Sospechosos – Miniconcurso de relatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir sobre el tema “sospechosos”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 14 de mayo! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO

El olor se e parecía en el aire pidiendo ayuda.
Mi nariz olfativa me llevó a ver a las personas de enfrente a mi azotea sospechosos.
Sospechosos por su forma de vestir desigual al resto de los humanos.
Sospechosos por regar sus plantas con una jeringa de saber que contenido. Sospechosos por tener en sus macetas geranios de color rojo a igual la sangre.
Sospechosos por el olor que desprende lo que están asando en su barbacoa. Y, yo, en mi soledad se duda y angustia todo lo veo sospechoso.


BENEDICTO PALACIOS SÁNCHEZ

Me llamó por teléfono una amiga. Que estaba muy sola y que después de tantos días recluida no le apetecía salir. Tampoco yo andaba sobrante de ganas. Qué iba a hacer. Los amigos están para eso. Consulté el reloj. Las nueve de la tarde. Aún hacía sol.

A la puerta de su casa, tropecé con Dionisio, un cura. Lo conozco de siempre, pues iba en mangas de camisa.

—¿Qué hace un cura de incógnito? ¿No irás a ligar?

—A confesar a un enfermo. ¿Tú no te confiesas?

—Mañana.

Ángela me recibió encantada. Sobre una mesa había para elegir entre dulce y salado. Mezclé. Pero hablando y hablando, riendo y riendo nos dieron las doce.

—¡Qué tarde! Adiós. Hasta mañana.

Puse los pies en la acera y me paró un policía. «¡Documentación!» Nervioso perdido le entregué el carnet.

—Voy a denunciarle.

—¿Una multa? Disculpe, señor agente. Se me pasó la hora. Hágame por lo menos una rebaja. Es que acabo de ayudar a un cura. Un fiel precisaba de la confesión.

—Firme aquí. Son 150 euros. Y la rebaja se la pide al cura.

—¡Hombre!

—Que le descuente parte de la penitencia mañana.


CORONADO SMITH

Miro hacia atrás con el rabillo del ojo y no le gusto nada lo que vio. Llevaba ya un rato sospechando que le seguían. ¿Quién podría ser? De momento solo distinguía una sombra, pero a él le bastaba. Había preparado minuciosamente el golpe, lo había hecho solo, a diferencia de otras veces. Se dejaba ver por sitios “decentes”, no por los tugurios que acostumbraba a frecuentar, incluso la policía llevaba más de un mes sin incordiarle, o eso creía él. Estaba empezando a impacientarse, intentaba desesperadamente encontrar una salida, pero las calles eran demasiado largas para despistar a su perseguidor. Mientras andaba volvió a asaltarle la duda, seguro que su chica le había traicionado, ahora tomaba sentido todo. ¿Por qué si no había vuelto con él, después de la última pelea, en la que acabaron con “cajas destempladas”? Sí, seguramente, era una venganza. De repente vio el callejón y no lo dudo un segundo, atravesó el contenedor en la entrada y empezó a correr en dirección al puerto, si lograba llegar, el perseguidor no tendría nada que hacer, lo conocía como la palma de su mano. Hacía tiempo que no pasaba por allí, pero iba recordando según avanzaba. Solo tenía que llegar a la última farola del acerado y girar a la derecha por un estrecho callejón que daba a un solar abandonado y de ahí solo a 20 metros estaba el puerto, su salvación. Aceleró la carrera. ¡Por fin, giro a la derecha y libre de una vez! Mientras se estaba felicitando por su buena memoria, sin darse cuenta se topó de frente con la pared, casi se estampa. ¡No podía ser! ¿Quién y cuando había tapiado aquello? Casi de inmediato y sin tiempo para reaccionar, allí estaba la sombra, su sospecha era cierta, se giró lentamente y un ramalazo de terror le recorrió la espina dorsal, lo último que pudo oír antes de desmayarse fue… ¡Mi casshhhhhhhhhhaaaaa! ¡Teléfono!


LORENA MARTÍ

━¿Sos vos o no?

━¿Pero por qué habría de ser yo?

━No sé… Porque sos la única que estuvo con él.

━¿Sos tonta? Luis también estuvo con él y nadie lo señala.

━Bueno, no te lo tomes tan a pecho. Lo importante es que tengas la conciencia tranquila. .

━Sí… Claro.

━El único problema es que, hayas estado o no, sos sospechosa igual.


TALI ROSU

Me asomo por la ventana con los ojos entrecerrados y me quedo escudriñando mi entorno. Te observo.

Tú, con los ojos entrecerrados también me miras a mí, buscas indicios de culpabilidad en mi rostro. Me observas.

Detrás de cada ventana, una mirada desconfiada.
Detrás de cada balcón, un loco en cada rincón.
Todos somos sospechosos para todos los demás
y con el dedo acusador hacemos juicios de valor.

Las arrugas de la felicidad hace tiempo que fueron sustituidas, ahora nos arrugamos entrecerrandoo los ojos; buscando alguien a quien culpar.

Cualquier movimiento provoca inseguridad, cualquier desperfecto nos hace odiar y querer matar.

Si salimos a la calle aplaudimos nuestros logros,
al volver a nuestras cuevas nos pateamos las cabezas.
Sospechamos sin saber de qué estamos acusando,
ya no importan los motivos, nos seguimos envenenando.

Con los ojos entrecerrados todos miramos a los demás, mientras las palmas aplauden solo por cotidianidad.

Con los ojos entrecerrados nos encontramos en el portal, para después ocultarnos tras las puertas de nuestro hogar.

Hogar, dulce hogar. ¿Hasta dónde podremos llegar?


RUIZ MANUEL

SOSPECHOSA

En una esquina de la habitación espera. Está inmóvil, no dice nada. Lleva varios años con nosotros, forma sospechosamente como parte de la familia. Ocupa un lugar dudoso, ni agradable ni “saludable”. La observo a una distancia cómoda y recuerdo confundido para qué está en nuestras vidas. Y me pongo a pensar en su turbio pasado. Sé por relatos antiguos que su uso era para los presos en señal de castigo.
Tiene un oscuro pasado. Pero hoy por hoy me alegro de que esté en casa, con ella voy a sitios inimaginables sin moverme del hogar aunque me sienta acusado de hacerlo como prisionero.
Un objeto olvidado que ahora más que nunca todos reclamamos como nuestro.
Mi cinta de correr.


YENNI LI

Engaño ya sospechado
sospechas por confirmar
terminando desconfiado
y mucho por sospechar.

Conspiran con el misterio
de no pronunciar palabra
pero sí emiten criterio
de una manera macabra.

Dejan grabados borrosos,
llegan, hieren y se van,
son eternos sospechosos
nadie sabe lo que harán.

Nunca será una certeza
siempre dejan inquietud,
sospechosos de extrañeza
y tenebrosa quietud.


MONTSE SANTAMARÍA

Mamá! Mamá!
Una noche más se rompía el silencio. Beatriz corría de nuevo al cuarto de su pequeña, donde la encontraba temblando, agarrada a su pequeño oso de peluche.
– Tranquila ya está mamá a tu lado, ¿qué te pasa? – sabía el temor que le recorría el cuerpo y sabía la respuesta, pero también sabía que debía preguntar porque así saldrían sus miedos, sintiéndose protegida por esos abrazos que durante todo ese tiempo eran los únicos que recibía.
– Mamá, ¿los yayos están bien? ¿Por qué no puedo verlos, por qué no me dejáis abrazarlos, es que ya no me quieren?
– Cómo no te van a querer, eres lo mejor que tienen en sus vidas y te quieren con todas sus fuerzas.
– ¿Y por qué todos sospechan que pueden morir? ¿Acaso no los cuidamos bien?
– No, no es eso, ahora todos somos sospechosos, ahora todos podemos estar enfermos, y ellos son más vulnerables, si no los vemos es porque los queremos y tenemos que protegerlos para que no se pongan enfermos.
– ¿Y cuándo volveremos a verlos?
– Muy pronto, solo debemos seguir en casa y desde aquí cuidarlos.
Son momentos difíciles y más para los más pequeños, no entienden el motivo por el cual se les ha privado de todo lo que forma parte de sus vidas, familia, amigos, juegos, colegio, ellos no han hecho nada malo y sin embargo están castigados.
– Mamá, ¿tú crees que se olvidarán de mí?
– Cómo se van a olvidar, eso nunca cariño – contestó Beatriz con el corazón roto, al ver las dudas y los miedos que aterraban a su pequeña. – ¿Me quieres contar tu sueño?
– He soñado que iba a ver a los abuelos y un gran monstruo redondo con muchos brazos, me decía que los abuelos no me querían ver. Yo intentaba llamar a la puerta, pero él no me dejaba y me gritaba que me fuera que no los vería nunca – Alicia rompió a llorar, no podía soportar esa idea.
– Ese monstruo que te asusta, es incapaz de romper el amor que los abuelos sienten por ti, no debes tenerle miedo, porque ellos están bien y tienen tantas ganas de abrazarte como las que tienes tú. Ya verás como dentro de nada volverás a estar con ellos. Ahora duerme y piensa en todos los momentos bellos que disfrutas junto a los abuelos.
Cuando, Beatriz volvió a su dormitorio, como todas las noches no pudo conciliar el sueño. Su mente volvía a llenarse de preguntas, de miedos, sí de miedos como su pequeña, ella también temía a ese monstruo. Qué curioso que de la noche a la mañana todos fuéramos sospechosos, se había creado una situación de desconfianza, de temor, de angustia. Mirábamos a nuestro alrededor como si aquel que siempre había sido nuestro mejor amigo, ahora él podía ser el enemigo. ¿Esta situación de desconfianza iba a marcar nuestras vidas, estaría siempre a nuestro lado? Una de las preguntas que se hacía siempre, deseaba volver a ese pasado en que, a pesar de haber perdido el trabajo hacía un año, a pesar de tener que luchar duro para sacar a delante a su hija, a pesar de llegar a final de mes con dificultad, a pesar de todos los pesares, era una vida llena de amor, de esperanzas, de ilusiones; y ahora esos pequeños momentos que le daban fuerzas para seguir hacia delante, estaban ocupados por aquel monstruo que asustaba a su pequeña… y a ella también.

