Vacaciones

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos el tema «Vacaciones». Este ha sido el relato ganador:

Todo empezó aquel verano. Mi instituto había planeado el primer año de intercambio al extranjero y mis padres pensaron que sería una buena idea ir. De esa forma, mi inglés mejoraría y aprendería cosas nuevas.
Yo no quería, ninguno de mis dos mejores amigos iban a ir, pasaban de hacerlo, les parecía aburrido. Y no les quito la razón.
Ni siquiera fue un viaje en condiciones, fue a un pueblo a las afueras. Y podría jurar que son una de las peores vacaciones de mi vida si no fuese por ella.
Hice el intercambio con su hermana, ella estaba en un año menor, no podía hacer en intercambio aún.
Sus padres me entendían, lo necesario.
Ella hablaba genial español. Era una chica muy… especial.
Le gustaba aprender, su mente siempre estaba funcionando, era un culo inquieto.
Su cara era pálida, de porcelana, redonda y achuchable.
Su pelo era de un negro carbón único, siempre se lo recogía con una coleta alta.
No usaba apenas maquillaje y su cuerpo era normal. No era delgada, pero tampoco regordita… Era perfectamente normal.
Era alguien muy inocente, muy pura, muy frágil.
Alegre y cariñosa, aventurera, te sacaba una sonrisa cuando era algo imposible hacer una mueca.
Supongo que por eso me enamoré de ella tanto… O por que era la única persona allí con quién podía entenderme.
Recuerdo cuando nos besamos por primera vez.
Me llevó a una pequeña playa cerca de su casa.
Nos sentamos en la blanca arena y contemplamos las olas. Su ir y venir.
Contemplamos el sol, su caída.
El cielo tenía un color anaranjado y brillante, no hay uno igual.
—Éste es mi lugar favorito en el pueblo. Es donde vengo cuando me encuentro desanimada o necesito pensar.
Estábamos solas, no había nadie en la playa. Suelen acudir más por las mañanas.
Yo la miré, estaba diferente… Más de lo normal.
Callada, mirando al mar evitando mis ojos, clavados en ella.
Estaba así desde aquel día.
—Lauren, creo que necesitamos hablar… Me siento mal por lo de la otra noche.
Ella me miró, se le notaba nerviosa.
Aquella noche nos marcó a las dos y es que, un día de tormenta de verano, decidimos dormir juntas.
Las camas eran algo estrechas, así que era imposible no tener nuestros cuerpos pegados.
Decidí posar mi brazo en su cintura, por comodidad… Por que deseaba esa gran comodidad.
Ella estaba inmóvil, así que le pregunté si se sentía incómoda y me respondió que no.
Tenía la camiseta algo levantada, mi mano colgaba de su cintura y el acto involuntario de mis dedos rozaron su dulce piel.
Ella me cogió de la mano y se acurrucó más a mí.
Y no sé si fue la tensión de aquel momento, el momento en sí o la necesidad de no querer soltarla nunca, pero se lo susurré al oído.
—Lauren…
—Dime.
—Yo… Me gustas mucho.
Ella asintió y tragó saliva, creo que ambas estuvimos despiertas durante toda la noche intentado planear como nos comportaríamos al día siguiente.
Ella no me respondió, simplemente volvió a mirar el mar.
Me enfadé, me enfadé mucho.
No estaba siendo una persona madura, no intentaba solucionar nada, simplemente lo ignoraba.
—Lauren, no puedo seguir así… No quiero. Me gustas muchísimo y puede que yo a ti no, y te respeto. Pero me niego a pasar el resto del mes así. Está bien, tengo dieciséis años, tú quince, somos jóvenes, demasiado quizá y aún no sabemos lo que somos, pero… No sé, quiero probarlo, quiero saber lo que soy.
