Caracoles

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos el tema «Caracoles». Este ha sido el relato ganador:

Era un dia de verano,
uno de esos calurosos,
donde comienza esta historia,
en los bosques mas frondosos…
Pangolin era redondo,
de nacar gris su coraza,
con dos antenas por ojos,
andaba soltando babas…
Como amigo una lechuga,
de cuerpo verde alargado,
eceitoso y muy salado,
de una ensalada habia escapado…
Supervivientes los dos,
gozaban de libertad,
recorrian los senderos,
sin nada mas que la amistad..
con el calor del sol,
entro la necesidad,
el caracol estaba seco,
no se podia arrastrar…
encontraron dos gotitas,
colgando de una rama,
pangolin abrio la boca,
pero el agua no lo saciaba…
a gritos pidieron por cocacola,
no tenian ni gaseosa,
pues en los bosques no hay bares,
mas barato salio la cosa….
para que bebiera su amigo,
lo que ideo la lechuga,
estrujando sus hojas,
hizo zumo de verduras..
aqui demuestra esta historia,
lo que hace un buen amigo,
te da el agua de la vida,
si recorres su camino…
unos pierden su casa,
otros a cuestas por su destino,
el mejor de los cobijos,
es tener un amigo……………

DAVID DURA MARÍN

 


Wikijeza
Caracol:
I.- Animal filósofo amigo del cangrejo, suave, húmedo, silencioso, de cuernos inocentes y boquita de piñón, ejemplo de independencia.
II.- Mascota primigenia, docta en el arte del escapismo.
III.- Alegoría del síndrome premenstrual.
IV.- Persona con aspecto de verdura.

JEZABEL MONTENEGRO


Le presté mi conciencia a un frondoso y altivo roble y me salió bien. Estar unido con todo, poderoso, estático, confiado y bla, bla, bla … Una meditación trascendente, una experiencia extática. Plena de coloringos y luminarias. Ahora lo intento contigo, conciencia de caracol, y me resulta una mierda, un chasco. Soy hermafrodita, de sexo cambiante, baboso, lento y rastrero. De textura blanda de un fláccido intolerable. Entro y salgo de mi propio esqueleto dependiendo si hace sol o si tengo miedo. He puesto mis ojos al final de dos cuernos. No, no, no, caracol, ser eso no tiene sentido. No me sirves para sentirme uno con el universo. Ponerte conciencia es una experiencia desagradable y sin sustancia. El resultado es que creo que hasta me incomoda tu existencia. Igual que me ocurrió con la tenia y la cucaracha. Y empiezo a estar cansado. Empiezo a pensar que todos esos gurús meditadores son unos farsantes hijos de puta. Y yo me he dejado liar. Más que cansado, estoy enfadado. ¡ Idos todos a la mierda ! ¡ Krisnamurti, me cago en tu puta madre ! … Que dios me perdone …

