las musas.A las de cuerpo presente y a las intangibles.A las visibles e invisibles,pero al fin y al cabo todas lo sufisientemente perceptibles para ser inspiradoras de tantos momentos de creación.
Sin.ellas,sin la musas,quizás,no hubiera existido el General de Gabriel, y su laberinto; Pereira de Tabucchi,sosteniedo incansable,el Camino de Delibes con su Daniel,el Mochuelo,el Árbol de Baroja o los espiritus de la Casa de Allende….
Sin ellas,sin las musas,quizás,hoy no seríamos los mismos; sin la influencia que en nuestras vidas sin duda han dejado sus historias,personajes,momentos,enseñanzas…
¡Celebro la existencia de las musas!Como cerebro mi existencia,porque ambas,en algún momento,se cruzaron y abrazaron,se unieron con el lazo inconmensurable de la creación y de la vida…, de la belleza.
EMILIANO HEREDIA
¡¡¡¡¡¡DEJARME EN PAAAAAZ!!!
Hace frío.
-Tengo calor.
Agosto.
-Enero.
Te entiendo perfectamente.
-Ignorante.
La ventana está abierta al cierre.
-Cierrala dejando abierta por fuera.
Espera la masa.
-Peste de seres humanos.
Silencio atronador.
-Aplausos de silencio.
Aire
-Me asfixio.
Ya. Ahora.
-No. Nunca.
Empieza.
-Termino.
Mira.
-Cierro los ojos. Y veo sentados en sus butacas a los cientos de camellos que me me suministran la droga blanca que esnifo con una pluma; para ver cómo sangro letras sobre ella.
-Aquí estoy. El gran, insigne, grandioso, enorme, pluscuamperfecto poeta, escritor, hijo predilecto de mil pueblos. Mil hijos de un pueblo.
Declama.
-Harto. De vosotros. Ahíto. De prevendas. Hambriento. De verdades.
Asombro.
-Indeferente. Vuestras críticas. En este final de ésta mi era, cavando mi último lecho.
-Indignacion.
-Verguenza ajena. De los adoradores de la basura que he escrito éstos últimos años.
Soberbia.
-Compasión, de mi pobre alma mancillada. Por los cientos de bastardos nacidos de la prostitución de la musa de la escritura.
Escándalo.
-Rebelión. Motín en mi Caine.
Maestro.¿Se encuentra bien?.
-Preguntaselo mejor a esa botella vacía.
Avanzada edad.
-Juventud que no fue.
Admiradores.
-¿Queréis que os defeque mi inspiración divina?:
¡Tener por seguro
que os darán por el culo!
¡Que nadie se pierda
el trozo de pastel
de mi envío a la mierda!
Escándalo.
-Lo mismo da.
Original.
-Si así lo creen.
Resurgir.
-Tarde ya.
Divino literato.
-¡¡¡¡¡Dejarme en paaaaz!!!
Funeral.
-FIN
Soledad.
-Por fin solos. Mi musa y yo.
ARIEL PACTON
Las musas
viento, espíritu, alma desnuda
ni musa ni genio
santísima trinidad
meditación, memoria, canción
ni genia ni muso
llegando está el primer furor
señora de los infiernos
temple de espíritu
señora del firmamento
bebe la leche caliente con miel
genio no tiene femenino
señoras de la tierra toda
coronadas de laureles, mirto y rosas
liras, cetros, careta trágica
musa no tiene masculino
le dicen inspiración
flauta, oboe, hiedras de la buenaventura
máscara cómica
musa, mujer florero
en la mano derecha, la pluma
en la izquierda, un libro
musa, mujer que ríe y disfruta
nunca más sombra del genio
ejecuta su inspiración
CONSUELO PÉREZ GÓMEZ
Si las musas pasan de ti: haz lo mismo…escribe, mira, observa, piensa; cuestiónate porque una aceituna es oval y no cuadrada, ¿Por qué el plato hondo tiene una funcionalidad distinta al llano?… ¿Por qué las llanuras de Castilla se parecen poco o nada a las praderas de Escocia?…
Ni compromiso con el pasado y mucho menos con un futuro que siempre será incierto. La inspiración para vivir es levantarse y respirar, tirar p’alante sorteando la escasez iluminatoria que nos lleva a repetir tres millones de veces todas las cretineces que conforman lo insulso de nuestra naturaleza.
—…Y a ti… ¡te llamaré «musa»!…-Dijo mirando al tragaluz del techo que amortiguaba el triste color de la estancia.
