Tema libre

 

Relato ganador semana 15/10/2015:

Estados de divagación entre luces y sombras
Sola en mi cuarto con mi pequeño, sin poder dormir, para variar.

Melancólica, pensando lo rápido que crecen y a la vez orgullosa de como lo hacen.

Intentando que no vean tanto como yo, intentando darles las herramientas necesarias,para luchar contra el mundo cuando llegue su momento.

Miro mis viejas fotos y pienso,en que fue de aquella niña que dejé, me miro en el espejo tratando en vano de encontrarla,sé que aún está ahí escondida.

Quiero traerla de vuelta,que juegue con mis hijos.

Que la mochila que porto se vuelva liviana,quiero ilusionarme con tonterías, redescubrir el mundo,sentir con toda la plenitud,sin prisas,sin miedos,sin sentirme juzgada.

A veces pienso que estoy loca,temo perderme para siempre en este baile de máscaras que hay alrededor.

Cuánta gente se esconde tras ellas,a veces me siento terriblemente sola con muertos vivientes que no dejan de perseguirme,mientras mis heridas no dejan de sangrar.

Saben que soy diferente,y cada día soy más consciente de ello.

Mis recuerdos en la noche se tornan pesadillas,que como un pedazo de cristal me cortan y me hieren.

La sensatez desapareció, la locura me abrazó,y cuando caminaba al borde del abismo de la muerte,llegaste tú, con una luz tan cegadora que hizo que el monstruo que se escondía debajo de mi cama,se quedara quieto,y las voces de mi cabeza se callaran.

A veces tengo ganas de desaparecer,de echar a correr sin saber a donde,pero entonces te veo tan lleno de vida,con esa necesidad de mí,que sé que haría cualquier cosa por hacerte feliz,cojo mis mis miedos e inseguridades y los encierro en una caja.

Pasan los días, y la angustia me vuelve a invadir.

En cada golpe muere un trozo de mi alma,me sumerjo en las sombras.

Quisiera gritar,pero nadie me escucharía,enjaulada en la misma prisión que yo he creado.

Tolerando cosas,q tal vez no debería, ¿o tal vez si?

¿Cuál es el precio a pagar esta vez? ¿Acaso importa ya? ¿Qué sentido tiene?

Mentiras,todo mentiras,

Muñecas rotas, risas vacías.

He andado un largo camino que me ha llevado a ninguna parte.

Todo llega a su fin, algún día….

La vida pasa y pesa,cada vez con más fuerza hasta que notas que te ahoga.

Me gusta sentarme en la cornisa y sentir la fría brisa mientras veo a la gente pasar,e imagino como serán sus vidas,me gustaría ser como los demás,salir de mi cabeza,dejar mis fantasmas.

Oscuridad, envuélvelo todo,no dejes que nadie se acerque,posee mi cuerpo, acaba con el miedo…

.
SILVIA TRAMOYERES

 

 

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, el tema era libre. De esta manera, podíamos mostrar los fantásticos relatos que nos escriben y que muchas veces se quedan en el olvido por no ajustarse a la temática prevista.

 

 


Fui a la tienda de maletas. Cuando entré vi una rosa chicle con dibujitos infantiles. «Es perfecta», pensé.

Y cuando llegué a casa empecé a empaquetar. La ropa de verano, la de invierno, los zapatos… Y a cada cosa que guardaba la acompañaba un recuerdo, una lágrima.

Seguí metiendo y metiendo cosas en la maleta hasta que ya no quedaba espacio. Me senté encima, salte y aplasté las paredes de la maleta en un intento de que todo entrase…. pero no hubo manera.

