Histeria colectiva

Esta semana, en nuestro Grupo de Escritura Creativa de Facebook, proponíamos escribir relatos con el tema “histeria colectiva”. Estos son los textos recibidos. ¡Vota por tu favorito en comentarios antes del jueves 12 de noviembre! (Solo un voto por persona. Este voto se puede dividir en dos medios o cuatro cuartos).

POR FAVOR, SOLO VOTOS REALES, SOLO SE GANA EL RECONOCIMIENTO, CUANDO ES REAL.

* Todos los relatos son originales (responsabilidad del autor) y no han pasado procesos de corrección.

MARÍA CRUZ ESTEVAN APARICIO

Histeria compartida.
El día invitaba con su claridad y buen sol a dar un paseo.
La plaza del barrio estaba llena de gente.
El grifo roto de la fuente, de aque lugar apacible en donde ese día el sol con su gracia bañaba a los árboles y a la gente, le indujo presumido a disfrutar el mismo con sus atributos, de su balia. Así pues se introdujo entre las ramas para mirarse en el Charco que el agua había formado y que por descuido del vigilante en tener la plaza en buen estado aquella manga de agua llegaba también a la alcantarilla.
Una ratita coqueta quiso igualarse al sol, así pues salió de su territorio a disfrutar a través del espejo del agua, de su hermosura,
Una voz…, grito» una rata»
Aquélla palabra provocó la «Hirteria colectiva»
El sol tuvo que taparse los oídos para no oír las voces de los que huían de la plaza alocados.
La ratita se adueñó del espacio vacío de personas y continuo mirándose en aquel Charco que la fuente habia formado y en donde el sol una vez más confirmo su grandeza…

CORONADO SMITH

Aviso. Cualquier verso, palabra o estrofa de las aquí “declamadas” son total y absolutamente fruto de la imaginación del autor y no tienen nada que ver con ningún acontecimiento relacionado con este grupo. (Y aún así me llevare algún “zasca”)
Despliego mis alas al viento,
e intento volar hacia el norte,
con un aleteo ciego,
Para mi sorpresa descubro,
que aletear no puedo.
Me atrapa la histeria colectiva,
de los “poemantes” modernos.
Despotrican del hipérbaton,
y dicen que la aliteración,
es cosa de viejos.
Nos queda al menos la hipérbole,
tan usada con el miembro.
Alabada en poemas pueriles,
de fálicos acontecimientos,
“picha floja”, asomando en versos.
Rimando hasta en canciones,
de rimas por las que asco siento.
Ya se que la jodienda
no tiene enmienda,
pero que la canten para sus adentros.
Herida está la poesía,
y los poemas, muertos.
Los poetas no tienen bragueta,
aunque los poemados,
saquen hacia el frente pecho.
Como no quiero cansarles,
con anciana sabiduría,
me despido de ustedes,
Salud y el pito tieso,
y a no dormirse en los laureles.

ALBERTO MEDINA MOYA

El cuerpo humano es la leche. Ahora puedo decir que he descubierto pliegues en mi anatomía cuyo estímulo hacen aflorar gemidos que vienen de otro mundo. Cómo iba yo a saber los placeres que se ocultaban en mi cuerpo después de quince años de convivencia. Mi marido y yo hemos encontrado formas de relacionarnos con nuestra piel que no sabíamos que existían. La rodilla ya no es solo la rodilla, el cuello ya no es solo el cuello, todo alberga un erotismo y forma parte de un misterio que nos abraza y nos sumerge en el útero de la humanidad. Nunca había hecho el amor de esta manera. Eso sí, nada de besos. Mi marido tiene el miedo al maldito virus tan incrustado en la mollera que solo se quita la mascarilla para ducharse. Una locura. Al principio traté de disuadirlo, pero comprendí que tiene derecho a tener sus propias neuras. Ahora puedo decir que, después de todo lo que he aprendido, ha merecido la pena. Porque de eso se trata, de usar el miedo para abrir puertas.


BENEDICTO PALACIOS

MISTÉRICAS
Quería evitarlo a toda costa, pero me salió del alma. Me gritaste por olvidar el día de tu cumpleaños, y te lo eché en cara: «Edwige, eres una histérica.»
Mistérica, por favor.
—¿Mistérica? Tú te inventas palabras.
—Esta no; un compuesto de misterio histericós (vientre, matriz) Vientre misterioso.
Me quedé de piedra, estupefacto, vaya. Me pareció tan original la explicación que me acerqué a ti y me rechazaste. Te pregunté por el motivo del desaire. Al fin y al cabo histérica no era una la palabra ofensiva. Ni buceando lograba comprender.
—Eso, eso, bucea. Si el hombre lo practicara con más frecuencia, el mundo iría mucho mejor. Porque te recuerdo que eso fue lo que hiciste antes de nacer, bucear. Un ejercicio imposible sin que hubiera una mujer.
Los ojos me hicieron chiribitas. Qué imagen tan singular. Te miré intensamente a los ojos, te acaricié una mano y también me salió del alma decirlo: «Lo siento, querida, pero es imposible volver a nacer.»

DIL DARAH

Mapa de Fenomenología: Histeria Colectiva

Suponiendo el comienzo en la palabra Curiosidad.
La acción es Pecado y el eco es Rumor.
Se separan en cuatro, para abarcar la Tierra y vuelven.
Ahora son Noticia y de ella, salen tres cajas.
La Caja de Pandora, tal y como se conoce.
La Caja Negra, de pruebas.
La Caja Vacía, de testimonios.
Abras la caja que abras, el contenido es para todos.
[¿Cuál elijes?]

TALI ROSU

—¡Mira, ahí a lo lejos! ¿Has visto? —pregunta mi amiga mientras se le eriza la piel.
Yo me asomo por la ventana y no doy crédito a lo que veo: una ola de histeria azota a la población. Nació, como muchas, por las fuertes corrientes provocadas por gigantes que, compinchados con políticos hambrientos de poder, consiguieron dar con la mejor forma de alimentar la bestia: el miedo.
La ola se formó sin llamar la atención y fue cogiendo fuerza muy despacio… poco a poco… mientras nos distraían enredando los hilos con los que nos mueven cada día; creció sin que nos diéramos cuenta de que un monstruo se alzaba poco a poco sobre nuestras cabezas y avanzaba hacia nosotros para aplastarnos sin ningún tipo de remordimiento.
La observo inmóvil mientras todos corren por sus vidas sin darse cuenta de que al correr la alimentan, pero yo sé que es demasiado tarde y cierro los ojos para sentirla impactar toda su furia contra mi cara.
Por fin llega y me abofetea sin piedad. Yo, como buena ciudadana histérica, echo a correr para avisar a los demás que no deben hacer caso a su sentido común, ha llegado la hora de que todos caigamos en la misma ratonera.
—¡Corred a la jaula, corred! ¡Es nuestra única salida! —grito sin detenerme.

ÁNGEL MARTÍN GARCÍA

—Se comunica a todos los seres de este planeta, que en vista de que todos los proyectos iniciados en él salen mal, será declarado defectuoso y se procederá a su eliminación y posterior reconstrucción.
Cada ser vivo de la Tierra y alguno inerte, quedó paralizado por el terror. Esa voz, que no tenía género, ni timbre, ni volumen, ni nada que pudiera ayudar a categorizarla, les hablaba desde dentro de sus cabezas, y pese a que no utilizaba lenguaje alguno, todos comprendieron.
—En unos minutos todo quedará reducido a cenizas. Será un proceso extremadamente doloroso, pero durará un instante, por lo que no habrá tiempo de agonizar.
»Se agradece su participación y se les desea una feliz llegada a la nada.
Trillones de seres de todas las formas y tamaños Supieron que era verdad. Que el mundo se acababa, y ellos con él. Y por primera y última vez en la historia, humanos, animales, insectos, plantas, bacterias, e incluso una criatura silícea que no había sido descubierta aún, gritaron de miedo al unísono, a su manera.

