El clima (miniconcurso de relatos)

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema «el clima». Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 6 de febrero! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

 

LOLY MORENO BARNES

EN LA TORMENTA

De pronto me encuentro en una horrible tormenta.
No es la primera vez ,pero esta parece terminar conmigo y eliminarme del universo .
La corriente me zambulle al fondo del rio y me transforma en añicos .
No podría ser peor mi suerte; rayos y truenos se deslizan desde las tinieblas de las espesas nubes y el viento huracanado destroza todo lo que se encuentra a su paso . Quiero llegar hasta la orilla aunque eso signifique perder mi vida en el lodo que todo lo envuelve .
Es imposible seguir sin brazos ni piernas . Ya no siento mi cuerpo remar .Ya no brilla mi cara .
La tormenta me ha tumbado mostrando tenuemente mi espalda empujándome a la muerte . Alma y corazón aún existen y no quieren dejarse vencer . He rodado desde el cauce hasta las inmensas olas de la playa y luego mar adentro .
Un ronco monstruo pretende terminar mi existencia entre barcos fantasmas a la deriva.
Desde el comienzo de los tiempos siempre hay esperanzas y hoy no será la excepción.
En medio del dolor , renazco como cada vez que mi enamorado corazón decide bajar hasta el espejo de la tierra a reflejarse. Enjuago mi blanca cara para retirar cualquier vestigio de cruel pasado… me elevo tras la colina flotando entre las estrellas y vuelvo a brillar nueva , menguante, creciente y llena!


ANTONIO ALBALÁ

(Monólogo de un corredor)

Últimamente no llevo una alimentación adecuada, eso no es bueno para la actividad física. Se repite el cocido de esta mañana y va a salirme por las orejas. Confío que cuando pasen unos diez minutos desaparezca el malestar, disminuiré a un ritmo más lento para recuperarme.
Saúl está en forma, se nota, no puedo acercarme a él, pero mantengo la distancia. Confío en aguantar esta pequeña “pájara” y acercarme en unos metros.
Voy empapado de sudor hasta las “trancas”, el calor me viene bien. Hace un día horrible, con temperatura alta como me gusta. ¡Vaya, si allí está Luisa! Está haciendo estiramientos, voy a mirarla indiscretamente, no me va a reconocer con esta visera y las gafas de Sol.
Sigo aguantando la distancia a Saúl y el tío continúa muy fuerte.
Por cierto, mañana tengo que ir sin falta a ver a mi tía. Lleva dos semanas en cama y no he tenido tiempo de verla, vaya desastre. Las urgencias de los demás acaban molestándonos e intercediendo en nuestras vidas.
Me estoy viniendo arriba, voy a subir el ritmo, los próximos mil metros los haré más rápido. El sudor se desliza por mi piel y hace sentirme bien cuando paso por una sombra extensa.
Comienza a molestarme la rodilla izquierda, tengo que aguantar. Marco un punto fijo en el horizonte y voy para allá. La máquina no se puede detener, estas zapatillas están molestándome, he de comprar otras con la pisada más pronadora.
El coche que vi antes de ayer era precioso. Lunas traseras tintadas, techo solar y asientos muy ergonómicos. He de pensar si me quedo finalmente con él. El precio es más alto de lo que esperaba, ya veré.
Ahora viene una zona de subidas y bajadas; llegamos al rompe piernas. Con dos narices voy a acelerar y levantaré más las rodillas, apretaré los puños y para arriba. Cabeza erguida, tronco recto, no se cabecea. Menudo ritmo llevo para ser un carroza, ¡me encanta! Los chavales pasan adelantando por todos lados, he de tener cabeza fría. Si me pongo a aguantarles el ritmo mañana estaré muy jodido, hay que utilizar la inteligencia y saber dosificarse. En el último repecho apretaré e igual logro dejarles atrás. Saúl, el cabronazo, ha subido el ritmo y se está escapando, he de apretar un poco más. Sí, se puede, sí se puede, sí se puede. ¡Vamos Antonio! A darlo todo. Cabeza fría, tronco erguido y vista fija al frente, no se puede perder de vista el objetivo. Las piernas van solas y siguen respondiendo. Prometo no comer más cocido, lo he pasado fatal.
Sí se puede, sí se puede. Al final de esta bajada hay una curva pronunciada, voy a meterme por el interior y ahorraré unos metros. Viene otra subida, intentaré quitarme de enmedio al joven asiático que llevo pegado a mi espalda. Continúo marcando la respiración, tomar-soltar, tomar-soltar aire. La máquina está a tope. Hay que seguir el ritmo, no me puedo venir abajo. Hace un bonito día, los edificios del fondo son una horterada. Allí vive Luisa, en el balcón está su hermana y a su altura el avituallamiento. Tengo que coger la esponja para refrescarme, me va a dar algo. Hace demasiado calor, el clima está cada vez más loco porque lo hemos vuelto así con nuestras acciones tan irresponsables.
Esta carrera no es fácil, pero he entrenado muy duro para conseguir el objetivo, comienza a haber mucha más gente por el recorrido. Esto se está poniendo para venirse arriba y no desfallecer, sería una vergüenza. ¡Vamos, vamos, vamos! Toca apretar en el próximo repecho. Aprieto los dientes y subo la zancada, las rodillas las levanto y braceo al ritmo mientras mi vista está fijada en el detalle verde del pantalón del que llevo delante. Mantendré la distancia, recuperaré y si tengo fuerzas apretaré para finalizar. Hoy es el día, vamos. Me sueno la nariz para limpiarla, menuda ducha me espera cuando acabe. No quiero cocido ni verlo y eso que era sin “pringá”.