JESÚS COSTOYA FERNÁNDEZ

Al bajar las escaleras ,tropezó con un señor que a su vez las subía .las carpetas y folios que llevaba en la mano le cayeron por las escaleras.simplemente apuntes anotaciones diarios personales que para él tenía mucho valor .se disculpó amablemente,recogió todo y se fue

El día amanecía soleado ,apenas había gente en los parques, solo se escuchaba el canto de unos pájaros … Sinónimo de alegría para muchos, incluso para teóricos que han defendido a lo largo de los años que las aves pían por puro gusto, porque les divierte.

Decidió entrar en una cafetería mientras esperaba un compañero de trabajo..
Era grande , confortable con una gran variedad de productos autóctonos y una amplia carta de los platos típicos ..
Probó una variedad de los platos ,se tomó un café mientras leía de reojo la prensa .No dejaba de observar por la ventana del local como fuera en la calle un agente (comisario) tenía a dos sospechosos contra la pared ..

La cafetería hacía esquina con un colegio y un pequeño parque infantil.se rumoreaba que trapicheaban con drogas


PAPALLONA LILA

A partir del 2001, cualquier persona con aspecto árabe era puesta bajo sospecha en los aeropuertos. En España, a partir del 2004 podías entrar en pánico al ver una persona con aspecto árabe con una mochila en el metro. Hoy día, el mundo entero entra en pánico cuando alguien tose a nuestro lado.


JULIA HÉRNANDEZ

Son las 8 de la mañana del día 3 de mayo de 2020. Es el segundo día que puedo salir a andar bajo un horario establecido debido a la pandemia.

¿Me he planteado salir a correr para poder llegar más allá del kilómetro o para permanecer más tiempo en la calle?

Sí, por supuesto.

¿Lo he hecho?

¡No!

Nunca me ha gustado correr, es más, envidio la cara de satisfacción que tiene la gente después de haber empezado por un km y conseguir llegar a los seis, esa motivación intrínseca que les hace levantarse temprano con una sonrisa al saber que van a poder calzarse unas deportivas, pero no, no es mi caso. A mi me gusta andar. Me gusta andar y mucho por cierto, perderse por las calles durante horas y horas, caminar bajo la lluvia, disfrutar de los pequeños regalos de la naturaleza y cosa así.

Ayer vi a muchos sospechosos, gente que puedes deducir que no han corrido en su vida y que de la nada se han vuelto unos runner de manual. Ropa deportiva intacta acompañando caras del color de las amapolas, cuerpos temblorosos delante de una cuesta e incluso alguno al borde del colapso…bueno, más bien del flato.

¿Los envidio?

¡Para nada!

Prefiero estar una hora disfrutando del paseo, el aire casi limpio que hay ahora en Madrid, ¿quién me iba a decir que podría oler las flores y la hierba en mayo? ¿O qué podría ver las Cuatro Torres desde casa?

Y así, ensimismada con el sol y sacando pensamientos positivos ante todo lo malo de estos tiempos, derepente, me he encontrado a otro sospechoso.

Iba yo volviendo de mi paseo matutino, cuando he visto a un chico caminando a lo lejos. Al verme, se situó en el extremo opuesto, ya que compartiamos acera.De pronto empezó a estornudar. Con cada estornudo veía como su figura se iba aproximando, uno, dos, tres…

El cuarto estornudo llegó cuando ya estaba lo suficientemente cerca para ver que llevaba un chándal de Nike y unos calcetines de aguacates.

¡Horror!

Más de 50 días evitando el contacto con el mundo exterior y ese era mi fin, así de simple, fácil, a escasos metros de mi casa.

Quinto estornudo, me invade el espíritu del runner de pandemia y empiezo a correr como quien juega al pilla pilla en el patio de un colegio. Pánico, miedo, histeria, paranoia…a lo lejos una voz gritando ¡qué sólo es alergia!


GASTÓN MOMEÑO

—Al mismo avión no me subo —Le dije un otro pasajero.

—Cualquiera se puede dar cuenta que está en algo raro. Se ve muy sospechoso —Me responde.

— ¡Mirá! ¡Mirá! —Le dije exaltado Y continué—: Un policía lo debe estar interrogando.

— ¿Dónde le encontrarán la bomba? ¿En la barba o es su túnica? —Me contesta con una pícara sonrisa.

El policía y el sospechoso después una corta conversación, se saludan con la mirada. El oficial se aleja.

— ¡Esto es el colmo! Los mismos que tienen que protegernos son permiten terroristas —Dije indignado.

Con todo el peso de mi abundante equipaje, corrí tras el policía y le pregunté:

— ¿Por qué dejaste ir sin interrogar a ese sospechoso? ¿No es acaso tu trabajo cuidar la seguridad del Aeropuerto de Madrid?

— ¿Cómo? ¿Sospechoso? ¿Quién? —Me Responde el oficial vacilante y confundido ante mi reclamo.

—El hombre de túnica y barba larga. Ese. El de ahí.

—A ese hombre no se lo encuentra sospechoso de nada. Te diría más, desde que llegó a esta terminal, que nos estamos haciendo casi amigos. Nos la rebuscamos para entendernos —Me comenta el oficial.

Mi mirada y mis ojos habían pasado de la indignación al enojo y del enojo a la confusión.

—¿Amigo del árabe desde que llegó? ¿Desde que llegó a donde? —Pregunté.

—A este aeropuerto. Hace casi dos meses. Y no es árabe, es sirio. Viajó con su esposa e hija desde Siria hasta Turquía. Desde el mar llegaron navegando hasta Grecia y caminaron hasta Atenas en caravana con otros refugiados. Para llegar a Madrid y seguir con su viaje, los dividieron en grupos y se encontrarían en esta terminal. Su familia aún no ha llegado y no hay noticias al respecto. Al parecer tendremos a nuestro huésped por mucho tiempo más.

Tres semanas después vuelvo al mismo aeropuerto. No me sorprendió. Ahí estaba el sospechoso. El que llamé terrorista. Con su barba muy larga, la misma túnica y sentado en el suelo esperando a su familia; al igual que casi tres meses atrás. Es la segunda vez que lo acoso con lo acoso con la mirada; esta vez me dirigió un instante su mirada. Creo que si siguiese mi lógica para identificar criminales, no se que clase de sospechoso sería para el.


DAYANA CHALA

Hoy 03 del mes de las madres no me levanto mi peludo, lo hizo el salvaje ruido de los carros…
Segundo después a la hora del desayuno sentí un olor a medicina y un ambiente a hospital que hacía erizar mis bellos, alguien entra por la puerta de la que es mi habitación y con una voz familiar dice «buenos días cariño», me entrega torpemente mi pocillo de chocolate, pero hay algo extraño, aún no puedo ver lo que está pasando a mi alrededor, creo que aún sigo dormida.
¡ALTO!
Acabo de darme un horrible pellizco y lo sentí, eso significa que estoy despierta, pero sospecho que algo anda mal, nunca me dan mi chocolate en la cama y los carros nunca se oyen tan cerca.

Lo último que recuerdo fueron unas luces muy brillantes.