Entonces lo entendí. Entendí que no podía llevármelo todo, y mientras empezaba a pensar qué dejar atrás las lágrimas caían sin cesar. ¿¡Cómo se meten 16 años en una maleta!? ¿Cómo eliges qué dejar atrás? Y me quedé sentada en mi maleta rosa, llorando como una niña sin saber qué hacer. Porque nadie sabe cómo meter el tiempo, los recuerdos, los besos, las esperanzas… en una maldita maleta rosa.
IRENE ÁLVAREZ


Los relojes se sentaban,
con los minutos absortos
en las horas; pasajeras
consonantes o asonantes
según la flexión del ruido.
Como si los kilómetros,
en su mayoría de edad,
fueran simple y
llanamente octosílabos
pernoctados.
MIGUEL ÁNGEL MONTES


Te despiertas sin resaca, que no en plata como te escribieran en 2012. Con la cabeza hecha mierdas, preguntándote qué pasó anoche para sentirte como lo haces. El café te pone. Es de las pocas cosas que nadie te dice que no podrás seguir tomando. Tan sólo es malo para tu úlcera de estómago, esa que de momento no se manifiesta, dándote tregua, pero sabes que está ahí, como si de un volcán dormido se tratase.
No suplantaron tu identidad, pero si te hubieran quitado algún órgano, es con el paso de los días cuando empiezas a sufrirlo; hay algo que falta que no permite que te «regules». Regularte es un concepto que todo el mundo utiliza para referirse a tu enfermedad. Te dicen constantemente «cuando te regules». A veces contestas con un «sé a qué os referís también» pues la gente es muy prudente. Demasiado. El doble sentido está siempre ahí, como cuando se habla de Madrid y Barça, donde tantas veces se trata de política simple y llanamente.
No puedes huir siquiera hacia delante, no cuando la ves bajando por la altura del Superdos con su particular caminar hacia tu encuentro. Aparece y desaparece de modo intermitente , como tus picos entre subidas y bajadas. Cuando sea una constante, como si de constantes vitales se tratara, significará que está muerto.
No quieres que esto pase. Te aferras a la idea del mañana, que te agita, como lo hace el dolor que arrastras, como no lo hace el miedo que no sientes pues caminas errante pero con paso firme sin importarte mucho, poco o nada regularte.

MIGUEL HERNÁNDEZ


Tengo una compañera de piso. Es una chica tan normal que la tomo como referencia de la normalidad, no es tonta, ni muchísimo menos, sencillamente es normal- que no natural, por lo poco que queda de mi salud mental voy a separar normalidad de naturalidad y pensar que ser normal no es ser natural, pues en caso contrario somos el animal más deplorable de la evolución y una parte de mi se resiste a serlo, seguramente la parte que aún no está borracha-. Esta compañera de piso hace cosas de persona normal- pese a que pueda parecer un improperio, he de aclarar que la mayoría de la gente hace cosas anormales cuando intenta ser normal, en ese aspecto, esta chica les lleva mucha ventaja- y me dice cosas como…cómo vivir mi vida, cómo deben vivirla los demás, quién está equivocado o qué va a pasar. Por supuesto, normalmente se equivoca.
Me mato a pajas, para qué negarlo, otros lo llamarán masturbación o autoconsuelo…yo no me consuelo, me pajeo. Me pajeo tanto como negro es Pedro, aunque otros lo llamen de color. No soy pintor, así que no domino el Pantone, pero Pedro es el marrón más negruzco que me he echado a la cara en un ser humano, no es verde ni rosa, es negro.

Me pajeo porque me quiero y me comprendo, pese a no comprender la idiosincrasia de lo que me rodea, no es que no quiera echar un polvo, es que no encuentro con quien no me aburra compartirlo.

