Ideas nocturnas disparatadas

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir con el tema “Ideas nocturnas disparatadas”.

*Todos los relatos son originales y no han pasado procesos de corrección.

OMAR ALBOR

Cada segundo
Suena en el reloj
Una campana, que es en la noche, la barrera de ese paso a nivel donde el tren pasa.
Mi mirada se pierde con él, espero cruzar y en la noche, que es fría
tomo coraje, solo camino sin parar.
Cada paso es una idea de como o donde encontrare a ese ángel perdido, en el tiempo, este delirio nocturno no es mas, que la búsqueda, de ese ángel nocturno que me acompaña en cada sueño.
Como cada segundo
Suena en el reloj
Una campana que marca
El inicio de una nueva búsqueda.


ENRIQUE OSORIO

LLUVIA Y MUJER

Mansamente cae la lluvia
en los jardines primaverales,
con ese fulgor 
de lo ido con el ocaso
hacia el silencio
de la noche perenne.
Busco entonces la hora,
el jardín de sueños
o la interacción cósmica.
Busco esa mirada sin origen
donde refugio mis labios
persiguiendo el exacto momento
del amor eterno.

Mansamente cae
desde el firmamento
esa lluvia de cósmicos sentimientos,
donde encuentro
todos los significados,
incluso aquellos
que, por su intemporalidad,
ya nada me dicen;
incluso estos
que, por su contundencia,
desnudan las estrellas
y me arrojan al eros
de la mujer amada,
de la mujer soñada.


LA XICUELA DE CORRIOL

No hace falta que sean disparatadas, únicamente se te ocurren ideas que en el silencio de la noche, te parecen más plausibles y más fáciles de lo que realmente son. Te envalentonas ante situaciones adversas, que con la luz del día son menos fáciles de afrontar.

Otras veces, pueden surgir las mejores ideas, las más imaginativas, las más divertidas, sencillas, y en las que no habrías pensado en el mundo real que nos da tantas prisas y desengaños.

Otras, las más disparatadas, que nos dan vida, y esa salsa que la rutina del día a día no nos deja tiempo para nada extraordinario.


CARLOS TABOADA

UNA NOCHE

Charly C. necesita salir. «¡Necesito salir! ¡Necesito salir», se angustia.
Se ha levantado a las seis de la tarde. Se ha duchado, utilizando el gel para el pelo —se pasa una vez a la semana por el supermercado, y lleva dos olvidándose del champú. Ha desayunado demasiado. Unas pequeñas palmeritas crujientes y deliciosas —se puede leer en el envoltorio—, un par de tostadas y un vaso de nocilla reciclado lleno de café con leche.
«¡Necesito salir! ¡Necesito salir!»
Después, se ha sentado en el sofá, ha puesto la mierda de la televisión y, arrepentido, se ha llevado las manos a la barriga. Si al menos fuera de nuevo a trabajar, por séptimo día consecutivo, algo de volumen rebajaría a medida que fuera pasando la noche. «¡Ah!, hoy no trabajo. Joder, ¡bien!».
CC atiende como operador los servicios solicitados por los clientes. Bueno, más bien las quejas. Nadie llama educadamente y todo el mundo está indignado —una vez bromeó con su compañero gay acerca del teléfono de la Esperanza, preguntándole: «¿Crees que podría trabajar allí?» «¡No!», respondió claramente. «¿Porqué no?», quiso saber intrigado y algo desconcertado CC. Su colega nunca le respondió, aunque él supo a qué se refería.
«¡Necesito salir! ¡Necesito salir!»
Se ha vestido. Son las once de la noche. Ha cogido el coche. Ha llegado a la sede de la empresa —en la calle Modesto Lafuente— y ha aparcado en una de las plazas asignadas —que por la noche sobran. Después, se ha acercado a la sala Clamores, que estaba cerrada. En general, casi todo estaba cerrado. «¿Qué día es?», se preguntó CC.
Andando, pensativo, introspectivo, feliz, se dirigió de la calle Alburquerque hacia Alberto Aguilera, y de ahí llegó a la boca del metro de Argüelles, a un paso de Princesa. A continuación, sacó el móvil y envió un mensaje: «Siento no haberte avisado antes. Estoy al lado de tu casa. ¿Te hablo de la última oferta que tenemos?». Al momento, ella escribió: «Como clienta, tengo que decirle que le esperaba hace días. No obstante, escucharé su oferta. Ya sabe, quinto a».
Entonces CC apretó el botón, la puerta se abrió, entró, y el dispositivo de retención de la puerta hizo que volviera, lentamente, a su posición.


PAULA SERRANO

Sí. Está vez lo haría, estaba decidido.
Se puso el despertador a las 7:00 de la mañana: “uff, solo cinco horas más de sueño… bueno, que no, que esta vez sí que sí”.