Pero la musa elegida estaba maldita y, cada vez que por suerte terminaba de emborronar un folio, a la mañana siguiente este aparecía tan pulcro como una sábana blanca.
Necesitaba con urgencia encontrar una cabina de teléfono. Hacía días una especie de presagio lo tenía agarrado como una mano invisible del cuello; la presión se extendía de la garganta al estómago y de éste, al hígado, difuminándose por cada una de sus vísceras. No supo ni cómo llegó a aquel barrio olvidado, poblado de basura, escombros, deshechos anónimos desde donde se cruzaban sin saludarse ratas y lagartos.
—¡Una cabina de teléfono, por favor!
Solo un loco o un iluminado se hubiera atrevido a transitar por aquellos andurriales y mucho menos a soñar con encontrar allí un teléfono. Ni siquiera era la desidia de los politicuchos de turno lo que daba paso a aquel desastre, era algo mucho peor: el olvido. Un férreo olvido y una voluntad de ocultar o desentenderse de la fealdad que acompaña la pobreza.
—Ya he pasado por aquí.
No, no es que anduviera en círculos, es que manzana tras manzana, el paisaje no variaba, era siempre el mismo. Difícil orientarse entre aquel basurero. No encontraba forma de salir de aquel laberíntico espacio. Ni una luz que pudiera orientarle, ni un alma al que poder preguntar.
Se sentó dejándose caer como un saco de piedras. Al desasosiego que venía experimentando se unió un miedo enfermizo a no poder encontrar la salida de aquel arrabal.
—¡Una cabina de teléfono, por favor! –Seguía clamando para sí.
De la oscuridad surgió un gato que enfrentó su mirada triste y de paso le propinó tal susto que de no haber estado en el suelo se habrá dado de bruces contra él. Lanzó una patada con la intención de espantar al felino que seguía ofreciendo su triste mirada sin inmutarse.
La noche en aquellas calles abandonadas inspiraban algo indefinible que subía por la columna vertebral ejerciendo un tremendo poder sobre su cuerpo.
—¡Una cabina de teléfono, por favor! ¡He de hablar urgentemente con mi editor!
En el despertar, sobre el escritorio, encontró tres cuartillas garrapateadas, sucias, con las huellas mullidas de una pata de gato y una nota final: «No llames al número que intentas marcar, no existe. El teléfono no será tu musa inspiradora. Las musas están sobrevaloradas. Como mucho se les puede reconocer la misión de inducirte a transitar por caminos no andados. Tú verás, mejor ponte a escribir y quizá vengan a visitarte en sueños.
—«La Musa del olvido se olvidó de mí».
JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO
«MUSA DE LA SOLEDAD»
Dime que necesitas para encontrar la libertad,
Coge de mi mano comencemos a buscar,
Móntate en mi barca, juntos iremos a navegar,
En un mundo mágico, donde yo te haré soñar.
Sabes lo que es el amor,
Aunque te hicieron sufrir,
Rompieron tus alas,
Las arreglé yo por ti.
Te hicieron llorar,
Como lluvia de abril,
Versos de mil palabras,
Del corazón te hice surgir.
Musa de un poeta,
Musa de la Soledad…
Soy tu mente, soy tu Alma, soy maestro de tu voz,
Soy tu odio, soy tu rabia, soy la luz de tu corazón,
Algunos me llaman musa, otros me llaman inspiración,
Pero hizo falta la Soledad, para escribir esta canción.
Sabes lo que es el amor,
Aunque te hicieron sufrir,
Rompieron tus alas,
Las arreglé yo por ti.
Te hicieron llorar,
Como lluvia de abril,
Versos de mil palabras,
Del corazón te hice surgir.
Musa de un poeta,
Musa de la Soledad…
Escribiendo en tu libreta pintas parte de mi ser,
Fusionando nuestras almas llega el amanecer,
Nunca te abandonaré, nunca te seré infiel,
Eres parte de mi mundo, mundo dulce como la miel.
Sabes lo que es el amor,
Aunque te hicieron sufrir,
Rompieron tus alas,
Las arreglé yo por ti.
Te hicieron llorar,
Como lluvia de abril,
Versos de mil palabras,
Del corazón te hice surgir.
Musa de un poeta,
Musa de la Soledad…
FERNANDO CALLEGARI
La tarde en que conocí a Natalia Rice fue tal vez una de las más extrañas que me ha tocado vivir. Recuerdo que hacía mi ronda habitual por las habitaciones del Hospital Centenario, entregando a cada paciente la medicación que previamente les había sido asignada por sus médicos en las cartillas. Nunca pude saber a ciencia cierta si escribir mal es una materia más en la carrera de medicina, o si simplemente lo hacen para complicarnos la vida a los farmacéuticos. El punto es que ese día me había acordado de la madre de todos los doctores del mundo tratando de descifrar qué diablos habían garabateado en las pequeñas pizarras.
