Contradicciones

Esta semana, el tema propuesto en nuestro Grupo de Escritura Creativa era el siguiente:
CONTRADICCIONES: Paradojas, conflictos de intereses, disonancias cognitivas, incomprensiones…
Este es el relato ganador:
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CUANDO YA ERA TARDE

Cuando ya era tarde entendí que había esperado demasiado. Que dejé marchitarse entre mis dedos los pétalos de lo que pudo ser nuestra historia.
Cuando ya era tarde entendí que no hay mañana para los te amo que puedes decir hoy. Que los corazones tienen alas y no entienden de horizontes. Que a veces vale más un error a tiempo que un arrepentimiento perpetuo.
Cuando ya era tarde entendí que no habías dejado de mirarme, simplemente ya no me veías.
Jugué tanto al escondite que me convertí en una profesional, y llegó el día en el que desaparecí justo cuando estaba delante de tus ojos. Esos ojos que buscaban a lo lejos un Oasis, porque sé que este desierto árido y estéril que soy yo, te deshidrató las ganas de amar. De amarme.
Cuando ya era tarde entendí que las dudas son un laberinto que te conducen hasta el Minotauro disfrazado de miedo, y que este sólo devora a los cobardes.
Que las opiniones caducan y los sentimientos se regeneran. Que los «no sé» y los «y si…» están descatalogados, y yo chapada a la antigua.
Cuando ya era tarde entendí que no me besarías la frente cuando el cielo se vistiese de gris ni me harías un guiño en esos días en los que no me entendía ni yo.
Que no me tomarías la cara entre tus manos para despedirme, y que te olvidarías de mi olor a vainilla.
Cuando ya era tarde entendí que en el amor no hay nada que entender.

ELIZABETH LUNA

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Me contradigo yo sola. Cuando quiero ser luz me sumerjo en la más absoluta de las oscuridades y me doy cuenta de que, aunque lo niegue, ella es parte de mí.
Quisiera salir corriendo, quisiera golpearte, sacar cada cristal clavado de mi alma,  exprimir el veneno que me amarga.
Huir de tus garras, ser libre… Pero lo cierto es que ya me he acostumbrado a ti y no, no quiero dejarte, porque sería engañarme. Tú y yo somos la misma persona.

SILVIA TRAMOYERES


Contradicción (Concepto)
Gente tóxica purificándote con salfumán.

DAVID GUTIÉRREZ


¿Contradicción? ¿sí? yo que sé.
Quiero estar locamente cuerdo.
El miedo a la locura es lo que nos hace mantenernos en equilibrio, pero el equilibrio no siempre aporta estabilidad. Hay quien vive toda su vida en suelo llano, y hay quien vive toda su vida entre terrenos cenagosos. Uno y otro han dudado sobre el material que pisaban.
Yo quiero caminar sobre sólido y que el sólido se vuelva líquido. Quiero naufragar sabiendo que siempre podré volver a tierra firme. Quiero poder volar con la seguridad de poder pisar el suelo de nuevo. Quiero no limitarme, pero me da miedo lo ilimitado.
Tengo miedo de mi, y el miedo me teme. No sé atarme los cordones pero sé desatarte los tuyos.
No sé escribir pero lo necesito para seguir existiendo. Me gustaría saberme el diccionario entero, los sinónimos y los antónimos para poder expresarme, pero odio decir con palabras lo que creo que le corresponde a los ojos. Soy artista y creo a base de mi tristeza, pero quiero dejarla ir, mandarla a tomar por y poder pasear tranquilo sin sentirla cerca, pero no puedo dejar de quererla.
Temo darle de la mano a las visiones para seguir en mi eje, pero me encanta que me lleven a otro mundo.
Quiero gritar y vaciarme pero no quiero quedarme vacío. Quiero que me quieras y deseo me odies. Quiero contar las pestañas que te faltan en los párpados pero me gusta la incertidumbre de no saberlo.
Quiero y no quiero querer. Querer no quiero queriendo. Queriendo quiero no querer.
Distintos encuentros contradictorios a cada movimiento de las manecillas del reloj, que forman la existencia de mi dualidad como persona, esa de la que te hablaba, la de estar locamente cuerdo.
Pero…¡oye! ¿quién desea saber lo que desea si lo que desea no sabe si realmente lo desea?
Yo que sé, coño, lo que quiero es seguir sintiendo el suelo sólido cubierto de barro mojado y moldeable.

CARLOS COSTA


Contraste, desequilibrio y otros chistes

Este es un mundo tan desequilibrado, tan desequilibrado, tan desequilibrado…
Que el amigo que más te importa es al que menos escuchas,
Que la pareja más atenta es la más aburrida y sustituible
Que la mujer más guapa es más propensa a ser odiada que admirada
Que el que más se acerca a las barreras impuestas por su mente está loco
Que las personas que más sonrisas te sacan son las primeras en irse, por su cuenta
O porque se van de este mundo
Os voy a contar un chiste:
Este era un mundo tan desequilibrado, tan desequilibrado, tan desequilibrado…
Que me dieron tantas ganas de pegarme un tiro que decidí seguir viviendo.

SARA LÓPEZ


Contradicción (microrrelato):
Si todo volviera a ser como antes, ya nada sería igual.

BELA DOLOROSA


CONTRADICCIONES.