Y esta compañera de piso en concreto, cree que soy un merengue, un hombre romántico y empalagoso, no sé si la habrá visto, pero de poner una comparación me tendrá por Ryan Gosling en «el diario de Noah» cuando no es cierto, por desgracia ya lo he demostrado, es que sencillamente – me gusta lo sencillo, no lo simple- os oigo hablar y no os entiendo. No entiendo ese afán de apariencia y mucho menos el de dominación, no entiendo por qué las cosas son como son y no mucho mejor, no entiendo vuestros miedos, creo que en el fondo todo se reduce a eso, a que no entiendo vuestros miedos, ni por qué hacéis una unidad desunida, ni por qué os separáis, ni la arbitraria razón de vuestro aguante, ni ese absurdo instinto de autoconservación y valoración. ¿Qué hay que conservar? ¿Qué tenéis de especial? Adoráis a genios que no son genios pero son distintos y os empeñáis en conformar una masa uniforme…
Y no echo un polvo por echar no por el acto en si sino por la compañía, porque no necesito validación y no acepto la ajena, porque ya no entiendo otra relación que no sea la de compañero y compañera y veo en los ojos que vosotros tampoco la entendéis… y por los dioses que no existen y los que puedan existir juro que no dejaré que recaiga sobre mi el yugo de vuestras reglas corruptas, ni la necesidad de encontrarme donde mi alma me rechace, ni convertiré en arcilla lo que en un principio consideré una obra de arte. Eso no es para mi, parece ser que yo no soy con nadie, no sé si vengo de Marte o si soy un hijo de la Tierra que no supo aprender de memoria este extraño artificio. No lo quiero, no lo acepto…creo que al final, soy yo quién le tiene miedo.
DAVID GUTIÉRREZ DÍAZ


Si vas a herirme, por lo menos haz que esa herida no cicatrice nunca.
Si vas a perturbar mi calma, asegúrate que es para llenar las noches de insomnio.
Si vas a joderme la vida, al menos hazlo de una forma inteligente.
Si vas a despellejarme, llévate el resto de tus tatuajes que me dejaste sobre el cuerpo.
Si estás dispuesto a jugar al ajedrez, asegúrate que rompes todas las piezas, a codazos, a mordiscos… a lo que sea, pero cárgatelas.
Si tu objetivo como amante depende de lo hundido que me dejes,
por favor,
asegúrate de que me entierras muy profundo, a muchos miles de kilómetros bajo tierra,
porque de mi sombra…ay! de mi sombra no podrás escapar.
Ni los días de sol,
ni los días de lluvia,
ni si quiera cuando la oscuridad en tu habitación cubra tus amoralidades,
ni si quiera en ese momento podrás dejar de ver mi sombra tallada en tus ojos.
Esa es la herencia que dejaste de nosotros,
mi sombra buscando un mínimo destello de tu mierda.
CARLOS COSTA


Mil Latidos

Laberinto
de tus latidos…
que estás en cada cacería,
que llamas tu instinto,
que escribes tus latidos.
¡Láteme!
Dime en qué lugar
está su presencia.
Dime en qué latido
arrancará de su cobijo.
Dime en qué tono
tiembla tu corazón.
Montes
de tus vocales…
ya cobijas tus deseos
ya robas mis fronteras
ya decides nuestros caminos.
¡Láteme!
Dame cada salida
con buenas despedidas.
Dame todo el secreto
que guarda el monte.
Dame la impaciencia
de tus latidos.
Laberinto
de tus latidos…
¡Láteme!
ANTONIO GRANADO


El abogado tendría unos diez años más de lo que yo esperaba.

La recepcionista me dijo que la siguiera. La acompañé hasta el final del trayecto, hasta la puerta del despacho. Ella se marchó con su blog de notas pegado al pecho.

Llamé a la puerta con los nudillos pero como la puerta estaba acolchada el abogado no me oyó, así que la empujé un poco. No chirriaba pero pesaba mucho y mis dedos se arquearon un poco. Llevaba mi pasaporte como me había pedido por teléfono.

Me invitó a pasar desde su mesa, que parecía estar muy lejos. Creo que incluso llegó a decir eso de “entra, muchacho” y yo pensé algo como «ya empezamos».

Cuando hube entrado cerré la puerta de nuevo. Era tan pesada y complicada como la de una caja fuerte por lo que tuve que recurrir a mi hombro. Esa imagen no me estaba favoreciendo mucho. Quería desplazarme por el despacho con la gracia de una pluma al viento.

El abogado, en su mesa, me esperaba con los dedos de sus manos entrelazados sobre el escritorio en la postura de “ya verás tú ahora”. Frente a él tenía una hoja en blanco atravesada diagonalmente por un bolígrafo dormido.

– Veamos, ¿en qué puedo ayudarle, serñor…DubZdc..ek?