—Calmate, Rubén —me decía Dorita, una de las auxiliares que a diario me ayudaban en la impiadosa tarea—. Te van a salir arrugas de tanto renegar.
Lo cierto es que aquel no había sido un buen día; y no solo porque los jeroglíficos galénicos me parecían más encriptados que nunca, sino porque, además, me había peleado con mi novia. Boludeces, seguro; ni siquiera me acuerdo por qué, pero el asunto es que hacía dos días que no me hablaba, y yo sabía que remontar la situación no iba a ser tarea fácil. Sabía, además, perfectamente, que había una fórmula que nunca fallaba con ella, pero que para mí era más difícil que escalar el Everest en chancletas: el romanticismo. Pero ojo, no cualquier romanticismo; hablo de un romanticismo posta, con flores, bombones y, sobre todo, con poesía. Sí, una poesía escrita a puño y letra, íntegramente salida de mi interior y, por supuesto, dirigida a ella. Siendo sincero, nunca fui un buen poeta, pero por alguna extraña razón a ella le gustaba lo que yo escribía, y generalmente bastaban un par de palabras decentemente combinadas para desplomar incluso hasta el más alto muro de discordia. Solo había un problema: esta vez no se me ocurría ni una mísera palabra con aspiraciones poéticas.
Cargando esa mochila psicológica, me lancé a la tarea de repartir los fármacos, lo cual me llevó a la habitación 343. Allí, recostada de lado y con los ojos entrecerrados, la vi: delgada, pálida, diría que casi etérea.
—¿Natalia? —pregunté, a la vez que intentaba depositar la bandeja en una mesa de noche, atestada de libros y hojas sueltas, llenas de escrituras y enmiendas hechas en distintos colores.
La muchacha abrió los ojos con un sobresalto, y pude ver en ellos un brillo especial, como si una goma mágica hubiera borrado todo lo malo y lo feo del mundo, y solo lo bello, lo cándido y lo sensible se reflejara en aquellos dos pequeños cristales celestes.
—Sí, soy yo —respondió tratando de esbozar una leve sonrisa.
—Mirá, te traje la medicación que te indicó el doctor; la verde la tomás ahora y la blanca dentro de dos horas…
—No, pará… —me interrumpió mientras tanteaba la mesita en busca de sus lentes—. La verde dejala, pero la otra llevátela… Dentro de un par de horas, ya no voy a estar aquí.
Revisé la planilla en busca de algún error: no iba a ser la primera vez que se equivocaran. Revisé también, por las dudas, la hoja pegada al pie de la cama que especificaba el diagnóstico.
—Disculpame que te pinche el globo, flaquita —dije tratando de quitar un poco de tensión—, pero, por lo que dice acá, no solo vas a seguir internada dentro de dos horas, sino que por lo menos te vas a quedar un par de días.
—¡Eso es imposible! —replicó con firmeza—. A las cinco de la tarde, tengo un compromiso en otro lado, y no puedo faltar.
—¿Y a dónde tenés que ir? ¿Qué puede ser tan importante como para poner en riesgo tu salud?
—A un taller —soltó débilmente, casi como un suspiro—. A las cinco tengo que estar en un taller literario.
Miré nuevamente la pila de libros y papeles que parecía haber crecido aún más y tomé aire mientras intentaba acomodarlos un poco. El oficio me enseñó que determinados pacientes, sobre todo aquellos que acuden solos a una sala de internación, sin ningún familiar o amigo que los acompañe, requieren una dosis extra de paciencia.
—Mirá —intenté explicarle—, entiendo que escribir sea muy importante en tu vida, que lo que escribís sea buenísimo; incluso, entiendo que el taller no funcione si vos no vas, pero…
—No entendiste nada —volvió a interrumpirme—: yo no escribo.
—¿Ah, no?, ¿y entonces?
—Soy una musa —contestó ella muy suelta de cuerpo—. Y tenés razón, si yo no voy el taller, no funciona.
—Ah, bueno… —Resoplé tratando de contener la risa, y las fichas me cayeron todas juntas; todos los médicos del hospital se habían equivocado en el diagnóstico: esta era una paciente psiquiátrica, por eso estaba sola, por eso se quería escapar…
—¿Por qué te reís? —me preguntó.