SERGIO SANTIAGO MONREAL

Tania es una niña de siete años que ve la vida con la ternura e inocencia que jamás debería perder el ser humano.
Sus abuelos le habían regalado un diario que la servía para escribir sus emociones.
Tras marcar el código de seguridad del susodicho y encenderse con esa música tan pegadiza en inglés, Tania cogió su lapicero y comenzó a escribir.
-Querido diario no entiendo a los adultos, están todos histéricos.
Este año la gente adulta no se encuentra bien. No hablan más que del bicho llamado coronavirus, que debe ser rey por lo de la corona y de no sé qué de los trabajos que se están quedando sin ellos y no pueden alimentar a sus familias.
La verdad es que yo también estoy harta del bicho.
No me gusta no poder abrazar a mis amigos ni me gusta ponerme ésta mascarilla que me ahoga y no se me entiende al hablar ni yo entiendo a mis profes ni a mis compañeros cuando hablan.
Sólo nos dejan quitarnos la mascarilla a la hora de comer pero sin darnos la vuelta para hablar.
Tenemos que guardar una distancia interpersonal la llaman. Le preguntamos a la profe y nos dijo que es una distancia que tenemos que guardar entre unos y otros.
Pero sigo sin comprender cómo tenemos que guardar 2 metros de distancia 28 niños que somos en clase si la entrada al aula tiene 25 metros…
Nos hacen lavarnos las manos constantemente con agua y jabón y con unos geles muy raros que sólo te puedes echar una gotita porque sino te pringa mucho y da mucho asco…
Yo misma creo que tengo quemadas las palmas de las manos de tanto frotar el gel…
Tengo ganas de que el bicho se vaya y no vuelva y se acabe esta histeria colectiva.
Lo mejor de éste año fue poder pasar todo el tiempo que pase con mi papá en primavera, para mi fue muy especial que me ayudará con las tareas del cole, pues siempre estaba muy cansado porque trabajaba mucho y casi nunca tenía tiempo para mi.
Yo no sabía que papá sabía tanto pues siempre me lo explicaba todo mamá porque por entonces no trabajaba.
Ahora han vuelto a trabajar los dos y yo ya casi no necesito ayuda. Mi papá y mi mamá siguen llegando muy cansados de sus trabajos pero lo más importante es que nos encontramos todos bien.
Este año le escribiré la carta a los reyes magos para pedirles que el coronavirus que es también rey se marche. Se marche para no volver.

GONZALO HAYA

Lo recuerdo como si fuese ayer, debian ser las cuatro o las cinco de la mañana, había muchísimo ambiente en la calle pero la situación se iba complicando por momentos, principalmente por el río de alcohol incesante que no dejaba de fluir y el cansancio que ya se iba acumulando. Los bares estaban a tope, gente bebiendo dentro y fuera, el fondo de la fiesta ya no parecía estar tan claro…parecia más bien una feria. Estábamos cerca de La Maestranza, la plaza de Toros de Sevilla, en una callejuela estrecha algo concurrida, gente en los portales descansando y cierto olor a orín. De pronto dobló la esquina una marabunta de personas histéricas, corriendo en una dirección, arrastrando a rezagados, ancianos, niños, sillas, mesas y todo lo que encontraban a su paso, un tsunami imparable. «¡se ha escapado un toro!» se escuchó, “¡uno con una escopeta!» dijo otra voz. Cuando pude darme cuenta de lo que estaba pasando ya no vi ningún rostro conocido, mis amigos ya no estaban, habían sido arrastrados por la marea humana. Corrí con todas mis fuerzas, corrí hasta quedarme solo, hasta no tener nadie detrás. Saqué el móvil y las líneas estaban saturadas. El desconocimiento y la incertidumbre me abrumaron, se apoderó de mí el pánico, lo pasé mal, pasaron más de 20 minutos hasta que conseguí calmarme y volver sobre mis pasos. El panorama era desolador, veladores destrozados, gente herida, discusiones… El Ambiente festivo por los suelos. Al final encontré a los amigos con los que había salido esa noche y decidimos que ya era hora de volver a casa, el resto ya es historia y conocida tristemente como los incidentes de la madrugá de Sevilla (año 2000)

RAQUEL LÓPEZ

En estos momentos de distopia y de histeria colectiva, de pánico, creado a la sociedad, hay que mantener firmemente los pies en la tierra y no dejarse llevar por el caos.
En tiempos difíciles en los que los sistemas políticos y corruptos, sociales y religiosos, los gurus mediáticos que acampa a nuestras anchas, se aprovechan de la desesperanza de muchos.
Es necesario que nos apoyemos y tener clara nuestra escala de valores, en la que tiene que reinar la esperanza en lo humano.
Por el contrario, hay que mantener la calma dentro de esta agitación social que por una parte, los medios de comunicación son los que nos tienen que transmitir dicha calma, para no generar pánico.. Aunque sea difícil ante lo desconocido.
Esta histeria colectiva nos arrastra a refugiarnos en falsos predicadores, charlatanes, que lo único que quieren obtener a cambio de predecir el fin del mundo y el apocalipsis, engañar y dejar que la gente se haga falsas esperanzas. Hay que mantener los pies en la tierra, aunque sea difícil porque hay familias que verdaderamente lo están pasando muy mal y esto es un reflejo de lo que no hemos querido ver hasta ahora, egoísmo, consumismo, individualismo..
No hay que esperar a que alguien venga con su varita mágica y nos salve, esto no es un cuento, es real y no dejarnos contagiar por la histeria y practicar la calma y ahí es donde hay que mantener los pies en la tierra porque a mucha gente las noticias falsas y la agitación de la gente les produce ansiedad y desasosiego, claro que a quien no, con la que está cayendo.. Se que es difícil, pero entre todos lo lograremos, porque si nuestros padres y abuelos, pasaron una guerra civil de hambre y penurias.. esto se puede superar también..

MARI CARMEN CANO REQUENA

No es verdad que se nos pasa por la cabeza muchas veces tirarnos de los pelos?……..
Salgo de casa con el tiempo justo para coger el bus hacia el trabajo y zasca!! llega 5 minutos tarde, lo necesario para no coincidir con el tren. Para colmo de ello se sienta al lado una señora que por su olor o ha debiddo dormir en un gallinero o lleva sin laverse un mes. Asqueada de ello me levanto y busco un lugar donde apollarme para no caerme, de pronto me cae una gotita en la cabeza, miro rápido hacia arriba y allí estaba la condensación del aire acondicionado justo encima de mi. Dios mio! intenté buscar un pañuelo dentro del bolso con tal mala pata que se me enganchó la pulsera con la hebilla de la cremallera. Mientras peleaba con ella para intentar desengancharla, corrió tal escalofrío por todo mi cuerpo que ardía en histeria por dentro…… Queria bajarme lo antes possible de aquel maldito tren!! Sólo de pensar que faltaban aún unas cuantas paradas
todavía, empezó a picarme la cabeza tuve que contenerme y concentrarme para no tocarla o no podría parar de hacerlo. Así que con disimulo me volteé el pelo de un lado al otro intentando dusimular esa acción, a lo lejos se oían a unos niños como gritaban entre ellos disputándose unos cromos,
–les daba una tunda que se callaban de golpe!!
A medida que iba acercandome al final del trayecto se oía música de fondo, ohh no!!….. una mini banda de música se acercaba hacía el vagón que yo estaba con la intención de dedicarnos unos minutos de…… puro rock!! Apretaba los puños para no entrar en cólera mientras tocaban……Y por fin!! llegó mi parada. Me escabullia entre la gente para poder llegar a la puerta y salir disparada……..
–Por fin ya estoy en la calle!! Ohh no!!!! Había perdido un zapato!! debió caerseme dentro del tren……DIOS MIO!! no puede ser, no me pude contener y grité con todas mis fuerzas ……..QUE OS DEN A TODOS QUE OS DEEEEEENNNNNN!!
Mientras se alejaba el tren………