No podía seguir así, lleva pensándolo desde hacía días, semanas, meses… pero mañana era el día.
Y la mañana llegó.
Y el despertador sonó puntual, como siempre, a las acordadas siete de la mañana.
Lo apagó sin tan siquiera abrir los ojos, ya si eso mañana empezaba el gimnasio.


DAVID DURA MARÍN

Cuando baja la noche y las luces duermen
ilumina mi mente
ideas de luna colgada.

Nacido en la tormenta
aullo a las cuatro hojas
sancucufato en su tira y afloja.

Pensamientos dispares
al ritmo de bala
la cabeza no para.

Dejo huella en el totem tecnológico
molécula de quien se cree saber
escrito antes de amanecer.

Pero despierto en sobresalto
tengo un me gusta
un dedo arriba romano .

Busco , rebusco , necesito dulce
tres galletas junto a los mejillones .

Qué cosas tiene la noche
será el vino
encontraré mañana el coche?

Vuelvo a escribir un buenas noches
poco importa
lo que no se lleva el viento
te trae a cuatro hojas.

Viento aventurados aquellos que dicen lo que piensan
para callar ….existe el silencio.


FUEN CALDERÓN ROMEO

Estoy muerta de miedo. Me meto en la cama y allí en medio de la oscuridad afloran todos los nervios, la incertidumbre, el desasosiego, el temor a perderla… Repaso mentalmente todo lo que han dicho los médicos y, como madre, pienso que no puede pasarla nada malo. ¡Bah!. ¡Qué va a pasar!. Todo va a ir bien. No es la primera vez. La otra vez fue peor, te dijeron que lo más probable era que no saliera viva de la intervención y salió. Esta vez es más leve, el tumor es más pequeño aunque han dicho que la intervención es de alto riesgo. Venga ¡vamos, arriba!. Y me pongo a pensar en todas las cosas que haremos cuando salga del Hospital y mi mente divaga en los momentos en que era una niña y las salidas que tenía y las que me lío siendo adolescente: aquellos pantalones «cagados», su pelo rojo, su primer chico, este ¿último?… ¡Vengaaaaaa!! Tienes que ser fuerte y permanecer fuerte porque ella te necesita. Y, poco a poco, consigo conciliar el sueño con una sonrisa.
Suena el despertador. Las seis. Aún me quedan los restos de euforia de la noche anterior. Venga, que a las siete tenemos que estar en el Hospital. Todo bien. Se llevan a mi hija, le doy un beso en la frente, sonrío y nos despedimos con un «luego te veo, estaré aquí esperando». Y mientras el celador se la lleva a quirófano yo me hundo en la más profunda de las miserias . Y ahora sí es todo oscuridad. En esa espera interminable.


KARLOS WAYNE

IDEAS NOCTURNAS DISPARATADAS
Cayó la noche. Mientras el resto de nuestros compañeros se disponía a disfrutar de la última noche de permiso, a mi buen amigo Adolfo, el cabo Sardiñas y a mi, los tres arrestados en el barco tras ser detenidos en Pisa dos semanas atrás por los Carabinieri, (nos pillaron infraganti lanzando albóndigas con tomate a la torre inclinada), no nos quedó otra que resignarnos a observar la bella isla griega de Creta desde la cubierta del buque.
Llevábamos más de dos meses de maniobras con la O.T.A.N. por el Mediterráneo; Córcega, Estambul, Florencia y la última parada Grecia. Y mar. Sobre todo mar. Mucho mar. A la mañana siguiente partiríamos de nuevo. Otras dos semanas de maniobras con uno de esos USS Yankilandia, para finalmente arribar a nuestra base. ¿De verdad íbamos a pasar la última noche a bordo? El cabo Sardiñas tenía muy claro que no y pese a nuestra resistencia inicial, no pudimos por menos que reconocer que el cabo tenía un buen plan. Y a unas malas, si nos pillaban ¿qué nos iban a hacer? ¿Arrestarnos? Arresto sobre arresto… Ains, había una frase hecha muy graciosa con los arrestos… Vaya, no me acuerdo. ¡Hace toda una vida de esto! La isla usaba sus mejores armas para invitarnos; las barbacoas de la playa, los faroles de las calles y la música. La música llegaba a nosotros desde todos los rincones. Toda la isla era una fiesta a la que no estábamos invitados. Maldecí entonces la estúpida idea de acribillar la torre de Pisa con las albóndigas de aquel “italiano food truck”, pero de verdad que estaban más malas que pegarle a un padre y, por favor, seamos coherentes, la torre no se iba a inclinar más por muchas bolitas de carne picada que le cayeran encima… En fin, a lo hecho, pecho. Afortunadamente los Carabinieri nos trataron bien gracias, sobre todo a Adolfo, que de otras cosas no sabrá mucho, pero de fútbol… No obstante, esa noche era Creta. Sardiñas ya estuvo en la isla en maniobras anteriores y sabía dónde encontrar chicas, alcohol y Rock & Roll… Yo sabía que, más tarde o más temprano, acabaría convenciéndonos, así es que para qué perder más tiempo. Para qué alargar más la agonía…
La noche era tan joven como nosotros.
Una vez que las bolsas de neopreno (con la ropa de calle en su interior) estuvieron atadas a nuestros tobillos, pagamos el correspondiente peaje al cabo de guardia para que mirara hacia proa, mientras nosotros saltábamos al agua cálida y cristalina de Creta por la popa del barco. El cabo de guardia nos dejaría una soga por la que trepar cuando volviéramos antes del toque de diana, a las seis de la mañana del día siguiente.
Y a las seis de la mañana volvimos. Y ni había soga por la que trepar, ni había barco al que subir.
Todo lo que ocurrió después da para otra historia que no tiene cabida en esta ya que no ocurrió de noche, solo adelantaros que mi amigo Adolfo continúa hoy en día felizmente casado con la chica cretense que nos ayudó a volver a casa. El cabo Sardiñas abandonó la Armada y yo… Bueno, yo seguí cumpliendo arrestos cinco años más y coleccionando memorias por si algún día decidía dejar el ejército y hacerme escritor.