—¡Porque las musas no existen! ¡Porque solo están en tu cabeza! —contesté finalmente, olvidando todo lo que antes había pensado sobre la paciencia, los pacientes desvalidos y todas esas yerbas.
La muchacha me miró con ternura, casi diría con lástima; toda la nostalgia del mundo se reflejó ahora en sus ojitos celestes, y solo atinó a preguntar, con un hilo de voz:
—Y vos, ¿cómo lo sabes?
Sin mediar palabra, tomé la bandeja que había dejado sobre la mesita de noche y me retiré de la sala para proseguir con la ronda.
Como a las dos horas, recordé la pastilla blanca que Natalia debía tomar y regresé a la habitación 343 con el objetivo de volver a ofrecérsela. Me quedé helado al descubrir su ausencia sobre la cama tendida. Consulté a las enfermeras de guardia, y todas me confirmaron que nunca la habían visto; incluso coincidían en que la cama de esa habitación estaba desocupada desde hacía tres días.
Aunque mi turno terminaba a las 10, me quedé dos horas más intentando buscar alguna explicación. Finalmente, decepcionado y confundido me fui a mi casa.
Esa noche escribí los versos más hermosos de mi vida.
OMAR ALBOR
LAS MUSAS
Desde el origen
llamado principio
el ordenado pasillo
te recibe cuando llegas
al mundo, solo eres
un ser pequeño e indefenso.
En el tiempo aprendes
a ver todo tu entorno
quien es papá, mamá, tus hermanos, tú familia, tú perro y cómo es ese hermoso mundo donde vives, en el tiempo creces y te das cuenta que todo, todo todo es una gran película, tus ideas van al baúl de conocimiento y salen cuando las necesitas tus imágenes estan grabadas en la galería más hermosa de tu cuerpo, tus ojos y tus ideas crecen y crecen y cada vez son más grandes y con el tiempo son más duras, si una imagen que está grabada, guardada, y no tiene sonido tu boca le agrega un título y un diálogo, ser tú es sin dudas crear un ser gigante aunque no lo parezca, ser tú es ser un gran maestro de lo no correcto para los demás, y un gran maestro de tus propias ideas forjadas del segundo próximo a vivir.
ZOE EMM TEXIS
Yo me desnudo ante Ti…
me entrego completamente,
me desnudo ante el rocío del viento,
me desnudo ante las nubes,
me desnudo ante el campo, ante la montaña,
me desnudo ante el fuego,
me desnudo ante la tierra, ante los arboles,
me envuelvo lentamente, tan lentamente…
En la sensación, esa sensación…
Siento inspiración, siento liberación…
Amor, Compromiso, gratitud,
respeto, fluida admiración, lealtad,
de las musas de mi caminar,
ya que llegan hasta aquí…
Que imploraban cada mañana,
qué Sonreían qué amaban, qué soñaban,
qué buscaban un intercambio en los patrones.
Yo…
Yo…
Ahora mismo vengo con la intensión, esa gran intensión,
de corresponder al llamado,
de las musas de mi interior…
Aquellas que lucharon firmemente para que yo pudiese estar aquí.
Yo me desnudo en representación de su nombre…
Me desnudo ante los cuatro vientos aceptando abrazando situaciones del pasado.
Me desnudo ante el presente, suplicando respirar cada instante,
me desnudo ante, el arte, me desnudo ante el medio, ante el clima.
me desnudo ante el Sol, ante la Luna.
me desnudo hoy mismo ante ti gran y maravillosa Vida.
ROCÍO RB
Imaginar tu sonrisa es toda la inspiración que necesito. Sí, la tuya, tú que estás leyendo ahora mismo. Mi musa es tu sonrisa. Saber que por un instante, al leerme, olvidaste tus penas, conseguir que veas el vaso medio lleno. Incluso algo mejor, hacerte imaginar que es de cerveza. Restarle horror a la vida, sembrar sonrisas, recolectar felicidad.
Debido a mi miedo escénico no pude ser payasa, aunque en mi familia digan lo contrario; ni monologuista, aunque mi otra mitad diga que le vuelvo loco con mi charla; ni actriz cómica, así que tomé otra vía para un mismo final: escribir.
Mis historias, ya sean de amor, miedo o aventuras, tratan de pintar de rosa un corazón roto, al monstruo del armario o la pluma del pirata. Porque así quiero que sea mi vida, de un color rosa alegre, llamativo, risueño y feliz. ¿Utopía? ¡No! La vida es como tú la pintas, a grandes brochazos o con finas pinceladas, pero sobre todo es del color que tú eliges. ¿De qué color es tu sonrisa? Y, por ende, ¿de qué color es mi musa?