JUSTO FERNÁNDEZ


Cornudo, baboso y arrastrado… A eso me sonó cuando Montserrat, mi primera novia catalana, me llamó «cargol», que significa caracol en catalán. Por supuesto la mandé al carajo y no volví a quedar con ella. Primero porque me sentía ofendido, y después avergonzado cuando entendí que me lo había dicho por llegar tarde a esa cita.
Lo cierto es que siempre me han gustado los caracoles. Son un verdadero manjar si se preparan bien. En el pueblo donde nací son la tapa estrella en todos los bares desde el mes de mayo hasta principios de agosto (me refiero a los caracoles pequeños), tanto que la gente llegaba a hacer colas para comprar botes en determinados bares porque su forma de prepararlos superaba con creces a las de otros, tal y como pasaba en la peña del Atleti de Bilbao, o en el bar Córdoba, pero en ningún sitio como los preparaba mi madre o como lo prepara todavía mi cuñado el fontanero, que se convierte en todo un acontecimiento familiar.
Aunque puede parecer desagradable, me encanta oír a la gente en los bares sorbiendo el interior de las conchas. Es algo que antes no percibía cuando vivía allí, pero ahora la tomo como una señal identificativa de mi tierra, como el olor a jámila, y aunque ahora la gente tiene un poco mas de civismo, de niño era una gozada ir pisoteando y pateando las conchas de los caracoles por las terrazas de los bares como si fueran las hojas secas de otoño.
Yo siempre había pensado que este era un producto culinario autóctono de mi ciudad, pues nunca lo había visto en otro lugar. Sí que había visto y degustado el otro tipo de caracol mas grande (la «cabrilla», pero el pequeño en ningún otro sitio, y hasta he recibido respuestas de incredulidad o asco cuando hablaba de ellos en otros lugares fuera de mi pueblo, hasta que después de un años trabajando en Lisboa, un día, al volver del trabajo a casa, cuando pasaba por delante de la terraza de un pequeño bar del barrio donde vivía, pisé un puñado de cáscaras vacías. En ese momento mis sentidos se pusieron alerta y pude notar el olor del caldo. Al mirar hacia el interior del bar vi a dos señores comiendo de un plato, y pude oír como sorbían el interior de la cascara. Esa fue la primera vez que sentí una sensación acogedora en esa ciudad ruidosas y estresante.
Sin dudarlo ni un segundo entré en el bar y pedí «un prato da caracois», el cual devoré como si nunca hubiese comido nada, ya que estaban preparados tal y como se hacía en mi tierra. Y no me conformé con esa ración, me llevé dos mas para casa. Desde ese momento Lisboa dejó de parecerme una ciudad inóspita e insana, porque gracias a los «caracois» me sentía un poco mas cerca de mi tierra… Aunque me sigue pareciendo un insulto llamar a alguien caracol -cornudo, baboso y arrastrado-.

