Autoengaño

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir con el tema “autoengaño”. Estos son los relatos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves día 19! (Solo un voto por persona).

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección.

LUISA ROJAS

Díez de julio, cinco de la mañana. Al recibir esa llamada, mi corazón presintio que no era nada bueno. Al escuchar esa noticia, me quede perpleja y sin palabras, envuelta en un mar de lágrimas. Cai al suelo y me repeti una y otra vez que no era cierto, mienten. ¿Porque?

– vos sos mi vida, y no podes dejarme sola, lo prometiste. Me dije.

Seque mis lágrimas, pero era casi imposible dejar de llorar. Me puse un buso, pantalón y zapatos. Sali de casa sin saber a donde iria, corrí y corrí sin ningún rumbo. Tratando de desahogar mi dolor, y sacar el nudo en mi garganta que no me dejaba respirar.

– tuve el deseo de que en cualquier momento me llamarias, y regresarias a mi otra vez. Pero dentro de mi sabia que eso no pasaría, pero mentirme era menos doloroso, que aceptar la realidad.

– porque tu? , porque yo?, porque nosotros?.

– tenia el temor de ver tu cuerpo, y que si fueras tú, por Dios no me hagas esto.

Al llegar al lugar donde lo tenian, observé a sus familiares, En ese momento supe que era el. Pero todavía tenia ese deseo que no fuese asi, nose porque trataba de engañarme teniendo la realidad en frente.

– solo no quería aceptar, que ya no fueras a estar a mi lado.

– entre y al observar, que finalmente si eras tú. Mi cuerpo se paralizó, perdi fuerzas, grite y llore como una loca.

Corrí hacia el, lo abracé y besé, Con tal amor y dolor. Observé su rostro y no podia creer, como en un segundo se habia ido de mi lado.

– Duele, por Dios que duele demasiado. Que haré sin ti a mi lado, los recuerdos son lo único que me consuelan. Y tal vez no este bien, que te escriba por chat, todos los dias. Pero al menos, eso calma un poco mi dolor.

Siempre te amare, mi gran amor.

Siempre tuya, luchii.


ÁNGEL MARTÍN GARCÍA

Hombre de mil amores y ninguna mujer,
pasa los días solo, triste, cabizbajo,
rozando los quizás con las yemas de los sueños.
Tiene días malos, y días peores.
Se refugia en su rincón favorito,
más allá de lo físico,
y teje imágenes con hilos de recuerdos y mentiras.
Rodeado de imposibles,
alimenta realidades a las que nunca podrá asomarse,
hace felices a decenas de versiones de sí mismo
que nunca le darán las gracias,
y despierta,
sabiendo que nunca llegó a estar dormido.
Que nunca se atreverá a estar despierto.


FUEN CALDERÓN ROMEO

Lucía se miraba al espejo. Sólo lo justo. Comprobar si estaba bien peinada y poco más .. Segundos. Odiaba hacerlo. Odiaba mirar la imagen de esa mujer que no reconocia. Se odiaba a sí misma. Se odiaba a sí misma… No. La habían enseñado a odiarse, la habían destruido su autoestima, su imagen de mujer. ¿La habían? No. La había, se había . ¡Vamos, mirate! No te engañes, no le eches la culpa. Eres lo que tú misma has permitido que te hagan a costa de ceder, de echarte todas las culpas, de creer que sus defectos tenían origen en los tuyos propios, de provocar sus salidas de tono ¿por qué? Por tonterías que no eran sino excusas para gritarte. ¡Mírate! ¿Qué ves? Ya no te arreglas como antes, tienes ojeras, estás cansada. Pero sigues teniendo esos preciosos ojos azules, ese pelo castaño sin una sola cana, esa piel que es la envidia de quienes te miran. ¡Venga, sigue, un poco más! Estás cansada, sí, de tu propia cobardía, de no haber puesto antes fin a esta situación. ¡Tú puedes!, ¡tú lo vales! Eres una mujer culta, bella, cualquier hombre daría lo que fuera por tenerte a su lado. ¿Cualquier hombre? No, cualquier hombre no. Él no. Quizás algún día las cosas cambiarian, quizás algún día él se daría cuenta… ¡Quiérete, que si no te quieres tú no va a quererte nadie! Lucía agachó la cabeza y siguió limpiando el espejo dejándolo como a él le gustaba: reluciente. Pero sabía que eso tampoco sería suficiente porque ella sólo dejaba de ser invisible para él en los reproches. Quizás algún día, sí, quizás.


REBECA FS

Puedo encender una vela en mi corazón, y ver la luz con los ojos cerrados.


ROBERTO MORENO CALVO

Autoengaño 2.0

El dedo pulgar hacia arriba se ponía azul y su ego crecía un poquito más. No se lo podía creer a pesar de haberlo pulsado él mismo.

Todo empezó como una simple ducha de vanidad sin importancia pero poco a poco fue invadiendo su necesidad. Su vida había cambiado sin darse cuenta.

