Reseña de El camino de Malarrama, por Antonio Luis Galán.
Comienzo mis palabras diciendo algo que ya sabemos todos: el autor, Luis F. Sánchez Cáceres, es un seductor, así, a boca jarro, sin anestesia: ¡el autor es un seductor!
María Moliner, en su diccionario, dice que seducir es cautivar el ánimo… Eso es lo que hace Luis, nos cautiva desde la primera página hasta la última. A lo largo de todo el libro nos sentimos seducidos por su palabra, su forma de unirlas, sus relatos.
Desde la primera página del libro hasta la última nos quiere cautivar el ánimo. En la primera página dice la dedicatoria: «A mi padre… y a mi madre, la mujer más valiente que he conocido». Y más abajo en esa página escribe: «Aunque no te vea, aunque pienses que no te estoy mirando… no deseo otra cosa que no seas tú…». Con estas palabras el lector que hace suyo el libro se siente seducido y entra en las páginas del libro, como decía Miguel Hernández en su poema para la libertad., “entro en los hospitales y entro en los algodones.. Como en las azucenas”. Así entra el lector en el libro después de esta página, como en las azucenas… a libar su néctar.
Las últimas palabras del libro dicen: “No quiero morirme de melancolía, ni tampoco quiero pasarme el resto de mi vida durmiendo, inocentemente, a la sombra de una mimosa, con los ojos abiertos”. El escritor pide al lector que después de leer estos personajes del libro, abra los ojos y mire. Que mire la vida que pasa a su alrededor, que no dormite con los ojos abiertos como si lo que pasa a su alrededor no le importara. El problema no es morirse, queridos amigos, el verdadero problema es dejar morir lo que hay a nuestro alrededor mientras vivimos. Ahí nos deja su aviso el escritor en la última página de su libro.
Por otra parte, María Moliner dice que seducir es, también, persuadir con engaño. Cuando leemos algún capítulo del libro, el escritor nos presenta al personaje y lo describe. El lector mientras va leyendo piensa: «ya sé quién es, ya sé quién es este personaje…», pero inéditamente el escritor continúa escribiendo, hace unos cuantos giros gramaticales y te descoloca, ¡ya no es el personaje que tu creías!… y te obliga a la experiencia de repensar otro personaje distinto. Esa es una grandeza del libro… Te trae y te lleva por el camino de Matarrama y, conociendo en parte a los personas, pide tu colaboración para completar los personales poniendo tus propios recuerdos sobre ellos… Y es entonces es cuando el personaje vuelve a vivir, vuelve a tener vida…. Te hace recordar la verdad de lo vivido con ese personaje…porque lo que llevamos en el corazón es tan cierto como lo que ven nuestros ojos.
Al comenzar a leer el libro se tiene la impresión de que Malarrama es un nombre ficticio, pero al avanzar en la lectura se sabe perfectamente dónde está ese camino y el porqué de ese nombre. En un capitulo entendí el título… y entonces me vino a la memoria el romance del conde Arnaldo: «Respondiole el marinero tal respuesta le fue a dar: Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va». Esa es la intención del autor que le acompañes por las páginas del libro y él te contara su secreto, sus pensamientos, sus recuerdos… «Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va».
Pero el camino de Malarrama es, también, un recurso literario por el que Luis Sánchez hacer caminar a sus personajes que no son del todo verdaderos, ni del todo ficticios, sino todo lo contrario, como diría un gallego. Sus personajes caminan, pero no caminan solos. Luis les acompaña, también hace el mismo camino de Malarrama, y lo cuenta, lo escribe. Quien camina realmente EL Camino de Malarrama es el autor, y escribe de su vida, de los años de su niñez, de su juventud, de su edad madura… Lo escribe todo desde su percepción.
Luis camina el camino de Malarrana y acompaña a gitanos, marqueses, trajinantes, portugueses, tratantes, el tío Nicolás, Carmen, su padre y su madre y, sobre todo, sobre todo, yo creo que lo camina con su abuelo:
«Mi abuelo madrugaba tanto que hacía sentir vergüenza a la propia madrugada y cuando iban brotando las primeras luces del alba y el aire se impregnaba del olor a pan caliente…él ya había puesto horas y leguas de por medio. Luego volvía de la misma forma que había partido, silente, encapotado y a deshora, a lomos de aquella yegua oscura que lo protegía».
El abuelo camina muchas veces en el libro porque es la manera que tiene Luis de hacerle revivir.
El camino de Malarrama es para Luis el lugar para contar sus historias y hacer presente sus recuerdos. Pero los recuerdos, aun los más bonitos, no son la realidad que se vive ahora, solo son hermosos recuerdos del pasado, y para hacerlos presentes de nuevo, Luis crea estos personajes. Hablan los personajes ciertamente, pero cuentan muchas vivencias de Luis Sánchez de entonces… y de ahora. Los personajes del libro no siempre terminan bien, otros si, como la vida misma que vivimos ustedes y yo.
El camino de Malarrama nos lo presenta Luis como si fuera la vida misma y es como si nos dijera a todos: caminante, viajero camina tu camino, busca tu propio destino, no te obsesiones por llegar, el camino de hoy es el que importa. Como no recordar las palabras de Antonio Machado: caminante no hay camino sino estelas en la mar. Las estelas de la mar, espuma al fin, son el recuerdo de aquellos que —para cada uno de nosotros— han significado algo en la vida. Muchos de esos personajes al leerlos serán también nuestras estelas en la mar.
Esos personajes que Luis ha creado para este libro ¿de dónde salen?
Algunos provienen de la historia personal del Autor. A los que ha conocido y convivido. Incluso los nombres son familiares: Tomas…
Otros personajes los saca de leyendas que se transmitían de padres a hijos: “algún tiempo después oí contar a mi madre que, a su vez, lo había escuchado de mi padre, que muchos años atrás, incluso antes de haber nacido él”… La tradición oral, lo que se contaba en las familias…. En Talayuela muchas cosas las sabemos porque nos las han contado…
Otros son personajes entrañables que todos hemos conocido y tratados por el recuerdo del autor, que les dignifica.
Los personajes vienen en paisajes conocidos por todos: Talayuela, que no la nombra, la llama «la aldea». El salto del gitano. La finca de San Marcos. Personajes viven en los lugares que vivió Luis o conoció por tradición oral…..
Personalmente le agradezco a Luis el Libro porque en sus trescientas páginas me ha mostrado el tesoro interior de mucha gente, me ha suscitado muchos recuerdos y vivencias.