Temí que en ese esfuerzo de pronunciar mi apellido correctamente se le disparara la dentadura postiza. Bajé la mirada, avergonzado de que tanta consonante pudiera hacerle perder las ganas de representarme.

– Como le dije por teléfono, quiero saber las posibilidades que tengo de obtener la residencia.

– ¿Ha traído su pasaporte?

– Sí, aquí está.

Se lo entregué y lo miró por encima, pasando las hojas con el pulgar, como cuando medimos lo que nos queda por leer de un libro que nos aburre. Me lo entregó.

– Deme su fecha de nacimiento –preguntó despertando a su bolígrafo y tomando con él carrerilla haciendo pequeños círculos sobre el papel antes de anotar los números de mi nacimiento.

– 10 de agosto de 1965.

Escribió los números, se quedó algo pensativo (quizás interpretaba su significado cabalístico) y lo subrayó muchas veces antes de seguir preguntando.

– ¿Y me dijo que nació en…Polonia, no es así?

– Sí, Poznan, pero trabajé muchos años en una fábrica en Gdansk. Eso no está en el pasaporte.

– Bueno, lo de su trabajo no importa…¿Se encuentra en Estados Unidos con un visado, señor DubZC..ek?

– Mi visado expiró como si fuera una persona.

– ¿Cuándo expiró? –preguntó con toda la amplitud y sorpresa de sus globos oculares.

– Hace un año y medio.

– Entonces…¿se encuentra usted ilegal?

– Ilegal, sí.

-¿Está trabajando?

– Tengo mañana una entrevista en un hotel.

El abogado escribió la palabra “ilegal” debajo de los números de mi fecha de nacimiento y empezó a trazar líneas horizontales debajo con cierta violencia. Tal vez no había ya nada que decir.

Le miré asustado. El bolígrafo del abogado no se detenía: me estaba ejecutando.

El abogado titubeó un poco antes de volver a preguntar:

– ¿Ilegal, eh?

– Eso es. Pero…dicho así con esa voz parece el diagnóstico de un tumor maligno.

– ¡Es un delito, señor…señor Romek!

Su mirada iracunda enrojeció. Parecía que emergiera del agua después de haberse pasado cinco minutos conteniendo la respiración bajo una ola.

– ¡Claro que es un delito! Mire…aunque llegáramos a conseguir algo, por infringir la ley, le desterrarían del país durante diez años. Pase lo que pase, los diez años siempre estarán ahí, como una nube.

Dejó de mirarme, bajó los párpados, tiró el bolígrafo sobre el papel donde mis pobres datos yacían inscritos, como en una lápida y negó con la cabeza, lentamente.

-No hay nada que pueda hacer por usted.

El abogado se levantó bruscamente y, sin perder la rigidez de su cuerpo ni el desprecio en su mirada, me ofreció su mano seca. La sentí fría como la de una estatua de bronce.

Le dí las gracias y me retiré humildemente, casi de puntillas.

Al salir a la calle, mi percepción de los demás era diferente. Parecían los mismos de antes, se movían del mismo modo, pero eran legales y ninguna nube se cernía sobre ellos.
ROMEK DUBCZEK


No le quitó ojo en todo el trayecto hasta la puerta y cuando la vio desaparecer, Yasser se sintió desangelado, por eso se alegró inmensamente cuando volvió a verla aparecer por la puerta un segundo después con una actitud más que sugerente y le dijo -voy a darme un baño, si te apetece podemos compartirlo, no es nada personal, pero hay que ahorrar agua en este maldito desierto- Obsequió a Yasser con una seductora sonrisa y volvió a desaparecer.
Tardó dos segundos en asimilar las palabras de Shahnaz y sólo un segundo más en traspasar el umbral de la puerta para seguirla.
DAVID LIZANDRA


Nací de una mancha en la pared.

La encontró tu padre mientras hacía sus genuflexiones matinales – ¡Divka, Divka, un milagro: mira, la clara manifestación del Divino! – gritó, henchido de gozo.