SARA CHINI

Le subo los pantalones azules y se los abrocho con cuidado mientras no para de moverse. Ahora paso por su bracitos su camisa preferida, la naranja con el emoji de la risa. Le encanta ponerse esa camiseta, la señala y sonríe, pero sigue moviéndose, hace gestos con la cabeza repetidamente. Está muy nervioso. Tiene muchas ganas de salir y después de tanto tiempo en casa esto es como si fuera una experiencia nueva. El bicho también le asusta pero ya le he dicho que si no tocamos nada y no nos juntamos con los demás, el bicho no llegará a nosotros. Bajamos las escaleras y por fin salimos a la calle. Sentimos otra vez la calidez del sol en nuestra piel, la brisa del aire. Qué feliz está, pega saltitos y no para de decir ‘calle, calle’. Bajamos la cuesta hacia el bulevar y alguien desde una ventana empieza a gritar algo. Seguimos bajando y alguien más se une a los gritos. Nos gritan a nosotros. Él se pone muy nervioso y empieza a mover la parte superior del cuerpo de atrás hacia delante sujetando su cabecita con las manos. Nos espetan que no se puede salir a la calle, que nos vayamos a casa. Lo dicen con desprecio. Está sufriendo un ataque así que le cojo en brazos y me como las ganas de responder a esas voces furibundas que nosotros sí podemos salir. Le acarició el pelo mientras nos volvemos a casa, pegándonos a la pared, escondiéndonos como si fueramos sospechosos.


DAVID DURA MARÍN

Como cada intervalo de tiempo las olas tocaban la arena y en algunos casos las piedras.
Todo está en insistir, lleguemos un poco más!.
Y a fe que llegaron algo más, entrando en el salón de mi casa.
No contentas al roce de mis pies, las aguas retrocedieron.
Como nadie me había votado con el tema de las ventanas saqué la cabeza buscando algún voto perdido.
No tuve tiempo a coger aire mientras sospechaba que me iba hartar de playa.
Muerto en la profundidad del océano todo es llamar al más allá con caracolas de mar.
Nadie responde después del gran tsunami.
Serán las mamparas de plástico creando interferencias, las mascarillas ocultando la voz.
Yo qué sé.


ARIEL PACTON

Nueva religión
Sospechoso en su porte de autoridad universal. Cabellos enrulados cortos y un poco canos en las sienes. Lentes negros grandes que agrandan sus pequeños ojos maliciosos. El pastor con la palabra infalible que no puede ser puesta en duda. Todos apelan a su análisis. Inédita cienciología política que viene desarrollando desde Etiopía en el marco de regímenes dictatoriales de cadete a Ministro de Salud sin ser profesional de la salud.
Como filósofo de la calle les anuncio que sospecho que este profeta usando a una buena parte de la ciencias ha erigido, usando al cristo coronita como emblema, al estrado mayor a una nueva religión.
Esta religión tiene un enemigo que está, desde y en, la eternidad presente. Su Dios malvado tiene nombre, se llama: “los virus”. Hay que combatirlo todo el día y sin tregua porque corre y muta y en cada ataque amenaza con volverse más agresivo.
Además, siendo que la cura no es posible, esta nueva religión no ofrece redención ni salvación. Por sus características sospechamos que es una religión totalitaria porque tiene normas jurídicas para todos los aspectos de su liturgia: cloro, barbijo permanente y en sus cánones, se obliga a la perpetua distancia entre amigos, amores, vecinos y concubinos.
Sospechoso de esta nueva religión me hago cruces, suelto el barbijo y salgo a correr.

AGUSTINA BOUCHERIE

Me gusta mucho ir a la escuela, porque veo a mis amigos y a mi seño Josefina que es muy buena. Me gusta mi aula, tiene todas sus paredes decoradas con dibujos y creaciones nuestras, además de un cartel gigante que dice “Bienvenidos a cuarto grado, será una aventura maravillosa” con muchas flores, caritas felices y corazones a su alrededor.

Los primeros días fueron muy divertidos e iba a la escuela con muchas ganas, pero hace unos días algo cambió. Entró un compañerito nuevo, se mudó a la ciudad hace poco y empezó la escuela unos días después. Se llama Ramiro y viene de Bahía Blanca, el primer día la señorita le dijo que se sentara junto a mí, que yo era una gran compañera.

Tiene muchos lápices y una cartuchera grande negra con autos rojos y rayos amarillos. Todo estaba bien, hasta que me pidió prestada mi lapicera roja con aroma a frutilla, mi favorita que me la regalo Papa Noel. Al verlo y escucharlo hablar, sentí algo extraño en mi pancita… algo que me dejó pensando en ello todo el día, era muy sospechoso. En el recreo fui a saltar la soga con mis amiguitas, Ramiro se acercó a nosotras y nos preguntó si podía saltar y me miró a mí, esperando que yo respondiera. Fue ahí cuando me miró fijo a los ojos que nuevamente sentí esa sensación desconocida, como si me hicieran cosquillas o como si una murga de mariposas bailase dentro de mi pancita, una sensación rara y sospechosa…

Ramiro es bueno, tiene un pelo muy lindo del color del dulce de leche, me gusta verlo cuando se sienta en el banco frente al mío e imaginarme que con una cuchara gigante me como su cabello con sabor a dulce de leche y tiene una risa muy graciosa, me gusta cuando se ríe… Pero cada vez que voltea a pedirme o a decirme algo, esa sensación sospechosa en mí se hace cada vez más grande, como los pies de mi tío Beto o como la luna cuando esta redonda como la panza de mi abuelo Gabriel. Lo mismo cuando en el recreo me pide galletitas de limón o jugar conmigo a la mancha… ¿Será un brujo y habrá hechizado mi pancita? ¿Me habrá hecho comerme hormigas mientras yo dormía? Es sospechoso.

Ayer la señorita nos contó un cuento que al final la niña de la historia, decía que cuando veía a su vecino andar en bicicleta, sentía todo lo mismo que yo en su barriguita y ella lo llamó “amor”… ¿¿¿amor??? Que cosa tan sospechosa.


ALBERTO LÓPEZ MEGÍAS

Sospechoso , es caminar por la calle misericordia y encontrarte a alguien, sospechoso es aquel consentido sea un niño menor de 14 , me entra la sospecha de que tener un chándal es una estrategia sólida , tan solida como el iceberg que hundió al Titanic .
¿Es lo mismo pasear un niño que andar con el perro ? Pregunto con osadía y sin más ¿Las aglomeraciones de personas son conspiraciones? Que locura si siendo cierto dirán que miento , vivir en eterna duda es de todo menos sospechoso.


CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

—¿Lo cuento o no lo cuento en Twitter?

Mejor no.

¿Igual en Instagram?

Esta máquina del tiempo que me ha hecho tomar tierra en la era de la imbecilidad no me está gustando un pelo…

Ahora ¿cómo regreso a mi estado natural?…

A mi espalda, mil voces claman a coro que ha llegado una «nueva normalidad».

Sospecho una vez más que nos toman el pelo; o yo no soy capaz de digerir el significado de «nueva» y «normalidad». ¿Qué puede tener de nuevo que tu vecino te espíe como lo ha hecho siempre, ahora sin disimulo, desde el balcón, simulando que mira al horizonte perdido, mientras simula filosofar platónicamente agarrado al teclado, contando sus fábulas en todas las redes –las tiene todas- sobre ti, sobre la del tercero, la del quinto, la del segundo…¿Qué tiene esto de nuevo? ¿Y de normalidad?

Si para algo sirve esta nueva, o vieja, o manoseada, vapuleada era es, para demostrar que el mal llamado género humano no cambia, que solo los escenarios, los cortinajes, cambian de tonalidad, que el fondo de la función sigue siendo el mismo, y todos somos sospechosos. Ninguna guerra es suficiente para producir en nosotros metamorfosis alguna. Seguimos las instrucciones del maestro de orquesta. Si hay que bailar se baila, si hay que llorar se llora, si hay que aplaudir o cantar se hace, con el desentone de una cigarra…pero lo importante es no ser sospechoso; no vaya a ser que tu vecino te grabe desde su balcón, y ahí, sin maquillaje, viajes por la nube sin filtros, aparentando normalidad. ¿Normalidad? ¿Qué es lo normal? Te preguntas a estas alturas.

Sospecho que mi vecino es sospechoso de sospechar que, yo sospecho de cada individuo asomado a sus sospechosos balcones.

Aquejado de anosmia y disgeusia -no por la plaga que asola el mundo- sino como cualidades congénitas que adornan su ser. Ni gusto, ni olfato, ni vista.

Un «covidiota» asomado al balcón de una vida cargada de sospechosa desesperanza.