NEUS SINTES

Tras veinte años creyendo que su hija había muerto en aquel trágico tiroteo. Víctima de algún que otro narco…Lucy había llorada su pérdida día tras día, año tras año. Todo por las malas compañías que la llevaron por el mal camino. La ansiedad y el estrés se apoderaron de Lucy hasta, que junto con la compañía y la ayuda de Miguel, logró superar un poco el dolor y continuar con su vida.
Cierto día llegó a sus manos una carta de Estados Unidos. Comunicando que habían detenido al que fue el culpable del asesinato de su hija. Tras un viaje largo, llegó a los juzgados donde una joven de espaldas la esperaba. Se trataba de Virginia, una joven que se dedicaba a capturar a los narcos.
La joven, ataviada con un traje blanco y un bolso de cachemire color rosa pálido avanzó lentamente hasta donde se encontraba Lucy. Se retiró hacia atrás su larga melena de su rostro y se vieron, de nuevo, tras muchos años de separación.
-Hola, madre – Soy Virginia – tu hija. – Las lágrimas surcaron las mejillas de la joven
La histeria se apoderó de Lucy. El mundo se paró y solo pudo pronunciar – Virginia – ¡Mi hija.! – ¡Tú estas muerta.!.
-Mamá – soy yo. He cambiado. Ahora me dedico a detener a los narcos. Tuve que marcharme. Me salvé del tiroteo, pero tuve que marchar para rehacer mi vida – . ¡No sabes cuánto lamento no haberte podido avisar de que estaba viva, por temor a que los narcos lo averiguaran.!
-¡No te creo! – No eres mi hija. Mi hija se acostaba con ellos. Y ahora está muerta.
-Pero… – Mamá! – ¡Ayuda!
Lucy se desmayó. Su mente no dio para más argumentos. De entro los muertos había aparecido su hija veinte años mas tarde. Ahora, tras el impacto provocado, se encontraba en el hospital psiquiátrico a la espera de alguna mejoría o algún resultado positivo. Pero, lamentablemente, todavía su mente no era capaz de aceptar que su hija Virginia estaba viva. Creyendo durante toda su vida que había fallecido en el aquel trágico tiroteo, ahora tan solo ver su presencia, entraba en pánico y atada en una cama de fuerzas se encontraba.
Virginia no paraba de derramar lágrimas contenidas de años pasados. Sabía que este momento llegaría, lo que no se imaginaba era que su madre entraría en un estado de chock que la llegara a odiar y no querer ser vista. Su arrepentimiento por no haberle dicho la verdad, ahora hacia mella en Virginia – ¡Perdón, perdón, perdón! – le repetía a su madre tras unas rejas de seguridad.
Había tomado un mal camino de muy joven y lo había remediado, cambiando de vida para atacar a los narcos, los cuales con algunos se había acostado. Pero ahora ya no era la Virginia de antaño, había rehecho su vida. Había llegado la hora de decirle la verdad a su madre. La cual, había llorado tanto su pérdida, su muerte.
¿Se recuperaría algún día de su histeria, provocada por ver un fantasma? – el de su hija. Ahora viva. Y en que su vida había reaparecido.
Virginia – ¿podría recuperar el amor de su madre y recibir algún día su perdón? – aceptándola de nuevo, como su hija – que hoy por hoy no quería ver.

REBECA FS

Se ha perdido la panceta. (Mi grupo de seis)
Pues nada que he ido a la carnicería para organizar una barbacoa y se ha perdido la panceta por el camino, y cuando he llegado a casa se ha montado la revolución por encontrar el chorizo, la morcilla, el pincho moruno, y las verduras… pero no el beicon grueso.
Que si «yo sin panceta no como»,
que si «voy a pedir panceta a la del quinto»,
que si «mejor no se come»,
que si «esperar que vuelvo a por la panceta»
que si «mañana no hay paella»,
que si «viva el vino».
¡Viva!…
y «vino» la panceta.

TESS LORENTE

¡Ya no podía más! Era tal el dolor que sentía que creí que solo se aliviaría viendo al resto del mundo sufrir conmigo.
Tantos años sometida al acoso, el maltrato y siendo infravalorada por todos a mí alrededor, habían provocado una herida en mi alma que jamás sanaría.
El dolor se había convertido en rabia y esta iba alimentando en mi interior un odio descontrolado hacia todos los que se cruzaban a mi paso.
Sentada en el banco del centro comercial, una Noche Buena, en pleno apogeo del histerismo por ultimar las compras navideñas, observé a aquellos insensibles y lo vi claro.
No necesitaba absolutamente nada, tan solo debía esperar a que estuviera bien repleto y desde lo alto gritar “hay una bomba”. La histeria colectiva se adueñaría de la muchedumbre obligándoles a buscar una salida para huir. Unas sutiles cadenas y algún improvisado obstáculo provocarían que reinara el caos. Los gritos y los llantos de aquellas viles personas, que habían arruinado mi vida, se antojaría música celestial para mis oídos.
En ese glorioso momento, desde el balcón del centro comercial, contemplaría mi venganza y dejaría de sentirme una fracasada.
Sufrid miserables, como yo he sufrido hasta ahora. ¡Morid ratas inmundas!
El sábado será el gran día.

JUAN JOSÉ SERRANO PICADIZO

«Lujuria»
A mis ocho años de edad, he vivido muchos malos momentos, ataques, burlas, golpes, insultos pero sobre todo bulling.
Estaba harto de esté estúpido pueblo, sobre todo de sus ridículos habitantes. Cambié dos veces de colegio. Los mismos problemas, peleas e insultos.
No soy de éste mundo, soy diferente. No sé porque género esa histeria colectiva en la gente con solo colocar un pie en la calle. Me lanzan huevos, piedras, heces, petardos e incluso animales muertos.
Mi madre ya lo ha intentado todo. Vivimos aquí por que era el hogar de mi difunto padre. A ella le estaba consumiendo la vida tomando pastillas para los nervios. Mi hermana mayor, dejó los estudios para ayudar a mamá, también empezó a consumir drogas.
— Todo es mi culpa – Ya lo intenté una vez pero falló, esta vez tenía que funcionar. Me quitaría la vida para que no sufran por mí culpa y así vivan en paz en éste miserable pueblo.
— ¡Pero qué mierda! – No tengo por qué acabar con mi vida, mejor acabar con la de ellos.
Si, con ese casco que encontré en el armario de papá. Tiene un poder oculto, con el podré matarlos a todos.
—¡Uno por uno! – No, mejor todos a la vez que sufran que sientan miedo.
Salía hurtadillas con el casco puesto a la calle. Nadie me esperaba ese día, me encontré por casualidad con mi primera víctima.
— ¿A dónde vas con ese casco Jeremy? ¡Idiota! Jajajaja – Se reía Lucas, el tipo duro de clase.
Me acerqué a él, coloqué mi mano en su pecho y… ¡Pluff! Se desintegró por completo.
— ¡Qué satisfacción! – Noté que todo vibraba, sentí esa energía que producía el casco.
Apunté con mi mano sobre la casa de Mario y sus asquerosos hermanos. Cerré el puño y… ¡Pluff! Reventó en pedazos.
— Muahahaha… – Me reí, me reí tan fuerte, qué alerte a todos los vecinos.
— ¡Morir todos! – Abrí mis manos y con un grito colérico, corrí por todas las calles desintegrando todo a mi paso.
Veía como todos corrían asustados, se unían en grupo gritando.
— ¡Moriiiii….r hijos de… –
—¿Qué haces enano? No te tiene dicho mamá que no juegues con el casco de papá – Dijo mi hermana.
— ¡Devuélvemelo! – le pedí.
— Anda tira, que vamos a cenar –