JUAN MANUEL RODRÍGUEZ ELIZONDO

El Hombre Secuestrado
Me enteré de la historia de un hombre que, como muchos otros en nuestra desquiciada sociedad, fue secuestrado, pero él tenía la particularidad de ser tan intenso en su manera de trabajar, que sus captores mejor los dejaron ir, comentan que ya los tenía hasta la madre con sus comentarios y sus recomendaciones. Poco a poco, con sus argumentos, los fue amedrentando, hasta que llegó el momento que lo soltaron, como haciéndose los que no veían y no oían, no podían aguantar tanto estrés que les ocasionaba. Las personas que conocen al secuestrado dicen que fue una estrategia que utilizó para que con el paso del tiempo hartar a sus captores y que tomaran la decisión de soltarlo.
Este empresario es un hombre rico, por supuesto ¿Quién en su sano juicio secuestra un pobre?, de 65 años con mucha inteligencia pero más que nada astucia para los negocios, siempre ha tenido buenas empresas y a pesar que tuvo muchos hijos siempre se vio prospero en cuestiones económicas. Una ocasión estaba al frente de un partido político y comentan que era un torbellino, siempre estaba trabajando, independientemente que fuera día inhábil, no le importaba los horarios, a todos los tenia trabajando a un ritmo muy acelerado.
Regresando al hecho, todo empezó cuando iba llegando a su casa con su chofer, unas personas armadas les cerraron el paso, el chofer por falta de pericia, chocó contra un árbol que está en la banqueta, la vagoneta en la viajaban no era blindada, los secuestradores iban encapuchados y al momento los encañonaron, el empresario no tuvo más remedio que abrir la puerta y hacer lo que los captores le ordenaban, con gritos y aspavientos muy airados. El secuestro fue a principios de febrero, porque este señor llevaba una chamarra gruesa por cuestión del clima y porque habían salido muy temprano a hacer el recorrido a los diversos negocios que tenía.
Los secuestradores eran unos jóvenes de entre 25 a 35 años, sin tanta experiencia en este tipo de delitos, se les hizo fácil secuestrar a este empresario, era conocido de mucha gente que poseía una riqueza incalculable, entonces era una persona muy secuestrable, el monto del rescate que iban a pedir era de 20 millones de pesos, que comparado con la riqueza del señor no era mucho, fácilmente lo podrían conseguir sus hijos, que algunos de ellos estaban al frente de los negocios.
El empresario al sentirse secuestrado cambio su manera de ver las cosas, lo tomó como una negociación diferente, convenció poco a poco a los jóvenes secuestradores para que le pidieran consejo y él, no mostrando interés personal, les hacía ver cómo hacer las cosas para que todo les saliera bien. Un ejemplo de eso fue cuando les recomendó que limpiaran bien sus armas, para que en el momento que las tuvieran que usar estuvieran en perfecto estado mecánico, su vida estaba a merced del buen funcionamiento de sus arsenal, que les recomendaba que utilizaran aceites y herramientas especializadas para limpiarlos, pero esta recomendación la hacía con el doble propósito de ver la manera de escapar cuando al tomarle gusto a este tarea, estuvieran ocupados y con las armas inoperantes.
Otro de las recomendaciones era que deberían de estar alerta las 24 horas, turnándose y no dejar huecos, para no verse vulnerables a un ataque de alguna autoridad policiaca, pero lo que estaba procurando era causarles un estrés mayúsculo por la recomendación de siempre estar alertas. No dejarlos descansar nunca.
Un día les comento que deberían de cavar un túnel para escapar, como el Chapo Guzmán que tenía pasadizos para esconderse o escapar por las alcantarillas del drenaje, pues también obedecieron a sus recomendaciones y por andar viendo la manera de implementar esa idea, casi logra que se pelearan entre ellos por la diversidad de opiniones.
