.
«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».
Este microcuento, escrito por el hondureño Augusto Monterroso en 1959, ha sido considerado durante décadas el cuento más breve de la historia.
Lo que resulta fascinante de los microcuentos en general es que semejante condensación da lugar interpretaciones muy diferentes. Hay quien opina que, en este caso, el sujeto de la frase (el o la protagonista del relato) es en realidad toda la humanidad, y que el dinosaurio es una metáfora sobre el pasado salvaje que todavía seguimos sufriendo a través de la política, la sociedad, etc. Hay quien opina que, simplemente, el sujeto que despierta (él o ella) y se encuentra con el dinosaurio, todavía estaba bajo los efectos del LSD. Y tampoco falta quien opina que el autor escribió lo primero que se le ocurrió para cachondearse al ver nuestras interpretaciones.
Pero este primer puesto fue desbancado en el año 2005 por el cuento El emigrante, del mexicano Luis Felipe Lomelí:
«-¿Olvida usted algo?
-¡Ojalá!»
Dicen que solo tiene cuatro palabras pero, en mi opinión, son seis, porque el título es imprescindible para entenderlo.
Aquí el significado está mucho más claro que en el El dinosaurio. Todo emigrante desearía llevarse consigo a su familia, amigos, etc. Y tristemente, es un cuento muy de actualidad.
Pero este primer puesto también fue arrebatado tan solo un año después por el español Juan Pedro Aparicio y su relato Luis XIV, de tan solo dos letras:
«Yo».
Este se supone que es una crítica-parodia al absolutismo del rey francés.
Pero, aunque parezca mentira, también hay otro requeteminimicrocuento que supera a este. Se trata de El fantasma, del mexicano Guillermo Samperio, y que ya no podemos reproducir aquí porque simplemente es una página en blanco… Pues claro.