CONSUELO PÉREZ GÓMEZ

PAIS DE LOS HECHOS: TONGOMINA
En la remota región de Tongomina, lugar que no aparecía ni en los mapas, una buena mañana a un grupo de adolescentes de la escuela rural le entró tal ataque de risa que no había por donde controlar aquello. El personal del centro como primera medida tomó la decisión, siempre inapelable del castigo.
—¡Todos castigados! De aquí no sale nadie hasta que el silencio sea absoluto.
Radio Internacional, noticias: «La pasada noche un grupo de jóvenes a los que no se ha podido tomar declaración ante la imposibilidad de hacerles callar, comenzaron a reírse a carcajadas a las doce de la noche y hoy a las once de la mañana, no hemos conseguido ni con amenazas, imponer silencio».
La noticia a la que en principio no se le dio importancia, ni se le prestó atención alguna, comenzó a tomar forma cuando cada día se conocía un caso semejante en distintos lugares del globo. En la tercera semana de este inaudito hecho desconocido para una sociedad gris y llorona que, poco sabía hasta ese momento de la existencia del músculo risorio, la cosa comenzaba a tornarse preocupante. Y es que, a la risa inicial, fueron sumándose otros derivados como que después de horas en semejante estado, los afectados caían desmayados de agotamiento perdiendo así el conocimiento. Comenzaron a correr todo tipo de teorías. Que si habían consumido setas alucinógenas…que si habían bebido agua contaminada…que sí, que no…que tal vez…
Al cabo de un mes el globo terráqueo era la máscara irrisoria de una película a la que nadie en ese momento encontraba un final. La histeria colectiva contaminaba y propagaba la risa a velocidad supersónica.
Eruditos, científicos, gurús…de todo el mundo en un afán de encontrar la medida para salir del percance, registraron archivos, bibliotecas, estudios epidemiológicos…
El resultado fue sorprendente. Allá por el siglo XVI hubo una epidemia de baile en Europa, un brote denominado mucho tiempo después como «Coreomanía».
Ese grupo selecto y sesudo de científicos, encerrados más de dos meses, inmersos en la tarea de una solución, llegaron a la conclusión de que aquel brote había mutado en el actual, cambiando del baile a la risa. En una palabra: el mundo se moría de risa bailando. ¡Si esto no es todo un hallazgo!
La histeria solo es la historia con una letra cambiada.

CURRO BLANCO

Rollo higiénico.
Aquel día recordé los episodios que me contaba mi madre de cuando ella era niña.
Yo,niño de los setenta,no podía creer que en el siglo veintiuno pudiera llegar a vivir lo que vivió mi madre en aquellos tiempos de beligerancia civil.Si bien las circunstancias nada tenían que ver las unas con las otras- ni compararlas quiero – ,me hizo reflexionar sobre la estupidez humana y de como ésta,cuando se alinea y los que la integran se agitan entre si,inevitablemente se desencadena la histeria colectiva.
El caso es que cuando llegué a la sesión de drogueria del súper,aquella mañana posterior al anuncio de confinamiento domiciliario por pandemia,donde debería de haber rollos y rollos de papel higiénico,el stand estaba vacío.
Después de visitar todos los super y tiendas de la zona sin poder hacerme con este preciado «rollo», pude saber lo que había pasado.
Y escuché en mis recuerdos a mi madre cuando yo le decía de pequeño que el papel higiénico » El elefante » rascaba mucho:
– Pues cuando yo era pequeña no teníamos papel higiénico,utilizábamos papel de periódico- , me decia.
La histeria colectiva hizo de las suyas.
Al menos tuve el pequeño consuelo que yo a diferencia de mi Mami me limpiarla el trasero a todo color: a mi mujer no le falta en el WC.la revista Hola, y el Pronto también.

EDUARDO DAÑOBEITIA

Cuando bajando las escaleras de la casa, mis pasos fueron sentidos por aquella muchedumbre de individuos, las carreras desesperadas y los choques de unos con otros fueron la tónica dominante. Tal era el terror por mi presencia, el pánico que causaba, que muchos incluso renunciaron a buscar refugio en el interior para esconderse en el primer rincón que encontraban, todo con el único objetivo de desaparecer ante mi gigantesca presencia. Y no les culpo, porque mi aparición se me antoja, a mi corta edad, soberbia e implacable.
Me detengo definitivamente ante la escena, sonrío satisfecho ante el terror ajeno y, sentándome sobre el bordillo que da al jardín, muestro mi lupa al hormiguero.
Los dioses modernos tienen cara de niño.

LOLY MORENO BARNES

HISTEROSCOPIO
¡Doctor; estoy histérica!
¡HIS TÉ RI CAAAA!
Si, como lo oye : ¡HISTÉRICA!
¡Necesito un tratamiento con un histeroscopio!
Pero no ese que usa usted para tratar el útero . yo necesito que se invente otro para tratar el cerebro . y quizás debería usarse de manera masiva porque la histeria es colectiva.
¡Cuanto llevaríamos ganado si nos extirparan con ese artilugio de nuestras cabezas los miedos!
¡Estoy harta!
Hasta hace poco les enseñaba a mis hijos que debían aprender a ser felices, ahora les digo que deben aprender a vencer la rabia y los miedos.
Sabe usted doctor, ya deberían cambiar el nombre a ese aparato pues en griego significa “ útero”
¿ Será que los hombres por no tener útero son inmunes a la histeria?
Sabe doctor , ya han pasado años y siglos desde que se le culpaba a las mujeres de todos los males porque se suponía que su útero era un animal salvaje que se desplazaba por todo su cuerpo en forma endemoniada.
Y digo yo, ¿los hombres que parían a través de ese útero no surgían contagiados?¿ ellos estaban libres de la ira y los miedos?
En esos tiempos las mujeres histéricas eran brujas destinadas a ser quemadas en la hoguera.
Luego eran reprimidas o locas.
Por suerte llegó la igualdad hasta para las consecuencias de la histeria, pero aún no hay medicina que la cure.
Una enfermedad muy contagiosa que supera cualquier pandemia.
La histeria colectiva se apodera de todos y habita en los miedos. Produce desequilibrios nerviosos, emociones negativas y estados de ira.
El semejante pasa a segundo plano, tanto… que intentamos avanzar hasta quedarnos solos en un mundo que esta pensado para compartir y amar.

JONAY GIRA SOLI

«Apuntes de Historia, Arqueología y Antropología de la Tierra:
Hoy comenzamos la clase hablando sobre la Era Gaga, periodo que abarca desde el levantamiento de las tribus de pelirrojos murcianos de la Tierra hasta la abdicación del trono del mando único mundial de la emperatriz Lady Gaga.
Las primeras excavaciones apuntan la existencia de una sociedad poco organizada y caracterizada por un continuo crecimiento de una histeria colectiva. Estos grupos de población estaban diseminados en diferentes puntos del planeta. Podemos encontrarlos representados en diferentes piezas de arte y en antiguos pergaminos digitales del código binario.
Los restos óseos hallados en la antigua zona levantina y de la manga del mar menor indican un bajo índice en la mutación del gen receptor MC1R. La ausencia de esta mutación provocó la extinción del Homo Sapiens-PocoSapiens ayudado por la poca adaptación al medio natural que pronosticó el llamado Proyecto Greta. Los que sí consiguieron adaptarse al medio, los Homo Sapiens-SuperSapiens o tambien llamados pelirrojos de las tribus murcianas, son el germen de la terraformación de nuestro planeta, cuna de nuestra sociedad actual.
Gracias a los expertos, hemos conseguido codificar las señales de ondas lanzadas desde la Tierra al Espacio, y se ha podido traducir una variedad de textos digitales que arrojan los siguientes datos:
-Hubo unos seres llamados iluminatis y reptilianos. Se dice que la antigua emperatriz Lady Gaga perteneció al primer grupo y una señora «inmortal», llamada Elisabeth, perteneció al segundo.
-Surgió un nuevo movimiento llamado terraplanismo que identificaba a la tierra como un objeto plano cuyo mapa celeste podía adulterarse al gusto del observador.
-Una «falsa pandemia» mermó de manera considerable a la población auspiciados por desmayos provocados por un artilugio llamado mascarillas.
-Aparición de un himno mundial llamado Tiktok de la Jerusalema.
-Observación de un ser llamado, «Troll informático» y un misterioso continente llamado «Norteamérica» liderado, supuestamente, por un individuo de la rama de los homínidos Homo Sapien-SuperPocoSapiens.
-Surgimiento de una nueva especie, aún por clasificar, llamada «Midicisquitidiji». (Desarrollo y mención de las fuentes de las antiguas escrituras facebukianas y tuiteras. Importante, posible pregunta de examen ).
A tener en cuenta:
Próxima semana, visita al museo arqueológico «Piezas de la Tierra» y colaboración con arqueólogos y antropólogos en la búsqueda de los microchips de las llamadas mascarillas de la Tierra. «