Les preguntó cuanto era el monto del rescate que estaban pidiendo, el empresario les recomendó que como era una cantidad grande de dinero, el volumen del efectivo iba a ser difícil de transportar, que mejor buscaran una manera para recibir el dinero de otra manera porque si no se les complicaría mucho mover el efectivo. Entonces los jóvenes empezaron a dudar de cómo hacerle para recibir el botín, empezaron a discutir entre ellos y no se ponían de acuerdo, para uno seguía siendo en efectivo, para otro quería que fuera por trasferencia a una cuenta de un desconocido que era hacker, los otros dos no opinaban. Este asunto les quitaba el sueño porque las advertencias que les había hecho el empresario les taladraban los pensamientos.
Un día el empresario, los convenció que no deberían de tomar ninguna bebida alcohólica o droga, porque perderían viveza para cualquier contingencia que pudieran suscitarse. Con esto el contrapunteo entre ellos creció, porque unos obedecían a sus consejos y a otros les resultaban muy esclavizaste permanecer abstemios.
Con cada comentario iba atormentando a los frágiles temperamentos de los 4 jóvenes secuestradores. Otro que les hizo fue sobre qué iban a hacer con el dinero después de recibirlo, les dijo que deberían de repartirse en partes iguales, porque todos están en el mismo barco, pero luego les metió el gusanito de que quizás alguno debería de recibir más que los otros porque fue el autor intelectual del atraco, que todo tiene su mérito y así otros comentarios en donde expresaba que no todos deberían recibir la misma suma, iba minando la frágil estructura de mando de los jóvenes. Utilizó la psicología para hacer que tuvieran conflictos entre ellos. Que había quien no se estaba esforzando de la misma manera, y todo ese tipo de cosas que hacen que empiecen los conflictos en una organización.
Ya habían pasado 30 días y cada vez este señor le hacía ver algo que los dividía y que los hacia confrontarse entre ellos, pero siempre con una manera de que él estaba solamente recomendando y sugiriendo que hicieran sus cosas para que salieran todo lo mejor posible. No sé si para el empresario la cantidad del botín se le hacía poco y que no le afectaba o era tan astuto que iba tejiendo su trampa a los jóvenes.
Les preguntaba sobre sus esposas o novias, que si las tenían cerca ¿qué porque no las frecuentaban, que si no tenían dudas en dejarlas tanto tiempo solas?, que deberían de regar su jardín diariamente porque si no otro se los iba a regar, que no fueran tontos que pusieran atención a ese aspecto de su vida, el amoroso. Pues con esto también los hacia que estuvieran con la intriga de sus amores y que perdieran la concentración de lo que están haciendo.
Total para no hacerles el cuento largo, todavía más largo, llegó el momento que se quedó solo con uno de los jóvenes que era el más débil en todos los aspectos, porque los demás se habían ido a hacer otras cosas que él les había recomendado, el único presente estaba limpiando su arma, aprovechando eso pudo salirse del lugar en que lo tenían secuestrado, solamente saltando una barda de dos metros sin ningún disparo o pelea para irse. Nunca se pagó ningún rescate, su estrategia funcionó. Aunque no sé si era estrategia o su misma forma de ser tan intensa los hizo reventar a los jóvenes.
Este empresario era y sigue siendo un hombre muy astuto que al ver a sus secuestradores muy jóvenes y manipulables, solo utilizó la psicología para llevarlos a renunciar a lo que estaban haciendo, orillándolos a un estrés que era inaguantable.