MATILDE LLEDÓ

La tapadera perfecta
¡Por la gabardina de Colombo! Aquella sí que era la tapadera perfecta. En todos mis años de carrera no había visto un truco tan bien elaborado. Mi primera intención fue sacar la placa y entrar allí haciendo ruido. Habría sido una buena jugada. Pero ¡Qué carajo! Necesitaba un trago tanto como un pez en la red una bocanada de agua.
Atravesé las dos puertas que se abrieron a mi paso invitándome a entrar. Tuve que contener una carcajada, no era tan perfecto como había pensado .Al parecer se trataba de unos torpes aprendices de hampones. ¿Creerían que no iba a resultar sospechoso aquel despliegue de cajas con forma de medicamento? ¡Jarabe para la tos! A que imberbe se le podría haber ocurrido semejante decorado.
Me acerqué a la barra y me dirigí al encubierto barman en un tono que no dejaba lugar a dudas.
-Alégrame el cuerpo y dime que tienes algo que pueda combinar bien con dos rocas de hielo.
-Ha elegido un mal sitio para ahogar sus penas amigo, me contestó señalando a dos tipos con la boca tapada que se apartaban sospechosamente de mi lado.
-Anda Morgan, todos estos tipos se suelen llamar así, sé bueno y búscame algo en la trastienda. Seguro que tienes cuatros rosas reservadas para los buenos amigos.
– Yo no me llamo Morgan señor y tampoco creo que seamos amigos.
– De acuerdo Morgan, tú ganas, es cierto que aún no hemos llegado a intimar como es debido pero seguro que a mi colega le conoces algo mejor, le dije, dejando sobre la mesa un billete de los grandes.
– Señor, aparte ese billete del mostrador y le ruego que por seguridad si desea algo pague con tarjeta.
– Con que esas tenemos Morgan, anda déjate de jueguecitos y dame ese material que tienes guardado si no quieres que mi amiga salga del bolsillo.
Aquellas palabras fueron suficientes. Recogió el billete y se metió en la trastienda. Al rato apareció con un par de guantes, una botella con un líquido que parecía viscoso y un tapabocas semejante al que llevaban los tipos sospechosos que estaban en el local.
-Esto es todo lo que nos ha llegado esta mañana y ahora por favor, si es tan amable, salga de la farmacia. Sólo está permitido atender a dos personas a la vez.
Me fui un tanto desconcertado, lo reconozco. Un tipo duro este Morgan.

MANUEL SIERRA

Alguien me dijo una vez que por ser hombre, blanco, heterosexual, y para colmo por medir uno noventa y pesar más de cien kilos de peso, iba a haber quien me hiciera sospechoso de todo. Y como soy persona tranquila que no soporto la incertidumbre de una hipotética acusación sobre mis espaldas me retiré a un monasterio para que nadie me pudiera achacar de nada. Pero entonces me convertí en supuesto cómplice de pasividad ante el cambio climático. Al final siempre se es sospechoso de algo.

Siento el tema polémico para ser la primera entrada.


JORDI VIÑAS REIG

A medida que la Tierra va celebrando años y años en un evolucionar sin parar, ésta se vuelve más y más compleja. Globalizada y superpoblada,nos da cabida a todos los seres que la conformamos. Con el paso de tantos y tantos miles de años,la especie humana ha ido adaptándose y subiendo de categoría al mismo son que nuestro planeta. Con cuerpos más preparados para el mundo que nos toca y cabezas más elásticas y pensantes,que conllevan la dificultad natural a una subida de nivel superior.
A mi entender,la sospecha,como muchos otros estados mentales por el estilo,vive muy presente en el mundo que nos rodea y en el propio nuestro. Sospechamos de muchas maneras y cosas,de acciones y no acciones,de muchas personas… Sospechadores y sospechosos somos. Y principalmente sospechamos de nosotros mismos. Quizás le hemos dado tanta importancia a nuestra mayor capacidad para pensar,que nos hemos vuelto más ególatras y creídos. y poco a poco nos hemos ido descuidando de nuestro origen,de lo más profundo de nosotros mismos,nuestra alma,donde la mínima sospecha no tiene cabida. Seguramente por ello hay tantos y tantos aficionados a la escritura y otras artes. Para justamente,no olvidarnos de ese campo base tan rico y abundante que tenemos,lleno de libertad, inocencia y pureza. Es nuestro pequeño gran punto,nuestro inicio. Plenamente creado para no ser ni sospechadores ni sospechosos

AARON GONZÁLEZ

Entre el canto de las aves y lo calido del sol, te miro distante, escucho tus lagrimas caer tan cerca de mi q la humedad invade mi alma, como un idioma desconocido tus palabras pierden significado al salir de tus labios y cada segundo se roba la intensidad de tu voz, esta pesadilla tiene dueño y el mensajero se equivoco de sueño, amada mia quitate ese manto de obscuridad q me asustas suelta mis manos que enfrias mi tranquilidad, escucho las aves partir y el sol se a ocultado detras de mis parpados, ya tus lagrimas mojaron mis ojos y tus palabras descansan en mi oido gracias mi amor ya puedo descansar, ya la obscura noche se lleva al culpable (sospecho) q ya podre dormir, solo fue un mal sueño

BEATRIZ ANGEL

Notaba una gota de sudor frío que le hacia cosquillas al bajar entre sus pechos. Desde hacía rato sólo miraba la hora en la pantalla del ordenador, allí, sentada en la silla de piel de su oficina, su mente ya estaba a mucha distancia de aquel preciso instante .
Trataba de aparentar que estaba serena pero cuando el reloj se acercaba a las dos del medio día ya no podía con las ganas de salir corriendo a encontrarse con él. Comían rápido en el coche, a veces el hambre de comerse el uno al otro era más fuerte y los besos y el deseo eran más que suficientes para alimentarlos. Pasaban los días y lejos de acostumbrarse se hacía más y más excitante, se olvidaban a menudo de que estaban haciendo algo sucio, prohibido, indecente…
Alguna vez aparecía la culpa, la sombra de un final más que anunciado y aunque tenían la regla de no hablar de ello era inevitable tener que abordar el tema de vez en cuando porque, desgraciadamente para ellos, aquello ya no era sólo sexo, se habían dicho te quiero.
A veces era insoportable, él llegaba a casa con la boca llena de otra mujer, el olor hasta en el más recóndito de ser de otra mujer, el alma cosida a otra mujer. Su esposa, una mujer maravillosa, madre de sus dos hijos, se preguntaba en silencio observando a aquel hombre, escrutando cada ínfimo movimiento, dudando de sí su mente enajenada le estaba jugando una mala pasada. Sospechaba, sospechaba de ellos desde que un domingo le mintió, supuestamente se iba a hacer un trabajo, era electricista, y le compró un regalo en una tienda que estaba al lado de la casa de su amante, había quedado reflejada en el extracto de la tarjeta bancaria.
Se pasaba el día al teléfono y cuando peleaban él ya no era el que iba a arreglar las cosas, en el fondo lo sabía pero no quería escuchar esa voz interior que le gritaba.
La «familia feliz» se fue de vacaciones y un mensaje de madrugada la despertó, el móvil de su marido estaba sobre la mesita de noche, no quiso leer el texto pero pudo ver de quien era. Los dias siguientes fueron un infierno para todos.
Cuando volvieron todo había cambiado, ese día miraba el reloj de la pantalla del ordenador pero no estaba exicitada, estaba aterrorizada, nunca había amado así y aunque en el algún momento se olvidó de cual era su lugar supo enseguida que lo iba a recordar para no olvidarlo. Salió de allí casi arrastrada por la inercia que hace girar la tierra, con el peso de la pena sobre los hombros y cuando él se subió en su coche supo que aquella, sería la última vez.

INMA HERNÁNDEZ PAREDES

 

Descubrí aquel paraje por cuestiones de azar. Gracias le doy a la Fortuna por brindarme aquel paraíso olvidado del mundo.

En ese lugar mágico, con mi espalda reclinada en uno de los robustos troncos que allí pacen, escucho el trinar de los abejarucos queriendo hablar con las hojas de las encinas al ser movidas por el viento del oeste.

Mientras la suave brisa acaricia mi mejilla, la cálida hierba enredada en la sólida tierra, cosquillea mis pequeños pies. Que sensación tan agradable, la guardaría en una cajita para llevarla siempre conmigo.

Me sobresalto al escuchar un estruendo. Una tormenta se acerca y no he traído paraguas ni cobijo alguno que me resguarde. Miro al cielo. Atónita , compruebo que ni nubes algodonadas rondan por mi lugar secreto.

De nuevo el mismo sonido. No atisbo su procedencia. Intento afinar mi sentido del oído, me es familiar. ¿Es un timbre? Imposible.

Comienzo a ser consciente, no quiero moverme, me niego. Sospecho que mi lugar apreciado, es solo un apacible sueño.


RAQUEL SÁNCHEZ

INFLUENCIAS Y CONTACTOS

De madrugada, en la parte trasera de un vehículo, dos niñatos charlan acaloradamente.

-¿Pero qué me estás contando? Ni que fuera don Vito Corleone.

-Que sí, tío, te lo aseguro. Mi padre tiene influencias y contactos hasta en el gobierno. No te preocupes, que nos va a sacar de este lío seguro.

