Turismofobia: nuevo término acuñado por los medios dentro del cual se barajan las ideas de «turismo», «fobia» y «libertinaje» (causante de la «fobia»). ¿Existe realmente la turismofobia? Pues no sé, pero sí sé que nuestro autor, Juan Verde, tiene algo escrito sobre esto:
- Turista: Es el viajero que vuelve, da la vuelta, no se queda en el lugar a donde va. De la raíz indoeuropea ‘terd-‘ (frotar, girar) proviene el verbo latino ‘tero‘ (frotar, restregar). De él derivan palabras como trigo (llamado así por lo que se hace con el grano para convertirlo en harina), derretir o detrimento (pérdida por roce), etc. También deriva de la misma raíz el griego ‘tórnos‘ (torno: tornear, perfeccionar, dar vueltas), del que surgen tornar, tornillo, turismo o entorno.
Podríamos decir que para ser un buen turista hace falta ser escéptico. Porque escéptico es el que ‘necesita ver’, el que ‘gira‘, el que ‘remira‘, el que escucha, el que viaja, el que no está muy seguro de casi nada. El viajero inteligente es el que sabe aprender de las cosas y personas de los lugares a donde va. No se lleva la comida de casa, ni la ropa de la cama, y de la de vestir. Quizá solo lleva la puesta, para vestir como ellos y ser un turista más ‘integrado’. - Libertinaje: Las costumbres sexuales de los romanos no eran demasiado diferentes de las nuestras. Vivían en una sociedad monogámica, en la que el adulterio era un ‘pecado’ y, en ciertos casos, un delito. La homosexualidad no era tolerada y la promiscuidad era mal vista, al menos oficialmente. Para los esclavos, era diferente. Los tabúes de la sociedad no regían para ellos, de modo que todo era consentido, puesto que a los amos no solía interesarles lo que los esclavos hicieran entre ellos. Cuando un esclavo era liberado, se convertía en un libertus (liberto), pero en la mayor parte de los casos mantenía las costumbres de sus tiempos de esclavitud. De ahí el adjetivo libertinus, que se aplicaba a todo aquello que era propio de los libertos, incluyendo su comportamiento y su normativa moral. Libertinaje acuñó así dos significados: ‘falta de respeto a la religión’ y ‘desenfreno en las obras o en las palabras’.
- Fobia: Deriba de «Fobos», el dios romano del temor.
La Postverdad: Turismofobia
¿Puede haber más verdad que la que sale en los medios?
Parece que ya no importan los hechos a la hora de hablar. Ya no se valora la coincidencia de lo que se dice con lo que es, ha sucedido o se ha dicho antes. Suceda lo que suceda se envuelve en bulos, se divulga por las redes. Se va construyendo una verdad sobre la verdad originaria que haya sido. Y, por supuesto, la nueva verdad no tiene por qué coincidir con la primera. Ni tampoco importa a qué distancia se vaya situando.
El éxito de esta forma de la desfiguración progresiva de la verdad es mucho más probable si el proceso se ajusta más a la sensibilidad del receptor que al interés por la realidad. Los gustos y los deseos son mucho más abonables que el esfuerzo, el cálculo, la disciplina y la renuncia. De este modo, el pueblo se acomoda a lo que le hubiera gustado que sucediera. Justifica al político o a los medios que les ha mentido: realmente las cosas deberían ser como ellos dijeron. Por ejemplo, muchos cubanos admiraban a Fidel por ser antimperialista. Ignoran que no fuera capaz de cumplir con su promesa de abastecimiento alimenticio.
¿No importa el mensaje sino solo la forma de ‘contarlo’, en función de la capacidad de convencer para ‘vender’ o ‘comprar’?…
Juan Verde Asorey