PAPALLONA LILA

Muchas cosas se callaba, las tenía guardadas en su interior, nubes cargadas que le ensombrecían el alma. Eran tantas las cosas que callaba que no podía ver la luz de su cielo.
Finalmente estalló la tormenta, todo se fue verbalizando como un gran diluvio torrencial. Está gran tormenta incómodo a muchas personas pero en su interior volvió a brillar la luz.


MARÍA SINNOMBRE

Tu abandono presagiaba un apocalipsis. Sin embargo, todas las preguntas que surgieron cuando te fuiste se desnudaron de sus signos, y el desconcierto primero se diluyó en un olvido sin necesidad de respuestas.

Quizás bastó ese pronóstico incumplido, donde rayos y refucilos faltaron a la cita, para ensayar la excusa de una danza libre en el diluvio. Esclava solo de mí, el augurio de la sequía clausurada alcanzó para correr a empaparme. Asombro: la invocación de mi cuerpo ya no requería de tus palabras.

Es ahora, en las curvas marcadas sin pudor, donde arden los latidos, huyendo del recato y la decencia; coincide el pulsar de las gotas, y me recorre la tormenta por dentro, en el arqueo del agua.

Aprovecho este apocalipsis fallido para incendiarme, prendida al presente, al reconocerme en carne.

Las brasas se alimentan con el fuego de la lluvia.


DAVID GUTIÉRREZ DÍAZ

CLIMA

Hace demasiado frío para aprender francés ¿Tú qué opinas, colega? Si, ya sé, lo de siempre, tienes hambre, estás vago, no te importa que te coma la cabeza pero tampoco me vas a solventar las movidas existenciales, lo pillo.

¿Qué te parece si levantamos el culo y vemos que pillamos para desayunar? Claro que sí, desperézate y tómate tu tiempo, con calma, cómo si esto no fuera contigo y no fueras a comer por lo menos el doble que yo. Tío, se me hace raro no ser el más vago del binomio, y eso que yo tampoco tengo ni puta gana de moverme con este frío. Qué sí, que es frío seco, pero coño, es frío frío y tu cuerpo me da un calorcito y una gustera del carajo.

Venga, va, podemos quedarnos otro rato aquí tirados sin hacer nada, total, tampoco es que haya tanto que hacer, todo el tiempo sin tiempo y al final, no hay nada que hacer salvo mirar las nubes y disfrutar el uno del otro. Claro, que eso es lo que pensaba de las relaciones y ya ves, o mejor, ya te conté, que cualquiera te presenta a ti a mis ex, la cosa era bastante más compleja y yo no lo quise saber, pese a que cada vez venía un poco menos a pasar el rato contigo, no lo quise saber. Creo que aún no quiero.

Pero me estoy haciendo viejo, me siento viejo, pese al holandés borracho que ha venido a la tienda a probar suerte tirándome la caña, los daños pesan y me estoy quedando sin fuerzas para aprender francés. O puede que sólo sea el frío. Espero que sea sólo eso y en algún momento vuelvan a prender las llamas, porque parece que estoy echando raíces en esta vida anodina y a ver qué coño pinto yo enraizado si no soy una tomatera.

No sé, Byron, me preocupa ir poco a poco dejando de veros, a tu peluda cara y a esta orilla del San Lorenzo, pero es que cada vez tengo más frío y ahora me tiemblan las manos con la idea de ponerme a aprender francés, de volver a cagarla con el alemán.


MARI CRUZ ESTEVAN APARICIO

«El clima»
El clima en el cortijo de Fernando mantenía el orden que una buena mujer pone en su casa, cría a sus hijos y, atiende a su marido.
Por otro lado Fernando había doblado la herencia de los suyos con creces en terreno de cultivo. Tantas hectáreas había adquirido con su trabajo que tuvo que buscar a un hombre con un saber un números, para que las cuentas, quedasen en su correcto ver.
A si que sucedió que Fernando con tanto trabajo no vio que su mujer se llanaba con la enfermedad, llamada, ¡que el marido no te hace caso!
¡Trabajo, Fanegas, Trigo!
Pero ahí estaba el de los numeros.. Este joven llevó al médico a la desolada mujer…
Fueron tantas las idas y venidas a la consulta del Doctor, que entre ellos surgió el amor y, Fernando se quedó en un clima de desesperación.