LUCIDECES ROMUALDO RAMÍREZ

EL SURFER SIN CABEZA

(A la Curva que separa
la Playa de Somo y Loredo,
pues sobre sus increíbles olas
una vez vi las peripecias
del Surfer Sin Cabeza.)

Nunca hubo nadie que le dijera
que lo que pensamos en la cama
antes de dormir suelen ser
ideas nocturnas disparatadas.

Durante el desayuno
solía contar a su padre
todo lo que tenía en mente,
todo lo que tenía pensando hacer.

Más de una vez
éste al escuchar
tantas sandeces,
hubiese roto
la cabeza
de su hijo
con un martillazo,
y no solo
porque el hombre
fuera animalista
y le gustase
poner en libertad
a los pájaros.

Sin embargo
hacia de tripas corazón,
se mordía la lengua
y lograba mantenerse en silencio,
incluso a veces le animaba
para que no se diese
por vencido en su empeño.

Incluso le permitía
salir de casa
con aquellas ideas
nocturnas y disparatadas
totalmente intactas.

Y apostaba por él,
aunque supiera
que iba a perder,
y apostaba por él,
aunque supiera
que no había
posibilidad alguna
de ganar.

Pero alguna veces
el chaval le sorprendía,
y volvía a casa
con el más ansiado trofeo,
con la más importante medalla,
o simplemente una sonrisa.

Y entonces
se daba cuenta
que todo había valido la pena,
aunque no ganase dinero
para reponer el botiquín
que usaba para cuidar
las heridas
que se hacía su hijo,
al querer surcar
con una tabla de surf,
las olas que se levantan
tras las ideas
nocturnas y disparatadas
que antes de dormir
pensamos en la cama.

Ahora es el más grande,
ahora es una leyenda,
ahora todos le llaman…
«El Surfer Sin Cabeza».


OLGA LUJÁN

ES PELIGROSO PENSAR AL ANOCHECER
Está anocheciendo. Presiento que queda poco tiempo. A no ser que alguno se apiade de mi y regrese, auguro un final trágico.
Hasta hoy podía presumir de haber conocido a Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Garcilaso… Es lo que tiene vivir en el S. XVII. En mi afán por ser un gran escritor, pregunté , a los que por cierto hoy me hicieron esto. Yo también quería ser un grande entre las letras pero las musas estaban rebeldes conmigo.
-El mejor momento es antes de dormir- me dijeron. -Solo tienes que escuchar a tu imaginación y ella te dictará una buena historia. Las mejores ideas surgen en el preciso instante en el que cierras los ojos en una confortable cama y lanzas tu imaginación al mundo de lo irreal.
Siguiendo sus consejos así lo hice. Me estrujaba el cerebro pero era imposible. No fui llamado a la posteridad. Hasta que un día, en uno de esos momentos, aún no sé muy bien como , oí una voz que me decía: «Si las historias no vienen a ti, ve tú a por ellas».
En la intimidad de mi lecho tracé multitud de planes durante las noches posteriores. En cada una de ellas imaginaba como iba a llevar a cabo mi plan. Y cada mañana me asombraba de llegar a pensar este tipo de cosas. Nunca los ponía en práctica.
En el anochecer los diseñaba. Al amanecer los borraba.
Sin embargo cualquiera de ellos fue mejor que el que decidí llevar a cabo. Harto de la situación, un buen día contraté a Matías, un hombre que por unas pocas monedas y algo de comida obedecería cualquier mandato. Le pedí que robara un texto de cada uno de ellos. He hice mi novela. Mi gran obra.
Fue tan grandiosa que los nobles se peleaban por ser mis mecenas. Incluso se representó ante Felipe III, el rey. Este quedó tan entusiasmado que me ordenó tres obras más. Interpuse mil excusas pero él demandaba una respuesta.
Y volvía a llamar a Matías. Y de nuevo triunfé.
Hace unas jornadas unos hombres han aporreado mi puerta. Venían comandados por Matías, que ya no aparentaba ser un vulgar ladrón sino que ahora vestía como un caballero. Se había pasado al otro lado.
Ellos le enviaban para darme mi merecido. Le dijeron que podía hacer lo que quisiera conmigo siempre y cuando no cargaran sobre sus conciencias con la muerte de un pobre plagiador.
Han cumplido su promesa. No me han provocado ni un triste arañazo. Me ataron a un caballo y junto a ellos cabalgué hasta Valencia. Hace unas horas me han dejado en esta playa muy cerca del borde del agua, con todo mi cuerpo enterrado excepto la cabeza. Matías dijo que disponía de algunas horas para pensar historias propias, como él había pensado para mí. Después, al anochecer, el mar haría el resto.
Creo que la marea está subiendo muy deprisa.