Le hicimos un altar precioso de marcada influencia churrigueresca y comenzamos a celebrar misas sanadoras para la parroquia (y alrededores) a cambio de la voluntad. Era tan real ¡si hasta comenzó a salirle barba! Al principio era una pelusilla adolescente que yo -contaba mi madre- atusaba con veneración. Pero poco a poco fue cambiando y adquiriendo una forma que a mi me recordaba cada vez más a un coño.

No le dimos la mayor importancia porque siempre hemos sabido que los caminos de Dios son inescrutables y que a caballo regalado no se le mira el diente, de modo que continuamos celebrando con gran fe los rituales establecidos hasta que en la mañana del Shavuot, mientras tu padre leía un pasaje de la Tora, escuchamos un ruido fuerte y áspero (como Asaf, el lechero) y vimos que el Divino (coño) había parido un niño de unos cuatro kilos y medio.

Y esta es, amados y devotos fieles,
la verdadera historia de mi nacimiento.
ROSA RODJA


NUMEROS FAVORABLES
Los números pueden ser favorables o desfavorables. Por ejemplo, no es lo mismo que te falten 32 años de condena en una cárcel de alta seguridad a que te falten 32 días para salir de ella. Como a mi me faltan 32 x para que pase una cosa importante en mi vida (toco madera) se me ocurrió escribir cada semana un «elogio» a cada uno de los números involucrados en orden decreciente. Iré poniendo elogios numéricos en este sitio una vez por semana, y estos son los que ya he escrito.
ELOGIO DEL 32
Cercano a la treintena y lejano de la cuarentena. Desde ella es un numero esperanzador y simpático. El tres y el dos es una combinación de impar y par que presagia en la distancia y la diferencia el nacimiento de algo que huele a nardos. Einstein no lo decía. Lo digo yo. Pero es que Einstein no estuvo nunca en Sevilla.
ELOGIO DEL 31
El 31 tiene un punto cursi, lo reconozco. Eso le ocurre a todos las cifras que acaban en1 pero solo si se observan desde una perspectiva creciente. El 31 parece que se escapa del 30, como si fuera un niño pijo en busca de aventuras de sábado noche. Pero de forma decreciente, el 31 regresa a casa, a su casa de toda la vida con un aire de humildad que nos resulta simpático. Esto no lo decía Euclides. Lo digo yo. Pero es que Euclides, que yo sepa, no estuvo nunca en Sevilla.
ELOGIO DEL 30
Puerto seguro, campamento base. Si esto fuera una carrera ciclista aquí pondríamos una señalización clara. Estamos lejos de la meta, pero vamos por el buen camino. El 30 tiene entidad, tres decenas en la bodega, refugio de alta montaña, lugar habitable y francamente hospitalario. Desde él se pueden ya hacer cálculos, planear estrategias de futuro a medio plazo. Esto no lo dijo Napoleón. Lo digo yo. Pero es que Napoleón nunca estuvo en Sevilla. Creo.
ELOGIO DEL 29
Es mucho nueve para tan poco dos. El 29 siempre me pareció un numero orgulloso y con joroba, pero en este caso es el comienzo del viaje hacia la veintena y eso significa en esta cuenta atrás que ya hemos consumido etapas hasta el cero absoluto. Numero luchador, pues, laborioso y valiente, que se enfrenta al camino con una pesada mochila a la espalda. Hay números trágicos, y este es uno de ellos, sin duda. Eso no lo dijo Corneille. Lo digo yo. Pero es que Corneille, según parece, nunca estuvo en Sevilla.
ELOGIO DEL 28
Dos números pares juntos… Y si a esa mezcla le añades que uno de los dos es el 8 no tengas dudas: el número resultante es un cachondo mental. Tantas curvas y ondulaciones son propias de personas (y números) frecuentemente ebrios, ya sea de alcohol o de vida. Al 28 le gusta hacer el amor frecuentemente y lo hace muy bien, según cuentan los impares con cierta envidia y el 91 con auténtico odio. Para mi el 28 es un número provocador. Eso no lo dijo el Marqués de Sade. Lo digo yo. Pero es que el depravado Marqués dicen que no estuvo en Sevilla.
PACO ORTEGA