JOSÉ LUIS GONZÁLEZ MISERQUE

Corría el mes de mayo del año 2014 en El Carmen de Bolívar, un pueblo Colombiano. La vacuna la habían promocionado como preventiva contra el cáncer de cuello uterino. Específicamente contra el virus del papiloma humano (VPH), el cual era en realidad su causa.
Cuando Verónica despertó esa mañana tenía manchas negras en la piel. Le dolían las articulaciones, la cabeza y se le dificultaba respirar. Aun así, Verónica, de 13 años decidido no decirle nada a su mama, y terminar de vestirse para ir al colegio.
Hacía tres días estaban vacunando a todas las niñas entre 9 y 13 años en el colegio de forma gratuita. Ellas eran la principal población objetivo de esta vacuna. Pues el VPH era, principalmente de transmisión sexual. Para el estado tenía todo el sentido del mundo colocar la vacuna a las niñas que aún no habían comenzado vida sexual activa.
No le dieron mucha importancia al asunto cuando Verónica se desmayo en plena clase de matemáticas. Ni siquiera cuando fue Claudia la segunda es desmayarse. Comenzaron a pensar que sucedía algo raro cuando fueron 12 niñas las afectadas. Pero no fue hasta que el numero supero las 200 mujeres y niñas en el pueblo cuando salió en las noticias.
Al Hospital llegaban; más de una vez por minuto, en los brazos de padres y familiares, niñas que habían sufrido desmayos súbitos. Y no solo llegaban de ese colegio, sino de otros y también de pueblos cercanos.
Moretones, dificultad para respirar, calambres en los brazos, padecimientos de todo tipo presentaron las niñas, y una sola cosa en común. A todas les había sido colocada la vacuna.
Una reconocida asociación medica se manifestó en contra de continuar colocando la vacuna. En un segundo comunicado, al día siguiente, la misma asociación se retractó, defendió y hasta promovió seguir colocando la vacuna.
Después de una “Investigacion exhaustiva” el presidente Juan Manuel Santos, reportó que la causa final de los sucesos había sido categóricamente, y sin lugar a ninguna duda, un caso clásico de Histeria colectiva.
Aun hoy en día, con pandemia de por medio, y la polémica carrera por encontrar la vacuna contra el covid19, en el prospecto de la vacuna Gardasil, figuran los efectos adversos de la misma: Se han reportado enfermedades autoinmunes, vasculitis, encefalitis, debilidad muscular, síndrome de Guillain barré, hinchazón de ganglios en las axilas o ingle, entre otros.

ARIEL PACTON

Podría comentarles que en la Argentina existe un fenómeno de histeria colectiva que tiene un nombre particular, “dolarmanía”. Sube y la gente sale a comprar. Baja y la gente corre a comprar. No entiendo por qué sucede. Tampoco me interesa investigar el tema. Lo que quiero contarles era lo que me contó mi bisabuela. A ella se lo había contado su abuela, que a su vez lo había oído de su bisabuela.
Esa historia decía que en un pueblo de Francia hubo plaga de coreomanía. Las personas salían a las calles, saltando y bailando una música que nadie escuchaba. No comían ni dormían porque bailaban hasta que de sus pies saliera sangre. Aún más, algunos morían exhaustos del corazón. La coreomanía duró unos cien años y terminó cuando una mujer dirigió una fila de cuatrocientas personas que bailaron detrás de ella.
Durante muchos años pensé que la plaga de coreomanía era un cuento familiar que mi bisabuela me contaba porque me gustaba mucho bailar. Sin embargo, hace poco encontré una historia que hablaba de una danza mortal en la ciudad de Estrasburgo que se parecía mucho a lo que ella me había contado.
Ahora que lo pienso: “¿Dentro de cien años alguna niña, como yo, creerá que hubo una vez un país donde la plaga de dolarmanía duró un siglo?”.

YOLANDA BARRANCO

A la mierda las normas y las pelis de guerra.
¿Quién decide qué es lo correcto?
Todos mis hijos están muertos,
o nunca los tuve, no lo se.
No lo recuerdo.
Miro por la ventana y veo gente corriendo
con papel higiénico, con levadura…
El fin del mundo no es como esperábamos,
No lo entiendo.
¿Qué es esto?
Pidieron costilla y se comieron la manzana.
toda la culpa es de Eva,
a alguien hay que culpar.
Veo los muertos reflejados en otros rostros,
están mal, han perdido el juicio,
¿Dónde están mis padres?
No les encuentro.
¿Otro bando? Todos somos humanos.
Quizás esto no signifique nada,
O quizás si.
Se palpa en el ambiente la ansiedad,
Incertidumbre….
Todos estan locos,
todos menos yo.

GASTÓN MOMEÑO

LA MUJER QUE LLORA (Tema de la semana)
Cierto mediodía, en una concurrida peatonal de Buenos Aires, una mujer lloraba con un bebé en sus brazos, sentada en un pequeño asiento de dicha peatonal. Primero, un joven pasa de cerca sin percatarse de los llantos de la mujer. Al rato, una mujer ralentiza su caminata solo para mirarla con curiosidad pero recupera su marcha al instante. De a poco, las mesas de los bares y pubs peatonales, comienzan cada vez más a desviar su atención hacia la mujer dejando de lado sus asuntos personales. Un hombre se detiene y le pregunta que le sucede. Ella no responde. Una mujer también se acerca y a su vez una mujer se la acerca a esta. Cuando el número llegó a diez, se ve como una mujer trata de contener las lágrimas. Otra mujer la abraza y lloran juntas. Con el paso de los minutos y horas, la gente comienza a dejar sus mesas, detienen sus marchas y se unen al grupo de cincuenta desconsoladas personas que rodea a la mujer con el bebé.
Para la puesta de sol, la peatonal era solo un camino de llantos y gritos desgarradores. La desesperación atrajo a los medios de comunicación y a las autoridades. A todo esto; la mujer ya había abandonado su asiento hace horas; y como al principio, que nadie se percató de su existencia, ahora nadie notó su ausencia.