—¿Crees que yo no? Claro que me gustas, y mucho. Y eso es lo que me asusta. Ni tu ni yo hemos salido con ningún chico, no sabemos lo que se siente. Puede que esto sea por el tiempo que pasamos juntas, por ser únicas, por entendernos como lo hacemos… Te he cogido demasiado cariño.
—¿Entonces?
—Claro que me gustaría intentarlo, pero… Tú no estarás siempre. No vives aquí, no estudias aquí… ¿Qué nos espera? ¿Hablar por Skype y mandarnos mensajes por Whatsapp? Cada una tiene su vida y las nuestras, por ahora, no son compatibles.
Me dolía saber que tenía razón. Yo me iré y ella, estará aquí siempre… Pero me daba igual.
Quería intentarlo por todos los medios, quitarme esa duda de encima, decir lo que soy y lo que no y quería hacerlo con ella.
Así que nos levantamos de la arena para irnos a casa, era casi de noche, y cuando se dirigía rumbo al puente de madera para salir de la playa, la cogí de la muñeca.
Ella, se dio la vuelta y me miró a los ojos, los clavó en los míos.
Estuvimos así minutos, yo agarrando su muñeca con toda la fuerza del mundo, ella dejándose.
Lo único que se oía era el ruido de las olas romper y nuestras respiraciones, cada vez más agitadas.
Le solté la muñeca, la dejó caer, no intentó quedarse enredada entre mis dedos una vez más.
Y cansada de tantos juegos, de tantas dudas con solución ignorada, posé mis manos en su cara y me lancé hasta que sus labios y los míos se unieron.
Y fue algo imposible de describir con palabras.
Estuvimos así, alternando de beso en beso, hasta que el sol desapareció por completo y la luna le tomó el relevo.
Desde entonces, todo cambió.
Hacíamos lo posible por dormir juntas, salíamos a todas horas, incluso nos compramos collares con nuestras iniciales escritas en corazones… Lo típico de un amor adolescente quizá.
Pero estábamos jugando con fuego, y lo sabíamos, y no teníamos agua para apagarlo.
Nunca llegamos lejos, ninguna se sentía preparada para eso, aunque lo intentamos y llegamos a quedarnos en ropa interior muchas veces.
Su cuerpo era perfecto, aunque ella tenía otras opiniones al respecto.
Los complejos la frenaban, y a mí, el miedo de no hacerlo bien, de saber que era demasiado pronto para aquello y de sentir que mi cuerpo quería hacerlo de verdad.
Pero agosto acabó y el día de la despedida llegó.
Me acompañó al aeropuerto junto a sus padres, tenían que esperar a su hermana.
Conseguimos dejar a sus padres en la sala de espera y me acompañó a la cola para coger el avión.
Quedaban unas tres personas para que llegase mi turno, así que nos despedimos lo más rápido y mejor posible.
Me cogió de las manos y me miró a los ojos.
—Sé que va a sonar muy cursi y puede que parezca una loca, somos muy jóvenes, quién sabe lo que nos deparara la vida, pero… Te quiero, mucho. Y sí, es pronto para decirlo pero creo que es necesario.
No quiero que esto se quede en un amor de verano, quiero seguir en contacto, aunque solo me envíes un «hola» o un emoticono, sé que estarás ahí. Y puede que nos cansemos a los dos días, puede que esto solo sea una dulce experiencia que contar a nuestros hijos, pero quiero intentarlo… Prometeme que lo intentarás.
La miré a esos ojos color miel, llenos de esperanza, hambrientos de un «sí, lo intentaré» o un «te quiero». Incluso puede que de un «no voy a irme de tu lado».
En ese momento, solo estábamos ella y yo. No había avión de vuelta, no había un «hasta pronto», no se oía el ruido de maletas y gente llorando y riendo.
Tragué saliva, respire hondo, y le pronuncié esas palabras que ambas tanto anhelabamos.
—Te lo prometo.