No fui nadie
Aquel espectro sin luz
Aquella sombra grisácea pululante
Sin gracia. No fui nadie!
aquel final del cuento que nadie quiso saber,
aquel estómago aprueba de desperdicios.
No fui nadie ! Aquella vaga imagen de humano.
el silbido del ave que nadie escucho.
Mi sonrisa contamida en la gratitud de una moneda,
No fui nadie! La esquizofrénica plática para no caer
En la locura. La inspiración del altruista mas inexperto, la mancha roja en las botas
de la justicia falaz .
La lluvia que marchita los transeúntes
Del bulevar, la lluvia que no cesa de caer sobre mi ultima mañana, no fui nadie. Aquel crimen del viejo callejón ancho, como le llamábamos mis «amigos» canes y yo, aquel cuerpo Desabrido y aquella voz que decía que «no fui nadie».
JOSUÉ GONZÁLEZ


Estados de divagación entre luces y sombras
Sola en mi cuarto con mi pequeño, sin poder dormir, para variar.

Melancólica, pensando lo rápido que crecen y a la vez orgullosa de como lo hacen.

Intentando que no vean tanto como yo, intentando darles las herramientas necesarias,para luchar contra el mundo cuando llegue su momento.

Miro mis viejas fotos y pienso,en que fue de aquella niña que dejé, me miro en el espejo tratando en vano de encontrarla,sé que aún está ahí escondida.

Quiero traerla de vuelta,que juegue con mis hijos.

Que la mochila que porto se vuelva liviana,quiero ilusionarme con tonterías, redescubrir el mundo,sentir con toda la plenitud,sin prisas,sin miedos,sin sentirme juzgada.

A veces pienso que estoy loca,temo perderme para siempre en este baile de máscaras que hay alrededor.

Cuánta gente se esconde tras ellas,a veces me siento terriblemente sola con muertos vivientes que no dejan de perseguirme,mientras mis heridas no dejan de sangrar.

Saben que soy diferente,y cada día soy más consciente de ello.

Mis recuerdos en la noche se tornan pesadillas,que como un pedazo de cristal me cortan y me hieren.

La sensatez desapareció, la locura me abrazó,y cuando caminaba al borde del abismo de la muerte,llegaste tú, con una luz tan cegadora que hizo que el monstruo que se escondía debajo de mi cama,se quedara quieto,y las voces de mi cabeza se callaran.

A veces tengo ganas de desaparecer,de echar a correr sin saber a donde,pero entonces te veo tan lleno de vida,con esa necesidad de mí,que sé que haría cualquier cosa por hacerte feliz,cojo mis mis miedos e inseguridades y los encierro en una caja.

Pasan los días, y la angustia me vuelve a invadir.

En cada golpe muere un trozo de mi alma,me sumerjo en las sombras.

Quisiera gritar,pero nadie me escucharía,enjaulada en la misma prisión que yo he creado.

Tolerando cosas,q tal vez no debería, ¿o tal vez si?

¿Cuál es el precio a pagar esta vez? ¿Acaso importa ya? ¿Qué sentido tiene?

Mentiras,todo mentiras,

Muñecas rotas, risas vacías.

He andado un largo camino que me ha llevado a ninguna parte.

Todo llega a su fin, algún día….

La vida pasa y pesa,cada vez con más fuerza hasta que notas que te ahoga.

Me gusta sentarme en la cornisa y sentir la fría brisa mientras veo a la gente pasar,e imagino como serán sus vidas,me gustaría ser como los demás,salir de mi cabeza,dejar mis fantasmas.

Oscuridad, envuélvelo todo,no dejes que nadie se acerque,posee mi cuerpo, acaba con el miedo…
SILVIA TRAMOYERES


12039510_154854804861766_271301378333773793_nBenedetto era gondolero y ahora… tiene reuma.

Nos conocimos en un eje de coordenadas. La equis sobre la horizontal la marcó el plácido transcurrir de la góndola de Benedetto justo antes de pasar bajo el Ponte di Rialto, y la coordenada sobre la vertical la determinó mi estrepitoso salto al vacío desde lo alto del mismo.
P(x, y), ese punto nos unió de por vida.