Minutos después, en un semáforo en rojo, otro coche se cruza en el camino del primero. De él bajan dos individuos encapuchados que se aproximan al conductor y el copiloto. Ambos sacan sendas armas ataviadas con silenciadores y les vuelan la tapa de los sesos. Los dos policías mueren en el acto. Las salpicaduras de sangre traspasan la reja que separa a los guardias de los sospechosos detenidos, impregnándoles la cara. Uno de ellos queda en estado de shock, el otro sonríe divertido.

-¿Ves? Te lo dije, mi padre lo iba a arreglar.


CRISTINA BARCO

No entendía nada.

El vecino de mi madre repitió impaciente en el teléfono – Vinieron 5 tipos en una camioneta y preguntaron por su mamá. Tres de ellos entraron al edificio y con pistolas obligaron al portero, a la aseadora y a una persona que iba saliendo a que se encerraran en el baño de la portería. Allí les tuvieron retenidos durante dos horas.

– Pero y que pasó con mi mamá?

– Ella no estaba en su casa en ese momento…- contestó el vecino, sin ver en ese hecho nada diferente a la mano de la providencia.

– Pero que pasó entonces con los tipos?- insistí yo, con un miedo oscuro que me atenazaba el corazón.

– Rompieron la puerta y entraron al apartamento 201 y empezaron a registrar todo, como si estuvieran buscando algo…

– Pero el 201 no es donde vive mi mamá, ese es el apartamento de Verónica, no? La chica que vive sola, no? – interrumpí yo, atropellándome sola con algún tipo de justificación.

– Cómo llegan 5 tipos armados buscando a una persona y se meten al apartamento de otra? Quien estaría buscando a una señora de 60 años, que hace 1 año quedó viuda?- continué

– No lo sé, yo creo que querían secuestrarla. O talvez su papá estuvo en negocios sospechosos con alguien…. Algo habrá hecho…

AUTOR: C. Barco

Gracias por aceptarme en el grupo! Nunca me había animado a escribir algo, espero sus comentarios!!


JOSMARY PIRATEQUE

… Luego del ajetreado día en el estudio con toda la locura del fitting, decidimos ir al Karaoke Bar a distraernos un rato, liberar un poco de estrés riendo unos de otros en cada show.

Ha sido de verdad un divertido desastre y ahora es el turno de Roberto quien se decide por «Remember the Time» de Michael Jackson, todos estábamos listos para el descontrol y risas pero ¡Wao Nos ha sorprendido! Canta genial, incluso se lanza con algunos pasos de la coreografía

– ¡Realmente increíble!

Sin embargo, la forma en que improvisa y cambia partes de la letra es un poco sospechosa, es extraño porque de algún modo siento que es un mensaje ¿Para mi?

Todos continuamos aplaudiendo y armando el bullicio, pero de verdad aún me inquieta todo esto…

– «In the park, on the beach…
you and me on the roof…
And what about us…»

Necesito salir de aquí… me levanto de golpe, los otros me miran tratando de saber que me pasa pero sólo les señalo que voy por un poco de aire… Esto es demasiado confuso, no entiendo nada, sólo una persona podría saber esas cosas… pero… pero…

– ¡Es imposible! – estoy temblando por los nervios…

Es que esta es una sospecha imposible de ser real, no puede ser…

– ¡Estás aquí! – se nota aliviado… pero ¿Por qué? – creí que te habías ido…

– ¿Qué fue todo eso Roberto?… No… ¿Cómo sabes esas cosas?… sólo alguien podría saberlo pero ¡Es imposible!

Estoy llorando, me matan los nervios y la curiosidad también, pero me aterra la respuesta…

– ¿Por qué es imposible?

– Nadie vuelve de la muerte… ¡Ya basta!… ¿Cómo sabes eso?

No puedo más con todo esto…

– Puedo renunciar a todo, pero nunca a ti, porque todo está más claro desde que te encontré…

No, no, no… esas palabras… sólo… sólo…

– Escúchame… soy yo… mírame… yo soy Rui

Todo me da vueltas, no puedo con esto, quiero salir corriendo, es una revelación tan intensamente dolorosa que me quema en lo más profundo…


OMAR ALBOR

Para el tema semanal
Sospechosos

Tirado en la cama
miraba el cielo
naranja del atardecer
y sabía que pronto
el día terminaria.
Me acerque a la ventana
y vi el bus pasar
con toda esa gente
sentada en él
y pensé cuantas
almas todas juntas.
Y el descanso es el motor
que las lleva a moverse luego
de un largo día.
El bus se va y en el viajan
sospechosos de cuánto
viaje particular quieras
pensar en cada uno que hará
en su próximo minuto
que pensará en el próximo
segundo.
Y si todo termina que gran recuerdo
quedará en su pupila, el segundo próximo por vivir, el instante que nos lleva más allá.
Y yo parado en la ventana sintiendo todo, mirándolo seguir al bus y ellos viajando en el rumbo desconocido.