MIGUEL GÓMEZ

EL SITIO DE AUGER.
El primer cadáver apareció cuando aún era de noche, pero el amanecer se acercaba. El cuerpo cubierto de costras y pústulas, retorcido en lo que parecían estertores de una dolorosa agonía.
Lo encontró una patrulla en el curso de su ronda. Tirado en el suelo, al pie de la escalera de la catedral, cubierto tan solo por una saya vieja y descolorida. Alguien anónimo, desconocido. Habían pasado por el mismo punto hacia menos de una hora.
El oficial de la guardia ordenó que lo cubriesen con algo para ocultarlo a la vista de la gente que pronto empezaría a pasar por allí, y que avisasen a un físico.
El médico reconoció el cuerpo, sin encontrar indicios de ninguna enfermedad conocida. No obstante, aconsejó que fuese enterrado cuanto antes.
El incidente pasó desapercibido, al coincidir con un recrudecimiento del bombardeo por el ejército sitiador. Sus catapultas alternaban los habituales proyectiles de piedra con unos nuevos: vasijas rellenas de una resina inflamable, que rompían a arder al chocar contra los tejados. Los habitantes de la ciudad habían resistido con abnegación tres meses de asedio, hombro con hombro con la guarnición. La novedad que supuso la llegada continuada de esos proyectiles incendiarios, que amenazaban con prender fuego los tejados de paja de las casas, fue un serio golpe para su moral.
Mientras la guerra tenía lugar en la muralla, valor no faltaba a la población. Cuando llegó a las casas trajo consigo el miedo. La sensación de seguridad que torres, baluartes y muros proporcionaba, se disolvió en el pánico a convertirse en antorchas humanas. Los ánimos empezaron a flaquear, pese a los almacenes bien abastecidos, la solidez de las defensas y una numerosa guarnición.
Tres días después, cuatro cuerpos más, copias del primero hallado, se encontraron, de madrugada, en los cuatro puntos cardinales de la ciudad. Como si hubiesen surgido de la nada. Esta vez, no escaparon a la vista de un puñado de pobladores, que pudieron ver al físico examinarlos, en compañía de una patrulla que los envolvía en lonas y apilaba en un carro de mano, y los llevaba con celeridad camino de la fosa. La mecha ya estaba encendida, y la palabra «peste» asomaba en conversaciones y cuchicheos.
El duque Teor, al mando de la plaza, publicó un bando que fue repetido numerosas veces por heraldos y pregoneros por toda la ciudad, instando a la calma, toda vez que ninguno de los físicos al servicio de la corte ducal había encontrado traza alguna de enfermedad conocida en esos cadáveres de desconocidos hallados por las calles. El comunicado no hizo sino incrementar la preocupación: por primera vez se revelaba lo que se había mantenido oculto al comienzo, y se admitía, entre líneas, el desconocimiento de la naturaleza de un mal que pudiere amenazar a Auger. Además, ¿de dónde procedían esos sujetos? Especulaciones variopintas nacieron por doquier, ninguna tranquilizadora.
La zozobra se multiplicó al mismo ritmo que las habladurías sobre el mal que había matado a aquellos extraños. Bastaba que en una casa alguien amaneciese con un signo de enfermedad —un dolor de vientre, un estornudo— para que físico o curandero fuesen convocados para tratar al supuesto infectado.
Una macabra y sacrílega recreación del Gólgota saludó la llegada de un nuevo día en la puerta del palacio obispal. Tres cuerpos más yacían en el suelo con los brazos extendidos en forma de cruz. Fuese por respeto, fuese por superstición, nadie tocó ni cubrió los cadáveres hasta que fuesen supervisados por el propio obispo Bedelver. Cuando éste los vio, ordenó su inmediata retirada con una voz que se quebró con el miedo cuando quería sonar resuelta. Al mover el que estaba en el centro, la saya que lo cubría resbaló dejando a la vista un torso sobre el que alguien había tatuado un nombre a punta de cuchillo: Brunilda.
Pánico y estupor se apoderaron de la escena. Gritos de horror sofocados que el miedo no dejaba salir de las gargantas. Bocas que se abrían para articular palabras mudas. Las piernas del obispo perdieron la vida, haciéndolo caer sobre sus rodillas, como si estuviese haciendo penitencia. El clímax llegó de la mano de cuatro proyectiles incendiarios que impactaron casi simultáneamente en las cercanías del palacio. Se desató el caos. Los presentes echaron a correr en todas direcciones, los más débiles arrollados por los más robustos. En la mente de todos, los acontecimientos sucedidos un año antes de la rebelión.
Una historia vieja como el mundo. Hombre —poderoso— se prenda de doncella —de belleza notable—, y desea que le prodigue sus favores. La muchacha se los niega, y el agraviado varón decide tomar represalias contra ella.
La joven Brunilda, de cabellos de oro y el cielo en los ojos, murió en la hoguera acusada de brujería por el rijoso y colérico obispo Bedelver, con la aquiescencia del duque Teor. La población de Auger asistió a la ejecución como si de un espectáculo se tratase, entre vítores y tragos de vino.
La misma población que pocas jornadas atrás llamaba a la puerta de la casa de Brunilda para procurarse pociones y emplastos con los que aliviar sus males. Un saber que la joven había recibido de su madre. Esta, de la suya, y así sucesivamente, varias generaciones. El poder sanador de plantas y raíces. Las fórmulas magistrales que distinguían un remedio de un veneno.
Gertrude abandonó su retiro en el bosque para asistir a la quema de su única hija, y proferir un juramento:
—Hoy habéis celebrado la muerte de una inocente. Su sangre caerá sobre vosotros.
Acto seguido desapareció en su bosque, y nadie volvió a saber de ella.
¿Hasta ahora? ¿Acaso había llegado el día del ajuste de cuentas profetizado por la anciana?
Demasiados acontecimientos inexplicables concentrados en muy poco tiempo. Así se sentían los habitantes de la ciudad: desconcertados y atemorizados. Cadáveres anónimos con signos de una misma enfermedad desconocida apareciendo espontáneamente por la ciudad. El fuego que llovía del cielo de la mano de las catapultas del condestable. El nombre de Brunilda en una reconstrucción blasfema de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor. Señales del mal que podían casar perfectamente con la antigua maldición proferida por una madre iracunda, una bruja irredenta.
En el imaginario popular, las figuras de duque y obispo empezaron a adquirir la condición de imanes que atraían sobre la ciudad la venganza con la que Gertrude amenazó a todos. Eran ellos quienes habían instado el proceso contra la joven Brunilda.
De un momento para otro, el espíritu que había mantenido unidas a población y guarnición en el empreño de defender la ciudad, se vendría abajo. Empezaban a menudear conatos de pelea entre soldadesca y ciudadanos. El ejército sitiador empezó a verse como un instrumento de justicia divina, que venía a reparar la injusticia de los hombres. Un clamor que pedía la rendición de la ciudad para la expiación del pecado cometido empezó a elevarse del pueblo.
Refugiada bajo el hábito y la toca de una monja, Gertrude completaba uno de sus habituales recorridos por las calles de Auger, para comprobar el resultado de sus actuaciones. Había sido ella quien había facilitado al condestable de l’Ille la resina inflamable que los sitiadores habían empezado a lanzar sobre la ciudad. Aunque habría sido necesaria una saturación mayor de proyectiles sobre una zona reducida para producir grandes daños, el efecto sobre la moral de los sitiados se hacía sentir. Se los veía correr por las calles, en pos de las columnas de humo negro que se alzaban hacia el cielo, cargados con baldes y cántaros de agua para sofocar los conatos de incendios. «Mientras piensan en los incendios, descuidan la defensa», se dijo. No solo eso: en los corrillos que se formaban, empezaban a crecer rumores de sublevación, junto con las protestas contra unos defensores incapaces de neutralizar las catapultas enemigas. Buena señal para sus planes; cundía el descontento.
Veía cómo se acercaba el momento de su venganza. Después de tanto tiempo de esconderse en los bosques para huir de quienes la acusaban de brujería, como se había hecho con su hija, la llegada del ejército sitiador había sido providencial para ella.
Hombre práctico, el condestable al mando, había escuchado sus propuestas con atención. Podían ser la solución para agilizar un sitio que se adivinaba largo. A cambio, concedería inmunidad a la mujer contra toda acusación de hechicería si sus planes tenían éxito. Él había sido quien facilitara cadáveres que ella sometía a tratamientos que causaban las pústulas y costras, las contorsiones de agonía que mostraban. Y con los cadáveres, un pequeño destacamento de soldados que los repartían amparados en la oscuridad de la noche por las calles de la ciudad. La última entrega, a la puerta misma del palacio del obispo, había sido un buen golpe de efecto. Sabía que cuando la gente está sometida a situaciones duras, los brotes de histeria y cólera sumados a las supersticiones podían llegar a encender los ánimos de la población, hasta desbordar los diques de la obediencia o la servidumbre.
Por el momento, Bedelver ya había sido señalado por un dedo acusador: él era el responsable de una maldición, víctima propiciatoria para un motín. Y el duque, caería con él.
Con tensar un poco más la cuerda…
Esa noche daría un buen paso. De los cuerpos que dispersasen, dos irían a parar a sendos aljibes de los que los habitantes de Auger se aprovisionaban de agua. Además de los cuerpos, disolvería una buena cantidad de unos polvos que ponían los estómagos del revés, además de sus propiedades laxantes.
Con el miedo al fuego y a la peste, y la guerra a las puertas, ¿quién no sentiría el empuje de escapar de aquella trampa?
Por las mismas puertas abiertas por las que huyese la población, las tropas del condestable entrarían y tomarían la ciudad. Un nuevo orden, en el que ella no tendría que huir más.
En cuanto al obispo y al duque, tenía la esperanza de que sobrevivieran a la algarada. Tenía sus propios planes para ellos.