Domingo, mañana lunes festivo, nubes y viento en la calle, un brazo inmovilizado por una fractura, vamos, el día ideal para no levantarse de la cama y me da por madrugar. Esto me da que pensar que cualquier acción que acometemos en nuestra vida, lleva implícita una contradicción. Algo parecido a la tercera ley de Newton, pero convirtiendo a esa ley de la física en una ley de la metafísica. Por eso, nacemos para morir, crecemos para menguar, amamos para odiar, enfermamos para sanar y así, podríamos extendernos en una lista infinita de acciones con sus correspondientes contradicciones; claro que también podríamos invertir los términos e igualmente encontraríamos sentido a nuestra nueva ley metafísica, sanar para enfermar, odiar para amar, menguar para crecer y morir para nacer, incluso se puede dar una última vuelta de tuerca para decir que madrugamos para soñar.

DAVID LIZANDRA


En la parte más alta de las paredes de mi habitación, descubrí unos dibujos de color amarillo apenas perceptibles, tan sutiles, que traté de convencerme de que siempre habìan estado allì. Parecian los restos de una cenefa cubierta por una capa demasiado fina de pintura blanca. Líneas verticales, uves, eles desgarbadas, escritura, pero en un idioma que no era de este mundo. El autoengaño durò poco, aquello no tardó en rodear toda la habitación y la preocupación dio paso al miedo. El color se hacìa màs intenso, me asfixiaba la vista. Levanté la cabeza para coger aire y vi con horror que el techo se estaba llenando de margaritas azules. Y bajo los mensajes cifrados y las margaritas, un verde sucio como de empapelado antiguo se terminaba de comer lo poco que quedaba de blanco. La sobrecarga de color era insoportable y un zumbido sordo de tàbano gigante, me apretaba las sienes.

Salgo de la habitación para abrir la puerta a dos amigos que llevan sobre los hombros una gran escalera, el zumbido desaparece.
-No te preocupes, esto no es nada, se arregla con un poco de pintura plástica.
Pues vale. Recuerdo que tengo otra habitación y no sé qué está ocurriendo en ella. Dejo a mis amigos pintando sobre la escalera, atravieso el pasillo con el culo pegado a la pared como un gato y encuentro a cinco personas alrededor de una cuna vacìa y rosa que no es mía. Conozco a tres, las otras dos tampoco son de este mundo. No hablan, no se mueven, solamente miran al interior de la cuna. Y de nuevo, el zumbido. Vuelvo corriendo a mi habitación, los dos amigos han bajado de la escalera:
– Es imposible, tapamos y vuelven, no son de este mundo pero quieren quedarse.
En ese momento, una de las paredes susurra en un idioma que no conozco.
-Deja que yo me comunique, me expreso bien en ruso… dice Montserrat Caballé, que aparece a mi lado.
La voz de la pared es grave y hueca. Montserrat se coloca de frente, con la nariz casi pegada, escuchando con atención. Pero enseguida su cara adquiere un rictus de espanto.
-No es ruso, no es ruso! grita, mientras estalla la pared y un trozo del tamaño exacto de la Caballé se incrusta en ella y la hace desaparecer. Cuando se disipa el polvo, queda en la pared parlante un agujero tan redondo que parece hecho con un compás. Negro y profundo. Y de allí sale el zumbido que ahora es tan fuerte que duele.
-Es el día de todos los muertos -dice uno de los chicos- hay que marcharse, quizá mañana puedas volver.
– Y mañana serà todo normal?
– Puede que sí, eso lo sabrás mañana.
Vuelvo al cuarto donde estaban aquellas cinco personas. Siguen ahí. La cuna ha desaparecido. Tres estàn sentadas y dos permanecen de pie, detrás de las primeras. Miran la televisión de forma hipnótica. Siento que no necesitan ser salvadas.
– Corre Milena -le digo a mi hermana pequeña, que no estaba antes- tenemos que marcharnos ahora mismo, he cogido bragas y los cepillos de dientes, vuela a por una raya negra, nos vamos!
En un instante, Milena mete en mi neceser, junto a los tangas y cepillos de dientes, un lápiz de ojos negro, un eyeliner, máscara de pestañas, un perfilador de labios y un paquete de salvaslips.

Me he despertado aliviada por haber salido de allí y también muy desconcertada, porque estaba tumbada sobre el lado izquierdo. Me ocurre una cosa que seguro tiene alguna explicación científica y mi ignorancia la convierte en magia. Cuando duermo tumbada sobre el lado derecho, sueño. Siempre. No elijo qué, pero sì cuàndo. Que me apetece flotar en la sal de la consciencia, me tumbo boca arriba. Que quiero desconectar del mundo y de mí misma, lado izquierdo. Y cuando deseo saltar a otros mundos en caída libre y sumergirme en el subconsciente, solo tengo que tumbarme sobre el lado derecho. Quien dice que durmiendo se nos va parte de la vida, es que no tiene la suerte de perderse entre sueños.

Luego me he dado cuenta de que hoy es 1 de noviembre, eso significa que ayer fue 31 y noche de difuntos. Este pensamiento me ha llevado a Bécquer y «El Monte de las Ánimas», que leì muy joven muchìsimas veces. Y es que, aun siendo absolutamente incrédula en cuestiones del más allá y retornos de gente muerta, siempre he amado ese tipo de historias, tan oscuras, pasionales, terroríficamente romànticas. Y rozar las intersecciones, las marañas imposibles en los cruces de caminos del pensamiento, el útero que ve nacer a la intuición, la locura y el arte.

JEZABEL

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10 comentarios en «Contradicciones»

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