FRANCISCO BALLESTER MONFORT

Las viejas decían que se trataba de una diabólica y etérea forma del «Ángel caído de la Envidia» que, como si quisiera anular las gracias que Dios a veces nos envía, castigaba devastadoramente a aquellos a los que la fortuna y la felicidad sonreía notoriamente haciéndoselo pagar con tan terribles amarguras que, de haberlo sabido de antemano, les hubiera hecho renunciar a su buena fortuna.
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Es curioso lo rara que es la sabiduría popular que tiene la gente como multitud para intuir las amenazas colectivas porque hacía años que, en forma de bulos y chismes se rumoreaba que una presencia extraña e intangible se había apoderado de la ciudad.
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Los policías, y menos aun yo con mi sólida formación en «la científica» que me lleva a creer solo en pruebas, hechos y evidencias, no damos pábulo a este tipo de cosas que como el » Mal de ojo», «La maldición de la gitana», «Los embrujos de Magia Negra» o el «Vudú», consideramos paparruchas de ignorantes ociosos, y jamás nos tomamos en serio investigar éstos asuntos.
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Si soy sincera, no supe explicarme entonces como sucedió aquello y ni aun ahora lo sé, pero el hecho ha sido que desde entonces, se ha generado una grieta en la solidez de mi armazón lógico que ha desguazado mi racionalidad y ha supuesto un antes y un después doloroso en mi vida.
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Fue el llamado «Caso Cenicienta» el que forzó a romper ésta inercia policial cuando el gobernador del estado, un político cuya reelección podía peligrar tras las ruidosas manifestaciones populares encabezadas por los simpatizantes y amigos de una muchacha difunta, instó a nuestro comisario jefe a que los cuerpos policiales se ocuparan de estos asuntos, aunque fuera aparentemente, con el fin de tranquilizar a una población asustada que parecía haber regresado diez siglos atrás al pánico de la superstición medieval.
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-!Martirio!, me llamo así gracias a una humorada de mi padre acerca de una cantante a la que admiraba, !Este caso es para ti !, me dijo el inspector jefe de mi comisaría de Policía con un tono que hizo impensable cualquier posibilidad de rechazo.
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Naturalmente, no soy ajena a la ciudad donde vivo y venía oyendo desde hace años aquellas fantásticas historias en las colas del supermercado, en las cafeterías, en la peluquería o en la modista y siempre las escuchaba con una sonrisa escéptica cuando alguien, tras cuchichear siempre en voz baja y referir ocurridos truculentos, instaba a los demás a no hacer manifestación pública de felicidad, riqueza o suerte con el fin de pasar desapercibido al » Ángel caído de la Envidia».
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El caso en cuestión, era el de Maruja, una muchacha abandonada al nacer en un hospicio y criada por las monjas y que gracias a su laboriosidad y abnegación en las mas duras tareas conventuales, logró adquirir una esmerada educación que cuando estalló en ella la belleza de la adolescencia la completó hasta convertirla en una auténtica joya de mujer.
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Lo de «Cenicienta», fue solo el bautizo popular que se le otorgó a Maruja cuando Carlos, el guapo hijo del mas rico empresario y mediodueño de la ciudad, se prendó de ella al visitar unas obras que habían patrocinado como donativo al convento y Maruja, que también recibió el flechazo, le correspondió cuando el joven, que solo tenía ojos para ella, abandonó por Maruja toda su retahíla de actrices, modelos y famosas que, con intención de cazarlo, pululaban en su vida como las moscas en torno a la miel .
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Todas las mujeres de la ciudad fueran madres, esposas, solteras, jóvenes o viejas, babearon durante meses con el corazón lleno de romanticismo con el noviazgo, el romance y boda de una «Cenicienta» cuyo cuento, podía ahora leerse semanalmente a todo color en las revistas del corazón y en los programas rosa de televisión con gran profusión de detalles, fotografías y reportajes, donde siguiendo el sorprendente encumbramiento de Maruja desde la mas baja pobreza a lo mas alto del la sociedad, todas disfrutaban con ella y compartían la enorme felicidad de la modesta, bondadosa y bella muchacha.
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Pero con la misma rapidez con que se desvanece la espuma de una copa de Champagne, todo se desmoronó en poco tiempo hasta la tragedia ante los incrédulos ojos de sus incondicionales seguidoras, cuando a las pocas semanas de la boda, una grave leucemia seguida de un agresivo tratamiento quimioterápico, trocó su belleza en decrepitud, se llevó su simpatía y su fertilidad y entonces, su «veleidoso» príncipe, la abandonó miserablemente en un alejado sanatorio para volver a su vida de crápula esperando su próxima viudedad mientras Maruja » La Cenicienta», se degollaba a sí misma con un cutter incapaz de seguir sintiendo tanta humillación.
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Un caso desgraciado si…, pero nada sospechoso de crimen y nada anormal si se consideraba aisladamente de los cientos de casos anteriores que se remontan a muchos años y que me dediqué a investigar : Genaro, el de la «Lotería», se volvió loco cuando a la semana del premio gordo, un pederasta violó a sus dos pequeñas mellizas mientras lo celebraba; «El atleta desgraciado», Pedro, que después de su éxito internacional con medalla de oro de maratón de las olimpiadas, una pequeña rozadura accidental en el viaje de vuelta de Japón, le ocasionó una gangrena que precisó de amputación de la pierna derecha o también; Francisco, un escritor que pintaba también y cuyas cientos de ignoradas y extrañas obras llamadas «Acuatextos» fueron inesperadamente valoradas y sin saber cómo ni por qué, recibió el premio Nobel de literatura pero que a continuación, varias denuncias por plagio le tuvieron dolorosamente amargado de juzgado en juzgado hasta que murió precisamente en el palacio de justicia, trágicamente aplastado por un ascensor y como estos, un montón de llamativos casos que, sin trascendencia policial, fueron archivados.
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Si, cuando se me asignó el tema, fui consciente en todo momento de lo delirante del asunto, sin embargo y como agente de la ley, el imperioso deber de servir y proteger a los demás se impuso en mi cerebro soslayando las cuestiones inexplicables para centrarme en los aspectos prácticos y profesionales, pero pronto fui me di cuenta de la inutilidad de mis métodos y sin pruebas palpables a las que atenerme, me encontré perdida persiguiendo sombras y fantasmas malignos y misteriosos.
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Definitivamente, si quería sacar algo en claro tendría que seguir un enfoque intuitivo esotérico y sobrenatural.
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» Martirio…veo color…está en las fotos… «Eso» está en las fotos…»..Una especie de pitonisa a la que tenía por farsante y a la que visité avergonzada de mi misma, me dijo esto tras consultar unos viejos huesos que lanzó teatralmente sobre un tapete, y con esas palabras, me dio la primera pista …
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!Y allí estaba, si!, cuando me fijé en ella me dio un vuelco el corazón. Cuando la vi, ya había mirado cien veces las fotos de la boda de » Cenicienta » dejando libre mi intuición e intentando no pensar. Aquel rostro pálido y anguloso enmarcado en una lacia melena negra como las alas de un cuervo, aquellos labios rojos y crueles y sobre todo, aquella mirada helada dirigida odiosamente a la feliz novia desde un escondido rincón casi tapado por un muro de rostros sonrientes y felices, me hizo no dudar ni un instante de que había dado con «Ángel caído de la Envidia» al que gracias a lo llamativo de su descripción pude situar, reinterrogando antiguos testigos, en las cercanías de las misteriosas desgracias.
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Sin embargo, mi corazón se fue llenando de decepción a lo largo del duro interrogatorio a que la sometí en el que la impasibilidad de su rostro ausente de emociones, su neutra mirada y las frías respuestas que derrumbaban mis pobres e inconsistentes argumentos, me hacían parecer a mí misma una ridícula policía excéntrica y desequilibrada.
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Fue cuando me incline sobre la mesa bajando la cabeza sobre el papel para ocultar la vergüenza de mi rostro escribiendo notas sin sentido, cuando percibí que aquel imperturbable ser emitía un disimulado quejido, se amorataba, se puso a temblar y un extraño sudor la cubrió toda mientras intentaba apartar sus ojos de la cruz de plata que saliéndose de mi escote colgaba de mi cuello libremente.
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!La tenía !, !Si! !La tenía ya! y además, la suerte me había ayudado a saber como destruir por fin al «Ángel caído de la Envidia».
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Solo cuando la sensación de alivio dio paso en mi mente a la euforia e inmensa felicidad al comprender el enorme éxito y la gloria que me iba suponer librar a la gente de tan horroroso tormento y orgullosamente me enderecé sacando mi pecho para mirarla con desprecio, me di cuenta de mi inmenso error porque cuando la cruz de mi colgante se ocultó de nuevo, aquel ser depredador de felicidad se recompuso de repente y lanzó sobre mi con sus ojos transparentemente glaucos la temida mirada helada que me dejó paralizada, escarchó mi mente borrando de un plumazo todas mis ilusiones e intenciones y llenó mi pecho con los carámbanos helados de la desesperación.
.
!Si…!. Se repetiría el patrón…, tristemente supe que las poderosas del fuerzas del mal habían vencido de nuevo y que tras sentir la gloriosa dicha solo me esperaba el sufrimiento y la muerte.
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Ella se marchó con una sonrisa cínica de triunfo en sus labios y yo en cuanto me pude mover, dejé la comisaría y me vine a casa para no volver jamás.
.
Ahora sé que mi nombre Martirio que para mí siempre fue el antónimo de mi vida, se ha convertido en un terrible sinónimo cuyo tenebroso final no alcanzo aún a vislumbrar .

ANAXIMANDRO SÁNCHEZ

Después de tres años viviendo aquí, escucho conversar por primera vez a dos vecinos. Uno había formado parte de la liga juvenil de un equipo de fútbol hasta que se rompió la pierna. Sus hijos juegan alrededor mientras conversan. La cuarentena los tiene estresados. Regaló sus chimpunes, sus camisetas y todo lo que le hiciera recordar el sueño perdido. Es un hombre honesto, muy pocas personas muestran sus heridas en la primera conversación. Después de curarse se rompió el talón de Aquiles. Enciende su tercer cigarro. Comparten chismes vecinales y vigilan a los niños: La vecina ya lleva tres maridos en dos años, a ver si se casa de una vez. El vecino hace fiestas por cinco soles la entrada. El otro le comenta de un amigo que vivía por aquí. Lo conoce, no solo a él sino también a sus padres, sus tíos y sus abuelos. En una fiesta se pelearon entre familias porque un primo tropezó y le tiró la cerveza en la cara a un tipo con el que llevaban peleándose desde la infancia. Sin querer, por defenderse, apuntó mal un puñete y le rompió la dentadura a la abuela del otro bando que venía a pedir paz. El abuelo le rompió los huevos con el bastón a uno de sus hermanos. Nunca pudo tener hijos y se volvió maricón. Un broncón con inimaginables consecuencias en el universo del barrio. Me imagino contándoles alguna de mis batallitas: En un recital tuve que alzar la voz para que no me arrancharan el micrófono. De repente la conversación cambia de tono:

– Es un clásico.

– ¿Qué es un clásico?

– Que no tengan hijos y se vuelvan maricones.

– ¿Te parece gracioso? Tú eres amigo de ese huevón, ¿no?

– ¿Amigo? Conocido, lo he visto una vez en cinco años.

– Odio a ese huevón y a toda su familia, son unos malditos. Aléjate o te voy a matar.

– ¡Mamá, mi papá quiere matar al vecino!

– Nunca voy a estar tranquilo contigo aquí.

– Hijito, ya vamos.

– Un latito más.

– Su primo le tiró un puñete a mi hermano y le reventó un ojo.

– Ahora.

– Mi tío le voló un pedazo de quijada a su mamá con un machete por apuntar mal.

– ¿Y qué serie de Netflix estás viendo?

– Me noquearon por la espalda… A uno le rompimos la cabeza de un rocón y le comimos el cerebro. Aunque creo que es una leyenda familiar, pero el tipo se quedó idiota de por vida.

– Disculpa, me está llamando mi señora.

Sus mujeres los mensajean, ambas temen que se asocien para tomar cervezas mientras acaba la cuarentena. Hoy han muerto tres personas, según la prensa. Me pica la garganta, me siento débil y no quiero ni moverme de mi cuarto. Abrazo mi almohada en la cama y toso lento, muy lento y pateando la pared, presa de la incertidumbre, he visto gente hambrienta por las calles, no sé cuándo volveré a comer una salchipapa.