Ante él se presentaban un sinfín de iconos, cada cual más llamativo: dedos azules, corazoncitos, likes… todos y cada uno de ellos saciaban un poco la angustia de no ser aceptado o no creerse integrado en una sociedad cada vez más digital pero sin renunciar al contacto.

Según estudios «alguna neurona perdida se activa cada vez que esas luces se enciende». En su cerebro las neuronas digitales estaban a punto de ganar la batalla. Eran muchas las regiones que se habían rendido al placer del «me gusta». Ya no importaba si venía de un amigo, un familiar, un desconocido o de uno mismo, lo que de verdad importaba era sumar muchos, cuantos más mejor, petarlo…

Perdió la razón, el sentido y justo cuando su cerebro perdió la batalla fue absorbido por la pantalla del móvil y nunca más se supo de él.


GABRIELA MOTTA

Llegó cansada, tiró las llaves sobre la mesa y encendió la computadora. Abrió su perfil social y posteó su mejor foto. Sentado en un sofá muy a la izquierda de la habitación, inmóvil, estaba su hijo, no lo vio o no quiso verlo. Mientras navegaba, sintió como aquella mirada penetrante se le clavaba por la espalda, pero no podía despegarse de esa pantalla, aunque así lo quisiera. Con esa idea en su cabeza, le pareció escuchar la voz de aquel intrépido adolescente que le decía:

«__Deseo ansioso que me digas lo mucho que me amas. No puedes imaginar, cuántos cumpleaños me quedé esperando esos saludos inagotables, que pasteabas año tras año junto a mis fotografías ¿No soy merecedor de ellos en persona? Eres incapaz de sospechar lo lacerante que puede ser ese discurso de “estoy orgulloso de ti” leído solamente en una pantalla. ¿No te importo en la vida real?»

Ella permanecía en silencio, atenta a las redes y escuchando aquella vos, que no era otra, que la de su conciencia. Creyéndose sin opciones, decidió seguir con esa actitud pasiva, posteó una foto de ambos que ya tenía diez años de tomada y se sintió en paz, uno a cero para vos conciencia __ pensó __ y un bosquejo de sonrisa quiso desprenderse de esos labios que casi no sabían de emociones. Pero ella __su conciencia__ no estaba dispuesta a callar ¡NO esta noche! No cesaría tan fácil, y prosiguió:

«__Nunca hubo un te amo, un abrazo, una charla sincera o una mirada cómplice, en su lugar siempre, siempre, hubo silencio. Nuestra vida se resume a ese perfil social, creado para trasmitir la idea de una felicidad inexistente.»

__¡Para ya! __ gritó desquiciada __ apagó la computadora y se sentó junto a su hijo __quién la miraba sin entender lo que sucedía__ en aquel viejo sofá ubicado a la izquierda de aquella habitación tan carente de cariño real. Pero al tenerlo ahí tan cerca, no supo que decir… se contemplaron y no había más que miradas vacías de contenido, verdaderamente el silencio era su mejor aliado, su único lenguaje.

Para el joven era insostenible aquella situación, así que desvió su mirada y la clavó en el ángulo superior de la pared, fue entonces cuando escuchó por primera vez, aquella voz tan insistente y trastornada que le exclamaba a gritos:

«__¡Por favor! dile que encienda la computadora y se ponga a escribir cuanto nos amamos, porque de este modo nos evita el sufrimiento de contemplar esa mirada apática. ¡Por favor! Dile que olvide esa absurda idea de conectarse con nosotros y se reconecte a sí misma para seguir posteándole al mundo lo felices que somos.»

Ella suspiró aliviada, sabía que su hijo si la comprendería. Se levantó y encendió nuevamente el monitor, inmiscuyéndose en su autoengaño.


JOSUÉ GONZÁLEZ

Olvide mi rostro en esa caja, se hizo polvo junto a mi sonrisa. Cuando fui joven y creí todo, pero es este silencio que otra vez me hace sentir tan decaída, ¡ah, quiero saber cuál era mi nombre!. Me llamas por aquel , pero no me pertenece.
Si, hemos caído juntos, no me dejes ser quien te levante y yo aun me arrastro, porque soy tan patética. Lo has dicho mientras satisfaces tu lívido.
Hoy te hice tus pankes favoritos, pero eres tan «grande» que no puedo olvidarte. Es mejor que me calle para no borrar tu bella sonrisa, pero qué tiene de malo ser «tuya», yo lo acepto.
Aún cuando esa cicatriz no me deja mirarme al espejo, sé que nada me detendrá, porque no has dejado qué me seque, no.
Tu eres el único que me hace volar, aunque piensen que la vida es diferente afuera.
Me dices que, no sea una niña tonta, nadie me amara como tu, solo tu me puedes tener.
Entonces qué hago creyendo lo que era antes, si tu solo me has cuidado.
«Ven, volvamos a la cama solo fue un error mio. ¿Podrás perdonarme? . ¡Soy tan tonta, cariño! »

— esta noche creí que todo estaba mal, pero sabia que lo arreglaríamos, porque lo nuestro es amor.