FLAVIO MURACA

IDEAS NOCTURNAS, NO TAN DISPARATADAS

Sobre los estertores de la agonia del ensueño vienen a mi aquellas imagenes que elucubraban mis deseos anhelados.
Yacen inquietos en las postrimerias de una vida que parece escindirce entre lo que quise ser y fui.
La amargura se hace un eco solapada por la ausencia de esta esencia banal que ahonda en mi… ya no soy aquel ser que destilaba filantropia, más me he convertido en la dicotomia universal del bien y el mal.
El que aduce y acusa quien o que se puede o se debe, no me inclino más ante la virtud esclavista de un tiempo oneroso que se ufana de trascender más allá de todo lo que se ha creado.
Los murmullos del silencio se adueñan del aire dejando al vacio lleno de palabras olvidadas…
Pobre sensación la del hombre que anula su razón sin pensar más allá de su visión, somos atomos que se desarman en un instante convirtiendonos en una parte del infinito.
La negrura de la noche avasalla todo sesgo de cordura en aquellos que habitamos sus fauces, nos debora sumiendonos en un espiral profundo del cual no se puede escapar…
El abismo nos incita a transitar una vida distinta, el monocorde de los dias ni siquera se vuelve un placebo para el cerebro.
El futuro y el pasado convergen en el presente haciendo un todo trémulo que no es lo que ves.
La coherencia parece añidarse solo al apoyar la cabeza en mi almohada, donde surgen estos pensamientos, uso el cielo de techo y las estrellas de guia.
Soy la mano oculta que rige el destino incierto de los que se inclinan ante mi, no pretendo más nada, ni la intromición ni la ausencia ni siquiera el libre albedrio.
Debo resetear la matrix de mi mundo mental…
La cuenta regresiva llegó, apretandó el boton… borrón y cuenta nueva.
A otros simios le regalare la razón.


EMILIANO HEREDIA JURADO

MIENTRAS….

…. las agujas del reloj vayan tejiendo
con sus saetas la bufanda de las horas,
parirá mi cerebro ideas extrañas 
mientras mi cuerpo siga durmiendo.

Desmadejaré el sol en mechones,
los sembraré en tierra baldía,
los regaré con enormes goterones,
que sacaré de una nube perdida.

Pondré ventanas en el cielo para que,
si existe Dios, me salude al amanecer,
me invite Jesus a charlar en el parque,
y los angeles me traigan tostadas con café.

Llenaré las calles con gatos de tres patas,
y de perros verdes correteando
detras de gamusinos, comeré ratas
de algodón de azucar, mientras vaya saltando.

Crearé una lluvia de letras para
que los sesos secos de algunos siesos
se empapen de una buena cultura
y dejen de estar tan tiesos.

Convertiré las oscuras corbatas
de algunos siniestros personajes,
en hermosas y volanderas cometas,
y les daré bañadores, en vez de trajes.

¿Te gusta leer? ¿Quieres estar al tanto de las últimas novedades? Suscríbete y te escribiremos una vez al mes para enviarte en exclusiva: 

  • Un relato o capítulo independiente de uno de nuestros libros totalmente gratis (siempre textos que tenga valor por sí mismos, no un capítulo central de una novela).
  • Los 3 mejores relatos publicados para concurso en nuestro Grupo de Escritura Creativa, ya corregidos.
  • Recomendaciones de novedades literarias.

18 comentarios en «Ideas nocturnas disparatadas»

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Ir al contenido