ROCÍO ROMERO GARCÍA

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Vacaciones no es una palabra en peligro de extinción. Mas bien, yo diría que Vacaciones se ha ido de vacaciones, y bien merecidas muy a nuestro pesar.
Atrás quedaron esos interminables meses de agosto en los que el retiro más habitual era el pueblo, y los que tenían más suerte lo pasaban en la playa; sin olvidarse de las cangrejeras, del cubo, la pala, la silla plegable y la reina de los aparejos playeros: la sombrilla. El cabeza de familia era el encargado de llevarla cual una lanza, dispuesto a ganarse el mejor hueco y clavarla en la tierra en señal de victoria. Una victoria tan fugaz que duraba lo que tardaba en venir una ráfaga de aire y levantar todo el fuerte familiar, perdiendo el estandarte entre las risas de los niños, los gritos de la madre y los lamentos de la abuela para no lastimar a nadie.
Recuerdos a 40 grados que se han evaporado con el tiempo.
Ahora se habla de escapadas, puentes o fines de semana largos. Una versión más moderna para un mundo 2.0 donde se fragua nuestra aventura en 22 pulgadas Full HD. Todo empieza con un billete electrónico y todo puede acabar ahí si hubiese sobrecargo. El cabeza de familia ya no desenfunda la sombrilla, sino una tarjeta de plástico que le abrirá las puertas al nuevo paraiso terrenal.
Un paraiso donde seguro que no veranea nuestras Vacaciones, aquellas que nos hicieron disfrutar de un tiempo que ya no volverá y que Vacaciones no nos desvelará jamás.
¡Ciao Vacaciones!

ROBERTO MORENO


Y la vida va pasando en un vagón de ave mientras yo la saludo sentada en un banco. Vuela, vuela, pero a mi déjame. Acaricio la libertad cada vez que cierro los ojos y solo pienso en mi. En el sol. En un cielo sin nubes. Adiós, vida ajetreada. Por ahora, yo me quedo en esta constante ida y venida del paraíso al mediocre mundo de los mediocres humanos. Pero sonrío, porque ya no tengo que decidir nada que no sea ser feliz. Que fluya todo, que yo he de fluir también. Y lo malo, y todo eso que no me hace bien, se irá, se irá, se irá, se irá.

NATHALIE S. RUIZ


LA ESTACION
Entre cuerpos embreados de sudor y crema solar, un aire de reflexion serpentea invisible.
Alma herida, doliente, sentada Cabizbaja y derrotada en un banco de madera del arbol de la ultima oportunidad. Esperando en la estacion vacaciones con un billete en blanco entre las manos. Con el destino por definir, un tren sin destino conocido.
Entre la letra de una cancion de verano que se derrama por la playa, se intercalan palabras de perdon blanco de espuma y de arrepentimiento azul mar.
Los ojos cerrados y llanto que se funde con el salitre, oyando el rostro de rios que desembocan en unos labios resecos.
Llama estival en la calle, fuego reavivado, necesitado entre las sabanas.
Manos que se entrecruzan para acariciar, y no para atacar o defenderse, manos que levantan castillos en la arena, manos renacidas, de lo que eran sarmientos.
Imagen que se distorsiona con el fondo de un vaso de horchata en el ultimo trago. Abrazo que envuelve como una ola en calma, sincera y tranquilizadora.
Se acerca el final y el tren se ve en la lejania, acercandose a la estacion.
El alma resucitada, abre las manos, es feliz, no viajara sola, tendra compañera.
Ultimo dia, el regreso es ineludible, y el tren ,no espera.
Con equipaje repleto de esperanza, la ultima, viaja el alma limpia, dejando atras el reposo, las tardes de helado, observando como el mar se bebe el sol, sorbo a sorbo como un granizado de naranja.