TALI ROSU

Es curioso. No soy una persona depresiva; incluso se podría decir que soy bastante feliz.

Pero esta mañana me desperté con una sensación diferente. Me desperté sintiendo que no tengo ganas de seguir haciendo lo que estoy haciendo: vivir. Y no tengo una vida monótona ni aburrida, todo lo contrario; muchas personas desearían estar en mi pellejo. Lo más importante… ¿He dicho ya que soy feliz?

A pesar de levantarme cada día con una sonrisa, incluso hoy, por primera vez tuve la necesidad de acabar con todo. Pero no por tristeza ni porque algo vaya mal, simplemente porque tengo la sensación de que ya puedo morir sin sentir que no he vivido. ¿Será que estoy aburrido de tener una magnífica vida? Pero no quiero inducir a error, tengo que aclarar que solo ha sido una idea, en realidad nunca tuve intención de suicidarme.

Lo interesante de todo esto es que esta reflexión la hago desde el interior de mi furgoneta; una California que solía tener equipada para dormir dentro de ella pero a la que precisamente ayer le hice una limpieza profunda y no dejé nada más que la madera; ni siquiera está el colchón. Aunque tener abrigo y comodidad ahora mismo sería irrelevante… Estoy dentro de una furgoneta que ha quedado atrapada bajo un a avalancha que podía haber evitado si no hubiera tenido esa intrépida idea de ir a buscar cerveza con tremendo temporal; llevaba todo el día nevando y desde hacía unas horas se había levantado un fuerte viento. En el hotel dijeron que no debíamos salir pero yo siempre he sido un poco rebelde.

La nieve rompió los vidrios y vino a hacerme compañía, tal vez pensó que me sentía solo. ¡Vaya idea! Creo que nunca experimenté eso a lo que llaman soledad ¿O es eso lo que siento ahora? No lo sé, pero creo que no importa demasiado… El alud no me enterró del todo; puedo respirar y he sido capaz de sacar el teléfono del bolsillo de la chaqueta. ¡Menos mal! Me alegro mucho de poder escribir estas últimas palabras. Sí, últimas. Creo que la profunda herida que me hice en el cuello con el hierro de la puerta está llevándose toda mi energía a otro sitio. Mi perfecta vida está llegando a su fin y tengo que decir que estoy tranquilo. Me alegra saber que moriré con una gran sonrisa en el rostro, la misma que aparece cada mañana y que me acompaña durante el día formando parte de una alegre personalidad.

Gracias vida por tanto. Ha sido un placer.


CORONADO SMITH

Mari Cruz era una niña aplicada en el colegio, Doña Cristina había mandado hacer una redacción sobre el cambio climático y aunque ella había oído a los mayores hablar de eso, no sabía bien que significaba. Lo primero que hizo fue preguntarle a sus padres que le explicaran que era eso del cambio climático. Le enseñaron artículos de la famosa Greta, del Al Gore y le dieron sus opiniones. Con toda la información recibida Mari Cruz hizo su redacción. Salió contentísima por la mañana hacia el autobús que la dejaría en el cole. Se había quedado hasta tarde redactando pero estaba bastante satisfecha con el resultado, aunque eso había hecho que se levantase casi con la hora justa. Mientras andaba en busca del autobús iba releyendo lo escrito una vez más por si acaso… «La principal causa del cambio climático es el calentamiento global y tiene múltiples consecuencias negativas en los sistemas físicos, biológicos y humanos, entre otros efectos. La atmósfera está compuesta por diversos gases que, en la proporción adecuada, cumplen su cometido. El problema está cuando las actividades del ser humano aumentan la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera y ésta retiene más calor del necesario, provocando que la temperatura media del planeta aumente y se produzca lo que popularmente llamamos calentamiento global…» Plafffffff Mari Cruz no vió que se acababa la acera y fue a caer derechita sobre un charco de aceite que empapó por completo su redacción, sí, el destino cruel había convertido el cambio climático en un cambio de aceite de un Renault 19, pero el efecto era igual de devastador.
PD. Los nombres de los personajes son totalmente inventados y no están inspirados en nadie que conozca.