LOLY MORENO BARNES

BUSCANDO AL SOSPECHOSO

El sospechoso era una verdadera incógnita y el intento de su búsqueda una contradicción.
Por un lado, deseaba encontrarlo y plantarle batalla. Por otro, el miedo de reconocerlo hacia correr escalofríos por mi cuerpo.
¿Como sería el sospechoso?
Habían comentado acerca de su persona miles de historias. Unas quizás más acertadas que otras. Lo imaginaba como un fantasma escurridizo que se colaba por cualquier rendija dejando el chasquido de su paso una especie de parálisis que recorre el cuerpo, sintiendo su presencia aunque exista una distancia terrenal.
Me preguntaba:
¿Como lo reconocería?
Quizás él también estaría pendiente de que lo encontrase o pensase:
¿quién será la valiente que me encuentre?
Todo parece misión imposible.
Un sinsentido de contrariedades. Pistas falsas que terminan en callejones sin salida. Un laberinto de pasadizos desesperantes con espejos que lo único que reflejan son miedos.
Todos dicen:
__Lo encontrarás cuando llegue el momento. ¡Ni antes ni después!
Cómo si todo en el destino estuviese escrito en caligrafía con detalles minuciosos.
¿Alguien podría sugerir un plan a seguir para dar con el señalado?
¡Hasta parece burlarse de mí incompetencia!
¡Pobre de mí!
¡Parecía fácil cuando son otros los que lo buscan…y yo compruebo que no he pasado jamás por cuestión tan complicada!
¿Será siempre igual dar con el sospechoso?
Reflexiono…
¿Si es sospechoso, será porque ha dejado evidencia de serlo en alguna parte?
Aunque… se dice que todos son inocentes al menos que se demuestre lo contrario.
Aun así; después de gastar todas mis energías sigo sin dar con el …
! ¡Desisto! Me doy por vencida … ¡. que siga su camino lejos del mío!
Si es que de verdad existe, pues ya lo estoy dudando y pienso que todo es un engaño, mito o leyenda.
¡Ya no me importa encontrarlo!
Quiero recuperar vida y tiempo perdido buscando un sospechoso de ficción…
De pronto caigo en la desolación y a punto de tocar fondo alguien sostiene mi cuerpo cansado.
¡Es el!
¡Lo he reconocido en mi agonía!
Si, ¡es el!
No hay duda.
Aún estado totalmente segura le pregunto su nombre para confirmar su identidad .
Me dice haciendo alarde:
¡ya me conoces!
Tú eliges cómo llamarme:
¡Príncipe Azul, Media Naranja o Alma Gemela!
…O puede que resulte ser Medio limón o Rana.


SOLEDAD ROSA

Quizás sea la forma de mirar o el movimiento de sus manos al hablar. Ese color de piel que lleva, injustamente tatuado, juicios implícitos dependiendo del tono que lo vistamos.

No se por qué, pero tenía ese algo que yo que sé. Y me sentía en una nube. Pero que bajaba cuando me sorprendía con ramos de rosas. Sería por las espinas.

Hay quienes juzgan las horas nocturnas, la longitud o el corte de la ropa, que dibujan adjetivos en los ojos de quien mira.

Quién no ha llevado zapatos que no cesan de bailar o adoptado posturas de incomprensión porque, en ocasiones, algo no cuadra. Como el vaho de los cristales de aquel coche aparcado en el camino que delataba amantes que se veían a escondidas.

Instantes en los que nuestros cuerpos paran, los corazones se aceleran y las respiraciones crecen a ritmos agigantados. Momentos, detalles, interrogaciones, presiones que nos sobrevuelan, nos persiguen como pájaros que acechan y nos señalan como tal.


FLAVIO MURACA

Fétido

Posiblemente aquello se tornaba fastidioso e incómodo para la psicoanalista de la policía. Sin embargo su pasión terminaba compensando aquel desdén. Ella intuía que este caso le serviría como epicentro de su nuevo trabajo educativo, el cual pensaba editar en un libro posteriormente.

¡Aquí vamos de nuevo!-dijo cuando escucho a la paciente retomar la conversación.

-En la soledad de los días recordé lo siempre extraño que parecía el escucharme hablar a mi misma. Despoblada la personalidad logrando que las palabras surgidas de mis labios se oyeran como si las pronunciaban otras personas. Incluso, aún después de que me ofrecieran en sacrificio al maligno. Había momentos en que la mente comenzaba a navegar sin control y me retorcía por los Dolores, todo aquello era inducido por las drogas pues sabía que una sombría idea resonaba en sus oscuras almas. Bien y mal eran conceptos a los cuales no estaba acostumbrada, solo conocía la peor cara de la humanidad y tal vez eso era lo que en realidad eran, la maldad hecha carne. Confieso que no tenía pleno conocimiento del paso del tiempo pero sabía a ciencia cierta cuando la noche estaba avanzada, debido a que la intensidad de sus desviaciones cobraban notoriedad con la luna posicionada en el cielo.-

-¿Cómo es que tenes tantos recursos discursivos? Digo, apenas sos una niña para hablar con tanta normalidad y además usas palabras complejas para tu edad- interpeló la Psicoanalista con enorme curiosidad .

-Solo sucede. Las palabras vienen a mi como un aciago invierno de oscuridad- murmuró casi imperceptible.

-Necesito que rectifiques aquello que declaraste a la policía. Entonces, ¿Cómo fue que llegaste a ese infierno?-indago.

Marisa no sabía si realmente había escuchado esas palabras en forma de pregunta o si se las estaba imaginando tal como lo había hecho en aquel sitio. En cualquier caso contar la historia la ayuda a mitigar el dolor. Ella se percató de un cúmulo de nubes rojizas detrás de aquella ventana y un arrebato pleno de sosiego se poseyó por completo en su pequeño cuerpo. Con eso entendió todo lo que habían robado y justificó el accionar que la terminaría liberando del monstruoso tormento.

-En efecto, los peores monstruos provienen de tu propia alcoba. De hecho, así se inició mi pesadilla. Según lo recuerdo, mi vida se tornó de un gris fantasmagórico a partir de los siete años-.

-¿Cuántos años dices que tienes ahora? De momento no esta escrito en tu legajo- interrumpió.

-Tengo tantos años como el tiempo. Eso no es importante ahora-.

-Entiendo. Continúa-

-Súbitamente pase de ser violada por mi progenitor a ser ultrajada por cientos de hombres que tenían encima máscaras realmente tétricas. Él, un simple pordiosero bueno para nada decidió ofrecerme como intercambio. Él también se dio cuenta de algo, se cabe, más extraño aún. No era dinero lo que recibiría por mí, era un lugar de privilegio en el culto. De hecho, él tenía cualidades más que dignas para pertenecer a ese grupo de satanistas. Tal es así que lo hicieron partícipe de lo que estaban viendo. Eso era una forma de tenerlo atado de pies y manos. Su creciente temor hizo que fluyera un natural arrepentimiento y luego se quitó la vida con uno de los instrumentos utilizados para los sacrificios. Así que si mi vida era pesadillesca hasta ese entonces, a partir de allí sería prácticamente infernal. Vi sus caras y cuerpos, todo lo ocultaban muy bien. Usaban máscaras y túnicas negras, aunque sus manos quedaban desnudas para tocar la sangre. No eran solo hombres, había mujeres también. La mayoría de las veces recitaban palabras en Latín y armaban fiestas orgiásticas que incluían a niños inocentes. Luego eran desechados como simple basura, asesinándolos de la manera más cruel. Vi como los desollaban vivos, o los desmembraban de a poco y con la sangre se bañaban en nombre de su señor. Esos ojos eran, iluminados por la maldad absoluta. Habían cientos de ojos torvos mirándome.-

-No entiendo algo Marisa, ¿Cómo es que no lo hicieron con vos todo eso? ¿Qué tenías de especial para que te trataran diferente?-cuestiono la psicoanalista.

-Nadie allí irradiaba benevolencia y virtud. Por el contrario, emanaban efluvios de maldad y la consecuencia de no morir allí se yergue pura y exclusivamente a un hecho fortuito de mi naturaleza. Ellos beben sangre, pero no cualquiera. Solo acceden a ingerir aquella cuyo adrenochromo es de un nivel superior a la media, pues supone un elixir para sus cuerpos. De manera que lo utilizan para rejuvenecer parcialmente. Es el santo grial de la inmortalidad, el hallazgo de la piedra filosofal, la piedra roseta de la humanidad. Cada día que seguía con vida notaba una vez más el escalofrío que significaba haber visto lo indebido. De alguna manera percibí que el grupo del mal debían tener un gran poder en las sombras pues, ¿Cómo harían para dibujar tantas desapariciones y muertes de niños? Finalmente comprendí que no solo eran desapariciones, torturas y vejaciones, además había un cierto instinto de canibalismo Primitivo. De ahí que nadie nunca iría a ser encontrado-

El relato aunque en cierta medida se tornaba una historia de terror ficcional, sus palabras fueron avaladas por las declaraciones de la policía. Aún así la psicoanalista no dejaba de sorprenderse por la forma en que la joven Marisa narraba lo acontecido. Las dudas se acrecentaban más y más en su interior.