A él le ató la responsabilidad de haberme visto los tobillos, y a mi la imperiosa necesidad de olvido.

Por las tardes nos sentamos cerca del Gran Canal, yo entorno los ojos y pienso en lo feliz que podría haber sido si Benedetto hubiese sido Pietro y en los fetuccini de la mia mamma.
Benedetto mira hacia el Canal, lee y pone la pierna al sol porque antes era gondolero y ahora… tiene reuma.
KWKLOV KA


Cuando entro a mi habitación, me encuentro de frente una pared con humedades y un perchero de hierro oxidado que sostiene unos abrigos viejos y abandonados. En la pared contigua hay un ventana con los cristales sucios y empañados y un escritorio de madera carcomida que sostiene un ordenador de los noventa que hace años que dejó de funcionar.
Junto a ella está mi cama y el rincón de los juguetes, donde guardo unpatín sin ruedas, varias pelotas pinchadas y una guitarra con las cuerdas partidas. Mi cama, si se le puede llamar así, es solo una colchoneta en el suelo.

La última pared es la que más me gusta. Es donde cuelgo los posters de mis películas favoritas (El niño con el pijama de rayas y Bambi), aunque ya están descoloridos y con las esquinas rotas. Junto a ellos está el armario lleno de ropa que he ido heredando.

Esta es mi habitación y este soy yo.
MADEIN EXTREMADURA


Cuando naciste, eras una criatura tan pequeña y raquítica que nadie quería llevarte a casa.

Pasaste dos semanas asustada en una jaula hasta que mi madre te vio y se le llenaron los ojos de amor. Recuerdo que me llamó por teléfono para decirme que estarías en casa cuando yo llegara del campamento, y pasé el resto de la quincena contándoles a todos que habíamos adoptado a un gato, y yo iba a darle su nombre. De repente, empecé a preocuparme, ya que cuanto más pensaba en ello, mayor era la carga que me suponía bautizar a un ser vivo.

Permanecería con ese nombre toda su vida, al fin y al cabo. Llegué a casa, deseosa de verte, y fue entonces cuando vi las débiles manchitas marrones que asomaban de entre tu pelaje de gato común: “Son como migas” -dijo en un eco mi imaginación de cría de doce años-. “¡Migas de galleta!”, y así fue como recibiste el nombre de Cookie.

Tardaste unos días en acostumbrarte a tus otras dos madres adoptivas. La primera, el peluche de una gata rosa de ojos saltones que me había pertenecido de pequeña, y que había cedido como cama de gato, y la segunda, tu compañera de piso, una gata gorda y territorial, ya adulta, que te miraba con ojos luminiscentes y bufaba. Ambas te dieron pavor, pero cuando te acostumbraste a ellas fueron tu educación y tu compañía cuando no había humanos en la casa.
Eras un cachorro inteligente, lo noté desde el primer día. Intenté enseñarte palabras. Al principio las ignorabas, hasta que descubrí que preferías que te hablasen más bajo. A partir de entonces, si susurraba “Cookie”, venías a comer, cuando decía “Avión”, corrías hacia la otra punta de la casa, buscando en el aire una de mis obras tempranas de papiroflexia para atraparlo entre tus pequeñas garras. También te enseñé a no subirte a la mesa, sino a sentarte en el suelo con paciencia. No siempre funcionaba, así que te mostré el verbo “sentarse”.

No puedo evitar recordar que este último truco lo llegaste a hacer a principios de este año, cuando volví de navidades. Llegué a la mesa, y tú sabías que había pescado. Maullabas de forma histérica y dabas vueltas alrededor de la mesa. Yo te susurré “Cookie, siéntate”, y lo intentaste…pero te caíste, como una señora mayor. Fue entonces cuando supe que tendría que despedirme de ti, pero no imaginaba que tuviera que hacerlo a tanta distancia, sin una fotografía, sin mi familia, sin tu casa. A pesar de todo, debo recomponerme e intentarlo. Y en tu idioma.

Cookie, vamos corre. Ve a por el avión. Te espera ahí arriba.

SARA LÓPEZ


 

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