Gatos

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, a petición de dos miembros del grupo, proponíamos el tema «Gatos». Este ha sido el relato ganador:

Tus ojos verdes, afilados, de gato atormentado, de gato viejo, escaldado por la vida, me miran deseando que la muerte me llegue pronto, porque tú ya sabes que no hay remedio para mi mal, que no hay cura posible. Es también mi deseo porque, sin quererlo, hago sufrir mucho a mi alrededor. Ellos no dicen nada, pero tu, con tus ojos verdes de gato, me hablas, como otras tantas veces hemos hablado.

MJ BENLLOCH

gatos-relatos

LA GATA DE MARÍA
María estaba triste. Después de quince años, su gata se había marchado para siempre. Por primera vez odió la muerte, algo horrible que les pasa a las personas buenas y a los animales, pensaba. Su madre estaba preocupada, ya que los últimos exámenes los había aprobado con un suficiente raspado. Además, no podía permitir que empezara mal primero de bachillerato, así que estaba con ella todo el día hablándole de la vida y la felicidad.
Ayer, su madre encontró un libro que hablaba de los ciclos de la vida, y encontró una explicación apropiada -o eso creyó- que transmitió a su hija. Le dijo: «Mira, la vida es como la línea de una montaña. Primero somos el inicio, después el nacimiento, a continuación el crecimiento, llegamos a la cúspide, seguimos con el descenso, la muerte y la transformación.» María entendió lo de la muerte, pero no lo de la transformación. «¿Qué quiere decir eso?» Su madre le dijo que después de la muerte, la energía perdura como un legado, recibiendo nuestra alma el amor del ser querido, transformándose en un amor pleno e incondicional. «Mamá, por favor….», se quejó María sin entender nada.
Hoy, María sale del Instituto para ir hacia casa. Con la mirada perdida y el corazón en otro lugar, empieza a cruzar el semáforo en rojo sin que nadie advierta de su imprudencia. Unos coches se aproximan a gran velocidad, y fácilmente apretarán un poco más para pasar el semáforo en verde. María da un primer paso alcanzando la línea roja y….de repente, siente un fuerte maullido de un gato detrás de su espalda. Asustada, retrocede milagrosamente en el momento oportuno y se acerca a la acera, viendo cómo otro gato distinto al suyo corre hacia el instituto perseguido por otro. Desilusionada, se lleva las manos a la cara y suelta algunas lágrimas. Los pierde de vista en poco tiempo, y de nuevo se aproxima al semáforo, que no tardará en ponerse de color verde. Entonces… entonces María es consciente. Es consciente de lo que podía haber pasado, y abre la boca para dejar escapar un grito mudo. El corazón le empieza a palpitar con fuerza y el semáforo se pone en verde. Sin saber por qué, siente una profunda alegría. ¡Ahora sí que entiende eso de la transformación! ¡Su querida gata se había transformado en un aullido feroz para avisarla del peligro! Tendría que decírselo a su madre entonces. ¿O no?

CARLOS TABOADA


Viejo gato negro
El viejo gato ronda las esquinas con su traje negro y sus viejos sueños, ronronea con el cielo, la luna y las estrellas… maulla con el dolor del recuerdo de su nombre. Ay ! de su nombre desmenuzado en el aire, cuántas veces lo pronuncia hasta perder su sentido. La luz platinada de la luna sobre su traje simula las caricias de su amada que se le ha hecho tarde para el encuentro.
Pobre viejo gato aun espera por las noches el reencuentro del amor sutil, del amor sórdido de su amante preferida.

JOSUÉ GONZÁLEZ


PINCHO
Severo sigilo de tierno silencio,
negro azabache,
un mundo en sus ojos
ribeteado con el brillo del oro.
Profundo misterio,
ronronea el cariño dormido en mi pecho y está su presencia guardando mi ausencia.
Soledad desterrada detrás de la linde,
Que traza su almizcle en textos ilegibles.
Vigía de mis sueño, espía de alacenas,
desfila en cornisas de su reino atalaya
Donaire de alteza.
Con el alma salvaje cumpliendo su oficio, comparte su presa.
Severo sigilo, profundo misterio, donaire de alteza, te añoro en mi pecho.