OLGA LUJÁN

¿Autoengaño? El más célebre de la literatura universal ya lo relató Cervantes, pues D. Quijote así concebía la vida, sin embargo Sancho así quería que fuera…

«Puede que tenga razón. Quizá las hazañas que consigamos sean cantadas por los poetas a lo largo de los tiempos. En ese caso también hablarán de mí y seré recordado como el fiel escudero que acompañó a su señor en las múltiples gestas que libró. »
— ¿Qué piensas querido Sancho? Hacia donde se dirigen tus sueños.
—Nada que tenga importancia señor.
—Confía en mí escudero y no escondas tus ilusiones pues ellas son quienes te harán alcanzar la gloria.
El hidalgo caballero continuaba relatando a su criado las virtudes del empuje caballeresco. Mientras Sancho, hombre descreído hasta que conoció a su señor, comenzaba cada vez más a creer en sus promesas de éxito.
—Señor, esa dama de la que tanto me habla, Dulcinea ¿cómo es?
—Es una mujer como nunca nadie pudo ver antes. En hermosura ninguna le iguala y en la buena fama pocas le llegan. Joven virtuosa, emperatriz de la Mancha de simpar y sin igual belleza.
—Y cree usted que pudiera yo alcanzar una mujer que se asemeje a ella.
—Pero ¿Qué osas decir? ¿Cómo puedes pensar que exista otra dama de las características de mi amada? Calla, por Dios Sancho y no vuelvas a manchar su nombre.
—Perdóneme mi señor.
Pese a ello Sancho no hizo caso a las palabras del caballero. Estaba convencido que si permanecía a su lado, las riquezas, el amor de bellas damas, la posteridad y el respeto de quienes les conocían hasta el momento, dejaría de ser inalcanzable.


GERARDO BOLAÑOS

Encuentros.

En los estantes de una librería, se miraron por primera vez, recorrían los títulos con las manos hasta que sus manos se tocaron a ciegas, sus corazones se agitaron, y sus labios se encontraron.

Quedaba de frente a la chimenea, avivando el fuego mientras ella se despedía.
– ¿Volverás mañana? Pregunto.
– si no es mañana, tal vez otro día.
– ve con cuidado.
Y cerró la puerta, dejando todo lo que aún no amaba.
La semana paso sin prisa, y un aire de nostalgia invadió la casa, se vistió de antro y se fue de putas, tratando de hacer de todas un poco de ella; no lo consiguió, se devolvió a casa borracho y con una pena que si antes solo era molesto ahora no lo soportaba. Al otro día ya habiendo sufrido la pena de esa de quién no sabe su nombre, a la que apenas conoció una noche en su cama, y había sido suficiente para llenar todos los huecos pendientes. Ese otro día decidió resisnarse y olvidarse del amor enfermo, del amor a un recuerdo, del amor a una idea, por qué solo era eso, a veces uno sueña antes de dormir, con cosas que la razón no conciente. Y se rió de si mismo.
Al atardecer en el café mormón donde acostumbraba casi siempre un capuccino con macadamia y un cigarro, respiraba tranquilamente, cuando unas manos tapaban sus ojos y una voz susurraba a su oído «tenía ganas de verte otra vez».
Volvieron a la cama sin nombres, sin palabras para que no hubiera consecuensias, solo dos extraños embriagados de placer.
Más tarde ya, se descubrió otra vez frente a la chimenea avivando el fuego mientras ella preparaba la partida.
-¿Volverás otra vez?
– Tal vez mañana, respondió ella.
– si no mañana, otro día tal vez.
Y la dejo marchar.


LUCIDECES ROMUALDO RAMÍREZ

Advertencia

Te advertimos
que todos
protegeremos
lo que tanto
queremos,
si por tu culpa
en peligro
lo vemos.

Tranquilo,
lo sabemos todo,
sabemos
lo que hiciste,
sabemos
lo que
sigues haciendo.

Sabemos
que tienes
amigos imaginarios
que claman
tu nombre
en tus delirios,
dejando huecos
de valor
tus diplomas
conseguidos.

Es posible
que hayas logrado
engañarte a ti mismo,
nuestra más
sincera enhorabuena
por ello,
te dejaremos
vivir
de tu «mierda»
de cuento.

Pero
no te equivoques,
aquí no somos tontos,
aquí somos buenos,
eres tan torpe
que volviste
a morder
el anzuelo.


 

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20 comentarios en «Autoengaño»

  1. Ángel Martín.

    Me han gustado mucho también el de Rebeca, el de Olga, el de Roberto y el de Lucideces, pero el de Ángel merece punto completo 🙂

    Responder
  2. 0,5 Ángel
    0,5 Lucideces
    Y mi admiración a tod@s, ya que lo difícil lo habéis hecho posible al dejaros llevar por las palabras.
    ( que sí, que sí)
    Jip, jip, hurra!!!

    Responder
  3. Mi voto esta semana va para Lucideces.

    En realidad iba para él y para Ángel (me encantan las imágenes que tiene su relato)

    Pero para que una poesía aclame mi atención es muy raro y «Advertencia» lo ha hecho. Así que creo que algo tiene para que se lleve el punto entero.

    Lo siento Ángel pero te debo una.

    Responder

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