EMILIANO HEREDIA

PRIMA…..

… Aquí, las noches, a veces se hacen tan largas como una espera inútil.
Frias.
Húmedas.
Heladoras.
Llueve, la inmensa mayoría de los días en èsta selva de tantos ruidos.
Atronadores.
Ensorcedores.
Amanazadores.
Días de lluvia fina como gasa, que lo cubre todo, como si el tiempo se hubiera ido de viaje y hubiera cubierto todas las cosas de este mundo para que no las afecte el polvo de la soledad.
Los días peores, son aquellos que, galopando encima de nubes negras de presagio, el diluvio descarga, toda…
… su furia
… su ira
….su rabia.
A veces, las más, el pedrisco que en ocasiones le acompaña, me deja horribles…
… heridas.
…magulladuras.
… cicatrices.
Es verdad que, es justo que hay días de sol.
Los menos.
A veces, es tan abrasador ése sol que pareciera que quisiera derretir éste invierno eterno en donde estoy.
O, quiere ser cálido, pero es como acercar una cerilla a un iceberg.
Aquí nunca ha habido primavera y, si tal vez, sólo tal vez, una flor asoma, los dedos invisibles de un viento enojado, la arranca y la tira al cubo de la basura del horizonte.
Prima, ésta estación perpetua de lluvias, me ha encadenado el alma a una pared de nostalgia con los grilletes de la angustia.
Nò, prima, nò estoy equivocada, sí, sé que donde vivo, el sol campa a sus anchas, la fresca brisa, las flores están por todos los rincones…
Sí, donde vivo.
No donde habito.


PEPINO NABÓDICO

Aquella turba infame de pequeños escritores le sacaba de quicio. No podía o no quería aguantar sus malditos recovecos literarios cada vez que le tocaba editar un libro de ellos.

“Menuda pandilla de mequetrefes”, pensaba con actitud calmada mientras en sus entrañas se formaba silenciosamente una ciclogénesis explosiva de carácter reservado, capaz de desviar su rumbo de Zaragoza a Donostia en tan sólo un par de minutos.

Una tarde, hastiada de un tal coronavirus Ortega y de sus exigencias de estilo, comenzó a notar una especie de hormigueo en las puntas de los dedos mientras tecleaba. En un primer momento lo atribuyó a contracturas de espalda, pero aquella sensación se fue electrificando a la par que su mala hostia hacia los oportunistas de spam y publicidad aumentaba. “Joder, no puede ser…” pensó. Y notó un ligero levitar propo en la silla del ordenador que de primeras la atemorizó, pero seguidamente le gratificaba cada vez más. “Ahora tengo el poder de arrojarles sus manuscritos a la cabeza” dijo en voz alta justo cuando con su mano izquierda acariciaba un pepino holandés que había colocado en su mesa, a modo de pisapapeles.

Su pelo acabó de tornarse blanco, como el brillo de sus ojos, y Ororo utilizaba la mano derecha para escribir mensajes encolerizados como “ahora sí que la has cagado” a sus clientes a través de correo.

Una borrasca de viento y niebla descendió hasta donde ella estaba, dentro de su habitación y desde entonces pasó a ser conocida como…

TORMENTA.


ARIEL PACTON

De donde yo vengo

De donde yo vengo cada tanto hay viento.

Algunos son suaves,hay dos muy violentos.

Para que usted entienda y esté precavido.

Siéntese en la plaza, me cambio y le cuento.

Nunca los confunda. He aquí el secreto.

¿Ve la cordillera?¡Mire a barlovento!

Arriba está el Zonda.

Es seco, es bravo.

Es un viento hirviente.

Pasa como un susto.

Busca donde hay aguas.

Las toca.

Se amansa.

Solo a sotavento de la cordillera,

Los alisios malos empujan el Norte.

Se queman los bosques.

Se avivan las llamas.

Vuelan muchas hojas.

Son los arlequines tontos y burlones.

El humo los trae.

Se altera el buen juicio.

Pájaros volados en nuestras cabezas.

Las gargantas pican.

Roncan nuestras voces.

Los ojos nos lloran.