TOMÁS PERRO ANDALUZ


MIAU
Amo a los gatos, es mi animal preferido. Los negros me vuelven loca. Y ese carácter anárquico-mimoso que tienen, con el que me siento tan identificada. Si no me gustase tanto el queso, pensaría que en una vida anterior fui gato. Mi imitación de gata en celo roza la perfección. Ganaría el Oscar a la mejor gata en celo de cualquier certamen de gatas en celo al que me presentase, incluso en la mismísima meca de las gatas en celo. Pues aún con todo, no tengo gatos.
La versión oficial es que un piso no me parece el lugar adecuado para un animal que no sea humano. Hemos elegido madrigueras de cemento, es nuestra decisión, pero no podemos obligar a la misma salvajada a otras especies, sea gato, perro, hamster, pájaro, tortuga o pez.
Sin embargo, casi todas sabemos que no siempre las versiones oficiales reflejan toda la verdad. Entre tu y yo, no tengo gatos porque soy incapaz de atenderlos adecuadamente. El estado me retiraría la custodia en menos que maulla un gato. Porque salgo volando por la ventana montada en mi escoba, y nunca sé cuándo voy a regresar.

JEZABEL


Siendo pequeña entró un gatito en el jardín de casa y nos enamoramos.
Rosemary, where are you?? It’s late!! – gritaba mi madre desde la cocina, impaciente por ir a comprar unos deliciosos eclairs de nata para acompañar el té de las cinco. Lo único que se me ocurrió para que a mi regreso continuase estando allí fue cogerlo, meterlo en una caja y dejarlo en una estantería del cobertizo del jardín.
Mientras mi madre hacia las compras yo imaginaba a mi lindo gatito deseoso de volver a verme, pasando el rato, en la oscuridad de la caja, con un ovillo de lana azul que le había dejado.
Cuando regresamos fui directa a verlo y al abrir la caja, mi enamorado saltó sobre mi sonriente cara, la arañó y se marchó para siempre jamás.
Ese día aprendí dos cosas; que para que el amor no me sacase las uñas no debía ponerle puertas y que los dulces eclairs de nata pueden tener un sabor amargo, muuuy amargo.

ROSA RODJA


No me toques, que se te derrite el dedo
y te quemo con mi ardor.
No me grites más con esos silencios,
que me quedo a solas con la insolencia
de lo que estás pensando
y me dan ganas de estamparte una hostia a mano abierta.

Te lo voy a poner muy fácil
y a hacer como hacemos los de mi calaña;
voy a dar un maullidito y desaparecer por los tejados
para que tú regreses a tu vida
sin complicaciones,
como si mis lunas nunca hubieran aparecido en tus siestas.
Para hacerte a ti más sencillo que creas que no soy de fiar.
Para hacerme a mí más sencillo olvidar todo lo que me has dado.

PELONA BAUTISTA


Los gatos de la fábrica de tabacos

Podrían estar matriculados en la facultad, porque están allí más horas que cualquier estudiante.
Yo conocí la cafetería de la facultad de filología. Era luminosa y amplia, por un lado daba al patio de la fuente, y por el otro, a un patio interior, que dejaba pasar la luz a través de una claraboya con forma de vidriera.
Aquellos gatos se mezclaban entre el paisaje cotidiano de la universidad: estaban en el césped, junto al grupo de hippis de historia bailando la peonza.
En derecho, encima de la moto del engominao con castellanos y chaqueta azul marino con botones dorados. Y en el tejadillo que daba a la cafetería, junto a los apuntes de sintaxis lingüística, sentados, lamiéndose las patas, esperando que algún estudiante le deleitase con un trocito de mollete tostado con mantequilla.
Aquellos gatos podían estar ya licenciados, o dando clases en el aula magna o como documentalistas en la biblioteca. Conocían todos los secretos de aquellas paredes, de los despachos, los baños, la capilla, el foso… Quizás algún antepasado gatuno, hubiera podido contar cómo se las gastaba Carmen la cigarrera.
Algunos tenían ya nombre de profesores, el pelirrojo era Cózar, el blanco con ojos saltones se llamaba Ariza, y el negro que se te cruzabas los sábados cuando había examen, ese era Esteban Torre, que mejor no encontrártelo nunca…
Algún gato aristócrata cruzaba la callejuela y se iba a vivir a los jardines del hotel Alfonso XIII, delirios de gato con aires de grandeza.
Aquellos gatos de la universidad de Sevilla….

MARÍA JT

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10 comentarios en «Gatos»

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