Un día especial

Este es el relato ganador de esta semana con el tema «Un día especial». Si quieres leer y compartir más, entra en nuestro grupo de Escritura Creativa:

 

Domingo.
Y ahí estaba yo otra vez, tendida desnuda y boca abajo. Excitada y húmeda, expectante y asustada a la vez. Sentí el ruido del metal. Temblé. En mi mente conté de diez a cero para relajarme. Pensaba que si hubiera querido lastimarme, lo habría hecho el jueves. Las esposas se cerraron sobre mis muñecas. Frías, ajustadas, pero sin lastimar. Me acarició el pelo y la espalda, me preguntó con mucha dulzura si estaba bien. Y sí, estaba bien. Siguió acariciando. Sus manos, fuertes y suaves, iban y venian por todas partes. De repente tenía un collar de cuero en mi cuello. Perdí el control. No recuerdo los detalles.
Reacciono. Él está acostado boca arriba, yo sobre él, la penetración es completa. Mis manos esposadas en mi espalda, me muevo, me cuesta, pienso, es el comienzo, ¡deberé fortalecer mis piernas! Creo que se da cuenta. Una mano en mi cintura, la otra en mi cuello, otra vez pierdo el control…
Estoy sentada, mis manos siguen esposadas en mi espalda, en el collar de cuero tengo enganchada una cadena gruesa y mis tobillos están sujetados por un cinturón. Sus manos en mi cabeza guían el movimiento, lo estoy besando… Me ahogo. Estoy agotada. Quiero seguir. Él me frena. Me acaricia y me mira. Me dice “¿Tienes sed?” (mas que una pregunta es una afirmación) “Creo que sí…” Me ayuda a levantarme, no me suelta, me lleva al baño del HOTEL, abre el grifo, bebo de sus manos.
Salimos del baño, medio en broma me desafía a agacharme y besarlo, así esposada de manos y atada de pies como estaba. Amo los desafíos, apoyo mi espalda contra a pared y desciendo lentamente… Lo sorprendí. Él no esperaba que pudiera sostenerme hasta hacerlo, y acabar en una fellatio, llevando tantas horas esposada y siendo la primera vez.
Me ayuda a levantarme. Me abraza desde atrás. Me enfrenta al espejo. Me pregunta qué veo…
Y entonces nos vi.
Abrazada y esposada por Mi Señor, yo estaba completa y perfecta.

TANYA

 

Los 30 días:
El primer día, conseguiste machacarme. Recuerdo que no estaba en un momento de fuerza óptima, y tú, que me conocías tan bien, aprovechaste mi vulnerabilidad para despojarme de las ruinas de mi escudo endeble, ridiculizándome ante la sociedad. Amigos, desconocidos y hasta enemigos me vieron caer ante tus ojos sin alma, insensibles salvo por el sutil brillo del triunfo amargo que suponía derrotarme.
El segundo día, y el tercero, solo hubo lugar para lágrimas. Lloré todo lo que significaste para mí, y lo que ya no significabas en absoluto. Llore la muerte de mi ingenuidad, y el nacimiento de mi vergüenza. Lloré el barro que habían dejado tus pisadas sobre mi cabeza, y su fétido olor que me asfixiaba.
El décimo día asomé la cabeza de entre el caos que ahora constituía mi mundo subterráneo. Aún me rodeaba el muro de mierda de la huella de tus zapatos, pero comencé a apreciar que existía aire fresco más allá de mi prisión mental repleto de dudas. Por fin empecé a ser consciente de mi capacidad, y aspiré a conquistar un poder mayor que lograra matar tu esencia por lo que me habías hecho. Cada día fantaseaba con ello, encontrarme contigo y fundir tus armas con una sola mirada que dijera: “Te he ganado. Logré salir y ahora estoy ante ti, arrancando todas tus capas para que todos vean el perdedor que realmente eres.”
Pero cuando llegó el trigésimo día, cuando entré en aquel local distorsionado por el humo y el olor a alcohol rancio, para encontrarte solo en la barra, pudriéndote a sorbos de cerveza caliente, cabizbajo y con la mirada perdida entre los muros de tu cárcel, no fui capaz de reconocerte, y dejaste de dolerme.

SARA LÓPEZ


 

La luna de anoche era casi llena y, hacia las tres de la madrugada, el cielo tenía tanta luz, que dormì al insomnio contàndole nubes rosas. Nubes rosas de madrugada! Y por si esto no fuese ya lo bastante especial, encontré un mensaje en una botella.
Paseaba junto a la orilla de una cloaca cuando en su desembocadura al río, atrapado entre algas de color indefinido que lo protegían de la corriente, ví un trozo de cristal brillando al sol. Fascinada por el contraste entre belleza y putrefacción, me acerqué lo suficiente para descubrir una botella de forma hexagonal y precioso color verde esmeralda, sellada por un corcho lacrado. Y en su interior, un trozo de papel enrollado. Supe que me la llevaría en el mismo instante en que deseé que fuese un mensaje de amor. La rescaté de la mierda con un palo y la aprensión de haber leìdo «El amor en los tiempos del cólera» y no estar vacunada de tétanos. La arrastré con el pie unos metros, hacia un lugar menos insalubre. La cogí con el pañuelo que llevaba al cuello, la envolví y me la lleve a casa. Una vez llegué y después de lavarme las manos cien millones de veces, tras tenerla una hora en remojo con agua y lejìa, la sequé y violé con un cuchillo. Casi me muero al comprobar que su contenido de papel era realmente un mensaje. Que los deseos se cumplan asusta un poco, sobre todo cuando son descabellados. He dudado bastante sobre si transcribirlo o no, me decido a hacerlo porque pienso que si ya era difícil que alguien lo encontrase, creo imposible que su autor dé con este relato. Y porque, en el fondo, soy una romántica.
«Mi amor, sé que no volveré a verte y esto es algo que hace tiempo ha dejado de importarme. Vives en mí, vivo en ti, en algún rincón de nuestro ser, protegidos de otros cuerpos, otros besos, otras manos. Hasta que se acabe el tiempo. Siempre se cumplieron nuestros deseos, salvo el de estar juntos. Uno màs, es el último que pido para ti. Jamás pierdas la inocencia, no envejezcas por dentro, no permitas que la vida arrugue tu esencia, no te conviertas en una de esas personas que ocultan su incapacidad para soñar con un disfraz de infancia. Siempre nuestros.»
El papel està firmado. Confieso haber buscado a esta persona por facebook y encontrado. También confieso que he llorado.