EMILIANO HEREDIA


Recuerdos, verano.
Y llega el calor, con lo que su venida nos trae, salir,mar,vacaciones,terracitas,descanso,amigos … …… … recuerdos, añoranza.
Os añoro, pero no con dolor, si quizás unas lágrimas inundan mis ojos , pero no son de dolor.Solo que me gustaría veros , y el verano solo hace que vuelvan a mi esos recuerdos , que solo son recuerdos , almacenados en mi alma.
Esos viajes a tu casa , la llegada , ya anunciada desde el balcón que da al patio , donde nos esperabas ávida de nuestras risas.
Ese olor a sopa de pollo , que nos preparabas con el amor de abuela para reponernos del viaje, la tortilla de patata, y las camas recién hechas para que descansáramos ,,,,,,,,,,,,
Las charlas en la cocina, donde teniamos que ponerte al día de todo el año transcurrido.
Como nos mirabas , como nos achuchabas, como te sigo viendo en esa ventana diciéndonos adiós.
Recuerdos que el verano trae.
Te añoro, tía, me dejaste un lema que llevare siempre conmigo “sonríe “ te daba arrugas pero como decías eran de vida vivida , de felicidad. Añoro tus palabras , tus consejos de independencia, tus lecciones de vida, aun creo que si cierro los ojos puedo ver como el tío peina tus cabellos y te pone “guapa” ……….
Os añoro , el verano me trae vuestro olor , vuestro amor, el verano me recuerda que ya no estais conmigo en cuerpo pero os llevare siempre en mi corazon.

LOLY BÁRCENA


Introduzco mi cuerpo en el plácido e inquietante mar.
Me hundo poco a poco en las fauces del lobo.
Al principio hace frío, me inunda la sensación de control.
Poco a poco el cuerpo se ve desprovisto de fuerza y las olas sacan mil brazos para sumergirte en el sueño eterno.
Entre bocanada y bocanada de aire, puedo mantener mi vida a firme.
Me gusta el peligro del limite.
Explorar lo que cuando es alcanzable ya deja de ser inalcanzable para dar paso al fin.
En cada vaivén veo mis pesadillas.
Al primero que vi fue a mi abuelo.
Al segundo que vi fue a ti.
Al tercero que vi fue a mi sueño frustrado.
Al cuarto que vi fue al puto presidente robándome el pan en la mesa del hotel.
Al quinto que vi fue al guardián del ejercito delimitando la frontera, pegando tiros a cuatroniños negros.
Al sexto que vi fue a aznar comiéndole la polla a bush.
Al séptimo que vi fue a un hombre matando a su mujer mientras le decía que le quería.
Al octavo que vi fue a un indigente robando comida en el Día, para ser arrojado por la policía a la calle, de donde viene.
Al noveno fue a un grupo de machitos matando a dos lesbianas tras darse un beso.
Las siguientes imágenes vinieron cargadas de mas y mas injusticias.
Entonces , como si una mano decidiese sacarme del mar y empujarme a la orilla, donde un socorrista como salido de «los vigilantes de la playa» me hacía el boca boca y mil cosas más.
Entonces vi mi futuro claro: retrataría ola por ola, pesadilla por pesadilla, toda la injusticia del mundo en mis textos, en mis obras, y no me limitaría a broncearme para protegerme de la realidad.
Quiero todo el calor de la verdad traspasando mis poros.

CARLOS COSTA


El 14 de agosto seguramente no iré a Berlin, ya tengo el billete comprado, pero para que finalmente pudiera ir, tendré que pasar las 7 pruebas de job:
1- Ser capaz de estar sentaico estudiando 2 horas al día.
2- Llegar a mi hora cuando salgo.
3- Hacer un uso responsable de tlf y de internet en general.
4- Intentar que la policía no vuelva a llamar a mi madre.
5- No cabrear en este tiempo a mis abuelos, que son los que pagan el viaje.
6- No cabrear en este tiempo a mi tía que es la que me acoge en su casa.
7- Y por encima de todas las cosas, intentar no violentar a quien dé la versión oficial diciente, osea, a mis padres.
Así que espero que me asista la misma virgen que ha asistido a Portugal en la Eurocopa.

MADE IN EXTREMADURA


 

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19 comentarios en «Vacaciones»

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