EMILIANO HEREDIA JURADO

COVID 19
Estimados y apreciados amigos lectores.
Ésta semana, no voy a escribir un relato al uso
Ésta semana, voy a escribir sobre las impresiones que me producen ésta ya, demasiado larga situación que es ésta terrible pandemia mundial.
Intentaré, huir de tópicos manidos, demagogia fácil de andar por calle, ni insultos.
Simplemente, con anécdotas de lo que veo a diario, iré desgranando como uvas, éste racimo amargo de, para mí, ésta histeria colectiva que estamos sufriendo.
Para empezar, quisiera ser honesto y, recuerdo cómo, allá por el mes de Febrero, recibía y enviaba Whatsapp del coronavirus, como todo el mundo, porque, reconozcámoslo, el ser humano, somos así, nos gusta, si no regodearnos de la desgracia ajena, sí sacarle punta, para nuestro regocijo.
¡Quién nos iba a decir a nosotros que, ese virus de origen chino, que observábamos con cierta indeferencia, iba a provocar un giro de ciento ochenta grados en nuestras vidas!.
El día que el presidente del gobierno, anunciaba el estado de alerta, fue en entonces cuando comprendí que, mi familia, yo mismo, nos íbamos a enfrentar a una experiencia vital de futuro incierto.
Observé con incredulidad, cómo los lineales de un conocido supermercado, quedaban vacíos, ante el frenesí de abastecimiento que embargaba a las personas,ante el miedo de la incertidumbre.
A propósito, llevé conmigo a mis hijos, para que fueran testigos del inicio de una etapa histórica que influiría muy mucho en el devenir de sus cortas vidas.
Observábamos incrédulos, desde los ventanales, desde la calle, el caótico tráfico de carros de la compra, chocandose unos con otros, la compra impulsiva.
Pasaban los días y, las colas para comprar, esperando en el parking se hacían eternas, esperas de hasta una hora.
Y todos, nos mirábamos con recelo, todos nos mirábamos el reloj, y maldecíamos a la gente que estaba dentro comprado, por la tardanza, o por la incertidumbre de si el producto que ibas a comprar, estaría agotado cuando entraras a comprar.
Éstas colas, me recordaban a las historias que me contaba mi abuelo, de cómo la gente esperaba con la cartilla de racionamiento en la mano, después de la guerra.
Pasaron los días, las semanas, y entre aplausos a las ocho, reuniones de Sky, ertes, empezó la desescalada.
Yo, que tengo dos hijos de diferentes edades, de Silvia de 14 y Samuel de 11, sufría al tener que salir a una hora con uno y a otra con otra
Les veía perdidos, desorientados, después de semanas de confinamiento. Y me indignaba, cómo unos cuantos cafres, paseaban con la mascarilla en la mano, debajo de la nariz o en codo. Y sigo sintiendo la misma ira, el mismo odio, que mucha gente, contra la actitud de éstos energúmenos, irresponsables, lo sé, porque su mirada es igual que la mia, de desprecio.
Ésta gente, se ríe del sacrificio de mis hijos, de los hijos de todos, del esfuerzo de los sanitarios que nos cuidan
La gente empezó a hacer deporte como si no hubiera un mañana. Borrachos del bar de al lado, rojos como semáforos, en bicicletas ochenteras, o corriendo arrastrándose. Sin mascarilla
Yo, que no tengo carnet de conducir, voy siempre en bicicleta (todos los días me hago veinte y dos kilómetros para ir a trabajar), me indignaba cruzarme con multitud de gente histérica, con la cara desencajada, andando desaforadamente, como pollos sin cabeza…la malloria con la mascarilla en la mano.
Lo reconozco, he sido grosero a veces, cuando les he pitado para que se quiten del carril bici y no se quitaban
Ésta histeria colectiva, me sobrellevaba.
Y por fin, abrieron los bares y los asiduos parroquianos dejaron las bicicletas en los trasteros y los chándals en los armarios.
Y la gente ya no esperaba la cola del supermercado, esperaba la cola del bar para sentarse. Gente nerviosa con el mono del botellin.
Y los contagios subían.
Llegó el verano, las playas llenas, ordenadas, eso sí, una marabunta nerviosa y crispada por salir.
Fiestas ilegales, botellones, y mucha gente, se lanzaba a la euforia como si éste drama no existiera.
Los contagios suben. Los muertos.
Me indigno, me enrabieto.
Y los que mandan, haciendo lo que pueden, sin saber bien lo que hacen y los que están al otro lado poniendo palos a la rueda de una solución conjunta e inexistente.
Como dijo Machado, españolito que vienes al mundo te guarde Dios, porque una de las dos españas ha de helarte el corazón.
He sufrido casos cercanos, familiares y de amigos, por el covid 19.
Una de esas amistades, cuando la veía por Skype, sentía su miedo, su angustia ..
y me sentía histérico por tantos irresponsables e insconcientes….
Para terminar, quiero mencionar la impotencia que, como enfermo crónico, siento cuando intento que mi médico me vea. Lleva desde Febrero sin verme. He ido al hospital dos veces. Y un escalofrío me recorre, cuando, veo a todo el personal de urgencias correr cuando anuncian por megafonía, todo el equipo de parada vaya al box ..tal
Y comprendo, que no debo ser egoísta. Que mi médico no me ve porque no puede.
Un abrazo a todos.
Mucho ánimo.
Mis mas sentidas condolencias, a todos los que habéis sufrido alguna pérdida.
Juntos saldremos adelante, si no nos dejamos llevar por el río de la histeria colectiva.
Un fuerte abrazo y besos mil
Emiliano Heredia Jurado
4 de Noviembre de 2020

PEPINO NABÓDICO

Había una vez la palabra histeria, que nació para nombrar una enfermedad en las mujeres (histéricas). Esta palabra venía de hysteros, que en griego clásico significa útero.

Había dos veces la palabra colectiva, que era dos veces porque la primera significaba más de uno, y la segunda significa gilipollas del siglo veintiuno.
Había tres veces “más de un gilipollas del siglo veintiuno“. La primera porque los gilipollas han existido siempre. La segunda porque se transmiten por el aire. La tercera, porque cada vez hay más.
Habrá cuatro veces más probabilidades de no recordar las cinco extinciones masivas, previas a la sexta.

MARÍA ROSA ROLANDO

Cuando quise darme cuenta, estaba en la habitación de servicio de la casa. Esa que sirve de depósito para aquellos cacharros que aún no decidimos descartar. El resto de la familia desde el pasillo daba miles de directivas de como debería comportarme ante ésta situación
-Abrí la ventana, ventila, no te saques el barbijo-, gritaba la más pequeña
-Estuviste expuesta mamá, tenemos que lavar cada cosa que tocaste!!-
Yo, paralizada por la situación, sintiéndome protagonista de una película de ciencia ficción, me dí por vencida. Levanté las manos y me dejé llevar por la horda de familiares enloquecidos que me rodeaba, asintiendo a cada orden, quedándome allí con un perfume a alcohol muy fuerte en mi ropa.
Esa histeria colectiva es la que viví por unos días, unos terroríficos días en los que el señor Covid decidió hacernos una de sus tantas fechorías.