-si… pero insisto ¿Cómo fue que pudiste escapar de esos depredadores?-

Como mujer racional que era tenía un extraordinario sentido científico pero un agudo escepticismo.

-Curiosamente mi adrenochromo se volvía más y más intenso por medio de las torturas. Esos olores perfumados del ambiente me hacían vomitar como así también aquellos alucinógenos me abrieron un campo visual más allá de la percepción del ojo humano. Incluso en los momentos de pleno silencio parecían que tenían sonido, con voces de ultratumba que susurraban mi nombre. –

-¿Qué voces? ¿Provenían de tu cabeza?-

La psicoanalista había leído esos párrafos innumerables veces y ni en el mundo onírico pudo hallar lógica alguna. Le pareció raro notar que Marisa no tenía madre, porque siempre es el padre la figura abandonica . ¿Qué clase de madre haría algo así?- se preguntó perdida mientras el lugar se colmaba de un olor rancio-.

Por unos instantes Marisa logró relajarse y mostrar su verdadera esencia. La imagen afloró por unos segundos y ella quedo aún más confundida pues pensó que el caso ya la estaba poniendo paranoica. Fue así que notó de pronto el cansancio acumulado percibiendo como su cabeza comenzaba a dar vueltas. Entonces, Marisa prosiguió con el relato.

-Finalmente luego de mucho entendí que todo se trataba de una perspectiva. ¿Es usted una mujer de Fe?-

-¿A que viene eso ahora? Voy a abrir las ventanas un poco. Hay demasiado olor a Fétido. ¿No lo sentís?-

-Así que me di cuenta de que podía ver lo que los otros jamás verían. Observaba el otro lado y el otro lado lo hacía conmigo-.

-Creo que estamos corriendo el eje de la historia. Acá dice que la policía allanó el lugar y te rescató de ese infierno ¿Fue así?-

– Era el momento de la hoguera de las vanidades, del miedo a lo desconocido, debía de correrse el velo. Solo hacía falta que aceptara la verdad y que ella se arrebujara como un manto propio de una revelación profana-

El olor era más intenso con el paso de los minutos. La psicoanalista encendió unos sahumerios.

-Como un profeta que levanta la voz por los que callan, por los que sufren el oprobio del infierno. Era el fuego quien se devoró la noche y me terminó purificando-

-Marisa, tus palabras son vagas e inconexas. Volvamos al momento del escape-

-Lo siento, pero para continuar me debe responder si es una mujer de fe-

-Lo era, ahora soy una mujer de ciencia-

-¿Y que la hizo cambiar?-

-¿Ahora soy yo la psicoanalizada?-

-Solo siento curiosidad, tan solo eso-

-Mis padres, se suicidaron cuando tenía diez años. Desde ese entonces dejé de creer-

-Entiendo. Es triste no recibir respuesta. Le recé tanto a dios…-

– ¡Dios, que es ese olor tan Fétido! ¿No te abruma?-

-Debe ser Moloc. Aquella noche, la última, vi que mi sangre hervía y evoque la conocida sensación de querer entregarme al diablo, que más daba, si ya dios me había abandonado tantas veces que… así que él desató las cadenas de mi sufrimiento y por medio suyo pulverice a todos en el ritual más sangriento de todos. Los devore. Luego tomé el teléfono y con la simpleza de una joven de 12 años llamé a la policía, lo demás es historia conocida, el banquete había concluido. Ahora, su fe me pertenece y se convertirá en mi escriba y como profeta tomara fiel nota de mi mensaje. Harás una historia y la publicaras. Cada uno que la lea, sabrá de mi existencia y con su miedo haré mi alimento, regocijándome en el sufrimiento-

La psicoanalista se percató con un estreñimiento mortal, que la falta de fe la habían convertido en el edecán del mal.


ZUMACHI T-POCHTLI

En la calle Margot hay una casa con ladrillos rojos, cada 22 llega una pareja y antes de terminar el día se van. La mujer lleva una sortija de matrimonio, el hombre va sin sortija. – Son amantes – dice la gente, para mí sospechosos simplemente.


JOSÉ SEGUNDO

Nos movemos por las sombras
sostenemos la respiración
uno, dos, tres
nuestras miradas cómplices
danzando entre siluetas
entrelazados
tomando las formas
como dos camaleones
retozando entre colores
casi nos ven
casi nos ven


MARCE GÓMEZ FIGUEROA

Romeo y Julieta

Sentada en el coche, la espera se me hacía eterna. Miré el teléfono; dos horas habían pasado ya desde que mi hija entrara al consultorio para su control de rutina. No había querido que la acompañara y ahí estaba yo, hecha un tedio, sin atinar ni a salir del vehículo. De pronto los ví. El muchacho salió primero, ella luego, mirando hacia todas partes. Ambos salieron hacia lados opuestos, pero de pronto ella dio la vuelta y corrió hasta él, se arrancó el barbijo y quitándoselo al chico, le estampó en los labios el beso más tierno y maravilloso q vi en la vida. Estaban casi frente a mí. Él le secaba las lágrimas del rostro, intentando consolarla. Sin poder resistirlo, la estrechó contra su pecho en un abrazo.
El ocaso los convertía en una visión mágica; una versión de Romeo y Julieta sin Montescos ni Capuletos, pero escondiendo su amor de una amenaza macabra y mortal.
La vieja amargada, dentro de mí sintió enojo, por la imprudencia, por el desenfado y el egoísmo y… de repente me encontré mirando para todos lados, rogando que nadie los hubiera visto.
Cuánto tiempo haría que no se veían?
Cuánta falta les haría estar juntos, que arriesgar la vida valía la pena por ese momento, por ese último beso?
Mis ojos se llenaron de lágrimas.
Al final y al cabo, qué importa ser sospechosos y fugitivos
por un amor que nos llena el alma?


ALBERTINA GALIANO

Se preparó a conciencia. Nunca había corrido. Hoy lo haría por primera vez.

Lavó su pelo. Eligió la camiseta, las mallas, aquellas que superaran en sí misma el estricto filtro que su modestia le imponía, dejando ver su mejor contorno.

Rodeó su mirada de un negro perfilado.
Y se dispuso a salir.

No tardó en encontrarle. Le hubiera distinguido en medio de una multitud. No era el caso.

Cada uno a un lado del camino, se miraban devorándose, no con los ojos siquiera, sino con el ansia loca de un abrazo.
………..

Al volver a casa, lo primero el lavado de manos…

El espejo, delator, le devolvió sin disimulo un rubor muy sospechoso.

Quién la creería…

Tras el primer impacto, desenfadada, se guiñó un ojo.

“El deseo tiñe de rojo tu rostro. La envidia el de los demás”.

Y se fue a cenar.

 

 

 

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66 comentarios en «Sospechosos – Miniconcurso de relatos»

  1. Voto por el relato de Montse Santamaria, ya que todos tenemos ese miedo como Alicia y Beatriz. Esperemos que todo vuelva a esa “normalidad” que todos deseamos.

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  2. Voto por el relato de Montserrat Santamaría. En esta historia se maneja con mucha naturalidad cómo la imaginación y la realidad se entrelazan en nuestra mente y se manifiesta en los sueños.

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  3. Me ha gustado mucho el relato. Sí, me recuerda a mi infancia pero al mismo tiempo en estos momentos es muy actual…tal vez muchos niños estén pasando por la misma situación, es muy real.

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  4. Voto por Montse Santamaría. Esas pesadillas nocturnas en la infancia que todos hemos sufrido alguna vez. Sueños de una realidad desvirtuada mezclada con los miedos más temidos.

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  5. Voto por Montserrat Santamaria, un relato claro reflejo de lo que deben sentir nuestros pequeño en esta situación que nos supera a todos y a ellos, los más vulnerables emocionalmente

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  6. Mi voto va para Montse Santamaria, increíble, sin palabras, me ha dejado paralizada. Que ficción más realista, menuda situación estamos viviendo y como echamos de menos a nuestros seres queridos

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  7. Mi voto es para Tali Rosu y verán que no voto triple ni nada. He visto que los textos son muy cortos comparados con el mío, supongo que nadie se anima a leer algo tan largo, voy a tener que empezar a achicar mis relatos

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  8. Voto a Montse Santamaria
    Lleno de sensibilidad. Son los míedos que están padeciendo nuestros pequeños, ante la terrible situación sanitaria que estamos padeciendo.

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  9. Voto por Montse Santamaría quien ha podido expresar este miedo global que sentimos en este momento y lo ha has escrito de una forma tan bonita y mágica y sobretodo con mucho amor.

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  10. Matilde, me he enamorado de ese farmacéutico-barman. Si de aquí a poco me busco una nueva mascota le llamaré Morgan. Buenísimo tu relato, un humor sagaz que me sacó más de media sonrisa.

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