TOMÁS PERRO ANDALUZ


Yo , Wettie Slime
El momento de mi nacimiento no fue muy favorable digamos.
El Sol pasaba por el aro de Saturno y acabó en un eclipse tan profundo que por poco me manda el medico a la basura con la placenta junto . Que para aquel entonces no se había descubierto su beneficio. No se congelaba , ni se usaba para cremas y mucho menos se le ocurría a nadie enmarcarla y dejarla en el salón para presumir delante de los invitados y de paso reducirles el apetito a cero placentero , goleada de anfitrión.
En fin, que me salvó la señora de la limpieza , que el cubo de basura pasaba de los limites admitidos por el Convenio así que me tiró al suelo para una posterior y legal recolección. De ahí fui a llorar y así llegué por fin al seno de mi madre. Tampoco me mantuvo mucho , alegando que la impresión causada por mi rostro le había dejado seca de leche. La leche me la dieron pues al biberón y luego a mansalva pero esto forma parte de una infancia que recuerdo con demasiado letra como para tratar de compartir. Entiendan. Es vuestro tiempo.
Uff! Estoy acostumbrado a muchas cosas pero no a hablar de mi corazoncillo. Darwin dice que no tengo, pero está muy equivocado, tenía que haber leído más a Sócrates y a Platón. El alma no tiene principio ni final y es inmortal. Mi alma es concupiscible y si no me creen pues lean y me entenderán.
Mi falta de costumbre respecto a la comunicación sensitiva es posible que sea un defecto profesional, como ciertas señoritas que te lo dan todo menos besos, quién sabe. No tuve demasiado tiempo para reflexionar sobre mi mismo . A cambio he sido observador respecto a mi entorno y a los seres incluidos en el . Como mis hermano y hermanas. A muchos de ellos, nada más llegar al mundo, se los han llevado en bandejas de plata. A otros a escuelas superiores de fármacos y medicina . Alguno incluso trabaja para videntes de renombre mundial.
¿Yo? Pues como me veis, a rastras y a duras penas.
Como resultado de las claras diferencias a ojos de los demás y del aislamiento hice lo único que podía: cultivar mi interior. De esta manera mi interior se ha convertido poco a poco en la única realidad viable y me refugio a la mínima allí. ¿Dije «me refugio»?¿He hablado en presente? Perdón, todavía no he asimilado los cambios atravesados. Con el paso del tiempo he construido varios niveles de estructura diseñada para mantener de forma compacta mis emociones a salvo.
Un efecto secundario de mi tendencia a estar dentro de mi interior ha sido también la prolongación de mi punto de vista físico , de tal manera que mis ojos alcanzaran el exterior cuan periscopios. Para deslizarme con facilidad de un nivel a otro uso una substancia que combina maestramente mucopolisacárido y alantoína entre otras.
Todo esto, más leer a los de Cuatro Hojas, me ayudaron mucho a elevar el grado de confort y la autoestima. Mi equilibrio demostró ser tan perfecto que fui durante años la envidia de mis conocidos.
Y , cuando menos pensaba , como suele ocurrir cuando confías demasiado en tu suerte, todo cambió .
Esa mañana fatídica alineaba mis ideas cuando aquella señora pudorosa vino a explicarme la índole de su oferta. Al principio me sentí ultrajado por la idea de compra -venta de servicios . Por otro lado el importe ofrecido era digno, por fin me hubiese elevado por encima de todos los logros de mi familia . Podía costearme una variedad infinita de gustos propios y simplemente se trataba de hacer lo que mejor se me daba : arrastrarme dentro y fuera de un espacio limitado segregando mis substancias. La señora paseaba su dedo pulgar por el escote con agradable olor a rosas silvestres y me imagine estar apaciguadamente viajando entre esas bellas protuberancias del color del mármol. Cobrando una fortuna.
El trauma producido por la falta de amor materno y el deseo de superar mi condición me indujeron a aceptar.
Ay! ingenuo de mí, evidentemente esa no era la letra pequeña. Vino después, cuando descubrí cuál era precisamente el espacio y que mi contracto se extendía a terceras. Y tampoco fue lo peor porque luego se presentaron los terceros.
Es impensable lo que puede idear una mente babosa. El cuerpo me encoje y tirita tan sólo de evocarlo. Fui sometido a actos de bajeza y arrastrado por sitios donde el viento no pasa. Me han succionado hasta desconchar. Y cuando no pude moverme mas me han tirado a la alcantarilla como a un gusano y ni eso, que un gusano por lo menos sirve para pescar.
El dinero no usa para comprar la dignidad,por ello lo cuento. Tal vez sirva a otros y no se dejen sucumbir ,como yo, ante el materialismo.
Mi equilibrio se fue, perdido para siempre, he caído en la más negra depresión y hoy por hoy tan solo hablo con mi psicólogo.
Y una iguana, cuyo dueño era epiguanofilico. Es la que mejor me entiende. En cuanto finalicemos el tratamiento con Haloperidol pensamos fundar una asociación para combatir la violencia hacia nuestras correspondientes razas.
Yo soy, o era, Wettie, un caracol no muy feliz pero por lo menos normal y esta es mi historia. A veces pienso que hubiese sido mejor si la señora de la limpieza no hubiera tenido tan presente su convenio…

DIL DARAH


EL HADA CARACOL
Cada vez que un bebé  sonríe por primera vez un hada nace. Hay hadas de las flores, hadas de la primavera, hadas del invierno, del agua, del sol…
Y habitan entre nosotros en las copas de los árboles, entre los arbustos, en los bosques. Ellas se encargan de cuidar la naturaleza con su magia pero sobretodo con nuestra ayuda. También tienen una gran labor ayudando a que nazcan los duendes.
Los duendes son pequeños seres muy trabajadores. Y nacen en el interior de las rocas. Cuando estan listos para salir llaman a las hadas y estas les ayudan a romper la piedra para que salgan.
Aquel día todos estaban pendientes porque con el nacimiento de una pequeña y su primera sonrisa, nacia también el hada que siempre la acompañaría. Un hada Caracol. Ella era la encargada de que los caracoles formen parte de la naturaleza y del ciclo de la vida.
Ella les ayudaba, reparaba sus casas. Y en épocas de sequía cuando las hadas sol se enfadaban, pedía a sus amigas las hadas lluvia que intervinieran. Y poder danzar con sus amigos los caracoles para que el sol brillara después de cada tormenta.