BEA ARTEENCUERO

Cuenta la leyenda que por el año 2020, cuando todo era un cumulo de sentimientos, donde corrían libremente por la vida: la envidia, la codicia, la mentira, el odio, la crueldad, la traición, la vanidad,
Apoderándose de corazones transformando al ser humano; Luchando para sobrevivir contra esas emociones estaba: el amor, la bondad, la humildad, la paz, la libertad.
Así fue que en medio de este tumulto de sentires, se encontraba una serpiente recorriendo la selva donde habitaba, salió de noche, cuando todo se aquieta por unas horas.
Todos duermen se dijo y sin pensarlo, lo grito; En el silencio, se hizo eco en el mundo. El murciélago, la escucho y le dijo.
_ yo no duermo, mi destino es la noche, así como el tuyo es arrastrarte, no puedes ni volar ni caminar, como yo no puedo ver el sol; Mira te propongo algo…Encontrémonos, unamos nuestras desdichas,
Seamos amigos. ¿Te parece?
A lo que la serpiente contesta, claro… ¿Por qué no?
Tú no puedes hacerme daño, ya que andas por el aire y yo por el piso.
En medio de la oscuridad se reunieron…Y ahora qué hacemos?
Observa al mundo… ¿Qué ves?
-Veo en la quietud de la noche, la paz y el amor en la mayoría de la gente reflejado en sus rostros..
-Espera a que despierten y veras el lado oscuro de algunos corazones!!
-Ágamos algo, dijo la serpiente aunque me arrastro tengo poder y tú lo tienes en tu vuelo.
-Juntemos eso, dijo el murciélago.
La serpiente lo pensó y al fin dijo…Si, ¿Por qué no?
Así es que el murciélago fue el encargado de llevarlo y eligió un País con muchos habitantes, donde no era perseguido, era buscado, la multitud en gran parte se alimentaba de ellos.
Así comenzó el virus, se multiplico, se expandió por todo el planeta.
El pánico habito en las poblaciones.
La serpiente le dijo al murciélago, le pondremos un nombre…se llamara: Coronavirus.
El temor cruzo fronteras y una histeria colectiva, se instaló en el corazón de todos los habitantes del universo, sin distinguir raza ni credos.
Y así vivimos hoy de cara al cielo, esperando recuperar el universo perdido.

FELIX LONDOÑO G

La histeria fue el primer vástago de la historia. La excitación de Adán y Eva desató la ira de Dios. La primera histeria omnipresente y omnisciente de la que se tiene noticias; detonante de yerros, deslices, orgías e histerias colectivas.


KAREN ROSADO

¿En que momento de la vida olvidas que se acabará la vida?
¿O es un martirio en el que se vivirá todos los días?
Cuando estes en el momento que creas más feliz,con tu hijo,tu amante o amigos y te asalte la pregunta sin respuesta concluida…
¿En que momento de la vida olvidas que se acabara la vida?

ZOE EMM TEXIS

Conciencia social ¿Son ustedes?
¿Por qué puedo escucharlos tan fuerte?
¿Por qué los escucho tan cerca de mi que me hacen dudar de mi conciencia individual?
¿Por qué les doy explicaciones ?
¿Acaso me quieren poner en contra? O peor aún ustedes unos contra otros.
Y escuchar sus pensamientos me resulta sentimental.
Yo en el mundo «real» muchas veces me cuenta mirar la histeria social, percibo desunión y contrariedad, caos , pánico , y cuestionamientos todo el tiempo.
En el mundo Original , todos tienen su espacio, su lugar, todos llevamos algo especial, Todos estamos en la balanza del gran pilar, en el mundo Original existe la esperanza y la paz, más tranquilidad y menos histeria Colectiva, existe la conexión con uno mismo y su interior, para disipar cualquier enfermedad actual y no solo la enfermedad también muchas cosas más.
La meditación la miel y el limón es alguna cura para este mal.
La respiración para erradicar los pensamientos ocultos y valentía para aceptar los propios pensamientos ocultos.
Histeria Colectiva ¿Si mejor silenciamos la mente y empezamos a amar?
Quizá así y solo así sea la única manera de eliminar el mal social
Ó ¿Si cambiamos los pensamientos para hacer del planeta un mejor lugar ?

CONCE JARA

Ya había cenado, y estaba fregando los cacharros cuando se empezaron a escuchar gritos de desgarro, de horror, que me obligaron a dejarlo todo, entrar en el salón y encender el televisor:
– Señores y señoras – dijo el presentador-, nos encontramos ante el acontecimiento más grave de la historia de nuestro país…
Hoy 15 de marzo del año 2026, cientos de miles de niños de todo el país, han fallecido tras ingerir botes de jugo revitalizante, ZUMOJET, que el mismo estado español facilitaba a las familias, para que los menores de 12 años consumieran como antídoto para luchar contra el segundo virus que azota el mundo esta década, el CRASH-30.
Tras superar en el año 2024 el CORONAVIRUS, después de cientos de intentos frustrados, a nivel mundial, para lanzar una vacuna eficaz contra la pandemia, los gobiernos de todos los países, por orden de la OMS, elaboraron leyes que obligaron a todos los habitantes de las ciudades de más de 100.000 habitantes a su abandono masivo, para integrarse en la vida rural, ya que se observó que en esos lugares el cuerpo era más proclive a la nueva e inexplicable mutación de las plaquetas del corriente sanguíneo, que fortalecía el sistema inmunitario frente al virus, hasta eliminarlo.
Como ya conocen, el virus CRASH-30 solo afecta a los menores de 12 años, produciendo descomposición, deshidratación sin posibilidad de reversibilidad, provocando en menos de 5 horas la muerte. Parece que el compuesto ZUMOJET, elaborado por el laboratorio español SANOSI, conseguía contener los efectos del CRASH-30, aunque no su propagación, de la que ya conocemos que se produce por contacto cutáneo.
Oí gritos en la calle, sirenas. Abrí el balcón. Una mujer semidesnuda, se desplomaba desde la terraza de un piso superior estrellándose contra el asfalto, donde ya yacían decenas de cuerpos, sobre la acera, sobre los coches, entre los árboles… familiares de los niños fallecidos ese día por el CRASH-30.
– ¿Estás loca? -me grito una anciana, que observaba a pie de portal como la gente se lanzaba-. Si sales te caerá alguien encima y te matará.
Llamé a las puertas de todos mis vecinos del bloque, pero nadie contestaba. La televisión mostraba imágenes similares a las que acababa de presenciar, donde un bombero recomendaba que nadie saliera de sus casas, que no circularan los coches, que “nos quedáramos en casa”.
Intente hablar con mi hijo, pero los teléfonos no funcionaban, y volví a mirar la televisión, y el presentador ya no estaba… la “histeria colectiva” estaba ocasionando la muerte de millones de españoles.

PAPALLONA LILA

Todo fue planificado para un fin. Las cosas no fueron azarosas. El tipo de información, por quien y que momento sería dicha, las imágenes que transmitirían los medios, todo estaba calculado. Saben como generar histeria colectiva. No es díficil. Fue estudiado hace tiempo.

ROBERT PROELIA DEUS

El inicio del ciclo.
En un principio el agua era un ser inmaculado, puro y terso como el algodón, por donde pasaba este elemento provocaba vida, un verdor que permeaba incluso en las zonas más áridas. Cierto día, debido al verano, una gotita de agua comenzó a sentirse motivada, en sus sueños alguien a quien confirió la identidad de Dios le prometió el cielo. Fue tal su creencia que emprendió a contarle a todas las gotas, y hubieron quienes no le creían, llamándole histérica. Empero, muchas otras llegaron a sentir la llamada del Dios en sus palabras, ¡oh señor de las nubes!
En su desesperación y deseo, los fieles creyentes, afectados por la histeria colectiva, siguieron a su líder, a la primera gota tocada por la luz. Adentrados en los días más calurosos, la gota se expuso a la luz del sol ante todos sus seguidores, elevó las manos convirtiéndose en vapor. Así miles de creyentes le vieron elevarse, con una densidad inferior a la del agua, ¡vaya milagro! Gritaban enloquecidas, había un fervor agudo, todas las gotas cayeron en la bravura del momento elevando sus manos frente a los rayos del sol. Tal fue la cantidad de gotas elevándose al cielo que fue posible ver hilos de vapor en el horizonte formando nubarrones de un color inmaculado, y ahí frente a los ojos de quienes les llamaron histéricos, navegaron con el viento en las alabanzas del cielo hasta el sin fin del mundo comenzando el ciclo del agua.

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24 comentarios en «Histeria colectiva»

  1. Gaston Momeño : consigue imprimir una imagen clara y ciclica, en pocas palabras, lo cual conlleva el riesgo de ser entendido y recordado. Felicidades a los relatos participantes.

    Responder
  2. De entre todos los relatos, Tali Rosu, creo que acierta con el tacto y la expresión del texto.
    También me ha gustado Alberto Medina: tratar del erotismo en pareja con esa franqueza define muy bien esa misma idea

    Responder

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