Mas no se preocupe.

Le tengo el remedio.

Cuando el Norte llegue.

Toque tierra sólida con manos y dientes.

Diga con premura: ¡Deja ya el asedio!

En mi cuerpo te siento.


YURIMIA BOSCAN

I
El Sur
de aromáticos prados
tiene ahora una constante sequía
¿Una copita de coñac?
Cactus por corazón
en la medianía del cuerpo
Su escasa vegetación
representa
mi lesión inicial
Privada del Alisio
II
Piel xerófila
Tramado desierto
que devasta el viento de tu nombre
La arruga sobre el catre de la tierra
punza la insolada deserción
que espera el aguacero
Nada se esparce
sobre los restos
del naufragio baldío
que nos escoza
III
Hay lluvias que parecen lágrimas
salan y curan
doloridos ángulos
Hay lluvias que parecen sol
queman y laceran
pliegues menos visibles
Hay lluvias que no mojan
Estallan en el corazón
IV
Un insólito invierno nos rodea
con la fuerza de sus lluvias
–metáfora certera del tiempo que vivimos–
Llovizna de miradas
garúa de roces
febril encuentro de las pieles
tu olor engarzado
en los turbados fuelles
de mis precipitaciones
Ay, este frío de ti
añorando tus ojos
que miran en gozo
cómo se incendia
este chubasco
V
Esta lluvia
cabizbaja
tan sin palabras
es sólo humedad
calándose allá
donde no moja
Y agua que no moja
cuando salpica
duele
VI
Los amores nacidos en aguacero
suelen morir con la sequía
pero si la lluvia insiste
y enciende el fuego de la añoranza
seca la llama
con la sal de tus lágrimas
La tormenta ya fue
aleja sus vientos
Sé nieve
pórtico de primavera
Lluvia nueva
VII
Mar de fondo
adentro es afuera
Hay resaca
Soy un pez
agonizante
en la orilla
VIII
A este frío le ha dado por almohadarse
recrudece en las madrugadas como la soledad
me recuerda la falta en la tibiez
Este frío modesto con sus 15 grados
convoca olvidadas mantas
espiga los poros
alborota deseos
Este frío que nadie ve
este frío que entumece
este frío que me aniquila y me salva
y me pone de rodillas a mirar la infancia
Este frío tequeño de montaña bendita
Este frío friísimo
que sin ti
es más frío

ALBERTINA GALIANO

Deslizaba sus manos despacio sobre la vida que transcurría bajo su piel, sin ser dueña del todo del clima a su alrededor.

Sol ardiente dentro de su pecho. Hielo entre sus dedos, derramándose gota a gota en un deshacerse constante.

Huyendo de la tormenta, de un pasado que aún no lograba entender, que la había devorado sin miramientos, mientras sus brazos eran lo único que conseguía salir a flote, con el agua hasta el cuello.

Hielo entre sus dedos, e inmensa soledad.

Lo no entendido se hace fuerte, y cambia su estación, y convierte en nieve sus días, que un día fueron primavera.

Nieve en sus párpados, que se niegan a ver nada más, a sentir nada más.

-Hasta aquí hemos llegado-, susurra entre dientes.-No te espero más, vida.

Hielo entre sus dedos, que se marchitan con la edad.


ROBERTO MORENO CALVO

La niebla queda al otro lado del portal. Se vaticina una velada fría y Juan decide esperar dentro. Siempre la misma historia.

De vez en cuando un haz de luz se abre camino entre la niebla. Primero blanco y después rojo.
El «clack» del mechero da paso a una bocanada de humo. El cigarro se consumía y Berta sin bajar.

Desde el fondo de portal Juan observa como la niebla se va espesando cada vez más. Nota que el frío se apodera de sus mejillas. No puede ser. Otra vez no. Esto es un cachondeo.

La niebla entraba poco a poco en el portal. Por debajo de la puerta, por los resquicios, parece hasta atravesar los cristales. El portal se oscurecía por segundos, la bruma impide ver y pensar. Al fin suenan los tacones en los peldaños de madera.

– Jova, pues se ha quedado una noche despejada.

Juan le grito, le insultó, dio un portazo y nunca más volvió.

 

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8 comentarios en «El clima (miniconcurso de relatos)»

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