TRENTAONZE LÓPEZ RODRÍGUEZ


Me los comido mil veces, pero a mi hija le encantan, ella dice que se llama Valeria Caracol.
No sé si seré capaz de volver a meterme uno en la boca.
Me pregunto si esa vida que llevan, aparentemente tan simple, tan incluso torpe e inútil, no es en realidad todo lo contrario.
Se deslizan despacio, dejando tras sí su estela de babas, disfrutan de su tiempo al sol, y llevan consigo todo aquello que necesitan.
Quizás quiero ser yo también un poco María Caracol…

MARÍA JT


CARACOLES PICANTES
– Ten cuidado con esos, no salgas mucho
– por?
– porque son peligrosos
– por?
– porque te pueden coger y llevarte lejos
– por?
– porque lo digo yo que soy tu padre
……..
– buahhhh no quiero que me cojan
– no te preocupes hijo, no nos verán porque somos muy chiquitos.
– ahhhh entonces podemos seguir en la arena sacando los cuernecitos al sol, verdad que sí?
– si hijo no te preocupes..
…..
– papi papi que vienen
– no tengas miedo hijo, agárrate bien
…. Chucu chucu chuuuu piiiii piii…..
– papi tengo mucho miedo, no puedo respirar, y todos estos me aplastan…
– No pasa nada hijo, verás como se dan cuenta que es un error y nos devuelven al mar.
…..
– papiiiii están metiendo a esos en cazuela con humo.
– si hijo, es para que se vayan limpitos
– es que se han hecho caca?
– te puedes callar !!!! No me dejas pensar
….
– papi, dónde están los de la cazuela?
– no lo sé, intenta dormir
– es que con frío no puedo dormir
– ven aquí que te abrace
……
– papaaaaa miraaa mira esos vasos negros…. Y esa cosa grande está cogiendo un alfiler para clavar algo…. Y saca a uno de los compañeros…. Le saca de su casita …. Y se lo come…. noooooooooo, SOCORROOOO

CARMEN PASCA ÁLVAREZ


NO ES CUESTIÓN DE CUERNOS.
Una tarde de sábado enredado en la manta y tirado en el sillón. Llueve y no puedo salir de este letargo que ha invadido mis sentidos.
Me siento como un caracol vacio, con todo el peso de la casa aplastando mis ganas de encontrar algo que me haga tirar para adelante. Pero no, tengo que arrastrarme a la cocina si quiero comer algo.
Espero que mañana salga el sol.

ROBERTO MORENO CALVO


LENTO.
La gente corria, y yó, nó corrí. Dejè que el torrente de su prisa me rodeara los tobillos de mis pies dando pasitos cortos y lentos…
La gente hablaba muy, muy deprisa, casi farfullando un idioma inentiligible. Y yó, tan pausadamente hablè…que terminè callandome.
La gente estaba hipnotizada por destellos electronicos, y yó miraba enamorado un mar de estrellas con un barco lunar surcandole.
La gente, siguió corriendo, hablando muy, muy deprisa, deambulando como sombras proyectadas en la pared de la vida.
Y yó, preferí seguir siendo lo que soy:
Un caracol. Un caracol humano, que contempla serenamente la voragine del mundo. Masticando cada segundo, cada minuto. Con calma. Yendo sin agobio ni urgencia donde quiero ir. Haciendo las cosas con la esencia del esmero y el cariño.
Escuchando el viento, bebiendo la lluvia, gota a gota; hilando los rayos del sol para tejer la noche.

EMILIANO HEREDIA JURADO


 

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6 comentarios en «Caracoles»

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