JEZABEL


 

Mi hija acababa de nacer hace justo un año. Quería compartir con vosotros este momento tan bonito a partir de este texto que le he escrito. No atiende a ninguna estructura ni es muy poético, pero es lo que me ha salido. El resumen de un año maravilloso.
Hoy hace una año que abriste tus ojos al mundo. Viniste con el ceño fruncido, no elegiste tú el día. Demasiado dulzor en la sangre, decían, y así eligieron este día.
Cuatro horas, tres empujones y aquí estabas tú.
Hoy hace un año que mostraste tu puño al mundo. Ese que agarraba con fuerza el dedito de mamá y papá, que cerraba en su manita la ropa del pecho donde descansabas, ese puñito que ha ido abriéndose a la vida, cogiendo un trocito de pan, espachurrando un plátano, juntando tu pequeño pulgar con el índice para compartir un espagueti con Clay, ese puñito de bebé se ha convertido en una manita que dice adiós, hace bailar sus deditos, que gatea, que abraza a papá y a mamá y acaricia a Clay.
No recuerdo con exactitud el primer día que dijiste «mamá» porque hace muchos meses que ya te lo escucho, depués vino «teta», «papá» y «nenene, aaayyy, nenene» (Clay).
Hace como mes y medio empezaste a decir «taaannn…». No acertábamos a saber a qué te referías hasta que un domingo por la mañana al escuchar las campanas que anuncian misa dijiste al mismo son «taaannn..!». Hace un par de semanas que dices «pan». Te queda tanto por decir….
El día que naciste hacía un día precioso, tan precioso como tú.
Me pregunto cómo hemos podido vivir sin ti.
Eres tan grande, pequeña.
Hoy papá y yo también cumplimos un año desde que fuimos papás, ha sido muy duro y agotador. Pero una experiencia increíble. Cada día a tu lado es un regalo.
En este año jamás has tenido un grito,ni te hemos obligado a comer, ni un «no», ni un castigo, ni un dejarte llorar (dejar llorar a un bebé??!!). Tú no sabrás lo que eso, porque cuando te vayas a caer, no te diremos un «verás, te vas a caer, te lo dije», no, tú siempre tendrás un «temo que te caigas, me quedaré cerca por si me necesitas».
Y no, todavía no andas, ni tampoco tienes dientes ni te sobra ningún kilito, pero sin engordar, sin dientes y sin andar no te vas a quedar así que, ¿dónde están las prisas?.
Y sí, sigue con la teta. Que por qué, porque ella quiere y yo también, que hasta cuándo, pues mira hasta que tenga dieciocho (qué aburrida está la gente).
Hoy hace un año que te asomaste al mundo para hacerlo tuyo, para aprender, para ayudar, para reír, para respetar…
Como siempre te digo, yo te tuve a ti y te entrego al mundo, y aunque éste sea oscuro, tú siempre ilumina tu parte.
Primero nos teníamos el uno al otro. Luego vino Clay. Y ahora que ya llegaste tú, ya lo tenemos todo.
Feliz cumpleaños Valeria.

MARÍA JT


 

Creo que tengo miedo.

No lo sé,
siempre tuve miedo a tener miedo,
al frío cortante de la impotencia
y a que el antagonista que calzo
deje de ser el único vagabundo
en mi larga lista de historias inacabadas,
de fracasos por adelantado.

Pero es que estoy seguro de poco.
Sé que me gusta asomarme al fondo de los acantilados
justo antes de dejarme caer, a ver qué pasa,
que me he acostumbrado a viajar solo
que disfruto envenenándome en dosis descontroladas
y abuso de Ockham y del negro.

Y tras tantos años y excesos pasados de moda
hoy me he vuelto más duro e intolerante.
Y es que con rodearme de mi mierda ya tengo bastante,
que nadie venga a joderme con su perfume en serie
y sus cuentos aprendidos.

-Alguno lo llamará cinismo, alguno, probablemente, se sienta incómodo con ciertos términos-

Hoy creo que tengo miedo de no seguir siendo un escritor,
porque estoy cansado y ya no escribo
y porque nadie merece ser otro maldito renglón en el aire de mis dudas.

DAVID GUTIÉRREZ

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18 comentarios en «Un día especial»

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