MARI CARMEN CANO REQUENA
Todos tenemos un proyecto en mente esperando algún día que llegue el momento de ponerlo en marcha…… En mi caso sucedió un día al despertar por el olor a bizcocho de mi “yaya”….. tenía la costumbre de levantarse muy temprano, antes que nadie para preparar sus dulces. En cada fiesta del año allí estaba ella con su delantal, sus cuencos, varillas y manchada de harina, me encantaba estar con ella en la cocina y ayudarle mezclando los ingredientes….., que aunque más que ayudar inventaba jajaja….., – yaya cómo sabes todo lo que tienes que poner en cada receta?…., preguntaba obsoleta de ver como se manejaba con tanto ingrediente en aquella cocina antigua pero con un encanto particular,….. la Alacena, estaba al fondo de la cocina dónde se guardaban todos los dulces, sólo el olor que salía de allí te incitaba a entrar directamente a aquellas puertecitas tapadas por un visillo sin dejar ver lo que escondían dentro y al abrirlas ver que se había preparado de buena mañana. Me miraba con esa cara que aún recuerdo, llena de satisfacción al pensar que tal vez yo algún día fuese como ella …… – Niña todo está en mi cabeza y cuidando de vosotros tantos años nunca se olvidan, sólo deseo que algún día sigas mis pasos y se te pegue algo bueno de mi ……. Eso quería yo!! parecerme a mi “ yaya”. Y allí estaba yo!..…. “embadurnada de harina con las manos en la masa» haciendo dulces de Navidad mantecados, alfajores, almendrados de merengue….. Umm!!! estos eran mis favoritos…… como una nube blanca de algodón semi duro que se fundía en el calor de la boca mezclada con almendras, toques de vainilla y limón. Y que decir de los roscos de semana santa y las “ fritillas» de carnaval…… Pasábamos mucho tiempo juntas aprendiendo la una de la otra, yo a ser nieta y ella a ser abuela y como todo al final da sus frutos, me inspiré en ella haciendo lo que más me gusta “repostera» en algún lugar no muy lejano de cuyo nombre no puedo acordarme …….. He ahí mi gran Musa…….. “ mi yaya»
SOLEDAD ROSA
Su sonrisa es su estandarte. Ya no se cuantas veces me he parado a observarla. Disfruto mirándola detenidamente, viendo los pliegues que se le dibujan en sus extremos. Qué paisaje tan espectacular.
Recorro el camino que me lleva a ella y me detengo en ese cruce intermedio situado entre el labio y la nariz. Más a la derecha exactamente, parece que quiere salir de una guerra de sentidos. Es como un punto pintado. Pequeño. Simétrico. En tonos marrones.
Me recreo en él como si su cara fuera un cuadro y trazara una obra de arte. Me recuerda al punto de partida de cualquier personaje en busca de su guion. Paso tanto tiempo en él que he optado por sentarme, coger papel y pluma y convertirlo en mi musa. Cuántas historias nos quedan por escribir juntos.
Lo admito, fue verlo y ¡pum! Amor a primera vista. Así de sencillo. Para qué vamos a andar con rodeos si a mi lo que me gusta, lo que me vuelve loca, lo que me inspira y lo que me da vida es ese perfecto lunar. A mi ese lunar me hace latir.
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AVISO FESTIVOS: La semana de Navidad solo se harán envíos el lunes 23 y el viernes 27. Descartar
Mi voto esta semana repartido entre Raquel López y Ariel Pacton
Difícil elección… Esta vez voto a Sergio Santiago y a Juan José Serrano
Mi voto es para Benedicto Palacios
Mi voto es para Curro Blanco y Sergio Santiago
Mi voto es para Raquel.
Mi voto: Raquel Lopez y Coronado Smith
Juan José Serrano Picadizo
Buenas tardes, soy Ángeles y es la primera vez que os doy mi voto. Contenta de estar por aquí. Mi voto es para Raquel López.
Mi voto para Rocío RB y Juan José Serrano Picadizo.
Mi voto para..
Juan José Serrano y
Rocío.R.B
Mi voto merecidisimo,para Raquel.
Mi voto es para Sergio Santiago.
Hermosos poemas. Cada uno dejando sentimientos propios, que dejan sentir el alma de quien escribe.
Mi voto por: JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO
Mi voto es para Sergio Santiago Monreal, Neus Sintes, Rocio RB y Coronado Smith
Mi voto para: CORONADO SMITH
Mi voto es para:
Raquel López